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Misioneros de Cristo Mediador

“Vivir la Liturgia y ayudar a los demás a vivirla”

Ordenación
Diaconal

Hno. Hugo Daniel


Sánchez Mendoza
2 de Junio de 2019
Tampico, Tamps.
CANTO DE ENTRADA
Cantad al Señor, Aleluya. Bendecid su nombre, Aleluya.
Cantad al Señor, Aleluya, con himnos de gloria, Aleluya.

ANTÍFONA DE ENTRADA
Hombres de Galilea, ¿qué hacen allí parados mirando al cielo? Ese
mismo Jesús, que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo
han visto marcharse. Aleluya.

ACTO PENITENCIAL
Tú que eres el sumo sacerdote de la nueva alianza, Señor ten
piedad, Señor, ten piedad.
Kyrie eléison, Kyrie eléison.
Tú que nos edificas como piedras vivas en el templo santo de Dios.
Señor ten piedad, Señor ten piedad.
Kyrie eléison, Kyrie eléison.
Tú que has ascendido a la derecha del Padre para enviarnos el don
del Espíritu, Señor ten piedad, Señor ten piedad.
Kyrie eléison, Kyrie eléison.

GLORIA
GLORIA, GLORIA, GLORIA A DIOS,
GLORIA A DIOS EN EL CIELO
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES,
QUE AMA EL SEÑOR.

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso, rebosar de santa alegría y,
gozosos, elevar a ti una cumplida acción de gracias, ya que la
ascensión de Cristo, tu Hijo, es también nuestra victoria, pues a
donde llegó él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también
nosotros, que somos su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.

PRIMERA LECTURA
Hch. 1, 1-11

Del libro de los Hechos de los apóstoles.

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo lo que


Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después
de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los
apóstoles que había elegido. A ellos se les apareció después de la
pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante
cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios.
Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó: “No se alejen de
Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre,
de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua; dentro de
pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”.

Los ahí reunidos le preguntaban: “Señor, ¿ahora sí vas a


restablecer la soberanía de Israel?” Jesús les contestó: “A ustedes
no les toca conocer el tiempo y la hora que el Padre ha
determinado con su autoridad; pero cuando el Espíritu Santo
descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos
rincones de la tierra”.

Dicho esto, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube
lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo
alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les
dijeron: “Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese
mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo
han visto alejarse”.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9

Aplaudan, pueblos todos,


aclamen al Señor, de gozos llenos;
que el Señor, el Altísimo, es terrible
y de toda la tierra, rey supremo.

Entre voces de júbilo y trompetas,


Dios, el Señor, asciende hasta su trono.
Cantemos en honor de nuestro Dios,
al rey honremos y cantemos todos.

Porque Dios es el rey del universo,


cantemos el mejor de nuestros cantos.
Reina Dios sobre todas las naciones
desde su trono santo.

SEGUNDA LECTURA
Hb. 9,24-28; 10,19-23.

Lectura de la carta a los hebreos:


Hermanos: Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza,
construido por mano de hombres y que sólo era figura del verdadero,
sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios,
intercediendo por nosotros.

En la antigua alianza, el sumo sacerdote entraba cada año en el


santuario para ofrecer una sangre que no era la suya; pero Cristo no
tuvo que ofrecerse una y otra vez a sí mismo en sacrificio, porque
en tal caso habría tenido que padecer muchas veces desde la creación
del mundo. De hecho, él se manifestó una sola vez, en el momento
culminante de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de
sí mismo.
Y así como está determinado que los hombres mueran una sola vez
y que después de la muerte venga el juicio, así también Cristo se
ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. Al final se
manifestará por segunda vez, pero ya no para quitar el pecado, sino
para la salvación de aquellos que lo aguardan y en él tienen puesta
su esperanza.
Hermanos, en virtud de la sangre de Jesucristo, tenemos la seguridad
de poder entrar en el santuario, porque él nos abrió un camino nuevo
y viviente a través del velo, que es su propio cuerpo. Asimismo, en
Cristo tenemos un sacerdote incomparable al frente de la casa de
Dios.
Acerquémonos, pues, con sinceridad de corazón, con una fe total,
limpia la conciencia de toda mancha y purificado el cuerpo por el
agua saludable. Mantengámonos inconmovibles en la profesión de
nuestra esperanza, porque el que nos hizo las promesas es fiel a su
palabra.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

R. Aleluya, aleluya.
Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, dice el Señor, y
sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del
mundo.
R. Aleluya.

Del Evangelio según san Lucas


Mc 16, 15-20
En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: “Está
escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre
los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a
todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de
volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos
de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió.
Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo
alto”.

Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a


Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía,
se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de
adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían
constantemente en el templo, alabando a Dios.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Liturgia de la ordenación
Acérquese el que va a ser ordenado diácono.
El llamado:
Presente
Presbítero:
Reverendísimo Padre, la santa Madre Iglesia pide que ordenes
diácono a este hermano nuestro.
El Obispo:
¿Sabes si es digno?
Presbítero:
Según el parecer de quienes lo presentan, después de consultar al
pueblo cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno.
El Obispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador, elegimos a
este hermano nuestro para el Orden de los diáconos.
Todos:
Te damos gracias, Señor.
Sigue la Homilía.

Promesa del elegido


El Obispo:
Querido hijo: Antes de entrar en el Orden de los diáconos debes
manifestar ante el pueblo tu voluntad de recibir este ministerio.
¿Quieres consagrarte al servicio de la Iglesia por la imposición de
mis manos y la gracia del Espíritu Santo?

El elegido:
Sí, quiero.
El Obispo:
¿Quieres desempeñar, con humildad y amor, el ministerio de
diácono como colaborador del Orden sacerdotal y en bien del pueblo
cristiano?
El elegido:
Sí, quiero.
El Obispo:
¿Quieres vivir el misterio de la fe con alma limpia, como dice el
Apóstol, y proclamar esta fe de palabra y obra, según el Evangelio
y la tradición de la Iglesia?
El elegido:
Sí, quiero.
El Obispo:
¿Quieres ante Dios y ante la Iglesia, como signo de tu consagración
a Cristo, observar durante toda la vida el celibato por causa del
Reino de los cielos para servicio de Dios y de los hombres?
El elegido:
Sí, quiero.
El Obispo:
¿Quieres conservar y acrecentar el espíritu de oración, tal como
corresponde a tu género de vida, y fiel a este espíritu, celebrar la
Liturgia de las Horas, según tu condición, junto con el Pueblo de
Dios y en beneficio suyo y de todo el mundo?

El elegido:
Sí, quiero.

El Obispo:
¿Quieres imitar siempre en tu vida el ejemplo de Cristo, cuyo
Cuerpo y Sangre servirás con tus propias manos?

El elegido:
Sí, quiero, con la gracia de Dios.
El Obispo:
¿Prometes obediencia y respeto al Obispo diocesano y a tu Superior
legítimo?

El elegido:
Sí, prometo.

El Obispo:
Que Dios mismo lleve a término esta obra buena que en ti ha
comenzado.

Oración litánica

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que derrame


bondadosamente la gracia de su bendición sobre este siervo suyo
que ha llamado al Orden de los diáconos.

Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
San Miguel, Ruega por nosotros.
Santos ángeles de Dios, Rueguen por nosotros.
San Juan Bautista, Ruega por nosotros.
San José, Ruega por nosotros.
Todos los santos patriarcas y profetas,
San Pedro y san Pablo,
San Andrés,
San Juan,
Todos los santos apóstoles y evangelistas,
Santa María Magdalena,
Todos los santos discípulos del Señor,
San Esteban,
San Ignacio de Antioquía,
San Lorenzo,
San Vicente,
San Felipe de Jesús,
Santos Cristóbal Magallanes y compañeros, mártires,
Santas Perpetua y Felícitas,
Santa Inés,
Todos los santos mártires,
San Gregorio,
San Agustín,
San Atanasio,
San Basilio,
San Efrén,
San Martín,
San Benito,
San Francisco y santo Domingo,
San Juan María Vianney,
San José María de Yermo y Parres,
Santa Catalina de Siena,
Santa Teresa de Jesús,
Santa Teresa del Niño Jesús,
Santa María De Jesús Sacramentado Venegas,
San Juan Diego,
Todos los santos y santas de Dios,

De todo mal, líbranos Señor


De todo pecado,
De la muerte eterna,
Por tu encarnación,
Por tu muerte y resurrección,
Por el envío del Espíritu Santo,

Para que gobiernes te rogamos, óyenos.


y conserves a tu santa Iglesia,
Para que asistas al Papa y a todos los miembros del clero en tu santo
servicio,
Para que bendigas a este elegido,
Para que bendigas y santifique a este elegido,
Para que bendigas, santifiques y consagres a este elegido,
Para que concedas la paz y la concordia a todos los pueblos de la
tierra,
Para que tengas misericordia de todos los que sufren,
Para que nos fortalezcas y asistas en tu santo servicio,
Jesús, Hijo de Dios vivo,
Cristo, óyenos,
Cristo, escúchanos,
El Obispo:
Señor Dios, escucha nuestras súplicas y confirma con tu gracia este
ministerio que realizamos: santifica con tu bendición a este siervo
tuyo que juzgamos apto para el servicio de los santos misterios. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Todos: Amén.
Imposición de las manos y Plegaria de Ordenación
Asístenos, Dios todopoderoso, de quien precede toda gracia, que
estableces los ministerios regulando sus órdenes; inmutable en ti
mismo, todo lo renuevas; por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro
– palabra, sabiduría y fuerza tuya-, con providencia eterna todo lo
proyectas y concedes en cada momento cuanto conviene.
A tu Iglesia, cuerpo de Cristo, enriquecida con dones celestes
variados, articulada con miembros distintos y unificada en
admirable estructura por la acción del Espíritu Santo, la haces crecer
y dilatarse como templo nuevo y glorioso.
Como un día elegiste a los levitas para servir en el primitivo
tabernáculo, así ahora has establecido tres órdenes de ministros
encargados de tu servicio.
Así también, en los comienzos de la Iglesia, los Apóstoles de tu Hijo,
movidos por el Espíritu Santo, eligieron, como auxiliares suyos en
el ministerio cotidiano, a siete varones acreditados ante el pueblo, a
quienes, orando e imponiéndoles las manos, les confiaron el cuidado
de los pobres, a fin de poder ellos entregarse con mayor empeño a
la oración y a la predicación de la palabra.
Te suplicamos, Señor, que atiendas propicio a este siervo tuyo, a
quien consagramos humildemente para el orden del diaconado y el
servicio del altar.
ENVÍA SOBRE ÉL, SEÑOR, EL ESPÍRTU SANTO, PARA
QUE, FORTALECIDO CON TU GRACIA DE LOS SIETE
DONES, DESEMPEÑE CON FIDELIDAD EL MINISTERIO.
Que resplandezca en él un estilo de vida evangélica, un amor
sincero, solicitud por los pobres y enfermos, una autoridad discreta,
una pureza sin tacha y una observancia de sus obligaciones
espirituales.
Que tus mandamientos, Señor, se vean reflejados en sus costumbres,
y que el ejemplo de su vida suscite la imitación del pueblo santo;
que, manifestando el testimonio de su buena conciencia, persevere
firme y constante con Cristo, de forma que, imitando en la tierra a
tu Hijo, que no vino a ser servido sino a servir, merezca reinar con
él en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Entrega del libro de los Evangelios
El Obispo:
Recibe el Evangelio de Cristo del cual has sido constituido
mensajero; esmérate en enseñar lo que crees y vivir lo que enseñas.

La paz sea contigo.

El ordenado:
Y con tu espíritu.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos a Jesús resucitado, vida y esperanza de la humanidad entera.
Después de cada petición diremos:
Jesús resucitado, escúchanos.
- Para que Cristo, desde el trono de su gloria, venga en ayuda de su
Iglesia, que lucha en medio de las dificultades del mundo. Oremos
- Para que Jesús, el Señor, revele su nombre a los hombres que aún
no lo conocen. Oremos.

- Para que el Señor, que con su triunfo ha glorificado nuestra carne,


llene de esperanza a los que sufren enfermedades en el cuerpo o
angustias en el espíritu. Oremos.

- Para que el Señor Jesús, sea guía e inspiración de los mexicanos


que han elegido servir como miembros de la Marina. Oremos.

- Para que el Señor, elevado al cielo, nos envíe el Espíritu Santo y


nos enseñe a amar los bienes de arriba y a no dejarnos cautivar por
las cosas de la tierra. Oremos.
Escúchanos, Jesús resucitado, y envíanos el don del Espíritu Santo
a toda la Iglesia. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

CANTOS DE OFERTORIO:
VINO Y PAN EN OBLACIÓN, ESPERAN EL MILAGRO DEL SEÑOR,
VE NUESTRA OFRENDA, SOBRE TU SANTO ALTAR,
ERA EN LOS CAMPOS, DULCE VID Y TRIGAL.

OH LUZ GOZOSA DE LA SANTA GLORIA DEL PADRE


CELESTE INMORTAL, SANTO Y FELIZ
JESUCRISTO

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Al ofrecerte, Señor, este sacrificio en la gloriosa festividad de la
ascensión, concédenos que, por este santo intercambio, nos
elevemos también nosotros a los bienes del cielo. Por Jesucristo,
nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Aleluya.

CANTOS DE COMUNIÓN

COMULGAR ES UN ACTO SUBLIME,


UN ENCUENTRO EN PERSONA CON DIOS.
NO ES PRECISO SENTIR LOS AFECTOS
SINO UNIRSE CON EL REDENTOR.

COMO BROTES DE OLIVO


EN TORNO A TU MESA, SEÑOR,
ASÍ SON LOS HIJOS DE LA IGLESIA.

CANTOS DE COMUNIÓN
PANIS ANGELICUS FIT PANIS HOMINUM;
DAT PANIS COELICUS FIGURIS TERMINUM;
O RES MIRABILIS! MANDUCAT DOMINUM PAUPER,
SERVUS ET HUMILIS

TE, TRINA DÉITAS ÚNAQUE POSCIMUS, SIC NOS TU


VISITA SICUT TE CÓLIMUS: PER TUAS SÉMITAS DUC
NOS QUO TÉNDIMUS, AD LUCEM, QUAM INHÁBITAS

ADOROTE O PANIS COELICE, O DOMINE, O DEUS MAXIME.


SANCTUS, SANCTUS, SANCTUS, SINE FINE SANCTUS;
SEMPER TIBI GLORIA SACRA SIT SUB HOSTIA

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Dios todopoderoso y eterno, que nos permites participar en la tierra
de los misterios divinos, concede que nuestro fervor cristiano nos
oriente hacia el cielo, donde ya nuestra naturaleza humana está
contigo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

CANTO DE SALIDA:
MAGNIFICAT, MAGNIFICAT
MAGNIFICAT, MAGNIFICAT
ANIMA MEA DOMINUM
MAGNIFICAT ANIMA MEA DOMINUM.

Et exultavit, et exultavit,
spiritus meus, in Deo, in Deo
salutari meo.

Magnificat, Magnificat…

Quia fecit mihi magna,


quia fecit mihi magna,
qui potens est, et sanctum,
sanctum, sanctum Nomen ejus.

Magnificat, Magnificat…

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