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J. J.

Justel
B. E. Solans
J. P. Vita
J. Á. Zamora
(eds.)

Las aguas primigenias


El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización

Actas del
IV Congreso Español de Antiguo Oriente Próximo
(Zaragoza, 17 a 21 de Octubre de 2006)

SEPARATA

Centro mixto entre las Cortes de Aragón,


el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
y la Universidad de Zaragoza

Zaragoza 2007
Congreso Español de Antiguo Oriente Próximo (4º. 2006. Zaragoza)

Las aguas primigenias: el Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización / ed. de
Josué Javier Justel Vicente; Bárbara Eugenia Solans Gracia; Juan Pablo Vita Barra; José
Ángel Zamora López. – Zaragoza: Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente
Próximo, 2007

ISBN 978-84-95736-72-7

I. Oriente Medio – Civilización – Hasta 622 II. Oriente y Occidente III. Biblia A. T.
IV. Humanidades – Proceso de Datos V. Egipto – Civilización – <....-<0332 VI. Justel
Vicente, Josué Javier VII. Solans Gracia, Bárbara Eugenia VIII. Vita Barra, Juan Pablo
IX. Zamora López, José Ángel X. Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente
Próximo (Zaragoza)

931(5-011)

Primera edición, Noviembre de 2007

Edición
Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo
Centro Mixto entre las Cortes de Aragón, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Zaragoza

Editores
Josué Javier Justel Vicente, Bárbara Eugenia Solans Gracia,
Juan Pablo Vita Barra, José Ángel Zamora López
Diseño de la colección
Víctor M. Lahuerta
Maquetación
Digitalia Scripta & Enrique N. Vallespín
Impresión
ARPIrelieve
ISBN
978-84-95736-72-7

Depósito legal : Z-3780/07

© de la presente edición, Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo, 2007


C/ de los Diputados 19-21, 50004 Zaragoza www.ieiop.com

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tratamiento informático.

Hecho e impreso en España – Unión Europea


Made and Printed in Spain – European Union
Índice General
(Volúmenes I y II)

Volumen I

Presentación .......................................................................................................... 9

Índice General (Volúmenes I y II)......................................................................... 11

Sesión Inaugural
Marco Simón, F., Ex Oriente magia: adaptación y cambios rituales en el mundo
helenístico-romano.......................................................................................... 17

Oriente Indoeuropeo
García Trabazo, J. V., Ahhiyawafrage y cuestiones conexas. ¿Podemos extraer
más datos de las fuentes hititas? ..................................................................... 43
Álvarez-Pedrosa Núñez, J. A., Mensaje, iconicidad y prestigio en los sellos
hititas de época imperial ................................................................................. 69
Bernabé Pajares, A., La mujer en las leyes hititas................................................. 85
González Salazar, J. M., Sanar el cuerpo y purificar el espíritu en los rituales hititas..... 99
Lozano Velilla, A., La Liga Licia: antecedentes y modelos federales minorasiáticos.. 115
Molina Valero, C., Contactos griego-licio: las inscripciones bilingües................ 127
Pelegrín Campo, J., Lenguas, escrituras y poder: el caso de las acuñaciones
bilingües indogriegas ...................................................................................... 143

Nuevas Tecnologías
Fernández Jurado, J. – Álvarez Abellán, A. C., Huelva Arqueológica y las
publicaciones electrónicas de la Sección de Arqueología de la Diputación
de Huelva ........................................................................................................ 163
Cervigón Moreno, R., AMU. Analizador Morfológico Ugarítico ......................... 173
Barés Gómez, C., La Hermeneumática y la filosofía del lenguaje ........................ 183
Siabra Fraile, J., El módulo sintáctico del Ugaritic Data Bank – UDB................. 189
Zamora López, J. Á., Algunas notas técnicas sobre el Corpus Inscriptionum
Phoenicarum necnon Punicarum (CIP) – Phoenician Data Base (PhDB) ............... 203

Mesopotamia
Sanmartín Ascaso, J., Antes y después de Gilgamesh............................................ 221
Belmonte Marín, J. A., El paisaje hidrográfico del Medio Éufrates según la
documentación de Hana y Emar ..................................................................... 241
Caramelo, F., Las profecías en el reinado de Asurbánipal.................................... 281
Gil Fuensanta, J. – Crivelli Montero, E., ¿Existió un “Período” Uruk en el norte
de Mesopotamia? (Investigación en la zona de Biredyik-Karkemish,
Éufrates turco) ................................................................................................ 289
Montero Fenollós, J. L., Aspectos territoriales del reino sirio-mesopotámico de
Mari. Nuevas evidencias arqueológicas para la reconstrucción de la
frontera septentrional...................................................................................... 311
Oliva Mompeán, J., Qatna, Yamhad y el Orontes en época tardo amorrea .......... 327
Ramos dos Santos, A., O sector “privado” nos arquivos Babilónicos (626-339 a.C.) 335

Índice del Volumen I............................................................................................. 347

Volumen II
Índice general (Volúmenes I y II).......................................................................... 359

Siria – Palestina
Molist Montaña, M., Prácticas funerarias y primeras sociedades agrícolas del
Próximo Oriente: caracterización y discusión como variable arqueológica
de análisis ....................................................................................................... 365
Egea Vivancos, A., Agua y religión. El santuario de Atargatis en Hierapolis (Siria).. 383
Estebaranz i Sánchez, F. – Martínez Martínez, L. M. – Anfruns Llobet, J. –
Martínez Pérez-Pérez, A., Estudio preliminar del esqueleto postcraneal del
yacimiento neolítico de Tell Halula, Siria....................................................... 401
Fernández-Tresguerres Velasco, J. A., La casa 77 dentro del conjunto del
“Templo de las Serpientes” de Jebel al-Mutawwaq (Jordania) ..................... 421

12 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


Justel Vicente, J. J., El divorcio del rey <Ammittamru II de Ugarit en el contexto
matrimonial de Siria en el Bronce Tardío....................................................... 439
Moreno Resano, E., El destino de los cultos tradicionales semíticos:
Constantino y la destrucción de templos en Palestina, Fenicia y Cilicia........ 457
Pardo Mata, P., Historiografía de las investigaciones prehistóricas del Neolítico
en el Próximo Oriente durante los siglos XX y XXI ........................................ 479
Torija López, A., El Otro y el Pasado: etnoarqueología del Oriente Próximo ..... 497
Vidal Palomino, J., Pervivencias en las formas de explotación agrícola en el
Levante. Las alquerías palatinas..................................................................... 517

Oriente en Occidente
Blázquez Martínez, J. M., El agua en los santuarios fenicios de la Península
Ibérica y sus prototipos mediterráneos ..................................................... 531
Cañas Reíllo, J. M., Problemas de adaptación de realidades y conceptos
semíticos en el mundo grecorromano: el testimonio de las traducciones
de la Biblia al griego y al latín ................................................................. 557
Carbó García, J. R., De Siria al Danubio: consideraciones sobre las formas de
difusión de los cultos sirios en la Dacia romana ...................................... 567
Celestino Pérez, C. – Salgado Carmona, J. Á., Fenicios e indígenas a través del
tesoro de Aliseda....................................................................................... 587
Enjuto Sánchez, B., Importancia y pervivencia del mundo oriental entre la
aristocracia senatorial romana del s. IV d. C. .......................................... 603
Escacena Carrasco, J. L., El dios que resucita: claves de un mito en su primer
viaje a Occidente....................................................................................... 615
Ferrer Albelda, E. – García Fernández, F. J., El fenómeno de la polis en el
mundo púnico occidental .......................................................................... 653
Niveau de Villedary y Mariñas, A. M.ª, Acerca de ciertos cultos semitas
extremo-occidentales ................................................................................ 669

Egipto
Pérez-Accino, J. R. – Pérez Díe, M. C., En el principio era el río. Agua, poder y
mito en el Egipto Antiguo................................................................................ 707

Índice del Volumen II............................................................................................ 725

Autores participantes ............................................................................................. 727

Índice General 13
Ahhiyawafrage y cuestiones conexas.
¿Podemos extraer más datos de las fuentes hititas?

J. V. García Trabazo

Abstract
1. Introduction to the “Ahhiyawa Problem”. In the present work I put forward “new data”
concerning the so-called “Ahhiyawa Problem”, not only with the mere intention of adding new
literature to this ancient debate, but also with the purpose of offering a new approach to this long
contended issue. 2. The Data and the Methodological Problem. Taking as “basic data” the
agreements between the Anatolian and Greek traditions in the field of onomastic research, it
becomes clear that even nowadays criticism and scepticism on these agreements are not easy to
avoid, unless we take account of the basic methodological problem: the inclusion or not of the
rough data in the “Ahhiyawa Problem” depends on a previous interpretation, a kind of
interpretatio Graeca. 3. Extending the Field of Data. Geographical and historical problems
concerning luvian historiography and the cultural problems around Wiluša. 4. The Ritual Context.
The special agreements in this field between the Anatolian and Greek traditions allow the
examination of new data under a new light. 5. The Unsuspected Range of Myth or Legend: Two
New Examples. The “song of Neša” and “the West-Anatolian origins of the Que kingdom dynasty”
are valuable examples of the possibilities opened up by this new perspective. 6. Anatolian
Traditions in Milesian Philosophers? This chapter contains my own proposal about the Anatolian
sources of certain features of the first Greek philosophers, specifically their conception of cosmic
elements as “powers full of consciousness”.
Palabras clave: Cuestión ahhiyawa, Wiluša, Troya, relaciones greco-anatolias, pensamiento griego.

1. Introducción a la “cuestión (de) Ahhiyawa”


Como bien sabe todo estudioso que se haya acercado a la “cuestión” que
nos proponemos abordar, el que nos ocupa constituye uno de los más
espinosos problemas que ha suscitado el desciframiento de los textos anatolios,
pues en él se dan cita prácticamente todas las disciplinas que se entretejen en
lo que llamamos Hititología: historia, arqueología, geografía, lingüística,
mitología, religión y estudio de la cultura en sentido amplio. Por si fuera poco,
la cuestión (de) Ahhiyawa1 se ha convertido también en uno de los elementos
de lo que podríamos llamar nueva cuestión homérica2, aportando propuestas
que se ven obligados, al menos, a tener en cuenta los helenistas que investigan
actualmente sobre Homero y el viejo problema de su historicidad.
El principal propósito de esta contribución será –más que dar a conocer
nuevos datos con que alimentar el fuego de esta polémica– aportar un enfoque
o visión propia, que quizá pueda considerarse en cierto modo novedoso con
respecto a los que se han venido proponiendo. En concreto, partiendo del
ineludible análisis de los datos, pensamos que es posible ensayar una
ampliación del círculo del problema, poniendo los datos que tradicionalmente
se vienen considerando como “objetivos” o “básicos” –esto es, los que
constituyen el núcleo de la Ahhiyawafrage– en relación con otros que acaso
preexistían ya en forma de datos potenciales. Es precisamente a estos datos
“nuevos” o “secundarios”, que luego trataré de presentar, a los que hago
referencia en el título con la expresión “cuestiones conexas”.

2. Los datos. Problemas metodológicos


Quienes ya se encuentren familiarizados con el problema sabrán disculpar
una breve introducción a lo que podríamos llamar los “datos básicos” de la
cuestión, introducción que quizás pueda resultar útil también para precisar qué
entendemos en este caso por “datos”. Vaya por delante que nuestro enfoque
del problema es preferentemente de tipo filológico, y por tanto, lo que
cualquier filólogo podría considerar como “dato básico” puede no serlo para
un arqueólogo o un historiador. Lo cual no excluye, por supuesto, la
consideración de determinados datos arqueológicos o históricos como
elementos fundamentales en el problema.

1 Para un acercamiento a la “cuestión de Ahhiyawa” en un sentido más estricto –esto es, la


presentación del problema desde sus orígenes hasta los desarrollos más recientes de la
cuestión básica del “encuentro entre las culturas” anatolia y griega– pueden ser útiles las
siguientes obras: Forrer (1924), (1924a); Kretschmer (1924); Hrozný (1929); Forrer (1931)
(sobre la figura de E.O. Forrer, su contribución a los incipientes estudios anatolios y su
marginación académica, cf. Szemerényi 1988/2004); Sommer (1932), (1934); Schachermeyr
(1935); Sommer (1937); Kretschmer (1954); Röllig (1957); Huxley (1960); Cornelius (1962);
Steiner (1964); Harmatta (1967); Muhly (1974); Košak (1980); Houwink ten Cate (1983-84);
Güterbock (1983), (1984), (1986); Bernabé (1986); Schachermeyr (1986); Watkins (1986);
Helck (1987); Popko (1988); Bryce (1989); Freu (1990); Ünal (1991); Güterbock (1992);
Liebig (1993) (sobre “licios y aqueos”); Carruba (1995); Watkins (1995); Klengel (1996);
Niemeier (2002); Heinhold-Krahmer (2003), (2003a); Hope (2003); Freu (2004); Bernabé –
Álvarez-Pedrosa (2004): 295-310.
2 Sobre la “(nueva) cuestión homérica” en relación más o menos directa con la “cuestión de
Ahhiyawa”, cf. Bowra (1955); Huxley (1959); Page (1972); Puhvel (1991); Patzek (1992);
Latacz (2001); García Trabazo (2005); González García (2006).

44 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


Como los profesores A. Bernabé y J.A. Álvarez-Pedrosa exponen en su
“Apéndice 2” al segundo tomo de su edición de la Historia y Leyes de los
Hititas3 –apéndice que puede recomendarse como un excelente resumen y
puesta al día de la “cuestión (de) Ahhiyawa”, tanto para quienes se enfrenten
por primera vez con la cuestión como para quienes deseen una actualización de
datos– parece que lo más sensato es ceñirse, al menos en un principio, a los
datos concretos de las coincidencias onomásticas4, más o menos reconocidas,
que nos brinda la comparación entre los documentos hititas y la tradición
griega. No se trata en modo alguno de una cuestión reciente, sino que data casi
de los comienzos mismos de la Hititología, cuando en los años veinte E.O.
Forrer5 y Kretschmer6 llamaron la atención sobre estas coincidencias, que en
años sucesivos fueron ampliándose y que suscitaron, como también es bien
sabido, una feroz polémica sobre la que volveremos más adelante.

2.1. Nombres geográficos (cf. Bernabé – Álvarez-Pedrosa 2004: 297 s.):

Aḫḫiaa = !Acaiva (i.e. !AcaivÛa), !Acai(Û)oiv : Acaya, aqueos7


Se trata, junto con Wiluša, del etnónimo o topónimo más importante en
apoyo de la conexión intercultural; recordemos que también se testimonia en
las fuentes egipcias, en concreto en las inscripciones de Mernepta, donde se
menciona a los ’j-q3-(jj)-w3-s3, leído ’áqajawasa (Ekwes) como uno de los
Pueblos del Mar8.

Apaša = #Efeso" : Éfeso


Aššua = !Asiva (i.e. !AsÛiva; cf. mic. a-si-wi-ja) : Asia9
Lazpa = Levsbo" : Lesbos10
Millaanda, Milaata = Mivlhto", eol. Mivllato" (i.e. Milla(Û)ato") :
Mileto11

3 Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 295-310.


4 Sobre onomástica y problemas relacionados, cf. Luckenbill (1911) y Kretschmer (1924)
(Alakšanduš); Laroche (1948); Harmatta (1978); Heubeck (1985); Güterbock (1986): 223s.;
Güterbock (1990) (Tawagalawa); Heinhold-Krahmer (2003a); Jiménez Delgado (2005)
(Alejandro).
5 Forrer (1924), (1924a); pero cf. Heinhold-Krahmer (2004): Forrer localizaba Wiluša en Cilicia.
6 Kretschmer (1924).
7 Sobre el nombre ahhiyawa, cf. Forrer (1932); Carruba (1964); Finkelberg (1988); Carruba
(1995); Lafond (1996); sobre la localización del topónimo, cf. también Crossland (1956)
(¿Chipre?); Carruba (1964a); Marazzi (1992), (1994); sobre los “aqueos” y “Acaya”: Brandis
(1893), Tomaschek (1893); sobre la “patria aquea”: Aitchinson (1964).
8 Carruba (1995): 15.
9 Cf. Cline (1996).
10 Cf. Freu (2004).

J. V. García Trabazo, Ahhiyawafrage y cuestiones conexas… 45


Tariša = Troiva (i.e. Truivsa) : Troya12
Ṷiluša, Ṷilušia = #Ilio" (i.e. Ûivluso") : Ilión
Lukka = Lukiva : Licia

2.2. Nombres de persona (cf. Bernabé – Álvarez-Pedrosa 2004: 298):

Alakšandu = !Alevxandro", Alejandro13


Attariššia = !Atreuv", Atreo14
Kukkunni = Kuvkno", Cicno (“cisne”)15
Muatalli = Movtulo", Mótilo16
Taagalaa = !Eteoklh'" (i.e. !EteÛoklevÛh"), Eteocles17
Pariamua = Privamo", Príamo18
[ Atpa = Oijdivpou", Edipo (?); Walmu = (Û)#Elumo", Élimo (?) ]19

Los textos hititas de los que se extrae este elenco de nombres –los que
podríamos llamar “textos de la cuestión (de) Ahhiyawa”– son, por orden
aproximadamente cronológico, los siguientes: el Desafuero de Madduwatta20,
los Anales de Muršili II21, el Tratado entre Muršili II y Manapatarḫ unda del
país del río Šeḫ a22, el Tratado entre Muwatalli II y Alakšandu de Wiluša23, la

11 Cf. Güterbock (1984): 209: “Obviously the name Millawanda or Milawata is close to Milātos,
that is, Miletus. The equation, proposed long ago, was doubted as not provable. It has gained
in probability by the discovery of the Minoan and Mycenean fortified settlement on the site
and is now widely accepted”; cf. también Niemeier (2002).
12 Sobre Troya en relación con Ahhiyawa y Wiluša: Bryce (1977); Easton (1984); Wood (1985);
Güterbock (1986); Mellink, ed. (1986); Watkins (1986); Gindin – Tymbursky (1995);
Neumann (1999); Latacz (2002); Siebler (2002); Heinhold-Krahmer (2003); Hertel (2003)
(contra la identificación entre Troya y Wiluša); Heinhold-Krahmer (2004), (2004a); Moreu
(2005); Weber (2006); sobre el “impacto mediático” de Troya: Arbeitman (1986).
13 Luckenbill (1911); Kretschmer (1924); Güterbock (1986): 223s.; Jiménez Delgado (2005).
14 Cf. Schachermeyr (1986): 161-175 (cap. 20: “Atreus in der hethitischen Geschichte?”).
15 Kretschmer (1924); Güterbock (1986): 224.
16 Kretschmer (1924); Güterbock (1986): 223.
17 Cf. Güterbock (1984): 208: “His name is certainly not Hittite; it has been taken for Greek and
explained as Etewokléwēs (Eteocles)”; ibidem, n. 26: “I still prefer this explanation to that as
Teukros advocated by E. Vermeule, AJA 87 (1983): 142”; para una propuesta de
identificación del portador del nombre anatolio, cf. Güterbock (1990), esp. p. 215: “Was
ergibt sich nun für Tawagalawa? Er ist der Bruder des Königs von A iyawa, an den der Brief
gerichtet ist”.
18 Durnford (1975), quien también sugirió la ecuación Paris = luvita *Pari- atri y *Pari-ziti, con
el mismo elemento *pari- “primero, prominente” presente en *Pari( a)-mu a.
19 Estas dos correspondencias las debemos a sugerencia de C. Moreu (comunicación personal).
20 CTH 147. Traducción española en: Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 41-47.
21 CTH 61. Trad. en: Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 125-153.
22 CTH 69. Trad. en: Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 153-156.
23 CTH 76. Trad. en: Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 182-187.

46 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


Carta de Tawagalawa24, el Tratado entre Tudḫ aliya IV y Šaušgamuwa de
Amurru25, los Anales de Tudḫ aliya IV26 y la Carta de Milawata27.
Resumiendo mucho podemos decir que a partir de estos nombres y de los
contextos en que se los menciona –se trata en su inmensa mayoría de textos de
tipo histórico y que por tanto, tratan de algún modo de reflejar la realidad, o al
menos la percepción que de la realidad tenían sus autores– se podría suponer
que la cultura hitita entró en contacto a lo largo de su historia con los aqueos o
griegos micénicos, con sus colonias –Mileto, Éfeso, Lesbos– y también con
Troya o la Tróade (Wiluša). Ahhiyawa sería, de este modo, una entidad política
–considerada, al menos en algunos momentos de su historia, como de rango
equivalente al del soberano hitita– cuyo centro de gravedad no estaría lejos del
mar Egeo, y con colonias o asentamientos en la costa suroccidental de Anatolia
y las islas adyacentes; dejemos por ahora aparte la controvertida relación con Troya.

2.3. Valoración. Críticas a los “datos básicos”

Como suele suceder siempre que sale a la luz alguna propuesta que supone
un desafío a arraigadas concepciones, la opinión de los expertos se dividió. El
principal crítico de las propuestas de Forrer fue F. Sommer (1932), que se
pronunció de forma contundente contra estas identificaciones onomásticas,
aunque, según algunos, parece que no le movía tan sólo el afán de buscar la
verdad, sino también una animadversión personal contra Forrer (cf.
Szemerényi 1988/2004: 90 ss.). Sommer rechaza las ecuaciones, básicamente
por tres razones: 1ª) La coincidencia de nombres o es producto de la casualidad
o es falsa (lo cual viene a ser lo mismo). 2ª) Las referencias a aḫḫiaa pueden
apuntar a una localización en el interior de Anatolia. 3ª) La posible
identificación de Troya en los textos hititas se encontraría lastrada por la
escasa o nula fiabilidad de Homero como fuente histórica. La división que
generó esta polémica en la comunidad de investigadores continúa hasta hoy, si
bien en los últimos años los “detractores” parecen haber plegado velas y
haberse convertido más bien en “escépticos” (cf. Heinhold-Krahmer 2004a).
Intentaremos ahora una valoración que nos permita, partiendo de los
“datos básicos”, intentar ampliar esta base con las debidas garantías. El
principal problema metodológico, a nuestro parecer, es que estos “datos”
sólo son tales datos en la medida en que se (pre)supone su contraparte
griega; es decir, en la medida en que se pueda establecer una especie de
feedback que permita considerar a ciertos datos “anatolios” en bruto como

24 CTH 181. Trad. en: Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 246-250.


25 CTH 105. Trad. en: Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 278-280.
26 CTH 211.4. Trad. en: Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 283s.
27 CTH 182. Trad. en: Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 284s.

J. V. García Trabazo, Ahhiyawafrage y cuestiones conexas… 47


parte de un “conjunto especial de datos” al que denominamos Ahhiyawafrage
o cuestión (de) Ahhiyawa. Incluimos los datos en ese conjunto sólo porque
los ponemos, por así decir, ante el espejo de la tradición griega, ante la
imagen de esa cultura que en definitiva es la nuestra. Y eso es lo que, de una
manera u otra, está siempre latente cuando abordamos este problema. Podría
surgir la pregunta de si estamos siendo honestos a la hora de utilizar los
datos de esta forma. En realidad no sólo los estamos utilizando o incluso
“manipulando”, sino algo más decisivo aún, como ya he insinuado: les
estamos otorgando la propia categoría de “datos”, en la medida en que son
susceptibles de una interpretatio Graeca. Y desde nuestro punto de vista,
esto no puede ser de otra manera, aun a riesgo de caer en circularidades o en
peticiones de principio. Creo que es útil realizar estas precisiones, por dos
razones: por un lado, estaremos en mejores condiciones de comprender por
qué han podido surgir dos visiones tan contrapuestas sobre la misma
cuestión; y por otro lado, estaremos mejor situados frente al peligro de
posturas dogmáticas que sólo pueden constituir un lastre para acercarnos a
un problema complejo y sutil, en el que debemos emplear todas nuestras
capacidades intelectuales, sin olvidar en absoluto la imaginación.

3. Ampliando el campo de datos


Por supuesto, muchos han sido ya los autores que, aun de forma no
explícita, se han sentido lo suficientemente capacitados y legitimados para
dar ese salto desde lo que hemos llamado “datos básicos” –eminentemente
filológicos– a lo que podríamos llamar “nuevo campo de datos” o “datos
conexos”, que frecuentemente –aunque no siempre– desbordan la Filología.
Creo, sin embargo, que una exigencia metodológica ineludible –y soy
consciente de que los colegas de otras especialidades pueden no estar de
acuerdo– es que, aunque estos datos desborden la Filología, deben
mantenerse de algún modo cerca de ella. Y es que, de lo contrario,
perderíamos de vista la propia esencia del problema, puesto que sólo la
Filología nos permite orientarnos con garantías cuando de lo que se trata es
de identificar “contactos entre culturas”, aunque sólo sea por la práctica
imposibilidad de dar una definición de “cultura” más allá de su uso técnico
en arqueología.

48 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


3.1. Datos geográficos e históricos28.

Será sin duda útil echar un vistazo a los datos históricos y geográficos que
en los últimos años han aclarado considerablemente el panorama de la
Anatolia meridional y occidental, esto es la Anatolia de cultura luvita (cf.
Melchert ed. 2003), que es la que podemos considerar en primera instancia en
contacto con esa entidad político-cultural a la que los textos hititas aluden con
el nombre de Ahhiyawa.
3.1.1. Localización de Wiluša29.- Así, por ejemplo, en fecha reciente hemos
podido saber, gracias a la inscripción jeroglífica de Yalburt, que las tierras de
la Lukka del segundo milenio coincidían con la clásica Licia (Poetto 1993)30 –
lo cual viene a confirmar la, por otra parte bastante evidente, conexión entre
ambos nombres– y que esta localización en el cuadrante suroccidental de
Anatolia implica su exclusión como espacio disponible para otros nombres de
localización disputada. La demostración por parte de Hawkins (1998)31 de que
la tierra de Mira alcanzaba la costa central occidental, fuerza a su vez a que
otras piezas del puzzle geográfico encuentren su sitio. De esta manera, las
posiciones relativas de Wiluša, Appawiya, el país del río Šeha, Arzawa-Mira y
Kuwaliya se pueden considerar relativamente aseguradas. La localización de
Wiluša en el noroeste es un apoyo obvio para una ubicación cercana del
nombre de Tarwiša, vinculado al de Wiluša (KUB 23.11 ii 19), reforzando así
la conexión con Troya. Del mismo modo, ya no parece posible continuar
dudando de las antiguas propuestas que identifican Apaša con Éfeso y
Millawanda con Mileto. Por supuesto, aún quedan problemas de localización
por resolver, como la posición de la tierra de Karkiša/Karkiya. En los mapas32
suele situarse cerca de la Caria clásica, pero Starke la localiza al este de
Wiluša, puesto que Karkiša viene asociada a la tierra de Aššuwa, que él
conecta con la clásica Assos. Pero también es posible, siguiendo a Bossert
(1946)33 y otros, conectar Aššuwa con el nombre de Asia, cuya localización
original es el Asia Menor centro-occidental (cf. Ilíada 2.461:

28 En relación con la cuestión de Ahhiyawa desde una perspectiva histórico-geográfica, cf. Forrer
(1926) (textos históricos); Götze (1957) (historia cultural de Anatolia); Pugliese Carratelli
(1960); Cornelius (1962); Bartonĕk (1963); Otten (1964); Macqueen (1968), (1986); Houwink
ten Cate (1973); Schachermeyr (1982); Houwink ten Cate (1983-84); Hoffner (1982) (sobre la
“carta de Milawata”); Otten (1983); Easton (1984), (1985); Freu (1987); Helck (1987); Steiner
(1989); Lehmann (1991); Cline (1991), (1996); Mellaart (1996); Bryce (1998); Klengel
(1999); Taracha (2001); Bryce (2003) (correspondencia real); Melchert, ed. (2003); Bernabé –
Álvarez-Pedrosa (2004) (traducciones e introducciones a textos históricos).
29 Para este breve resumen, cf. Melchert, ed. (2003): 5-7.
30 Cit. en Melchert, ed. (2003): 5.
31 Cit. en Melchert, ed. (2003): 5.
32 Por ejemplo, cf. el mapa 2 de Melchert, ed. (2003): 37.
33 Cit. en Melchert, ed. (2003): 7.

J. V. García Trabazo, Ahhiyawafrage y cuestiones conexas… 49


!Asivw/ ejn leimw'ni, Kau>strivou ajmfi; rJeveqra “en la asiática pradera a los
lados de los cauces del Caístro”)34. Por tanto, no está claro en absoluto que
Aššuwa deba localizarse en el noroeste, si bien de momento no hay una
respuesta definitiva.
3.1.2. Limitaciones de la historia luvita35.- Al intentar reconstruir la historia
de los pueblos de habla luvita de finales de la Edad del Bronce, es importante
no perder de vista que, en contraste con los textos religiosos –que aparecen
insertados en los documentos hititas y nos permiten entrever de forma
relativamente directa ciertos rasgos de la religión y la cultura luvitas–
carecemos de textos luvitas que nos proporcionen noticias históricas acerca del
mundo de habla luvita. Por el contrario, casi todo el corpus histórico
descubierto acerca de los luvitas procede de fuentes hititas. Las excepciones
son escasas: dos fragmentos de la correspondencia entre Arzawa y Egipto
durante el reinado del faraón Amenhotep III, una referencia a Lukka en la
correspondencia entre el rey de Alašiya y el faraón Amenhotep IV / Akenatón,
la aparente inclusión de Lukka entre los llamados Pueblos del Mar y una
referencia a Lukka en la correspondencia entre los reyes de Alašiya y Ugarit en
los últimos años de la Edad del Bronce. Aparte de esto, nuestro conocimiento
de la historia luvita procede de textos hititas claramente cargados de prejuicios
y cuya información acerca de los pueblos y los países del ámbito luvita se ciñe
estrictamente a la temática y los sucesos que guardan relación directa con los
intereses hititas. Para el tema que nos ocupa hubiera sido especialmente
interesante haber dispuesto de textos de procedencia local que trataran las
relaciones de los reinos de Arzawa con Ahhiyawa, puesto que casi con toda
seguridad existían comunicaciones regulares, incluyendo lazos diplomáticos y
de otro tipo entre al menos algunos de estos reinos y el mundo griego
micénico. Es muy verosímil que existieran archivos locales donde se habrían
guardado las comunicaciones recibidas o las copias de las enviadas; y es poco
pobable que esos documentos se hubieran dedicado exclusivamente a las
relaciones con Hattuša. El estrecho contacto entre Ahhiyawa y el mundo
anatolio occidental, particularmente en el s. -XIII, debió casi con certeza de
hallar su reflejo en documentos escritos (Bryce 1999)36. Pero por desgracia,
toda evidencia de documentación escrita en el occidente anatolio durante la Edad del
Bronce Tardía ha desaparecido sin dejar rastro. Esto significa que nuestra percepción
de los luvitas –sobre todo de los habitantes de los países de Arzawa– está
inevitablemente mediatizada por la visión de los reyes hititas y sus cancillerías.
3.1.3. Wiluša: breves apuntes de historia, lengua y religión.- La llamada
“carta de Milawata”, probablemente del rey hitita Tudḫaliya IV a un rey de
Milawata (CTH 182, KUB 19.55), como es sabido, nos permite entrever

34 Melchert, ed. (2003): 7, n. 9.


35 Cf. Melchert, ed. (2003): 44-85.
36 Cit. en Melchert, ed. (2003): 45.

50 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


ciertos episodios históricos de Anatolia occidental. Y en concreto, un join
descubierto en época relativamente reciente (KUB 48.90; cf. Hoffner 1982),
donde se menciona a un rey de Wiluša hasta entonces desconocido, de nombre
Walmu. Gracias a este fragmento hemos podido saber que el famoso
saqueador Piyamaradu, que sin duda tenía contactos con Ahhiyawa, invadió y
ocupó una vez la tierra de Wiluša. De aquí emerge, en la segunda mitad del s. -XIII,
un panorama de amenazas y ataques sobre Wiluša –llevando incluso en una
ocasión a su ocupación, y en otro a la deposición de su rey– y además, en uno
o más de estos episodios aparecen involucrados aparentemente los Ahhiyawa o
griegos micénicos. Esto es, por ahora, todo lo lejos que podemos llegar en un
intento de establecer alguna correlación entre los escasos datos históricos
concretos que podemos arañar acerca de Wiluša y la tradición de un conflicto
militar entre los aqueos y un reino de Anatolia noroccidental transfigurada en
la épica homérica en una “Guerra de Troya” de diez años de duración. De
momento, la famosa sugerencia de Watkins37 de un prototipo anatolio de la
Ilíada (KBo 4.11, 46: aḫḫatata alati aienta ilušati “cuando vinieron de la
escarpada Wiluša”) sigue sin poder confirmarse.
Sabemos, por tanto, que al menos desde el s. -XIV Anatolia occidental y
los países de Arzawa tuvieron contactos, al menos ocasionalmente, con los
griegos micénicos. Los datos arqueológicos38 testimonian que los micénicos
habían establecido asentamientos en la costa suroccidental de Anatolia. Incluso
es posible que aparezcan testimoniados algunos nombres luvitas en las tablillas
en lineal B (cf. Schachner-Meriç 2000; Morris 2001)39. Cuando los
colonizadores griegos se asentaron en las orillas de Anatolia occidental
entraron en contacto con un Hinterland luvita (Starke 1997)40. Y por eso es
ineludible reconocer al menos la posibilidad de que ciertas tradiciones
preservadas en fuentes griegas hayan podido tener su origen en contexto
anatolio occidental, si bien no necesariamente luvita. El caso de Wiluša es
especialmente problemático. Como ya ha sido puesto de relieve (Starke
1997)41, nuestro conocimiento de Wiluša es totalmente dependiente del punto
de vista hitita, y en concreto, de la difusa conexión que las fuentes hititas
establecen entre Wiluša y los países de Arzawa. Pero esto no nos autoriza a
sobreestimar el componente o influencia luvita sobre Wiluša. No se puede
probar que el luvita haya sido la lengua de comunicación entre Wiluša y
Arzawa; sabemos con certeza que el luvita no era la única lengua de la

37 Watkins (1986) y Watkins (1995): 146.


38 Para un acercamiento a los datos arqueológicos en relación con la cuestión de Ahhiyawa, cf.
Bittel (1950); Iakovidis (1973); Mellaart (1984); Mellink (1983); Korfmann et al., eds.
(2001); Latacz (2002).
39 Cit. en Melchert, ed. (2003): 265, 268.
40 Cit. en Melchert, ed. (2003): 265.
41 Cit. en Melchert, ed. (2003): 265.

J. V. García Trabazo, Ahhiyawafrage y cuestiones conexas… 51


Anatolia occidental. H.G. Güterbock (1986: 228), tras una equilibrada
evaluación de las posibilidades de identificar Wiluša y Troya, llega a una
cautelosa conclusión: “We cannot claim with any certainty that Wilusa is Ilios
or that Alaksandus is Alexandros”. Merece la pena recordar este
“escepticismo” de Güterbock, sobre todo porque en los últimos años se ha
insistido mucho en popularizar la ecuación Wiluša = Troya y en convertir a
Troya en el (más septentrional) centro luvita. Pero desde el punto de vista
filológico, esto es cuando menos problemático. Tampoco el sello jeroglífico
luvita hallado en Troya en 1995 (Hawkins – Easton 1996)42 puede considerarse
una prueba definitiva de la existencia de una población luvita en dicha ciudad.

4. Los contextos rituales43


Aunque Wiluša no sea fiable para la reconstrucción de la religión luvita, sí
nos brinda datos importantes para el occidente anatolio. En la parte final del
Tratado entre Muwatalli II y Alakšandu de Wiluša, como suele ser habitual en
este tipo de documentos, se cita como testigos del tratado a los dioses del
panteón de Wiluša; no se trata de un panteón exhaustivo, pero lo que nos ha
llegado no carece de interés:

[1] CTH 76; KUB 21.1+, § 20, iv 24-30:

(24) ... ḪUR.SAG Ḫ u-u-ul-la-aš ḪUR.SAGZa-al-li- [a-nu-uš ]


(25) ḪUR.SAGḪI.A ÍDḪI.A PÚ!MEŠ ŠA KUR UȒU Ḫ a-a[t-ti šal-li-iš a-ru-na-aš]
(26) ne-pí-iš te-kán-na IMMEŠ-uš al[-pu-uš DINGIRMEŠ (?)ḫ u-u-m]a-an-te-e[š17
(27) ŠA KUR URUÚ-lu-ša DU KAR[A]Š D[ D
]Ap-pa-li-u-na-aš
MEŠ MEŠ MEŠ MEŠ
(28) DINGIR LÚ DINGIR MUNUS [ḪUR.SAG ḪI.A ÍD ḪI.A
PÚMEŠ (?)] DKASKAL.KUR
(29) ŠA KUR URUÚ-i[-lu-ša DUTUŠI mLa-ba-ar-na-aš LUGAL.GAL N]A-
RA-AM DU
(30) URUpí-a-aš-ša-aš-š[i a-pé-e-da-ni me-mi- a-]an-ni ḫ al-zi-iḫ -ḫ u-un

“... (la montaña) Hula, (la montaña) Zaliy[anu, ... ], (25) las
montañas, los ríos (y) las fuentes de la tierra de Ha[tti, el Gran Mar (=
el Mediterráneo), (26) el cielo y la tierra, los vientos, las nu[bes, to]do[s
los dioses] (27) de la tierra de Wiluša, el dios de la Tempestad del

42 Cit. en Melchert, ed. (2003): 266.


43 Sobre las correspondencias o contactos entre Anatolia y Grecia en el campo de la religión
(mitología, leyenda, ritual), cf. Pugliese Carratelli (1950); Heubeck (1955); Watkins (1995);
Pugliese Carratelli (1996); García Trabazo (2003), (2005); Carruba (2004); Jasink (2004);
Jasink – Marino (2006).

52 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


Ejérci[t]o, (el dios) [ ... , (el dios)] Appaliuna, (28) los dioses
masculinos, los dioses femeninos, [las montañas,] los [ríos, las
fuentes], el (dios) Camino Subterráneo (29) de la tierra de Wi[luša:
(yo,) Mi Sol, el Labarna, el Gran Rey, a]mado del dios de la Tempestad
(30) del relámpago, (los) he convocado (como testigos) para [este
asun]to (= el juramento)”44.

Tras la invocación a los “númenes” naturales (montañas, ríos, fuentes, el


mar, el cielo y la tierra, los vientos y las nubes), la lista de los dioses se abre
con el dios de la Tempestad del Ejército, seguido de una breve laguna donde
bien pudo estar el nombre de una divinidad femenina; según Güterbock (1986:
227, n. 28) no se puede descartar una Ištar como interpretatio Hethitica de
Afrodita). Seguidamente se invoca al controvertido Appaliunas, que muchos
identifican –ya desde Forrer 1931– con el Apolo griego (cf. Güterbock 1986:
42). Esta identificación es sin duda posible, aunque no pueda aducirse en su
favor la argumentación de M. Korfmann, el último director de las
excavaciones en Troya, que interpreta el hallazgo de cuatro estelas frente a una
de las puertas de la ciudad como prueba de esa identificación. Las ofrendas a
estelas cultuales junto a las puertas de las ciudades están bien testimoniadas
por toda Anatolia, así como en Siria y en Mesopotamia. Se supone que las
piedras representaban a la divinidad, que “habitaba” en ellas; el fenómeno
parece tener sus orígenes en Siria del Norte (cf. Hutter 1993). Pero sobre estas
“piedras habitadas por la divinidad” volveremos después (§ 6).
Ahora fijémonos en la posible contraparte griega del Appaliunas anatolio,
que no puede ser otra –si es que existe– que el Apolo de la Ilíada, divinidad
protectora de Troya. Y es en el mismo principio de la obra, como es bien
sabido, donde hace su aparición el dios, invocado por Crises (Ilíada 1.37-42),
el sacerdote al que humilla Agamenón cuando le suplica la devolución de su
hija Criseida. Apolo atiende la súplica y desata su ira contra el ejército aqueo,
diezmando primero animales y luego personas. Al décimo día de “peste”,
Aquiles convoca a la asamblea para intentar averiguar las causas:

[2] Ilíada 1.59-64:

“!Atrei?dh, nu'n a[mme palimplagcqevnta" oi?w


a]y ajponosthvsein, ei[ ken qavnatovn ge fuvgoimen, 60
eij dh; oJmou' povlemov" te dama/' kai; loimo;" !Acaiouv":
ajll j a[ge dhv tina mavntin ejreivomen h] iJerh'a,
h] kai; ojneiropovlon, kai; gavr o[nar ejk Diov" ejstin,
o{" k j ei[poi o{ ti tovsson ejpwvsato Foi'bo" !Apovllwn, ...”

44 Las traducciones de los textos hititas son nuestras; para este pasaje, cf. también la trad. de
Bernabé – Álvarez-Pedrosa (2004): 187.

J. V. García Trabazo, Ahhiyawafrage y cuestiones conexas… 53


“¡Oh Atrida! Ahora creo que de nuevo a la deriva
regresaremos, en caso de que escapemos de la muerte,
si la guerra y la peste juntas van a doblegar a los aqueos.
Mas, ea, a algún adivino preguntemos o a un sacerdote
o intérprete de sueños –que también el sueño procede de Zeus–
que nos diga por lo que se ha enojado tanto Febo Apolo, ...”45.

Un llamativo paralelismo con este texto ha sido hallado en las Oraciones


de Muršili (II) a causa de la Peste (CTH 376 y 378.2), que nos informa sobre
los procedimientos adivinatorios que enumera el rey hitita (-1318 a -1290
aprox.) para escudriñar las causas de la cólera divina que sin lugar a dudas el
piadoso soberano identificaba como fuente última de la terrible epidemia de
peste que azotaba la tierra de Hatti desde hacía ya veinte años:

[3a] CTH 376; KUB 24.3 + 544/u + KUB 31.144, ii 19’-22’:

(19) ... nu DINGIRMEŠ ku-it [( a-aš-du-ul uš-ka-at-te-ni)]


(20) nu na-aš-šu DINGIRMEŠ-ni- a-an-za ú-id[-du (na-at me-e-ma-a-ú)]
(21) na-aš-ma-at MUNUS.MEŠŠU.GI LÚ.MEŠAZ[U LÚ.MEŠMUŠEN.DÙ SIxSÁ-an-du?
(22) na-aš-ma-at za-aš-ḫ i- a-az DUMU.LÚ.U19.LU [(u- a-an-du)]

“¡Oh dioses! El pecado que observéis, (20) o bien que alguien en


éxtasis divino veng[a] y la diga, (21) o que las Viejas, los adivin[os (o)
los augures la establezcan por oráculo], o que los hombres la vean por
medio de un sueño”.

[3b] CTH 378.2; KUB 14.10 + KUB 26.86, iv 8-12:

(8) [nam-ma-ma] ma-an ta-me-ta-zi- a ku[(-e-ez-qa ud-da-a-na-az)]


(9) [(ak-ki-iš-k)]i-it-ta-ri na-at-za-kán na-aš-[(šu)]
(10) [(te-eš-ḫ i-i)]t ú- a-al-lu na-aš-ma-at a-ri[(- a-še-eš-na-az)]
(11) [ḫ a-an-da- ]a-at-ta-ru na-aš-ma-at LÚ DINGIRLIM-ni-an-za-ma
(12) [(me-m)]a[(-a-)]ú ...

(8) “[Además], si (es) por algún otro motivo (9) (que) se produce la
muerte, que yo lo (10) vea en un sueño, o que mediante un oráculo (11)
se [esta]blezca, o que un hombre en éxtasis divino (12) lo exprese, ...”.

La enumeración de los procedimientos adivinatorios para averiguar la


causa de la “peste” es prácticamente idéntica en el texto homérico y en los

45 Trad. basada en la de E. Crespo (Homero, Ilíada, Gredos, Madrid 1991); cf. García Trabazo
(2005): 490.

54 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


textos hititas. A esto hay que añadir el paralelo casi exacto del Antiguo
Testamento, concretamente 1 Samuel 28: 6 (“[Saúl] consultó al Señor, y [Él]
no le respondió ni por medio de sueños, ni de oráculos, ni de profetas”). Por
supuesto, no podemos olvidar la distancia, tanto cronológica como ideológica
o cultural, que separa entre sí a estas tradiciones. Pero hay una característica
común y muy importante: nos hallamos ante el reflejo de procedimientos
ritualizados, estereotipados, firmemente establecidos, regulados y transmitidos
fielmente a través de las generaciones, sobre cómo entablar contacto con la
divinidad encolerizada. Hay más “detalles” singulares –sobre los que no nos
extenderemos en esta ocasión– y que apoyan la consideración, al menos, como
hipótesis, de que este cúmulo de pequeñas coincidencias va poco a poco
entretejiendo un puente entre la tradición anatolia y la griega:
1) el epíteto Sminqeuv" (procedente de una palabra pregriega para “ratón”)
con el que Crises invoca a Apolo en Il. 1.39 y que nos recuerda los rituales
hititas donde se emplean ratones como animales (trans)portadores de la
impureza;
2) el “Camino Subterráneo” divinizado que se invoca en [1] IV 28 como
uno de los dioses de Wiluša y que Korfmann no duda en identificar con la
cueva manantial con tres canales descubierta en Troya en 1997; y
3) el epíteto piḫḫaššaš(š)i- “del relámpago” que se aplica al dios de la
Tempestad luvita que llegó a convertirse en divinidad personal de Muwatalli
II, y que muy probablemente tiene su reflejo en el Phvgaso" griego, portador
del trueno y del rayo de Zeus en la Teogonía (278-286) de Hesíodo (Bossert
1953: 333 s.).
Si acaso, merece la pena recordar otro “detalle” mitológico coincidente en
relación con este préstamo. En el Canto de Ullikummi, la más extensa
narración mitológica conservada en hitita, leemos lo siguiente, en el contexto
de los preparativos que lleva a cabo el dios de la Tempestad para enfrentarse al
monstruo de piedra que amenaza el mundo (equivalente a su vez del Tifón
hesiódico):

[4] CTH 345.2; KUB 33.87+ (segunda tablilla), iii 11’-13’:

(11’) ...  a-an-ti-ma-aš-ma ku-iš KALA.GA- a [


(12’)  a-an-te-eš-ki-iz-zi na-an-kán še-šu- a-aš É.ŠÀ-na-aš
(13’) pa-ra-a ú-da-an-du

“El resplandor que con fuerza (12’) brilla, que del dormitorio (13’)
lo saquen!”

En la tradición griega, también el trueno, fabricado por los Cíclopes y


entregado a Zeus, debe ser guardado en un lugar seguro:

J. V. García Trabazo, Ahhiyawafrage y cuestiones conexas… 55


[5] Ésquilo, Euménides 827:

kai; klh/'da" oi\da dwvmato" movnh qew'n


ejn w/| keraunov" ejstin ejsfragismevno"

“(Yo, Atenea) soy la única diosa que conoce las llaves de la estancia
donde se encuentra sellado el trueno.”

5. El alcance insospechado del mito o de la leyenda:


dos nuevos ejemplos.
5.1. Todos estos pequeños detalles, examinados desde la plataforma básica
de los contactos entre anatolios y griegos que podemos considerar
relativamente segura, nos permiten ir poco a poco ampliando ese círculo de
datos, estableciendo vínculos incluso en aspectos o circunstancias donde pocas
coincidencias cabía esperar a priori. Dos trabajos recientes nos pueden ilustrar
sobre esto. En primer lugar, un artículo publicado por Onofrio Carruba en
Šarnikzel, el homenaje póstumo a E.O. Forrer editado en Dresde en el año
2004 (Carruba 2004: 225-237), donde el lingüista italiano propone una original
interpretación del llamado “Canto de Neša”, uno de los pocos textos hititas –si
no el único– que podría entrar dentro de la categoría de “lírico”:

[6] KBo 3.40, Vo 12-16:

(12) Ḫ urlaš naúi úizzi nu parā MU.4KAM [úizzi ? nu ?] 2 LÚMEŠ ḫ ulḫ uli anteš
nu=zza išḫ amaiškizzi (dupl. išḫ amiškanzi !)
(13) URUNeš[ašKI TÚG ]I.A URUNešašKI TÚG ḪI.A ti a=mmu ti a
(14) nu=mmu annaš=maš katta arnut ti a=[mmu t]i a
(15) nu=mmu u aš=maš katta arnut [t]i a=mmu [t]i a
(16) úk=uš punuškimi [ki k]uit  alku an [išḫ ama]iš[t]eni UMMA-ŠUNU-MA

(12) “El hurrita no llega aún. [Llega (?)] (después de) cuatro años:
dos hombres (son) abatidos (o bien) vendados/envueltos (en los
lienzos). Se canta / cantan:
(13) ‘¡(En) las vendas de Neša, (en) las vendas de Neša envuélveme,
envuélve(me)! (14) ¡Llévame a (/junto a) mi madre! ¡Envuélveme,
envuélve(me)! (15) ¡Llévame a (/junto a) mis hijos (u aš)!
¡Envuélveme, envuélve(me)!’ (16) Yo les pregunto: ‘¿Qué cosa extraña
(/monstruosidad) cantáis?’ Ellos responden así.” etc.

56 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


La traducción está basada en la interpretación del pasaje por parte de
Carruba como un canto fúnebre. En favor de ello aduce que la idea de la
“madre” está relacionada, en la concepción hitita, con la muerte. Pero sobre
todo, lo que induce a Carruba a su novedosa interpretación del texto, es el
paralelo griego con el mito de Neso (Nevsso"), el centauro que se ofreció a
Heracles a transportar a su esposa Deyanira al otro lado del río Eveno.
Heracles se fía de él, pero Neso, en lugar de cumplir el trato, intenta escapar
con Deyanira para violarla; Heracles lo impide matando al centauro de un
flechazo, o según otra tradición, con la espada. Deyanira toma la vestimenta
ensangrentada (y envenenada) de Neso, que más tarde hará vestir
involuntariamente a su esposo, causándole una dolorosa muerte. Según
Carruba, el relato surge como adaptación de un rito funerario en el que se
utilizaba una tela ensangrentada. El ritual funerario hitita incluía, tras un largo
ceremonial con multitud de objetos, la quema del difunto. Cuando surge el
mito, esta costumbre funeraria no era griega, y el relato, insertado en las
aventuras del héroe más legendario de la mitología griega, vendría a “explicar”
esos elementos rituales extraños. Es importante la correlación de los nombres –
Neso no tiene etimología posible en griego–, con esa sibilante geminada que se
encuentra también en toda una serie de nombres “egeos” de la costa asiática,
de la Grecia central y de Creta (@Alikarnassov", Termessov", Kno(s)sov",
Parna(s)sov", etc.). El mito parece así construido para explicar un rito
funerario y un nombre inexplicable para los griegos, quienes los habrían
conocido en las costas anatolias en época micénica, cuando los ecos de la
tradición hitita aún designaban un tejido especial con el nombre de Neša –la
antigua capital hitita– que para los griegos nada significaba sino el posible
nombre de alguien que llevaba puestos esos vestidos.
5.2. El segundo trabajo al que merece la pena aludir no se encuentra aún
impreso, aunque sí disponible en Internet. Anna Margherita Jasink y Mauro
Marino46 abordan “los orígenes anatolios occidentales de la dinastía del reino
de Que”. Se trata de una dinastía cilicia que gobernó el estado neo-hitita
conocido por los asirios con el nombre de Que. Pero el reciente descubrimiento
del “bilingüe luvito-fenicio de Çineköy” nos informa de que el nombre
“indígena” luvita era Hiyawa. Los autores aprovechan estos nuevos datos para
proponer una verosímil base histórica para la leyenda que refiere la llegada a
Cilicia de un rey llamado Mopso al frente de una tropa griega que luchó al lado
de los pueblos nativos contra Senaquerib (676 a.C.). A su vez, estos datos nos
recuerdan a Heródoto (7.91) cuando dice que los habitantes de Cilicia “fueron
antaño llamados @Upacaioiv” antes que cilicios. Parece ahora más verosímil la
relación directa con Ahhiyawa > Hiyawa que la antigua teoría de que se
trataría de greco-chipriotas que alcanzaron la Cilicia Áspera en el siglo -VIII.

46 Jasink – Marino (2006); agradezco a C. Moreu el haber llamado mi atención sobre este
trabajo. Con respecto a los Hipaqueos, cf. también Kretschmer (1933), (1936).

J. V. García Trabazo, Ahhiyawafrage y cuestiones conexas… 57


Si fuera correcta esta interpretación, nos encontraríamos ante un reflejo muy
tardío del topónimo o etnónimo Ahhiyawa, en uno de los reinos que surgieron
inmediatamente después del colapso del Imperio Hitita, y donde se mantuvo la
memoria de su identidad durante varios siglos más.
5.3. Estos dos ejemplos consituyen, a nuestro modo de ver, dos encuentros
sorprendentes con los Ahhiyawa o con la cuestión más amplia de las relaciones
greco-anatolias, que sin duda está enlazada con la cuestión (de) Ahhiyawa a
través de vías que difícilmente podíamos sospechar hasta hace poco.

6. ¿Tradiciones anatolias en los filósofos milesios?


Llegados al tramo final de nuestra exposición, nos atrevemos a proponer
una última “osadía”: si con prudencia pero también con imaginación, diversos
investigadores han sido capaces de rastrear insospechadas conexiones entre la
cultura griega y la anatolia que nos permiten una visión más amplia del
problema Ahhiyawa, ¿por qué no aplicar los crecientes conocimientos que
vamos acumulando acerca de las religiones anatolias para aportar nuevos datos
a problemas antiguos, como el de las condiciones que permitieron la aparición
de la filosofía griega precisamente en la Jonia, con los milesios?
Desde F.M. Cornford (1912)47 se reconoce que para abordar el problema de
los orígenes de la filosofía debe abandonarse la teoría del “milagro griego”,
que presentaba la física de los jonios como la revelación repentina de la Razón.
Hoy día la filación “mítica” del pensamiento filosófico está reconocida. En
palabras de Jean-Pierre Vernant (1985: 340), “los mitos constituían relatos, no
soluciones a problemas; el problema se encontraba resuelto sin haber sido
planteado. Pero en Grecia, y concretamente en la urbanizada Jonia, con las
nuevas formas políticas se independiza la esfera natural y atmosférica (lluvias,
vientos, tempestades, rayos) de la función de la realeza. Los elementos
naturales ya no son inteligibles en el lenguaje del mito. Se presentan ahora
como “cuestiones” sobre las cuales la discusión está abierta, y estas cuestiones
son las que constituyen la materia de la primera reflexión filosófica. Los
elementos de los milesios ya no son los personajes míticos hesiódicos como
Gai'a, pero no son tampoco realidades concretas como la tierra. Son “poderes”,
a la vez eternamente activos, divinos y naturales”. Como hemos visto en el
texto [1], la religión anatolia (cf. Haas 1994) está poblada de “númenes”, de
“poderes” naturales. Son poderes del cosmos, formas de manifestación de la
naturaleza concebidos como seres que actúan individualmente. Esta especie de
animismo que llena cada objeto de fuerzas que actúan sin ser vistas, concibe al
universo con todas sus manifestaciones naturales como una unidad de la que el

47 From Religion to Philosophy (1912) y Principium sapientiae. The origins of greek


philosophical thought, London 1952, cit. en Vernant (1985): 91, n. 6 y (1985): 335.

58 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


hombre es parte junto con las piedras (por ejemplo, esas “piedras habitadas por
la divinidad”, representadas por las estelas cultuales llamadas ḫ u aši48 –las
masebas de Moisés o la piedra-almohada de Jacob en el Antiguo Testamento
(Génesis 28: 11-22)– que parecen ser las mismas que Korfmann ha encontrado
en Troya), los árboles, los animales, los vientos, las aguas e incluso cualquier
objeto. Los elementos cósmicos son poderes plenos de consciencia; en un texto
hitita (VBoT 58 Ro i 7 9-11) las aguas, los jardines y las praderas piden una
suave brisa a su hermano el viento; y en un ritual luvita de exorcismo (KUB
35.107+) el sol invita a un banquete al mar, las montañas, los ríos y los
caminos. ¿Acaso no podría estar reflejándose esta forma de pensar anatolia en
las concepciones básicas que alumbraron la especulación de los milesios?
Podemos entresacar los siguientes ejemplos referidos a Tales y a
Anaxímenes49:

[7] Aristóteles, De anima I 5, 411a 7:


kai; ejn tw/' o{lw/ dev tine" aujth;n (sc. th;n yuch;n) memei'cqaiv fasin,
i[sw" kai; Qalh'" w/jhvqh pavnta plhvrh qew'n ei\nai
“Y algunos dicen que ésta (el alma) está mezclada en el todo, de ahí
también quizá que Tales haya pensado que todo está lleno de dioses”.

[8] Diógenes Laercio, I 24:


!Aristotevlh" de; kai; @Ippiva" fasi;n aujto;n kai; toi'" aj y uv c oi"
metadidovnai yuch'", tekmairovmenon ejk th'" livqou th'" magnhvtido"
kai; tou' hjlevktrou.
“Aristóteles e Hipias afirman que (Tales) hizo partícipes de alma
incluso a los inanimados (sin alma), deduciendo sus conjeturas de la
piedra magnética y del ámbar”.

[9] Aristóteles, De anima I 2, 405a 19:


e[oike de; kai; Qalh'", ejx w|n ajpomnhmoneuvousi, kinhtikovn ti th;n
yuch;n uJpolabei'n, ei[per th;n livqon e[fh yuch;n e[cein o{ti to;n sivdhron
kinei'
“Parece que Tales, según comentan, concibió al alma como algo que
mueve, si realmente dijo que la piedra (magnética) tiene alma porque
mueve al hierro”.

[10] Aecio, I 7, 13:


!Anaximevnh" to;n ajevra (qeo;n ei\nai fhsi): dei' d! uJpakouvein ejpi;
tw'n ou{tw" legomevnwn ta;" ejndihkouvsa" toi'" stoiceivoi" h] toi'"
swvmasi dunavmei".

48 Cf. Hutter (1993).


49 Las citas de los presocráticos están tomadas de Kirk – Raven (1970): 138, 215.

J. V. García Trabazo, Ahhiyawafrage y cuestiones conexas… 59


“Anaxímenes (dice que) el aire (es dios); es necesario entender
respecto a los que así se expresan, (que se refieren a) las fuerzas que
penetran completamente los elementos o los cuerpos.”

Quizá podamos observar, en esos “elementos” concebidos como “poderes”


y que tan importantes parecen haber sido como eslabón intermedio entre las
formas míticas de pensamiento y la primera filosofía, uno de esos inesperados
puntos de encuentro entre Anatolia y Grecia, que, de ser cierto, nos permitiría
afirmar que en esa orilla oriental del Egeo –cuyo nombre, si seguimos a O.
Carruba50, también procedería de Ahhiyawa– las aguas que bañaban Mileto
fueron también para la filosofía occidental, las orientales Aguas Primigenias
que han dado título a este congreso.

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66 Las aguas primigenias. El Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización


Abreviaturas:
CTH Catalogue des textes hittites
KBo Keilschrifttexte aus Boghazköi
KUB Keilschrifturkunden aus Boghazköi
Ro recto
VBoT Verstreute Boğazköy-Texte
Vo verso

J. V. García Trabazo, Ahhiyawafrage y cuestiones conexas… 67

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