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Evangelio Mc 6, 53-56
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y
atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a
Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los
enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde
entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas
y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que
lo tocaban quedaban sanos.
Palabra del Señor.
Reflexión
Dos de los dones más hermosos que nos ha dado Dios, son el don de amar
y el don de la libertad. Ambos complementarios entre sí, pues para que
realmente haya amor verdadero, es necesario que esté presente la libertad, y
para que realmente haya libertad es necesario que ésta se dé por medio del
amor.
Si contemplamos el Evangelio, podemos considerar que Jesucristo nos
marca libremente uno de los caminos que podemos seguir en la vida. Lo
hermoso de ello, es ver cómo nos da la oportunidad de hacer una opción
libre y por amor, lo cual no significa que será fácil, pues el camino que
Jesús nos marca incluye la renuncia a nosotros mismos, también el seguirle
cada día e incluso el perder la propia vida entregándola por amor. Un gran
ejemplo de ello lo podemos ver en la vida de tantos mártires por la fe,
como lo fue san Felipe de Jesús, a quién celebramos hoy. Él, teniendo la
libertad de huir y continuar su vida, optó por seguir libremente el camino
del amor hacia Aquél en quien más confiaba, Jesucristo.
Realmente, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a
sí mismo o se destruye? Sería vivir una vida en vano, pues el gozo que
brota fruto de la opción libre y del amor hacia Aquél que nos ha dado la
vida, y que quiere lo mejor de nosotros, llena nuestro corazón y con ello
alcanzamos la verdadera felicidad.