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SÍNTESIS DEL CAPÍTULO 5 DEL LIBRO LA MESA DEL BANQUETE DEL REINO: GUÍA DEL REFERENCIA PARA

LA PRÁCTICA DEL DISCERNIMIENTO

El discernimiento descubre el papel del buen espíritu y el comportamiento del mal espíritu,
así como la propia actuación libre del sujeto. Los espíritus se expresan por medio de impulsos
y vehículos y se les denominan mociones si proceden del bueno y tretas si proceden del malo.
Las mociones llevan hacia el Señor y su Reino, mientras que las tretas apartan de Dios y su
reinado.

Las tretas y las mociones se expresan a través de dos estados básicos: consolación y
desolación; en la primera se experimentan movimientos internos de amor a Dios, deseo de la
construcción de su Reino, aumento de fe, esperanza, caridad y alegría, la segunda, se expresa
por medio de oscuridad, turbación, inclinación hacia las cosas del espíritu de este mundo,
tibieza y tristeza. Tanto las tretas como las mociones pueden expresarse por medio de
consolaciones o desolaciones, si la moción conduce a desolación, se trata de una prueba y
conduce al Reino, si la treta conduce a la consolación, esta es falsa y aleja del Reino.

La regla básica del discernimiento puede reducirse a una doble pregunta: ¿qué
experimento? Consolación o desolación, y ¿a dónde me lleva? Moción o treta. Los signos de
que algo proviene de Dios son: un corazón misericordioso, derrotero de obras de justicia, si
la propia persona es objeto de esa moción, si sigue la dinámica pascual, es decir, la muerte
que lleva a la vida, suavidad.

También es importante distinguir un estado espiritual de uno fisiológico o psíquico.


Un estado espiritual recibe una interpretación en clave de espíritus y puede configurarse
según dos vertientes, uno personal provocada por fenómenos físicos o psíquicos, y otra
derivada de acontecimientos biográficos e históricos. Para poder saber qué nos pasa se deben
separar las causalidades entre la relación de la psicología con el cuerpo, lo que implica tener
un conocimiento básico de los propios mecanismos de defensa, temores básicos, agotando la
razón de ser de cada fenómeno en la dimensión que se expresa y en el caso del estado
espiritual, agotar antes los otros dos.

Otro criterio para el discernimiento del estado espiritual es la consolación sin causa
precedente, que siempre es claramente de Dios si supera lo que ordinariamente se puede
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sentir o pensar o va en contra del modo habitual de comportarse y tiene que llevar siempre
a Dios y su causa. Otro signo en esta línea es la dinámica típicamente evangélica: solidaridad
con los enfermos, pecadores y necesitados, un corazón lleno de misericordia, facilidad para
que todo se viva como moción hacia Dios. Esto último, esta connaturalidad para leer todas las
cosas desde Dios se debe a la gracia habitual, mientras que las mociones dadas como
invitaciones momentáneas entran en la gracia actual.

Al hablar de las épocas espirituales san Ignacio parte de las semanas, en la primera, el
espíritu del mundo ataca descaradamente y de forma encubierta en la segunda, es decir,
básicamente es la acción del mal espíritu lo que ayuda a saber la época de un sujeto. Para
poder tener un verdadero discernimiento se precisa una profunda experiencia del papel de
los espíritus, solo así puede desentrañarse la convergencia de los impulsos por donde el
Señor nos quiere llevar y las mociones apuntan hacia una hegemónica: la consigna, el gran
criterio para discernir por ser precisamente el camino por donde el Señor nos lleva.

El discernimiento de la consolación. Los fenómenos consolatorios pueden tener como


fuente una situación personal o la acción del buen y del mal espíritu ¿cómo discernir? Lo más
eficaz es verificar su derrotero, ver a dónde conduce la consolación. Una falsa consolación
lleva a un encandilamiento que atrae, pero también confunde, se incrusta en mecanismos de
defensa, ideales exagerados y/o fervores indiscretos. Los ideales exagerados aprovechan
alguna cualidad personal para extralimitar las fuerzas, perder el tiempo presente en aras del
futuro, lleva al sujeto a verse como juez y criterio de verdad, a la soberbia y vacuna a los
demás ante la línea propuesta.

Por su parte, un fervor indiscreto se apoya en algo sensible que sea positivo, a partir
de lo que fomenta acciones arrebatadas, el sujeto siente que nadie puede ser su juez, se
envalentona, pero en lugar de servir se consume y todo acaba, además, leva a bloquear las
cualidades de los demás. La verdadera consolación conduce a la solidaridad y el interés por
el Reino, produce una honda paz y aumenta la vida espiritual.

¿Qué hacer ante la consolación? Agradecerla, pedir que se interiorice el impulso que
conlleva, renovar los deseos fundamentales y recordar el amor primero, pero si la
consolación se detecta como falsa debe cotejarse con el director, no dialogar con dicho fervor

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o discurso sin un testigo autorizado, no hacer mudanza de los propósitos anteriores y hacer
lo opuesto a lo que propone.

¿Cómo discernir la desolación? Las desolaciones tienen diversos orígenes: la situación


personal, la acción del buen espíritu (prueba) o el papel del mal espíritu, la forma más sencilla
de discernir su origen es detectando su derrotero. La desolación del mal espíritu quita la paz
de raíz, conduce a un menosprecio personal y de los demás, elimina las fuerzas naturales y
es contraria a la consigna, en cambio, la prueba conlleva la paz en el fondo, persisten las
fuerzas naturales y hay gracia suficiente, además, acerca a la consigna; este modo de actuar
de Dios ocurre por nuestra negligencia o tibieza en la vida del espíritu, para probarnos
cuanto somos sin tanto consuelo, para comprender que todo es gracia, para participar
solidariamente del dolor de quienes sufren y en donde está Jesús; la prueba es el contexto
histórico de nuestras heridas y fragilidades con el dolor del mundo. Cabe decir que hay el
peligro de ver la desolación simplemente como un estado psicológico si no se le da una lectura
espiritual.

¿Qué hacer ante la desolación? Cuando es prueba se debe decodificar el significado,


reconocer no ser nada en la vida del espíritu por ser todo don, ser generosos y humildes,
agradecer a Dios por permitirnos participar en su dolor y caminar por donde indica su
mensaje; pero si proviene del mal espíritu no se debe hacer mudanza de los propósitos
anteriores, luchas contra la desolación, descubrirla al director, ser pacientes, confiar en el
Señor, aprovechar el ataque haciéndolo que caiga por su propia dinámica.

Discernir es la osadía de dejarse llevar por Dios, no se trata de deducir su voluntad y


sus proyectos para mí en la actualidad, sino un diálogo creativo de dos libertades que
encuentran una respuesta común y donde la persona reconoce en sus deseos y aspiraciones
aquellos que puedan atribuirse a Dios, preparándole así a responder a los llamamientos del
Evangelio. Los elementos fundamentales de todo discernimiento son:

¿QUÉ EXPERIMENTO? Vivencias positivas o negativas donde se plasma la acción del buen
o del mal espíritu y a sabiendas del o los canales donde se dan primordialmente: visual,
auditivo o sensible, esto ayuda a establecer la forma en que el Señor se comunica con el sujeto,
aquí hay que advertir que, si en la cabeza hay discursos, lo más probable es que sea una treta.

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¿CUÁL ES LA OCASIÓN? De ordinario los acontecimientos espirituales vienen provocados
por mediaciones históricas y humanas, debe buscarse si lo que acaece tiene que ver de
manera casi mecánica con ciertos, lugares, personas, acciones..., donde las Babilonias son el
espacio del mal espíritu y las Jerusalén del bueno.

¿DÓNDE SE INCRUSTA LA VINCULACIÓN PSICOLÓGICA? Los deseos personales y los de Dios no


son tan distintos sencillamente porque Dios pone sus deseos en el sujeto, por esto mismo
debe preguntarse el sujeto ¿de dónde viene lo que experimento? Sabiendo que ordinariamente
las tretas se aprovechan de la estructura psíquica, en la primera época, lo hacen de las heridas
e instintos exagerados, en la segunda, de los ideales exagerados, mecanismos de defensa,
fervores indiscretos y compulsiones; en la medida en que se detecte la conexión la treta
pierde peso por sí misma. Es importante tener presente que las compulsiones conducen a
imágenes falsas de Dios, a fetiches.

¿A DÓNDE ME CONDUCE EL DERROTERO? Es el momento propiamente espiritual del proceso,


aquí hay que distinguir, en primer lugar, el material psicológico del espiritual y luego
discernir frente a la consigna si aleja o acerca a ella.

¿CUÁL ES LA REACCIÓN ANTE LA INVITACIÓN? Ante las mociones y las tretas se reacciona de
la misma forma en que se haría en una relación humana: se acepta o se rechaza. Si es moción
se pone en práctica, si es treta, procurar que no haga historia.

¿CON QUIÉN COTEJO LO QUE ESTOY VIVIENDO? Es el momento eclesial del discernimiento, y
es la condición de posibilidad del mismo, la razón es que las mociones son un regalo del Señor
para construir el Reino en una estructura eclesial, aquí es de suma importancia continuar
pidiendo la confirmación por parte de Dios , además de cotejar a nivel personal si ¿me hizo
más libre? ¿integra pasado y presente abriéndome al futuro? y, ¿me siento y me convierte más
en pueblo de Dios? Dentro de este cotejamiento, será la confirmación histórica lo que declara
verdaderamente la voluntad de Dios, es decir, si se construyó o no realmente el Reino, aún
cuando suceda desde el despojamiento de nuestros proyectos por el espíritu del mundo.

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