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Sociología del Trabajo


GRUPO  DE  TRABAJO  
Tema 1.- La educación profesional para el empleo
Antonio Jesús Acevedo Blanco (08 de octubre)
Entregado el 30 de noviembre

Tema 2.- Para una definición social de la juventud


Tomás Javier Prieto González (6 de octubre) Entregado el 6 de octubre y
Ruth Cardedal Fernández (17 octubre) Entregado el 20 de octubre

Tema 3.- La ocupabilidad en la familia


María Lourdes Ruiz Garde (13 octubre)
Entregado el 5 de noviembre

Tema 4.- Dinámica de la desocupación


Irene Ibañez Sánchez (12 de octubre)
Entregado el 1 de diciembre

Tema 5.- Elementos de contexto


Blas García Ruiz (6 de octubre)
Entregado el 7 de octubre

Tema 6.- La temporalidad, pacto intergeneracional o imposición


Pedro Medina Charavia (7 de octubre)
Entregado el 3 de diciembre

Tema 7.- Biografías laborales por sexo y nivel de estudios


Victoria Aguilera Izquierdo (12 octubre)
Entregado el 5 de noviembre

Tema 8.- Dinámica laboral de la inmigración en España


Tomás Javier Prieto González (6 de octubre)
Entregado el 6 de octubre
 

CURSO 2012/13
SOCIOLOGÍA DEL TRABAJO.

TEMA 1.
LA EDUCACIÓN PROFESIONAL PARA EL EMPLEO.

1º INTRODUCCIÓN.

Por Educación Profesional se entiende el conjunto de enseñanzas


encaminadas a la aplicación en el empleo; F. universitaria, F. ocupacional y FP
reglada.

2º LA PRETENDIDA CENTRALIDAD DEL SISTEMA EDUCATIVO.

Los factores determinantes para el incremento del tiempo de estudio en las


sociedades avanzadas son:

a) Mayor complejidad social.


b) Mayor dependencia económica.
c) Mayor acceso a información.
d) Mayor peso estatal e la redistribución de recursos.

Existe correlación entre el mayor tiempo dedicado a la formación y la posición


social (status), y paralelamente se hace necesario la formación permanente.
Estos procesos hacen que el sistema educativo adquiera un papel central.

2.1. EL SISTEMA EDUCATIVO CULPABLE.

La competencia económica mundial y la globalización de los mercados trae


consigo achacar la responsabilidad de las dificultades económicas a la
deficiente formación de los trabajadores y la capacidad interna de la economía
para resolver los problemas de asignación de recursos humanos a la
producción.

La solución parece que hay que encontrarla en la preparación de los


trabajadores. La alusión al capital humano concita unanimidad como fórmula
de resolución de unos problemas que frecuentemente tiene otras causas.
Capital físico, algo que tienen los propietarios inmediatos y un sistema de
propiedad consolidado y capital relacional y el organizacional, afecta a las
jerarquías y a las forma de hacer, se supone que son incontrolables.

Una de las ventajas del capital humano como culpable, consiste en que la
responsabilidad de su inadecuación siempre corresponde a épocas pasadas.
Las modificaciones que se produzcan hoy en la formación tardan un tiempo en
producir cambios de cualificación y sus efectos necesitan de un tiempo aún
mayor para ser percibidos socialmente. Los errores que se cometen en la
actualidad es improbable que recaigan sobre quienes lo cometieron.

Hay un acuerdo general a favor de la intervención en la formación por el


carácter público de la mayor parte del agregado formativo. La posibilidad
de intervención directa en la reproducción social de los profesores y de los
alumnos descansa en la capacidad de ampliar o bloquear por decreto la
asignación de recursos, becas, esto produce incertidumbre que se refleja a la
hora de elegir una carrera científica para los más capacitados.

2.2 EL CONSENSO DE LOS ACTORES SOCIALES.

La expansión del sistema educativo se produce por los intereses de los


siguientes agentes sociales:

1) El Estado, ofrecen educación profesional como forma de promover el


capital social y la redistribución de recursos.
2) Organizaciones de interés,
a) Sindicatos; la extensión de la formación pública es una forma de
nivelación social de los trabajadores.
b) Empresarios, entienden la formación anterior al trabajo como una
transferencia de costes al exterior de la empresa, de selección de
personal y el aumento de la disciplina de los trabajadores.
3) Las familias, demandan mayor educación como medio para adquirir
socialización y como sistema de recompensas.
4) Los individuos, para estos su principal objetivo es la auto-identificación y
la obtención de recompensas sociales y económicas.
5) Las mujeres, utiliza un excedente de titulación respecto a los varones,
para el acceso a una parte importante de los puestos de trabajo.

Hay consenso sobre la extensión de la educación y es previsible que la


tendencia se mantenga e incluso se amplíe. Se produce un incremento de la
formación teórica básica como forma de aumentar la polivalencia y la
flexibilidad individual de los trabajadores y la capacidad colectiva de cambios
de tareas que dan lugar las transformaciones por los cambios tecnológicos.
3. EVOLUCION GENERACIONAL DE LA EDUCACIÓN PROFESIONAL EN
ESPAÑA.

En los últimos años se ha dado:

a) Cambios en el sistema educativo y estructura ocupacional.


b) Aumento exponencial del alumnado.
c) Inicio de formación ocupacional (impulsado por Comunidad Europea).

3.1. LOS MAYORES: CARENCIAS EDUCATIVAS Y RECONVERSIÓN.

Los mayores arrastran carencias educativas graves, especialmente las


mujeres, supone esto un planteamiento estático, por la dificultad en transformar
situaciones ya consolidadas en todos los niveles.

La inercia es mayor cuanto mayor sea el nivel educativo debido principalmente


a dos factores:

a) La formación base, (y la mayoría de la especializada), se recibe de forma


previa al trabajo, o en las fases iniciales de la integración laboral.
b) La formación continuada exige una sólida formación básica para que la
agilidad en el aprendizaje de lugar a frutos inmediatos.

La dinámica de estos dos factores hace que solo rentabilicen su formación no


inicial en el trabajo quienes han tenido una formación inicial completa y bien
fundada.

Se produce una causación circular formativa, se tiende a la concentración


formativa entre los que tienen mayor nivel previo, especialmente entre los
profesionales que adquieren mayor formación no reglada. Por contra los
operarios tienen mayor dificultad de acceso a la formación no reglada.

Lo que ha pasado y está pasando con estas generaciones configura la


reconversión, que ha constituido un proceso político, sindical y administrativo
traumático y ha dado lugar a una tendencia generalizada de la falta de
cualificación como un problema fundamental de la fuerza de trabajo y de la casi
imposibilidad de recolocar a los reconvertidos.

La experiencia del desarrollo es otro componente añadido con respecto a la


rentabilidad de la formación en la empresa.

1. La expansión industrial, años 60 y 70. Improvisación de una formación


imprescindible y urgente en el interior de las empresas.

2. El cierre del sistema educativo público y privado sobre sí mismo y la


evolución sectorial del país, propició el olvido de una formación para el trabajo.
3.2 LOS ADULTOS: TERCIARIZACIÓN AJUSTE EDUCACIÓN-EMPLEO.

Generación de la transición educativa y política, asisten a la sustitución de


trabajadores y empleos obsoletos y la sustitución masiva de empleaos mayores
por jóvenes.

Características:

1) Constituyen una cohorte poblacional menor.


2) Tienen más estudios profesionales.
3) Aumenta en su tiempo el sector servicios.
4) Aumento de la formación femenina.
5) Los servicios administrativos fueron interiorizados como el camino
seguro del ascenso social.

3.3 JÓVENES-ADULTOS: PARO Y EXPANSIÓN EDUCATIVA.

Cohorte más numerosa, peores condicione por bloqueo del mercado de


trabajo.

Causas del bloqueo del mercado de trabajo que se produce durante la crisis:

1) Abandono de la agricultura.
2) La caída del empleo en la construcción.
3) La inversión de los flujos migratorios.
4) Descenso del empleo en la industria.
5) Débil crecimiento de empleo en el sector servicios.

Estos cambios hacen que mientras sigue aumentando los egresados del
sistema educativo, los puestos de trabajos se ralentizan acercándose al
estancamiento relativo. La oferta de titulados crece a mayor velocidad que la
demanda, se produce una inflación y una devaluación de las credenciales
educativas. Se achaca el desempleo a la inadecuación de los estudios
profesionales.

3.4 LOS MÁS JÓVENES Y LA DEDICACIÓN AL ESTUDIO DE LAS


MUJERES.

i. mayor dedicación al estudio debido al paro, especialmente en las


mujeres.
ii. Crecimiento exponencial del número de mujeres que estudian.
iii. Mayor número de opositores que de alumnos de enseñanza no reglada
entre los 20 y 34 años (peso del sector público PSOE).
El resultado global es una juventud bastante más formada que ve aumentar la
formación especialmente en los demandantes del primer empleo, debido a la
crisis. Los empresarios que no contrataron jóvenes durante la crisis, al llegar la
recuperación del empleo acuden a buscar trabajadores y se encuentran con
unos jóvenes con un nivel de formación mucho más alta que la de sus
homólogos del principio de la crisis. Al haber capital humano que administrar, la
gestión de personal se transforma en gerencia y en dirección de recursos
humanos.

Consideraciones:

• ¿Invertir en educación en parados o en ocupados?


 Ocupados; mayor probabilidad de uso de los conocimientos
adquiridos.
 Parados; el esfuerzo debe centrarse en intentar que la formación sea
aplicada a los empleos disponibles en el mercado.

• Plantear reducir enseñanzas que no tienen demanda social.


• La estructura futura ocupacional dependerá tanto del sistema productivo
como del papel que el Estado desempeñe.

4º ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO DE LAS RELACIONES ENTRE


FORMACIÓN Y EMPLEO.

4.1 PROCESAMIENTO DE INFORMACIÓN Y PROCESAMIENTO DE


PERSONAS.

Los servicios son el sector en el que el aprendizaje se realiza en mayor


proporción fuera de los propios puestos de trabajo, por lo que resulta el más
sensible a la adecuación de esa formación a los puestos que se demandan.
Como sector en expansión sufre trasvases importantes desde procesamientos
de información, (labores de oficina), se industrializa, aumentando su
productividad y disminuyendo el empleo, hacia Procesamiento de personas
(atención al público), crecen en empleo o se reconvierten (sector financiero).

En cuanto al procesamiento de información, el aumento de la capacidad de su


tratamiento automático demandará más empleo dedicado a la obtención de la
información básica a procesar y más empleos dedicados a elaborar y difundir.
El sistema educativo actual prevalece a formar empleados para puestos en
procesar información.

El probable desajuste entre estos dos tipos de servicios y los trabajadores


formados para ellos puede constituir un problema del sistema educativo.
4.2 EL PAPEL DEL ESTADO EN LA ADMINISTRACIÓN DE LA FORMACIÓN.

El Estado como dispositivo regulador de la actividad social y distribuidor del


producto. La alta formación requerida de sus operarios, para ejercer las
funciones de regulación y control, le hace también ser un gra consumidor de
formación.

• Desincentivo funcionarial formativo por diversas causas.


• Acceso al cuerpo: Bachiller/administración (por lo que se puede
considerar formación profesional). Diplomatura/gestión.
• Sobretitulación en empleados públicos.
• Gran consumo de enseñanza no reglada.

El papel estatal como regulador y su eficiencia constituye la piedra angular del


sistema productivo;

• Aporta infraestructuras físicas necesarias.


• Prestación de servicios (sanitarios, legales, educativos)
• Articulador en la consecución del interés privado con la consecución del
interés colectivo.
4.3 EL SISTEMA DE PROPIEDAD DE CONOCIMIENTOS.
• Conjunto de derechos articulados en torno a la forma de adquisición y
uso de los bienes de conocimiento. La forma en la que se configuren
esos derechos colaborara más o menos a su producción y a su
aplicación en provecho de los individuos y las instituciones, supone un
beneficio de la sociedad en su conjunto.

La aplicación de los conocimientos (cualificaciones) a la producción es la


titulación académica, derecho exclusivo, los colegios profesionales se encargan
de una parte importante de este derecho exclusivo.

Cuestiones claves (utilización y rentabilización de los conocimientos):

• Establecimiento de criterios de demarcación sobre los requerimientos de


formación de los puestos (establecer sistemas de categorías laborales
que ponga en relación tareas y requerimientos).
• Caminos y métodos de obtención de conocimiento (demasiada dificultad
para reconocer conocimientos adquiridos fuera del sistema formal).
• Los sistemas de reconocimiento de los conocimientos de los individuos
(desaparición de los estudios libres →UNED)
• Sistemas que incentiven la aplicación de lo que uno sabe hacer, punto
clave para rentabilizar la formación de los trabajadores.
• Concesión, articulación y operacionalización de derechos derivados de
la aportación de los conocimientos a la producción tanto de bienes como
de los propios conocimientos (escasa utilización de patentes,
investigación que se realiza se publica en inglés y puede convertirse en
tecnología patentada en otros países). Se considera que con un sistema
productivo y un sistema de propiedad de los conocimientos bien
articulados

Se considera que con un sistema productivo y un sistema de propiedad de los


conocimientos bien articulados la demanda de cualificaciones tiende a cubrirse
automáticamente, que se encontrarán individuos e instituciones a las que les
interese proceder a su cobertura y que puedan hacerlo. La utilización de las
capacidades y cualificaciones se transforman en capital humano y por lo tanto
su autonomía no debe impedir la racionalidad de la aplicación de recursos a las
diferentes enseñanzas.

4.4 EL ORDEN Y LA COMPLEJIDAD CRECIENTE Y SUS EFECTOS.

Polarización en la cualificación de los empleos en la sociedad.

• Mayor complejidad social, crecimiento de empleos altamente


cualificados.
• La mayor complejidad social, debido a la entropía, genera el crecimiento
de empleos bajamente cualificados.
• Más empleos para tratamiento de la marginalidad y la delincuencia y
eliminación de subproductos materiales.

4.5 APROVECHAMIENTO DE LAS TECNOLOGÍAS INTERMEDIAS.


• Necesario mejorar en España la utilización del teléfono como
tecnología intermedia (bueno o creo que todo esto está superado, mejorar la video conferencias sería
conveniente, es lo que tiene trabajar con un temario de hace 20 años).

• Bajo nivel español en el aprovechamiento de la comunicación oral.


• Baja sedimentación de las tecnologías intermedias.
• El acceso de directivos en edad tardía conlleva una inercia negativa
hacia el uso de tecnologías intermedias.

4.6 APROVECHAMIENTO GENERAL FRENTE A ESPECIALIZACIÓN.

Una formación flexible y completa requiere:

• Dominio del lenguaje oral y escrito.


• Dominio de otra lengua distinta de la propia (inglés prioritariamente).
• Dominio del lenguaje formal (lógico y matemático)
• Dominio del lenguaje analógico (tecnológico)

En resumen, lo que hay que conseguir no es únicamente un trabajador


preparado sino que sea a la vez un trabajador preparable. Es decir, que
tenga abierta su capacidad de aprender de forma rápida y eficaz.
4.6.1 PROPUESTA DE SISTEMA DUAL.

Combinar la enseñanza formal con su aplicación al trabajo.

• Los trabajos intelectuales, son más sencillos de simular puesto que una
de las habilidades genéricas que es necesaria para su desempeño
consiste en trabajar sobre supuestos que se transmiten simbólicamente
mediante información.
• Los trabajos técnicos, es necesario una mayor competencia inicial para
evitar los costes derivados de los errores por ignorancia. Posición de
dependencia.
• Los trabajos en los que es necesario el conocimiento directo de las
condiciones ambientales, para proceder en consecuencia de forma
apropiada, son difíciles de simular por el coste de la localización de los
estudiantes en esas condiciones.
• Aquellos puestos de tipo manual en los que se utilizan máquinas de alto
coste, materiales caros o grandes espacios no es posible simularlos de
modo que se puedan incorporar de forma eficiente las habilidades y los
conocimientos prácticos que constituirán la capacitación profesional de
los futuros trabajadores.

Conclusión: el componente teórico de la enseñanza es siempre extraíble del


puesto en tanto que simulable simbólicamente, pero el aprendizaje práctico es
más pertinente formarse en el propio puesto. De todos modos siempre hay una
zona difusa en la que no queda claro cuál es la relación entre los dos tipos de
capital.

5 EL SISTEMA EDUCATIVO FORMAL.

5.1 La utilización laboral de la enseñanza secundaria.

• formación EGB (hoy ESO) no tiene carácter terminal, está concebida


para seguir con los estudios (excepto opositores) / no tiene carácter
profesional, no incorporan conocimientos de aplicación inmediata o
específica a la producción.
• Ventajas Bachiller sobre FP; en salarios, en situación de paro, en
capacidades administrativas.
• FP, hoy en día difiere la situación con respecto a 1990 fecha del texto
pero, trayectoria más larga, menor prestigio social, se puede continuar
con los estudios hasta la universidad.
5.2 LA UNIVERSIDAD. ACCESOS Y TITULACIONES.

(epígrafe desfasado en cuanto a accesos (<25,<40,<45 mayores de 40 por


currículum y accesos directo, etc.; y titulaciones con la entrada del plan
Bolonia).

6 TENDENCIAS DE CUALIFICACIÓN DE PUESTOS.

• Posible descualificación en procesos de recuperación de empleo. Gran


incremento de la formación adquirida por la población que se incorpora
al mercado laboral.

Requerimientos de formación, ocupación se supone constante un nivel de


estudios necesarios, se mide por la media de años de estudio de los ocupantes
de un puesto de trabajo.

Conclusión, el sistema productivo se dirige hacia una mayor cualificación.


Capítulo 2 Para una definición social de la juventud – Parte 1

La emancipación de los jóvenes en España

Tradicionalmente la situación de los individuos en la sociedad ha estado


dividida por clases sociales y de sexo. Las edades marcaban un camino que
las cohortes sucesivas recorrían en una repetición de las pautas establecidas.
En la España actual esas edades van siendo un elemento de creciente
desigualdad de oportunidades y de posición respecto a la obtención de
recursos y de derechos.

Ser joven es estar adquiriendo la dimensión social de las posiciones personales


básicas. Relaciones que van configurando una red cuyos nodos son los lugares
sociales en los que se instalan o integran los que al hacerlo se convierten en
miembros adultos de la sociedad. Cada lugar social es un espacio en el que es
factible la vida social. Una vez ocupado, probablemente se mantendrá durante
la mayor parte de la vida.

Los jóvenes se enfrentan a la tarea de instituirse como personas sociales


invirtiendo los recursos de los que disponen en esa autoconstrucción. Esta
ocupación a tiempo completo permite considerarla como un segundo
nacimiento. Ese nacimiento social las instituciones procuran a los jóvenes unas
condiciones de libertad provisional que favorecen la adaptación colectiva y la
acomodación en una sociedad cada día más compleja.

Esta complejidad fuerza a una preparación más extensa, y esa formación se


prolonga retrasando la integración social que así se convierte en una tarea que
exige más dedicación. Las generaciones anteriores no son ajenas a la
responsabilidad de una parte apreciable de este retraso.

Se podría hablar de un segundo crecimiento:

• El primero se da durante la infancia que es el período vital de


crecimiento interno; las relaciones sociales básicas le vienen dadas al
individuo por la familia y por la enseñanza primaria.
• El segundo crecimiento de la juventud es externo y consiste en la
adquisición del espacio social exterior. Los componentes son:
La formación; la titulación como forma de apropiación de los
conocimientos y reconocimiento público.
El empleo; como ocupación del tiempo; la obtención de recursos y como
medio para alcanzar la autonomía económica.
La pareja como formalización de relación de convivencia y/o
reproducción.
El domicilio autónomo como territorio físico; lugar de referencia en el
que la persona social es localizable; como sede de la empresa
reproductiva.

El medio ambiente social en el que se desarrolla esta transición es el grupo de


amigos. El aprendizaje de las relaciones tiene en la amistad un espacio
privilegiado en el que cabe la prueba y el error; se definen los límites de la
confianza.

La edad biológica es la que marca la inserción de las personas en cada


momento histórico, se pueden considerar otras edades; cada individuo accede
a un estado distinto. Los electos sociales que los jóvenes adquieren delimita en
su logro una forma de emancipación y un nuevo espacio de interacción.

En todos los procesos es posible definir un punto de inflexión típico que es


aplicable a una amplia mayoría de las biografías personales. Por ejemplo, la
salida de los estudios reglados, como fin de la escolarización, marca un punto
biográfico a partir del cual comienza el tiempo para trabajar. Los años
cumplidos desde entonces se podrían denominar edad potencialmente activa.
La edad laboral como tiempo transcurrido desde el primer empleo o desde la
consolidación en el mismo, es un factor casi tan determinante como la edad
biográfica.

En las dos últimas décadas el retraso medio de los jóvenes en la entrada a la


primera ocupación supera lo dos años. La influencia del paro y la temporalidad
un mínimo de seis años. Los varones españoles cuentan con una media de
seis años menos de experiencia laboral consolidada respecto a sus
antecesores.

La extensión de los estudios profesionales se ha efectuado llevando las


universidades a las puertas de sus casas; un modelo de emancipación de los
estudiantes contrario al vigente en Europa y EEUU. Mientras que en esos
países los estudios profesionales son el camino de la emancipación familiar y
domiciliar, en España son a la vez causa y efecto de la prolongación de la
dependencia doméstica de la familia de origen.

La emancipación familiar entendida como fin de la convivencia con el padre y la


madre a comienzos de 1992, las mujeres menores de 23 años ostentan el
dudoso récord de ser las menos emancipadas del siglo. A partir de los 30 años
de edad, un cumplimiento de la emancipación de sus padres muy semejante al
mayor del siglo. Conviven simultáneamente las mujeres con menos
emancipación familiar y las que lo han hecho de forma más temprana, más
rápida y más intensa durante todo el siglo. Esto acentúa las diferencias y crea
una situación objetiva y una percepción subjetiva de clara desigualdad entre
generaciones casi sucesivas. Entre los varones la situación es semejante con
la excepción de que los que tuvieron que emanciparse durante la guerra o en la
posguerra.

Los jóvenes han encontrado en la prolongada convivencia con sus padres un


modo cotidiano de un confort material muy superior al que podrían adquirir
fuera de ese escudo frente a las dificultades que es el hogar familiar, La
tolerancia de los padres les permite mantener unas cotas de libertad muy
superiores a sus antecesores. Que las nuevas generaciones consigan más y
mejor formación cultural y profesional que sus mayores abona la
democratización de las relaciones paterno-filiales.

La baja cualificación de los mayores y la debilidad del sistema productivo que


heredó la democracia ha sido necesario proteger a los trabajadores adultos de
una competencia juvenil que podría haber expulsado del empleo a una
generación entera en una reconversión social de proporciones incalculables. A
partir de 1984 se mantuvieron los contratos indefinidos mientras se reducían
los derechos de los nuevos contratados. Ha conducido a una distribución de la
antigüedad en la que abundan los asalariados de muy larga permanencia y los
recién contratados, mientras que la proporción de trabajadores con una
antigüedad de 4 a 8 años es de las más reducidas de Europa. La desigualdad
formativa se ha visto compensada por esta desigualdad de derechos y ha
producido la igualdad de situación.

La mejora del nivel medio de los puestos de trabajo viene a resultar otra
dificultad añadida respecto a integración laboral inicial. Los jóvenes no
encuentren posiciones de bajo nivel dificulta su primera inserción. La
cualificación sigue siendo un activo importante para conseguir y mantener el
trabajo.

El estudio de los efectos de esta cualificación sobre la emancipación muestra


que las distintas edades median en gran medida su influencia; los mayores
niveles de estudio son un factor positivo para la emancipación, aunque en
mayor grado para los varones que para las mujeres. Más compleja es la
influencia de la clase social de origen, cuyo efecto sobre la emancipación de
las mujeres es prácticamente nulo cuando se controlan sus edades, sus
estudios y su situación en la actividad. Entre los varones esta influencia es
apreciable.

La temporalidad de los contratos de los jóvenes ha impedido a el acceso a una


vivienda. La nutrida presión fiscal sobre los salarios ha impedido la adquisición
de sus domicilios. El efecto de constricción sobre el mercado de los alquileres
ha cerrado el círculo de la dificultad de logro de una casa donde vivir
autónomamente para los jóvenes.

Tanto el matrimonio como la cohabitación se retrasan. La confluencia del paro,


de la prolongación de los estudios, de la inestabilidad laboral, del alto precio de
la vivienda impide a muchos al emancipación y con ella la formación y la
consolidación de las parejas.

La nupcialidad cae. Y como el no casarse no es una opción alternativa a la de


vivir juntos, la falta de formación de parejas hace que no aumenten ni los hijos
legítimos ni los habidos fuera del matrimonio tal como sucede en los países
nórdicos gracias al apoyo del Estado. Cuando en España la mitad del PIB se
gasta a través de las Administraciones Públicas para cubrir las necesidades
existentes, los jóvenes no obtienen apoyo salvo para estudiar, y se dedican a
ello masivamente. Mientras, la emancipación y la reproducción pueden esperar.
En 1996, España es el país con la fecundidad más baja del mundo.
Tema 2: NOTAS SOBRE ADOLESCENCIA Y SOCIOLOGIA, primera lectura

I. El concepto de juventud

Pocas escrituras que se pretenden ciencia contienen más términos ambiguos,


polivalentes e indefinidos que aquellas que dedican sus esfuerzos al
esclarecimiento de qué sea lo social. Uno de los temas a tratar en esta Revista
será qué dice y qué se dice con el término “juventud”. Dos son las
características que difuminan la imposible unicidad de su significado: la
polisemia de su uso habitual y el carácter relativo de su campo semántico.

Respecto a la polisemia, la palabra “juventud” puede referirse a:


1. Segmento de la línea de universo de un individuo.
2. Una parte de la población que a su vez puede caracterizarse por:
2.1. La edad (según ONU, de 15 a 24 años)
2.2. El desarrollo psicobiológico: pubertad, madurez…
2.3. La lucha de reemplazamiento social
2.4. Constelación de comportamientos empíricamente acumulados
2.5. Un estatuto jurídico incompleto.
2.6. Una moratoria de responsabilidad social
2.7. La pertenencia a una generación históricamente determinada
2.8. La inclusión en cohortes ideológicamente homogéneas
2.9. El acceso incompleto a posiciones sociales entre la madurez
biológica y la social, definida como status de adulto
2.10. La situación abierta a la adaptación y libre de compromisos,
constituyendo un “espacio de experimentación”
2.11. La situación de preparación para futuras actividades, previa su
culminación y que apunta a ella.
3. Un grupo social con coherencia comunicacional y organizativa.
Discusión acerca de la cultura juvenil.
4. Un “clase” de edad con intereses antagónicos respecto a los demás.
5. Un valor. Lo joven es lo bueno. Orientación que es el efecto de la
juvenilización y de la prefiguración. De su carácter axiológico se
desprende una descalificación “eres viejo para eso”

Este recuento da una idea sobre la confusión del uso de este término en el
marco de las acepciones que afectan al estudio de lo social. La cuestión
termina de desbaratarse si se observan los factores de relatividad que
influyen en la determinación empírica de lo joven;
1. Las diferentes culturas definen distintos segmentos de ocupación de los
lugares sociales en función de la edad.
2. El momento histórico en cuanto definitorio del estado de la evolución
temporal de lo humano.
3. Las clases sociales.
4. El sexo.
5. La ordenación jurídica.
6. Los campos de actividad. Leyes específicas respecto a los efectos de la
edad.
7. La situación de cada individuo como acoplamiento entre su desarrollo
psicológico y el entorno humano y físico en el que se inserta.
La utilización del término “adolescencia” tendría las siguientes ventajas:
1. Estar menos contaminado connotativamente
2. No depender del campo de actividad, no usarse como comparativo.
3. Contener un elemento etimológico (adolescente=crecer)
4. Por 2 y 3 tiene una relación más acotada y sustantiva respecto al
proceso de maduración en el tiempo.

Para eliminar los otros factores de relatividad, su definición debe hacerse


mediante las cuestiones que son específicas respecto al proceso de inserción
en la sociedad;
- Ocupación de un puesto remunerado
- Dominio sobre un territorio personal, como domicilio autónomo
- Participación en medios de comunicación de carácter privado y publico
- Establecer una relación intersexual que posibilite la reproducción

Los límites de la adolescencia no están referidos a edad cronológica. El límite


inferior lo determina el fin de la pubertad y el desarrollo de las capacidades
intelectuales básicas para la vida autónoma, y el superior la inserción plena en
la sociedad cuya definición provisional puede ser la propuesta.

II. Sociología de la adolescencia

Su vigencia parece responder a dos factores fundamentales:


1. El que se deriva de la idea de que lo que hacen los jóvenes de hoy será
lo que harán los adultos mañana. Conviene estar preparado y se hace
político conocer la juventud.
2. El aumento relativo (en occidente) de la población no productiva
(económicamente dependiente) asociado a la edad.

Respecto al primero, considerar la juventud de hoy como la madurez de


mañana es el resultado de la concepción del individuo como unidad estable a
través del tiempo. Lo improcedente es la negación implícita de la posibilidad de
una sociología que tome en cuenta la situación en función de la edad como un
tema pertinente de investigación.
Si son las representaciones las que orientan la acción, y estas
representaciones para tener sentido han de responder a una identidad estable,
el problema deja de ser social y pasa a ser psicológico, y además no depende
de la edad. Si por el contrario se supone que existe una determinación objetiva
de los productos significantes y se está de acuerdo con Peirce en que “la
función esencial de un signo es transformar relaciones ineficientes en
eficientes”; es decir, si los signos son una memoria de regulación de relaciones
preexistentes y que la objetividad del concepto es la verdad, su adecuación al
fenómeno, se llega fácilmente a un acuerdo con “El Fausto” cuando dice que
en el principio no fue el verbo, ni el pensamiento, sino la acción.

Pero una acción que no depende directamente de las representaciones sino de


las relaciones existentes, de fenómenos que en el caso de lo social se dan en
lo que pueden llamarse “lugares” sociales. El “lugar” es un conjunto
estructurado para cada individuo de instituciones a las que pertenece, personas
con las que interactúa y relaciones con el mundo físico.
Si para simplificar el modelo y aplicarlo al estudio de los adolescentes se utiliza
una definición de lugar con los componentes que se han denominado
previamente, se necesitaría, un método de carácter tipológico que desvelase la
estructura, y unas técnicas de investigación cuyo acceso a los “datos” no
exigiese la utilización de las representaciones de los implicados y no generase
relaciones entre ellos.

Respecto al segundo punto, el estudio de la población dependiente no se


puede aislar en una explicación sobre la reproducción social.
Se asiste a un auge de teorías que explican la reproducción social como el
resultado del sistema educativo. Derivados de estas teorías hay programas
políticos que prometen la igualdad social mediante la extensión de la
enseñanza y la transformación de los planes de estudio.
La explosión de la enseñanza universitaria ha demostrado que con enseñar
“una carrera” no se logra una carrera, es también necesario que exista un
puesto en la sociedad para ejercerla. La creación de puestos es una cuestión
política, mucho menos relacionada con la educación que con el modo de
producción.
Actualmente acompañan a la educación formal aparatos de enfriamiento de las
expectativas (cooling-out) que generan conformidad, encauzan los flujos de
individuos hacia su ubicación social, e incluso logran que se asuma como
propio el fracaso.
La disminución de la crueldad y la extensión en el tiempo de los ritos de
iniciación, es un efecto de su pérdida de eficacia social y prolongación del
tiempo de dependencia. Esta prolongación, ya se entienda como juvenilización
adaptativa, o como paro encubierto tiene su lugar privilegiado en el sistema
escolar. Esto es uno de los elementos de “curriculum oculto”, ya que la escuela
socializa más a los alumnos por efectos de su estructura que por los
contenidos manifiesto de la interacción pedagógica.

III. Propuesta desorbitada

El hombre, pretende, en un delirio de omnipotencia atribuirse el más absoluto


de los poderes: la libertad.
Dado que la producción social del conocimiento tiene como efecto el
incremento del control sobre esos límites, la libertad, como campo de las
conductas actualmente posibles, pasa a ser una producción histórica analizable
sin que pueda admitirse su carácter a priori humano. En tanto que la libertad
sea una premisa de la ciencia social y no un resultado dependiente de las
condiciones de los procesos biológicos productivos y significacionales, el
estatuto científico de tales análisis no logrará superar el mundo de los deseos
de quienes los producen y consumen.

Ya que la emergencia de todo paradigma es el resultado de la reducción


metódica que construye su objeto, olvidando metodológicamente la libertad y la
igual dad y delimitando el estatuto de la conciencia mediante una teoría de la
significación ajena a la falacia consensual, cabría estar en condiciones de
constituir una Sociología Experimental que dentro de un marco interdisciplinar
proporcionase un conocimiento científico de las determinaciones sociales de
los procesos humanos.
Tema 3. La ocupabilidad en la familia.

Introducción.

El ser humano es muy sensible al deterioro de su medio ambiente específico, si


empeora se disparan todas las alarmas, si mejora, hasta los peores problemas se ven
mejor.

El aumento de empleo, por motivos estructurales, ha influido en una adaptación al


paro masivo sin respuesta colectiva, posiblemente gracias al soporte familiar.
Existe un pacto intergeneracional donde los mayores acaparan el empleo y las
ayudas, y los jóvenes no se emancipan, pasando el modelo familiar de ser de
expulsión y confrontación, dominado por los padres, a ser un cómodo y tolerante
refugio donde los hijos prolongan su estancia. A corto plazo, han salido ganando
ambas partes.

Hay también una concentración de situaciones laborales semejantes entre los


miembros de una misma familia., tanto favorables como desfavorables, sobre todo
entre los cónyuges.

En España se ha elegido un modelo social que engrosa el desempleo, como precio al


aumento de la capacidad redistributiva del Estado y a que aumente la desigualdad.
Posponer la integración laboral y prolongar los estudios a pesar de suponer una
improbable recuperación vital se vive como una opción atractiva y personal que
impulsa la integración laboral de la mujer.

Este modelo se retroalimenta haciendo que el paro sea nuestro mayor problema.

Se propone una estrategia de análisis que consiste en asignar a los individuos las
características de los colectivos de los que forman parte, tomando como fuente de
datos la EPA del 2º trimestre de 1998 y limitándolo a un tipo de familia y sus
componentes.

1.- Actividad y ocupabilidad.

Población activa es el conjunto de ocupados y parados.


Aquí se utilizará la definición de la OIT que utiliza la EPA en la que se consideran
ocupados si han trabajado al menos una hora la semana anterior o se encuentran de
baja, vacaciones... y parados si no han trabajado la semana anterior pero lo han
buscado activamente durante las cuatro anteriores.

1.1.- El concepto de actividad como problema.

La diferencia entre paro y ocupación es que para ser ocupado se necesita un


comportamiento de participación que incluye una relación social entre
servicio/producto y consumidor o empleador/empleado, en ambas la voluntad del
activo se ve ratificada por un agente exterior.sin embargo el paro depende muchas
veces en exclusiva de la conducta o pensamiento del desempleado.
El paro, en su dimensión negativa, o no empleo, alude al comportamiento de
búsqueda de trabajo que se dilata tanto en fórmulas como en tiempo hasta casi
diluirse y desaparecer, midiendo mas la situación de desocupación y la conciencia del
deseo de trabajar que una conducta necesitada de ratificación exterior.

Así población activa sería la suma de la realidad (la ocupación) y el deseo (paro),
reflejando una contradicción semántica ya que los parados se consideran activos
porque ofrecen su fuerza de trabajo al sistema productivo, al igual que los ocupados,
aunque si lo que buscan no coincide con lo que se oferta, están fuera del mercado y
mas que parado se puede calificar de inempleable

Que con el paso del tiempo cambie el perfil de la demanda depende de muchas
variables personales (grado de necesidad, capacidad de cambio...) y según las cifras,
estas son a veces muy rígidas ya que 1 de cada 5 parados (entre personas
principales de cada hogar) lleva parado mas de 3 años.

La EPA ha tratado de aproximar la disponibilidad con una serie de preguntas (estaría


dispuesto a trabajar por menos, o en otro lugar....) que no son inherentes al individuo
sino que se definen en relación a un puesto de trabajo, por lo que los términos de la
comparación no están para el, suficientemente definidos.

La existencia o no de competidores se tiene como positiva entre empresas pero


negativa entre individuos.

También hay parados no ocupables porque están ya ocupados en tareas exteriores al


mercado (estudios, familia..) que han iniciado al no encontrar trabajo y que por
diversos motivos, ahora no pueden abandonar.

El grado de dedicación a la búsqueda de empleo no se puede mantener muy alto


durante mucho tiempo por la angustia y desaliento cuando se realiza sin éxito, por lo
que suele ser sustituida por otras actividades menos autodestructivas. Esto nos
ayudaría a clasificarlos en tres grupos sin fronteras definidas:

1.- Los que mantienen una intensa búsqueda constante.


2.- Los que sustituyen esa dedicación por otras actividades.
3.- Los que abandonan la búsqueda y se mantienen parados.

De esta forma, la oferta de trabajo que hacen los desempleados se cuestiona por:

1.- el puesto no existe o no les es accesible.


2.- no disponen de tiempo o energía para desempeñarlo
3.- la actividad de búsqueda es inoperante.

El grado de necesidad es otra dimensión independiente que junto a la intensidad de


búsqueda y capacidad de adaptación, genera todas las combinaciones posibles.

La pertenencia objetiva a la población activa real exige gran cantidad de información


de la persona y su entorno fácilmente obtenible, pero la del entorno laboral lo es
menos y es fundamental para encontrar un puesto de trabajo detectando demandas
insatisfechas de productos o servicios, o puestos vacantes con una competencia
favorable.
En muchos casos esa información ni existe, y cuando existe se mantiene oculta, salvo
que revelarla aporte algún beneficio.

Los mercados formalmente transparentes, se estudian a través de sus ofertas de


empleo y su cobertura en relación con los demandantes presentados, pero tiene un
coste muy alto, los registros no son públicos y la gran parte de los empleos no se
cubren con estos métodos. Sólo en el caso del empleo público es posible acceder a
ciertos datos.

Se propone pues, de forma indirecta, aproximarse a ese entorno laboral elaborando


grupos laboralmente homogéneos, buscando las características que influyen en la
obtención del trabajo.

1.2.- La ocupabilidad.

Empleabilidad alude a propiedades individuales como la experiencia, la


cualificación... que las políticas activas de empleo potencian con formación y
prácticas, y que sólo se atribuye a quienes carecen de empleo y se relaciona con su
actitud.

El término ocupabilidad, se refiere, en un sentido más genérico, a la capacidad de


lograr una ocupación ya sea por cuenta propia o como asalariado.

En este trabajo, la empleabilidad de alguien en un momento dado es la forma de las


relaciones concretas de empleo, es decir, la probabilidad de que estén ocupados
quienes tengan sus mismas condiciones internas (experiencia...) relacionadas con las
externas (familiar, entorno laboral...)

La ocupabilidad no puede atribuirse sólo a los parados ya que los empleados entran
en competencia por acceder, mantener o ascender en sus puestos, y al igual que los
parados, los empleados también tienen grados de ocupabilidad.

Aquí usaremos el término ocupabilidad para ocupados y desempleados


sobreentendiendo que el de empleabilidad podría tener el mismo sentido y aplicarse
sólo a asalariados.

La existencia e intensidad de la búsqueda de trabajo tiene menos importancia porque


alguien muy ocupable puede recibir ofertas sin buscarlas o viceversa.

Si la elaboración de conjuntos laboralmente homogéneos incluye las variables


correctas, los miembros de cada conjunto serán laboralmente equivalentes y
racionalmente en situaciones parecidas, se comportaran de forma semejante
adaptándose a la situación.
La irracionalidad, como inadaptación al entorno, depende de los recursos vitales y
económicos.

Desde el punto de vista teórico sería necesario situar a cada persona en su medio
vital y laboral específico y calcular la probabilidad de trabajar.
Uno de los problemas al adjudicarle un grupo ocupacional es que no se pregunte a
los parados que tipo de trabajo y sector buscan porque se supone que aceptaran
cualquiera o que se relacionara con los trabajos anteriores, por lo que los que buscan
su primer empleo no pueden ser encuadrados en ningún grupo.

A menor cualificación mayor polivalencia porque su inactividad se relaciona con sus


circunstancias personales y la globalidad del mercado a su alcance y a mayor nivel de
cualificación, los objetivos son mas específicos.

El problema es que ocupabilidad y paro se dan en ciertas ocupaciones y sectores


inexistentes en algunos ámbitos locales.

Queremos observar las relaciones de trabajo como ajuste temporal concreto entre la
actividad productiva de un individuo y el puesto de trabajo como lugar social en el que
se realiza y no como na confluencia de voluntades.

Ocupabilidad sería la probabilidad de estar ocupado en el mercado laboral


específico de quienes comparten características y circunstancias similares.

La elaboración de conjuntos homogéneos tiene como ventajas:


1.- Considerar la probabilidad como coeficiente variable de pertenencia a un grupo
que permite que un proceso discontinuo pueda trabajarse como una variable
continua.
2.- Permite obtener una aproximación al analizar los resultados finales del proceso de
ocupación de vacantes.
3.- Hace equivalentes a quienes tienen probabilidades semejantes.
4.- Permiten apreciar el efecto del nivel de ocupabilidad en el comportamiento de los
individuos.

1.3.- Ocupabilidad dinámica.

Si la ocupabilidad es la probabilidad de estar ocupado , es una propiedad estática de


los grupos coherentes.
En un mercado estable con personas que no cambiasen de características esta
probabilidad sería igual a la de encontrar trabajo caso de buscarlo.
Sin embargo a pesar de una fases relativamente estables existen otros elementos
que no lo son.
Mientras se está estudiando la ocupabilidad es casi nula.
En la fase de acceso al trabajo, la cualificación y la experiencia cambian capacidades,
competencias y nuevos espacios.
Cuando se acerca el retiro la sobre adaptación a un solo puesto, la obsolescencia de
sus conocimientos y la ineficacia progresiva produce un progresivo desplazamiento
de la ocupabilidad.
También influyen los cambios de posición familiar, por ejemplo al se padres y asumir
la responsabilidad de una manutención y el posible abandono del trabajo por parte de
la madre o al conseguir la emancipación y los recursos que requiere que obliga a
aceptar condiciones que no se aceptarían caso de vivir con los padres.
Los ciclos de producción empleo donde las recesiones y expansiones e concentras
en sus sectores.

Vemos pues que la ocupabilidad tiene una dinámica personal y social.


La vinculación con el puesto que en la función pública es de por vida laboral y en los
indefinidos o por cuenta propia les permite una ventaja respecto a los no ocupados.

Además de la experiencia, hay que considerar los costes de todo cambio de


mecanismos de cierre que generen trabajadores y empresas para impedir entradas
indiscriminadas a cualquier nivel, aumenta la probabilidad de seguir en ese puesto,
respecto a los que son homogéneos a ellos y no están ocupados.

Para ello necesitamos un modelo dinámico que también calcule la ocupabilidad


durante todo un periodo independientemente de la posición laboral inicial.
Esta ocupabilidad dinámica incluiría a los que conservan sus puestos iniciales, a los
que lo buscaban ahora o antes a los que se les ha ofertado.

La colocabilidad es la probabilidad de un desocupado de conseguir una ocupación


en un plazo de tiempo dado, sería la proporción de los que lo hubieran conseguido de
cada grupo homogéneo que no lo tuviera al principio de período sin considerar a los
que los pierden en el mismo período.

El problema de cálculo de la ocupabilidad estática es que no incorpora variables de la


persona, cosa que resuelve la dinámica que introduce todas la variables sin
restricciones.
No se confunde con las tasas de ocupación porque habrá ocupados con diferente
nivel de estabilidad.
Si ambas ocupabilidades coinciden se trata de un mercado estable y abierto, si
difieren se puede deber a los elementos no incluidos en la estática o a un mecanismo
de cierre en los mercados de trabajo.

Hasta aquí la ocupabilidad es la probabilidad entre dos alternativas discretas, estar o


no ocupado, y se pueden ponderar por dos equivalentes generales de valor, el dinero
el tiempo, de forma que una alta ocupabilidad de jornada reducida sea equivalente a
otra de componentes diferentes.

La retribución o beneficio por unidad de empleo sería el producto de la probabilidad


de ocuparse por el beneficio que reportaría y podría denominarse, esperanza laboras
o esperanza matemática global ( x unidad de empleo), o específica (x unidad de
tiempo).

Otro índice será la esperanza de vida laboral o suma de las ocupabilidades de cada
grupo a lo largo de todas las edades sin límite porque en las edades no ocupables la
ocupabilidad sería cero.

En este trabajo introductorio se calcula la ocupabilidad estática y aplica sus


resultados a la influencia de las posiciones familiares en el comportamiento laboral.

2.- El cálculo de la ocupabilidad en la familia.

2.1.-Las posiciones familiares como determinantes y como memoria.

Las relaciones familiares y convivenciales tienen mucho peso a la hora de participar


en el mercado laboral.
la situación de la pareja, la existencia, convivencia y/o dependencia de los hijos o la
convivencia con otros parientes son los mas significativos.

La familia como institución social y actuación unitaria condiciona y determina el


comportamiento de sus miembros, las posiciones laborales de los otros miembros son
el entorno inicial, cuyos elementos determinantes son la necesidad económica y la
disponibilidad de tiempo o la facilidad de acceso a la ocupación en las familias con
capital.

Las relaciones originarias de la familia paterna y la constitución de la propia familia


permanecen como determinantes y se traducen en posiciones que el individuo ocupa
a lo largo de su vida y según el IINE no varía mucho ya que la gran mayoría sólo
consolida una pareja y los universitarios sólo tienen una titulación.

2.2.- Relaciones y funciones familiares básicas.

Las posiciones pueden deberse a las relaciones (madre, marido...) o a las funciones
que cumplen en el interior y hacia el exterior que a pesar de los cambios, las cifras
demuestran que las mujeres entre 16 y 44 años tienen un 44% de ocupación, el 18%
no ha trabajado nunca y el 23% dejaron hace mas de 3 años.

En cuanto a la dimensión productiva, 2millones y medio trabajan por cuenta propia o


en un negocio familiar.

La dimensión reproductora es la que mas ha cambiado y se ha centrado en la


relación conyugal / filial prevaleciendo la segunda por debilitamiento de la primera.

2.3.- La división en modelos diferentes.

Calcularemos la ocupabilidad de los diferentes miembros con modelos logit que


permiten obtenerla en función e su pertenencia a cada uno de los colectivos
delimitados por las combinaciones de cada una de las diferentes categorías de todas
las variables incluidas en el modelo.

Para ello separamos esposas, maridos, hijos/as que estudian y no estudian y vemos
en los resultados que hay numerosas variables con diferentes efectos para cada
posición y que además estas son bastantes diferentes en cada modelo.
Por ejemplo si el número de hijos aumenta, desciende la probabilidad de trabajar de
la madre y aumenta la del padre.

El número de hermanos no afecta al modelo de hijos/as que estudian, pero la


ocupabilidad es menor si hay mas hermanos mayores en casa.

Otra diferencia notable aparece según la Comunidad Autónoma de residencia, según


vemos en el gráfico nº 1, cuyos resultados muestran sensibles diferencias familiares,
productivas y posiblemente culturales.
Para su análisis las separaremos en, nordeste (Navarra, Baleares, Cataluña y
Aragón) y sudoeste (Andalucia, Extremadura, Canarias, Ceuta y Melilla) que ocupan
las posiciones mas opuestas y reflejan la mitad de la población.
2.4.- Los modelos como dispositivos de simulación.

Los modelos logit separan los efectos de diferentes variables independientes sobre
otras dicotomías.
Como la variable dependiente sólo tiene dos valores (si y no) da lugar a modelos de
elección discreta y modelos de decisión.
Aunque aquí, en la determinación de trabajar, las elecciones no son personales sino
de determinación exterior.

Un modelo de simplificación permite formalizar un modelo para estudiarlo y así


simula el proceso, siendo muy necesario por la imposibilidad de la experimentación
con seres humanos.

El modelo logit es muy simple limitándose a ajustar un coeficiente Beta único para
cada variable independiente para aproximarla a la distribución de la variable
dependiente generando, si se consigue un ajuste total, una gran tabla de contingencia
con tantas dimensiones como variables tiene el modelo.

Su uso permite asignar a cada individuo una propiedad que corresponde a un


colectivo homogéneo.
Las asociaciones de variables del modelo no deben ser interpretadas en términos
causales, ya que su objetivo es simular el comportamiento colectivo y será eficiente si
funciona como aquello a lo que hace referencia.
2.5.- La ocupación como situación socialmente posible.

Para que el concepto de ocupabilidad tenga una aplicación eficaz y su sentido sea
realmente el de probabilidad, necesita que todos los miembros del grupo sean
ocupados potenciales, es decir buscan y están disponibles independientemente de
sus posibilidades concretas de lograrlo, según el concepto de población activa
derivado del concepto de paro.

Pero realmente un ocupado potencial debe contar con las condiciones personales,
sociales, económicas y materiales necesarias.
Inicialmente son ocupados potenciales todos los que están en edad de trabajar, es
decir entre los 16 y 64 años.

Los hijos que viven con sus padres y están en edad laboral tienen una escasa presión
laboral sobretodo en edades jóvenes.
Para representar esto se ha construido una variable denominada distancia temporal el
normal acabamiento de los estudios que es tan importante para trabajar o no como la
edad de esos estudiantes.

Alguien se definirá como parado, aunque no esté dispuesto a trabajar, si entiende que
su situación de inactividad no es socialmente aceptable.

La jornada estudiantil también tiene mas influencia que la edad y cuenta con el apoyo
de los padres.

La tare de la reproducción, cuyas responsabilidades recaen en su casi totalidad en la


madre, hacen que aún apareciendo en las estadísticas como desocupadas, su
ocupación potencial fuera de casa, es cuestionable.

También debemos tener en cuenta la trayectoria laboral anterior de quienes se


dedican a las labores del hogar, que diferencia notablemente a las esposas, de los
maridos y que se debe analizar en términos de supervivencia laboral.

3.- Aplicaciones de la ocupabilidad.

3.1.- Las distintas posiciones familiares.

Como se aprecia en el gráfico nº 2, los hijos estudiantes, próximos a cero y los


maridos, cercanos al 100%, ocupan los valores mas extremos.
En la parte intermedia, las esposas con ocupabilidad baja y los hijos no estudiantes
con ocupabilidad alta.

Maridos esposas presentan unas distribuciones ligeramente bimodales, con los


máximos en orden inverso a la ocupabilidad.
3.1.1.- Los hijos estudiantes.

Encontramos dos tipos diferentes:

1.- los que se encuentran virtualmente fuera del mercado de trabajo, son las 3/4
partes, con estudios reglados, jornada estudiantil completa y el 1,1% que trabaja, lo
hace con contrato temporal.

2.- los que cursan estudios de especialización, ocupacionales u oposiciones, con


ocupabilidad mas alta, jornada estudiantil corta, han perdido su trabajo o tratan de
mantener el que tienen,

Se detecta que la ocupabilidad se asocia con el nivel de estudios de la madre, si ella


tiene estudios universitarios, mantiene a sus hijos sin trabajar por mas tiempo que la
que no tiene esos estudios.

3.1.2.- Las esposas.

Tenemos dos distribuciones normales que se entremezclan y corresponden


claramente con las dos biografías de la mujer en España, aunque las edades se
solapan.

Las nuevas españolas con edades entre 32 y 47 tienen una tasa de actividad del
89%, entre la cuales, el 91% son universitarias y anteponen los estudios
profesionales y la consolidación laboral, a la vida familiar.
Las tradicionales que han antepuesto su trabajo doméstico, con estudios primarios
la mitad y analfabetas, con una edad media de 54,8 años, de las que el 47% nunca
ha trabajado fuera del hogar.

Por comunidad de residencia, las del sudoeste tienen un 44% de ocupabilidad mas
baja las del nordeste un 9%.

En las últimas décadas se ha incrementado mucho la tasa de asalarización, han


pasado de ayudar en el negocio familiar a ser asalariadas y empresarias.
También hay un aumento notable en el empleo público que ha pasado del 10% al
47%.

La mayoría de las que no tienen trabajo siguieron la pauta tradicional de abandono al


contraer matrimonio por lo que su ocupabilidad se asocia a la edad y a la lejanía en
años, del último empleo. Gráfico nº 3.

También existen diferencias en el número de hijos con una asociación directa entre
el nivel de estudios y la edad en el nacimiento de su primer hijo, las de menos
estudios, tienen mas hijos, los han tenido antes y estos se han emancipado antes.

Deducido el efecto de composición por edad se observa que la ocupabilidad alude a


la experiencia a través de la unión de los niveles de estudios y el número de hijos de
mas de 16 años con un incremento de la asociación negativa entre número de hijos y
nivel de estudios en las edades mas jóvenes.
3.1.3.- Los hijos que no estudian

En las hijas, es mayor la ocupabilidad de las que no tienen pareja y hay una
tendencia creciente a mantener el empleo al casarse que es mayor cuanto mas alto
es el nivel de estudios.

Las esposas jóvenes, sin experiencia laboral proceden de hijas que conviven con sus
padres y no estudian ya que las que se han emancipado sin casarse lo han hecho
trabajando.

En el gráfico nº 4 podemos observar las diferencias entre sexos.

Las mujeres paradas que han trabajado antes, están mas lejos de la ocupación que
los hombres.
Las mujeres que buscan el primer empleo están mas cerca de la inactividad que los
varones, lo cual favorecerá el paso a la inactividad de éstas cuando contraigan
matrimonio.

Las importantes diferencias por niveles de estudios entre los sexos, se reflejan en que
los estudios universitarios acercan a las mujeres al empleo y las alejan del
matrimonio, mientras en los varones por el contrario tener empleo les acerca al
matrimonio, sino, permanecen en casa de los padres.
3.1.4.- Los maridos.

Las únicas posiciones alternativas son el paro con experiencia, la jubilación


anticipada o la incapacidad laboral.

1/4 parte trabajan por cuenta propia, convirtiéndose entre un 6 y 19% en


empleadores, cuando mejora su posición en el mercado.

Al incluir las variables familiares, se elimina casi totalmente la influencia de la edad en


la ocupabilidad, lo que puede deberse a que las parejas se forman tras la
consolidación laboral.

Con las esposas ocurre lo mismo, entre los 20 y los 44 años.

Se advierte la tendencia a la concentración familiar en las situaciones favorables y las


negativas.

Cuanto mayor es la ocupabilidad del marido mayor es la de la esposa.

3.2.- Relación entre paro de los desocupados la ocupabilidad.

3.2.1.- La ocupabilidad de los desocupados.

El nivel de paro se expresa con la tasa de paro, proporción de los que no encuentran
trabajo, del conjunto de los activos, pero no se trata de una proporción
conceptualmente homogénea.
Para que la ocupabilidad permanezca constante, es decir, sea igual para los parados
ocupados, el mercado tendría que ser tan permeable para encontrar empleo como
para perderlo.

En un mercado de ese tipo, en el sentido de baja ocupabilidad, hay escasas


probabilidades de encontrar trabajo y alta de perderlo, cosa que se cumple entre los
trabajadores de mas baja cualificación en los ejecutivos de alto nivel.

Otra condición para la ocupabilidad constante sería la estabilidad de la ocupabilidad


de los colectivos que depende de que la proporción de cambio del sistema productivo
sea menor que el margen de error en la definición de ocupabilidad.
No hay que confundir el cambio de ocupabilidad de un colectivo con el de sus
componentes, aunque se corresponden si el modelo está bien construido.

Otra será el ajuste perfecto entre el modelo y la realidad, cosa inalcanzable por
mecanismos de cierre, cambios locales repentinos... por lo que la ocupabilidad de los
desocupados tendrá como límite superior la del colectivo al que pertenecen.

3.2.2.- La presión laboral como analizador.

Expresaremos el paro con el cociente de paro de los desocupados que es igual a los
parados que buscan empleo entre el total de los desocupados.
Presión laboral sería el % entre el paro de los desocupados la ocupabilidad, que
mide la proporción entre la intensidad de la búsqueda y la probabilidad de
encontrarse trabajando en cada colectivo.

La tabla y gráficos realizados analizan cada posición familiar y su relación entre la


ocupabilidad de los que no trabajan y su proporción de paro desocupado.

Lo primero que se observa es que la presión laboral en cada posición familiar tiene
una distribución propia.
En las esposas es relativamente constante.
En hijos/as que no estudian hay un orden decreciente.
Los maridos presentan un tramo de presión creciente que luego se estabiliza.
En los estudiantes aparece progresivamente ajustada a sus oportunidades de empleo
por lo que buscan un trabajo en unas condiciones donde sus posibilidades de
encontrarlo son prácticamente nulas, intentando mejorar sus posición en las colas de
acceso.

Los maridos de baja ocupabilidad, mayores, no cualificados, presionan sobre el


mercado muy por debajo de la probabilidad que hay en su grupo, de encontrarse
ocupados, por la tendencia a jubilarse, que depende de las políticas públicas, que si
no dieran esa opción, los mayores presionarian mas sobre el mercado.

De igual forma en los estudiantes, si no fuera accesible continuar los estudios en


edades laborales, presionarían el mercado de forma mas acorde con sus
oportunidades de estar colocados.

Esto plasma la forma en que la sociedad ha resuelto la distribución de recursos


acortando la vida activa para adaptarse a la escasez de empleo.

En el gráfico 5 se refleja lo anterior, combinado con los cambios sociales según


edades y los diferentes grados de necesidad de las familias.
Los hijos están por encima del 100%, los padres por debajo del 75%.
Para los hijos que no estudian este índice es relativo, crece si aumenta la proporción
de parados o disminuyen las oportunidades de empleo.

4.- Conclusiones

La ocupabilidad es la probabilidad de trabajar de un individuo en función de su


pertenencia a un colectivo laboralmente homogéneo, es decir, que compartan las
mismas características personales, familiares socio-económicas que influyen en su
situación laboral y se utiliza como estrategia analítica comparativa entre las diferentes
posiciones laborales a través de una variable común a todas ellas.

Podemos aproximarnos a esta probabilidad con modelos estadísticos como


simuladores de las relaciones entre las características de su colectivo su nivel de
ocupación.

Aquí se ha utilizado la ocupabilidad estática calculada por un modelo logit con una
vertiente dinámica que supere sus limitaciones.

Se ha acotado el estudio a los hogares con los dos miembros de la pareja en edad de
trabajar y a sus hijos.

Se ha expuesto la forma en que influye la Comunidad Autónoma detectando dos


grupos que ocupan los extremos de la ocupabilidad.

Por posiciones familiares los extremos los ocupan los maridos, cercanos al 100% y
los hijos estudiantes fuera del mercado.

Entre las esposas hay una minoría con ocupabilidad alta, formada por universitarias
que posponen o reducen su maternidad y con maridos con ocupabilidad superior a la
media.

La ocupabilidad mas baja entre los maridos, se da por jubilación anticipada.


incapacidad laboral y carencia de formación.

Entre los hijos que no estudian, se detectan importantes diferencia por sexo, de 9
varones por cada 6 mujeres, permaneciendo la disimetría en los efectos laborales del
matrimonio ya que los varones están mas cerca de la ocupación y mas lejos de la
inactividad.

La presión laboral es la proporción de los desocupados que buscan empleo en


relación con la probabilidad de encontrarlo (ocupabilidad) y muestra grandes
diferencias según la posición familiar, siendo en las esposas de un 50%, de un 70%
en los maridos, de un 100% en los hijos que no estudian, de un 130% en las hijas que
no estudian y un 190% en los hijos e hijas que estudian, utilizando un índice global,
que muestra la influencia de las políticas públicas en las jubilaciones anticipadas y en
la prolongación de los estudios .

Considerando conjuntamente a los miembros de cada familia se advierte una


concentración en ambos extremos confluyendo las posiciones positivas y negativas
formativas y laborales, creando familias en posiciones muy favorables y otras muy
desfavorables.
EL IMPACTO DE LA CRISIS SOBRE LA DESIGUALDAD EN EL TRABAJO
I. Introducción

El mercado de trabajo español ha vuelto a recaer en una de sus profundas crisis de empleo. Destacamos varios aspectos:

1. Ante la disyuntiva entre mayor paro o mayor desigualdad entre los ocupados, en España se suele optar por la 1ª
opción. Así, el desempleo acaba afectando más a varones con menor nivel de estudios (produciendo así otra
forma de desigualdad, que se plasma por ejemplo en largos periodos de desocupación). El caso del desempleo
femenino responde a otra dinámica, que hay que poner en relación con la prevalencia masculina en el sector
primario y de la construcción.
2. Impacto de la crisis en la rotación laboral: En el sector público, crece el número de ocupados, y también su
temporalidad. En el sector privado resulta especialmente interesante la peculiar dinámica de pérdida y
recuperación del trabajo.
3. Respecto a la diferencia de la ocupación con la afiliación a la seguridad social, responde a una “reforma laboral
encubierta” del mercado laboral español, debido principalmente al flujo continuo de inmigrantes irregulares
desde el periodo de expansión anterior a la presente crisis.

Estos asuntos no están de forma preferente en la agenda de la reforma del mercado de trabajo porque no es fácil su
presentación de modo electoralmente rentable y porque los más desfavorecidos no tienen voz en el espacio público ni
representación eficiente.

II. LA RESPUESTA A LA CRISIS: ¿PARO O DESIGUALDAD ENTRE LOS OCUPADOS?

Las sucesivas crisis económicas que ha sufrido España durante la democracia(1976-85, 1991-95 y la actual) han estado
caracterizadas por importantes pérdidas de empleo y por el mantenimiento durante largos periodos de tasas de paro que
doblan a las de los países de nuestro entorno. La disyuntiva clásica ante este deterioro de la actividad económica es:

a) Adaptarse en costes: que los trabajadores acepten empleos en peores condiciones (salarios, horarios, derechos)
b) Fijar unos mínimos infranqueables (umbrales mínimos) de modo que desaparezcan los puestos de trabajo que no
puedan superar esos umbrales debido a la crisis . Cuanto más productiva sea una sociedad será más factible mantener
esos umbrales, pero si se pierde competitividad y no se puede devaluar la moneda (caso de los países dentro de €) si no
se rebajan esos umbrales:

1. Se expulsará del espacio laboral a los que no tengan capacidad productiva suficiente para cumplir con ellos,
tanto trabajadores, como empresas que no sean capaces de adaptar costes.
2. A la vez que se destruyen puestos de trabajo, se bloqueará la entrada a nuevos trabajadores de cualquier nivel:
Desplaza a puestos peores a los trabajadores más formados, de modo que en muchas ocasiones se convierten en
puestos inaceptables para los que han terminado su formación (así, preferirán seguir acumulando niveles de
estudios) y se expulsa mayoritariamente a los menos formados.
3. Ésto, produce la ilusión de que no se pierden derechos laborales y sociales, y que mejora la igualdad entre los
trabajadores, sin embargo, el subsidio de desempleo palía la desigualdad económica, pero no el deterioro
psicológico y social del parado, ni tampoco se puede considerar positivo desde una perspectiva económica
colectiva.

- Se puede deducir (partiendo del hecho cierto del mayor rendimiento) que un mayor nivel educativo conllevaría
mayores tasas de ocupación, sin embargo ésto sólo desplazaría a puestos peores a los mejor formados en caso de que la
estructura de ocupaciones del sistema productivo no cambie. La oferta de un mayor número de puestos cualificados
depende de la productividad de un país y de cómo se ponen en acción sus recursos productivos. Para ello hace falta la
formación, pero no es suficiente: por un lado, debe ser de calidad, y por otro la organización institucional debe sacarle el
máximo partido promoviendo la producción de riqueza y los incentivos comparativos, para que el aumento de formación
se aproveche en dichos proyectos, y poder elevar el bienestar colectivo aumentando el margen de redistribución.

- Una cuestión claramente relacionada con dicha productividad es el nivel formativo de los empresarios. En el caso de
España la proporción de universitarios es del 20'6% (menos de la mitad de los asalariados públicos). Aunque el nivel de
estudios mínimos ha ido mejorando, el porcentaje sigue siendo bajo. Así, en lugar de que el conocimiento sea el motor
de la empresa, éste debe suplir esta carencia de capital humano con capital físico y esfuerzo, lo que convierte las jornadas
en la empresa privada en considerablemente más largas que en la empresa pública.

III. EL DESIGUAL IMPACTO DE LA CRISIS SOBRE LA OCUPACIÓN POR NIVELES


EDUCATIVOS
Los problemas del mercado de trabajo español vienen de antiguo, y la gravedad de la situación actual plantea con más
urgencia la necesidad de reformas. Las soluciones deben tener un calado estructural, que evite que limitadas
disminuciones del PIB se acompañen de profundas crisis de empleo.
Suelen desaparecer los puestos que están por debajo de la productividad media y ésto se suele considerar positivo, pero
genera un problema social de una gran magnitud, ya que al expulsar a los menos formados los aboca a trayectorias de
subsidio de desempleo, incapacidad laboral y jubilaciones anticipadas que deterioran social y psicológicamente a los
individuos.
En las últimas 4 décadas se han producido en España 3 importantes crisis de empleo:

a) La 1º acompañó los primeros años de la instauración de la democracia, del 77 al 85 y acabó con la entrada en la CEE.
En ellos se consolida los elementos básicos del Estado de bienestar, por lo que gracias al apoyo de la seguridad social no
se resolvió con el secular recurso a la emigración. Durante este periodo la caída del empleo para los que han estudiado
hasta primaria es 4 veces mayor (del 96% al 83%) que la de los universitarios (pierden 3 puntos sobre el pleno)
b) La 2º crisis entre 1991 y 1995 fue más corta y aguda tras la expansión derivada de la entrada en Europa culminada con
la Expo de Sevilla y los JJ.OO. de Barcelona. Se van acentuando las diferencias de la tasa de empleo entre los 2 niveles
educativos. La situación de los universitarios se estabiliza y parece independizarse de la marcha general de la economía.
Los de primaria en cambio, recuperan en la expansión 4 puntos de los 12 que pierden en la crisis anterior, para volver a
perder 9 en ésta.
c) Tras estas crisis se produce la fase de expansión más larga de nuestra historia reciente (jalonada con la entrada del € en
el 2000). Entonces, los desequilibrios acumulados por nuestra economía se han unido a una crisis internacional dando
lugar a una caída del empleo más abrupta en un mercado de trabajo ya caracterizado por su comportamiento convulso.
Durante la expansión la tasa de empleo de los de primaria se situó en las mismas tasas que en lo peor de la crisis del
petróleo, y aún pierden 2 puntos más con la llegada masiva de inmigrantes. Cuando llega la crisis caen 16 puntos más,
situándose en un 33% en su cima de la carrera laboral y hasta un 56%. A pesar de que este colectivo sigue menguando, el
mercado laboral español deja fuera de la ocupación a cerca de la mitad de un colectivo de más de 2 millones de personas
durante el 2009.

En los varones españoles con la primaria como mayor nivel formativo se pueden observar tres grandes trazos entre las
distintas cohortes:

1. La dureza de la crisis actual ha afectado en alguna medida a todas las cohortes, y que su descenso de ocupación
ha sido mayor cuanto más jóvenes eran los afectados. Si se observan las trayectorias en la crisis de 1976 a 1985
se puede constatar que entonces ocurrió lo contrario: las cohortes de más edad perdieron más ocupación que las
de los jóvenes.
2. El segundo es que las últimas cuatro cohortes que han entrado en el mercado de trabajo (nacidos entre 1971 y
1990) no han superado en ningún año el 81% de tasa de empleo, y no tienen visos de hacerlo nunca si no se
cambian las condiciones de empleo.
3. Se puede estudiar la trayectoria con la que la crisis ha impactado sobre el empleo de los varones con estudios
primarios de la cohorte de los nacidos entre 1981 y 1985, llegando a la conclusión: en 2001 estaban ocupados el
53% con 16 a 20 años de edad, seis años más tarde habían alcanzado el 77%, pero, en 2009 con 24 a 28 años
habían descendido al 50%, perdiendo todo lo ganado en los ocho años anteriores.

Las trayectorias de los universitarios superiores tienen menos que comentar. Prácticamente todas las cohortes se
mantienen entre un 95% y un 98% en el amplio margen que va de los 33 a los 58 años de edad:

1. Las cohortes más afectadas por las crisis anteriores son las de los nacidos entre 1961 y 1975.
2. La cohorte de nacidos entre 1981 y 1985, entre 2004 y 2005 les ocurre algo semejante a los de primaria, tienen
las mayores tasas de empleo.
3. Mantienen la tasa más alta de todo el periodo, y en 2009 siguen integrándose mejor que todas las cohortes
anteriores (excepto la de 1951-55 en el año 1979).

Una consecuencia de estos procesos ha sido la ruptura con la pauta de incremento generalizado del nivel formativo de los
jóvenes que se venía produciendo durante el último medio siglo.

IV. LA CRISIS Y LA ROTACIÓN LABORAL

1. Empleo y temporalidad en el sector público

Son muy conocidas las ventajas de la estabilidad laboral. Las administraciones públicas tienen en su legislación una
amplia proporción de puestos (sobre todo los de más cualificación) cuyos contratos tienen carácter vitalicio. Para acceder
a estos puestos, hay que superar procesos selectivos que, planteados en igualdad de oportunidades deben primar el mérito
y la capacidad. La estabilidad empírica de los Estados permiten cumplir estos compromisos.

En nuestro país, en la década de 2000 a 2010 se ha producido en este ámbito un notable incremento de la proporción de
contratos temporales en las administraciones públicas, paralelamente al enorme crecimiento del personal contratado por
las comunidades autónomas (de unos 700.000 a 1.700.000) efecto de las transferencias de la seguridad social a las
autonomías.

Con respecto a la temporalidad de los puestos:

− Durante la expansión, la cantidad de puestos temporales de la administración central son 1/3 de los del sector
privado y de los de la administración municipal. Los de la autonómica se hallan en un punto intermedio entre ambos.
− Al llegar la crisis y la consecuente expulsión de los temporales en el sector privado, éste sector disminuye su
temporalidad, situando a un nivel prácticamente igual la totalidad del sector público, el sector privado y las
autonomías. Este dato no concuerda con las grandes diferencias en la dinámica de la ocupación y desocupación de
esos puestos, por lo que se puede deducir que en las administraciones autonómica y municipal hay mucho más
encadenamiento de contratos que en el sector privado. Sería interesante analizar en qué tipo de puestos se produce
este fenómeno, ya que si fuese apreciable entre los puestos cualificados, se podría pensar en un incumplimiento del
espíritu de la ley de dar estabilidad a los empleados públicos en oposiciones abiertas en lugar de optar por encadenar
contratos al arbitrio de los directivos de esas administraciones.

2. La excesiva rotación laboral del sector privado:

En el sector privado, la diferencia de estabilidad se establece entre contratos de duración determinada y de duración
indeterminada, o indefinidos. Éstos consisten en que van acumulando un seguro contra el despido que pagan los
empleadores y que crece a medida que aumenta la antigüedad en el puesto. Tanto la procedencia del cobro, como la
cuantía se dirime mediante la tutela judicial. Uno de los núcleos de debate se centra en la cuantía de ese seguro y en la
forma y eficacia de esa tutela judicial. El hecho de la alta temporalidad incluso durante la expansión, la pone en cuestión
por no cumplir una de las condiciones básicas de una legislación justa: la igualdad ante la ley.

Se podría argumentar que esa desigualdad se debe a las diferentes características básicas de los distintos puestos, pero la
dinámica de contratación pone en entredicho ese argumento: de los cerca de 20 millones de finalizaciones de contratos
anuales en el 2004-2005, aproximadamente la mitad antes o después vuelven a su empresa anterior. Esta enorme
cantidad de finalizaciones no puede justificarse por las características del puesto de trabajo, sino más bien por una
perversa forma de adaptación a un a reglamentación que se mantiene gracias a que la situación de la otra mitad
contratada de un modo indefinido, es difícil alcanzar el consenso.

Los que padecen esta situación han ido adaptando su comportamiento para poder convivir con ella sin que los daños sean
insoportables. Sin embargo, ésto ni siquiera es así en muchos casos individuales y aún es peor si se considera la
situación en su conjunto: estas condiciones vitales sobre todo en la época de incorporación y consolidación en el
mercado de trabajo, les impide planificar el resto de componentes fundamentales de su biografía, a la vez que les
desmotiva para mejorar en lo que hacen, para identificarse con la empresa (no ayuda estar esperando un despido no
relacionado con su rendimiento) lo que impide el nivel general un aumento de la productividad en términos de costes,
calidades e innovación.

V. LA DESOCUPACIÓN: UNA APROXIMACIÓN DIFERENTE AL ESTUDIO DE LA ROTACIÓN

1. Concepto de desocupación y entorno europeo

Dada la dinámica de multiplicación de finalizaciones que no tienen efecto sobre el mantenimiento en el puesto de
trabajo, para captar la rotación real es necesario medir las situaciones de no-empleo, estudiando la distribución y la
dinámica de la desocupación.

− Por un lado se mide la desocupación simultánea o anual: los que habiendo trabajado el año anterior actualmente no
trabajan a pesar de estar en edades activas.
− Por otro lado se mide la desocupación trimestral o colectivo que ha dejado de trabajar hace 3 meses o menos.

Para hacer una medida relativa de la desocupación, se elaboran los porcentajes de esos 2 colectivos respecto a la
ocupación actual. Con esta perspectiva no se considera especialmente relevante la declaración de la situación alternativa
(inactividad, estudios, tareas domésticas...) simplemente la salida del trabajo como hecho relevante de la dinámica del
mercado de trabajo.
Así observamos que a pesar de tener España una desocupación trimestral y anual durante la expansión de las mayores en
comparación con el resto de países europeos (sólo superado por los varones de Finlandia) es máxima la proporción de los
que recuperan el trabajo al llegar al 4º trimestre, por lo que hay una mayor rotación con desocupación incluso en la fase
en la que el paro se reducía de forma apreciable.

2. La desocupación por situación profesional

Comparamos aquí la evolución de la desocupación simultánea por posiciones respecto a la producción (situación
profesional según la EPA) . Por desocupación simultánea se entiende el conjunto de trabajadores que dejaron su trabajo
durante el último año y que siguen sin encontrar trabajo (que a su vez sólo representa una parte de los que han tenido
algún episodio de desocupación durante ese año). Separamos las estimaciones por género ya que llevan una dinámica
diferente. Además dada la configuración de la crisis actual separaremos a los asalariados del sector privado en 2 grupos:
Primario y construcción, y por otro lado industria y servicios.

− La desocupación de las mujeres supone el doble que la de los varones durante la expansión. A partir del 3º trimestre
de 2007 con la crisis :

* En el sector primario/construcción, los hombres llegan hasta a triplicar su tasa de la fase de expansión, en cambio
la de las mujeres incluso disminuye (aunque parte de unas tasas muy altas, y es un colectivo muy reducido y con una
fuerte estacionalidad)
* Entre las asalariadas públicas también se produce menos desocupación con respecto a los hombres.
* Las empleadas que son mayoría (4 millones) trabajan en la industria y los servicios privados. Son las que ven
aumentar su desocupación en un 23%, cambio limitado en comparación con los varones que ven duplicarse su
desocupación.
* La desocupación entre los autónomos tiene una forma semejante entre varones y mujeres, aunque la desocupación
previa de las mujeres doblaba la de los varones con los que estos no llegan a alcanzar la desocupación de las mujeres
en la expansión.
* Entre los empleadores, las mujeres también sufren una menor desocupación.
* Podríamos decir que las mujeres no ven cambiar notablemente la proporción de desocupadas
* Hay una marcada diferencia entre sexos y entre las posiciones del sistema productivo: los que trabajan por cuenta
propia es mucho mayor que entre los asalariados.

3. Dinámica de la desocupación de los asalariados del sector privado

Observamos la evolución de la misma durante la última década. La diferencia entre los sexos en la desocupación
trimestral y anual es muy importante:

− Medias de 9'8% y 22'2% entre las mujeres


− Medias de 5'9% y 12'5% entre los hombres

La crisis reduce drásticamente la ventaja de los varones sobre las mujeres en términos de desocupación anual y
trimestral:

1. Las mujeres no sufren un aumento significativo de su desocupación trimestral mientras que los hombres casi la
duplican.
2. En cuanto a la probabilidad de recuperar la ocupación, los hombres pierden la ventaja hasta el extremo de que
las mujeres recuperan el empleo con una ligera ventaja.

Esta diferencia se podría atribuir a varios factores principales:

• El sector de la construcción causante de la virulencia de la crisis y el más afectado por ella.


• La presencia mayoritaria de los varones inmigrantes en el sector de la construcción.

Para comprobar si esta atribución es correcta, analizamos a los asalariados españoles (nacidos en España) del sector
privado que trabajan en los sectores de la industria y de los servicios. Una vez apartados inmigrantes y los sectores más
variables (primario y construcción) observamos un comportamiento que se asemeja sobremanera a la media.

En cuanto a los inmigrantes:

• La desocupación de las mujeres inmigrantes (fuera de la UE) tiene unas pautas muy semejantes a las de las
españolas.
• Las de los varones son semejantes a las de los españoles durante la expansión, la diferencia es que los inmigrantes se
recolocan mucho más rápida y completamente que los españoles. La crisis los desocupa cada trimestre el doble que a
los españoles y las pautas de recuperación empeoran hasta hacerse semejantes a las de los españoles.

Por otro lado, si observamos los resultados de estudio de la desocupación mediante la estadística de flujos de la EPA
(encuesta de panel rotante, pregunta la situación laboral de los entrevistados durante 6 trimestres seguidos (cada trimestre
se renueva 1/6 de la muestra) se muestran unos resultados sobre la dinámica del mercado de trabajo tanto en la
dimensión de la desocupación y la dinámica de la recuperación del trabajo) consistentes con el método utilizado en este
estudio.

IV. INMIGRACIÓN “ECONÓMICA IRREGULAR” ¿UNA REFORMA LABORAL ENCUBIERTA?

En términos de fiscalidad general, es probable que la crisis conlleve serias dificultades a los contribuyentes para cumplir
con puntualidad sus obligaciones tributarias. Sin embargo, el estudio de la comparación entre la disminución del empleo
que estima la EPA y la caída que se ha producido en el conjunto de las afiliaciones a la seguridad social da una
impresión contradictoria.
1. Desde el año 2005, se mantiene la diferencia absoluta y disminuye el porcentaje de irregulares.
2. A partir del cuarto trimestre de 2008, sigue cayendo la diferencia relativa y disminuye en mayor medida el
empleo EPA que el número de afiliaciones en alta a la seguridad social.

En cuanto a los extranjeros:

1. desde 2000 hasta 2004 fue creciendo la diferencia entre los trabajadores extranjeros ocupados en la EPA y las
afiliaciones a la seguridad social de los extranjeros.
2. La regularización de 2005 consigue una importante disminución inicial de esa diferencia en términos absolutos
y relativos.
3. Pero a partir de 2006 se estabiliza la proporción de extranjeros laboralmente irregulares, con una media del 29%,
que es la que se mantiene el primer trimestre de 2010.

Esta presencia de forma continuada de un contingente tan numeroso de trabajadores radicalmente fuera del sistema fiscal
español ha supuesto una especie de “reforma laboral” en el margen de las ocupaciones de menor nivel en nuestro sistema
productivo que no encontrarían demanda solvente si cumplieran con sus obligaciones institucionales y fiscales vigentes.
Este contingente es la diferencia entre el ritmo de entrada de la inmigración económica y el ritmo de regularización de
los que estaban residiendo y trabajando. Ésto ha supuesto una especie de coste por la regularización que los nuevos
inmigrantes han tenido que pagar. Si se ralentiza el ritmo de entrada de nuevos inmigrantes, la regularización de la
totalidad de los que residan en España hará desaparecer esos puestos por la ausencia de demanda solvente. El hecho de
que la proporción de irregulares respecto a la seguridad social se ha mantenido durante la crisis, implica que se han
perdido en la misma proporción puestos regulares e irregulares. Si les hubiese sucedido lo mismo que a los españoles,
habrían perdido una mayor proporción de puestos irregulares. Los grandes números que ésto implica supone un
problema que merece más atención de la que se le dispensa: la masiva importación de desigualdad que ha supuesto la
inmigración, ha supuesto una reforma laboral parcial y encubierta de hecho, que no de derecho.

VII. CONCLUSIONES

Éstas son de tipo analítico, heurístico y propositivo

1. Las sucesivas crisis de empleo que han tenido lugar en España en las tres últimas décadas han ido expulsando de
las ocupaciones a los trabajadores varones con menor nivel formativo. Por el contrario, desde 1985, los que
tienen estudios universitarios superiores han mantenido su alto nivel de ocupación, sin que éste sufriese
variaciones en función de la fase del ciclo económico.
2. El caso de los que tienen estudios primarios es especialmente preocupante porque en las edades que son la cima
de su carrera sólo tienen una tasa de ocupación del 66.7%. El tamaño de este colectivo disminuye rápidamente
por lo escaso de su reposición. El problema en el futuro inmediato es la importante caída de los que tienen como
máximo la ESO y que son un colectivo estable de más de 3 millones de varones, y que probablemente ocupen su
posición.
3. La cronificación de la situación de no-empleo de una parte creciente de los que tienen un menor nivel formativo
plantea una posible carencia de demanda solvente para contratar a los menos cualificados a los costes mínimos
existentes. La reducción del coste laboral de los trabajos que requieren escasa cualificación es especialmente
problemática.
a. Por lo ajustado de la relación entre los salarios y el coste de algunos gastos fijos como la vivienda
b. Porque una posible bonificación de las cotizaciones para esos empleos podría generar adaptaciones
espurias a esa solución.
4. No sólo hay una mayor desocupación en España que en el resto de países europeos de similar tamaño, sino que
la observación de las tasas de desocupación trimestral nos muestran que también hay una rotación mucho
mayor.
5. La comparación intersexual de las dos medidas de la desocupación (anual y trimestral) a lo largo de la última
década, junto con el estudio del ritmo de recuperación del empleo, da resultados muy diferentes para cada
sexo.Durante los años de expansión los varones tenían la mitad de desocupación que las mujeres y un ritmo de
recuperación del empleo algo más rápido y más completo. La llegada de la crisis ha igualado en gran medida la
situación de ambos sexos, ya que los varones han visto empeorar su situación. Este proceso de igualación de las
dinámicas de pérdidda y recuperación del empleo entre ambos sexos por empeoramiento de la situación de los
varones se produce de manera muy semejante cuando se estudian únicamente los asalariados del sector privado
de la industria y los servicios.
6. Si se considera lo perjudicial que resulta pasar periodos de no ocupación, y se constata el enorme contingente
que sufre esa situación cada año, esta forma de adaptación a las reglas de nuestro mercado de trabajo no parece
aceptable.
7. El crecimiento del empleo público durante la última década ha venido acompañado de un incremento de la
temporalidad de los contratos. La temporalidad en el sector público ha llegado hasta el extremo de coincidir con
la del sector privado cuando la crisis ha provocado el descenso de esta última.
8. Frente a una importante disminución de la irregularidad entre los españoles, los extranjeros desde 2007 han
mantenido estable su proporción de irregulares. El gran número (una media de 715.000 irregulares durante los
últimos 6 años) se puede interpretar como una reforma laboral espuria y encubierta.

Todo lo dicho sugiere la necesidad de una profunda reforma del mercado de trabajo con 2 objetivos prioritarios:

9. Evitar la cronificación de la progresiva caída de la tasa de empleo de los descualificados. Se entiende la gran
dificultad que encierra encontrar el equilibrio entre unos costes que posibilitasen la aparición de una demanda
solvente para unos trabajos de reducida productividad y las motivaciones para aceptarlos por parte de unos
potenciales trabajadores que pueden encontrar otras soluciones para el mantenimiento de su desocupación. Ya
que cuanto más cercanos estén los rendimientos del trabajo y del no-trabajo, mayor será la rotación entre ambas
situaciones. A este respecto, convendría buscar soluciones eficientes para hacer accesible a los empleadores el
coste total de estos contratos, sin perder su aceptabilidad.
10. Reducir de forma eficiente la desmesurada dinámica de la desocupación, en la medida en que depende de la
regulación de la contratación: sería recomendable la creación de una sola forma de contrato, siempre con
duración indeterminada, con una progresión tan continua de la cuantía por año trabajado de la indemnización
por despido que eliminase la funcionalidad económica de los constantes vencimiento, y con ella, las
finalizaciones de la relación laboral sin otra causa que las actuales ventajas (directas o indirectas) asociadas al
final del plazo del contrato.
Tema 5. Elementos de contexto para el análisis
5.1. La presencia del pasado
Cuando nacían los españoles en 1936, se producía una guerra civil que
generaba un decisivo retraso en el sistema productivo. Se produjo una brecha
demográfica profunda, la ruralización de la sociedad, una fractura económica,
una parálisis política, una desconexión internacional y un empobrecimiento
cultural y formativo difícil de restañar. La estructura sectorial anterior no se
recuperaría hasta 1964.
A partir de esta fecha aquella generación disfrutó en su juventud del desarrollo
económico, se casó más y le sobrevivieron más hijos que nunca y protagonizó
la transición democrática antes de alcanzar la madurez. Tras la integración
europea se están beneficiando de la jubilación más temprana, más protegida y
más segura de la historia de España.
Se puede afirmar que el comportamiento laboral global de los españoles con
importantes diferencias de edad ha sido, es y será notablemente diferente. Sin
lugar a dudas las edades a las que se jubilarán los jóvenes de hoy será
diferente (posterior) a las edades en las que se han jubilando y se están
jubilando actualmente.
Los muy distintos niveles educativos de las sucesivas generaciones son la
base en la que se fundan esas diferencias.
Se parte de que la mayoría de las reconversiones del empleo de las dos
recesiones del último cuarto del siglo anterior (1976-1985 y 1991-1994) son
fenómenos transitorios. Su carácter convulso está asociado a una cierta forma
de arreglo de cuentas en relación al atraso previo y a las importantes
diferencias sociales y económicas respecto a Europa de la España autárquica
de la dictadura.
La incorporación a la Unión Europea, la equiparación educativa y el proceso
general de integración de la sociedad española permite prever una mayor
estabilidad y un acercamiento a las estructuras productivas de nuestro entorno
europeo.
5.2. El vuelco formativo de los españoles
Es un tópico científico consolidado que, en España, la participación en el
trabajo extradoméstico está fuertemente asociada a la estructura de la
formación por varios factores. El más decisivo es la influencia del nivel de
cualificación en la oferta de trabajo femenino.
Por otra parte, en el último cuarto de siglo las sucesivas reconversiones del
empleo han afectado en mucha mayor medida a los varones cuanto menor
fuese su nivel formativo. Hay una asociación entre bajos niveles de estudios y
salida anticipada del empleo tanto en varones como en mujeres.
En función de sus efectos sobre el trabajo, los diferentes niveles formativos se
pueden agrupar en tres colectivos diferentes:
1.- Los que no han terminado el primer nivel de la formación reglada. Este
grupo se puede denominar “sin estudios”.
2.- Los que han realizado estudios reglados básicos de carácter general
(Enseñanza Primaria, ESO, EGB2 y Bachillerato Elemental). Este grupo se
puede denominar de “estudios básicos”.
3.- Los que han obtenido el título correspondiente a una formación aceptada
para las tareas que se llevan a cabo en los puestos de trabajo (Bachillerato
Superior, Formación Profesional y Estudios Universitarios). Este grupo se
puede denominar de formación “laboral”.
Las tres características que tienen la formación laboral son la cualificación
aplicada al trabajo, la especialización y la orientación terminal.
Si bien el bachillerato superior y los cursos de preparación para la universidad
no reunían estos tres rasgos, se han considerado como estudios laborales
porque el alto nivel relativo de quienes los habían cursado facilitaba su
inserción laboral, especialmente para la gestión administrativa.
La tabla de los niveles de estudios por cohortes en la EPA del tercer trimestre
de 2004 muestra las proporciones de cada nivel de estudios en cada cohorte
desde la nacida en 1916-20 hasta 1981-85. Aparecen destacados dos
cohortes, la de 1936-40, caracterizada porque la mayoría se jubilaron en 2004
y la de 1966-70, cuya proyección es la jubilación en 1930.
Para estudiar la ocupación en función de los estudios, se puede considerar
consolidada la nacida en 1971-75 porque ya ha estabilizado las proporciones
de sus niveles formativos.
Del total de la población que han terminado los estudios, la mitad son los que
tienen formación básica. Y mientras decrecen los que no tienen estudios, en
proporción semejante aumentan los que los tienen de carácter laboral,
mostrándose con claridad un vuelco formativo.
La cohorte nacida en 1936-40 fue la que marcó la primera frontera del cambio
de niveles formativos. Primero fueron los analfabetos los que llegaron a
proporciones residuales, y a continuación se produjo la progresiva desaparición
del resto del grupo.
La formación básica va teniendo una mayor variación entre las mujeres que
entre los varones. Se pasa de un 45% en las mujeres nacidas entre 1916-20 a
un 66% en las nacidas entre 1946-50. A partir de esa cohorte el incremento
formativo de las mujeres cobra una apariencia imparable. La proporción de las
que no tienen estudios se reduce entre las más jóvenes por debajo del 1%,
mientras que la formación básica pierde (entre las de 1976-80) su característica
de contener a la mitad de la población para aproximarse a una cuarta parte.
Los varones, partiendo de niveles formativos superiores, se encuentran
actualmente en niveles sensiblemente inferiores a las mujeres.
El centro de la evolución educativa se muestra fundamentalmente en los
estudios laborales. Los varones nacidos a principio de siglo conseguían títulos
“laborales” en más de un 10%. Por entonces las mujeres sólo terminaban estos
estudios en un 3%. En la cohorte de 1976-80, los varones han obtenido títulos
laborales en un 61% mientras que sus compañeras ya han terminado ese tipo
de estudios en un 73%.
Si se atiende a su composición, conviene como mínimo observar la cohorte de
1971-75 la mayoría de cuyos componentes ya ha terminado de estudiar. En
ella los varones han concluido los estudios universitarios en un 23% y las
mujeres en un 32%. Aunque en todos los niveles de estudios laborales la
ventaja de las mujeres sobre los varones se incrementa en cada cohorte, entre
los universitarios el margen a favor de la smujeres es mayor y crece más
deprisa.
Esta realidad genera una transformación tanto en el mercado de trabajo como
en la constitución y consolidación de las parejas. Su efecto sobre la fecundidad
marcará la pauta reproductiva del próximo futuro. Sin embargo, en el terreno de
la jubilación, estas cohortes tardarán más de cuarenta años en jubilarse, y por
lo tanto quedan relativamente fuera del espacio analítico que aquí se plantea.
Es importante constatar que el 85% de los varones que se jubilaron el último
cuarto del siglo XX no tenían estudios de mayor nivel que los primarios. Esa
jubilación tiene una clara dimensión de mejora de la cualificación de los
ocupados ya que esos jubilados con escasa o nula formación han sido
sustituidos por jóvenes con un nivel educativo muy superior.
5.3. El factor decisivo: la tasa de ocupación
Es sabido que el equilibrio del sistema de pensiones reposa sobre tres factores
fundamentales:
a.- La relación entre el número de pensionistas y la población en edad de
trabajar.
b.- La tasa absoluta de ocupación de la población en edad de trabajar.
c.- La cuantía de la pensión media respecto a la productividad media.
El primer factor se ha solido estudiar haciendo demografía poblacional, sin
tomar en cuenta que la edad de trabajar no es un dato fijo, sino una realidad
profundamente cambiante. Consecuentemente, los cálculos no han recogido
variaciones y resultados de carácter decisivo.
Lo importante no es cuánta población hay en cada momento sino cuántos
ocupados, y para ser más exactos, lo decisivo es la cantidad de afiliados en
alta que cotizan a la Seguridad Social.
El crecimiento de la afiliación a la Seguridad Social es otro elemento que ha
sorprendido a los analistas. Al margen de otras explicaciones sociológicas a
este crecimiento, hay un elemento obvio y es que la economía sumergida ha
disminuido considerablemente. Parece claro que el que se generalice el pago
de las cotizaciones a todos los ocupados es otro de los factores básicos para
que el sistema sea sostenible.
A pesar de las medidas tomadas a finales de la década de los noventa para
facilitar la anticipación de la jubilación, la fuerza del proceso social prevaleció
respecto a estos incentivos.
Es importante este proceso ya que cada año que un grabajador sigue
cotizando es un año que se resta de gasto en pensiones y un año en el que
sigue aportando su producción. Como consecuencia de las jubilaciones
anticipadas se dan importantes exenciones de cotización a las empresas y a
los trabajadores.
Por ello, en lugar de utilizar el concepto de jubilación como paso de la
ocupación a la desocupación con cobro de pensión, es mejor usar el de
abandono empírico de la ocupación, que incluye. Paro temporal o definitivo,
baja indefinida, incapacidad laboral, etc. Aplicando este criterio, la edad media
de “jubilación efectiva” en 2002 es sensiblemente más joven que la de 62,5
años que proporciona el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (MTAS). Que
se refiere únicamente al paso administrativo a la jubilación.
A pesar de la reconocida relevancia del concepto de la tasa absoluta de
ocupación, salvo el trabajo del MTAS de 1994, no se han realizado estudios
que hagan prospectiva de las tasas previsibles de ocupación.
La ausencia de estos estudios se debe a varias razones:
La primera reside en la no disponibilidad de datos fiables de los que deducir de
forma directa estas biografías formativas y ocupacionales. La Tesorería de la
Seguridad social tiene importantes datos pero carece de variables individuales
básicas (ejemplo: nivel de estudios).
La segunda razón estriba en que se parte del supuesto de que lo que define la
oferta de trabajo es la delimitación legal de las edades potencialmente activas,
condicionadas por las declaraciones de los interesados sobre su disponibilidad
para el trabajo. Esto es la denominada Población Activa. Sin embargo, las
edades nominales hace tiempo que no concuerdan con las empíricas y las
declaraciones de disponibilidad no coinciden con la ocupabilidad objetiva.
La tercera razón se basa en el sobreentendido de que la ocupación es un
elemento no directamente sensible a las políticas y que, si resulta necesario
realizar ajustes, es más sencillo hacerlo sobre las reglas económicas que rigen
el acceso y las cuantías de los derechos de pensión.
Apoyar estos estudios en la demografía de las edades sin entrar en un análisis
más riguroso no sería grave en una economía estable, pero la evolución
convulsa que ha sufrido el mercado de trabajo español desde el último cuarto
de siglo y la transformación del nivel formativo de los futuros trabajadores hace
que ignorar sus efectos laborales y productivos desvíe drásticamente cualquier
proyección.
Otro elemento que aconseja considerar de forma separada a los parados de los
ocupados es además de la cotización, la decisiva diferencia entre la producción
de los efectivamente ocupados, de un lado, y el coste económico de los
cubiertos por el seguro de desempleo y el coste individual y social de los que
no lo está, de otro.
De este modo, la proyección de la ocupación dará como producto
complementario una estimación de la dependencia económica entre ocupados
y no ocupados.
5.4. La dimensión generacional del trabajo de los varones
En el año 1964 la mitad de los varones ya trabajaban a la edad de 15
años. Para que la mitad de los mayores hubiesen dejado el empleo tenían que
alcanzar los 67 años de edad. Desde esta perspectiva, la vida laboral media
duraba 52 años. En 1994 las edades correspondientes eran 24 y 59 años.
Los 52 años de tres décadas atrás se habían reducido a 35. Respecto a esta
última duración transversal, los 17 años de disminución suponen la mitad de la
vida laboral actual.

Pero esta forma de entender la evolución de la vida laboral es engañosa. Los


que en 1994 alcanzan los 59 años de edad pertenecen a la quinta de 1935,
en la que la mayor parte empezó a trabajar a edades tempranas. El 50 por
ciento ya estaba ocupado, durante la difícil posguerra, antes de cumplir los 14
años y una cuarta parte trabajaba sin llegar a los 12 años. Por ello, el cálculo
transversal de su vida laboral les resta cuando menos 10 años respecto a
la evaluación longitudinal. Por otra parte, su temprana integración laboral
dificultó e incluso impidió su formación básica. Esas carencias se traducirían
medio siglo después en un serio obstáculo para ser muy productivos en
sus trabajos o para adaptarse a nuevos puestos con nuevos requerimientos de
cualificación, tal como exigía la modernización del sistema productivo.

Del mismo modo, la cohorte de los nacidos en 1984, que en 2004 alcanza –a
la edad de 20 años– el 50 por ciento de ocupación, es más que previsible que
no llegue a la mitad de su ocupación a los 59 años, como la que lo hacía en
1994, ni siquiera a la de 62 años, como lo hacen los de esa edad en 2004,
sino, muy probablemente, más tarde. Además su nutrida formación
profesional y universitaria les permitirá una flexibilidad laboral
incomparablemente mayor que la que poseían sus antecesores.

Visto en términos de dependencia masculina. La jornada media de los varones


en 1964 era de 51,7 horas a la semana y en 1994 la jornada semanal pasó a
ser de 19,1 horas. Desde este punto de vista se puede decir que el progreso
técnico y organizativo de la sociedad española ha liberado en gran medida del
trabajo a los varones. La mayor parte de esa “liberación” se produce entre 1974
y 1985 acompañando a la transición política.
Sería un error considerar que esos cambios representan tendencias estables y
no fenómenos transitorios que no sólo no continuarán en esa línea, sino que
probablemente cambiarán de sentido.
De la dedicación a la producción de los varones puede decirse algo muy
semejante. Si en 1994 trabajaban el 53,4% de los mayores de 15 años, en
2004 ya lo hacían el 62,6%. Tampoco esta evolución es extrapolable al futuro
por mucho que suponga un acercamiento a las economías del entorno.
5.5. Las dos biografías de la mujer en España
La clave de la tendencia fundamental al crecimiento de la ocupación estriba en
el aumento de la participación laboral de la mujer. Excluyendo a las
estudiantes, en 1994 trabajaban el 34,6% de las mujeres de 16 a 64 años de
edad y en 2004 lo hace el 52,8%.
La formación para el trabajo es un factor de participación laboral mucho más
importante entre las mujeres que entre los hombres.
Al final de la “etapa del desarrollo” (1969-74) fueron muchas las mujeres de
entre 30 y 50 años de edad las que se incorporaron al trabajo sin formación
profesional y casi la mitad de ellas por cuenta propia. Se integraron en puestos
especialmente vulnerables a la crisis posterior (1975-85).
Las jóvenes, durante ese periodo de crisis se dedicaron en gran medida a
formarse, adelantando a los varones en participación universitaria.
Cuando la crisis terminó, y los puestos de trabajo aumentaron, los empresarios,
con las administraciones públicas al frente, pudieron constatar el radical vuelco
de la estructura de cualificación por sexos. A partir de este momento la
trayectoria del empleo femenino ya nunca volvería al pasado.
A los puestos del segmento superior se llegaba a través de los estudios. Como
consecuencia de ello, una parte cada vez más importante del empleo femenino
era de alta cualificación.
Las protagonistas de esta segunda fase cumplían de 20 a 35 años durante el
quinquenio de 1984-1989 y tenían una biografía opuesta a la de sus
antecesoras. Retrasaban su incorporación laboral a la finalización de los
estudios, y posponían la formación de la familia, e incluso de la pareja, a la
consolidación profesional. Se incorporaban a puestos de trabajo de mayor
estabilidad empírica y no los abandonaban ni por el matrimonio ni por la
infrecuente y escasa maternidad posterior.
La mujer veía mejorar su posición relativa en el mercado de trabajo. En el
cuarto trimestre de 2004, los varones ocupados de 25 a 40 años tienen
estudios universitarios en un 21%, mientras que sus coetáneas del sexo
opuesto los tienen en un 35%. Entre 1994 y 2004 las ocupadas con formación
universitaria superior crecieron un 133%.
Entendiendo como moderno lo propio de las sociedad más avanzadas, la
estructura ocupacional de las mujeres es más moderna que la de los hombres.
En el cuarto trimestre de 2004 las mujeres son asalariadas en mayor
proporción que los varones, participan en mayor medida en el sector servicios,
su porcentaje de profesionales es sensiblemente superior y tienen formación
laboral en mayor proporción que los varones.
La baja ocupación femenina en España es una consecuencia del pasado,
quedando muchos años por delante para alcanzar la participación laboral de su
la mujer europea.
Síntesis final
1.- La valoración de las dificultades de solvencia financiera que afrontan los
sistemas de pensiones, en general, y el español, en particular, se ha
basado invariablemente en proyecciones demográficas que consideraban
básicamente las proporciones entre las edades activas y las de jubilación. Al
extrapolar los actuales comportamientos laborales de los mayores a
generaciones venideras, pronosticaban un rápido crecimiento de la
población jubilada y un consiguiente deterioro de la tasa de dependencia
de los pensionistas. Tales estimaciones de la dependencia parten, pues, del
supuesto de que las trayectorias laborales de los jubilados de hoy se
mantendrán constantes en el futuro. Sin embargo, este supuesto no encuentra
respaldo cuando se dividen por estudios las biografías de ocupación de las
cohortes de los españoles nacidos entre 1911-85.

2.- El análisis de las edades de incorporación al trabajo muestra, de forma


clara, comportamientos muy diferentes entre grupos de cohortes. Globalmente
se aprecia con claridad una pauta de retraso de la edad media
de incorporación al trabajo, sobre todo, a partir de las cohortes nacidas en
torno a la mitad del siglo XX. Sin embargo, dentro de cada nivel de estudios,
esas pautas se asemejan en todas las sucesivas cohortes de modo
sobresaliente. Por tanto, el retraso, antes aludido, se funda en la
composición por estudios de cada cohorte debido a que cuanto más elevado
es el nivel de estudios, tanto más tarde se registra el inicio del primer empleo.
En vista de estas importantes diferencias (de hasta 14 años entre los niveles
de estudios extremos), el establecimiento de una única edad de jubilación de
65 años para la obtención de una pensión completa resulta tan escasamente
razonable como injusta. La existencia de esa edad fija ha penalizado a
quienes, aun habiendo cotizado más años de los necesarios para la
consecución de una pensión completa (35 años), han perdido o abandonado
su empleo antes de los 65 años.

3.- La masiva expulsión del mercado de trabajo que sufrieron los varones
durante las crisis de empleo, en los años 1977-1985 y 1991-1994, les afectó
de manera que los licenciados universitarios no perdieron el empleo y los
menos cualificados fueron expulsados del trabajo de manera más intensa
y definitiva cuanto menor era su nivel formativo. Resulta evidente que la
educación protege de la expulsión del mercado de trabajo.

4.- En el caso de las mujeres, sus trayectorias de incremento de la ocupación


se caracterizan por la estabilidad en las crisis y el crecimiento durante las
fases favorables. Al analizar por niveles educativos, resulta muy notable la
semejanza de las trayectorias de las diferentes cohortes de cada nivel
(exceptuando el bachillerato superior como nivel de transición entre dos
espacios educativos). Por tanto, se puede afirmar que el cambio de
participación laboral de las mujeres es una consecuencia directa de su cambio
formativo. Respecto a la recuperación de la ocupación entre los varones y las
mujeres con estudios primarios, cabe observar que, al ser mucho más
numerosos los que salen del sistema productivo de puestos
descualificados que los que entran con bajos niveles de estudios, los parados
o inactivos de las edades intermedias cuentan con mayores posibilidades
de ocupar esos puestos.

5.- Lo que aquí se ha denominado ”vuelco formativo” ha consistido en un


impresionante aumento de los niveles educativos generales de las cohortes
nacidas a partir de 1950. En particular, las mujeres españolas, aunque partían
de niveles formativos más bajos que los varones, han efectuado un enorme
esfuerzo educativo, gracias al cual han aventajado en nivel de formación a sus
coetáneos. Como la actividad y, en mayor medida, la ocupación de las
mujeres depende de su nivel formativo, su vuelco educativo explica buena
parte del crecimiento de más de seis millones de ocupados entre 1994 y 2004.
El “vuelco formativo” reforzará la tendencia a retrasar la edad de abandono del
mercado de trabajo.

6.- Tomando como base la proyección demográfica del INE de 2001 se


plantean dos supuestos: en el primero se estudia exclusivamente el efecto
del vuelco formativo y en el segundo se extrapolan las trayectorias del último
quinquenio de las cohortes de cada nivel de estudios. Esta última se denomina
proyección hacia el pleno empleo. En ambos supuestos las mujeres
aumentarán su tasa de empleo durante la práctica totalidad de sus biografías
laborales, y entre los varones se producirá un cierto retraso de la edad de
abandono del trabajo. Su efecto en el nivel de dependencia total (cantidad de
”no ocupados” de todas las edades por cada ocupado) sería el siguiente: al
considerar únicamente la formación, se mantendría prácticamente estable a lo
largo de los próximos 25 años. En el supuesto hacia el pleno empleo la
dependencia total disminuiría de forma importante al bajar, en esos años, de
1,48 dependientes por ocupado a 1,01.

7.- La dependencia de los mayores crecería de 0,41 (dependiente mayor de 65


años por cada ocupado) en 2004, a 0,58 en 2030 si sólo consideramos el
cambio educativo, o a 0,48 si se cumple la proyección hacia el pleno empleo.
Estos cambios son mucho menores que los que se han venido produciendo,
por tanto, los resultados que pronostica la demografía formativa de la
ocupación parecen, pues, compensar los efectos más alarmantes de los
cambios demográficos previsibles.

8.- No obstante, sería imprudente fiar a esa evolución prevista la solución de


los problemas de viabilidad financiera del sistema español de pensiones.
Parece razonable crear incentivos institucionales para reforzar esas tendencias
hacia el pleno empleo y el alargamiento de las carreras laborales. En el área
de la política de pensiones, la priorización de los años que representan una
carrera contributiva completa (pasando a un segundo plano la edad legal de
jubilación) incentivaría el retraso de la jubilación entre quienes se hubieran
incorporado más tarde al empleo, al tiempo que supondría un avance en la
consecución de mayor justicia intergeneracional. En todo caso, parece
indispensable un esfuerzo para promover y dar soporte formativo al
mantenimiento de la ocupación de los mayores ya que es crucial porque serán
mayoría entre las edades activas en 2030.
9.- Desde la perspectiva de la acción política no podemos olvidar que los
abuelos jóvenes desempeñan en nuestros días tareas cruciales de
cuidado familiar que no podrían cubrir si se mantienen ocupados. Ante esta
carencia, puede que sea aún más difícil la formación de familias jóvenes, se
reduzca aún más la natalidad y que los más ancianos se encuentren con
problemas de atención y cuidado derivados de estados de dependencia física
grave.

10.- Para que el Estado pudiera asumir servicios de dependencia sería


necesario una mayor producción de la que el Estado poder extraer los
recursos necesarios para atenderla. Habría que trabajar más y ser más
productivos. Para ser colectivamente más ricos hay que ser capaces de crear
más riqueza.
SOCIOLOGÍA  DEL  TRABAJO  

RESUMEN  DEL  TEMA  6  

La  temporalidad:  ¿pacto  intergeneracional  o  imposición?  

       

El  profesor  Luis  Garrido  analiza  la  temporalidad  en  el  mercado  laboral  español  desde  la  
perspectiva  del  año  1995.  Un  mercado  laboral  cuyas  características  vienen  
condicionadas  principalmente  por  cuatro  hechos:  la  inercia  heredada  del  régimen  
franquista,  la  transición  política  a  la  democracia,  la  reconversión  estructural  impuesta  
por  la  crisis  de  1976-­‐85,  y  la  crisis  de  1992-­‐94.  

LAS  INERCIAS  DEL  PASADO  

     La  estructura  del  sistema  productivo  español  durante  el  franquismo  se  caracteriza  
tanto  por  la  descualificación  de  los  trabajadores  como  de  gran  parte  de  las  empresas.  
Los  trabajadores  no  disponían,  en  su  mayoría,  de  una  formación  profesional  adecuada,  
y  las  empresas  carecían  del  capital  organizativo  para  generar  una  tecnología  propia,  lo  
cual  significaba  una  notable  impotencia  para  competir  en  el  mercado  internacional.  La  
supervivencia  de  las  empresas  se  lograba  mediante  el  aislamiento  comercial  y  un  pacto  
social  implícito  que  aseguraba  la  estabilidad  en  el  empleo  a  cambio  de  la  renuncia  a  
derechos  laborales  básicos.  La  falta  de  productividad  se  compensaba  con  una  
organización  de  la  producción  intensiva  en  mano  de  obra.  

     A  la  apertura  exterior  de  la  economía  española  le  siguió  una  crisis  internacional,  y  la  
reconversión  sectorial,  social  y  organizativa  que  confluyó  con  la  transición  a  la  
democracia,  golpeó  duramente  a  la  ya  de  por  sí  poco  preparada  población  ocupada.  
Las  respuestas  a  la  crisis  tuvieron  que  esperar  hasta  los  Pactos  de  la  Moncloa  de  1977,  
y  cuando  en  1979  se  produjo  una  segunda  convulsión  en  los  precios  relativos  de  la  
energía,  la  caída  del  número  de  asalariados  y  de  empleadores  puso  en  evidencia  las  
debilidades  del  tejido  productivo  y  las  insuficiencias  en  el  cumplimiento  de  las  
reformas  propugnadas  en  los  pactos.  Los  trabajadores  que  perdieron  su  puesto  se  
vieron  compensados  por  las  altas  indemnizaciones  de  los  despidos,  aunque  esto  no  era  
suficiente  para  mitigar  el  daño  objetivo  y  la  frustración  del  desempleo.  Los  
empresarios,  por  su  parte,  aprendieron  a  temer  los  costes  del  despido  como  uno  de  los  
enemigos  de  su  propia  supervivencia.  Los  sindicatos  dedujeron  que  la  protección  de  
los  trabajadores  era  irrenunciable  pues  en  muchos  casos,  ante  la  incapacidad  para  
emigrar  o  reconvertirse,  el  desempleo  significaba  la  “muerte  laboral”  de  muchos  
trabajadores.  Nos  encontramos  pues,  ante  una  mortalidad  de  los  puestos  de  trabajo  
y  de  las  empresas  en  el  marco  de  un  espacio  productivo  notablemente  rígido.  

     Las  respuestas  que  la  sociedad  y  el  Estado  han  dado  a  la  regulación  del  mercado  de  
trabajo  parecen  altamente  condicionadas  por  la  experiencia  de  la  reconversión  
estructural  que  impuso  la  crisis  de  1976-­‐85.  En  las  sucesivas  legislaciones  se  ha  
actuado  fundamentalmente  sobre  la  entrada  en  el  trabajo  multiplicando  las  formas  de  
contratación,  pero  no  sobre  las  condiciones  del  despido  que  en  las  nuevas  
contrataciones  indefinidas  no  han  sufrido  apenas  modificación.  Se  ha  mantenido  la  
alternativa  entre  contratos  temporales  con  muy  escasos  derechos  y  unos  contratos  
indefinidos  que  se  blindan  progresivamente  con  la  antigüedad.  La  política  del  paro  y  de  
gestión  de  la  jubilación  ha  tenido  más  un  carácter  de  adaptación  económica  y  política  a  
las  convulsiones  laborales  y  a  la  inercia  de  la  mortalidad  de  puestos  y  empresas,  que  a  
una  dirección  ejecutiva  sobre  la  estructura  social  y  el  sistema  productivo.  

     En  1995  la  extensión  de  la  contratación  temporal  en  España  es  notoria.  

LOS  JÓVENES  Y  LOS  MAYORES  

     Durante  la  aguda  crisis  de  empleo  de  1976-­‐85  el  paro  juvenil  y,  sobre  todo,  el  del  
colectivo  que  buscaba  su  primer  empleo  creció  de  forma  vertiginosa  en  el  sector  
privado,  y  esto  generaba  una  imagen  de  bloqueo  en  la  inserción  laboral  de  los  jóvenes.  
Sin  embargo,  la  expulsión  de  los  mayores  de  la  ocupación  era  anterior  y  más  
continuada,  aunque  no  hubo  una  percepción  coherente  de  la  magnitud  del  problema.  
Solo  parecía  preocupar  su  reflejo  en  el  crecimiento  del  número  de  pensionistas.  Con  la  
recuperación  económica  de  1986-­‐91  los  jóvenes  recobran  parte  del  terreno  perdido  
mientras  los  mayores  siguen  descendiendo  su  proporción  de  ocupación,  y  la  llegada  de  
la  crisis  de  1992-­‐94  agrava  aún  más  la  situación  de  los  mayores  de  54  años.  Hoy  en  día  
(1995)  la  desocupación  del  grupo  de  edad  de  53  a  64  años  ha  alcanzado  el  47,1%  de  la  
que  7,5  puntos  pertenecen  al  paro,  mientras  que  el  39,6%  ha  pasado  a  la  inactividad.  
Pero  dicho  47%  de  no-­‐ocupación  no  se  distribuye  de  forma  homogénea  entre  todos  los  
varones  en  función  de  su  edad;  los  menos  cualificados  pierden  antes  su  trabajo  y  lo  
recuperan  con  mayor  dificultad.  Quienes  no  cursaron  estudios  están  fuera  de  la  
ocupación  en  un  61%  (72%  en  el  caso  de  los  analfabetos)  mientras  que  los      
universitarios  de  dicha  horquilla  de  edad  (53-­‐64  años)  el  78%  mantiene  su  ocupación;  
la  expulsión  de  los  mayores  se  ha  producido  asociada  a  su  escasa  cualificación.  Cuando  
se  comparan  las  ocupaciones  que  tenían  los  que  han  dejado  de  trabajar  con  los  que  
siguen  haciéndolo,  dentro  del  mismo  grupo  de  edad,  se  constata  que  los  puestos  de  
trabajo  también  requerían  menor  cualificación.  Cuando  la  transformación  social  y  
tecnológica  hace  desaparecer  los  puestos  de  menor  cualificación,  los  conocimientos  y  
hábitos  adquiridos  no  sirven  de  base  para  las  nuevas  cualificaciones  necesarias.  

     Las  mayores  proporciones  de  temporalidad  afectan  obviamente  a  los  jóvenes  


(superiores  al  30%  hasta  los  35  años)  y  hasta  los  55  años  en  el  caso  de  las  mujeres,  en  
cuyo  caso  no  está  asociada  a  la  entrada  y  salida  del  empleo  sino  de  la  actividad.  Pero  a  
pesar  de  que  las  diferencias  por  edad  siguen  siendo  decisivas,  la  temporalidad  entre  
los  adultos  ha  crecido  de  forma  apreciable.  

TEMPORALIDAD  CONTRACTUAL  Y  EMPÍRICA.  LAS  DOS  FASES  

     Existen  dos  tipos  de  estabilidades  en  el  puesto  de  trabajo  que  no  son  iguales  y  no  
tienen  por  qué  ir  unidas.  Por  una  parte  está  la  estabilidad  contractual,  que  se  define  
por  la  división  entre  los  contratos  indefinidos  y  todos  los  demás.  Por  otra,  la  
estabilidad  conjunta  de  los  puestos  y  las  personas  que  los  ocupan,  la  estabilidad  
empírica,  que  se  define  por  la  antigüedad  en  el  puesto  de  los  trabajadores,  ya  que  esta  
permanencia  en  el  mismo  puesto  implica  a  la  vez  continuidad  del  puesto  y  del  
trabajador,  y  consecuentemente  la  estabilidad  de  ese  empleo.  

     La  estabilidad  contractual  y  la  empírica  entre  los  varones  asalariados  del  sector  
privado  ha  tenido  dos  fases  diferenciadas:  la  primera  desde  1986  a  1991,  y  la  segunda  
de  1992  a  1995.  En  la  primera  fase  la  proporción  de  contratos  temporales  se  duplica  y  
la  temporalidad  empírica  se  distancia  progresivamente  de  la  contractual  hasta  el  
cuarto  trimestre  de  1991.  A  partir  del  tercer  trimestre  de  1991  la  contractual  se  
estabiliza  en  torno  al  38%  hasta  el  primer  trimestre  de  1994,  período  en  el  que  la  
temporalidad  empírica  presenta  un  comportamiento  cíclico  en  respuesta  a  la  
estacionalidad  de  la  variación  del  empleo.  Pero  el  saldo  total,  sobre  todo  a  partir  del  
segundo  trimestre  de  1993  es  de  un  notable  crecimiento  de  la  temporalidad  empírica,  
lo  que  unido  al  relativo  estancamiento  de  la  temporalidad  contractual  compensa  la  
progresiva  separación  de  la  fase  anterior.  

     Si  observamos  otro  planteamiento  de  la  temporalidad  que  no  atiende  a  la  
antigüedad,  como  es  la  proporción  de  asalariados  que  estando  contratados  
temporalmente  en  la  fecha  inicial  continúan  trabajando  (en  esos  puestos  o  en  otros)  
y  cuyo  porcentaje  se  sitúa  en  torno  al  80%  durante  todo  el  período,  y  lo  combinamos  
con  la  extraordinaria  variación  de  la  temporalidad,  podemos  apuntar  que  el  
crecimiento  de  la  rotación  lo  es  de  los  mismos  trabajadores.  A  partir  del  decreto  de  
1992  se  estabiliza  la  proporción  de  la  contratación  temporal  alrededor  del  40%.  Pero  la  
proporción  de  asalariados  del  sector  privado  que  tiene  una  antigüedad  menor  de  un  
año  pasa  del  27%  al  41%  en  1995.  

LA  ADAPTACIÓN  EMPRESARIAL  A  LA  TEMPORALIDAD  

     A  partir  de  otoño  de  1991,  durante  una  profunda  crisis  de  empleo,  el  empleo  con  
contrato  fijo  disminuye  durante  un  semestre  en  320  mil  asalariados  mientras  que  el  
número  de  temporales  permanece  estable.  Y  cuando  en  1992  cambian  las  condiciones  
de  acceso  al  seguro  de  desempleo,  los  empresarios  tienen  sobre  sí  el  creciente  coste  
de  los  despidos  que  sigue  siendo  de  trabajadores  con  contrato  indefinido  y  largas  
antigüedades.  La  constante  legislación  laboral  desde  1992  y  las  expectativas  de  un  
posible  cambio  de  gobierno  desde  1993,  impulsan  a  los  empresarios  a  invertir  en  
capital  fijo  y  a  posponer  la  contratación  de  personal  o  efectuarla  en  condiciones  de  
mayor  temporalidad  empírica  en  espera  de  mejores  oportunidades  para  el  despido;  los  
empresarios  huyen  de  la  antigüedad  como  de  una  grave  enfermedad.  Se  supone  que  
un  empleador  no  despide  a  un  trabajador  que  cumpla  con  sus  tareas  salvo  que  la  
empresa  vaya  mal,  pero  como  los  empresarios  temen  una  acumulación  de  derechos  
por  parte  del  trabajador,  la  solución  drástica  pasa  por  despedir  cada  seis  meses  
desplazando  los  costes  a  las  situaciones  fáciles  para  la  empresa.  Es  por  esta  razón  que  
se  puede  observar  en  el  mercado  de  trabajo  español  de  1995  una  creciente  
temporalidad  empírica  que  no  parece  razonable  atribuir  a  la  estructura  productiva.  

     En  relación  con  el  aumento  de  la  rotación  se  pueden  nombrar  varios  componentes  
institucionales.  El  primero  es  la  estructuración  de  la  reforma  laboral,  que  para  
favorecer  la  contratación  indefinida  prohíbe  las  prórrogas  de  las  contrataciones  
temporales,  lo  cual  puede  hacer  preferible  el  despido  del  trabajador  antes  de  hacerlo  
indefinido.  Otro  factor  son  las  erráticas  respuestas  judiciales  a  la  ambigüedad  de  la  
legislación  sobre  despido  por  causas  económicas.  Por  último,  y  no  menos  importante,  
se  podría  citar  las  posturas  de  las  asesorías  laborales,  en  las  cuales  delegan  muchos  
empleadores  dado  la  complejidad  de  la  legislación  laboral.  Dichas  asesorías  tenderían  
a  priorizar  el  cumplimiento  de  la  ley  sin  considerar  los  costes  que  genera  despedir  a  
trabajadores  productivos.  

LA  CONTRATACIÓN  TEMPORAL  COMO  PACTO  INTERGENERACIONAL  IMPLÍCITO  

     Las  importantes  disminuciones  de  la  ocupación  de  los  jóvenes  y  los  mayores  (junto  
con  la  desaparición  del  trabajo  infantil  y  del  empleo  asalariado  de  los  ancianos)  se  
han  visto  cubiertas  por  el  estado  a  través  de  la  enseñanza  y  las  pensiones.  Las  
prestaciones  por  desempleo  las  disfrutan  ambos  colectivos  pero  favorecen  en  mayor  
medida  a  los  que  tienen  más  edad.  Es  indicativo  que  la  primera  huelga  general  se  
convocase  en  relación  a  la  reforma  de  las  pensiones,  y  la  segunda  como  protesta  por  el  
plan  de  empleo  juvenil,  cuyo  contenido  exacto  no  se  hizo  público.  

     Aunque  la  reforma  de  las  pensiones  limitó  la  vía  de  acceso  y  las  cuantías,  su  
aplicación  hizo  crecer  el  número  de  pensionistas  y  el  gasto  público,  por  lo  cual  se  han  
convertido  en  un  arma  electoral  letal.  Sin  embargo  las  condiciones  de  estabilidad  y  
calidad  del  empleo  juvenil  no  mejoraron  aunque  se  consiguiese  la  extensión  a  los  
jóvenes  de  la  cobertura  por  desempleo.  No  obstante,  cuando  se  planteó  el  plan  de  
empleo  juvenil,  la  inserción  de  los  jóvenes  se  había  desbloqueado  por  la  acción  de  la  
recuperación  económica  y  el  crecimiento  de  la  contratación  temporal.  

     A  pesar  de  la  alta  rotación,  los  despidos  crecen  en  relación  con  las  finalizaciones  de  
contratos,  y  la  nueva  normativa    de  las  prestaciones  por  desempleo  que  favorece  a  los  
mayores  los  coloca  como  más  probables  candidatos  al  despido.  Entre  1991  y  1993  se  
duplicó  la  proporción  de  aquellos  que  se  acogen  a  la  cobertura  por  desempleo  
provenientes  de  los  expedientes  de  regulación  de  empleo  (ERE).  Este  hecho  muestra  
que  la  gran  diferencia  entre  la  productividad  de  ambos  colectivos  compensa  a  los  
empresarios  de  los  costes  de  rescisión.    

     Son  numerosos  los  efectos  no  deseables  de  la  rotación  con  estancias  breves  en  los  
puestos.  En  primer  lugar  están  los  efectos  adversos  en  la  eficiencia,  tanto  del  sistema  
productivo  como  de  la  alteración  del  mercado  de  trabajo,  pues  la  rotación  solo  es  
indiferente  en  los  puestos  de  baja  cualificación,  en  el  resto  conlleva  disminuciones  de  
la  productividad  e  interferencias  en  la  fijación  de  los  salarios.  Entre  los  individuales  se  
puede  destacar  la  incertidumbre  y  el  desánimo  de  los  trabajadores  que  se  ven  
imposibilitados  para  identificarse  con  sus  tareas  y  planificar  sus  vidas.  Otro  efecto  es  la  
dilapidación  de  las  capacidades  genéricas  obtenidas  en  la  formación  de  base  y  de  las  
específicas  de  la  experiencia  laboral  concreta.    

     Menor  rendimiento  del  capital  humano,  aumento  de  la  rigidez  del  mercado  laboral  
(que  se  acomoda  a  situaciones  de  paro  masivo)  y  creciente  segmentación  de  los  
ocupados  parecen  causas  suficientes  para  generar  una  respuesta  social  amplia.  Pero  al  
parecer  la  sociedad  consiente  que  se  produzca  tal  desigualdad  entre  unos  y  otros  
trabajadores.  Una  posible  respuesta  la  encontramos  en  la  interpretación  generacional  
del  fenómeno.  Los  jóvenes  gozan  de  una  mejor  formación  y  mayor  flexibilidad  que  los  
mayores,  así  para  equilibrar  las  diferencias  se  reducen  los  derechos  de  estabilidad  de  
los  nuevos  empleados  y  se  protege  a  los  trabajadores  más  desfavorecidos  en  
proporción  a  la  diferencia  entre  ambos  grupos.  Si  con  estas  condiciones  de  empleados  
jóvenes  rotando  en  los  puestos  de  trabajo  y  trabajadores  mayores  sobreprotegidos  se  
ha  producido  un  desplazamiento  mayor  de  estos  últimos  ¿qué  hubiera  sido  de  ellos  sin  
la  sobreprotección  de  su  seguro  de  antigüedad?  Por  lo  tanto,  se  puede  hablar  de  un  
pacto  entre  las  generaciones  que  mantiene  los  derechos  de  estabilidad  de  los  
trabajadores  mayores  mientras  se  les  niega  a  los  jóvenes  para  aminorar  el  ritmo  de  
desplazamiento  de  sus  antecesores.  También  se  puede  formular  esta  idea  mediante  el  
concepto  de  “preferencia  revelada”  sobre  la  distribución  de  los  derechos  en  que  la  
sociedad  admitiría  dicha  desigualdad:  a  la  mala  fortuna  de  haberse  incorporado  al  
mercado  laboral  en  momentos  especialmente  difíciles,  le  corresponde  la  ventaja  de  
vivir  en  un  país  con  unas  condiciones  políticas,  económicas  y  culturales  mucho  mejores  
que  los  que  ahora  gozan  de  una  mejor  posición  laboral.  Aunque  esta  clase  de  
formulaciones  son  ambiguas  y  etéreas,  habría  que  definir  los  actores  de  este  
fenómeno  o  comportamiento.  En  principio  el  escenario  en  el  que  actúan  cuenta  con  
tres  ámbitos  diferentes:  el  político,  el  de  los  agentes  sociales  y  el  familiar.    

     En  el  ámbito  político  el  campo  preferente  es  el  electoral,  en  el  que  no  es  
imprescindible  una  organización  concreta  para  defender  los  intereses,  y  los  jubilados  
pueden  hacer  valer  sus  preferencias  contando  con  el  pragmatismo  que  imprime  la  
edad.  Entre  los  jóvenes  se  da  un  menor  pragmatismo  y  una  mayor  indefinición  de  sus  
intereses,  y  en  este  sentido  la  abstención  o  el  voto  contra  el  gobierno  no  son  armas  
electorales  eficientes.  Entre  los  empresarios  es  minoritaria  la  presencia  de  jóvenes,  y  
en  los  sindicatos  tienen  mayor  peso  el  sector  público,  los  trabajadores  fijos,  las  grandes  
empresas  y  los  adultos.  En  estas  condiciones  es  difícil  que  los  jóvenes  tengan  una  
representación  eficiente  y  tras  la  huelga  de  1988,  gobierno,  empresarios  y  sindicatos  
fueron  agentes  de  un  pacto  que  respondía  a  los  intereses  de  los  negociadores.  
Entonces  ¿por  qué  toleran  los  jóvenes  semejante  pacto?  La  respuesta  seguramente  
haya  que  buscarla  en  el  ámbito  familiar.  

     La  aceptación  social  de  las  decisiones  públicas  se  produce  en  el  seno  de  las  familias;  
es  el  ámbito  donde  se  dirimen  la  organización  y  la  distribución  de  las  dedicaciones  
vitales  como  la  prolongación  de  los  estudios  de  los  hijos  mayores,  la  necesidad  de  
sueldos  complementarios  etc.  La  coexistencia  familiar  es  la  condición  de  posibilidad  de  
la  consolidación  de  esos  pactos  que  se  producen  en  el  espacio  público.  Se  puede  decir  
que  los  jóvenes  aceptan    o  intercambian  unas  condiciones  laborales  desfavorables  o  
aplazadas  por  la  tolerancia  de  la  familia  y  su  preparación  mediante  los  estudios  para  
una  vida  laboral  adulta.  Se  produce  una  relativa  digestión  familiar  de  la  imposición  de  
los  pactos  exteriores;  el  grueso  de  los  recursos  en  forma  de  rentas  va  a  parar  a  los  
mayores,  mientras  los  menores  reciben  servicios  familiares  y  formación  estatal.  La  
competencia  laboral  se  equilibra  por  sexo  y  se  desequilibra  por  edad.  Estudios  
efectuados  y  regresiones  logísticas  muestran  cómo  el  componente  generacional  es  un  
determinante  primordial  en  las  diferentes  probabilidades  de  tener  un  contrato  
temporal.    
     En  estas  condiciones  se  puede  concluir  que  el  pacto  impuesto  por  el  espacio  
público  se  resuelve  en  el  ámbito  familiar  con  un  reparto  desigual  de  la  temporalidad  
cuya  componente  básica  es  la  generacional.  

       

       

       

 
 
Tema 7 – BIOGRAFÍAS LABORALES POR SEXO Y NIVEL DE ESTUDIOS.

1. LAS TRAYECTORIAS DE OCUPACIÓN EN UN CUARTO DE SIGLO.

El estudio de Luis Garrido Medina se basa en la posibilidad de que las trayectorias longitudinales
de la ocupación presenten unas configuraciones con regularidades que permitan su utilización
como instrumentos de pronóstico del futuro comportamiento laboral de las cohortes.

Lo que define que el sistema productivo pueda mantener las formas básicas del Sistema de
1  
Seguridad Social es la proporción de población que está ocupada en dicho sistema productivo.
(La variable fundamental es la tasa absoluta de ocupación (TAO), también denominada por
algunos autores “tasa de empleo”, que es la cantidad de ocupados dividida por la población. Si
hablamos de grupos de sexo y edad, será en cada caso la proporción de los ocupados de cada
grupo de sexo y edad, respecto a la totalidad de los miembros de ese grupo.).

Cuantas más necesidades cubra la SS, mayor tendrá que ser la proporción, intensidad y la
productividad de los que trabajan. Además de trabajar más, hay que hacerlo en el mercado (y no
en la familia).

El periodo estudiado consta de 113 ciclos trimestrales de la Encuesta de Población Activa (EPA) y
va desde el 3º trimestre de 1976 al 3º de 2004. Eso significa que estamos hablando del orden de
17 millones de entrevistas diferentes a personas con 16 o más años de edad.

La EPA es una fuente estadística de primer orden, por su tamaño, continuidad y calidad de la
información. Dos aspectos positivos para los fines aquí perseguidos:

- La información se obtiene en el momento en que se producen los hechos a estudiar y no


de forma retrospectiva. (El hecho de que la información retrospectiva que se puede obtener
es escasa, es a la vez negativo ya que nos impide extraer la evolución longitudinal de las
generaciones).
- La mortalidad o los cambios de situación no sesgan la muestra ni la interpretación de los
hechos por los informantes.

1.1 El método de las cohortes ficticias.

Dado que no se tienen todos los datos retrospectivos, se recurre al método de las cohortes
“ficticias”. De esta forma es posible el estudio de las generaciones de ocupados atendiendo a las
características estables.

Este método consiste en observar los cambios (por ejemplo anuales) de los colectivos que son
delimitables por variables que permanecen invariables para cada individuo a lo largo del tiempo.
El año de nacimiento es una característica estable para cada persona. Si queremos observar la
tasa de ocupación de los nacidos en 1950, desde 1976 a 2004 no nos queda otro remedio que
utilizar cohortes ficticias, puesto que los entrevistados a lo largo de el periodo indicado no son las
mismas personas, pero son personas que representan al colectivo ya que nacieron en 1950. Este
método es más fiable que utilizar encuestas retrospectivas puesto que la memoria de las
personas tiene poca precisión.
 
Este estudio hace previsiones hasta 2030 respondiendo a las alarmas demográficas pero aclara
que no es razonable hacer previsiones lejanas manteniendo estable la tasa de salarización. (este
estudio es de 2005 y no sabían la que se nos venía encima)

Este estudio utiliza la definición de jubilación objetiva del colectivo y no la jubilación convencional.
Aquélla computa la desocupación como equivalente a la jubilación a partir de edades avanzadas.
Las formas de desocupación de los varones en edades próximas a la jubilación son
prácticamente equivalentes, tanto desde la perspectiva del gasto (seguro de paro, pensiones por
incapacidad laboral y otras), como de la merma de ingresos de la SS. 2  

1.2 Las cohortes de varones

(Gráfico 4.1)

En este tipo de representación la superposición de las trayectorias implica estabilidad ya que las
cohortes superpuestas han seguido una trayectoria igual en el margen de las edades en el que
sus curvas coinciden. En otras palabras, los valores de la tasa de ocupación de la cohorte
siguiente coinciden con los del anterior. Éste es el caso de la época anterior a 1976 en que las
trayectorias son estables, son rectas de tramos de 5 años superpuestas en todo el margen de
edades que va de los 30 a los 50. Además la ocupación es prácticamente total. Esto se explica
debido a que en este periodo los estudios apenas tenían incidencia directa sobre el nivel de
ocupación. No cabía otra opción para los varones adultos que trabajar o emigrar.

Por el contrario, la presencia distintiva de las cohortes indica que su participación laboral a esa
edad ha sido diferente que la de las demás. El mundo uniforme del cual se hablaba en el
apartado anterior se quiebra con la crisis del 73 y se agrava en el 79 con la segunda explosión de
precios de la energía. A partir de 1980 las trayectorias se entrecruzan mostrando que las
convulsiones del mercado de trabajo golpean a cada cohorte a diferentes edades.

A destacar:

- Coincidencia de los pares de cohortes de 1931-35 y 1941-45 no sucesivas en largos


periodos. Ambas sufren una disminución del empleo muy semejante a partir de 1975, año
en el que partían las dos del pleno empleo. Al cumplir los 45-49 años (la cohorte más
mayor en 1980 y la cohorte más joven en 1990) las dos cohortes siguen trayectorias
descendentes y coincidentes hasta que cumplen 55-59 años. Que las cohortes en la
misma fase vital coincidan en tramos que distan 10 años se puede interpretar por el efecto
combinado de las dos crisis de empleo.
Una utilización de interés de estas coincidencias es la posibilidad de hacer proyecciones.
Si fuese esperable la continuación de los citados ciclos de 10 años, entonces el periodo
2002-04 debiera haber producido una fase recesiva, pero lo que ocurrió fue todo lo
contrario.

La oscilación de bajada irreversible.

Es característica la oscilación del 90 al 80 por ciento de la ocupación, siguiendo los ciclos


económicos, en todo el margen central de edades de la participación laboral. Eso expresa la
salida prácticamente irreversible de un 10% de la población ocupada de todas las cohortes.
 
Si comparamos las 4 cohortes de nacidos en 1906-10, 1911-15, 1916-20, 1921-25 se da una
caída en la ocupación de cada una respecto a la anterior del 10%. Ello supone un adelanto de la
jubilación (como aquí es entendida) entre la primera y última cohorte de 2,5 años.

Si consideramos el final de la salida de la ocupación (cuando ya sólo trabaja el 10% de cada


cohorte), entre la cohorte de los nacidos en 1896-1900 y los de 1916-20, se produce un adelanto
de algo más de 10 años.

Yendo al otro extremo de la biografía laboral, a medida que las edades jóvenes se dedican de un 3  
modo más general a los estudios, los que abandonan antes son más vulnerables a las dificultades
de incorporación al trabajo. Cuanto más alta sea la proporción de jóvenes que permanecen en el
sistema educativo, serán peores las condiciones personales y sociales de los que lo dejan en
comparación con los que siguen. La temporalidad interviene aumentando el espacio laboral
sometido a la competencia directa, y la abundancia de titulaciones perjudica a los que han dejado
antes sus estudios.

Otro elemento que refuerza este proceso es la disminución de los puestos de baja cualificación.

La cohorte que capta los efectos de las dos crisis del empleo en la España del último cuarto de
siglo, es la de los nacidos en 1946-50. Al observar las oscilaciones de las Tasas de Ocupación
(TAO) desde 1977 se comprueba que los crecimientos de la ocupación masculina en las fases
favorables del ciclo nunca han conseguido recuperar totalmente los descensos de las crisis.

Siguiendo con la cohorte 1946-50, se observa otra conclusión y es la expulsión del mercado de
una parte importante de la citada cohorte en las edades centrales de la biografía laboral
masculina.

La reversibilidad de la anticipación.

El tema central del análisis es la salida definitiva de la ocupación. La cohorte nacida de 1926-30
es la primera que sigue la pauta que posteriormente se convierte en relativamente estable para
todo el tramo vital que va de los 51-55 años de edad hasta la jubilación completa a los 70-74.

En ella, los efectos de expulsión en buena parte irreversibles se mezclan con la


institucionalización y generalización de la jubilación, de modo que resulta especialmente
complicado distinguir las dos componentes de un proceso que ha hecho disminuir de una manera
drástica la tasa de ocupación de los españoles. La división por niveles de estudios ayudará a
dilucidar la importancia relativa de cada uno de los procesos.

Que la salida de la ocupación sea irreversible no es discernible en términos de decisiones


personales. Tampoco se resuelve analizando por separado las alternativas de paro, incapacidad y
jubilación ya que en muchas ocasiones, un mismo tipo de situación de desocupación, se puede
convertir en paro, o en incapacidad, o en jubilación por diversos factores de los que no se excluye
la misma legislación.

La reversibilidad de este proceso de anticipación pasa a ser, de este modo, uno de las cuestiones
claves de la prospectiva de la ocupación. ¿Son recuperables las tasas de ocupación superiores al
95% que eran típicas de la práctica totalidad de la fase central (25-59 años) de la carrera laboral
de los varones hace un cuarto de siglo?
 
- La disminución del tamaño de las cohortes fomenta el crecimiento de las tasas de
ocupación de los varones españoles. Si la demanda de trabajadores se mantiene o crece y
la oferta disminuye, significa que aumenta el nivel de ocupación. Ello repercute en una
disminución del paro, sobre todo el juvenil. La masiva inmigración que se registra desde la
segunda mitad de los 90 cubre la carencia de jóvenes sobre todo con bajo nivel formativo.
- La elevación de la ocupación y la disminución del paro fomentan la incorporación de
nuevos miembros a la población activa.
- Las cohortes que se incorporan al mercado de trabajo lo hacen más temprano, se casan
4  
antes, tienen más hijos y su consolidación laboral es más estable.
- Las generaciones mayores se ven menos presionadas para abandonar el trabajo.

1.3 La biografía de los varones por niveles de estudios.

A la hora de explicar la evolución del empleo suele priorizarse la influencia del sistema productivo
sobre la estructura formativa. Las crisis de empleo consistían básicamente en la eliminación de
los puestos de trabajo de baja productividad e ineficaces y eran asediados por la presión social,
sindical y política. Esas presiones son las que expulsaban del espacio a las edades avanzadas en
las que predominaba una formación insuficiente con la consecuente rigidez para la recualificación.

El nivel de ocupación depende de un modo básico del nivel educativo. Esta dependencia contiene
de forma implícita un cierto grado de desplazamiento de los menos formados por parte de los más
cualificados.

La división por estudios permite entender esa combinación de factores que han intervenido en la
configuración de la salida de la ocupación.

LOS VARONES QUE NO SABEN LEER.

La evolución longitudinal de la ocupación del grupo de los analfabetos es significativa por dos
motivos:

- Su presencia en las cohortes que ya se han jubilado es superior a la que suman los
jubilados de todas las enseñanzas laborales juntas.
- Efecto que tiene la carencia de conocimientos en un mundo productivo en transformación.

La cohorte de 1936-40 o antes contiene una importante presencia de varones que no saben leer.
La TAO en la parte central de la trayectoria laboral en los años 70 está por encima del 70%. Tanto
si en ese grupo se han contabilizado otras limitaciones, básicamente deficiencias mentales, como
si tenemos en cuenta de que en los años de los que estamos hablando hay una tasa media de
ocupación del 95%, se puede afirmar que en los últimos años 70 la participación laboral de los
analfabetos era más que mayoritaria.

La forma en que serán expulsados del mercado de trabajo es indicativa de la vulnerabilidad de


sus posiciones. Esa debilidad era con seguridad una combinación de la escasa productividad de
sus puestos, de la reducida organización de las empresas en las que trabajaban (jornaleros en la
agricultura y peones en la construcción) y de la incapacidad personal para cambiar de tareas.

Se puede observar en las 6 cohortes entre 1911 y 1940 (escogidas por ser las que contiene más
analfabetos) que cuanto más mayores son sus miembros al empezar la crisis en 1976, menor es
su resistencia a la salida del empleo. Cuando el descenso empieza, todo lo que consiguen las
 
fases favorables del ciclo es frenarlo. Prácticamente no se detectan recuperaciones. Las
expulsiones del trabajo se convierten en definitivas para la mayoría.

Mieentras que la media de todos los ocupados perdía el 11% en el embate de la crisis 1976-85,
antes de acercarse a la edad de jubilación, el colectivo que nos ocupa pierden entre el 20 y el
30%. De forma más clara que el resto del colectivo, esa pérdida no la recuperan, lo que se puede
interpretar como una jubilación más que anticipada. Podríamos hablar de una incapacidad laboral
formativa.
5  
LOS QUE SABEN LEER, PERO NO TERMINARON LA PRIMARIA.

En 2004 el contingente de varones que no acabaron la primaria son 500.000 respecto a los más
de 12 millones en total entre 16 y 64 años.

Al preguntarnos si la situación del mercado tratará a este colectivo del mismo modo en el que las
crisis de 1976-85 y de 1990-94 trataron a los analfabetos, la respuesta es alentadora si
observamos la trayectoria de la cohorte de 1951-55. En la fase alcista 1995-2002 ha recuperado
la ocupación a pesar de ser sólo el 7%. En las cohortes anteriores los márgenes de integración
han ido en disminución confirmando la progresiva desaparición de puestos para los que no tenían
estudios.

LOS ESTUDIOS PRIMARIOS TERMINADOS Y LA EGB2

En los últimos años… (alrededor de 2004) se aprecia un adelanto biográfico en la incorporación


laboral, que es síntoma de bonanza de la economía. Pero se observa también que aun así no hay
plena ocupación.

Efecto de la competencia sobre los varones de menos estudios: si los estudios miden el valor
relativo de los trabajadores, el mercado responderá con precios relativos. Al jubilarse las
generaciones con niveles inferiores de estudios, los que pasan a ser los “últimos” es probable que
sufran una expulsión semejante a la que les tocó a sus predecesores.

La observación conjunta de los tres niveles de estudios analizados y los dos siguientes evidencia
que a medida que se avanza hacia niveles más altos, disminuyen a la vez la sensibilidad a las
crisis y la proporción de no-ocupados.

Si tomamos la cohorte 1966-70, la que sufrió en la juventud la crisis de mediados de los 80, están
sin empleo el 90% de los analfabetos, el 60% de los que no tenían estudios, el 40% los que sólo
tenían estudios primarios, el 30% de los bachilleres. Cuando llega el 2000 los bachilleres tienen
un 90% de ocupación, los que tienen estudios primarios un 80% y los que no tienen estudios no
llegan a un 70%.

Parece claro que los cambios en la estructura ocupacional que se han resuelto como crisis de
empleo han constituido una verdadera “reconversión de las ocupaciones” expulsando a los
trabajadores en proporción inversa a su cualificación.

Se observa una anticipación de la integración laboral de los jóvenes en la primera mitad del 2000
de los niveles bajos en formación.
 
LA FORMACIÓN LABORAL MASCULINA

La trayectoria de los varones con estudios superiores es relativamente independiente de los que
no los tienen. A pesar del comportamiento cíclico de la ocupación, los efectos son tan claramente
decrecientes al aumentar el nivel de estudios, que en los universitarios superiores son
inapreciables para todas las cohortes en el tramo central de la trayectoria laboral (34-55).

A partir del 87 se pueden observar las trayectorias de los que cursaron FP1(se considera
obligatoria) y los que cursaron BUP o equivalente. Pues bien, la integración de los que hicieron
6  
FP1 es superior a los de BUP. Esta tendencia parece indicar que la formación profesional apunta
a liberarse de su dimensión de estudios “de segunda”, y que la especialización permite una
inserción mas temprana y eficiente.

Proceso de salida de la ocupación: los cambios legislativos y de protección afectan escasamente


a las cohortes de universitarios. Su reducida presencia y su posición favorable les protege
respecto a otros trabajadores. Otra explicación es su mayoritaria integración en el sector público.
Los aspectos distintivos de los universitarios son su alto nivel de ocupación, su indiferencia
relativa a las crisis de empleo y la estabilidad de sus pautas de salida de la ocupación. Los que
han cursado FP comparten cada vez más estos rasgos, aunque el porcentaje en las cohortes
jubiladas hasta 2004 es pequeño para precisar su estabilidad al jubilarse.

1.4 La creciente participación laboral de la mujer

Hasta 1977, el comportamiento de la ocupación tanto en varones como en mujeres sigue una
pauta biográfica estable. Es decir, lo que determina la situación de cada cohorte es la edad
porque cada una sigue la pauta de la que la precedió. Después de este momento, ninguna
cohorte posterior seguiría ya una trayectoria con esa configuración.

En el modelo tradicional, la participación laboral de las mujeres dependía sobre todo de la


situación familiar. La trayectoria tradicional de la cohorte 1946-50 y las anteriores a ésta siguen
casi el mismo itinerario laboral. Sin embargo, todas las posteriores cambian la pauta de una forma
progresiva.

Analizamos las curvas de tiempo de 1977, 1984 y la década 1994-2004.

- Curva de tiempo de 1977. Modelo tradicional: cohorte 1946-50 y anteriores. La


participación de estas mujeres depende de su situación familiar (las posteriores
dependerán de su nivel formativo). Las jóvenes (sin estudios en casi la totalidad de la
cohorte), empezaban a trabajar en la segunda infancia o en la adolescencia y presentaban
tasas de ocupación supriores al 60%. A partir de los 22 años, el matrimonio y la maternidad
retiraba del trajo a 2 de cada 3 antes de los 30 años. Una vez que los hijos estaban
crecidos, sólo volverían a trabajar 1 de cada 4 de las que se habían ido. Desde los 35 la
TAO era aproximadamente del 25%.
- Curva de tiempo de 1984. Marca mínimos en la ocupación de las maduras. En la fase
favorable 1986-1991, todas las cohortes más jóvenes que la de 1941-45 cambian de
trayectoria respecto a las anteriores para incrementar de forma apreciable su ocupación.
- La fase más significativa de la trayectoria longitudinal de las mujeres es la que abarca el
año 1994 y el 2004. Se combinan en esta época dos factores. Ambos están relacionados
con el vuelco formativo de las mujeres. Por una parte la prioridad que dan a la formación, y
los resultados académicos superiores a los de los varones, posponen y problematizan la
 
formación de parejas. Y por otra, mejor inserción laboral de las que tienen formación
laboral estabiliza su ocupación al margen des su dedicación familiar. La ocupación tiene
una relación directa con el nivel de estudios. Cuanto más joven es la cohorte más
importante es el incremento de la ocupación. La tendencia es estabilidad en las crisis y
crecimiento en las recuperaciones del empleo. La tasa de ocupación de las mujeres ha
crecido en 10 años (1994-2004) un 62,4%.

1.5 Las cohortes de mujeres por niveles de estudios


7  
LAS QUE NO TIENEN ESTUDIOS

Gracias a otras fuentes consultadas se comprueba que las cohortes más antiguas de analfabetas
trabajaron en mayor medida en su juventud que las que están representadas en este tema.

Durante los 28 años aquí analizados (1976-2004) la participación de las analfabetas ha sido muy
escasa.

Este colectivo es importante (24% de las mujeres) en la cohorte de la guerra (nacidas en 1936-40.
Sólo 4 cohortes después, para las nacidas en 1956-60, no llega a un 4%. La ocupación de la
cohorte de la guerra tiene una salida del trabajo acelerada a partir de la edad de 47-51 años que
no se recupera con la bonanza económica de finales de los 90 en adelante. De aquí que se
deduce que la estabilidad laboral no favorece a las mujeres sin estudios. Esto mismo se puede
aplicar a la cohortes sin estudios más jóvenes. Las mujeres sin estudios no son las protagonistas
del crecimiento de la ocupación de la mitad femenina.

LAS QUE TIENEN ESTUDIOS BÁSICOS.

Lo que se entiende por aprendizaje reglado básico se ha ido desplazando con el tiempo. Los
efectos sociales y laborales que se daban con la enseñanza primaria se han ido trasladando
primero a la EGB y luego a la ESO.

Las mujeres con estudios primarios que pertenecen a cohortes anteriores a la de 1946-50 tienen
una biografía laboral típica siguiendo la trayectoria de sus madres. Pero es a partir de 1985 y
desde la cohorte de las nacidas en 1946-50 hacia las posteriores que estas mujeres empiezan a
innovar. El cambio de comportamiento se da en toda la población y en ellas también aunque en
menor medida. De hecho en el quinquenio 1986-90 todavía se observan las últimas trazas de los
comportamientos tradicionales, por ejemplo en la cohorte 1961-65, que baja la ocupación en las
edades de la primera maternidad.

Los 8 años que van de 1997 a 2004 son los que presencian una mayor ocupación. Es posible que
la inmigración haya colaborado.

El aumento del nivel educativo general de la población ha dado lugar a que este nivel formativo
haya relevado a la primaria. La trayectoria de las mujeres es semejante al de las que fueron a la
escuela primaria como nivel máximo.
 
LA FORMACIÓN PROFESIONAL DE LAS MUJERES

En la cohorte de la guerra sólo un 1,4 tenían FP1 y sólo un 0,7% tenían el FP2..

En 1971-75 las que tienen FP1 son un 8,7% y FP2 un 12%.

Si comparamos el número de mujeres que cursaron FP2 en la cohorte de la guerra y las que
tenían ese nivel de estudios en 2004 se observa que ha crecido un 3.900%.

Problemas: 8  

- La muestra de las generaciones más antiguas es tan pequeña que no se puede seguir con
la misma estabilidad que en el resto de cohortes más próximas. Pero aunque se pudieran
seguir no sería muy útil puesto que es tan evidente el cambio en la utilización laboral de
estos estudios por parte de las mujeres que la trayectoria de las cohortes anteriores a la de
1946-50, no resulta indicativa de lo que vayan a hacer las más actuales.
- En la EPA, la FP1 no se diferenció del bachillerato superior hasta el año 1987. Una opción
sería unir FP1 y FP2 con el bachillerato superior. Pero hay dos razones que lo
desaconsejan: - el diferente comportamiento frente a la maternidad entre las mujeres que
cursan FP1 y las de FP2 , - la diferencia entre las bachilleres cuyo comportamiento laboral
tiende a la estabilización, frente a la tendencia creciente en la ocupación de las que cursan
FP2, que se asemeja a las mujeres que cursan estudios universitarios.

Como resumen de las trayectorias de la formación profesional se puede decir que en el pasado
parecen haber sido más sensibles a las crisis que el resto de niveles educativos, probablemente
por estar más asociados sus puestos a los sectores más cíclicos; que sus tasas de ocupación son
sensiblemente más altas que las de los estudios básicos; y que las cohortes en el centro de la
vida laboral tienden a mantenerlas. Para las de FP1, oscilan alrededor de un nivel próximo al 55%
en un margen de 5 cohortes, mientras que las de FP2 tienen un resultado actual (hablamos de
2004) de un porcentaje cercano al 70%.

LA FORMACIÓN ACADÉMICA FEMENINA

Se refiere a enseñanzas que tienen como destino directo o indirecto la obtención de títulos
universitarios.

Se analiza a partir de tres grupos: 1. Las mujeres que han completado los diferentes bachilleratos
superiores y los cursos preparatorios para la universidad. 2. Las que tienen estudios universitarios
medios (magisterio y enfermería hace elevar mucho el porcentaje). 3. Las que concluyen
licenciaturas, masters y doctorados. En los tres se observa un comportamiento biográfico
semejante.

Este nivel de estudios tiene un alto nivel de inserción en la administración pública con lo que la
influencia de los ciclos no es apreciable. El incremento del nivel de participación de las mujeres se
lleva a cabo de forma paralela por aumentos intracohortes (en cada cohorte crece la ocupación) e
intercohortes (cada cohorte alcanza mayor ocupación que la anterior al cumplir las mismas
edades).
 
Bachilleres: Las cohortes anteriores a la de 1941-45 sufren un descenso ante la crisis del
petróleo y siguen con una evolución descendente tanto intra como intercohortes. La cohorte de
1941-45 es de transición. Se distingue de las anteriores por un aumento de ocupación entre 1987
y primeros de los 90, para luego volver a la trayectoria de las antecesoras. Las siguientes
cohortes, con alguna excepción ya no bajan del 50% llegando la cohorte de 1976-80 a un 75,6%,
que es el máximo del periodo estudiado.

Tituladas de grado medio: Semejante al caso anterior. Aunque mientras las bachilleres subían
del 30 al 65%, las diplomadas lo hacen del 60 al 80%. La estabilidad y el alto nivel del de 1951-55 9  

representa el techo (86,6% en el momento del estudio, 2004) de la ocupación de este nivel de
estudios, superando en la mayor parte de su trayectoria el 80% y siendo prácticamente insensible
a las crisis cíclicas.

Universitarias superiores: Debido a que no alcanzan el 1% de su cohorte hasta la de 1941-45,


las trayectorias de las cohortes anteriores hay que entenderlas en semejanza estructural con las
diplomadas. Son notablemente semejantes. La diferencia está en la edad de inserción laboral.
Sólo en las cohortes con edades entre 45-55 años en el 2004 alcanzaron cotas superiores al
85%.

Teniendo en cuenta que las cohortes han ido disminuyendo de tamaño, se puede observar que
cada 10 años se ha ido triplicando el número de universitarias superiores.

De la integración laboral de las mujeres tituladas indica una mejora de la situación del mercado
laboral y un cambio en la estructura de las ocupaciones. Hablamos claro desde la visión que se
tenía en el 2004.
Capítulo 8 Situación laboral de la inmigración en España

1.-Introducción

España pasó de ser uno de los países europeos con menor porcentaje de
inmigrantes, a tener una de las proporciones más altas, Esto ha supuesto el
cambio social más importante de la primer década del siglo en España. El
verdadero inicio del fenómeno migratorio masivo en España se da en el año
2000, coincidiendo con una regularización extraordinaria y con la concesión de
los derechos a los servicios del Estado de bienestar a partir de la inscripción
padronal. El flujo migratorio se ha mantenido muy alto hasta bien entrado 2008.

Demógrafos, economistas y sociólogos se han dedicado al análisis de sus


múltiples facetas a pesar las limitaciones de información derivadas de la
rapidez con que se ha dado. Estas limitaciones atañen sobre todo a unas
fuentes estadísticas que han tenido que adaptarse, tanto en contenido como en
forma y número, a la nueva realidad. La integración de los inmigrantes en el
mercado de trabajo y sobre impacto en la situación laboral de los trabajadores
nacionales. Los inmigrantes tienen unas tasas de actividad y de desempleo
mayores, al igual que una mayor incidencia de la sobre-educación y de la
temporalidad de los contratos La actividad comienza a converger con la de los
nativos, las tasas de desempleo se reducen incluso por debajo de las de los
españoles. La incidencia de la sobre-educación y de la temporalidad se
mantiene constante: no se reduce la brecha con los españoles. La
temporalidad es prácticamente la misma en ambos colectivos.

Sobre el impacto sobre la situación laboral de los españoles, parece que las
oportunidades de empleo de los trabajadores nacionales no se ven afectadas
de forma significativa por la inmigración. Las diferencias salariales entre
inmigrantes y los nativos responden, casi en su totalidad, a diferencias en sus
características productivas. No hay efecto significativo de la inmigración sobre
las tasas de empleo de los trabajadores nacionales. Los varones españoles
(nacidos en España) con bajos niveles de cualificación, a partir de 2000, no
siguieron la senda de recuperación de sus tasas de ocupación en coincidencia
temporal con la incorporación laboral masiva de residentes procedentes de
países de fuera de la UE-15.

España ha sufrido cambios profundos en su ciclo económico. Desde finales de


1995 había disfrutado de una de las fases expansivas más largas de su
historia, que ha durado hasta mediados de 2007. Los decisivos desequilibrios
de la economía española, unidos a una burbuja inmobiliaria que en España
estaba caracterizada por una hipertrofia de la construcción residencial, se
unieron a la crisis financiera internacional de tal modo que sus efectos se han
propagado por todos los sectores económicos y han derivado en un aumento
de la «desocupación» superior en número a todo lo anterior e incrementando
las proporciones de destrucción de empleo descualificado que tradicionalmente
se ha sufrido durante las dos crisis económicas de las tres últimas décadas.

El escenario de esta crisis, cuenta con unos protagonistas nuevos, que habían
llegado atraídos por la expansión y abundancia de oferta de trabajo poco
cualificado y la garantía de unas condiciones de vida significativamente
mejores que las de sus países de origen. Se ha puesto de relieve el reducido
acceso de los inmigrantes extracomunitarios a las ocupaciones cualificadas.
Los inmigrantes afrontan barreras específicas para acceder al mercado de
trabajo cualificado, como la necesidad de convalidación de los títulos o el cierre
de la función pública a los extranjeros de fuera de la UE. Se ha mostrado cómo
el parco dominio del español puede frenar el acceso a mejores ocupaciones y
salarios.

Son precisamente estas ocupaciones poco cualificadas, en las que se


concentra el empleo de la inmigración «económica», las que están sufriendo
más intensamente los efectos de la crisis. El objetivo es el estudio de la
posición en el empleo de los inmigrantes extracomunitarios, sus dinámicas de
integración laboral y las modificaciones que en ellas haya podido dar lugar la
recesión económica. Para ello se exponen:

1. Algunas consideraciones metodológicas para el estudio de la integración


laboral de los inmigrantes.
2. Se analiza la evolución global de la estructura ocupacional total en
España tanto durante el ciclo expansivo como durante los dos años y
medio de recesión económica.
3. Se expone la evolución de algunas características de la inmigración
económica llegada a España, a través del análisis longitudinal mediante
el método de las cohortes ficticias.
4. Se realiza un estudio de la evolución de esas cohortes de entrada al
mercado de trabajo en cuanto a la desocupación y la cualificación del
empleo, comparando sus trayectorias con la de los españoles que se
insertaron en el mercado de trabajo al mismo tiempo.
5. Se estudian por separado las trayectorias de los inmigrantes en los cinco
niveles de ocupaciones menos cualificadas.
6. Se exponen las conclusiones.

2.- Consideraciones metodológicas para el análisis de la integración


laboral de los inmigrantes

La Encuesta de Población Activa constituye la principal fuente de información


sobre el mercado de trabajo en España. Es una encuesta a hogares de
carácter trimestral y disponibles desde el tercer trimestre de 1976. Se entrevista
a alrededor de 60.000 hogares unas 150.000-200.000 personas. Se calibra de
forma separada a los de nacionalidad extranjera, sobre los 7.632 individuos en
edad activa. Es una fuente estadística de enorme valor para conocer tanto la
evolución del mercado de trabajo como la de numerosos fenómenos
demográficos y sociales.

El tiempo de experiencia en el mercado laboral del país de destino es la


variable que juega un papel clave en el estudio de la integración laboral. La
adquisición progresiva de competencias específicas del mercado laboral de
destino y del segmento de cualificación concreto en que se integre el trabajador
contribuye decisivamente a su éxito laboral, tanto en términos de probabilidad
de estar ocupado como de cualificación del empleo. Es importante abordar
cuatro cuestiones metodológicas clave:

1. La antigüedad en el mercado de trabajo se comprende habitualmente


como el tiempo transcurrido desde el abandono de la educación reglada.
Se enfrenta a dos excepciones: la de aquellos que trabajan mientras
estudian y la de los que retoman la enseñanza reglada durante un
período de paro laboral. Podemos esperar que el segmento en que se
inserte el trabajador una vez completados los estudios sea distinto al
precedente; tomar este momento biográfico como referencia del inicio de
la trayectoria laboral. Los inmigrantes, se insertan en el mercado de
trabajo de destino una vez que inician su residencia en él, excepto en el
caso de que hayan cursado estudios reglados tras su llegada de manera
equivalente a la de los autóctonos.
2. La utilización de encuestas transversales no está exenta de dificultades.
Estará sesgada en dos sentidos. Primero, la migración de retorno, no
captada por una encuesta transversal, puede imponer distorsiones en el
efecto observable de la variable, por lo tanto la influencia del tiempo de
residencia en los resultados laborales estará sobreestimada. Segundo,
la calidad media puede haber variado entre las sucesivas cohortes. Por
cualquier motivo la cualificación de las cohortes sea mayor en las más
recientes, el efecto del tiempo estará sesgado a la baja, o a la inversa si
la cualificación decreciera en las cohortes más jóvenes.
El análisis a través de la EPA dificulta el control del efecto del primero de
los sesgos, la migración de retorno, aunque la construcción de cohortes
ficticias a partir de la acumulación de encuestas de varios años sí nos
permite diferenciar los resultados del segundo.
3. Es necesario acotar los colectivos estudiados de forma que sean
laboralmente semejantes, con el fin de establecer comparaciones
coherentes. Se ha delimitado el grupo de análisis al de aquellos entre 20
y 49 años, margen de edad en que se encuentra el grueso de
inmigrantes residentes en España. Se centrará la comparación entre los
españoles nacidos en España frente a los nacidos en el extranjero sin
nacionalidad española procedentes de países de fuera de la UE de los
15 y otros países occidentales . De esta forma, se elimina el efecto de la
adquisición de la nacionalidad española por parte de los inmigrantes y
además se restringe la comparación al grupo de inmigrantes
económicos.
4. El análisis se centra en la calidad de los puestos a los que los
inmigrantes acceden, es fundamental que la variable que recoja ese
atributo lo haga con suficiente capacidad de delimitación y
discriminación. Esta definición parte del supuesto de que, a partir de
cierta edad, se producirá un ajuste relativo entre formación y ocupación,
de modo que los desplazamientos marquen las preferencias por unas
ocupaciones respecto a otras. Las ocupaciones se ordenan por la media
de años de estudios y se forman 16 grupos que dan lugar a «clases
ocupacionales de equivalencia», que se procura que sean de tamaños
semejantes, para hombres y mujeres de forma separada. Una vez
establecida esta clasificación mediante el colectivo «consolidado», se
aplica a cualquier colectivo completo que forme parte del mercado de
trabajo.
3.- La evolución de la estructura ocupacional

La evolución de la estructura del sistema productivo, desde la perspectiva de la


cualificación, se va a estudiar a partir de la clasificación formativa de
ocupaciones propuesta. Atendiendo al primer tramo (2001-2007), se aprecia
con claridad cómo entre las mujeres las ocupaciones que más han crecido han
sido las de mayor nivel. El caso de las mujeres que trabajan en puestos
directivos, tanto en el sector público como privado (categoría 16), que casi
duplica su presencia durante los primeros siete años del siglo XXI. Aumentan
las cajeras, peluqueras y recepcionistas (categoría 8) y las auxiliares de
enfermería y cuidados de personas (categoría 7). Excepto la categoría 5
(camareras y 46 oficios) que se mantiene estable, la pérdida de peso en las
ocupaciones de menor cualificación es notable, especialmente en servicio
doméstico, peones industriales y textiles. En general la tendencia se mantiene
bastante parecida a la que hay hasta el año 2007. Las ocupaciones que
mantenían un índice superior a 100 continúan aumentando, mientras que las
de menor cualificación siguen perdiendo peso.

Entre los varones la evolución hasta 2007 se caracteriza por un aumento en las
categorías más cualificadas. El mayor incremento se produce entre los
directivos en el sector público y en el privado (categoría 16) y entre los técnicos
de ciencias, maestros y profesionales diplomados (categoría 14). Se aprecian
aumentos de peso en las categorías 8 (mecánicos, talleres y apoyo a la
producción y transporte) y 6 (oficios cualificados de la construcción). Son las
ocupaciones peor cualificadas las que más peso pierden hasta 2007,
especialmente los peones de la construcción y rural (categoría 1). El auge de la
construcción durante los años previos a la crisis propició un aumento del peso
de las ocupaciones más cualificadas dentro del sector, pero se redujeron los
menos cualificados, empleos que fueron ocupados por la población inmigrante.
A partir de la crisis, la mayoría de las ocupaciones medias permanecen
estables, mientras que las superiores continúan aumentando su peso y las
menores reduciéndolo. La crisis incrementa de forma apreciable el ritmo anual
de la tendencia experimentada durante los años previos.

Entre las mujeres se observa cómo son las ocupaciones bajas y las medias
altas las que caen durante todo el período, mientras que las medias bajas y las
altas crecen también, pero más de forma continuada durante todo el período,
pero más intensamente a partir de 2007. Entre los varones la evolución de la
estructura ocupacional también apunta hacia un incremento del peso de las
mejores ocupaciones y una disminución de las peores. En este caso, las
ocupaciones bajas y las medias bajas disminuyen su presencia durante todo el
período, aunque en el caso de las bajas, de una forma más rápida a partir de
2007. Por otro lado, las medias altas pierden peso hasta 2004, pero a partir de
ese momento inician una senda de crecimiento hasta 2010. Por último, las altas
crecen de forma continuada y al igual que en otras magnitudes, este rasgo se
pronuncia a partir de 2007.

4.- La evolución de las características de los inmigrantes llegados a


España
El perfil de los inmigrantes ha podido diferir entre las distintas cohortes de
entrada estudiadas. Antes del año 2000, la mayoría de los inmigrantes procede
de África y Latinoamérica. A partir de 2000 los nacionales de América Latina
aumentan su peso respecto al total de forma destacada. Entre 2004 y 2008 los
nacionales de Ecuador y Colombia ven reducida su presencia, mientras que los
flujos procedentes de Rumania cobran protagonismo. Los nacionales de
Marruecos, tras el año 2000, muestran un porcentaje estable. El resto de África
y a los asiáticos, su presencia ha sido siempre relativamente reducida.

La distribución por sexos se ha mantenido bastante estable, aunque en los


últimos años la proporción de mujeres inmigrantes entre los nuevos residentes
parece estar creciendo. Esta tendencia responde a un efecto composición ya
que, si se sigue a las cohortes de nacimiento en función de su año de llegada,
se observa que la proporción de mujeres disminuye ligeramente a lo largo de la
década estudiada.

La cualificación, el nivel educativo de los inmigrantes se mantiene casi


constante. Las diferencias más importantes son los que emigran antes del año
2000, con una presencia mayor de inmigrantes con nivel de estudios de
primaria o menos. A partir de 2000 el porcentaje de personas con nivel inferior
es menor, en favor tanto de los de secundaria como de los de FP. En los
últimos años existe cierta polarización, con el aumento de inmigrantes con nivel
educativo bajo y, ligeramente, con nivel superior.

La distribución en la ocupación de hombres y de mujeres españoles nacidos en


España e inmigrantes de fuera de la UE-15 entre 20 y 49 años. Las diferencias
entre los españoles y los inmigrantes de fuera de la UE-15 son notables. Entre
las mujeres españolas hay una mayor proporción de empleadas en las
ocupaciones de mayor cualificación. Mientras, las inmigrantes se concentran,
en comparación con las españolas, en las cinco ocupaciones con menor
cualificación; de servicio doméstico, peones industriales y textiles, donde las
inmigrantes están ocupadas ocho veces más que las españolas. Respecto a la
desocupación, la proporción entre inmigrantes es muy parecida a la de las
españolas.

En los varones, la concentración en las ocupaciones menos cualificadas


también es mayor entre los inmigrantes en comparación con los españoles.
Mientras que los trabajadores inmigrantes apenas están representados en las
categorías más altas. Respecto a los desocupados, también los inmigrantes se
encuentran en peor posición que los españoles.

La concentración de los inmigrantes en las ocupaciones de menor cualificación


es coherente con el bajo perfil educativo que han mantenido las sucesivas
cohortes de entrada al mercado de trabajo español y la proximidad de su
llegada. No implica que las distintas cohortes hayan experimentado las mismas
condiciones de acceso al mercado laboral.

5.- Los resultados laborales de los inmigrantes. Una perspectiva dinámica

Para esclarecer el proceso de incorporación laboral de los inmigrantes es


necesario adoptar una perspectiva longitudinal. Se va a utilizar la construcción
de «cohortes ficticias»; en el seguimiento de colectivos delimitados porque sus
miembros comparten un mismo suceso en un mismo período. En nuestro caso
el suceso compartido es la entrada en el mercado de trabajo y el momento de
entrada se delimita por los períodos establecidos. Se representa el porcentaje
de no ocupados, ocupados en las cinco categorías inferiores, y la de ocupados
en las seis intermedias de los españoles e inmigrantes de cada cohorte. Se
analiza de forma separada la evolución de mujeres y varones.

Se aprecia cómo el patrón general es de caída rápida de la desocupación


durante los primeros años en el mercado de trabajo, tanto para españoles
como para inmigrantes. Entre los varones existen diferencias en los últimos
datos disponibles, correspondientes con la crisis. Para los españoles la
antigüedad en el mercado laboral supone una protección frente al desempleo,
mientras que los inmigrantes presentan al final del período estudiado la misma
tasa de desocupación independientemente de la cohorte de entrada a la que
pertenezcan. Existen también diferencias entre españoles e inmigrantes en la
evolución del porcentaje de desocupados registrado en su primer año en el
mercado laboral. Mientras que para los españoles el porcentaje inicial
disminuye a medida que la cohorte es más joven, para los inmigrantes la tasa
de desocupación inicial va en aumento a medida que la cohorte es más
reciente.

En las mujeres la caída rápida de la desocupación durante los primeros años y,


para las españolas, aumento en los años de la crisis, aunque
considerablemente en menor medida que los hombres. Para las
extracomunitarias no parece haber consecuencias de la crisis en la
desocupación, excepto para las de la cohorte 2000-2003. También para las
españolas se detecta una disminución de la tasa de partida a medida que la
cohorte es más joven, patrón que, al igual que sucedía con los hombres
españoles, se interrumpe en la última cohorte. Para las extranjeras la tasa
inicial se mantiene prácticamente similar durante todo el período, a excepción
de la última cohorte.

El peso de los ocupados en las cinco categorías inferiores. El rasgo más


característico es la diferencia de nivel en el porcentaje de españoles y
extracomunitarios en este tipo de ocupaciones. La ocupación de los españoles
aumenta ligeramente con la antigüedad en el mercado de trabajo y se
experimenta un incremento notable entre el tercer y cuarto año para las dos
cohortes más antiguas, que podría imputarse a los cambios metodológicos en
la EPA en 2000 y 2005. La crisis no parece afectar sustancialmente a los
españoles en estas ocupaciones, a excepción de las dos últimas cohortes, que
no alcanzan los niveles de ocupación de sus predecesoras a igualdad de
tiempo en el mercado laboral. En cuanto a los extracomunitarios, se registra un
rápido aumento inicial de la ocupación en estas categorías y una caída notable
al final del período, independientemente de la antigüedad de la cohorte, con la
única excepción de un repunte en el último año de la cohorte 2006-2007.

También es reseñable la diferencia en el punto de partida de la última cohorte,


no consiguiendo mejorar en los dos años posteriores. Entre las mujeres la
ocupación en estas categorías inferiores es menor que la de los varones, tanto
para españolas como para extracomunitarias. El patrón de las españolas es
muy parecido al de los españoles. En cuanto a las mujeres extracomunitarias,
la crisis apenas se nota, a excepción de las dos cohortes más antiguas. Entre
las inmigrantes el mercado no está saturado, excepto quizás para la última
cohorte, que parte de un porcentaje menor, aunque recupera parte de la
diferencia gracias a la antigüedad en el mercado de trabajo.

El peso de las ocupaciones medias. Entre los españoles, la pauta general es


de subida durante los primeros años con una posterior estabilización. Además,
hay indicios de mejora en este tipo de ocupaciones, puesto que el porcentaje
inicial aumenta con la juventud de la cohorte. Mientras que la crisis apenas
afecta a las cohortes más antiguas, las tres más recientes sí sufren sus
consecuencias, bien por una interrupción brusca del crecimiento (cohortes
2004-05 y 2006-07), o bien por una disminución del porcentaje inicial sin
posterior subida (cohorte 2008-10). Entre los extracomunitarios, el porcentaje
inicial apenas varía entre cohortes y la evolución general es de crecimiento.
Coincidiendo con la crisis, se percibe una caída en estas ocupaciones, excepto
en la cohorte 2004-05.

La pauta para las mujeres españolas es muy parecida a la de los hombres. La


única diferencia reseñable es que la cohorte más joven registra mayores
aumentos de su presencia en estas ocupaciones intermedias con el tiempo en
el mercado de trabajo. En las mujeres extracomunitarias, el patrón es de
crecimiento, con un efecto variable de la crisis por cohorte de entrada: mientras
que en la mayoría hay un repunte de la ocupación en categorías intermedias en
los últimos dos años disponibles.

Encontramos indicios de que la crisis muestra una menor agresividad con el


empleo de las mujeres. Además, la experiencia en el mercado de trabajo
supone un escudo frente a los efectos negativos de la crisis sólo para los
españoles, mientras que para los inmigrantes no implica ninguna protección
adicional. Por otro lado, en el período estudiado parece existir una tendencia
general a la mejora, tanto en términos de desocupación como de tipo de
ocupaciones, del empleo de los españoles. Esta mejora se ve interrumpida
claramente en las cohortes de entrada más reciente al mercado de trabajo. De
forma opuesta, se detectan síntomas de saturación en el empleo de los
hombres inmigrantes incluso desde antes del inicio de la crisis. Esta saturación
sin embargo no se manifiesta en el empleo de las mujeres, a excepción de la
última cohorte de entrada.

6.- Los cambios en las ocupaciones con menor cualificación

Se podría concluir que, al menos hasta el inicio de la crisis, la trayectoria de los


inmigrantes es bastante estable, al trabajar con agrupaciones ocupacionales
amplias no es posible apreciar si entre los inmigrantes, principalmente
concentrados en las ocupaciones menos cualificadas, existe movilidad
ascendente dentro de éstas. Vamos a simplificar el estudio con el análisis de
una sola cohorte, la de entrada en 2000-2003, con un período de estudio de
hasta ocho años. En ellos se presenta la evolución de los porcentajes en cada
una de las cinco categorías de grupos ocupacionales inferiores, así como en la
desocupación, respecto al total de la población para hombres y mujeres de
fuera de la UE-15. Asimismo se incluye la proporción de ocupados en el resto
de grupos.

Entre los varones inmigrantes durante el primer año la desocupación disminuye


al mismo tiempo que se produce un aumento notable de la ocupación en la
categoría más baja. Los tres años siguientes sigue disminuyendo la
desocupación y también la categoría ocupacional más baja gracias a aumentos
en el resto de ocupaciones. La disminución de la desocupación toca su fondo
en el cuarto año (2004-2007), para dispararse a costa de todas las
ocupaciones. La pérdida de empleo es más fuerte en los grupos ocupacionales
menos cualificados. Los grupos ocupacionales intermedios y altos habían
experimentado un ligero incremento entre los años segundo y quinto, y en los
años de incremento de la desocupación muestran una sorprendente resistencia
a la caída, que se quiebra solo en el octavo año.

Uno de los elementos más característicos del empleo de las mujeres


inmigrantes es la notable concentración en el grupo ocupacional 2 (servicio
doméstico, peones industriales y textiles), que podría interpretarse como la
categoría de entrada al mercado de trabajo. Parece que la inserción en esta
categoría de entrada es más rápida entre las mujeres que entre los hombres en
la 1, puesto que en un año ellas prácticamente alcanzan su máximo en esa
categoría. Durante los primeros años en el mercado laboral la desocupación
disminuye a medida que aumenta la presencia de otras categorías,
especialmente la 3 y la 4. La disminución de la desocupación toca fondo en el
quinto año (2005-2008), un año más tarde que los hombres, y a partir de ahí
crece tan solo moderadamente, al mismo tiempo que disminuyen la ocupación
2 y, únicamente en el octavo año, la 3. Al final del período estudiado el inicial
protagonismo del grupo 2 respecto al resto ha prácticamente desaparecido. En
cuanto a los grupos ocupacionales intermedio y alto, aumentan su presencia
entre los años tercero y quinto. Además, durante el aumento de la
desocupación en los últimos años observados, no sólo no pierden ocupadas,
sino que además incrementan su participación en el total de mujeres en edad
activa.

7.- Conclusiones

En esta década los cambios en la realidad social y económica han sido rápidos,
intensos y muy relevantes:

1. España se ha convertido en un país receptor de inmigración, en el que la


población de origen extranjero constituye una parte notable de la oferta
de trabajo.
2. Durante esta década la bonanza económica inicial se ha invertido,
entrando en una recesión profunda acompañada de la pérdida de más
de dos millones de puestos de trabajo.

En recesiones anteriores la destrucción de empleo ya había sido una de las


principales protagonistas. La sociedad española mostró una «preferencia
revelada» por el paro respecto al incremento de la desigualdad salarial, posible
gracias a que las familias paliaron las dificultades de acceso al mercado laboral
de los jóvenes. En esta ocasión, la presencia de un contingente importante de
población activa, el inmigrante, carente de redes familiares y sociales sólidas
en las que protegerse de los efectos de la desocupación plantea un nuevo
escenario social. Se han producido cambios, tanto a medida que aumentaba la
población activa de origen extranjero, como en función del cambio del ciclo
económico:

1. En este estudio se ha puesto de relieve cómo durante el período


expansivo se registró una sustancial mejora de la estructura
ocupacional, a través del incremento del peso de las mejores
ocupaciones y de la disminución de las peores. El inicio de la crisis la ha
acentuado.
2. El aumento de la desocupación ha afectado sobre todo a loa
inmigrantes, para el que la antigüedad en el mercado de trabajo no ha
constituido un elemento de protección, disminuyendo tanto la ocupación
en las peores ocupaciones como en las medias. Por su parte, el empleo
de las mujeres inmigrantes se ha mostrado considerablemente más
resistente a los efectos de la crisis.

El retraso de la recuperación económica está imponiendo un coste insostenible


para una apreciable proporción de la población residente en España
procedente del exterior de la UE-15. La consecuencia inmediata es el
incremento de las salidas de España, de tal modo que los saldos migratorios
exteriores se han reducido, hasta casi compensar totalmente las entradas
anuales de más de 400.000 nuevos residentes que se han seguido
produciendo durante 2009 y 2010. El futuro de la permanencia de los
inmigrantes en el mercado de trabajo español vendrá determinado por la
duración de la crisis y por la capacidad de la que dispongan para afrontarla en
función de sus apoyos familiares y públicos.

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