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de la identidad de genero
"Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre"
(Joaquín Salvador Lavado Tejón)
I. Identidad y género
Construcción de la identidad
La identidad se atribuye siempre en primera instancia a una unidad distinguible, cualquiera
que ésta sea; de esta manera, la identidad es un predicado que tiene una función particular,
por medio de él una cosa u objeto particular se distingue como tal de las demás de su misma
especie (Habermas 1987, II, 145; citado en Giménez, s.f.). Por eso se dice que la identidad
tiene un carácter intersubjetivo y relacional y puede entenderse como la autopercepción de
un sujeto en relación con los otros (distinción del otro) (Giménez, s.f.).
Cuando hablamos de identidad debemos hacer mención del colectivo social y cultural, es así
como tenemos que hacer referencia de la pertenencia social, la cual implica la inclusión de la
personalidad individual en una colectividad hacia la cual se experimenta un sentimiento de
lealtad (Giménez, s.f.), y es en este colectivo social donde podemos hacer la distinción del
otro. Esto nos lleva a pensar en que, como lo plantea Giménez (s.f.), pertenecer a un grupo o
a una comunidad implica compartir el núcleo de representaciones sociales que los
caracteriza y define, lo cual nos lleva al concepto de “representaciones sociales”, las cuales
son construcciones socio-cognitivas propias del pensamiento ingenuo o del “sentido común”
Es por esto que en el entendido de estas diferencias surge el concepto de género, el cual
podemos conceptualizar como producto de la cultura (conceptos normativos) que se traduce,
entre otras cosas, en una identidad que los individuos adquieren (impuesta socialmente) a
través de la socialización, y que determina la forma en que se relacionan con la naturaleza y
el mundo social que los rodea. El concepto surge sin duda para poner en evidencia las
causas estructurales en la posición inferior de la mujer y por eso se dice que el género es
una forma primaria de relaciones significantes de poder (s.f.).
En la construcción del género hemos visto que influye de manera importante el entorno y la
historia de cada sociedad, pero esta última, es orientada o moldeada en el tiempo también
por quienes ostentan el llamado poder (material o simbólico), siendo el principal portador en
la historia generalmente el hombre (Chesler, 1978; Segal, 1990; citado en s.f.).
Una vez que hemos delimitado los conceptos de identidad y género, desde una perspectiva
sociocultural, podemos pasar a nuestro siguiente tema y cuestionamiento: ¿son el maternaje
y el paternaje constructos sociales dados por la cultura y no por la biología?
Mujer y maternaje
El maternaje ha sido entendido como una construcción histórica y sociocultural que
denomina el “deber ser de toda mujer”. Sin embargo, existe una distinción de que ser madre
es un proceso biológico que algunas mujeres han experimentado.
Simone de Beauvoir en su libro El segundo sexo, plantea que ser mujer es construirse
individual y socialmente; hacerse, no derivarse “naturalmente”, no nacer. Es decir, una
Águeda Lorenzo de la Garza Página 3
persona no es mujer por nacer con una vulva, sino por su conjunto de características
sociales y subjetivas. La identidad de todo ser humano es una identidad de género.
El ser madre o la maternidad es un aspecto que se define social y culturalmente como algo
“natural”, puesto que a las mujeres se les consideró y considera “casi exclusivamente con
relación a sus funciones familiares” (Acker, 1995, 107; citado en Echeverría, s/f).
Los elementos del maternaje se han construido originalmente dentro del espacio privado
(esfera doméstica, mundo del hogar y familia) (Echeverría, s.f.). El papel de la mujer, en
relación al maternaje era formar “seres humanos civilizados”, hacer feliz al esposo y a los
hijos y transmitir los valores (función mantenedora y reproductora del orden social) (orden
que se basaba en la desigualdad) (Yuren, 986; citado en Echeverría, s.f.).
Paternaje
Tener un padre es algo nuevo en la evolución y en la cultura, ya que todos los animales
maternan a sus crías, pero no suelen paternarlas. Las madres las cuidan en solitario, sólo la
mayoría de las aves y algunos primates las protegen, máximo por cuatro años, luego las
sueltan, cuando son capaces de conseguir sus propios alimentos y un sitio seguro para
dormir. Mientras que la especie humana lo hace por 20 o más años. La paternidad es uno de
los pocos sellos humanos en la evolución (Leal, s.f.).
El padre, en la generación anterior, estaba ausente, no se ocupaba del cuidado diario de los
hijos. El niño no solía tener acceso al cuerpo físico del padre, su presencia era audiovisual
pero no táctil, daba órdenes y con cierta frecuencia castigaba, pero acariciaba poco (Leal,
s.f.) y esto pudiera deberse a la mentalidad popular, que dice que hacer ‘trabajo de mujer’ y
asumir responsabilidad doméstica (rol que se le ha asumido a la mujer y que en principio nos
habla de la desigualdad entre géneros), se considera denigrante (Cebotarev, N, s.f.).
El ‘nuevo padre’ asiste al nacimiento de sus hijos. Desde el comienzo participa activamente,
al igual que la madre, en los cuidados físicos y sicosociales de los hijos. Está involucrado en
las actividades cotidianas en el hogar: alimenta a sus hijos, los baña y viste, los consuela
cuando lloran y los cuida cuando están enfermos; trata de compartir todas las actividades
‘maternas’ y dedica igual tiempo a los hijos varones como a las niñas (Pleck, 1987:92-94;
Coltrane, 1996; citado en Cebotarev, 2003).
Ser padre es un rol que se construye con ciertas decisiones y acciones, y requiere
determinadas condiciones, como:
Conocerse a sí mismo.
Haber logrado su identidad, es decir, estar reconciliado con su afectividad, su
sexualidad, su cuerpo, su género, el mundo que lo rodea.
Comenzar en el momento oportuno, como tomar la decisión consciente de ser padre.
Debe comenzar a ejercer su función durante el embarazo de su esposa y muy
temprano en la vida del niño.
Aprender a comunicarse con el hijo que está criando.
Permitir el acceso a otros modelos masculinos.
Dejar ir al hijo cuando sea tiempo, pero continuar siendo su modelo.
III. Conclusión
Pero cuando las situaciones hacen que se dé un cambio (como en la película “todo lo que tú
quieras”), se rompe con este tradicionalismo. Y no sólo se ve afectada la parte social, sino
que también hay un desequilibrio en la identidad de la persona, porque el hecho de cambiar
de rol rompe el esquema con el que se ha venido viviendo y fortaleciendo a lo largo de la
vida del ser humano. Y puede incluso reconstruir y transformar la identidad del sujeto, por
eso se decía que ésta no es estática, sino que se va transformando de acuerdo a las
situaciones, el momento histórico, la sociedad y el contexto.
Referencias