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La Muerte del General Félix Díaz, Gobernador de Oaxaca.

El 8 de noviembre de 1871, el general Porfirio Díaz desconoció al gobierno del Presidente Juárez en
la Hacienda de la Noria, Estado de Oaxaca, obligado por sus partidarios que ya lo habían hecho en
Zacatecas, Nuevo León, Coahuila, Sonora, Sinaloa y Durango, comandados por los generales
Trinidad García de la Cadena, Gerónimo Treviño, y Donato Guerra.

El plan de la Noria exigía la revisión de la Constitución General de la Republica y contenía este


principio antirreeleccionista: “Que ningún ciudadano se imponga y perpetué en el poder, y esta
será la última revolución” este plan se hizo impopular porque entrañaba la reforma a la
Constitución y no obstante que los sublevados obtuvieron algunos éxitos de relativa importancia,
fueron derrotados por los generales Sostenes Rocha e Ignacio Alatorre.

El general Rocha venció a las fuerzas reunidas de los generales García de la Cadena, Donato
Guerra, Treviño y Martínez, el 2 de marzo de 1872, en el Cerro de la Aguja, Zacatecas: y el general
Alatorre a los generales Félix Díaz, entonces gobernador del Estado de Oaxaca y Luis Mier y Terán
en el combate de Itundujia (14 de diciembre de 1871) y en el de San Mateo Xindihui (22 de
diciembre del mismo año).

EN EL ISTMO

Don Porfirio había recomendado a su hermano don Félix que enviara al Istmo de Tehuantepec una
comisión para que recorriera los pueblos de dicha región con la finalidad de alistar tropas para su
causa, pero las derrotas de Itundujia y Xidihui hicieron que él personalmente se dirigiera al Istmo,
llegando a Juchitán, Oax., el día 23 de enero de 1872, en plena fiesta de San Vicente mártir Santo
Patrono del pueblo; tan luego como llegó el general Félix Díaz trató de congregar al pueblo y a las
autoridades para exponerles el motivo que lo había llevado a Juchitán, pero como la gente estaba
de fiesta, hizo poco aprecio a los diferentes llamados que les hizo don Félix.

Lo que sigue es relato que oí de mi abuelo materno, don Espiridión Gómez, quien en unión de sus
hermanos Wenceslao y Margarito concurrieron en la aprehensión y muerte del Chato Díaz.

Disgustado el general Félix Díaz por la respuesta indiferente que dio el pueblo de Juchitán a su
llamado, ordenó que sus soldados atacaran a San Vicente –chente Ngola, como la llamaban los
juchitecos– y que lo arrancaran de su altar; hecho esto, mandó que un soldado a caballo arrastrara
al Santo a cabeza de silla y en seguida, él personalmente quemó la imagen, permaneciendo en el
lugar, hasta que ésta se redujo a cenizas. Luego ordenó a sus soldados que montaran y al galope
tomó el rumbo de Tehuantepec, pasando al obscurecer por la orilla del pueblo (rápido atravesó el
rio y el barrio de Lieza y tomó el camino que va a Huamelula pernoctando en Pluma Hidalgo,
Pochutla, Oax, el día 13 de enero de 1872.

Respuestas de la impresión que les causó a las personas que presenciaron la profanación de San
Vicente, enteraron prontamente a las autoridades de los sucesos anteriores, y se reunieron
inmediatamente al pueblo para acordar lo que debía hacerse y su determinación fue la de que
debían perseguir al Chato Díaz hasta que se le diera alcance y batirlo: pero como los elementos de
guerra con que contaba Juchitán era exiguos, acordaron también que debían dirigirse a
Tehuantepec y pedir su cooperación a los tehuantepecanos en la lucha que iban a emprender en
contra del general Félix Díaz.
PERSECUCION Y CAPTURA

El grupo de Juchitecos encargado de batir al Chato Díaz llegó a Tehuantepec muy entrada la noche
del día 24 de enero de 1872 desplegando bandera blanca, pues estaban muy recientes los
acontecimientos de enero de 1866. Los tehuantepecanos, después de oír a los juchitecos, y de que
unos y otros dieran por terminadas sus rencillas, acordaron participar en la persecución del Chato
Díaz y para ese efecto se organizó una fuerte columna de caballería a las órdenes de don Adelaido
Cartas, quienes llevaban como segundos a varios connotados juchitecos y tehuantepecanos; está
fuerza salió de Tehuantepec en la madrugada del día 25 de enero de 1872, siguiendo el camino
que había tomado el general Félix Díaz.

El Chato Díaz estableció su campamento en las inmediaciones de Pluma Hidalgo en la noche del
día 25 de enero del 1872, y creyéndose a salvo de una posible persecución de los juchitecos no
tomó todas las precauciones, tendientes a evitar una sorpresa. En la madrugada 26 del mismo
mes, la columna de tehuantepecanos y juchitecos cayó sobre las dormidas fuerzas del general Félix
Díaz, destrozándolas totalmente: don Félix fue hecho prisionero, en camisa y sin botas y amarrado
y a cabeza de silla fue conducido a Tehuantepec; cuando don Félix llegó a esta ciudad, tenía los
pies destrozados, pues el suelo tan caliente como es por allá, se los había quemado en forma
espantosa.

LA TERRIBLE SENTENCIA

Los tehuantepecanos y juchitecos acordaron que debía juzgarse al Chato Díaz en consejo de guerra
y para ese efecto se reunieron en donde estaban instaladas las oficinas de la presidencia municipal
y que hoy es y desde hace muchos años ha sido la escuela primaria “Benito Juárez”. Los
tehuantepecanos votaron por el fusilamiento del Chato Díaz, pero prevaleció el criterio de los
juchitecos porque ellos eran los agraviados y tal criterio fue “que se quemara vivo al Chato Díaz
como él había quemado a San Vicente”.

La terrible sentencia se cumplió el 30 de enero de 1872. El Chato Díaz fue amarrado a un árbol de
tamarindo que todavía existe en el centro del patio de lo que entonces era el edificio de la
presidencia municipal y quemado vivo, justamente a la semana después de su acto nefando en
Juchitán.

Se dice en Tehuantepec que infinidad de personas han visto, en el día o en la noche, que el
tamarindo a que antes me referí, se quema, y que han oído gritos angustiosos que parten de dicho
árbol: pero lo cierto es que el tamarindo de la relación de un fruto muy enjuto, a consecuencia
precisamente, de haberse quemado al cumplirse la sentencia contra el Chato Díaz.

Don Porfirio Díaz en sus memorias dice a propósito de la muerte de don Félix “…a media
peroración de Fray Mauricio López, propuso Apolonio Jiménez, uno de los cabecillas de Juchitán.
QUE ALGUNOS AÑOS DESPUES ASESINÓ A MI HERMANO FELIX (que nos mataran a Fray Mauricio y
a mí porque…”

El historiador don Jorge Fernando Iturribarria, en su obra Historia de Oaxaca, dice a propósito de la
muerte del señor general don Félix Díaz: “…esta guerra costó la vida al general Félix Díaz,
gobernador del Estado de Oaxaca, quien fue martirizado por los juchitecos cuando trataba de
escapar, una vez que la ciudad de Oaxaca había caído en poder de las fuerzas gobiernistas”.
Luis Santibáñez Gómez

NOTA: Subtítulos, de la relación. Publicados en “El Universal” el 20 de mayo de 1937.

Revista Oaxaca en Mexico, 1963

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