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-fichas de catedra: cabrera morales: medicalización en las infancias. Vesco y franzoy aproximación a la problemática
de la medicalización de las infancias.
El filósofo, historiador y crítico social Iván Illich define a la medicalización como un proceso que
se extiende en la sociedad de nuestros tiempos, por el cual los médicos o más específicamente
la lógica medica se ocupa de trata problemas que atañen al bienestar humano.
Se trata de un conjunto de procesos por los cuales las distintas problemáticas y circunstancias
de la vida ajenas al campo medico comenzaron a ser tratadas por la lógica medica y la salud en
general.La sociedad fue siendo entendida en términos de salud-enfermedad.
Este proceso comienza a extenderse desde fines del siglo XVIII y a abarcar campos y objetos
diferentes: la ciudad, la infancia etc.
Ahora bien, si nos remitimos a la obra de Foucault es para comprende de que se trata y como
fu posible el proceso que dio lugar a la medicalización de la sociedad. Es decir, que la
medicalización de la sociedad es propia de las sociedades de normalización. De las sociedades
regidas y colonizadas por la norma.
*1.primero la emergencia del poder disciplinario, que recae sobre los cuerpos.
En la sociedad feudal primaba una mecánica del poder cuya forma de ejercicio se situaba en
términos de la relación soberano-súbdito. Una mecánica del poder ejercida sobre la tierra y
sus productos, la apropiación de los bienes y las riquezas por parte del poder soberano.
A partir del siglo XVIII se asiste a una nueva mecánica del poder. A propósito, Foucault afirma:
esta nueva mecánica de poder recae sobre los cuerpos y lo hacen mas que la tierra y su
producto.
Se trata de un tipo de poder que exige el mínimo de gastos y el máximo de eficacia. Este nuevo
poder es el poder disciplinario y se opone al poder soberano propio de las sociedades feudales.
*2. luego surge también el biopoder, cuyo campo de aplicación es la población.
El poder disciplinario no alcanza a dar cuenta por si solo del proceso de medicalización de la
sociedad, el campo de invención de la disciplina es el cuerpo, hace falta también la
intervención sobre la población. Y es este el nivel que Foucault ubica al biopoder. Surge a
partir de la segunda mitad del siglo XVIII, Foucault sostiene que esta nueva técnica de poder se
dirige al hombre-especie y no como la disciplina a hombre-individuo. Se dirige a la población
en tanto la misma esta afectada por fenómenos globales como el nacimiento, las
enfermedades etc. Por lo que a partir del siglo XVIII surge la higiene pública.
Lo que subraya Foucault es que el biopoder, al contrario del poder soberano ya no tiene el
objetivo de hacer morir, sino el de hacer vivir y dejar morir.
Es decir que el biopoder encuentra en la muerte un limite a su intervención, hoy e día vemos
un afán por mantener con vida un cuerpo casi a cualquier costo.
La norma se puede aplicar tanto a un cuerpo que se quiere disciplinar como a la población que
se quiere regularizar, es decir, que el biopoder toma a su cargo la vida e intenta regularizarla
diciendo como hay que vivir. Por lo tanto el punto crucial a destacar es que la norma es el
elemento por el cual se dice como hay que vivir. En este sentido, la norma no se define como
una ley natural. Su función no es excluir, rechazar. Al contrario, siempre esta ligada a una
técnica positiva de intervención y transformación.
Entonces, una vez señaladas las condiciones que posibilitaron la emergencia del proceso de
medicalización de la soiedad pasaremos ahora a tratar de esclarecer como la infancia en
particular ha sido tomada por tomada por dicho proceso.
Hay objetos sociales privilegiados donde el proceso de normalización recae. Uno de ellos es la
infancia, los locos, los pobres y el obrero.
Podemos pasar, entonces, que la psiquiatrización del niño se hace por intermedio del niño no
loco. Lo que nos interesa del desarrollo que efectúa el autor es la idea de como la infancia es
tomada bajo estudio, observación e intervención por la lógica medica.
A modo de conclusión
Creemos que la cuestión pasa por abrir una escucha allí donde se demanda rápidamente una
respuesta. Escucha que si es instrumentada clínicamente puede implicar la decisión de no
atender al niño porque no le ocurre nada o puede iniciar un tratamiento si la situación lo
requiere.
Nos parece fundamental tener en cuenta estas otras formas de medicalización que no implican
necesariamente la administración de psicofármacos, ya que de lo contrario podría generarse la
sensación de que los psicólogos, al no poder recetar medicamentos, no podríamos incurrir en
prácticas de medicalización. Poder preguntarnos desde dónde escuchamos, miramos e
intervenimos cuando de un niño se trata está íntimamente relacionado con el lugar que damos
a la infancia en nuestra actualidad.
Medicalización de las infancias
La medicalización de las infancias se enmarca en un proceso más general conocido como
medicalización de la vida. Michel Foucault se ha encargado de mostrar que la medicina desde
su despegue en las sociedades industrializadas ha sido una medicina social, la medicina desde
finales del siglo XVIII siempre se ha encargado no solo de los cuerpos individuales sino sobre la
poblacion. La salud se transforma en política de Estado, en biopolítica. La medicalización de la
vida es un fenómeno que viene siendo abordado desde mediados de la segunda mitad del siglo
XX, por diferentes autores de la medicina, la antropología y la sociología. En general cuando se
habla de medicalización de la vida se opta por una definición extensa que refiere al proceso
progresivo por el cual el saber y la práctica médica moderna incorporan, absorben y colonizan
fenómenos y problemas de la vida social y colectiva que anteriormente han sido regulados por
otro tipo de instituciones, por ejemplo, la familia, la religión. En los últimos años, el proceso se
ha ido transformando y reconfigurando siguiendo fundamentalmente los propósitos del
mercado, en especial los intereses de la industria farmacéutica.
Si bien no es posible ubicar dónde o en qué autor aparece por primera vez el concepto de
medicalización, la referencia al nombre de Iván Ilich es ineludible (no se puede evitar). “En los
países desarrollados la obsesión por una salud perfecta se ha convertido en el factor patógeno
predominante” (Illich, 1999)
“Para la sociedad capitalista lo importante era lo biológico, lo somático, lo corporal, antes que
nada. El cuerpo es una realidad biopolítica; la medicina es una estrategia biopolítica”
(Foucault), los lugares de encierro son fundamentales para el propósito de control de los
cuerpos de las conciencias. La ciudad se constituye como el espacio de las prácticas e
intervenciones de la biopolítica hacia fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Sobre la
natalidad, la morbilidad, las diversas incapacidades biológicas, recaen las primeras
intervenciones de las tecnologías reguladoras de la vida. Ejercicio de poder pero también de
extracción de saber, ya no sobre la sociedad, sino sobre un objeto: la población. Las disciplinas
se muestran incapaces de operar sobre este hombre/especie; es necesario lograr una
regulación que se base en la norma y no en la disciplina. Si el poder soberano consistía en
hacer morir y dejar vivir se asiste a un desplazamiento hacie el poder sobre la vida. Este nuevo
poder; es el de hacer vivir y dejar morir.
Infancias
Las infancias no se han quedado por fuera de las prácticas de la biopolítica. Se puede decir que
las mismas prácticas de tutela protección, cuidados, etc, con su capacidad performativa
construyeron la realidad social de las infancias.
Las dos tesis que el autor señala están sostenidas por un minucioso estudio de documentación
escrita, así como de otras producciones humanas que también cuentan la historia, registros
como las pinturas, el arte funerario, las vestimentas, los tipos de juegos, las formas
arquitectónicas de las viviendas.
La primera tesis plantea que la antigua sociedad tradicional “no podía representar bien al niño,
y menos todavía al adolescente” (Aries) El niño se representa en los cuadros como a un
hombre en miniatura, no existen tumbas para los niños, ni distinción en la ropa utilizada por
adultos y niños. No obstante la sociedad tradicional, se ordena por la fe religiosa -dice Aries-
los bautismos colectivos y por inmersión, se realizan dos veces al año y como consecuencia,
entre una fecha y otra muchos niños mueren sin ser bautizados. Este desinterés por el alma de
los niños refleja el poco lugar que ocupan para la mentalidad de la época. El lugar del niño se
ha modificado paulatinamente. Además del cambio en las prácticas del bautismo (individual,
recién nacidos, por aspersión) se comienza a sancionar el infanticidio. Si bien se ha
considerado un delito desde mucho tiempo atrás, se trata de una práctica más o menos
tolerada y generalmente considerada como un accidente doméstico (por ej. niños asfixiados
accidentalmente mientras duermen junto a los adultos). La segunda tesis que plantea Aries se
relaciona con las modificaciones que sufre el lugar del niño en la familia en las sociedades
industrializadas. La familia comienza a cerrarse sobre sí misma, la distribución de los espacios
de las viviendas es un modo de evidenciar este movimiento. A medida que aumenta el
sentimiento afectivo hacia el niño, la socialización deja de estar en las manos de la comunidad.
Una institución nueva se hace cargo de la niñez: separados de la familia los niños entran en la
cuarentena llamada escuela.
Patologización
En el siglo XX y el comienzo del nuevo milenio son el marco donde se sancionan una serie de
leyes relativas a la construcción de ciudadanía basada en derechos. En particular la convención
de los derechos del niño y los derechos de las personas con discapacidad. En el contexto de
este marco legislativo, sumado a la sanción de la Ley Nacional de Salud Mental, se producen en
nuestro país, investigaciones y estudios críticos con respecto a la medicalización de las
infancias. Se destacan de estas producciones las posiciones con respecto a:
2) la tendencia a encasillar en diagnósticos cada vez más inespecíficos muchas conductas que
otorga formaban parte de los modos diferentes de ser de cada niño/a
En sus análisis, los autores recurren fundamentalmente al estudio del llamado Trastorno de
Déficit de Atención con o sin Hiperactividad cuya tendencia a ser medicado con metilfenidato
no solo incurre en riesgos mayoritariamente innecesarios sino que altera el funcionamiento
químico con consecuencias relativizadas.
En este sentido el caso del autismo aparece como ejemplar. Propuesto por Bleuler en 1910
como un síntoma de la esquizofrenia, es retomado por Kanner en 1943 para construir un
retrato (un identikit) del niño autista. Trastornos autísticos del contacto afectivo, cuyos rasgos
característicos serían: la soledad, la mismidad y una forma de hablar que va desde el mutismo
hasta la creación de neologismos. Estas características aisladas por Kanner a través del estudio
de once casos, persisten hasta hoy día en los informes psiquiátricos (Thomas, 2016). Con el
retrato (con la imagen congelada) se reduce la subjetividad a unos pocos gestos inmóviles con
la pretensión de una objetividad universalizante. Se niega de este modo la complejidad y la
diversidad de los momentos de constitución psíquica de los niños/as. Entre los actores de la
medicalización de las infancias se destacan además de los intereses financieros de la industria
farmacológica.
Por otra parte, también el término autismo ha sido utilizado para descalificar ciertos modos de
relación de los sujetos con los objetos. No obstante, también aparece la pregunta acerca del
aumento de los diagnósticos de autismo pensado como una patología de la época.
Y yo creo que, justamente, una de las transformaciones mas masivas del derecho político del
siglo XIX consistió, no en sustituir, pero si en completar ese viejo derecho de soberanía. Hacer
mejor, un poder . poder de hacer vivir y dejar morir. Y luego se instala el nuevo derecho: el de
hacer vivir y dejar morir.
Podrán ver que ya los juristas del siglo XVII y sobre todo del siglo XVIII planteaban esta
cuestión con respecto al derecho de vida y muerte. Cuando los juristas dicen: cuando se
contrata, en el nivel del contrato social, es decir, cuando los individuos se reúnen para
construir un soberano ara delegar a un soberano un poder absoluto sobre ellos ¿Por qué lo
hacen? Porque se sienten apremiados por el peligro o la necesidad. Lo hacen para proteger su
vida. Constituyen un soberano para poder vivir.
Tras un primer ejercicio del poder sobre el cuerpo que se produce en el modo de la
individualización, tenemos un segundo ejercicio que no es individualizador sino masificador,
que no se dirige al hombre-cuerpo sino al hombre-especie.
Durante el siglo XVIII, vemos aparecer una biopolítica de la especie humana. Se trata de un
conjunto de procesos como la proporción de los nacimientos etc.
Estos procesos constituyeron en la segunda mitad del siglo XVIII, en el plano de las famosas
epidemias cuya amenaza había atormentado a tal punto a los poderes políticos desde el fondo
de la edad media (esas famosas epidemias que eran dramas temporarios de la muerte que era
inminente para todos). En ese momento, a fines del siglo XVIII no se trata de esas epidemias
sino de algo distinto: lo que podríamos llamar endemias, la forma, la naturaleza, la extensión,
la duración, la intensidad de las enfermedades reinantes en una población, enfermedades
difíciles de extirpar.
Esos son los fenómenos que a fines del siglo XVIII se empiezan a tener en cuenta y que
conducen a la introducción de una medicina que ahora va a tener la función crucial de la
higiene publica.
Por fin, ultimo ámbito aparecieron entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX,
consideraciones de las relaciones entre la especie humana, los seres humanos como especie y
su medio. Los problemas, por ejemplo, de los pantanos, las epidemias ligadas a la presencia de
terrenos pantanosos durante toda la primera mitad del siglo XIX. También el problema de un
medio que no es natural y tiene efectos de contragolpe en la población.
Ese será esecialmente el problema de la ciudad. Les enseño algunos puntos a partir de los
cuales se constituyo esa biopolítica.
A partir de ahí, tercer aspecto que me parece importante, esta tecnología de poder, esta
biopolítica, va a introducir mecanismos que tienen una serie de funciones muy diferentes de
las correspondientes a los mecanismos disciplinarios.
Mas aca, por lo tanto, de ese gran poder absoluto, dramático, sombrio que era el poder de
soberanía, y que consistia en poder hacer morir, con la tecnología del biopoder, la tecnología
del poder sobre la población como tal, sobre el hombre como ser vivivente, aparece un poder
continuo, sabio, que es el poder de hacer vivir. La soberanía hacia morir y dejaba vivir. Y
resulta que ahora aparece un poder que yo llamaría de regularización y que consiste en hacer
vivir y dejar morir.
Ahora bien, cuando el poder es cada vez menos el derecho de hacer morir y cada vez mas el
derecho para hacer vivir. A partir del momento en que el poder interviene sobre todo en ese
nivel para realzar la vida, controlar sus accidentes, sus riesgos, sus deficiencias, entonces la
muerte, como el final de la vida, es el termino, el limite del poder.
El influjo del poder no se ejerce sobre la muerte sino sobre la mortalidad. Y en esa medida, es
muy lógico que la muerte, ahora, este del lado de lo privado. Mientras que en el derecho de
soberanía era el absoluto poder del soberano, ahor v a ser el momento en que el individuo
escapa a todo poder, vuelve a si mismo y se repliega, en cierto modo, en su parte mas privada.
Esos dos conjuntos de mecanismos, uno disciplinario y el otro regularizadore, no son del
mismo nivel. Lo cual les permite, precisamente, no excluirse y poder articularse uno sobre el
otro. Inclusive, podemos decir que, en la mayoría de los casos, los mecanismos disciplinarios
de poder y los mecanismos regularizadores de poder, los primeros sobre el cuerpo y los
segundos sobre la población, están articulados unos sobre otros.
La medicina es un saber/poder que se aplica, a la vez, sobre el cuerpo y sobre la población; que
va a tener, efectos disciplinarios y regularizadores.
De una manera aun más general, puede decirse que el elemento que va a circular de lo
disciplinario a lo regularizador, va aplicarse del mismo modo al cuerpo y a la población, que
permite controlar el orden disciplinario del cuerpo y los acontecimientos de una multiplicidad
biológica, el elemento que circula de uno a la otra, es la norma. Es lo que puede aplicarse tanto
a un cuerpo al que se quiere disciplinar como a una población a la que se pretende regularizar.
La sociedad de normalización es una sociedad donde se cruzan, la norma de la disciplina y la
norma de la regulación. Decir que el poder, en el siglo XIX, que se hizo cargo de la vida, es decir
que llegó a cubrir toda la superficie qye se extiende desde lo orgánico hasta lo biológico, desde
el cuerpo hasta la población, gracias al doble juego de las tecnologías de disciplina, por una
parte, y las tecnologías de regulación, por la otra.
Estamos, en un poder que se hizo cargo del cuerpo y de la vida que si lo prefieren, tomó a su
cargo la vida en general, con el polo del cuerpo y el polo de la población.
Entonces, en esa tecnología de poder que tiene por objeto y objetivo la vida (uno de los rasgos
fundamentales de la tecnología del poder desde el siglo XIX). Ése es el punto, creo, en que
interviene. Sin duda, fue el surgimiento del biopoder lo que inscribió el racismo en los
mecanismos del Estado. En ese momento, el racismo se inscribió como mecanismo
fundamental del poder, tal como se ejerce en los Estados modernos y en las medidas en que
hace que prácticamente no haya funcionamiento moderno del Estado que, en cierto
momento, en cierto límite y ciertas condiciones, no pase por él.
En efecto ¿Qué es el racismo? En primer lugar, el medio de introducir por fin un corte en el
ámbito de la vida que el poder tomó a su cargo: el corte entre lo que debe vivir y lo que debe
morir. En el continum biológico de la especie humana, la aparición de las razas, su distinción,
su jerarquía, la calificación de algunas como buenas y otras, al contrario, como inferiores, todo
esto va a ser una manera de fragmentar el campo de lo biológico que el poder tomó a su
cargo; una manera de desfasar, dentro de la población.
Por otro lado, el racismo tendrá su segunda función: su papel consistirá en permitir establecer
una relación positiva, del tipo “cuanto más mates, más harás morir”, o “cuantos más dejes
morir, más por mismo, vivirás”. Después de todo, ni el racismo ni el Estado moderno
inventaron esta relación. Pero el racismo, justamente, pone en funcionamiento, en juego, esta
relación de tipo guerrero de una manera que es completamente novedosa y decididamente
compatible con el ejercicio del biopoder. Por una parte, el racismo permitirá establecer, entre
mi vida y la muerte del otro, una relación que no es militar y guerrera de enfrentamiento sino
del tipo biológico: “cuanto más tiendan a desaparecer las especies inferiores, mayor cantidad
de individuos anormales serán eliminados no como individuo sino como especie, es lo que va a
hacer que la vida en general sea más sana; más sana y más pura.
Relación biológica. Y si ese mecanismo puede actuar, es porque los enemigos son los peligros,
externos o internos, con respecto a la población y para la población.
La raza, el racismo, son la condición que hace aceptable dar muerte en una sociedad de
normalización. Donde hay una sociedad de normalización, existe un poder que es, al menos en
primera línea, un biopoder, pues bien, el racismo es indispensable como condición para poder
dar muerte a alguien, para poder dar muerte a los otros. En la medida en que el Estado
funciona en la modalidad del biopoder, su función mortífera sólo puede ser asegurada por el
racismo. Podrán comprender, la importancia del racismo en el ejercicio de un poder
semejante: es la condición gracias a la cual se puede ejercer el derecho de matar. Cuando
hablo de dar muerte no me refiero simplemente al asesinato directo, sino también a todo lo
que puede ser asesinato indirecto.
Puede comprenderse por qué el racismo se desarrolla en las sociedades modernas que
funcionan en la modalidad del biopoder. El racismo va a desarrollarse, en primer lugar, con la
colonización, con el genocidio colonizador.
Desde luego, en cierto modo no hay allí más que una extrapolación biológica del tema del
enemigo político. Pero, más aun, la guerra va a aparecer a fines del siglo XIX como una manera
no sólo de fortalecer la propia raza mediante la eliminación de la raza rival, sino también de
regenerar la nuestra. Cuanto más numerosos sean los que mueran entre nosotros, más pura
será la raza a la que pertenecemos.
Tenemos aquí, en todo caso, un racismo de guerra, novedoso a fines del siglo XIX, cuando un
biopoder quería hacer la guerra. Podríamos decir lo mismo con respecto a la criminalidad. Si
ésta se pensó en términos de racismo, fue a partir del momento en que, se planteó la
necesidad de dar muerte o apartar a un criminal. Lo mismo vale para la locura y las diversas
anomalías.
En líneas generales, creo que el racismo atiende la función de muerte en la economía del
biopoder, muerte de los otros significa el fortalecimiento biológico en tanto miembro de una
raza o a una población.
La yuxtaposición o, mejor, el funcionamiento, a través del biopoder, del viejo poder soberano
del derecho de muerte implica el funcionamiento, la introducción y la activación del racismo. Y
creo que éste se arraiga efectivamente ahí.
Aquí hay que considerar, desde luego, el ejemplo del nazismo. El nazismo es, en efecto, el
desarrollo paroxístico de los nuevos mecanismos de poder que se habían introducido desde el
siglo XVIII. No hay Estado más disciplinario que el régimen nazi, tampoco Estado en que las
regulaciones biológicas vuelvan a tomarse en cuenta de manera más profiada e insistente.
Poder disciplinario, biopoder: todo esto recorrió y sostuvo a pulso la sociedad nazi. No hay
sociedad a la vez más disciplinaria y aseguradora que la que introdujeron o en todo caso
proyectaron los nazis.
En ultima instancia, en el Estado nazi todo el mundo tiene derecho de vida y muerte sobre su
vecino, aunque sólo sea por la actitud de denuncia, que permite efectivamente suprimir o
hacer supriir a quien tenemos al lado.
Por consiguiente, el objetivo del régimen nazi no es sencillamente la destrucción de las otras
razas. Éste es uno de los aspectos del proyecto; el otro consiste en exponer a su propia raza al
peligrio absoluto y universal de la muerte.
En la sociedad nazi tenemos, por lo tanto, algo que, de todas maneras, es extraordinario: es
una sociedad que generalizó de manera absoluta el biopoder, al mismo tiempo generalizó el
derecho soberano de matar.
Lo que también me parece interesante y durante mucho tiempo representó un problema para
mí es que, no encontraremos simplemente en el plano del Estado socialista ese mismo
funcionamiento del racismo, sino también en las diferentes formas de análisis o proyecto
socialista, a lo largo de todo el siglo XIX.