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Herencia y conducta

Las diferencias entre las especies dependen de la herencia, o lo que se hereda físicamente; la
herencia que todas las personas comparten permite realizar una serie de actividades exclusivas de
los humanos. Debido a que heredamos pulgar y dedos móviles oponibles, aprendemos de manera
fácil a manejar herramientas; heredar cortezas cerebrales enormes permite el procesamiento de
vastas cantidades de información (Davidoff, 1989).

Lo heredado moldea las peculiaridades de cada ser; los genes contribuyen en algo con respecto a
la capacidad de aprender (Bouchard y McCue, 1981) y a la predisposición a la depresión (Sostek y
Wyatt, 1981).

Existe una rama de la Psicología denominada genética conductual que tiene como nexo a
psicología y de la genética que se dedica a las bases heredadas del comportamiento y de la
cognición; considera tanto las diferencias individuales como las de la especie. Los genetistas de la
conducta argumentan que todo lo que las personas hacen depende, en cierta medida, de las
estructuras físicas fundamentales. Su principal trabajo es determinar cuál es la aportación de la
herencia y cuál la del ambiente, a un acto particular; también exploran los mecanismos biológicos
por medio de los cuales los genes afectan la conducta y la cognición (Davidoff, 1989).

El debate naturaleza-crianza

Durante siglos, los científicos han tratado de dilucidar si es el ambiente o la herencia el


determinante más poderoso en el desarrollo de características específicas; esta pregunta se
presenta tan a menudo que tiene su propio nombre, debato naturaleza-crianza. Un ejemplo
sencillo debería dejar en claro que la herencia y el ambiente tienen la misma oportunidad para la
conducta; el ambiente define si uno se expresa en español, ruso, swahili, chino, inglés o cualquier
otro idioma. Pero los genes aportan a las personas las cuerdas vocales, un alto grado de control
sobre los músculos de los labios, un tipo específico de cerebro procesador del lenguaje y otras
características estructurales físicas necesarias para el habla. Ningún ambiente en el planeta podría
generar perros, gansos o conejillos de Indias que hablasen. Si bien no podemos preguntarnos si la
herencia o el ambiente son más importantes para una cualidad particular, sí se puede plantear una
versión más refinada de esta pregunta: ¿hasta qué punto influyen las diferencias genéticas sobre
las diferencias mentales y conductuales entre las personas? y ¿hasta qué punto las diferencias de
ambiente moldean estas diferencias?

Interacción entre genes-ambiente

Los investigadores de la genética conductual plantean preguntas con respeto a la naturaleza de las
interacciones entre herencia y ambiente. Se han señalado tres tipos principales de interacciones
genes-ambiente.

Pasiva. La manera de crianza de hijos se encuentran bajo la influencia de forma parcial del mismo
tipo de genes que moldean a su descendencia. Considerándose que los padres que son hábiles
para dar solución a un problema (un rasgo influenciado por los genes). Es también probable que
fomenten pensar y razonar, de forme que la práctica y la herencia genética contribuirán a las
capacidades de sus niños para dar solución a los problemas.

Evocativa. Ciertas tipos de la personalidad e inteligencia del niño modeladas por la herencia
evocan respuestas previsible del medio. Por ejemplo una personas que posee facilidad para
resolver problemas recibirá un trato propicio en la escuela; un alumno perezoso se enfrentará a
frustraciones y hostilidad. Activa. Las personas buscan experiencias que armonicen con sus
intelectos, motivos y personalidades, determinadas a su vez por la herencia. M. Colé (citado en
Scarr, 1981) llamó a esto "selección del nicho". Es probable que una persona hábil para solucionar
problemas busque una educación y un trabajo que le presenten retos intelectuales. A lo largo del
desarrollo dominan diferentes influencias genes-ambiente; el tipo pasivo es muy notorio durante
la niñez y decae en la adolescencia. El modo activo desarrolla con la edad; las interacciones
evocativas permanecen durante el transcurso de la vida.

HERENCIA Y DIFERENCIAS INDIVIDUALES

Galton implantó el método del estudio con gemelos. Los estudios de gemelos evalúan la hipótesis
de que los genes intervienen la similitud de conducta. Es decir las investigaciones en gemelos son
experimentos naturales porque es la naturaleza la que manipula la variable independiente y
controla las variables extrañas; los científicos y además en psicología se miden la variable
dependiente.

Entonces si las capacidades de los gemelos idénticos son más que las de los gemelos fraternales,
es probable que la herencia influya en la característica. Si las capacidades de los dos tipos de
gemelos son similares en proporción aproximada, entonces la genética parecería no ser
especialmente influyente.

La investigación en gemelos no es un experimento natural perfecto; la falla principal radica en la


suposición de que los gemelos idénticos y los fraternales comparten ambientes similares. Incluso
antes de nacer existen diferencias significativas: los gemelos dicigóticos se encuentran envueltos
en sacos amnióticos separados y se alimentan de diferentes placentas en el útero; los gemelos
monocigóticos comparten el mismo saco y placenta. Es más probable que traten de igual manera a
los gemelos monocigóticos después de nacidos que a los dicigóticos ya que físicamente son más
parecidos y siempre son del mismo sexo. Para resolver este problema a veces los psicólogos
comparan gemelos idénticos criados por separado con gemelos fraternales criados en la misma
casa. La suposición es que los hogares separados tienden a proporcionar ambientes más diversos
que uno solo; de esta manera, las similitudes entre los gemelos idénticos no pueden ser el
resultado de haber crecido en circunstancias iguales.

Davidoff, L. L. (1989). Introducción a la psicología (3a. ed.). Recuperado de


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