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FACULTAD DE PSICOLOGÍA
LIMA-PERÚ
2019
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ÍNDICE
Índice
Introducción
1.1. Conceptualización………………………………………………...…………….4
1.2. Criterios diagnósticos………………………………………….……………… 6
1.3. Epidemiología…………………………………………...………………….…. 8
1.4. Modelos explicativos…………………………………………………………... 9
1.4.1 La terapia conductual …….……………………… 9
1.4.2 La terapia cognitiva …………………. 11
2. Intervención terapéutica……………………………...…………………………….12
2.1. Modelos de intervención……………………………………...……………….12
2.2. Estrategias y técnicas. ………………………………………...……………….13
2.2.1 Técnicas conductuales………………………….………………………..14
2.2.2 Técnicas Cognitivas …………………………….………………..……15
2.3. Programas de intervención terapéuticas …………………………………...… 15
3. Caso Clínico……………………………………………,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,………….18
3.1 Historia del problema…………………………………. ………………….. 18
3.2 Evaluación………………………………………………………………….19
3.3 Diagnóstico…………………………………………………………………20
3.4 Tratamiento…………………………………………………………………20
3.4.1 Objetivos……………………………………………………….…………20
3.4.2 Proceso de Intervención…………………………………………………..21
3.4.2.1 Intervención con los padres………………………………………...…..21
3.4.2.2 Ajustar la exigencia a su nivel de desarrollo………………………...…21
3.4.2.3 Modificar las atribuciones desajustadas de la respuesta de ansiedad y el
estilo de protección de los padres…………………………………………..…. 21
3.4.2.4 Técnicas operantes……………………………………………………...22
3.4.2.5 Creencias sobre la formación del vínculo en los niños adoptados……..22
3.4.2.6 Factores de la formación de un apego seguro……………………….….22
3.4.2.7 Intervención con la niña y la madre en sesión……………...……….….23
3.4.3 Conclusiones……………………………………………………………...23
3.4.4 Seguimiento………………………………………………………………24
Conclusiones y Recomendaciones.……………………………………………….…….25
Referencias………,,,…………………………………………………………….……. 26
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INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos de salud mental nos podemos referir al estado de equilibrio cognitivo,
emocional y conductual en el que se encuentra una persona. Dentro de las enfermedades
más comunes que afectan nuestra salud mental, nos encontramos fuertemente vinculados
a una sola, la ansiedad. Tal manifestación se hace presente desde nuestras primeras etapas
de vida en especial en nuestra niñez. En relación a esto, los niños suelen presentar un
miedo exagerado al sentirse separados de sus padres o por un miembro de éstos. Este
miedo se encuentra acompañado a otros diferentes síntomas como son: problemas para
dormir, angustia excesiva, preocupación excesiva sobre un miembro de la familia,
dolores, tensiones musculares, entre otros. Con esto último, nos referimos al trastorno de
ansiedad por separación (TAS). Se cree que los trastornos de ansiedad tienen factores
biológicos, familiares y ambientales que contribuyen a la causa. Ahora, cuando nos
referimos al TAS, podemos señalar que una de las causas principales se encuentra en el
estilo de crianza ejercido por los progenitores. Cuando nos referimos a los estilos de
crianza, nos referimos a la manera en que los padres reaccionan a las necesidades de los
hijos, esta reacción involucra claramente un conjunto de pensamientos, emociones y
conducta. Por lo tanto, un estilo de crianza sobreprotector en donde no se le permite al
niño o niña poder decidir sobre sí mismo /a, no se le permite opinar o expresar sus
emociones y sobretodo, se le castiga cada vez que intenta hacer algo por su propia cuenta
bajo la creencia de que debe ésta conducta debe ser supervisada o hecha por los
progenitores, puede resultar perjudicial para el ñiño debido a la sensación de miedo que
se desarrolla. Cuando esto es constante y repetitivo, puede desencadenar en un TAsep en
donde el niño evidencia los síntomas de la ansiedad pero, en este caso, ante la ausencia
de alguno de los miembros de su familia, con quien haya desarrollado un mayor vínculo
afectivo. Debido a esto, la presente investigación aborda principalmente sobre el TAS, en
donde conoceremos acerca de definición, prevalencia, los criterios diagnósticos, su
evaluación, tratamiento y la intervención terapéutica para fines de conocimiento y
aprendizaje.
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CAPITULO I:
1.1. Conceptualización
El TAS se caracteriza por una reactividad anormal ante una separación real o
imaginada de las figuras de apego, que interfiere significativamente en las actividades y
en adquirir hitos normales del desarrollo. Para cumplir los criterios diagnósticos del
DSM-5, la ansiedad debe ser superior a la esperada para el nivel de desarrollo del niño,
tener una duración de más de 4 semanas y causar malestar o deterioro significativo. Se ha
añadido en DSM-5 que para adultos la ansiedad tiene que durar al menos 6 meses, y se
ha retirado el requisito obligatorio del inicio antes de los 18 años (American Psychiatric
Association, 2013).
Hay tres características clave del trastorno de ansiedad por separación: temor y
preocupación excesiva y persistente cuando ocurre o se anticipa la separación; Síntomas
conductuales y somáticos antes, durante o después de la separación; y evitación
persistente o intentos de eludir la situación de separación. El niño se preocupa acerca de
que algo pueda ocurrirle a sus padres (p. ej., que desaparezcan, se pierdan, o se olviden
de él) o de perderse, ser secuestrado o asesinado, si no está cerca de sus padres. Los
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síntomas conductuales incluyen llanto, aferrarse a las figuras de apego, quejas al
separarse, y buscar o llamar a sus padres después de su partida. Los síntomas físicos son
parecidos a los del ataque de pánico o trastorno de somatización, como: dolores de cabeza,
dolor abdominal, desmayos, vértigos, mareos, pesadillas, dificultades para dormir,
náuseas, vómitos, calambres, dolores musculares, palpitaciones, dolor torácico. En niños
muy pequeños, además de ser más aparatosos los síntomas, es más frecuente que se
presente tristeza, aislamiento y problemas de concentración cuando se separan de sus
padres; en cambio, en adolescentes, el síntoma principal es la limitación de actividades
independientes con negativa a salir de casa.
Debido a estos síntomas físicos, el TAS es una causa frecuente de absentismo escolar
y de visitas múltiples al médico de familia o pediatra para descartar un problema médico.
Los síntomas sólo aparecen los días que hay colegio y normalmente desaparecen cuando
los padres deciden que el niño se quede en casa
Los límites que los síntomas sean clínicamente significativos varían dependiendo de
factores culturales. Diferentes culturas tienen diferentes expectativas sobre autonomía,
nivel de supervisión, hábitos de dormir, características del hogar (Hanna, 2006).
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1.2. Criterios Diagnósticos
Según los criterios del DSM-V para el diagnóstico de ansiedad por separación
1. Malestar excesivo y recurrente cuando se prevé o se vive una separación del hogar
o de las figuras de mayor apego.
5. Miedo excesivo y persistente o resistencia a estar solo o sin las figuras de mayor
apego en casa o en otros lugares.
6. Resistencia o rechazo persistente a dormir fuera de casa o a dormir sin estar cerca
de una figura de gran apego.
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D. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental, como rechazo a irse
de casa por resistencia excesiva al cambio en un trastorno del espectro del autismo;
delirios o alucinaciones concernientes a la separación en trastornos psicóticos;
rechazo a salir sin alguien de confianza en la agorafobia; preocupación por una salud
enfermiza u otro daño que pueda suceder a los allegados u otros significativos en el
trastorno de ansiedad generalizada; o preocupación por padecer una enfermedad en
el trastorno de ansiedad por enfermedad.
1. Preocupación sin justificación por posibles daños que puedan ocurrir a personas
significativas o temor a que alguna de éstas muera o les deje.
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8. Al anticipar, durante o inmediatamente después de la separación de una persona
significativa, experimenta malestar excesivo y recurrente (ansiedad, llanto,
rabietas, tristeza, apatía o retraimiento social).
1.3. Epidemiología
Con respecto a la prevalencia del T.A. en población peruana, se conocen los datos
estadísticos reportados por el Instituto Especializado de Salud Mental Honorio Delgado -
Hideyo Noguchi, realizados tanto en la ciudad de Lima como en la sierra, en los años
2002 y 2003, donde se halla que el valor promedio de la prevalencia de fobia social en
población adolescente, era de 7,1 y 3,1 % respectivamente; mientras que el de trastorno
de ansiedad generalizada fue 4,2. y de 5,5 %.
Los trastornos de ansiedad son probablemente los trastornos más frecuentes en niños
y adolescentes, con un rango estimado de prevalencia del 5% al 25% en todo el mundo,
pero un porcentaje mucho más bajo recibe tratamiento (Boyd et al, 2000; Costello et al,
2003). Aproximadamente la mitad de los pacientes que acuden a consulta con un trastorno
de ansiedad tienen trastorno de ansiedad por separación (TASep) (Carwright-Hatton et
al, 2006).
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La mayor frecuencia del TAS surge en la infancia media entre los 7 y 9 años de
edad, aunque puede ser más temprano, incluso durante la etapa preescolar. Aunque se
conoce que la prevalencia del TAS disminuye con la edad, la ansiedad o conductas de
evitación relacionadas a la separación, pueden persistir hasta la adultez. (McGee et al.,
2003).
Además del trastorno de pánico (ataques repentino de terror sin motivo alguno)
0.5%, y la agorafobia (miedo encontrarse en situaciones donde sería difícil encontrar
ayuda) 1.2%
9
a su vez se basa en lo que Wolpe (1958) llamaba principio de inhibición recíproca, el cual
establece que puesto que una persona no puede estar ansiosa y no excitada al mismo
tiempo, se puede romper el vínculo aprendido entre un estímulo particular y la respuesta
de ansiedad que el mismo evoca, procurando que el estímulo ocurra en tanto se evita la
incidencia de la respuesta de ansiedad.
Por otra parte, el refuerzo positivo es muy utilizado en diversos contextos a la hora
de condicionar conductas apropiadas mientras que la extinción (ausencia de refuerzo) es
empleada para eliminar conductas no deseables.
Según Bandura (1969) algunos creen que la conducta debe realizarse sin una razón
externa, les preocupa que la incentivación externa pueda disminuir el interés inherente a
la propia conducta. Sin embargo él piensa que los incentivos son útiles para desarrollar
capacidades y fomentar intereses duraderos. Los refuerzos fomentan la participación en
actividades que no se realizarían sin ellos, por lo que no podría desarrollarse ningún
interés hacia las mismas. Lo que ocurre muchas veces es que se utilizan coacciones y
amenazas que fomentan la antipatía más que la competencia. La mejor manera de
asegurar el aprendizaje consiste en apoyar los esfuerzos del individuo hasta que su
conducta se desarrolle y alcance el punto en que produce consecuencias que la sustentan
de una manera natural. El autor afirma que a medida que aumenta la habilidad y el
compromiso en una actividad, las recompensas sociales, simbólicas y autoevaluativas son
las que asumen las funciones incentivas.
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1.4.2. La terapia cognitiva
Al igual que la conductual, esta también es una terapia histórica, puesto que no
considera necesario indagar sobre acontecimientos, pensamientos o sentimientos
pasados, aunque ha llegado a serlo menos a lo largo de los años. Profundiza el examen
acerca de “cómo” ocurren los fenómenos antes que intentar saber el “porqué” de esa
ocurrencia.
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CAPITULO II
INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA
Del enfoque cognitivo conductual como uno de los más asertivo y que prevenga
el curso de evolución de este trastorno hacia otras entidades clínicas de mayor deterioro
y riesgo de vida para el ser humano. En cuanto al ambiente familiar especialmente a los
padres proporcionarles psicoeducación y orientación sobre el TAS, empoderarlos en un
rol acompañante y participativo dentro de la intervención terapéutica que permita facilitar
y apoyar los cambios y decisiones significativos que permita fortalecer, mantener y
aumentar conductas más funcionales y una abolición gradual de los síntomas que
dificultan el normal funcionamiento del paciente con su entorno. Con relación al ambiente
educativo de los colegios se permitirá aportar conocimiento, estrategias e intervenciones
que oriente a las escuelas y a los docentes en ser facilitadores y participantes del proceso
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terapéutico integral de la ansiedad por separación de la población infantil que afronta
afectación emocional por sucesos de cambios significativos en el ambiente personal o
familiar.
Tienen el objetivo de reducir los síntomas mediante la modificación de los factores que
refuerzan los síntomas y/o la exposición gradual a los estímulos ansiógenos. En la
siguiente tabla se recogen estas técnicas:
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2.2.2 Técnicas Cognitivas
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2.3. Programas de intervención terapéuticas
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Evaluar su propia actuación y autorreforzarse cuando sea
adecuado.
Aplicación Individual
Duración 16 sesiones de 50 minutos divididas en 2 bloques
Bloques 1. Bloque de entrenamiento
Sesión1. Toma de contacto entre terapeuta y niño.
Identificación de situaciones de ansiedad.
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Sesiones 14 y 15: Práctica de las habilidades de
afrontamiento en situaciones que provocan mucha
ansiedad. Elaboración de un trabajo en el que se explique
a otros niños como afrontar la ansiedad.
Metodología Modelado
Exposición
Role playing
Relajación
Autoinstruciones
Refuerzo contingente
CAPITULO III
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CASO CLÍNICO
Historia del problema Al mes de nacer M. ingresa en una institución donde convivía
junto con otros 30 niños. A los 9 meses, estuvo con una familia de acogida hasta el
momento de la adopción. Los padres indican que no parecía haber establecido vínculo
con una figura de referencia, ni en el orfanato ni con la familia de acogida. Al llegar a
España, la exploración médica realizada refleja un buen estado de salud. No ha sufrido
enfermedades relevantes. En los hitos evolutivos, el desarrollo motor fue lento, anduvo
a los 18 meses, actualmente, es ágil tanto en la motricidad fina como en la gruesa.
Respecto a los hábitos de autonomía, fueron adquiridos con normalidad (esfínteres,
alimentación, sueño y vestido). En el área de la comunicación y el lenguaje, en el
momento de la adopción los padres no apreciaban problemas en la comprensión y, a
nivel expresivo, producía vocalizaciones y su evolución fue lenta. Actualmente continúa
con retraso y recibe estimulación en su centro escolar. A lo largo del proceso de
adaptación a la familia presentó problemas de conducta, y actualmente, continúa
manifestándolos, aunque en menor medida: es retadora, se frustra con facilidad y utiliza
el silencio como forma de llamar la atención. A nivel social, la describen como una niña
tímida, retraída, miedosa, meticulosa y ordenada. Los cambios le cuestan, mostrándose
poco flexible. Además, informan de la dificultad para separarse de la madre limitando
la vida social de la niña y de la familia. Ante estas situaciones la madre se angustia y la
atiende y coge en brazos porque atribuye que su hija “se siente poco querida” tiene “falta
de afecto” y “tiene miedo de que la abandonen”. Fue escolarizada en guardería a los 17
meses con problemas de adaptación, estableciendo con su profesora un vínculo especial,
no separándose de ella mientras permanecía en la escuela. Con el inicio de Educación
Infantil también, a los 2,9 años, también tardó en adaptarse, llorando de forma
persistente durante los dos primeros meses. Se mostraba inhibida y rehusaba hablar con
los profesores y los niños. Los profesores también atribuían que estos comportamientos
eran debidos a “la necesidad de afecto de la niña”.
3.2 Evaluación
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Los resultados de la evaluación indicaron que el desarrollo cognitivo general de la
niña era medio, correspondiente a 3,0 años de edad (McCarthy, 1986). Sin embargo, se
situaba por debajo de los 2, 6 años en las tareas donde se exigía lenguaje oral en las que
mostró escasa colaboración (Escala Verbal y de Memoria).
3.3 Diagnóstico
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frustración, ansiedad, inhibición) y el estilo parental inconsistente han influido de forma
negativa en el mantenimiento de las conductas problema de la niña y en un proceso
inadecuado de formación del vínculo.
3.4 Tratamiento
3.4.1 Objetivos:
La intervención se llevó a cabo de forma paralela con los padres en sesión con su
hija y de forma independiente en sesiones de padres.
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3.4.2.1 Intervención con los padres
Con los padres se trató la necesidad de desarrollar expectativas apropiadas sobre lo que
la niña era capaz de conseguir y favorecer el establecimiento de límites,
demostrándoles en sesión la capacidad que la niña poseía para resolver estas
situaciones con éxito.
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Se enseñó a los padres a reforzar positivamente las conductas adecuadas de la niña con
los reforzadores específicos. Asimismo, ante el comportamiento inadecuado se les
indicó cómo seleccionar otra conducta apropiada incompatible.
Igualmente se les mostró el uso de la extinción para disminuir o eliminar las conductas
inadecuadas, indicando cuándo utilizarla.
También se les hizo reflexionar sobre la necesidad de poner límites a la niña, ya que
de esa forma tendría claro qué podía hacer en cada situación. Se dieron pautas por
escrito:
Ser firmes: mostrarse cariñosos pero firmes es la forma de decirle que deje de
realizar ese comportamiento inadecuado.
Poner normas claras para que la niña comprenda qué es lo que se espera de ella.
Formular las pautas de manera positiva, es decir, informar sobre lo que se
puede hacer y no sobre lo que no se puede realizar.
Ser consistentes. Los límites deben cumplirse siempre que las circunstancias
sean las mismas.
Explicar de forma breve y ajustada a su edad el porqué de las normas.
Al castigar una conducta desaprobar el comportamiento y no a la niña.
Se les informó que el vínculo es una relación afectiva que se establece entre padres
e hijos y que se va construyendo en la medida en que los padres van
proporcionando los cuidados, el afecto y el cariño necesarios de forma estable e
invariable.
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La intervención se llevó a cabo a lo largo de 30 sesiones, dos semanales, de 30
minutos de duración.
• Listado de refuerzos:
Se elaboró un listado de reforzadores específicos para emplear contingentemente
con las conductas adecuadas en las sesiones de tratamiento (pompas, juegos de
ordenador, galletas y sugus), (Moreno, 2002).
• Aproximaciones sucesivas a la separación de la madre:
Al inicio se programaron situaciones de aproximaciones sucesivas a la conducta
objetivo (separarse) y se reforzaron a medida que se lograban. Para demorar el
refuerzo, se proporcionaba a la niña información visual (con dibujos) tachando
imágenes que la indicaban el paso del tiempo y la aproximación del refuerzo (la
cercanía y la aparición de la madre).
• Jerarquía de situaciones en función del distanciamiento de la madre y del
tiempo:
Partiendo de la línea base establecida en la evaluación se intervino inicialmente
con la madre dentro de la sesión, graduando la distancia de la madre con la niña y
los tiempos de tolerancia a la separación.
3.4.3 Conclusiones
Desde el tercer mes de tratamiento, los padres reconocieron como las orientaciones y
pautas habían mejorado la percepción de la dificultad de la niña, que disminuyó
progresivamente de una media de 8 hasta alcanzar una media de 2 (en la escala de 0 a
10). Esta reducción les permitió controlar su preocupación e inseguridad ante los
comportamientos de su hija. La frecuencia de las conductas de ansiedad e inhibición
de la niña disminuyeron quedando recogidas en los registros.
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Paralelamente los padres fueron cambiando gradualmente su forma de reaccionar
sobreprotectora y el grado de autonomía de la menor mejoró siendo más
independiente. La conducta de la niña fue variando, mostrándose más comunicativa y
consiguiendo ampliar los tiempos de separación tanto en el contexto familiar como en
otras situaciones sociales.
3.4.4 Seguimiento
A partir de este momento, se inició otra fase de tratamiento, donde se plantearían otras
jerarquías de situaciones de ansiedad con el fin de continuar favoreciendo el desarrollo
social de la niña es otros contextos poco familiares.
CONCLUSIONES
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como parte fundamental del tratamiento trasmitiendo de manera acertada la comprensión
de la angustia que experimentan las partes y propendiendo seguridad de la remisión de
los síntomas con el tratamiento adecuado.
2. Los niños desde temprana edad suelen elaborar distorsiones cognitivas que contribuyen
a una interpretación errónea de los acontecimientos que ocurren a su alrededor, afectando
su bienestar emocional. En el caso del trastorno de ansiedad por separación, se hace
presente principalmente la “visión catastrófica”.
RECOMENDACIONES
2. Psicoeducar sobre los estilos de crianza a los padres y sus posibles consecuencias en la
conducta emocional del niño para evitar el desarrollo del apego inseguro y sus efectos
perjudiciales.
4. Incentivar las investigaciones sobre la incidencia del TAS en nuestro país para tomar
medidas preventivas, ya que los TAS en la infancia son frecuentemente comórbidos con
otras formas de psicopatología.
REFERENCIAS
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