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LA FUNCION OPRESORA DEL SISTEMA

 La Personalidad
 Posesión
 El ambiente
 Los prestigios
 El placer
 La salud
 Matrimonio
 La Muerte
 Viajes y Ciencia
 La profesión
 Afinidades
 La Violencia
 El Proceso del Individuo

La Personalidad
El sistema encadena inicialmente en la formación síquica del individuo. Haciendo masivos
lavados de cerebro. Logra a la larga dóciles esclavos; así, la voluntad del sistema está
dentro del sujeto y éste se ve obligado a sentir, actuar y pensar en la dirección que lo
marquen. En ningún campo como en el sicológico hay tanta falta de libertad.
La personalidad va naciendo merced a un acondicionamiento progresivo, dado por la
cuna misma en el comienzo y luego se encargara la sociedad entera de "educarlo". Ir
colocando capas encima de su minúscula esencia hasta quedar ésta exenta de
posibilidades. Estas capas, que son verdaderas máscaras, son tan sutiles que llegan a
pegarse al rostro, rostro que nunca conocerá porque quedará oculto debajo de espesos
prejuicios, pesadas hipocresías, poderosas represiones. Lograda una personalidad de
este modo; es decir, una personalidad inviolable, el Sistema está tranquilo porque esta
coraza impedirá que penetren otro tipo de informes que no sean los suministrados
"oficialmente" y el individuo pueda enterarse que todo lo que sucede puede ser de otro
modo.
Luego como resultante surgirá el Personaje social, surgirá el "hombre de bien", el "hombre
probo", el "responsable", el "maestro", el "comerciante", etc... el ladrón, la prostituta, todos
fabricados en serie.
El Sistema produce tres tipos de personalidades: Una es la de aquel que está totalmente
asimilado al Sistema, hasta el punto de que no lo sabe siquiera. Es el burgués, el
trepador, el que quiere estar cada vez más arriba. La antítesis es aquella personalidad
que está sistemáticamente en contra de lo que el Sistema propone, y curiosamente se
asimila de ese modo, "estando en contra". Es el opositor, el que habla y no se prepara
para el cambio, es el que en los momentos decisivos se distancia por otros motivos.
Luego hay un tercero, el marginado, el que no puede hacer nada, porque carece de
medios, y está tan idiotizado que aunque le griten en su oído no se entera. En base a éste
el anterior forjará sus argumentos.
Existe un cuarto tipo, uno que se distancia para tomar perspectiva y prepararse para-sí y
para los demás. Quizá es a éste al que nos referimos. Los anteriores, cada uno a su
modo, "tienen mucho que perder y mucho que ganar" y tienen en común que son
"hombres de consumo".
Esto es la personalidad, es el Sistema dentro del individuo diciéndole día y noche cómo
actuar y qué debe pensar.

Posesión
El Sistema encadena a través de las cosas. A través del dinero, de la riqueza, de la
pobreza. Cuando los valores reales decaen, los hombres se inclinan sumisamente ante el
"Becerro de Oro" y sólo el brillo vacío les atrae. La cultura es reemplazada por la
Sociedad de Consumo y habrá que comprar conocimiento, así como alimentos, bienestar,
medicinas, y todo será medido según lo indique la "sagrada" ley de la "oferta y la
demanda". Todo puede ser comercializado, desde los pósters de los bravos guerreros, los
libros más virulentos, las actitudes menos conformistas, todo será comercializado y el
sistema se impondrá nuevamente. Los hombres son valorados por otros hombres bajo un
solo axioma: Tanto tienes, tanto vales.
Las necesidades básicas son inventadas. Hay una enorme cantidad de elementos que
ahora son necesarios porque hay un mercado potencial en cada nueva necesidad: el
apartamento, el auto, los electrodomésticos, los muebles, y cuántas cosas más que son
necesarias. El ama de casa se encargar de mantenerlas limpias y en funcionamiento,
mientras el jefe de la casa se aliena para pagar los créditos, las letras. Es decir, una
necesidad ha sido transformada mágicamente en una cadena milenaria a la que estarán
atados hasta el fin de sus vidas.
Pero esto no sucede en todos los estratos sociales. Hay estratos donde esto no es
posible: el obrero no tiene derecho a esta cadena, tiene otra peor, que es la carencia total
de oportunidades de saciar sus necesidades; por esto será el primero en agachar la
cabeza y "esperar" su oportunidad. Esta espera lo adormece lo suficiente como para no
hacerse eco de ninguna lucha, de ninguna propuesta. El estudiante, por su lado, mientras
recibe los beneficios paternales y se examina de vez en cuando -es decir, mientras su
padre hace una "inversión" para el futuro y tiene bajo su dominio a un posible luchador- no
podrá hacer tampoco nada si quiere "ser alguien el día de mañana" porque los profesores
no lo aprobarán y le comentarán a su padre que su hijo se porta mal. Condicionado de
este modo, el sujeto debe únicamente estudiar, es decir, ser un sumiso pelele del sistema.
El explotador, aquel que goza de estar en la minoría selecta que detenta el poder, tendrá
otro problema: el de hacer las suficientes trampas que le permitan estar cada vez más
arriba para poder explotar más a los demás. Otra cosa le toca vivir a la mujer, que no
sabiendo por qué, siempre representa mano de obra barata. Tanto en lo doméstico, como
en las fábricas, o en las secretarías, la mujer será menos pagada, es decir, más
explotada. Salvo en rarísimas excepciones una mujer no puede participar en la Bolsa de
Comercio, en un Ministerio o en la gerencia de un Banco. Parece ser que no es apta.
¡Qué cosa más extraña!
El arrivista, que es aquel que hace unos esfuerzos indecibles para poder asimilarse, hará
todas las trampas y todas las estafas posibles para poder entrar en ese mundo tan
atractivo que es el de los explotadores. El tiene otras necesidades: las de aparentar.
Tendrá que estar a la moda, comprar todo aquello que le permita parecer lo que no es,
para rodearse de "gente de bien" y mantenerse en la antesala hasta que sea admitido.
Este particular sujeto rezará todas las mañanas: "Que no cambie nada, que todo siga
igual hasta que yo pueda llegar".
Esto es la posesión: Abdicar en todo, postergar el cambio para poder gozar de los
beneficios de esta sociedad magnánima y bondadosa que ha inventado la luz eléctrica y
el water electrónico.

El ambiente.
El Sistema encadena, imponiendo un medio ambiente. Se nace en un ambiente no
elegido, y se llevará esta determinación toda la vida. El hijo de un albañil no tiene las
mismas oportunidades que un hijo de un banquero ni, qué decir tiene, de un militar. No,
ellos no son iguales a los ojos del Sistema, de ese dios que tiene millares de fieles.
Todo depende del ambiente.
Poder estudiar, poder sobrevivir, depende del ambiente.
Poder realizarse, poder progresar, depende del ambiente.
El ambiente impone sus normas para pertenecer a él. No todo el que quiera puede tener
acceso a las mejores cosas de este mundo, hay que ser de un modo particular, porque si
no se está bien visto, se será "sospechoso" y por esto rápidamente marginado,
postergado y anulado.
Ingresar en un ambiente que no es el propio es cosa muy difícil, cuando no imposible, a
menos que las bajezas a que hay que someterse, las humillaciones que hay que soportar,
las injusticias que hay que tolerar, sean tomadas como escalones de iniciación para llegar
a este mundillo de sub-hombres que se autotitulan "los mejores", los indicados para
mandar.
Estos ambientes siempre son cerrados. Para impedir el ingreso de extraños formarán otro
ambiente de postergados que también harán lo mismo, y no se permitirá el ingreso en la
"elite" hasta que el postulante no sea lo suficientemente indeseable, lo suficientemente
frustrado, como para compartir el derrotismo, la angustia y la miseria común.
¿Qué sucedería si surgieran ambientes de libre acceso, ofreciendo calidez humana,
comunicación, y se compartiera el pan, las pertenencias y las ideas?
¿Qué pasaría si surgiera un ambiente que tuviera mejores cosas que ofrecer, entre otras
la indiferencia sin intereses a ese ambiente "oficial" de personajes selectos?
¿Qué sucedería si surgiera un ambiente con la suficiente fuerza joven que compartiera sin
diferencias el mismo espíritu de liberación?
Para saberlo hay que intentarlo. Hay que hacerlo.
Los ambientes son cercos, son prisiones, son defensas y ámbitos de hipnosos, para hacer
creer a los hombres miles de ilusiones. ¡Miles de mentiras!

Los prestigios
El sistema encadena con otros medios: con los prestigios, con las creencias que él
controla, que él dictamina.
Los hombres creen. Tienen dentro de sí creencias arraigadas, unas con más prestigio y
otras con menos. Estas creencias -que no se sabe que se tienen, que atisban como
fantasmas dentro de los hombres- están valoradas con escalas caprichosas de valores.
Formándose una "imagen del mundo" inconsciente, pero tan arraigada que todo lo que
pudiera hacer tambalear esta imagen origina serios resentimientos en los propietarios de
los prestigios.
De ordinario, el prestigio es la "Gran Figuración". Un producto de prestigio es más
vendido, un autor es más leído, un músico es más escuchado. Quiere decirse que es
condición "sine qua non" adquirir prestigio para asimilarse al Sistema, a tal punto que el
Sistema teme a todo aquél que cobra renombre sin su consentimiento.
Que algo goce de prestigio, bueno o malo, es muy peligroso. Por ejemplo, hay razas
desprestigiadas, y por ello su situación en el mundo es diametralmente opuesta a una
raza bien acogida. No tienen la misma veracidad las palabras de un negro que las de un
blanco o un mulato. Tampoco son iguales los pueblos subdesarrollados -es decir, de
menos o ningún prestigio- que los pueblos avanzados en su desarrollo.
El prestigio en manos del sistema es un arma muy peligrosa por su eficacia. Es suficiente
que un científico, por ejemplo, sea prestigioso para que una rama de la ciencia cobre
importancia, o en caso contrario sea desprestigiado para que ese conocimiento sea
misteriosamente olvidado. Los medios de difusión, en este sentido, son muy eficaces:
pueden "fabricar" un ídolo, un líder o un santo con tanta facilidad como para que de
repente multitudes inconscientes comiencen a idolatrar a un don nadie, seguir a un
cualquiera o leer entusiásticamente unos papeles entintados.
Ahora bien, si esta creencia que está por encima del sujeto y que es con aquello que se
cuenta sin tener idea, es sometida a la acción de la conciencia; es decir, el suelo nutritivo
de la estructura humana es revalorado, es concienciado; ¿qué pasaría si se advirtiera lo
accidental de una creencia y lo arbitrario de un prestigio y no se comulgara con ello?
¿Dónde irían a parar? Evidentemente, resulta un punto de interés.
Los prestigios son metidos dentro de la mente humana, para que ésta actúe
inconscientemente en favor de ellos. El sujeto se ve obligado a seguir impulsos que no
son los propios, impulsos que le son ajenos, haciéndolo vivir enajenado, fuera de sí y a
merced de una Sociedad Anónima, muy anónima, y que sin embargo él integra.

El placer
El Sistema encadena también con el placer, con la comodidad, con el confort, con el buen
vivir.
Aquí va a proponer qué sentimientos son placenteros y de éstos cuáles son admitidos y
cuáles no. Entrar en el plano emocional del hombre para decirle qué es conveniente que
sienta. Inventará emociones y las divulgará como sucede con la cuestión del amor, que
nadie sabe ni sabrá jamás qué es, pero resulta que es imprescindible para un buen
ciudadano enamorarse alguna vez; y si es en su juventud, mejor. Así pasa los años de
mayor fuerza embobado con ese elixir de la felicidad y no se preocupa de otras cosas.
Cuando alguien está en esta situación, el Sistema mira de reojo y, sonriendo, murmura:
"Un luchador menos".
Por otro lado infunde una moral basada en la represión, aunando el placer y la idea de
prohibido. Y lo mejor es que formar ambientes diferentes donde lo prohibido en un ámbito
esté permitido en otro y exigido en un tercero. De este modo logra una perfecta división
interna en cada sujeto. Así, el amor no es bueno si no se pertenece al mismo status o si
no lo asiente la familia.
Otro tanto sucede con la amistad. He aquí una idea que goza de prestigio. Pero ¿cómo es
posible tal amistad? No de cualquier modo. No es buena la amistad entre distintas razas
ni entre distintos estratos sociales, ni entre distintos ambientes, ni mucho menos entre los
de diferentes ideas.
Esta distribución de diferencias entre la amistad y el amor da lugar a un increíble juego de
especulaciones inestables que no hay equilibrista que supere, lográndose como
subproducto los efectos variables, la sensiblería y la autocompasión, que no hacen otra
cosa que revelar una espantosa crisis interna.
Por otra parte, no hay ámbito más seductor que el de la fuga en cadena por la gama de
placeres que ofrece el Sistema. La fuga es un camino excitante y novedoso, lleno de
incógnitas y atractivas experiencias, para que el ingenuo idiota se lance
desesperadamente como salida exitosa de la alienada existencia que le ha tocado vivir, y
que no tiene la valentía suficiente como para transformar.
Mientras esto sucede, todos los hombres y mujeres sueñan con un mundo de paz y amor
verdaderos, donde la amistad y la comunicación sean símbolos de autenticidad y que
para corresponder a tales necesidades no sea menester soportar el odio y la traición, la
debilidad y la mentira, el sufrimiento y la venganza.
Tal cosa conviene al Sistema, que siga siendo sólo un sueño. Porque él sabe que si un
día un grupo de hombres y mujeres comienzan a quitarse de encima ese "manto de
sufrimiento y de tristeza" predicando la "alegría de vivir", lanzando a pleno pulmón
enormes carcajadas, sosteniendo sinceros lazos solidarios manteniendo un mismo núcleo
de ideas; este simple hecho, originará una fuerza joven lo suficientemente poderosa como
para hacer un frente invencible. Y si el Sistema se esmera en tildar estas propuestas de
hipotéticas y utópicas es porque sabe, bien a su despecho, que está surgiendo tal fuerza
joven y que ya comienza a incomodar, y por más que se reacomode en su sillón no puede
sentarse con la misma tranquilidad porque sabe que ese sillón, ocupado durante largos
años, pronto, muy pronto, ha de quedar vacío.

La salud
El Sistema encadena en todo lo referente tanto a la salud como a la falta de ella.
Esto requiere una explicación. Aparentemente nada sería tan monstruoso como abusar de
algo tan delicado como la salud mental y física del hombre. Sí, se dice que el Sistema
saca provecho de este aspecto. Referente a la farmacopea, el asunto es evidente; para
una simple gripe hay un sinnúmero de productos diferentes, cada cual más "milagroso"
que el otro, cada cual más vendible que el otro. Si no se tiene tal gripe, un anuncio
publicitario se la hará recordar para que así pueda adquirir el producto.
En caso de que progresen las facilidades para el monopolio, es porque el Sistema gana
con ello.
Por otra parte, los vigilantes de la salud, es decir, los médicos, son sujetos de una peculiar
personalidad. Creen saberlo todo, o casi todo, y para la mayoría popular llegan a ser
como "el brujo de la tribu". En el plano de las enfermedades síquicas, el panorama es
abrumador. Un buen día un muchacho decide diplomarse en base a unos apuntes y
alguna práctica hospitalaria y se propondrá como el develador de la mente humana y el
Super-yo del cuerpo social, pero se topará con los señores que lo promovieron a él y que
ocupan ya un lugar de relevancia con una clientela especial, y tendrá que conformarse
con las migajas que pueda conseguir.
Pero aquí el Sistema tiene un problema serio. En el enorme desorden general, las
incomprensibles contradicciones no son toleradas con facilidad y producen la
personalidad neurótica de nuestro tiempo. Paralelamente crece el número de neuróticos y
el de médicos recién titulados, mientras decrece el número de camas en los hospitales.
Mientras aumentan las propagandas para los nuevos medicamentos, aumentan las
enfermedades, aunque hay que reconocer que la esperanza de vida es mayor que en
tiempos pasados y el avance científico en este campo ha aumentado considerablemente.
Pero el dilema no queda resuelto; las enfermedades son fugas de las situaciones de
conflicto, y tal conflicto es creado por el Sistema.
La salud integral del hombre se ve grandemente amenazada por el exceso de confort, la
descontrolada propaganda, la conflictiva vida que debe soportar, la poderosa industria de
la droga.

Matrimonio
El Sistema encadena poderosamente a través de la pareja.
Veamos por qué. En primer lugar, naturalmente la especie ha organizado al hombre y la
mujer para convivir en pareja. Desde este punto de vista aparece el tema como un
imperativo natural. En segundo lugar, parece que nadie genera lo mejor de sí hasta
consolidar su relación, y en tercer lugar parece que nadie se altera ni se desequilibra tanto
como cuando flaquea en este punto. Por supuesto que el Sistema no va a
desaprovechará esta magnífica oportunidad de participación en la tarea más íntima del
individuo. No, él dará los modos y fijará las normas en que debe esto sucederse. Pero
como de costumbre trabajará con varias puntas. Por un lado ofrecer un modo oficial y
difundido con presiones legales y eclesiásticas. Parece que la felicidad conyugal no
depende tanto de los participantes, sino del estado moral y religioso. Por otra parte,
veladamente posibilitará que los que no acepten estas normas puedan tener "otros
recursos", nunca bien tolerados, pero en fin...
A una empresa le conviene a veces un hombre casado porque tiene más necesidades y
más estabilidad, o sea, que puede ser más explotado sin derecho a quejarse. Otras
veces, cuando quiera tener menos obligaciones sociales, emplear gentes solteras para
poder despedir a la primera de cambio sin más. Por otra parte, los antecedentes en este
aspecto, como las "referencias" en todo sentido, serán la mejor carta de presentación; de
esta suerte, el sujeto, si quiere sobrevivir, no podrá hacer lo que le dé la gana. Cualquier
duda respecto a la intimidad de una persona (y en este aspecto también, sin saberse por
qué, la mujer lleva las de perder), significará el despido o apercibimientos, o aplazos en
los exámenes, o reproches del vecindario. Han sido tan inteligentes que han creado un
fantasma oculto, que es el que decide sobre lo bueno y lo malo de la conducta; y tal
fantasma dictaminará según convenga a los intereses de una minoría.
Sobre la educación, en este punto, el Sistema es decidida y definitivamente monstruoso.
Merced a la represión ha organizado individuos enemigos entre sí; de modo que, más que
a la realización entre ambos sexos, se asiste al cotidiano combate entre ellos. Es tan
lejana la posibilidad de honestos compañeros que la frustración parece ser condición
imprescindible para pertenecer a la Sociedad.
Desde pequeño, la educación mitológica pueril disfraza lo que es simple naturalidad, lo
que es simple humanidad. Hay quien, en este sentido, llega a apuntar: "Los instintos
deben ser desviados de su meta, inhibido en sus miras. La civilización empieza cuando el
objetivo primario -es decir, la satisfacción integral de las necesidades- es efectivamente
abandonado", y también "la historia del hombre es la historia de la represión".
[Remitirse a "Conciencia de sí y Conciencia objetiva", en Silo y la Liberación]
En el horizonte de posibilidades, parece ser que aparecen tres tipos de hombres y de
mujeres. Aquellos vulgares que están hechos para atar a la tierra al otro, para impedirle
de cuajo cualquier superación y cualquier cosa que no sea estar en este mundo tal cual
es. Sabotear con cualquier arma al otro que esté tratando de "despegarse" de la mentira.
Al segundo tipo, pertenecen aquellos anodinos que entienden el asunto como un
imperativo social, o como simple procreación o como canalización del deseo. Y al tercer
tipo pertenecen los relajados, a los que ya les da lo mismo cualquier cosa, cualquier
actividad. En rigor, a este punto también son empujados para desgastarlos en su intimidad
y obtener degenerados sin fuerza, incapaces de cualquier lucha. Además, la sicología
ordinaria de la pareja hace eco con su inestabilidad, y así, cualquier elemento que
aparezca será peligroso porque o bien redituará en la estabilidad de la misma o en
ruptura, surgiendo un sistema de intolerancias y falta de comprensión inadmisibles.
Hay otra posibilidad: la que surgirá de aquellos que no quieren participar de ningún
chantaje, de ninguna falsedad, y que además entienden que en la compañía-del-otro está
latente la realización, la Gran Realización.
Parecerían esbozarse dos matrimonios, el ordinario y el otro; ese otro que será fuente
permanente de verdades y logros de coincidencias fundamentales.

La Muerte
El Sistema encadena hacia la muerte.
Cada muerte, para el Sistema, es una alegría porque es un luchador menos. Pero no es
necesario referirnos a la muerte física, que no es otra cosa que la finalización del corto
ciclo de vida. Hay otros tipos de muerte, que se suceden dentro de la vida. El fin de la
posible concreción de ideales, o el fin de añejos anhelos, de asir verdades irrefutables, es
también morir. Sin olvidar que para muchos, la muerte significa la fuga final, la evasión
última, la abolición de los tormentos.
El Sistema propone dos trampas, y dice: O bien más allá de la muerte no hay nada, o bien
desde antes de nacer ya se tiene alma, en cuyo caso habrá que conservarla en buen
estado -es decir, hacer lo que él dictamine- para que luego pueda "beber de la eternidad".
Además, es tan oculto este tema que cualquier cosa que se diga ofendería seriamente.
Es evidente que puede haber una modificación si se piensa en esa dirección.
La muerte es el correlato de la violencia. Cuanta más violencia haya, más cercana estará
la muerte.
¿Por qué hoy hay tanta violencia? ¿Es que nadie puede sacarse de encima ese temor,
esa incertidumbre que puede ser una magnífica justificación al decirse: "¿a qué hacer
algo, si puedo morir mañana, y si lo hago no estaré para verlo?"?
Pero si se emprende la tarea de asumir la existencia, no de postergarla; de llevar adelante
un joven vitalismo poderoso, de mantenerse en la voluntad de ser, ¿a dónde van a parar
los temores y las angustias frente a la muerte? Si de repente se comienza a crear un
mundo paralelo, un intramundo dentro del que decae, un "alma" egregia dentro de los
cuerpos vacíos; ¿qué queda de esa incertidumbre agobiante frente a la evidencia de la
brevedad de la vida, cuando cada momento puede ser trascendente de la ordinaria
decadencia?
El temor a la muerte en un hombre joven es aparentemente inexplicable, pero
internamente sí se entiende. Hay temor y angustia porque hay vacío, porque todo lo que
había en pie ha decaído; han decaído los mitos, la fe, ha muerto Dios. Ha decaído la
significación del lenguaje, no se tienen coincidencias, no hay nada en común; hay un
vacío, una soledad, un desierto que de vez en cuando ofrece un espejismo. Por eso hay
jóvenes que han perdido el tono vital y transitan desganados por las ciudades llenas de
reflejos, de brillos ajenos. Por eso a este joven le preocupa la muerte; pero que no se
engañe, que no es la vida más allá de la muerte lo que le preocupa, sino la vida más acá
de la muerte, la vida que cree que tiene por su organismo, pero que no tiene en su alma,
que está desilusionada y por ello enferma y débil. A este hombre, en este punto, le urge
crear algo sincero y real, no para mañana sino para hoy. ¡Para ya!
Deber recoger las escasas fuerzas que le quedan para empezar, empezar esperanzado y
con miedo a fracasar, porque lo ha conocido numerosas veces y ya está cansado,
cansado de engaños y de mentiras. Este joven hombre quiere un alma, un alma nueva,
egregia, construida con su propio esfuerzo y con ayuda de sus semejantes, esta alma de
la que ha oído pero que no tiene ni idea. Pero supongamos que el alma es aquella que da
coherencia y sensatez, que da poder y fuerzas, que es individual y a su vez el centro del
Universo, que pertenece al espíritu inmortal del hombre.
Para esa alma saldrá el Sol. Para esa alma se trabajará desde el amanecer. Para esa
alma vendrá todo lo demás.

Viajes y Ciencia
El Sistema encadena con la experiencia del viaje, recomendando el cambio de ambiente
para ampliar la idea de "mundo". Pero desde este momento, ante tal tentadora oferta, hay
que pensar qué hay detrás, qué gana él con eso. Por lo pronto, entretener a miles de
personas, mostrándoles las maravillas del antiguo Oriente, de la enigmática Malasia, de
los restos del Imperio Romano o las conquistas de la civilización Industrial -que crece a
expensas de la progresiva falta de libertad-. Luego las arcas se llenan sigilosamente a
expensas del ingenuo "turista", personaje que es la última producción de esta prodigiosa
Civilización, la cual -por si fuera poco- lo ha creado. El turista es ese sujeto aburridamente
vacío que irrumpirá con su particular aspecto y sus máquinas de envasar recuerdos, en
los que otrora fueron Templos de Fe, o campos de batalla, o lugares de recogimiento, o
sedes de fabulosos imperios. En estos viajes, que canalizan las fugas más alevosas y las
emigraciones más fenicias, está siempre latente el "regreso", que será pisar el suelo
cotidiano de manera distinta, ahora cargado de prestigio porque "ha estado en otra parte".
En esas partes en donde está la felicidad, que nunca se encontrará en la propia casa del
inestable viajero.
Pero no todo es así. Está también el viaje legendario para buscar conocimientos perdidos
y que será sin duda objeto de fructíferas experiencias. Están también los viajes que hacen
los ejércitos, cargados de jóvenes soldados y de poderosos pertrechos, hacia una guerra
sin sentido en otra parte; jóvenes que están obligados a mantener una lucha contra otros
jóvenes que les son totalmente ajenos. Son muchas las cosas que implican los viajes. Por
lo pronto, no es lo más corriente dotar de una intención particular al viaje, que le daría un
mayor grado de conciencia y por ende una mayor significación.
Pasando a la Ciencia, ¿qué hace el Sistema con ella? Por lo pronto, dictaminar a su
antojo cuáles son aceptadas como "oficiales" y cuáles no. De este modo, los esfuerzos de
honestos buceadores de la verdad deben realizarse en la clandestinidad. Sin entrar en la
esencia del problema científico, pero sí en sus alrededores, por ejemplo en la divulgación
científica: ésta será dada merced a lo que se estime "conveniente a divulgar", o bien será
solamente una minoría accidental la que goce de ella, y la misma suerte sigue el Arte; nos
encontramos ante una Cultura ficticia, irreal, antipopular y, en rigor, acientífica y
antiartística. En un afán deshumanizante, la Cultura está muy lejos de ser accesible a un
pueblo con necesidad de saber, con posibilidades creativas y con un espíritu de
investigación.
En este sentido no se puede ser cómplice de quienes especulan y controlan el libre
pensamiento. No puede proponerse otra cosa que afirmar la posibilidad de una nueva
Cultura, pero antes hay que negar, con todas las fuerzas de que se disponga, la cultura
actual, la deshumanizada y moribunda que todavía pretende mantenerse.

La profesión
El Sistema encadena mediante la opresión a los trabajadores en sus diversas actividades,
en sus diversos oficios y profesiones.
Como medida primera, propone ingresos inferiores a las necesidades básicas del
individuo. Creando por una parte necesidades y por otra coartando la posibilidad de
saciarlas.
Esta tensión origina unas diferencias monstruosas entre los partícipes de la sociedad,
fomentando unas desigualdades increíbles. Aunque simultáneamente profesionales de
diferentes status tratarán de desempeñar sus tareas, no tendrán los mismos resultados,
porque no tienen las mismas posibilidades, ni los mismos "protectores". Las
arbitrariedades en el campo laboral siempre han sido motivo de denuncias públicas, pero
parece que jamás se hiciera lo suficiente como para establecer un orden prudencial.
Siempre dominan los intereses minoritarios frente a una gran masa obrera, técnica y
profesional en inferioridad de condiciones.
Esta desigualdad socioeconómica es para muchos el meollo de los desórdenes y el caos
total.
El simple hecho de "conseguir trabajo" es objeto, para muchos, de una peregrinación
larguísima y no siempre con posibilidades satisfactorias. Excepto para aquel que ya está
en la Trampa -es decir, asimilado-; ése no tendrá problemas de ningún tipo, porque lo
tendrá al alcance de la mano y contará con la bendición del jefe. ¿Y qué pasa con
aquellos posibles luchadores? Estos tendrán sólo dos cosas que hacer: o bien bajar el
lomo sumisamente, aceptando todo y olvidándose de sus inquietudes -y en este caso es
posible que sobreviva, no es seguro-, o bien esperar el maná del cielo, porque nadie lo
empleará; y si lo hicieran, sólo durará el tiempo que tarde algún soplón en denunciarle
bajo cualquier excusa peyorativa.
El sistema legal es tan arbitrario que está al servicio de la caprichosa minoría, y no podrá
recurrirse a él con objetividad desinteresada porque no estará jamás de parte de las
mayorías perjudicadas.
O sea, no es suficiente con ser un profesional conocedor de su propio tema; hay que ser
como "ellos", parecerse mucho a los opresores, para poder gozar de los beneficios
mínimos para una existencia decorosa. Por otra parte, se ha perdido un remoto sentido
que tiene el oficio, un sentido mitológico en donde el simple oficio resguarde otras
verdades que serán transmitidas entre instructores y aprendices, a través de largas
generaciones.

Afinidades
El Sistema encadena dictaminando sobre las afinidades, que teóricamente deberían ser
espontáneas. Teóricamentente, porque en realidad son chantajes sicológicos impuestos.
Por ejemplo, ¿se ven con facilidad afinidades entre obreros y estudiantes, o entre los
integrantes de los barrios "altos" y "bajos"? Difícil. Hasta la simpatía es regulada.
Las amistades surgen espontáneamente por hábito mecánico, por coincidencia de
caracteres o por compañía en los lugares en que se transita. El surgimiento de las
amistades es cosa natural, pero siempre hay que saber qué trasfondo abrigan. Es
frecuente ver amistades que no hacen otra cosa que compartir soledades; es decir, un
"solo" se junta con otros "solos" para... ¡vaya a saber para qué! Otras veces, para
compartir frivolidades; es decir, para compartir temores; y así surgen círculos que parecen
sociedades de "socorro mutuo" en donde se comparte la lágrima común en una escena
incomparable de miseria. Allí, donde cada momento es fértil para la derrota y el nihilismo
inconducente, no hay nada que hacer.
Las afinidades entre distintos sexos tienen iguales trasfondos, cuando no un vago deseo,
una hipócrita adulación intercambiable, o para entretenerse; es decir, "hacer nada
mientras parece que se hace algo". ¿Y qué decir cuando mueren las ilusiones mantenidas
en unas relaciones sin base, cuando merced a una hipnosis no se veía la realidad detrás
de esos "pseudo-corazones sinceros"? Que después se descubrió la falsedad y el
engaño, y la maravillosa relación pasó a ser un odio inexplicable con un sentimiento de
fracaso y un latente deseo de venganza. ¡Nada peor! El sujeto en esta situación queda
hipotecado en el tiempo hasta ese momento, momento que nunca llegará, para saldar la
deuda, deuda que fue contraída por un orgullo herido, por una pasión frustrada.
Estas afinidades parecen ser las sombras oscuras de las verdaderas afinidades, que
parece que sólo pueden llevarlas adelante los niños. Esas relaciones espontáneas sin
prejuicios ni temores, cuando en un santiamén se reúne una pandilla con fuego
espontáneo y ya comienzan a compartir el juego y la alegría.
Las afinidades son unas fuerzas inconmensurables que el Sistema siempre impide que se
generen porque no le conviene; una fuerza de cosas concretas, los hombres y mujeres
pueden unirse entre sí y con otros para formar espontáneas comunidades en donde el
adormecimiento está reemplazado por un sistema de despertadores, que son cada uno de
los compañeros. Estarán unidos por cosas vaporosas como son la coparticipación de una
misma idea, de un mismo sentido de fraternidad universal, un mismo espíritu de Pueblo
Joven, pueblo que no tiene fronteras ni nacionalidades porque sus integrantes no tienen
divisiones internas; sus corazones laten al unísono mientras que son cada uno individuos,
precisamente por eso, sin división, sin separación de razas ni de credos, ni de angustias.
Para el Sistema, esto será un intento de sabotaje, y se encargará diariamente de imponer
las diferencias y contradicciones para así sobrevivir.

La Violencia
El Sistema encadena y posterga, aniquila y se impone con la violencia. Pero esto es un
punto clave, porque si aparece el Sistema con cierta fortaleza y coherencia a los ojos
poco profundos, la existencia creciente de la violencia es índice irrefutable de la
descomposición progresiva del mismo, corroborando así y afirmando su decadencia;
decadencia que significará para muchos poder respirar, poder reír, poder ser.
Pero que nadie crea que con tal decadencia será suficiente, puesto que si no se crea algo
que trascienda esa decadencia, será sólo una catástrofe más [Consultar las "Arengas" en
Silo y la Liberación, de H. Van Doren].
Toda forma de opresión es antinatural y producirá violencia.
Violencia implica diferencias, implica divisiones, sectarismos.
Violencia es toda aquella forma que reditúe en la detracción del cuerpo. Todo lo que
produce un peor funcionamiento del hombre es violencia. Las muertes de una batalla, las
contiendas raciales o la existencia del neurótico, son formas de violencia. Individualmente,
la violencia se registra como agresividad personal, como alteración, como locura.
Todos los aspectos de la violencia tienen una sola fuente: la falta de armonía. Cuando no
armonizan las emociones con los actos y las ideas, hay alteración. Cuando no armonizan
los deseos con los logros y los esfuerzos, hay agresividad. Cuando no armonizan los
intereses de los explotados con los intereses de los oligárquicos, hay violencia. Violencia
que crece en la medida que aumenta la injusticia.
Es la violencia la que indica que no hay armonía en el interior de un sistema, sistema que
de ordinario tiene que hacer divisiones en sus planteos básicos. Y para mantenerse en el
poder debe apelar a mayores fuerzas de represión y de engaño.
Es en esta falta de armonía en donde debe fijarse nuestro hermano de lucha para
aumentarla, para aumentar las contradicciones del Sistema con cualquier elemento que
tenga a su alcance [Consultar el Manual del Poder Joven, de H. Van Doren]. Pero
cuidado, que no se está proponiendo la agresión, que eso es lo que el Sistema quiere. Si
un supuesto revolucionario incendia un coche, está logrando darle pie al Sistema para
que utilice sus atropellos injustificados ahora con motivo.
Se utiliza la no-violencia (racial, económica, religiosa y física) y la no-agresividad
sicológica porque no interesa, porque no necesitamos la violencia para comunicarnos y
transformar el mundo, no por otros motivos.
La violencia es abandonada porque salta a la vista que los resultados obtenidos son
ineficaces, inadmisibles e inútiles.
No debe confundirse fuerza sicológica con potencia mental, con agresividad, pues tienen
distintos orígenes. La potencia mental proviene de una autodisciplina que armoniza las
funciones humanas con un todo universal. La agresividad es el correlato del deseo y del
sueño irrealizable. Porque hay deseo y ensueño, hay agresión y violencia. En el plano
sicológico interesa lograr un individuo, es decir, un sujeto sin divisiones internas. Un
hombre de este modo podrá ser un hombre nuevo, podrá ser un artista, o un poeta, o un
científico, pero nuevo, distinto por eso, porque no tiene falta de cohesión personal. La
lucha contra la violencia comienza por la búsqueda de la armonía.
¿Cómo podrá surgir la violencia, en el seno de unas gentes en el que el pan de cada día
es el trabajo armónico? ¿Cómo podrá surgir la violencia en las gentes que no quieren vivir
la ilusión perecedera del sueño, sino que quieren el reemplazo de la mentira por la
verdad, del sueño por el despertar, de la hipocresía por la sinceridad, de la falsedad por la
autenticidad?
La violencia no tiene lugar en un corazón que se ensimisma para aumentar su potencial y
su fuego creador.

El Proceso del Individuo


Veamos ahora las trampas que tiende el Sistema a lo largo de la vida del individuo.
Veremos cómo estará presente para "bendecir" y encadenar el nacimiento, la niñez y la
adolescencia. Cómo presionará en la primera y segunda juventud, en la madurez, en la
vejez y en el último momento.
El sujeto nace; nace acondicionado por los genes de sus mayores, por la forma de ser de
ellos, por su biogénesis. En este momento influirá solamente el ambiente inmediato: la
familia y, a medida que crece, soportará mayores determinaciones que se traducirán, por
lo general, como "obligaciones y responsabilidades", así llamadas para hacerlas más
transmisibles. En esta niñez elemental, el sujeto grabará vivencias que son definitivas
para el resto de su vida. Dependerá su futuro total de lo que puedan transmitirle sus
allegados. Aquí es esencia en bruto, maleable, amoldable a cualquier impresión, aún las
más duras. Si los padres no son aptos para transmitirle la "enseñanza" del Sistema, éste
se encargará de enseñarle con personajes fabricados: los "médicos", los "asistentes
sociales", y otros sujetos parecidos. Si es bien nacido, tendrá un destino; si no, tendrá
otro.
Si nace en la abundancia o en la ignorancia, resultará de un modo u otro. Si nace en la
opulencia y con disposiciones, tendrá un futuro.
¡Qué libertad tan particular la que da el Sistema a la vida!
A la edad de ir al colegio, el niño comienza a recibir un mundo inasimilable de forma
sistemática. Se le insiste a que respete y asimile una cultura que no entiende.
Próceres, santos, y cuántos personajes desfilarán por la imaginación de un niño que
necesita otras cosas. Muy pronto se saturará de todo esto, creando un mundo particular,
un mundo interno para refugiarse en él, un mundo donde estar a salvo de los bárbaros
que le atacan. En este momento queda fijada definitivamente la duplicidad propia de los
hombres: un mundo interno propio, y el otro, ese otro que nadie sabe quién ha fabricado y
para qué fines. Por un lado irán sus necesidades con sus sueños, y por otro las
necesidades prefabricadas y la alienación.
Es posible que surja una pedagogía nueva, que eduque a las futuras generaciones con
valores esenciales propios de la vida misma, no de cosas externas a ella.
Pasarán algunos años. El cuerpo hará su desarrollo y progresará la expectación por ese
mundo de los mayores, que según parece es mejor que el infantil (mientras, los mayores
recordarán con envidia años infantiles e ingenuos). Corregido en su casa, en la calle, en
la escuela, tiende a expresarse como tal en la pandilla, con los amigos de su edad. Es su
mundo, donde extravierte sus necesidades y sus intereses.
Aquí la esencia queda detenida; toda evolución que continúe se hará a nivel de
personalidad.
A los doce años, para muchos, ya es tarde, les ha llegado la crisis. Comienzan a llevar
dos vidas, una para el Sistema y otra más íntima, que aliente sus anhelos y cobije sus
esperanzas diariamente con posibilidades de frustrarse. Este dilema lo llevará para
siempre: o se asimilará mal que bien a la Gran Trampa, o quedará medio loco, medio
muerto, tirado al costado del camino...
Ha terminado la etapa del Cordero, del dócil niño a quien se lleva de la mano. Ahora
empieza la etapa del León, etapa de lucha entre su intimidad y los intereses extraños.
Será "iniciado" por otros en varias tareas, esperará por la apasionante novedad que
implica tener más años y poder atravesar fronteras temporales impuestas desde afuera.
Comienzan a tenerse los primeros ideales, los primeros amores, las "primeras
experiencias" en todo. Los primeros pasos son decisivos, puesto que hay más autonomía
y decisión; pero ese mundo íntimo, natural, sigue sin coincidir con el externo. Por eso
surgirá lo "secreto", lo "oculto", los "placeres solitarios"...
Esta etapa de lucha, que implicará viajes, amores y fuertes experiencias, comienza a
olarizarse en direcciones menos divergentes, porque la avidez primera ha quedado
truncada y se impone irse quedando, demorarse, para no extraviarse en rutas
inconducentes. O sea, el Sistema no lo deja seguir libremente en la exploración múltiple,
se aprovechará de sus necesidades naturales para chantajearlo con ellas y apresarlo. No
podrá comer, ni amar, ni subsistir, si no piensa desde ahora en el "porvenir", y se prepara
para él. ¿Qué otra actitud que la del temor puede afirmar quien se educa en semejante
dualidad, en semejante incertidumbre, donde el futuro está planteándose como una
guarida de fantasmas ocultos?
A los 24 años hay que "sentar cabeza". Estabilizarse, atarse a la tierra. Esto no está mal,
porque estabilizará ideas, sentimientos o valores, es bueno; pero resulta que esto debe de
hacerse de un modo, como "ellos" quieren, como lo vienen imponiendo desde antaño,
"preparándose para el porvenir".
Ha terminado otra etapa. Lo que sigue es la resultante de estas dos. Teóricamente tendría
que ser la etapa del hombre, entrando en la "edad de hacer". Pero sucede que se ha
generado un sujeto ambivalente, inestable y temeroso que no sirve ni para su intimidad, ni
para el Sistema (a esto se debe que la conducción del Sistema esté siempre en manos de
incompetentes).
Este hombre enfocará su vida de otro modo, con mayor madurez. La madurez que ha
dado el sueño, la estupidez y la opresión.
Para sobrevivir, queda sólo asimilarse a toda costa, pero como está desilusionado porque
el mundo no resultó como se lo presentaron los próceres y los santos, y la Historia es
distinta, es la Mentira la que preside el horizonte. Por tal desilusión, antes de afrontar
solitario los embates de la existencia, preferirá servir: servir, por sobre todas las cosas. El
espíritu se ha degradado a ser sólo espíritu servil.
Pero esto no se atreve a admitirlo, no se atreve a soportarlo. Y para menguar el efecto ha
creado una máscara poderosa, un Personaje increíble, que sin embargo cae, y aún con
esfuerzos va dejando de creer porque tampoco le sirve para disimular esa división interior.
Ese mundo íntimo, primero infantil, después adolescente, más tarde ensoñativo y en
algunos casos hasta metafísico, jamás correspondido, jamás alentado, jamás entendido;
ese mundo que da ganas de gritarlo, de reírlo, de brindarlo, no puede permanecer
ahogado por más tiempo. Por ello es que una generación se cansará, y sensibilizada por
tanto atropello, por tanto manejo, comenzará la conspiración, comenzará simplemente a
cumplir con su destino.

Aporte de miembro del Movimiento Humanista

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