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06/11/2010 El Universal.com.

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Vida
Silvia Ojanguren
El Universal

Viernes 29 de octubre de 2010

Es tiempo de reflexión sobre la existencia y el futuro, cuando los días son más cortos que la noche, por lo que esta estación se asocia con la oscuridad

Desde la época de los griegos, el otoño es una estación de marcada importancia simbólica para distintos pueblos, pues está relacionado con el fin de las cosechas y la
lucha del sol contra las tinieblas, siendo vencido por éstas hasta su renacimiento en la primavera.

En México, cuentan los sicólogos José Manuel Bezanilla y María Amparo Miranda, es importante porque en él tiene lugar el Día de Muertos, que se celebra desde
tiempos precolombinos y ahora con sincretismo, primero con festividades católicas y además el Halloween, de origen celta, modificado por romanos y la Iglesia católica.

Razones naturales

Rememoran que el equinoccio de otoño marca la época en que la tierra en su movimiento de traslación provoca que los días sean más cortos que la noche, por lo que se
asocia con una importante transición entre el reino de la luz y la obscuridad, que es muy profunda, larga y fría en los países nórdicos.

Esto se relaciona con la muerte por el importante cambio que se da en el paisaje.

“Lo anterior no está alejado de nuestra vida cotidiana, ya que dicho oscurecimiento de los días y la baja de temperatura generan una disminución en la actividad física y
afectiva de las personas, de ahí que sea posible que aparezcan sentimientos de nostalgia, tristeza y en casos graves abandono y depresión”, dicen los especialistas.

Ponen sobre la mesa de discusión un hecho concreto, el Día de Muertos, que más allá de una fiesta “podría ser un momento de reflexión sobre nuestra propia vida. Es
decir, hacer un alto en el camino y preguntarnos: ¿esta es la vida que quiero?, ¿estoy haciendo algo que sea trascendente y tenga sentido? Si hoy fuera el último día de
mi vida, ¿podría morir tranquilo con lo que he hecho hasta ahora?, ¿dejo un mejor mundo del que encontré?”.

Estas preguntas, señalan, “pueden ser perturbadoras e incluso molestas, pero estamos seguros que si nos tomamos un tiempo para reflexionar sobre ellas, podremos
encontrar aquellos puntos que debemos trabajar y mejorar en nuestra persona, para que cuando nos enfrentemos con la muerte podamos marcharnos en paz”.

creadores de nuestra circunstancia

Es fundamental, de acuerdo con Bezanilla y Miranda, que “centremos la reflexión sobre las decisiones que hemos tomado a lo largo de nuestra vida, ya que debemos
recordar que somos los creadores de nuestra circunstancia y habremos de asumir la responsabilidad de ello”.

A su juicio, si la respuesta es negativa, parece que es buen momento para revisar de manera puntual y escrupulosa ¿qué no me gusta de mi vida hoy? así como ¿hacia
dónde quiero dirigirme?, para que se pueda realizar un plan concreto y específico de desarrollo.

Bezanilla, director de Psicología y Educación Integral, y Miranda, directora de Servicios Clínicos de la misma institución, están de acuerdo en que si “estos
cuestionamientos resultan difíciles de responder o son angustiantes o demasiado incómodos, sería importante que acudiéramos con un especialista para que nos
acompañe en un proceso de revisión y reestructuración de las condiciones de nuestra vida”.

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