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RAZONES

Y se unirá En el contexto de la predicación de Jesús a las multitudes (Mc 10, 1-12), los fariseos, con in-
tención de poner a prueba al Maestro, le preguntaban: “¿Le es lícito al hombre repudiar a su

a su mujer
mujer?” (Mc 10, 2). Después de justificar la permisión de Moisés de dar “el acta de divorcio y
repudiarla”, Jesús recuerda el designio original de Dios: “Al principio de la creación Dios los
creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer

(Mc 10, 7) y serán los dos una sola carne” (Mc 10, 6-7, cfr. Gn 1, 27; 2, 24).

Cuestión de palabras
Es habitual que las citas del Antiguo Testamento presentes en el Nuevo estén tomadas de la
versión griega de la Biblia hebrea, llamada la Septuaginta. En el presente caso, si nos centra-
mos en el verbo “se unirá”, nos encontramos, en griego, con el verbo proskollēthēsetai, que a
su vez traduce el hebreo wedabaq, forma verbal cuya raíz básica es dbq. Ocurre a menudo
en las lenguas antiguas que para expresar conceptos inmateriales se recurre a palabras que
tienen en su origen un significado material. Si tomamos el término griego, el significado más
básico es “unir a, pegar a, fijar fuertemente a…”. Si quitamos el prefijo pros, muy frecuente en
griego, y que a menudo intensifica el significado del verbo simple, nos quedamos con el verbo
kolláō, que significa “pegar con cola o con cualquier otro pegamento, encolar, unir, aglutinar”.
De hecho, la palabra “cola” (en su acepción de “sustancia pastosa que sirve como adhesivo”)
procede del griego kólla, que significa “cola de pegar”.
Nos movemos, por lo tanto, en un campo semántico que indica “intensa unión”, unión de
JOSEP BOIRA dos cosas con el fin de que permanezcan fuertemente unidas. Lógicamente ese también
—Profesor de es el significado de la raíz verbal hebrea dbk. El viejo y todavía no superado diccionario
Sagrada Escritura hebreo de Wilhelm Gesenius (1786-1842), en sus primeras acepciones y ejemplos de este
verbo, apunta: adhaesit, cohaesit, coaptivit, visco iunxit, es decir: “estar adherido o pegado”,
“unir con liga”.
Entre los ejemplos que trae, el primero es la acción de Salomón que se unió a mujeres
extranjeras (cfr. 1R 11, 2); y ese mismo verbo usado en el ámbito de la unión sexual, se usa
también en sentido más material, por ejemplo en Jb 19, 20 (“mis huesos se pegan a mi piel y
a mi carne”); en Jb 41,15, donde se dice del monstruo marino Leviatán: “Son compactos los
repliegues de su carne; soldados al cuerpo, ni se mueven”.

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SAGRADA ESCRITURA

Usando esta última acepción y aplicándola al versículo del Génesis, nos saldría una frase
muy poco elegante, pero que nos ayudaría a valorar el sentido fuerte de la unión matrimonial:
“el marido se soldará a su mujer”. Lógicamente, los sentidos derivados de este verbo apuntan
hacia la unión espiritual, la unión de los corazones y están ampliamente atestiguados en la
Biblia, y a ningún traductor se le escapa este aspecto polisémico del verbo para acertar con
una buena traducción.
Sin embargo, siendo variadas las posibilidades para usar otro término que indique esa
unión, el hagiógrafo ha usado uno con un marcado sentido físico. Una expresión entre las
posibles, muy acorde con la realidad matrimonial, hubiera sido “establecer una alianza”, tan
frecuente en el Antiguo Testamento, que tiene a Dios y a un hombre (Noé, Abrahán, etc.) o a
su pueblo como partes de ese pacto y que tiene un marcado sentido esponsal.
Con todo, el término usado quiere hacer énfasis en la unión de dos partes que quedan uni-
das para siempre. No hay que descartar que con esa acepción más original se quiera aludir
a la unión de los cuerpos, la unión íntima conyugal, que hace de los dos una sola carne, y es
la expresión más genuina de lo que significa el matrimonio.

Pues lo que Dios ha unido…


Como ocurre tantas veces, y como ya dijo san Agustín y recuerda la Constitución Dogmática
del Concilio Vaticano II, Dei Verbum (n. 16), “el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo, y
el Antiguo está patente en el Nuevo”. En este caso (Mc 10, 1-12), Jesús confirma lo establecido
al principio de la Creación y completa la comprensión del misterio de la unión del hombre y
la mujer en el matrimonio; después de citar el Génesis, añade: “Pues lo que Dios ha unido, que
no lo separe el hombre” (Mc 10, 9). Así pues, es Dios el artífice de esa unión entre el hombre y
la mujer, quien les da la capacidad para unirse maritalmente. Y así ocurre en el matrimonio
cristiano: primero Dios une a los esposos, y luego ellos se unen. También en la liturgia del
sacramento, el sacerdote recibe el consentimiento de los esposos recordando estas palabras
de Jesús: “El Señor confirme con su bondad este consentimiento que habéis manifestado ante
la Iglesia y os otorgue su copiosa bendición. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
En Mc 10, 9, el término que alude a la unión es distinto respecto al de Gn 2, 24: en griego
syneuzexen. Literalmente, significa “enyugar”, “aparear”; luego, en sentido figurado, “juntar,
unir, especialmente en el matrimonio”. De nuevo nos encontramos con un verbo con un
sentido muy físico: el yugo que empareja principalmente a dos animales. De hecho “yugo”,
“yunta”, “juntos”, “juntar”, pertenecen a ese mismo ámbito semántico, originalmente aplicado
a unir dos animales con un instrumento de madera para usarlos principalmente en la labor
del arado del campo. Sabemos que los términos derivados de esta palabra aluden a lo arduo
y difícil (el yugo pesa y obliga), pero al mismo tiempo Jesús nos dice: “Tomad mi yugo sobre
vosotros […]. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11, 29-30). Para reflexionar
Conclusión
Podríamos concluir, con esta reflexión a partir de las palabras de los hagiógrafos, que Dios ha n ¿Qué puede significar que la palabra uti-
ideado este tipo de unión, la matrimonial, tan fuerte que tiene la virtualidad de ser indisoluble; lizada en Gn 2, 24 para la unión del marido
y los esposos realizan la indisolubilidad, de un modo particularmente fuerte y expresivo con y la mujer tenga un sentido originalmente
la unión de los cuerpos, que es al mismo tiempo origen y fuente de otras vidas humanas. Al material?
mismo tiempo, esa unión (que también llamamos “conyugal”, haciendo referencia a ese “yugo”
de Jesús) se expresa en las múltiples expresiones de unión que lleva consigo la vida matrimo- n ¿Cómo interpreta el mismo Jesús esa
nial. Podríamos decir que hay tres sujetos: Dios, el esposo y la esposa. La acción de Dios es unión del marido y la mujer en referencia a
unir, poner juntos en una unión potencialmente indisoluble. Los dos esposos la llevan a cabo la “concesión” de la ley mosaica?
en la vida, juntando sus cuerpos, haciéndose “una carne”, y viviendo en unidad de corazones.
Ciertamente, diversas circunstancias (escasa preparación de los futuros cónyuges antes de n Además, ¿qué aporta la expresión “lo que
adquirir ese compromiso, fragilidad humana, culpas personales, etc.) pueden hacer fracasar Dios ha unido”, que se añade en Mc 10, 9 a
esa unión. Pero antes está la fuerza de Dios que ha dado al hombre y a la mujer esa capacidad la expresión de Gn 2, 24?
de unirse esponsalmente. Además, el texto paulino de la Carta a los Efesios que habla del ma-
trimonio citando el mismo texto de Génesis, añade una nueva revelación, a modo de ulterior n ¿Qué nuevo modelo tienen los esposos
“cumplimiento” que el Nuevo Testamento aporta al Antiguo, respecto a la institución matri- para vivir su unión, según el texto paulino
monial: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos de la carta a los Efesios?
una sola carne. Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia” (Ef 5, 32). n

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