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Tarea 6

En el presente trabajo se analizan fragmentos de interacción entre una niña y dos


adultos mediados por aparatos culturales (juguetes) desarrollando un juego de
roles. El juego es una forma de socialización que prepara a los niños para la
sociedad adulta. La mayoría de los escenarios de los juegos de roles son
derivados de la realidad experimentada por los niños, son interacciones
estructuradas que pueden ofrecer la posibilidad de predicción necesaria para el
desarrollo del lenguaje. La niña posee apoyos materiales (juguetes), los cuales
manipula y utiliza de acuerdo con las propuestas de la mujer. Los juguetes
presentes reproducen los objetos que se utilizan en las diferentes esferas de la
actividad humana: tacitas, ollitas, frutas y muñecos, entre otros.

En la grabación aparece la mujer interactuando con la niña, la mujer asume un


papel activo, lo que propicia el desarrollo del juego, y el hombre participa en forma
más pasiva, observando y alcanzando algunos de los juguetes. Esa actuación
activa de la mujer funciona como andamiaje. La noción de “andamiaje” fue
propuesta por Bruner en 1986 y refiere a las intervenciones verbales y no verbales
de las otras personas que apoyan este proceso de elaboración de
representaciones de conocimientos y adquisición del lenguaje. El andamiaje es un
proceso de enseñanza facilitador del aprendizaje, mediante el cual, la niña es
dirigida, a través de pasos simples, a la concreción de una tarea específica.

Fragmento I. Contexto: La niña se encuentra sentada enfrentada con la


mujer y el hombre está sentado al costado.

Mujer: ¿A quién? A la niña. A la niña le vamos a dar una fruta, ¿ya? Vamos
a pedirle a papá, papá tiene fruta, tienes que decirle “papáá”.
Niña: Papáá… [la niña mira al padre y le hace gestos con la mano imitando
a la madre].
Mujer: Eso, ya, ¿a quién le vamos a dar? A la niña, vamos a ponerle la fruta
a la niña. Ya está, ya está. Otra fruta, otra fruta.
Niña: Papáá… [la niña mira al padre y le mueve la mano imitando el gesto
de la madre].
Mujer: Ya, ya, dame. Ahí está. ¿A quién le doy?
Niña: Aia. Papá.

Según la teoría conductista (Skinner, 1957), el desarrollo del lenguaje depende


exclusivamente de los estímulos externos. Ese aprendizaje está basado en

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ensayo y error, estímulo y respuesta, refuerzo positivo y negativo de conductas. Y
es importante el estímulo que provoca una respuesta. Un conductista consideraría
las intervenciones de la mujer como el estímulo externo y las de la niña serían las
respuestas que al obtener el refuerzo positivo de la mujer “Eso, ya”, “Ya, ya”, le da
a la pequeña la noción de que está haciendo las cosas bien; la repetición de ese
refuerzo positivo es lo que consolida el hábito. La niña recibe estímulos verbales y
ella responde y así aprende.

Mientras que para Chomsky, solo va a ser importante lo que la niña produce, el
input que le proporciona la mujer son datos lingüísticos primarios, pero no es
suficiente para ser considerado habilitador de la adquisición del lenguaje. Este
autor sostiene que existe algo en la especie que posibilita esa adquisición, un
constructo interno, un esquema innato específicamente humano y genéticamente
hereditario que posee un conjunto de principios gramaticales universales. Una vez
que estos datos lingüísticos primarios son procesados en el LAD (dispositivo de
adquisición de la lengua) hay un output o resultado: “Aia. Papá”. Se niega todo el
rol de la experiencia, en favor de que el niño va testeando cómo funciona la lengua
y generando hipótesis. Para los innatistas, los intentos de los adultos de corregir
los errores de los niños, no ayudan a la adquisición del lenguaje. El input no es
algo que le simplifique la adquisición a la niña, pues es complejo.

Al examinar el siguiente fragmento: “Mujer: Ya, ya, dame. Ahí está. ¿A quién le
doy?; Niña: Aia. Papá.”, identificamos lo que se denominó gramática pivote.
Según esta teoría las primeras combinaciones de dos términos de todos los niños,
independientemente de la lengua que adquieran, existen unas palabras que
aparecen frecuentemente (palabras "pivote") y otras cuya frecuencia es baja
(palabras "abiertas"); la niña utiliza la palabra “papá” como pivote que es de fácil
articulación, pertenece a una clase cerrada y funciona como eje de referencia.

Los interaccionistas ven este juego desarrollado en el video como una interacción
del tipo novicio-experto y le es interesante como dato. La habilidad del experto,

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en este caso la mujer, va a propiciar la adquisición. Este enfoque, considera que
los vínculos intersubjetivos tienen un rol fundamental en la adquisición; interesa
lo que hablan ambas, el vínculo afectivo y comunicativo, lo que a veces
comunican sin hablar, los patrones culturales que se están produciendo y
reproduciendo en ese juego.El aprendizaje ocurre en colaboración.
Inicialmente es la mujer quien propone el juego, dirigiendo la actividad, generando
todas las acciones y ordenando la interacción. El andamiaje que facilita la mujer
consiste en movimientos conversacionales que no solo apoyan la actividad
propiamente dicha, sino que también regulan la organización del juego y enfatizan
la producción oral de la niña. Los juegos tempranos entre la mujer y la niña, que
consisten de rutinas de interacciones simples y estandarizadas (formatos) según
Bruner (1986), constituyen situaciones privilegiadas para el andamiaje del adulto.
Los formatos describen interacciones triangulares entre adultos, niños y objetos.

Mujer: ¿A quién? A la niña. A la niña le vamos a dar una fruta, ¿ya? Vamos a
pedirle a papá, papá tiene fruta, tienes que decirle “papáá…”

La mujer guía la participación de la niña, tanto a través de recursos verbales como


el lenguaje corporal, la entonación, el posicionamiento corporal y el uso de
artefactos. La niña sigue las instrucciones que le va dando la mujer en un registro
simplificado y dice Papáá, acompañado con ademanes que imitan los gestos de la
mujer, lo que podría significar “papá, dame fruta”, por lo que se podría considerar
una holofrase, un enunciado primario conformado por una palabra, con valor
comunicativo oracional y que expresan causalidad e intencionalidad.

Vygotsky, desde su enfoque sociocultural, valoró la actividad lúdica de


representación como un escenario que habilita el desarrollo de aprendizajes
sociales, afectivos y morales, un ejemplo de su zona de desarrollo próximo, pues
la niña realiza en el ámbito lúdico muchas actividades simuladas, que aún no
puede ejecutar en el mundo real. La zona de desarrollo próximo es la diferencia
entre aquello que la niña es capaz de hacer por sí sola y aquello que sería capaz
de hacer con la ayuda de otra persona más capaz. El aprendizaje, puede ser
mucho más provechoso si se produce en ese ámbito, es decir cuando está fuera
de sus habilidades independientes, pero no demasiado. En otras palabras, una
tarea resulta beneficiosa para un individuo cuando la idoneidad que necesita
desplegar para su realización no se encuentra ni por encima ni por debajo de sus

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posibilidades. Así, podemos entender lo útil que puede ser la participación adulta
en dicho aprendizaje, sobre todo, si se lleva a cabo a través del juego.

Según Tomasello,M., el proceso por el cual la niña entiende el uso adulto de los
símbolos lingüísticos es la comprensión de las intenciones comunicativas y que la
imitación por inversión de roles es el proceso de aprendizaje cultural a través del
cual ella adquiere el uso de los símbolos lingüísticos.

El intercambio en este video ejemplifica la forma en que el uso de una serie de


representaciones y la participación colaborativa de la mujer, el hombre y la niña
generan un sistema de cognición distribuida, donde es posible llevar a cabo el
juego planteado. La teoría de la cognición distribuida intenta explicar cómo las
personas resuelven las tareas cognitivas o problemas que se les presentan,
centralizándose en la participación y organización de los participantes así como la
elaboración y el uso de instrumentos y representaciones al resolver una tarea en
un contexto específico. Esta teoría plantea que los sistemas que se generan para
resolver una tarea son dependientes y condicionados por las características de la
misma, pero también de los participantes involucrados en la resolución de la
misma, de los medios con que cuentan para ello, por ejemplo, sus conocimientos
previos y de las rutinas establecidas. La mujer planteó la modelización como
estrategia, incorporando, entre otros aspectos, la colaboración y el uso de
juguetes.

Para concluir, podemos decir que el juego simbólico es particularmente


importante, pues desarrolla la capacidad de la pequeña de imitar situaciones de la
vida real y ponerse en el lugar de otras personas ensayando actividades que en el
futuro tendrá que desarrollar socialmente interactuando con los otros y la cultura.
Se trata de una actividad en la que la niña pasa continuamente de lo real a lo
imaginario y que le ayuda a ampliar su lenguaje, desarrollar la empatía y, sobre
todo, consolidar sus representaciones mentales.

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Bibliografía

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