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ABREVIATURAS
CAPITULO 1
Noviembre 1972.
En algún lugar de la zona sur de la sierra de Madrid.
01:30 horas
El grupo de hombres se desplazaba con dificultad por aquel páramo
helado, intentando no resbalar con la tierra suelta y las zonas heladas que
había por doquier.
Era un equipo de ocho hombres que trasportaban a sus espaldas mochilas
pesadas, de color negro, al igual que sus vestimentas, lo que les hacía casi
invisibles en aquella noche sin luna.
El que encabezaba la marcha, levantó el puño cerrado de su brazo
izquierdo y sin mediar palabra todo el grupo se detuvo, mirando a aquél que
había alzado el brazo:
-Attention!!
I want to consult the map, a moment
Yes, we are in the green zone. We camp here and start the test*-
*(Atención. Voy a consultar el mapa, un momento. Sí, estamos en la zona
verde. Acamparemos aquí y comenzaremos el ensayo)
El ejército norteamericano, después del “ensayo” de la bomba atómica
contra los japoneses, creó una unidad ultra secreta que continuó investigando
nuevas municiones basadas en la energía nuclear. Esta unidad se llamó Blind
Zone (zona ciega) en alusión a los devastadores efectos que la deflagración de
la bomba provocaba en los ojos de quien la miraba directamente y sin
protección.
El Gobierno norteamericano nunca había aceptado como ciertas las
acusaciones que, desde el exterior del país, se hacían acerca de la existencia de
dicha unidad de élite en su ejército y hubieran desmentido hasta la muerte a
quien dijera lo contrario.
Sin embargo, en aquel páramo serrano de la meseta española, estaban
aquella noche, ocho de los especialistas más cualificados de dicha unidad que,
al amparo de los acuerdos suscritos, en la época, entre Estados Unidos y
España, podían campar con relativa facilidad por el territorio español.
Habían llegado el día anterior a la, entonces base norteamericana, de
Torrejón de Ardoz, provenientes de la Base Aérea de Thule, en Groenlandia,
un lugar remoto, cercano al Polo Norte, en cual, unos años antes, en 1968, se
vio envuelto en un turbio asunto sobre un accidente de un bombardero B-52
con contaminación nuclear debido al cargamento que el avión siniestrado
llevaba: cuatro bombas nucleares de hidrógeno, de las cuales una, nunca fue
recuperada.
Ahora, la investigación secreta que se llevaba a cabo en las instalaciones
de Thule se centraba en la inoculación de material radiactivo en animales y su
impacto en un nicho ecológico determinado.
Los científicos del proyecto Blind Zone, habían llegado a la conclusión,
tras muchos intentos fallidos, que el organismo vivo que mejor podría servir a
sus estudios, era un invertebrado de vida corta, con una alta tasa de
reproducción y que estuviera relativamente protegido de los predadores.
Las lombrices de tierra cumplían con sus deseos: eran fáciles de radiar,
soportaban dichas radiaciones con mayor o menor suerte y además, al pasar la
mayor parte de sus días bajo tierra, se encontraban más protegidas que otros
invertebrados, aunque no a salvo completamente del ataque de sus predadores.
Por ello, eligieron un grupo de lombrices de la familia de los Enquitreidos,
por su tamaño pequeño y su facilidad de “suelta” y adaptación al medio, que
no era otro que las estribaciones de la zona sur de la sierra madrileña.
El grupo extrajo de sus mochilas, cuatro pequeñas cajas de plástico
transparente en las cuales sobrevivían cuatrocientos ejemplares de
Enquitreidos radiados con isótopo de Selenio75 cultivado en laboratorio
expresamente para este cometido.
Antes de abrir las cajas, delimitaron una zona de terreno de 5 por 5 metros
ayudándose de unas clavijas y una cinta de color naranja. A continuación
tomaron sus pequeñas palas adheridas a sus mochilas y comenzaron a cavar
dentro del área delimitada. Dos horas después habían conseguido abrir un
agujero de 30 centímetros de profundidad. Procedieron a cubrirlo con una tela
plástica y un aislante asfáltico de manera que quedara aislada del resto del
suelo. Después colocaron cinco centímetros de suelo tapándolo todo por
completo.
A continuación, dos de ellos se vistieron con un mono aislante provisto de
capucha con filtro activo de carbón y guantes dobles, cogieron las cajas y, tras
avisar a los demás de que se alejaran unos 25 metros, comenzaron a abrirlas y
a esparcir su contenido vivo por el área de tierra. Rápidamente, echaron el
resto de la tierra sobre las lombrices y lo cubrieron todo con una fina tela de
color blanquecino para que no hubiera fugas, dejando la parte superior de las
clavijas al aire, así mismo, cubrieron con más tierra la cinta de color naranja.
Habían empleado unas cuatro horas en llevar a cabo su acción, a pesar de
que el suelo estaba casi congelado. Ya casi al amanecer se encaminaron,
vestidos como civiles corrientes, al pueblo más cercano a tomar un fuerte café
español.
Les llamó la atención que el pueblecito que comenzaba a despertar con las
luces del alba, tuviera un nombre tan curioso, algo así como “diente o muela”
en su traducción al inglés, finalmente uno de ellos despejó la incógnita al sacar
un mapa y leer el nombre de aquella aldea: “El Molar”
Tres semanas después y, también al abrigo de la madrugada, los ocho
hombres estaban de vuelta en la zona donde habían llevado a cabo la suelta de
lombrices días atrás, esta vez un vehículo todo terreno les acompañaba.
En esta ocasión, todos iban provistos del traje anti radiación, puesto que
ahora necesitaban la fuerza conjunta de todos para retirar el aislante plástico
del agujero que habían construido y llevarse con ellos el suelo contaminado y
las lombrices en él.
Tardaron un buen rato en completar su misión, vaciaron el plástico con la
tierra y las lombrices en contendores estancos y los subieron al vehículo de
apoyo, metieron el plástico en varias bolsas, estancas también, y lo cubrieron
todo con aislante anti radiactividad, dejando el lugar para no volver nunca
más.
El reloj marcaba las 06:35 horas de la madrugada y los primeros rayos de
sol de invierno comenzaban a aclarar la yerma superficie del páramo.
Algo más tarde, cuando el sol empezó a estar más alto y sus tímidos rayos
iban fundiendo lentamente la escarcha del suelo, a unos pocos metros del lugar
donde acababan de estar los americanos, un pequeño acúmulo de tierra del
tamaño de una lenteja, comenzó a moverse lentamente. Poco a poco fue
cediendo el terreno y dejó ver una pequeña puntita de carne rosada que
olisqueaba la mañana como si fuera la trufa de un pequeño roedor.
La lombriz perteneciente al grupo de los Enquitreidos se fue abriendo
camino por el suelo hasta salir por completo al amanecer serrano. Su cuerpo,
originalmente rosado, estaba ennegrecido por la radiación y su piel, que
antaño había estado siempre húmeda, ahora había sufrido una mutación
espontánea debido a la exposición al isótopo radioactivo, presentando un
aspecto aterciopelado, negra, sucia y donde antes se insertaban unos pequeños
pelitos que se denominan quetas pareadas, ahora había unas pequeñas pústulas
llenas de un líquido viscoso.
La lombriz detuvo su movimiento, pareciera que para reunir fuerzas
suficientes, y reanudó lentamente su camino. Pasados unos minutos, una
corneja de color negro se posó a escasos centímetros de la lombriz, la miró
varias veces y le lanzó el pico con intención de que fuera su desayuno diario,
inmediatamente, la corneja escupió al invertebrado, movió la cabeza a un lado
y al otro y de su pico salió un escupitajo de sangre roja, trastabilló sobre sus
patas y, sin dejar de escupir sangre, cayó al suelo donde, tras unos cuantos
minutos de espasmos musculares, murió y sus ojos se tornaron vidriosos.
La lombriz, que había iniciado un lento pero rítmico baile hacia delante y
hacia atrás, se fue recuperando del encuentro, giró un poco y se introdujo bajo
el cadáver de la corneja. Unos diez minutos después, reapareció y comenzó a
horadar la tierra para desaparecer en ella.
CAPÍTULO 2
CAPITULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPITULO 6
A las 06:00 de la mañana hora local española, las 07:00 de la mañana, hora
local en Tel Aviv, en la primera planta del edificio Hadar Dafna, dedicada a
comunicaciones, se estaba recibiendo un correo electrónico cifrado procedente
de Madrid. Los técnicos de encriptado del instituto lo tradujeron y se lo
pasaron al jefe de comunicaciones. Éste, conocedor de la operación Ezra
(nombre en clave asignado por el memuneh a esta misión) llamó al domicilio
de número 3, que ya estaba a punto de salir para su trabajo y le puso en
conocimiento del correo, éste, tras leerlo, convocó a número 2 y al memuneh a
una reunión urgente.
A las 08:00 hora local de Tel Aviv, el despacho del memuneh Amit, en la
octava planta del edificio, se cerró a cal y canto y los tres hombres
comenzaron la reunión.
Comenzó a hablar el jefe de información o 3, Meir Halevi:
-Esta mañana se ha recibido un correo cifrado procedente de Madrid,
España, enviado por nuestro katsa en la zona, David Solomon. Considero que
es muy importante ponerlo en común con vosotros porque nos va a facilitar
llevar a cabo la Operación Ezra-
Tanto el director como número 2, asintieron con la cabeza y número 3
comenzó a leer:
-Comienzo de correo. 06:00 hora Madrid-España
Informe de campo. David Solomon. El Molar, 40 km al norte de Madrid,
España.
Operación Ezra
La pasada noche, sobre las 01:40 minutos de la madrugada, llegaron a la
zona cero señalada por Ezra Williams, dos hombres a bordo de un todo
terreno, se bajaron del mismo y se pusieron trajes anti partículas, después
tomaron un contenedor aislado y uno de ellos comenzó a extraer tierra del
mismo punto cero y depositarla en el contenedor, mientras que el otro buscaba
en el suelo con una linterna, sospecho que lombrices, pero éste es un punto
que no puedo confirmar.
Unos cuarenta minutos después, recogieron todo, lo aislaron en el vehículo
y se lavaron el uno al otro, así como el propio vehículo, tras lo cual se
marcharon desconociendo el destino aunque con toda seguridad sería Madrid.
El vehículo tenía los logos de la Facultad de Biología de la Universidad
Complutense de Madrid y a juzgar por los trajes y las medidas de seguridad
tomadas por ambos sujetos, no es difícil advertir que están sobre aviso de la
radiación y el escape de los ejemplares.
Solicito permiso para hacer más averiguaciones al respecto, en cuanto a
la identidad y el destino de hombres y cargamento y propongo la venida de
uno de nuestros físicos para que analice el terreno.
Espero órdenes.
Fin del correo
06:02 Madrid - España“
Los dirigentes del instituto se miraron un momento entre sí, pero fue el
memuneh el primero que habló:
-Bien, ya tenemos las pruebas de que algo está ocurriendo en la zona cero.
Solomon lo ha dicho bien claro en su télex. Sugiero que le demos autorización
para una identificación completa de los individuos y que descubra hasta dónde
han llegado. Luego que mande su informe, una vez con éste en nuestras
manos, elaboraremos un plan de acción más completo. ¿Estáis de acuerdo?-
Ambos subordinados asintieron al unísono a su director. Se levantó la
reunión, eran poco más de las 08:30 en el horario de la capital de Israel.
Dentro de las muchas y variadas agencias de seguridad e inteligencia que
existen en Estados Unidos, quizá sea la ASN (NSA por sus siglas en inglés) o
Agencia de Seguridad Nacional, la más secreta de todas ellas.
Conocida chistosamente como la “Agencia que no existe” (No Such
Agency, por su traducción al inglés) su labor principal es cuidar de la
información interior y la escucha de las informaciones del exterior que puedan
ser sensibles.
Desde su emplazamiento en Fort Meade a 40 kilómetros de Washington, en
el estado de Maryland, más de 30.000 personas trabajan día y noche para
preservar la información en los Estados Unidos.
Aquella noche, en las dependencias del Directorio de Señales de
Inteligencia, fue captado el correo que David Solomon había mandado a Tel
Aviv desde Madrid. Dado que se trataba de una comunicación entre uno de los
katsas más importantes y la sede del Mossad, rápidamente se pasó al
departamento de encriptado donde uno de sus matemáticos se puso manos a la
obra para descifrar el mensaje.
En unas tres horas, el mensaje, debidamente traducido descansaba sobre la
mesa del Director de Operaciones de Señales, George Kovacs que lo miraba
intrigado después de haberlo leído varias veces.
Llamó a su subordinado más directo, Randolph –Randy- McNichols,
subdirector de señales:
-.Randy, por favor, acércate a mi despacho-
McNichols tardó una décima de segundo en entrar en el despacho del
Director.
-¿Director?, dígame-
-Siéntate, Randy-
- Me ha llegado una transcripción de un correo de nuestros amigos del
“instituto”-
McNichols se sorprendió:
-¿El Mossad vuelve a las andadas?-
El director continuó:
-Toma, échale un vistazo porque no lo entiendo-
El subdirector cogió el informe y lo leyó lentamente, después lo dejó de
nuevo sobre la mesa y añadió:
-El caso es que me suena el nombre de Ezra Williams, pero ahora mismo
no soy capaz de asociarlo a nada. Deme unos minutos que consulte mis
fuentes y le cuento algo-
El director sonrió:
-Gracias, Randy. De todas maneras puede que no sea más que humo, ya
sabes lo teatreros que pueden llegar a ser los judíos y lo mismo se reduce a que
han pillado a otro nazi, lo que pasa es que no me acaba de cuadrar que estén en
España y hablen de protección anti partículas. Por favor, encuéntrame algo de
ese Williams, por si acaso-
El subdirector McNichols volvió a su departamento y se colocó en medio
de un pool donde se sentaban ocho agentes:
-Muchachos, urgente, necesito que me averigüéis todo lo que haya de un
tal Ezra Williams, quién es, si está vivo o muerto, donde trabaja o trabajaba y
cualquier cosa que se os ocurra y lo quiero ya, mejor dicho, lo quería ayer. ¡A
trabajar, chicos!-
Todos los agentes dejaron lo que estaban haciendo y comenzaron a teclear
en sus terminales. Dos de ellos ya estaban corriendo por el pasillo camino del
almacén de datos, donde se encontraban miles de bobinas de cinta magnética
con millones de horas de conversaciones y datos.
Normalmente, cuando los agentes de la ASN comienzan una búsqueda tan
meticulosa, raro es que en poco más de unas horas no tengan un dossier
completo, por eso cuando ya habían pasado más de cuatro horas sin tener un
solo dato, el director Kovacs volvió a llamar a McNichols:
-¿Randy?, ¿Qué cojones pasa?, ¿Por qué no tengo un informe sobre
Williams encima de mesa hace horas?-
McNichols palideció al otro lado del interfono:
-Lo lamento, señor, pero no encontramos nada de Williams, parece que
nunca ha existido. Lo hemos intentado en todas partes, pero ese sujeto no
aparece, ni siquiera tiene número de la Seguridad Social, ni carnet de
conducir…ni nada-
-¿Habéis probado a buscar fuera de “casa”?-
-Sí, señor y lo único que tenemos es una reseña en un vuelo desde
Andrews a Thule en Groenlandia en el año 1972 y ahí desaparece-
El director miró por la ventana:
-¿Thule?, pero esa base ya se cerró hace tiempo, aunque no sé si tanto
como para llegar a 1972. Randy, mira a ver qué operaciones se encontraban en
marcha en 1972 en la base de Thule, quizás por ahí podamos sacar algo-
McNichols respiró aliviado:
-Muy bien, señor, ahora mismo-
En poco más de una hora, el propio subdirector accedió al despacho de
Kovacs con una única hoja de papel en la mano:
-¿Señor?, tengo el listado de operaciones de Thule en 1972 y es muy corto,
de hecho, sólo hubo dos operaciones en marcha en todo el año, la primera era
la Operación Mars, que intentaba descubrir la posibilidad de vida en Marte y
la otra la Operación Blind Zone que intentaba crear un arma a partir de
invertebrados-
El director le miró incrédulo:
-¿Me estás diciendo que en Thule se dedicaban a esas chorradas en 1972?-
-Pues…si, así era, señor- respondió McNichols
El director se levantó y se encaminó a la ventana:
-Vale, vamos a echar un vistazo al Pliego de esas operaciones. Consíguelos
y los estudiaremos-
-Sí, señor, ahora mismo-
*
A las 02:15 horas de la madrugada, Marcos y Ramiro aparcaron el todo
terreno en el garaje común de las Facultades, cerca del acceso al ascensor de la
Facultad de Biológicas.
Cargaron con el contenedor y las bolsas y subieron a la décima planta, que
era donde estaba el laboratorio de Marcos. Una vez allí, depositaron en un
armario el contenedor con el suelo y sacaron el bote con las marqueñas vivas
en su interior.
Después de haber hablado con Ramiro acerca de las radiaciones, Marcos,
bajo supervisión del físico, había construido, en plástico, una urna
suficientemente grande como para alojar varias tarrinas con lombrices en su
interior. Le había practicado unas aberturas en una de las caras más anchas a
las que había adaptado un par de guantes de fregar con los que podría
manipular en el interior pero a salvo de las radiaciones.
Tomó el bote con las marqueñas recién llegadas y lo introdujo por una
pequeña apertura en la parte superior de la urna, cerró la misma e introdujo sus
manos enguantadas en los guantes de fregar. Abrió el bote y fue cogiendo
delicadamente con unas pinzas las marqueñas de una en una, intentando no
reventar ninguna de las pústulas que éstas tenían en su piel, y las alojó en
tarrinas de plástico con suelo de El Molar, las cerró y les puso la fecha del día.
Limpiaron con agua jabonosa todo el recinto y los muebles que habían
podido usar o rozar con su cargamento. Posteriormente, Marcos miró a su
alrededor y cuando se quedó tranquilo de que todo estaba en su sitio, cerró la
puerta de su laboratorio.
Ramiro, como siempre, estaba de guasa:
-Muy bien, lombricero, misión cumplida, a partir de ahora te voy a llamar
el 007 de las lombrices- y soltó una sonora carcajada.
Marcos le miró con gesto serio y repuso:
-Estoy pensando que, en mi artículo, solo voy a poner tus iniciales porque
me estás dando mucho la vara y no te tomas en serio el asunto, Ramiro-
Éste dejó de reír y añadió:
-¡Vaaale, vaaale!, sólo era por rebajar un poco el estrés, ya me callo-
Abandonaron la Facultad por la puerta lateral y cada uno se encaminó a su
casa.
Debían dormir un poco, el trabajo no había hecho más que empezar.
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
Edificio Hadar Dafna, sede del Mossad. 10:50 hora de Tel Aviv
En la primera planta del feo edificio, la que ocupaba Comunicaciones, se
había habilitado a dos personas, con la única y exclusiva misión de dar apoyo
y recibir y enviar mensajes a David Solomon.
Por ello, cuando la señal acústica de uno de los computadores avisó de la
entrada de un mensaje cifrado, rápidamente los dos hombres encargados se
lanzaron sobre él.
En poco más de media hora, el mensaje estaba descifrado y en la mesa de
3, el director de Información, Meir Halevi.
Éste, como en ocasiones anteriores, avisó a 2 y se reunieron en el despacho
del memuneh Amit
-¿Y bien, Meir, qué noticias nos traes de España?-
3 comenzó a hablar:
Solomon ha mandado un mensaje, por supuesto cifrado, con sus últimos
adelantos, os paso una copia.
Leyeron en silencio el mensaje:
Madrid, España 09:49
Mensaje cifrado David Solomon
He conseguido el contacto de Marina Rossovich y la he convencido para
que actúe como sayanim sin mucho problema. La carta del Decano Gobli ya
ha llegado a Aceña y confío en que dará resultado. Rossovich está a la espera
de su llamada.
Sigo sin conseguir identificar al segundo individuo de la zona cero pero
espero hacerlo pronto.
Fin del mensaje
Amit habló:
-Bueno, parece que todo sigue su curso. En cuanto sepamos hasta dónde ha
llegado el profesor Aceña y su amigo, podremos actuar-
2 habló entonces:
-¿Has pensado ya en cómo lo vamos a hacer?-
Amit contestó:
-No tengo todo atado, pero si me rondan algunas ideas por la cabeza.
Confío en que el profesor colaborará con nosotros pero en caso contrario
tendremos que empujarle un poco. En cuanto al segundo hombre, lo considero
accesorio, no creo que dé problema alguno si el protagonista acepta, éste lo
hará también.
La idea es conseguir la mayor cantidad de información posible con la que
elaborar un buen informe y presentarlo donde debamos, de manera que los
americanos no puedan protestar ni un solo de los puntos de este informe.
Hay que ser cautos, es muy probable que los amigos del otro lado del
atlántico estén sobre nuestros pasos… ¡Siempre lo están! Y se preguntarán qué
hacemos en Madrid.
Meir, sigue informándonos de todo lo que suceda, por favor-
-Así lo haré, descuida- contestó 3.
-Bien, por ahora es todo, por favor, estar ojo avizor a cualquier cosa que os
resulte extraña por parte de los americanos, no queremos que nos fastidien la
sorpresa-
Isaac Amit dio por terminada la reunión.
*
Marcos necesitaba más lombrices. Casi la mitad de las que se había traído,
habían muerto y las condenadas continuaban sin querer reproducirse. Llamó a
Ramiro:
-Hola Ramiro. Necesito más lombrices, ¿Qué tal te viene hacer un viajecito
ésta noche?-
El físico miró al techo de su despacho y contestó:
-Ufff, no sé Marcos, no sé, déjame que mire mi agenda que últimamente el
Presidente del Gobierno me tiene frito con sus llamadas-
Marcos puso los ojos en blanco:
-¡Ramiroooooo!-
El físico continuó:
-Que sí, hombre, que sí, que te acompaño. Últimamente estás muy
cascarrabias, amigo mío-
Marcos siguió hablando:
-Lo siento, colega. Sí, tienes razón, estoy un poco arisco, es culpa del
trabajo, no duermo lo suficiente. Bueno, al grano. Nos vemos en mi
laboratorio a eso de la una de la madrugada, ¿OK?-
-Pues la verdad es que no tengo manera de entrar a esas horas, te recuerdo
que no tengo coche y que me muevo en bici, ¿Qué tal si quedamos fuera en
algún lugar y me recoges?-
Marcos pensó:
-Vale, en la “gallina” de Moncloa a las 00:30 de la madrugada-
Ramiro contestó:
-OK, allí estaré. Hasta luego-
-Hasta luego, Ramiro-
A las 00:30 exactamente, Marcos esperaba, bajo la atenta mirada de un
águila de bronce encaramada a un monolito de cinco metros de altura,
(apodada cariñosamente por la población estudiantil como “la gallina de
Moncloa”) dentro de su todoterreno la llegada de Ramiro, que se retrasaba.
A las 00:41 apareció por debajo de los arcos que delimitan la plaza y se
encaminó al coche.
-¿Sabes que en un día de diario es difícil encontrar un taxi a estas horas?-
Marcos contestó:
-Hola, Ramiro-
-Vale, vámonos a por tus lombrices-
Nada más salir de la ciudad y tomar la autovía del Norte, Ramiro preguntó:
-Oye, tío, ¿Ya has llamado a tu nueva doctoranda?-
Marcos frunció el ceño:
-Pues no, le he estado dando vueltas y no acaba de convencerme-
Ramiro siguió:
-¿Pero qué problema tienes?-
-No sé, Ramiro, así tan de pronto, encuentro las lombrices y me sale una
doctoranda de la nada deseando trabajar conmigo, ¿No suena raro?-
Ramiro miró a la carretera:
-Hombre, visto así, un poco traído por los pelos, sí que parece, pero cosas
peores ocurren-
Marcos repuso:
-Ya sé que hacerte esta pregunta es tiempo perdido, pero si puedes por un
momento pensar como un científico y no como un salido, ¿Tú qué harías?-
Ramiro puso mohín de enfado:
-Hala, ya estamos prejuzgando, que si soy un salido, que si no sabes cómo
he llegado a profesor…-
-Lo siento, Ramiro, perdona. Anda contéstame, por favor-
-Pues verás, me has dicho esta mañana que no duermes bien porque
trabajas demasiado, te ha cambiado el humor y no hay quien te soporte, la
verdad. Esa chica no será tu doctoranda sino tu salvación terapéutica. Piensa
en todo el trabajo sucio que puede hacer mientras tú estás durmiendo, incluso
podría venir ella a por las lombrices sin necesidad de que fuéramos nosotros,
bueno, quizás yo sí, porque alguien tiene que vigilarla-
Resonó la carcajada de Ramiro en el interior del coche
-Está bien, mi respuesta es que la entrevistes, pruebes y si de verdad te va
bien, le dices que le vas a dirigir la tesis y en paz. Que no te gusta cómo
trabaja, pues la despides. No tienes nada que perder-
Marcos fijó la vista en la carretera:
-Creo que tienes razón, Ramiro, me vendría bien descansar un poco y
quitarme algo de estrés. Si, mañana la llamo y la cito en mi laboratorio-
A unos centenares de metros del coche de los científicos, un pequeño
utilitario alquilado les seguía. En su interior, David Solomon, pugnaba por no
perderlos al mismo tiempo que intentaba que no se dieran cuenta de su
persecución.
Había seguido a Marcos todo el día y cuando éste salió de su casa a una
hora tan intempestiva, cogió su coche y le siguió. Consiguió hacer una foto de
bastante calidad a Ramiro cuando se acercaba al coche de Marcos y ya estaba
pensando en pasarla por el programa de identificación y saber su nombre.
Por ahora les seguiría aunque estaba convencido de saber a dónde se
dirigían, si acertaba, podría volverse antes y descansar un poco.
*
Dado que la localidad de El Molar no tenía mucho aliciente turístico, en
esa época del año sólo había un pequeño hotel operativo en el pueblo serrano.
El Hotel Azul seguía impertérrito la vida del pueblo y alojaba de vez en
cuando a algún comercial de paso.
Su portero de noche aún recordaba al “pajarero” que se había alojado el
pasado mes como el huésped más atípico que había tenido en mucho tiempo,
sin embargo, los dos hombres yanquis que ahora mismo le habían alquilado
dos habitaciones, se llevaban la palma.
Desde luego no eran “viajantes”, es decir, comerciales y cuando se interesó
por su estancia en el pueblo, lo único que consiguió fue una dura mirada y un
simple -Estamos de paso- por respuesta.
Para estar de paso, los trajes que gastaban no eran muy apropiados, pensó
el recepcionista. Habían alquilado dos habitaciones contiguas e insistieron
mucho en saber si el hotel tenía wifi. Si no fuera porque era imposible, diría
que eran dos espías de esos de las películas… ¿Cómo se llamaban? ...ah, sí, de
esos de la CIA o algo parecido.
Uno de ellos le estaba diciendo algo:
-Le vuelvo a repetir que si sabe de algún sitio donde podamos comer algo-
El acento era rarísimo, muy marcado y muy americano. El portero salió de
sus ensoñaciones y contestó:
-Sí, claro, en la plaza hay un mesón donde dan la mejor tortilla de patatas
del mundo-
Los dos hombres se miraron y asintieron con la cabeza. Cogieron sus
maletas con ruedas y se dirigieron al ascensor y a sus habitaciones.
Una vez en ellas, los dos agentes de la ASN se cambiaron y se pusieron
ropa de campo, no de camuflaje, porque llamaría mucho la atención, solo ropa
cómoda para andar y calzado apropiado.
Una vez en el hall de entrada del hotel preguntaron al recepcionista si el
hotel estaba abierto a cualquier hora, a lo que el hombre contestó:
-Abierto, abierto, no. Pero yo estoy aquí toda la noche, Cuando vuelvan, si
está cerrada la puerta, llamen al timbre y les abriré-
Dicho y hecho, ambos agentes salieron a la fría noche serrana dispuestos a
probar qué era eso de “la mejor tortilla de patatas del mundo”.
Justo cuando estaban terminando de cenar, pasó por la plaza el vehículo de
Marcos y Ramiro e inmediatamente después el utilitario alquilado de
Solomon. Los agentes salieron a la plaza y, siguiendo un plano que les habían
proporcionado, echaron a andar hasta el páramo con los estómagos llenos de
lo que aseguraron por si mismos era “la mejor tortilla de patatas del mundo”
aunque, en realidad, era la primera tortilla de patatas que probaban en su vida.
Una hora después y armados con material fotográfico especial para poca luz,
se encontraron a los dos científicos recogiendo suelo, uno de ellos, y cogiendo
lombrices el otro. Estaban haciendo numerosas fotos de buena calidad, cuando
de pronto, uno de ellos miró hacia su izquierda e hizo una señal a su
compañero: en una loma, no muy lejos de donde estaban, había un hombre
tumbado en el suelo mirando hacia los científicos. No se había percatado de la
presencia de los agentes y parecía muy tranquilo en su posición.
Con la mira nocturna de su cámara, uno de los agentes le hizo varias
fotografías para poder identificarlo y se escondieron un poco más para que no
les viera.
Unos veinte minutos más tarde, el hombre solitario, se alejó de la zona
reptando hasta un lugar desde donde los científicos no pudieran verle,
entonces se incorporó y se alejó a buen paso. Uno de los dos agentes se deslizó
por el páramo y le siguió hasta su coche, donde memorizó marca, modelo y
matrícula.
Solomon se subió al coche ajeno por completo al seguimiento de que era
objeto. Su vigilancia había terminado, ahora los científicos irían a la Facultad
a descargar su coche y luego se irían a su casa, como siempre hacían. Era
inútil permanecer más tiempo allí, las noticias las traería Marina cuando
empezara a trabajar con Aceña. Para Solomon su jornada de trabajo había
concluido y sólo pensaba en dormir unas cuantas horas.
Marcos y Ramiro terminaron su trabajo y cargaron el coche. Tomando las
mismas medidas de seguridad que siempre y abandonaron el páramo en su
vehículo.
Los dos agentes de la ASN, volvieron a su hotel con suficientes datos
como para hacer un informe bastante completo y no necesitaron seguir a los
profesores en su viaje de vuelta a Madrid.
Llegaron al hotel y se fueron a dormir. Mañana se levantarían temprano y
elaborarían el informe pertinente. Al igual que Solomon, su único pensamiento
era dormir unas horas, bueno, el de uno de ellos, en el cerebro del otro,
además de dormir, se habría paso entre las brumas del sueño, la visión de un
plato con una generosa ración de tortilla de patatas.
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CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 20
CAPITULO 21
CAPITULO 22
CAPITULO 23
Ese mismo día, pero más tarde, a las 20.30 horas, los tres jóvenes
investigadores accedieron al vestíbulo del aeropuerto internacional Houari
Boumediene de Argel. Su vuelo tenía la hora de salida programada a las 22.30
con la compañía española Iberia.
Después de pasar numerosos controles policiales y de volver a dejar
asombrados a los policías con su cargamento de animales vivos, llegaron a la
puerta de embarque del pequeño aeropuerto.
-Llegaremos tarde, pero bueno, estaremos en nuestra casa en pocos
minutos cogiendo un taxi- Dijo Marcos.
Marina estuvo a punto de decirle que quería ir a su casa, que no se sentía
segura en la suya, sola, y además deseaba estar más tiempo con él, pero quizás
esto molestara al investigador. Por su parte, Marcos estuvo tentado de decirles
a los otros dos que pasaran la noche en su casa, se había acostumbrado a su
presencia continua, pero sobre todo quería que Marina siguiera a su lado.
No, su casa no estaba acondicionada para recibir visitas y no se acordaba si
había hecho la colada o si su fregadero estaba lleno de cacharros, mejor otro
día, pensó.
El vuelo salía puntual y a las 22.32 horas, el avión enfilaba su morro hacia
los cielos africanos para cubrir la distancia de 800 kilómetros, más o menos,
que les separaba de Madrid, en España.
*
El judío llegó a media tarde al domicilio del investigador. Había estado
todo el día viajando por el metro para poder perder a quien fuera que le
siguiera. Todavía era temprano y la portera seguía en su garita, habría que
esperar un rato. Se fue a un bar cercano y pidió algo de comer y beber. Eran
las 18.15 horas y hasta las 20.00 no terminaría la jornada de trabajo de la
mujer.
*
En la Dirección General de la Guarda Civil, Álvarez asistía al
interrogatorio del agente Richardson desde el lado claro de un espejo doble, en
una habitación aneja a la sala de interrogatorios. El otro agente americano
había muerto en el Parque, antes de que llegara la ambulancia.
El comandante, jefe de puesto, estaba sentado en la mesa de
interrogatorios:
-Mire, me da igual que sea usted agente americano, le hemos detenido
llevando un arma y a punto de secuestrar a un ciudadano. Su compañero ha
muerto y usted sigue sin querer contarnos nada-
El agente Richardson dijo:
-Tengo derecho a hacer una llamada-
El jefe de puesto, miró al techo de la habitación, sabía que si le dejaba
hacer la llamada, a la que tenía derecho por otra parte, el agente llamaría a la
embajada americana, vendrían a por él y se quedarían con un palmo de
narices. Salió de la habitación y entró en el cuarto contiguo
-¿Álvarez, qué coño hacemos con éste?-
El jefe de puesto conocía a Álvarez, en realidad todo aquél que hubiera
trabajado en la Dirección General, lo conocía, sabía que era un sabueso
aunque estuviera jubilado y todo este caso lo había llevado él. Sentía bastante
aprecio por el viejo guardia.
El viejo le miró:
-Tiene derecho a llamar, pero si lo hace lo perdemos-
El jefe le miró:
-Eso ya lo sé, ¡Coño!, deme alguna idea mejor-
Álvarez miró al suelo y dijo:
-Podíamos hacerlo a la antigua, es decir, contarle una milonga acerca de
que nuestras leyes no contemplan la llamada de teléfono y que le podemos
retener 24 horas antes de dejarle ir si no tenemos pruebas-
-Nos meteremos en un follón diplomático- adujo el jefe
Álvarez se encogió de hombros y dijo:
-Entonces déjeme unos minutos con él-
El mando le miró:
-No puedo, sargento, por mucho que le aprecie, está usted jubilado y las
ordenanzas hasta le prohíben que esté aquí en este momento.-
-Deje que Marisol me acompañe, así ya habrá un número y las preguntas
serán legales- contestó Álvarez.
El jefe miró a la joven agente, ésta hizo un gesto de afirmación con la
cabeza y luego volvió a mirar a Álvarez
-Está bien, media hora, a ver qué puede conseguir-
*
Solomon consiguió entrar en la casa de Aceña a las 20.05. Prácticamente
no dejó que la portera doblara la esquina para colarse en el inmueble.
Una vez dentro, se tumbó en el sofá, tenía que pensar, hoy había estado a
un pelo de tirar toda la misión por la borda.
-¡Nada de vacaciones!- se dijo, había que estar alerta. Se había olvidado de
los americanos y no sabía cómo le habían descubierto, estaba seguro que había
sido por casualidad.
A partir de ahora, -Vigilante hasta dormido-.
Aún tenía tres días por delante antes de que llegara el dueño de la casa y
había decidido no salir en todo el tiempo, necesitaba tiempo para pensar.
*
El vuelo de Iberia procedente de Argel, aterrizó en el aeropuerto Adolfo
Suarez de Madrid, a las 23.51 horas. Los trámites de aduana eran mucho más
sencillos aquí sobre todo por ser ciudadanos europeos y en poco más de diez
minutos estaban en la cola de los taxis.
Cada uno iba a un destino diferente con lo cual decidieron coger tres taxis
a pesar de los secretos deseos de Marina y de Marcos y quedaron a las 10.00
de la mañana del día siguiente en el laboratorio de la Facultad. Las marqueñas
se las llevaría el físico que era el único cuya casa tenía una terraza al aire libre.
A las 01.15, el taxi de Marcos le dejó delante del portal de su casa, sacó su
llavín y arrastrando su maleta de viaje, subió los escalones hasta el ascensor.
En unos minutos se encontraba delante de la puerta de su casa, buscó las llaves
en su bolsillo pero no las encontró, comenzó a palparse toda la ropa hasta que,
con un manotazo en la frente, se acordó que las había guardado en el bolsillo
pequeño exterior de su maleta. Se arrodilló para buscarlas y en ese precio
instante se apagó la luz de la escalera. Marcos exclamó: ¡Mierda!-. Se
incorporó lentamente, apoyándose en una pierna y encendió de nuevo la luz
del rellano, se acercó de nuevo a la maleta, volvió a ponerse de rodillas y
rebuscó en un pequeño bolsillo en la parte superior, allí estaban las llaves, -
Bueno, menos mal- pensó. Las tomó e introdujo la más larga en la cerradura
superior y después de dos vueltas, la sacó, eligió luego una llave más gruesa y
la introdujo en la cerradura inferior, la de seguridad, tres vueltas después,
empujó la puerta, ya abierta y encendió la luz del pasillo antes de entrar en la
casa, como siempre hacía cuando llegaba.
Unos minutos antes de que ocurriera todo lo anterior, en el interior de la
vivienda, el judío, que seguía tumbado a oscuras en el sofá del salón, sorbía un
té que se había preparado. Oyó el ruido del ascensor al pararse en el quinto
piso, oyó la puerta abrirse y unos pasos acercarse a la entrada de la casa. Sobre
el ruido de los pasos había otro, continuo, ronco, -¡Unas ruedas!-Alguien
arrastraba algo con ruedas desde el ascensor hasta la puerta de la casa, -
¡Mierda!, ¡Una maleta!, ¡Son las ruedas de una maleta!- Solomon se incorporó
como un gato, sin ruido pero rapidísimo, dejó la taza de té sobre la mesa y
sacó de su gemelo derecho la daga que llevaba a todas partes. Oyó ruido como
de palmadas y luego un ¡Mierda!- bien claro.
A continuación pasos, una cremallera y ruido de llaves, -¡Alguien estaba
intentado entrar en la casa!-, Oyó la primera de las llaves introduciéndose en la
cerradura, las vueltas que dio y después la segunda llave, la puerta se abrió y
una mano palpó en la pared hasta que encontró el interruptor y encendió la luz
del pasillo, todo se iluminó de repente.
*
La guardia Marisol entró en la sala de interrogatorios seguida de Álvarez,
que llevaba en las manos dos vasos de plástico con café. La joven se apoyó, de
pie, en la pared justo enfrente del detenido, , Álvarez le puso uno de los vasos
de café delante al americano y luego con mucha parsimonia, deposito el suyo
enfrente, se quitó el sombrero que dejó encima de la mesa, a su derecha, luego
el abrigo que colocó muy doblado en el respaldo de la silla, por fin, se sentó,
miró a los ojos del agente americano y sorbió un poco de café, dejó el vaso
lentamente delante de él y luego cruzó los brazos apoyándose en la mesa:
-¿Quiere un cigarrillo?-, preguntó
El americano sonrió:
-Gracias, no fumo, pero aunque lo hiciera, no me dejarían, está prohibido
fumar aquí-
Álvarez, sacó un paquete de cigarrillos Camel sin filtro, extrajo uno y lo
prendió con un pequeño mechero de propaganda. La guardia lo miró,
inquisidora, pero lo dejó hacer.
Al otro lado del espejo, los guardias miraban al jefe, éste sonrió y dijo:
-¡La vieja escuela!, Observen caballeros porque van a tener una lección
gratis de interrogatorios a la vieja usanza-
El guardia exhaló una bocanada de humo hacia el techo de la habitación y
dijo:
-Joven, acabamos de retroceder en el tiempo unos cuantos años, y las cosas
entonces no eran como ahora, entre otras, se podía fumar en los
interrogatorios-
El americano lo miró sorprendido, nadie había irrumpido en la sala, la
guardia que tenía justo enfrente, por detrás del viejo, no había abierto la boca y
aquél anciano le miraba desde el profundo azul de sus ojos con una
determinación que daba miedo
-¿Quién es usted?-, preguntó el agente
Álvarez dio otra calada a su cigarro:
-Alguien que interrogaba a tipos como tú cuando ni siquiera tus padres
habían echado el polvo del siglo para engendrarte a ti-
Marisol se tapó la boca para no dejar ver la sonrisa que se le había
formado. El americano, por el contrario, palideció:
-Creo que no tiene derecho a hablarme con groserías, agente-
El guardia civil repuso con una media sonrisa:
-Tengo derecho a hacer lo que me dé la gana, te recuerdo que no estás en
USA sino en España y no soy agente, soy Guardia Civil y aquí cuando dices
esto hasta el más duro se lo hace encima, ¿Comprendes?-
El americano bajó la cabeza y dijo:
-Quiero hacer una llamada a mi embajada-
-Tu embajada y tú mismo me importáis una mierda, lo único que quiero es
que me digas por qué estabais secuestrando al tipo rubio-
-No pienso decir nada, agente- dijo el americano
Álvarez se puso de pie, de pronto, con una agilidad que hasta él mismo le
sorprendió y con un vozarrón que creía perdido gritó:
-¡A VER, GILIPOLLAS, COMO ME VUELVAS A LLAMAR OTRA
VEZ MÁS AGENTE, TE PARTO LA CARA A SILLETAZOS. SOY
GUARDIA CIVIL, ¿ENTIENDES? GUARDIA CIVIL, ¡NO UN MIERDA
DE LA NACIONAL! Y AHORA DESEMBUCHA, COÑO, QUE NO
TENGO TODO EL DÍA-
El americano le miró y pensó -Está loco- y sus ojos se abrieron de par en
par cuando el guardia se acercó a Marisol, le sacó el arma de la cartuchera con
un guiño de ojos y se sentó otra vez depositando la pistola delante de él
-Bien, vamos a calmarnos, no nos conviene que nos suba la tensión,
¿Verdad muchachote?
Es la última vez que te pregunto: ¿Por qué queríais secuestrar al tipo?-,
justo después, cogió la pistola y la amartilló, el ruido de una bala penetrando
en la recamara sonó como un trueno a los oídos del agente
-Teníamos órdenes-, dijo el americano.
-Ordenes ¿De quién?- preguntó el guardia.
-De la Agencia-
Álvarez jugaba con la pistola
-Vale, órdenes de la Agencia, ¿Pero por qué había que secuestrarlo, qué
había hecho o qué iba a hacer?-
El americano bajó la cabeza:
-Esto no está bien, no puede interrogarme sin un abogado-Álvarez dejó de
jugar con la pistola, se levantó muy lentamente y se acercó por detrás al
detenido, separó la mesa hacia delante y puso el cañón de la pistola sobre la
rodilla derecha del detenido. Se oyó un -¡Sargento!- muy débil en la sala, pero
Álvarez miró a Marisol y nuevamente le guiñó un ojo. Al otro lado del cristal
doble no se oía ni una respiración, todo el mundo estaba conteniéndola y no
apartaban los ojos del cristal
Álvarez habló al oído del agente:
-Muchachote, me estoy cansando de tus evasivas, ni tu abogado ni la
Virgen de los Desamparados te va a librar de un tirito rico, rico, en la rodilla y
de cojear el resto de tu puta vida como no me digas lo que quiero-
El americano sudaba a chorros, gruesos goterones caían por su cuello y su
pecho.
-¡Joder!, ¡Había que detenerlo! ¡Iba a matar a los profesores de la
universidad! ¡Ya lo intentó una vez, teníamos ordenes de detenerlo y llevarlo a
Maryland!- soltó el americano
Álvarez, aseguró el arma, se la dio por la culata a la agente y sonrió al
cristal, luego se acercó por el lateral al americano, le dijo:
-¿Ves como no era tan difícil? Un poquito de charla no hace daño a nadie,
hombre. Ahora se lo vas a contar todo a esta guardia tan guapa que tienes
delante, Todo ¿Vale?, con pelos y señales y si se te olvida algo, piensa en
cómo vas a hacer para follar sin huevos, porque volveré y te los volaré de un
tiro. Hala, muchachote, ¡A cantar!-
Salió Álvarez de la sala y se encaminó a la salida de la Dirección General
sin pasar por la sala contigua. Habían pasado exactamente diez minutos desde
que entrara a interrogatorios.
*
Cuando Marcos empezó a empujar la puerta de su casa, está se abrió de
golpe, una mano fuerte le agarró por las solapas del abrigo y tiró de él hacia
adentro mientras otra le tapaba la boca. La puerta se cerró violentamente, el
brazo que le había cogido por la pechera, cambió su posición con una
velocidad inusitada y le agarró por el cuello dándole la vuelta al mismo tiempo
y una voz le dijo al oído:
-Si dices algo, te corto el cuello-
Marcos no entendía nada, pero sí notó un filo muy cortante que se apoyaba
en su cuello, justo por encima de la nuez
Volvió a oír la voz:
-Bien, vamos al salón, tenemos que hablar-
Marcos fue casi levantado en volandas y transportado hasta el salón, allí se
vio empujado hacia el sofá donde cayó de bruces. Estaba todo muy oscuro y
sólo vio una silueta delante de él.
Se sentó como pudo y muerto de miedo dijo:
-Apenas tengo dinero, si quiere puede llevárselo, pero no me haga daño-
La silueta se acercó:
-No quiero tu dinero, estúpido. Quiero información-
Marcos pensó que estaba de nuevo delante de los agentes americanos:
-Pero si ya se lo conté en la Facultad-
Entonces se encendió la luz del salón, Marcos parpadeó un poco y luego
vio la cara de su agresor, le sonaba pero no conseguía encuadrarla. Desde
luego no era ninguno de los americanos, entonces cayó en la cuenta:
-Usted es el amigo de Marina, ¿Verdad?, el agente judío-
Solomon sonrió:
-Efectivamente conozco a Marina, pero decir que soy su amigo no creo que
sea del todo acertado-
Marcos temblaba:
-¿Qué quiere?-
El judío se sentó a su lado esgrimiendo la daga:
-Ya te lo he dicho, información-
Marcos miraba aquellos ojos profundos:
-¿Qué quiere saber? Estoy dispuesto a decirle lo que sea con tal de que me
deje en paz y se vaya-
Marina había llegado a su casa y aunque se dio una ducha y se metió en la
cama no conseguía dormir. Pensaba en Marcos, en aquellas mini vacaciones
en Argel y en lo bien que se había sentido en su compañía. Se descubrió
echándole de menos, quería apoyarse en él, quería abrazarse a él, quería
besarlo. Igual se había enamorado aunque no lo tenía muy claro. Lo que sí
sabía es que le echaba de menos.
Se levantó, se puso lo primero que sacó del armario y decidió ir a casa de
Marcos. Le diría lo que sentía y si era rechazada por lo menos lo habría
intentado.
En este momento, una hora y poco después de haber salido de su casa,
Marina miraba con miedo los botones del portero automático del portal de
Marcos, sus ojos se pararon sobre el 5D, alzó la mano, la volvió a bajar y
después, con determinación, pulsó dos veces seguidas. El micrófono se
mantuvo en silencio, ella volvió a llamar pero no hubo respuesta. -Estará
dormido como un tronco-, pensó la joven.
Arriba en el piso, el judío se llevó el dedo a los labios haciendo la señal de
silencio. Marcos oyó los pitidos del telefonillo y se preguntó quién sería. A
veces había algunos borrachos que se dedicaban a llamar a todos los botones
pero no había oído ningún otro sonido. Volvió a sonar el telefonillo, el judío le
preguntó:
-¿Esperas a alguien?-
Marcos no contestó, se limitó a mover negativamente la cabeza.
Marina se dijo que esperaría a mañana, había sido una temeridad ir a esas
horas, Marcos estaría cansado y se abría dormido enseguida, pero el deseo era
muy fuerte, no quería dejar pasar más tiempo, sería esta noche. Sacó su móvil
y marcó el número de Marcos.
El bolsillo de la chaqueta de Marcos vibró acompañado de un estridente
sonido, el judío bajó la vista hasta allí y dijo:
-Parece que hay alguien muy interesado en hablar contigo esta noche-
Marcos no dijo nada y el teléfono seguía vibrando.
El judío dijo: -Contesta, pero mide bien tus palabras-
Marcos cogió el móvil, miró la pantalla y vio el nombre de Marina, -Madre
mía, ahora no, Marina, ahora no-
El judío dijo:
-Contesta o van a estar llamando toda la noche y eso no nos conviene a
ninguno-
Marcos contestó:
-Hola Marina-
La chica notó un deje raro en la voz de Marcos, lo achacó a que estaría
durmiendo
-Hola, siento llamarte a estas horas pero necesito hablar contigo, es muy
importante-
Marcos no quería que subiera:
-¿No lo podemos dejar para mañana?-
La chica insistió:
-No Marcos, mañana sería demasiado tarde. Por favor, ábreme la puerta-
El judío le arrancó el móvil de la mano y dijo muy bajito:
-Que suba-, mientras le devolvía el móvil
Marcos cogió de nuevo el terminal, dijo a Marina que subiera y colgó.
Luego con el judío siempre a su espalda, se encaminó a la puerta de entrada y
descolgó el telefonillo, pulso el botón de abrir la puerta y esperó a oír cómo
ésta se cerraba. Después colgó.
El judío le dijo que se pusiera delante de la puerta de entrada, abrió la
puerta y se situó algo oculto por ella, esperando la llegada de la joven. Ahora,
la daga, se apoyaba directamente encima de uno de sus riñones.
El ascensor se abrió en el quinto piso, Marina salió y vio la puerta del
apartamento de Marcos abierta, se acercó a ella descubriendo que Marcos
estaba en el pasillo, muy serio y con el abrigo aún puesto:
Marina accedió al pasillo de la casa y preguntó:
-¡Anda!, ¿Es que ibas a salir?-
Rápidamente un brazo le agarró el cuello y una voz conocida le susurró al
oído:
-Shalom, Marina. ¿Cómo estás?-
*
Richardson acabó por confesarlo todo, (excepto las investigaciones de los
profesores de la Universidad, más que nada porque nadie se lo había
explicado), sabiendo que su carrera en la ASN había terminado. Los guardias
no entendían nada, pero tomaron buena nota de su confesión.
Poco después un agregado de la embajada se presentó y solicitó llevarse al
detenido en calidad de funcionario protegido del Gobierno americano y
protestando mucho acerca de la detención y del tiempo que habían tardado en
ponerlo en conocimiento de le embajada.
Sin contarle los “medios empleados” por Álvarez, el Jefe de Puesto le
explicó lo que había contado su agente y el americano palideció, no volvió a
decir nada y le pidió al guardia civil que lo mejor para todos era olvidarse de
este asunto. El Jefe de puesto le dijo que se había cometido un asesinato, que
un ciudadano americano había muerto y que otro había sido detenido acusado
de tentativa de secuestro, así difícilmente podrían olvidarse de nada.
El funcionario americano bajó la vista y dijo que hablaría con el
embajador, pero que, por favor, hasta entonces, no hicieran nada.
El Jefe le dio 24 horas, luego se pondrían a investigar.
Esa misma tarde, se recibió en la Dirección General una circular del
Ministerio del Interior en la cual se instaba al Jefe de Puesto a archivar el caso,
devolver a la embajada americana el cadáver del agente muerto en el Retiro y
dedicar sus esfuerzos a otros asuntos.
Álvarez fue puntualmente informado tanto por Marisol como por el Jefe de
Puesto, al cual no le había sentado nada bien la reprimenda del Ministro.
Álvarez callaba escuchando al jefe, luego dijo:
-Bien, el caso es que los yanquis no nos interesan, es más bien, el otro, el
que se escapó, el que quiero. Ha matado a un número y a un pastor en El
Molar, sabe Dios si no ha matado a alguien más, encima organizó un tiroteo en
la Facultad de Biología y hay tres profesores en los cuales está muy
interesado-
El jefe y la guardia asintieron y el primero dijo:
-¿Qué cree que debemos hacer, sargento?-
Álvarez se miró las palmas de las manos y dijo:
-Hay que preguntar a los profesores. ¿Qué tienen que ver ellos en todo
esto?-
El Jefe de Puesto, se levantó de su sillón y dijo:
-Hecho, mañana se lleva a Marisol y les preguntan. ¿Tienen las
direcciones?-
Álvarez asintió con la cabeza y el jefe de puesto sonrió:
-¿Por qué me da la sensación, sargento Álvarez, de que siempre está usted
un paso por delante de nosotros?-
*
Ramiro llegó pronto al laboratorio de Marcos y se extrañó que estuviera
cerrado. Preguntó al bedel del Departamento y éste le dijo que el profesor
Aceña no había aparecido aún.
Se bajó a la cafetería y se pidió un café, sacó el móvil y escribió un wassap
a Marcos, pidiéndole que le avisara cuando llegara al laboratorio. Hizo lo
mismo con Marina. Tres cuartos de hora después, ninguno de los dos se había
puesto en contacto con él. Lo encontró extraño, ni Marcos ni Marina eran
personas perezosas y menos aún con la investigación de las marqueñas sin
terminar.
Subió de nuevo al Departamento por si ninguno de los dos había visto el
mensaje, pero el laboratorio seguía cerrado a cal y canto.
Una vez más. Echó mano del móvil y llamó a Marcos.
En el apartamento de Aceña, Marina y Marcos estaban atados, de espaldas,
el uno al otro, sentados en dos sillas. Solomon estaba interrogándoles a
conciencia acerca del trabajo con las marqueñas y cuánto habían dicho a los
americanos, cuando sonó el móvil de Marcos que reposaba encima de la mesa
pequeña, el judío se acercó el móvil a la cara y sonrió, luego se lo pasó a
Marcos diciéndole:
-Es el que falta. Dile que estas enfermo y que necesitas que venga para
traerte unas medicinas y nada más ¿Entendido?-
Entonces descolgó la llamada y le puso el aparato en la oreja a Marcos:
-¿Marcos?, tío qué te ha pasado, ¿Se te han pegado las sábanas?-
Aceña respondió:
-Hola Ramiro, no, no se me han pegado las sabanas, he pasado muy mala
noche y apenas he dormido. Me duele un montón el estómago, creo que he
cogido un virus de esos gastrointestinales y me voy por las patas abajo-
Ramiro contestó:
-¡Joder!, Ha sido llegar y besar el santo ¿Eh?-
Marcos contestó:
-Oye Ramiro, ¿Podrías hacerme un favor?-
Ramiro contestó:
-Claro, compañero, ¿Qué necesitas?-
Marcos pensó bien sus palabras:
-Pues algunos medicamentos que no tengo en casa, por ejemplo Fortasec e
ibuprofeno, ah y sobre todo un botecito de Parasitex-
Ramiro arrugó el ceño, Marcos había dicho Parasitex y eso no era un
medicamento humano, era más bien un repelente de parásitos de las lombrices
que estaban utilizando con las marqueñas para evitar que enfermaran, debía de
haberse equivocado. Marcos volvió a hablar al teléfono:
-Por favor, Ramiro, lo más importante es el Parasitex, ¿De acuerdo? Sin él
estamos perdidos, que no se te olvide-
Ramiro se dio cuenta que Marcos no se había equivocado en absoluto, le
estaba mandando un mensaje, si pedía Parasitex es que algo iba mal y Marina
tampoco contestaba. Algo olía muy mal por allí. Contestó
-Claro, Marcos, no te preocupes, El Parasitex lo primero, no se me va a
olvidar. Estoy en una hora en tu casa-
La llamada se cortó y el judío separó el móvil de la cara de Marcos:
-Muy bien, profesor, excelente. En una hora tendré a todo el Departamento
donde quiero tenerlos-
Ramiro pensó rápido: -Marcos y Marina no están localizables- Segundos
antes había llamado a Marina y su móvil estaba desconectado, algo inusual en
la joven. Además Marcos le había pedido Parasitex, el repelente de parásitos y
se lo había recalcado bien alto y además había dicho: -Sin él, estamos
perdidos, ¡ESTAMOS PERDIDOS!, lo que significaba que Marina estaba con
él…ergoooo-, -¡Marcos y Marina están secuestrados en casa de Marcos!-
exclamó en voz alta, asustando a un grupito de alumnas de primero que
estaban desayunando a su lado, en la barra de la cafetería.
Pero lo que Ramiro se preguntaba era quién los tenía secuestrados, ¿Los
yanquis o los judíos?, cualquiera podía haber sido. Decidió que ya estaba bien
de hacerse el héroe, acudiría a la comisaría y denunciaría el caso, esta vez no
iba a ir solo, iría con la caballería.
En la comisaría no daban crédito a lo que el físico les contaba:
-Que sí, hombre, que sí. Que a sus amigos los ha secuestrado un agente del
Mossad y están en un piso en pleno Chamberí-, le decía un agente de la Policía
Nacional con poca o ninguna convicción.
Ramiro aseveraba:
-Agente, por favor, tiene que creerme, perdemos el tiempo hablando, los
puede matar porque ya lo ha intentado en otra ocasión-
El Policía Nacional, le preguntó:
-¿En otra ocasión?, ¿A ver, cuándo?-
Ramiro le relató el asunto del tiroteo en la Facultad y esta vez, el Policía le
prestó más atención:
-¿Ha leído en el periódico lo del tiroteo?-
Ramiro, algo alterado, contestó:
-No lo he leído en ningún lado, yo estaba allí, era a mí y a mis compañeros
ahora secuestrados a quien quería matar el animal éste-
El policía, que se había apoyado en el respaldo de la silla, se incorporó y
dijo:
-¿Qué estaba usted allí? Vamos a ver, cuénteme todo, otra vez para que yo
me entere.-
Ramiro puso los ojos en blanco y le contó al policía, todo lo
resumidamente que pudo, lo sucedido aquella mañana en los pasillos del
Departamento.
*
Álvarez notó la vibración del móvil en el bolsillo superior derecho de su
chaqueta, segundos antes de que “La Cabalgata de las Valquirias” atronara a la
parroquia de BODEGAS RODRIGUEZ, VINOS FINOS. Tomó el aparato y
contestó:
-Álvarez, ¿Dígame?-
La voz al otro lado era la de la guardia Marisol:
-¡Sargento! Acaba de llegarnos un aviso de operativo en la calle Cristóbal
Bordiú, 4-
Álvarez se separó el móvil de la oreja y lo miró con extrañeza, luego se lo
volvió a poner y dijo:
-Marisol, guapa, ¿De qué me hablas?-
La guardia no podía ocultar su prisa:
-De la calle Cristóbal Bordiú, 4, sargento, el domicilio de uno de los
investigadores de la Facultad de Biología-
El viejo guardia abrió mucho los ojos y repuso:
-¡Joder, Marisol, joder! Estoy cerca, me planto allí en unos minutos, por
favor, que tengan cuidado, ese tío está loco y matará antes de caer.-
Colgó el teléfono y salió disparado hacia la dirección que le habían dicho.
El judío cambió de posición la daga y miró a Marcos:
-Parece que a tu colega le está resultando difícil comprar los
medicamentos, ¿No?-
Marcos se encogió de hombros. En ese momento sonó el telefonillo, el
judío se acercó a él, lo descolgó y poniéndose una mano en la boca contestó:
-¿Quién es?-
Ramiro miró a los policías y a los guardias civiles que estaban a su lado, se
apartó del portero automático y les dijo:
-No es él, no es Marcos, esa no es su voz y además, Marcos siempre dice
¿Sí?, no dice nunca ¿Quién es?-
Álvarez llegaba en ese momento, el Jefe de Puesto estaba apoyado en un
coche que cerraba la calle al tráfico, tenía las luces encendidas pero habían
prohibido hacer sonar las sirenas. Se acercó a él:
-¿Ya han entrado?-
El jefe colocándose el chaleco anti balas le indicó que no con la cabeza e
hizo un signo hacia el portal
Álvarez sacó uno de sus Camel sin filtro y se lo llevó a la boca, lo
encendió y dijo:
-Jefe, que los nacionales no la caguen, que no lo maten, lo queremos vivo,
hay muchas preguntas que hacerle.-
Ramiro volvió hacia el portero electrónico y dijo:
-¡Marcos!, soy Ramiro, abre por favor-
Sin mediar más palabras, sonó la apertura automática de la puerta y
Ramiro entró acompañado de la policía. Se acercó al ascensor y lo tomó, sólo,
sin nadie más. Le habían dicho que llamara a la puerta y luego se hiciera a un
lado, pero cuando llegó al rellano, vio que la puerta ya estaba abierta. No
quiso desviar la mirada hacia la escalera, llena de policías especiales, y se
dirigió hacia la entrada del apartamento, una vez allí, no vio a nadie:
-¿Marcos?, ¿Estás ahí o en la cama?- dijo mientras comenzaba a entrar en
el apartamento, súbitamente, se vio empujado hacia adentro, agarrado de la
pechera.
En ese momento unos brazos tiraron de él hacia afuera y varios hombres
pasaron, casi a través de él. El judío se encontró aplastado entre la puerta y la
pared de atrás, se le cayó la daga y levantó las manos, todo se había acabado,
no podría salir de allí.
*
Los agentes del Mossad, Aarón y Lucas llevaban varios días ampliando su
rango de búsqueda. Ya habían abandonado el barrio de Centro y habían
entrado en otro que habían identificado en el plano y que respondía al nombre
de Chamberí, más hacia el oeste. Habían visitado casi todas las pensiones y
tugurios de mala muerte que habían hallado en su periplo, pero Solomon no
aparecía.
Además de sus cosas, también habían traído de Israel un pequeño aparato
algo más grande que un móvil de última generación y también más ancho y
pesado, era una pequeña emisora que sólo servía para recoger frecuencias de
alta, es decir, canales reservados a servicios de urgencia como las
ambulancias, algunos hospitales y, claro, como no, los cuerpos y fuerzas de
seguridad. Normalmente no la escuchaban porque hablaban de accidentes de
tráfico, hurtos y pequeños delincuentes del metro, pero ese día, casi más por
costumbre que por otra razón, Aarón la conectó cuando estaban en el coche,
comiendo una hamburguesa y dejando que sus doloridos pies descansaran un
poco.
La emisora emitió un chisporroteo y comenzó a hablar;
-Bravo Charlie, Tango uno. Dispositivo de acecho, calle Cristóbal Bordiú,
4, sospechoso de secuestro de varias personas. Es el mismo del que se cree,
actuó en el tiroteo en la Facultad de Biología del día 26 del mes pasado ¿Me
copias?-
Otra voz salió de la emisora casi al momento:
-OK, tango uno, unidad 808, te copio, voy para allá. ¿Algo más?-
-Cuidado, los de la Civil también van, victimas profesores de universidad-
Los dos agentes se miraron, cogieron el GPS e introdujeron la dirección
que habían oído, resultó estar muy cerca de donde se encontraban y ambos se
pusieron los cinturones, tiraron las hamburguesas a la parte de atrás del
vehículo y se lanzaron hacia el objetivo.
Solomon estaba esposado y sentado en el sofá. Marcos y Marina abrazados
y Ramiro mirándolos y sintiéndose un héroe.
Álvarez hablaba con el Jefe de Puesto:
-Espero que los nacionales nos dejen interrogarlo-
El jefe de Puesto le miró:
-No sé, sargento, ya sabe los mirados que son con las competencias de
cada uno y aunque estemos aquí, la detección la han hecho los GEOS-
Álvarez movió la cabeza:
-No van a encontrar una mierda-
Los judíos habían accedido ya a la calle, aunque sin pasar del cordón
policial. Miraban entretenidos todo el dispositivo y mentalmente buscaban
lugares y objetivos.
Tras media hora de espera, los policías que estaban de guardia en el portal
comenzaron a salir, llamando con los brazos en alto a un furgón que estaba en
las proximidades. Cuando el furgón se puso casi delante del portal, hicieron
una señal a alguien dentro del mismo y salieron más policías y detrás de ellos,
Solomon, engrilletado y escoltado por dos policías que le agarraban por los
brazos.
Lucas y Aarón se miraron y fue suficiente. Lucas se dirigió hacia el último
coche de la policía que estaba estacionado en la calle y, con mucho disimulo,
pegó un pequeño explosivo en su parte posterior, luego miró a Aarón y le hizo
un movimiento casi imperceptible con la cabeza. Aarón se fue colocando entre
la gente, cerca de la esquina con la calle de Bravo Murillo pero a poca
distancia del furgón y con clara visibilidad de la pequeña puerta que había en
el lado izquierdo del vehículo.
Solomon era empujado hacia dicha puerta y cuando había recorrido la
mitad del espacio entre el furgón y el portal, una pequeña explosión hizo que
todo el mundo girara las cabezas, policías incluidos, hacía el lado contario.
Aarón empuñó entonces una pequeña pistola con silenciador y disparó.
Los policías que sujetaban a Solomon sintieron como que este se caía, lo
sujetaron más fuerte de los brazos, pero efectivamente, el judío no se sostenía
por sus propios medios, tenía la cabeza sobre el pecho y de la sien izquierda le
salía un pequeño hilillo de sangre. Los policías le dejaron en el suelo y
llamaron a los servicios sanitarios que estaban a pocos metros.
Aarón se dirigió rápidamente hacia la calle Bravo Murillo, pero sin correr,
allí se unió a Lucas y juntos subieron en dirección a Cuatro Caminos y a su
coche, estacionado cerca de allí.
David Solomon murió de inmediato, la bala había penetrado en su cerebro
y allí había explotado, causando un destrozo masivo y la muerte del judío.
Prácticamente, ni se enteró.
El comando de ejecución había hecho su trabajo. En el coche alquilado, se
dirigieron hacia el aeródromo de Torrejón de Ardoz.
Mientras llegaban, Lucas, el copiloto, mandó un correo desde una pequeña
Tablet con conexión a internet:
De: Aarón y Lucas
Para: papaymama@gmail,com
Asunto: España
Hola, papá y mamá
Hemos visto el centro de Madrid y es precioso, nos hemos alejado un poco
porque el primo David no vive por allí. Por fin hoy hemos podido comer con
él, por desgracia tenía prisa porque debía salir de viaje. Le acabamos de
despedir.
Como ya no nos queda dinero, nos vamos al aeropuerto a ver si podemos
coger un avión.
Nos vemos pronto
Aarón y Lucas
*
Álvarez no se lo podía creer, habían matado al judío delante de sus narices
y nadie había visto nada:
-¡No puede ser!, ¡No puede ser!- repetía constantemente.
El Jefe de Puesto estaba hablando con el teniente al mando de los GEOS:
-Es imposible que alguien se haya acercado tanto como para meterle una
bala en la sien-
-Quienquiera que haya sido, es un profesional. No sé quién era este tipo,
pero el que se lo ha cargado, sabía muy bien lo que hacía.- dijo el GEO
Álvarez sacó un cigarrillo de un arrugado paquete, se lo llevó a la boca y lo
encendió, -Todo se ha acabado, mi último caso, o el primero de jubilado,
según se mire, ha resultado ser un fracaso- Sacó su móvil y llamó a Maruja:
-Hola Cuqui, sí, estoy bien. ¿Te apetecen unos callos esta noche?,
estupendo, voy a llamar a Benita para que nos los prepare. Vale, oye, otra
cosa, ¿Sabes? Creo que ya estoy viejo para patear las calles, si, bueno, eso es
porque tú me miras con buenos ojos, mujer, je, je, si, bueno, pues a las ocho
como siempre. Un beso, Cuqui, hasta luego-
Colgó el móvil, miró el gentío y, sin despedirse, se alejó del tumulto.
CAPITULO 24
CAPITULO 25
EPÍLOGO
FIN