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Flexibilidad mental

Guillermo Arosemena Arosemena


A propósito de la oposición de algunos dirigentes sindicales que rechazan las reformas
laborales requeridas por el país para salir del estancamiento económico, le recomiendo al
presidente Lenin Moreno enviarlos a un viaje por los países asiáticos para que conozcan
cómo los obreros aportan al espectacular crecimiento de cada economía. Los embajadores
ecuatorianos podrían organizar las visitas para que los trabajadores se informen de la
disciplina, orden y valores de su contraparte asiática.
Hace muchos años escuché la conferencia de un mejicano-japonés, dueño de una empresa
heredada de su padre, inmigrante. Le solicitaron hacer una comparación entre empresas
mejicanas y japonesas. De la lista enorme de diferencias, existe una que sobresale. El
empresario sostuvo que en el sintoísmo y otras religiones asiáticas, se ofrece, en el
catolicismo, se pide. He ahí la enorme diferencia. Los japoneses encuentran la manera de
solucionar sus problemas por cuenta propia; en los países latinoamericanos, el trabajador
espera que se los resuelvan. La misma filosofía japonesa de trabajo tienen otros países
asiáticos.
Años atrás el diario New York Time escribió sobre los valores de los asiáticos; entre ellos
se encuentran: reverencia al trabajo fuerte, se lo considera virtud; respeto a la autoridad y
alto sentido de lealtad; también frugalidad y ahorro, prefieren trabajar en equipo. Resultado:
la competitividad de sus productos. La mayoría de estos valores están ausentes en los
empleados ecuatorianos.
Más que atacar a la flexibilidad laboral, los líderes sindicales deberían preocuparse por
tener mente flexible. Les haría muy bien visitar Asia para darse cuenta de que hay un
abismo entre nuestro escaso progreso y el extraordinario avance en todos los ámbitos de
los asiáticos. Pero conociendo su mentalidad, es pedir un imposible. Es la principal causa
de nuestro rezago, no nos preocupamos de preguntarnos, cómo podemos hacer mejor
nuestro trabajo. Regresamos a la religión de pedir, en lugar de ofrecer. Con esa forma de
pensar, no podremos salir de la pobreza en las próximas décadas.

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