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AMAR ES ENTREGARSE

Entre los hombres, todo habla de amor, grita amor, canta amor, llora amor. En
nombre del amor, trabajan, sufren toda su vida, se abrazan o se pelean, dan la vida o
matan ¿No es acaso la historia humana una impresionante búsqueda de amor, sembrada
de maravillosos éxitos y de monstruosos fracasos?
Es cierto que la aspiración más profunda del corazón del hombre es el deseo de
amar y ser amado, puesto que, en el pleno sentido de la palabra, su razón “de ser” es el
AMOR: ha sido creado por amor, y para el amor y sólo en el amor puede desenvolverse.
Pero existen múltiples confusiones sobre el amor, Esta palabra mágica, repetida a troche y
moche, encubre formas de vida tan alejadas unas de otras como lo blanco y lo negro, la
vida y la muerte. Intentar disipar estas confusiones, definir el amor en su valor absoluto,
mostrar sus exigencias, es ayudar a los hombres a colocarse en el auténtico camino del
amor.., aunque éste sea tan sólo, al final, un ideal que guía y que nadie alcanza jamás en la
tierra de un modo perfecto.

Es terrible el hambre que pasan los hombres; cada año mata millones de seres. Las
privaciones de amor son más mortíferas aún; desintegran el mundo y la humanidad.
El hombre con harta frecuencia, no sabe amar; cree amar y no hace sino quererse asi
mismo.

–– A lo largo del camino que lleva el amor, muchos se detienen seducidos por los
espejismos del amor:

Si te “emocionas hasta las lágrimas” ante un sufrimiento,

Si sientes palpitar fuertemente el corazón ante tal o cual persona, esto no es amor
sino sensibilidad,

Si te “dejaste prender” en su poder pacífico o en su encanto,

Si, seducido, “te abandonas”, no es amor sino una rendición.

Si, turbado, te extasías ante su belleza y la contemplas para gozar de la misma,

Si su espíritu te parece distinguido y buscas el placer de su conversación, no es


amor sino admiración.

Si quieres a toda costa conseguir una mirada, una caricia, un beso,

Si estás dispuesto a todo para tenerla en tus brazos y poseer su cuerpo, no es amor;
es un deseo violento nacido de tu sensualidad.

Amar no es sentirse emocionado por otro,


sentir afecto sensible por otro,
abandonarse a otro,
admirar a otro,
desear a otro,
querer poseer a otro.

Amar, en su esencia, es entregarse a otro y a los otros.

–– Amar no es “sentir”. Si esperas sentirte empujado al amor por la sensibilidad,


amarás a pocos, en la tierra... y a buen seguro, no a tus enemigos. Amar no es un paso
instintivo sino la decisión consciente de tu voluntad de ir hacia los otros y entregarte a
ellos.

–– Juegas con harta frecuencia al Pulgarcito; siempre encuentras tu camino, el


camino de ti mismo. Extravíate, olvídate y amarás con más seguridad.

–– El hambre te obliga a salir de ti para comprar tu pan.


Abres tu puerta para contemplar el crepúsculo.
Corres hacia el amigo que viste desde tu ventana.
Del mismo modo, el deseo, la admiración, el afecto sensible, pueden
desprenderte de ti
mismo y arrojarte a camino de la entrega, pero no son aún el amor. El Señor te los
ofrece como medios — especialmente en la unión del hombre y la mujer — para ayudarte
al olvido de ti y conducirte al amor.

–– El amor es un camino con dirección única: parte siempre de ti para ir a los


demás. Cada vez que tomas algo o a alguien para ti, cesas de amar, pues cesas de dar.
Caminas contra dirección.

Cuanto encuentras en tu camino está hecho para darte facilidades para amar
más:
El alimento para desarrollar la vida que has de dar, momento a momento, tu
«mobylette» para ir más de prisa a darte, este disco, este film, este libro, para
enriquecerte, solazarte y prepararte para dar más, los estudios para conocer mejor a los
demás y prepararte para mejor servirles, tu trabajo para colaborar con tu esfuerzo en la
construcción del Mundo y procurar pan a tu hogar, el amigo para daros el uno al otro y, más
ricos ambos, daros a los demás, el esposo, la esposa, para dar conjuntamente la vida, el hijo
para darlo al mundo, luego a otro...

Emprende la marcha. Acoge todo cuanto es bueno pero para darlo todo. Si reservas
en ti, para ti, algo o a alguien, no digas que amas este algo o a esta persona. pues en el
momento en que los coges para separarlos y guardarlos —aunque sólo sea por un instante
— muere el amor en tus manos.

–– Si cortas flores, es para atarlas en manojo.


Si las atas en manojo, es para ofrecerlo a la amada... pues la flor no está hecha para
que se mustie en tus manos sino para dar alegría y fructificar. Si, cortándola, no te atreves a
ofrecerla, prosigue tu camino.
Igualmente, en la vida, si te sientes incapaz de pasar ante un objeto o un rostro sin
acapararlos para ti solo, sigue tu camino. Para amar, hay que ser capaz de renunciar a uno
mismo.
Examina con frecuencia la autenticidad y pureza de tus amores. No te limites a
preguntarte: ¿amo? Di más bien: ¿renuncio a mí mismo, me olvido, me entrego?

No te forjes la ilusión del amor al dar cosas, dinero, un apretón de manos, un beso,
incluso un poco de tu tiempo, de tu actividad... si no te das a ti mismo.
Amar no es principalmente dar algo, sino ante todo darse alguien. Amarás si te das o
si te derramas por entero en tus dádivas, aun las más materiales.
–– ¿Por qué llamar con silbos a tu perro si está atado y no podrá alcanzarte?
¿Por qué decir: me doy, si sigues siendo esclavo de las cosas, las personas o de ti mismo?
Si te “aferras a” tu estilográfica, a tus utensilios, a tus libros, a tus “negocios” o a tu obra, a
tu acción o a tu comodidad, a tus gustos o a tus relaciones, a tus amigos por ser tus amigos,
no podrás dar ni darte.
Si estás “atado” para poder amar, es preciso que «te desates».

–– Estar “desatado” no es ser indiferente; al contrario, es apreciar, admirar,


complacerse, amar de tal modo que no se quiera acaparar ni quedar un solo minuto sin dar a
los otros provecho de las propias riquezas.

–– El verdadero amor, como que “libera” las cosas y nos libera a nosotros mismos,
nos vuelve libres.

–– Ama más quien más se da. Si quieres amar sin límites has de estar presto a dar tu
vida entera, es decir, presto a morir a ti en favor de los Otros y de otro.

–– Si crees que amar es fácil, te ilusionas. Todo amor, cuando es auténtico, te


cargará tarde o temprano con la cruz, pues después del pecado cuesta olvidarse y morir a
uno mismo.
Después del pecado, amar es ser capaz de crucificarse por los demás.

–– Si pretendes recibir, nada obtendrás.


Hay que dar.
Si das, diciendo: luego me tocará recibir, nada obtendrás. Hay que dar sin esperar
recompensa.
Si das lealmente sin esperar nada, lo conseguirás todo.

–– Lo más difícil en el amor es el riesgo, la renuncia en la noche, el paso hacia la


muerte... para alcanzar la vida.
Por eso retrocedes con frecuencia ante el amor auténtico.
Dudas, engañado y seducido por la oferta inmediatamente rentable de los amores
falsos. Tienes miedo de no conseguir y tomas un anticipo.

–– Si amas, te das. Si te das a los demás te vuélves rico de los demás. De este modo
el amor engrandece infinitamente a quien ama, puesto que quien acepta desprenderse de sí
mismo descubre a los demás y se une a la humanidad entera.
–– El amor falso, el egoísmo, la vuelta a sí llevan siempre consigo la decepción, la
frustración de la persona, puesto que es un fracaso de expansión, es envejecimiento, es
muerte.
El amor verdadero ofrece siempre la alegría, puesto que es expansión de la persona,
perfeccionamiento, donación de la vida.

–– Cristo es quien más ha amado; no porque experimentó más grande afecto


sensible por los hombres, sino porque fue quien más les dio
y lo más conscientemente posible,
y lo más voluntariamente posible,
y lo más gratuitamente posible.

–– Si cesas de dar, dejas de amar.


Si dejas de amar, dejas de engrandecerte.
Si cesas de engrandecerte, dejas de perfeccionarte, dejas de expandirte en Dios,
puesto que amar es seguir el camino de Dios y encontrarle

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