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Por textos como el Malestar en la cultura, Freud ha sido estigmatizado bajo el rótulo de

pesimista. Su afirmación de que la cultura trae consigo un carácter insalvable de insatisfacción


no da lugar a falsos consuelos: un desarrollo cultural está atado a una ampliación de las
restricciones e inhibiciones, como ligado está a un aumento del sentimiento de culpa que pesa
sobre el ser humano. La cultura, que lucha por contener la esencial hostilidad humana, aquélla
que amenaza permanentemente con disolver la vida en sociedad, sería, pues, el motivo de
una gran infelicidad. Pero acaso tal rótulo de pesimista no sea más que una defensa contra el
malestar que nos causaría tirar los velos que cubren la verdad: velos que sostienen las
ilusiones de retornar a una edad perdida de siglos dorados como los que evoca
melancólicamente Don Quijote, o velos que son las ilusiones mesiánicas de paraísos futuros,
en los que una cualificación cultural traería la armonía y eliminaría las dificultades e
insatisfacciones que ahora nos significa la convivencia.
Por Freud, por su amor a la verdad, por saber ir a ella a partir de la ilusión sin perderse en sus
placenteras brumas, queremos hacerle este humilde homenaje a 80 años de su muerte, en
una conversación que versará sobre aquel texto de 1930, en el que se esconde quizá una de
sus más duras enseñanzas. Para ello, como siempre, les queremos invitar muy cordialmente a
que nos acompañen.

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