Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Distribuye:
Gesedi
Jerónimo de la Quintana, 10
28010 Madrid
Telf. 91 4473566. Fax 91 4481722
e-mail: gesedi@wanadoo.es
1. Introducción 9
5. Matrimonio y Derecho 26
b) La separación 56
7
1. Introducción
abundan cada vez más, formas de unión distintas en mayor o menor me-
dida de la familia natural (es decir, la formada por padres unidos en matri-
monio indisoluble y varios hijos). Los ejemplos son bien conocidos: los di-
mismo sexo; todo ello con o sin hijos, concebidos dentro de la unión con-
lentes. Tienen en común, sin embargo, el ser situaciones diversas (con to-
llamado familia: la unión para toda la vida entre un hombre y una mujer,
que han formado un hogar en el que crecen y maduran los propios hijos.
9
Vicente Prieto
son los modos concretos de vivir la propia sexualidad los que han llevado a
modificar las leyes. En realidad, ante los hechos, la discusión tendría proba-
No cabe duda, sin embargo, de que la ley tiene como una de sus fi-
10
MATRIMONIO Y DIVORCIO
Por otra parte, es cierto que las leyes, cuando son buenas, contribu-
tuando así como causa o factor que promueve una vida social rectamente
ordenada. Pero también es verdad que las leyes son en gran medida con-
almente una bondad objetiva, válida por tanto para todos –creyentes y no
vínculo entre un hombre y una mujer, etc.? ¿Se puede pretender que las le-
11
Vicente Prieto
ca. Se trataría, en todo caso, de leyes que deben permitir llevar a cabo sin
trabas, en esta materia, lo que cada uno quiera, pues tal vez lo único en lo
Las páginas que siguen contienen una breve reflexión sobre algunas
–si bien el creyente, al razonar sobre la verdad natural de las cosas, tiene
personas.
12
MATRIMONIO Y DIVORCIO
difícil) descubrirla para las personas corrientes dotadas de una normal ca-
pacidad intelectual.
la aceptación de la realidad del ser. Es decir, admitir que las cosas son, con
tud. Una piedra, una montaña, una persona, existen, son, aunque yo no las
Más complejo resulta el acceso al ser. Entre otras razones porque to-
mano sea una facultad enteramente subjetiva, hasta tal punto que le resul-
13
Vicente Prieto
¿Qué tipo de comunicación puedo establecer con otra persona, por ejem-
trabajo científico de todas las generaciones que nos han precedido no ha-
bría sido más que un vano ejercicio mental. La experiencia demuestra pre-
cisamente lo contrario.
14
MATRIMONIO Y DIVORCIO
toda una serie de dificultades adicionales, que se suman a las normales de todo
vas a los actos humanos, es decir, afirmar con verdad que son buenos o ma-
15
Vicente Prieto
civilización, etc., por los que ha pasado y sigue pasando el género huma-
no, hay algo común a todos los hombres. Es ese algo lo que permite afir-
mar que, a pesar de todas las evidentes diferencias, la persona humana del
siglo I antes de Cristo es tan persona humana como la del siglo XXI. Sin
duda, visten de modo distinto, poseen visiones distintas del mundo, tienen
un panorama vital diverso en tantas cosas. Pero existe, a pesar de las dife-
Que todos los hombres de todos los tiempos son bastante parecidos
Basta hojear las obras más representativas de cada época para darse cuen-
que son los hombres de todos los tiempos, con enseñanzas y consideracio-
16
MATRIMONIO Y DIVORCIO
nes que pueden ser entendidas y aplicadas en todas las épocas, capaces de
tico, entre tantos otros, es el siguiente pasaje del libro de los Proverbios,
vino: ¡qué buen color tiene!, ¡cómo brinca en la copa!, ¡qué bien entra!
Pero, a la postre, como serpiente muerde, como víbora pica. Tus ojos verán
cosas extrañas, y tu corazón hablará sin ton ni son. Estarás como acostado
¿Cabe una descripción más gráfica y actual de lo que lleva consigo haber
todo ser humano, y conocidas por la razón humana como tales es lo que
17
Vicente Prieto
gencias que derivan del hecho de ser persona: «sólo Dios puede responder
tros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se
gencias del bien que es propio del hombre según su naturaleza son los diez
Decálogo no son más que la refracción del único mandamiento que se re-
18
MATRIMONIO Y DIVORCIO
2. Ibidem, n. 13. Un poco más adelante, añade: «Los mandamientos (...) están
destinados a tutelar el bien de la persona humana, imagen de Dios, a través de la tute-
la de sus bienes particulares. El “no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no
levantarás falso testimonio”, son normas morales formuladas en términos de prohibi-
ción. Los preceptos negativos expresan con singular fuerza la exigencia indeclinable de
proteger la vida humana, la comunión de las personas en el matrimonio, la propiedad
privada, la veracidad y la buena fama» (ibidem).
19
Vicente Prieto
3. Enc. Veritatis Splendor, cit., n. 53. «La ley natural implica la universalidad. En
cuanto inscrita en la naturaleza racional de la persona, se impone a todo ser dotado de
razón y que vive en la historia. Para perfeccionarse en su orden específico, la persona
debe realizar el bien y evitar el mal, preservar la transmisión y la conservación de la
vida, mejorar y desarrollar las riquezas del mundo sensible, cultivar la vida social, bus-
car la verdad, practicar el bien, contemplar la belleza», Enc. Veritatis Splendor, cit.,
n. 51.
20
MATRIMONIO Y DIVORCIO
Existe una conexión natural entre las realidades que llamamos amor,
sexualidad, matrimonio y familia4. La separación entre estos elementos (sea
por la mera voluntad o por el recurso a medios físicos, químicos o biotec-
nológicos), y cualquiera de las posibles combinaciones parciales de esas
piezas arbitrariamente separadas (sexualidad, amor, hijos, vida en común),
significa un desorden, un desconocimiento de las exigencias propias de la
naturaleza humana y por tanto del verdadero bien de la persona.
21
Vicente Prieto
entre varón y mujer: tender a la unión. Cuanto más pleno y total es ese
otras similares) es, por otra parte, la corriente entre personas que verdade-
exclusividad; por ejemplo, el de quien dijera: «te quiero con toda mi alma,
22
MATRIMONIO Y DIVORCIO
les, por ejemplo8, que por este motivo no pueden ser verdaderamente «au-
sentimiento amoroso, quizá subjetivamente sincero, pero que, hoy por hoy,
8. Más todavía en el caso del llamado amor libre: «ciertamente contrario a la ci-
vilización del amor es el llamado “amor libre”, tanto o más peligroso porque es pre-
sentado frecuentemente como fruto de un sentimiento “verdadero”, siendo así que, de
hecho, destruye el amor. ¡Cuántas familias se han disgregado precisamente por el
“amor libre”! En cualquier caso, seguir el “verdadero” impulso afectivo, en nombre
de un amor “libre” de condicionamientos, en realidad significa hacer al hombre escla-
vo de aquellos instintos humanos que Santo Tomás llama “pasiones del alma” (S.Th.,
I-II, q. 22). El “amor libre” explota las debilidades humanas dándoles un cierto “mar-
co” de nobleza con la ayuda de la seducción y con el apoyo de la opinión pública. Se
trata así de “tranquilizar” las conciencias, creando una “coartada moral”. Sin embar-
go, no se toman en consideración todas sus consecuencias, especialmente cuando las
sufren, además del cónyuge, los hijos, privados del padre o de la madre y condenados a
ser de hecho huérfanos de padres vivos» (JUAN PABLO II, Carta a las familias, 2-II-1994,
n. 14).
23
Vicente Prieto
no, de que la unión funcione, dure, permanezca, lo que demuestra una vez
sos.
misma, sino porque de ese modo tendrían las puertas abiertas a otra unión
periodo más o menos largo de tiempo, afirman: es que si nos casamos esto
se acaba.
24
MATRIMONIO Y DIVORCIO
ser mera atracción física, vago sentimiento o simple impulso afectivo, con-
base realmente sólida para la fundación de una familia y el bien de los hi-
para los esposos, para los hijos, para la Iglesia y para la humanidad ente-
ra»9.
25
Vicente Prieto
5. Matrimonio y Derecho
de por medio determinados intereses personales. Para decirlo con una ex-
personal.
«ley natural» (que es ley en el sentido apuntado más arriba), las leyes he-
chas por los hombres, y la justicia. Solo cuando las leyes humanas se ade-
ley «buena», una ley «justa», capaz de dar a cada uno «lo suyo», lo que le
es debido. Ley «buena», o ley «justa» implica, por tanto, respeto y «pro-
ese bien. «Someterse» a la ley que cumple estas condiciones no quiere de-
26
MATRIMONIO Y DIVORCIO
ca más bien reconocer el bien que la ley intenta proteger, y «querer» (a pe-
por medio la justicia. Es, en efecto, por naturaleza, una relación en la que
exigencias naturales de justicia que deben cumplirse para que una relación
Así, por ejemplo, es justo que quien quiera contraer matrimonio po-
propias del matrimonio; es justo que quien se casa lo haga libre de presio-
cambio, va contra toda justicia que quien está ya unido por un matrimonio
anterior pretenda casarse con otra persona; etc. Entiéndase bien, todo ello
27
Vicente Prieto
los bautizados se limita a sus efectos civiles10. Las normas del Estado son le-
gítimas en la medida en que reflejan las exigencias naturales de justicia a
las que hemos hecho referencia, que son propias no sólo del matrimonio
10. «El matrimonio de los católicos, aunque sea católico uno solo de los contrayen-
tes, se rige no sólo por el derecho divino, sino también por el canónico, sin perjuicio de
la competencia de la potestad civil sobre los efectos meramente civiles del mismo matri-
monio» (Código de Derecho Canónico, canon 1059). Efectos «meramente» civiles son,
por ejemplo, el registro, la dote, las cuestiones de apellidos y de domicilio, los aspectos
patrimoniales, hereditarios, etc.
28
MATRIMONIO Y DIVORCIO
11. Como ha escrito Viladrich, «está muy extendida la convicción de que la única
diferencia entre la simple unión de hecho entre varón y mujer y el matrimonio, reside
en que este último se ha celebrado con los requisitos de forma y solemnidades prescri-
tos por la legalidad vigente y se ha inscrito en los registros oficiales, mientras que toda
esa ceremonia legal ha faltado en el primer caso. En uno y otro supuesto, sin embargo,
no habría diferencias sustanciales, esto es, en la naturaleza de las relaciones “marita-
les”. La diferencia estaría en la celebración legal y en la correspondiente inscripción
registral. El primer caso quedaría fuera del Derecho por falta de su legal celebración,
mientras que el segundo sería “matrimonio” precisamente porque su celebración for-
mal lo constituiría en realidad legal y oficial. El matrimonio, pues, sería la forma legal
de “hacer las cosas” entre un hombre y una mujer, y las otras serían formas extralega-
les. En suma, el matrimonio consistiría en la “vida marital legalizada”. O más breve-
mente, “algo que se superpone artificialmente a la historia sentimental de los contra-
yentes”» (P.J. VILADRICH, El pacto conyugal, cit., pp. 13-15).
29
Vicente Prieto
la legalidad»12.
mite bajo el nombre y/o los efectos jurídicos del matrimonio a quienes en
30
MATRIMONIO Y DIVORCIO
no de verdaderos matrimonios.
connatural al amor entre varón y mujer, y otra cosa bien distinta es ser co-
munidad conyugal, esto es, esposo y esposa. Esta última unión no aparece
por generación espontánea, como una sorpresa, sin darse cuenta de ello
los amantes, como si a éstos les brotase un buen día, sin más, un lunar en
31
Vicente Prieto
ga –sin la que no hay unión interpersonal sobre lo conyugal, sino mero en-
su voluntad lo quiera»13.
32
MATRIMONIO Y DIVORCIO
monial, y a partir de él, la situación entre quienes se casan cambia, por tan-
to, de modo radical. También desde el punto de vista jurídico: lo que antes
recíproca entrega, real y plena, del uno al otro en todo lo que son en cuanto
en coposesores mutuos o esposos. Esta entrega real y plena, por su misma na-
turaleza, no puede ser asumida más que de modo exclusivo (uno con una, no
uno con varias, o varios con una), perpetuo (para toda la vida), abierta cons-
matrimonio.
33
Vicente Prieto
34
MATRIMONIO Y DIVORCIO
como explica el mismo canon, «se entiende que asiste al matrimonio sólo
sentimiento que solo los contrayentes pueden dar, pues son ellos los que se
na, incluso sin la luz de la fe, es capaz de descubrir que «el amor conyugal
damente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a
35
Vicente Prieto
ral»16.
cias patológicas, todo lo cual haría imposible que una persona pueda tener
mos tener los hombres en esta vida no es perfecta, pero tampoco es una
16. JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Familiaris Consortio, 22.XI.1981, n. 13. En el
caso de los bautizados, continúa el Papa, estas características adquieren «un significa-
do nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino las eleva hasta el punto de hacer de
ellas la expresión de valores propiamente cristianos» (ibid.). Cfr. también el citado Dis-
curso a la Rota del año 2002.
36
MATRIMONIO Y DIVORCIO
tables17.
17. Sin olvidar que, en ocasiones, la pretendida falta de libertad podría ser simple-
mente la excusa para sustraerse a las propias responsabilidades ante el cónyuge y la fa-
milia. En este contexto puede ser importante recordar conceptos de honda raigambre
cristiana, como son los de entrega, sacrificio, generosidad... En el caso de los cónyuges
cristianos, Jesucristo «permanece en ellos, les da la fuerza de seguirle tomando su cruz,
de levantarse después de sus caídas, de perdonarse mutuamente, de llevar unos las car-
gas de los otros (cfr. Gal 6,2), de estar “sometidos unos a otros en el temor de Cristo” (Ef
5,21) y de amarse con un amor sobrenatural, delicado y fecundo (...)» (Catecismo de la
Iglesia Católica, n. 1642). Es precisamente en los momentos de dificultad cuando el sen-
tido de la fidelidad, fortalecido con la ayuda de la gracia de Dios, debe llevar a los cón-
yuges cristianos a un planteamiento más realista –que es fruto de la verdadera fe–: «El
Apóstol, doblando sus rodillas ante el Padre, lo invoca para que “conceda... ser fortale-
cidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior” (Ef 3,16). Esta “fuerza del hom-
bre interior” es necesaria en la vida familiar, especialmente en sus momentos críticos, es
decir, cuando el amor –manifestado en el rito litúrgico del consentimiento matrimonial
con las palabras: “Prometo serte fiel... todos los días de mi vida”– está llamado a supe-
rar una difícil prueba» (JUAN PABLO II, Carta a las familias, cit., n. 7).
37
Vicente Prieto
cer» su vida a través de una nueva unión dentro de cauces legales. En efec-
to –se añade–, ¿cómo obligar a convivir a quienes sencillamente ya no
pueden vivir juntos? ¿Cómo negar a quien ha fracasado (una o más veces)
el «derecho» a empezar de nuevo? ¿Qué sentido tiene someter a los hijos
al diario espectáculo de unos padres que no se entienden?
tal o cual situación más o menos lamentable. Resulta más lógico partir de
este punto de partida, intentar remediar del mejor modo posible las situa-
38
MATRIMONIO Y DIVORCIO
con la promoción del bien común. Y parece fuera de toda duda que la fa-
familia para tantos hijos, etc., no son precisamente el reflejo de una socie-
39
Vicente Prieto
40
MATRIMONIO Y DIVORCIO
ve. En efecto, el hecho de que los cónyuges sepan que su unión no es per-
ellos una actitud que no les invita a plantear estas dificultades en un con-
ce de la mano.
sas, que pueden calificarse como corrupción del verdadero amor conyugal
41
Vicente Prieto
tancial, real, existe entre una relación marital “libre”, “abierta”, “mientras
las cosas nos vayan bien”, y un matrimonio que puede disolverse con una
monio.
19. Cfr., en esta misma colección, J. HERVADA, Carta sobre el divorcio, 2.ª ed.,
Pamplona, 1998.
42
MATRIMONIO Y DIVORCIO
En este sentido se podría añadir que en muchos países hace falta una
auténtica política familiar, amplia (es decir, no limitada al estrecho espectro
de los matrimonios en crisis y del divorcio), que incluya aspectos como la tu-
tela de la familia y en especial de los niños en los medios de comunicación;
creación y sostenimiento de centros de consulta; programas de apoyo y
20. Lo que no significa que los creyentes no posean el derecho (como los demás
ciudadanos) de que se respeten sus propias convicciones. El derecho de libertad reli-
giosa, concretamente, es universalmente reconocido no solamente a las personas singu-
lares sino también a las confesiones religiosas, entre las cuales se cuenta la Iglesia Ca-
tólica, con sus doctrinas y preceptos, que deben ser respetados por la autoridad
pública en relación con los fieles que los profesan.
21. Puede verse, en esta misma colección, A. DE FUENMAYOR, Revisar el divorcio.
Tutela de la indisolubilidad matrimonial en un estado pluralista, Pamplona 2000, que
hace una interesante referencia al movimiento social que se está produciendo en
EE.UU. para revisar el divorcio, a la vista de sus consecuencias.
43
Vicente Prieto
de esta manera que cuando el Estado decreta el divorcio no toca para nada
tólicos, sin entrar por ello en conflicto con los principios católicos, con la le-
22. Este tipo de planteamiento ha tenido eco particular en los países en los que
existe un Concordato entre el Estado y la Santa Sede por el que se reconocen plenos
44
MATRIMONIO Y DIVORCIO
ante el Estado con todos sus efectos, que dejan de existir para la primera
del bien de los cónyuges que se han unido en verdadero y legítimo matrimo-
nio, y de los hijos de esa unión. Por lo mismo, aunque el vínculo natural y re-
de la conciencia, el hecho es que son las nuevas nupcias civiles las únicas que
45
Vicente Prieto
«de conciencia» (el religioso, que perdura) y el matrimonio ante los ojos del
Estado, no deja de ser una triste burla a la realidad de las cosas. ¿Cómo
puede ser algo bueno, conveniente, que la conciencia de una persona vaya
el divorcio, hace falta encontrar otras vías. Para ello es oportuno hacer al-
gunas distinciones.
46
MATRIMONIO Y DIVORCIO
con la fe de los contrayentes es, en primer lugar, ver si la causa por la que
–en ese caso– dar los pasos necesarios para intentar salvar la vida matrimo-
47
Vicente Prieto
que tiene el poder de eliminarlo, de hacer que deje de existir. En los proce-
sos eclesiásticos de nulidad del matrimonio, por el contrario, lo que se in-
vestiga y juzga es solamente si el matrimonio se contrajo válidamente en
su momento o no. Si se demuestra la nulidad, así se declara. Es decir, se
afirma que ese matrimonio no ha existido nunca, porque hubo alguna ra-
zón (alguna causa de nulidad) que impidió, desde el principio, el nacimien-
to del vínculo conyugal24.
Por eso las causas que producen la nulidad tienen que haberse dado
ya en el momento en que se contrajo matrimonio, de modo que en reali-
dad impidieran entonces el surgimiento del vínculo conyugal (aunque de
ordinario en aquel momento nadie lo supiera).
24. Es obvio que si los contrayentes –o uno de ellos– no lo sabían, y vivieron ma-
trimonialmente de buena fe, no cometieron ninguna culpa.
48
MATRIMONIO Y DIVORCIO
25. Ni la ley natural, ni la Iglesia, exigen para que alguien se case válidamente la
presencia de cualidades particularmente exigentes e inalcanzables para la mayoría de
las personas, como serían el conocimiento pleno y sin sombras de lo que significa el
matrimonio, o una singular capacidad para superar las dificultades de la convivencia
matrimonial. El matrimonio es una institución para personas normales, con defectos y
debilidades, dotadas de un mínimo de condiciones que permitan asumir las obligacio-
nes matrimoniales. Sólo cuando se carece incluso de ese mínimo (y no cuando las difi-
cultades son el fruto de defectos que se pueden corregir con el esfuerzo personal y la
ayuda de Dios, que nunca falta) se puede hablar de matrimonio nulo. De lo contrario
habría que decir que el derecho al matrimonio está reservado a unos pocos privilegia-
dos, particularmente dotados, y no al común de los mortales, lo que es evidentemente
absurdo.
26. Para poner algún ejemplo extremo, sería el caso de quien, válidamente casa-
do, pierde la razón como consecuencia de un accidente o de una enfermedad; o el de
quien, con posterioridad al matrimonio, adquiere vicios o adopta comportamientos
que hacen muy difícil la vida conyugal.
49
Vicente Prieto
ción, si se ponen los medios oportunos (en primer lugar personales: empe-
a fortalecer la familia). Es sin duda un camino más arduo y costoso. Pero in-
sable, de dar por terminada a través del divorcio una unión que hubiera
podido salvarse.
desde cero, como si nada hubiera sucedido realmente, y alcanzar una feli-
cidad ideal. Pero en ese sentido tampoco hay solución para muchas cosas,
50
MATRIMONIO Y DIVORCIO
plemente está casada, sino que es casada, y como tal, debe vivir todas las
fo, la plena felicidad o la ausencia del dolor y las dificultades en la vida te-
rrena.
dríamos afirmar que hay anverso y reverso. De una parte, la alegría de sa-
51
Vicente Prieto
dades, el transcurso del tiempo que consume los cuerpos y amenaza con
Se dan, por último, otras situaciones en las que, por las circunstancias
ral del divorcio: «El divorcio es una ofensa grave a la ley natural. Pretende
52
MATRIMONIO Y DIVORCIO
53
Vicente Prieto
el único vínculo válido –con todos sus efectos, también civiles– es el matri-
monio que contrajo válidamente en su momento. Más grave es, sin duda,
tar el divorcio. Por las mismas razones, tampoco puede acceder a la inicia-
tiva del otro cónyuge, para configurar el divorcio por mutuo consentimien-
Existe sin embargo una excepción, descrita del modo siguiente por el
54
MATRIMONIO Y DIVORCIO
jos o la defensa del patrimonio, puede ser tolerado sin constituir una falta
moral»30.
obtener determinados bienes a los que el cónyuge tiene derecho. Si, en cam-
bio, existen otros mecanismos legales para obtener la salvaguarda de los de-
rechos en conflicto, no sería lícita la opción del divorcio. En muchos países, por
bastan para asegurar los legítimos derechos de los cónyuges y de los hijos.
divorcio del otro cónyuge. Como ya se anotó, nunca es lícito –con las ex-
y pretenda probar una causa prevista por la ley civil a la que legalmente, si
30. Ibid., n. 2383. En estos casos el cónyuge que acude al divorcio debe poner los
medios oportunos para evitar el escándalo (es decir, que otras personas pudieran ex-
trañarse y ver eventualmente afectada la integridad de sus principios morales dedu-
ciendo, erróneamente, que es lícito acudir al divorcio). Para ello, además de la natural
discreción, debe recordar a las personas que conozcan la situación la propia convic-
ción acerca de la indisolubilidad del matrimonio y el rechazo al divorcio; que se trata
de una excepción permitida por motivos graves; que su matrimonio era y sigue siendo
el único verdadero y que no intentará un nuevo matrimonio, etc.
55
Vicente Prieto
b) La separación
dar que, para los católicos, sólo las causas contempladas por la legislación ca-
se proponen y tramitan ante los tribunales o jueces civiles, el fiel católico debe
tener en cuenta que no todas las causas civiles son para él legítimas33.
ner la convivencia conyugal a no ser que les excuse una causa legítima». Es
31. También aquí se debe tener en cuenta lo relativo al escándalo, anotado más
arriba.
32. «La separación de los esposos con permanencia del vínculo matrimonial pue-
de ser legítima en ciertos casos previstos por el Derecho canónico (cfr. Código de Dere-
cho Canónico, cc. 1151-1155)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2383).
33. Sería el caso, por ejemplo, del simple consentimiento mutuo, sin una causa
grave que justifique la separación.
56
MATRIMONIO Y DIVORCIO
temporal trata el can. 1153: «1. Si uno de los cónyuges pone en grave pe-
pueden llevar a tomar decisiones precipitadas. Por este motivo, ante la po-
34. Por lo que respecta a la «autorización del Ordinario del lugar» habrá que ate-
nerse a la organización de cada diócesis. Es normal en muchos lugares que sea un dele-
gado del Ordinario quien ejerce esta función.
35. Parte muy importante de esta «objetividad» es, para el creyente, su propia fe,
que le lleva a ver en el matrimonio (más concretamente: en su matrimonio) un camino
de verdadera santidad. En esta perspectiva (que incluye la conciencia de contar con
una gracia particular de Dios), aunque exista un «motivo legítimo para separarse», la
consideración del bien del otro cónyuge y de la familia podrá llevarle a no hacerlo y a
seguir poniendo los medios sobrenaturales y humanos que lleven a la solución de las di-
ficultades. Esto no impide que, en ocasiones, la separación sea no sólo un derecho sino
también un deber, cuando las circunstancias de grave peligro, físico o moral, para el
cónyuge o para los hijos, no permitan otra solución.
57
Vicente Prieto
58
MATRIMONIO Y DIVORCIO
acto. Más grave cuando se trata de la llamada cooperación formal, que su-
que dicta la correspondiente sentencia están, cada uno según su propia fun-
ción, cooperando con la persona que solicita el divorcio. Se trata, por tanto,
tintas, según se trate del abogado o del juez, como se verá enseguida.
grave a la aplicación de una ley injusta, por ser contraria a la ley natural.
trimonio civil.
59
Vicente Prieto
no resulta comprometida.
verdad que son éstos los principales responsables. Sin embargo, el aboga-
formada37.
60
MATRIMONIO Y DIVORCIO
oficio, está obligado en principio a resolver los casos que le son sometidos,
bién la suya, sin embargo, una forma de cooperación al mal, pues sin su
necesidad de causa grave se deduce del daño personal y social que produ-
de una ley injusta por parte de un católico. Es patente que no sería causa
38. Cfr. C. DE DIEGO-LORA, Jueces, abogados, procuradores, ante la Ley civil del
divorcio, en «Ius Canonicum» XXIII, 46 (1983) 753-778.
61
Vicente Prieto
caso, sólo podrá ser material, nunca formal– el hecho de que el juez se vie-
modo más oportuno y prudente el daño que supone para la persona, la fa-
ceptibles de divorcio.
62