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República bolivariana de Venezuela

Ministerio del poder popular para la defensa

Universidad nacional experimental politécnica de la fuerza armada

Núcleo portuguesa - extensión turen.

Gravedad

Facilitador: estudiantes:

Ing. Rafael Mendoza Jorge Díaz

Wilmar Rodríguez

Yunior Linares

8vo semestre Ing. Civil

Junio, 2019
Gravitación según Newton (1687)

Newton reflexionó sobre el hecho de que los cuerpos pesaban en la Tierra y que los astros giraban
en torno a otros astros (la Luna en torno a la Tierra, la Tierra y los demás planetas en torno al Sol,
y así todos) y se imaginó que había una fuerza universal (que actuaba en todos lados) que hacía
que los cuerpos se atrajeran entre sí. Esta fuerza se manifestaría tanto en la atracción de un
cuerpo por la Tierra - su peso- como en la atracción entre cuerpos del Sistema Solar (y de todo el
universo) que les hace girar unos en torno a los otros. La llamó "fuerza de gravitación universal" o
"gravedad".

Según Newton, la gravedad sería una fuerza instantánea (es decir, cualquier cuerpo notaría
inmediatamente si hay otro cuerpo, y sufriría su atracción) y actuaría a distancia, es decir, la
intensidad de la fuerza dependería de algo (el otro cuerpo) que puede estar muy alejado, sin que
haya contacto entre los cuerpos.

Aprovechándose de todos los conocimientos astronómicos y experimentos de muchos físicos


anteriores (Copérnico, Tycho Brahe, Galileo y otros), Newton se dio cuenta de que la fuerza de
atracción gravitatoria entre dos cuerpos tenía que ser proporcional al producto de sus masas
dividido por la distancia entre ellos al cuadrado:

G = m1.m2/ d2

La pregunta importante es: ¿y eso, por qué?; ¿por qué existe esa fuerza? Newton no lo sabe:
"Divinitas" (la divinidad), dice. Esto es salirse por la tangente; no nos convence esa explicación, ni
tampoco a muchos de sus colegas (el filósofo Leibnitz se enfadó con Newton por ello). Pero no
exijamos a Newton más de la cuenta. Bastante hizo con explicarnos cómo actúa la gravedad
mediante su famosa fórmula, aunque no supiera por qué. Mediante su teoría, sencilla y elegante,
los físicos, los astrónomos y los ingenieros han podido entender (y medir con altísima precisión)
las órbitas de los planetas y del Sol, la rotación de las galaxias y la dinámica de los cúmulos de
galaxias, las mareas que la Luna (y el Sol) causan en los océanos...y hemos podido también
construir naves espaciales que viajan alrededor de la Tierra y por el Sistema Solar. Todo gracias a
la teoría de Newton.

¿Altísima precisión, hemos dicho? Efectivamente, en los miles de experimentos y observaciones


astronómicas que se han hecho desde que Newton propusiera su teoría (1687), los resultados
coinciden con los cálculos, según su fórmula, con altísima precisión... casi siempre. Pero la ciencia
es perfeccionista, y un solo ejemplo convincente de que una teoría falla, aunque sea sólo un poco,
es suficiente para que la consideremos falsa. No nos valen los "casi": tiene que funcionar siempre
y en el caso de Mercurio esto no funcionaba.
El caso de Mercurio

El culpable del "casi" en la teoría de Newton fue el planeta Mercurio, el más cercano al Sol.
Cuando los astrónomos usaron la fórmula de Newton para calcular su órbita alrededor del Sol -y
su posición aparente en el cielo, visto desde la Tierra- y compararon esos cálculos con las
observaciones, encontraron que eran casi iguales, pero había una pequeña diferencia en la
posición real de Mercurio: cada año parecía cambiar su posición (medida en el instante de su
máximo acercamiento al Sol) un ángulo muy pequeño, de 5,75 segundos de arco (") (el ángulo con
el que se vería una moneda de 1 Euro a un km de distancia). "Ese error en los cálculos es
ciertamente pequeño, pero muy importante", dijeron los astrónomos. "Nuestras observaciones
son mucho más precisas y no podemos aceptar esa diferencia como si fuera un error en nuestras
medidas. Sin embargo, tenemos una explicación: hay que tener en cuenta que Mercurio no sólo es
atraído por el Sol, sino también por los demás planetas -Venus y la Tierra, que están cerca, pero,
sobre todo, Júpiter y Saturno, los planetas gigantes, y todos los demás-". Así que calcularon -
usando siempre la teoría de Newton- la posición de Mercurio, teniendo ahora en cuenta todos los
cuerpos del Sistema Solar, y, efectivamente, encontraron que, de los 5,75" de error anual, podían
explicar 5,32" por la influencia gravitatoria de los otros planetas. Esto era casi perfecto... pero aún
no era exacto. La diferencia (0,43"/año) entre la posición calculada para Mercurio y la observada
era ahora más pequeña (el ángulo con el que se vería la moneda de 1 Euro a 12 km) pero ahí
estaba. Era un error pequeño pero inquietante: ¿por qué no funcionaba exactamente la teoría de
Newton con Mercurio, cuando sí parecía funcionar con todos los demás planetas?

Fue Einstein quien, a principios del siglo pasado, propuso una teoría diferente a la de Newton y
pudo por fin explicar los 0,43"/año famosos en la posición de Mercurio.

Sin embargo, lo que llevó a Einstein a revisar la teoría de la gravitación de Newton fue un concepto
(el de acción instantánea a distancia) y no la observación discrepante de Mercurio.

Pero sigamos la línea de razonamiento de Einstein que le llevo a desarrollar un nuevo concepto de
gravitación.

Límite de velocidad en la transmisión de información

Para seguir la línea de razonamiento de Einstein, primero tenemos que recordar que su teoría de
la relatividad especial parte de que nada puede propagarse más rápido que la luz. Y, segundo,
haremos un "experimento mental" de los que tanto le gustaban a Einstein (él se imaginaba,
pensando, un experimento y reflexionaba sobre sus consecuencias). El experimento mental que
haremos será el de la "desaparición instantánea del Sol". Sabemos que el Sol nos envía luz y que
esta luz viaja a 300.000 km/s, así que tarda unos 8 minutos en recorrer los 150 millones de km que
separan el Sol de la Tierra: la luz nos llega 8 minutos después de salir de nuestra estrella.
Imaginemos ahora que el Sol desaparece de repente, que instantáneamente se volatiliza. Si así
fuera, aún tendríamos 8 minutos de luz en la Tierra antes de que empezara la oscuridad. Ocho
minutos no es mucho, pero es algo: cojan un reloj y cuenten 8 minutos, e imaginen que durante
todo ese tiempo el Sol ya no existe: aunque vemos su luz y su imagen en el cielo, el Sol ya no está
ahí. Einstein ya sabía todo esto, no le preocupaba ese retraso de 8 minutos en la luz. Lo que le
preocupó, y mucho, fue darse cuenta que, si el Sol ya no estaba ahí, entonces tampoco atraería a
la Tierra (ni a los demás planetas). O sea, la Tierra ya no sufriría la atracción gravitatoria del Sol, ya
no giraría en torno a él; se iría por la tangente de su órbita, igual que sale disparada una piedra de
una honda cuando soltamos de repente la cuerda. Y lo importante es que esta salida de órbita de
la Tierra, si es correcta la teoría de Newton de que la gravedad es instantánea, ocurriría
inmediatamente, sin ningún retraso, ni de 8 minutos ni de nada. Esto chocaba frontalmente con la
relatividad de Einstein: era un contrasentido. Una información -la luz- viajaría a 300.000 km/s,
mientras que otra información -la gravitacional- viajaría con velocidad infinita, y ambas
informaciones estarían originadas por el mismo fenómeno, la desaparición instantánea del Sol. O
bien su teoría de la relatividad especial no era correcta (y había cosas que sí podían ir más rápido
que la luz, con velocidad infinita, de hecho) o bien la teoría de Newton de fuerza instantánea no
era correcta. He ahí su dilema. Einstein se puso a revisar su teoría y empezó replanteándose el
concepto de observador inercial.

Observador inercial

Einstein se vio obligado a revisar la ley de la gravitación de Newton porque no quería abandonar
su teoría de la relatividad. Así que ¿por dónde empezar? Dado que el problema era conceptual,
empezó por replantearse otro concepto diferente (y no se preocupó, de nuevo, por la discrepancia
observacional en la posición de Mercurio). Ese concepto era el del llamado observador inercial, es
decir, el del observador sobre el cual no actúa ninguna fuerza. Pero, pensó, ¿puede existir
realmente un observador sobre el que no actúe ninguna fuerza? En el universo hay muchísimos
astros (planetas, estrellas, galaxias...) y además la fuerza de la gravedad tiene radio de acción
infinito, o sea, aunque la distancia se haga muy grande, siempre vale algo. La fuerza sólo se hace
estrictamente cero cuando la distancia es infinita. Por tanto, la definición de observador inercial es
irrealizable en la práctica. Pero lo malo para Einstein era que esto resultaba un serio problema
tanto para la teoría de Newton como para la suya de la relatividad especial, donde los
observadores inerciales son el punto de partida. El dilema se complicaba más aún, pero Einstein
encontró una salida ingeniosa a estos problemas con su teoría de la relatividad general.

Teoría General de la Relatividad (1915)

Einstein construyó su nueva teoría de la gravitación (a la que llamó teoría general de la relatividad)
como una salida muy ingeniosa a los problemas conceptuales que vimos en los dos apartados
anteriores (y, como se demostró más tarde, explicó perfectamente los 0,43"/año de error en la
posición de Mercurio).
La genial idea de Einstein fue suponer que la gravedad (que está por todos los lados y en todo
momento en el universo) está íntimamente unida al espacio y al tiempo (que obviamente están
también por todos lados del universo y en todo instante). Propuso que el nexo de unión era la
geometría: lo que ocurre, dice Einstein, es que, en presencia de una masa, el espacio-tiempo se
"deforma", de modo que cualquier otra masa nota ese espacio deformado, y se ve obligada a
seguir trayectorias diferentes a cuando estaba el espacio sin deformar (sin ninguna masa).

¿Qué significa la deformación del espacio? Significa que el espacio adquiere una geometría
diferente de la que estamos habituados (el llamado espacio plano o euclidiano).

En un espacio no-euclidiano ocurren cosas muy diferentes al normal; por ejemplo, puede que la
línea más corta entre dos puntos sea una curva (y no una recta, como en el espacio plano). Puede
que dos paralelas se corten en un punto o en infinitos puntos. Visualizaremos estos conceptos que
parecen tan abstractos con un simple globo terráqueo.

También hemos hablado del espacio-tiempo... ¿qué es eso? Tenemos una idea intuitiva de lo que
es el espacio (donde situamos los objetos) y también del tiempo (lo que marcan los relojes), pero
¿qué es ese invento de Einstein del espacio-tiempo?

Gravedad en la mecánica relativista

Einstein advirtió que las trayectorias en el espacio-tiempo de cuerpos bajo la fuerza de la


gravedad son líneas curvas -y no rectas-, lo que le sugirió la idea de la deformación del espacio-
tiempo por la gravedad.

En resumen, Einstein, con su idea de conectar la gravedad con la geometría, cambió drásticamente
el concepto de interacción gravitatoria. La gravedad ya no es una fuerza sino una deformación del
espacio-tiempo. De paso, cambió ligeramente la fórmula de la gravitación de Newton, de modo
que su teoría explica perfectamente (o sea, hasta la precisión a la que somos capaces de medir)
todos los experimentos y las observaciones astronómicas, incluida la discrepancia de la órbita de
Mercurio.

Pero ¡ojo!, Einstein habla de la deformación del espacio-tiempo. ¿Quiere decir que el tiempo
también se "deforma" en presencia de una masa? Sí. ¿Dice Einstein que el tiempo que mide
nuestro reloj es diferente si estamos cerca o lejos de una masa? Sí, y esto se ha medido en un
experimento muy directo: comparar cómo marca los segundos un reloj muy preciso situado a ras
de tierra con lo que marca otro situado a gran altura (por ejemplo en la azotea de un rascacielos o
en un satélite en órbita a la Tierra). El reloj del suelo va más despacio que el reloj a gran altura (ya
que la fuerza de la gravedad es mayor en el suelo; recordar que disminuye con el cuadrado de la
distancia al centro de la Tierra). O sea, el tiempo también se curva en presencia de una masa, y
esto es otra prueba más de la realidad del espacio-tiempo y de que las dimensiones temporales y
la espacial tienen la misma naturaleza.

Sin embargo, es importante darse cuenta de que las teorías de Newton y de Einstein dan
prácticamente los mismos resultados en la inmensa mayoría de las observaciones astronómicas y
experimentos de laboratorio. De hecho, los resultados son, a todos los efectos, iguales en todos
los fenómenos donde hay gravedad débil (o sea, donde no hay gran concentración de masa).
Incluso el Sol, con su masa de 2×1027 (un dos seguido de ventisiete ceros) toneladas no es muy
masivo en el universo y, por tanto, no deforma mucho el espacio-tiempo a su alrededor. Sólo
produce ligeros efectos en la órbita de Mercurio porque es el planeta más cercano al Sol y el que
tiene la órbita más excéntrica (menos circular). Pero son estos "ligeros efectos" relativistas los que
finalmente permitieron explicar la diferencia de 0.43 segundos de arco entre la posición predicha
para el planeta y la observada.

Las fórmulas de Newton son más fáciles de resolver que las de Einstein por eso se siguen
utilizando en los casos de gravedad débil.

Este tipo de fórmulas requieren de conocimientos físicos muy especializados.

Gravedad débil

es menor que aproximadamente 30.000 km/s (el 10% de la velocidad de la luz), y esto es así la
inmensa mayoría de las veces. Antes de seguir, tenemos que recordar que en física se llama
velocidad de escape a la velocidad que tiene que tener un cuerpo para escapar de la gravedad de
otro. La velocidad de escape de cualquier cuerpo en la Tierra es de 11 km/s -unos 40.000 km/hora-
; en el Sol es de 400 km/s.

Sólamente en las cercanías de objetos astronómicos extremadamente densos (estrellas de


neutrones o agujeros negros) la velocidad de escape se hace tan grande que no se puede usar la
aproximación de gravedad débil y tienen que usarse las ecuaciones de Einstein. Los astrónomos,
físicos e ingenieros espaciales prefieren usar en todos los demás casos las ecuaciones de Newton,
aunque saben que son sólo aproximadas, porque son mucho más fáciles de resolver
matemáticamente que las de Einstein.

Finalmente, aún tenemos la pregunta importante que nos viene desde Newton... ¿y eso por qué?
¿Por qué una masa deforma el espacio-tiempo? ¿Qué es realmente la gravedad? Einstein nunca lo
supo. Nadie lo sabe. No tenemos aún una teoría final sobre la gravitación. No sabemos qué es la
gravedad. Sin embargo tenemos una maravillosa explicación de cómo actúa.

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