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THE LIBRARY
OF
THE UNIVERSITY
OF TEXAS
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ÓII&AíTO SSL ATENEO DE LIMA


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CARI/i» A. KuMEKO Batalla de Jasia. '
Poseía -
El triunfo de la gloria..— Coata á
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Crónica, del Ateneo


Presidente. !> Javier Prado y l'gnrteeh*
Vicepresidente... Pablo Patrón y.
Secretario. , ( , Clemente Palma
Prosecretarío x Seíjríón Liona J¿
Tesorero. ....... Manuel A. San Jua*
«Bibliotecario Carios A. Puntero

v ocales *¡—-
Amézagá' Carlos G. ' Legnía y Martínez Germán
AsteteLuis. 2' Lisson Caros.I.
Astebe Pedro 9 Manzanilla José Matías
1Jaita José ' £ Maurtua Victor M.
Castro y Oyaiitfiuvn Enrique ' í Miró Quenada Antonio
Cazani-uve FelijH (i. 2 Osuia Felipe de
Cisnlroj Odrlos ¿ X Oyague J. Octavio de
Cornejo Mariano H. 9 Pazos y Van-la Jtwn Francisco
Corpniit ho Teobaldo E. q Pérez Heráelides
Cortés Leopoldo • I Polo Jos(-' Toribio ' wj
Chaves líaucisco Gerardo ' ' * • Prado y Ugarteche Mariano I.
Chocano José Santos - ' f ^to^tl Claudio - .i ,
Fuentes Hildebrando g Bi ina Baldomcro
Gnzrnán y Valle Enrique ' S t Ulloa Alberto
Izcne José Augusto de ,r * Villnrreal Federico
Lama y Ossa íeSrónimo de g Vivero Domingo de
La Puente Ignacio 3y Whilar Agustín T.

* * EL ATENEO * *
ÓRGANO DEL ATENEO DE LIMA

Revista Mensual de Ciencias y Bellas Artes i


-^JGM&Sfr-

<J'avier przdc v u$zr:echLc \ garniel ¿¡f. fiar §'uan,


DIRECTOR ADMINISTRADOR
. ■ ■•— . •
La Correspondencia se dirigirá al Administrador
BANCO del HERRADOR, 118 y 120 Apartide CORREO 32

CONDICIONES DE SUSCRICIÓN
En Lima y provincias (al mes) S/. I plata
» „' (semestral)...- „ 5
el extranjero redirán Ion mirtinos precios con sólo el recargo postal

das las publicaciones que se envíen á "El Ateneo"


serán anunciadas en las secciones correspondientes
(.Continuacion)

?}odríA decirse que los cuatro principios establecidos dc-


terminan el cuadro de las reformas de nuestra legislación
escolar, para hacerla adecuada. El principio dft especiali-
zación de fines, que demanda la variedad .de enseñanzas
según los fines prácticos de la actividad social en cada una
de sus grandes clasificaciones. El principio de,solidaridad, que
encadena esas enseñanzas, haciende general y preparatoria la
^g&ucción primaria, la media y una buena parte de la faculta-
instruct
\iya."f El principio de adaptación, que armoniza todas las ense
ñanzas á la naturaleza y recursos del medio nacional, con el
objeto de hacer realizables los fines propuestos, y fecundos los
esfuerzos dirigidos en ese sentido. El principio de selección,
por -último, que garantiza el orden en el progreso y contribuye
(í la educación facilitando, su obra y acelerando sus buenos

La aplicación de esos principios supone cuatro grandes


funciones directivas, encomendadas á cuatro especies de funcio
narios públicos. A los legisladores incumbe establecer los dos

' a-
2 EL ATKNKO
primeros fijando, por decirlo así, en términos concretos la
filosofía de la educación en las leyes sobre la materia. A los
jefes de la administración pública corresponde aplicar el princi
pio de adaptación, y á los inmediatamante encargados de la
enseñanza el de selección personal en los educandos.
Esta distribución demuestra por sí sola la gran importan
cia, la importancia superior que tiene la misión del que dirige
la enseñanza pública como administrador de sus variados me
dios. Esa misión pertenece, en primer lugar, al Jefe del Estado,
en seguida al Ministro del Ramo, y en tercero al hombre espe
cialmente encargado de estudiar las necesidades propias de esa
institución nacional, de secundar las miras del Poder Ejecutivo
y llevar á feliz término Mis ideas, auxiliado por diversas autori
dades, por todas las autoridades de la República, puede decirse.
Es en esa dirección en donde se concentra el interés que
ella merece. El Jefe del Estado, por grande que pueda ser su
competencia en esta materia, no puede consagrarle toda su ac
tividad, ni atenderla en todos sus detalles. Necesita descansar
en la labor del Ministro. Pero los Ministros, aquí como en
todas partes, son víctimas de las agitaciones políticas, que em
bargan su atención é imprimen ese carácter de instabilidad pre
dominante en los gobiernos republicanos más ó menos parla
mentarios. Por otra parte, la acumulación en el mismo Despa
cho de las atribuciones políticas relativas á los ramos de justicia
y de culto, que se consideran generalmente de mayor valor,
perjudica al ramo de instrucción, que necesitaría de Ministros
pedagogistas, muy raros, aun en los países más cultos. Nues
tros ministros de instrucción, casi siempre abogados. con la
experiencia exclusiva de su profesión, y expuestos á cada mo
mento á los cambios bruscos de nuestra política revolucionaria,
no pueden tener, no tienen ni el bagage de una ilustración pe
dagógica, ni el interés para formarla durante su permanencia en
el Ministerio.
El Consejo Superior de Instrución Pública, compuesto en
casi su totalidad de hombres en las mismas condiciones que las
nuestras, más estables, es cierto, pero menos interesados en la
administración de este ramo, tiene todos los inconvenientes de
CALL NO

El. PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN | 3


los cuerpos colegiados para la administración en el detalle, que
requiere atención incesante, estudio de pormenores, memoria
de antecedentes, y una acción inmediata, rápida y responsable,
que sólo existen en la administración individual, con toda la
energía apetecible en este caso.
Por otra parte, se desnaturaliza, se rebaja la naturaleza de
este institución cuando se da á sus funciones administrativas
ese carácter preferente y esa finalidad particularista. Mucho
más elevada, y por lo mismo muy general, es la misión del Con
sejo Superior, cuyas atribuciones administrativas y pedagógicas,
contenciosas y disciplinarias se deben contraer á imprimir' la
unidad en el movimiento y en la dirección de todos los órdenes
de enseñanza.

Toda la labor de una adaptación acertada necesita, pues,
pesar sobra una Dirección General, convenientemente organiza
da, que supla las deficiencias inevitables de la suprema direc
ción política. Esta necesidad parece que se encuentra, hace
tiempo en la conciencia de los hombres públicos, en vista del
estado en que se encuentra todavía la solución del problema pe
dagógico en nuestro país. Es inútil, por consiguiente, insistir o
en su demostración. De lo que se debe tratar es de las condi
ciones que debe reunir para ser suficientemente provechosa.
Consagrada de un modo exclusivo á la intrucción nacional, con
absoluta independencia de los demás ramos del Ministerio, de
be reunir bajo sus atribuciones, tantó' la enseñanza primaria
como la media y la facultativa, gozando de la misma autoridad
que los más elevados funcionarios de este orden. " La unidad
de dirección es la primera garantía de una buena educación,"
se ha dicho con gran verdad; esa unidad, que se funda además
en el carácter nacional que tienen todos los órdenes de enseñan
za, no podría conseguirse si manteniendo el error de consi
derar la instrucción primaria como instrucción comunal, se
continuara el régimen existente, y si atribuyendo á la. ense
ñanza facultativa un carácter de independencia absoluta, una
superioridad intangible, se conservara el aislamiento en que se
encuentra respecto á la Dirección. Ya hemos manifestado có
mo es necesario establecer el principio de estrecha solidaridad

<

-

4* ,' EL ATENEO
entre todas las categorías pedagógicas, y ese principio dejaría
de ser práctico si la instrucción primaria, media y superior
siguiesen viviendo, como hasta ahora, sin un centro que tienda
á unificar sus fines, protegiendo la reciprocidad de sus influen
cias benéficas.
Con una legislación sencilla, de líneas muy generales, y
dada la composición política de nuestros gobiernos, no es posi
ble organizar convenientemente una Dirección técnica y admi
nistrativa sin acordarle ese grado de autoridad, esa amplitud de
funciones, y además una gran libertad de acción. Encadenada
esta por una reglamentación estrec ha, tiene que volverse ineficaz
necesariamente; porque esa reglamentación será puramente
teórica, y por muy previsora que pretenda ser, tiene que estre
llarse ante la variedad incalculable de nuestro medio natural y
social, y la carencia de formas habituales que determinen su cri
terio acertado. Ya hemos hablado de esa libertad necesaria en
la época de organización en la cual se encuentra este ramo de la
administración pública, época de estudios y de experiencias, en
que la amplitud de los detalles y la carencia de antecedentes
no permite afirmar nada sobre el éxito de los efectos de una
reforma.
Pero no bastan estas consideraciones para que la autoridad
del Director sea tan prestigiosa como necesita ser para su ma
yor eficacia. Se requiere, además, que cuente con la confianza
absoluta del Jefe del Estado y de su Ministro, y con el apoyo
decidido de ambos durante su labor de reformas. Sin ese apo
yo, sin la garantía de un porvenir asegurado, es muy difícil
que la Dirección haga de su libertad todo el provechoso ejercicio
que puede hacer de ella, ni que acometa obras de aliento, de
aquellas para las cuales se consagra una prolongada, asídua y
enérgica atención. Para luchar con todo el esfuerzo de la vo
luntad, no bastan el entusiasmo por un ideal, y una naturaleza
dispuesta para vencer resistencias; casi siempre esas virtudes se
asocian á la garantía de la estabilidad, á la conciencia de una
defensa permanente, fundada en un sentimiento de estricta jus
ticia y en un concepto claro de la bondad de lo que se defiende.
Cuando los empleos carecen de un título que represente esa

'
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN
garantía, no pueden ser bien servidos sino con ese apoyo oficial
que reemplaza al título con ventaja. Sin el uno, ni el otro, la
Dirección continuaría siendo, como es hoy, una rueda que se
mueve en el vacío.
La primera y más urgente labor de una acertada dirección
sería estudiar, conocer la realidad de la vida escolar de toda la
República, tarea muy fácil, á primera vista, pero difícil, muy
difícil, entre nosotros, en donde todos conspiran para ocultarla,
' para disfrazarla con mentirosas y hasta con halagüeñas formas,
aun aquellos mismos que predican la verdad como ejemplo de
moral, y hacen de ella una profesión educadora. La debilidad
de nuestro carácter y un sentimiento de muy mal entendida
filantropía, han hecho, al fin, de la mentira una necesidad; y
si no tiene ella todavía la fuerza imperativa del deber moral,
tiene al menos la suficiente para proteger el abuso tradicional,
«pie ha llegado á extender aquí ramificaciones profundas que
envuelven los órganos sanos de la vida normal participando en
cierto modo de su rol esencial en la economía de esa vida. Esto
hace excepcionalmcnte difícil la obra de conocer y estudiar la
realidad, y da también una excepcional importancia á la misión
de los inspectores, encargados de informar á la Dirección Gene
ral sobre los hechos que se realizan en el mundo pedagógico, y de
esparcir en el seno de éste las ideas y enseñanzas de la Di
rección.
Para salvar esa dificultad, ó para cortarla hasta donde es
posible, existen dos medios: la designación de inspectores entre
lo más selecto del personal disponible en el país, ó el empleo de
hombres educados especialmente para esa función en sociedades
mejor constituídas (pie la nuestra, Pero los primeros carecerían
de la preparación de los segundos, y estos no se adaptarían á
nuestro medio tan fácilmente como los primeros. El ideal, á
este respecto, sería educar, formar aquí, con nuestros mejores
elementos, hombres ilustrados en la labor pedagógica, con un
carácter adecuado á las necesidades de esa labor y con la inde
pendencia que dan esa educación y las garantías eficaces de la
estabilidad y el progreso en el orden económico. Pero ese ideal
es irrealizable mientras no tengamos maestros y profesores capa
(i EL ATENEO
ees de merecer la honrosa y delicada posición de inspectores;
mientras las penurias del Fisco no permitan la suficiente y per
petua remuneración de sus grandes servicios; mientras no se
acometa la reforma fundamental en la enseñanza con la crea
ción de escuelas normales.
Sin verdadero» maestros, sin verdaderos profesores, toda
reforma tiene un carácter provisional y transitorio. ¿De qué
servirán una legislación adecuada, que señale nuevos y más
convenientes rumbos á la educación nacional, una dirección
competente, que se inspire en esa legislación, y una inspección
eficaz que secunde las miras de la Dirección, revelando lo que
somos y enseñando lo que debemos ser, si todas estas influencias
se ejercitan sobre la masa inerte de maestros y profesores, que
repiten lo que aprendieron, y que no quieren ó no pueden salir
dela rutina por indolencia ó ignorancia, ó por ambas cosas al
mismo tiempo? De nada, casi de nada servirán esas influen
cias si, para hacerlas fructíferas, no se cuenta con un personal
de directores y maestros capaces de comprender lo que significa
la educación del hombre, de aplicar los recursos ofrecidos por la
ciencia y la experiencia contemporáneas para obtener una edu
cación apropiada, y de practicar en los educandos la selección
de aptitudes que favorece las distintas vocaciones, impide el ex
travío del criterio juvenil en la elección de su destino, y asegura
así, con el orden en el desarrollo de las fuerzas morales, la armo
nía, la reunión de las fuerzas semejantes y su acción poderosa
en el progreso nacional.
Esto basta para calcular el grado de importancia y el carác
ter urgente que tienen en la reorganización de nuestra enseñan
za los establecimientos dedicados á la formación de maestros y
profesores. Pero no basta para conocer los errores y abusos
que han hecho de la enseñanza normal, en algunas repúblicas
sudamericanas, una institución extraña á su objeto, destinada á
favorecer la ineptitud, ó encaminada á preparar alumnos para
carreras distintas del profesorado, ó á satisfacer, con títulos fácil
mente adquiridos, la vanidad de institutrices ó profesoras pura
mente teóricas, llenas de ideas inútiles, ó con la utilidad que tie
nen las joyas.
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 7
Nuestra legislación debe recoger esas experiencias para sa
tisfacer esta imperiosa y primera necesidad de la enseñanza nor
mal, de modo que ella produzca maestros, profesores y directores;
pero que solo sean maestros, profesores, y directores, y no puedan
ser otra cosa al terminar su educación profesional. Esto se
conseguirá especializando hasta donde sea posible las escuelas
normales, separando de su enseñanza cuanto tenga carácter
preparatorio para otras profesiones. Debe hacerse con estos es
tablecimientos lo que con las escuelas de artes y oficios: impe
dir que el artesano pueda pretender convertirse en ingeniero,
mediante una instrucción superior y más amplia de la que debe
recibir.
Con verdaderos maestros, la inspección será eficaz hasta
donde debe serlo, la dirección llenará su fin, la legislación se
adaptará á las necesidades nacionales, la educación adquirirá
las formas que convienen á su progreso, y tras algún tiempo de
esfuerzos reunidos, sostenidos y tenaces, podrán las generacio
nes nuevas adquirir nuevas ideas, perseguir fines prácticos por
caminos accesibles, y entrar de lleno en la vía del progreso efec
tivo modificando la estructura de nuestro organismo social.

#
* *

Concretando estas generalidades, y adaptándolas á las con


diciones especiales de nuestra actualidad, podríase practicar las
siguientes reformas en la organización de la enseñanza.
Crear una Direción General de Instrucción Pública, inde
pendiente de las Direcciones de Justicia y Culto, dividida en
tres secciones: una destinada á la instrucción primaria, otra á
la instrucción media y superior, y una tercera, complementaria
de las dos anteriores, consagrada al cuidado del archivo, á la
administración de la biblioteca del Ministerio, á la estadística
general de instrucción, y redacción de un periódico pedagógico.
El Director de Instrucción reemplazará al Ministro en todas
las funciones relativas á este ramo que no pueda desempeñar
personalmente.
8 EL ATENEO
Entre las atribuciones del Director estarán la de presidir el
Consejo Superior de Instrucción Pública, por impedimento del
Ministro; proponer á este, para su nombramiento, á todos los
empleados de su dependencia, empleados de su oficina, inspec
tores, profesores de instrucción primaria, directores de colegios
ó de escuelas y profesores de las Universidades cuando el Go
bierno tenga la potestad de nombrarlos; formular proyectos de
reglamentos y decretos, programas de enseñanza primaria y me
dia, y determinar las formas de su aplicación; examinar los li
bros de enseñanza, y emitir su dictamen para su aprobación por
el Consejo Superior; conocer en primera instancia de todas las
cuestiones pedagógicas y disciplinarias que ocurran en las es
cuelas y colegios, ejecutándose sus resoluciones sin perjuicio de
apelación al Ministro; inspeccionar directamente la marcha de
la Universidad Mayor, informando al Ministro sobre el resulta
do de su visita; aplicar penas disciplinarias, de poca entidad, á
todos los empleados de su dependencia, sin perjuicio de apela
ción al Ministro; pedir á éste la suspensión ó destitución de los
que merezcan esas penas; entrar en relación oficial con toda
clase de funcionarios sobre asuntos de enseñanza, y dar instruc
ciones á los inspectores de su dependencia sin necesidad de la
anuencia del Ministro; convocar á las comisiones del Consejo
Superior, separadamente, á fin de ver su opinión sobre los pro
yectos que formule; reunir con el mismo objeto, en el local de
la Dirección, á personas extrañas al Consejo Superior; proponer
al Ministro concursos para nombramiento de empleados titula
res, y solicitar ascensos, gratificaciones ú otros premios para los
empleados de instrucción que lo merezcan.
Las tres secciones de la Dirección estarán servidas por un
oficial mayor cada una, un traductor, y el número de auxiliares
que las necesidades del despacho impongan.
Reducir el personal del Consejo Superior de Instrucción
Pública, y restringir sus funciones á los asuntos que tengan un
carácter general.
Encomendar á las municipalidades y juntas departamenta
les la vigilancia de escuelas y colegios, y la obligación de aten
der á sus necesidades económicas, asesoradas por los inspectores
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 9

que nombre la Dirección; privando expresamente á unas y á


otras de toda ingerencia en el nombramiento de maestros, pro
fesores ó directores y en los asuntos que se refieren á la admi
nistración técnica de escuelas ó colegios.
Nombrar inspectores de instrucción primaria, media y su
perior entre las personas consagradas á la enseñanza que ofrez
can mayores garantías de acierto, pero con el carácter de
empleados en comisión.
Provocar concursos entre los inspectores provisionales para
nombrar titulares con mayor emolumento.
Contratar en Europa tres personas capaces de desempeñar
con éxito las funciones de inspectores generales en la República.
Contratar igualmente en Europa una persona que organice
y dirija una escuela normal en Lima, asociando á su labor pro
fesores de las facultades de letras y ciencias y los maestros más
competentes.
Crear un Pedagogium anexo á la escuela normal y desti
nado al perfeccionamiento de los maestros y profesores existen
tes en Lima y á la preparación de aquellos que aspiren al empleo
de inspectores.
Enviar á las escuelas normales de Europa á los que de
muestren en el primer año de enseñanza normal notables apti
tudes para el magisterio.
Circunscribir esta enseñanza á los maestros que tienen
relación directa con la Pedagogía, y darla completa en tres años,
concediendo títulos de tres categorías.
No aceptaren la escuela normal que se establezca sino á los
que tengan una preparación suficiente en las materias de ense
ñanza secundaria ó media.
Acordar el empleo de directores de escuelas á los que ten
gan títulos de tercera categoría, y de maestros de primera ó se
gunda clase á los demás.
Confiar á las facultades de Letras y Ciencias de Lima la
misión de formar profesores de las diversas materias de instruc
ción media.
Determinar las condiciones que deben tener estos profeso
res para ser directores ó subdirectores de colegio.
2
10 KL ATENEO
Conceder al Gobierno la facultad de jubilar profesores,
maestros y directores, á fin de dar colocación segura á los que
obtengan título por los medios indicados.
Exigir que los normalistas titulares practiquen dos años en
las escuelas, y los profesores titulares tres en los colegios para
que el Gobierno les conceda la propiedad de sus respectivos
empleos.
Crear títulos para los maestros y profesores existentes que
rindan pruebas de competencia en armonía con la nueva orga
nización.
Exigir que las escuelas y colegios particulares sean servidos
por maestros y profesores titulares, acordándoles un tiempo
prudencial con ese objeto.
La enseñanza se clasificará como boy, en primaria, media
y superior.
La enseñanza primaria se dará en edificios de construcción
ligera, en los que puedan hacerse fácilmente y á poco costo las
modificaciones que demanden los progresos de la pedagogia; no
contendrán más de 200 alumnos y constarán de un solo piso,
reuniendo las condiciones bigiénicas prescritas para su cons
trucción.
Estos edificios se levantarán con fondos municipales y bajo
la dirección de los ingenieros del Estado; serán provistos de
mobiliario con los mismos fondos, y su conservación y aseo co
rrerán también á cargo de los Concejos.
El Congreso, á pedido del Ejecutivo, acordará subvencio
nes á los Concejos que no puedan atender á los gastos de cons
trucción y de mobiliario.
Cuando estas subvenciones no se hagan prácticas, los Con
cejos pagarán siempre los gastos que ocasione el alquiler de casa
y la adquisición de mobiliario para la instalación de escuelas.
Serán así mismo de cuenta de los Concejos los gastos de
sueldos de los maestros y cuantos demande el sostenimiento de
las escuelas.
El presupuesto de instrucción será formado de acuerdo
con el inspector primario, y los pagos se harán por el Concejo
con su visto bueno.
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 11

Todo desacuerdo entre el Concejo y el Inspector será resuel


to por el Director General, pudiéndose apelar de su resolución
ante el Ministro.
Las escuelas se clasificarán en escuelas de la costa y del in
terior, y unas y otras serán urbanas ó rurales.
Cada una de estas especies de escuelas tendrá su programa
propio y sus formas adecuadas de enseñanza.
La escuela completa ó típica será graduada, tendrá una
sección infantil preparatoria y una sección práctica ó taller como
complemento; y constará de diez años de enseñanza, compren
diendo á los niños de 4 á 12 años inclusive. Las secciones in
fantil y práctica constarán de 2 años de aprendizaje cada una.
En donde no sea posible establecer escuelas completas, se
mantendrán por lo menos escuelas de tres años de enseñanza
para los niños de 9, 10 y 11 años de edad.
En las capitales de provincia habrá por lo menos una es
cuela completa de niños y otra de niñas.
En las capitales de departamento, el Gobierno establecerá,
con los fondos de las juntas departamentales, escuelas de artes y
oficios para los niños más distinguidos de las escuelas del depar
tamento.
El Gobierno fomentará las sociedades de patronato para
cuidar de la educación de los adultos, y para dar colocación se
gura á los que se educan en las escuelas de artes y oficios.
La educación primaria en la escuela general ha de com
prender la educación psicológica, moral é intelectual del niño,
dando á las dos primeras una atención y un lugar preferentes.
La educación intelectual ha de tener en mira, como objetivos
primordiales, la higiene de los sentidos y la cultura de la sensi
bilidad, cuidando de desarrollar y dirigir las facultades de cono
cer en relación con el medio ambiente.
"El objeto de la enseñanza primaria no debe ser el dar una
gran cantidad de conocimientos al niño, sino hacerlo capaz de
adquirir muchos conocimientos. El fin de toda enseñanza general
no es aprender, sino aprender á aprender" como dice Bourgeois.
El mínimun de la enseñanza en las escuelas debe compren
der las siguientes materias: lectura, escritura, geografía del Perú,
12 EL ATENEO
narraciones históricas con fin educador, lecciones de cosas rela
tivas al medio ambiente, y trabajo manual.
El máximun de esta enseñanza debe determinarse por la
distribución proporcionada de las horas de trabajo escolar.
La enseñanza primaria no debe olvidar que su fin principal
es preparar al niño para la escuela taller, y que debe fomentar
constantemente, y por todos los medios á su disposición, el inte
rés y el amor al trabajo material, exponiendo los beneficios que
ofrece la vida industrial y esparciendo con frecuencia ideas
acerca de las industrias locales que se practican con ventaja.
No debe la instrucción primaria, sin embargo, ahogar la
vocación pronunciada de los más selectos á elevarse á conoci
mientos de orden superior.
La enseñanza secundaria debe darse también en edificios
fácilmente trasformables y de poco costo, con' capacidad para
200 alumnos.
La instalación y sostenimiento de los colegios debe correr á
cargo exclusivo del Estado.
No habrá colegios de instrucción media sino en las capitales
de departamento ó en ciudades qne por la bondad de su clima
ó el desarrollo de sus industrias ofrezcan ventajas excepcionales
para su establecimiento.
El Gobierno podrá suprimir ó refundir los colegios que no
se encuentren en estas condiciones.
El colegio típico contendrá una sección de instrucción pri
maria preparatoria, y una sección práctica ó profesional destina
da á la educación industrial y comercial, como complemento, y
constará de 7 años de enseñanza, comprendiendo á los niños de
12 á 18 inclusive. La sección preparatoria constará de un año
de enseñanza, y la práctica ó profesional de dos años.
Las condiciones especiales de la localidad que contenga un
colegio de instrucción media determinarán la naturaleza y ex
tensión de sus respectivos programas de enseñanza y las formas
adecuadas de su aplicación.
El mínimun de la enseñanza en este orden comprenderá
las materias siguientes: revisión de las materias de instrucción
primaria de una escuela completa, con un método adecuado á
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 13

la preparación de estudios científicos: Matemáticas elementales,


inclusive Aritmética comercial, Teneduría de libros y dibujo,
Geografía, especialmente la Geografía del Perú y i& Geografía
de América y Europa; Historia del Perú, con breves considera
ciones sobre la Historia general como antecedentes necesarios
para comprender la Historia Nacional; nociones de Mecánica
y Física comprendidas en un solo curso; Nociones de Historia
Natural con aplicaciones á la Geografía- del Perú; nociones de
Filosofía, Economía Política y Derecho, formando un solo curso;
Gramática Castellana, Lectura de composiciones literarias de
la lengua castellana, las más notables en los principales géne
ros, y análisis de sus formas para determinar las principales le
yes de la composición literaria; ejercicios apropiados para el
conocimiento de las leyes. La sección complementaria dará
una enseñanza práctica de los conocimientos apropiados al co
mercio, ó á alguna otra industria que se desarrolla ó conviene
desarrollar en la localidad.
Independientemente de los colegios de instrucción secun
daria, el Estado puede establecer y fomentar escuelas comercia
les ó industriales que completen la educación recibida en los
colegios de enseñanza general.
El Gobierno fomentará sociedades de patronato destinadas
A dar colocación productiva á los que obtengan una educación
industrial en los colegios y escuelas especiales.
Se pondrá en relación con las Cámaras de Comercio y so
ciedades que fomentan el trabajo para la realización de idén
tico fin.
La instrucción media debe tener presente que su objeto
principales preparar elementos para la educación industrial:
pero no debe ahogar la vocación de los que demuestren aptitu
des para estudios universitarios.
La Dirección General, al formular los programas de los
colegios, indicará aquellos en donde debe enseñarse el latín y el
griego.
El latín y el griego deben estudiarse, no con el propósito
de aprender á hablar esas lenguas como las lenguas vivas, ni
con el objeto de resucitar formas muertas para ofrecerlas como.
14 EL ATENEO

modelos á las aspiraciones artísticas del alma moderna, sino


como se estudian la arqueología y la pre—historia, con el fin de
adquirir un«concepto más perfecto de la humanidad actual, es
tudiando los antecedentes de su organización en las formas de
la humanidad antigua. Todo idioma es un organismo socioló
gico, que expresa, á su manera, una serie de evoluciones en la
actividad humana, y que forma, por lo mismo, parte do su his
toria. Eso dennieíitra- principalmente la importancia de su es
tudio. Pero las formas exteriores que traducen las evoluciones
del espíritu humano pueden estudiarse con dos fines diferentes,
como se estudian las formas artísticas: ó con el fin de imitarlas
ó de crear nuevas formas, inspirándose en ellas, ó con el de co
nocerlas simplemente, para llegar por su medio á resultados
prácticos y provechosos en otro orden de conocimientos. Es
con este segundo propósito que dehe enseñarse el latín y el
griego, en donde conviene estudiarlo, y en la manera y exten
sión (pie debe hacerse ese estudio, para no gastar fuerzas inútiles
en tal labor.
En los lugares en donde convenga establecer colegios com
pletos, allí debe enseñarse el latín, como curso de cuarto año,
empleando en su conocimiento dos horas por semana y redu
ciendo el estudio á traducciones de obras maestras y comenta
rios del profesor.
El curso de latín será facultativo para los alumnos que no
aspiren á abtener en la Facultad de Letras título de profesores
de Gramática j Literatura. Sólo para estos se exigirá esa pre
paración en instrucción media como obligatoria.
Cuando sea posible se establecerá un curso de griego en el
colegio de Guadalupe con el mismo carácter que el de latín.
La enseñanza universitaria debe darse en tres Universida
des solamente: las de Arequipa, Trujillo y Lima. El Gobierno
debe pedir la supresión de la Universidad del Cuzco, creando
con sus rentas pensiones para que puedan seguir en Lima sus
estudios superiores los alumnos de instrucción media que ten
gan aptitudes para hacerlos con provecho.
Las Universidades de Arequipa y Trujillo deben componer
se solamente de las facultades de Letras y de Ciencias.
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN
La Universidad de Lima debe componerse de las siguientes
facultades: Facultad de Letras y Ciencias Sociales, Facultad
de Ciencias Matemáticas y de Ciencias Físicas y Naturales, Fa
cultad de Jurisprudencia y Facultad de Medicina.
Dado el carácter utilitario que las Facultades de Jurispru
dencia y de Medicina tienen entre nosotros especialmente, pue
de considerárselas más bien como escuelas superiores de derecho
y de medicina, destinadas á formar abogados y médicos, más
que á cultiyar la ciencia misma. En' esas condiciones, su
relación con las otras dos facultades es semejante á la que tienen
las escuelas prácticas de oficios y profesionales con las de ins
trucción primaria y media.
La enseñanza en las facultades de Letras y de Ciencias ne
cesita ser, por tanto, general y particular, clásica y utilitaria,
para responder al doble fin de preparar los elementos necesarios
para las otras dos facultades y cultivar la ciencia con un espíri
tu completamente desinteresado, clásico.
Estas facultades tienen, pues, por su naturaleza y por su
situación entre la instrucción media y general, y la facultativa
particular que se da en las de derecho y medicina, esos dos fines;
pudiendo además llenar, provisionalmente, mientras se crean
escuelas normales superiores y escuelas especiales para forma
ción de funcionarios públicos, estos otros dos objetos, haciéndo
se de ese modo más utilitarias.
Con el objeto de preparar á los que ingresen á las faculta
des de derecho y de medicina, se exigirá á los que terminen los
cuatro años de instrucción media general, dos años de estudios
en las Facultades de Letras y Ciencias.
Las materias de aprendizaje en este período de preparación
serán la biología, la química, la historia, la geografía, la filoso
fía y la sociología.
Las facultades de Ciencias y de* Letras de Lima, con el fin
de atender á la misión de formar profesores, pueden clasificar
así sus títulos académicos: Bachiller en Ciencias Matemáticas,
Doctor en Ciencias Matemáticas, Bachiller en Ciencias Físicas y
Naturales, Doctor en Ciencias Físicas y Naturales, Bachiller en
16 KL ATKNEO

Filosofía, Doctor en Filosofía, Bachiller en Letras, Doctor en


Letras.
Los profesores bachilleres sólo podrán ser profesores adjun
tos titularos ó profesores internos; los profesores doctores serán
profesores principales titulares.
Las facultades de Letras y de Ciencias de Arequipa y Tru-
jillo tendrán la misión de preparar á los alumnos para las de
derecho y de medicina, y podrán también acordar los mismos tí
tulos académicos; pero los (pie gocen de ellos no podrán ser
nombrados profesores sino después de un año de práctica en los
colegios del Estado, en el que demuestren su competencia.
El Fisco acordará pensiones á los alumnos más aptos que
terminen su preparación en las Universidades de Arequipa y
Trujillo, para continuar sus estudios de medicina ó de derecho
en Lima.
La Facultad de Letras de Lima comprenderá la enseñanza
de las ciencias sociales generales, incluyendo en las materias de
su enseñanza las siguientes: Geografía, Historia, Filología, Fi
losofía y su Historia, Estética é Historia del Arte, Literaturas
Antiguas y Modernas, Sociología, Economía Política y Finan
zas, Administración y Política, y Pedagogia.
La Facultad de Letras y Ciencias Sociales de Lima podrá
conceder títulos de bachiller y doctor en Ciencias Sociales. á los
(pie necesiten esa preparación para las funciones públicas.
La Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas se re
fundirá en las de derecho y de letras.
El principio de diversidad aplicado en esta reorganización
está en armonía con las ideas antes consignadas y con la prác
tica de los países más cultos. La Alemania lo ha introducido
en esos establecimientos de educación, hace mucho tiempo; ese
principio sirve de base al sistema pedagógico inglés, la Francia
aspira á su realización y la Suiza ofrece una riqueza de variedad
de tipos de enseñanza superior á los demás países.
Por otra parte, el principio de igualdad no es el de la unifor
midad, como se sabe; y aunque parezca una paradoja, para hacer
efectiva la igualdad civil y política de los hombres, es preciso
tratarlos desigualmente.
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 17
Xo debe pretenderse, por consiguiente que todos los cole
gios sean iguales, é iguales también todas las universidades. Al
contrario, entre las escuelas debe haber diferencias semejantes
á lasque distinguen las familias; y escuelas-talleres, escuelas de
oficios, escuelas profesionales y colegios deben reflejar los carac
teres especiales de la localidad en que se desarrollan.
Además no todas las poblaciones ofrecen los mismos recur
sos de enseñanza, ni están bajo el mismo grado de vigilancia de
la autoridad central. Esto impone también diferencias en la
latitud y profundidad de la instrucción, y hace necesaria esa
centralización de ciertas funciones que sólo pueden encomendar
se á los establecimientos de la capital de la república.
Todo lo que debe aspirarse para salvar los fueros de la
igualdad jurídica es que el Gobierno proteja, por medio de becas
y de pensiones, los esfuerzos de los pobres y humildes que tie
nen probadas aptitudes para escalar las esferas superiores de la
enseñanza.
La organización propuesta está igualmente en armonía con
las nuevas ideas sobre la instrucción secundaria, con el verda
dero carácter que tienen entre nosotros los estudios universita
rios, con las necesidades de nuestro porvenir económico y social,
y con la calidad y extensión de los recursos qne posee el país
para obtener resultados provechosos en este género de reformas.
Hé aquí algunas de las conclusiones á que se ha llegado en
Francia, después de una investigación extensa, prolija y bien
ilustrada de las necesidades de la instrucción secundaria:
« Los programas no trazarán sino líneas generales. »
« Los provisores (directores de liceos) previo informe de los
Consejos de profesores, y bajo la autoridad de los rectores de aca
demias, arreglarán los detalles de aplicación de los planes de
estudios, teniendo en cuenta las necesidades de los alumnos y
los recursos de cada establecimiento. »
« Habrá en los programas de la enseñanza clásica y de la en
señanza moderna materias obligatorias y materias de opción ».
« El sistema de cursos graduados será sustituido, en cuanto
sea posible, al de clases. »
« Los provisores tendrán la facultad de organizar cursos co-
3
i
.18 EL ATENEO
mimes para los alumnos de la enseñanza clásica y de la ense
ñanza* moderna. »
« La enseñanza clásica se dividirá en dos actos de tres años
cada uno. »
« El programa del primer ciclo comprenderá la educación
moral y la instrucción cívica, la lengua francesa, el latín, una
lengua viva,' la historia, la geografía, los elementos de matemá
ticas y el dibujo. »
« El latín se enseñará en tres cursos graduados. »
« Los elementos del griego serán enseñados en el ter
cer año. »
« Para los alumnos que se preparan para las escuelas cien
tíficas ó comerciales, el estudio del griego podrá ser reemplaza
do por conferencias de ciencias ó ejercicios de lenguas vivas. »
« El segundo ciclo comprenderá, con el carácter de obliga
torias, la literatura francesa, la literatura latina, la lengua y la
literatura griega, la historia considerada en sus grandes perío
dos y bajo el punto de vista del desarrollo de la civilización, la
geografía y la filosofía; y con el carácter de libres, las matemá
ticas, la física, la química, la historia natural, las literaturas
extrangeras, etc. »
« Se establecerán en cierto número de liceos cursos prepara
torios de latín y de griego para permitir á los alumnos que sa
len de la enseñanza moderna ó de la enseñanza primaria supe
rior, abordar el ciclo superior de la enseñanza clásica. »
o La enseñanza moderna se dividirá como la enseñanza clá
sica, en dos ciclos de tres años. »
« El programa del primer ciclo comprenderá obligatoria
mente la educación moral y la instrucción cívica, la lengua fran
cesa, una lengua viva, la historia, la geografía, los elementos de
las ciencias y el dibujo. »
« Se podrán agregar cursos complementarios al programa,
apropiados á las necesidades de los futuros comerciantes, indus
triales y agricultores, según las exigencias de diversas regiones.»
« El segundo ciclo comprenderá las ciencias matemáticas,
físicas y naturales, la literatura francesa, las lenguas y litera
turas extrangeras, la filosofía, la historia considerada en sus
EL PROBLEMA DK LA EDUCACIÓN ]í>

grandes períodos y bajo el punto de vista del desarrollo di la


civilización, la geografía en sus relaciones con la economía po
lítica, eFdibujo, etc. »
« Para responder á las diversas necesidades de los alumnos
habrá cursos obligatorios y cursos libres. »
« La enseñanza de las lenguas vivas será, en el primer ci
clo, esencialmente práctica, Se le consagrará el tiempo necesa
rio uara que los alumnos se encuentren en estado de leer, de
escribir y„ en cuanto sea posible, de hablar la lengua usual. »
K Los alumnos se repartirán en cursos según su capaci
dad. »
« Se establecerán, con el concurso de las ciudades y de las
Cámaras de Comercio, pensiones para la residencia en el ex
tranjero. » •
« La enseñanza del dibujo se dará igualmente en cursos gra
duados. Se le dedicará un mayor número de horas y una san
ción en los exámenes. »
Estas conclusiones aceptan, como se vé, dos tipos de ense
ñanza solamente, la enseñanza clásica antigua y la enseñanza
clásica moderna, en la que se dá mayor importancia al elemen
to científico.
Pero cabe un tercer tipo, que sirva de intermedio entre la
llamada enseñanza moderna en Francia y la instrucción prima
ria, un tipo que, hasta cierto punto, realiza el Colegio Chaptal
de París, destinado á la instrucción primaria superior, pero en
el que se dá una enseñanza semejante á la de los colegios rea
les de Alemania.
A este tipo se refiere Bourgeois cuando en esa investigación,
cuyas conclusiones ha formulado Ribot, se expresaba así: "Yo
pienso, pues, que debe existir un tipo de enseñanza distinto del
clásico y el moderno. ¿Esta enseñanza es secundaria ó prima
ria? Yo no lo sé. Hay un fin práctico; he ahí lo que yo sé so
lamente. Puede ofrecerse por maestros salidos de la escuela
primaria, ó por profesores de colegios ó de liceos; eso me es in
diferente, probado que esa enseñanza responda bien á su objeto.
Yo creo que hay lugar para esa enseñanza con destino profesio
nal, de duración más corta y, yo insisto, con tipos infinitamen
20 KL ATKNEO

te variados. Ella existe en París, principalmente en nuestras


escuelas superiores, y da resultados excelentes
>
Ese tipo de enseñanza en cuatro años, con un fin profesio
nal y principalmente utilitario es el que se propone en esta
reorganización de los colegios. Es el tipo ¡impuesto hace tiem
po por Ferneuil, y el de las High Scbools. El colegio, así
organizado, puede considerarse como el primer ciclo de la ense
ñanza media, siendo el segundo el formado por los dos años de
preparación en las facultades, durante los que, realmente, se
completan y perfeccionan los conocimientos científicos y litera
rios adquiridos muy elementalmente en el primer ciclo. Sólo
q\ie, separadas ambas enseñanzas, se obtiene el doble resultado
de encaminar por el sendero práctico de la profesión industrial
al espíritu mediocre, ó que tiene esa vocación no obstante su po
der, y se permite únicamente á las naturalezas superiores el in
greso á las facultades, mediante un severo examen de admisión.
Así separadas ambas enseñanzas, los menos esforzados no senti
rán el mismo estímulo que los más vigorosos para llegar á la
adquisicion de títulos que no les abren ninguna carrera prove
chosa en la vida, ni habrá fatigados (pie se queden á medio ca
mino sin preparación para ninguna carrera; sino que la pen
diente misma de los estudios ofrecidos al termino de los cuatro
años de instrucción jnedia llevará á los más á las secciones pro
fesionales, y elevará á los menos á las puertas de la Universidad
para seguir allí la educación superior que todo país culto se es
fuerza por dar á los que estan llamados á formar la clase diri
gente de la sociedad. Así también se consigue (pie la'instruc-
ción media reuna sucesivamente los dos tipos de la enseñanza,
siendo en su comienzos utilitaria, para combinar en sus últimos
años los conocimientos generales profesados en la facultad de
letras con los conocimientos científicos de la otra facultad.
Son, pues, estas dos facultades madres las que tienen la mi
sión de seleccionar los elementos ofrecidos por la instrucción
media, y de completar y perfeccionar su educación; la misión de
formar esa élite social, destinada á dirigir más tarde los negocios
públicos, que todos los países tienen empeño de educar, com
prendiendo que sin ella, sin su acertada dirección, el progreso
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 21
es casi imposible, y á la que nosotros no hemos dado to
da su importancia; que, :il contrario, hemos procurado des
truir, dictando leyes protectoras de la ignorancia, bajo el impe
rio de aplausos y protestas de jóvenes incapaces de apreciar to
davía la conveniencia pública y privada de esa selección, y opo
niendo á sus resultados, como dividendo, el tesoro fiscal, para
deducir cuocientes que persuadan á los que calculan con vara
de mercader los beneficios incalculables que son capaces de pro
ducir unos cuantos hombres superiores, influyendo eficazmente
en la marcha de la sociedad.
Juzgando con un criterio incompleto los intereses de la edu
cación nacional; pensando que el interés individual es el único
que debe consultarse en la organización de la enseñanza; olvi
dando que al lado de ese interés, y quizás si sobre él, está el in
terés público, que debe garantizar el Estado, se ha combatido la
importancia de los estudios de esas facultades interrogando
solamente sobre el beneficio que de ellos pueden obtener médi-
dicos, abogados ó ingenieros, sin reflexionar que médicos, abo
gados, ingenieros, literatos, hombres de negocios y grandes
industriales dirigen el país entero hacia fines que no se explican
únicamente por el interés individual, y que muchas veces impo
nen el sacrificio dela individualidad.
Tiempo es. por lo tanto, de reaccionar contra ese criterio
que ha ido agotando lentamente los elementos de la clase diri
gente, hasta hacer sentir con tristeza su deficiencia en la compo
sición de los Poderes Públicos. ¿Cómo esperar que la socidad
cambie de rumbos y modifique su naturaleza, si los capaces de
señalar esos nuevos caminos y de presidir el movimiento nacio
nal empequeñecen su espíritu, rebajándolo, encerrándolo en el ho
rizonte estrecho de la conveniencia egoista? ¿Como engrandecer
las miras, elevándose á alturas accesibles por los verdaderos ta
lentos, y en las que se mantienen tan sólo los caracteres amplios
y vigorosos, si se confunde la misión de las facultades universi
tarias con las de las escuelas primarias, y se da preferencia á las
combinaciones económicas que aseguran ahorros para necesida
des de un orden muy subalterno?
Quienes mediten en estas consideraciones sin ligereza, sin
ánimo prevenido, sin prejuicios insensatos, comprenderán más y
22 EL ATENEO

más los bienes que el país puede reportar de esa misión educa
dora, confiada á las facultades madres, fundamentos de la ense
ñanza universitaria.
La supresión de la Universidad del Guzeo responde á su
inutilidad. Nadie sostendrá de buena fe que sea necesario con
servarla, existiendo otra en Arequipa en mejores condiciones de
progreso.
No se consideran en la Universidad de Arequipa más que
las facultades de ciencias y de filosofía y letras; porque esa ciu
dad recibe mayores males que bienes con las otras facultades.
Arequipa es una ciudad que por su posición geográfica y el ca
rácter de sus habitantes está llamada á tener una gran impor- .
tancia comercial y manufacturera. El brillo de la carrera del
foro; las facilidades ofrecidas para obtener el título de abogado;
la influencia política que han tenido algunos abogados arequi-
peños; la propaganda fanática mantenida por el clero de esa
ciudad en su exclusivo provecho, y el éxito feliz de las revolu
ciones germinadas allí, han desviado la corriente de la actividad
local, empujándola hacia el foro y la política, los conventos,
los cuarteles y los empleos públicos. Combatidas esas intíueu-
cias y fomentadas las profesiones comerciales 6 industriales, la
energía del carácter arequipeño, la vivacidad de su inteligencia
obrarán verdaderos prodigios en esa vía práctica, haciendo de
Arequipa, y por su grandeza, lo que no han hecho hasta ahora,
lo que no harán abogados influyentes, frailes fanáticos, genera
les valerosos ó funcionarios felices salidos de su seno. Un cam
bio radical en el sentido de la actividad social imprimirá al
fin un cambio notable en la fisonomía moral de ese pueblo ex
plotado por sus caudillos.
La Universidad de Arequipa continuará siendo ortodoja y
conservadora seguramente; pero eso no será un mal si en oposi
ción á esa corriente de ideas se levanta, en Trujillo, por ejemplo,
una universidad con ideas opuestas, y la de Lima llega á conci
liar esa oposición con sus enseñanzas de tolerancia. Quizás si
eso sería un bien; porque echaría las bases de partidos políticos
con cierto grado de solidez en sus adherentes, y las evoluciones
futuras dejarían de ser el fruto de combinaciones más ó menos
estrechas del egoismo personal.
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN
No se ha considerado la Facultad de Teología en la Univer
sidad de Lima, porque de hecho esa facultad está separada de
las demás, y porque á medida que la ciencia recupere en la en
señanza universitaria la autonomía que tieue ó debe tener en
toda universidad, esa separación será más profunda. Al no
considerarla, por consiguiente, en la composición propuesta, no
se hace más que consignar un hecho necesario.
La Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas no tie
ne razón científica de existir como facultad independiente de las
de Filosofía y Jurisprudencia, con cuyos materiales se ha for
mado para satisfaser una necesidad que la Facultad de Filosofía
y Ciencias Sociales puede llenar con ventaja, mucho más si se
la organiza como la de Ginebra, agregándole cursos de Derecho
Natural, Derecho Constitucional y Legislación Comparada.
Refundida en las facultades de Filosofía y Jurisprudencia, dará
á estas mayor importancia, sin dejar vacío en la enseñanza, y
sus cursos serán más frecuentados que ahora por los nuevos ob
jetos á que deben dirigirse.
Pero una organización como la propuesta en las anteriores
líneas, ó cualquiera otra más adecuada á nuestras condiciones
actuales y á las necesidades de nuestro porvenir, no producirá
beneficios prácticos en el desarrollo del espíritu nacional si no la
preside la unidad de un pensamiento director, si no la secunda
una estrecha solidaridad entre todos los órganos de la enseñan
za. y si directores, profesores y maestros no prestan todo el con
curso de su buena voluntad para destruir la rutina existente y
dar á la instrucción un giro diferente del que sigue hace tan
tos años.
A este fin contribuirá poderosamente una reforma radical
en la comprobación de la suficiencia de los educandos.
Toda la enseñanza actual, se ha dicho antes, no se dirige á
otro fin que á preparar á los alumnos para los exámenes anua
les, ya sea con el objeto de fascinar al público mal educado, ex
hibiéndole formas brillantes que desea, que espera y con las que
se dá por satisfecho, aun cuando esas formas contengan ideas las
más superficiales, ya sea para atrapar, por cualquier medio, un
título que dé entrada en el movimiento social y permita la parti
cipación de los provechos que ofrece. Salir bien en el examen,
24 EL ATfiNKO

con lujoso aparato en escuelas y colegios, y de cualquier modo


en los establecimientos superiores, esa es la única aspiracion del
alumno fomentada por sus mismos maestros y por el mismo pú
blico interesado en la enseñanza. La educación moral del
alumno, la solidez de sus conocimientos, la conveniente prepa
ración para la vida privada y pública, son intereses que sólo se
tienen en cuenta cuando llega la ocasión de disertar sobre refor
mas en este ramo. Y sin embargo, esos deberían ser los fines
que persiguiese constantemente la enseñanza, y que no perse
guirá mientras no se cambie radicalmente el objetivo, y en vez
de colocarlo al fin del año, se le coloque en cada uno de los mo
mentos de la educación del alumno. Lo que es ahora un pun
to de mira debe convertirse en una línea de conducta. Para
eso es preciso suprimir los exámenes totales de fin de año, y
reemplazarlos por pruebas tomadas en diversas épocas y en for
ma diferente á la actual. Con esa modificación desaparecerá el
interés de lucir en los exámenes finales, y no se elegirán los co
nocimientos de lev para engalanar la inteligencia de los niños en
aquellas pruebas de fantasmagoría, sino los (pie sirvan para edu
car esas facultades; no se confiará al acaso, á la rapidez de las
pruebas y á la escasa preparación de los jurados el éxito de exá
menes consistentes en derramar ante estos jurados lo depositado
por la memoria en la inteligencia, como se derrama un líquido
insípido é inodoro, que no deja huella en el vaso que lo contu
vo; sino que las pruebas se prepararán y se recibiran gradual y
lentamente, cuando el alumno tenga la conciencia de su saber y
haya hecho carne de las ideas adquiridas. Los títulos no serán
entonces boletos de pasage para llegar en común al banquete de
la vida social, sino que imprimirán verdadero carácter, y serán
la expresión de un verdadero poder.
No es aquí en donde conviene desarrollar un plan completo
de reforma á este respecto; basta insinuar algunas ideas princi
pales que puedan servir de base para ella.
Los exámenes deben ser de admisión, de paso y de título.
Los primeros deben practicarse al ingreso á una escuela de ins
trucción primaria, al pretender el ingreso al primer año de ins
trucción media y á los estudios universitarios, y al solicitarlo en
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 2")
las facultades de derecho, de medicina y demás establecimientos
de instrucción superior.
El examen de admisión en la escuela sólo tendrá por obje
to la clasificación del examinado. Los demás tendrán el obje
to de seleccionar á los más aptos; se practicarán con arreglo á
cuestionarios que se formulen en cada institución, y se procede
rá en ellos con la más grande severidad.
Xo habrá exámenes de admisión en las escuelas talleres,
ni en las de artes y oficios, ni en las industriales ó comerciales,
salvo los casos de concurso para conceder becas.
Los exámenes de pasage consistirán en revisiones periódi
cas de los cursos hechas por los mismos maestros ó profesores,
en presencia de sus jefes ó los inspectores de instrucción.
Los resultados de estos exámenes, que deben formar parte
del mismo método de enseñanza, se consignarán en el libreto es
colar, cuyos datos se tendrán en cuenta en los exámenes de ad
misión y de título.
Los exámenes de título se rendirán en los establecimientos
de instrucción superior segúu sus respectivos reglamentos.
Al fin de cada año escolar, se exhibirán en cada escuela ó
colegio los trabajos de los alumnos; se practicarán ejercicios
gimnásticos; se recibirán composiciones literarias y se distribui
rán recompensas á los esforzados.
Los exámenes de título deben ser orales y escritos, divi
diéndose los primeros en un número de sesiones proporcionado
al número de materias sobre las que deben versar.
Cada materia debe ser examinada por el respetivo profesor.
Las tesis deben ser estudiadas por una comisión de profesores
que emitirá un informe detallado sobre su importancia, y formu
lará todas las observaciones que el alumno ha de contestar.
Con estas ú otras reformas, el examen no demandará un
esfuerzo nocivo para la inteligencia del alumno, no será un ejer
cicio de la memoria solamente, y permitirá adquirir un conoci
miento, lo más exacto posible, de la aptitud del examinando.
El examen será calificado con notas que se consignen en los
respectivos títulos y en el libreto escolar.
Sea esta ú otra la reforma en el régimen actual de pruebas
'26 EL ATENEO
de suficiencia, cualquiera que destruya esa tendencia de los es
tudios que hemos marcado como funesta para la educación,
producirá bienes inmensos, habituando al hombre desde la in
fancia á dar mayor importancia al fondo real de las cosas, á su
aspecto serio y útil, que á las apariencias seductoras forjadas por
la imaginación con propósito deleitoso solamente.
Así la inteligencia irá en pos de fines prácticos por los ca
minos más accesibles.

(Continuará.)
Boeeíog del Mo XMI

( CTTAKTO BOCETO )
'

UN ARDID DE FEDERICO EL GRANDE

gos lo quita, amigo mío, nos lo quita !—exclamaba con


gaire de viva contrariedad el sagacísimo Thiriot deteniendo
á Marmontel en una galería del Palais Royal.
El afortunado escritor lemosino, que gozaba á la sazón
de envidiable prestigio en las reuniones matinales de la
marquesa de Pompadour, miró en actitud perpleja á su interlo
cutor, y le dijo:
— No piense usted inquietarme, Thiriot. Los que sabemos
que es usted un incorregible blaguenr
—Hablo ahora* con la formalidad propia de un notario del
Chátelet. Nuestra querida Francia va á ser privada del más
grande y célebre de sus hombres de letras, de la personalidad
extraordinaria que distribuye á su talante con la pluma la glo
ria y el oprobio, del genio que miran con terror todos los explo
28 EL ATENEO
tadores de la credulidad humana porque amontonando contra él
calumnia sobre calumnia, perfidia sobre perfidia, han tenido
que reconocer al fin su impotencia ante el aplauso de la Europa
intelectual que lo admira y venera.
—-¡ Cómo ! Nuestro amigo Voltaire
—A él me refiero. Usted sabe que son una vergüenza para
la Francia las persecuciones, las hostilidades de todo género
sufridas por ese hombre ilustre en su ya larga y gloriosísima
carrera. Es triste tener que convenir en que la prevención
aviesa de que es objeto no se debe tanto á la noble independen
cia de su carácter, ni á los arteros manejos del oscurantismo
teocrático, como á la envidia y al odio de los publicistas á
quienes jamás ha disputado empleos ó pensiones, á quienes
nunca humilló por medio de intrigas. y respecto de los cuales
no perdió ocasión de prodigar obsequios pecuniarios, elogios
generosísimos, todo género de favores propios para contrarrestar
las inspiraciones de la vanidad herida por una alteza intelectual
harto incontestable.
—Nadie me aventaja en admiración hacia Voltaire—obser
vó sonriendo Marmontel. —Le debo mi favor en la corte, y ha
sido el expléndido Mecenas que guió mis primeros pasos en la
Babel parisiense. Creo, no obstante, que la exagerada irritabi
lidad de sus nervios
—No prosiga usted. Si esa irritabilidad existe, hay que
atribuirla á los émulos literarios, y á los fanáticos ú obtusos que
no le perdonarán nunca ni las Cartas filosóficas, ni la trajedia
Mnhoma, ni la famosa Epístola á Urania, y que procuran desa
creditar su persona y sus libros con toda suerte de falsedades y
de intrigas. Los ataques de la injusticia perseverante é hipó
crita bastan para agriar la condición más benévola. Yo he estu
diado como nadie, por la intimidad en que vivimos algunos
años, la fisonomía moral de ese hombre, sin el antifaz de autor
insigne, sujeto á los convencionalismos deí arte, y he encontra
do siempre en él á un sér, altivo sí, pero propenso á todo lo
noble, á todo lo que revela bondad ó compasión profunda hacia
el infortunio ajeno. Y para probar la exactitud del juicio que
acerca de su índole generosa y humanitaria me he formado,
BOCETOS DEL SIGLO XVI II 29
hasta nn solo hecho. No habrá olvidado usted, amigo Mar-
montel, la tempestad de libelos infamatorios que se desencadenó
contra el cantor de La Herniada con motivo de su discurso de
recepción en la Academia Francesa. Travenol, un desgraciado
violinista de la Opera, en complicidad con el abogado Rigolay
de Juvigny, llevaba á domicilio y vendía los tales libelos.
Voltaire, que acababa de pasar algunos meses en el campo con
madama de Pompadour, tenía entonces el influjo necesario para
disponer á su antojo de'la policía de Su Magestad Luis XV.
Cediendo á un impulso de legítima indignación, sus amigos
hicieron aprehender al violinista. Pocas horas después, el pa
dre de Travenol, anciano de ochenta años de edad, presentóse
en la casa de Voltaire pidiendo gracia para el culpable. Desde
sus primeras frases, toda la cólera del escritor sintióse vencida
por la voz de la naturaleza que le imploraba, y el octogenario era
• muy luego abrazado, consolado por el ofendido, que corría jun
to con él á pedir la libertad de su hijo.
—De modo que usted opina
—Que Voltaire no es sólo un prodigio intelectual, sino
también un gran corazón. He aquí por qué me aflige doble
mente (pie al verse en Francia blanco de las iras de la ignorancia
ensoberbecida y todopoderosa, ceda á las tentaciones del rey de
Prusia, que hace tanto tiempo pugna por convertirlo en el pri
mer ornamento de su corte.
—Pero yo sé que él se ha resistido
—Mientras vivió su amiga íntima, la marquesa del Cháte-
let, mujer extraordinaria que, como usted no ignora, comentaba
á Newton, y resolvía sobre el encerado los más difíciles proble
mas geométricos, el Apolo francés no habría pensado nunca en
alejarse permanentemente de su patria. Pero desde que murió
la marquesa, el gran Federico, cuya correspondencia con Vol
taire comenzó en la época en que su padre el rey sargento le
castigaba por escribir versos franceses, viene redoblando sus
esfuerzos para atraer al poeta de Semíramis y de La Prude.
Ultimamente le ha ofrecido el título de chambelán, la gran
cruz de la orden del Mérito, y una pensión de veinte mil libras.
— Corbleu ! ¡ Vaya una proposición tentadora !

t
30 EL ATENEO
—La única esperanza que teníamos de conservar á Voltaire
en Francia consistía en que .al rey de Prusia no le halagaba la
idea de que fuese á Berlín ó á Postdam esa respetable madama
Denis, sobrina del autor de La Pucelle, cuya fealdad tiene ya
fama europea. Voltaire, que la estima como á un ama de lla
ves modelo, no quiere separarse de ella. A fin de obligarle á
que lo haga, Federico consiente en dar mil luises para los gastos
de viaje de nuestro insigne compatriota, pero se resiste á entre
gar otros mil para la decorosa traslacion de la tal sobrina. El
primero de nuestros escritores, que á despecho de la nobleza de
su carácter suele ser voluntarioso y terco, se siente herido en su
amor propio por esa actitud del monarca prusiano, y aunque
sus recursos de millonario y su habitual desprendimiento den
colorido cómico al mal humor que por dicha razón manifiesta,
ha declarado que no saldrá de Francia sin llevarse consigo á la
hacendosa madama Denis.
—Con (pie, por lo visto, si el rey de Prusia no cede
—¿Cree usted que el viaje se quedará en proyecto? Así lo
he pensado yo, sin contar con que Federico es mucho hombre.
Sepa usted que ese escéptico soberano, comentador de Maqpia-
velo, tiene más terquedad ingénita que Voltaire, y se ha pro
puesto, por una parte, que éste vaya solo á Berlín, y por otra
no remitirle ni un sueldo más de los consabidos mil luises.
—¡ Hum ! Lo primero me parece difícil.
—Es que ha ideado con tal fin una diabólica estratagema.
Usted conoce á d'Arnaud, ese joven poete á quien Voltaire ha
socorrido en más de una ocasión con su acostumbrada generosi
dad. Pues bien, Federico se ha dicho Pero no, es mejor
que juzgue usted personalmente acerca del éxito del ardid ger
mánico. El domicilio de Voltaire está próximo. Vamos á vi
sitar á nuestro susceptible grande hombre.
Y diciendo esto, golpeó familiarmente Thiriotcon la diestra
el hombro izquierdo de su interlocutor, y ambos se dirigieron
apresuradamente al departamento de garlon que ocupaba en
París el émulo famoso de Corneille y de Racine.
Voltaire trabajaba sentado en su lecho cuando Thiriot y
Marmontel entraron en aquel lujoso dormitorio donde solían
BOCETOS DEL SIGLO XVIII 31
rendir homenaje de admiración al primer génio literario de
Francia las más encumbradas personalidades del país y dei
extrangero.
El dramaturgotde Zulima y de Nomine tenía entonces cin
cuenta y seis años. Los achaques propios de una organización
delicada, excepcionalmente impresionable, no habían logrado
afectar todavía, ni su maravillosa constancia para el estudio, ni
la vivacidad que le era característica.
—Acabo de recibir—dijo á los dos amigos—una carta del
rey de Prusia. Expresa en ella que no le desagradaría que
madama Denis me acompañara en el viaje á Berlín, pero que
no exige tal cosa. ¡ Qué tacañería tan vergonzosa en un monar
ca ! Guarda el oro en toneles, y no quiere pagar con la mise
rable suma de mil luises el placer de saludar en Berlín á madama
Denis. ¡ Y tendrá, tendrá que hacerlo, ó renunciaré al proyectado
viaje ! Pero hablemos de París. ¿ Qué noticias me da el amigo
Marmontel?
—Ninguna traigo de verdadero interés. En cambio el ex
celente Thiriot
—Sepamos, sepamos: ¿ Con que usted, Thiriot, puede ob
sequiarme alguna nueva cuya importancia
'—No le será posible desconocer, amigo mío— articuló con
sonrisa irónica y gangueo de capuchino el interrogado.
—¡ Oh ! Ese aire
—Es el que conviene para avisarle á usted que Arnaud
Baculard, el paupérrimo poeta á quien ha sacado más de una vez
de ahogos monetarios, llegó hace pocos días á Postdam, donde
el rey de Prusia lo ha recibido con los brazos abiertos.
—¡ Con los brazos abiertos !
—Y que Arnaud le ha dirigido una epístola en verso
—¿ Llena de ripios y de hinchazones ?
— Nada de eso. Muy bella en su fondo, y muy bien escri
ta, tanto que el rey le contestó con otra en francés correcto.
—¡ Bah, bah ! ¡ El rey de Prusia una epístola á d' Arnaud !
Se han burlado, se han burlado de usted al decirle tal cosa,
inocente y crédulo Thiriot.
i

32 EL ATENEO
—Tal vez me han hecho objeto de una chanza —replicó el
apostrofado—pero traigo en el bolsillo ambas epístolas.
—Démelas, démelas usted pronto: quiero leer sin tardanza
esas dos obras maestras.
Voltaire [recorrió apresuradamente con la vista la epístola
de Amaud, y muy luego se dibujó en sus labios una sonrisa
despreciativa.
—¡ Qué insulsez ! ¿ Qué vulgaridad ! ¡ Qué bajeza !— dijo
al terminar su lectura.
Leyó después la del rey en silencio, y con aire de compa
sión, hasta que se detuvo en aquellos versos que decían:

Voltaire está en su ocaso


y luce vuestra aurora.

Hizo entonces el célebre escritor un movimiento brusco,


saltó de su lecho, y recorriendo en paños menores (*) á grandes
pasos la chambre áconcha; exclamaba:
—¡ Voltaire en su ocaso y Baculard en su aurora ! ¡Y es
un rey el que expele este enorme desatino ! Tengo que ir, ten
go que ir á enseñarle á conocer á los hombres.
Marmontel y Thiriot juzgaron prudente deslizarse hasta la
puerta, y salir de la estancia ahogando la risa.
Pocas horas después, Voltaire partía solo de París en una
silla de posta con dirección a Prusia, y Thiriot exclamaba en el
café de Procopio, ante cinco ó seis admiradores del poeta de
Tanis y Zelida:
—El gran Federico se ha salido con la suya. Consigue
(piitarnos á Voltaire, y nos deja á su anti-estética sobrina.

Manuel A. San Juan.

(*) Histórico.
\
MilthiiifhiíilthiiiffimrrfTnntmirr^
©OO^ G 0 O ©'© O O O© O OO © Q00QO©OOQ OGOGQOOOOOOO ©O O O OO G ©

EL FRACASO DE LA VACUNA

L señor Alfredo Helsby ha publicado hace poco, en Val


paraíso, un liliro muy interesante y que puede, con toda
í justicia, considerarse como una obra de bien público, con
el título un poco llamativo que me sirve también de epígra-
Y feá estas líneas; y ha hecho, sencillamente, asimismo,
un libro de ciencia, por los datos que contiene, por la unidad de
exposición que lo informa y, sobre todo, por las útiles cosas que
pretende enseñar y, en no poca parte, enseña en él el señor
Helsby. Es, además, una obra de propaganda y de polémica,
y su razón de ser está claramente explicada en los siguientes
párrafos que, á este respecto, ha escrito el autor como Prefacio
y que dan una idea más ó menos aproximada de la obra.
" El presente opúsculo, dice el señor Helsby, contiene, con
lijeras modificaciones, una serie de artículos leídos ante la
Sockdad C&núfim de Valparaíso. Ellos fueron provocados pol
la lectura (en sesión de 1? de Julio de 1896) de un trabajo en
que se recomendaba la implantación, en Chile, de la ley de va
cunación obligatoria.
" Estando el que suscribe al cabo de la creciente reacción
que en Europa se viene desarrollando contra la fatalísima rutina
34 EL ATENEO
de Jenner, creyó de su deber protestar, apoyado en el derecho
incuestionable de la defensa propia, y fundándose en documen
tos oficiales y fallos de facultativos eminentes.
"Presentó, pues, en sesión de 9 de Setiembre una lijera
reseña sobre el «origen, aplicación y resultados de la vacuna»
y ofreció discutir seria y detenidamente la materia, con cual
quier amigo de la vacuna que así lo desease.
"El guante fué recogido por el doctor Luis Asta-Buruaga —
no sin protesta de uno de sus colegas, que negaba hasta el de
recho de cuestionar sobre esta materia—é inicióse una animada
discusión, que duró hasta el 2 de Diciembre, fecha en la cual
quedaron contestados los últimos argumentos del señor doctor,
y cerrado el debate, por común acuerdo. 1 '
El Prefacio trae, en fin, una Nota, en la que el autor dice
que "había propuesto alSr. Asta-Buruaga la publicación, en el
mismo folleto, de los artículos suyos, á fin de permitir al público
examinar conjuntamente el pro y el contra de la importante cues
tión," y que, no habiendo conseguido esto, recomienda, en todo
caso, la lectura de aquellos artículos, que— según entiende—
serán publicados por el Instituto de Vacuna de Santiago, en
pro de sus propios intereses y con dineros del Estado.
" No soy yo, —concluye el señor Helsby, —quien huye de
la parte contraria.
"Sea la luz:'
Los puntos principales tratados en la obra son los si
guientes:

LA VACUNA

I Tiene hoy día numerosos y caracterizados enemigos

II Es enteramente inútil contra la viruela: mas bien ayu


da á propagar la enfermedad

III Causa estragos terribles: es un atentado contra la vi


da del sujeto.
EL FRACASO DE LA VACUNA 35
IV Sus estragos son imprevisibles é inevitables: no hay
garantía posible

V Es capaz de causar diez mil defunciones anuales en


países como Chile, por ejemplo.

VI No guarda analogía con otras formas de inoculación.

VII Es rechazada ya por diez millones de ciudadanos en


Inglaterra, ó sea la tercera parte de los habitantes

VIII Tiene que ser más desastrosa en América que en Europa.

LA VACUNA OBLIGATORIA

Es combatida cada día más en Europa: ha sido rechazada


en Francia, derogada en Holanda, Suiza y otros Estados y aca
ba de ser suspendida en Inglaterra.

LA VIRUELA

I Es un resultado de la falta de higiene y solo cede ante


las reformas higiénicas.

II Es una enfermedad relativamente benigna, cuando se


sabe tratarla.

III Su carácter no se ha hecho más benigno con la introduc


ción de la vacuna.
36 Et. ATENEO
Ahora bien, el señor Helsby prueba, en efecto, de manera
irrefutable y con gran acopio de datos y documentos oficiales
auténticos (presenta mas de 300 citas), que la pretendida pro
filaxia vacunista es completamente falsa é ilusoria.
Así, por ejemplo, entre los serios peligros que trae consigo
la inoculación en la sangre de las asquerosas sustancias bautiza
das con el engañoso nombre de " linfa pura," el señor Helsby
exhibe una nómina de las enfermedades directamente fomenta
da por aquella rutina, á saber: "sífilis, escrófula eczema, erisi
pela, eritema, piohemia, celulitis, psoriasis, septicemia, marasmo,
impetigo, menivjitis, pitiriasis angioleitcitis, mesenteritis, prurigo,
gangrena, ceguera, tisis, tuberculosis, pulmonía, bronquitis, diarrea,
convulsiones y raquitismo, además de una gran variedad de erup'
ciones, llagas, diviesos, fístulas y ulceraciones de diversas es
pecies (págs. 79 y 80).
Y en apoyo de estas afirmaciones, en la página 28 de su libro,
léese lo siguiente:
"En Alemania fué la epidemia de 1871 el mas terrible bo
chorno para la vacuna. En Prusia sola, vacunada en un 70
por ciento de sus habitantes, hubo nada menos que diez gran
des ciudades que tuvieron cada una desde mil defunciones para
arriba por cada cien mil habitantes."
Cita á continuación las ciudades y coloca al frente de cada
una el total de defunciones por cada cien mil almas. Ninguna
deja detener menos de mil; llegando algunas, como Bochum, á
3,290.
"Pues ni Valparaíso, continúa el señor Helsby, con todas
sus pésimas condiciones sanitarias (según se dice) y su morta
lidad fenomenal (esto sí que es verdad) ha podido jamás mos
trar cifras de viruela como estas.
"Y ¡cuidado! que las vacunaciones en Valparaíso no pa
sarán, quizás, dela cuarta parte de las vacunaciones y revacuna
ciones que hubo en Prusia en aquel año.
"Y esas diez ciudades, tan bien vacunadas, tenían ade
más un término medio de solo unos 24,000 habitantes cada una,
otro motivo mas para que no hubiesen sufrido tanto del fla-
jelo, como Valparaíso, con su friolera de cien mil almas!
EL FRACASO DE LA VACUNA 87
*
"¿Es así, termina el señor Helsby, cómo la vacuna j«'oíf/V
de la viruela? "
En ese mismo capítulo el señor Helsby cita las afirma
ciones del sabio doctor Stamm, miembro de varias sociedades
científicas de Europa y América y presidente honorario de la
.Sociedad Médica Etiológica de Berlín.
El Dr. Stamm ha llegado á sostener que «la vacuna es hoy
una de las camas de las epidemia*; y, como afirma el señor Hels
by. «dice el doctor Stamm que él mismo ha demostrado, con
experimentos prácticos, llevados á cabo durante varios años,
que la pústula del vacunado es un pozo de infeción variolosa para
cuantos le rodean, y que esta rutinaria práctica debiera casti
garse criminalmente." (Krauheiten— Vernichtvngslehre, desde
la página 493 para adelante).
La opinión de los médicos que defienden el prestigio de la
profesión, es muy otra, sin duda; pero, por lo mismo, las afir
maciones de hombres tan eminentes como el doctor Stamm, son
bien dignas de tomarse en cuenta y deben discutirse, en pró
de todos, racionalmente, por lo menos. El señor Helsby hace
esto en su libro: discute racionalmente y con lógica, acumulan
do pruebas y argumentaciones irrefutables y sin cuento para
hacer la luz y establecer la verdad en la tan delicada cuestión
que le ocupa, y, á medida que se avanza en la lectura de su
obra, el convencimiento de que, en efecto, "la vacuna es ente
ramente inútil contra la viruela y que más bien ayuda á propa
gar la enfermedad," penetra en el espíritu del que lee, y se
pone uno de parte del autor. Porque el señor Helsby, además
de las lógicas razones con que combate por su causa, trata siem
pre de demostrar con hechos todo lo que afirma, y lo consigue,
por tal modo, fácilmente. Así, por ejemplo, una de las falsas
especies médicas con que se ha pretendido desacreditar el triun
fo de la reforma en la ciudad antivacunista de Leicester, es la
que sostiene que allí el pueblo no se vacuna, pero que, en cam
bio, los empleados del lazareto son obligados á hacerlo con todo
rigor, y que así se explica el hecho de verse libre de viruelas
aquel gran centro de anti-vacunistas.
"Cuando el señor Asta-Buruaga, —dice el señor Helsby,
EL ATENEO
combatiendo esa especie, —se permitió repetir ante la Sociedad
Científica esa bola vacunista, hice presente á los señores socios
que en sus manos estaba el cerciorarse de su entera falsedad,
escribiendo al funcionario nombrado (President oí tbe Board
of Healtb, Leieester, Inglaterra), cuyo nombre ha sido tomado
por la prensa médica para acreditar un becho que no existe!
"Yo, por mi parte, le había escrito, y he aquí la con
testación :

"Orby villas, medklenburg St.

Leieester, 10 de Noviembre de 1896.


Señor:
"Su carta de 19 de Setiembre, dirigida al presidente del
Consejo de Higiene, Leieester, me ha sido traspasada por el
presidente de nuestra comisión sanitaria. La afirmación á que
Ud. hace referencia, es una versión de la antigua aseveración
de la " Lancet," y no contiene ni un átomo de verdad.
t "Lo que tal vez sirva de pretexto para tal afirmación, es
el hecho de que estamos obligados á tener un medical officer que
es partidario de la vacuna y que trata de persuadir á las enfer
meras, etc., á vacunarse; pero esto no forma parte de nuestro
sistema y toda la servidumbre de nuestro hospital tiene siem
pre plena libertad de vacunarse ó no, según mejor le plazca.
" Le incluyo algunos datos que tal vez le sean útiles en su
actual discusión, y tendré siempre mucho gusto en suministrar
le todos los que usted desee.
(Firmado)—J. E. Biggs."

" El señor Biggs, agrega el señor Helsby, consejero y juez


( Justice of the Peace) de aquella gran ciudad, ha sido también,
muchos años, miembro activo de la comisión sanitaria."
Se ve, pues, que el señor Helsby publica documentos irre
futables y de primera fuente, que demuestran que hasta los tex
tos médicos engañan con datos erróneos á los mismos que en
ellos estudian. De esta manera puede calcularse también has
EL FRACAS0 DE LA VACUNA :;()
ta donde llega el afán que existe entre los sostenedores de la va
cuna para que no se conozca la verdad de los hechos.
Asimismo, refiere el autor cantidad de datos equívocos
presentados por los defensores de la vacuna. *
Infiriéndose á uno de estos datos que publicó el doctor
Asta-Buruaga, "encaminados á hacer creer que la ciudad anti-
vacunista de Leicester había sufrido, por viruelas, más y no
menos que la ciudad vacunista de Birminghan, dice el señor
Helsby : •
"¿De dónde sacó el señor doctor esta versión vacunista?
" Nada más fácil:
" Se ha tomado, para Leicester, todas las 21 defunciones
habidas desde 1891 —94, mientras para Birminghan se ha ano
tado únicamente las 70 defunciones de 1893, siendo que la
epidemia duró asimismo desde 1891 hasta 1894 y el total de
las defunciones en aquella ciudad ascendió á 2^8 según los da
tos oficiales." (General Phelps. — Vaccinaüon Inquirer de Mar
zo de 1897).
Este desmentido lanzado por el señor Helsby no tuvo
réplica y el doctor Asta-Buruaga debió callar ante la exhibición
de documentos probatorios semejantes. Así también se explica
claramente el por qué de la renuncia colectiva de los señores
médicos, presentada á la Sociedad Científica de Valparaíso de
que formaban parte. El doctor Asta-Buruaga se consideraba,
en fin, en posesión de datos fidedignos, tomados quizás de la
"Lancet"; y la "Lancet" mentía.
El señor Helsby es un luchador insigne. Combate sólo
contra sus numerosos adversarios; y valientemente, sin cejar un
ápice, llega hasta los últimos baluartes del enemigo, y lo derro
ta. Y en tan ruda campaña no ha tenido, ni tiene, sin embar
go, otro móvil que el de defender la vida de sus semejantes,
defendiendo la suya propia, como no ha tenido otras armas
que las de la lógica.
Las documentaciones en que se apoya el Sr. Helsby no ad
miten, por eso, réplica: son por demás fehacienteg; y, en cuanto
á los otros datos ilustrativos, están ya al alcance de todo el mun
do, mediante el ímprobo trabajo de los que, como él, procuran
-40 EL ATENEO

salvar á la humanidad de ciertas aberraciones de la ciencia y


de las funestas asechanzas de sus explotadores.
Y, volviendo á nuestro libro, como todavía quedan en él
algunas citas, abrámosle nuevamente, en la página 154, en uno
de cuyos parrafos dice el señor Helsby:
"El Sr. Hume Rothery, presidente de la Liga de Anti-vacu-
nistas de Inglaterra, hizo al Local Government Board la siguien
te oferta: que él acompañaría con gusto malquiera comisión que se
nombrara para indagar personalmente en los barrios variolosos
' de Londres, preguntando á sus habitantes si ellos ó sus amigos
habían realmente experimentado algun beneficio con la vacuna.
Y esta hidalga oferta—previa consulta con los señores peritos, se
entiende— le fué denegada por aquella autoridad." (V. el Vac-
cination Inquirer, de Diciembre de 1896).
" ¿ Qué puede ganar la ciencia, esclama el señor Helsby,
con la no investigación?
Como se vé, se tropieza también con una oposición sis
temática, cuando se trata del esclarecimiento de hechos que
pueden afectar la responsabilidad de la ciencia médica. La
ley del hambre, por una parte, y el temor al gran escándalo y al
desprestigio de la profesión, por la otra, forman hoy un factor
poderoso que deberá tener muy en cuenta el que, como el señor
Helsby, trate de inquirir la verdad en la fuente parcialista de
algunos de los que pretenden mistificar la opinión pública con
aseveraciones inexactas.
Y basta, por lo que respecta á datos estadísticos: ellos son
por demás reveladores.
Ya he dicho que el libro de que me ocupo es, á la vez que
de propaganda anti-vacunista, de polémica, y así, disertando
sobre los peligros de la inoculación de la linfa vaccinal, dice el
señor Helsby:
« El señor doctor (Asto-Buruaga) cita una obra escrito, en
1893, donde dice que Straus, un colega suyo francés, ha hecho
repetidos experimentos con la linfa racional, demostrando que
"« la pulpa fresca da origen á colonias muy numerosas de diversos
microbios, entre ellos los enjendradores del pus, el que produce
la terrible septicenia. »
EL FRACASO DE LA VACU5A 41
« Ya no se acuerda el señor doctor, agrega el señor Helsby,
que en El Heraldo se reía «á mandíbula batiente» de aquellos
ignorantes que hablaban de pus en la lanceta] «No saben estos
pobres, decía, que nunca se vacuna con pus, sino con linfa !»
En seguida, hace el autor referencia á las repetidas y siem
pre chasqueadas promesas médicas sobre la supuesta inocencia
de la «linfa». —«Tales promesas, dice, no han pasado nunca de
simples garantías sobre papel;» y agrega:
« Más franco se portó Mr. Farn, el examinador oficial de
linfa en Inglaterra, que, alegando ante la reciente Real Comisión,
depuso, bajo juramento, no haber dado jamás tales «garantías»
sobre la supuesta inocencia de la linfa, por cuanto la ciencia no
posee medio alguno de asegurarla.
«Medio alguno ¿comprende el señor doctor?
« Todo lo cual no impedirá el que sigan siempre sus honora
bles colegas proclamando por caminos, playas, campos y lla
nuras, la misma barata y trillada fantasía:
« ¡La glicerina, la glicerina! ¡Muerte infalible de todo bi
cho impío!»
« Y cuando se turba la tal glicerina, y el vulgo se contami
na, á centenares, con llagas asquerosas, ¿qué nos dicen entonces
los ilustres?
« ¡La glicerina, ¡oh vulgo! ¡la infiel glicerina!—¡Contra ella
cargad: ella, ella es la culpable de vuestros pesares!
« Tal fué, en efecto, la escusa de estos sabios, cuando fia
ron contaminadas trescientas veinte ,personas de un golpe en Wi-
ttow, isla de Rügen, Alemania, con aquella misma linfa «glice-
rolada», expedida por el mismísimo Instituto Real de Estetin
(Real Comisión. —Informe N? III. Preguntas números 9797,
et scg. ) ; tal fué, sin duda, la alegada al emponzoñarse otras 600
personas en Thomasville (Georgia, Estados Unidos) con esta «lin
fa animal», glicerolada oficial (Gmo. Tobb. Vacination Inquirer
Setiembre de 1897), y tal acaba de ser también la escusa del va-
cunador público, doctor Loane, por otro desastre ocurrido hace
poco, en Whitechapel, Londres.
« Tres de los vacunados ya han muerto, y los otros siguen
sufriendo en las salas del London Hospital ( Vacunation In
quirer, Octubre de 1897).
>

42 EL ATENEO
«El doctor Loarte alega, en su informe, que á él no le afecta
responsabilidad alguna, por cuanto la linfa empleada ha sido
la famosa glicerolada de último sistema
« Bueno está defender la profesión, termina el señor Hels-
by; pero la vida de nuestros semejantes, es cosa muy sagrada.»
Esto no necesita comentarios, y cada cual puede, pues, con
entera libertad, juzgar esas razones del autor, según se lo permita
su criterio.
« Antes de concluir, dice, por fin, el señor Helsby (pág.
176), me permitiré llamarla atención hacia uno de los últimos
descubrimientos de la microbiologia y que se relaciona con la
naturaleza y funciones del corpúsculo Manco en la sangre, punto
que durante largos años había tenido perplejo al mundo cientí
fico. Parece, 6egún una reciente publicación de M. Duclaux
—sucesor de M. Pasteur— que este corpúsculo blanco no es
otra cosa que un organismo vivo, que cumple el primer manda
miento creciendo y multiplicándose dentro de la sangre sana y
que su misión consiste en devorar todos los microbios que se intro
duzcan al organismo (incluso el de hivacu.nn, se entiende.)
«Siendo esto así ¿dónde queda entonces la teoría de nece
sitarse un microbio especial dentro de la sangre, para defender el
organismo contra tal ó cual contagio específico? El cuerpo sa
no posee, pues, el medio de defenderse contra todos los micro
bios diversos!
« Así ha venido la misma microbiología, á completar el
círculo ó espiral de su evolución y á correjirse de las fantásticas
aberraciones sufridas durante el ancho órbito de sus crudos é
incompletos conocimientos.
« Vuelva, pues, el clásico ideal de la salud: meas sana in
corpore sano.
« NO QUEREMOS CONTAJIOS ESTRAÑOS.»
Entre las numerosas citas que exhibe el señor Helsby, se
encuentran, en fin, al pié de cortas sentencias y pensamientos no-
tables,los nombres de Farr, Sohweninger, Humboldt, Garth,
Wilkinson, Creighton, Bohm, Kranighket n.
Hé aqui, á continuación, lo que los cuatro últimos piensan
de la vacuna:
EL FRACASO DE LA VACUNA 4:;
i Yo pensaba, en un tiempo, que la cuestión vacuna no era
de gran importancia.
« He tenido, sin embargo, que convencerme de que ella re
viste una gravedad imponderable. La vacuna ataca y destruye
la integridad sanitaria de nuestras generaciones, último recurso y
esperanza de naciones». — Carth Wilkinson.
(t Es difícil concebir cuál será la escusa alegada en defensa
de todo un siglo de contaminar al género humano con el tal
cowpox La vacuna se difiere de otros errores de la profe
sión, en lo de haber sido mantenida, como ley de la nación, ba
jo garantía de la autoridad médica. Por este motivo, el golpe
al prestigio de la profesión tendrá que ser muy terrible; y, por
esto, los esfuerzos hechos por barajar dicho golpe, han sido y
continúan siendo tan injeniosos. ' — Creighton.
''También yo he vacunado á mis catorce hijos, en un
tiempo en que no sabía cuán perjudicial es esta práctica: hoy
día me resistiría á las autoridades yá las ordenanzas policiales.»
—Kranichkld.
' • Xi la pólvora, ni el plomo, ni la lanza, ni el sable, han des
truido tantas vidas, como la lanceta del médico vacunador." —
BoHM.

Réstame, solamente, que dar á conocer á los lectores que se


hayan interesado algo siquiera por el buen libro del señor
Helsby, las conclusiones á que éste llega, como resultado final
de sus investigaciones; y ellas son las siguientes:
"I Que los supuestos beneficios de la vacuna quedan aun
por averiguar, no existiendo hasta hoy día prueba científica algu
na que los establezca positivamente.
"II Que los terribles peligros de la operación-antes calu
rosamente negados por la profesión—han llegado á ser plena
mente establecidos, sin conocerse medio alguno de evitarlos.
"III Que las publicaciones médicas en pro de la vacuna
no suelen revestir la imparcialidad y seriedad que el público
tiene el derecho de exigir.
"IV Que, asimismo, la prensa pública suele mostrarse
muy lejos de ser imparcial, explicándose así la enorme prepon
44 EL ATENEO
derancia de versiones favorable* á la vacuna; pues el público no
sospecha que, las más de las veces, toda rectificación es negada.
" V Que á menudo los mismos facultativos son engañados
por estas versiones parciales, que con más razón abundan en las
revistas médicas, empeñadas, ante todo, en no desprestigiar la
profesión.
' ' VI Que, aun á despecho de todos estos tremendos recur
sos con que cuento un régimen oficialmente constituido y de
fendido, va cundiendo, en los países más ilustrados, la reacción
de médicos y de legos en contra de aquella práctica, pertene
ciendo á la reforma la verdadera mayoría: la mayoría de los
convertidos, y aun la totalidad de éstos!
"VII Que incumbe entonces á toda persona inteligente
ver muy claro en este asunto, antes de someterse á una opera
ción tan peligrosa y de tan quiméricos beneficios como es la
vacuna, y, ante todo, no admitir, bajo pretexto alguno, la im
plantación de la vacuna obligatoria, que es un atropello á la
libertad y á la conciencia individual y un sarcasmo á las
libres instituciones de nuestro siglo."
Tal afirma, en conclusión, el señor Helsby, y, por mi par
te, no tengo que agregar, sino que un libro como el suyo se
impone y se recomienda por sí solo, y quien quiera que lo lea
sentirá el convencimiento de las grandes verdades estampadas
en sus páginas.
La lógica de sus argumentaciones aquilatan su valor indis
cutible.

Mario Centore.

Lima, 25 de Agosto de 1900.


ARTEMISA

'§3?5§RISTE' muy triste he encontrado la siguiente historia que


s me relataron en un pueblo situado allá, en lejanas al-
turas.
3P Desde entonces no dejé de visitar, durante mi perma-
y nencia en ese pueblo, la tumba de Artemisa, que está co
locada en un rincón del cementerio y en el centro de un peque
ño campo sembrado de violetas.
Encontraba allí un perfume tan suave, una brisa gemidora,
un encanto tan triste, que, á la verdad, cuadraban perfectamen
te al estado de mi espíritu, inclinado, por lo general—y yo no
sé por qué —á las impresiones dolorosas.
Y digo que no sé por qué, desde que cuando un amigo me
convida á su mesa, como y bebo como cualquiera; si voy á un
baile, soy generalmente el más entusiasta; si estoy en un círcu
los de jóvenes alegres, también me divierto; pero—vamos! que
ya me fastidio de mí mismo— si brindo una copa me asaltan
pensamientos extraños y tengo que cerrar fuertemente los párpa
dos para que no se escapen mis rebeldes lágrimas; si bailo, sien
to como remordimientos; y muchas veces me creo arrojado de
46 EL ATENEO
otro mundo triste y melancólico, donde nada susurra, nada
murmura y nada suspira, á este mundo «le placer é inagotable
alegría. Y si me divierto con los jóvenes alegres— por Dios, que
parece mentira!—pero cuando mis labios se entreabren y dejan
escapar una sonrisa, siento que mi alma acongojada, como si
cometiera un delito, se refugia, á la verdad no sé en dónde, si
en un rincón de mi cerebre ó en el centro mismo de mi corazón
—y cuando la sonrisa brota forzada de mis labios, inmediata
mente sale detrás, natural y espontáneo, el triste suspiro.
¡Habráse visto hombre más raro!
Ya podrán imaginarse mis lectores cómo gozaría— así, sin
exagerar—al pié de la tumba de Artemisa, extraña mezcla de
dolor y poesía, de suave retiro y melancólico encanto.

* *

Cuando Artemisa, que estaba sentada al pié de una venta


na, mirando distraídamente su primoroso jardín, recibió de
manos de su criada un simple papel, lo abrió impaciente, y co
mo medrosa y leyó lo que así decía:
«Artemisa: todo lo sé fatalmente: tu falsía, tu ingratitud
y tu infidelidad. Con un acto de impúdico placer has muerto
en mi alma todo un mundo de ilusiones, de anhelos y de es
peranzas.
« Jamás podré perdonarte.
«_ Cuando te entregues á tus infieles devaneos, no preguntes
en dónde esto)', porque estaré muy lejos de tí. Aún no sé si
te adoro ó te desprecio.
« Dirás que soy grosero, bien; pero no agregarás que he si
do cobarde para decirte la veulad y todo lo que te aborrece
—Octavio. »
Artemisa, después de leer este papel extraño, escrito por un
hombre tal vez loco, pero en realidad fatalmente descorazona
do, no lanzó el más leve grito, no lloró ni se entregó á ningún
desmán.
Se puso pálida como el lirio de su jardín, sintió una trans
formación súbita en su delicado sér, algo como si le hubieran
puesto en los pulmones ascuas ardientes; una toseeita seca se
ARTEMISA 47
apagó en su garganta, y sus labios cárdenos arrojaron un espu
to blanco, muy blanco, pero con temblorosos globulitos rojos.
tan rojos camo la sangre.
Artemisa se había puesto mala de veras.

* *

Así pasaron los meses.


Y la toseeita seca era cada vez más rebelde.
Sus negros y grandes ojos, hermosísimos cual ningunos
otros, se volvían más desmesurados, á lo cual contribuirían,
sin duda, unos obscuros anillos que iban rodeando poco á poco
sus órbitas.
Y—lo que era más raro—á veces se veía en sus pupilas irra
diar destellos de celestial alegría; en otras revelaban ardientes
deseos ó amargas dudas, y no faltaron momentos en que toma
ban una expresión indefinible y se entrecerraban como si per
cibieran lejanos horizontes, adonde las almas ván y dicen que
no vuelven más.
Por fin cayó en cama; y un día muy triste, pero muy tran
quilo—como estaría, sin duda, el alma de la pobre Artemisa—
creció la fiebre, se helaron las extremidades de su cuerpo, y tuvo
un corto momento de delirio en que dijo cosas alegres y otras
muy tristes que sólo escuchó una niñita del pueblo que apenas
tendría siete años, único ser que la acompañaba en ese trance
doloroso; se acomodó suavemente en su lecho, como si fuera su
sepulcro y escuchadme.
¿No habeis visto, lectores míos, si habéis pasado en una
tarde cenicienta al lado de una mata de rosas, cómo en la flor
con orgullo erguida en la mañana se extiende por sus hojillas
un colorcito pálido y lentamente vá tronchándose hasta caer de
su tallo á confundirse con el polvo, y viene una ráfaga de aire
y se la lleva, en obscuros remolinos, para arrojarla en las ondas
del manantial vecino, que la arrastran á su vez entre la menuda
arena? ¿Y cómo después viene el jardinero—que para
mí es el cruel sepulturero de las flores —y vé indiferente el tallo
*

48 EL ATENEO
en el que otra? flores han crecido en la mañana siguiente, para
caer arrastradas por el viento en la misma tarde, y dice:
—Ya no está aquí la bella flor de la mañana?
Pues así fué el fin de Artemisa, candida flor, suave rosa
de ese solitario pueblo de las alturas.

» *

El entierro se hizo por la tarde, con la mayor sencillez.


Lo abría un monaguillo con la cruz alta, y al lado el cura
que recitaba sus oraciones en enredado latín; en seguida iba el
ataúd, conducido en hombros de cuatro hércules de rostros es
túpidos y demacrados; venía después la niñita, última compa
ñera de Artemisa, muy pálida pero sonriente, con un canas
tillo de flores en las manos, y cerraban el acompañamiento unas
veinte mozas del pueblo que todas se volvían exajerados sus
piros cuando no imprudentes cuchicheos.
Y mucho más léjos, después de haber pasado el cortejo, un
hombre de pasos vacilantes, como si estuviera ebrio, calado el
redondo sombrero y alto el embozo.
Y así llegó el fúnebre cortejo al cementerio.
Terminado el último responso en el latín ininteligible del
cura, al que respondía la voz gangosa del monaguillo, y echada
la última paletada de tierra por el sepulturero que, azadón en
el hombro, desapareció indiferente por la alameda de los cipre-
ses, volvieron la niñita y las mozas á los umbrales del ce
menterio.
No saben aún decir que fuerza extraña las detuvo allí, pe
ro las mozas rodearon á la niña, y le llovieron las preguntas:
—¿Y viste cómo murió?
—¿Qué dijo?
—¿Hizo encargos?
—¿Estaba muy pálida?
—¿Estaba muy bella?
Y la niñita respondía cándida, inocentemente:
— Murió tan bella como un ángel, sólo que sus ojos, ne
ARTEMISA 49
gros y muy grandes se clavaron en la Virgen de los Dolores,
cuya imagen estaba al frente de su lecho. Murió como una
santa y como una mártir, tanto que no me asustó; todo lo con
trario, me gustaba mucho verla y contemplarla de cerca.
Y miren ustedes, la niña Artemisa era muy pícara; no, se
ñoritas, Dios me perdone era muy santa.
En su delirio llamaba mucho al señorito Octavio, á su co-
razoncito querido, al dueño de sus agonías—como ella decía—
y lo que más me conmovió—agregó la niña ya llorando— fué
que sus últimas palabras dirigiéndose á la Dolorosa y clavando
en la imágen sus negros y hermosísimos ojos, fueron:
—Madre mía, yo adoro á mi Octavio, y tú lo sabes: siem
pre he sido pura, y por muchos adoradores que hubiese tenido,
ninguno habría borrado de mi alma su amor casto y querido. —
No bien había concluido la niñita estas palabras, dichas
ton cándida á inocentemente, cuando se oyó un alarido terrible
qne estremeció á las mozas y les hizo volver el rostro.
Y vieron, con sorpresa que les causó terror, que un hom
bre sin sombrero, dando pasos vacilantes, como si estuviera
ebrio, penetraba en el Cementerio, y desaparecía envuelto por
las primeras sombras del crespúsculo, cantando riendo...
y llorando

HlLDEBRANDO FUENTES.

7
BATALLA DE JUNIN

IMPLENSE hoy sententa y seis años del tremendo choque


de masas montadas habido en las pampas de Junín el 6
de Agosto de 1824, entre los escuadrones del Ejército
,jfc Independiente al mando del General D. Mariano Neco-
Y chea de la una parte, y los del Ejército Real al mando
del (íeneral D. José Canterac de la otra, cantado por el inmor
tal Olmedo y tan digno de la fama como las terribles cargas de
Balaklava y Reischoffen. Harto conocidas son las relaciones
y partes oficiales de esa batalla por lo que toca á los indepen
dientes, no así las de los reahstas. Los dos documentos abajo
insertos son la versión española de la célebre batalla. Es el
uno una carta confidencial del Teniente General D. José de la
Serna, entonces Virrey del Perú, al General Canterac, General
en Jefe del Ejército Real del Perú, en que se queja amargamen
te de la cobardía de la hasta entonces, invencible caballería es
pañola, y publícalo el Conde de Torata hijo del célebre Gene
ral D. Gerónimo Valdés, en el tomo V de los Documentos para
la historia (Je la guerra separatista del Perú. El otro, enteramen
te inédito y que se halla en la Sección de Manuscritos de la Bi
BATALLA DE JUNIN 51
blioteca de Lima, es la versión oficial: un oficio del mismo Vi
rrey al Gobernador del Cuzco, que lo era á la sazón el General
D. Pío de Tristán, dándole cuenta de ese hecho de armas y en
el cual vá la pildora maestramente dorada.

Helos aquí:
El Virrey la Serna al General en Jefe del Ejército del Norte. —
Mi estimado amigo Canterac: Considero á U. sumamente incó
modo con la y cobardía de la caballería, que á la
verdad merecía se hiciese con ella un ejemplar; pero tengamos
paciencia y vamos á ver si podemos remediar el gran mal que
nos ha causado.
De oficio manifiesto á U. cuanto creo conveniente por
ahora; y así debe U. arreglarse á las circunstancias, que no son
otras, sino no comprometer y si procurar ir conteniendo á los
enemigos para dar tiempo á que llegue Valdés: como digo á U.
de oficio, hago ya marchando hacia Puno la mayor parte de las
fuerzas que llevó; así, no se fíe U. de palabras de ardor, pues
repito que en nuestra actual situacion necesitamos obrar con
mucha circunspección para poder batir á Bolívar, que más ha
ce con la intriga que con las armas. En este supuesto, demos
tiempo al tiempo, que aunque se apodere del Valle, puede que
consigamos batirlo luego que se reuna Valdés.
Compadezco á U., pues veo que lo ha comprometido la
caballería; en cuya arma debíamos tener alguna confianza.
Creo, como digo á U. de oficio, que lo mejor, por ahora, es si
tuarse en Andahuaylas, pues nada se adelanta con ir á abrazar
á U. éste su siempre afectísimo amigo q. s. m. b. —Pincos, 13
de agosto de 1824.
P. D. A más que considero que parque y todo lo emba
razoso debe reunirse en Andahuaylas y situarme yo allí, no
me hallo en el día en disposición de emprender una campaña;
y en fin, que tampoco lo hallo decoroso para U. Mi amigo,
vamos á ver lo que puede hacer cada uno en su destino.

Virrey del Perú:- Según el parte que he recibido del


Excmo. Sr. General en Jefe del Egército del Norte, nuestra ca
52 EL ATENEO

vallería tuvo un choque fuerte con la que manda el caudillo


Bolívar el 6 de este mes, siendo nuestra pérdida de poca consi
deración y la del enemigo mucho mayor, pues murieron en la
acción los generales La-Mar, Necochea, el coronel Placencia,
otros varios oficiales y tropa. De resulta de ella, ha tenido
por conveniente dejar el valle el señor General Canterac, para
que los enemigos se internen hacia esta provincia, cuya opera
ción el tiempo hará conocer lo mucho que vele para hacer de
saparecer de este territorio al caudillo Bolívar cuando verifica
da la reunión de todas las fuerzas que tengo dispuestas para
ejecutar la campaña, se opere de un modo decisivo contra di
cho caudillo, el que, con el auxilio de la Providencia, tendrá
probablemente la misma suerte que Santa Cruz.
Lo digo á US. para su inteligencia y que no se dé oídos á
las especies vagas, abultadas y falaces que esparcen los ene
migos con su acostumbrada intriga.
Dios guarde á US. ms. as. —Andahuailas, agosto 11 de
1824. —José de la Serna.
Señor Presidente Comandante General del Cuzco.

Junín no fué sino el primer exterior de la agonía del po


der español en el Perú, y cuatro meses más tarden el Mariscal
Sucre se encargó de desilusionar al ilusorio Virrey en la glorio
sa jornada de Ayacucho.

Carlos A. Romero.

Lima, 8 de agosto de 1900.


* * 'Poeziaz * *

EL TRIUNFO DE LA GLORIA

CANTO A BOLOCNESI

^)ube al sitial de púrpura,


diosa de las batallas,
apresta un himno bélico,
ponte las regias mallas,
y empuña el cetro olímpico,
trofeo de otra edad.
La gloria de la América
reclama un estro ardiente,
para ensalzar al épico
campeón del occidente,
en nueva Iliada homérica
radiante de verdad.

¡Dame el acento armónico,


la ejercitada diestra
con que el sagrado Píndaro
EL ATKNKO
en la marcial palestra,
pulsaba la amplia eítara
de resonante són !
¡Quiero narrar en cláusulas
de ritmos vibradores,
el tumultuoso estrépito,
los gritos vengadores,
y el entusiasmo súbito
del patrio corazón!

La fragorosa y rápida
corriente de la vida,
devastará la cúspide
de la montaña erguida,
como el terral los pétalos
marchita en el vergel.
Todo caerá al insólito
choque encontrado y rudo,
y ni aun el Tiempo incólume
con su infrangible escudo,
podrá salvar las épocas
que pasan en tropel.
i
Como la antigua Nínive,
prez del Asirio Imperio,
yace entre rotos mármoles,
cubierta de misterio,
callada ante el asiático
murmullo universal;
sin que la planta alígera
del pertinaz viandante,
huelle el derruido pórtico,
ni el musgo exuberante,
agreste, inmóvil túnica
de ese antro funeral;

así, en la noche trágica


de esta era portentosa,
cuando domine el lóbrego
silencio de la fosa,
habrá mudas necrópolis
en vasta confusión.
Mas, la fatal catástrofe
respetará la historia,
y los lejanos pósteros
admirarán la gloria
de las comarcas múltiples
que descubrió Colón.

En las riberas áridas


del Sur, frente á los mares,
cuyos eternos ósculos
sienten cautivos lares,
surge entre nubes tórridas
peñasco secular;
gigante de ansias férrreas
tendido en una playa,
como olvidado náufrago
que en tierra se desmaya,
después de su ciclópea
fatiga por salvar.

Del alto semicírculo


de las vecinas cumbres,
cayeron de sangre ávidas,
feroces muchedumbres,
henchidas de odio acérrimo,
sedientas de botin.
Estremecióse el ámbito
de la feral refriega;
cubrió una red fulmínea
la destrozada vega;
y el Morro, sintió el hálito
maldito de Caín.
EL, ATENEO

Allí, un guerrero indómito,


de gloria ante un abismo,
con intuición profética
al sol del heroismo
paró, con brazo hercúleo,
lo mismo que Josué.
Ansiaba ver al lábaro
de San Martín presea,
al tope, solo y único,
enhiesto en la pelea,
flotando al soplo mágico
de legendaria fe.

Al aire la hoja fúlgida


de su tajante espada,
juró el soldado enérgico
morir en la jornada,
salvando con sus íntegras
legiones el honor.
Mientras los bronces cóncavos
del enemigo bando,
con estridor horrísono
sin tregua retumbando,
brillaban de la pólvora
tonante al resplandor.

La refulgente bóveda,
por su inflamado seno
miró pasar relámpagos,
sintió el fragor del trueno,
y en ondulantes ráfagas
el éter rebullir.
Diríase que Júpiter
con gritos furibundos,
rugía ante los férvidos
titanes iracundos,
con invencible cólera
sus rayos al blandir.
Bronco rumor metálico
la playa ensordecía,
mayor que el golpe undísono
de la ola que moría
rasgando su alba clámide
la orilla al transponer.
Y envuelto en brumas ígneas
sobre un corcel brioso,
veíase al magnánimo,
anciano generoso
con inmortales lágrimas
su acero humedecer.

Como ante el morro pérfido


Guzman el Bueno, un día,
lloraba oyendo al ídolo
de su alma en la agonía
lanzar quejidos flébiles
que el hierro, al fin, ahogó;
él, en su solio pétreo
donde en la lid se empeña,
lloró al ver á los vándalos
ensangrentar la enseña
que al Huáscar en sus mástiles
de gloria circundó.

Torvo huracán flamígero,


por curvas esplendentes
pasó, inmolando exánimes
heridos combatientes,
y ungiendo con las víctimas
de América el altar.
¡Oh, cuánto horror! Qué cúmulo
de lumbre y de pavesa!
La muerte, como un águila
saciándose en su presa;
y el fuego del crepúsculo
cayendo sobre el mar.
La voz del clarírt, ásper^,
con eco altitonante •
llevaba breve y rígida
la orden aterrante
de sostener impávidos
,1a lucha y sucumbir.
Y, hasta en las rocas últimas,
de sangre en un camino,
el adalid intrépido
avergonzó al Destino:
la frente, de ira, pálida,
sólo dobló al morir.

Tú, inmenso, azul Pacífico,


que sólo Dios humilla,
fijando á la onda un término
de arena en eada orilla,
de gloria eleva un cántico
que al pie del héroe estás.
Desde la atroz vorágine
de la región del Fuego,
hasta los mares Articos
de perennal sosiego,
quién, ¿dime ante tus vórtices
honró á su patria más?

¡Oh, Bolognesi! estériles


no fueron tus acciones;
por tus heroicos Impetus,
forjaron cien naciones
en tu alabanza páginas
con entrañable amor.
Y, el universo, atónito
quedó, y estremecido,
desde que oyó tu apostrofe,
leyenda que el olvido
no borrará en la lápida
del templo del valor.
La Grecta de Simónídes,
jamás vió igual campaña.
¿Acaso las Termopilas
eclipsan nuestra hazaña?
¡No! las falanges pérsicas
podían perecer;
en tanto, que el noble héroe
del promontorio aislado,
sólo buscaba el ínclito
laurel ensangrentado,
blasón de los ejércitos,
que mueren sin vencer.

Al proceloso Atlántico,
por virginales zonas,
llevó cón estentóreo
clamor el Amazonas
la nueva sobre láminas
fugaces de cristal.
Y, al sordft hervir volcánico •
de la ardua cordillera,
los Andes, con gran júbilo
rompieron su cimera,
llegando hasta el empíreo
su hosanna colosal.

Velando el sitio fúnebre,


de palmas circundada,
delante del sarcófago
de piedra calcinada,
una visión angélica
de pronto apareció.
¡Era la gloria! El símbolo
del más divino arcano;
tendió al espacio el índice
con imperiosa mano,
y el mundo en grito unánime
al héroe proclamó.
EL ATENEO
*
¡Oh patria! la tronfpa áurea
por tí embocó la musa.
¿Del cielo, allá, en el límite,
en vaguedad confusa,
no ves de gala el séquito
que endiosa al porvenir.
¡Salud, ignota pléyade,
triunfal viene tu paso,
el siglo del telégrafo
se muere ya en su ocaso,
y tu, Perú entre vítores,
renuevas tu existir!!

Teobaldo Elías. Corpancho.


LA MAGESTAD DE VENUS

ajo un arco de púrpura estás sola. Estás bella.


No lo está igual arriba enclavada una estrella.

TTTS CABELLOG.

Tus cabellos no flotan como áureos pabellones,


tus cabellos ahogan las iras que depones,
las de los vientos rudos, las de la tromba humana,
todo lo que ha seguido tu Huella soberana.
' Tus cabellos seducen, tus cabellos clarean:
de sus rayos gloriosos los mortales desean
sumergirse en la clámide ¿Quién resiste á esa Onda
de claridades ebrias y de riqueza blonda?
Las funestas congojas encontraron remedio:
tus cabellos desvían las corrientes del Tedio.
Cabalgando los Triunfos en sus hilos de oro
purpuran los espacios como un fuego sonoro.
El, ATENEO

«'ere pvpiiAS-

Tus pupilas emergen de sus cóncavas grutas


como cumbres astrales de las moles hirsutas
por donde corren nubes que muestran sus reflejos
con el anhelo virgen de lo que está muy lejos.
Tus pupilas imponen la magestad del duelo:
es proscrito sombrío el que no vió su cielo;
(para llegar al cielo ninguna senda alcanza
y apenas si allí nacen capullos de esperanza.)
A tu pupila arrójase la primera sonrisa
con el sagrado éxtasis de una primera misa,
mas la sonrisa muere ante la luz extraña
que emerge tu pupila bajo tu gran pestaña.

TO" FEE1TTE.

Tu frente es una clara amplitud de fulgores;


¡que vengan los rebaños y acudan los pastores!
¡Oh viejos campanarios, el pueblo reverente
que llegue á prosternarse ante esa clara frente!
Aquel rumor oceánico que desde el llano sube,
¿es de una forma frágil, es de una enferma nube?
La voz de los abismos que canta la querella
de celosos rencores por la sagrada Estrella
Sollozan las campanas llamando á los maitines,
desentumece el aire la voz de los clarines;
pero las alboradas no igualan con su lumbre
los esplendores magnos de tu frente que es Cumbre.

TVS LABIOS.

Tus labios sangran siempre como una grana herida:


parece que entonaran los psalmos de la Vida,
los hálitos calientes de los primeros nombres
que en ritmo grave cantan la Gesta de los hombres. •
POESIAS 63
. , Tus labios' encadenan la ráfaga del Beso;
' de sus rojos sangrientos el temor está preso;
las almas llegan locas en rueda funeraria
murmuran ansias hondas y muere la plegaria.
Cuand¿> tus labios tiemblen, despertarán las mundos,
los cementerios blancos de sudarios fecundos,
los montes conmovidos de rudos pensamientos,
la inmensa caravana de los Alumbramientos!

¡Oh Venus! sigue estéril en tu Trono purpúreo;


los prados se estremecen, el cobertor azúreo
entreteje las ondas de enagenadas iras
Tú todo lo subyugas, porque todo lo miras!

¡Oh Venus Sacra! El Viento pasea sus pendones.


A estas cóleras vanas tu Mageetad opones!

Alberto Salomón.

Lima.
# %zai?o TBaeional *^ $


< <

VENDIMIARIO
DRAMA EN THF.S ACTOS Y EN PROSA
Po« JOSE SANTOS CHOCANO

PEESOKAJES
Don Juan — Don Lorenzo — Antonio — Felipe — Pedro — Doña Antonia
Magdalena — Inés — Margarita

(LA ACCION EN UN VIÑADO: EPOCA DE LAS VENDIMIAS )

ACTO II
LA MISMA DECORACION DEL ACTO PRIMERO

ESCENA I

Margarita y Pedro
Al levantarse el telón, aparecen bajo el emparrado ante tina délas
mesas, escogiendo y limpiando racimos de uvas dentro de un ancho cesto.

Ped. —¡Si cuando yo te digo que es su hijo! Ya no ten


go duda
VEND1MIARI0 65
Marg. —Así estoy creyendo. Porque de veras que no se com
prende cómo pudo contentarse con despedirlo! Con el
carácter de él!
Pei). —Su hijo! Su hijo! Y verás que la vieja lo trae el día
menos pensado, y Don Juan lo vuelve á admitir; y en
tonces vá á sonar la gorda, porque la señora pondrá el
grito en el cielo y la gente pondrá el grito en el
infierno.
Maro.. —¿Tan mal lo quieren?
Ped.— ¡Cómo han de quererlo! Si todos están contentos con
que se haya marchado Cuando le daba su muy re
galada gana, pagaba; cuando no, no: y bebido un día sí
y otro también. ¡Qué trato! ¡Qué abuso! ¡Quémala
forma! ¡Zumba con el Antonio que estaba más cargan
te! Casi, casi nos hemos alegrado todos de que hubiera
pasado lo que pasó, porque si no, no pasa tampoco eso
de que lo echasen al Antonio, y ¡vamos! el Antonio
estaba impagable.
Marg. —¿Y cómo se ha quedado doña Antonia, no? Porqué
yo no comprendo?
Ped. —Bahl Doña Antonia quiere que el chico vuelva; y s¡
ella se va, se hace más difícil que venga él. ¡Mira tú si
es sabida! ¡Cuando yo te digo que no pasa mucho! Hoy
andabala vieja hablando de su nieto: que ya estaría arre
pentido, y que lo extrañaba, y que Verás
tuque Don Juan tiene que ceder! Y entonces
¡La gorda!
- Marg. —Nó: no creo: sería muy mal visto. ¿Y la señora Mag
dalena? No: no creo.
pED. — yo no sé lo que le pasa al señor Don Juan. Lo veo
tan preocupado, tan serio, tan otro! Si tú lo hubieras
conocido hace veinte años! Yo recuerdo un poco
Lo mismito que el Felipe. Vé tú lo que son las cosas!
Lo mismito Botarate, alegre, calavera: de ésto (Ha
ce señal de beber) y de lo otro (señal de picardía) Peor
que el Felipe, peor
Marg.—El señor Felipe! Y cómo no viene todavía? La
66 EL ATENEO

señorita Inés me dijo que estaría temprano de vuelta; si


ya parece que se fastidiara al lado de don Felipe. ¡Te
digo! Si las niñas son así: mucho fuego, mucho fuego;
y después (Sopla) ¡ni humo!
Ped. —Y eso que no hace mucho
Marg. —No: porque aquel día Muy poco!
Ped. —Que sofocón el que se dió el señor Don Juan! No era pa
ra menos una hija!
Marg. —¿Y él á cuántas, eh?
Ped. — Bah! pero así son los viejos: ni se acuerdan de cuan
do eran jóvenes ¡Te digo (pie lo que sucedió parecía
castigo de Dios! Si no hubiera sido por mí
Marg. —Y de milagro
Ped. —Cortando, cortando, dí con ellos en mitad del camino,
Porque mi jaca corre, eso sí, corre Y luego, él me
sacó revólver, y me amenazó, y me pero ¡paf! de
una pechada al suelo. La niña se desmayó. Yo me
eché sobre él: y listo
Marg. —¿Y cómo consintió en casarse, nó?
Peo. —Más fuera! Pues y las cárceles! Déjate! que tampo
co podía querer más. Diantre! La chica es guapa, y
luego (Rascándose la palma de la mano) tiene.
Marg. —Lo que es ella ahora no vive sino llorando
Ped. —Y él riendo Porque aquí me clavan el cariño que él
le tiene á nadie ( Golpeándose la fren te) El es un truhán,
á quien le gusta el sexo: y pasa de la una á la
otra como un moscardón de una uva á otra uva, embo
rrachándose de miel. ¡Y qué buenas son las uvas que ,
el pícaro se chupa! Hace bien! Y yo no sé, pero la ver
dad es que si no fuera porque me creyeras mal pen
sado
Marg. — Dime ¡A ver!
Ped. —Pues nada (Con sorna) Que la señora Magdalena
Marg. —¡Calla hombre! calla!
Ped. —Pero, oye tú: no los he encontrado yo juntitos aquí, muy
juntitos? ¡Yamos que no es bueno
Marg. —Yo no sé; pero la señorita Inés me dice que es muy
VENDIMIAR») 67
desgraciada, que ella sabe que su marido no la quiere yá;
que ella le está tomando fastidio por eso. Pobre niña!
Y cuánto llora Anoche me dijo que la señora Anto
nia le había ofrecido decirle todo
Ped. —8i esa vieja anda en esto para mí, porque hace dos no
ches que me paró en la verja, y me entretuvo para que
no entrara, y luego que entré Pues nada: ellos!
M.\r(;. — (Con retintín) Pedro, déjate de murmurar
Ped. — (Imitándola) Déjate de murmurar, Margarita
Marg.—¿Yo?
Pen. —Pues nada, ¿Yo habré sido?
Mari'.—¡Tú!
Ped.—¡Tú!
Marg. —Tú empezaste.
Ped. —Y tú seguiste Pero entonces ¿para qué se ha he
cho la boca? Miento, miento! (Con picardía) Que
también se ha hecho para cosa mejor; pero mejor. (Ha
ce señal de darle un beso).
Marg. —Ahora no (Esquivándose)
Peo. —Ahora sí (Persiguiéndola).
Marg. — Luego. Espera, espera.

ESCENA II

Margarita, Pedro y D'í Antonia

D'í Ant. — (Desde el foro al campo) Espera, Antonio: espera ahí!


Ped. —¿Antonio?
Marg. —Ha dicho Antonio?
Ant. —¡Hola, hola, buenos mozos! (Avanzando hacia ellos)
¿Ya estaríais recogiendo uvas para la vendimia, eh?
¡Cuántas uvas! Porque vuestra vendimia está cerca ya
¿no es cierto? Y los besos son uvas muy dulces
Yo no puedo besar sino á los niños; y los niños, se asus
tan, porque estoy tan vieja Ustedes son jóvenes, jó
venes felices, jóvenes buenos, muy buenos. Tú, Mar
68 EL ATENEO
garita, que eres tan buena, llámame á Juan, llámalo aquí:
dile que no puedo entrar, que quiero hablarle aquí
Ped. —¿Pero es que ha venido su nieto, Antonia?
D? Ant. —Sí sí: anda Margarita. ¡Tan buena!
Marg. —(Con algunos racimos en la mano) Voy, señora, voy
( Váse por la derecha )
D? Ant. —¡Tan buena!

ESCENA III

Pedro y Antonia

Ped. —Pero señora ¿y usted cree que el amo ?


!)? Ant. —Qué sabes tú hijo, qué sabes tú! No eres buen cris
tiano? ¿No le has oído decir al señor cura que los arre
pentidos? Pues ¿quién responde de un mal día?
¿Tú nunca, nó? (Hace señal de beber) ¡Tantos días de
castigo! Tantos días! Castigo para él y castigo pa
ra mí. ¡Yoléjos de él!
Ped. —En fin, allá ustedes (Coge el cesto).
D'í Ant. — Véte, hijo, véte; que ahí viene Juan
Ped. —Pues nada! (Echándose el cesto al hombro) Allá ustedes...
( Váse foro. )
D* Ant. — Ahí viene. (¡Yo lo amansaré!)

ESCENA IV

D? Antonia y D. Juan

D. Juan. — (Por la puerta derecha.) Qué quiere D? Antonia?


Vamos á ver! ¿Qué quiere?
D? Ant. — Ven acá, hijo, ven acá. Tengo que hablarte á solas,
sin que nadie nos oiga Porque nadie debe saber
que Antonio es tu hijo. ¿No es cierto? ¡Ni él!
D. Juan. — (Con disgusto.) ¿De él vá usted á hablarme?
VENMMIARIO (id

D? A.nt.—De él! Te mortifica? ¿Te lastima? ¿Te daña?


Es que has olvidado que es tu hijo; es que mientes cuan
do hablas de arrepentimiento, de honradez, de concien
cia. Es que quieres sólo gozar, cuando tanto has hecho
sufrir! No, no: es preciso. Ten conformidad, ten pa
ciencia: sopórtame, soporta que te hable de tu hijo. A
lo menos, hablarte hablarte siquiera!
D. Juan. —Pero ¿ha olvidado usted ya ¿Cree usted que
puedo tranquilamente oir hablar del (pie así me ultrajó?
¿Cree Ud. que puedo soportar la ofensa, olvidándome del
castigo? ¿Cree Ud. que después de haber hecho lo que
él, nadie tendría derecho á pedirme ni la limosna de la
vida? Y sin embargo, ya usted vió: lo dejé ír, cuan
do debí cojerlo: y lo dejé vivir cuando debí matar
lo! Es mi hijo; por eso: nó, nó! Perdonaré la bo
fetada de su ofensa; pero no puedo presentar la otra me
jilla! ¡No puedo!
D? Ant. —Juan, Juan! Es tu hijo! Y no lleva tu nombre,
lleva el nombre que tu manchaste. ¿Que mereces por
eso? ¿No piensas que lo que él decía, tú lo hiciste?
¿No piensas que lo suyo era una parodia de lo tuyo, una
parodia; y lo tuyo fué una trajedia? ¡No piensas que él
estaba ebrio, y tu estuviste sano? ¿No piensas que él
ofendía á tu mujer, y tú deshonraste á su madre? Ah,
Juan, Juan! ¡Cuántos días han pasado, y no olvidas su
ofensa ¡Cuántos siglos deberían pasar para olvi
dar las tuyas!
D. Ji'An.— ¡Me está Ud. matando! ¿Oes que quiere U.
cobrarme así mi deuda de infierno! ¿O es que quiere U.
revolearme en mi lodo de ayer? ¡Cierto! Culpable fuí,
pecador fuí, criminal fuí, pero ya soy otro. Ya no soy
el corruptor, el mancillador; ese murió: ese está muerto
aquí (Golpéase el pecho) Yo mismo lo maté, yo lo des
precio ¡Soy otro! ¡Otro! Y ahí está Dios abriendo
los brazos á los arrepentidos, ahí está; y no puede cerrar
los nunca, porque sus manos están clavadas Nada
hay más humano en el hombre que el arrepentimiento,
nada hay más divino en Dios que el perdón!
70 EL ATENEO
D? Ant. —¿Otro? l'ero si adentro tienes el muerto, si aún no
lo has echado afuera. Eso te falta. Tienes el corazón en
fermo; porque el muerto que está adentro se ha po
drido! Echale afuera, y purifícate: para los muladares,
el fuego; para las almas como la tuya, el dolor!
D. Juan. — ¡Sufro! ¡Sufriré más! Pero no se goce U. en mi su
frimiento, si salie ípie quiero ser otro: no atice usted el
fuego.
D? Ant. —¡Lo contrario! Así serás mejor.
D. Juan. -¿Mejor?
D? Ant. — Sí, sí; porque dices que eres bueno, y no disculpas
una falta, cuando quieres disculpar las tuyas! Hablas
de arrepentimiento y perdón, y no perdonas á los arre
pentidos
D. Juan. —¿Y acaso sabe Ud?
D? Ant. — ¡Arrepentido como está!
D. Juan. — No, no, no puede ser Dios mío! ¿Qué dirán?..
No puede ser! Y Magdalena?
D? Ant. —Ella lo perdonará (Con tono convencido) Tendrá que
darme gusto.
D. Juan. —¿Por qué?
D'í Ant. — Porque (Transición) es tan buena!
D. Juan. —¿Y las gentes, las gentes?
D? Ant. — No te acordaste de ellas nunca
D. Juan. —No puedo resolverme!
D? Ant.—¡Es tu hijo!
D. Juan. —Peor!
D? Ant. —Está arrepentido!
D. Juan. —Que sufra!
D? Ant. —Quiere tu perdón!
D. Juan. —Que espere.
D? Ant. —Juan, Juan! O él viene ó yo me voy. Y entonces...
D. Juan. —Entonces, qué?
D'í Ant. —Yo le diré quien es. Yo le diré que es tu hijo, yo le
diré que tú deshonraste á su madre, yo le diré que tú no
le perdonarás nunca, yo le diré que no te debe rogar, si
no exigir
D. Juan. —¡Por Dios, por Dios! ¿Y Magdalena? Tendré que
VENDIMIARK) 71
decirle Porque ¿cómo explicarle?... ¿Qué es lo que
pensará? Se reirá de mí. Me despreciará! Tendré que
decirle
D? Ant. —Nunca! ¿Cómo? ¿Deshonrar á Antonio? ¿Darle tu
casa y quitarle su honra? Nunca lo harás! Nadie, nadie
debe saberlo: que se lo figuren; pero, ¿tú confesarlo?
Cuídate de ello! Porque entonces entonces no
sé, no sé! Cuídate de ello
D. Juan. —Pero, siquiera tiempo.
D» Ant.— ¡Nó!
D. Juan. —Meses más
D» Ant. Nó!
D. Juan. —Días más.
D* Ant. —¡Nó (Corre á la puerta del foro) ¡Ni horas! (Llama).
D. Juan. —¿Ni horas?
D* Ant.—¡Sí aquí está!

ESCENA V

D? Antonia, D. Juan y Antonio.

Ant. — (A la puerta del foro humildemente) ¡Señor!


D. Juan. — (Con actitudes que demuestran cólera y piedad) Vete!
vete! No espera! espera! ¡Dios mio!
Quédate! (Abatido)
D* Ant.—¡Al fin!
Ant. — Perdón
D. Juan. — (Preventivamente.) Ahora, otro
Ant. —Otro, señor
D'í Ant. —Vamos, hijo, vamos ! (Llevándoselo por el foro.)
D. Juan. —Sí, sí: dejénme solo !
72 EL ATENEO

ESCENA VI
Don Juan

¡ Esto es el purgatorio de mis faltas ! Yó que creí tener


derecho á vivir tranquilo ! Me he engañado. Quiero ser hon
rado y ser feliz, y no puedo: parece que la felicidad y la honra
dez estuvieran reñidas. Lo están, lo están en mí; porque cada
recuerdo es una cadena que me ata, una garra que me oprime,
una espina que me punza
Conquisté amores pasajeros y amores prohibidos: me falta
ba conquistar un amor permanente y honrado. ¡ Me casé !
Derroché en orgias el dinero que mis padres ganaron en
desvelos: gocé el goce de gastarlo; pero me faltaba el de ganarlo
¡ Trabajé !
¡ Y no hay medio de huir ! ¡ Casi estoy por creer que no
hay arrepentimiento que valga ni perdón que se otorgue al que
pecó una vez. El pecado es como la roca de la cumbre que
rueda y rueda: cuando queremos atajarla, nos arrastra Pero
haré un esfuerzo: la atajaré. ¡ Sufro, sufriré todavía, pero si
tras de tanto sufrir no diviso un horizonte de paz, si no dan mis
cosechas más que heces amargas, si en mis parras se ensortijan
serpientes, si en mis lagares se pisotea lodo siempre, siempre,
siempre, ya e^to no será el purgatorio de mis faltas, sino el in
fierno de mi condenación eterna !

ESCENA VII

Don Juan y don Lorenzo

D. Lor. — (Por la puerta de la verja.) ¿Qué es esto, Juan?


¿ Qué te pasa ? ¿ Estás hablando solo ?
VEXDIMIARIO 73
D. Jua.v. — (Con intención.) No: estaba dialogando
D. Lor.—¿Como? ¿Y con quien?
D. Juan. —Con el otro.
D. Lor.—¿El otro?
D. Ji'An. — Si, mi otro yó, mi alma de ayer, el D. Juan calave
ra, el burlador, el corrompido. Estaba dialogando con
é1, estaba haciéndole cargo?, estaba pidiéndole cuentas,
estaba exigiéndole pagos. Porque aunque está muerto, está
aquí, (Sobre el pecho) y yo oigo su voz en mi conciencia.
¡ Es el vivo que está hablando con el alma del muerto!
Aquí, aquí lo siento; (Golpéase nuevamente el pecho) ¡Y
debo echarlo afuera ! Debo echarlo; ¡ y no puedo!... Soy
uno en dos: soy la esperanza del bien y el recuerdo del
mal, el deseo de la honradez y el remordimiento de la
falta. Lucho contra mí mismo; y no puedo vencerme !
El recuerdo puede más que la esperanza, las garras pue
den más que las alas Soy como el presidiario que ve
por fin limado el remache, rota la argolla, saltado el gri
llete, y no puede ser libre, libre, libre, porque siempre
le queda la llor de lis, la huella en el tobillo, la marca
eterna de su infamia !
D. Lor. —Pobre amigo mío ! Sosiégate. Ten calma. Ten
paciencia. Tú lo has querido, y debes conformarte.
¿ No querías redimirte? Pues te estás redimiendo. ¿ O
crees tú que la crucifixión es broma inútil ? No, Juan :
es necesidad. Y luego luego los hogares dulces y
blandos, son como panecillos de azúcar que se disuelven
al primer hervor
D. Juan. — (Llevando á Don. Lorenzo hacia el emparrado.) Pero
amigo mío, aconséjame. Debes saber mis angustias, co
mo supiste mis locuras; debes compartir de mis dolores,
como compartiste de mis dichas.
D. Lor. —Si ya comprendo Si vengo de afuera Si ahí
está Antonio.
D. Juan. — ¡ Ahí está!
D. Lor. —¿Y has hecho mal? No: has hecho bien. Si el chi
co estaba arrepentido ¿ Cómo puedes negar para otro
10
74 El. ATENEO
lo mismo que quieres para tí? Y luego ¿ no es tu hijo?
Ahí lo he dejado, alegre como unas pascuas, preparán
dose para beberse un trago.
D. Juan. — ¡ Beber! (Con repugnancia.)
D. Lor. —Pero hombre ! ¿Que tiene? Estás insoportable
¿Tú nunca, eh ?... Embriaga á tus criados y exhíbelos á
los ojos de Antonio, para que coja repugnancia al vicio.
Y si quieres más, ahorra á tus criados tal trabajo; y dale
buen ejemplo, embriagándote tú mismo. ¡ Vamos ! que
el beber es malo para quien no bebe, Pero á veces
D. Juan. —Es un consuelo, verdad. Cuando veo á un ebrio,
lástima siento; y no río como otros.
D. Lor. —So pena de quedarte negro
D. Juan. —Siento lástima; Quien sabe si un dolor se ha aho
gado en un trago ! ¡ Quien sabe si un deseo se ha col
mado en una copa ! Quien sabe si un ensueño, un amor,
una gloria ha quemado sus alas en una llama de al
cohol !
D. Lor. —Pues. ¿Y Antonio? ¿ No lo has visto siempre tris
te, huraño, melancólico? Tú me lo has dicho ¡Y su
cabeza taciturna me lo ha dicho tambien !... Bebiendo se
anima, se alegra, se entona, se enciende: y es que acaso
está triste. (Con reproche) porque es engendro estravia-
do de amores viciosos; y es que acaso con la llama de
alcohol, alumbra, aunque sea un minuto, sus horizontes
negros; y es que acaso en el artificio de ese placer halla
compensación á la naturaleza de su dolor; y es que así
acaso sacude su cabeza bajo tu paso, protesta de tí, se
subleva de tu herencia, y ya que no puede brillar que
ma, yá que no puede resplandecer arde, ya que no puede
alumbrar incendia !
D. Juan. —Sí, sí Pero eso no es arrepentimiento
D. Lor. —Pues será gusto! Y luego, los amigos, Felipe
D. Juan. —¿Felipe? Con él acaso...? Pero es que esto se repi
te ! Pero es que se han encontrado yá, y comentarán su
vuelta, y se reirán de mi debilidad
D. Lor. —Felipe es tu yerno
YRND1MIARI0 75
D. Juan. — No: es sólo el marido de mi hija. Yo lo rechazo, yo
no lo reconozco, yo lo desprecio.
D. Lor. — Pero, ¿te dá motivo?
D. Juan. —¿ No basta con lo que quiso hacer?... Y luego mis ojos
ven y mis oidos oyen cosas que no debían ver ni oir: mi
hija sufre por él, y él se despreocupa; mi hija llora, y él
se divierte; mi hija se desespera, y él pasea. Eso cuan
do la luna de miel
D. Lor. — Asoma aún sus irónicos cuernos!... Bah ! ya se irá
componiendo, como se compondrá Antonio, como tú te
compusiste
D. Juan. —Como tú no te compondrás nunca
D. Loa. — Despreocúpate de mí, y cuida de ti mismo: por lo
menos, así debiera de ser desde que me has pedido con
sejos
D. Juan. —Sí, sí. ¿Qué me aconsejas que haga? ¿Cómo de
cirle á Magdalena que Antonio está yá aquí, que ha
vuelto, que lo he recibido, que ? ¿ Cómo evitar ?
¿ Cómo explicarle? No: no sé, no sé lo que haga.
D. Lor. —Pero si es sencillo. Dile la verdad, dile que es
tu hijo.
I). Juan. — ¡ Nunca !
D. Lor. —¿ Nunca? ¿ Y como yo?...
D.Juan. —Tú lo sabias ya; y luego tú no habías de repetirlo,
porque no tenías á quien decirlo, no tenías para qué con
tarlo...
D. Lon. —¿Y ella no podría callar?
D.Juan. —No: lo contrario. ¿Comprendes tú qué explica
ción daría ella de haber consentido ? La misma que yo
le daría á ella. Y yo tendré que morirme de vergüenza ó
de cólera, cuando mi hijo llegue á saberlo y se presente
ante mí á exigirme que le devuelva su honra, la honra
de su madre, la honra que le quito al quitarle su nom
bre para darle el mío !
D. Lor. — ¿Y porqué ha de saberlo él? ¿Crees acaso que eso
mismo que tú quieres callar, no lo malician todos?
¿Imaginas que no se lo dicen los unos á los otros?... ¿Y
quien va á contárselo?
7(5 EL ATENEO
D. Juan. —Nadie se atreverá á decírselo ahora, porque lo abofe
tearía como á un calumniante. Entonces
D. Lor. —Tampoco se lo dirán por miedo
D. Juan. —Se lo dirá ella misma, Doña Antonia. Y el nieto,
armado por la abuela, vendrá contra el padre!... Estoy
amenazado por ella; quizás ella me perdonaría con toda
su alma si yo me callase hoy, porque me vería sufrir
y hasta sufriría al verme ! No sé, no sé lo que haga !
No sé que decirle á Magdalena No sé como explicar
le Mejor fuera que echara de aquí otra vez á Anto
nio ! ¡ Mejor hubiera sido rechazarlo !... Pero, tampo
co. ¿ Cómo, si es mi hijo, al fin ? Y luego otra vez D*
Antonia amenazándome con decir la verdad ! Si los
echo á los dos, también la dice !... Estoes desesperante!
¡ Esto es horrible ! Esto es la flor de lis, la huella en el
tobillo, la marca eterna dela infamia !...

ESCENA VIII

Don Juan, don Lorenzo, Magdalena y Margarita

Magd. — (Por la derecha acompañada de Margarita que se queda


en la puerta.) Imposible!... ¡Imposible!
D. Juan. —¡ Magdalena !
Magd. —Juan, Juan ! Verdad que lo echaste-? Atrevido, inso
lente !...¡ Desvergonzado !
D. Juan. —¡ Magdalena !
Magd. —Me lo acaba de decir esta. (Señala á Margarita que se
ha quedado en la puerta. ) ¿ Pero cómo se ha atrevido á
venir ? ¿ Qué ha pensado de tí ? ¿ Qué ha imaginado
de nosotros ? ¿ Qué ha creído ?
D. Lor. —Cálmese Ud. señora, cálmese Ud. (Dirigiéndose á
Margarita y haciéndole #eñal de que ¡te vaya.) Margarita....
Magd. —¿Que se vaya? ¡Cómo! ¿No debe de oir?... ¿Es
VENDIMIARIO 77
que entonces ? ¡ Sería una infamia !... Imposible
sería una infamia !
Marg. —Me iré, señora
Magd. —No, no, quédate: si tienes que oir tú cómo mi marido
ha echado á ese insolente, cómo lo ha echado...... ¿ No lo
viste venir ? Pues verás, se fué otra vez
D. Juan. —No. ¡ Que se vaya !
Magd. - No. ¿ Para qué ? (A Margarita.) ¡ Quédate !
D. Juan. —(Con imperio á Margarita.) ¡ Vete !... ( Vásc Merga-
rita derecha. )

ESCENA IX

D. Juan y D. Lorenzo, Magdalena

Magd. —Entonces, habla. ¿Lo echaste?


D. Juan. — No...
Magd. —¿Qué dices? ¿Estás loco? ¿No lo echaste? ¿Lo
has recibido ? ¿ Le has vuelto á dar tu casa ? ¿ Porqué ?
Díme, hábla.
D. Juan—Tenía que hacerlo.
D. Lor. —Sí, señora.
Magd. —Porqué? Explícame. Dame una razón, un motivo,
una causa. Explícame; que me estás asombrando.
D. Juan. —No puedo decirte nada.
D. Lor. —Tiene razón. ,
Magd. — (A D. Lorenzo.) Luego Ud. sabe ¿Y yo no puedo
saberlo? (A D. Juan.) ¿Con que tu amigo sabe lo que
ocultas á tu mujer ? ¿ Qué pensará tu amigo ?
D. Juan. —El lo sabe; pero se callará. Tú lo dirías.
Magd. —¿Y porqué nó callarme?
D.Juan. —Porque tendría que decirle á todos la razón que te
ha hecho consentir
Magd. —¿Consentir? ¡ De ningún modo !
D. Juan. —Peor todavía, entonces!... Nada tendrás que decir,
78 EL ATENUO
no has consentido tú, te lo he impuesto por fuerza: eso
es todo.
D. Lor. — Repare Ud., señora
Magd. —¿ Y como podré decir yo eso? Sería insultarme é in
sultarte á ti mismo. ¿Imponerme? ¿Así es que
nada te importo yo? ¿Así es que piensas imponerme, é
imponerme una humillacion? ¿Así es que prefieres ca
llarte, á verme con la frente levantada ante todos? ¿Así
es que quieres mancharme y mancharte tú mismo ?
¿Así es que no sabes lo que debe ser un hogar, ni com
prendes lo que vale una esposa? Aquí delante de tu
amigo, que lo sabe, te digo que eres un loco; porque
cansado de deshonrar los hogares ajenos. deshonras el
tuyo; porque cansado de manchar á otras mujeres, man
chas á tu esposa.
D. Juan. —Ten piedad de mí!... Si supieras, si penetraras, si
sondearas mi dolor te horrorizarías de él! Quiero de
cirte la verdad y no puedo; quiero confesártelo todo, y
no puedo. El corazón me empuja, y me dice: habla !
La razón me detiene y me dice: calla! Una palabra,
una sola, una, y me darías la razón. Una palabra, una
sola, una, y el corazón se me desgarraría ! Confórmate
con ello ! Tú no lo puedes saber. No lo debes saber.
Si me lo callo, tendrás derecho á desdeñarme; si te lo
digo, tendré que despreciarme yo mismo !
D. Lor. — Señora, crea Ud. que es así
Magd.— ¡ Crea Ud !... Imposible la fé cuando se ha perdido la
esperanza Y yo he desesperado ya ! Estoy desespe
rada ! No, no es esta vida, vida de hogar, vida de paz,
vida de amor. Esto es presidio, es destierro, es soledad.
Y luego, desde que le ofrecí mi juventud á este hombre,
me ha condenado á soledad, á destierro, á presidio. Y
luego que en vez de cuidarme, velarme, honrarme siquie
ra, deja que un ebrio me ofenda y no lo castiga, deja que
se vaya y no lo persigue, deja que regrese y no lo echa.
Pues bien! Que se quede él. Yo me marcho. Yo no
puedo quedarme aquí, yo no quiero quedarme aquí !
VENDIMIARIO 7'.)
D. Juan. — (Con revolución. ) Yo soy el que no debe quedarse
aquí !... (Camina hacia la puerta derecha.)
D. Lor. —Calma, Juan: reflexiona
D. Juan. —Señora: ni una palabra más ! El señor D. Antonio
es el administrador de esta hacienda; y Ud. tiene la obli
gación de respetar lo que su marido hace. ¡ Ni una pa-
lal 'ra más! ( Vase derecha: Magdalena rompe á llorar.)

ESCENA X

D. Lorenzo y Magdalena

D. Lor. —Tranquilícese Ud. señora.


Magd. — (Con energía.) No! ¡no! ¡no!... ¿Es posible este
trato ? ¿ Es posible que soporte yo esta infamia ? ¿ Es
posible que...?
D. Lor. —Señora, señora: él tiene razón.
Magd. —¿El razón?
D. Lor. —Sí, porque Antonio tiene derecho
Magd. —¿ Derecho de quedarse aquí ?... Pero hable Ud. : le juro
que nunca se lo juro
D. Lor. —¡ Juramentos !
Magd. —Le juro á Ud
I). I/)ü. —Imposible ! Si tiene Ud. que hablar, si tiene Ud.
que explicar su condescendencia de algún modo, si tiene
Ud. que pregonarlo; y no puedo, no debo yo permitirlo !
Sería un mal amigo
Magd. — De él; pero un buen amigo mío ! Luego yo, crea Ud.
que no puedo conformarme. Tendré que tomar una reso
lución violenta. Las gentes se reirán de mí, se burlarán...
No, no Yo me iré de aquí. ¡ Y hoy mismo ! ¡ Aho
ra mismo ! ¡ Que se quede mi marido, que se quede.
Yo no puedo permanecer aquí, yo tengo que irme, yo
me voy (Panéase nerviosamente.)
D. Lor. —Nada logra Ud. con exaltarse, señora
80 EL ATENEO
Madg —¿Con exaltarme? Le parece á Ud. que debo permane
cer tranquila? Es por esto que las mujeres, cansadas
del mal trato de sus maridos, faltan al deber de su hogar;
es por esto que los hogares, con apariencias de tranquili
dad, minados al fin con tanto y tanto disgusto, se derrum
ban á un soplo; es por esto que sintiendo el sacrificio es
téril, la paciencia agotada, el corazón oprimido, se rompe
al fin con todo y se busca el camino de en medio, ya que
el marido cierra todos los otros caminos.
D. Lor. —Señora ¿que está Ud. diciendo?
Magd. —Si no sé lo que digo, si no sé lo que pienso, si no sé lo
que siento!
D. Lor. — Bástele á Ud. saber, señora, que Antonio tiene de
recho
Magd. —Pero, no comprendo !... No comprendo cómo mi mari
do se contentó con echarlo, despues del ultraje; no com
prendo cómo consiente en su vuelta Y no poderme
decir!... Yo debo averiguarlo... Yo debo saberlo... Dí
gamelo Ud.
D. Lor. —No puedo. ¡ Es inutil.
Magd. —¿Cómo saber? ¿Cómo averiguar?... Ah ! sí, sí. D?
Antonia, Antonia. (Z>'í Antonia aparece en la puerta
del foro.) Déjeme Ud. con ella !
D. Lor. —Con ella... (Camina hacia la puerta derecha.) (No
ha de parar hasta saberlo !) (Mutis derecha.)

ESCENA XI

Magdalena y D? Antonia

D? Ant. —Venía en tu busca, hijita


Magd. — (Que con afectada alegría, se mostrará muy cariñosa y ri
sueña. ) Está Ud. muy contenta
Yfi Ant. — Cierto, cierto
Magd. —¿El nieto?...
I

VENDIMIARIO 81
D? Ant. —De él te venía á hablar. ¿ Verdad que lo perdonarás ?
Magd. — Pues ya lo creo ! Si no necesitaba mi perdón.
Ant.—»(Ni se resiste ..es extraño !) ¡ Que buena eres!
Magd. —Ud. D? Antonia sabe mejor que yo que no lo nece
sitaba
D? Ant. —¿Cómo? (Aquí hay algo)... ¿ Xo necesitaba '? Pues
entonces
Magd. — (Con risa burlona.) Y ¡ qué bien finje Ud., doña An
tonia
D» Ant.—¿Yo?
Magd. —Ud. ¡ Si lo se todo !
D? A.nt. — ( Con sorpresa. ) ¡ Todo ! !
Magd. —Ya lo creo: Juan tuvo que contármelo. ¿ Que cree Ud.
entonces queme iba á decir? Así es que no necesita
Ud. pedirme perdon para lo que Antonio tiene derecho....
D'í Ant. — (Suplicante.) Por Dios, por Dios, calla ! ¡ Que na
die lo sepa ! Yo te lo ruego, ¡ Tu eres tan buena !
( Va hacia la puerta derecha.) (¡ Ah ! el infame !)
Magd. —Callaré, D* Antonia, callaré
D? Ant. — Que no lo sepa él, que no lo sepa Antonio
Magd.— ¡ Cómo ! ¿ El ?
D? Ant. —No, no: ¡Si lo llegara á saber! ¿Comprendes?...
¡ Deshonrado !
Magd. —Es verdad: ¡ deshonrado !
D?Avr. — Y ¿por quién? Por su padre
Magd. —¿Su padre? Sí... sí... ¿Su padre había así de des
honrarlo? No... no... me callaré. ¿Conque Antonio
era hijo de... ? ¡Y no haberlo sabido antes !
m Ant.—¿Antes?
Magd. —Si: que Juan no me hubiese dicho hasta ahora que An
tonio era su hijo... (¡ Con razon: su hijo !)
D? Ant.— Calla por favor. ¡ Calla !
Magd. —Sí, sí... pero yó ¿que diré ? ¿ Que podré decir?
D? Ant. —(Ve á todos lados con picardía.) Favor por favor...
( Con ritinún. ) Felipe
Magd. — (Con miedo.) ¡Felipe!
D? Ant. —Ahí lo dejo afuera con Inesita y con Antonio. (Con
11
S2 KL ATENEO

gran precaución) y me ha dado para tí un encargo; que


salgas aquí, al emparrado, en cuanto yo te dé el aviso.
Jejeje !
Magd. —Hoy no.
D? Ant. —¿ Pues es que crees que te he ayudado en vano ?... Si
yo adiviné que te gustaba, si yo me enteré que tú le gus
tabas á él, si yo les fuí acercando el uno al otro, si yo me
he prestado á hacerlo, no ha sido en vano, no lo ha sido.
Tendrás que callarte lo mío, para que yo me calle lo
tuyo. Y me obedecerás ¿ no es cierto ?
Magd. — Hoy no.
m Ant.— Hoy sí.
Magd. —¡ Si lo sabe mi marido !
D'í Ant. —Tu marido debe pagar sus culpas.
Magd. —¡ Verdad ! debe pagarlas.
D? Ant. —Y luego... luego, con callarme yo
Magd. —¿Y si Inés?...
D'í Ant. —Déjate de bromas: vete, y dile á tú marido que yá
hablamos. Ahí viene alguien. (Dirige una mirada á la
verja. ) Que ño nos oiga. Estate lista, eh ?
Magd. —(¡ Había sido su hijo!) (Vase derecha).
D* Ant. — (Esta tendrá que hablar, pero yo hablaré antes.)

ESCENA XII

D? Antonia, Inés y Pedro

Inés. — (A la puerta del foro acompañada de Pedro. Viste traje


de paseo campestre) He venido acompañada contigo: más
vale así
Pdr. — (Se quita el sombrero y cortesmente saluda.) Señorita
D'í Ant. —¡ Hola, hola ! ¿ Y tu maridito? ¿Cómo te has veni
do sin él?
Inés. —Sin él ! Lo dejo allá: prefiere entretenerse con su ami
VEND1MIARI0 83
go, con su nieto de Ud., á venir acompañando á su
mujer.
D? Ant. —Bah ! Siempre celosilla
Inés. —¿Celos? No: Rábia ! rabia con el infame, con el fal
so, con el ingrato. Olvidarme así ! Desdeñarme así ! Tra
tarme así ! Pero si yo tengo la culpa, si yo debí de co
nocerlo, si yo be sido una loca: enamorarme de él! Oirlo,
seguirlo, casarme con él ! Una loca Si yo ten
go la culpa !
Por. —¿Y donde estará Margarita? (Asomándose á la puerta
derecha.) ¡ Quiá ! Si ahí viene
D? Ant. —Verdad, verdad: es un ingrato, un falso, un infame.
¡ Y vas á convencerte ! Yo te lo había ofrecido, yo lo
he estado pensando, yo me he resuelto á decírtelo to
do todo
Inés.— Sí, sí; porque quiero arrojarle á la cara su infamia,
quiero avergonzarlo, quiero

ESCENA XIII
'
D! Antonia, Inés, Pedro y Margarita

Maro. — ( Precipitadamente por la puerta derecha.) Quiere Ud.


algo señorita ? Al fin llegó Ud. ¿ Quiere Ud ?......
Inés. —No, no: nada.
D'í Ant. —Ven, para acá. (Lleva á Inés hasta el emparrado.)
Pdr. —Yo soy el que quiero (A Margarita.)
Marg. —¿ Qué ?
Pdr.—Lo de antes. (Hace la señal de besar.)
Marg. —Quita, que nos ven (Hacia el foro.)
Pdr. — (Empujando á Margarita.) Afuera no nos verán
(Margarita y Pedro abren la puerta del foro, y conservándo
la abierta permanecen á la vista en coloquio animado. )
Inés. —De una vez ! ¡ Hable Ud ! Dígamelo todo ! Pronto,
pronto.
84 EL ATENEO
D? Ant. —A prisa, á prisa ha de ser Pues mira, mira tu
que Felipe
Inés. — (Con suma ansiedad.) Sí, sí.
D? Ant. —Felipe y Magdalena. ¿Entiendes?
Inés—¡ Magdalena ! imposible. Me engaña Ud.
D? Ant. —Inocentona, ¿qué sabes tú de eso?
Inés. — Pero si no puedo creerlo, no puedo...
D? Ant. — ¿Te quieres convencer con tus ojos. como yo me he
convencido con losmios? ¿Quieres mirarlos juntos?
¿ Quieres ?
Inés. — Mirarlos! Quiero mirarlos ! Sólo así creería, sólo
así ¡Diosmio!... Pero si algo sospechaba ¿Por
qué dudo ? ¿ Porqué no creerlo ? Lo creo, Doña Anto-
nia, lo creo! (Rompe á llorar.)
D? Ant. — ¡ No llores; no vayan ú verte !
Inés. —Si no debo llorar... Si esta debilidad mía tiene la culpa
de todo ! Si yo debo ser la mujer fuerte, la mujer hon
rada, que abofetea con su mano de cólera el rostro del
hombre traidor, del hombre infame. ¡ Infame ! ¿ Y
ella?.... ¡ Verá ella ! Pero nó ¡ Mi padre ! Dios
mío! Si mi padre lo sabe... ¡Pobre padre mío ! Que
no lo sepa nunca. Yo sí quiero saberlo, yo sí, pronto,
pronto.
D? Ant. —Pronto ha de ser. Anda y espérame; estate lista; te
iré á llamar; déjame á mí.
Inés. —Pobre padre mio ! Que no lo sepa nunca Yo sufri
ré sola ! Yo sola ! ( Váse llorando por la puerta derecha. )
D? Ant. — (¿Que no lo sepa nunca? ¡ Ha de saberlo !...)

ESCENA XIV

D? Antonia, Pedro y Margarita

Maro — ( Volviendo al proscenio. ) ¡ Cómo ! ¿ Se va la señorita ?


D» Ant.—Se va, sí.
Marg. —Iré á verla. (Camina hacia lapuerta derecha.)
VENDIMIARIO 85
Por. — (Que permanece observando el cielo.) Cuando yo te digo
que hay nube
D? Ant. -¿ Nube ?
Maro. —Sí, sí. ¡ Pobre señorita ! (Váse corriendo por la derecha.)

ESCENA XV

D'.' Antonia y Pedro

Por. —Pues una nube anda por allá arriba (Señala al


cielo. )
ant. — (Mirando al cielo.) No veo
Pdr. —Y qué malo es eso de no alcanzar á ver el cielo, D? An
tonia !...
D* Akl. —Calla tú ! Pero si soy vieja !
Pda. —Hay viejas que pueden ver el cielo; Ud. no lo verá nunca...
D'.* Ant. —¿ Qué quieres decirme ? ¿ Qué palabras son esas
Pdr. — Pues, nada. ¡ Que hay una nube, y Ud. no la pue
de ver.
D'í Ant. —Malo está eso.
Pdr. —Pues, nada ! que la vendimia se vá echar á perder, cuan-
do falta lo mejor
D? Ant. — Puede ser que nó llueva
Pdr. —Es que no sopla viento. ¡ Si soplara ! Pero la nube es
tá ahí encima, encima de todos; y si llueve

ESCENA XVI

Felipe, D? Antonia, Antonio y Pedro

Flp. — (Al foro con Antonio del brazo. Viste traje de paseo cam-
pestte. ) ¡ Si llueve, llueve !
D'? Ant. —¡ Cómo ! ¿ Con Antonio ? •
Ant. —(Con la mirada extraviada, cabellos revueltos y ropas en
86 EL ATENEO
desorden.) Pues claro ! Si te quiero preguntar una co
sa que me anda aquí, ( Golpea la frente) y que me tie
ne preocupado. Mira tú que he bebido y estoy triste
Pdr. —(Lo de siempre !) (Hace señal de beber, y retirase á la
verja. )
Flp. — Se ha empeñado
D? Ant. —Pero has hecho mal en beber así
Ant. —Por ahogar esto. (Golpéase otra vez) Y ¡nada! no se
ahoga: nada, nada
D? Ant. —¿Pues que es?
Flp. —¡ Tonterías !
Ant. —Tonterías ? Mira tú que eso de que el señor D. Juan
haya consentido Primero me dejó ir ¡ Como que
me chocó !... Y ahora, ahora ¿ por que consiente así tan
fácil? ¿Porqué? Esplícame, Antonia, tú...
D? Ant. —Nada. Que es bueno ! .
Pdr. —(¡ Este se va escamando ?...)
Ant. —¿Bueno!... ¿Y que le dijiste tú? ¿Qué te dijo él?
¿ Y que dijeron ustedes de mí ? Porque yo quiero saber
lo? ¿Entiendes? Yo debo saberlo. ¡ Díme Antonia,
díme !...
D? Ant. —Ahora nó: yo te lo diré luego, cuando estés bien ; aho
ra no, ahora vete. (¿Que pensará?) Porque Felipe
debe quedarse aquí. (^4 Felipe.) Quédate aquí ! (A
Pedro.) Llévate á Antonio: acompáñalo.
Flp. —Si: debo quedarme aquí.
Ant. —Pues, entonces
Pdr. — (Tomándolo del brazo.) Entonces, vamos! (A que lo
echo á un lagar para que lo pisoteen !) ( Váse Antonio
del brazo de Pedro, por el foro, mascullando palabras in
coherentes. )
VENDIMIARIO 87

ESCENA XVII

D? Antonia y Felipe
Flp. —¿ Y para qué ?
D? Ant. —¿ Para qué te quedas ? Para que veas á
Flp. —¿ Magdalena ?
D? Ant. —¡ Y que pronto has dado ! Como que yo te hablé de
ella, y le hablé á ella de tí, y les hice hablar el uno al
otro. ¿ Eh ? Pues debes de saberte que no ha sido á
tontas lo que he hecho: bien sabía yo que ella te tenía
simpatías, y que á tí te gustaba ella.
Fr.p. —¡ Claro ! como todas.
D? Ant. —Y desde que yo quería que mi Antonio volviera, me
dije: si yo le doy gusto á ella, ella tendrá que darme gus
to á mí; y así fué que empecé á fijarme en que tú
le gustabas. Y como yo sé que eres lo mismo que Juan
cuando era mozo, que no se enamoró nunca de nadie y
enamoraba á todas Pues, ya te sabes que no ha sido
á tontas lo que he hecho.
Flp. —Bueno ¿ y qué ?
D* Ant. —Que has de hablar con ella ahora; pero ni le pregun
tes cómo ha consentido en que Antonio..., porque ya
sabes que lo hecho ha sido para eso.
Flp. —Bueno. Pero que venga, llámela, que venga !
D* Ant. —Voy (Camina haciala puerta derecha.) Si ahí
está. (Hace señas con la mano llamando.) Ya viene
ya viene
Flp. —(Llegando hasta la puerta derecha.) ¡Magdalena!

ESCENA XVIII
Magdalena, Felipe y D? Antonia
Magd. —(Á la puerta derecha dándole ambas manos á Felipe.)
Chit ! que no nos oigan
88 EL ATENEO
Fel. — (Llevándola entre sus brazos, hasta bajo el emparrado.)
Magdalena, qué encantadora estás !
Maiid. —Qué engañador eres! ( Ve á todos lados.)
D? Ant. — (Sube las gradas y se coloca al umbral de la puerta de
recha.) Yo vijilaré desde aquí: seré la guardia de
amor. (¡ De honor, iba á decir !)
Fel. —( Estrechando á Magdalena. ) Si te juro que eres la única
Magd. —¿A cuántas habrás dicho lo mismo?... (Siempre de
sasosegada. )
D? Ant. —(Que hablen ! Yo me voy por la otra. ¡ Por la
otra ! ) ( Váse derecha. )

ESCENA XIX
Felipe y Magdalena

Fel. —D? Antonia se va.


Magd. —Es mejor que se vaya.
Fel. —¿ Y sabes tú que me ha dicho que, si nos ha ayudado, no
ha sido en vano?
Magd. — Así también me ha dicho á mí.
Fel. —Dice que ha sido para hacerte luego consentir en que
Antonio volverá.
Magd. —Antonio ha vuelto, y yo he tenido que consentir; pero
no por miedo á ella
Fel. —Entonces ¿ por qué ?
Magd. —A tí puedo decírtelo: porque... es hijo de Juan.
Fel. —¿ Hijo de D. Juan?
Madg. — ¡ Su hijo ! Y Antonio no lo sabe.
Fel. —Es misterioso.
Magd. —Pero es.
Fel. —Con que Antonio no lo sabe? Pues si no lo sabe, yo
debiera decírselo; soy su amigo.
Magd. —Amigo suyo eres: y puedes hacerle creer que es amis
tad. Pero D? Antonia me ha rogado primero, y después
me ha amenazado, para que se lo calle á él.
Fel. —Ruéguete á tí, amenácete á tí: pero yo cumpliré como
«

VENDIMIARIO 89
amigo de Antonio con decirle la verdad. Sepa él lo que
es y escoja lo que deba hacer.
Magd. —¿Y si D? Antonia habla también ?
Fei,. —Peor para D. Juan, si la escucha.
Magd. —Peor para nosotros, si la cree.
Fel. —Terminaría esto de una vez; y del desasosiego pasaría
mos á la seguridad. Yo no me acomodo á verte en
instantes perdidos, yo no me conformo con sentirte in
tranquila á mi lado, yo no me convengo á oirte la voz
temblorosa, ni á estrecharte las manos temblorosas tam
bién. La cobardía dista poco del arrepentimiento. El
miedo impresiona más que el amor; y así los amantes
que empiezan por tener miedo á otro, concluyen por te
nerselo entre sí. Es verdad que á veces el miedo no se
para, sino que une ¡ Ah ! pero entonces yá no nos junta
ríamos como amantes, sino que nos uniríamos como cóm
plices. Yo no tengo, ni quiero que tú tengas más miedo:
el amor por el amor, no por el miedo. En todas partes
se te aparece la sombra de D. Juan: ¡ más valiera que se
apareciera él mismo! (Con energía.) Así concluiría
mos, de una vez, por tener la seguridad de nuestra dicha
ó de nuestra desdicha. Tocaría á la suerte saber qué vale
más: el amor de dos ó el amor de uno solo !
Magd. —Calla, calla, que siento venir á alguien.
Fel. —Es el ruido del viento.
Magd. —Mira, mira, queme parece él. (Señala al campo.)
Feu — Es la sombra de los árboles.
Magd. —Verdad que siento miedo.
Fei.'—¿Verdad que te sientes cómplice mía? ¿Verdad que
quisieras romper conmigo, y no tienes fuerzas para ello ?
¿Verdad que en vez de gozar, te martirizas á mi lado?
Ah ! Tu miedo es miedo vivo, miedo que toma cuerpo,
miedo hecho mujer: es doña Antonia, que te une á mí
como cadena de presidio; es doña Antonia, que como la
serpiente te silbó primero, y luego se te ha enroscado al
cuerpo y no te deja libre; es Doña Antonia, que te tiene
el corazón entre su puño y se goza en oprimírtelo: el co
90 EL ATENEO
razón se oprime menos cuanto más grande es ! Mira tú
como el mío no cabe entre ese puño !
Magd. —Quisiera decirte algo, y nada te digo; torpe soy. No,
no es torpeza: es miedo. A veces el miedo se parece al
arrepentimiento, como tú dices; y quisiera huir de tí.
¡ Ese es el miedo á él ! A veces el miedo se parece á la
complicidad; y temo que D? Antonia se disguste, si nos
ve disgustados. ¡ Ese es el miedo á ella ! A veces el miedo
se parece al amor; y se me ocurre que tú puedes obli
garme, si pretendiera huirte. ¡ Ese es el miedo á tí !
¡ A tí ! ¡ á ella ! ¡ á él ! No sabes cuan horrible tormen
to es el que padezco á solas, el que padezco al lado de él,
el que contigo padezco A veces pienso que mal hice
al empezar esto, esto que tú llamas amor: llamémoslo de
algún modo pero ¿sabes tú lo que es sentirse empujada
hacia lo mismo que le atrae?... Vida infeliz vivía; hoy
vivo vida culpable, aunque la culpa no haya venido to
davía. ¡ Sentirse culpable, sin cometer la culpa ! El
que pensó robar, y no robó, no es ladrón ; el que pensó
matar, y no mató, no es asesino; pero la esposa que pen
só como yo, aunque no lo haya llegado á hacer, adúl
tera es siempre, con el adulterio del alma ! (Llora.)
Fel. —Sosiégate, Magdalena, sosiégate. Piensa que lo que
haces con él ahora, lo hizo él mil veces antes. Pien
sa que si el esposo cree tener derecho á exijirle fide
lidad á la esposa, derecho tiene ésta para exijirle á él lo
mismo. ¿Con qué título el hombre, que prostituye á la
mujer cuando de ella habla en frases licenciosas, que elo
gia su hermosura y se burla de su virtud, que ve las ten
taciones de cuerpo y nunca los atractivos de alma, que
la corrompe con su propio ejemplo; con qué título ha de
pedirle lo que él le niega, ha de exigirle que tenga para
él lo que él no tiene para ella, ha de imponerle á ella
todas las esclavitudes, tomándose él todas las libertades?
¡ Instrumento de placer es la mujer para el hombre!
¿ Porqué no ha serlo también el hombre para la mujer ?
El placer es el mismo para todo; y la igualdad en el
VENDIMIARIO 91
placer es la libertad en el amor ! (Pama.) Acábese de
una vez tanto desasosiego ! Me tienes mucho miedo;
pero. . . ¿ me amas un poco ?
Magd. —Por mi desgracia !
Fkl. —Por mi ventura!

ESCENA XX

Felipe, Magdalena Inés y D'! Antonia

D? Ant. — (Con coz ahoyada.)


Inés. — (A la puerta derecha acompañada de D'} Antonia que se
quedará al umbral.) ¡ Infames !
Magd. — (De pie. ) ¡ Dios mío !
Fkl. — (Dando con el pie en el suelo.) ¡ Inés !
Inés. —(Acercándose á Magdalena y Felipe, llorando con desespera
ción.) Infames!... In....fa....mes... (Vacila y se des
maya.) (Felipe la sostiene y coloca en un asiento.)
D* A nt. — (¡ Ahora sí ! ) ( Vase derecha. )

ESCENA XXI

Felipe, Magdalena é Inés (Desmayada)

Magd. — (De pie y confundida) ¡ Dios mío !


Fel. — (Por Inés. ) Huyamos ahora (^1 Magdalena) huyamos!
Magd. —No... ¡nunca!
Fel. —O quedarnos para perdernos, ó irnos. ¡ Huyamos !
Magd. — ¡ Nunca !
Fel. —Ahora, ahora! (Ve haciala puerta derecha.) Maldi
ción! ¡ Don Juan !
92 KL ATKNEO

ESCENA XXII

D. Juan, D* Antonia, Felipe, Magdalena é Inés (Desmayada)

D. Juan. — (A la puerta derecha.) Desmayada !... ¿Qué es es


to? (A Felipe y Magdalena que están aterrados.)
D? Ant. —¡ Aquí está !
D. Juan. — (Avanzando hasta coger y sacudir á Felipe y Magdale
na, (pie permanecen aterrados y silenciosos.) —Pero ¿qué
es esto? Explíquenme ! Hablen! ¿Qué es esto? ¿Por
qué están mudos ? ¿ Por qué están así ? ¿ Porqué ? ¿O
es que acaso es un crímen ? ¿ Un crímen de ella ? un cri
men de Uds ? ¿Que es esto ? Hablen ! ¡ Hablen ! que es
esto? (Felipe y Magdalena hacen muestras de hablar: D-
Juan los rechaza vigorosamente.) Pero no, no, no hablen,
no hablen mejor, si ha de ser para mal mío, porque les
arrancaría la lengua; y entonces sí que los dejaría mudos,
mudos de verdad, para siempre mudos !
Fel. — No. Yo debo hablar. Hablaré, mi sorpresa y
ia de Inés ha sido tanta que, ya Ud. ve, ...apenas si atino
á hablar ahora... y ella no puede hablar.
D. Juan. —¿ Sorpresa ?
D* Ant. — (¿ Que será esto ?)
Fel. —Sorpresa, sí, porque... supimos de Magdalena, tuvo que
decírnoslo al fin.... que Antonio ¡ era hijo de Ud. !
D. Juan. — (Con gran asombro.) ¡ Mi hijo! ¡ Dios mío !
¿ Quién te lo ha dicho, Magdalena ? ¿ Cómo lo has lle
gado á saber ? ¿ Por qué no lo has callado si lo supiste ?
¿Qué es esto? Por Dios, habla! Habla ahora.
D? Ant. —Hipócrita! ¿Quién sino tú ? ¡Tú! ¡Hipócrita!
D.Juan. —¿Yo? Juro á Dios que no he sido, lo juro. Pero
¿ quién ? ¿ quién ha sido ? Habla, Magdalena. ¿ Por
qué callas ? ¿ Por qué ?
Magd. —No te rogué, no te exijí, no te pedí en todos los tonos!
VKNDIM1AHI0 93
de pie con altivez, de rodillas con humildad, que me di
jeras esto mismo que yo supe después ? Y tú no te
callaste?... Pues ahora yo me callo tambien !
D? Ant. —¡Cómo! ¿Luego me has engañado ? (A Magdale
na. ) ¿ Tú no me contaste que Juan te lo había dicho?
Luego no es cierto que lo sabias tú. Luego yo... yo !...
yo misma te lo he dicho ! ¡ yo misma ! ( Viva y desespe
radamente. ) Yo que rogué silencio, yo que pensé ocul
tarlo, yo que quise callárselo á todos, yo misma he sido
quien lo ha dicho! ¡ Maldita tú que has hecho que des
honre á mi nieto ! ¡ Veras, tú; verás ! Yo misma
he sido ! ¡ Yo misma ! (Rompe á llorar.) (Se oye la
voz de Antonio que llama: ¡Antonia! ¡Antonia!)
D. Juan. — (A doña Antonia qve da un grito)—¡ El ! ¡ El, que
viene! Yá no serie: grita. Su risa me ha azotado la
cara; pero su grito te ha partido el corazón!

TELON
BIBLIOGRAFIA BEL ATENEO'
-v

> l DkrEcHO internacional americano se titula una interesan-


^—"""-te disertación leída por don Francisco Tudela y Varela al
optar el grado de doctor en la Facultad de Ciencias Políticas y
Administrativas.
Teniendo en cuenta la reputación de persona inteligente y
estudiosa que ha sabido conquistarse el señor Tudela en el seno
de la juventud universitaria á que pertenece, hemos recorrido
con toda atención las páginas de ese trabajo, dado á luz pública
en forma de folleto claramente impreso por el establecimiento
tipográfico de la calle de Baquíjano n? 317.
Desde luego se advierte al examinarlo que el autor conoce
bien la materia de que trata, no sólo en el actual período de su
evolución histórica, sino en cuanto se refiere á la enseñanza ca
pital dimanada de sus antecedentes, aunque pueda estar equi
vocado respecto de su significación verdadera en ciertos puntos.
Recuerda con notable acopio de datos el señor Tudela los
esfuerzos del Libertador Bolívar para formar la Confederación
Americana que asegurase á los gobiernos del nuevo continente
el influjo y la respetabilidad necesaria, á fin de contrarrestar las
ambiciones y designios absorventes de las viejas potencias euro
peas á quienes halagaba la perspectiva de ahogar la libertad en
América; hace mención de las labores de la Asamblea de Pana
má, y de las causas por las cuales resultaron infructuosas; expo
ne los propósitos predominantes de la Conferencia inaugurada en
Lima el 11 de diciembre de 1847, dela invitación hecha en 18-57
por el ministro de Guatemala en Washington con el objeto de
BIBLIOGRAFÍA DEL ATENEO !'.-,

reunir en la capital de los Estados Unidos á los representantes


de las Repúblicas Americanas, y examina las tendencias del tra
tado continental celebrado en 1856 por los gobiernos del Peru,
Chile y Ecuador. Alude también a la circular pasada en 1804
por el doctor don Juan Antonio Ribeyro, jefe á la sazón de la
Cancillería peruana, y á la Conferencia del 64 y 6-) á que con
currieron los representantes de Bolivia, Chile, Ecuador, Colom
bia, Guatemala, Argentina, Venezuela y Perú, cuyo resultado
fué, entre otros, la aprobación de un pacto de alianza defensiva,
y de un convenio en (pie se adoptaba entre las naciones signa
tarias el principio de arbitraje.
Pasando después á considerar los móviles á que obedeció y
las consecuencias á que dió origen el Congreso Pan Americano
de 1889, el autor, dócil sin duda á las inspiraciones de un celo
patriótico (pie sería laudable aunque tuviese fundamentos erro-
neos, dice que ese Congreso sólo trató dos cuestiones de derecho
Internacional Público, el proyecto de arbitraje obligatorio, y el
que negaba á los extranjeros la facultad de entablar reclamacio
nes diplomáticas, y los dejaba en condición igual á la de los na
cionales. El señor Tudela opina que los esfuerzos de la Confe
rencia fuera ineficaces, puesto que Chile no aceptó el arbitraje,
y los Estados Unidos no reconocieron la injusticia de las recla
maciones diplomáticas entabladas por extranjeros que quieren
gozar de condición privilegiada respecto de los hijos del país de
su residencia.
A este respecto, dan idea exacta de la manera de ver del
autor las siguientes frases de la disertación á que nos referimos:
« Mientras las Repúblicas americanas no adopten un plan
« de arbitraje obligatorio, para todas las cuestiones en que el ho-
« ñor y la dignidad de un pueblo no estén do por medio; mien-
« tras no se proscriba, para siempre, del Continente americano el
« vergonzoso principio de conquista; mientras las reclamaciones
« diplomáticas por daños causados á los extranjeros no se su-
« priman, ó al menos se ajusten á principios de estricta justicia,
« es inútil pensar en que las Repúblicas americanas marchen por
« la senda de la paz y del progreso.»
En la parte de su estudio relativa á la doctrina de Monroe,
96 EL ATENEO
el señor Tudela censura á los Estados Unidos con motivo de la
declaración que atribuye al presidente Cleveland acerca de la in
terpretación de la doctrina de Monroe en el sentido de que los Es-
todos europeos no podrán hacer nuevas adquisiciones de terri
torios en este Continente ni aún por medio de tratados.
Cree el señor Tudela que esto importa la restricción de la
soberanía de las naciones latino-americanas; y lo califica de
atentado contra ella.
Disentimos completamente de tales ideas, porque entende
mos que la Gran Ilupúblico ha hecho la citada declaración con
el evidente propósito de defender á estos nacionalidades débiles
contra las veleidades conquistadoras de los gobiernos de Europa,
y mal puede calificarse de atentado el veto emitido á favor de
nuestras repúblicas con la mira de impedir su desmembración.
Igual observación es lógico hacer con referencia á las acu
saciones que el autor dirije á los Estados Unidos porque en el
tratado Clayton— Buhver opuso la Gran República un valladar á
los manejos de Inglaterra estableciendo que ninguna las partes
Contratantes podrá poseer territorios ni colonizar en Centro-
América. Amplia justificación tiene en ese caso la conducto de
la Cancilleria de Washington, porque con ella salvaba de la mu
tilación á las pequeñas repúblicas centro-americanas.
En cuanto al mensaje de Buchanan y á las frases de Brown.
que cito el señor Tudela, no hay que olvidar la época en que se
emitieron, y los hechos posteriores que les dan el carácter de
apasionadas expansiones del momento.
Tenemos fe en que los planes conquistadores atribuidos á la
patria de Franklin con motivo de sus recientes adquisiciones te-
territoriales, son en gran parte pura invención de los elementos
oscurantistas que desde Europa procuran arrojar sombras ante
el espectáculo de un gran pueblo en aptitud de imponer la Ver
dad y la Justicia á todas las iniquidades ensoberbecidas y triun
fantes.
Ojalá nos dé pronto la razón en este punto la proyectada
Conferencia Pan-Americana de Méjico.
BIBLIOGRAFÍA DEL ATENEO 97

¿iL ace tiempo que venimos notando y enalteciendo verbal-


**' » mente como lo merece el celo patriótico de dos distinguidos
publicistas peruanos que se han propuesto y conseguido dar á
la estampa una serie de obrasen que nacionales y extranjeros
pueden hallar los datos más titiles acerca de la organización po
lítica, finanzas, estadística y legislación de las Repúblicas Sud-
Americanas, y preferentemente del Perú.
Nos referimos á los señores Carlos B. Cisneros y Rómulo E.
García, que acaban de obsequiar á la Biblioteca del Ateneo una
colección de dichas obras.
Tenemos á honra dirigirles desde esta sección de nuestra Re
vista, junto con el alentador aplauso que su propósito y sus es
fuerzos merecen, las más expresivas gracias, en nombre de la
institución, por su valioso obsequio.
En cuanto á la importancia de éste, basta para comprender
la la simple lectura de los títulos que los señores Cisneros y Gar
cía han dado á taies producciones, que son los siguientes:
Sinopsis geográfica y estadística del Perú de 1895 á 1898.
Geografía comercial de la América del Sur, entre cuyos cua
dernos juzgamos de notorio valor práctico los relativos á Bolivia
y la República Argentina.
Giúa del viajero en el Calhw, Lima y sus alrededores.
Monografía del departamento de La Libertad.
El Perú en Europa.
Con estos libros hemos recibido tambien un ejemplar del
interesante folleto titulado El valle de Marcapala y la hoya del
Madre de Dios, que contiene íntegra la conferencia dada en el
local de la Sociedad Geográfica el 29 de Abril último por el se
ñor Luis M. Robledo, persona de bien conocida competencia
en la materia.

13
y l Ateneo de Lima promueve un certamen científico y H-
-"~ terario, para la conclusión del presente año. Sus condi
ciones son las siguientes:
1? Habrá dos temas científicos y uno literario, á saber:
a) Saneamiento de Lima —Obras públicas que deben eje
cutarse para realizarlo.
b) Saneamiento de Lima. —Condiciones higiénicas, públi
cas privadas, que debe tener la ciudad.
c) Una norela cuyo género, forma, extensión y fondo se
dejan al arbitrio del autor.
2? El Directorio del Ateneo nombrará un jurado especial
para cada una de las tres clases de trabajos correspondientes á
las tres materias de este concurso.
3? Los trabajos han de ser inéditos, y se suscribirán con
pseudónimos, debiendo consignarse por separado, bajo sobre ce
rrado, el nombre de cada autor. Los sobres correspondientes á
los escritos que no resulten premiados se incinerarán sin abrirlos.
4* Para cada una de las tres secciones del concurso, el
Ateneo acuerda una medalla de oro y un premio pecuniario
que serán adjudicados por el jurado respectivo á los trabajos que
obtengan la calificación más alta. Se reconoce á los jurados el
CRÓNICA DEL ATENEO 99
derecho de no conceder premio si juzgan que no lo merece nin
guno de los escritos presentados.
5? El Ateneo se reserva el derecho de hacer la primera pu
blicación de las producciones que se presenten al concurso.
6? El dia 1? de diciembre de 1900 se vence el término pa
ra hacer la entrega de los trabajos, que serán recibidos hasta esa
fecha en la Secretaría del Ateneo.

Lima, abril de 1900.

**#

ekiriendo á la honrosa solicitud de una acreditada empre-


sa periodística de Montevideo, reproducimos á continua
ción el aviso que ella publica referente al primer certamen de la
serie que ha resuelto promover, con el laudable fin de estimular
la producción literaria latine—americana, y estrechar los lazos
de confraternidad intelectual entre los hijos de este continente
que han recibido ó se han formado una cultura excepcional y
superior.
Tenemos la seguridad de que nuestros escritores naciona
les corresponderán á la invitación de la hermosa Revista uru
guaya "-La Alborada," probando así, una vez más, en cuanto
estiman toda iniciativa generosa y fecunda, muy especialmente
si parte de nuestros nobles hermanos de las orillas del Plata.

Primer Certamen Literario de " La Alborada"

La dirección de «La Alborada,! teniendo en cuentala con


veniencia de alentar y ennoblecer la labor del pensamiento, y la
necesidad imprescindible hoy de que América latina realice la
obra magna de la confraternidad, inicia con esta fecha una serie
de concursos intelectuales, que se celebrarán cada seis meses.
El primer certamenn queda sometido á las siguientes con
diciones:
100 EL ATENEO
2? Se premiarán los tres cuentos más perfectos.
3* Los premios consistirán en: o) medalla de oro conmemora
tiva; 6) medalla de plata, id.; c) mención honorífica.
4? Pueden concurrir á este certamen todos los escritores de
América, ó radicados en ella.
~):í El jurado que ha de dictaminar sobre el mérito de los traba
jos presentados será formado por los señores José Enrique
líodó, Javier de Viana y Eduardo Ferreira.
fi* Los cuentos que se envíen deberán ser inéditos y venir bajo
sobre lacrado, acompañados de otro sobre, también la
crado, que contenga una esquela con la tirma y residen
cia del autor: en uno y otro se escribirá un lema igual.
7'í Se admitirán composiciones hasta el día 30 de Octubre de
1900.
8'í El mismo día en que se expida el jurado (20 días después
de fenecido el término fijado) la dirección de «La Albo
rada» comunicará su resultado á los autores premiados,
y obtendrá noticia de él las hojas de la prensa ame
ricana.
9? Los sobres que contengan los nombres de los autores no pre
miados serán quemados el día de la distribución de
premios en el local de esta dirección y en presencia del
jurado.
10'i Los trabajos premiados se publicarán en «La Alborada.»
«La Alborada» solicita con este fin el concurso de toda la
prensa nacional y de los demás países de Sud-América;
Queda abierto el certamen.

Abril 21 de 1900.
Montevideo.—Vi. Oriental.

ERRATA NOTABLE

II trimrfo di ls flori».— El penúltimo verso de la duodécima estrofa de esui Oda


debe decir
que el Huúxear en sus mástiles
en lugar de
que ni Huáscar en *u* mnMiles
como erroneamente aparece en dicha composición.
VIH3H9lJ HVIOQsQ 3 VXN3HdW[^

•• * *oaMog¿ ..

3\yeo pp ooireg PP 'aopBJjaH o^i su X oci


iTMITi
PERU

TOMO ni * Núm. H * AGOSTO DE 1900

€1! /llcnco

ORGANO DEL ATENEO DE LIMA


...... ....... ...;..v......r.......y.........y. •/-.",..;»;

Artículos Varios
Oavino Pacheco Zeuarka . La Musa x. >
*** El problema de la educación.
Clemente Palma Andrónico.
Fundación de Pisco.
PABLO Patrón Caltura Preulsaanlca.

Poesías
i. ARTURO MüNTOYA A loe bardas.

■ < Teatro Nacional


José Santos ( 'hocano Vendimiarlo — fActo

Crónica áel Ateneo

i
Hirvió rio 3Vlen*o de Cima

*#=<-- —

Presidente Javier Prado y Ugarterhe


Vicepresidente ".' Pablo Patrón
Secretario Clemente Palma
Prosecretario üciptón Liona
Tesorero. Manuel A. San Juan
Bibliotecario Cario* A. Romero

—-'.m V O C A. L E S •
Amézaga Carlos G. * Leguía y Martínez Germán
Astete Luis § Lisson Caros I.
Astete Pedro O Manzanilla José Matías
Balta José o Muurtua Victor M.
Castro y Oyanguren Enrique S Miró Quesada Antonio
Cazaneuve Felipe G. a Osma Felipe de
Cisneros Carlos B. § üyague J. Octavio de
Cornejo Mariano H. Ó Pazos y Varela Juan Francisco
Corpancho Teobaldo E. * Pérez Heráclides
Cortés Leopoldo É Polo José Toribio
Chaves Francisco Gerardo a Pi ado y Ugarteche Mariano I.
Chocano José Santos § Rebagliati Claudio
Fuentes Hildebrando ñ Reina Baldomero
Guzmán y Valle Enrique © Ulloa Alberto
Izcue José Augusto de g Vülarreal Federico
Lama y Ossa Jerónimo de $ Vivero Domingo de
La Puente Ignacio X Whilar Agustín T.

* * EL ATENEO * *
ORGANO DEL ATENEO DE LIMA

Revista Mensual de Ciencias y Bellas Artes

§'avier girado q "Clfarteafie


DIRECTOR ADMINISTRADOR

La Correspondencia se dirigirá al Administrador


BASCO ¿el RKRBASQB, 118 y 120 Apartado CORREO 32

CONDICIONES DE SUSCRICIÓN
En Lima y provincias (al mes) S/. i plata
„ (semestral) 5 „
TOn el extranjero rejiran Ion mismos precios con hóIo el recargo poHt&l

Todas las publicaciones que se envíen á "El Ateneo"


serán anunciadas en las secciones correspondientes
&í— -y.: ,—s*
=^S5i¡qBg^:

El, ADJETIVO

¿Piensas que esto qae llaman poesía


Cuyos primores se encarecen tanto,
Es cosa dejuguete ó fruslería?
Mokatin.

Señor Dr. D. Javier Prado y Ugarteche,


Presidente del Ateneo.

•Sgj ÉJIGNO amigo y señor mío: Ya que la bondadosa insis-


. ' tencia de usted me obliga á consagrar al ilustrado órgano
de la corporación que usted con laudable celo preside,
T algo que se compadezca con la índole de tal revista, cum-
T plo hoy su deseo, tanto más halagüeño para mí cuanto
no soy miembro del Ateneo; y lo hago en la presente for
ma, porque la materia que trato merece á mi juicio el apoyo
decidido de quien como usted toma empeño por el progreso de
nuestras letras nacionales. Pero lo hago con verdadera descon
fianza de que mi labor no satisfaga al público ni complazca al
102 EL ATENEO
Ateneo mismo. Si así fuere, ambos nos perdonen: á usted
el buen deseo y á mí el desacierto.

Sin más preámbulo iba á entrar en materia, cuando la lle


gada de un amigo, interrumpiendo momentáneamente el curso
de mis ideas, me obliga á una digresión que, después de todo, no
sólo creo útil en este lugar sino necesaria en medio de las difi
cultades que me da la introducción del personaje á que pienso
dedicarme. Iba pues á hablar á usted de la Masa Décima,
manifestándole que no sólo no era prójima de las nueve de la fa
ma, sino una declarada enemiga y rival audaz y activa de ellas;
que sus dominios eran incomparablemente más extensos que el
Pindo y el Parnaso donde las otras imperaban, siendo también
sus súbditos infinitamente más numerosos: algo así como si se
comparara la China con la República de Andorra; y que si las
hijas de Jove ocupaban aquellos edénicos montes, casi inaccesi
bles para los mortales que careeen de alas de águila, la Musa X
moraba en un valle inmenso, abierto por anchas sendas á cuan
tos seres querían penetrar en él, aun arrastrándose como repti
les; y era el valle tan raro, por el completo desequilibrio de sus
condiciones geodésicas y atmosféricas, que cuanto los ojos con
templaban era maravilloso en su género: plantas que se pasaban
de viciosas y no daban fruto alguno; extensas arboledas que ha
cían horizonte, con árboles contrahechos de lata y de cartón,
cubiertos de hojas de papeles picados y de mil matices; flores
multicolores de taietán pintado, exentas por supuesto de todo
aroma, esmaltando los bordes de cauces llenos de vidrios y cris
tales rotos, que simulabanlas fuentes cristalinas; y mil otras
cosas más, por el estilo, que á primera vista parecían naturales á
la dudosa luz de millones de farolillos de papel de colores varios,
ya que en esos parajes la luz del sol que anima el universo es
desconocida. Los innumerables genios ó gnomos que en honor
de la diosa adornan y conservan los sagrados bosques, corren
LA MUSA X 103
parejas con estos: todos cubiertos de abigarradas telas y de oro
peles que no se adaptan al cuerpo, no dan idea de la humana
forma, ni menos de su hermosura; por su estatura pequeña y faz
escuálida, causan extraña impresión : lo más extraordinario en
ellos es la palabra, que se confunde con el canto del buho ; pues
todos lloran á toda hora y ocasión, aunque no es fácil distinguir
por qué se lamentan ni qué dicen; pero se asegura que así em
belesan á la deidad, siendo esa su manera de gozar; y que si
algún ruiseñor extraviado llega allí por su desgracia, es devora
do inmediatamente por las aves de rapiña.
Decía, pues, que de estas y otras lindezas semejantes iba á
tratar de entretener á usted, con mucha desconfianza de conse
guirlo, cuando se presentó aquel amigo; y al ver el epígrafe de
este escrito me preguntó, por no haberlo comprendido bien:
—La Musa equisf Vamos ¿qué significa eso?
No puede usted figurarse el gusto que me dieron esas senci
llas palabras. Yo había puesto por vía de abreviatura, en
mi borrador, el calificativo de la musa en número romano, y la
manera de comprenderlo y leerlo el tal amigo, fué para mí como
una revelación, tanto más satisfactoria cuanto me ahorra toda
explicación ulterior sobre el particular.
¡La Musa equis! ¿Qué nombre mejor ni más significativo
podía en efecto llevar esa espúrea deidad que, no siendo del
número de las hermanas de Apolo, es enteramente desconocida
del Parnaso y vive como si dijéramos en el otro barrio? Ade
más, siendo su imperio una perpetua incógnita, por lo mismo
que la falange de sus súbditos no deja huella alguna eh los
anales del tiempo, el calificarla de equis, equivale á llamarla cero
y definirla á pedir de boca. Dejo, pues, como no pensaba hacer
lo, el número romano en el epígrafe, y sea que se quiera llamar
décima ó equis, á la musa extra-parnasiana, todo es uno á mi
propósito; así es que después de la visita del oportuno amigo,
sigo la misiva como Dios me da á entender, pero muy conten
to de que ya los lectores sepan sobre quien escribo á usted.

*
104 EL ATENEO
Dos maneras de producir hay entre los que dan cima en
verso ó prosa á una composición literaria de más ó menos
aliento. Unos tienen plena posesión del argumento, asunto
ú objetivo que determina la producción, saben su necesidad
artística y poseen los elementos estéticos indispensables á
su objeto. Esto les pasaba sin duda alguna á Bello, Montalvo,
Pardo, Olmedo y otros, cuyos escritos tienen positiva consisten
cia en el terreno del arte. Con más razón, en España son del
número los Jovellanos, Larras y Esproncedas de todas las épo
cas. El principal distintivo que á estos artistas de la pluma
los coloca en grupo aparte — sin atender á la diversidad de es
cuelas, de géneros literarios, de épocas ó países en que florecen,
ni aun á la índole de su talento respectivo — como si dijéramos
vulgarmente la marca de fábrica de los ingenios, consiste para
mí, en que todos ellos saben y pueden sujetar á la idea la frase
ó palabra que le sirve de expresión, sin transacciones ni debili
dades que sólo acusan impotencia.
Este gran principio reza á mi entender no sólo con la pluma
de la poesía, sino con el pincel y el cincel de las otras artes, que
sólo presentan obras maestras cuando ajustan el cuadro ó la es
tatua al objetivo del artista, que no es por cierto el modelo que
tiene por delante, sino el ideal de su alma. El modelo no es
más que un auxiliar muy útil para la parte mecánica y para los
detalles de la ejecución. También es aplicable el principio,
aunque de muy diversa manera, dada la naturaleza especial del
arte, á la música; pero no es de este lugar el probarlo.
La otra manera de escribir consiste en el procedimiento
contrario. Sin haberse tomado la molestia de meditar lo que
es el arte, ni de definir lo que constituye la necesidad artística,
que por cierto no es política, social, económica ni aun de estó
mago, se ponen muchos—y en ellos el número es infinito—á la
labor literaria. Por lo común, éstos se producen en verso:
mejor dicho, adaptan al ritmo y á la rima las ideas que general
mente no tienen; ya que no son ni pueden ser tales, en la esfera
del arte escrito, los pensamientos que á menudo se encadenan
sin ilación ni concierto, pero que se buscan ad hoc con el fin
único de que suene bien al oído la frase rimbombante ó el verso
LA MUSA X 105

campanudo, cuya rima y cadencia es sólo lo que preocupa á


quien no tiene un ideal ú objetivo estético, y hasta ignora lo
que eso significa.
Parece que el móvil del autor no fuera en este caso más que
el inocente antojo de ver su nombre en letras de molde, figuran
do al pié de una composición poética. Con todo, ese móvil no
suele ser tan banal como pudiera suponerse; á veces acompaña
el aura popular al hijo afortunado y legítimo de la Musa X.
El público callejero, escaso de criterio, arrullado por los organi
llos ambulantes, los aplaude en ocasiones, y no es raro que, al
poder del vox populi vox Dei, se vea uno de estos ingenios de
circunstancias dueño del famoso vellocino, como premio al nu
men, en la forma de una mitra episcopal, de una cartera de
Estado, de una embajada, de una rica mano, ó de cualquiera
prebenda adecuada á su edad y circunstancias, amén de ciertas
privadas grangerías con que suele tropezar en este pícaro mun
do. ¡Cuántas veces el niño ciego no orea con sus alas la frente
del modesto vate, y el epíteto de poeta no halaga sus oídos en
las fiestas amenas que ofrece la sociedad!
' ' Yo preferiría volverme gato y gritar miao, antes que ser
uno de esos baladores, traficantes en rimas, " decía uno de los
más grandes poetas 1 de nuestra era, acaso porque en su tiem
po apenas se le reconoció el talento de actor, y eso de actor
muy mediano. Refiriéndose sin duda á esos baladores, también
decía Pope, otro renombrado poeta de Inglaterra, que si tales
bardos carecían de pudor, era preciso reconocer igualmente que
había críticos no menos locos ó desvergonzados que ellos; 2
lo que prueba que en todas partes se cuecen habas, si en nues
tra casa á calderadas. Y la verdad es que el criterio extraviado,
no sólo en el público, sino en los que de cosas literarias juzgan,
toma frecuentemente los caracteres de la locura. Con este mo
tivo recuerdo que cierta vez uno de esos porta-bombos de la

1 I had rather be a kitten, and cry mcw


Than one of these same metre ballad-mongers
Shakspeare.
2 Such shameless bards we have, and yet'tis true
There are as mad, abandon'd crltlcs too.
106 EL ATENEO
falsa musa me decía, con el aire de la mayor convicción, que
Goethe sólo era un gran filósofo y pensador, pero no un gran
poeta lírico. Sabía yo que el susodicho Zoilo no conocía más
que el nombre del autor de las Baladas y del fausto; pues este
genio, como otros monarcas del Parnaso, nunca ha descendido á
rolar con el vulgo; asi es que nada objeté. Para uno de estos
críticos locos ó desvergonzados, á que alude Pope, no era poeta
Goethe! ¡Goethe, cuyas baladas, como la de Mignon, se ven popu
larizadas por la musa francesa y palpitan en la lira inglesa de
Byron, siendo la magnífica portada de la Novia de Abidos!
Después de esto, qué de extraño tiene que se oiga decir,
como usted lo habrá oído, acaso más de una vez, que Bello sólo
es un sabio y no un verdadero poeta. ¡ Bello, el autor de la Alo
cución á la Poesía, el Virgilio de la Zona Tórrida, el traductor de
Víctor Hugo, á quien sólo un gran poeta puede naturalizar en
nuestra lengua ó en cualquiera otra! ¡Bello no es poeta! Es
que para las gentes de la comunidad X sólo son poetas los que
han nacido con vocación de plañideras.
No cito á usted nombres, amigo mío, en el inmenso núme
ro de baladores y críticos de que voy hablando, porque me sería
muy difícil buscarlos entre los muertos. Las obras de esta cla
se viven por lo general menos aún que sus autores, pasan con la
generación coetánea, no determinan movimiento alguno litera
rio, ni el arte les debe otra cosa que conatos frustrados y pre
tensiones temerarias. ¡Cuántos vates que pululaban en los
albores de la Independencia, apenas recordados por los viejos,
son desconocidos para los jóvenes de la presente generación,
mientras Bello va subiendo y aun no ha llegado á la altura en
que definitivamente deba quedar. En cuanto á los vivos y de
actualidad, ya supondrá usted que el tratar de desnudarlos del
glorioso oropel sería como echarme encima una rabiosa jauría,
ó mejor dicho dos jaurías, pues también en España abunda
tanto la especie que es una plaga. Habiendo vivido algunos
años en la Península, se lo afirmo con conocimiento de causa ;
como usted, por análoga razón, ha de conocer, mejor que yo, á
los de casa.
Pero si deseare usted algo más en este punto, ahí esta Val
LA MUSA X 107
buena con sus Ripios; aunque debo hacer constar, ya que lo cito,
que sin amplio conocimiento del terreno americano que explota,
á menudo sus censuras referentes á estos lugares, aun las acerta
das, no dan cabal idea de escritores cuyas obras se ve que no
conoce él en su totalidad; y que muchos hijos melómanos de la
décima musa, llamados á ocupar puesto preferente en sus mon
tones se hallan preteridos desgraciadamente. Con todo, nada
más útil que los libros de ese género, ya que á Homero mismo
sólo le era dado dormitar muy de vez en cuando.
Ahora bien, para los autores de que hablo, el poderoso au
xiliar en esa labor, más de acordión que de literatura, es el ad
jetivo.
El adjetivo es el cómplice inseparable de la Musa X;
y no es posible darle á usted una idea completa de ella, sin ha
blarle de uno de sus resortes más peligrosos y falaces, cuya ma
gia constituye á menudo toda la manifestación fantasmagórica
de la diosa.

Era yo muchacho cuando llegaron á mis manos (1870) los


Juicios Criticos de Villergas; y aun no olvido la impresión ingra
ta, las congojas juveniles que sentí al ver tan cruelmente trata
dos á autores cuyos versos solía yo repetir de memoria, con
verdadero éxtasis, mientras otros que había leído sin entusias
mo y quizás sin entender se hallaban ensalzados. Cómo me
dolía el ver á Zorrilla y á otros de mis poetas predilectos por
los suelos; y el epíteto que por entonces 6e les comenzó á dar de
adjetivistas, con razón ó sin ella, no dejó de quitarme más de una
vez el sueño.
No es mi ánimo juzgar aquí ajenas críticas; eso no cabría
en esta pobre carta; ni lo necesitan los poetas como Zorrilla, ni,
á necesitarlo, sería yo el llamado á desfacedor de agravios.
Sólo he menester ahora del autor de Don Juan Tenorio; porque
ha sido uno de los más célebres poetas de la España moderna.
Después de esta advertencia, vuelvo á mis recuerdos.
108 EL ATENEO
Con la clara visión y honradez genial de los muchachos, no
podía menos que ver la exactitud de algunas observaciones; y
por mucho que al principio me rebelara contra Villergas, acabé
por buscar el sentido racional de ciertas frases y por encontrar
que realmente había en ellas adjetivos impropios, empleados con
la sola mira de llenar la medida métrica, ó de facilitar las con
sonancias. Eso del relámpago pajizo; del espíritu cóncavo del
trueno; de llamar imbécil al pueblo de Toledo, y carcomida á la
existencia de Larra y malvado á Larra mismo; y eso de compa
rarse Zorrilla á sí propio con la yerba corrompida, á la edad de
los nobles sentimientos, no podía tener otra explicación que la
consabida:

¡Fuerza del consonante á lo que obligas!


¡A decir que son blancas las hormigas!

Y si Zorrilla es todo un poeta, no lo es por esos deslices


inconsultos que le costaron hasta sinsabores en su vida 1 , sino
por creaciones de aliento, escasas de ripios y vestidas de pode
rosa y correcta frase.
En los tiempos recientes, juzgando Valbuena á Núñez de
Arce y á otros poetas vivos, les hace en el fondo los mismos car
gos que Villergas á los de su época. Del autor del Idilio dice
que toda su poesía es adjetiva, hasta insinuar chuscamente la
especie de que cuando hace versos, mete todos los adjetivos
usuales en un bombo, como los números de la lotería, y luego
dando vuelta al aparato los va aplicando según van saliendo.
No sé, ni importa saber, para el fin que ahora me propongo, si
ciertas observaciones en determinados casos son ó nó exactas;

1 En Toledo no perdonan al vate; lo tienen por Ingrato; dicen que ha


biendo pasado sus primeros años en la Imperial ciudad y debido protección
a un caballero toledano, pagó los beneficios con el Insulto. También asegu
ran que algún admirador* descendiente de Larra, mas de una vez y no muy
suavemente, le increpó el negro calificativo con que regaló a Fígaro. Quien haya
conocido el carácter dulce y bondadoso de Don José Zorrilla, incapaz de ofender
A nadie, puede admirarse de cómo una palabra ligera ó Inconscientemente em
pleada, produce consecuencias graves y duraderas, hasta el punto de faisear por
completo la memoria de quien la usa aun en verso, y de darle una fisonomía mo
ral que no se parece á la que en realidad tiene.
LA MUSA X 109
pero sí, es preciso declarar abiertamente que el carácter general
del adjetivvmxo, no puede aceptarse como verdad inconcusa, si
dicho carácter no se basa, hablando de cualquier escritor, en el
estudio experimental, siquiera ligero del adjetivo; ya como
verdadero elemento de belleza en la estética literaria, ya como
recurso ridículo y servil del arte apócrifo.
Es cierto que las musas imberbes ó noveles y aún las vie
jas impotentes no suelen vivir más que de la imitación; y siendo
ésta facilísima en nuestra lengua por su riqueza de epítetos y
otros calificativos, forman como ya se ha insinuado una falange
no pequeña; al punto que, si por un momento pudiéramos eli
minar del verso castellano el elemento adjetivo, morirían como
luces apagadas por el viento, algunas decenas y aun centenares
de bardos; y hasta los que sobrevivieran á la catástrofe verían
muy mermado el bagaje lírico de que al presente se ufanan.
Pero, también es evidente, dada la suposición, que muchos pri
mores y joyas de gran valor perdería la poesía española de am
bos mundos; esa poesía que sabe lucir el adjetivo ajustado á la
idea, y robarle el calor, el movimiento y la vida que constitu
yen la excelencia del arte. En verdad que, cuando éste anima
sus cuadros descriptivos, no parece posible la sustracción de los
epítetos, ni aun en prosa. Examinemos algunas líneas del pa
saje conocido del Quijote:

Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y


espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los
pequeños y pintados pajarillos, con sus arpadas lenguas, habían saludado
con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que dejando
la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manche-
go horizonte á los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero D.
Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso
caballo Rocinante, y comenzó á andar por el antiguo y conocido campo
de Moutiel

Desde el adjetivo sustantivado hasta los calificativos cuya


supresión no alteraría al parecer el sentido, vénse en pocas
lineas—para más claridad en bastardilla—como una veintena
de ellos; y nadie pensará que se emplean por llenar metros ó
a
110 JfiL ATENEO
facilitar rimas. El pasaje es admirable, sobretodo por la natu
ralidad con que se presenta en donde se halla. En cualquier
otro lugar, ó dicho por cualquier otra persona, parecería hincha
do, campanudo y hasta ridículo pero puesto en boca de la
fama por el sublime loco mismo, que ya se cree fatigando sus
trompetas, es un admirable ejemplo de cómo la forma se ajusta
al ideal del autor, que por este medio—que en Cervantes suele
llegar al prodigio—hace vivir á su héroe manchegb, más que á
cuantos caballeros andantes le precedieron, y más aún que á
muchos personajes históricos que tuvieron existencia real.
A mi juicio la supresión del más innecesario de esos adjeti
vos, fuera una especie de heregía. Así, si en el pasaje citado
omitiéramos el epíteto espaciosa y dejáramos sólo "la ancha
tierra," dañaríamos la cadencia rítmica de la frase. Léase, para
mayor abundamiento, todo el período trascrito omitiendo los
adjetivos; y se verá que si lo que se quiere expresar queda con
sentido, la obra del gran artista desaparece.
No basta, pues, encontrar adjetivos, ni encontrarlos en gran
número, para echarles un cerro encima á poetas como Núñez de
Arce: preciso es estudiar la manera cómo los elementos rítmi
cos se subordinan al ideal, y sacar al adjetivo de la antigua ru
tina, ó sea del rancio criterio del gusto, llevándolo á un campo
menos vago y más concreto. Al verme en una senda un tanto
escabrosa, sobre todo para mí. digo á usted, señor don Javier,
que si no logro dar en el clavo con el acierto, sólo con despertar
el interés de otras personas más competentes, hacia un estudio

1 " Capmanl propone este pasajecomo un modelo en su Teatro de la elo


cuencia apañola, y Pellicer dice que en él se propuso Cervantes ridiculizarlas
pomposas descripciones que suelen hallarse en los libros de caballerías. ¿A quién
hemos de creer? En concepto del señor Clemencfn, ambos pueden tener razón;
pues, en efecto, el pasaje es bellísimo, y al mismo tiempo remeda la hinchazón
de otros de la historia de Don BeliaMi de Grecia, por ejemplo." Esta es una no
ta puesta por Tlcknor, el autor de la Historia de la Literatura Española, en la
edición del Quijote hecha por él en Nueva York. Sise examina la unidad esté
tica que preside á cuanto se relaciona con el héroe déla fábula, es admirable
la coyuntura en que se ve encajado el pasaje trascrito, al punto que no se con
cibe que de otra mejor manera pudiera comenzar ningún historiador supuesto la
narración de la primer salida del famoso hidalgo.
LA MUSA X 111
en el cual también, como acabamos de ver, estriba la buena pro
sa, me daré por muy bien servido.

Debo recordar, con este motivo, que en mi tratado de Métri


ca, todavía inédito, pero ya conocido por usted, pruebo que la
prosa artística, ó poética como la llaman otros, obedece del
mismo modo que el verso á las leyes rítmicas del idioma; ó, en
otros términos, toda cláusula métrica debe ser buena prosa.
Así, no sería otra cosa en Espronceda, el primer verso de la
Canción del Pirata:

Con diez cañones por banda,

si lo hiciera preceder y seguir de cláusulas de diverso número


de silabas, y dijera:

Sé que ha llegado con diez cañones por banda una hermosa fragata.

Precedido de una cláusula pentasílaba y seguido de otra


heptasílaba, el verso pierde por completo su calidad de tal. A
la inversa, y por razón correlativa, toda cláusula de prosa es
buen verso, sólo acompañándola de otras cláusulas del mismo
número de sílabas que ella cuente.

En un lugar de la Mancha,

la primera cláusula del Quijote, sería un excelente verso de cual


quier poesía en octosílabos:
Si el Toboso á Dulcinea
Le da por cuna la fama,
También nació Don Quijote
En un lugar de la Mancha.
Del propio modo:

Padre nuestro que estás en los cielos,


112 EL ATENEO

que tiene el mismo ritmo y medida que


Largo tiempo el peruano oprimido,

sería verso en cualquier composición anapéstica de ese numero


de sílabas. Así tambien el primer período gramatical con que
da comienzo Quintana á su Vida de Cervantes:

Nada de nuevo, al parecer, hay que decir sobre Cervantes.

está compuesto de cuatro versos pentasílabos que podrían figu


rar airosamente en una composición poética del enunciado me
tro; pero seguidos de otras cláusulas de metro vario, sólo son
magnífica prosa, como toda la del autor del Pelayo.
Resulta, pues, que la prosa es una sucesión de cláusulas
polimétricas, ó sea de diverso número de sílabas, mientras en el
verso esa sucesión es de cláusulas monométricas, es decir de un
número fijo de sílabas, y que por su naturaleza aquellas y estas
cláusulas son unas mismas; debiendo sujetarse las unas como
las otras, para ser buenas, á las leyes rítmicas del lenguaje; lo
que he insinuado anteriormente.
Puede ser el mayor de los poetas españoles modernos el
que haya dado cabida en el Tenorio á la siguiente cláusula:

Traición es, mas como mía,

lo cierto es que con cuatro acentos seguidos (ción és más có)


sería sin duda menos sostenible en prosa, pues la canturía con
vencional con que suelen recitar los poetas sus composiciones,
hace que puedan disimularse en semejantes versos disonancias o
asperezas, más reparables en la prosa que no cuenta con ese re
curso. Zorrilla era, como se sabe, afamado declamador, y su
oído delicado hacía que alguna vez, cuando se le deslizaban
versos como el anterior, él se los sabía decir tan admirablemente
que se encantaban los oídos; á lo que debió su nombradía de
gran lector. Con todo, no es menos cierto que el verso no debe
necesitar ser plañido para sonar bien al oído; y la declamación
correcta, natural y animada debe extender también á la prosa
sus verdaderos favores.
LA MUSA X 113
Ya no es pues materia de discusión á la hora que corre,
entre los entendidos, el que cuando se genera el arte en prosa,
ésta debe obedecer como el verso á cánones de que se exime el
lenguaje común, que no tiene un fin artístico, siendo el que to
dos hablan ó escriben, al llenar las exigencias de la vida. Y
las gentes del oficio saben que hay páginas como las de Madame
Bovary por ejemplo, que han costado más años de labor que
meses suelen emplear nuestros poetas fáciles en sus poemas.
Verdad es que nuestros poetas como nuestros prosadores—y
digo nuestros de todos los que se producen en castellano—mu
cho dejan que desear en punto de ritmo.
Ese ritmo, sin adjetivos ociosos y sin otros ripios, ya en el
día inadmisibles — plegándose al ideal como la malla de punto
al cuerpo de una Venus viva — y que desnuda más bien que
viste el objetivo, para ofrecerlo á los ojos del alma con sólo el
encanto de su perfección, aun es muy escaso en nuestras letras.
En eso los poetas extranjeros han llegado á increíble altura. Ed
gardo Poe, el Byron americano, cuya fantasía es tan proverbial
como su vida desordenada, era tan prolijo cincelador de la frase
para amoldarla á su idea, y empleaba al efecto cuanto tiempo le
fuera menester, que sus composiciones son verdaderos prodigios
de lo que Castelar llamaba las cristalizaciones de la idea. En
esta labor, sencillísima acaso para los que no la han emprendi
do, el gran misterio consiste en suprimir frases inútiles, y en eli
minar vocablos, con tal de transparentar los conceptos. Sí, se
ñor; todo se reduce á supresión, eliminación ó resta de neceda
des y tonterías, por más que arroben el oído. El Cuervo, poe
sía relativamente corta, en que según uno de sus biógrafos, pa
rece haber pasado Poe algunos años aplicando matemáticamen
te el ritmo á los latidos del corazón, es una de las páginas más
lúgubres y sujestivas que ha producido la mu6a humana. En
nuestro Bécquer hay mucho de eso:

Cerraron sus ojos


Que aun tenía abiertos,
Taparon su cara
Con un blanco lienzo,
Y unos sollozando,
114 EL ATENEO
Otros en silencio,
De la triste estancia
Todos se salieron
La lnz que un vaso
Ardía en el suelo,
Al moro arrojaba
La sombra del lecho;
Y entre aquella sombra
Veíase á intervalos
Dibajarse rígida
La sombra del cuerpo.
Despertaba el día
Y á su albor primero
Con sus mil ruidos
Despertaba el pueblo:
Ante aquel contraste
De vida y misterios,
De luz y tinieblas,
Medité nn momento:
¡Dios mio, qué solos
Se quedan los muertos I

Basta la trascrito, siendo tan conocida esta composición,


en la cual, como en todas las Rimas, el atinado empleo de los
calificativos, salta á los ojos. El asunto tampoco puede ser más
conocido; es una escena de todos los hogares y de todos los tiem
pos: las cláusulas métricas son tan usuales y sencillas que sin la
igualdad de medida constituirían una poesía en prosa; pero, ¡que
poesía! Acaso nunca se ha animado mejor uñ objetivo de suyo
yerto y tan comúu; y eso sin adjetivos pomposos ni vocablos
desgarradores: todo, con un romancito de arte menor, dividido
en cuatro partes por un estribillo que cualquiera lo habrá dicho,
y si no lo ha dicho, lo habrá pensado en un caso de duelo seme
jante.
Con este motivo, se me viene oportunamente á la pluma,
otra composición, que sobre análogo tema publicó un poeta, de
cuyo nombre no quiero acordarme, con ocasión de la muerte de
un tío suyo muy querido, y que si mal ne recuerdo le dejaba
de heredero:

-
LA MUSA X 115
¡Oh musa del dolor! Fiel companera
De las lúgubres horas de mi vida,
Dale á mi voz tu nota dolorida
Para exhalar mi queja lastimera.

Oh, laúd inmortal, de eterno duelo!


Vierte en su tumba tus divinas flores,
Y á la virtud tus férvidos loores
Cual puro incienso dirigid al cielo.

Y por este estilo, tratando de tu y de vos á la musa,


con mucho brío, bastante vaguedad y á veces poca gramática,
seguían las cuartetas endecasílabas repitiendo casi una misma
cosa, en varios tonos y con profusión de epítetos altisonantes.
"¿Que le ha parecido á usted mi Elegía?" me dijo en cierta oca
sión que casualmente me encontré con él: "¿No le parece á
usted que he seguido puntualmente las reglas del arte? Ya ve
usted la variedad de mi rima y que no consonante unas
partes de la oración con otras de su misma especie; la medida
no deja que desear, y luego no hay acentos rítmicos que se en
cuentren en colición, por lo que han resultado los versos, como
usted ha visto, tan rotundos y sonoros. Pero, todo eso nada
significaría sin el sentimiento, sin el verdadero dolor de que
están por decirlo así impregnadas todas mis estrofas. ¡Oh,
sin el sentimiento no hay arte ni poesía posibles!" Por fortu
na, no aguardó respuesta mía, cosa que me habría embarazado
no poco, y siguió su camino, como eludiendo modestamente los
elogios y admiración que yo debía de tributarle. Ese apenas ha
leído á Bécquer, no conoce á Bello, á Pardo, ni á Montalvo,
aunque recita de memoria la Flor de un día, sin sospechar si
quiera á los grandes poetas del siglo de oro de nuestra lengua.
He aquí, amigo mío, un alumno genuino de la Musa X, en cu
yos partos puede verse que el adjetivo hace la mayor parte del
gusto.
Uno de los biógrafos de Bécquer mejor informados, su ma
yor y más íntimo amigo, Don Ramón Rodríguez Correa, con
quien algunas veces tuve ocasión de hablar en España sobre el
malogrado poeta, me contaba que éste tuvo durante su vida
fama de erudito escritor y de prosador excelente, y que apesar
116 EL ATENEO
de que sus versos se hallaban ya publicados, como sus cuentos
fantásticos y otras obras, en los órganos de Madrid, nunca lo
miraron como á poeta, ni menos se sospechaba en él á uno de
los primeros de su época. Sólo, después de su muerte, cuando
se coleccionaron las Rimas y pararon mientes en ellas los enten
didos, Bécquer fué una revelación como poeta, y su musa eclip
só sus otras dotes de literato. Algo semejante pasó con Poe, así
como con otros muchos ingenios que según el autor del Quijote,
profesan ese arte que por su nobleza no se abate al servicio y
grangerías del vulgo.
En lo que estriba, pues, el mérito de Bécquer como poeta,
es en la idea; que puede presentarse en él como un ejemplo del
objetivo estético, en ese género de poesía subjetiva, en que el
alma se toma á sí misma por argumento, siendo á la vez el ar
tista y la materia artística. Con tal objetivo, la forma más sim
ple y usual es la mejor y no hay verso en el poeta de las Rimas
que no pudiera ser prosa, como ya lo he indicado; pero de esa
prosa que ha colocado á Cervantes á la altura de cualquier
poeta.

Lo que acabo de decir es pertinente en esta epístola, para


establecer que cuando un adjetivo daña el verso debe dañar
igualmente la prosa, ya que una cláusula mala en una forma,
también lo es en la otra. Esta advertencia es útil y práctica
para el versificador que, encariñado con cualquier adjetivo, va
cile sobre su conveniencia en determinado lugar de su composi
ción. Con sólo darle al verso el corte de la prosa, podrá ver con
facilidad si el adjetivo es propio ó inconveniente.
Antes de pat«ntizar esto, debo sentar algunas reglas, que se
fundan en las observaciones generales que he hecho y en la ló
gica que ellas envuelven, para saber cuándo los adjetivos son
buenos y cuándo son censurables en el arte escrito.
Los primeros, á mi entender, son: los adjetivos predicados,
que no sólo son buenos, sino indispensables en la proposición
LA MUSA X 117

gramatical: los que concurren solidariamente con el sustantivo


á la formación del sujeto ó del complemento de la oración: los
que son meros calificativos ó epítetos, cuya supresión no daña
la oración, pero sí el ritmo y en general la belleza de una cláu
sula. Algunos ejemplos nos darán idea clara de estas tres espe
cies de adjetivos, que son cantidades positivas en cualquier
cláusula buena y correcta, en verso ó prosa; y se ven en letra
cursiva.

PREDICADOS

¿Y sabes tú lo que es una mujer aprovechada, hacendosa, que sepa


cuidar de la casa, economizar, estar en todo? ¡ Siempre lidiando
con amas, que si una es mala, otra es peor; regañonas, entremetidas, ha-<
bladoras, llenas de histérico, viejas, feas como demonios N6, señor;
vida nueva!
(Moratín.—El sí de las niñas.)

Voy á morir! perdona si mi acento


"Vuela importuno á molestar tu oído
ESPRONCEDA.

siempre mi hermano
Generoso y leal era conmigo.
Quintana.

Dichoso aquel que junto á tí suspira


Que el dulce nectar de tu risa bebe,
Quintana.

Segundo don Juan Tenorio,


Almafiera é insolente,
Irreligioso y valiente,
Altanero J reñidor.
ESPRONCEDA.

En Moratín los adjetivos aprovechada, hacendosa, nueva,


lo mismo que dulce en Quintana, pertenecen más bien á los que
en seguida examinaremos, como componentes sustanciales de
miembros de la oración. Con sólo leer los ejemplos anteriores
118 EL ATENEO
se ve pues la imposibilidad de eliminar ó suprimir los predi
cados; cosa que equivaldría á suprimir ideas.
La cuarteta de Espronceda presupone el sujeto Don Félix y
el verbo es de la proposición, que están en elipsis; y si se descom
pusiera esta compleja oración, resultarían tantas oraciones sim
ples como predicados encierra la estrofa, siendo el número de
ellos nada menos que siete; pero todos necesarios, porque preci
san el carácter del sujeto con ideas diferentes y positivas. En
casos como éste, sólo sería un adjetivo ocioso ó nocivo, cuando
fuera sinónimo de otro predicado; y si por ejemplo en el último
verso de Espronceda pusiéramos pendenciero, en vez de altanero,

Pendenciero y reñidor

no estaría muy bien por la sinonimia; y aun en el habla ordi


naria sólo acusaria ignorancia del castellano, ó cierta pedantería,
el acumular sinónimos que en vez de dar claridad suelen oscu
recer el concepto.

Componentes sustanciales de la idea envuelta en el


sujeto 6 complemento.

El poeta en su misión
Sobre la tierra que habita,
Es una planta maldita
Con frutos de bendición.
Zorrilla.

Cambiar ó suprimir maldita importaría destruír la bella


antítesis que es el alma de la idea: planta maldita, frutos bendi
tos. Análoga cosa pasa en los siguientes versos:
La pobre cuenta de mis ricos males
Estoy al cielo y á mi Clori dando.
Cervantes

Los sustantivos cuenta y males necesitan de los respectivos


epítetos para conservar la antítesis que sin ellos desaparecería.
LA MU8A X 119
|Oh, qué amor tan callado el de la muerte!
¡Qué sueño el del sepulcro tan tranquilo!
Bécqukr
Si dejáramos:

¡Que amor el de la muerte!


¡Qué sueño el del sepulcro!

quedaban dos buenos heptasílabos, no del todo faltos de poesía,


pues dejaban entre renglones al lector mucho que meditar.
Pero la melancolía tan dulce como intensa que tiene el concepto
original en Bécquer, debido á los adjetivos, evidentemente de
saparecería.

Dichona edad y siglos dichotos aquellos á quien los antiguos pusie


ron nombre de dorados.
Cervantes.

Quien, en singular como aquí lo usa Cervantes, era correcto


en su tiempo.
Por lo demás, cualquiera puede comprender que los califi
cativos de este ejemplo—solidarios con el sujeto ó con el com
plemento, al punto que el concepto moriría en ellos al suprimir
los—son de absoluta necesidad. Esta manera de emplearlos,
y de emplearlos con profusión, es admirable en el padre de las
letras castellanas, al que sería locura 6 aberración llamarlo ad-
jetivista por ese motivo. El calificativo que entraña ideas reales,
puede decirse que siempre se sustantiva y nunca es un mero
adorno de la dicción.

Epítetos y otros calificativos útiles

En este lugar agrupo los adjetivos que se relacionan mas


bien con la forma que con el fondo del escrito: pero como en el
arte, para mí la forma constituye el fondo, lo que sería muy
arduo patentizar en esta carta, como si dijera entre renglones;
120 EL ATENEO

á ver si con un ejemplo doy siquiera á comprender lo que quie


ro decir.
Soy, por un momento, escultor y me llamo Canova; me pro
pongo esculpir el amor humano: este es el fondo del asunto. Me
ditando la forma que voy á darle, creo que la mejor será una
mujer, el summum de la belleza femenina, voluptuosamente re
costada, recibiendoun ósculo del amor, que en forma de ángel bate
sus alas sobre ella, al juntar sus labios con los de la beldad supre
ma: esta es la forma, que vive en mi mente, aun antes de saber si
haré la obra en mármol ó bronce. Una vez ejecutada ésta en
mármol, es esa Psiquis que el mundo admira y que todos he
mos visto en innumerables copias y hasta en fotografías. La
idea mitológica es tan antigua como el mundo; pero la manera
como le da forma el artista, es una idea estética que sólo á él le
pertenece.
No es muy clara la idea que los poetas parecen tener y los
tratadistas dan de la forma estética de la palabra; y como mi
teoría fuera aquí cosa de nunca acabar, me limito á enunciarla;
lo que por otra parte es bastante para el fin concreto que persi
go. La forma estética debe estar en el cerebro del escritor antes
que la palabra la traduzca materialmente. A ver si con otro
ejemplo salgo del paso. Soy Esopo y comprendo que los hom
bres más hermosos y las mujeres más bellas, pueden ser muy es
túpidos: esta es una verdad y quiero que ella sea el fondo de mi
asunto. Medito en la forma que debo darle, según mis inclinacio
nes artísticas, y se me ocurre representar mi idea por una másca
ra, que en mi tiempo cubre toda la cabeza; ó, mejor dicho, es una
cabeza hueca. Pero necesito dar cierta novedad á mi idea para
hacerla palpable, y figuro que un animal se sorprende con ella,
ya que un hombre, que sabe lo que es una cabeza hueca de car
tón, nunca llegaría á sorprenderse. Para esto nadie mejor que el
zorro, símbolo del ingenio cuadrúpedo. ¡La cabeza sin cerebro,
sin alma, sorprende hasta á un zorro! Hé aquí la forma, que
vive en mi mente antes de ponerla en dos cláusulas métricas sen
cillas y lacónicas, que en la lengua de Homero resultan ser in
mortales. Pasah más de cinco siglos, y Fedro con sólo interpre
tar al genio en la lengua del Lacio se hace célebre entre los
LA MUSA X 121
romanos; siguen otros siglos y otras generaciones, y la obra sigue
admirada en todas las lenguas y en todos los tiempos, en la
moderna Europa como en el Nuevo Mundo. La palabra ha
cambiado con las edades y aun con las naciones; pero la forma
estética que nació en la cabeza de Esopo es inmortal.

Dijo la zorra al busto,


Después de olerlo,
Tu cabeza es hermosa
Pero sin seso

Samanikoo.

Casi puede decirse que huelga la moraleja del cuento. El


poeta español no es un traductor servil: sin dañar la sencillez
primitiva pone bruto en vez de máscara, lo que se adapta más á
nuestro modo de ser; y añade un toque nuevo en esta especie de
calco: después de olerlo, toque que da movimiento y caracteriza al
animal, símbolo de la astucia. Sin ser un Esopo, ni un Lafon-
taine, Samaniego vivirá sobre muchos poetas que con su fama
aturdieron á su época, siendo en su género el digno rival de
Iriarte. Aunque según los alumnos de la X, Iriarte acaso por
que no lloraba, no era un poeta: más de una vez se lo dijeron
los de su tiempo, en diversos tonos. Mientras á Iriarte lo depri
me Gil y Zárate, Fenelón lo pone en las nubes á Lafontaine;
pero Gil y Zárate muere como poeta, mientras les mencionados
fabulistas españoles, en su esfera artística, acaso no mueran
sino con el castellano; y lo deben á la precisión con que el
metro se ajusta á la idea. No resisto á la tentación de trascribir
otro ejemplo, ó sea otro poemita en siete versos menores, como
el anterior:

En una alforja, al hombro


Llevolos vicios;
Los ajenos delante,
Detrás los míos.
Esto hacen todos:
Así ven los ajenos,
Mas no los propios.
Samanikoo.
122 EL ATENEO
Samaniego pudo haber puesto esa idea, que es la forma ar
tística, en otro metro ó en otra estrofa. En cuanto á la verdad
filosófica que sirve de base ó es el fondo de dicha forma, es
decir, á la propensión natural que todo hombre tiene de ver los
defectos ajenos y no los suyos propios, el vulgo—que á veces
suele ser gran artista—también le ha dado otra forma en un re
fran conocido:

Ver la paja en ojo ajeno,


Y no la viga en el propio.

Después de nuestra explicación sobre la forma, nada más


fácil para quien se tome el trabajo de meditar en el asunto, que
el ver cuando un adjetivo es útil á ella, y cuando la daña. Los
que piensan que la forma se reduce á un endecasílabo rotundo,
á una redondilla bien hecha, ó á otros resortes, por decirlo así
mecánicos, humedecidos ó aceitados por los epítetos lacrimo
sos, desgraciadamente viven muy engañados.
Veamos, ahora, algunos calificativos que, sin ser indispen
sables ó necesarios, mejoran las cláusulas del verso ó de la
prosa.

En este mundo traidor


Nada es verdad ni mentira
Pues todo tiene el color
Del cristal con que se mira.
Campoamor.

Ese mundo en que nada es verdad ni mentira, según el poeta


puede calificarse de malo, engañoso, falso, falaz, banal, venal, ve
leidoso, mentiroso, avieso y no se de cuantos modos más que ten
drían verdad relativa, la única necesaria en el arte. Rigurosa
mente podríamos, pues, sostituír en la redondilla de Campoamor
el único adjetivo que tiene; pero es evidente que desaparecería
no sólo la redondez de la cuarteta sino el vigor de la forma, que
necesita del más feo de los calificativos para aplicarlo á un mun
do tal. También podría suprimirse traidor: pero sería más des
LA MUSA X 123
graciada todavía la supresión que la sostitución: la gramática
quedaría en pié, pero la forma perdería colorido y fuerza.

Dulce vecino de la verde selva,


Huésped eterno del Abril florido,
Vital aliento de la madre Venus,
Céfiro blando
Villegas.

Un caballero de los de adarga antigua, rocín flaco y galgo co


rredor.
Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran ma
drugador y amigo de la caza.
Vino á llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del
Toboso, nombre á su parecer músico, peregrino y significativo.
Unas armas que tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos
había que estaban puestas y olvidadas en un rincón.
Cervantes.

Dejando ya á los gramáticos el distinguir en los ejemplos


los predicados y los componentes solidarios de que he hablado,
lo cierto es que en éstos, como en la veintena de adjetivos que ya
vimos del Quijote, aún los de mero adorno están usados con
tanta precisión y habilidad, que toman el carácter de ne
cesarios.

Bella y más pura que el azul del cielo,


Con dulces ojos lánguidos y hermosos ....
Espronceda.

En el pasaje que empieza por estos versos, así como en


otros análogos, tiene el poeta de Almendarejo tantos y tan bien
puestos adjetivos, que á veces se siente palpitar su corazón de
fuego al través de ellos. Además, Espronceda presenta otras
composiciones en que es tan parco de epítetos, por la índole de
ellas sin duda, que parece no necesitar de calificar nada para
remontarse, en punto de forma, á Ja mayor altura. Ahí están
124 EL ATENEO

la Canción del Pirata, A Jarifa, el Canto del Cosaco y otros de


chados de factura literaria, en que los adjetivos son usadas con
primor. Pero lo repito, el adjetivo que entraña ideas perti
nentes nunca perjudica á la forma.

En un caballo con la crin tendida,


La cola suelta, vagarosa al viento,
La abierta nariz de fuego henchida,
En alas iba yo de mi contento.
Espronceda.

Eso no quiere decir que sea impecable, como no lo son los


mayores ingenios, sobre todo los que escriben mucho. Hé aquí
un ejemplo de las mocedades del vate.

Fresca , lozana, pura y olorosa,


Gala y adorno del pensil florido,
Gallarda puesta sobre el tallo ergido
Fragancia esparce la naciente rosa.
Espronckda.

Hablando de una flor, la pureza no es otra cosa que la


frescura ó la lozanía; pase lo florido del pensil, pero la gallardía
y postura sobre el tallo ergido es impropio y alambicado; y eso
de la fragancia, cuando una rosa naciente ó en capullo casi no
huele, y después de haberla llamado ya olorosa, es falsear com
pletamente el arte. Esto corre parejas con aquel verso con
que Zorrilla comienza así un soneto á España:

¡Torpe, mezquina y miserable España!

Por qué? No lo dice. Pero me parece que aunque los


epítetos fueran merecidos, así agrupados, sin explicar la razón
de cada cual, chocarían aun en la conversación. Juntar, pues,
tres epítetos tan ex-abrupto no es propio. Aquí viene bien la
advertencia de que los malos adjetivos suelen apreciarse mejor,
cuando en prosa resultan igualmente malos. Ejemplo:
LA MUSA X 125
Señorita, contemple usted esa flor fresca, lozana, pura y olorosa,
que es gala y adorno de este pensil florido; y que gallarda puesta sobre
el ergido tallo, esparce su fragancia naciente.

¿Sería posible que la Filis que oyera esta gerigonza no lo


despidiera con cajas destempladas á quien la regalara con se
mejante andanada de adjetivos? Del mismo modo ¿no tomaría
usted por pedante á quien le dijera que Inglaterra es una rica,
extema, fría y adelantada nación? Lo mismo le parecería quien
le dijera que España es torpe, viuerable y mezquina, aun en caso
de ser ciertos los calificativos.
Es tan feraz la fantasía del autor de Don Juan Tenorio, que
este desliz y otros que le censura Villergas, como dije, se pierden
entre las innumerables poesías, en que campea su inspirado
estro. Sin salir del Tenorio, aquel parlamento de Brígida que
comienza:

Blanca paloma enseñada


En las palmas á comer
Del dueño qne la ha criado
En doméstico vergel.

es un modelo en punto de factura, exento de repios y falsos epí


tetos; y como ése podríamos citar muchísimos pasajes; particu
larmente en sus leyendas moriscas y en sus tradiciones.
No sólo los españoles, sino toda la raza latina, sobre todo en
épocas de decadencia, ha sabido pagar su tributo al falso relum
brón, ya en la cadencia campanuda de la frase, ya en la sonori
dad del verso vacío de concepto; y á esto se refiere una cuarteta
que de muchacho aprendí, no se cómo ni dónde, en que se com
para la índole heterogénea de la poesía, en las razas antagonistas.

Si el oro de un verso inglés


Se pasara por hileras,
Oropel fuera francés
Que llenara hojas enteras.

*
4
126 EL ATENEO

¿Había necesidad de consignar aquí que por haberme con


cretado á los adjetivos pecadores no creo que son los únicos ri
pios y los solos elementos viciosos que deben proscribirse del
lenguaje poético? De mil modos se pueden hacer malos versos
y producir detestable prosa: la experiencia de cada día podría
suministrarnos tantas pruebas, que en poco tiempo llenaríamos
con ellas grandes volúmenes. Sólo he tratado del adjetivo por
que su abuso suele facilitar mucho esa ligera y poco meditada
labor de los que anhelan abarcar el espacio en alas de la pluma.
A mi entender, he sido tan desapasionado—no sé si acertado—
en mis observaciones, que lejos de ofrecer á la vista los innume
rables delitos cometidos, á veces con crueldad, alevosía y sobre
seguro, cosa que habría contrariado mi carácter, no he hecho
más que señalar la manera atinada de usar un arma que en ma
nos de la Musa X mata el arte, mientras le da vida en las de
Talía, Erato y Melpómene.
No se puede negar que nuestros más renombrados poetas
castellanos, en su feracidad fantástica, cultivada á veces con la
idea loca de que la imaginación llega á lo sublime cuando más
desordenada se presenta, han solido sembrar la mala semilla,
casi inconscientemente, por no tomarse la molestia de la previa
selección, facilísima al talento; y han tenido que presentar los
frutos sazonados, á veces exquisitos de su ingenio, revueltos y
amalgamados con hojarasca y plantas nocivas. En prueba de
ello, son muy contados los que han sido traducidos en otras len
guas, mientras los autores franceses, alemanes, ingleses, italia
nos y otros, quizás de menos vuelo algunos, están vertidos á los
idiomas extranjeros. Y es del caso observar que los autores
que suelen traducirse y no entran en la observación anterior,
son los menos pomposos en la frase, pero sí los que edifican con
ideas y sentimientos. Uno de estos es Jorge Isaacs cuya María
ví ya hace años en dos ó tres lenguas. Otros ejemplos, más po
sitivos y pertinentes, nos ofrecen los otros países, cuyos líricos
más románticos, fantásticos y sentimentales están traducidos en
las otras lenguas modernas. Sin contar á los colosos del siglo,
Byron, Goethe. Víctor Hugo, podría citar muchos como Poe,
que se hallan traducidos. Usted sabe ya cuánto podría añadir
LA MUSA X 127

sobre esta materia; pero no quiero dejarme en el tintero una ob


servación.
Si, como hemos visto, un verso que no es bueno no se pue
de traducir ni aun en prosa, sin salir de nuestro idioma, ¿cómo
podría traducirse á otra lengua?
Sólo las obras basadas en la previa concepción de la forma
estética, tal como lo he enunciado, pueden conservarla en cual
quier lengua, y hasta en cualquiera de las otras artes, y son in
numerables las grandes creaciones poéticas que han sido tam
bién inmortalizadas por pintores y escultores.
Para los que no conocen bien el genio ni el caudal de la
lengua, ni los modelos que ella ofrece, así como tampoco la anti
güedad clásica, es claro que la labor es muy difícil. Aun para
los verdaderos talentos, suceptibles de los más atrevidos vuelos,
las producciones á lo Heine, Poe ó Bécquer, requieren elementos
de cierto orden. Pero no es un imposible adquirirlos: con traba
jo y buena voluntad, nada sería más hacedero, dadas las natu
rales aptitudes que adornan á los hijos del Nuevo Mundo, de
las que por cierto no están destituídos los peruanos.
Después de la gran lucha de la Independencia, teniendo
en cuenta el oscurantismo meditado y cuidadoso en que la ma
dre patria mantenía á sus colonias, y el atraso intelectual consi
guiente en que habían nacido y florecido nuestros ingenios, es
de admirar como alzaron el vuelo los hijos de la América repu
blicana; y algunos se elevaron á las más altas regiones á que los
de España misma, hablo de la coetánea, se habían remontado.
No hago más que apuntar el hecho.
Posteriormente, si en todos los países de nuestra raza se ha
luchado, con éxito vario, por el renacimiento de las letras, con
vergiendo á los ideales que el espíritu moderno también le im
pone al arte, y en ellos han surgido de vez en cuando nuevos in
genios que abandonando los antiguos cauces se han lanzado
en pos de las recientes y atrevidas concepciones estéticas, de
bemos confesar honradamente y sin vanidad, que haría el mal
incurable y merecido, que el nuevo terreno—por nuestros de
sastres políticos, causantes de la actual decadencia—es aún
para nosotros los peruanos un verdadero Chanchamayo literario.
128 EL ATENEO
Líbreme Dios de pensar que nuestros jóvenes de talento
deban imitar á los poetas que he nombrado, ni á los prosadores
como Flaubert y Montalvo de que también he hablado: creo
que la imitación fué funesta para muchos de los escritores de
ayer y que no lo sería menos para los de hoy, y varias veces en
el adjetivismo y estilo hinchado y ampuloso de casa me ha pare
cido ver el de afuera. A lo que aspiro es á que las letras naciona
les, tomando un rumbo enteramente independiente y nada trilla
do, busquen sus objetivos— como suelen hacerlo los grandes ar
tistas de todas partes en sus respectivos centros: en esto sí deben
imitarlos—en nuestro clima, en nuestras bellezas naturales, en
nuestra propia vida. Ahí están la historia y tradiciones fantás
ticas del imperio incáico, y las poéticas fábulas que nos cuentan
sobre la fundación del Cuzco; con su teogonía, política y cos
tumbres tan genuinas: ahí están sus monumentos grandiosos
que luchan victoriosamente contra el tiempo, y que parecen
aguardar á los misteriosos héroes de la leyenda ó la epopeya:
ahí está el período colonial; el elemento mixto; la vida esen
cialmente criolla; el remedo de la España de Carlos V y Felipe
II; y en fin cuanta híbrida amalgama nos presenta la época de
los virreyes, muy triste para nuestra historia, pero por lo mismo
inapreciable para el arte: ahí está en fin nuestra vida moderna,
no exenta de glorias ni de grandes sacrificios.
Pero, en cuanto á la forma estética, nadie que quiera pro
ducir obras de algún aliento y de verdadera consistencia debe
obedecer más que á su propias impresiones, á su humor ó tem
peramento, á sus personales inclinaciones y golpes de vista; aun
á su capricho, con tal de no imitar. Los grandes modelos, la
gramática y la métrica, el verso ó la prosa, son indispensables
para la realización ó ejecución material de la obra; pero, lo re
petimos, por creerlo capital, no son la idea, la forma estética
del arte, son únicamente su manifestación externa.
Voy á concluír; pues sospecho que esta carta va haciéndo
se acaso demasiado larga para su corto contenido; pero voy á
permitirme hacerlo con una franca palabra que personalmente
se dirige á usted, y que considero lo único de real importancia
en ella.
LA MUSA X 129
El Ateneo, por algún tiempo inactivo ó nulo, con una
existencia tristemente parásita, sin un órgano propio que le
era indispensable, y dando apenas muy de tarde en tarde ve
ladas que ningún movimiento determinaban, parece que vuelve
á la vida próspera y toma un nuevo rumbo.
Después de la feliz evolución que puso á usted á la cabeza
de la juventud inteligente, estudiosa y de nobles aspiraciones, no
escasa por fortuna en el país, ha llegado pues el momento de
imprimir un positivo impulso al progreso literario que todos
anhelamos y que está llamado á darle una personalidad propia
á las letras peruanas. De nadie como de usted puede partir el
empuje; para ello más que consejos, que no necesita usted, le son
indispensables energía y asiduidad extraordinarias, para incul
car en cuantos se pongan á la ardua labor, los nuevos cánones
de la doctrina salvadora y proscribir sin debilidad toda expresión
falsa del arte apócrifo. Una vez conocida la Musa X y los pe
ligros con que amenaza á los jóvenes, por su fácil liviandad,
aun á riesgo de ser descortés, debe usted arrojarla del glorioso
recinto de las letras nacionales.
Aprovechando esta ocasión para reiterar á usted el aprecio
con que sabe usted le distingo,
Me suscribo afectuoso amigo de usted

q. s. m. b.

Gabino Pacheco-Zegarra.
EL PROBLEMA DE LA EDUCACION

( Conclusión )

;sa presunción de fines prácticos, esa aptitud individual


no basta, como se ha dicho, para llenar la fórmula del
progreso. Es necesario, además, que esa aptitud no en
cuentre, en el medio en que se desarrolla, obstáculos in
vencibles que esterilicen sus esfuerzos.
Estos obstáculos pueden ser físicos 6 morales, del medio
físico ó social. Una naturaleza refractaria al cultivo, estéril ó
abiertamente hostil al hombre, con elementos indomables, no
puede ser favorable al progreso humano. El hombre que no
sucumbe bajo su peso, queda reducido á cosa, sometido á las
leyes fatales de la mate.ia, y con menos probabilidades de desa
rrollo, muchas veces, que los demás seres vivientes de esa natu-
turaleza. Cuando esos caracteres no se presentan, los obstácu
los del medio físico disminuyen ante la fuerza humana que sa
be estudiarlos y dominarlos.
En el Perú, el medio físico no se opone al progreso social.
La vasta extensión de su territorio, y la escasa densidad de sus
pobladores, pueden modificarse creándose caminos que estrechen
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 131
las distancias y reunan los esfuerzos de los que explotan el te
rritorio. La inmigración de brazos útiles y de capitales hará lo
demás.
Los verdaderos obstáculos se encuentran en las preocupa
ciones, en los extravíos, en los malos hábitos del medio social.
La desconfianza en el poder del esfuerzo propio, mejor dicho, la
debilidad de ese esfuerzo, y la conciencia de esa debilidad, han
engendrado todas esas preocupaciones, creado esos extravíos
y producido los malos hábitos que, con distintos nombres y ba
jo esas diversas manifestaciones, reproducen la tendencia indi
vidual de vivir á costa del esfuerzo ajeno, bajo la protección de
otra personalidad que haga el papel de providencia. Ese fenó
meno, cuyas manifestaciones se encuentran en las relaciones de
familia, en las del ciudadano con el Poder Público, en las del
peruano con la sociedad y con su misma religión, ese fenómeno
patológico demuestra que hay en el individuo moral un princi
pio de parálisis que trasciende á todo el organismo social.
No es el respeto á la tradición que ha momificado la Chi
na, no es el ciego fatalismo musulman que ha anonadado la li
bertad humana, no es el predominio de determinadas castas que
ha agotado la vitalidad nacional, lo que detiene al Perú en su
marcha próspera condenándolo á las más dolorosas vicisitudes;
porque ni respeta sus tradiciones, que ha condenado siempre, ni
siente la influencia fatalista de su religión, ni ha tenido castas
que agoten su vitalidad.
Lo que paraliza su actividad es ese sentimiento de debili
dad, derivado de una mala educación, en el sentido amplio de
la palabra, y que ha creado en la masa social preocupaciones y
dado origen á ideas las más falsas, como las más funestas para
la civilización nacional.
Sin una enérgica voluntad para buscar en su propio seno
elementos propios de una civilización que esté en armonía con
sus caracteres naturales, ha procurado siempre reproducir, co
piar, servilmente formas de otras civilizaciones, empeñándose en
adaptar á ellas sus condiciones peculiares de vida, pensando
que, si es un dogma el de la identidad de la especie humana, es
132 EL ATENEO
posible que el hombre del Perú practique con provecho esas
formas.
Abatido el sentimiento de la propia individualidad en la ra
za indígena por los efectos enervantes del comunismo en el cual
vive un número incalculable de años; trastornado desde entonces
el concepto de la vida real, la actividad adoptó esa manera de
obrar en agrupaciones, esa manera comunista, cuyos efectos se
sienten hasta ahora al través de las influencias de otras civiliza
ciones, que han sido impotentes para despertar y organizar ese
sentimiento de amor al trabajo que se funda en la conciencia
del propio poder y en el atractivo de beneficios conquistados y en
cierto modo gozados de antemano. La vida del rebaño, entre
gada á la discreción del pastor, que simboliza la vida comunista
de la civilización incásica, ha engendrado esa política de clan,
el cacicazgo y el caudillage, como aspiraciones nacionales, como
consecuencias de la pérdida de la autonomía individual. El
hombre de nuestra sociedad, sin el conocimiento de su capaci
dad de obrar, sin la noción clara de sus fines y medios de ac
ción, y sin iniciativa, por lo mismo, ha entregado su destino á
la providencia representada de varias maneras y en diferentes
personificaciones. "Para obrar es preciso creer" se ha dicho:
el individuo social no ha tenido creencias elaboradas por sus es
fuerzos independientes y no ha tenido estímulos para obrar.
La civilización española echó sobre el anémico organismo
de la nacionalidad indígena la pesada armadura del conquista
do, y produjo esa tisis moral que se llama la indiferencia gla
cial del indio por el destino de este suelo que es su patria. El
español, no solo trajo con la conquista el despotismo de su po
der, sino además el fanatismo de su religión que acabó la obra
de destrucción del carácter nacional, si hubo carácter en los que
no pudieron defender su nación contra un puñado de osados
conquistadores.
La colonia no pudo ser sino la superposición de un cuerpo
lleno de vida sobre otro próximo á desaparecer; no pudo haber
sido la fusión de dos civilizaciones completamente diferentes,
que habiendo llegado al apogeo de su progreso, habíanse crista
lizado, por decirlo asf, adquiriendo aquella cohesión de molécu
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 133
lasque hace imposibles las combinaciones por efecto de la fusión
de componentes. La colonia no podía reanimar una nacionalidad
que había condenado á la esclavitud, ni preparar los gérmenes
de otra nueva con elementos de esa manera amontonados, como
paquetes de músculos adheridos á un viejo organismo por efec
to de una fuerza física solamente.
El sentimiento de independencia individual, si pudo haber
algún resto de él en la época de la conquista, tuvo que extin
guirse como consecuencia de ésta, fatalmente, sin que los con
quistadores lo reemplazasen con los individuos de su raza, ene
migos del trabajo, educados también bajo un gobierno provi
dencial, y dispuestos á esperarlo todo del esfuerzo común de la
colectividad y de sus jefes. La Providencia dirigía la espada
de los guerreros como cuidaba de su subsistencia. El Soberano
representaba esa Providencia, y en ella debían confiar ciegamen
te sus súbditos.
Destruído el poder de la colonia y obtenida la emancipa
cion política, en una época en la que la Francia deslumbraba
al mundo con sus doctrinas, el Perú pidió á ese país sus ideas
é instituciones como sus trajes y costumbres, y libros, leyes y
costumbres francesas conquistaron la sociedad republicana apo
derándose de la cultura de sus clases más elevadas con la fuerza
poderosa de la vanidad halagada y satisfecha, y con el concurso
de sus instituciones religiosas. La civilización francesa no ha
hecho más que galvanizar los restos de la cultura castellana con
el brillo superficial de sus bellas formas; pero el individuo ha
permanecido sin modificación, indiferente á estructuras que no
han sido obra de sus propias ideas, que no traducen los elemen
tos de su naturaleza, viendo desmoronarse unas para dar lugar
á otras con la tranquilidadad pasiva del indio de las punas que
que ve recorrer por la línea ferrea el tren que conduce la semi
lla del progreso á pesar suyo.
Así se ha formado nuestra nacionalidad, como esos grandes
templos del oriente que hombres de diversas razas han cons
truído sin unidad de plan, agregando fragmentos allí donde el
tiempo ó el furor de los conquistadores han dejado ruinas. Ver
daderos laberintos sin fin positivo, ni aún para el culto para el
134 EL ATENEO

que fueron destinados sus comienzos, imitan en su desorden la


estructura de nuestra sociedad con sus factores dislocados, he
terogeneos, sin la comunicación que tienen los órganos de un
cuerpo que vive y se desarrolla. Lo que caracteriza la vida hu
mana es la solidaridad en todas sus partes, la diversidad engen
drada por el principio único de la vida, y en la vida nacional la
solidaridad es también su característica esencial. ' 'La nación
es una alma y esta alma reside en una voluntad común, en tra
diciones comunes y en comunes esperanzas." Esa alma hija de
la solidaridad como la vida; esas tradiciones, esas esperanzas
comunes no existen en nuestra nacionalidad. Ella ha destruído
sus tradiciones, las ha repudiado, y sin el esfuerzo necesario pa
ra crear su propio porvenir, sus esperanzas no son concretas; el
individuo lo espera todo de los demas; pero el país no tiene es
peranzas positivas; porque carece de ideales engendrados por la
aspiración de los más selectos de sus hijos.
Por eso en el fondo de nuestra sociedad se encuentran, al
mismo tiempo, esa fuerza de resistencia contra toda labor de
gran aliento y de resultados tardíos, contra toda empresa que
demande la consagración completa de generaciones enteras, y
esa disposición á aceptar formas fáciles y brillantes de otras ci
vilizaciones. Sin el vigor necesario para tejer nuestro ropaje
con las materias primas de nuestra naturaleza, nos disfrazamos
á cada momento con los trajes que brinda, variados y seducto
res, el vestuario europeo, y sin tener siquiera la virtuosidad de
los buenos actores, subimos á la escena y jugamos á todo y con
todo, haciendo siempre desgraciados ensayos, pasando del en
tusiasmo de la novedad rapidamente al descontento de nuestros
papeles, y atribuyendo á los trajes la deficiencia de eficacia, de
aptitud que está en nuestra ignorancia, en nuestra lógica torpe
za para usufructuar bienes en cuya formación no hemos inter
venido absolutamente. Cambiamos instituciones y derrocha
mos formas políticas, como se malgasta lo que se recibe regala
do, sin tener ese amor que inspira el capital propio, como ex
presion de esfuerzos en los cuales el hombre ha puesto por en
tero todo su sér, ese amor que suele á veces superar al que se
tiene por la vida misma. No hacemos, efi fin, labor nacional,
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 135
porque no somos capaces de hacerla; porque el elemento nacio
nal, el peruano, carece de ese sentimiento de autonomía, que to
do ha contribuido á debilitar, hasta la naturaleza pródiga que
nos rodea; porque el Estado no se da cuenta de esa deficiencia
radical, y preocupado con los problemas político y económico
ha dejado, sin plantear siquiera, el problema de la educación,
descuidando la cultura adecuada de esa porción selecta de ciu
dadanos que está destinada á reformar las instituciones y á im
primir al país entero el rumbo que le marcan sus condiciones
peculiares de progreso.
Tal es el obstáculo que el medio social ofrece para el desa
rrollo de la fuerza propulsora individual; mejor dicho, tal es el
origen de las preocupaciones, errores, extravagancias, delirios,
que caracterizan el estado de nuestra sociedad, y que son obstá
culos tanto más graves cuanto que nacen de una causa parecida
á la descomposición cadavérica.
No es extraño ahora que la moralidad pública carezca de san
ción en donde la fuerza imperativa del deber carece del funda
mento de una conciencia nacional definida, y que sean pasto
diario todas aquellas infidelidades políticas que hacen la histo
ria de nuestros partidos, todas esas inconsecuencias que desfigu
ran su fisonomía, y todos los escándalos con que la ambición
desmedida, la vanidad sin límites han trastornado el sano cri
terio humano para distinguir la honestidad del impudor y tri
butar á la primera todas las consideraciones ejemplares que en
sociedades organizadas gozan la virtud y el mérito.
Cuando una nación carece de estrecha solidaridad, de una
alma, no puede tener una conciencia para sancionar, ni una vo
luntad para hacer efectiva su sanción. /
Es preciso, sin embargo, que esa conciencia nacional se for
me, y que penetrada de convicciones profundas, elabore esa soli
daridad fundamental, poniendo en movimiento una voluntad
ilustrada, enérgica y fecunda, inspirada en esas convicciones hi
jas de un estudió serio y elevado de la realidad que somos
y de la realidad en la cual vivimos, por tristes y pobres que pue
dan ser ambas realidades. Sólo así se podrá combatir la inercia
de nuestra sociedad para los grandes esfuerzos y su volubilidad
136 EL ATENEO
en la vida de formas prestadas. Pero la conciencia no nace si
no en un momento feliz de la vida cerebral. Por consiguiente,
si se quiere que nuestra constitución nacional se modifique ra
dicalmente en el sentido de un progreso sólido y durable, con
viene educar ese cerebro social, hasta que pueda presidir to
das las funciones de la economía á que pertenece, imprimirles
la unidad de composición de que carecen, darles una dirección
adecuada á sus aptitudes, y formar la conciencia nacional, fun
damento dela moralidad pública y principio de todas las virtu
des sociales. De ese modo han asegurado la prosperidad todos
los paises, amasando con propia levadura y con ingredientes de
paises más cultos el alimento de la nutrición nacional, pero pre
parando de antemano y cuidadosamente á los hombres que ha
bían de nutrir de esa manera el organismo de su patria. De
ese modo ha conquistado el Japón esa prosperidad que asom
bra al mundo.
La primera necesidad del porvenir, la más importante in
cógnita de la actualidad, el mas elevado fin del Estado es pues
la educacion de esa élite social, á la que deben concurrir todas
las fuerzas sanas é inteligentes del Perú, porque sólo así, con la
concurrencia de todas esas fuerzas, las generaciones que se edu
quen tendrán el sentimiento de su deber, y podrán ejecutarlo
como representantes de la voluntad del país entero.
La solución del problema pedagógico depende, por consi
guiente, en primer término de la instrucción universitaria, y
allí del papel que deben desempeñar las facultades de filosofía
y ciencias, las únicas con misión verdaderamente educadora,
científica y clásica.

***

Las generaciones que en la Universidad se eduquen necesi


tan tener un concepto claro, preciso, de lo que es la vida hoy,
de lo que es la vida contemporánea, para tener una conciencia
enérgica de su misión, realizar la solidaridad nacional y fundar
en ella la verdadera democracia.
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 137
El profesor Malapert, dirigiéndose á los jóvenes estudian
tes del liceo de Caen, que llegaban al término de sus estudios,
les decía, á propósito del concepto que debe tenerse de la vida,
estas hermosas palabras:
"Nada me parece más peligroso que la concepción brutal
mente determinista que hace del hombre un autómata en el que
las misteriosas ruedas son puestas fatalmente en movimiento
por choques exteriores El resultado de esta creencia es el
aniquilamiento del resorte de toda actividad individual y social;
ella nos conduce á ser espectadores más bien que actores en to
dos los dramas que se representan en el universo; á asistir iner
tes, si no indiferentes, al drama de nuestra propia vida."
"Convencidos de que todo en nosotros está regido por la ley
de una ineludible necesidad, se cae en el abandono, y se dice:
¿Para qué resistir? ¿por qué luchar? ¿para qué fatigarse, si la
empresa es loca y la derrota segura? No intentemos lo imposi
ble; cuidémonos de no intervenir; miremos; dejemos que se
agote la multitud sin mezclarnos en ella; esperemos. Me resis
to á creer, lo confieso, que sea esa la última palabra de la pru
dencia, de la elegancia y del valor. Percibo difícilmente lo que
haya de soberanamente distinguido en esta desdeñosa impoten
cia. Yo prefiero menos refinamiento y más robustez; yo estimo
que hay algo de más altivo y de más caballeresco en la acción
que en la abstención. Creo que se puede y que se debe trabajar
la vida en lugar de sufrirla, procurar vencer á la Fortuna en
lugar de inclinar la frente ante ella. Obrar, he ahí nuestro rol
y nuestro deber; he ahí nuestra razón de ser ¿Las cosas deben
hacerse sólo ante nosotros y jamás por nosotros? Considerad esta
abdicación de la voluntad como una caducidad, como una espe
cie de traición, un presagio y un signo de muerte. Y este es un
peligro social, porque si hay, cuando se aplica á los individuos,
alguna exageración en este pensamiento de Goethe: "La muerte
no es más que un desfallecimiento de la voluntad de vivir", es
plenamente verdadero cuando se aplica á los pueblos. Una na
ción desaparece de la escena del mundo el día en que deja de
creer en sí, en que ya no se atreve á representar alguna grande
idea en el porvenir y no tiene el valor de poner en práctica to
138 EL ATENEO

das sus fuerzas y todo su corazón para hacerla triunfar. Para


merecer vivir es preciso querer vivir. Temed pues, sobre todo,
perder la valentía y la fe alegre en la eficacia del esfuerzo; te
med dejar agotar en vosotros la fuente en la que se alimenta la
vida, quiero decir, si no la exaltación, al menos el gusto vivo y
saludable de la actividad. "
"Pero esta actividad nó es sana y fecunda si no está dirigi
da por una inteligencia libre y firme. Para dominar la vida es
necesario comprenderla, y esto supone dos cualidades primor
diales que sólo se oponen en apariencia: la independencia del
pensamiento y la capacidad de creer. "

n
"Es preciso saber desprenderse del fardo de las opiniones
hechas, de las fórmulas á la moda; es necesario curarse de esta
incapacidad muy general de producir ideas, de esta capacidad
de producir solamente palabras. Se ha dicho muy bien: "La
penuria de ideas es un mal del que se muere como de la penu
ria de hombres."
)>
' 'Por último para querer la vida, es preciso amarla, creer
en ella, estar seguro de que merece ser vivida. ' '
"La verdad es que este mundo no es ni radicalmente malo,
ni absolutamente perfecto La verdad todavía es
que la vida no es triste y mala sino para quien no ha sabido
merecer su premio. Cada uno de nosotros es el principal arte
sano de su felicidad El trabajo es el gran remedio,
el gran consuelo; digamos mejor: es la inagotable fuente de
los más sólidos goces. Sed hombres honrados, y la vida os pa
recerá fácil. Creed que ella vale lo que ella cuesta cuando el
deber la ennoblece; creed que la vida feliz sólo tiene una base:
la persecución de lo verdadero y lo bueno. Una vida así es
grave sin duda; pero es buena, y su austeridad no carece de dul
zura; para el hombre de bien las cosas son clementes."
"Un último consejo: permaneced jóvenes. Esto no significa
llegar á ser viejos niños, conservar hasta la edad madura la in
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 139
diferente ligereza, la irreflexión imprevisora de los primeros
años, desdeñar las lecciones de la vida, abandonarse sin reserva
á todas las influencias del exterior, permanecer en una especie
de perpetua minoridad intelectual y moral. Debéis ser hom
bres, verdaderamente hombres por el vigor y la serenidad de la
inteligencia, por la energía de la iniciativa, la firmeza perseve
rante del querer, la rectitud y la elevación del carácter. Pero
sabed también conservar la valentía y la confianza, la esponta
neidad y el afecto del corazón : "ese algo de ligero, de alegre,
de alado," que constituye á la vez la fuerza y la gracia de la
juventud."

"Permaneced jóvenes, permaneced aún niños, por la Cán


dida sinceridad del afecto, por el abandono comunicativo de la
ternura. Conservad intacto el poder de amar, permaneced capa
ces de simpatías dispuestas á la confianza, de vigorosas admira
ciones y de indignaciones valerosas también; no dejéis extinguir
en vosotros el fuego sagrado. No temáis ser engañados á causa
de la generosidad de vuestros sentimientos: el peor engaño vie
ne del temor de ser engañado. Y luego ¿qué importaría des
pués de todo? Tanto peor para los ingratos. Yo no os hablo
sin duda el lenguaje de la habilidad, y yo conozco la palabra de
Maquiavelo: "El mundo es de las gentes frías;" pero si ha
querido decir de "las almas frías," creedme, no deseéis conquis
tar el mundo á ese precio. No penséis tampoco en que sea
jamás ridículo conservar el candor si debéis por desgracia vivir
en un mundo en el que tales virtudes parezcan de otra edad:
haced de él un título de nobleza. Porque permanecer joven es
tener la seriedad vivificada por el entusiasmo, la gravedad em
bellecida por la poesía, la solidez del carácter embalsamado con
la frescura de los sentimientos, es conservar la creencia en el
bien con la voluntad de lo mejor, es poner toda la energía del
hombre al servicio del ensueño de Belleza y de Amor que rara
vez deja de nacer en una alma de veinte años."
Estas enseñanzas de vida y de moralidad deben penetraren
el alma de esa generación selecta destinada un día á dirigir la
140 EL ATENEO

sociedad entera, y á defender las conquistas del progreso y de la


libertad. . Ellas sabrán conservar ese pudor del sentimiento,
esa belleza del espíritu, ese estado del alma en que la morali
dad se afianza y es capaz de todo sacrificio. Generación educa
da para convertir los ideales nacionales y ofrecerlos á la consi
deración del país entero con el atractivo de la simpatía que
domina la voluntad, su papel en la sociedad es, no sólo dirigir,
sino equilibrar la corriente del egoísmo que mueve las demás
clases sociales conspirando contra la solidaridad nacional. Por
eso su educación debe ser clásica; porque en las humanidades
solamente, en las lecciones de la filosofía, de la historia, del
arte y de la sociología, puede encontrar alimento vigoroso para
nutrir su espíritu, que la eleve sobre los mezquinos intereses de
la vida pasagera, ensanche el horizonte de sus ideas, forme su
ley interior, y haciéndola capaz y digna de la verdadera liber
tad, de la libertad fecunda, le permita comprender toda la im
portancia de su misión social; porque sólo así, con una educa-
cación desinteresada, comprendiendo "uno de los errores que
más fuertemente pesan sobre el progreso humano respecto al
valor del bienestar exterior," podrá adquirir ese amor por la
vida simple, sencilla, modesta, sin el irritante y disociador or
gullo del tener, del poder ó del saber; la vida que lleva el hom
bre dispuesto á sacrificar su existencia por el bien de la Patria;
el hombre "cuya más alta preocupación consiste en querer ser
lo que debe ser, ' ' ' 'cuyo ideal estriba en transformar la vida en
bienes más grandes que ella misma," "en realizar los bienes su
periores de la justicia, el amor, la verdad y la energía moral en
nuestra actividad diaria, cualesquiera que sean el peligro y la
forma exterior."
' 'Aspirar á la vida simple es propiamente aspirar á llenar
el más elevado destino humano" ha dicho C. Wagner con
gran profundidad; sin duda porque con la mayor simplicidad
de la vida se llega á conquistar la mayor suma de verdadera li
bertad, la más grande confianza en el propio poder, las esperan
zas más sólidas en el porvenir y los estímulos más vigorosos
para la acción; y porque así también las oposiciones intransi
gentes se disipan, el espíritu separatista, que entre nosotros
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 141
engendra tantas y tan grandes diferencias, cede su lugar al
sentimiento de fraternidad, y la cohesión social, la unidad de
las fuerzas vivas de la nación realiza ese elevado destino en el
seno de la más estrecha solidaridad. "Los fenómenos de des
composición y descalabro que experimentamos, agrega Wagner,
se reducen todos á la misma causa; falta de solidez y falta de
cohesión " "Hombres animados del espíritu particula
rista, exclusivo, altanero, se rozan diariamente unos con otros,
y no pueden encontrarse sin despertar el sentimiento de sus di
visiones y de sus rivalidades," divisiones y rivalidades nacidas
de un estrecho criterio de las cosas de la vida, de un amor exa
gerado por las superfluidades que la complican, y de un egois
mo más estrecho todavía engendrado por las ambiciones cada
vez más excitadas y cada vez menos satisfechas de los espíritus
esclavizados por los placeres materiales.
Conviene, por lo tanto, que la juventud destinada á la más
alta y la más importante de las funciones sociales sepa que se
prepara, no para una vida de goces efímeros, sino para cumplir
los más austeros deberes, que su misión es librar al país de esta
especie de desorden organizado en el que hemos vivido tanto
tiempo, fundir en un molde todos los elementos dispersos de
nuestra naciente nacionalidad, formar la levadura propia con la
cual generaciones venideras puedan amasar las instituciones
patrias, realizar, en fin, la solidaridad que nos falta, para fun
dar en ella la verdadera democracia y la república práctica.
Conviene que sepa, que "si la lucha es la condición del
progreso, este no se ha realizado jamás sino por la asociación de
las fuerzas individuales y su armoniosa coordinación;" que si
en la historia de las sociedades como en la de las especies, 6e ha
reconocido que la lucha por el desarrollo individual es la con
dición primera de todo progreso, que si el libre ejercicio de las
facultades y de las actividades personales es la única que puede
dar el movimiento inicial, y, en fin, que cuanto más crece esta
libertad primera de cada uno de los individuos y cuanto más se
fortifica, por el crecimiento de sus actividades físicas, psíquicas y
morales, ese motor primero de toda acción social, más crece la
acción social; no es menos cierto que se ha reconocido también
142 EL ATENEO
que si esas fuerzas individuales se entregan á sí mismas, su
energía, aún en su más grande intensidad, no es sólo impoten
te para producir combinaciones sociales de alguna importancia
ó duración, sino que no basta para mantener al mismo indivi
duo en un estado duradero de prosperidad , de seguridad, aun
de existencia."
"La asociación de acciones individuales, disciplinadas, sea
por la fuerza en los tiempos de régimenes de autoridad, sea por
el consentimiento en tiempos de libertad, agrega Bourgeois, es
la única que ha podido establecer y hacer vivir las agrupacio
nes de hombres, familias, tribus, ciudades, castas, iglesias ó
naciones."
"Así la ley de solidaridad de las acciones individuales con
cluye por aparecer entre los hombres, las agrupaciones de hom
bres, las sociedades humanas, con el mismo carácter que entre
los seres vivientes, es decir, no como una causa de disminución,
sino como una condición de desarrollo; no como una necesidad
exterior y arbitrariamente impuesta, sino como una ley de or
ganización interior indispensable para la vida; no como una ser
vidumbre, sino como un medio de emancipación."
"Si es verdad que una organización superior es aquella en
la que hay equilibrio entre las unidades y el todo, la evolución
de las sociedades tiende, pues, naturalmente á este estado en el
que cada una de las actividades individuales tenga la libertad
de alcanzar su más alto grado de energía, y consagre lo más
completamente posible esta energía al desarrollo de la obra co
mún."
"Solo así, gracias al juego de leyes comunes en todo lo que
vive, podrá alcanzarse el estado de civilización que, más 6 me
nos oscuramente, se propone la humanidad, "en el que cada
hombre viva más, no sólo con su vida propia sino con la vida
común, en el que esos dos efectos simultáneos del progreso que
al principio se había creído contrarios, sean realmente insepa
rables; el crecimiento de la vida industrial y el crecimiento de
la vida social. ' '
Que nuestra juventud selecta conozca, de este modo toda
la trascendencia social de ese principio de solidaridad que hace
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 143
á cada hombre deudor de los beneficios que recibe de la colecti
vidad, "dando en realidad y en moral el fundamento del deber
social, y al mismo tiempo á la libertad, al derecho individual,
su verdadero carácter y por lo mismo sus límites y garantías."
Pero así como la naturaleza obedece á un principio coordi
nador cuando organiza los seres con arreglo al tipo de una es
pecie, así en la organización nacional el pensamiento humano
necesita poseer un ideal; y ese ideal es el que la educación debe
imprimir en el cerebro de nuestra juventud; ese ideal debe con
cebirlo el que educa enseñando, el profesor, por cuyas venas
necesita correr sangre peruana; porque sólo el ciudadano de un
país tiene el presentimiento de lo que ha de ser su patria y la
intuición de los fines que ha de llenar; porque sólo él siente la
necesidad del progreso con ese amor que se llama patriotismo.
Gran daño hacen, por esta razón, esas corporaciones reli
giosas cosmopolitas, adueñadas, á título de cuerpos docentes,
modelos de moralidad, de la educación de lo que hay de más
selecto en nuestra sociedad. Sin ideales nacionales que comu
nicar, porque no tienen patria, su acción educadora tiende á
extinguir todo lo que hay ó puede haber de original en nuestra
civilización, borrando los colores del cuadro para sustituirlos
por ese color gris uniforme de una vida abstracta, que no es la
nuestra, que no será, que no debe ser la nuestra si puede ser
la de alguna sociedad humana capaz de moverse con libertad
sin someter su destino á fines religiosos.
La educación, y especialmente la de nuestras clases supe
riores debe, pues, ser eminentemente peruana, por su objeto,
sus medios y sus educadores. ' 'Es preciso que el educado se
presente constantemente como un futuro ciudadano," dice Na-
guer, al determinar el fin de la educación. "Bajo la influen
cia de esta preocupación constante, los maestros tendrán dos cui
dados que se completarán reciprocamente: el cuidado del poder
inicial, individual, que germina en el niño y debe crecer, y el
destino social de este poder. En ningún momento de su acción
sobre él podrán los maestros olvidar que ese pequeño sér confia
do á su solicitud debe llegar á ser él mismo y fraternal. ' ' Con
mayor razón se aplican estas ideas cuando los que se educan es
144 EL ATENEO
tán destinados á formar parte de la clase dirigente de la socie
dad. El destino social del poder individual llega á ser enton
ces predominante y demanda una educación eminentemente na
cional, que cultive el más vivo interés por el estudio del país,
el más grande amor por la patria, las ideas más firmes respecto
á la democracia, y las más claras conveniencias respecto al régi
men republicano que practicamos de manera tan deficiente. Y
eso sólo el maestro peruano puede inculcarlo, porque sólo el
que ama puede comunicar el amor.
No basta, sin embargo, que sangre peruana corra por las
venas del educador, y que arda en su pecho el fuego sagrado del
patriotismo. Es necesario además que el profesor haga labor de
propaganda y de unión como Gabriel Monod; que se diga de él
lo que Deschamps dice de Lachelier: "Sus obras son pocas; pe
ro ha hecho más que escribir libros; porque ha excitado con sus
doctrinas y sus ejemplos admiraciones apasionadas, despertando
vocaciones, estimulando espíritus, y sembrando ideas de las que
viven muchas conciencias." Es necesario que el profesor de nues
tras facultades pueda repetir como Waitz: "Mis mejores obras
son mis discípulos; son aquellas en las que más me he consagra
do y en las que he alcanzado el mayor éxito. Mis libros pasarán
y caerán en el olvido, pero habrán servido para formar sabios que
los harán mejores." Es necesario que los profesores sean "in
teligencias formadas por una elevada cultura y templadas por
la lucha tn las fuentes vivas de la verdad y de la belleza." Es
necesario que sean todo eso para que su palabra tenga el pres
tigio de las enseñanzas que dominan y que dirigen la voluntad,
para que se arranquen de raíz errores que los intereses mezqui
nos de la política mantienen como dogmas en los programas de
de los partidos, y que el miedo ó un espíritu de contemporiza
ción, que es una forma del miedo también, dejan correr sin con
tradicción prolongando ese funesto contraste entro lo que es
nuestra sociedad realmente y lo que teóricos y aduladores pre
tendan que sea, no obstante las deficiencias de nuestra constitu
ción nacional.
Es necesario crear convicciones profundas por un estudio
científico de nuestra sociología, y vigorizar la voluntad de los que,
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 145
conociendo lo que somos, sean capaces de emprender la obra
de nuestro porvenir. Sobre todo, es necesario enseñar con el
ejemplo.
Una falsa teoría de la democracia ó gobierno del pueblo la ha
confundido con la oclocracia ó gobierno del populacho, creando
ese despotismo de las multitudes, más funesto que el régimen
oligárquico. Se ha pretendido un imposible, una absurda
nivelación de todas las aptitudes, en nombre de la igualdad y
de la democracia, y para llegar á ella no se ha levantado á los
humildes hasta la altura de los más poderosos, sino que se ha
desacreditado las clases superiores destruyendo su prestigio pa
ra hacerlas descender hasta los puños crispados de los que se
agitan, llenos de malas pasiones, en las bajas capas sociales; no
se ha comprendido, ó querido comprender, que 6í el pueblo,
si la democracia es fuerza, necesita ser también dirección para
ser un verdadero poder, un poder fecundo en benéficos resul
tados.
"Tocqueville ha demostrado con perfección, dice Des-
champs, cómo el nivelamiento democrático se hace con el auxi
lio del cesarismo, por el concurso de dos movimientos inversos.
Los unos descienden y los otros suben, encontrándose en un
punto intermedio. Todo se funde así en una especie de medio
cridad. Es el advenimiento de la mediocracia. Cada uno se ab-
sorve en el cuidado de hacer su fortuna, ó de gozar de ella des
pués de haberla hecho. El amor excesivo del bienestar es uno
delos caracteres de la democracia." ¿Podría decirse esto de
nuestra democracia? ¿No es ella algo más funesto que esa me-
diocracia destinada á caer en manos de algun caudillo afor
tunado? Pueden responder los acontecimientos de nuestra
política constantemente revolucionaria y predicadora de la de
mocracia.
Importa, por consiguiente, romper las tradiciones de esa
falsa doctrina, verdadera máscara'de la oclocracia ó del cesarismo;
importa establecer un régimen político que sea hijo de nuestras
necesidades, y no engendrado por las antiguas y las ambiciones
de los más y las ilusiones de unos pocos, para fundar sobre él la
constitución que haga del Estado la genuina expresión de la vi
146 EL ATENEO
da nacional. Y eso sólo puede hacerlo una clase social superior,
educada para las altas funciones del gobierno político.
Cumple, pues, á nuestro Gobierno pensar en que está allí,
en esa educación superior, en la organización de la enseñanza
universitaria, la primera incógnita del problema pedagógico na
cional.

***

Antes de concluir, conviene escuchar las palabras que el es


critor español Becerro de Bengoa dirige á los lectores de su re
ciente libro sobre la enseñanza en el siglo xx. Helas aquí:
"La necesidad de que el hombre eduque todas las faculta
des y potencias de su alma, y las energías de su cuerpo, para
conseguir el desenvolvimiento íntegro de su sér; las nuevas fa
ses que el poderoso desarrollo de los progresos materiales pre
senta en nuestros tiempos, y las levantadas aspiraciones y pro
fundos cambios que en el terreno social tiende á realizar el es
píritu humano, exigen una positiva revolución en la cultura
popular."
"Ninguna nación se ha negado á intentarla; ninguna se de
tiene en la ruda y noble tarea de proseguirla; todas, inspiradas
por el instinto de la propia conservacion y animadas por el de
seo de no quedar vencidas y explotadas por las demás, se es
fuerzan, con creciente empeño, en instruir y educar de tal mo
do á la juventud, que los hombres de mañana sean dignos é in
teligentes mantenedores de esos adelantos para ampliarlos y be
neficiarlos, y concienzudos conocedores de esas evoluciones so
ciales para encauzarlas y utilizarlas con acierto y prudencia."
"Así lo impone con premura y con irresistible empuje el
movimiento de avance de la humanidad inteligente; y tal y tan
grande es la urgencia de avanzar con ella, que sería condenarse
al servilismo, á la miseria y á la vergüenza secular el quedar
inertes ó rezagados, cualquiera que fuese la causa con que se
pretendiera excusarlo. ' '
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 147
''Discuten á porfía las naciones extrangeras acerca de cua
les serán los mejores sistemas y procedimientos para educar á las
generaciones jóvenes. Los métodos aplaudidos y aprobados
ayer, como positivas mejoras, son severamente juzgados y sus
tituídos hoy; las enseñanzas modelo de los países más adelanta
dos resultan llenas de deficiencias; muchos procedimientos se
culares caen arrastrados por su inutilidad y por su descrédito, á
pesar del esfuerzo que, para sostenerlos, desarrollan los espíritus
que padecen la pesadumbre del atavismo, y poco á poco, triun
fan en la educacion intelectual, física y moral lo útil y lo bue
no, lo provechoso y lo elevado; y desaparecen, para nunca más
volver, lo superfluo, lo convencional y lo artificioso, lo rutina
rio y lo inservible, siquiera se pretenda sostenerlo y perpetuarlo
con platónicos razonamientos y retórica palabrería, que no tie
nen valor alguno en los tiempos que corremos."
"Francia supone que Alemania fué grande porque estu
diaba y sabía más que ella; Alemania murmura que Inglaterra
domina en el mundo por sus sistemas de educación ; los Estados
Unidos satirizan los procedimientos rutinarios ingleses de Ox
ford y de Cambridge, y sin embargo aspiran á irse reglamentan
do á la europea en la enseñanza; tienen muchos franceses como
bello ideal la segunda enseñanza moderna de los colegios de In
glaterra; son el modelo para otros los sistemas de Suiza; han es
tablecido de hecho, basándose en estas aspiraciones, además de
esos países, la educación moderna, práctica é intuitiva, corres
pondiente á los progresos de las ciencias y á las necesidades1 de
las relaciones internacionales y á la cultura del espíritu, conser
vando al mismo tiempo la serie tradicional de otros conocimien
tos que forman la llamada enseñanza clásica, Italia, Bélgica,
Dinamarca, Austria y Rusia; y en este desenvolvimiento de
la revolución pedagógica, al buscar cada pueblo lo mejor y lo
más útil para bien del hombre y de la sociedad, unánimes con-
fiesan que de la juventud acertadamente preparada para la vida,
la esperan todo. ' '
"Y si esto dicen y repiten y sostienen naciones tan prós
peras y adelantadas como Alemania, Inglaterra y Francia ¿qué
hemos de decir nosotros? Si sienten esas necesidades estando
148 EL ATENEO
tan altos, ¿cuán grande no la sentiremos nosotros al vernos, co
mo nación, tan abajo? Pídese en el extrangero el concurso de
la mejor suma de iniciativas y apoyos individuales, particula
res y colectivos, y el del gobierno y el de las entidades sabias, el
de la buena valuntad de las clases que han de recibir la instruc
ción para realizar tan grandiosa obra, y ¡cómo no hemos de pe
dir aquí á los que tienen, á los que saben, á los que pueden, á
los que mandan y á los que obedecen, á todo el mundo, la coo
peración unánime de sus esfuerzos para que nuestra juventud
se instruya y eduque bien, para que salga de la rutina de medio
siglo, para que aspire á algún ideal, y sea útil, fuerte, moral y
séria, á fin de que encuentre en ella su total esperanza de resu
rrección nuestra pobre y desgraciada patria!
" El problema de la educación de la juventud nos interesa;
pues, más que á ningún otro pueblo del mundo. Muy genero
sas y laudables tentativas se han hecho por los gobiernos y por
el profesorado, en estos últimos treinta años, para estudiarlo y
resolverlo. Pero aquí la rutina y el atavismo son obstáculos
cuya pesadumbre alcanza mayor intensidad que en otros pue
blos. Nos molesta hasta el cambiar de postura; somos indife
rentes y fatalistas, y tenemos de la sangre árabe la ruinosa y
abrumadora virtud de la conformidad. ¡ De la conformidad con
la pobreza, con la insignificancia y con la inercia! Somos ade
más, por instinto, enemigos del que manda y de cuanto mande;
de manera que no estando nunca muy dispuestos á cambiar en
nada ni á obedecer á nadie, y oponiendo siempre á la reforma y
al mandato el arma de la pasividad, los mejores propósitos se
malogran, y todo lo recibimos impávidos, así la ventura, que
apenas parece por ninguna parte, como la desgracia, que nos
mira como á hijos predilectos."
' ' Se han bosquejado y decretado varios planes de reforma
de la enseñanza con marcada y discreta tendencia á satisfacer
las necesidades de la cultura moderna, y han caído sobre ellos
esa monomanía ruinosa de la opocisión á las innovaciones, y el
vocerío escandaloso de la defensa de intereses mal entendidos, y
la crítica apasionada, inconsciente y callejera, que todo lo des
prestigia y empequeñecí. Así ha trascurrido en balde cerca de
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 149

medio siglo, combatiendo todo lo nuevo y provechoso, aterrán


donos á lo pasado, insuficiente y pobre, é instruyendo y edu
cando á nuestra juventud para que resulte en absoluto distan
ciada de las exigencias de los tiempos que han ido sobre
viniendo. ' '
"Entre tanto, nuestros profesores publicistas, en cumpli
miento de su deber, han estudiado y hecho conocer durante
ese largo período multitud de trabajos en demanda de las refor
mas á su juicio más convenientes, cuyas tareas pueden verse en
la prensa y en las revistas profesionales, demostrándose con
ellas que no se ha aguardado aquí á conocer las aspiraciones del
extranjero, en materia de enseñanza, para proyectar las nues
tras, y, por consiguiente, que no se las ha plajiado ni imitado.
Pero los planes y peticiones de los profesores, ó se han perdido
en el vacio de la indiferencia nacional, ó si por algunos ministros de
Fomento se han tenido en cuenta y se han aceptado en parte, publi
cándolos como decreto, sólo duraron lo que duró el ministro, porque
parece que se tiene á gala, y que responde á exigencias de la alta po
lítica, el destruir desde sus cimientos cuanto el adversario político
hizo, como si cuestiones de tanta trascendencia e importancia nacio
nal, como las de la enseñanza, no debieran estar siempre por encima
de todas las políticas del mundo.
" Hora es la presente de madurar y adoptar un plan severo,
que esté en consonancia con los progresos y necesidades del día,
ya que son conocidas las aspiraciones que tratan de realizar los
pueblos más adelantados, para que de los centros de enseñanza
salgan hombres perfectamente educados y preparados, que puedan
cumplir los deberes de la vida moderna. Preciso es apartarse en ese
plan de lodo linaje de exageraciones, así de las que tienden á consti
tuir una enseñanza exclusivamente utilitaria, material y sin más
freno ni límite que el de la satisfacción de nuestra conveniencia per
sonal, como de las que se empeñan en querer hallar en el platónico
disfrute de la herencia del pasado, muy remoto, el único media de
cultura, elevación y dignificación del espíritu. Lo mismo estorban
en la sociedad bien constituída los egoistas atletas, atentos sólo
á correr tras el negocio por todos los ámbitos de la tierra, que
los sabios misántropos solitarios, saturados de letras y ciencias
7
150 EL ATENEO

estériles é inútiles, que no aciertan á ir solos desde su casa á la


del vecino. Unos y otros poco más valen, para los demás hom
bres ni para la sociedad, tan necesitada del común esfuerzo,
que los más rústicos ignorantes."
' ' Otra imperdonable exageración ó error sería el de empeñarse
en adaptar para la enseñanza de nuestro país la copia 6 imitación
fiel de las que se implanten en el extranjero. Ni nuestro modo de
ser es el mismo que los de otras naciones, ni nuestras necesida
des y aspiraciones pueden serlo tampoco. Hoy todo debe obe-
cer entre nosotros al propósito de restablecer la vida y prospe
ridad de la patria. Ese es el ideal. Bien sabido es que siendo
el hombre el centro, el objetivo de la enseñanza, se hizo su es
tudio en la antigüedad á la luz de la Filosofía, en la edad me
dia á la luz de la Teología, y que en el presente y en el porve
nir debe hacerse á la luz de la observación científica metódica,
teniendo en cuenta las condiciones de tiempo (nuestro pasado),
de lugar (el medio en que vivimos) y de trabajo (las fuerzas y
elementos de que disponemos. ) Todas las actividades y ener
gías de la educación que se pongan en juego deben converger á
ese fin, al del conocimiento de la patria, al de sus relaciones
con los demás pueblos, al de los medios necesarios y seguros pa
ra el restablecimiento de su valía propia internacional."
' 'Separados de las exageraciones de los sectarios, de las ilu
siones de los fatalistas, de la ruín crítica de los desocupados é
inútiles, de las discusiones monomaniáticas de los pedantes y de
la siniestra y pérfida intención de los émulos y de los fracasados,
ateniéndonos al cumplimiento del deber que estudia las cues
tiones que la enseñanza impone, que es el de tratarlas con for
malidad, exponerlas con serenidad y sin ningún prejuicio apa
sionado y sostenerlos con alguna autoridad, veamos en rápido
bosquejo lo que en el extrangero se pretende constituir, y, en
más detenido trabajo, lo que en España debemos hacer "
Todo esto dice el autor en el prólogo de su interesante
obra. Más tarde agrega: "La labor de la reforma exige per
fecto conocimiento de todas las tentativas hechas en los pueblos
cultos para realizarla, así como también el conocimiento com
pleto de los medios y detalles con que se ha de llevar á cabo.
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN 151
Exige gran entereza de ánimo para sostener la propaganda de sus
ventajas y de su conveniencia en todos los ámbitos de la patria,
y exige, en fin, la unión de los esfuerzos de todos los elementos
sociales identificados con el espíritu moderno, que tiene la segu
ridad de que esa reforma es una de las bases más firmes en que
puede asentarse la existencia y el desarrollo de los intereses ma
teriales y morales de nuestro país."
¿No podrían aplicarse todas estas ideas al estado de la ins
trucción pública en el Perú ?
ANDRÓN1CO

Ruando se está de sobremesa, después de haber bebido bue


nos vinos, se establece entre los comensales, sobre todo si
son jovenes y artistas, un espíritu simpaticamente con-
T fíado y comunicativo. Aquella noche, después de comer
T nos pusimos á referirnos los incidentes más ó menos cu
riosos de nuestras respectivas vidas; y, como era natural, todas
esas historias y aventuras giraban siempre en torno de las fal
das de alguna mujer.
He aquí lo que nos refirió Demetrio, mascullando un lim
piadientes y cruzando las piernas: —
Poe, Baudelaire, Maupassant, Rachilde y otros muchos ar
tistas han escojido á individuos como Andrónico, para hacerles
protagonistas de cuentos, poesías y novelas altamente fantásti
cas. La aventura que voy á referir á ustedes les parecerá muy
poco original ¡Pero qué le hemos de hacer! No es posible
exigirle á la realidad que tenga el brillante colorido de la fanta
sia, ni que tenga sus vuelos caprichosos, ni que siga las curvas
extrañas de una imaginación de artista
Yo se la habia jurado! El Destino le habia hecho á él, ale
gre, hermoso, seductor y elegante; á mí, triste, huraño, concen
ANDRÓNICO 153

trado y rencoroso; y, naturalmente, Alicia le prefería. Alicia era


una chicuela de dieciseis años, terriblemente bella, pero que más
pensaba en retozar, en jugar con las muñecas y en comer dulces
que en mí, que era su novio. Muy pocas veces estaba seria, y
probablamente se había imaginado que un novio era un muñeco
que regala dulces, que sirve para reírse de él, hacerle jugarretas
y requemarle de celos. Y sin embargo de su poca formalidad,
yo sabia que me amaba, aunque no tanto como yo exigía. Las
pocas veces que hablé seriamente con ella de mi amor la ví con
movida y ruborosa, la oí palabras apasionadas, muy sinceras,
que me sorprendían en labios de una chicuela tan deschavetada
y loca. A veces se empeñaba en que yo debia ser elegante,
y venía con un peinecillo para arreglarme el bigote. Yo la re
chazaba dulcemente y Alicia, picada y próxima á llorar, me
decía:
—Feo, feo, no te quiero ni un poco Me pareces un
mendigo. Yo á quien quiero es á Andrónico. ¡Qué bien le
caen las corbatas y los guantes! Y además no tiene esos bigo-
tazos caídos que tú tienes. Feo, feo, no te quiero
Y yo sentía en el corazón unos celos profundos hacia An
drónico. En una ocasión en que Alicia estuvo gravemente en
ferma deliró, y todo su delirio fué con Andrónico: mil veces le
nombró, y á mí ni una vez siquiera Juré vengarme de esta
ofensa. Andrónico no me hacía el honor de tener celos de mí,
como si estuviera absolutamente convencido del cariño de mi
novia. Pensé seriamente en matarle, y un día en que los celos
me corroían el corazón se lo dije á Alicia. ¿Creen ustedes que
Alicia se alarmó? Bah ! Esa revoltosa lo que hizo fué reirse á
caquinos de mis celos, llamarme ridículo, burlarse de mi cólera
y arrancarme la promesa de que en la noche la llevaría un pa
quete de bombones. Otros días estaba más compasiva de mis
sufrimientos, y me decía con voz mimosa:
—Tonto, á tí es á quien amo con todo mi corazón, él es so
lo un entretenimiento, un juguete; le quiero un poquito, nada
más Es tan bueno que sería una crueldad alejarle para
siempre.
154 EL ATENEO
—¿Si eh? Pues te juro que en nuestra casa no pondrá
los pies.
—Apostemos á que el día menos pensado te le encuentras
de visita.
—Perfectamente, ya sabré lo que deba hacer para que
no vaya-contestaba yo furioso.
—¿A que va?—me repetía con aire picaresco, metiéndome
dulces por la boca y las narices, hasta que tragándome mi cóle
ra tenía que soltar la risa, para evitar que esa traviesa hiciera
mayores locuras.
Pocos meses después se realizó nuestro enlace. En la ado
rable cabecita rubia de Alicia no entró el juicio con el matrimo
nio. Era de lo más divertido ver su afectada gravedad de se
ñora, cuando salía á hacer compras; atestaba el coche de paque
tes, de los cuales más de la mitad era de dulces, juguetes y
perfumes.
Alicia no volvió á hablarme de Andrónico y hasta creí que le
hubiera olvidado, con lo cual fuí muy feliz, por algún tiempo.
No tienen ustedes idea de cuanto adoraba yo á mí mujercita, así
tan frivola, tan locuela é infantil. Pero toda mi felicidad se des
vaneció cuando comprendí que Alicia pensaba con frecuencia
en mi rival. No necesitaba hablarme de él para que yo leyera
en sus ojos que le recordaba, que acaso extrañara sus caricias.
Y aun sospeché que se veía con él algunas veces, y esta idea
me sacaba de mis casillas.
Una tarde entré al tocador de Alicia y ví, en un costurero,
una guantes de Andrónico y una corbata escosesa que yo recor-
ba haber visto en el cuello de mi rival, corbata bordada por Ali
cia. Debí demudarme, porque Alicia se levantó asustada:
—¿Qué te sucede, Demetrio mio, qué tienes?
—Nada, Alicia.
—Oh! dímelo
—Fué un ligero vahído, hijamia, ya pasó.
Yo se la habia jurado! Desde ese momento me obsedió te
nazmente la idea de asesinar á Andrónico, con asesinato miste
rioso y cruel que no dejara huellaB é inundara mi alma de la
ANDRÓNICO 155

beatífica satisfacción de una venganza completa. En mis no


ches tenía sueños terribles, en los que pasaban ante mis párpados
cerrados, todos los suplicios asiáticos, en una serie de cuadros
fantásticos y crueles. Unas veces veía á Andrónico atado á un
poste, en cuya extremidad estaba fijada la sentencia escrita y fir
mada de puño y letra de Alicia. El verdugo era yo. Comen-
zé por reventar los ojos del reo, con un largo alfiler de oro, esos
ojos tan hermosos, que tanto gustaban á Alicia. Andrónico
daba espantosos alaridos de dolor: por sus pómulos y sus bigo
tes se deslizaban hilos de sangre mezclada con el humor vítreo y
acuoso, con la córnea, el iris y que sé yo; allí, de donde antes sa
lian miradas apasionadas, solo quedaban dos oquedades oscuras
y profundas, en cuyo fondo comenzaban á verse vagamente las
circunvoluciones de la masa encefálica. Luego para hermosear
más á Andrónico, ya que su hermosura había seducido á mi
Alicia, hice el tocado de sus bigotes con un rizador calentado
al rojo, lo hice con tanto ahinco que se los carbonicé, así como
el labio superior, dejando al descubierto la hilera blanca y re
luciente de su fina dentadura. ¡ Qué contraste tan cómico entre
el dolor de Andrónico y la expresión de risa inextinguible que
tenía su cabezal Despues tasajée su lengua en cincuenta filetes,
que al agitarse con los rujidos de dolor simulaban un manojo de
viborillas, atadas por las testas dentro de un estuche de coral.
Cuan blanca era la piel de Andrónico, principalmente en el pe
cho, en el vientre y en los brazos! Pues bien, era preciso ultra
jar esa albura, que me exasperaba, porque yo suponia que her
mosamente resaltaria ese cuerpo sobre la piel de oso negro que
cubria el lecho de mi esposa Oh! el rito principal de mi
venganza tenía que ser la maculauión y envilecimiento de esa
blancura eucarística. Cojí un gran frasco de acido nítrico y lo
vertí sobre el cuerpo de mi rival. Pocos minutos después la
piel de Andrónico tomaba repugnantes coloraciones, se ampo
llaba y se desprendía á tiras glutinosas. Y, mientras exterior-
mente se verificaba esa dolorosa alquímia, introduje en la gar
ganta de mi víctima un embudo de cobre, por el que vertí pri
mero agua helada y fragmentos agudos y cortantes de cristal, y
despues una melaza hirviente de acíbar y aceite de lino. ¡Có
156 EL ATENEO
mo chirriaban las torturadas vísceras! cómo se retorcía ese cuer
po con atroces convulsiones y espasmos!
Otras veces soñaba que le habia clausurado fuertemente á
Andrónico todas las aberturas naturales y que le había perfora
do el vientre con el pico de un enorme fuelle. E inflé á Andró
nico hasta ponerle como la rana aquella de la fábula. Y el
cuerpo de Andrónico llenaba toda la habitación, y toda la casa,
con excepción del tocador de Alicia, en donde ella estaba
bordando corbata escosesas. Trabajé con mayor empeño en el
fuelle, hasta conseguir que la inflada piel penetrara en la habi
tación de Alicia. Mi locuela me miraba suplicante, me ofrecia
dulces y besos, pero yo seguia inflexible como si no la viera;
hasta que por fin, encontrándose Alicia comprimida contrala
pared por esa piel tensa como el parche de un tambor, sacó una
horquilla de su peinado, y la hundió en el cuerpo de su amado
Andrónico, que estalló con el estruendo de cien cañonazos.
Estas y otras extravagancias eran tan persistentes en mi ima
ginación que, prescindiendo de mi odio á Andrónico, resolví
matarle para evitarme desarreglos mentales. Yo se la habia
jurado.
Por aquellos días una hermana de Alicia había dado á luz
un niño; el parto había sido difícil y mi cuñada estaba gravemen
te enferma. Alicia iba casi todos los días á verla y decidí,
aprovechando su ausencia, poner en práctica mi proyecto. Una
tarde fuí á casa de mi suegra, la protectora de Andrónico; no la
encontré y me recibió una sirviente.
—Quiero ver á Andrónico, hija mía, —la dije—pero tengo
interés especial en que no digas á nadie que he venido.
Al principio se resistió la muchacha á guardarme el secreto,
pero la hablé tales cosas (creo que hasta la hice el amor) y
puse en sus manos dos monedas de oro tan relucientes, que al
fin cedió á mis deseos.
A poco estuve con Andrónico, y me manifesté con él muy
cariñoso para quitarle toda desconfianza. No hubo incon
veniente alguno, y le conduje en un coche á mi casa. Pro
bablemente se sorprendió mucho de no encontrar á Alicia;
pero ello me importaba muy poco. Sin hacer caso de su pro
ANDRÓNICO 157

bable asombro, le cojí brutalmente por el cuello, y le llevé al


sótano de los vinos. Andrónico se defendía, pero yo era más
fuerte que él. De todos los suplicios que había imaginado, no
puse en práctica ninguno; resolví matar á Andrónico de un mo
do si menos cruel, más infamante: á palos. Cerré con llave la
puerta de la cava y encendí el quinqué. En seguida cojí un
grueso palo y le tiré un garrotazo en las espaldas; Andrónico
huyó dando chillidos y derrumbando una fila de botellas de un
Laffitte de seis lustros. Apesar de estar Andrónico medio aton
tado por el terror, dió saltos sobre un tonelete de Chambertín.
Le tiré un garrotazo nuevamente, pero con tan mala suerte, que
me resbalé y caí al suelo. Andrónico no se hizo esperar, por
cierto, y comenzó á extrangularme clavando en mi cuello las
diez uñas de sus manos, al mismo tiempo que intentaba destro
zarme los ojos con los dientes. Me incorporé como pude,
y dándole una puñada á mi rival en el pecho, le arrojé lejos de
mí. Recojí el garrote; pero Andrónico, que era ágil, se ocultó
rápidamente detrás de una apretada hilera de toneles, que había
en el fondo de la bodega. En aquel lugar el techo era tan bajo
que yo no podia manejar el palo; entonces me dediqué á arrojar
le unas largas botellas de cognac, y por el ruido que hacian al
romperse comprendia cuando mis golpes eran acertados. Por
fin Andrónico desesperado, salió violentamenle de su escondite
bañado en vino y en sangre. Comprendió que mientras hubie
ra luz, la lucha seria desventajosa para él, y dió un formidable
salto sobre el quinqué, el cual se rompió y apagó. Quedamos
envueltos en espantosa tiniebla, en la que fulguraban extraña
mente los ojos de Andrónico con brillo verdoso. Todo el aceite
se había derramado, pero la torcida estaba bien impregnada de
él, y la encendí. Solo contaba con breves instantes de luz. Cojí
disimuladamente una pesada botella de barro que contenía de
licioso Tokai, y aprovechando un segundo favorable se la estre
llé en la cabeza á Andrónico, quien cayó pesadamente desde lo
alto de un tonel; de dos garrotazos acertados rematé á mi ri
val
Poco tiempo después era el cumpleaños de mi mujercita, y
la obsequié una bolsa de calle ó escarcela de piel, de una piel
158 EL ATENEO
muy blanca, llena de incrustaciones artísticas, hechas con diezi-
siete metales diferentes; no tenía más que dos piedras modestas,
pero muy hermosas, en el broche: dos ojos de gato. La escarcela
estaba llena de los dulces más finos, sabrosos y perfumados que
encontré. Probablemente la suavidad de esos dulces, que hala
gaban el paladar como una caricia, la albura de la piel y el co
lor misterioso y felino de las piedras, despertaron en el alma de
Alicia agradables recuerdos, porque ví pasar por sus encantado
res ojos algo como la sombra vaga de una reminiscencia. Alicia
pensó decirme algo: sus labios se entreabrieron, pero la frase es
piró antes de nacer y se convirtió en una sonrisa picaresca y enig
mática, es decir, para mí no lo era: bien sabía yo cual era el
enigma que mi muñequita golosa, mi esfinge de biscuií, había
devorado. Yo también tuve mi sonrisa socarrona y mi enigma
sangriento que paladear, con la voluptuosa fruición con que
Alicia saboreaba sus dulces.
Varios días después estuvo en casa la madre de Alicia, y la
dijo que desde el día que se habia ausentado Andrónico, la casa
estaba plagada de ratones. En ese instante estaba yo leyendo
un periódico, y la verdad es que sentí que me ponía encarna
do hasta las orejas; tuve que levantar el papel para que no obser
varan mi turbación, pero ya era tarde. La pícara de Alicia me
había visto y lo sospechó todo. Nada dijo al respecto. Cuan
do estuvimos solos en la mesa quedamos en una situación moral
difícil.
Alicia presentía la catástrofe de Andrónico, y bullía en su
cabecita una dolorosa curiosidad que yo no deseaba tener que
satisfacer, Por fin, con voz temblorosa me preguntó.
—Díme la verdad, Demetrio: Andrónico ha desaparecido
de casa. ¿ Sabes tú de él ?
— (Ardió Troya!) Sospecho— respondí con sorna—que
Andrónico no pertenece ya al mundo de los vivos, y tengo sos
pechas más vehementes aún, de que su piel ha servido á un pe
letero que yo conozco para hacer un bolsin destinado á cierta
señora que no quería arrojar de su corazón cariños ridículos.
Alicia se levantó, sin acabar de comer, llorando á gritos co
mo una chiquilla; me dijo mil necedades, y durante dos días
ANDHÓNICO 159
estuvo sin hablar conmigo. Al tercer día compré un paquete
de deliciosas fresas confitadas, que comencé á comer tranquila
mente, en mi cama, mientras leía el periódico. No tuve la cor
tesía de ofrecerle una á mi mujercita. Debo advertir que había
tomado todas las precauciones necesarias para que Alicia no pu
diera conseguir por su cuenta el sabroso dulce. En la mañana,
muy temprano sentí un ruido muy leve como el de un ratoncillo
que caminara sobre el velador. Era Alicia que con todo el tiento
posible trataba de abrir el paquete para robarme las fresas. No
pude contenerme, y solté la carcajada. Alicia no tuvo mas re
medio que reírse también y arrojarse alegremente en mis amantes
brazos. Poco despues la ví usar con predilección la escarcela,
sin acordarse de su origen. Cierto que la escarcela era una joya.
Así son las mujeres, amigos mios. Creánme ustedes que
soy muy feliz con mi muñequita, que estoy convencido de su
amor Pero tengo la seguridad de que si yo corriera la in
fortunada suerte de ese pobre gato Andrónico, Alicia me lloraría
uno ó dos días más, pero al fin usaría con gusto unos guantes ó
unos manguitos hechos con la piel de este servidor y colega de
ustedes.

Clemente Palma.
Lima,—1900.
DE

Copia tomada del Archivo de Pisco, al pie de la letra, para


"El Ateneo," por Francisco Samuel Pérez,

(,sjjl > N Ia Villa de Nuestra Señora de la Concordia de Pisco, en


/ J- * diez y siete días del mes de Diciembre del año de mil seis-
t cientos ochenta y nueve el Señor General de Batalla Don
Juan Bautista de la Fugada, Caballero de la Orden de
Santiago y Caballero principal de las armas de tierra de
este Reyno y sus Provincias; ante mí, el Escribano de su Mu-
gestad dijo: Que por cuanto elE. S. Conde de la Monclova Vi
rrey y Capitán General de este Reyno del Perú, Tierra firme,
Chile informado de las discordias y desunión en que vivian
los Caballeros y demas personas eclesiásticas y seculares de esta
Villa, litigando pleitos costosísimos sobre que se causaban gran
des escandalos y ofensas á Dios, llevado de su grande piedad y
decisión á la conservacion y defensa de los vasallos de S. M. fué
servido ordenar á dicho Señor General se condujese á esta Villa
y reconociese el sitio que fuese mas á proposito de los dos, para
que verificadas las razones y motivos de todas las partes, viendo
ocularmente y averiguando en su presencia la consistencia de su
FUNDACIÓN DE PISCO 161

verdad, pudiese S. E. tomar el expediente mas equitable, útil,


conveniente al bien público y común, segun el informe de di
cho Señor General: que asi que llegó á esta Villa en catorce de
este presente mes hizo convocatoria en la forma acostumbrada y
por Bando de todos los caballeros y demas personas y habitan
tes de esta Villa para el día diez y seis; y habiendo reconocido
el precedente los contornos y territorio del sitio de San Miguel,
y este de la Concordia, y juntos y congregados en su Iglesia to
dos los referidos caballeros y habitantes y seculares que se ha
llaron en esta jurisdicción y en estado de poder concurrir, y
controvertida la materia en presencia de la Imágen de Nuestra
Señora y del Santísimo Sacramento, precedidas las exhortacio
nes que pudo sujerir y declarada la intención de S. E; al fin de
diferentes discusiones de una y otra parte, y contestado el caso
con el ardor del empeño mas inseparable; cuando menos se es
peraba, fué servida la Clemencia y Magestad Divina y su San
tísima Madre, en cuya presencia se cuestionaba, y á quien di
cho Señor General tomó por Patrona para el feliz éxito de ma
teria tan importante, que de improviso se calmasen las oposi
ciones y se conformasen todos unánimemente en que por causa
de los pastos, vecindad y comercio, de este puerto y su defensa, y
la conveniencia de los que arribasen á el y de los pasajeros por
esta vía pública de las tierras de arriba á la de la Ciudad de los
Reyes; y por ser el terreno tan bueno y bañado de los aires de
todas partes y sin ninguna meda ni promontorio de arena y
más á propósito para abrir pozos á diez pies de profundidad con
gran varatés para el uso y servicio de las casas, concordando to
dos en que en las aguas no había inconveniente por haber las
bastantes y que no podían faltar en el sitio de la Concordia por
la que provenía del púquio perennemente que siempre está co
rriente y es la mejor y pasa por el medio de él, esto en caso que
por cualquier accidente faltase la acéquia; todos unanimemente
por las razones referidas, y que los pobres pudiesen gozar de las
conveniencias que no pudieran tener si se poblase en el sitio de
San Miguel y en donde había algunos inconvenientes de bas
tante consecuencia para que la población se disminuyese, fueron
de acuerdo, in nomine dicrepante, convinieron y concordaron
162 EL ATENEO
en que la población de esta Villa se reedificase é hiciese en este
sitio de la Concordia como parece de haberlo firmado volunta
riamente. —Y, por que quede en el Registro de Cavildo y que
halla una memoria de una tan subita é inesperada influencia que
dicho Señor General atribuye á maravilla Divina, mandó á mi
el presente Escribano, que de la referida lista y firmas hecha-
das por los otorgantes quede copia auténtica en los Re
gistros de la Villa y que en reconocimiento del amparo de tan
Divina Señora se nombre la—Villa de Nuestra Señora de la
Concordia de Pisco. —Y asi lo mandó y firmó. —Juan Bautista
de la Rigada. —Ante mí. -Pablo Pérez de San Vicente. —Escri
bano de su Magestad.
Y, en cumplimiento del auto, yo, Pablo Pérez de San Vi
cente Escribano de su Magestad, hize sacar y saqué y puse en
este Registro un tanto de los nombres y personas que se halla
ron en el Ayuntamiento á la consulta que el Señor General les
hizo estando en la Iglesia de la Madre de Dios de la Concordia
y firmas que todos los susodichos firmaron como consta por su
original y á que me refiero, que su tenor á la letra, es del tenor
siguiente.
El Gobernador de las armas, Don Alonso Durán de Cordo-
va. —El Comisario Don Pedro Tenorio de Cabrera. —El Capi
tán, Don Ignacio deTalavera. —El Capitán, Don Juan de Fran
cia. — El castellano, Don Manuel de Orosco.— El Capitán, Don
Jacinto de Talavera. —Alcalde Provincial. —El Capitán Don
Pedro Salvador de Larrea Echea. —Fl Capitán, Don Nicolás de
Zarate. —Don Manuel de Rivera y Mendoza.— Don Luis de
Urrutia. — Don Francisco de Araujo. — Don Juan de Rojas. —
Don Lorenzo Gamonal. —Don Juan José Manrique. —Don Anto
nio Duran. —Don José Manrique.- Don Juan de Araujo. —El
Capitán, Don Diego Muñoz del Castillo. —Don Bartolomé Lla
nos. —Don Agustín de Rivera. — El Alferez, Don Antonio Mar
tínez. —Eclesiasticos. —El Licenciado, Don Juan Sanchez de Ba-
hamonde, Vicario. —El Padre, Don Diego Marmolero, Rector del
Colegio de la Compañía de Jesús de esta Villa. —El Bachiller
Don Francisco Rosales del Castillo. —El Bachiller, Don Antonio
de Araujo. —El Licenciado D. Antonio de Contreras. —El Licen
FUNDACIÓN DE PrSCO 163
ciado, Don Cipriano de Escobar. —El Licenciado, Don Juan de
Quiñones, Teniente de Cura. —El Licenciado, Don José Gonza-
les de la Vega.—El Bachiller, Don Alonso Pérez Falcón. —El
Padre, Fray Domingo Lopez, Capellán de San Juan de Dios. —
El Padre Fray Rodrigo Ortega de San Juan de Dios.
Todos los caballeros Señores Eclesiasticos y seculares sus
critos aquí firmados, fueron de común consentimiento, de pare
cer, de que la población de la Villa de Pisco se hiciese en este
sitio de la Concordia, por las justas razones que se han deduci
do y contestado todas al mayor servicio de Dios y de su Mages-
tad y al común y bien de los pobres. —Concordia á diez y seis
de Diciembre de mil seiscientos ochenta y nueve años, asistien
do el Señor General de Batalla Don Juan Bautista de la Rigada
de orden de S. E. el E. S. Conde de la Monclova, Virrey y Ca
pitán General de estos Reynos del Perú —Don Alonso Durán
de Cordova. — Don Pedro Tenorio de Cabrera. —Don Luis de
Urrutia, —Don Nicolás de Zarate. —Don Jacinto de Talavera y
Cordova. — Don Ignacio de Talavera y Cordova. — Don Francis
co de Araujo y Pimentel. —Don José de Alarcón Manrrique. —
Don Manuel de Orosco. —Don Juan de Francia. —Don Antonio
Martínez de Pastrana y Cordova. —Don Juan José de Alarcón
Manrrique. — Don Manuel de Rivera y Mendoza. —Don Juan
de Rojas. —Don Juan de Araujo Pimentel. —Don Antonio Du
rán Jirón. —Don Lorenzo de Gamonal y Angulo. —Don Pedro
Salvador de Larrea Echea. — Don Francisco Espinosa de los
Monteros. — Don Bartolomé de Llanos. —Don Diego Muñoz del
Castillo. —Don Miguel de Besagú. —Don Ignacio de León, Vi
cario. —Bachiller, JuanSanches deBahamonde. —D. Diego Fer
nandez Marmolejo. —Bachiller, Francisco Rosales del Castillo. —
Fray Domingo Lopez. —Juan de Quiñones, Cura interino. —Jo
sé Gonzales de la Vega. —Bachiller, Don Blás Cifuentes. —Don
Antonio Araujo Pimentel. —Bachiller Don Antonio Contreras. —
Fray Rodrigo de Ortega. —Bachiller, Alonso Pérez Falcón—Don
Juan Bautista de la Rigada. —Mateo Gomez Pedreros, como
Teniente General de Correjidor de esta Villa, que me halle
presente.
Yo, Pablo Perez de San Vicente, Escribano de su Majestad,
164 KL ATENEO
certifico y doy fé: que la memoria y firmas las hizo y firmaron
los contenidos en ella y por verdad lo firmo en dicho día diez
y seis de Diciembre de mil seiscientos ochenta y nueve años.
—Ante mí. —Pablo Perez de San Vicente, Escribano de su
Magestad.

Nota:—Prescindiendo del resaltante misticismo de este documento, efecto de la


época y del estado de animo en que la ruina de Pisco antiguo habla de
tener a los interesados en reedificarlo, es notable en él, sin duda, el breve,
aunque concienzudo examen que contiene de las condiciones del lugar
escogido para la reedificación.
H. P.

^^^^^^
(Sultura prehispánica

Animales domésticos en el Pero

08EYER0N los indígenas peruanos animales domésticos des


de muy lejana época. Del huanaco y la vicuña obtuvie-
tron el llama y la alpaca. "La circunstancia de que estos
animales son tan distintos por su pelaje y color, pues la
lana de los llamas es áspera y basta y la de las alpacas
blanda y sedosa, no obstante ser uno y otro descendientes de los
huanacos y vicuñas, especies totalmente silvestres é indómitas
y de color idéntico, obliga á admitir que fueron necesarios va
rios siglos para sacar de estos animales, que habitan exclusiva
mente las elevadas y escabrosas soledades de los Andes, las espe
cies que no pueden vivir sin el hombre." (1) Aunque no hay
identidad en los colores del huanaco y la vicuña, como dice

[1] Cronau, Hist. de Amér. t. I, pág. 110. Markham, en la obra de


Winsor Hist. of Amér. t. I, pág. 218, también dice: " Their prototypes
are the wild huanaco and vicuña, of nniform color, and untameable."
9
166 EL ATENEO
Cronau, sino semejanza en los matices generales, (2) la varie
dad de pintas en llamas 5' alpacas es un hecho vulgar, (3) así
como la diferente calidad de sus lanas (4).
Tschudi ha negado el origen de las variedades domestica
das y sostenido su diversidad específica, fundándose principal
mente en que no se reproducen por el cruzamiento los indivi
duas salvajes y domésticos (5). No obstante la autoridad y
competencia de este naturalista, sus ideas no han prevalecido
entre los zoólogos. Brehm dice sobre el particular, refiriéndose
á las razones invocadas por Tschudi: "Contra esto pueden ha
cerse objeciones que, según las observaciones de la ciencia de hoy
día, no se destruyen con meras opiniones, hasta tanto que no
se inventen llamas y alpacas salvajes. Apesar de la afirmación
de Tschudi, no se puede asegurar que el cruzamiento de estas
dos especies ó de todas cuatro formas del grupo sea imposible."

[2] Tschudi, Fauna peruana.


[3] Llama,—"su color varía mucho: se encuentran individuos blan
cos, negros, manchados, y también los hay de un tinte pardo, rojo,
blanco, pardo oscuro, amarillo, rojo. ..." " Alpaca.—El color del ani
mal varía: unos individuos son blancos, otros negros, y los hay de estos
dos colores mezclados." [Brehm, Zoología, tomo segundo, Barcelona
1885, páginas 326 y 829].
[4] Huanaco: "su lana es más corta y áspera; pero también la
aprovechan los indios para su vestir." [Cobo, Hist. del Nuevo Mundo
t. II, pág. 320]. La lana del llama " es superior á la del huanaco; pero
es basta respecto de las vicuñas y alpacas, y la aplican á ciertos usos en
que no se requiere fina." [Ulloa, Noticias Americanas, pág. 106].
£1 pelo de las vicuñas " es una lana mucho más corta que la de los
llamas, y la más delicada y blanda que cría ningún animal terrestre."
[Cobo, obra y t. cits., pág. 326]. " The wool of the paco is manufactu-
red into the most beautifull blankets, which are as soft as silk " [Ste-
venson, A historica! and descriptivo narratives of twenty years'resi-
dence in South America, t. II, pág. 92], Respecto de la alpaca dice
Weddell: " J'ai vu de ees animaux dont la toison vierge trafnait presque
á terro; dans ees cas leur figure est presque enfouie dans la laine qui
l'encadre." [Voyage dans le nord de la Bolivie, págs. 99-100]. La su
perioridad y abundancia de la lana del llama y alpaca sobre la del hua
naco son conocidas.
[5] Fauna peruana.
CULTURA PREHISPÁNICA 167
(6) Burmeister, Darwin y últimamente Nehring abundan en
la misma opinión. (7)

[6] Obra y t. cits., pág. 328.


[7] " . . . .il ne me reste au cune doute que le Llama domestiqué soit
le descendant du huanaco sauvage. L'opinion opposée de Tschudi,
produite avec un si grande emphase contre Meyen n'a pas de valeur;
car les différences des cránes et des couleurs ne sont pas plus grandes
que celles de nombreuses varietés de nos bétails." [Drescript. Phys. de
la Rep. Argentine, t. III, 1879, pág. 458]. " M. Ledger, qui a etudié de
pres ees animaux, soit au Pérou, soit pendant leur exportation en Aus-
tralie, et qui a fait de nombreuses experiences sur leur reproduction,
donne des argumenta que me paraissent concluants, que le Llama est le
descendant domestiqué du Guanaco, et 1'Alpaca celui de la Yigogne.
Et maitenant que nons savons qu'il y a plusieurs siécles qu'on éléve
systématiquement ees animaux, et qu'on leur applique la selection, il
n'y a rien d' étonnant á ce qu'ils aient éprouvé des changements aussi
considérables." [Darwin, De la variation, etc., t. II, pág. 220]. "Ich
betrachte das Lama ais ein aus der Záhmung des Huanaco hervorge-
gangenes Hausthier. Ob das Alpaca ais ein gezabmtes Vicuña anzu-
seben ist, oder ais eine besondere ettwa duren Kreuzun mit dem Vicu
ña hervorgebrachte Züchtungs-Basse des Lamas, erscheint mir vor-
láwfig zweifelhaft." (Nehring, Ueber alt-peruanische Hausthiere, en
Cong. Int. des Americ, Berlin 1890, pág 317). El huanaco se domesti
ca, aunque Cobo haya dicho lo contrario. " Cogido desde pequeño, dice
Gay, se hace muy familiar y sirve de diversión á las señoras y los niños
viéndosele correr con una lijereza y agilidad admirables." (Zoología,
t. I, pág. 156). " Es tan dócil la índole de los Guanacos, que se domes
tican muy fácilmente, aficionándose de tal modo á sus dueños, que los
siguen á todas partes. Un hacendado de la jurisdicción de Quillota
tenía veinte cuadrúpedos de esta especie, que se iban juntos á pacer por
las montañas, y se volvían solos á su habitación al caer de la tarde."
(Molina, Hist. Nat. del Reino de Chile, vers. cit,, 1. 1, Madrid 1788,
pág. 363), En el mismo caso está la vicuña. Se domestica, dice Ulloa,
y sirve para cargar, pudiendo llevar á proporción del cuerpo mayor pe
so que el llama y la alpaca. (Noticias Americanas, pág 103). ', Cogi
das las vicuñas pequeras, se suelen y domesticar tanto, que andan
sueltas por la casa sin huirse;" . ..." si dieran los hombres en amansar
las, se pudieran criar como los otros ganados mansos." (Cobo, obra y
tomo cits. pág. 825) " tomadas mamonas y aun maltonas, se crian
en las casas, de que tenemos repetidos ejemplos, sirviendo muchas ve
ces de entretenimiento y compañía á los juegos de niños." " Los jesui
tas con su inteligencia y superabundantes medios para cuanto empren-
168 EL ATENEO

La Paleontología ha corroborado más las ideas de los natu


ralistas, pues no se ha hallado hasta ahora especies fósiles corres
pondientes en un todo al llama y la alpaca. (8)
La domesticación de estos animales ha debido ser muy an
tigua, desde que las variedades de color y raza tenían nombres
propios y destino especial en el culto (9); y al cabo de más de
tres siglos los tipos domesticados no han cambiado, como lo
prueba la igualdad de las descripciones de los antiguos escrito
res de Indias con lasde los sabios y naturalistas modernos (10);
y por último, cuando han llegado á domesticarse al extremo de

dían, lograron formar un rebaño de más de 600 cabezas, sujetas á


estricto redil, pero que desgraciadamente se dispersaron todas por la
expulsión que este útil instituto sufrió inmediatamente después." " No
les quedó sino dos anos para observar que los individuos de esta gene
ración (habla de la cuarta) habían perdido la propensión de fugarse en
el tiempo de sus amores y siu hacerse entre los machos las guerras
sangrientas á que los arrastran los celos en estado salvaje." (Rivero,
Domesticación de las vicuñas y cruzamiento de esta con las pacochas,
en " El Ateneo Americano," Lima 1847, N.° 1). " La cruza de las al
pacas con los llamas, se efectúa sin necesidad de recurrir á ningún ar
tificio que facilite las funciones de su reproducción. (Alvina, (M), Alpa
cas, Buenos-Aires, 1872, pág. 34).
[8] Ameghino, Mamíferos fósiles de la República Argentina, págs.
580-98. M. Colpaert considera también como especies salvajes huana
co y vicuña y les opone llama y alpaca. (Bulletin mensuel de la Socié-
té d' acclimatatión, 1864) La especie de llama fósil encontrada en el
Ecuador no corresponde á la variedad doméstica. íOrton, The Andes
aud the Amazon, 3* ed., pág. 154).
(9) "Sacrificábase en este mes al sol gran cantidad de carneros de
todos colores llamados los unos huacarpaña que eran blancos y lanudos,
y otros carneros llamados huanacos y otros pacos blancos lanudos lla
mados cuyllos y otros pacos llamados paucarpaco que erán hembras
bermejos y lanudos y otros pacos llamados oquipacos y otros carneros
grandes llamados chumpi que eran la color dellos casi leonados y otros
carneros llamados llancallama que eran negros y lanudos." Molina,
Fábulas y Ritos de los Incas, mes de Mayo; sacado de la copia de la bi
blioteca—Zegarra, hoy propiedad de la Nacional.
(10) Garcilasso, Primera parte de los Comentarios Reales, lib, Yin,
cap. XVI y XVII. Aoosta, Hist. Nat. y Mor. de Indias, lib. IV, cap.
XLI y XL. Cieza, Crónica del Perú, primera parte, cap. CXI.
CULTURA PREHISPÁNICA 169
necesitar de la asistencia del hombre eh casi todas sus funciones
naturales (11). ¡Cuanta paciencia y constancia han debido
tener los indios para llevar á cabo esta obra; y cuanta dulzura
y calma son menester aún para servirse de estos animales y no
maltratarlos! (12).
El huanaco ha existido siempre en Chile, pero los arauca
nos jamás lo han domesticado (13); y por eso han sido los
llamas tan escasos en ese país, que se agotaron rápidamente du
rante la época colonial (14).
Aunque no hay tradición de que en los tiempos modernos,
ni en la época del descubrimiento, hayan existído estos anima
les en la América Setentrional (15), sin embargo, se ha encon
trado en el valle del Salado en Arizona, entre un pueblo que
tiene algunos puntos de contacto con los antiguos peruanos,
una figura de terra-cota muy parecida á la vicuña (16); y un
vaso de barro cuya asa representa probablemente un llama, ha
sido extraído de los Mounds próximos á Nuevo Madrid (17).
La única conjetura aceptable es suponer una comunicación en
tre los pueblos del Norte y los del Sur; pero ¿en qué época ha
existido, cuando siglos antes del descubrimiento vivían ya casi
aislados? Secretos que revelará el porvenir.

Pablo Patrón.

(11) Marknam, History of Perú, pág. 456.


(12) Estudio crítico sobre el discurso del Dr. J. Prado y Ugarteche
acerca del Perú colonial por Patrón P, págs. 51-2, notas 104 y 105.
(13) En araucano luan; Fébres, obra cit., pág. 448; Molina, obra
cit. t. II, pág, 358 y 361; Medina, obra cit. pág. 182.
(14) "A principios ya del siglo A VII hablan casi desaparecido."
Gay, Agricultura, t. I, pág. 5. Medina, Aborígenes de Chile, págs.
181-82.
(15) Bandelier dice al respecto: " If there has ever been a llama
guanaco, or vicuña, known to the South western Indiana, it became
extinct long previous to the sixteenth century." Memoirs of the Na
tional Academy of Sciences, vol VI; seventh memoir, pág. 157.
[16] Obra cit., la misma Memoria, pág. 157.
[17] Nadaillac, L' Amérique prehistorique, pág. 153.
Á LOS BARDOS

(Al Dr. JAVIER PRADO y UGARTECHE)

as rompan en triunfantes sones


y en plácidas canciones
el acento inmortal de los poetas;
revientan los rosales,
en las horas de luz primaverales,
en ñores hermosísimas é inquietas,
rosas que brindan su perfume al viento
y alfombran en seguida los jardines,
do vagan serafines
esclavo del amor su pensamiento,
mientras ríen las linfas,
y saltan como peces,
enseñando exquisitas desnudeces,
al huir de los sátiros, las ninfas.
POESIAS 171
De modo que el rumor, de polo á polo,
de las estrofas vuestras se dilate,
cantad, hijos de Apolo;
y del difícil Helicón la brisa,
para vencer en el vital combate,
el ánimo os conforte,
y desdeñad la estólida sonrisa
del crítico falaz: nada os importe.

Si es encrespado océano la envidia,


vosotros sois la roca
contra cuya firmeza en vano lidia
y, deshecho en espuma, al cabo choca;
y si alguien os ultraja,
no devolváis insulto por insulto,
del desprecio envolved en la mortaja
y enterrad el cadáver insepulto.

Modulad como trina


el ave de Romeo y de Julieta,
á la confusa lumbre matutina;
y antes que estéis en el sepulcro presos,
apurad los placeres,
los néctares libando de los besos
en la boca sensual de las mujeres.

Buscad inspiración. Ella fulgura


en la naturaleza,
toda fecundidad. Mirad la altura
si el diurno luminar á hacer empieza
de su esplendor alarde;
cuando la noche su collar desgrana:
en la muerte gloriosa de la tarde
y en la resurrección de la mañanall

Arturo Montoya.

Lima, agosto de 1900.


& ^eatpo TSaeional *

VENDIMIARLO
DRAMA. EN TRES ACTOS Y EN PROSA

Pon JOSE SANTOS CHOCANO

PEESONAJES
Don Juan — Don Lorenzo — Antonio — Felipe — Pedro — Doña Antonia
Magdalena — Inés — Margarita
(LA ACCION EN UN VIÑADO: EPOCA DE LAS VENDIMIAS )

ACTO III
La misma decoración del acto primero.

ESCENA I
Magdalena y Felipe

(Al levantarse el telón, hállase Magdalena al umbral de la puerta


derecha; y Felipe al pié de las gradas, apoyado con una
mano en el mismo umbral. )
Flp. —La vieja ha sido, la vieja
Magd. —Tiene que haber sido ella.
VENDIMIARIO 173

Plp. —Pero más que castigarla hay que salvarnos.


Magd. —Salvate tú; que yo confío en que no soy culpable. Y
luego, Inés se callará, por evitarle á su padre
Flp. —Por evitarle á su padre el que sufra. Pero la vieja lo di
rá para que sufras tú. Antes quiso ella vengarse de D.
Juan: ahora querrá vengarse de tí. ¿Recuerdas que te
amenazó ?
Magd. —Mal hiciste en hablar.
Flp. — Peor hiciéramos en callarnos.
Magd. —Juan no hubiera atinado.
Flp. —Calavera fué él, para no atinar en ello. ¿Sabes tú cuán
tas veces hizo él mi papel, con otras que hacían el tuyo ?
Magd. —Pero D* Antonia no hubiera tenido por qué decirlo, co
mo ahora se lo dirá: ¿de qué se iba á vengaren mí?
Flp. —Siempre lo hubiera dicho, porque, si de tí no, de él se
hubiese seguido vengando. Decía ella que él deshon
ró al nieto; pues á vengarse de él: sabe que él no fué, si
no tú, quien le arrancó á ella misma el secreto; pues á
vengarse de tí. Así el mismo nudo de venganza te ata
á tí con D. Juan; y, por distinto origen, se hubiera lle
gado siempre al mismo fin. Pero aún es tiempo de evi
tar éste, y poner otro fin á tu suerte y la mía. Es que
el delito así parece ola: abrázate á mí en el naufragio que
se viene; y dormida en mis brazos, empujada por la ola
misma, irás á despertar libre en la playa.
Magd. —No te entiendo.
Flp. —Me entenderás así: debes y tienes que escoger entre que
darnos para perdemos, ó irnos. Rapto no será esto, si
no fuga de salvación. Decídete, pues, entre la salvación
si huyes, ó la segura pérdida si te quedas.
Magd. —Eso jamás.
Flp. —Piénsalo bien y decídete; que si resuelves salvarte, cuenta
conmigo, ya que conmigo te perdiste. Vuelvo en se
guida, porque ya el tiempo vuela.... y nosotros debemos
volar también.
Magd. —Ya he dicho que jamás: yo no soy culpable, yo no hui
ré jamás !
10
174 EL ATENEO
Flp. —Escoge, mientras vuelvo. Alguien viene.
Magd—Prefiero confesarlo todo y esperar el castigo... ó el per
dón, porque no soy culpable; pero ¿huir?...nunca, jamás!
Adios. ( Váse por la puerta derecha. )
Flp. —¿Estás loca?... Piénsalo.
Hasta luego.

ESCENA II
Felipe y Antonio

Ant. (Por el foro. ) —Buscándote venía.


Flp. —¿ Buscándome ?
Ant. —Sí, porqué sé que mi amigo eres, y que puedes ser tú
quien me saque del limbo en que me han puesto.
Flp. —No atino.
Ant. —Le he preguntado á mi abuela, ahora que estoy bien, lo
mismo que le preguntara ebrio, y que ella me ofreció de
cir cuando estuviese como ahora estoy. Se resiste á de
cirme la verdad. Y lo que era curiosidad es ahora inte
rés, y lo que era asombro es ahora casi miedo. ¿ Por qué
he vuelto ? ¿ Por qué D. Juan me ha recibido ? ¿ Por
qué, cuando falté á su esposa se contentó con echarme;
y bastan pocos días, para que me deje regresar á donde
no debiera volver nunca ? Misterio es éste que se está
poniendo tan sombrío, que casi me hace temblar. Y no
to luego que todos hablan de lo mismo; y el runrún de
las abejas de la murmuración, que son tan laborio
sas, me zumba en los oídos; y por donde voy se hablan
los unos á los otros, y hay labios que sonríen, y hay de
dos que señalan, y me imagino que hay lenguas que des
honran. ¡ Vamos ! que ya estoy decidido; y si nadie me
dice la verdad, ó lo que creen la verdad esas gentes que
hablan, me cuadro al frente del mismo D. Juan, y, aun
que otra vez me eche, le pregunto tranquilamente:—¿Por
qué es Ud. tan cobarde que no me castiga ? ¿ Por qué es
VENDIMIARIO 175

Ud. tan arrastrado que me recibe? ¿ Por qué es Ud. tan


miserable que me perdona ? Y tendrá que decirme la
verdad, porque lo hartaré á insultos. Eso... eso: ó melo
dice alguien, ó me lo dice él mismo. Por qué ha sido tan
cobarde, tan arrastrado, tan miserable ? ¡ Eso !... ¡ eso !
Flp. —Razón tendrías en hacerlo, y harías mal.
Ant. — ¿ Razón tendría y haría mal ? No entiendo.
Flp. —Verás, Antonio. Amigo tuyo soy; y me propuse decirte
la verdad, en cuanto la supe yo: debes saber quién eres
para que escojas luego lo que debas hacer.
Ant. —¿Saber quién soy?... ¡Cómo! ¿Es que no soy quien
soy ? ¿Es que soy distinto de lo que parezco ser ? ¿Es
que engaño con las apariencias ó las apariencias me
engañan ? ¿Es que este cuerpo, que toco, no es mío ?
¿Es que este corazón, que siento aquí, ( Golpéase el pe
cho) no es mío? ¿Es que este cerebro con que pien
so ( Golpeóse la frente) no es mío tampoco ? ¿Es que
soy un ladrón... ó ni siquiera un ladrón sino un ro
bo; ni siquiera la persona dueña de su delito, sino 6Ólo
la cosa robada ? Pero todo esto es obscuro, cada vez
más obscuro: luz por favor, dáme luz ! Y si no es luz
que alumbre, dame fuego que incendie: si naufrago, que
naufrague, no obscuramente como un buque sombrío
que se pierde en las profundas tinieblas, sino quemando
el buque, para que ilumine todos los horizontes como
una hoguera de siniestra alegría. Luz, dame luz, aunque
me hagas sufrir: ¡ tén la piedad de hacerme sufrir ! Soy
como el mal herido que se retuerce en el campo de bata
lla, y que grita al que pasa junto á él:—Mátame de una
vez ! Te lo ruego. ¡ Mátame de una vez !
Flp. —¡ Pues bien ! Lo quieres tú. Lo debo hacer yo. Te daré
la luz que me pides, pero cúidate, que es luz de rayo,
que te puede cegar.
Ant.— Habla... habla.
Flp. —Ese hombre que quieres insultar, ese hombre que no te
castiga, que te vuelve á recibir, que te perdona, ese
hombre...
176 EL ATENEO
Ant. —Acaba ¡ por Dios !
Flp. —¡ Ese hombre es tu padre !
Ant. —(Da un grito de asombro. ¡ Mi padre! ¿ Qué has di
cho?... ¿Mi padre?... ¿Eso es lo que has dicho? ¿O
no he entendido ? Que te endienda bien ! Que te lo
oiga bien ! Repítelo 1 ¿ Mi padre ?
Flp—Sí.
Ant. —¡ Jesús !... Ahora sí que no hay remedio para mí. (Có-
jese la cabeza. ) Si no sé lo que pienso, si no sé cuánto
pienso, si no sé como me cabe aquí todo lo que pienso !
¿ Mi padre D. Juan ? Luego mi padre no era. . . Luego
mi madre. . . ¡ Jesús ! ¡ Esto es horrible ! Y D. Juan
entonces manchó mi nombre... y deshonró á mi madre...y
me quitó á mí mismo la honra antes de darme la vida...
y ahora me perdona la vida pero me quita la honra, por
que todos lo dicen yá, porque todos hablarán de ini nom
bre, porque todos ultrajarán á mi madre. ¡ Ah infame !
infame ! ¿ Por qué no me castigó ? Mejor hubiera he
cho en matarme ! ¿ Por qué me dejó volver ? Mejor
hubíera hecho en arrojarme lejos de aquí ! ¿ Porqué me
perdona? Mejor hubiera hecho en aborrecerme, como
aborrece sus delitos de ayer: ¿no soy yo acaso un delito
suyo ? ¡ Un delito ! Pues bien ! que halle él en el de
lito mismo su castigo. Yo lo buscaré, yo lo castigaré,
yo i Dios mio ! pero si es mi padre, mi padre al fin.
¿No es el padre quien da la vida ? Pues que haga de
nuestra vida lo que quiera ! ¿ No es el padre quien da
el nombre ? Pues que haga de nuestro nombre lo que
quiera ! Si quiere, que nos quite la vida; si quiere, que
nos niegue su nombre. ¡ Es el padre ! Quien se burla
de su padre ebrio, quedará negro del rostro; quien re
niega de su padre por malo, debe de tener negra el alma
|Es mi padre! ¿Qué puedo hacer? ¡Dios mío! l Dios
mío ! Antes que los hijos sean dignos de los padres, los
padres debieran ser dignos de los hijos ! ....
Flp. —Verdad que no sé lo que debo aconsejarte.
Ant. —Lo buscaré, sí; y ya que él ha callado, le hablaré yo.
VENDIMIA RIO 177
Después... será lo que sea. ¿ Donde estará ? Acaso aden
tro... (Asómase á la puerta derecha.) Ah! Margarita, Mar
garita. ¿ Ahí está mi padre ?

ESCENA III

Felipe, Antonio y Margarita

Marg. —(A la puerta derecha con asombro.) ¿Su padre?


Ant. —Sí, sí: donjuan.
Marg. —No está aquí.
Flp. —Acaso estará afuera.
Ant. —Vamos á buscarlo ! Vamos allá ! Yo quiero hablarle.
Vamos á hablarle !
Flp. —Vamos. (Vánse apresuradamente por el foro, con dirección
á la derecha. )

ESCENA IV

Margarita y Pedro

Pdr. —(Por la puerta del foro, en el momento en que se van Anto


nio y Felipe. ) ¡ Sopla ! Y cómo van I Mal me huele
esto...
Marg. —Si es que ya el Antonio se ha enterado.
Pdr. —¿Se ha enterado de qué ?
Marg. —De que D. Juan es su padre.
Pdr. —¡ Ahora sí !
Marg. —Se lo debe de haber dicho el Felipe.
Pdr. — ¡ Cuidado con el Felipe ! Si es un D. Juan... cuando era
joven. Que se atreva contigo; y verás tú qué trancazo
le arrimo... Pero arrímate tú, chiquilla; que á mi lado
te sienta !
Marg. —¿Así es que hoy no hay trabajo?
Pdr. —¡ Pues nada! Si todas las caras están largas... ¿No
ves cuánto ha llovido? Esto va mal. Si es cosa de...
178 EL ATENEO
Mirá tú: cuando andaba tan bien, venirse una nube; y
sin decir ¡ agua va ¡...aguacero. ¡ Malo, malo ! Las u-
vas están que se caen con los goterones; las parras se do
blan ¡ mira tú que no es ponderación ! (Inclínase y le
dá un beso en la mano á Margarita. ) Se doblan ... ¡ Esto
se ha aguado !
Marg. —Así es que los vinos ?
Pdr. —Vinos dijiste ? Pero si faltabalo mejor... ¡ Y todo es
agua ! ¡ Pobre don Juan ! Que la vendimia le ha sali
do mala...
Marg. — Pero muy mala !... Y ojalá que todo quede ahí. Por
que yo no sé; pero aquí va á pasar algo feo, muy feo.
Pdr. —Cállate; que ahí viene D. Juan.

ESCENA V

Margarita, Pedro, D. Juan y D. Lorenzo

D. Juan. — (Por el foro, con dirección de la izquierda, del brazo de


D. Lorenzo. ) Razón tenías en porfiarme. . .
D. Lor. —Razón tienes en convencerte.
Pdr. —Señor...
D. Juan. —¡ Hola ! ¿Uds. aquí...?
Marg. —Para que nos mande, señor...
D. Lor. —Feliz pareja. ¿Verdad, Juan?
D. Juan. —Esto sí es sano, es bello, es puro; esto sí respira feli
cidad ; esto sí despierta. . .
D. Lor.—¿ Envidia?
D. Juan. —Envidia no: simpatía, entusiasmo. Los que aman
y son amados, consagrándose toda la fe y toda la espe
ranza de su juventud, alcanzarán en su vejez la caridad
de un hogar felíz...
D. Lor. —¿La caridad?
D. Juan. — (Aparte á don Lorenzo.) Sí; porque para mí lo
sería, ya que he tendido mis manos suplicantes implo
rando esa limosna. —Por caridad—le he dicho á Dios—dá
VENDIMIARIO 179
me un hogar...Y Dios me ha respondido:— Perdona, hijo;
que esa moneda no se ha hecho para tu bolsa de mendi
go... Así es, Lorenzo: de nada le sirve al mendigo la li
mosna, si se le ha de escapar por los agujeros de su bol
sa; de nada me sirven á mí las limosnas que mi esperan
za recoge, si no puedo matar con ellas el hambre de mis
remordimientos !
Marg. —(á Pedro.) ¿De qué hablará, D. Juan?
Pdr. —De nuestra dicha... ó de su desdicha.
D. Lor. — (.4 Margarita y Pedro.) Quédense en paz Uds. y
quieran siempre al amo.
Pdr. —Pues ya lo creo !
D. Juan. —Tienen Uds. derecho á ser felices. ¡ Uds. sí !
Marg. —Gracias, señor...
D. Lor. —¿Vamos, Juan?
D. Juan. —Vamos ! (á Margaritay Pedro) ¡ Uds. sí !
Mar. — Don Antonio me preguntó por el señor, y se marchó á
buscarlo.
D. Juan. —¿Antonio?
Pdr. - Se fué por la derecha.
D. Lor. —Hemos venido por el otro lado.
D.Juan. —Si regresa, puede entrar. (A Don Lorenzo.) ¡Esto
más me amenaza ! Razón tenías en porfiarme.
D. Lor. —Razón tienes en convencerte. . . ( Váse por la puerta
derecha. )
D. Juan. — (á Margarita y Pedro.) ¡ Uds. sí pueden ser felices...
(á Lorenzo) Nosotros no !

ESCENA VI
Margarita y Pedro

Pdr. —¡ Pobre D. Juan! Todo por esa bruja... Porque mira


tú que nadie me quita de aquí (golpéase la frente) que
esa bruja tiene la culpa de todo lo malo que ha pasado,
y pasa, y pasará...
Marg. —¿ La bruja ?
180 EL ATENEO
Pdr. —Pues, claro: Doña Antonia ! Asi como todo lo bueno
ha venido, y viene, y vendrá por tí, racimo de glorias,
vinito de salud, pámpano de mis amores...
Marg. — Calla tú.

ESCENA VII

Margarita, Pedro y D? Antonia

Di Ant. — (Por el foro. ) ¿Y porqué ha de callarse ?


Pdr. —(¡ Quiá ! la bruja...)
D? Ant. —Vamos á ver. ¿ Porqué ? ¿ No te quiere ? ¿ No lo
quieres tú ? Pues, entonces. . . Bah ! si la cosa va para
pronto, ¡ y qué felices van (\ ser Uds !
Marg. —Verdad que sí.
D? Ant. — Otros no pueden serlo... ¿Con que, racimo de glorias,
vinito de salud, pámpano de tus amores? Y tan la
dinos como son los hombres, tan engañadores, tan men
tirosos. Pero cuída, muchacho, de no engañar á tu no
via; porque si no, concluíras mal como otros, como ( Vien
do dentro y llamando) ... \ Juan, Juan !
Marg. —Yo me voy...
Pdr. —Vente conmigo.
D? Ant. — Sí: váyanse! (Vámeforo Pedro y Margarita.)

ESCENA VIII

Doña Antonia y don Juan

D. Juan. —( Con aspereza á Z)? Antonia, por la derecha. ) ¿ Me


necesita Ud?
D? Ant. —Pues sí.
D. Juan. —¡ Oh ! Ya me da Ud. miedo !
D? Ant. —¡ Miedo 1
D. Juan. —Sí: y estoy arrepentido ya de oirla á Ud., de haber
recibido á Antonio, de haberme casado, de haber queri
VEN'DIMIARIO 181
do hacer hogar, hogar imposible, hogar maldito. Me
jor hubiera seguido solo, solo como antes; porque estoy
arrepentido ya de haberme arrepentido !
D? Ant. —Déjate de nervios... Y prepárate, porque vas á saber
lo que Inés no ha querido decirte, lo que Magdalena y
Felipe no podían decirte... Magdalena y Felipe note
han dicho la verdad, pero yo sí te la diré: ella me arran
có mi secreto, yo te diré el suyo; ella me hizo este mal,
yo me vengaré de ella... ó tú me vengarás, porque ten
drás que castigarla.
D. Juan. — Pues hable Ud; que ya todo lo espero.
Ant. —¿ Sabes tú porqué Inés...? ¡ Ah la pobre Inés !
D. Juan. —No se lamente Ud. porque me parece escarnio.
D? Ant. —¡ Ingrata ! Si te voy á decir...si voy á salvarte, á
salvar tu honra...
D. Juan. —O á acabar de perderla !
Ant. —¿Te has vuelto loco? Bah ! cálmate, y escucha.
La pobre Inés vió con sus ojos esto que te voy á decir;
pero ha preferido callarse, porque es muy buena.
D. Juan.—Hable Ud. hable Ud.
D? Ant. — Ella vió, porque la suerte quiso que lo viera, para que
llegara á convencerse ella misma; y se ha callado, porque
no quiere hacerte sufrir. ¡ Vé tú si será buena !
D. Juan. —Pero hable Ud., al fin.
Ant. — Yo he pensado que debía decírtelo, yo he pensado
que es mi deber
D. Juan. —Acabe Ud. al fin; que me desespera.
D? Ant. —Pues te lo diré de golpe... Inés lo vió, lo vió... Mag
dalena y. ...y... y (Con voz ahogada.) ¡Felipe! ¿En
tiendes ?
D. Juan. —¡Cómo! Es decir que se goza Ud. en matarme, en des
honrarme, en volverme loco ? ¿Se goza Ud. en matar, en
deshonrar, en volver loca á Inés, á mi hija, á la hija de
mi alma? Y quien es Ud., que así se goza con la infamia?
(La coge de un brazo y la sacude) ¿ Quién es Ud. que así
me persigue, para apuñalearme por la espalda ? ¿ Quién
es Ud. que así me clava de espinas, y me mancha de
182 EL ATENEO
fango, y me llena de desesperación ? Ud. es la madre
de una mujer á quien yo perdí—¡ no, que se perdió ella
misma!; Ud. es la abuela de un hijo mío —¡que bien
puede no serlo !; Ud. es el demonio dela venganza, el
alma del infierno, la encarnación de la maldad. ¿Quién
es Ud., quien es Ud. ? (Sacúdela fuertemente.)
D? Ant. —Yo... yo soy la justicia! Yo... yo soy la vara que
te mide como tú mediste, yo soy el demonio de la ven
ganza de los que tú ofendiste, yo soy el alma del in
fierno... en que debes vivir tú, yo soy la encarnación de
la maldad... que has dejado regada por tu camino. Yo
no he querido castigarte ahora, sino castigará Magdalena.
¿ Qué culpa tengo yo de ser tu espejo? Soy tu espejo
que sin querer te dice la verdad, que te escupe á la cara tus
infamias, que te enseña á los ojos tus repugnancias, que
te hace sufrir para que sepas lo que has hecho sufrir; de
otro modo el arrepentimiento no vale, de otro modo no
sentirás tan profundamente como debes ese arrepenti
miento, de otro modo no llegarás á purificarte. Agra
déceme, pues: ¡ para purificarte tiene que llover fuego!
1 Fuego !
D.Juan. —¿Sí? Pues entonces...; fuera ! ¡fuera de aquí!
Yo no quiero purificarme. —Yo quiero ser el de antes...
Yo creí que un minuto de arrepentimiento bastaba...
Yo no puedo ser ya honrado... Yo no quiero tener ya
hogar. ¡ Fuera ! ¡ Fuera de aquí !
Ant. —¿Me echas? ¿Me arrojas? ¿ Este es el pago ?
D. Juan. —¡ Fuera ! ¡ Fuera de aquí !
D* Ant.—¿Y tu hijo...?
D. Juan. —Yo no tengo hijos. Yo no quiero tenerlos. ¡ Fue
ra ! ¡ Fuera de aquí !
D? Ant. —¿No quieres tener hijos? mira, mira. (Señalando ha
cia la puerta derecha.) Ahí está. Inés, ahí está... Mí
rala ! Jajajajá. No quieres tener hijos. ¿ No quieres
tener hijos? Jajajajá ! ( Vase foro. )
VENDIMIARIO 183

ESCENA IX
Don Juan é Ines

Inés. —(A la puerta derecha.) ¡ Dios mío ! ¡ Que pasa aquí !


D. Juan. —Oye, oye tú. ¿Es cierto que tú viste?
Inés. —¿Qué, padre mío, qué?
D. Juan. —¿Es cierto que tú viste á esa, á Magdalena, á mi mu
jer, á la que dí mi nombre, con el otro, Felipe, tu ma
rido, el que te quitó el tuyo...?
Inés. —¡Padre! ¡Padre mío! (Rompe á llorar.)
D. Juan. —Habla! No llores. Nó! No es lágrimas lo que te
pido: es palabras. Habla ¿No es cierto que los vis
te ? Antonia te llamó, ¿no es cierto? Como á mí,
la infame! Pobre hija mía ! La abraza.)
Inés. (Siempre llorando. )—¡ Padre !
D. Juan. —¡Pobre hija mía! (Pausa) Basta! Basta ya! Ahora
ella ella ha de responderme. ¡Inexorable! Se
ca tus lágrimas que son de dolor: no las confundas con
las que vierta ella que serán de vergüenza; y él Infa
me! Suelta, hija mía: suelta! ¡Matarlo! (Trata de
desasirse) Quiero matarlo!
Inés. —¡Por Dios, padre! Por Dios!
D. Juan. —Pero es que ruegas por él? Por el culpable? Por el
que deshonra á tu padre? ¡ Hija, hija, que no me arre
pienta de quererte! Sé digna de mí: no me retengas,
empújame; no me ruegues perdón, exígeme venganza!
(Logra desasirse y camina á la puerta derecha. )
Inés. —¡Padre, padre!

ESCENA X
Don Juan, Inés y Don Lorenzo

D. Lor. —(En la puerta derecha.) —Espera.


D. Juan. —Déjame pasar: ahí está él.
184 EL ATENEO
D. Lor. —No está ahí.
D. Juan.—Ella?
D. Lor. —Qué vas á hacer con ella? Lo sé todo: ella misma
me lo ha contado.
Inés. —¿Ella misma?
D. Lor. —No es culpable; pudo serlo, pero no lo es. Y arre
pentida está ,
D. Juan. (Con sonrisa de amarga ironía) — ¡Ah! Arrepen
tida? Luego también debo yo perdonarla? ¿No es
eso? ¿Yo que quise arrepentirme y que pedí perdón, yo
también debo perdonar á los arrepentidos? Pero nó: ya
soy como antes. Ahora, que me castiguen; ahora, cas
tigaré yo! Déjame entrar.
D. Lor. —Nunca!
D. Juan. —Pues que salga ella. Inés: díle á esa mujer que
salga de mi casa!
Inés. —Que venga aquí?
D. Juan. —Que salga de mi casa!

ESCENA XI
Don Juan, Ines, Don Lorenzo y Magdalena.

Mag. (Llorando al umbral de la puerta derecha) — ¡Aquí estoy!


¡Castígame!
D. Juan. —¿Lloras? ¿Ves, hija mía, cómo llora también? Ah!
nunca sabrá un hombre si el llanto que una mujer llora,
es de dolor ó es de culpa, es de salvación ó es de infa
mia! ¿Lloras? ¡Ríete!; ríete de mi honra! ¿No me
pides perdón? ¿No estás arrepentida?
Mag. —Castígame. No soy culpable, pero castígame!
D. Juan. —Dí mejor cómo yo: soy culpable, Dios mío; pero
perdóname. Perdonar á un culpable es santo, castigará
un inocente es infame. Pero como yo no soy santo, no
perdonaré la culpa; y como soy infame, castigaré la ino
cencia. No te perdono, ¡oh culpable!, te castigaré ¡oh
inocente!
VENDIMIA RIO 185
D. Lor. —Qué piensas?
Mag. —Pues de una vez: castígame! (Arrodíllase ante D. Juan.)
Aquí me tienes á tus pies: soy tu mujer, soy tu esclava,
soy tu cosa! Arrástrame! Golpéame! Mátame!
Ine. —¡Padre, por Dios!
D. Juan. (Sujeta de las manos á Magdalena, que permanece de
rodillas llorando.) —Arrastrarte, sí; porque has arrastrado
mi nombre. Golpearte, sí; porque has golpeado mi cora
zón. Matarte, nó; porque tú quedarás muerta y mi des
honra viva. No, no: vivirás más que mi deshonra, para
que te veas escarnecida por todos, rechazada por todos,
estropeada por todos; yo no me vengaré: todos me ven
garán! ¿Matarte? Eso quisieras! ¿Muerto estoy yo acaso
que manché tantas honras? Si muerto estuviera, no su
friría como sufro: vive tú, vive como yo, para que sufras
como yo también! ¿Matarte? ¿Para que los gusanos te
devoren el cuerpo y los dolores me devoren el alma? ¿Pa
ra que tú sepultes tu infamia en el olvido, y yo pasee mi
deshonra en el mundo? Si el mundo ha de hablar siem
pre, que lo oigas hablar para que sufras, para que
llores de verdad, para que te retuerzas de dolor. Yo te
castigaré con tu delito: vive y sufre; que peor que la
muerte cuando es olvido, es la vida misma cuando es
deshonra!
D. Lor. —¿Qué es esto?
Inés— ¡Padre mio!
D. Joan. (.4 Magdalena.) —Estoes que tú, con tus piés, que
van dejando rastro de infamia, te vas, te vas de aquí.
(Levanta á Magdalena) —Levántete y anda! Resucita,
honra muerta, alma de Lázaro podrido: levántate y
anda!
Mag. (Llorando, camina cogida de Don Juan hasta la puerta del
foro.) — ¡Dios mío!
D. Juan. —¿Ves? El camino de la ciudad, que es el camino del
vicio De ahí viniste, allá te vas. Tu cuerpo es de
tierra y será tierra; tu alma es de fango y será fango!
Levántate y anda!, te digo como á Lázaro; pero no ¡ven
186 EL ATENEO
á mi!, porque debo decirte lo contrario:— ¡Aléjate de mí!
¡ Vete ! ¡ Véte de aquí. ¡ Véte ! ( Empuja á Magdale
na que se aleja por el joro, llorando desesperadamente, mien
tras Don Juan con el brazo extendido le señala el camino, en
actitud magestuosá).

ESCENA XII
Don Juan, Inés y Don Lorenzo.
D. Lor. —¿Y ahora?
D. Juan. —¡Ahora, el otro! A ese ¡matarlo!
Inés. —No, por Dios, no. ¡Es mi marido!
D. Juan. —¡Soy tu padre!
D. Lor. —Déjelo Ud. ¡Te acompaño! Dónde estará?—¡Si habrá
huído!
D. Juan. —Afuera debe estar.

ESCENA XIII
Don Juan, Inés, Don Lorenzo y Doña Antonia.

D? Ant. —Afuera está, pero ya viene.


D. Juan.—¿Felipe?
D? Ant. —No: tu hijo!
D. Juan. —¿Y Felipe? ¿Yel infame?—(Aparece Felipe álapuerta
y al oír su nombre huye violentamente hacia la izquierda. )
D? Ant.—Ahí está!
D. Juan. —Pues ahí! Déjame (Á Inés, que lo tiene cogido) Co-
rram os ! ( Inés cae de rodillas. )
D. Juan. —Corramos! ( Vásepor foro, derecha.)
Inés. —Padre! Padre mío! (Sigúelos.)
D* Ant. —Esto va á concluir.

ESCENA XIV
Doña Antonia y Felipe.
Felp. (Aparece á la puerta de la izquierda, viniendo del lado con
trario al que toman don Juan, etc. Observa hacia este lado
VENDIMIARIO 187
cautelosamente. —Se van. —(Con voz ahogada) ¿Magdalena?
(Adelantándose á doña Antonia) ¿Dónde está Magdalena?
D? Ant. —(Con espanto.) —¿Ud?
Felp. —Lo oí todo oculto Se van Magdalena ¿dón
de está Magdalena?
D? Ant. —No sé
Felp. —Estará adentro? Pronto! Llámela! Vaya Ud...
D* Ant.—¿Yó?
Felp. —Sí! ¿Ud. no tiene la culpa de todo? ¿Ud. no les avisó?
¿Ud ?
D* Ant.—¿Yo ?
Felp. —Sí! Ud Vaya Ud! Pronto! Porque de lo contrario,
muere Ud., bruja del infierno!
Ant. —¿Y para qué?
Felp. —Para huir los dos si ella quiere, para huir yo, si ella no
quiere.
Ant. —¡Máteme Ud! Yo no voy.
Felp. (Corre hasta el foro y ve á la derecha) —¡Diantre! Ahí vie
ne Antonio Entraré yo donde ella: el todo por el to
do ¡Para ser feliz es preciso ser libre! (Váseporla
puerta derecha. )
D? Ant. —Eso no ¡Eso nó!

ESCENA XV
Doña Antonia y Antonio
Ant. —Aquí estoy. ¿Y mi padre, don Juan?
Ant. —No está aquí. Se fué tras de Felipe y Felipe es
tá adentro.
Ant.—¿Tras de Felipe?
D* Ant. —Sí, porque lo sabe todo; quiere matarlo: lo deshon
raba.
Ant. —¿Lo deshonraba?
D? Ant. —Con Magdalena. Y él ha entrado por ella. Quieren
huir.
Ant. —¿Huir? ¡Ah! Verá el miserable. (Asómase á la puerta
derecha) Miserable!
188 EL ATENEO
Ant. —¿Qué vas á hacer?
Ant. —¡Castigarlo! Aquí viene. Déjame á mí... (Después de en
trar cierra la puerta. )
D? Ant. (Golpea la puerta) —¡Antonio! Por Dios! ¡Soco
rro! (Corre hacia el foro) ¡Socorro! (Oyénse voces y ruido
de lucha dentro. )

ESCENA XVI
Doña Antonia, Don Juan, Don Lorenzo e Ines

D. Juan. (Por el foro, izquierda) —¿Felipe?


Inés. —Está aquí?
D? Ant. (Corre á la puerta derecha) — ¡Aquí! ¡Felipe!
¡Antonio!
D. Lor. (Golpeando la puerta derecha) — ¡Abran! ¡Abran!

ESCENA XVII
Doña Antonia, don Juan, don Lorenzo y Antonio

(Antonio abre la puerta derecha y se presenta con las ropas deshechas,


el rostro descompuesto y los cabellos en desorden. )
Inés. —¿Felipe?
D. Juan. —¿Dónde está?
Ant. (Abriendo completamente la puerta y señalando adentro) —
¡Ahi está!
( Grito ahogado de Don Juan. )
Inés. —¡Muerto!!— (Corre donde se supone el cadáver de Felipe).
D. Lor. —¡Muerto!
D? Ant. —¿Qué has hecho?
Ant. —Mis manos son más fuertes que su garganta Quise
vengar la honra de mi padre, y la vengué!
D. Juan. (Avanzando hacia Antonio) —¡Hijo! ¡Hijo mío!
Ant. (Rechazando con magestad á don Juan) —Espere Ud. Tam
bién quiero vengar la honra de mi madre. ¿A quién de
bo matar?
D. Juan. —¡A mí! Debes matarme. Lo merezco.
Ant. — Ud. me dió la vida, pero me quitó la honra; yo—ahí
VENDIMIARIO 189

está—le doy á Ud. la honra ¿Le quitaré la vida?


¡No! ¡No puedo! porque Ud. es mi padre; malo, misera
ble, pero mi padre al fin. ¿A quien debo matar? ¿Oh,
Dios mío! ¡He vengado á mi padre, que es infame, y no
puedo vengar á mi madre que fué honrada! Y ahora
tendré que huir ¡Cuando sé que este hogar me perte
nece, es para abandonarlo! Padre, padre: lavé su honra
con sangre; láveme Ud. la mía con lágrimas! ¡Adios!
D? Ant. (Abrazándose á Antonio)—Ya ves: (á don Juan solem
nemente. ) Los que deshacen hogares, no deben tener
nunca hogar! (Vanse por el foro, derecha, doña Antonia y
Antonio. )

ESCENA XIII
Don Juan y don Lorenzo

D. Lor. —Que huya, sí, que se salve!


D. Juan. — El se salvará; pero yo estoy perdido! (Abátese).

ESCENA XIX
Don Juan, don Lorenzo e Ines
Inés. — (Llorando.) Padre! ¡Padre mío! (Lo abraza.)
D. Juan. —Llora, hija, llora sobre las ruinas de este hogar que
es el tuyo: quédate en él, si quieres; y si no, también
huye. ¡Huyamos todos! Este hogar se deshace Allá
está la ciudad que me espera; allá me voy á manchar
honras y á deshacer hogares. Déjame ser feliz, ya que no
pude ser honrado. Déjame reir, ya que no podría llo
rar: ¡ahora soy yo quien se ríe! ¡Ja, ja, já! Suéltame,
hija, suéltame! Yo también me voy, á ser como antes!
¡Llora tú, que yo río! A ser como era antes!... ¡Ja, ja, ja, ja,
já! Tú eres la inocencia que llora, yo soy la culpa que se
ríe! (Logra desasirse de Inés, que cae de rodillas llorando;
empuja hacia afuera á Lorenzo, y se aleja riendo con gran
des carcajadas de sarcasmo. )

TELON
12
Grónica del ^fteneo
,.'S/'i.''i<'i.''u'vSi'i.'\rt.'\i'i.'\«'t.'S),i.'i,rv«.iv<.'wvi.''i/'.''i

L Ateneo de Lima, en sesión de 10 del presente mes, ha


acordado publicar una obra intitulada "El Perú," que
haga conocer debidamente el país, y muy en especial el
desenvolvimiento y cultura intelectual por él alcanzados
durante el primer siglo de nuestra vida independiente.
La obra contendrá más de dos mil páginas de folio mayor,
y se tratará de que la edición sea cuidadosamente ilustrada.
Colaborarán en ella más de sesenta escritores.
El plan de la publicación es el siguiente:

EL PERU FÍSICO ¡i LA ORGANIZACION Y ADMINISTRA-


$ CION PUBLICAS
Geografía general.
Geologiu, Paleontología, Minen $ Constitución y libertades públicas.
Aplicaciones generales. \ Organización administrativa.
Clima. \ Organización judicial.
Mineralogía, Botánica y Zoología. \ Hacienda nacional.
El Oriente. $ Hisloria diplomática.
\ El ejército.
\ La marina.
HISTORIA $ Administración municipal.
5 Beneficencia.
El Perú primitivo. ^ Biblioteca nacional.
Etnografía linguística. ^ Estadística.
Historia general. $ El parlamentarismo.
CRÓNICA DEL ATENEO 191

LEGISLACION i La prensa.
\ La literatura precolombina,
Historia de la legislación. \ Los poetas.
Legislación civil común. \ Las bellas artes.
Legislación criminal. §La lengua castellana en el Perú.
Legislación comercial y minera.
Legislación privativa. 5 VIDA SOCIAL
La magistratura y el foro nacional
J La sociabilidad.
INSTRUCCION §El pueblo.
§ La m ujer.
La primera enseñanza. \ La vida religiosa .
La segunda enseñanza. \Las fiestas nacionales.
La instrucción universitaria. - El teatro.
La instrucción técnica. Las costumbres indígenas.
VIDA INTELECTUAL VIDA INDUSTRIAL Y COMERCIAL
Las ciencias matemáticas. \ Industria agrícola
Las ciencias físico-naturales. \ Irrigaciones.
La medicina. \ Industria minera.
La cirujía. § Industria manufacturera.
Los sabios peruanos. \ Comercio.
La imprenta y prosadores de la épo 5 Vías y medios de comunicación.
ca colonial. 5 Institución bancaria.
Los prosadores de la época republi \ Sociedades anónimas.
cana. | Inmigración.
Los estudios históricos.
Los oradores. \ EL PORVENIR DEL PERU

NOTA.—Todos los trabajos se referirán al Peni.


192 EL ATENEO

EtáíaíuíoS del píeneo de Lima

TITULO I
DEL OBJETO DE LA ASOCIACIÓN
Art. 1? El Ateneo de Lima, reorganizado sobre la base
del antiguo Club Literario establecido en esta Capital en
1871, cultiva las Bellas Artes y las Ciencias.
Art. 2? Para el logro de este fin:
1? Dará conferencias y promoverá certámenes;
2? Publicará una revista que llevará el nombre de la
Institución.
3? Establecerá relaciones con Institutos análogos;
4? Fomentará las producciones nacionales, propagará
los conocimientos útiles, y premiará las obras que conceptúe
meritorias.

TÍTULO II
de la constitución de la sociedad
Art. 3? Los miembros del Ateneo son de tres categorías:
activos, honorarios y correspondientes.
Art. 4? Para ser miembro de la Corporación se requiere:
Cultura intelectual, consagración especial á cualquiera de
los ramos del saber humano, y gozar de buena reputación.
Art. 5? El ingreso se verificará mediante propuesta suscri
ta por dos miembros, presentada al Presidente.
Leída la propuesta en la primera Junta de Directorio, se
someterá á escrutinio secreto en la segunda, debiendo ser apro
bada por los dos tercios de votos, cuando menos.
Aceptado el nuevo miembro, se le expedirá un diploma fir
mado por el Presidente y el Secretario.
Art. 6? Las obligaciones de los miembros son:
1* Cooperar á la consecución de los fines del Ateneo
aceptando comisiones.
(1) Habiéndose agotado hace meses la edición del N? 1 de "El Ateneo" en que
se publicaron Iob Estatutos de la Boclednd, la Dirección a dispuesto que dichos
Estatutos se reimpriman en el presente número de la Revista.
CRÓNICA DEL ATENEO 193
2? Satisfacer la cuota de inscripción, la mensual y las
extraordinarias acordadas por el Directorio.
3? Contribuir con alguna obra importante al aumento
de la biblioteca del Ateneo.
4* Concurrir á las Juntas Generales y las reuniones es
peciales á que fueren invitados;
5* Entregar al Secretrio los originales de los trabajos leí
dos en el Ateneo, cuya primera publicación ha de hacerse en la
revista del Instituto, si así lo acuerda la Junta Directiva ó el
Presidente.
6? Asistir á las reuniones, fiestas y ceremonias públicas
á las que fuere invitada la Corporación, y á los funerales y tras
lación de los restos de los colegas que fallecieren.
Art. 7? Son miembros honorarios quienes por sus rele
vantes méritos ó por la importancia de los servicios prestados al
Ateneo, hayan sido elegidos para tal categoría. Tendrán todos
los derechos y prerrogativas determinados en los Estatutos para
los miembros activos, sin estar sujetos á ninguna imposición
pecunaria.
Art. 8? Son miembros correspondientes los que residen
fuera de Lima. Se considerarán como activos al hallarse en
esta ciudad.
Art. 9? Son obligaciones de los miembros correspondien
tes:
1? Prestar al Ateneo sus servicios en el lugar donde re
siden.
2? Satisfacer las cuotas establecidas en el inciso 2? del
art. 6?
3? Promover la remisión y cange de las publicaciones en
tre los escritores del lugar en que residen y los miembros del
Ateneo.
4? Evacuar los informes, comunicar las noticias y remi
tir las correspondencias que se les pidieren.
Art. 10. El Directorio del Ateneo podrá exceptuar á los
miembros correspondientes de las cuotas, atendida la impor
tancia de los servicios que presten á la asociación.
Art. 11. Se pierde el títuio de miembro del Ateneo:
194 EL ATENEO

1? Por no satisfacer las cuotas establecidas en estos Es


tatutos. /
2? Por atentar públicamente de palabra ó por escrito al
buen nombre de la Institución, ó contra los intereses de ella.
3? Por observar mala conducta ó cometer faltas graves.
Art. 12. Compete al Directorio declarar la pérdida del tí
tulo de miembro por haberse incurrido en alguna de las faltas
indicadas en el artículo anterior. Caso de no satisfacer la cuo
ta mensual, la declaración no se hará sino después de vencido
el primer trimestre, con previo aviso de la falta.

TÍTULO III

DE LAS JUNTAS GENERALES

Art. 13. Las Juntas Generalas serán ordinarias y extraor


dinarias. Las primeras se reunirán cada bienio en 1? de julio;
y las segundas cuando el Directorio lo conceptúe necesario, ó lo
solicitaren por escrito diez ó más miembros.
Art. 14. En las Juntas Generales ordinarias, el Presiden
te dará cuenta del estado, progreso y necesidades de la Asocia
ción, é indicará las modificaciones que convenga introducir en
su organización científica y administrativa.
Art. 15. Se discutirán y resolverán también en las Jun
tas Generales ordinarias los asuntos y las proposiciones que los
miembros presenten.
Art. 16. En las Juntas Generales Extraordinarias sólo
podrán discutirse y resolverse los asuntos para los cuales fueron
convocadas. Si se trata de la reforma de los Estatutos, deberá
expresarse su objeto en los avisos de la citación.
Art. 17. Para las sesiones de Junta General se requiere
como numero, la asistencia de veinte miembros. Si en la prime
ra reunión no concurriere el número establecido, se procederá
en la segunda—en cualquier caso—con los asistentes.
Art. 18. En cada bienio se elegirá nuevo Directorio, pu
CRÓNICA DEL ATENEO 195
diendo ser reelegidos indefinidamente los miembros del ante
riormente nombrado.
Art. 19. Los acuerdos y las elecciones se resolverán por
mayoría absoluta. El Presidente reservará su voto en las Jun
tas Generales, para dirimir en caso de empate.
Art. 20. La citación á Junta General se hará por los pe
riódicos, con tres días de anticipación, sin que ello obste para
que se remita esquelas personales, cuando se crea conveniente.

TÍTULO IV

DE LA DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN

Art. 21. El Ateneo será dirigido y administrado por un


Directorio compuesto de cuarenta miembros activos.
Art. 22. El Directorio, en su primera sesión, elegirá Pre
sidente, Vice-Presidente, Secretario, Pro-Secretario, Bibliote
cario y Tesorero; pudiendo distribuirse en comisiones especiales.
Art. 23. El Directorio señalará los días en que celebrará
sesiones ordinarias, y se reunirá extraordinariamente á juicio
del Presidente, ó á solicitud de tres de sus miembros.
Art. 24. El número para las Juntas del Directorio será
de diez miembros presentes; los acuerdos se tomarán por ma
yoría absoluta de votos, y el Presidente tendrá doble voto en
caso de empate.
Art. 25. Son atribuciones del Directorio:
1? Dirigir los trabajos y administrar los intereces de la
Asociación, adoptando todos los acuerdos y resoluciones con
ducentes al logro de estos fines.
2? Cumplir y hacer cumplir las disposiciones de estos
Estatutos.
3? Calificar á los miembros presentados.
4? Promover los certámenes á que se refiere el inciso 1?
del art. 1, nombrando las comisiones y los jurados respectivos.
5* Determinar los derechos de ingreso y las cuotas ordi
narias y extraordinarias que deben satisfacer los miembros.
196 EL ATENEO
6? Declarar la separación de los miembros que hayan
incurrido en las faltas del art. 12.
7? Acordar lo relativo á la publicación y administración
de la Revista.
8? Nombrar anualmente á dos miembros activos para
que revisen las cuentas de la Tesorería.
9* Resolver todo asunto no previsto en estos Estatutos.
Art. 26. Son atribuciones del Presidente:
1? Representar al Ateneo en todos sus actos oficiales,
siendo al propio tiempo su personero legal.
2? Presidir las conferencias, las Juntas Generales y las
sesiones del Directorio.
3? Ejecutar los acuerdos del Directorio y los de las Jun
tas Generales.
4? Proponer al Directorio el personal de las diversas co
misiones que fuere menester nombrar.
5? Velar por el exacto cumplimiento de los Estatutos,
y cuidar de la buena administración de los fondos del Ateneo.
6? Presentar, cada bienio, una memoria á la Junta Ge
neral ordinaria sobre el estado, progreso, necesidades, etc., del
Ateneo, en el período de su Presidencia.
7* Autorizar los gastos urgentes y las cuentas que deben
pagarse por el Tesorero, siempre que no excedan de cien soles
de plata.
Art. 27 El Presidente del Ateneo dirigirá y administrará
directamente la Revista, pudiendo consultar al Directorio lo que
fuere necesario, y comisionar á miembros del Instituto para que
atiendan al desarrollo y progreso de la publicación.
Art. 28. El Vice-Presidente reemplazará al Presidente
cuando éste faltare, y desempeñará las funciones anexas al cargo.
Art. 29. Por falta ó ausencia temporal del Presidente
y del Vice-Presidente, presidirá las Juntas el miembro del Di
rectorio que éste designare; y en caso de renuncia, muerte ó
impedimento permanente del Presidente, se procederá á practi
car nueva elección para dicho cargo.
Art. 30. Son obligaciones del Secretario:
1? Llevar la correspondencia, con su respectivo Copiador,
CRÓNICA DEL ATENEO 197
los libros de actas del Directorio y de las Juntas Generales, y la
matrícula del Cuerpo.
2'? Participar á los nuevos asociados su aceptación acom
pañándoles al propio tiempo un ejemplar de los Estatutos.
3? Citar á Juntas Generales y á sesiones del Directorio,
de acuerdo con el Presidente.
4? Extender los diplomas de los miembros y redactarlas
memorias, circulares, programas, avisos, esquelas y demás do
cumentos oficiales de la Corporación.
5* Formar y conservar el archivo de la Asociación.
6* Recoger y archivar los trabajos leídos por los miem
bros en las conferencias del Ateneo.
7^ Entregar al Redactor principal de la Revista, los tra
bajos que deben publicarse.
8* Hacer la entrega inventariada del archivo de la Cor
poración al Secretario que le suceda.
Art. 31. El Pro-Secretario ayudará al Secretario en sus
labores, siempre que éste lo solicitare, y le reemplazará en sus
funciones por ausencia, enfermedad ó cualquier otro impedi
mento.
Art. 32. Son deberes del Tesorero:
1? Llevar la contabilidad de la Asociación, empleando
todos los libros que fueren necesarios.
2? Hacer efectivas, por medio de cobrador, las cuotas
que los asociados deben satisfacer conforme con estos Estatutos.
3? Pagar las cuentas á cargo del Ateneo que tengan el
V? B? del Presidente.
4? Presentar al Directorio el presupuesto anual de entra
das y gastos ordinarios, para su aprobación.
5? Presentar trimestralmente un balance de Caja.
6? Depositar en el Banco designado por el Directorio
los fondos de la Asociación.
7? Presentar á la Junta General ordinaria de cada bienio,
la memoria respectiva sobre las rentas y los gastos de la Corpo
ración, y el Balance de Caja.
8? Suministrar al Direetorio todos los datos que éste le
pidiere acerca de la administración é inversión de los fondos.
13
198 EL ATENEO
Art. 33; Son atribuciones del Bibliotecario:
1? Cuidar de la conservación, arreglo y fomento de la
Biblioteca.
2)í Vigilar para que sean remitidas puntualmente las
publicaciones periódicas, de modo que nunca dejen de estar á
disposición de los miembros,
3* Exigir á los asociados que cumplan con remitir las
obras á que se refiere el inciso 3? del art. 6.
4? No permitir que se extraigan libros ni periódicos de
la Biblioteca; y
5? Formar el catálogo de las obras que contenga la Bi
blioteca.

TÍTILO V

DISPOSICIONES TRANSITORIAS

Art. 34. Aprobados estos Estatutos, se procederá inmedia


tamente á completar el personal de la Junta Directiva estable
cido en el art. 21.
Art. 35. Los actuales miembros correspondientes de la
Real Academia Española en el Perú continuarán en la categoría
de miembros vitalicios del Ateneo, gozando de los derechos y
prerrogativas que les han sido acordados.

*
* »

l Ateneo de Lima promueve un certámen científico y li-


^— terario, para la conclusión del presente año. Sus condi
ciones son las siguientes:
1? Habrá dos temas científicos y uno literario, á saber:
a) Saneamiento de Lima—Obras públicas que deben eje
cutarse para realizarlo.
b) Saneamiento de Lima. —Condiciones higiénicas, públi
cas privadas, que debe tener la ciudad.
CRÓNICA DEL ATENEO 199
c) Una novela cuyo género, forma, extensión y fondo se
dejan al arbitrio del autor.
2? El Directorio del Ateneo nombrará un jurado especial
para cada una de las tres clases de trabajos correspondientes á
las tres materias de este concurso.
3? Los trabajos han de ser inéditos, y se suscribirán con
pseudónimos, debiendo consignarse por separado, bajo sobre ce
rrado, el nombre de cada autor. Los sobres correspondientes á
los escritos que no resulten premiados se incinerarán sin abrirlos.
4* Para cada una de las tres seociones del concurso, el
Ateneo acuerda una medalla de oro y un premio pecuniario
que serán adjudicados por el jurado respectivo á los trabajos que
obtengan la calificación más alta. Se reconoce á los jurados el
derecho de no conceder premio si juzgan que no lo merece nin
guno de los escritos presentados.
5* El Ateneo se reserva el derecho de hacer la primera pu
blicación de las producciones que se presenten al concurso.
6? El dia 1? de diciembre de 1900 se vence el término pa
ra hacer la entrega de los trabajos, que serán recibidos hasta esa
fecha en la Secretaría del Ateneo.
Lima, abril de 1900.

***

efiriendo á la honrosa solicitud de una acreditada empre-


'—"^ sa periodística de Montevideo, reproducimos á continua
ción el aviso que ella publica referente al primer certamen de la
serie que ha resuelto promover, con el laudable fin de estimular
la producción literaria latino-americana, y estrechar los lazos
de confraternidad intelectual entre los hijos de este continente
que han recibido ó se han formado una cultura excepcional y
superior.
Tenemos la seguridad de que nuestros escritores naciona
les corresponderán á la invitación de la hermosa Revista uru
guaya "La Alborada," probando así, una vez más, en cuanto
estiman toda iniciativa generosa y fecunda, muy especialmente
si parte de nuestros nobles hermanos de las orillas del Plata.
200 EL ATENEO

Primer Certamen Literario de " La Alborada "

La dirección de «La Alborada,» teniendo en cuentala con


veniencia de alentar y ennoblecer la labor del pensamiento, y la
necesidad imprescindible hoy de que América latina realice la
obra magna de la confraternidad, inicia con esta fecha una serie
de concursos intelectuales, que se celebrarán cada seis meses.
El primer certamenn queda sometido á las siguientes con
diciones:

l? Sólo se aceptarán las producciones que pertenezcan al género


del cuento.
2* Se premiarán los tres cuentos más perfectos.
3"í Los premios consistirán en: a) medalla de oro conmemora
tiva; b) medalla de plata, id.; c) mención honorífica.
4* Pueden concurrir á este certamen todos los escritores de
América, ó radicados en ella.
5* El jurado que ha de dictaminar sobre el mérito de los traba
jos presentados será formado por los señores José Enrique
Rodó, Javier de Viana y Eduardo Ferreira.
6? Los cuentos que se envíen deberán ser inéditos y venir bajo
sobre lacrado, acompañados de otro sobre, también la
crado, que contenga una esquela con la firma y residen
cia del autor: en uno y otro se escribirá un lema igual.
7* Se admitirán composiciones hasta el día 30 de Octubre de
1900.
8? El mismo día en que se expida el jurado (20 días después
de fenecido el término fijado) la dirección de «La Albo
rada» comunicará su resultado á los autores premiados,
y obtendrá noticia de él las hojas de la prensa ame
ricana.
9* Los sobres que contengan los nombres de los autores no pre
miados serán quemados el día de la distribución de
premios en el local de esta dirección y en presencia del
jurado.
10? Los trabajos premiados se publicarán en «La Alborada.»
«La Alborada» solicita con este fin el concurso'de toda la
prensa nacional y de los demás países de Sud-América.
Queda abierto el certamen.
Abril 21 de 1900.
Montevideo.—Jt. Oriental.
-

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JIbreria Escolar é Jmprenta

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Calle del Banco del Herrador, No. n8y 120 %H

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OB&ANO SEL ATENóO DE LIMA

VELADA del 19 de SEPTIEMBRE dó 1900

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ARTICULOS VARIOS

CRONICA del ATENEO


Mimzinti® btl üXtenw Cima

Presidente Javier Prado y Ugarteche


Vicepresidente... Pablo Patrón
Secretario Clemente Palma
Prosecretario Scipi&n Liona
Tesorero Manuel A. San Juan
Bibliotecario Cario* A. Romero

-^-WV OCALES*^
Araézaga Carlos G. Leguía y Martínez Germán
Astete Luis Lisson Caros I.
Astete Pedro Manzanilla José Matías
Balta José Maurtua Víctor M.
Castro y Oyanguren Enrique Miró Quesada Antonio
Cazaneuve Felipe G. Osma Felipe de
Cisueros Carlos B. Oyague J. Octavio de
Cornejo Mariano H. Pazos y Varela Juau Francisco
Corpancho Teobaldo E. Pérez Heráclides
Cortés Leopoldo Polo José Toribio
Chaves Francisco Gerardo Prado y Ugarteche Mariano I.
Chocano José Santos Bebagliati Claudio
Fuentes Hildebráudo Reina Baldomero
Guzmán y Valle Enrique , ülloa Alberto
e
Izcue José Augusto de 0 Villarreal Federico
Lama y üssa Jerónimo de o Vivero Domingo de
o
La Puente Ignacio Whilor Agustín T.

* * EL ATENEO * *
ÓRGANO DEL ATENEO DE LIMA

Revista Mensual de Ciencias y Bellas Artes

§'avier jipado u Zlgartealie Iftanael ¿ft. ¿pan $uan,


DIRECTOR ADMINISTRADOR

La Correspondencia se dirigirá al Administrador


Calle de la SIPA 1. 50 (rqjt toteta) Apartad? CORREO 32

CONDICIONES DE SUSCRICIÓN
En Lima y provincias (al mes) S/. I plata
„ n » (semestral) „ 5
TCn el extranjero rejirán los mismos precios con sólo el recargo postal

Todas las publicaciones que se envíen á "El Ateneo"


serán anunciadas en las secciones correspondientes
VELADA DEL 27 DE SEPTIEMBRE DE 1900 Sg-
^ * *c- ^

Señeras y Señores:

jj^OTIVO es para nosotros de íntima satisfacción ofrecer


^testimonio de las labores del Ateneo á público tan distin
guido y culto como el que nos favorece siempre con su
generosa simpatía.
Van corridos ya cerca de dos años, desde que, abriendo
período activo de reorganización, emprendimos nuestra jornada.
Se trazó entonces la Institución el programa que con exponta-
neidad y buena fe nos señalamos.
Quizá podríamos habernos esforzado por recorrer nuestro
camino con estruendo ó precipitación, pero no nos ha atraído
ni lo uno ni lo otro. El estrépito es vana y ofuscada ostenta
ción, la premura es vida corta y estéril, esfuerzo limitado y
fatigoso, interés particular é inmediato; y la obra del Ateneo
debe ser tranquila, meditada, fecunda y permanente.
A medida que avanzamos, aumenta nuestro convencimien
to de que la labor de esta Institución es benéfica para el país.
202 EL ATENEO
Su R evista—objeto preferente de nuestros esfuerzos—va exten
diendo su círculo y alcanzando resultados inesperados. Desde
lejanos países—á los que no pensábamos llegaba el eco de las
manifestaciones de nuestra joven nacionalidad—nos han sor
prendido palabras de confraternidad intelectual, que hemos
unido á las de otros centros con los que nos encontramos en
constante relación.
Nos hemos empeñado en que el periódico refleje labor seria
y nacional. Todos los trabajos de la Revista — que forman ya
más de dos abultados volúmenes y que contienen también los
de nuestras veladas—son originales y peruanos. Su amplitud é
importancia no nos corresponde, por cierto, á nosotros juzgarlas,
pero sí haremos pública manifestación de (pie por ellos hemos
recibido altas pruebas de estimación, que es á lo único á loque
aspira el Ateneo, en lo que á él se refiere.
En relación con su país, aspira á mucho más. Anhelamos
hacerlo conocer, hablarle con honradez sobre sus necesidades,
especialmente del orden intelectual; impulsar su vida, contribuir
á su desarrollo y progreso, trabajando por v engrandecimiento,
sincera y dignamente.
Dominados por estos sentimientos, hemos llegado á lanzarnos
en una atrevida empresa, que no queremos medir sino por
la importancia y excelencia de su objeto y resultados para
el país. Haciendo llamamiento á los escritores nacionales',
tratamos de escribir una obra monumental sobre el Perú, que
lo presente bajo todos sus aspectos: que exprese lo que somos,
lo que tenemos, lo que hemos hecho, y que á la vez haga luz
sobre lo que necesitamos, lo que debemos ser; y que nos revele
con decoro, marcados por el signo del trabajo que ennoblece, en
el concierto de los pueblos cultos.
¿Realizaremos nuestro propósito? Corresponde al patrio
tismo contestar. Abriguemos la esperanza de que él ha de dar
noble respuesta.
Trabajemos, señores, perseverantemente, en estas obras.
Nada es, al fin, más provechoso para los destinos de un pueblo.
Por natural espejismo, los hombres aplicamos con frecuen
cia á la vida de las naciones la duración de la de los individuos,
DISCURSO DEL PRESIDENTE 203
y creemos así permanentes y glorificamos los triunfos de la
fuerza. Los hechos suministran muy diversa experiencia. En
todo tiempo ha habido pueblos fuertes, conquistadores, de ava
ricia insaciable, y todos ellos, tras pasajera dominación, han
pasado dejando, como herencia, el triste calificativo de bárbaros
o pérfidos.
Lo único que perdura en la Historia es las obras de la inte
ligencia humana. Han desaparecido hace muchos siglos, las
rivales repúblicas y ciudades de la Grecia antigua, y sin embar
go, el espíritu de sus filósofos, de sus sabios, de sus artistas, en
una región de luz inextinguible, alumbra y domina eternamen
te á los hombres.
La Roma de los Césares soñó con el Imperio universal, y
enclavó en los diversos ámbitos del mundo conocido, el signo
de la conquista. Aquello fué una alucinación y un vértigo.
Lo que no pudo retener la fuerza, lo alcanzó el genio de sus
leyes. Roma ha unido y ha conquistado, sí, á los pueblos,
pero no por medio de sus armas destrozadas por razas toscas y
destructoras, sino por la justicia y el derecho, grabados en sus
monumentos de legislación universal.
Cuando Richelieu, el ministro calculador y astuto, á la vez
que afirmaba la monarquía y la supremacía política de su país,
fundaba la Academia de la Francia, el Jardín del Rey, recons
truía la Sorbona, creaba la Imprenta real y la Gazeta y protegía
á los escritores; cuando Luís XIV fijaba hoja de pensiones reales
para los literatos, los artistas y los sabios; y su ministro Colbert
establecía las Academias de Bellas Artes, de Ciencias, el Ob
servatorio; cuando Napoleón, robaba aún las horas al descanso
para consagrarlas, con avidéz, á las labores de codificación;
todos ellos trabajaban en una obra común que haría de la Fran
cia el reflector del pensamiento, de la cultura, de la sociabilidad
y propaganda universal, centro del mundo civilizado á donde
van los hombres de todos los países, los amigos y los que no lo
son, á rendir ineludible tributo á su grandeza y esplendor.
Cuando Federico II, el guerrero, el táctico, creaba el poder
militar de la Prusia, y con el mismo empeño nutría y ejercitaba
su espíritu, anhelando el título de filósofo, de sabio y de literato,
204 EL ATENEO
y se rodeaba y distinguía altamente á los hombres de letras
y á las instituciones intelectuales; preveía, con la percepción del
genio, que aquella raza vigorosa y pensadora encerraba en su
inteligencia y en su carácter el secreto de su porvenir, y que
vencería á los pueblos y conquistaría á la historia, por medio
del estudio, de la disciplina y de la ciencia.
Cuando Inglaterra y Estados Unidos, con su profundo sen
tido práctico y utilitario, aplican ingentes cantidades, de eroga
ción publica y privada, al sostenimiento de la instrucción
de su pueblo, en sus escuelas, colegios, universidades, en sus
instituciones científicas y artísticas, y rentan y colman de ho
nores á sus hombres de saber es porque también comprenden que
la suerte de un país debe estar dirigida por su fuerza intelectual,
que desempeña en la vida de los pueblos la misma función ne
cesaria y superior que el cerebro en el organismo individual.
El Perú es morada amplia, rica y agradable, para la vida
del hombre. Tenemos todas las condiciones naturales para
constituir un gran país; pero necesitamos levantar el edificio.
El no se construye con intereses bastardos, con enconos y luchas
fratricidas, con inteligencias improvisadas y desleales, con ca
racteres deprimidos, con conciencias obscuras, con almas enfer
mas. Nó, requiere aquella obra la abierta y ruda tarea de hom
bres sanos, enérgicos, de honradas intenciones, industriosos,
instruídos y reflexivos.
Debemos contemplar muy severamente la grave situación
que tenemos por delante. Pesa sobre nosotros inmensa respon
sabilidad. La suerte está echada, y en ella ¿seremos arrollados
por la tempestad ó brillará en el firmamento del Perú, la luz
mensajera de la vida y de la gloria?

J. Prado y Ugarteche.

Septiembre de 1900.
ENSEÑANZA OBLIGATORIA
DE LA

^- Beonomía Polííiea en la EsGuela**—

"315?

Señoras y Señoritas:

Señores:

emendo á patriótico anhelo tengo hoy á mucha honra


llamar, siquiera por algunos instantes, vuestra benévola
atención sobre la enseñanza obligatoria de la Economía
X Política en la Escuela Primaria, no sin temor de defrau-
^ daros en vuestras esperanzas, pues no presumo de alcanzar
el cumplido esclarecimiento del asunto, aunque abrigo la con
vicción de no sustentar tesis utópica ni errónea. Y si no vacilé
en aceptar tan delicado cometido, débese á que tengo para mí
que nadie, absolutamente nadie, ha de excusar su modesto con
curso en cuanto toca y atañe á la educación común, ya que las
diferencias de pueblo á pueblo sólo estriban en la fuerza educa
206 EL ATENEO

dora del medio, causa de la mentalidad: verdadero motor del


progreso.
Téngase, pues, esta mal pergeñada disertación por esfuerzo,
si débil, sincero en pró de una enseñanza enderezada á mejorar
notablemente las condiciones económicas del Perú, justamente
en el momento que entra en el período de verdadera labor
profieua, paciente y tenaz, signo inequívoco de prosperidad y de
futura grandeza, si se consagran todas las fuerzas, todas las
energías, la vida toda al afianzamiento de la paz, para plantear
y resolver, á su bienhechora sombra, los grandes problemas que
tienen honda raíz en el trabajo y en la educación popular.

Señores:

Si es deseable que cada ciudadano conozcala organización


política y administrativa de su Patria, no lo es menos que
venga en conocimiento de los elementos de la ciencia que investiga
las leyes que regulan la prosperidad de los pueblos; que estudia
la fisiología de la sociedad, los males que la afligen en orden al
trabajo, sus causas, los remedios que pueden aplicarse, las
necesidades particulares y comunes de los hombres y los medios
generales para satisfacerlas.
Los problemas económicos ofrecen día á día mayores difi
cultades, y la soluciones empíricas tocan ya á su fin. Hay en
el hombre una actividad espontánea para conseguir las cosas
necesarias á la existencia que podría llamarse "función biológica
promovedora " patentizada por la adquisición y la ocupación. El
trabajo es una de sus más altas y expresivas manifestaciones.
Y trabajar significa poner en movimiento la función económica,
una de las varias funciones biológicas, la que logra dar á los seres
que lo realizan las cosas necesarias ó útiles para la conservación
de su existencia, empleando un conjunto de operaciones técni
cas con el fin de transformar y arreglar las materias que solicita
ENSEÑANZA OBLIGATORIA 207
el orden de los fenómenos biológicos. La función económica
tiene dos coeficientes: la necesidad, ó la tendencia á salir del
estado de malestar conocido y á satisfacer deseos: el trabajo ó
esfuerzo psico- físico, fomentado por la necesidad para satisfacerla
y los bienes ó las cosas útiles para la satisfacción de la necesidad.
La Economía Política estudia la función económica en sus
coeficientes y en sus formas de manifestación, á fin de dictar las
reglas oportunas para obtener mayor utilidad con el menor costo
posible. Y esta cuestión se agita en la tribuna y en el libro, en
la cátedra y en la prensa, en el palacio y en el tugurio, en la
fábrica y en la tienda, en el taller y en la taberna.
Ahora bien, aparte las ventajas que ofrece el conocimiento
general de los principios fundamentales que rigen á los fenóme
nos económicos, la difusión de las más importantes verdades
que informan esta ciencia contribuye eficazmente á desvanecer
multitud de falacias, que arraigadas en el espíritu del pueblo
producen hondas y peligrosas perturbaciones.
Creen muchos, por ejemplo, que el trabajador retribuido
vive en una incertidumbre cruel en medio de las riquezas here
dadas de ayer, y á pesar de los poderosos medios de producción
que darían á todos bienestar á cambio de algunas horas de
trabajo cotidiano.
No dudan otros que lo necesario para la producción ha
sido acaparado por algunos en el trascurso de larga historia de
saqueos, éxodos, guerras, ignorancia y opresión en que ha
vivido la humanidad antes de aprender á domar la naturaleza;
quienes prevaliéndose de pretensos derechos adquiridos en lo
pasado, se apropian hoy el producto del trabajo humano, dilapi
dándole insensata y escandalosamente; que reduciendo al pueblo
al punto de no tener con qué vivir en urumes ó una semana, no
permiten trabajar, sino consintiendo en dejarse quitar la parte
del león.
" Millares de seres humanos, dicen, han trabajado para
crear esta civilización de que nos gloriamos. Otros millares
diseminados por los ámbitos del globo trabajan para sostenerla.
Ciencia, industrias, saber, descubrimientos y aplicación práctica
que conducen á nuevas invenciones, trabajo cerebral y material,
208 EL ATENEO
idea y labor de los brazos, todo se enlaza. Cada descubrimiento,
cada progreso, cada aumento de riqueza de la humanidad tiene
su origen en el conjunto del trabajo manual y cerebral pasado y
presente. Entonces, con ¿qué derecho podría nadie apropiarse
la menor partícula de ese inmenso todo? y decir: "esto es mío,
y no vuestro!" ¡ Todo es de todos !, exclaman.
Poniendo la consideración en otro orden de ideas, creen
muchos ingenuamente que debe gastarse el dinero sin reparo
para que los negocios se animen. Los traficantes favorecen
estas ideas con argumentos engañosos.
En el espinoso asunto de la regulación de horas de trabajo,
abundan las equivocaciones peligrosas.
Las huelgas, tan frecuentes hoy, son verdaderos actos de
locura que no se realizarían á tener los trabajadores claro con
cepto del asunto. Watts ha demostrado que hasta las huelgas
que triunfan ocasionan pérdidas: "triunfaren una huelga, dice,
es como ganar un pleito menos ruidoso que perderlo."
La creencia popular de que pueden aumentarse los salarios
haciendo lentamente el trabajo de modo que se necesite emplear
más operarios, es er.or tan perjudicial como el de que no se
permita que unos ganen más que otros en el mismo taller y en
la misma clase de labor.
Los socialistas pregonan que las maquinarias son perjudi
ciales, alegando que quitan el trabajo, que ocasionan los paros,
que hacen bajar los jornales y obligan á luchar unos contra
otros para disputarse las piltrafas con que los racionan, hasta
el día, dicen, en que el exceso de la miseria fuerce á tomar
resoluciones extremas. "Si estas maquinarias, agregan, perte
neciesen á todos, en vez de pertenecer á una minoría, producirían
sin tregua ni descanso; y cuanto mayor fuera la producción más
felices serían los obreros, porque satisfarían sus necesidades
teniendo la producción por límite la facultad de consumir."
Preocupados otros con el principio de libertad, incompatible
en su juicio con el de autoridad, afirman que la legislación social
supone el predominio de la autoridad en el desenvolvimiento de
las funciones económicas y inorales; hechos que deben substraerse
á la influencia del Estado para que puedan ser útiles á la vida
ENSEÑANZA OBLIGATORIA 209
social. Proclaman éstos que la libertad plena, absoluta es el
único remedio para los males sociales.
Para los economistas positivistas la concurrencia produce
una espantosa corrupción moral. Los almacenes suntuosos,
dicen, absorven á los modestos. Las quiebras se multiplican y
entra el desorden general, apto para despertar en el ánimo la
envidia, la desconfianza y el odio; para matar poco á poco todas
las aspiraciones generosas y secar todos los manantiales de la fé
y de la abnegación, para engendrar el fraude, la sofisticación y
el engaño.
Los anarquistas vociferan "que la sociedad tiene el derecho
de defenderse, pero ni ella ni nadie le tiene para castigar ó pre
miar. Antes de hacer al individuo responsable de sus actos,
esta sociedad vengativa, añaden, debiera preguntarse si no es
ella misma la causa eficiente de los daños de que se queja,
obligando á una parte de sus hijos á estar sumida en la miseria,
en la ignorancia, en la depravación, negándoles los medios de
desarrollo, de los que dispone en beneficio de otros hijos predi
lectos; creando condiciones de existencia que retrotraen al
hombre de hoy al nivel de sus antepasados de la edad de piedra. ' '
' '—Habeis embrutecido á los que llamais clases inferiores ; vuestra
organización tiene por punto de mira embrutecerlas aún más y
os extraña que esa clase os aborrezca "
He aquí, señores, en cifra, algunos de los conceptos perni
ciosos, exagerados y erróneos que se procura, por todos los
medios, señoreen la voluntad del pueblo, para que utopías
concebidas al calor de sentimientos humanitarios ostenten los ca
racteres luminosos de la verdad.
Es, pues, deber y deber ineludible de toda gente honrada
impedir por medio de la enseñanza que tamaños errores ofusquen
la mente y extravíen el criterio. Las verdades económicas deben
difundirse en todas las esferas sociales, empleándose los métodos
y procedimientos adecuados á las circunstancias y á las personas,
pues habría que cerrar los ojos á la luz á no reconocerse que la
sociedad no puede presentar combinaciones tan complicadas en
las que tan poca parte tienen las leyes civiles y penales, sin
obedecer á un mecanismo prodigiosamente ingenuo. Ese me-
2
210 EL ATENEO
canismo, señores, es el estudio de la Economía Política, que
desde luego no es colección de máximas, sino la interpretación
de un conjunto de hechos: ciencia que en la investigación de
ciertos fenómenos procura descubrir sus relaciones mutuas y
distinguir la causa del efecto del propio modo que las ciencias
físicas intentan hacerlo con otro orden de fenómenos. Y las
premisas de las cuales la Economía saca sus deducciones, son
verdades que tienen muy alta sanción, axiomas que todos cono
cemos, sobre ellos apoyamos con seguridad los raciocinios y
acciones de la vida diaria y se pueden reducir á la expresión
metafísica de la ley mecánica: "el movimiento buscala línea
de menor resistencia," esto es, que el hombre procura satisfacer
sus deseos con el menor esfuerzo. Su propia existencia exige
que sea productor, y el deseo de prosperidad y de mejorar de
suerte—innato en su espíritu—le impele á reservar la parte que
pueda de lo que produce para engrandecer los elementos de su
ventura. De aquí que sin economía no haya riquezas y con ella
no existan las pequeñas. Los principios económicos pertenecen,
pues, á la constitución del hombre y á las leyes y operaciones
del mundo físico, y como éstas pueden indagarse por medio de
la observación y del análisis.
Si nadie puede poner en tela de juicio la utilidad del estudio
de la Economía Política, cuyo método sólo estriba en distinguir
y separar, circunstancia que le comunica exactitud geométrica;
no es menor su importancia pedagógica: conduce al hombre por
la senda del deber, le encamina al trabajo, le aparta del vicio,
de la holganza, y le hace util para sus semejantes; vela por el
interés individual, procura la perfección del hombre, y, por lo
tanto, su desenvolvimiento intelectual y moral.
Llámala Carly "ciencia siniestra", pero ello se debe á que
proporciona armas terribles para deshacer su teoría de gobierno
y sus planes de reforma social. La verdad nunca fué ni será
siniestra, y las económicas están llamadas á procurarnos el
bienestar material, la paz social y la felicidad en el seno de los
pueblos cultos: no permite instituciones en delicuecencia.
Demostrada, según se me alcanza, la utilidad del estudio
de esta admirable ciencia, cabe preguntar ahora si ha de ser
ENSEÑANZA OBLIGATORIA
obligatoria su enseñanza en la Escuela Primaria, cuestión que
paso á dilucidar contando con vuestra benevolencia.

II

Señores:

Es hecho indiscutible, la existencia de la variedad de los


trabajos mecánicos y liberales en que se ocupan las personas en
el orden doméstico, profesional, municipal, político, internacio
nal, etc. y el deber de dedicarse á ellos. Y como no sea posible
ejecutar trabajo alguno sin aprenderle, infiérese esta ley." Los
seres humanos deben aprender todas las asignaturas que sean in
dispensables para realizar el desenvolvimiento de su poder privado,
individual, colectivo, municipal y político.'"
Requiere esta ley pedagógica denominada de integridad,
que el Plan de estudios primarios contenga todas las clases de
trabajo que han de ejecutar las personas para satisfacer, no
algunas necesidades, sino todas; no sólo aquéllas de que tiene
conciencia, sino también cuantas otras se originen de su natura
leza activa, ya sean físicas, intelectuales, estéticas, individuales,
colectivas, privadas 6 públicas.
Analizadas detenidamente esas necesidades vendríamos en
conocimiento que para satisfacerlas es indispensable:
1) ' 'Aprender á preserverar y á robustecer la salud corporal
y mental del propio individuo y del pueblo.
2) Aprender á restablecer la salud en casos de enfermedad.
3) Aprender trabajos mecánicos.
4) Aprender á llevar la contabilidad.
5) Aprender á calcular.
6) Aprender á dibujar.
7) Aprender á obrar según las leyes económicas, en lo priva
do y en lo público.
8) Aprender á obrar según las leyes morales, en lo privado
y en lo público.
212 EL ATENEO
9) Aprender á obrar según las leyes jurídicas, en lo privado
y en lo público.
10) Aprender á obrar según las reglas de Urbanidad, en lo
privado y en lo público.
11) Aprender á ordenar las ideas, los sentimientos, los
actos de voluntad, esto es. los estados de la mente.
12) Aprender á instruirse y educarse á si propio. "
" Cada una de estas doce cosas, que todas las personas de
ben saber, apunta Berra, es una asignatura. El plan de estudios
comunes debe constar, por lo tanto, de doce asignaturas. La
composición de un Plan de estudios no es, como se ve, arbitraria:
está impuesta por la naturaleza del hombre y por el principio
moral de las acciones. Todas las asignaturas mencionadas son
necesarias, puesto que si alguna se suprime, se hace imposible la
satisfacción de alguna necesidad y se perjudica el desenvolvi
miento. "
« Los infractores de la ley pedagógica incurren en respon
sabilidad moral, si la omisión es voluntaria; no incurren en ella
si la omisión es por imposibilidad. Si no es posible enseñar
las doce asignaturas por falta de recursos ó porque otras circuns
tancias lo impidan, forzoso será suprimir algunas; pero las que
se supriman han de ser, en primer término, las que sea impo
sible enseñar; y, en segundo término, las que menos poderosa
mente influyen en el desenvolvimiento moral, intelectual, in
dustrial y político del pueblo. » Y que no debe prescindirse de
la Economía Política manifiéstalo claramente la consideración
de que su ignorancia lleva al hombre á empresas ruinosas que
envuelven la desgracia de muchos, sumiéndolos en la miseria
más desesperante, y de ésta, no pocas veces, sigue la inmorali
dad y la corrupción más espantosa. La miseria y el lujo, estados
antitéticos, llevan á ese fin: la ciencia económica enseña al
hombre máximas de prudencia, no sólo para prevenir sino
también para atenuar los extremos apuntados. El estudio de
la Economía Política en la Escuela Primaria es, pues, de im
portancia social trascendente: desde el hogar hasta la admi
nistración pública hay una cadena de intereses tan estrecha
mente eslabonados, que no se mueve un anillo sin que los
ENSEÑANZA OBLIGATORIA 213
demás no se resientan. Cuando la mayoría de los ciudadanos
posee conocimientos económicos —á los que se halla subordi
nada la riqueza—existe una opinión pública que sabe imponerse
contra los desaciertos en la administración de su dinero, y
acuden los capitales á explotar con más tino las verdaderas
fuentes locales de prosperidad y abundancia.
El espantoso desequilibrio que, en general, ofrecen hoy
todas las naciones abrumadas por el peso de sus deudas ma
nifiesta una perenne inmoralidad administrativa, consentida
por la ignorancia de los contribuyentes. El remedio eficaz para
tantos gravámenes, que pesan sobre el trabajo, estriba en la
educación económica que debe recibir el pueblo: palanca pode
rosa que remueve todo obstáculo, ariete formidable que demue
le las barreras opuestas por la ignorancia, el egoismo, el lujo
y el derroche.

III

Demostrado el carácter obligatorio del estudio de la Eco


nomía Política en la Escuela Primaria ¿qué debe comprender
el programa? ó en otros términos, ¿cuál debe ser el contenido
del curso?
Desde luego la Escuela Primaria es esencialmente educa
dora, y dado el estado mental de los educandos y el carácter
objetivo ó intuitivo de la primera enseñanza, ésta no puede ni
debe ser científica ó sistemática. No ha de enseñarse, pues.
la Economía como ciencia, ó sea, siguiendo el rigor lógico que
implica el encadenamiento de las verdades que la informan.
Los rudimentos de un conocimiento sólido pueden comunicarse
en la primera infancia, como lo demuestra la experiencia, y
enderezada esta enseñanza á realizar las leyes económicas en lo
público y en lo privado, los encargados de dirigir, patrocinar
ó promover la educación, debieran considerar este punto, dice
Whately como de no poco momento para introducir con tiem
po nociones exactas sobre asuntos con los cuales tienen que
214 EL ATENEO
familiarizarse todos prácticamente en el trascurso de la vida, y
respecto de los que no puede, sin gran riesgo, estar en la ig
norancia ó en el error ninguna clase de personas, desde las más
elevadas hasta las más humildes. Convengo desde luego que
no sea empresa fácil reducir á los estrechos límites de unos ru
dimentos los conceptos fundamentales de la ciencia económica,
máxime tratándose de una exposición clara, sencilla, metódica,
sin aparato científico ni polémico de las principales verdades
que han de servir de norte y guía en la vida económica. No
ciones claras y precisas dp las cosas, hé aquí el objeto de esta
importante enseñanza. Y ha de importarse sin valerse de pro
cedimientos rutinarios y verbalistas que, al mecanizar la ense
ñanza, esterilizan los esfuerzos del educando, agotan sus ener
gías mentales y siembran en el ánimo la desconfianza y la
duda acerca de la utilidad de su estudio.
Conferencias ilustrativas sobre puntos interesantes al alcance
de la inteligencia de los educandos referentes al trabajo, á la
producción, á la manera de formar el capital y sus usos, á la
moneda y sus funciones, á las máquinas y al papel que desem
peñan en la producción, á la concurrencia y al pedido, á la
tierra como máquina y capital, á su valor, bases para apre
ciarlo, su potencia productiva, facilidad de trasporte, de sus
productos; el interés del dinero, protección y libre cambio, in
convenientes económicos de la protección de las industrias que
carecen de condiciones de existencia; el crédito, modo de ad
quirirlo, relaciones estrechas que existen entre la Moral y la
Economía Política y, por último, las disposiciones capitales de
la legislación mercantil de la República, valiéndose para todo
ello de euadros animados, de descripciones pintorescas é inte
rrogatorios sujestivos, en los cuales palpiten las ideas con cla
ridad meridiana. Hé aquí, señores, la forma apropiada de
esta enseñanza destinada á iluminar el entendimiento y á des
pertar nobles sentimientos, por medio de las verdades funda
mentales que impulsan el progreso individual y social, y con
cuya luz se transparenten loe errores que arrastran torpe y
cruelmente á la ruina, á la perdición, pues debe tenerse presen
te que el problema económico no sólo está en el taller y en la
ENSEÑANZA OBLIGATORIA 215
fábrica, sino en el cuartel, en la escuela, en la aduana, en la
oficina, en el palacio, en el presidio, en la tienda, en el bufete
del abogado, en las casas de juego y de mal vivir, en el Muni
cipio, en las Cámaras, en los Ministerios, en los templos, en
las tabernas, en la redacción de los periódicos, en el monte de
piedad, en las asociaciones de beneficencia, en todas partes.
No se trata, pues, de aquellos célebres programas empe
drados de definiciones y clasificaciones que comprenden todos
los sistemas, todas las teorías, todas las opiniones, con la secuela
interminable de refutaciones, distingos y acomodos, con los cua
les salen mal parados hasta los más notables tratadistas, ni
menos de aquellos benditos maestros que creen cumplir su
ministerio recitando discursos más ó menos extensos, fríos co
mo la indiferencia que comunican, pesados como el sueño que
provocan, y que sólo producen la ictericia del intelecto. Trá
tase de llevar á la inteligencia infantil un cúmulo de nociones
claras, precisas y útiles acerca de puntos capitales de una cien
cia que tiene que resolver el espinoso problema del enlace de la
miseria con el progreso: «sentencia obscura de nuestros tiem
pos; hecho culminante del cual dimanan las dificultades indus
triales, sociales y políticas que perturban el mundo y con él
el arte de gobernar. Enigma que la Esfinge del destino pone
á nuestra civilización, y no atinar con él, implica la muerte, »
como sábiamente afirma George.
Empero, para atinar con este enigma, conviene poner de
bulto los errores del socialismo en todas sus formas, la inexac
titud de sus no pocas afirmaciones, lo absurdo de muchas de
sus ideas, lo perturbador, disolvente y aún criminal de las
patrocinadas por ciertos sectarios, y lo utópico é ilusorio de to
do lo que encierra, sin dejar de reconocer sus servicios, de con
fesar sus conquistas, y sin negar cuanto ha penetrado en la
conciencia pública.
No se alegue, que los hijos del pueblo no pueden aprender
á dominar estas nociones con provecho, porque ellos son capa
ces de adquirir todo género de conocimientos. Ni en su na
turaleza espiritual, ni en su organización física hay obstáculo
invencible que impida aprender las verdades necesarias. "Com
216 EL ATENEO
prenden lo que es justo é injusto, distinguen el bien del mal,
lo honrado de lo vil, la virtud del vicio, el egoismo de la ab
negación, y luchando con el hambre, con el frio, aguijoneados
siempre por necesidades materiales que, no satisfechas, se con
vierten en materiales mortificaciones, estos esclavos de la ma
teria se emancipan, proclaman en la conciencia su libertad
moral y en el entendimiento la de su espíritu ». Nutramos,
pues, ese espíritu con el rico alimento de las verdades econó
micas. Y como quiera que la mayoría de los ciudadanos no
cuenta con otra enseñanza que la que proporciona la Escuela
Primaria, no adquiriendo en ella los conocimientos que les
sirvan de base para resolver con acierto los problemas que les
conciernen, se corre el peligro de que en la solución de dichos
problemas no prevalezca el voto consciente, la inteligencia
ilustrada, sino la voluntad ciega de las muchedumbres.
Rossi, desde la cátedra del Colegio de Francia, decía en
1840: « No tememos repetirlo: importa á la prosperidad de las
clases poco afortunadas y al porvenir de la Nación, unir á la
enseñanza del pueblo algunas nociones de la Economía hacio-
nal. Importa explicar con claridad á los niños de las clases
trabajadoras la naturaleza y la variación de los salarios, el ori
gen y la acción de los pequeños capitales, el riesgo de perder
los, el medio de emplearlos útilmente, los recursos que ofrece
la asociación, ya para aumentar la potencia productiva del
trabajo, ya para disminuir los gastos individuales y dar mayor
amplitud al principio tan fecundo de los socorros mutuos. En
tiempos tranquilos, normales se descuida completamente esta
parte tan esencial de la enseñanza popular, y cuando sobrevie
ne un desastre, una carestía, una tormenta política, una crísis
comercial que paraliza el trabajo y arroja la confusión en el
mercado, hombres que tienen más vanidad que juicio, dirigen
sus predicaciones económicas á una multitud ignorante é irri
tada por la miseria; se lisonjean con la esperanza de hacer
comprender en algunos instantes á las muchedumbres ense
ñanzas tardías de las que no se puede hacer ya ninguna aplica
ción, y que en esos momentos parecen inspiradas por el miedo
y el egoismo de las clases superiores ».
ENSEÑANZA OBLIGATORIA 217
Veinticinco años después, Duruy, Ministro de Instrucción
Pública en Francia, dijo en el Parlamento, con motivo de la
crisis comercial, que produjo de rechazo la guerra separatista
de los Estados Unidos de Norte América: « Inglaterra ha po
dido atravesar tranquilamente una crísis espantosa, porque sus
obreros conocían todo lo que nuestros jóvenes ignoran aún, los
resortes delicados de la producción y de la vida económica.
Nuestras desgracias de 1848 han procedido de esta ignorancia.»
Y, Julio Simón, al felicitar en 1876, á la Sociedad de En
señanza Profesional del Ródano por haber introducido en su
Plan de estudios la enseñanza de la Economía Política, decía
proféticamente: « ¿Creeis que tendríamos dificultad alguna en
incluir el estudio de la Economía Política en la enseñanza ofi
cial? A eso llegaremos, yo lo espero, el buen sentido triunfará
de la rutina. La Economía Política es la ciencia del buen
sentido. Ella os dará á conocer donde está vuestro interés y
ésto es ya un gran servicio; os enseñará después cómo debeis
emplearlo, y ésto es ya servicio mayor».
Señores: No echemos en olvido que el « cadáver social es
más obstinado y ménos fácil de enterrar que el cadáver huma
no. Este va á podrirse solo en el ataud, imágen regresiva de
la gestación ; el cadáver social continúa caminando sin que se
note que es cadáver, hasta el día que el más leve choque rom
pe esta sobrevivencia artificial y muestra el polvo en vez
de sangre ».
Cuando una sociedad no responde ya á las nobles solicita
ciones del deber y deja impasible que la lepra de la indiferen
cia le corroa las entrañas, esa sociedad, señores, oculta lesiones
mortales, disfraza sus agonías, hace creer que está viva, cuando
ya está muerta, y resta sólo enterrarla.
No contribuyamos, pues, con nuestros errores, con nues
tras preocupaciones, con nuestra indiferencia, con nuestro egois
mo á la transformación de esta sociedad joven, henchida de
vida y de esperanzas en un cadáver tendido en el salvaje are
nal del caos, donde el soplo helado de la ignorancia agosta to
do elemento de vida, y sólo se perciben entre las bruscas ilu
minaciones de los relámpagos de la revolución, regueros de
218 EL ATENEO
sangre, donde deben dilatarse los campos hábilmente cultiva
dos, prolongarse las paralelas de acero, precursoras del progreso
y levantarse el templo de la verdadera cultura del pueblo: La
Escuela Primaria! Pero no esa Escuela intelectualista, atrofia-
dora de las facultades mentales del niño, caverna obscura de
palabras donde no penetra un rayo de luz, que marchita en flor
las iniciativas más felices, y en la que el organismo adquiere,
el germen que le mina y aniquila.
No, señores, la escuela que el Perú necesita con urgencia
imperativa es la Escuela Moderna, la risueña y encantadora
escuela donde al calor de sentimientos nobles y patrióticos, la
inteligencia reciba luz que ilumine y guie en los escabrosos ca
minos de la vida, y la voluntad, firmeza para poder resistir las
crueldades del dolor, y no ceder á las solicitaciones del vicio ni
á las fascinadoras tentaciones del placer: trilogía que hace del
mundo el infierno, y de los hombres seres perniciosos en vez de
verdaderos ciudadanos, virtuosos padres de familia y celosos
defensores de la Patria.
De esta patria, señores, hermosa como los ríos que la fe
cundan, rica por los tesoros encerrados en sus entrañas, grande
por ser cuna de Grau y Bolognesi, y destinada á empañar el
cetro dela cultura Sud-Americana, si se encauzan y dirigen bien
las altas manifestaciones del intelecto brillante y vigoroso con
que la Providencia brinda á los hijos del Perú.
No seamos remora de lo nuevo ni fuerza conservadora de
añejas preocxipaciones, sino se quiere la estratificación del ca
rácter, parálisis del alma de los pueblos.
Señores: La enseñanza de la Economía Política en la Es
cuela, con su llave de oro, franqueará las puertas de la prospe
ridad nacional.

A. T. Whilar.
)caoras uy .Deacres
Se

(sA gratitud de los pueblos, como la gratitud delos hombres,


jíjjjjsuele ser muy inestable. Las glorias nacionales, lasque
^Jj^significan la opresión vencida tras lucha heroica, las notas
más altas de la poesía, las líneas más esquisitas de la es-
T cultura, el toque más enérgico del pincel, las vibraciones
más armoniosas de la música, los conceptos filosóficos más pro
fundos, las conquistas científicas más provechosas, han tenido
casi siempre, en mayor ó menor escala, que experimentar el
olvido, que cae como una losa de desaliento ó engendra los
desvarios de la desesperación escéptica.
El juicio de la posteridad, por irónico destino, pronuncia
sus veredictos sobre las tumbas. No puede ya escucharlo el
favorecido con él ¡ Nunca sabrá que al fin, sus esfuerzos
fueron considerados merecedores de premio, que sus ensueños
se realizaron, que su obra es amada y bendecida, que flota so
bre su frente una aureola que baña de resplandor sus pesares !
220 EL ATENEO
Nada tan triste como la ancianidad de nn grande hombre,
en medio de la indiferencia pública; y nada tan satisfactorio
para nuestro corazón de peruanos como demostrar que no par
ticipamos de esa indiferencia con el que, el 28 de Julio de 1821,
hace más de setenta años, proclamó á la faz del Universo que
el Perú constituía una nación independiente, en mérito de su
voluntad soberana.
Una bondadosa insinuación del Ateneo me inclinó, antes
de emprender largo viaje, á dar forma á algunos apuntes que
durante días de quietud coordiné en el expresado sentido; y al
seros presentados en mi nombre, espero que los encontraréis,
por su objeto, dignos de llamar vuestra atención.
No se trata de don José de San Martín en los días lumino
sos de su existencia, cuando le sonreía la fortuna y levantaba
su espada ceñida de laureles. Se trata del desterrado volunta
rio, pobre, ciego, sin más amigos que sus recuerdos de valor y
rectitud, ni más sostén que el débil brazo de su hija.
Entonces, solo, rompiendo el silencio de olvido que le ro
deaba, la voz del Perú llegó hasta él. ¡ Cómo se sorprendería
el abatido anciano al escucharla á manera de una vibración de
bondad del corazón de los hombres, de un sonido de otros
tiempos y otros mares, de un eco del joven y bello Continente
nativo que él, ya cercano á la muerte que le respetó en medio
de los combates, había contribuído á ornar con las galas de la
libertad.
Débese al Mariscal Don Ramón Castilla —figura genial en
tre nuestros mandatarios, que á veces reclama la pluma de
Plutarco—este timbre de honor para nuestro país. Elevado al
solio presidencial, por vez primera, el 20 de Abril de 1845,
inauguró — según en diferente ocasión lo he anotado — una
administración en que comenzó á apreciarse el interés vital de
la enseñanza popular, la importancia de las vías de comunica
ción, el porvenir de los ferrocarriles y de la navegación á vapor,
la opulencia de las selvas amazónicas, el remoto pero trascen
dental influjo de la introducción de emigrantes europeos, la
fórmula del crédito y bienestar encerrada en la acertada recau
dación é inversión de las rentas fiscales, y la necesidad de una
CASTILLA Y SAN MARTIN 221
verdadera defensa nacional por mar y tierra. La posteridad
repite la frase de Castilla: "Cuando Chile forme un batallon,
formemos dos nosotros; cuando construya un buque de guerra
construyamos nosotros dos."
Su espíritu, propenso á generosas pasiones, le trajo á la me
moria á San Martín, establecido en Francia. No le había tra
tado personalmente, (1) pero le admiraba, y deseó, entablando
relación con él, hacerle sentir la gratitud de la nación cuyos
destinos regía.
Escribióle una carta, á la que el héroe respondió en los
siguientes términos :

Boidogne-sur-mer, Setiembre 11 de 1S4S.


Excino. Señor Presidente General D. Ramón Castilla.
Lima.
Respetable General y señor:
" Su muy apreciable y franca carta de 18 de Mayo, la he recibido
con la mayor satisfacción. Ella no fué contestada por el paquete del
mes pasado, en razón de no haber llegado á mi poder sino con un fuer
te atraso, es decir, el 20 do Agosto, tres días después de la salida del
paquete de Panamá.
' ' Ud. me hace una exposición de su carrera militar bien interesan
te; á mi turno, permítame le dé un extracto de la mía. Como Ud., yo
serví en el Ejército Español eu la Península, desde la edad de 13 á 84
años, hasta el grado de Teniente Coronel de Caballería. Una reunión
de americanos en Cádiz, sabedora de los primeros movimientos acaeci
dos en Caracas, Buenos Aires, etc, resolvimos regresar cada uno al país
de nuestro nacimiento, á fin do prestarle nuestros servicios en la lucha
que calculábamos que se había de empeñar. Yo llegué á Buenos Aires á
principios de 1813; fní recibido por la Junta Gubernativa de aquella
época, por uno de los Vocales con favor, y por los dos restantes con una
desconfianza muy marcada. Por otra parte, con muy pocas relaciones
de familia en mi propio país, y sin otro apoyo que mis deseos do serle
útil, sufrí este contraste con constancia, hasta que las circunstancias
me pusieron en situación de disipar toda prevención y poder seguir sin
trabas las vicisitudes de la guerra de la Independencia. En el período
de diez años de mi carrera pública, en diferentes mandos y estados, la
política que me propuse seguir fué invariable en dos solos puntos, y la
222 EL ATENEO
suerte y circunstancias, más qne el cálculo, favorecieron mis miras, es
pecialmente en la primera, á saber: la de no mezclarme en los partidos
que alternativamente dominaron en aquella época en Buenos Aires, á
lo que contribuyó mi ausencia de aquella capital por el espacio de nue
ve años.
" El segundo punto fué el de mirar á todos los Estados Americanos
en que las fuerzas de mi mando penetraron, como estados hermanos,
interesados todos en un santo y mismo fin. Consecuente con este justí
simo principio, mi primer paso era hacer declarar su independencia y
crearles una fuerza militar propia que la asegurase.
" He aquí, mi querido General, un corto análisis de mi vida públi
ca seguida en América. Yo hubiera tenido la más completa satisfac
ción habiéndole puesto fin con la terminación de la guerra de la Inde
pendencia en el Perú, pero mi entrevista en Guayaquil con el General
Bolívar me convenció (no obstante sus protestas) de que el «olo obstáculo
para su venida al Perú con el Ejército de su mando, era la presencia
del General San Martín, á pesar de la sinceridad con que le ofrecí po
nerme bajo sus órdenes con todas las fuerzas de que yo disponía.
" Si algún servicio tiene que agradecerme la América es el de mi
retirada de Lima, paso que no sólo comprometía mi honor y reputación,
sino que me era tanto más sensible, cuanto que conocía que con las
fuerzas reunidas de Colombia, la guerra de la Independencia hubiera
sido terminada en todo el año 23. Pero este costoso sacrificio, y el no
pequeño de tener que guardar un absoluto silencio (tan necesario en
aquellas circunstancias) de los motivos que me obligaban á dar este
paso, son esfuerzos que Ud. podrá calcular y que no está al alcance de
todos el poderlos apreciar. Ahora sólo me resta para terminar mi ex
posición, decir á Ud. las razones que motivaron el ostracismo volunta
rio do mi Patria.
" De regreso de Lima fuí á habitar una chácara que poseo á las
inmediaciones de Mendoza. Ni este absoluto retiro, ni el haber cortado
con estudio todas mis antiguas relaciones, y sobre todo, la garantía que
ofrecía mi conducta, desprendida de toda facción ó partido en el tras
curso de mi carrera pública, pudieron ponerme á cubierto de las des
confianzas del Gobierno que en esa época existía en Buenos Aires: sus
papeles ministeriales me hicieron una guerra sostenida, exponiendo que
un soldado afortunado se proponía someter la República al régimen
militar, y sustituir este sistema al orden legal y libre. Por otra parte,
la oposición al Gobierno se servía de mi nombre, y sin mi conocimiento
ni aprobación, manifestaba en sus periódicos que yo era el solo hombre
capaz de organizar el Estado y reunir las provincias que se hallaban en
disidencia con la capital. En estas circunstancias me convencí de que,
por desgracia mía, había figurado en la revolución más de lo que yo
había deseado, lo que me impediría poder seguir entre los partidos una
CASTILLA Y SAN MARTIN 223
línea de conducta imparcial; en consecuencia, y para disipar toda idea
de ambición á ningún género de mando, me embarqué para Europa, en
donde permanecí hasta el año 29 en que invitado, tanto por el Gobierno
como por varios amigos que me demostraban las garantías de orden y
tranquilidad que ofrecía el país, regresé á Buenos Aires. Por desgra
cia mía, a mi arribo á esta ciudad, me encontré con la revolución del
General Lavalle, y sin desembarcar regresé otra vez á Europa, prefi
riendo este nuevo destierro á verme obligado á tomar parte en sus di
sensiones civiles. A la edad avanzada de 71 años, con una salud entera
mente arruinada y casi ciego por la enfermedad de cataratas, esperaba,
aunque contra todos mis deseos, terminar en esto país una vida achaco
sa; pero los sucesos ocurridos desde Febrero han puesto en problema
donde iré á dejar mis huesos, aunque por mí, personalmente, no trepi
daría en dejar este país, pero no puedo exponer mi familia á las vicisi
tudes y consecuencias de la revolución.
" Sera para mí una satisfacción entablar con Ud. una correspon
dencia seguida, pero mi falta do vista me obliga á servirme de mano
ajena, lo que me contraría infinito, pues acostumbrado toda mi vida á
escribir por mí mismo mi correspondencia particular, me cuesta un
trabajo y dificultad increíble dictar una carta, por la falta de costumbre ;
así espero que Ud. dispensará las incorrecciones que encuentre.
" Los cuatro años do orden y prosperidad que bajo el mando de Ud.
han hecho conocer á los peruanos las ventajas que por tanto tiempo les
eran desconocidas, no serán arrancados facilmente por una minoría
ambiciosa y turbulenta. Por otra parte, yo estoy convencido de que
las máximas subversivas que, á imitación de la Francia, quieren intro
ducir en ese país, encontrarán en todo honrado peruano, así como en
el Jefe que los preside, un escollo insuperable: de todos modos, es nece
sario que todos los buenos peruanos interesados en sostener un gobier
no justo, no olviden la máxima de que más ruido hacen diez hombres
que gritan, que cien mil que están callados. Por regla general, los re
volucionarios de profesión son hombres de acción y bullangueros; por
el contrario, los hombres de orden no se ponen en evidencia sino con
reserva; la revolución de Febrero en Francia ha demostrado esta verdad
muy claramente, pues una minoría imperceptible, y desgraciada por sus
máximas subversivas de todo orden, ha impuesto por su audacia á
treinta y cuatro millones de habitantes la situación crítica en que se
halla este país.
" El trascurso del tiempo, que parecía deber mejorar la situación
de la Francia después de la revolución de Febrero, no ha producido
ningún cambio, y continúa la misma ó peor, tanto por los sucesos del
15 de Mayo y los de Junio, como por la ninguna confianza que inspiran,
en general, los hombres que en la actualidad se hallan al frente de la
administración. Las máximas de ódio infiltradas por los demagogos á
224 EL ATENEO
la clase trabajadora, contra los qne poseen; los diferentes y poderosos
partidos en que está dividida la nación; la incertidumbre de una gue
rra general, muy probable en Europa; la paralización de la industria, y
el aumento de gastos para un Ejército de quinientos cincuenta mil hom
bres; la disminución notable de las entradas, y la desconfianza en las
transacciones comerciales. han hecho desaparecer la seguridad, base
del crédito público. Este triste cuadro no es el más alarmante para los
hombres políticos del país: la gran dificultad es alimentar, en medio de
la paralización industrial, un millón y medio ó dos millones de traba
jadores que se encontrarán sin ocupación en el próximo invierno y pri
vados de todo recurso de existencia. Este porvenir inspira una gran
desconfianza, especialmente en París donde todos los habitantes que
tienen algo que perder desean ardientemente que el actual estado de
sitio continúe, prefiriendo el Gobierno del sable militar á caer en poder
de los partidos socialistas. Me resumo: el estado de desquicio y tras
torno en que se halla la Francia, igualmente que una gran parte de la
Europa, no permite fijar las ideas sobre las consecuencias y desenlace
de esta inmensa revolución, pero lo que presenta más probabilidades
en el día es una guerra civil, la que será difícil de evitar, á menos que,
para distraer á los partidos, se recurra á una guerra europea, acompa
ñada de la propaganda revolucionaria; medio funesto; pero los hombres
de partido no consultan sus consecuencias.
" Un millón de gracias por sus francos ofrecimientos. Yo los creo
tanto más sinceros cuanto son hechos á un hombre que por su edad y
achaques es de una entera nulidad; yo los acepto para una sola cosa, á
saber, rogar á Ud. que los alcances que resultan de los ajustes de mi
pensión, hechos por esas oficinas, puedan, si es de justicia, ser recono
cidos por el Estado, pero con la precisa circunstancia de que nada será
satisfecho hasta después de mi fallecimiento, en que mis hijos encuen
tren este cuerpo de reserva para su existencia. Esta carta es demasia
do larga para un Jefe que tiene que ocuparse de asuntos de gran tama-
ño: en las subsiguientes tendré presente esta consideración.
" Al demostrar á Ud. mi agradecimiento por los sentimientos que
me manifiesta en su carta, reciba Ud., mi apreciable General, mis votos
sinceros porque el acierto presida á todas sus deliberaciones, permitién-
me al mismo tiempo tenga la honra de titularse amigo de Ud. su ser
vidor q. s. m. b."
José de San Martín.

Hasta aquí la carta del ilustre procer.


Llamo la atención hacia el párrafo en que, con la altiva
generosidad que fué el fondo de su carácter, acepta San Martín
CASTILLA Y SAN MARTIN 225
el espontaneo ofrecimiento de Castilla de que el Perú le recono
ciese la pensión á que tenía derecho, devengada desde que salió
de Lima el 20 de Setiembre de 1822.
A cuánto ascendió la pensión, no me atrevo /i asegurarlo.
El Teniente General D. Bartolomé Mitre (2) señala la suma de
12.000 pesos anuales, como fijada en la resolución de nuestro
Congreso del propio año por la que se votó una acción de
gracias á San Martín. Nada hallo, sin embargo, en su
texto, relativo á cantidad; (8) ni tampoco en el de las leyes
nombrándole generalísimo de las armas del Estado, insistiendo
en tal nombramiento —que él no declinaba como un título, y sí
«en cuanto á ejercer el amplio poder que envolvía»—y confirién
dole, junto con excepcionales distinciones, el dictado de «Fun
dador de la libertad del Perú.» (4)
El único dato preciso lo suministra la última ley, que le
autoriza para gozar «del sueldo que anteriormente disfrutaba)),
mientras, «á semejanza de Washington, se le asigna una pensión
vitalicia.» En las colecciones oficiales no figuran en la materia
más actos legislativos, lo que induce á presumir que la liquida
ción ordenada por Castilla se basó en la asignación de 30.000
pesos anuales que percibía el General en Jefe del Ejército li
bertador al ascender á la categoría de gobernante de nuestra
naciente República.
Desde el punto de vista de las rectificaciones históricas,
tiene importancia que San Martín advierta que prestó servicios
en el Ejército Español, en la Península, desde la edad de trece
años; que llegó á Buenos Aires á principios de 1813; y que uno
de los vocales de la Junta Gubernativa le dispensó su favor, al
paso que los dos restantes sintieron hácia él marcada descon
fianza. Sus biógrafos relatan que no había cumplido doce
años cuando colgó de sus hombros los cordones de cadete del
regimiento de Murcia; que la fragata George Canning, que le
condujo á la patria y á la gloria, arribó á Buenos Aires en Marzo
de 1812; y ni en Vicuña Mackenna, (5), citado frecuentemente
por Mitre como uno de los escritores concienzudos que se han
ocupado de San Martín, ni en el mismo Mitre, cuyo hermoso
libro es un monumento de laboriosidad y de criterio, se descubre
4
226 EL ATENEO
la huella de las dificultades que suscitó la presencia del joven
militar.
Los dos primeros hechos resisten mayor análisis: acaso San
Martín, bajo el peso de los años, incurrió en leves inexactitudes
(6). No así el concerniente al Gobierno de las Provincias
Unidas, aunque está mal aplicado el nombre de Junta Guberna
tiva al Triunvirato de Chic-lana, Poseo y Sarratea, que había ya
reemplazado en 1812 al Cuerpo dirigente que brotó del plebiscito
de 25 de Mayo de 1810—fecha clásica para los argentinos.
Todos admiten que San Martín, á su regreso de España, era
un soldado sin relaciones ni apellido conocido. Alvear, su com
pañero de la «Logia de Lautaro)), en Cádiz, no omitió lanzar á
los cuatro vientos la manera cómo le apoyó y obtuvo «que se le
abriera la puerta del mando», en su profesión. (7) Falta, con
forme lo revela la carta que comentamos, indagar las resistencias
con que tropezó por parte de sus compatriotas; averiguar quienes
se colocaron de su lado, quienes se le opusieron, y el motivo del
buen éxito que le acompañó, al punto de que á los ocho días
de encontrarse en la capital le fuera encomendada la organiza
cion de esos Granaderos á caballo qvie, sin la traición del Callao
en 1824, serían en la historia de América lo que en la griega
la Legión Sagrada de Epaminondas ó en la de las campañas
Napoleónicas la Vieja Guardia.
La famosa entrevista de Guayaquil, que decidió dela suerte
de las antiguas colonias, cesó de ser un enigma, un objeto de in
ducciones, deducciones y falsedades, ó una escena cuyo velo
levantaron á medias ciertos contemporáneos que no penetra
ron, ni penetrar podían, la esencia del tema sobre que versara,
desde que el capitán francés G. Lafored de Lorey imprimió en
1844 su obra «Voyages dans les deux Amériques. » Insertó en
ella una carta enteramente ignorada que San Martín dirigió á
Bolívar el 29 de Agosto de 1822 (8), y que equivale al acta
escrita y aceptada de la conferencia entre los grandes hombres.
La reproduce íntegra Mitre en calidad de documento justifica
tivo. (9)
Brilla ahí, claro, el propósito del vencedor de Chacabuco
de aliarse sinceramente al vencedor de Boyacá, á fin de romper
CASTILLA Y SAN MARTIN 227
unidos las cadenas del Virreinato, que aislados hubieran tam
bién roto, nías á costa de la larga, peligrosa y sangrienta lucha
que sobrevino después. «La independencia de América es
irrevocable —dice San Martín—pero la prolongación de la guerra
causará la ruina de sus pueblos, y es un deber sagrado para los
hombres á quienes están confiados sus destinos evitarles tama
ños males.» Y como si no fueran bastantes semejantes ideas,
extrañas en un caudillo de espada y de acción, ahí brillan, ade
más, estas palabras que llevan á la contemplación de la subli
midad moral: «Mi partido está tomado. He convocado el
primer Congreso del Perú, y al día siguiente de su instalación
me embarcaré para Chile, convencido de que mi presencia es el
sólo obstáculo que le impide (á Bolívar) venir al Perú con el
Ejército de su mando. Para mí hubiera sido el colmo de la
felicidad terminar la guerra de la Independencia bajo las órdenes
de un General á quien la América debe su libertad. El destino
lo dispone de otro modo, y es preciso conformarse!
Los sentimientos que expresa esta carta quedarán sepultados en
el más profundo silencio; si llegasen á traslucirse, los enemigos
de nuestra libertad podrían prevalerse para perjudicarla, y los
intrigantes y ambiciosos para atizar la discordia.»
La carta á Castilla ocupa el segundo lugar entre las fuentes
historicas esclarecedoras de la entrevista. Trazada en la sereni
dad del retiro de la vida pública, cuando Bolívar se había
despedido ya del mundo, en un rincón de Colombia, sintiendo
en sus postrimerías el peso abrumador del desengaño, en cuanto
se refería á la constitución de los nuevos Estados, San Martín
confirma y acentúa en ella, empleando conceptos más positivos,
la carta que publicó Lafond.
« Si algún servicio tiene que agradecerme la América, es el
día de mi retirada de Lima»—dice. Intima y sugestiva confe
sión que nos recuerda la posibilidad, acaso simplemente hipoté
tica, de que Bolívar se empeñase con las tropas de San Martín
en una contienda fratricida que hubieran aprovechado los es
pañoles, si no se le dejaba seguir los rumbos de sus ensueños
meridionales!
Ofrecen interés los detalles de su viaje á Europa que San
228 EL ATENEO
Martín comunica á Castilla, pues comparándolos con los que
dan los historiadores, resultan de relativa novedad. Insistiremos
en que, si se presentó en la rada de la capital argentina, tras
curridos cinco años de ostracismo, fué en virtud de la invitación
del Gobierno, y de llamamiento de varias personas que se inspi
raban en el decoro del país; y agregaremos que no desembarcó,
volviendo rápidamente á Francia.
Ni una línea consagra á su proyecto de Monarquía, cuya
existencia, negada un tiempo, nadie negaría en la actualidad.
Basta á comprobarla, el pliego de instrucciones que recibieron
García del Río y Paroissien para buscar en las naciones euro
peas un príncipe que se coronara soberano de Lima, instruccio
nes que quedaron desautorizadas, dos meses después de la
instalación del Congreso Constituyente, por una ley expresa,
obtenida con meritorio afán por la mayoría republicana. Opi
namos con D. Ricardo Palma que aquel proyecto provenía de
una conciencia honrada. Para San Martín, el Perú, centro de
las tradiciones realistas, « con una gran copia de títulos de Cas
tilla, que daban á la capital del virreinato el boato y exteriori
dades de una pequeña corte, mal podía romper en un instante
con su pasado y hábitos de tres siglos. La transición era de
masiado brusca. (12)
Un magistrado, reliquia de los días en que se luchó por
formarnos patria, figurando él en preferente fila entre los revo
lucionarios más convencidos y audaces, el Dr. D. Francisco
Javier Mariátegui, ha negado que hubiera ese medio favorable
al establecimiento de un trono. «En Lima no han existido ja
más ideas ni creencias aristocráticas—son sus palabras: —
existían modales finos, decencia, costumbres que probaban lo
adelantados que los limeños estaban en la cultura y civilización;
pero ideas y creencias aristocráticas, nó. De tener nobles y de
centes maneras, á estar preparados á recibir rey, hay una dis
tancia inconmensurable. » (13)
Podía equivocarse San Martín al apreciar las condiciones
del Perú, pero en tal caso se equivocaba debuena fé. No obceca
do por el provecho particular, cuyos fáciles senderos desconoció
siempre, sus esfuerzos se concretaron á que el nuevo Estado
CASTILLA Y SAN MAHTIN 229
tuviese una forma de Gobierno que garantizase su estabilidad
futura.
Castilla contestó así al ilustre proscrito Señor General D.
José de San Martín:

Generalísimo de las armas peruanas.


Lima, Noviembre 13 de 1842-
Muy querido General y distinguido amigo:
" Verdadera satisfacción he recibido con la lectura de la carta de
11 de Setiembre con que ha querido U. favorecerme.
" Muy franca, leal y digna del desprendimiento de U. encuentro la
relación que me hace de su vida pública, y muy particularmente en lo
referente á los importantes sen-icios que prestó á la independencia
americana, de que antes tenía el gusto de estar al corriente. Los que
acometen una empresa, por lo general cosechan solamente las priva
ciones y riesgos que hay que correr para darle cima, pero U. ha sido
feliz, porque mirando con ojos filosóficos los sucesos que se han desa
rrollado en la América desde que dejó las playas del Perú, goza ahora
de la satisfacción que dá una conciencia tranquila y un procedimiento
noble y desprendido, por el que tiene la gratitud de la mayoría de los
Estados Sud- Americanos.
" Con gusto vería la elección que hiciera U. del Perú para pasar
en él, de un modo tranquilo y en medio de verdaderos amigos, el úl
timo tercio de su vida, si se resolviese á dejar la Europa, teatro de es
cándalos y desórdenes.
" Todas las liquidaciones de las oficinas de Hacienda hechas de la
asignación que tiene U. señalada en el Tesoro Peruano, han sido man
dadas reconocer en el acto como deuda nacional, y si alguna hubiese
pendiente, dispondré se haga lo mismo, para cumplir los deseos que
sobre esto me manifiesta.
" Desde que mando el país. ha recibido el apoderado de U. cada
mes, de mano del habilitado de la Inspección General, su haber que no
dudo habrá remitido á U.
" Al fin de evitar á U. la especie de mortificación que le ha causado
no poderme escribir de su puño, me valgo ahora de otra mano, y le rue
go que no deje de dirigirme sus cartas con frecuencia, porque esto lo
mirará como un servicio distinguido su muy decidido amigo y servidor, "
Ramón Castilla.
230 EL ATENEO
La promesa del Presidente, indudable intérprete al formu
larla de la República entera, estaba cumplida. Lo adeudado
á San Martín le era reconocido, como crédito nacional, y su
apoderado entraba en posesión en Lima, mes á mes, de las co
rrespondientes entregas.
El suelo del Perú, hollado por la ingratitud extranjera, pe
ro que nunca tuvo que avergonzarse de su propia ingratitud, se
le ofrecía además, á San Martín, como el único lugar de Améri
ca en que—usando su desconsolada frase—« podía dejar sus
huesos». ¡Irónico destino el de los Scipiones de todos los
tiempos!
Un día después de firmar Castilla la carta anterior volvía
á escribirle su noble amigo:

Excmo. sEftoR General D. Ramón Castilla.

Buldog ne-sur-mer, 14 de Noviembre de 1S4S .


(Recibida el 19 de Enero de 1849).
Mi respetado General y amigo:
Por el paquete de Setiembre tuve el gusto de escribir á U. contes
tando á su muy apreciable de 13 de mayo, cuya carta le dirijí directa
mente; mas ahora lo verifico por conducto del Coronel Beltrán, Secre
tario de la Legación peruana en Lóndres, y creo que por él mismo
sería el más seguro y pronto para recibir sus comunicaciones. No va
ya U. á creer por esto que yo le exija contestación á mis cartas (á pesar
de lo satisfactoria que mo será siempre su correspondencia, pues con
vencido por la experiencia de las graves ocupaciones que absorverún
su tiempo, le ruego que no se tome esta incomodidad.
"La situación, en lo general, de este viejo continente, signe en el
mismo estado de agitación que anuncié á U. en mi anterior; sin embar
go, la última revolución acaecida en Viena, y la represión sangrienta
sobre esta capital por las tropas imperiales, puede causar alguna muta
ción en la política de los gobiernos monárquicos de Europa, aunque
en mi opinión no creo que ésta se extienda á retirar las concesiones
constitucionales que los pueblos han obtenido en este año.
" De todos modos, resta la gran cuestión del socialismo, cuestión
vigente, y que los hombres de desorden entretienen en las masas, tanto
por los clubs como por millares de panfletos. Por lo respectivo á la
CASTILLA Y SAN MARTIN 231
Francia, una gran crísis se prepara en la elección del Presidente, que
debe realizarse el 1.° del mes entrante. Los diferentes partidos que
trabajan por el poder se van á encontrar en presencia, y del choque pue
den resultar complicaciones muy sérias. con tanto más motivo, cuanto
el carácter nacional no está acostumbrado, como los Americanos del
Norte, á la observancia de la Constitución.
" He visto con sentimiento el movimiento ejecutado por el General
Ignaín, poro al mismo tiempo he tenido la satisfacción de ver su pronta
«presión; esto prueba que en el Perú el reino de la ley es comprendido
por los ciudadanos. y qne los perturbadores se estrellarán contra un Go
bierno legal y justo: yo felicito á U. por este feliz resultado, y no dudo
que él contribuirá muy eficazmente á asegurar el órden y las ventajas
que su administración ha hecho conocer á los peruanos.
Adiós, mi apreciable General. Con sentimiento de aprecio y amis
tad se repite de U. su afectísimo servidor, q. b. s. m.
José de San Martín.

Entiendo que el General Iturregui, amigo distinguido


de San Martín (14), era á la sazón Jefe de nuestra Legación en
Francia, como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipoten
ciario. El señor Beltrán, á quien cupo la suerte de ser inter
mediario en esta correspondencia, tenía ya antecedentes en la
carrera diplomática: formó parte con D. Bonifacio Lazarte (en
un principio fué nombrado Secretario D. José Fabio Mel
gar) de la Legación de D. Felipe Pardo á Chile y España en
1836.
Aquí hay un vacío. No conocemos una carta de Castilla
contestada por la trascrita en seguida, en que San Martín ex
presa su franco agradecimiento:

Excmo. señor Presidente, General D. Ramón Castilla.

Boulogne-sur-mer, 15 de Abril de 1849.


(Recibida en el paquete de 8 de Junio.)
Mi apreciable General y amigo:
" Por el paquete pasado he recibido (con atraso) su favorecida de 13
de Enero; lo que me impidió contestarla por el correspondiente del mes
232 EL ATENEO
de Marzo; ahora lo verifico, tributándole á U. las más expresivas gra
cias por sus francos ofrecimientos, así como por la pronta terminación
de los créditos de mi pensión que U. me anuncia.
" El inminente peligro que amenazaba á la Francia (en lo más vi
tal de sus intereses) , por los desorganizadores partidos terroristas, co
munistas y socialistas, todos reunidos con el ñnico objeto de desquiciar,
no sólo el órden y civilización, sino también la propiedad, religión y
familia, han contribuido muy eficazmente á causar una reacción for
midable en favor del órden: así es que se esperan con confianza las
próximas elecciones de Asamblea legislativa, que no sólo afirmarán la
seguridad de la Francia, sino que influirán con su ejemplo en el resto
de la Europa, la que continúa con agitaciones y complicaciones que só
lo el tiempo podrá calmar.
" Usted verá por los papeles públicos terminada la guerra del Pia-
monte con el Austria en una campaña de cuatro días, y la abdicación
del Rey Carlos Alberto, acaecimiento que no tiene ejemplo en la histo
ria. El Emperador de Austria sostiene la sangrienta guerra contra la
Hungría, con alternativas diferentes, pero la cooperación de la Rusia
en favor del primero, hará inclinar la balanza por la fuerza numérica.
Las hostilidades hai> dado principio entre la Dinamarca y la Alemania,
y ésta última sigue tocando inmensas dificultades para reunir un cen
tro común que dé impulsión á la diversidad de intereses encontrados
de tantos y tan desiguales Estados de que se compone esa Federación.
" La confianza empieza á manifestarse: sin embargo, se Bree con
fundamento que aún debe trascurrir largo tiempo antes de poder cica
trizar las heridas que la última revolución ha causado en la propiedad,
industria y comercio de este país.
" Creo que para evitar el atraso de sus cartas sería el mejor con
ducto el de la Legación del Perú en Lóndres, por el que yo le incluyo
á U. la presente .
" Goce U. de salud cumplida y termine el período de su mando con
toda felicidad, y acompañado del justísimo reconocimiento de sus com
patriotas; es todo lo que desea á U. éste su reconocido amigoy servidor,

José de San Martin.

Nuevo y más sensible vacío. No he logrado ver la carta


que con fecha 15 de Febrero de 1849 dirijió San Martín á
Castilla, y de la que éste acusó recibo oportunamente, contes
tándola en la forma que sigue:
CASTILLA Y SAN MARTIN 233

Excmo. sesor General D. José de San Martin.

Lima, Mayo 26 de I849.

Mi respetable General y amigo:

" Sin embargo del limitado tiempo que me dejan las tareas públi
cas, para llenar en parte las confidenciales, especialmente las que res
pectan á U., me es satisfactorio colocarlo en el lugar más preferente.
Tengo el honor de anticipar esta carta que caminará por el Paquete del
1!» de Junio próximo, con la cual voy á contestar su apreciable do 15 de
Febrero último, por haber únicamente acusado su recibo el 19 del
que expira.
" Muy sensible me es saber por su estimada citada carta que á
consecuencia de la instabilidad de la paz en Francia, y de la confirma
ción de su enfermedad en la vista, nos priva U. de la satisfacción de
verle entre nosotros durante sus días. Quizá restableciéndose la pri
mera, y mejorando la segunda en este último tercio de mi período cons
titucional, se resigue U. á vivir en un país que, aunque pequeño por su
reducida población, es sincero amador de U. por los servicios que le
debe como á su caudillo en la lucha du la independencia.
" Antes de haber castigado al General Iguaín por el crimen de cons
piración que cometió en Julio del anterior, el 21 de Febrero último fué
sofocada, sin una goto de sangre, una segunda conspiración capitanea
da por los Generales San Román y Torrico, y de acuerdo con Ballivián
y Flores, que no pueden conformarse con la pérdida de sus presiden
cias ni con la continuación de la paz de que tienen positiva necesidad
estos pueblos. Felizmente, descubierto el plan, en cuyo desarrollo el
Perú habría perdido su nacionalidad, nos proponemos destruirlo, si no
para siempre, al menos por mucho tiempo. Con tal motivo fué que
convoqué un Congreso extraordinario que del 11 al 12 do Junio próxi
mo quedará instalado. Espero fundadamente que este cuerpo, no obs
tante, como U. sabe, que el mayor número de los de su clase son propen
sos á los desórdenes, ayudará al Gobierno á la conservación de la paz
pública, bien precioso que, por mi parte, me propongo mantener á todo
tranco, apoyado en los buenos peruanos que conocen demasiado la mag
nitud de la tempestad que acaban de conjurar.
" Principalmente los marinos franceses, obstáculo de la cesación
de la guerra en el Río de la Plata, y de su prosperidad, que no puede
haber sin paz, han cuasi intervenido con su conducta parcial en favor
de los enemigos del Perú y Bolivia, trayendo á bordo de sus buques al
234 EL ATENEO
General Ballivián. Los ingleses han observado una conducta diversa
y perfectamente neutral.
" Aún cuando estos pueblos, infantes en la carrera de las naciones,
marchan de obstáculo en obstáculo hacia el objeto que se han propues
to alcanzar, nos prometemos que fijando su atención en el_tiempo perdi
do obren en el sentido que más convenga á sus intereses, en toda la ex
tensión de la palabra. Yo por mi parte he jurado continuar exclusi
vamente dedicado, en todo el tiempo que me resta de mando constitu
cional, á la consecución de aquel objeto.
" En mi carta del 13 me tomé la libertad de llamar la atención de
U. sobre otro diverso é importante objeto: hablo del estandarte de Pi
zarra y el expediente de Santa Rosa de Lima, que cuando U. se retiró
del Perú llevó consigo, como recompensa más distinguida á los servicios
que U. había prestado á la República.
" Suponiendo, como debo suponer, que U. quiso poseer aquellos
trofeos por un tiempo determinado, ó á lo más durante sus días, que
celebraría fuesen perdurables, y tomándome la confianza de ser intér
prete de su voluntad, que siempre juzgué honrosa y amigable al Perú,
creo que U. recibirá con agrado mi indicación, y se servirá decirme su
opinión y última disposición respecto del estandarte de Pizarro y ex
pediente de Santa Rosa, que creo deben volver á esta República, sino
antes, inmediatamente después de los días de U.
" Rogando á U. dispense la franqueza que he usado al hablarle de
un asunto que para otros era concluido por el silencio que han guar
dado acerca de él, me repito de U. afectísimo amigo y obsecuente
servidor,
Ramón Castilla.

Como se vé, habiéndole hablado San Martín, en carta


del 14 de Noviembre, del movimiento subversivo del General
Iguain, Castilla se ocupa de él y del iniciado por los Generales
San Román y Torrico, á quienes atribuye connivencias contra
rias á nuestra nacionalidad con los ex-Presidontes de Bolivia
y Ecuador, respectivamente, Ballivián y Flores.
De delicada, y á la vez terminante manera, pasa, en
fuerza de consideraciones patrióticas, á insinuarle la devolución
del expediente de canonización de Santa Rosa y del estandarte
denominado de Pizarro, el cual obsequió al Protector el Ayun
tamiento de Lima.
San Martín dió esta respuesta :
CASTILLA Y SAN MARTIN 235

Excmo. seSor General D. Ramón Castilla.

Boulogne-Sur-Mer, 15 de Julio de 18J&

Mi respetable General y amigo:

" La muy apreciable de U. de 13 de Mayo próximo pasado la he


recibido, y tengo la satisfacción de contestarla.
" Ya había visto por los papeles públicos la tentativa revoluciona
ria qne U. me anuncia, es decir, volver á sepultar al Perú en el cúmulo
de males que por más de veinte años ha sufrido. Felicito á U. por la
feliz terminación de este grave incidente, con tanto más motivo, cuan
to que se ha realizado sin la menor efusión de sangro.
" Doy á U. infinitas gracias por el decreto que ha tenido á bien
dar á mi favor, para la liquidación de mi pensión desde 1.° de Enero de
1832 hasta fin de Diciembre de 184o. No dudo que mi apoderado prac
ticará las demás diligencias de justificación á que se refiere el cita
do decreto.
" Aguardo la comunicación que U. me anuncia por el próximo pa
quete, relativa al estandarte de Pizarro y expediente de Santa Rosa
de Lima.
' ' Creo haber prevenido los deseos que supongo en U. , y cuando con
teste á la dicha comunicación, le remitiré copia legalizada de los docu
mentos que justifican el modo como este estandarte vino á mi posesión.
Por lo respectivo al expediente de Santa Rosa, ignoro absolutamente to
do lo relativo á este particular.
" En el trascurso de más de mes y medio, el aspecto de la Europa
ha cambiado de un modo inesperado. Las revoluciones alarmantes de
Sajonia, Gran Ducado de Badén y el Palatinado han sido dominadas
por la fuerza de las armas. Estos sucesos han adquirido á los gobier
nos de Alemania un ascendiente moral y efectivo, encontrando un só
lido apoyo entre los hombres de órden, y contra la propaganda de los
anarquistas. La Italia, igualmente sumisa toda ella, por la toma de la
capital de la Cristiandad, ultimo punto en que se habían reunido los
principales demagogos de la Europa, presenta un porvenir tranquilo.
" La Francia, con el golpe que los socialistas y demás partidos ex
tremos han sufrido el 13 del pasado, presenta en el día más garantías
de tranquilidad, sin que por esto pueda asegurarse la permanencia de
ésta por largo tiempo, vistos el carácter inquieto de esta nación, y los
diferentes partidos que la trabajan.
" Mis deseos en favor de U. son siempre los mismos, es decir, que
concluya el período de su agitado mando dejando á su sucesor el Pe
236 EL ATENEO
rú próspero y feliz: con estos sentimientos se repito de U. su recono
cido amigo,
José de San Martín.

" P. S.—Me dice U. haberme remitido unas gacetas que no he re


cibido, á menos que no sea un voluminoso pliego, cerrado como una
carta, por cuyo porte me pedían en el Correo 28 pesos fuertes, y que no
quise recibir creyendo fuesen impresos, como ya me ha sucedido varias
veces: si otra vez tiene U. la bondad de remitirme algunos impresos,
prevengo á U. lo haga poniendo solamente bandas, de modo que pueda
verse son Gacetas. "

Alúdese á una carta de Castilla de 13 de Mayo, que no


puede ser otra que la citada por el Presidente en la de 26 del
mismo mes, que dejo trascrita. Falta igualmente esa carta en
esta correspondencia.
Manifiesta San Martín que nunca estuvo en su poder el
expediente de Santa Rosa, de lo cual deben tomar nota los
investigadores de archivos.
El estandarte del conquistador extremeño, sí reconoce que
lo conserva. Seguramente en vista de lo expuesto por Castilla,
en la carta de 26 de Mayo, que llegó á Boulogne con posteriori
dad á la fecha en que fué escrita la que precede, resolvió su
devolución al gobierno del Perú, la cual tuvo efecto al darse
cumplimiento á sus disposiciones testamentarias. El Dr. D.
Pedro Gálvez, representante nuestro en Francia, recibió en una
sencilla y significativa ceremonia, de manos del señor Balcárcel,
esposo de la amada hija del héroe, el pedazo de histórica tela
que simbolizaba la destrucción del imperio incaico.
El turbión revolucionario arrastrólo años después en Lima,
y nada sabemos de su paradero.
También en la presente carta lleva San Martín su pluma
hácia la política europea, que era natural le preocupase; siendo
explicable su afán noticioso por la carencia entonces de la rá
pida comunicación postal y del cable submarino. En todo lo
que ha dicho y dice sobre el particular, se nota su apego á los
gobiernos fuertes, más ó menos surgidos del sufragio, y su des
CASTILLA Y SAN MARTIN 237

vío, su repugnancia por los desbordes populares, cualesquiera


que sean los principios que proclamen ó los fines que se pro
pongan conseguir.
Después de relatar el asesinato del General Solano, Mar
qués del Socorro, en Cádiz, por el pueblo injustamente enfure
cido, á raíz de la jornada de Madrid del 2 de Mayo de 1808,
observa Mitre: «Esta trajedia sangrienta, en que el mismo San
Martín fué actor, y hubo de ser víctima, no se borró jamás de su
memoria. Ella determinó, sin duda, muchas desus resoluciones
políticas en lo sucesivo. Desde entonces, no obstante su sincero
amor á la libertad humana, miró con horror profundo los movi
mientos desordenados de las multitudes y los gobiernos que se
apoyaban en ellos. Pensando que el gobierno de este mundo
pertenece á la inteligencia apoyada en la fuerza morigerada,
formó parte de su credo político la máxima de que todo debe
hacerse para el pueblo, pero subordinándolo á la disciplina.»
Me permito agregar que las ideas de San Martín, vagas é
indecisas, adquirieron la robustez que podía hacerlas prácticas
cuando el autoritario Ministro Monteagudo, reaccionando sobre
la propaganda audazmente radical del «Mártir ó libre» de Bue
nos Aires, se irguió á su lado como un coloso, pronto á anona
dar los gérmenes de republicanismo que crecían más en el cora
zón que en el cerebro de la parte joven de la generación de la
Independencia.
El agradecimiento del gran batallador se manifiesta de
nuevo en la carta que precede, contrayéndose al decreto supremo
expedido por Castilla en que, previa liquidación, y tomando
en cuenta lo ya abonado, se otorga á San Martín la facultad de
cobrar por sus pensiones, la respetable suma correspondiente al
período desde el 1? de Enero de 1832 hasta el 31 de Diciembre
de 1845, sin perjuicio del abono mensual de las que corriente
mente devengase.
¡ Feliz oro el del Perú, que iba á llevar á la oscura casita
de las costas del canal de la Mancha el bienestar inesperado y
modesto que endulzaría los postreros días del libertador de la
Argentina y Chile !
238 EL ATENEO
No constituyen las cartas que sometemos ala consideración
pública un tesoro inédito. Publicólas el Dr. D. Mariano Felipe
Paz Soldán en la «Revista Peruana», de que fué fundador, y no
Be le escaparon á Mitre, quien las cita, conceptuándolas de
mucha importancia histórica, en tres partes de su obra. (15)
Sin embargo, por doloroso que nos sea, tenemos una queja
que formular contra este eminente autor.
«Vivía San Martín en el campo con su hija— escribe—y sólo
contaba con los pobres recursos (pie le había proporcionado la
venta de la casa donada por el Congreso Argentino por la victo
ria de Maipú. Su destino, según sus propias palabras, era ir á
morir en un hospital. Un antiguo compañero de armas suyo
en la guerra de la Península, un español, el opulento banquero
Aguado, vino en su auxilio y le salvó la vida, sacándole de la
miseria. Le hizo adquirir la pequeña residencia de campo de
Grand-Burg, á orillas del Sena y á inmediaciones del Olmo que
según tradición plantaron los soldados de Enrique IV que si
tiaban á París Al fin llegó el término de su trabajada
existencia. La muerte empezó por los ojos. La catarata, esa
mortaja de la visión, empezó á tejer su tela fúnebre. Cuando
el famoso oculista Sicliel le prohibió la lectura—otra de sus pa
siones—su alma se sumergió en la obscuridad de una profunda
tristeza. El aneurisma amortiguó las palpitaciones de su gran
corazón. Trasladóse á Boulogne-Sur-Mer, en busca, como Bolí
var, de las brisas vivificantes del mar, y allí tuvo la conciencia
de su próximo fin. El 13 de Agosto, hallándose de pié en la
plaza del Canal de la Mancha, con la vista apagada, perdida en
el nebuloso horizonte, sintió el primer síntoma mortal. Llevó la
mano al corazón, y dijo con una sonrisa á su hija que le acom
pañaba como una Antígona: C" e*l Vorage qui vicnt auport! El
17 de Agosto de 1850 empezó su agonía »
¿ Por qué omitir en este brillante trozo, modelo de senti
miento y colorido, loque el Perú hizo, cumpliendo un deber sa
grado, por D. José de San Martín ? ¿ No era más digno de
Mitre decir toda la verdad que conocía, y hablar, no sólo del
auxilio ocasional de Aguado, sino del estable y fundado en su
CASTILLA Y SAN MARTIN 239
derecho, con que le acudió nuestra patria, enalteciéndose ante
la historia?

J. A. de Izcue.

(1) A los quince años, Castilla, que se encontraba en Chile al lado


de su hermano mayor Don Leandro, sentó plaza como cadete, en el
regimiento español de Caballería " Dragones de la Frontara," y formó
precisamente parte del Ejército que salió á combatir la invasión de San
Martín, iniciada con el " paso de los Andes." Sin asistir, en razón de
una comisión militar, á la batalla definitiva de Chacabuco, cayó prisio
nero en el séquito del Capitán General Marcó del Pont; fué remitido á
Buenos Aires, de donde, puesto en libertad generosamente por el Su
premo Director Puyrrodón, pasó á Montevideo y Río Janeiro; y regresó
a Lima después de atravesar todo el Brasil, con el Brigadier de artille
ría realista D. Fernando Castro. Aquí, desentendiéndose de la buena
voluntad que le manifestó el Virrey Pezuela, se presentó al Ejército
Libertador, afines de 1821: destinado al Escuadrón " Húsares de la
Legión Peruana," como alférez de su arma, recibió al año siguiente, el
ascenso á teniente, marchando á la campaña del Alto Perú, dirigida
por el General Santa Cruz.
La Dictadura de Bolívar le encontró con el mismo grado subalter
no, el cual no le permitió, por diversas circunstancias, " cambiar nun
ca dos palabras con San Martín," según lo dijo Castilla á un amigo
suyo, que aún vive.
(2) Historia de San Martín y Emancipación Sudamericana. Bue
nos Aires 1888. T. I. pág. 654.
(3) " Colección de leyes, decretos y órdenes publicadas en el Perú,
desde 1821 hasta 1859," reimpresa por orden de materias por el Doctor
D. Juan Oviedo. Lima, 1865. T. XIII, pág. 188.
(4) Id. id. id. pág. 189 y 191. Mitre tuvo á la vista, para enumerar
las recompensas otorgadas por el Perú al padre de su Independencia, el
" Diario de las discusiones y actas del Congreso Constituyente." La
mejor fuente son las colecciones oficiales que, sin los detalles del debate,
consignan el texto auténtico de las leyes.
(5) " El General José de San Martín."
(6) Mitre trae esta nota (pág. 113): "Gaceta de Buenos Aires
de 13 de Marzo de 1812. N.° 28. Algunos de los biógrafos de San
Martín han repetido que llegó á Buenos Aires el 13 de Marzo, confun
diendo la fecha en que se dió la noticia por la prensa con el día de la
240 KI, ATKNKO
llegada riel buque." Parece, pues, que si la Gaceta anunciaba en el
número citado el arribo de la George Canning con San Martín á su bor
do, éste volvió á Buenos Aires en 1812. Respecto á la edad en que
inició sus servicios en el " Murcia, " no andan errados los biógrafos,
caso que realmente saliera del Seminario de los nobles de Madrid en
Julio de 1879: había nacido en Jopeyú, resto de las misiones jesuitas del
alto Uruguay, (¡1 25 de Febrero de 1778.
(7) En él "Manifiesto" dado á luz en Montevideo, en 1819. Es
distinto al que publicó en el año y por la imprenta del antericr, con el
epígrafe "Otras calumnias repetidas."
(8) Lafond sirvió en la escuadra peruana de la época de la Inde
pendencia. Aunque consideró imposible qne San Martín lo recordase,
se dirijió á él, por escrito, el 5 de Setiembre de 1829, después de haber
tratado, sin conseguirlo, de verle, en solicitud de documentos para su
obra. San Martín, con alguna vacilación, le remitió, entre otros, copia
de la carta á Bolívar. Había pasado ya el tiempo suficiente para el
noble silencio que se impuso; y sin duda influyó en él, al hacer con
Lafond una excepción que con nadie hizo, el deseo de que quedaran de
una vez desautorizados los alertos de los parciales amigos de Lord Co-
chrane, Mieri y Stevenson, acerca do sus diferencias con el Almirante.
En una de las respuestas á la carta de Lafond, se dice: " Efectiva
mente, el Peni tenía un gran interés en la ocupación de las Islas Mar
quesas y de Otaití; pero jamás fué mi objeto destinarlas únicamente
para un lugar de deportación para los españoles. Los aprestos para es
ta expedición se hallaban cuasi concluidos á mi separación del Perú.
Después, ignoro cuales fueron sus resultados." ¿No es singular que el
práctico y juicioso San Martín pensara en una especie de adquisición
de dominios coloniales por nuestro país?
(9) "Historia de San Martín, etc. T. III. pág. 818. (Apéndice.)
(10) En su conocida proclama á los pueblos del Perú, con motivo
de su partida, dice: " La presencia de un militar afortunado es temi
ble á los Estados que se constituyen. Os dejo establecida la Represen
tación Nacional. Si depositais en ella entera confianza, contad con
el triunfo; si no, la anarquía os vá á devorar."
(11) El General Guido, ayudante y confidente del Protector, tras
mite en un artículo de la "Revista de Buenos Aires " (T. IV, pág. 5)
la conversación que sostuvo con él, en la Magdalena, cuando supo que
se alejaba en mérito de lo ocurrido en Guayaquil: " al deponer la insig
nia que caracteriza al Jefe Supremo del Perú—hace hablar á San Mar
tín—no hago sino cumplir con mis deberes y con los votos de mi cora
zón."
El testimonio oral de un hombre de la veracidad de Guido, opuesto,
en una grave circunstancia, á la ligereza de Mosquera, viene, en la do
cumentación histórica, en seguida de la carta á Bolivar y de la carta i
Costilla.
CASTILLA Y SAN MARTIN 241
(12) Artículo publicado en la prensa de Lima, por el señor Palma
juzgando la " Historia de San Martín " de Mitre. Coincide con loque
sostuvo en su estudio " Monteagudo y Sánchez Carrión," que originó
en 1878 una polémica continental de la mayor utilidad para la Historia.
(18) "Anotaciones á la Historia del Perú Independiente del Dr.
Mariano F. Paz Soldán." Lima, 1869, pág. 116. Opúsculo en extremo
interesante que arroja luz, precisa y anecdótica, sobre el carácter de
Abascal, las cuestiones entre San Martín y Cochrane, la misión del
Agente Chileno D. Joaquín Campino, los trabajos de los patriotas cons
piradores, el batallón " Numancia," la expedición de Arenales, el ase
dio de Lima en 1821, el Comandante Santalla, algunos actos del Gene
ral español Ramírez, la sublevación de Aznapuquio, la entrega de la
capital por el Brigadier Vivero, el plan de llevar la guerra á las costas de
España, el establecimiento del Protectorado, la capitulación de los cas
tillos del Callao ajustada por el General Lamar, el intento revoluciona
rio descubierto por el entonces Comandante Heros, la anexión de Gua
yaquil á Colombia, la orden del Sol, la " Sociedad Patriótica," la misión
de Garcia del Riego y Paroissien, la deposición del Ministro Montea
gudo y la derrota de Ricaforte y de Rodil en Huampaní.
Lamentamos que Mitre no hubiera consultado á Mariátegui, pues
ello le habría servido para conocer algunos sucesos, para rectificar al
gunas apreciaciones y para no separarse de la justicia en más de una
ocasión. Por ejemplo, no encontraríamos en él un eco de la malévola
especie, muy explotada por los escritores chilenos, de que en Lima
nada ae hizo, á lo menos por parte de sus hijos, en el sentido de secun
dar á San Martín desembarcado en Pisco. " Limeño era D. José de la
Riva Agüero—exclama Mariátegui,—limeño Concha, oficial de artille
ría, limeño D. Bartolomé Valdez, limeños los hermanos Mancilla, li
meño D. Manuel Tellería, los Curas Cuellar y Salvi, los padres de San
Felipe, Méndez y García, limeños el Canónigo Villalta y D. Eduardo
Carrasco, y tantos y tantos otros, cuyos nombres llenarían muchos plie
gos. Hasta las limeñas hicieron sacrificios, porque el bello y delicado
sexo fué tan patriota, tan decidido, que muchos de los felices resulta
dos de la campaña se le debieron. Hombres y mujeres competían en
dar pruebas de abnegación, y emprendían labores que les expusieron
mil veces al dogal español."
(14) A Iturregui se le encomendó en 1827 la delicada comisión de
traer nuevamente á San Martín al Perú, como consecuencia de lo acor
dado en Arica por los Jefes del Ejército y la Armada, quienes se halla
ban bajo la doble impresión de la pérdida de la segunda expedición á
Intermedios y de la venida de Bolívar con los soldados de Colombia.
Se levantó acta que firmaron el General Mariano Portocarrero, el Al
mirante Guisse, los Coroneles Soyer y Luis José Orbegoso, el Capitán
de Navio García del Postigo, y como Secretario D. Pablo Louger. En
242 EL ATENEO
carta escrita unos treinta años después, Iturregui cuenta que "proce
dió sin demora á atravesar los Andes con dirección á Mendoza; pero
cuando ingresó á esta ciudad, hacía algún tiempo que el General ha
bía partido.
(15) Las cartas de San Martín y Castilla reproducidas en este
opúsculo se publicaron en el segundo volúmen de "La Revista Perua
na" de 1879, páginas 44 y siguientes. Las fechas que les atribuye Mi
tre, afirmando haberlas leído en "La Opinión Nacional," no son siem
pre exactas. Los originales, que estuvieron cu poder de don Mariano
Felipe Paz-Soldan, deben hallarse ahora en la Biblioteca Nacional, á la
cual entiendo que pasaron los treinta y tantos tomos de inéditos que
junto con la biblioteca de tan notable publicista, fueron adquiridos por
el Estado en virtud de una ley del Congreso. La proximidad de un
viaje á Europa cuando comenzaba á compulsar la referida colección de
inéditos venciendo las dificultades provenientes de la falta de índices,
hizo que desistiera de ese trabajo, para el cual hallé toda suerte de fa
cilidades y estímulos en la buena voluntad de nuestro laborioso biblio
tecario don Ricardo Palma.
-ó-

Aplicaciones del microscopio á la ingeniería

£teñci' presidente:

peñeras: peñares:

ay conocimientos generales que toda persona y que todo


público ilustrado debe poseer.
A medida que la ciencia avanza, profundizando de
causa en causa próxima, innumerables problemas que
ofrece el estudio de la Naturaleza, las especulaciones de
los sabios van despojándose de su impenetrable simbolismo,
inaccesible á la mayoría de los hombres, para entrar, primero,
bajo el dominio de diversas técnicas profesionales é irradiar
desde la cátedra y el libro, y concluir, después, vulgarizadas por
la prensa periódica, que las exorna con las joyas del buen decir
y los encantos del ingenio; cumpliendo su sagrada misión de
anunciar el arribo de una nueva arma de trabajo para el hom
bre, ó de un recurso que aumenta su bienestar sobre la tierra.
244 EL ATENEO
Ese es el misterioso camino que recorre la verdad científi
ca desde su alumbramiento, en el laboratorio del investigador,
hasta su acceso á las clases sociales dirigentes donde está llama
da á arraigar profundamente, y servir de norte en la dirección de
la instrucción técnica superior del país, entre otros varios tópicos
de verdadera importancia. Aquellas conquistas de la ciencia
que después de agrietar y derruir el antiguo edificio, construyen
una sorprendente arquitectura sobre bases nuevas; aquel caudal
de descubrimientos que, en determinada rama del saber, com
pendia el progreso triunfante de nuestro siglo, debe cual lluvia
fertilizante caer y filtrar á través de todas nuestras superpuestas
capas sociales á fin de transformarlas, adaptándolas al sosteni
miento y desarrollo del gérmen de la civilización moderna.
Además existe otro orden de consideraciones que abonan la
popularización de los adelantos científicos, desde que, según su
género y especialidad, vienen á herir por modo diferente la faz
educadora y altamente moralizadora de la ciencia. Porque,
¿qué nos enseñan los millones de millones de protozoarios, ó sea,
de seres cuyo tamaño no percibe nuestra vista, formando po
tentísimos bancos de compacta roca, sino la inmensa suma de
trabajo útil de que somos capaces, disponiendo de la voluntad
que dirige nuestras fuerzas y de la constancia que acumula sus
resultados ?
Basado en estas ideas y considerando que cada cual, según
su ramo, está obligado á incrementar los conocimientos del
medio ambiente, tengo á mucha honra presentar ante el dis
tinguido y selecto público que me escucha esta modesta confe
rencia científica, cuya aspiración es exponer en estilo llano los
principales descubrimientos y las nuevas rutas que resultan de
la aplicación del microscopio en ciertas ramas de la ingeniería.
Las investigaciones microscópicas á que recurre de ordinario el
ingeniero pueden agruparse así: investigaciones mineralógicas,
petrográficas, paleontológícas y metalúrgicas, cuyo conjunto
denomino Microlitología. Paso á ocuparme en las tres primeras,
y lejos de pretender entrar en disquisiciones científicas acerca de
la teoría del microscopio, ni señalar los fundamentos de sus
nuevos métodos, ni las doctrinas dominantes, deseo únicamente
MICROLITOLOGÍA 245
hacer palpar las excelencias de la observación micro-gráfica y la
índole de sus trabajos, por medio de una exposición objetiva,
brevemente explicada, para la cual voy á auxiliarme con va
riadas proyecciones luminosas, como medio de despertar y sos
tener el interés del auditorio hacia asuntos un si es no es áridos
y fuera del dominio común.
Tarea insensata habría sido en otro tiempo abordar temas
semejantes ante una sala compuesta en su gran mayoría por el
bello sexo. Pero si allende los mares, en la culta Francia,
geólogos de fama universal logran dar una serie de conferencias
sobre la corteza de la Tierra (1), ante espectadores compuestos
exclusivamente por señoras; si en aquel foco de luz alcanza la
mujer nivel tan elevado de instrucción superior, no puede
menos, señores, que halagar el patriotismo ver cómo acude la
mujer peruana á oir conferencias científicas, desprovistas del
atractivo que posee la palabra autorizada de un sabio, y movida
tan sólo por el interés que todo asunto nuevo provoca en las
personas ventajosamente preparadas para la asimilación del
progreso.
Antes de entrar en materia, debo una palabra de atención
á todas las personas que asisten á esta lectura, con cuya bene
volencia espero contar.

*
* *

Señores:

La película sólida, constantemente deformada de nuestro


planeta es una débil costra rocallosa, atravesada por finas vetas
minerales y cubierta aquí y allá por depósitos sedimentarios;
rocas, vetas y depósitos que no son sino agrupaciones más ó
menos regulares de especie minerales diversas. Si las agrupa
ciones se presentan en grandes masas, compuestas por un redu
cido número de especies diferentes, se les llama rocas; si afectan
formas de lentes achatadas ó tableros, en cuya composición cabe
246 EL ATENEO
un crecido número de especies, se les denomina yacimientos
minerales como filón, veta, etc. ; y, en fin, si las agrupaciones
provienen de otras preexistentes sin más cambio que una tritu
ración ó descomposición mecánica predominante, colocadas en
capas superpuestas, se les dice depósitos sedimentarios. A las
rocas se les clasifica mediante el conocimiento de sus componen
tes y manera especial de disponerse ó textura, á los yacimientos
minerales por sus especies frecuentes, y á los depósitos sedimen
tarios por la forma actual que su metamorfosis le ha impuesto.
Las asociaciones minerales no son tomadas, pues, en considera
ción, como factor de clasificación formal, sino en las rocas; re
cientemente se trata de estudiar las asociaciones en las vetas,
filones, etc., del mismo modo que en los depósitos sedimenta
rios.
Por lo expuesto se comprende que toda clasificación de
rocas y minerales, se funda en mucha parte en el reconocimien
to de las especies componentes; es una cuestión de mineralogía
propiamente dicha; y de allí la importancia de la observación
microscópica, tanto en lo que se refiere á la especificación del
individuo, cuanto á descubrir sus mezclas íntimas, de aspecto
homogéneo, inducentes á tomar como simple y único lo que en
realidad es múltiple y complejo. La no observancia de estos pre
ceptos ha esterelizado ó desprestigiado los esfuerzos más dignos
de encomio, aunque á veces con tendencias marcadamente in
justas. Así una valiosa parte del bagaje con que contribuyó el
sabio Rainiondi al conocimiento de nuestra mineralogía, es ta
chada en nuestros días de la mencionada falta, por verdaderas
notabilidades en la materia. Todos guardamos imperecedera
memoria de las penalidades y fatigas que sufrió Raiinondi, en
sus largas excursiones á traves de nuestro accidentado territorio,
recojiendo cuanto producto natural pudiese revelarnos sus ri
quezas y recursos; y todos sabernos que su «Catálogo razonado»
(2) es el único estudio serio y de gran aliento que posee el
Perú sobre su mineralogía. En este trabajo manifiesta su au
tor haber descubierto y caracterizado importantes y numerosas
especies, antes desconocidas en la ciencia, que, por haberse
MICROLITOLOGÍA 247
encontrado por primera vez en el Peru, llamaré especies perua
nas. (3)
Pues bien, gran parte de las especies peruanas están consi
deradas hoy, por mineralogistas de nota, (4) como probables
mezclas. Poniendo de lado tan inconsulto modo de pensar, (5)
no es posibe dejar de reconocer que el criterio químico, único
guía del ilustre naturalista, deja abierto campo al error imputa
do. Porque ¿quién aseguraba á Raimondi que el mineral en
estudio no fuera una mezcla íntima?—¿Sus ojos?—Ante el cri
terio científico, y en achaques de mineralogía, no tiene "fuerza
el argumento proporcionado por nuestra simple vista: hay
objetos que no vemos por pequeños; matices y aún colores que
no peicibe nuestra retina; radiaciones luminosas, características
de ciertos cuerpos como el radium, ante las cuales permanece
insensible nuestro registro: un aparato bien tosco é imperfecto por
cierto. La indeclinable necesidad del examen micrográfico,
como factor de clasificación formal, quedó científicamente es
tablecida por el célebre Dana, (6) diciendo que «para todo mi
neral analizado es preciso probar, por un atento exámen mi
croscópico y químico que se trata de una sustancia homogenea.»
Pero, si esto es evidente; servicios no menos valiosos presta el
microscopio en el reconocimiento de las asociaciones minerales,
cuyo objeto es acopiar informaciones sobre la génesis de los ya
cimientos que las contienen, á fin de reconstruir el proceso de su
formación, y poder deducir indicaciones acerca de la probable
distribución de sus zonas de riqueza y causas influyentes, que
permitan su diagnóstico. En este sentido, es materia de asíduos
estudios por parte de la Escuela de Ingenieros, las estibinas
auríferas de la famosa mina Santo Domingo, en Carabaya; y en
una memoria que publiqué sobre el asunto, (7) tratando de
determinar la causa próxima, inmediata, del enriquecimiento
en oro de ese filón-capa, pude descubrir el orden sucesivo de
consolidación y generación de sus minerales componentes, y
precisar que la pyrita. había desempeñado el estimable papel de
precipitante del metal amarillo. Véase la prueba en la asocia
ción de oro y pyrita que va á proyectarse con un aumento de
248 EL ATENEO
900 diámetro, en que aparece el oro, que lleva el número 1,
cubriendo á la pyrita, que tiene número 2.

Num. 1.

Ampliación: Leyenda:

12.5 diámetros 1, oro


Luz difusa 2, pyrita

Asociación de oro y pyrita

Pero si el metal cubre al sulfuro, es porque tuvo una exis


tencia posterior. La pyrita atrajo, fijó el oro en el filón de
Santo Domingo; la pyrita es un buen síntoma, su presencia en
la explotación debe ser augurio de riqueza. La asociación vista
tiene en tamaño natural, según su mayor dimensión, 6 décimos
de milímetro y como en la proyección alcanza medio metro la
contemplamos con un aumento de 900 veces ó diámetros.
Esta asociación pudo descubrirse formando parte integran
te de una muestra, cuya estructura y disposición de las especies
componentes, resultó ser de lo más interesante. Véase por la
figura adjunta N? 2 el interior microscópico de un mineral de
Santo Domingo.
MICROLITOLOGÍA 249

Num. 2.

Estibinas auríferas de Sto. Domingo (Carabaya)

ampliación: LEYENDA :

12.5 diámetros 1, asociación de oro y pyrita


2, cuarzo lechoso
Lnz difusa. 3, cuarzo negro
4, pyrita
5, agujas de estibiua
6, pegaduras de estibina

Otra de las muestras analizadas, de las que en ese filón


aparecen con caracteres más señalados y diferenciales. es la qué
vemos en el N? 3. Tiene de importante mostrar los efectos co
rrosivos del sulfuro sobre el cuarzo negro.
7
2.30 EL ATENEO

Ncm. 3.

Estibinas auríferas de Sto. Domingo (Carabaya)

AMPLIACIÓN: leyenda:

12.5 diámetros 1, cuarzo negro


2, cuarzo lechozo
Luz difusa 8, pyrita
4, estibina

Las conclusiones á que permitió llegar este estudio pueden


encerrarse así: El orden de consolidación de los minerales inte
grantes es: 1? pizarra (de las cajas), 2? pyrita, 3? oro, 4? estibi-
na, 5? cuarzo lechoso y cuarzo negro, no siendo este último sino
vina pizarra más ó menos disuelta en la masa del cuarzo, como
puede observarse de la figura N? 2 donde los contornos de las
manchas negra de pizarra están diluidos en el cuarzo, al paso
MICROUTOLOGÍA 251

que en el N? 3 ella conserva la forma astillosa irregular, propia


á su estructura estratiforme.
Indicaciones no menos importantes acerca de la génesis de
los minerales, suministra el estudio de sus inclusos; de esos
cristales y depósitos de líquidos y gases, de dimenciones infini
tamente pequeñas, que se encuentran encerrados dentro de un
mineral mayor cristalizado ó amorfo.
Asombra imaginarse el número, fuera de todo cálculo,
de burbujas semejantes que producen las manchas lechosas en
que abunda el cuarzo; aquella nube blanquecina, mirada con el
microscopio, es algo asf como una vía-láctea de vacuolas, per
fectamente distintas, de todas formas y condiciones; y cuántas
veces dentro de una de esas esferas pequeñísimas se ven flotar,
como en dilatado oceano, una porción de diminutos cristales de
formas geométricas perfectas.
Vamos á ver, con un aumento de 7200 diámetros, cristales
de zircón, llenos de inclusos, cuya mayor dimensión es á penas
medio décimo de milímetro. (8)

Ni M. 4.

Inclusos

¿Y qué nos manifiestan los inclusos de agua y ácido carbó


nico líquido, sino que el agua no fué extraña en la formación
del mineral y que una presión enormísima debió concurrir á
diebo acto, capaz de liquefactar el mencionado gas? ¿Qué im
portan los inclusos sólidos de magnetita, apatita, &, yacentes
dentro mayores cristales, sino que ellos fueron preexistentes al
magma creador, ó, en su defecto, las primeras especies definidas
que se generaron y aislaron, durante el enfriamiento de la masa
continente? Los inclusos revelados por el microscopio, procu
ran, pues, al observador razones de primer rango hacia las ma
terias, el medio y los agentes creadores de un yacimiento.
Pero si suspende el ánimo lo dicho; si por medio de una
ingeniosa combinación de lentes, podemos hoy, á través de mi
252 El, ATENEO
llones de años, recomponer el pasado fabuloso, mayor será la
admiración, más profundo el asombro, cuando se sepa que el
microscopio ha descubierto el germen, el principio de la gene
ración cristalina; el primer paso de la sustancia amorfa hacia
su orientación en edificio geométrico.
Hé allí, señores, esos gérmenes, con un aumento de 3600
diámetros, que denomina la ciencia cristalitos y que se dividen
en a globulitos, b longulitos, c esferolitos, d triquitos, &. (9)

Num. 5.

Cristalitos

Los cristalitos abundan en las rocas volcánicas modernas,


como puede verse en las obsidianas de Méjico. (10) Bajo una
fase más avanzada, aparece el microlito, diminuto cristal con
propiedades ópticas definidas, que viene á ser en cristalogénia lo
que la célula en los seres de naturaleza orgánica. Así como
nuestra vida no es más que la resultante de una ley determina
da de asociación de células, del mismo modo muchas especies,
como la horneblenda, son el resultado de una agrupación de
microlitos, con orientación común y siguiendo cierto órden dis
positivo invariable, es decir, son algo así como una manifestación
de vida en los seres de naturaleza inorgánica. ¿Será que la
clasificación de naturaleza en orgánica é inorgánica, es pu
ramente antropométrica? ¿No estará la vida, como el éter,
sustentando el cosmos? Cuando se arranca á lo desconocido el
microlito, ese vibrión de roca, y se columbra las múltiples fa
ces de evolución que le permiten alcanzar la faceta y el ángulo;
esas graciosas y elegantes formas donde la luz se quiebra y bri
lla como un áscua, ¿no es verdad que vislumbramos un sentido
más hondo en la hermosa palabra naturaleza? ¿No es verdad
que se experimenta un desplazamiento de la casilla preferente
que ocupamos en el tablero de la creación, en pos de un órden
más armonioso y sencillo, en gradación continua é insensible,
sin vallas ni cortapizas?
MICROLITOLOGÍA 253
Pero dejemos estas consideraciones y vamos adelante.

*
* *

Señores: voy á ocuparme acerca del rol que juega el mi


croscopio en la petrografía, ó ciencia de las rocas; y para ello
comenzaré por poner un ejemplo al alcance de todos. Y así,
sin mencionar el granito, nombre inadecuado en la terminolo
gía ordinaria por frecuente error de especificación de sus com
ponentes, me voy á referir á todas aquellas rocas que con as
pecto homogéneo de masa uniforme, se presentan á la simple
vista. Ante aquella pasta de grano indiscernible, donde la ob
servación más prolongada no descubre solución de continuidad
alguna, ¿cómo clasificarla? Desde que su especificación debe
fundarse en el perfecto conocimiento de sus minerales compo
nentes y manera de asociarse ó textura ¿cómo será posible lo
grarla, ignorando por entero los factores en que habrá de apo
yarse? Planteado así el problema, el geólogo delante de estas
rocas (adelógenas), sin el auxilio del microscopio, se encuentra
en la misma imposibilidad que el ciego para leer el libro abier
to que tiene ante sus ojos. Curad las cataratas al enfermo, dad
microscopio al petrógrafo, y ya vereis como lee y descifra de
corrido la escritura figurada que llena el corazón de la roca.
Aquí, en la petrografía, es donde el microscopio ha produ
cido una verdadera revolución; á punto que de 30 añosá la fe
cha, se haya renovado por completo, sin exageración posible.
(11) Hoy, dominando en toda la línea, disponiendo de nue
vos y seguros métodos, fecundísimos de observación, se presenta
como ciencia moderna agena á las obscuridades de la antigua.
El procedimiento seguido en la clasificación petrográfica
consiste: 1?, en el tallado de la muestra en lámina delgada y 2?
en su observación subsiguiente á la luz polarizada por medio
del microscópio. Para la primera operación se corta con sierra
adiamantada una tajada de roca con la orientación conveniente,
y luego se la pule en un molejón perfeccionado que se llama
2Ó4 EL ATKNEO
torno óptico, hasta lograr ponerla tan delgada y ténue que la
luz la atraviese como por los vidrios de una ventana: su espesor
es entonces entre 2 y 4 centesimos de milímetro. La segunda
operación es iluminar fuertemente esa lámina por medio de un
chorro de luz polarizada, observándola con el auxilio del mi
croscopio. Y allí entonces es llegado el momento de admirar
todo un mundo insospechable: la grotesca trabazón con que
aparece la textura de ciertas rocas, las simétricas batidas colo
readas de los feldspatos, los tintes vivos y deslumbrantes de los
minerales refringentes como las micas, en una palabra, la espe
cificación de textura y minerales, ó seiv, la clasificación micro-
gráfica de la muestra.
Por poco dispuestos que estemos para aceptar como méto
dos rápidos y expeditos, aquellos que exigen un prévio tallado
de la roca en lámina trasparente, nos veremos obligados á ad
mitir que esa repugnancia es uno de los muchos falsos concep
tos y prejuicios que el ejercicio de la vida ordinaria nos dá acer
ca de la real practicabilidad de las cosas, cuando haga saber
que en Europa y Norte América existen casas expendedoras de
láminas con stoks de 30 y 50,000 (12) spécimens, á un franco
cincuenta céntimos ejemplar; y, especialmente, cuando se re
flexione que el gabinete Microlitológico de nuestra Escuela de
Ingenieros, sin disponer de sierra adiamantada, invierte de 2 á 3
horas en la confección de una preparación semejante.
Ahora, sin entrar en detalles técnicos, se comprende que
como el microscopio corriente amplifica de 1 á 1,000 diámetros,
no escapa elemento importante á su observación; y tocante á su
respectiva clasificación, conviene saber que, como las especies
minerales contenidas en las rocas son en número reducido y
harto estudiadas, todo el trabajo se reduce á dominar los pro
cedimientos empleados para determinar sus caracteres cristali
nos, ópticos y sus secundarios específicos, á fin de deducir por
selecciones sucesivas, en tablas prácticas ad hoc, la especifica
ción deseada. Por último, una vez determinados los minerales
integrantes y la textura de una roca, otras tablas dan la clasifi
cación de ésta, de acuerdo con la escuela petrográfica seguida,
alemana ó francesa, cuyos jefes respectivos son Rosenbusch y
MICROLITOLOGÍA 255

Michel Levy y Fouquí, insignes investigadores, sabios de enor


me talla, que llevan la última palabra en la materia.
La primera información que dá el microscopio es acerca
de la naturaleza de la roca que se estudia, y así, nos comienza
por indicar si se tiene entre manos una roca eruptiva, una se
dimentaria ó una metamórfica. Ocupémonos en cada una de
ellas, rápida y suscintaniente.
Las rocas eruptivas provienen de la masa igneo-pastosa del
núcleo incandecente de nuestro planeta: es la escoria enfriada
de una colosal copelación que allí dentro se verifica. (13)
Estas escorias son arrojadas fuera, y ya se intercalan por
intrusión violenta entre las infractuosidades de la corteza te-
rrestre, ó ya ganan su superficie y se derraman por vasta ex
tensión; yendo en ambos casos acompañadas por diferentes
cuerpos, líquidos ó gaseosos, que hacen el papel de auxiliares
á la trasformación y al mismo acarreo de dicha escoria. Estos
cuerpos son los agentes mineralisadores. Pero una vez aleja
das de su centro, las rocas eruptivas pierden lentamente su alta
temperatura, y á medida que se enfrían, van apareciendo com
puestos definidos, especies minerales, como en las aleaciones
metálicas se generan las licuaciones. Los diferentes períodos
de aparición cristalina en un magma petroso, hasta su comple
ta solidificación, se encuentran caracterizadas por formas y es
pecies particulares, y el conjunto compone la textura de una
roca, ó sea, la disposición interna de sus minerales componen
tes, que ha venido á revelar el microscopio.
Los minerales que más abundan en las rocas son los fel-
dspatos, y de allí su primacía en la clasificación petrográfica.
Entre éstos se encuentran el ortoclás, la sanidina y el micro-
cíino, con composición química idéntica, pero cuya forma cris
talina ó fenómenos secundarios de importancia, permiten dife
renciarlos. A la simple vista es imposible distinguir un orto
clás de un microclino, en el granito, donde juega un papel tan
señalado que en el día se le propone para una subdivisión de
la especie; pero con el microscopio se le descubre en el acto, por
el fino cuadrillado de sus maclas orientadas perpendicularmente
entre sí, correspondientes á las leyes de Carlsbad y periclino,
256 EL ATENEO
lo que le da un aspecto de fina tela de seda que experimentase
un ejecto de estiramiento.
He aquí, señores, el inicroclino del Perú, con un aumento
de 900 diámetros en la proyección.

Num. 6

Microlino de Quilca

ampliación: leyenda:

25 diámetros 1, microclino
Luz polarizada 2, albita

La muestra que vemos proviene del puerto de Quilca, y la


extraje de un notable afloramiento de granulit'a solevantando al
gneis ojoso, que allí aparece. (14)
MICROLITOLOGÍA 257

Ahora vamos á ver la sanidina, en el cenicero del depar


tamento de Arequipa, con un aumento de 1440 diámetros.

Nuif. 7

Cenicero de Arequipa

ampliación: 5 LEYENDA :
25 diámetros $ 2, sanidina presentando la ma-
Luz natural ? cla de Carlsbad.
^ 3, hypersteno
J 5, mica negra
; 6, obsidiana

La misma preparación á la luz polarizada permite ver la


estructura sonada de la sanidina como lo manifiesta la fig. N? 8.
8
258 EL ATENEO

y VIS. 8.

Cenicero de Arequipa

ampliación: LEYENDA :
25 diámetros 2, sanidina, presentando las
Luz polauizada zonas de crecimiento en
la macla.
8, hipersteno
5, mica negra

Una otra mayor preparación vista á mayor aumento da


mejor concepto de la sanidina según se observa en la fig. N? 9.
MICR0L1T0L0GÍA 259

Num. 9.

Cenicero de Arequipa

ampliación: | leyenda:
40 diámetros $ 1, sanidina
Luz polauizada | 3, hypersteno
$ 4, labrador
§ ñ, mica negra
!; 7, felspato alterado

Ese es el polvo blanco y liviano que en depósitos superfi


ciales yace desde las afueras de Moliendo hasta Camaná y Oco-
ña, según he podido observar personalmente. Las figuras geo
métricas dominantes son de sanidina. Este producto natural
que el viento trasporta á grandes distancias, ha dado lugar á opi
niones de publicistas nacionales, contrarias entre sí. (15) Hoy
ya no es posible dudar: es una deyección volcánica cuya clasi
260 EL ATENEO
ficación es ceniza traqiática hypersténica. El tamaño propio
de los cristales de sanidina varía entre 2 y 3 décimos de milí
metros.

Entre los descubrimientos de trascendencia revelados por


el microscopio en las rocas eruptivas, haré mención de la presen
cia de partículas de oro y cristales de apatita, hallados en su
seno. La abundancia de esas ínfimas cantidades de metal
amarillo, ha servido para formular una hipotesis acerca de la
génesis posible, hidrotermal, de algunos yacimientos auríferos.
desde que el agua cargada de ciertas sustancias es capaz de di
solver el oro; y la existencia de los cristales de apatita, ha
puesto en relieve la fuente de donde mana la riqueza en fosfa
tos de ciertas tierras de cultivo.

***

Pero, abandonemos, señores, este árido asunto y pasemos á


ocuparnos en otro lleno del más vivo interés. Tratemos acerca
de las rocas sedimentarias, considerándolas no respecto á las aso
ciaciones de sus minerales integrantes, en cuya investigación
sabemos ya cuánto importa el exámen micrográíico, sino en lo
que se refiere á los caracteres paleontológico que encierran en
su masa, invisibles á la simple vista, y que ora revelan de un
golpe el orígen de ciertas rocas, ora manifiestan, por modo irre
cusable, el papel que ciertos micro-organismos desempeñaron en
la composición de algunas materias primas de la industria hu
mana. Y al efecto ¿quién de los presentes no conoce la creta
ó vulgarmente tiza que usáramos en los encerados de los cole
gios? ¿No es cierto que es un producto mineral, que al estado
pulverulento puede compararse con el cenicero de Arequipa?
¿No daría seguro indicio de locura aquel que afirmase ser de
orígen orgánico? Pues, sin embargo, nada es más cierto y evi
dente. La tiza es una compacta aglomeración de carapachos
calcáreos, donde habitaron siglos de siglos há, foraminíferos de
MICROLITOLOGÍA 261

diversas especies, entre las que abundan las globigerinas. Es


tos rhizópodos son esencialmente acuáticos, viven asociados for
mando especie de racimos, y ya se calculará que infinito nú
mero será necesario que se haya depositado en el fondo de los
mares, para que lleguen á formarse las potentes capas de creta
que cruzan la corteza de la tierra, como sucede en el cabo
Blanco del departamento de Piura.
Para mejor inteligencia vá á proyectarse uno de esos raci
mos de globigerinas, pero vivas y tales como se les encuentra
en los mares actuales. El tamaño natural es de cinco centési
mos de milímetro; nosotros vamos á verlas aumentadas 25,200
diámetros. (16)

Num. 10

Globigerinas vivas.

Una sección meridiana en un racimo semejante es lo que


pasamos á ver, en las globigerinas fósiles de la creta de Piura.
En la parte superficial de ese yacimiento, las aguas de lluvia,
ricas en ácido carbónico han disuelto ese esqueleto calcáreo y
permitido su reincorporación bajo forma de caliza romboédrica.
He aquí las globigerinas de Piura. (17)

Num. 11

Globigerinas fósiles

El número de especies diferentes de estos protozoarios fó


siles es numerosa.
Hay además otros micro-organismos fósiles en las rocas
sedimentarias, tales como las diatomáceas; que son algas mis
teriosas que flotan sobre la superficie de las aguas, y van, vie-
nen y evitan los obstáculos, como una embarcación consciente
mente dirigida. Las hay de agua dulce y de agua marina y
262 EL ATENEO
salobre, por lo que se comprende cómo, la presencia de uno de
estos séres, proporciona un documento valioso de información
acerca del origen de las rocas que lo contienen. El esqueleto
silicioso de las diatomáceas es siempre geométrico y lleno de
elegancia. Entre las más corrientes y vulgares se encuentra las
pertenecientes al género coscinv.discus, que son unos discos, per
fectamente redondos, cuy0 interior celular parece un panal de
abejas. En los nodulos fosfatados de Ocucaje, en la provincia
de lea, logré determinar algunas especies fósiles entre las que
dominaban individuos pertenecientes al mencionado género
coscinudiscus. Va á proyectarse uno de estos que con rara
coincidencia lleva al lado una sección normal al esqueleto de
otra diatomácea que aparece como un rectángulo alargado. El
aumento es de 3.850 diámetros.

Num. 12.

Diatomácea (coscinudiscus) de lea


MICROLITOLOGÍA 263

ampl-ación: I leyenda:
225 diámetros * Cosoinudiscus
Luz natural ¡¡

El tamaño natural del fósil que hemos visto es de 12 milé


simos de milímetro, es decir 12 millonésimos. Se nos ha pre
sentado pues en la proyección con un aumento de 3.850 diáme
tros. Y aquí hay que decir que estas diatomáccas se encuentran
en los nodulos, epigueneadas, es decir, convertidas en fosfatos,
ó mejor, siendo el recipiente que con toda preferencia elijió el
fosfato para fijarse en los nodulos. Véase pues, como estas
algas vienen á ser benefactoras de la agricultura.
He aquí ahora, algunas diatomáccas del Ríinac. (18)

Num. 13.
Diatomáceas del Rímac

Por último, ya que hablo de ciertas rocas organoguenas, ci


taré otra familia de rhizópodos, capaces de formar islas enteras.
Me refiero á los radiolarios, cuyo esqueleto es silicioso y de lo
más elegante, como puede verse por los de Haití. (19)

Num. 14.
Radiolarios de Haiti

Estos protozoarios son en tamaño natural de 3 á 4 décimos


de milímetro; nosotros los hemos visto en la proyección con un
aumento de 1.440 diámetros.

***

Señores, respecto á las rocas metamórficas, ó que deben su


estado y forma, con que hoy se presentan, á una alteración
254 EL ATENEO

substancial de la roca originaria, no me es posible decir sino


cuatro palabras, en virtud de lo abstruso de la cuestión. Pero
referente á establecer la benéfica influencia en ellas ejercida por
la observación microscópica, me limitaré á decir que, merced al
objetivo, el gneis, las micacitas y sus congéneres, esas rocas que
son hoy mismos geroglíficos indescifrables, van dejando alum
brar su verdadero origen, habiendo ya perdido el carácter que
se les asignaba, de ser los afloramientos fieles y seguros del
terreno primitivo.

***

Paso ahora, á tratar acerca de la importancia que tiene la


investigación microscópica en la paleontología, donde prometo
al ilustrado público inesperadas impresiones.
Como al tratar de las rocas sedimentarias se ha puesto en
realce la ingerencia que tiene el microscopio en la especificación
de fósiles infinitesimales, me bastará escojer ahora, algunos
ejemplos que se refieran á fósiles de dimensiones corrientes,
macroscópicos, para dar una idea del campo que abarca la ob
servación micrográfica en paleontología. Y al efecto, me quiero
referir á los combustibles fósiles, como la hulla, por ejemplo,
de que tenemos todos concepto claro. Este combustible, como
sabemos se deriva de un vegetal, cuya clasificación logra el
microscopio por medio de diversas secciones convenientemente
dirigidas, que descubren el tejido leñoso, celular, de la planta
primitiva. En Chile se hacen ya estudios de esta naturaleza y
así últimamente el señor Machado ha publicado la clasificación
de una sigülaña del Triaguen. (20) Para tener una idea aproxi
mada de lo interesante y sorprendente que son estos estudios,
voy á proyectar dos fotografías tomadas de Regnault. La una
se refiere á una sección hecha á través del tejido perinquemato-
so de una raiz de lepidodendron, en que se encuentra huevos
de insectos acuáticos, de aquella época carbonífera. Hela aquí,
con un aumento de 7.200. (21)
MICROLITOLOGÍA 265

Num. 15.
Raíz de lepidodendron
a=tejido celular; h — huevecillo de insecto acuático
en cuyo interior se distinguen algunas células; c=
LEYENDA.— membrana vitelina; í/=superficie exterior del huevo
I con apariencia reticular.
El tamaño natural de los huevecillos es entre 1 y 2 décimos
de milímetros. La otra fotografía se refiere á algo increíble; á
las bacterias del carbón. El sabio Regnault, entre otros descu
brimientos, ha encontrado colonias eiliciadas de bacilus, espon-
jiarios y esporas; y lo que es más raro aun, ha logrado su
clasificación. He aquí, señores, el interior de un esponjiario
cuya epidermis está cubierta por el bacilus ozodeus, y que ve
mos con un aumento de 16.200 diámetros. (22)

Num. 16.
Bacilus azodeus
El tamaño natural de esos microbios es apenas de 7 millo
nésimos; en la proyección estaban pues aumentados 16.200 nú
mero de veces.

Señores, antes de terminar, ya que esta conferencia ha girado


en gran parte sobre asuntos nacionales científicos, voy á permi
tirme exponer dos vistas de un descubrimiento importante que
tuve la suerte de realizar en las altas terrazas de levantamiento de
la ya mencionada hacienda de Ocucaje en lea. Me refiero á un
enorme esqueleto de ballena encontrado en esas circunstancias,
á 200 metros de elevación sobre el nivel del mar y á una
distancia de la orilla del Pacífico no menor de 30 kilómetros más
ó menos. La osamenta estaba en período relativamente avanzado
de fosilización, cubierta por entero por gruesas y muy sólidas
capas de arcilla margosa que fué necesario remojar á cuyo fin se
condujo agua en barriles. Como el esqueleto está encajado en
el terreno con cierta inclinación, solo pudo destaparse la parte
9
266 EL ATENEO
menos cubierta que afloraba con la superficie del suelo—y que
es la que va á verse, consistente en las mandíbulas y las vérte
bras cervicales.
He aquí la vista de costado, en que los peones tendidos al
lado dan una idea de las dimensiones del cetáceo:

Num. 16.

Ballena fósil de Ocucaje


26S EL ATENEO
No me detendré en el valor que este ducumento importa
respecto á la tan debatida cuestión de las oscilaciones de nues
tra costa, ni otras anexas, por salir fuera de lugar. Junto con
esta ballena encontré, algo distante, en una terraza mucho más
baja, un esqueleto de más de 3 metros de longitud que extraje
entero y trasporté hasta el museo de la Escuela de Ingenieros.
Según mi parecer se trata en él de otro cetáceo. Dada nuestra
falta absoluta de museos de Historia Natural no he podido
todavía alcanzar una clasificación satisfactoria. (23)

***
Señores, concluyo. Como á manera de lección de cosas he
puesto ante los ojos los principales descubrimientos del micros
copio que marcan una evolución correlativa en varias ciencias
importantes del ingeniero. Esta evolución tiene ya más de 30
años de existencia en Europa, y viene esta noche á presen
tarse ante el público de Lima, ante el Perú, después de recorrer
años ha, Chile con Machado, Méjico con Ordoñez, y Argentina,
Brasil y Uruguay. De reciente instalación en la Escuela de In
genieros, el gabinete Microlitológico, cuya creación debe el país
al progresista ex-presidente D. Nicolás de Piérola secundado por
el señor Director de la Escuela, Ingeniero D. Eduardo Habich
y de nuestro malogrado compañero señor Ingeniero Pedro F.
Remy, apenas si hoy puede ofrecer esta pública manifestación
de su vida, debido á la falta de protección que se le ha dispen
sado. (24) Por doloroso que sea proferirlo, el Perú no recupera
el antiguo puesto de distinción que antes ocupara entre las na
ciones del Continente. Parece que las fronteras internacionales
fuesen pantallas á la ciencia, cuya luz detenida nos obliga
á vivir á oscuras. Y sin embargo, después de contemplar las
proyecciones que hemos visto, esa procesión de hechos vi
vos ¿no puede compararse el estudio de minerales y rocas á la
simple vista, con la remota astrología de los tiempos de la anti
güedad, en que se investigaba el secreto de los cielos sin telesco
pio? O con aquellos otros, más próximos por cierto, en que la
patología ignoraba la existencia de los microbios y fermentos''
MICROLITOLOGÍA 269
Es que como la lente de aumento dota al hombre de un nuevo
criterio de conocimiento, todas las ciencias de observación, tales
como la astronomía, mineralogía, petrografía, patología, etc.
tienen que sufrir cambios substanciales ó alteraciones más ó me
nos profundas, de acuerdo con los nuevos é inesperados docu
mentos de información aportados por el objetivo.
Es verdad que nuestro atrazo intelectual nos coloca más
lejos de los centros propulsores de Europa y Norte América, de
lo que, en realidad, están las nuevas nacionalidades del Africa;
pero, en cambio, darnos cabal concepto de ello y apreciar las
consecuencias que se desprenden, con honrada conciencia y
elevado propósito, es el primer paso de nuestro acercamiento.
Las ideas, valiéndome de un tropo, son como los panecillos
de pinturas. Cuando caen en medios inapropiados permanecen
insolubles y al parecer perdidos; al paso que cuando se ponen
en contacto con medios debidamente preparados, entran fácil
mente á formar parte integrante y constitutiva de éste, en una
rápida y milagrosa asimilación. Quizás si nuestro medio am
biente no tiene todavía la capacidad disolvente que requieren
ciertos progresos de la ciencia, pero no importa; esa capacidad
se genera y alimenta con el roce de la civilización, lenta pero
constantemente, y, en proporción, la idea nueva va incorporán
dose en silencio, poco á poco, en la masa del público ilustrado.
Contribuyamos cada uno de nosotros á vulgarizar la Microlito-
logía; pongamos de nuestra parte nuestro pequeño contingente
en la obra de rehabilitación de nuestra perdida primacía en el
Continente, cada cual en su ramo y con acción solidaria, á fin
de levantar la postración de nuestra patria. Tengamos fé en el
resultado final, en la suma de nuestras limitadas fuerzas; que
los más poderosos cables se componen de delgados y finos alam
bres; y no de un solo empuje, sino emergiendo oculta é insen
siblemente, se levantaron desde el fondo de profundos mares
prehistóricos, las elevadas altiplanicies de nuestra cordillera.

(1) L'ecorce terrestre por A. de Lapparent, vol. en 8.° de 154págs.


que comprende las seis conferencias que sobre tan interesante tema sos
tuvo este sabio en el Instituto Católico de París.
270 EL ATENEO

(2) Minerales del Perú ó Catálogo razonado de una colección que re-
présenla los principales tipos minerales de la República, con muestras de
huano y restos de ares que lo han producido.—A. Raihokdi.
(3) Para mayor conocimiento puede acudirse al artículo que publi
qué en la Revista de Ciencias N.° 5 año 1899, bajo el rubro El Memo
randum del señor doctor José S. Barranca, en que señalo la mayor parte
de las especies peruanas.
(4) Véase A system of Mineralogy por J. D. Dana y A. Diclionary
of the ñames of minerals por A. H. Chester.
(5) Los que con Dana y Chester tratan de desprestigiar la inmen
sa labor de Raihokdi, poniendo en duda, la homogeneidad de las espe
cies nuevas, cometen un acto injusto tanto porque sólo desde 1882 (Dana)
se reconoció la importancia de la observación microscópica para la cla
sificación mineralógica, cuanto porque una gran mayoría de esas mis
mas especies están consideradas por el insigue microlitólogo A. Lacroix
como perfectamente características y homogéneas, según puede verse
en el folleto Collection de Mineralogie du Mutéum d'IíiMoire Xaturelle
año 1896.
(6) Third appendix le the óth. edition of Dana System of mineralogy
—New York, 1882.
(7) Puede consultarse mi publicación en el "Boletín de Minas,"
titulada: Minerales y Rocas de Santo Domingo, N.° vni año 1899.
(8) , (9), (16), (17), (19), (21), (32) Las figuras correspon
dientes no ha sido posible insertar, contentándonos con las más impor
tantes.
(10) . EzeQüiel OrdoKes—Las obsidianas de Méjico—Soc. Ant.
Alz. vi T. p. 33.
(11) Fouqué y Levy dicen en los preliminares de su clásica obra
Mineralogie Micrographiuue el año 1879:—"En esta rama de estudios la
ciencia ha alcanzado tales progresos, desde hace una quincena de años,
que las mismas bases de la petrografía han sido renovadas."
(12) . Tempere—Paris.
(13) Según Elie de Beaumont, las rocas eruptivas pueden atri
buirse á una copelación natural de un núcleo fluido metálico (probable
mente muy rico en fierro). Las rocas ácidas serían los laitiers y las
basicas las escorias.—Véase Traté de Geologie por Lapparent ed. 1900
—pág. 65
(14) Para detalles sobre este mineral y el cenicero de Arequipa
véase mi estndio publicado en el "Boletín de Minas," titulado Rápido
itinerario geológico de la costa comprendida en Moliendo y Pescadores de
Ocofía, ario 1900.
(15) M. F. Paz-Soldan asegura enfáticamente que el cenicero
no es deyección volcánica/—Geografía de la República del Perú, pág. 447.
MIC'ROLITOLOGIA 271
( 18) Preparaciones facilitadas galantemente por el Sr. Dr. Ricardo
L. Flores.
(20) Rafael Machado—Estudio de un fragmento de tronco del
THagni'.n—Revista Comercial de Minas é Industrias—año 1900. N.° 6.
(23) La importancia cada día mayor que toman las observaciones
geológicas tendentes á establecer las oscilaciones de nuestro Continente
y á averiguar si durante el período histórico continúan verificándose,
dan un valor difícil de exagerar á este balénido. Recuerdo que al
practicar las escavaciones para poner al descubierto esta osamenta, en
contré bajo las capas que extraía, restos de vasijas de barro incaico ó
huacos. El señor Dr. F. Remy, que durante esos días tuvo la bondad
de acompañarme, puede testificar el hecho, así mismo como la ninguna
fé que tuve en que ese resto de industria humana fuese coetánea del
varamiento del cetáceo en la antigua orilla que entóuces explorábamos .
Hoy, después de varios años, me asaltan dudas, y temo no haber
prestado al caso suficiente atención, debido al temor que siempre me
asiste de deducir conclusiones sin tener hechos comprobados que las
justifiquen. Desgraciadamente, parece que trascurrirán muchos años
todavía antes que alguien se interese por estudiar las pampas y terrazas
de Ocucaje y Calango. Da una idea exacta de nuestra incultura cientí
fica el hecho de que no exista corporación ni individuo alguno, que, sa
biendo que en aquella comarca se encuentra un inmenso osario de fó
siles, haya pensado siquiera en visitarlo. Para detalles puede consul
tarse mi estudio: Los Fosfatos de Ocucaje que registra el Boletín de Minas.
(24) Sería un acto injusto no recordar con esta oportunidad el de
cidido apoyo que tuvo esta nueva dependencia en el entonces Ministro
de Fomento Dr. Ricardo L. Flores.

Carlos I. Lisson.
OOOCXXXXXXXXX>OOOOOGO^

La Epopeya del Bosque

( FRAGMENTOS DE UN POEMA AMERICANO )

EL SALMO DE LAS CUMBRES

CTvT llá, sobre la cúspide, en el nido


^ del solitario cóndor, á la hora,
en que la obscuridad sube sin ruido
y se ensancha terrible y tentadora
como un bostezo de Luzbel caído,
vibra la tempestad, que, con extrañas
voces, pregona hacia el confín incierto
el secreto arrancado á las entrañas
de esas mudas y fúnebres montañas,
en los apocalipsis del desierto!

Cada monte es un libro: en sus no abiertas


páginas, la indomable fantasía
de la Naturaleza acaso un día
LA EPOPEYA DEL BOSQUE

fijó los sueños de las razas muertas;


y biblia así de eterna poesía,
guarda la historia de una extinta lumbre,
deunailusión que fué, de un Dios^ie ha sido.
¡Cuántas frases abarca el atrevido
acento circunflejo de una cumbre,
solitaria y glacial como el Olvido!

¡Oh raros geroglíficos de piqdra!


¡oh signos de ortográficos perfiles!
El insolente espíritu se arredra
ante el capricho de la cumbre; y baja
á los abismos hondos y serviles,
donde el sombrío génesis trabaja
del glorioso futuro,
que saldrá á luz intrépido y bravío,
como el planeta en un bostezo obscuro
que dió la boca abierta del vacío
Ahí también ocultas
las misteriosas cifras, entre sombra
que amortaja las luces insepultas,
le hacen ver á la ardiente fantasía,
en superpuestas capas, en la alfombra
de la más deslumbrante pedrería,
á esas difuntas razas de titanes
que entre el horno volcánico, al sonoro
clarín de Dios que demarcó otros planes,
sintieron como un triunfo en sus afanes
convertirse agua y fuego en plata y oro!

De ahí, de los abismos,


al beso de la tarde, cuando el vago
crepúsculo reparte los bautismos
de su luz á las cumbres elevadas,
cuando el cielo tranquilo como un lago
bebe del sol las últimas miradas,
surgen vestiglos, trasgos, raras aves,
EL ATENEO

vampiros, que en fantástico derroche


ponen las cuerdas de las notas graves
en el aiga vibrante de la noche!

Vaciándose el abismo al sol que muere,


tras el sacramental abracadabra,
es la boca entreabierta que agua quiere
sin poder balbucear una palabra

Logra agua al fin. Cual si Moisés abriera


una senda á su ejército bravío,
súbitamente la montaña entera
se parte en dos para dar paso al río.
Por entre la montaña, en la espesura
protesta el río con clamor de fraguas:
lívida raya en cabellera obscura,
á veces con la red de la verdura
cubre las desnudeces de sus aguas

Esos que, sin llorar é indiferentes,


sonríen del dolor que los arredra,
podrían ahí ver que hasta la piedra
sabe también llorar: llora á torrentes I

¡Qué glorioso concierto


forman el agua en bravos estertores,
con la voz ronca con que hablara un muerto,
y el trueno, que redobla sus tambores
conjurando las sombras del desierto!

Luego la paz.

El monte de agrias puntas,


que alza en cresta su cumbre soberana,
es un titán con las dos manos juntas
en la actitud de una oración cristiana!
Las cumbres de sinuosas inflexiones,
como oleajes de horrendos cataclismos,
LA EPOPEYA DEL BOSQUE 275
parecen formidables corazones
enterrados de punta en los abismos!
El alto monte que hasta el cielo crece,
de orgullos fieros y ambiciones sumas,
vertiendo agua en los cóncavos, parece
Hércules humillado hilando espumas

Hasta allá por las cúspides bifrontes,


con pie de acero y corazón de brasa,
irá el tren de lejanos horizontes,
que superpuestos túneles traspasa
como una aguja que cosiera montes!

¡Oh vértigos de altura extraordinarios!


¡Oh qué collar de cumbres se desgrana,
como jibas de enormes dromedarios
en una inamovible caravana!
Y de noche ¡oh visión la de las cumbres!
La noche bajo el ala abriga estrellas,
sombras de sombras, fugas de vislumbres,
golpes de trueno y tajos de centellas.
Allá sobre esa cumbre que reposa
se ven los astros palpitar con vida,
simulando, en las sombras, la caída
de una inmensa nevada luminosa,
pero perpetuamente suspendida!
EL ATENEO

II

LA ORACION DE LAS SELVAS

O en vano el Dios de los hebreos quiso


**J ^prodigar su beatífica ternura
y enriqueció á su humilde creatura
con la felicidad de un Paraíso;
porque no de otra suerte la Natura
vibra en las almas el alegre lampo
de inenarrable amor, de honda ventura,
que sólo da la plenitud del campo!

¡Oh bosque primitivo, en cuyas venas


la misma savia del Edén circula!
¡Oh selva despeinada, que á los vientos
sacude sus fantásticas melenas,
mientras un río estrepitoso ondula
como un collar de risas y lamentos!

La noche en la espesura del boscaje


se guarece á dormir, como una fiera
que huye del cazador que la vigila;
y, por entre el misterio del follaje,
se asoma de su obscura madriguera
y abre en cada lucero una pupila

La selva duerme en oración, á modo


del fervoroso monje que en su lecho,
nclina, arrodillado, la cabeza;
y al balbucear una oración por todo.
LA EPOPEYA DEL BOSQUE
se duerme, con los brazos sobre el pecho;
y, soñando rezar, dormido reza

¡ Oh selva en oración ! Le habla la noche


desde el sonoro púlpito de un trueno;
y la selva abre su fragante broche
como una madre que se abriese el seno.

Su voz espanto da, cual si estuviese


enferma de huracán. En su horizonte
el nudo de las sombras se desata;
y un río de furor pone sü ese
entre la lobreguez que lo recata,
á modo de la rúbrica de un monte
que abre una fina cicatriz de plata

Flébil rayo de luna tamizado


lame las hojas de vibrantes filos;
enróscase en el nervio de las ramas;
y en la red del follaje enmarañado
va, con la plata de sus blancos hilos,
bordando los más bellos monogramas.

La nikelada luna se refleja


en minúsculos discos sobre el suelo,
cuando el follaje traspasar la deja;
y deshoja su beso de ternura
sobre la faz de la montaña en duelo,
como una flor sobre una sepultura

Fulgen súbitamente en la espesura


rondadoras luciérnagas, que al vuelo
tarjan de rayos la extensión obscura;
y, bajo el blanco y desceñido velo
de la luna nupcial, son los fulgores
de las más vivas fiestas de diamante,
los fuegos fatuos de las muertas flores
y los insomnios de la luz errante
278 EL ATENEO

El espeso follaje, suspendido


á la manera de un inmenso nido
que pendiese volcado, urde misterios,
teje penumbras, desvanece lampos
y pulsa apocalípticos salterios
cual si fuese la orquesta de los campos.

Ya es fluvial cabellera, que en torrente


cae en nudosas y erizadas greñas,
sobre una roca cual sobre una frente;
ya es ola de pujante marejada,
que ciñe troneos y circunda peñas,
entre el furor de su espumoso encaje,
como una tempestad eternizada
en la gráfica copia de un follaje;
ya es flotante y rasgada vestidura,
con que el capricho del pudor á veces
cubre la desnudez de la Natura
que suma las más bellas desnudeces;
ya es harapo de sórdido mendigo;
ya es túnica bordada; ya es bandera
en que se envuelve el viento su enemigo,
como un salvaje en una piel de fiera;
ya es teatral laberinto, que en escalas
de ficción, miente fugitivo acceso
á la altitud de las etéreas salas
sin requerir el golpe de las alas,
cual se alcanza un amor sin dar un beso;
ya es barba de titán, que cae suelta,
como una rica primavera en brote,
á mudo de una pompa desenvuelta
sobre la majestad de un sacerdote;
y, en las más varias formas, sin que haya
para tan bravo mar estrecha playa,
se van atrepellando los follajes,
con el hervor de espumas con que rueda
un laberinto de faustosos trajes
LA EPOPEYA DEL BOSQUE 279

en una danza de frufrús de seda:


suspensa, así, la lóbrega espesura
en contracción de nervios se levanta;
y, meciéndose al viento que murmura,
cubre el azul de la extensión remota,
como una pesadilla que se espanta
ó como una catástrofe que flota!

Allá un árbol, que se alza retorcido,


hace un gran gesto de dolor, y luego
tiende al azul los brazos suplicantes;
allá un árbol, abierto como un nido,
que prepara su copa al dulce riego,
salpica su melena con diamantes;
un tronco más allá busca el regazo
del musgo, y á los tardos peregrinos
piadoso ofrece improvisado asiento;
acá un arbusto endeble, como el brazo
de un esqueleto, con sus dedos finos
brinda una flor que se deshace al viento;
más acá un laberinto de zarzales
punza los pies de un árbol corpulento,
que se alza como un genio de locura
y combina las equis colosales
de un molino girando en la espesura;
aquí como ganosos combatientes,
se enroscan dos ramajes á manera
que se envuelven y anudan dos serpientes;
ahí una formidable enredadera
extnmgula un arbusto entre sus lazos,
y salta á un árbol, y en veloz carrera
va de un árbol en otro, cual si fuera
una mujer que repartiese abrazos:
es un revuelto campo de batalla,
en que ruedan los bravos lidiadores,
mientras bélico ardor ruge y estalla,
sacude frutos y deshoja flores;
280 EL ATENEO

y entre la confunsión de anchas encinas,


vetustos cedros, robles milenarios
y álamos erizados como espinas,
surge la sombra de una iglesia en ruinas
con los más caprichosos campanarios

Un charco entre el negror de la espesura


como broncínea lámina chispea,
desplegando en un gesto de locura
una arruga de luz que serpentea;
y al rededor del palpitante rayo,
que la perlada luna desvanece
en el temblor de su fugaz desmayo,
tejen su danza insectos voladores,
ebrios con el licor que les ofrece
la copa rebosante de las flores.

Sobre el runrun, destácase el chirrido


del élitro que gime: entre el murmullo
de la enjambrada turba, que en su vuelo
desata una espiral, vibra el quejido
de la fiera sonámbula, el arrullo
con que rezonga el pájaro en desvelo,
el gluglú de las aguas en rebote
sobre las asperezas, el ronquido
del reptil mientras duerme, el desconcierto
de voces locas, el sedoso frote
de hojas que pasan en un libro abierto,
hasta el crujido de la flor en brote
sobre el viento locuaz que habla en desierto!

Improviso clamor llena la anchura


y sorprende la paz. Antes que vuelva
el sol audaz á conquistar la altura,
el viento bramador luce sus galas
cual fiera que sus miembros desentume.
Siempre en la noche abanicó la selva;
LA EPOPEYA DEL BOSQUE

y, aprovechando el golpe de sus alas,


le escamoteó tesoros de perfume!

La selva es una flor, que vuluptuosa


en entregarse al viento se recrea;
y el viento es una enorme mariposa,
que en torno de esa flor revolotea
y sobre el cáliz de esa flor se posa!

Prófugo el viento corre, y atrepella


cuanto alcanza en su fuga: se diría
que huye espantado de su propia huella;
y con desapacibles alaridos
se confiesa, como alma en agonía,
ladrón de aromas, salteador de nidos

Las flores abren sus sedientas bocas;


las ramas tiemblan de dolor y frío;
las raíces penetran en las rocas
y se retuercen con angustia; el río
salta como un relámpago inseguro,
que va poniendo pinceladas locas
sobre el más rembrandesco clarobscuro

Lejos aulla dolorida fiera,


cuya trémula voz desgarra el viento
como fino puñal, y á la manera
de un alerta de espanto que corriera
sobre la muda paz de un campamento
¡Voz de amenaza y de dolor! ¡Bramido
que se afila en el ay de una amargura!
¡Espíritu del bosque hecho sonido!
¡Grito del corazón hecho espesura!

Cerca destapa su joyel de notas


lírico ruiseñor, que en su garganta
atesora quimérica fortuna;
y, como arroyo (pie salpica gotas,
11
282 EL ATENEO
desata trinos y saltando canto
serenatas de amor para la luna
Desvanecida y temerosa llueve
la luna, desde lo alto, su tranquila
luz de inocencia como ñor de nieve;
en el azul obscuro las estrellas
cierran y abren nerviosas la pupila,
con timidez de púdicas doncellas;
y, á través del follaje más tupido,
los astros que salpican la montaña
fingen moscas de plata que han caido
en una tela de monstruosa araña!

La luna cubre la montaña entera


con su beso de mármol: es la urna
que la ceniza funeral espera
del planeta caduco; y se diría
que es ancha copa en que la paz nocturna
mezcla las heces del difunto día
La pierrotesca faz del astro muerto
hace un gesto de amor. La selva huraña
se estremece al sentir el beso frío,
que cae como nieve en el desierto
y se deshace en un raudal, que baña
de azulado pavón follaje y río.
Parece que la tierra ensimismada,
bajo la siempre hipnótica mirada
en que la luna pálida acrisola
sus anemias de luz, sueña en la nada
y reza á Dios porque se siente sola;
y es que si una catástrofe en sus brazos
la envuelve un día como inmensa ola,
tal vez, por una irónica fortuna,
condenada esté á dar con sus pedazos
satélites humildes á la luna!

José Santos Chocano.


•'/-I

La Insírueeíón Públiea en Praneia(#)

PARTE PRIMERA

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA SOCIEDAD FRANCESA


Y SU ADMINISTRACIÓN PUBLICA

CAPITULO I

ESTADO SOCIAL DE LA NACION FRANCESA


1. Aspecto actual de, la sociedad francesa.—g. Clases sociales: el Clero.—
3. La Nobleza.—4- La Burguesía.—5. El Pueblo.—6. El carácter
francés.—7. Condiciones de la familia francesa.—S. Conclusioyies.
9. Dalos estadísticos sobre lapoblación en Francia.
1. La nación francesa ofrece actualmente el espectáculo de
una sociedad que lucha para reconstituirse según un nuevo
sistema de ideas y de propósitos. Todos los elementos de su
variada civilización sufren los efectos del nuevo esfuerzo nacio
nal, modificándose, más ó menos lentamente, en armonía con el

(*) Este trabajo, es el primer informe que el señor doctor don Alejandro O.
Deustua ha presentado al .Supremo Gobierno, en cumplimiento de la comisión
oficial que se le ha encargado pura estudiar en Europa la- Instrucción Publica, y
las reformas de la enseñanza que convenga Introducir en el Perú. El Ateneo
considerando siempre como problema fundamental para la vida y porvenir del
país el de la Instruclón; trata de preferencia de dirigir la atención hacia él, cre
yendo con ello contribuirá una obra de vital Interés nacional.
284 EL ATENEO
ideal republicano, que entraña aspiraciones más concretas que
las engendradas por el movimento revolucionario de 1789. La
reconstitución, hace tiempo perseguida al través de vicisitudes
que han amenazado el orden público existente, sin comprometer
seriamente su estabilidad, está muy lejos todavía de su defini
tiva victoria en el estado moral de la sociedad, adherida como
se halla ésta al pasado por un vivo amor á sus gloriosas tradi
ciones.
El contraste entre ese pasado, con sus simpáticas formas
clásicas, su poderosa fuerza sugestiva y sus tendencias á resur
gir, y el presente, con sus aspiraciones positivas y utilitarias,
encaminadas hacia una perfección extraña á los ideales encar
nados en la nación francesa; esa dualidad de corrientes, que
arrastran la actividad social en sentidos casi inconciliables, im
prime á ésta un carácter marcado de transición, que permite
distinguir y apreciar, en su heterogeneidad sociológica, los prin
cipales factores de esta nación, en cuyo seno germinan, con más
ó menos fecundidad, los sentimientos depositados por su acción
colectiva en las diversas y ricas etapas de su vida secular.
Dentro de formas políticas republicanas, que consagran los
principios de libertad, igualdad y fraternidad, se mueven dife
rentes clases sociales antagónicas, que tienden á resucitar in
fluencias gastadas ó privilegios perdidos, á mantener la dirección
de los intereses públicos, alcanzada por la fuerza de los aconte
cimientos, ó á sacudir el peso de esas influencias, áfin de llegar
al ejercicio de una suprema libertad, predicada por el idealismo
como una perfección accesible.
2. Un escritor contemporáneo (1) ha determinado el valor
de esa concurrencia de fuerzas sociales, demostrando la partici
pación que en la vida nacional tienen el clero, la nobleza, la
burguesía y el pueblo, ias cuatro clases sociales que constituyen
la sociedad francesa contemporánea.
El clero francés actual, infinitamente superior al de otro
tiempo, al menos respecto al porte y decencia exterior, no ejer
ce, sin embargo, una influencia social proporcionada á su valor.

(1) Brenier de Montmeraud.—La socleté francaise contemporaine—1899.


LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 285
El obispo es un eclesiástico de color neutro, que no se
cuenta entre los mejores ni entre los peores, que tranquiliza á la
izquierda sin amedrentar á la derecha, y que pone todo su arte
en mantenerse á igual distancia de Roma y de París, no sin in
clinarse, sin embargo, hacia París y el Ministerio.
Bajo su dependencia inmediata, los obispos tienen cerca de
40.000 sacerdotes, que forman el clero secular. Sale éste, casi
exclusivamente, de las clases laboriosas, y su composición se
hace cada día más difícil.
La fé ha ido debilitándose en la nación y. al mismo tiem
po, la ambición de los padres de familia ha cambiado de obje
tivo: el rico campesino, que aspiraba antes á hacer de su hijo
un cura, se propone hoy como ideal convertirlo en empleado
público ó en institutor. La carrera eclesiástica ha perdido todo
atractivo humano.
El sacerdote del campo es el garnissaire en residente de
que habla Taine.
El cura de otro tiempo era el primero en el pueblo por su
influencia moral: tenía la dirección de las almas cuyo cargo
conserva. Nada le queda al cura de hoy de ese patronato se
cular. Los campesinos carecen de necesidades religiosas, han
olvidado el sentido de la ceremonia del culto; el sacerdote no es
para ellos más que un funcionario de un género especial, un
funcionario cuya presencia no les admira, cuya ausencia les
sorprendería, pero cuyo rol ignoran, ocurriendo á él en raras
ocasiones y por un resto del hábito, que también va debili
tándose.
Sin influencia moral, ni seguridad material; bajo la ame
naza siempre de una remoción posible; vacilando entre el temor
de enajenarse el aprecio del obispo y el de atraerse las antipatías
locales; en una palabra, oprimido é ignorado, el humilde cura
llega á desconocerse él mismo: su piedad se convierte en rutina,
y su sacerdocio en oficio.
El bajo clero rural, si no tiene el heroísmo de los apóstoles,
tiene, al menos, la concepción más elevada de sus deberes.
Es, en conjunto, por la pureza de sus costumbres y por su ex
cesiva corrección, un clero modelo.
286 EL ATENEO

Perdidos en la multitud indiferente, y sumergidos, por de


cirlo así, en una atmósfera corrompida, en la que se deprimen
los caracteres y se ablandan las voluntades, no es sorprendente
que los sacerdotes de las grandes ciudades sufran la influencia
del medio en que viven. Las grandes ciudades, sin embargo,
reunen todos los contrastes; y si los sacerdotes fascinados ó ex
traviados son numerosos en ellas, hay en cambio, una élite
sacerdotal obstinadamente refractaria á las influencias am
bientes.
El clero secular tiene por auxiliar al clero regular, y se
apoya sobre esos cuerpos de selectos que se llaman órdenes reli
giosas. En 1789 había en Francia cerca de 60.000 religiosos;
hoy se cuentan cerca de 158.000. Todo el clero influye sobre
la sociedad por medio de la educación, de la administración de
sacramentos y de la predicación.
A despecho de las leyes de la laicalización, los institutos
religiosos reciben hoy en sus escuelas casi un tercio de los ni
ños inscritos en todas las escuelas primarias; y no obstante las
limitaciones que ha experimentado el principio de la libre con
currencia, establecido por la ley de 1890, la influencia clerical
se ha mantenido intacta, y tiende aún á desarrollarse en la ense
ñanza secundaria: la mitad de los jóvenes que la reciben pasan
por las manos de los sacerdotes.
Hoy, como después de 1848, la burguesía se espanta ante
su obra; y, sin atreverse á negarla todavía, busca para sus hijos
maestros que puedan, en nombre de una moral absoluta y po
sitiva, inculcarles eficazmente los dogmas conservadores de la
seguridad social; y al hacerlo, la burguesía trabaja contra ella
misma, levantando imprudentemente barreras invencibles en
tre sus hijos y los hijos del pueblo, que ha emancipado de la
tutela clerical.
Sobre el hombre formado ya, y que conserva su fé religiosa,
el clero continua obrando mediante la administración de los
sacramentos. En el confesonario, el sacerdote desempeña el
doble papel de consejero y juez, que le da una influencia in
mensa, y que puede ejercer con el mayor provecho para el indi
viduo y la sociedad, pero que convierte en su detrimento, si se
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 287
deja extraviar, como sucede, por el espíritu de dominación y de
intriga.
Mediante la predicación, el clero obra, teóricamente al me
nos, sobre el conjunto de la sociedad; pero casi todos los orado
res cristianos han renunciado á las extensas y frágiles demos
traciones de Lacordaire, para mantenerse, ante un público re
ducido de creyentes, en la exposición pura y simple del dogma
y de la moral.
Por su parte, la nación no tiene un temperamento religio
so: la seriedad que distingue á los pueblos sajones, por ejemplo,
le ha faltado siempre, y su buen sentido, con miras poco eleva
das, se presta mal á las especulaciones desinteresadas. Jamás
el clero, jamás el catolicismo y el cristianismo han sido más im
populares que durante los veinticinco años últimos: jamás la le
gislación y las costumbres han expresado mejor esta impopula
ridad.
La sociedad francesa se presenta dividida en dos campos:
el de los creyentes, más especialmente el de los católicos, y el
de los incrédulos: el primero mucho menos vasto y poblado que
el segundo. Según las apreciaciones más optimistas, no hay
actualmente en Francia más de 10 millones de católicos, y qui
zás si esta cifra es exagerada.
Estos 10 millones de católicos pueden subdividirse en dos
grupos: uno, el más reducido, comprende á los fervientes, á los
que practican. De estos verdaderos fieles, que pertenecen á to
das las categorías sociales y están deseminados sobre todo el
territorio, la firmeza no es uniforme. Los unos se inspiran en
el ideal más elevado, en el concepto más noble y más abstrac
to del deber. En los otros, las prácticas son superiores á la
práctica y las devociones á la devoción. A ese grupo restrin
gido y netamente circunscrito se une otro más numeroso, pero
de valer infinitamente menor. La fé completamente rutinaria
de los que lo componen sólo demuestra la fuerza de la costum
bre ó la preocupación, más ó menos bien entendida, del interés
social.
Ante el campo católico se extiende, hasta perderse de vista,
el campo adverso, compuesto de pequeños burgueses, llenos de
288 EL ATENEO
vanidad demagógica, campesinos materializados, y obreros nu
tridos de producciones vergonzosas ú obscenas, cuyo estado de
alma ha caracterizado Taine con esta frase: «por un retroceso in
sensible y lento, el grueso de la masa está en camino de volverse
pagana»; sólo que la frase es inexacta en cuanto se refiere al
simple movimiento de regresión; porque en nuestros días, es el
instinto religioso el que está en vía de debilitarse, sustituyendo
en las masas al prejuicio religioso el prejuicio contrario.
3. Desde la noche del 4 de Agosto no hay ya nobleza, pro
piamente hablando; pero hay nobles en Francia y los hay más
que nunca. Mas si los nobles abundan, en cambio se ha olvi
dado todo lo que les concierne. Había en otro tiempo una
tradición nobiliaria: las genealogías y el blasón eran objetos de
estudio; hoy muy pocos franceses conservan la exacta noción de
lo que es un noble. Esta ignorancia no ha disminuído su pres
tigio sin embargo. Quizás si ese prestigio ha aumentado desde
la revolución.
Lo que caracteriza esencialmente al noble francés contem
poráneo es su ociosidad, su disgusto por el trabajo. Por eso,
el noble considerado en su vida exterior es un mero expectador
en la sociedad.
Considerado en su interior, su fé religiosa es el fruto de la
educación y del hábito; poco escrupuloso en el cumplimiento
de sus deberes sociales, es en política refractario á las lecciones
del tiempo y de la experiencia, á las que opone prejuicios in
vencibles y una resistencia mucho más inerte que sus conviccio
nes.
Herido por su ociosidad en su raza y en su fortuna, tiene
gusto pronunciado por las fáciles sinecuras y por los juegos de
bolsa. Y la ociosidad lo ha herido en su fortuna, por que ha
arruinado su influencia política. La nobleza, primitivamente
formada en el sentido verdadero de una aristocracia, fué reduci
da por los reyes al rol de una casta: casta ávida de distinciones
y celosa hasta el más alto grado, de sus prerogativas; pero des
nuda de autoridad y de toda pretensión al ejercicio del poder,
é impotente para reconstituirse en aristocracia, á despecho de
los acontecimientos que todo lo han renovado á su rededor. La
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 289

ociosidad secular lo ha quitado el hábito del gobierno; ha hecho


más todavía: le ha quitado la ambición del poder perdido.
Sin influencia política, el noble contemporáneo carece tam
bién de influencia social. Despojado de sus privilegios, no es
en la comuna ni un primer habitante, camo se decía en otro tiem
po. Está reducido al rol puramente decorativo al que él mismo
se ha condenado.
4. Del sexto siglo al duodécimo se constituye el tercer estado
social: la burguesía, esta élite del pueblo, adquiere conciencia
de si misma, y en los siglos siguientes se eleva y se desarrolla,
en concierto con la dignidud real, para luchar contra ella en el
siglo 18 y provocar la revolución de 1789.
Ella hizo la revolución en su provecho; pero hoy no existe
una sola gran palabra que tenga su sentido verdadero, pleno, leal:
fraternidad, y el combate por todas partes : igualdad, y todas las
desproporciones van ampliándóse: libertad, y los débiles están
entregados á todos los juegos de la fuerza.
La burguesía no tenía antes del 89 personalidad política
distinta del pueblo. La Revolución ha creado una clase social
separada del pueblo por un abismo; clase inmensa por el nú
mero, que tiene sus intereses particulares opuestos á los del pue
blo, desde que la supresión de las corporaciones ha roto entre
el empresario y el obrero el lazo feudal del patronato. Y ante
la burguesía existe el pueblo, formado de todos los ciudadanos
que viven exclusivamente de su trabajo.
Pueden considerarse en la burguesía tres grupos: la alta, la
media y la pequeña burguesía, que difieren por su fortuna.
Altos y bajos burgueses se reunen y confunden casi á los
ojos del observador. En unos y otros existen los mismos ins
tintos laboriosos, la misma energía perseverante; pero también
idéntico egoísmo, la misma estrechez de corazón, la misma
concepción materialista de la sociedad, la misma hostilidad res
pecto del pueblo. En la burguesía media es en donde se en
cuentra todo lo mejor de la clase, bajo el aspecto intelectual
y moral.
Para la burguesía, la religión no es, en el fondo, sino la
mejor salvaguardia, la más segura muralla de la propiedad ame
la
290 EL ATENEO

nazada; la propiedad no es ya, solamente, una institución


creada, como las demás, por utilidad y comodidad generales, si
no una especie de divinidad bárbara, irresponsable é inexorable,
que amenaza en vez de proteger, y la familia una entidad sa
crificada al egoísmo de los padres.
Esto, en cuanto á las ideas: respecto á las pasiones del
burgués, ellas se reducen á dos dominantes: la del dinero y la
del poder.
5. En el pueblo, el campesino, indiferente en materia de
religión, casi no tiene en política sino conviccione ¡ negativas.
Pero si el alma del campesino ha permanecido inmutable á
través de las revoluciones y los siglos, no puede decirse otro
tanto del alma del obrero. Encerrado en el cuadro estrecho de
la corporación que lo oprimía, pero protegiéndolo; dueño de
su herramienta, cuyo esfuerzo podía apresurar ó retardar a su
agrado, el obrero de otro tiempo conservaba intacta su persona
lidad; pensaba ó soñaba ásu voluntad; era hombre, en una pa
labra. Dos grandes hechos, la transformación de la organiza
ción industrial y de la herramienta, han modificado profunda
mente su condición, reaccionando con su influencia sobre
su alma.
Obrero y campesino se encuentran una vez en su vida bajo
las banderas de la nación. Más tarde se vuelven á encontrar,
pero sin asociarse. La educación, el temperamento, los intere
ses, todo separa al uno del otro, todo opone el uno al otro. De
esta oposición resulta la más segura garantía de estabilidad pa
ra el orden social existente.
6. Bajo esta capa, en la que se agitan las cuatro clases so
ciales que Montmorand ha descrito con marcado espíritu pe
simista, se conservan los vínculos estrechos de la unidad nacio
nal, la que descansa en la identidad del carácter francés y en
la solidaridad de los intereses comunes á todos los ciuda
danos.
El carácter francés resume acciones físicas y sociales, pro
longadas á través de los siglos, independientes de la generación
actual, y que se imponen á ella con todas las ¡deas nacionales,
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 291
los sentimientos nacionalos y las instituciones naciona
les. (1)
Analizando Fouillée los factores étnicos de la sociedad fran
cesa, en su relación con los romanos, establece la siguiente con
clusión: «Ibero— celto —germanos por la sangre, nuestros ante
pasados han sido latinizados por la educación romana; pero la
acción de ésta no fué siempre profunda. La famosa cultura
clásica, cuya influencia ha exagerado Taine, habría ejercido
solamente una influencia superficial, si no hubiese encontrado
en Francia ciertas aptitudes nativas, que no tienen nada de
romano ».
Nativas ó nó, es lo cierto, sin embargo, que el carácter
francés, descrito por el mismo Fouillée, revela la profunda in
fluencia del clasicismo romano en la educación del pueblo fran
cés y en la formacion de su carácter, bajo la acción de los
elementos ibero-celto-germánicos que han determinado, fusio
nándose, aquella armonía rara y preciosa, esa especie de acor
de perfecto, en que el celta dá la tónica, el mediterráneo la me
diante y el germano la dominante.
El primer rasgo de la sensibilidad francesa es la inclinación
al placer y á la alegría, bajo todas las formas, principalmente
las más espontáneas y las más fáciles. El francés, en general,
es más susceptible al entusiasmo que á la pasión concentrada,
y de allí el segundo rasgo de su sensibilidad, su dirección cen
trífuga ó expansiva, el carácter objetivo de su actividad espiri
tual; condición á la que Fouilée atribuye un orígen céltico, pe
ro que determina también la naturaleza del clasicismo latino.
El desarrollo superior del inslinto social en Francia nace de esa
fuerza expansiva, comunicativa de la sensibilidad francesa, que
se desarrolla y se consume en el seno de la colectividad, sin
volver, por reflexión, sobre el espíritu, para fecundarlo con la
experiencia. El optimismo francés es una consecuencia de es
ta evolución incompleta, característica de la civilización clásica,
que deja á la voluntad sin disciplina, sin otra fuerza que la re
sistencia, ó con esa fuerza explosiva, centrífuga y rectilínea del

(1) Fouilleé—Psichologle du peuple franeaís.—1898.


202 EL ATENEO
carácter francés. En ese estado, la voluntad procede por des
cargas súbitas más bien que por trabajo lento, precipitando la
fatiga del querer y engendrando la rutina diaria, como sucede
en la actividad francesa.
Nuturalmente, la facilidad es el primer don intelectual de
esa actividad; facilidad que no sólo impide profundizar el de
talle, sino que generalmente se contenta con síntesis incomple
tas, consideradas como intuiciones de su espíritu fino y de su
razón ejercitada. En las inteligencias dotadas de acción rápida
y percepción viva, el amor á la claridad es inevitable. De esas
cualidades de la inteligencia francesa deduce Fouillée la ten
dencia especial hácia todo lo que simplifica. Este amor de la
simplificación se acomoda, á su vez, á las ideas abstractas y
generales, que ofrecen, al mismo tiempo, la ventaja de ser las
más comunicativas y en cierto modo las más sociales. El fran
cés carece generalmente de una imaginación muy fuerte: podría
decirse que tiene una imaginación adecuada á su sensibilidad.
Su visión interior no posee ni la intensidad de la alucinación,
ni la fantasía exhuberante del espíritu germano y del anglo
sajón; es más bien una visión intelectual y lejana que una re
surrección sensitiva, que un contacto y lina posesión inmediata
de las cosas mismas. Obligada á deducir y á construir, la in
teligencia francesa sobresale más en descubrir el encadenamien
to de las cosas posibles ó necesarias, que en representarse las co
sas reales. En otros términos: es una imaginación lógica y com
binadora, que se complace en lo que se ha llamado el dibujo
abstracto de la vida. Razona más que lo que imagina, y por
ese amor al raciocinio, olvida á menudo la observación, é ima
gina el mundo interno de los sentimientos y principalmente de
las ideas. Esta facultad de sistematizar, mediante el raciocinio,
de conducir un principio hasta sus más lejanas consecuencias,,
y esta claridad de exposición que la acompaña, cualidades do
minantes de la inteligencia francesa, determinan también su
defecto característico: la satisfacción que experimenta con la
perfección lógica de su obra, su amor" á la forma y su olvido de
la realidad. La naturaleza de la sensibilidad y de la voluntad
francesa determina también la elección de los objetos á los que
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 293
se adhiere su pensamiento: se puede prever que las ideas que
tienen un carácter social y humano estarán particularmente en
armonía con el espíritu francés. En su aplicación á la socie
dad las ideas generales llegan á ser las ideas generosas que el
espíritu francés procura objetivar con la vehemencia de su sen
sibilidad explosiva.
Estas cualidades nativas de la raza, unidas á la cultura la
tina, debían llegar al racionalismo francés. Nuestro amor á la
unidad, agrega Fouillée, nos acerca también á los antiguos, y
principalmente á los romanos, que le han desarrollado en no
sotros, produciendo cierta intolerancia intelectual para todo lo
que se aparta de la opinión reinante, y algunas veces aún de
nuestra propia opinión, á la que estamos naturalmente inclina
dos á considerar como la única racional. Nuestro espíritu es
doctrinario por instinto. Felizmente, nuestro deseo de ganar
la simpatía de los demás nos induce á hacerles tantas con
cesiones.
Llevadas á su más alto grado las cualidades de la inteli
gencia francesa, se tiene esa facultad de análisis que desembro
lla las cuestiones, que las reduce á sus elementos inteligibles,
los determina, define, clasifica y reduce á leyes; se tiene tam
bién ese talento deductivo y ese don de simplificar la realidad,
reduciéndola, como lo hace el matemático, á sus elementos
esenciales, para obtener de ella una representación fiel aunque
abstracta. La aptitud para descubrir relaciones, característica
del genio francés, explica el placer que experimenta jugando
con las mismas ideas, combinándolas de mil maneras. ponién
dolas ya en armonía, ya en contraste. Disminuída, á la vez, la
extensión y profundidad dela inteligencia francesa, pero de
jándole su clarovidencia y su exactitud, se tiene el buen senti
do teórico y práctico, agudo en unos, obtuso en tantos otros,
que se acomoda á la constante preocupación del interés positi
vo é inmediato.
Estas condiciones del carácter francés, informado por la
educación clásica, se reflejan en su lengua, en su religión, su fi
losofía, su política, su literatura y sus artes, trascendiendo en
los demás círculos de la actividad nacional. En todos predo
294 EL ATENEO
mina el punto de vista estético, en oposición al científico ó al
teleológico, como se diría' en lenguaje kantiano: en todos pre
domina ese amor á la forma ordenada y á la unidad sensible:
en todos la tendencia á simplificar y á generalizar, para adqui
rir esa unidad formal, clara, de fácil percepción y de expresión
matemática y abstracta, que halaga la imaginación francesa,
haciéndola descuidar la observación, olvidar la realidad non-
creta, ignorar sus múltiples leyes y perder así los frutos dela
experiencia; de esa experiencia que prevé el porvenir con más
eficacia que las intuiciones del genio francés, artístico por natu-
turaleza y más aun por la acción educadora del clasicismo
antiguo.
Son los franceses, á la vez, lógicos artistas en la construc
ción de sus frases : en lugar de tomar todo lo que la realidad les
ofrece, eligen lo que es regular ó lo que es bello; en lugar de
ser los esclavos de lo real lo idealizan á su manera. De allí á
los procesos y á los abusos de la lógica abstracta ó de la retóri
ca, la pendiente es fácil.
En la crítica de los dogmas han tomado por guía la razón
abstracta y formal, la lógica del puro entendimiento. En lugar
de considerar al hombre todo entero, con sus sentimientos, sus
cualidades morales, sus intuiciones estéticas ó religiosas, han
considerado exclusivamente su inteligencia.
La filosofía en Francia no podía dejar de ser principal
mente intelectualista y racionalista.
En política, el rasgo esencial del espíritu francés es la fé
en la omnipotencia del Estado y del Gobierno; no existe el sen
timiento de la tradición y de la solidaridad entre las generacio
nes. La razón francesa, que razona hasta la sin razón, com
prende mal las oscuras y profundas necesidades de la natura
leza y de la vida.
En el órden social, el genio nivelador francés desconoce,
hoy más que nunca, las desigualdades naturales; no sólo la ge-
rarquía, fundada sobre la tradición, sino aún la que está fun
dada sobre el talento. Y es que los franceses conciben siempre
la sociedad de una manera muy matemática, como colección
de unidades similares, sometidas en conjunto á alguna voluntad
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 295
superior, y no descubren ese organismo viviente en el que cada
miembro es solidario del todo. Así mismo no perciben casi en
el derecho sino una relación entre individuos, sin preocuparse
de la relación con la colectividad y con el desarrollo regular
de la vida nacional, manteniéndose en un individualismo á
menudo superficial y de naturaleza completamente lógica, ó en
un socialismo igualmente superficial y abstracto, que está hoy
á la moda, en lugar de considerar al individuo en el todo real y
actual fuera del que no podría vivir.
Bajo el punto de vista de la literatura y del arte, la Fran
cia ha sido un país completamente preparado para la cultura
greco-romana; y es esta cultura la que, temperando las vivas
cualidades de la nación, debía imprimir, á la larga, en las inte
ligencias un ideal clásico de razón, de armonía y de constancia.
La literatura francesa, en general, no es ni naturalista, ni mís
tica: pero cuando adquiere una ú otra de esas direcciones, se
conserva siempre intelectual y social; tales son sus dos formas
constantes. Los caracteres de sus personajes se presentan en
el estado estático y no en el dinámico; y aquellos en apariencia
más ilógicos siguen todavía una lógica interior. Con esa pre
ferencia por todo lo que es acabado, se acuerdan la ciencia de la
composición francesa y el sentido exquisito de la forma. En
las demás artes, el espíritu nacional se manifiesta también por
la lógica y la geometría, por el sentido persistente de la forma
en el seno mismo de lo grandioso, por el orden racional de to
das las partes, por el valor práctico que cada uno tiene en el
conjunto, por la utilidad íntima que se oculta bajo tantos ador
nos en apariencia inútiles, por la destreza, en fin, para conver
tir las necesidades de mecánica en bellezas de arte. El espír-
tu francés es eminentemente arquitectónico. Menos sobrio que
el griego, menos sólido que el romano, tiene el clan regulado por
la inteligencia, el atrevimiento aventurado y feliz.
Fouillée termina su psicología del pueblo francés con la si
guiente reflexión: « La unión de una sensibilidad viva y socia
ble con una razón clara y lúcida, unión que nos ha parecido la
propiedad del carácter francés, no podía realizarse sin frecuen
tes exposiciones: así se explican en nuestras costumbres, en
296 EL ATENEO

nuestra historia, en nuestra política, tantas alternativas de li


bertad y de servidumbre, de revolución y de rutina, de fé opti
mista y abatimiento pesimista, de exaltación y de ironía, de
dulzura y de violencia, de lógica racional y de arrebato irracio
nal, de salvajismo y de humanidad. Claro es que el equilibrio
de la pasión y de la razón es muy difícil é inestable: sin em
bargo, ese equilibrio es el que persigue sin tregua el carácter
francés. Nuestro principal recurso es el de apasionarnos por
las ideas racionales y razonables; tenemos el sentimiento de es
ta necesidad y de esta aptitud, y tendemos á mantenemos en un
punto fijo, concebido por nuestra razon y colocado lo más alto
posible, adhiriéndonos á él con el corazón y el pensamiento.»
7. No analiza Fouillée el carácter francés en sus relaciones
de familia, como habría sido de desear, á fin de conocerlo en
toda la latitud del medio en que se desenvuelve. Así habría
sido posible apreciar la influencia que la familia ejerce sobre el
carácter francés y, al propio tiempo, la que éste tiene sobre la
organización y progreso de la familia; datos indispensables pa
ra el conocimiento completo de la sociedad francesa y de las
instituciones que mantiene.
En un interesante libro, (1) escrito en 1874, á raíz de los
luctuosos acontecimientos de esa época, se hace ese análisis,
que sin gran dificultad puede aplicarse á la familia francesa
actual.
« Hay ciertamente en Francia, en París, en todas nuestras
sociedades, dice Baudrillart, un gran número de familias exce
lentes. El afecto más vivo y más cordial no quita nada al
respeto, despojado de la frialdad y de la solemnidad del cere
monial de otro tiempo. Desgraciadamente no todas son así.
Las clases ricas y holgadas no carecen de familias que se apar
tan mucho de ese modelo: la relajación de la disciplina y del
respeto se manifiestan en ellas, con frecuencia, por síntomas de
plorables. El mal es más grande todavía en las clases po
pulares.
Al lado del espíritu de trabajo, de economía, de desinterés

(1) Baudrillat^La famille et l'éducation en France—1874.


LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 297
que domina en tantos hogares modestos, muchas veces la fami
lia obrera se presenta en Francia imperfecta, apenas existente,
ó alterada y degradada. La miseria, la estrechez de las habi
taciones, un amontonamiento que raya en promiscuidad, tan
contrario á las reglas de la moral como de la higiene, la madre
que trabaja fuera, los hijos dispersos, expuestos á todas las
tentaciones del taller y de la fábrica, el padre que huye de este
hogar sin luz y sin intimidad, buscando fuera de él dis
tracciones en la disipación y principalmente en la embriaguez,
únicos placeres que comprende, hé ahí un cuadro cuya exac
titud es irrecusable.
A las malas prácticas se unen las malas doctrinas. La
propaganda materialista y revolucionaria obra en la familia co
mo en toda la sociedad, ataca todos los principios de religión y
de moral, y destruye todos los frenos. Toda una literatura de
novelas y de dramas se ofrece á la fantasía enfermiza de la fa
milia, que en esas condiciones corre el riesgo de ser un ins
trumento de depravación.
Es inseparable de ese estado la fiebre de indisciplina y de
revuelta en el Ejército, la grosería de maneras, que traduce un
orgullo brutal, la inmoralidad frecuente y el furor de impiedad
odiosa. La simple benevolencia, tan común en otro tiempo,
esta cualidad tan francesa, ha llegado casi á ser rara.
En las poblaciones rurales la familia deja también mucho
que desear. Sin que sea verdadero decir, en general, que la
población disminuye, no aumenta según la proporción normal;
la causa está en una esterilidad sistemática y calculada. Se
considera á los hijos como una carga; se quiere gozar, aumentar
el bienestar, trasmitir todo el pequeño dominio íntegro, si se
puede, á un sólo heredero. Se tiene miedo de dividirlo entre
un gran número. Pero eso no se consigue sin muchos desórde
nes, porque muy á menudo el crimen se pone al lado del vicio:
el robo, el asesinato cometido contra los parientes por un móvil
de avaricia, degenerada en furor, en feroz monomanía, son más
frecuentes en los campos que en las ciudades. Los viejos son
tratados allí sin consideración, á veces sin piedad: se cree que
viven demasiado.
13
,298 EL ATENEO
Por último, se nota una carencia, al menos una indiferen
cia profundamente sensible de tradición. Los hijos no siguen
sino rara vez al padre en el ejercicio de su profesión, en la
explotación de su empresa, en la propiedad y en el acarreo de
sus tierras. El hijo ha llegado á ser el dios del hogar. Los
padres tienen por ellos solicitudes de madres, y las madres de
hoy no saben resignarse á la enfermedad, á la pérdida ó á la
inmolación de los hijos ante el deber público.
Las mujeres que no están condenadas á un trabajo obliga
torio, caen en una desocupación que su imaginación activa no
puede soportar: se ingenian para crearse fuera del hogar ocupa
ciones fútiles y deberes ficticios, opuestos á las buenas costum
bres. Así es como, en las clases holgadas y hasta en las de
condiciones medianas, se ve mujeres que cada día incurren en
desvíos que en el siglo pasado sólo se observaban en las mujeres
de la corte.
El carácter común de esta desorganización en la familia con
siste principalmente en la debilidad del sentimiento de la respon
sabilidad, que se traduce, ya por desórdenes violentos, ya por la
relajación del resorte de la voluntad. En toda la sociedad hay
relajación, no sólo de los esfuerzos actuales, sino de la facultad
de querer, de la energía laboriosa y emprendedora, la que pa
rece lanzarse, casi por entero, con un ardor á menudo febril, en
el mundo de la especulación y de los negocios. Los hábitos de
vida sensual han hecho tristes progresos aún en la clase obrera.
El dinero es hoy el único conquistador. La juventud rica
gasta en el libertinaje tesoros más preciosos que su patrimonio:
su salud y su alma.
No obstante las justas críticas que merece la fami
lia francesa, en ninguna época ha tenido una actitud más re
suelta contra el despotismo del Estado. La idea de que la
familia es una unidad viviente, un todo indisoluble, un asilo
inviolable para la voluntad arbitraria de un déspota real ó de
un poder democrático, está profundamente radicada en los co
razones. Este sentimiento existe por todas partes, en las clases
elevadas como en las medias é inferiores, en las ciudades como
en los campos.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 299
Baudrillart escribía su libro bajo la impresión de los desór
denes de la comuna de 1871, y con el propósito de moralizar la
sociedad apelando á la influencia de la familia en la educación.
No sería extraño, por lo mismo, que hubiese acentuado los to
nos sombríos del cuadro de la familia francesa en 1874, á fin
de preocupar la atención pública en su reconstitución moral y
material. Pero, exajerados ó nó los defectos y vicios que se
revelan en ese cuadro, los que no son de la familia francesa so
lamente, hay en ellos un grado de verdad que basta para con
tribuir al conocimiento del medio social en que se desenvuelven
las instituciones de este país.
8. Individuos con una sensibilidad expansiva, inclinada al
placer y á la alegría y dispuestos para la sociabilidad, con una
voluntad explosiva y una inteligencia viva, que ama la clari
dad lógica y persigue la unidad formal, sin detenerse en el
análisis de los detalles que ofrece la realidad, y antes bien sim
plificándolos, para llegar á ésta mediante abstracciones y gene
ralizaciones rápidas y prematuras; individuos razonadores más
que reflexivos, enamorados unos del ideal de la perfección ló
gica y preocupados otros del interés posisivo é inmediato, sin
perder las condiciones de su carácter; individuos sin armonía
en las fuerzas que obran en su espíritu, sin un poderoso senti
miento de la responsabilidad, sin los estímulos que ofrece la
educación de un hogar estable y feliz, y sin la influencia de altas
clases sociales en su moralización; clases sociales desquiciadas
por las evoluciones políticas y por el progreso de las ideas, ó
ineptas por su egoismo ó por su falta de hábito para la direc
ción de los intereses públicos; costumbres, ideas y tendencias
en lucha, que representan las diversas etapas de la historia na
cional; formas sociales é instituciones políticas engendradas
por el individualismo, que pugnan por consolidarse destruyen
do los residuos de formas antiguas y contemporizando con las
que preconiza el socialismo; tales parecen ser los rasgos de esta
nacionalidad poderosa, que ha de llegar, tarde ó temprano, k
la armonía de sus elementos mediante una educación adecuada
de todas las inteligencias y de todas las voluntades, que modi
fique el rumbo de las ideas apartándolas de su vicioso raciona
300 EL ATENEO
lismo, que discipline los temperamentos con una percepción
más completa de la realidad, que eleve los sentimientos con la
participación de la familia en la educación é imprima homoge
neidad á las miras políticas con la consolidación de las formas
republicanas y el imperio del régimen civil.
Esta será la obra de la juventud del porvenir, no de la ge
neración actual, si ha de creerse en los caracteres que le atribu
ye un escritor francés contemporáneo. (1) La actual generación,
que ha sufrido profundamente la influencia de sus dos anterio
res, las de 1870 y 1880, es impotente, por su doloroso diletan
tismo y su individualismo anárquico, para operar esa reacción.
La generación que comenzó á abrirse paso en 1872 era
singularmente melancólica y fatigada, y su concepto de la vida
era singularmente doloroso. Había experimentado la desas
trosa influencia ejercida por el éxito feliz del segundo imperio,
que á su vez reconocía orígenes más lejanos y más abstractos
en un conjunto de teorías filosóficas y literarias que, poco á
poco, penetraron en la sociedad francesa, desorganizándola y
trascendiendo en su literatura y su historia. La decadencia
moral del segundo imperio, las sangrientas catástrofes que mar
caron su fin, determinaron en todos los corazones un sentimien
to de inferioridad nacional, de vergüenza y de disgusto, que,
separando al individuo de la colectividad, desorganizó el
cuerpo social, debilitando los espíritus. Resultó de ahí una
generación de diletantis y de pesimistas, una juventud para la
que la acción y la creación parecían igualmente inútiles, y que
volvióse egoísta, con un egoísmo delicado y brutal.
La generación de 1880, heredera de los defectos de la ante
rior, glorificó sus ideas, trasmitiéndolas así á la juventud actual,
que no ha podido satisfacer sus conceptos sobre la vida ni en el
doloroso diletantismo de 1870, ni en el individualismo anárquico
de 1880. Ambos le han parecido insuficientes para resolver
ese terrible problema del individualismo y de la solidaridad, al
que la ciencia y la democracia han unido, en cien años, dificul
tades desconocidas antes. La generación actual se encuentra,

(1 ) Berenger—L'aristocratie lntelectuelle—1S95.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 301
pues, en una situación intelectual más crítica todavía que sus
antepasadas. Ninguno de los conflictos del siglo se le ha eco
nomizado. Ha llegado al campo de batalla de la historia sin co
nocer el sólido ideal al rededor del que puede agruparse.
9. La población de la Francia, según el censo de 1886, es
de 38.218,903 habitantes y su densidad de 72,3; agregando á
esa suma los habitantes de las colonias, se obtiene una suma
total de 71 millones en números redondos. (1)
En el total de 38.218,003 habitantes de la Francia en 1886,
los extranjeros figuran por 1.126,000, ó sea un 30% próxima
mente. Esta proporción ha ido aumentando constantemente.
La mayor parte de los franceses, casi un 83% de la pobla
ción total, residen en el departamento en que han nacido; pero
en el interior de muchos departamentos hay una emigración
notable de los campos á las ciudades, que aumenta sin cesar,
con detrimento de las comunas rurales. Esto pasa principal
mente en los departamentos manufactureros.
Los 38 millones de habitantes de la Francia se distribuyen
así: hombres 18.900,000, mujeres 19.100,000.
El sexo femenino en Francia no ha dejado de predominar,
numéricamente, desde el principio del siglo; aunque en una pro
porción variable según los tiempos y lugares. Lo contrario pasa
en las colonias.
Las personas casadas forman el grupo más numeroso de la
población; el grupo de los niños viene en seguida. Los celiba-
tarios adultos alcanzan á 8 millones y medio, y los viudos y
viudas á 3 millones.
El número total de nacimientos ha sido casi de 25 por mil
de 1872 á 1888, y para toda la Francia de 950,009 próxima
mente.

(1) Levasseur.—La France et ses colonles.—1889.


De esta obra que tiene carácter oficial, no Be ha hecho una edición posterior,
que esté en armonía con los datos del censo más reciente. Sin embargo, los que
se refieren al censo de 1886, si no tienen carácter de actualidad, determinan pro
porciones, que pueden tomarse sin grave error como demostraciones suficientes
para los efectos de este Informe.
En un apéndice se consignaran los datos correspondientes relativos al último
censo.
302 EL ATENEO
En 1886 había en Francia, en tiempo ordinario, cerca de
23 fallecimientos por mil individuos, ó sea cada año 850.000 en
toda la Francia. Los recién nacidos son los más expuestos al
fallecimiento.
El número medio de matrimonios en 1886 era de 285000
por año. La edad media del matrimonio, de 25 años próxima
mente para las mujeres, y de un poco menos de 30 años para
los hombres.
Sobre 100 nacimientos hay más de 92 legítimos. El nú
mero medio de nacimientos por matrimonio es de 3.
La natalidad decrece, la mortalidad disminuye y la inmi
gración aumenta.
La población total de la Francia aumenta; pero la de mu
chos departamentos disminuye, á causa de los obstáculos
opuestos á la producción de la riqueza por el clima ó por la
naturaleza del suelo. La política y la administración influyen
además, sensiblemente, en la desigual repartición de habitantes
en el país.
La mayoría de habitantes en Francia se ha radicado en los
campos, entregándose, en gran parte, á los trabajos de la agri
cultura, que demanda muchos brazos. Sin embargo, á medida
que la industria y las ciudades crecen, y que el empleo de las
máquinas se hace más frecuente en la agricultura, la masa de
población agrícola tiende á disminuir relativamente; lo que no
impide que la población total haya aumentado mucho desde el
comienzo del siglo, en los departamentos del Océano, entre
Brest y la Gironda, en los del Mediterráneo, del Loira y del
Ródano.
La población llamada urbana era en 1816 de 13 millones,
con una densidad media de 428 habitantes casi. Comprendía la
mayor parte de las personas que viven de profesiones liberales,
de la industria y del comercio; aunque en los campos también
se ejerce el comercio y la industria y se practican las profesiones
liberales, como las del sacerdote, institutor, notario, etc. El
número de personas que en las familias vivían de sus ocupacio
nes, podía estimarse en 1881 en 9 millones y medio en la indus
tria, y en cerca de 4 millones en el comercio. La población
CRÓNICA DEL ATENEO 191
LEGISLACION i La prensa.
\ La literatura precolombina.
Historia de la legislación. \Los poetas.
Legislación civil común. \ Las bellas artes.
Legislación criminal. \ La lengua castellana en el Perú.
Legislación comercial y minera.
Legislación priva I iva. \ VIDA SOCIAL
La magistratura y el foro nacional.
\La sociabilidad.
INSTRUCCION \ El pueblo.
\ La mujer.
La primera enseñanza. \ La vida religiosa.
La segunda enseñanza. \ Lias fiestas nacionales.
La instrucción universitaria. \El teatro.
La instrucción técnica. \ Las costumbres indígenas.
VIDA INTELECTUAL VIDA INDUSTRIAL Y COMERCIAL
Las ciencias matemáticas. Industria agrícola
Las ciencias físico-naturales. Irrigaciones.
La medicina. Industria minera.
La cirujía. Industria manufacturera.
Los sabios peruanos. Comercio.
La imprenta y prosadores de la épo Vías y medios de comunicación.
ca colonial. Institución bancaria .
IjOs prosadores de la época republi Sociedades anónima*.
cana. Inmigración.
Los estudios históricos.
Los oradores. EL PORVENIR DEL PERU

NOTA.—Tollos los trabajos se referirán al Perú.

* *

ADVERTENCIA

Habiéndose agotado hace meses la edición del N? 1 de ' 'El


Ateneo" en que se publicaron los Estatutos de la Sociedad, la
Dirección ha dispuesto que dichos Estatutos se reimpriman en
el presento número de la Revista.
Lima, Agosto 31 de 1900.
192 EL ATENEO

TITULO I

DEL OBJETO DE LA ASOCIACIÓN

Art. 1? El Ateneo de Lima, reorganizado sobre la base


del antiguo Club Literario establecido en esta Capital en
1871, cultiva las Bellas Artes y las Ciencias.
Art. 2? Para el logro de este fin:
1? Dará conferencias y promoverá certámenes;
2? Publicará una revista que llevará el nombre de la
Institución.
3? Establecerá relaciones con Institutos análogos;
4? Fomentará las producciones nacionales, propagará
los conocimientos útiles, y premiará las obras que conceptúe
meritorias.

TÍTULO II

de la constitución de la sociedad

Art. 3? Los miembros del Ateneo son de tres categorías:


activos, honorarios y correspondientes.
Art. 4? Para ser miembro de la Corporación se requiere:
Cultura intelectual, consagración especial á cualquiera de
los ramos del saber humano, y gozar de buena reputación.
Art. 5? El ingreso se verificará mediante propuesta suscri
ta por dos miembros, presentada al Presidente.
Leída la propuesta en la primera Junta de Directorio, se
someterá á escrutinio secreto en la segunda, debiendo ser apro
bada por los dos tercios de votos, cuando menos.
Aceptado el nuevo miembro, se le expedirá un diploma fir
mado por el Presidente y el Secretario.
Art. 6? Las obligaciones de los miembros son:
1* Cooperar á la consecución de los fines del Ateneo
aceptando comisiones.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 303
urbana aumenta constantemente, mientras qvie disminuye la
población rural. Las causas de esta despoblación no son eco
nómicas exclusivamente; contribuyen á ese resultado los hos
pitales y hospicios que atraen á los enfermos. y el servicio militar
que aglomera en los cuarteles el contingente respectivo.
Las industrias de tejidos, de construcción, de vestidos y
artículos de tocador, que empleaban en 1886 cada una casi un
millón de habitantes, ó sea en todo cerca de la mitad del total,
están en primer rango; en segundo las de alimentación, de tras
portes, de minas y canteras y de objetos de metal.
La alimentación (medio millón), tiene el primer lugar en
el comercio; el vestido y el tocador vienen en seguida.
La industria y el comercio tienden á concentrar las pobla
ciones sobre cierto numero de puntos, favorecidos, sea por una
salida fácil, sea por una fuerza motriz.
Con relación á la riqueza, el censo indicado arroja los
siguientes datos: la cantidad de sustancias alimenticias produ
cidas por la agricultura, desde el principio de este siglo, ha
aumentado en más del doble; la cantidad de productos indus
triales, en el mismo tiempo, parece haber más que cuadrupli
cado, y el comercio ha llegado á ser, cuando menos, ocho veces
más considerable. Ahora bien, como desde el principio del
siglo la población de la Francia no ha aumentado ni la mitad,
es evidente que el término medio de consumos individuales ha
aumentado en más del doble, y que los franceses poseen en más
grande cantidad las cosas que cada uno trata de obtener me
diante su trabajo, es decir, más bienestar. De allí una mortali
dad menor en la infancia, y cierto crecimiento de la duración
inedia de la vida.
En los departamentos del norte y del nordeste es en donde
hay más actividad industrial; porque es allí en donde se en
cuentra el mayor número de herrerías, fábricas, etc. ; es allí
en donde se encuentran los hombres más robustos y de más alta
talla.
Respecto á la moralidad, puede decirse que el número de
acusados por crímenes, y aún el de detenidos por ciertos delitos,
no aumenta tanto como la cifra de la población y la masa de
sus riquezas.
(d roñica del ¿$teneo

L 29 del mes que hoy termina realizóse la velada literario-


musieal del Ateneo que se había anunciado oportunamente.
El patio y corredores del edificio á que pertenece el local
de la institución estaban alumbrados en la noche del indicado
día por muchos focos de luz eléctrica.
Un público numeroso y selecto, en el cual figuraban seno-
ras y señoritas de la primera sociedad limeña, y altas personali
dades políticas, comerciales y literarias del país y del extrangero,
asistió á la velada.
En la sección respectiva hallarán nuestros lectores los tra
bajos á que se dió lectura en dicho acto.
Librería
, Fsmi ai
^^LULAR E IMPRENTA

MORENO

lima, mm-
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Alejandro O. Drustua. . . Iai i mtrucciún publica, en


'■• '' Francia (Contitmariíht)
Feo. Tudela Y Várela Oérai inédita* del Dr. I).
Gabina Pachfcv-Zegamt.
RlCAKDO Palma María Abascal (Iirminixen-
' WS^DSSnraiÍF*' W,., i?-" V»"*¿ ifiira /!-ó; ft;4-Wí&¿ -'¿

POESIAS
José S. GhoCAKO A un Hoñador.
O ahí no Pachbco-Zigarra. Una ilusión.

CRONICA del ATENEO


IJirettorio itel Ateneo %lmu

Presidente Javier Prado y Ugarteche


Vicepresidente Pablo Patrón
Secretario Clemente Palma
Prosecretario Hcipivn Liona
Tesorero iíanuel A. San Juan
Bibliotecario Carlos A. Rmnero

— VOCALES
Amézaga Carlos G. <i Leguía y Martínez Germán
Astete Luis | Lisson Caros I.
Astete Pedro Manzanilla José Matías
Bal ta José Maurtua Víctor M.
Castro y Oyangnren Enrique Miró Quesada Antonio
Cazaneuve Felipe G. i , Osma Felipe de
Cisueros Carlos B. Oyague J. Octavio de
Cornejo Mariano H. Pazos y Várela Juan Francisco
Corpancho Teobaldo B. Pérez Heráclides
Cortés Leopoldo ] Polo José Toribio
Chaves Francisco Gerardo \ Prado y Ugarteche Mariano I.
Ohocano José Santos j Rebagliati Claudio
Fuentes Hildebrando Reina Baldomcro
Guzmán y Valle Enrique ¡ Ulloa Alberto
Izcue José Augusto de Villarreal Federico
Lama y Ossa Jerónimo de i i Vivero Domingo de
La Puente Ignacio y Whilar Agustín T.

* * EL, ATENEO * *
ÓRGANO DEL ATENEO DE LIMA

Revista Mensual de Ciencias y Bellas Artes


-^©^oye*-^

Javier 'prado ¡¿ "Ü^apiea^e | Iíanuel £¡aii $'zian,


DIRECTOR ADMINISTRADOR

La Correspondencia se dirigirá al Administrador


Calle de la EIFA £T. §0 (?$ja desteta) Apartado CQBIIQ 32

CONDICIONES DE SUSCRICIÓN
En Lima y provincias (al mes) S/. i plata
» i» » (semestral) „ 5 „
TS¡n el extranjero rejirára los miamos pr-eoios con sólo el recargo postal

Todas las publicaciones que se envíen á "El Ateneo"


serán anunciadas en las secciones correspondientes
La Ináírueeíón Públiea en Praneia

( Continuacion )

CAPITULO I I

ESTADO POLITICO Y ADMINISTRATIVO DE LA NACION


FRANCESA

1. FA gobierno central en Francia.—2. Circunscripciones políticas y su


administración.—3. La asistencia pública y otras administraciones.
—4. El Ejército y la marina.—.5. Las finanzas. —6. La adminis
tración de justicia.—7. El culto.

1. Bajo el aspecto político, la Francia es una república


central. La Constitución republicana data desde 25 de Febrero
de 1873. Esa Constitución ha sido revisada por la ley de 14
de Agosto de 1884. (1)
El poder legislativo se ejerce por dos Cámaras: el Senado y
Cámara de diputados, que forman reunidas el Parlamento, y
por el Presidente de la República.

(1) Levasseur, ob. cit-


306 EL ATENEO
El Senado, según la ley de 9 de Diciembre de 1884, se
compone de 300 miembros, elegidos por nueve años, por los no
venta departamentos y las colonias, y renovables por tercios ca
da tres años. En cada departamento, el colegio electoral se
compone de senadores, de diputados, de consejeros generales y
de distrito, y de delegados especiales nombrados, en número va
riable, según la población, por el consejo municipal de cada
comuna.
La Cámara de diputados es nombrada, según escrutinio de
lista, por sufragio directo. Cada departamento nombra un di
putado por 70,000 habitantes, de modo que el número total de
diputados es de cerca de 600.
El sufragio universal está establecido desde 1848. Es
elector todo ciudadano francés que sin tener incapacidad legal,
es mayor de edad y tiene al menos seis meses de residencia en
la comuna.
El Poder Ejecutivo está confiado al Presidente de la Repú
blica, que es el elegido por siete años, por el Senado y la Cámara
de diputados reunidos en Asamblea nacional en Versalles. Tie
ne, como los miembros de ambas Cámaras, la iniciativa en la
proposición de las leyes.
El Gobierno está auxiliado por un Consejo de Estado, pre
sidido por un Vicepresidente ad hoc, en ausencia del ministro
de Justicia. Este Consejo emite su opinión sobre los proyectos
de leyes ó de decretos y constituye además el tribunal superior
en materia administrativa. Conoce de las cuestiones relativas
á la validez de las elecciones municipales y departamentales.
El tribunal de conflictos está encargado de reglar los con
flictos de atribuciones que surjen entre la autoridad judicial y la
administrativa.
El Consejo de ministros se compone de once ministros, to
mados con frecuencia del seno de ambas cámaras, y á cuyo car
go corren respectivamente: 1? la justicia y el culto; 2? los asun
tos internacionales; 3? los del interior; 4? las finanzas; 5? el
Ejército; 6? la Marina; 7? las colonias; 8? la instrucción pública
y bellas artes; 9? la agricultura; 10? el comercio, la industria y
los correos y telégrafos; y 11? los trabajos públicos.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 307
2. Las circunscripciones que corresponden á la mayor par
te de servicios públicos son el departamento, el distrito, el can
tón y la comuna.
El departamento y la comuna tienen el carácter de persona
civil.
La comuna representa, en la división territorial y en la or
ganización administrativa, la unidad elemental; después de la
familia, que es de orden puramente natural y civil, es el pri
mer grupo, la primera asociación política. Es una porción de
territorio francés que comprende, ya una ciudad, ya uno ó mu
chos villorrios, con caserío*, habitaciones aisladas y dependen
cias agrícolas. Había en Francia 36. 121 comunas en la época
del censo de 1886.
La comuna es administrada por el alcalde, por los adjun
tos y el consejo municipal, que forman la corporación mu
nicipal.
El alcalde ejerce el poder ejecutivo. Es nombrado por el
consejo municipal de su seno; y es asistido por uno ó varios
adjuntos nombrados de la misma manera.
El consejo municipal tiene, ya el poder deliberativo, ya
simple voz consultiva sobre todos los asuntos comunales. Está
compuesto de un número variable de miembros, elegidos par
cuatro años, por los franceses de 21 años, domiciliados en la
comuna seis meses por lo menos.
El cantón comprende generalmente muchas comunas, si
bien hay grandes comunas que forman, al contrario, muchos
cantones. No constituye pues, hoy, una unidad administrati
va propiamente hablando. El cantón es, principalmente, una
circunscripción judicial. Hay en Francia 2,871 cantones.
El distrito comprende muchos cantones, y forma un grupo
de importancia secundaria, administrado por un subprefecto.
Hay en Francia 362 distritos.
El subprefecto está asistido de un consejo de distrito,
compuesto de tantos miembros como cantones, y que se reunen
para deliberar sobre las reclamaciones de las comunas relativa
mente al impuesto, y sobre los trabajos públicos del distrito, y
para distribuir las contribuciones directas entre las comunas.
308 EL ATENEO
Los consejeros son elegidos por seis años, renovables por mitad
cada tres.
El departamento comprende muchos distritos. Es entre
la comuna, que representa la unidad elemental, y el Estado*
que representa la unidad general ó nacional, el único grupo
muy importante bajo el punto de vista administrativo. La
Francia cuenta 86 departamentos y un territorio.
El departamento es regido por un prefecto, nombrado por
el jefe del Estado á propuesta del ministro del interior. Es el
representante directo del gobierno, encargado de hacer ejecutar
las leyes y decretos, y de mantener el orden público. Está en
cargado de la instrucción previa de los asuntos que interesan al
departamento, así como de la ejecución de las decisiones del
consejo general y de la comisión departamental.
El poder deliberativo corresponde á un consejo general que
se forma á razón de un consejero por cantón.
Al lado de esos dos poderes administrativos hay un terce
ro: el poder judicial administrativo, ejercido por el consejo de
prefectura, que, salvo apelación al Consejo de Estado, juzga
las relaciones relativas á las elecciones municipales, se pronun
cia sobre las demandas de reducción de contribuciones, sobre
las diferencias entre la administración y los particulares etc.
3. Uno de los ramos de la administración es la asistencia
pública. En ciertos casos es obligatoria; en la mayor parte fa
cultativa, porque es principio de la legislación de la caridad en
Francia que la sociedad tiene el deber moral de asistir á los
pobres y á los enfermos, sin reconocer jamás á éstos el derecho
de reclamarlo.
En el servicio de puentes y calzadas. la principal función
del Estado es obrar; en las minas vigilar; en el servicio de co
rreos y telégrafos, el Estado ejerce una industria especial y ha
ce pagar sus servicios; y en la administración de los bosques,
tiene el rol de propietario. Pero por importantes que sean es
tos servicios públicos, no constituyen sino una débil parte de la
vida de la nación. Estando fundadas sobre el principio de la
libertad de trabajo las instituciones económicas de la Francia,
los habitantes obran por su propia iniciativa en materia de agri
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 309

cultura, de industria y de comercio; la administración no in


terviene sino en casos determinados, para estimular, con re
compensas, á los que trabajan, para consultarlos sobre sus pro
pios intereses ó para vigilar el trabajo en ciertos casos, por
ejemplo el de los niños.
La Francia está dividida en 21 circunscripciones de ins
pectores divisionarios del trabajo de niños y de niñas menores
empleados en la industria.
En Francia hay tres inspectores generales de la agricultura,
y existen organizados comicios agrícolas, ya por distrito, ya por
cantón, á cargo de la administración ó de sociedades agrícolas
que la administración subvenciona.
Existen además institutos destinados á la instrucción
agrícola.
La agricultura hace conocer sus opiniones mediante el
consejo superior de la agricultura, presidido por el ministro, y
mediante las cámaras consultivas de agricultura que, en prin
cipio, existen en cada distrito.
La sociedad nacional de agricultura de Francia depende
del ministro del ramo. Existe además un gran número de so
ciedades libres de agricultura.
La industria hace conocer sus opiniones mediante las cá
maras consultivas de artes y manufacturas, compuestas de
miembros elegidos por los comerciantes notables.
El comercio hace conocer sus opiniones, mediante las cá
maras de comercio, compuestas como las anteriores.
El Consejo Superior de Enseñanza Técnica, el Conservatorio
, de artes y oficios, la Escuela Central de artes y manufacturas y
las escuelas de artes y oficios dependen del Ministerio de co
mercio.
Al comercio pertenecen también la Casa de Monedas y el
Banco de Francia.
4. El reclutamiento para el ejército se hace por el contin
gente anual y por enganches. El contingente ofrece cada año la
clase, compuesta de todos los jóvenes nacidos de padres france
ses, sea en Francia, sea en el extrangero, ó nacidos en Francia
de padres extrangeros, que hayan nacido en Francia también,
310 El, ATENEO
ó de jóvenes extrangeros, nacidos en Francia, que quieran ad
quirir la calidad de franceses y que hayan cumplido 20 años.
La lista de estos jóvenes es formada por el alcalde de cada co
muna, del 1? al 15 de Enero de cada año, y comprende á todos
los jóvenes que tienen su domicilio legal en la comuna.
Todo francés celibatario puede, además, engancharse en la
armada, á partir de la edad de 16 años, y en el ejército, á par
tir de la de 18 años, bajo ciertas condiciones. La duración del
enganche es de cinco años. En caso de guerra, el francés que
ha cumplido el tiempo de servicio prescrito en el ejército activo
y su reserva, puede contraer un enganche por el tiempo de la
guerra. Los hombres que, después de haber hecho un año ó
seis meses de servicio, son enviados á la disponibilidad, pueden
contraer un enganche de cinco años.
El servicio en el ejército ó en la armada comprende 20
años, divididos en cuatro partes: 1? cinco años en el ejército
activo; 2? cuatro en la reserva del ejército activo; 3? cinco en
el ejército territorial, y 4? seis en la reserva del ejército te
rritorial.
El territorio marítimo de la Francia está dividido en cinco
distritos marítimos. gobernados por un vice-almirante, prefecto
marítimo. Los distritos están divididos en doce subdistritos,
que se subdividen en 87 cuarteles. Estas divisiones y subdivi
siones, practicadas principalmente para la inscripción marítima,
están bajo la dirección de oficiales de la comisaría de marina,
que depende del prefecto marítimo.
5. En materia de finanzas, cada entidad política tiene su
respectivo presupuesto.
El presupuesto de la comuna, preparado por el alcalde, es
discutido, votado por el consejo municipal, y aprobado por el
prefecto ó por el jefe del Estado si las rentas alcanzan á tres
millones.
El presupuesto departamental, preparado por el prefecto,
es discutido y votado por el consejo general, previo informe de
la comisión departamental, y aprobado por el Jefe del Estado.
El presupuesto del Estado, preparado por el consejo de
ministros, es presentado por el Jefe del Estado á la Cámara de
LA INSTRUCCIÓN PUBUCA EN FRANCIA 311

diputados, examinado por la comisión de presupuesto, discu


tido y votado por esta Cámara y después por el Senado.
Los servicios públicos mencionados se aplican, en su ma
yor parte, á las cosas tanto como á las personas; rigen el terri
torio y sus habitantes, mantienen las propiedades públicas, se
cundan el trabajo agrícola, industrial y comercial, defienden la
patria, y recogen y distribu}'en la renta de la nación, afecta á la
totalidad de los servicios públicos. Abrazan, pues, en cierto
modo, el material de la sociedad.
Los servicios de la justicia, el culto y la instrucción, con
ciernen principalmente á las personas, y abrazan el lado moral
de la vida social. La justicia, si bien regla las diferencias re
lativas á las cosas, reprime el mal; la instrucción y los cultos lo
previenen desarrollando la inteligencia y fortificando la mo
ralidad.
6. La justicia se administra en Francia á nombre del pue
blo francés. Se distinguen tres especies de jurisdicción: la auto
ridad judicial propiamente dicha, que á su vez se divide en
jurisdicción civil y jurisdicción criminal, y la jurisdicción admi
nistrativa, que se refiere, en cierta medida, á la administración.
La jurisdicción civil, de la que la jurisdicción comercial
puede considerarse como una subdivisión, conoce en general
de todas las diferencias personales, sobre muebles ó inmuebles,
de los ciudadanos entre sí.
La jurisdicción criminal conoce de las contravenciones, de
los delitos y crímenes.
Las jurisdicciones administrativas comprenden los consejos
de prefectura y los consejos de revisión del ejército, los consejos
universitarios, el tribunal de cuentas y el consejo de Estado, que
conocen de las materias en las cuales el Estado es á menudo
parte interesada.
En la cabeza de cantón reside un juez de paz que ejerce,
además de sus funciones judiciales, algunas extrajudiciales, y
cierta jurisdicción de policía.
En la cabeza de cada distrito existe un tribunal civil ó tri
bunal de primera instancia, compuesto de una ó de varias cá
312 EL ATENEO

niaras y encargado de juzgar todos los asuntos personales, reales


ó mixtos.
En las ciudades manufactureras, existe una especie de
justicia de paz de la industria, encargada de conciliar ó de juz
gar, sea definitivamente ó con apelación, las diferencias que sur
gen respecto al trabajo entre los patrones y los obreros ó apren
dices; tales son los cojwetfe de prud' hommes. que están compues
tos, por mitad, de obreros y patrones.
En las ciudades manufactureras y comerciales existe tam
bién una especie de tribunal de primera instancia de los nego
cios comerciales; tal es el tribunal de comercio de cada distrito,
compuesto de comerciantes.
Los litigios pueden remitirse además al juicio de árbitros.
Las cortes de apelación comprenden generalmente una ó
muchas cámaras civiles, una de apelaciones de policía correccio
nal y una de acusaciones.
Hay 2(5 cortes de apelación en Francia y una en Argel.
Las contravenciones, es decir, las infracciones ligeras de las
leyes y reglamentos administrativos, que sufren sólo penas de
policía, son del resorte de los tribunales de simple policía. A
los jueces de paz pertenece exclusivamente esta jurisdicción.
Los delitos, es decir, las infracciones que sufren penas co
rreccionales de seis días ó cinco años de prisión, son del resorte
de los tribunales correccionales, los que no son, según los casos,
sino una manera de ser ó una cámara particular de los tribuna
les civiles.
Los crímenes, es decir, las infracciones graves que sufren
pena aflictiva ó infamante, son del resorte de las cours d'assises.
La qmr d'asme se compone: de un miembro de la corte de
apelación, que es el presidente y que tiene por asesores dos
miembros de la corte de apelación, si la hay en la ciudad, ó si
nó dos miembros del tribunal civil; del jefe ó de un miembro
del ministerio público, y del escribano, con asistencia del jury
nombrado para los acusados. En cada sesión se sortea, de una
lista formada por una comisión mixta, los nombres de 36 per
sonas que deben desempeñar las funciones de jurados; y en cada
asunto, el presidente saca de esta listo los 12 que deben decidir
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 313
de la responsabilidad del acusado. El jury decide el punto de
hecho, y los jueces deciden el de derecho, aplicando la pena si
hay lugar.
La corte de apelación conoce, en apelación, de los juicios
correccionales de los tribunales de primera instancia. Los fa
llos de las cours d'asaises son inapelables.
La Corte de Casación asegura la exacta aplicación de las
leyes, la unidad de la jurisprudencia y el respeto por las formas
del procedimiento. Contra todo juicio ó fallo, dado en última
instancia por un tribunal ó corte cualquiera, se puede ocu
rrir ante la Corte de Casación, que está compuesta de un pri
mer presidente, de tres presidentes de cámara, de 45 consejeros,
de un procurador general, de seis abogados generales, de los
que uno toma el título de primero, y de escribanos. La Corte
examina si los jueces se han mantenido dentro de los límites
de sus facultades; si en ciertos casos no ha habido error de he
cho, y si en todos los casos las formas jurídicas han sido escru
pulosamente observadas.
Las- reclamaciones dirigidas contra los actos de la autoridad
administrativa son generalmente sometidas á los tribunales es
peciales administrativos. Cuando la ley no indica un juez espe
cial en materia administrativa, la reclamación se somete al mi
nisterio competente.
A la cabeza de todas las jurisdicciones administrativas se
encuentra el Consejo de Estado, que es á la vez juez de apela
ción único y Corte de Casación; estando llamado á estatuir so
bre los recursos contra las decisiones de jurisdicciones inferiores
y sobre las demandas de anulación por exceso de poder en los
actos de las autoridades administrativas.
7. Hay en Francia, Argel comprendido, cuatro cultos re
conocidos por el Estado y mantenidos en parte á sus expensas:
el culto católico, el culto protestante, el culto israelita y el culto
musulmán.
En la iglesia católica, la parroquia es la unidad de circuns
cripción, como la comuna es la unidad de circunscripción admi
nistrativa. Una comuna comprende, según su importancia, una
ó muchas parroquias, v á la inversa, ciertas parroquias com
2
314 EL ATENEO
prenden muchas comunas. Se distingue entre las parroquias,
los curatos y las sucursales. Los primeros, que son 3,400, tie
nen por pastor un cura inamovible, nombrado por el obispo y
aceptado por el gobierno; las segundas tienen un capellán nom
brado por el obispo y amovible. El cura puede ser asistido de
uno ó de muchos vicarios.
La autoridad superior al cura es el obispo, adscrito á una
diócesis, que corresponde en general á un departamento. Se
cuentan 84 diócesis. El obispo es asistido de vicarios generales
que nombra, y que componen de ordinario la oficialidad diocesa
na; tiene bajo su autoridad el capítulo de canónigos de la cate
dral, que nombra con la aceptación del jefe del Estado, el se
minario diocesano, el pequeño seminario y las comunidades
religiosas de su diócesis.
El arzobispo, nombrado como el obispo, no administra
realmente como los demás obispos sino su propia diócesis; pero
es además el jefe, á título honorífico, de una provincia eclesiás
tica ó arzobispado, que comprende varios obispados sufragáneos.
Con este título preside los concilios provinciales, consagra los
obispos y ejerce sobre ellos cierta jurisdicción.
Las provincias eclesiásticas son 17.
Los cardenales franceses son nombrados por el Papa á pre
sentación del Jefe del Estado.
El protestantismo comprende en Francia dos comuniones
reconocidas por el Estado: la comunión reformada ó calvinista,
y la comunión de la confesión de Ausburgo ó luterana. En
cada una, la parroquia tiene su pastor y su consejo presbiterial
que administra bajo la autoridad de un consistorio.
En la comunión calvinista los pastores son elegidos por el
consistorio: la autoridad superior es ejercida por sínodos y por
un consejo central de iglesias reformadas que reside en París.
En la comunión luterana los pastores son nombrados por el
consistorio, á presentación de los consejos presbiteriales. Hay
un sínodo general oficial y dos particulares reconocidos por
la ley.
El culto israelita está confiado, en cada sinagoga, á un
rabino comunal y á ministros oficiantes, bajo la autoridad de
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 315
consistorios departamentales, que vigila un consistorio central
en París, presidido por el gran rabino.
El culto musulmán, ejercido por marabouts, es mantenido
en parte á costa del Estado en Argel.

CAPITULO III

ORGANIZACION GENERAL DE LA INSTRUCCION PUBLICA

1. Diversos grados de enseñanza.—S. La enseñanza primaria pública:


diversas clases de escuelas.—3. La enseñanza secundaria: su clasifi
cación.—4- Establecimientos de enseñanza superior: facultades,
universidades y otros establecimientos.—5. Escuelas especiales y es
cuelas libres.—6. Escuelas normales.—7. Academias, Consejo aca
démico. Consejo universitario y Consejos departamentales.—S. Con
sejo Superior de Instrucción Pública.—9. Atribuciones disciplina
rias del Ministro de Instrucción.—10. Comité consultivo de enseñan
za pública. —11. Direcciones del Ministerio de Instrucción Pública.—
12. Bibliotecas.—13. Museos. —14. Corporaciones sabias, el Institu
to de Francia.

1. Los establecimientos de instrucción sometidos á la auto


ridad del ministro de instrucción pública comprenden la ense
ñanza pública, dada por la comuna, el departamento ó el Esta
do, y la enseñanza llamada libre ó privada, dada por los
particulares.
Hay tres grados de instrucción, cada uno de los cuales
comprende gradaciones ó variedades: 1? la instrucción prima
ria, á la que se limita la gran mayoría de los franceses y la que
se recibe en las escuelas primarias y en las clases inferiores de
los liceos, colegios, etc. ; 2? la instrucción secundaria, adecua
da á los hijos de familias ricas y acomodadas, así como á V élite
de los jóvenes pobres que adquieren becas; instrucción que se
recibe en los liceos, colegios, pequeños seminarios y en un gran
número de institutos libres; 3? la instrucción superior, que se
316 EL ATENEO
da en las facultades y en algunos establecimientos especiales, y
la que es necesaria para cuantos se dedican á la medicina, á la
magistratura, á los empleos públicos, á la enseñanza secundaria
y superior, etc.
2. La enseñanza primaria pública se da en las escuelas
maternales; en las clases infantiles, que forman un grado inter
medio entre la escuela maternal y la escuela primaria; en las
escuelas primarias elementales; en las escuelas primarias supe
riores; en las clases de enseñanza primaria superior anexas á las
escuelas elementales y llamadas cursos complementarios; en las
escuelas manuales de aprendizaje, y en las escuelas prácticas de
comercio ó de industria. (1)
La legislación escolar reconoce, además, las siguientes clases
de escuelas: 1? escuelas de niños, de niñas y mixtas; 2? es
cuelas primarias anexas á otros establecimientos públicos; 3? es
cuelas de aplicación anexas á las escuelas normales; 4? escuelas
de demi-temps, en las que el director divide á los alumnos en
dos grupos, que siguen su curso alternativamente; 5? escuelas
facultativas, cuya creación no es obligatoria para la comuna, y
6? escuelas de capital (chef-Ucu), de caserío y de sección.
Por decreto de 27 de Mayo de 1898, se prescribió la clasifi
cación de las escuelas primarias públicas en las tres categorías
siguientes: 1? escuelas legalmente obligatorias, que pueden ser
ó bien escuelas comunales ordinarias ó bien escuelas de caserío
propiamente dichas, establecidas con arreglo á la ley de 20 de
Marzo de 1883; 2? escuelas convencionalmente obligatorias. es
decir, las escuelas facultativas para las que la comuna solicita
el auxilio del Estado comprometiéndose á mantenerlas durante
el tiempo previsto por decreto de 4 de Febrero de 1888; 3? es
cuelas puramente facultativas que el consejo departamental
crea ó mantiene á petición expresa del consejo municipal sola
mente. (2)
Los establecimientos de enseñanza primaria superior toman
el nombre de cursos complementarios si están anexos á una escue
la primaria elemental y bajo la misma dirección, y el nombre de
(1) H. Vulbert—Animare de la jouncssc—1899.
(2) A. £. Piclmrd—N'ouveau code de l'Instructlon Prlmalre. 1898.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 317
escuelas primarias superiores si están instalados en un local
distinto y bajo una dirección diferente de la que corresponde á
la escuela elemental.
En las escuelas primarias superiores, así como en los cursos
complementarios, pueden crearse cursos accesorios, que tienen
por objeto la preparación profesional de los alumnos que se
destinan á la agricultura, á la industria ó al comercio.
Las escuelas primarias superiores dependen, unas del mi
nisterio de Instrucción Pública y otras de éste y del de Comer
cio, siendo diferentes de las escuelas prácticas de comercio ó de
industria que dependen del Ministerio de Comercio exclusiva
mente. (1)
Hay dos tipos de escuelas de instrucción primaria superior,
que realizan, respectivamente, el colegio Chaptal y la escuela
Turgot. El primero, que no tiene similares en Francia sino en
Alemania en las escuelas reales, se confunde, hasta cierto pun
to, con los liceos de enseñanza secundaria moderna; el segundo
se aparta menos de la instrucción primaria: su espíritu constan
te, desde su fundación, es el de una enseñanza general, que
tiende á la práctica sin entrar en ella, separando con el mismo
rigor, de una parte los ejercicios clásicos propios de la enseñan
za de las humanidades, y por otra los ejercicios profesionales de
las escuelas de artes y oficios destinadas á formar contramaes
tres y artesanos. (2)
La ley de 2 de Diciembre de 1880 da el nombre de escuelas
manuales de aprendizaje á las escuelas públicas ó libres funda
das con el objeto de desarrollar en los jóvenes que se destinan á
las profesiones manuables la destreza necesaria y los conoci
mientos técnicos.
Esta ley asimila á dichas escuelas las escuelas públicas de
enseñanza primaria superior ó complementaria, cuyo programa
comprende cursos ó clases de enseñanza profesional, y las es
cuelas libres á la vez primarias y profesionales.
Las escuelas públicas de estas dos categorías se encuentran

(1) Vnibertob. cit,


(2) C). (¿réard—Education et Instrucctlon—T. 1?—1895.
318 EL ATENEO
bajo la doble autoridad del Ministro de Instrucción Pública y
del Ministro de Comercio.
Además el Estado ha creado las escuelas nacionales de en
señanza primaria superior y de enseñanza profesional prepara
toria para el aprendizaje. Estas escuelas comprenden: Io una
escuela maternal, en la que no se admite sino niños; 2? una
escuela primaria elemental; y 3? una escuela primaria superior
en la que comienza el trabajo de taller.
En las escuelas primarias superiores preparatorias para el
comercio ó la industria, que unen también á este título el de
escuelas manuales de aprendizaje, los alumnos adquieren un
complemento de instrucción primaria y una instrucción profe
sional que prepara para la industria, para el comercio ó para
ambos. Esas escuelas son departamentales y comunales.
Las escuelas práticas de comercio é industria se distinguen
de las escuelas primarias superiores por el carácter de la ense
ñanza y la autoridad de que dependen, y tienden á sustituirlas
lentamente.
Existen también escuelas de enseñanza técnica, que no es
tán clasificadas, hasta ahora, entre las escuelas manuales de
aprendizaje ó las escuelas prácticas de comercio ó industria.
Con el objeto de atender á la instrucción de los adultos
existen cursos libres mantenidos con subvención del Estado, se
gún decreto de 2 de Enero de 1895. Diversos sindicatos de
obreros han organizado con el mismo fin cursos profesionales. (1)
3. La enseñanza secundaria en Francia, ha sido uniforme
para todos por mucho tiempo. Bajo el nombre de enseñanza
secundaria clásica comprendía el estudio del latín y el griego, y
conducía á todos los alumnos hasta la clase de filosofía y el
bachillerato en letras. En 1853 se estableció la bifurcación,
que se practicaba, después de la cuarta clase y comprendía, para
cada una de las clases de la división superior, una sección de
letras y una sección de ciencias. Más tarde, la bifurcación se
ha practicado después de la tercera, y la división científica no
comprendía más que dos clases: matemáticas preparatorias,

(i; H. Vnibert, ob. cit.


LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 319
matemáticas elementales, permitiendo á los alumnos impacien
tes ó especialmente inclinados á las ciencias el terminar sus es
tudios en dos años en lugar de tres, y obtener el bachillerato en
ciencias.
En 1865, Mr. Duruy, deseoso de dar una instrucción rápi
da, sin griego ni latín, á los jóvenes que se dedicaban á las
carreras agrícolas, insdustriales y comerciales, creó la enseñanza
secundaria especial. Esta enseñanza comprendía, como la ense
ñanza clásica, el estudio obligatorio de una lengua viva. El
curso normal de estudios era de cuatro años, precedido de un
año preparatorio. En 1881 se agregó una clase de sexto año.
En 1820 la enseñanza clásica experimentó pequeños cambios, y
en 1891 se reemplazó la enseñanza especial por la enseñanza
secundaria moderna.
En virtud de estas modificaciones ha desaparecido para los
alumnos de la enseñanza clásica la bifurcación después de la
tercera; pero se ha creado otra, que permite á los alumnos de
las dos enseñanzas, clásica y moderna optar, pero sólo para su
último año de estudios, entre la enseñanza filosófica y literaria
por una parte, y la enseñanza científica por la otra.
La enseñanza moderna es más bien una enseñanza nueva
que una reorganización de la enseñanza especial. Contribuye po
derosamente, como la enseñanza clásica, á la cultura del espí
ritu, pero respondiendo al mismo tiempo más á las necesidades
de nuestra época. El estudio del latín y del griego está reem
plazado por el de las lenguas vivas. Esta nueva enseñanza es
tan científica como la enseñanza especial, pero es ai mismo
tiempo más literaria. No se excluye el estudio de las obras
maestras de la antigüedad griega y latina, sino que se hace ese
estudio en sus traducciones. Los estudios modernos compren
den también un coronamiento que falta á la enseñanza clásica:
tal es la historia del arte, según un programa del más elevado
interés.
La enseñanza secundaria clásica comprende: la lengua y
literatura latinas; la lengua y literatura griegas; la historia de
Francia, la historia griega y la historia romana; la geografía
general; el estudio de una lengua viva; la moral y la filosofía;
320 EL ATENEO

las ciencias matemáticas, físicas y naturales; el dibujo geomé


trico y el de imitación.
La enseñanza secundaria moderna comprende: la lengua y
literatura francesas; las lenguas y literaturas alemanas é ingle
sas, reemplazándose en algunos establecimientos el estudio del
alemán ó del inglés por el del italiano, el español, el árabe ó
ruso; la filosofía y la moral; la historia y la geografía; las cien
cias matemáticas, físicas y naturales; el dibujo y la contabi
lidad.
La enseñanza clásica se da íntegramente en todos los liceos,
á excepción tres. Se da íntegramente ó en parte en el Prytaneo
militar de la Fleche, en los pequeños seminarios, en los colegios
comunales, y en los establecimientos libres.
La enseñanza moderna se da en todos los liceos á excep
ción de algunos de París. Se da también, con el curso normal
de seis años de estudios, en un pequeño número de colegios
comunales y de un modo incompleto en la mayor parte de los
demás. Por último, esta enseñanza está organizada en diversos
establecimientos libres, como los de los hermanos de escuelas
cristianas, de los hermanos de la doctrina cristiana.
La enseñanza secundaria de las niñas se da en los liceos,
en los colegios comunales y cursos secundarios, en las casas de
educación de la Legión de honor, y en institutos y cursos libres.
La enseñanza de los liceos y colegios de niñas comprende:
la enseñanza moral, la lengua francesa, la lectura en alta voz y
al menos una lengua viva, las literaturas antiguas y modernas,
la geografía y la cosmografía, la historia nacional, y un resumen
de la historia general, la aritmética, los elementos de la geome
tría, de la química, de la física y de la historia natural, la hi
giene, la economía domestica, trabajos de aguja, nociones de
derecho usual, dibujo, música y gimnástica.
Los cursos secundarios fueron por mucho tiempo los úni
cos establecimientos públicos de enseñanza secundaria para las
niñas. Su número disminuye á medida que se crean liceos y
colegios.
Las tres casas de educación de la Legión de honor que
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 321
existen, se han establecido para dar educación gratuita á mil
hijas de legionarios sin fortuna.
Los establecimientos de enseñanza secundaria sostenidos
por el Estado en las capitales de departamento tienen el nom
bre de liceos, y los que sostiene en las capitales de distrito se
llaman colegios. Los liceos nacionales se distinguen de los co
legios comunales por la importancia y extensión de los estudios.
Algunas municipalidades mantienen también estableci
mientos de instrucción secundaria, llamados igualmente colegios
comunales, cuya administración depende del Estado y de las
comunas respectivas.
La enseñanza en los colegios comunales se da según los
mismos programas que en los liceos; sólo que todos los colegios
no tienen todas las clases de los liceos. Hay colegios, llama
dos de pleno ejercicio, que ofrecen una enseñanza completa,
con arreglo á la cual se puede obtener el bachillerato de filosofía
ó el bachillerato clásico; hay otros en los que sólo se llega hasta
la clase de Retórica inclusive; otros en que la enseñanza no pasa
de la clase tercera; otros que sólo tienen la división de gramáti
ca ó algunas clases elementales de latín, y otros en que la ense
ñanza del latín no existe.
En algunos colegios comunales se dan enseñanzas especiales,
preparando, sea para la escuela militar de Saint Cyr, sea para
la escuela naval, para las escuelas de artes y oficios, ó para otros
establecimientos industriales. (1)
4. Los establecimientos de enseñanza superior del Estado,
que dependen del ministerio de Instrucción pública, correspon
den átres grupos:
1? Las facultades de teología protestante; las facultades de
letras y las escuelas preparatorias de la enseñanza superior de
letras; las facultades de ciencias y las escuelas preparatorias de
la enseñanza superior de ciencias; las facultades de derecho y
la escuela de derecho de Argel; las facultades de medicina, las
facultades mixtas de medicina y de farmacia, las escuelas supe
riores de farmacia, las escuelas de pleno ejercicio de medicina y

(1) H. Vnlbert Ob. cit.



322 EL ATENEO
de farmacia, y las escuelas preparatorias de medicina y de far
macia.
2? La escuela normal superior, la escuela de lenguas orien
tales vivas, la escuela de cartas, la escuela francesa de Atenas
y la escuela francesa de Roma.
3? El Colegio de Francia, el Museo de historia natural y la
Escuela práctica de estudios elevados.
Los establecimientos libres de la misma naturaleza son: los
institutos católicos de París y de Tolosa, las facultades libres de
Angers, Lille, Lyon, Marseille, y la escuela libre de derecho de
Nantes, la escuela libre de ciencias políticas y el colegio libre de
ciencias sociales.
Por ley de 10 de Julio de 1896 se ha dispuesto que los
cuerpos de facultades instituídos por ley de 28 de Abril de 1893,
tomen el nombre de universidades; que el consejo general de fa
cultades tome el nombre de consejo de la universidad, y que el
consejo de la universidad sustituya al consejo académico en
el juzgamiento delos asuntos contenciosos y disciplinarios rela
tivos á la enseñanza superior pública.
La reglamentación relativa álas universidades está conteni
da en los decretos de 21 y 22 de Julio de 1897. (1)
Entre los grandes establecimientos científicos se conside
ran el Colegio de Francia, el Museo de historia natural, la Es
cuela de antropología, la Escuela práctica de estudios elevados,
los establecimientos meteorológicos y el Conservatorio Nacional
de artes y oficios.
El Colegio de Francia es esencialmente el tipo del estable
cimiento de elevada enseñanza. Sus profesores, libres de toda
preocupación universitaria ó clásica, contribuyen únicamente
al progreso de las ciencias y de las letras; sus diversas enseñan
zas tienen caracter de originalidad, y cada uno de los profesores
representa una ciencia nueva, ó se encuentra á la vanguardia de
la ciencia que enseña. No es, pues, un establecimiento de ense
ñanza dogmática.
El Museo de historia natural es principalmente un estable

cí) H. Vulbert Ob. cit.


LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 323
cimiento de colección y de investigación científica, en el que pro
fesores especiales dan lecciones públicas.
La Escuela de antropología es una escuela libre; pero en
virtud de una ley se la ha considerado como establecimiento de
enseñanza superior. Esta escuela tiene por objeto la enseñanza
de la historia natural del hombre por medio de cursos, confe
rencias y excursiones.
La escuela práctica de estudios elevados prepara para el
estudio profundo de las matemáticas, de la física y química, de
la historia natural y fisiología, de las ciencias históricas y filoló
gicas y de las ciencias religiosas, uniendo ala enseñanza teórica
los ejercicios que pueden fortificarla y extenderla, y completan
do ciertas enseñanzas del Colegio de Francia, del Museo, de la
Sorbona, de la Facultad de medicina, etc.
Los observatorios astronómicos del Estado son ocho. Cerca
del observatorio de Paris existía una escuela de astronomía.
Los observatorios de los departamentos corresponden científica
mente á las facultades de ciencias de las ciudades en que se
encuentran. Existe en Meudon un observatorio de astronomía
física que aplica exclusivamente la observación, apartándose así
de la astronomía matemática.
Los observatorios meteorológicos dependen de la oficina
central establecida en París.
El Conservatorio de artes y oficios es á la vez un museo in
dustrial y un establecimiento de enseñanza que dependen del
Ministerio de Comercio ó Industria.
5? Las escuelas especiales son de dos categorías: escuelas
en las que se entra saliendo de la escuela primaria ó del cole
gio, y escuelas en las que no se entra sino cuando se pertenece
ya á una carrera. Esta clasificación no es siempre rigurosa, por
que ciertas escuelas pertenecen á la vez á las dos categorías.
A la primera categoría pertenecen muchas escuelas que pue
den agruparse así:
Escuelas militares. A esta especie corresponden las escue
las militares preparatorias, la Escuela politécnica y la Escuela es
pecial militar de Saint Cyr.
Escuelas marítimas, que comprenden la escuela naval, las
324 EL ATENEO
escuelas de hidrografía, las escuelas de pescas marítimas, las
escuelas de mecánicos de la armada, el establecimiento de pu
pilos de la marina, escuela de grumetes y aprendices marinos y
la escuela de la administración de la marina.
La Escuela colonial que comprende dos secciones, la indí
gena y la francesa.
Las escuelas de trabajo público, que comprenden las escue
las nacionales de puentes y calzadas, y la Escuela especial de
trabajos públicos.
Las escuelas de minas, que comprenden la Escuela nacional
superior de minas, la Escuela de minas de Saint—Etienne y la
Escuela de maestros obreros mineros.
Las escuelas industriales, que comprenden la Escuela cen
tral de artes y manufacturas, el Instituto industrial del norte
de la Francia, la Escuela central lionesa, Escuela de ingenieros
de Marsella, la Escuela superior de electricidad, el Instituto Ara-
pére, la Escuela de química industrial de Lyon, el Instituto quí
mico de Nancy, la Escuela de cervecería de Nancy, la Escuela
química de Burdeos, la Escuela de química industrial de Rouen,
la Escuela municipal de física y de química industriales de Pa
rís, y el Instituto químico de París.
Las escuelas de enseñanza técnica del grado secundario, que
comprenden: las escuelas nacionales de artes y oficios, la Escue
la nacional de Clunv, y la Escuela nacional de aprendizaje De-
llys.
Las escuelas de agricultura y de selvicultura, que compren
den las alquerías-escuelas, las escuelas prácticas de agricultura,
la escuela práctica de avicultura, la escuela nacional de lechería,
la escuela nacional de industrias agrícolas, las escuelas naciona
les de agricultura, la escuela colonial de agricultura de Túnez,
el instituto nacional agronómico, la escuela superior de agricul
tura, el instituto agrícola, la escuela de aguas y forestas, y la
escuela práctica de selvicultura.
Las escuelas veterinarias y de haras, que comprenden las
escuelas nacionales veterinarias, y la escuela de haras.
Las escuelas comerciales, que comprenden la escuela co
mercial de París, la escuela práctica de París, la escuela práctica
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 325
lionesa de comercio y de contabilidad, la escuela de comercio
para niñas, y las escuelas superiores de comercio.
Se consideran también como escuelas especiales las si
guientes:
Las escuelas preparatorias para la enseñanza, que compren
den las normales primarias, la escuela normal primaria supe
rior de institutores, la escuela normal primaria superior de
institutrices, la escuela normal superior y la escuela normal su
perior de Sévres.
Las escuelas de estudios elevados, que comprenden la es
cuela especial de lenguas orientales vivas, la escuela de intér
pretes, la escuela del Louvre, las escuelas francesas de Atenas,
de Roma y del Cairo, la misión arqueológica de Indo-China, la
escuela libre de ciencias políticas y el colegio libre de ciencias
sociales.
Las escuelas de notariado, y la escuela práctica de derecho
de Burdeos.
Las escuelas de las artes del dibujo, que comprenden la
enseñanza de arte en el dibujo, la escuela nacional y especial
de bellas artes, las escuelas nacionales de bellas artes de los de
partamentos, las escuelas regionales y municipales de bellas ar
tes, las escuelas de artes decorativas y artes industriales, las es
cuelas de manufacturas de Gobelinos de Beauvais y de Sévres,
las escuelas municipales de dibujo, la escuela de dibujo del
servicio geográfico del ejército, y la escuela especial de arqui
tectura.
Por último, se comprenden en esta categoría las escuelas
de música, el colegio para niños débiles, la casa pateriial de
Mettray, la escuela de sordos mudos, la escuela de tartamudos
y la escuela de ciegos. (1)
Estas diversas escuelas dependen de los diversos ministerios.
A la segunda categoría corresponden: la escuela superior
de guerra, la escuela de aplicación de la artillería y del cuerpo
de ingenieros, la escuela de aplicación de caballería, la escuela
de aplicación de liólvoras y nitratos, la escuela de aplicación de

(1) H. Vuibertob. clt.


326 EL ATENEO
medicina y de farmacia militares, la escuela de servicios de sa
nidad militar, la escuela de administración militar, la escuela
normal de gimnástica y de esgrima, la escuela normal de tiro,
las escuelas de artillería, la escuela central de pirotécnica mili
tar, las escuelas de ingenieros, la escuela militar de infantería y
la escuela militar de artillería y del cuerpo de ingenieros, la es
cuela de aplicación de ingenieros marítimos, la escuela de apli
cación de manufacturas del Estado, la escuela profesional
superior de correos y telegrafos. (1)
Entre las escuelas libres, es notable la escuela de Roches,
organizada recientemente por Mr. Desmoulins, cerca de Ver-
neuil (Eure), en medio de una propiedad de 23 hectáreas, que
comprenden, además del castillo, que será el edificio principal
de la escuela, bosques, praderas y tierras cultivadas. Es la es
cuela al aire libre y de la libertad, en que va á ensayarse el sis
tema de educación inglesa, que forma hombres fuertes y, según
la divisa de la Escuela nueva, bien armados para la vida. (2)
6. Las escuelas normales primarias están destinadas á for
mar institutores é institutrices para las escuelas maternales. Con
arreglo á ley debe haber en cada departamento una escuela nor
mal primaria de institutores y otra de institutrices, pero ciertos
departamentos se han agrupado de dos en dos para contribuir á
los gastos de una escuela de institutores y otra de institutrices;
otros departamentos han sido autorizados para mantener en co
mún una escuela normal de institutores ó de institutrices. Por
último, el gobierno ha propuesto á las Cámaras la supresión de
escuelas normales que no cuenten con 10 alumnos por año de
estudio, si en un departamento vecino existe un establecimiento
similar que pueda recibir los alumnos de la escuela suprimida.
La admisión á estas escuelas se realiza mediante concurso.
Todos los alumnos de estas escuelas deben rendir al fin del
tercer año de estudios los exámenes del título superior para
ser nombrados en los empleos de institutores ó institutrices inte
rinos. Para estos nombramientos los inspectores de academia
siguen este orden: 1? los alumnos que salen de la escuela nor-

(1) Almnnach nntlonnl—1898.


(2) H. Vulbert ob. cit.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 327

mal del departamento con el título superior; 29 los alumnos


de la misma escuela que carecen de este título, pero que se
comprometen á rendir sus exámenes durante el curso de su inte
rinidad, y 3? los alumnos de otra escuela normal provistos del
título superior y que carecen de empleo en su departamento.
Sólo después de agotadas estas tres categorías se confiere puestos
á jóvenes del departamento provistos, sea del título superior,
sea del título elemental y del certificado de estudios primarios,
sea en fin de sólo el título elemental.
En todas estas escuelas normales los alumnos son internos
y su instrucción y manutención gratuitas; pero desde 1892, en
ciertos departamentos en que el número de alumnos maestros ó
de alumnas maestras no es suficiente, se admite en la escuela
normal, en calidad de externos, alumnos libres provistos del títu
lo elemental. La instrucción que estos alumnos reciben es
gratuita.
La escuela normal de enseñanza primaria de Saint Cloud
tiene por objeto formar profesores para las escuelas normales
primarias de institutores y para las escuelas primarias superio
res de niños.
La escuela comprende dos secciones: la de letras y la de
ciencias, y para la admisión en cada una es preciso un concurso.
La enseñanza se da por profesores de instrucción secunda
ria ó superior.
Los alumnos rinden al fin de sus estudios los exámenes
para el certificado de aptitud para el profesorado de las escue
las normales.
La escuela recibe alumnos externos, que participan de los
mismos trabajos que los internos. Los externos admitidos pue
den ser pensionistas libres de la escuela mediante el pago de
800 francos al año.
La escuela normal primaria superior de institutrices tiene
por objeto formar profesoras para las escuelas normales prima
rias de niñas y para las escuelas primarias superiores.
Esta escuela comprende también una sección de letras y
otra de ciencias, y la admisión se practica previo concurso.
El régimen de la escuela es el internado; pero las alumnas
328 EL ATENEO
gozan de cierto grado de libertad en sus estudios y horas de
descanso.
Las alumnas, al fin de sus estudios, rinden examen para
obtener el certificado de aptitud para el profesorado de escuelas
normales y primarias superiores.
La escuela normal superior tiene por objeto formar profe
sores para todos los ramos dela enseñanza secundaria, y para la
enseñanza superior.
Los estudios en esta escuela se hacen en vista de la prepa
ración para el grado de licenciado y para la agregación, que ne
cesitan respectivamente los profesores de enseñanza secundaria
y superior; pero la escuela es, al mismo tiempo, un centro de
estudios superiores.
La escuela comprende dos grandes divisiones, la de letras y
la de ciencias. Cada una de ellas comprende una enseñanza in
terior completada por ciertos cursos y lecciones de la Sorbona,
del Colegio de Francia, del Museo ó de la Escuela de estudios
elevados.
Los alumnos son admitidos previo concurso. El régimen
interior es el del internado.
La escuela normal superior de enseñanza secundaria para
las niñas, instalada en la antigua manufactura de Sévres, tiene
por objeto formar profesoras ]'ara los liceos y colegios de niñas
y directoras para estos establecimientos.
La admisión de alumnas en esta escuela se practica previo
concurso.
La enseñanza se dá teniendo en mira la preparación para
el certificado de aptitud y para la agregación en la enseñanza
secundaria de niñas. Las alumnas que al fin del segundo año
de estudios no han obtenido el certificado de aptitud, no se les
admite en el tercero, sino que se les envía á los liceos como ins
titutrices primarias ó profesoras repetidoras, ó á los colegios
comunales como encargadas de cursos.
El concurso para la agregación de práctica al fin del ter
cer año de estudios. El título de agregada da solo el derecho
de ser nombrada profesora titular en un liceo de niñas.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 329
El régimen interior es también el del internado. (1)
7. La instrucción pública se da por la Universidad. En
Francia la enseñanza pública domina; los profesores que se con
sagran á ella constituyen el cuerpo de la Universidad. (2)
La Francia está dividida en 17 circunscripciones académi
cas ó universidades que son las de Aix, Besancon, Burdeos,
Caen, Clermont, Dijon, Lille, Grenoble, Montpellier, Nancy,
París, Poitiers, Rennes, Toulouse, Chambery, Lyon y Argel.
Cada una de estas universidades está confiada á un rector, asis
tido por un consejo académico que preside.
El rector tiene á sus órdenes, en cada departamento de su
jurisdicción, uno ó varios inspectores de academia, los que, á su
vez, tienen bajo sus órdenes, por lo menos, tantos inspectores
primarios como distritos el departamento. (3)
El consejo académico se compone:
1? de miembros de derecho que son; el rector, como presi
dente, los inspectores de academia, los decanos de las facultades
de teología protestante, de derecho, de medicina, de ciencias y
de letras, los direcetores de escuelas preparatorias de medicina
y de farmacia, y los directores de escuelas preparatorias para la
enseñanza superior de ciencias y de letras respectivamente;
2? de miembros elegidos, que son: un profesor titular de
cada una de dichas facultades ó escuelas superiores de farmacia,
un profesor titular de las escuelas preparatorias de medicina y
de farmacia, un profesor titular de las escuelas preparatorias
para la enseñanza superior de las ciencias y de las letras, dos
profesores del orden de ciencias, agregados ó doctores de los liceos
respectivos, dos profesores del orden de letras, agregados ó doc
tores de los mismos liceos, dos profesores de los colegios comu
nales respectivos, provistos del grado de licenciado, el uno en el
orden de letras y el otro en el de ciencias;
3? de miembros designados por el ministro, que son: un jefe
del liceo y un principal de colegio de pleno ejercicio, dos miem
bros de consejos generales y dos miembros de consejos munici-

(1) H. Vuiburt-ob. cit,


(2) „ „ „ „
(3) Levasseur ob. cit.
330 EL ATENEO
pales que concurren á los gastos de la enseñanza superior ó se
cundaria respectiva. Para los asuntos contenciosos ó disciplina
rios que interesan á los miembros de la enseñanza libre, el
ministro nombra á dos miembros de dicha enseñanza como ad
juntos á este consejo.
El consejo académico emite su opinión sobre los reglamen-
tus relativos á colegios comunales, á liceos y á establecimientos
de enseñanza superior pública; sobre los presupuestos y cuen
tas de esos establecimientos, y sobre las cuestiones de adminis
tración y de disciplina que conciernen á los mismos estableci
mientos y que le somete el ministro. A iniciativa de éste ó del
rector, se ocupa también de los asuntos contenciosos ó disciplina
rios relativos á la enseñanza secundaria ó superior, pública ó
libre, siendo sus decisiones susceptibles de apelación al consejo
superior, la que es suspensiva, á menos que se haya ordenado
la ejecución provisional. El consejo debe elevar al Ministerio
cada año una Memoria sobre el estado de la instrucción públi
ca y sus mejoras necesarias.
El consejo de la universidad, llamado antes consejo general
de facultades, está compuesto, para cada circunscripción, del
rector, como presidente, de los decanos de las facultades, del
director de la escuela superior de farmacia, del director de la es
cuela de pleno ejercicio ó preparatoria de medicina y de farma
cia del departamento en el que existe la academia, de dos de
legados de cada facultad, elegidos por tres años por la asamblea
respectiva entre los profesores titulares, y de un delegado de la
escuela de pleno ejercicio ó preparatoria de medicina y de far
macia, elegidos en las mismas condiciones.
En la capital de cada departamento existe un Consejo De
partamental de instrucción pública, compuesto: del prefecto,
como presidente; del inspector de academia; de un inspector de
instrucción primaria designado por el ministro, y de otros miem
bros designados por el mismo ministro. El Consejo Departa
mental ejerce, respecto á los asuntos de instrucción primaria, y
á los asuntos disciplinarios y contenciosos relativos á estableci
mientos particulares de instrucción secundaria, las atribuciones
acordadas al consejo académico por ley de 15 de Marzo de 1850.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 331
Las apelaciones de sus fallos, en las materias que interesan á
la libertad de enseñanza, se llevan directamente ante el consejo
superior de instrucción pública. (1)
8. La ley de 27 de Febrero de 1880 organiza el Consejo
Superior de Instrucción Pública de la siguiente manera:
El Consejo se compone del ministro, como presidente; de
cinco miembros del Instituto, elegidos por el Instituto en asam
blea general y entre cada una de sus cinco clases: de nueve con
sejeros, nombrados por el Presidente de la República en consejo
de ministros, á presentación del ministro de Instrucción Pública,
y elegidos entre los directores y antiguos directores del Ministe
rio de Instrucción Pública, los inspectores generales, y antiguos
inspectores generales, los rectores y antiguos rectores, los ins
pectores y antiguos inspectores de academia y los profesores en
ejercicio y antiguos profesores de la enseñanza pública; de dos
profesores del Colegio de Francia, elegidos por sus colegas; de
un profesor del Museo, elegido por sus colegas; de un profesor
titular de las facultades de teología católica, elegido por la asam
blea de profesores, de suplentes y de encargados de curso de
dichas facultades; d.; un profesor titular de las facultades de
teología protestante, elegido por los profesores, encargados de
curso y maestros de conferencia; de dos profesores titulares de
las facultades de derecho, elegidos en escrutinio de lista por
los profesores, agregados y encargados de curso; de dos profe
sores titulares de las facultades de medicina ó de las facultades
mixtas, elegidos en escrutinio de lista por los profesores, agre
gados en ejercicio, encargados de curso y maestros de confe
rencias, provistos del grado de doctor; de un profesor titular de
las escuelas superiores de farmacia ó de las facultades mixtas,
elegido en las mismas condiciones; de dos profesores titulares
de las facultades de ciencias elegidos por los profesores, suplen
tes encargados de curso y maestros de conferencia provistos
del grado de doctor, en las mismas condiciones; de dos profe
sores titulares de las facultades de letras, elegidos en las mismas
condiciones; de dos delegados de la escuela normal superior,

(1) Almanacli National.


332 EL ATENEO

uno por letras y otro por ciencias, elegidos por el director, el


sub-director y los maestros de conferencia de la escuela, y es
cogidos entre ellos; de un delegado de la escuela normal de en
señanza especial, elegido por el director, el sub-director y los
profesores de la escuela, escogido entre ellos; de un delegado
de la escuela nacional de cartas, elegido por los miembros del
consejo de perfeccionamiento y los profesores, y escogido entre
ellos; de un profesor titular de la escuela de lenguas orientales
vivas, y elegido por sus colegas; de un delegado de la Escuela
politécnica, elegido por el primero y segundo comandante, los
miembros del consejo de perfeccionamiento, el director de es
tudios, los examinadores, profesores y repetidores de la Escue
la, y escogido entre ellos; de un delegado de la escuela de be
llas artes, elegido por el director y los profesores de la Escuela,
y escogido entre ellos; de un delegado del conservatorio de ar
tes y oficios, elegido por el director, el sub-director y los profe
sores, y escogido entre ellos; de un delegado de la Escuela cen
tral de artes y manufacturas, elegido por el director y los pro
fesores de la Escuela, y escogido entre ellos; de ocho agregados
en ejercicio do cada uno de los órdenes de agregación (gramá
tica, letras, filosofía, historia, matemáticas, ciencias físicas ó na
turales, lenguas vivas, enseñanza especial), elegidos por la reu
nión de agregados del mismo orden, que son profesores ó fun
cionarios en ejercicio en los liceos; de dos delegados de colegios
comunales, elegidos, uno en el orden de letras y otro en el or
den de ciencias, por los diréctores y profesores en ejercicio en
sus colegios, provistos del grado de licenciado en el mismo or
den; de seis miembros de la enseñanza primaria, elegidos en
escrutinio de lista por los inspectores generales de la Instrucción
primaria, por el director de la enseñanza primaria del Sena,
los inspectores de academia de los departamentos, los inspec
tores primarios, los directores y directoras de escuelas norma
les primarias, la directora de la escuela Pape-Carpentier, las
inspectoras generales y las delegadas especiales encargadas de
la inspección de las salas de asilo, los directores y directoras de
escuelas primarias superiores públicas, y los institutores é ins
titutrices nombrados miembros del consejo departamental; y
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 333

(le cuatro miembros de la enseñanza libre, nombrados por el


Presidente de la República, á propuesta del ministro.
Todos los miembros del consejo son nombrados por cuatro
años y pueden ser reelegidos.
Los nueve miembros nombrados consejeros por el Presi
dente de la República y los seis consejeros que el ministro de
signa entre los que proceden de la elección, constituyen una
sección permanente.
La sección permanente se ocupa de estudiar los programas
y reglamentos antes que sean sometidos á la opinión del Con
sejo superior, y emite su informe sobre la creación de faculta
des, liceos, colegios y escuelas normales primarias; sobre las
creaciones, trasformaciones ó supresiones de cátedras; sobre los
libros de clase, de biblioteca y de premio que deben prohibirse
en las escuelas públicas, y en fin, sobre todas las cuestiones de
estudios, de administración, de disciplina ó de escolaridad que
le someta el ministerio.
En el caso de vacar una cátedra en una facultad, la sección
permanente presenta dos candidatos, en concurrencia con la res
pectiva facultad. Respecto á las de teología, la sección perma
nente emite su informe sobre la presentación hecha al ministro.
El Consejo emite su informe sobre los programas, métodos
de enseñanza, modos de examen, reglamentos administrativos
y disciplinarios relativos á escuelas públicas, ya estudiados por
la sección permanente; sobre los reglamentos relativos á exáme
nes y á colación de grados; sobre los reglamentos relativos á la
vigilancia de escuelas libres; sobre los libros de enseñanza, de
lectura y de premio que deben prohibirse en las escuelas libres
como contrarios á la moral, á la constitución y á las leyes, y
sobre los reglamentos relativos á las peticiones formuladas por
los extrangeros, para ser autorizados á enseñar, á abrir ó á diri
gir una escuela.
La tarifa de derechos de inscripción, de examen y de diplo
ma en los establecimientos de enseñanza superior, encargados de
la colación de grados, así como las condiciones de edad para la
admisión á los grados, se determinan por reglamentos de admi
nistración pública, dictados previo informe del Consejo superior.
5
334 EL ATENEO

El Consejo conoce en apelación y en última instancia de


los fallos de los consejos académicos en materia contenciosa ó
disciplinaria. Conoce igualmente en apelación y en última
instancia de los fallos de los consejos departamentales cuando
pronuncian la interdicción absoluta de enseñar contra un insti
tutor primario, público ó libre. Cuando se trata: 1? de la des
titución, de la supresión de empleo, de la supresión de profe
sores titulares de la enseñanza pública superior ó secundaria, ó
del cambio por un empleo inferior de profesores titulares de la
enseñanza pública superior, de la interdicción del derecho de
enseñar ó de dirigir un establecimiento de enseñanza, pronun
ciada contra un miembro de la enseñanza pública ó libre, y 2?
de la exclusión de los estudiantes de la enseñanza pública ó li
bre de todas las academias, la decision del Consejo superior de
Instrucción pública debe tomarse con los dos tercios de sufragios.
El Consejo se reune en asamblea general dos veces por año;
pero el ministro puede convocarlo á sesión extraordinaria cuan
do lo juzgue conveniente. (1)
9. Independientemente del poder disciplinario que corres
ponde á los Consejos académicos y al Consejo superior, el Ministro
de Instruccion Pública puede pronunciar contra todo miembro
de la enseñanza pública la represión ante el consejo académico
y la censura ante el Consejo superior. Estas decisiones no son
susceptibles de ningún recurso. Puede también decretar el cam
bio por empleo inferior, respecto á un profesor de la enseñanza
superior, con arreglo al informe del consejo superior, y respecto
á un profesor de la enseñanza secundaria, después de haber
oído á la sección permanente. Puede, en fin, decretar la sus
pensión por un tiempo que no exceda de un año, sin previo
trámite. La suspensión por un tiempo mayor, con privación
total ó parcial de sueldo, no puede decretarse sino por el Conse
jo académico, ó en apelación por el Consejo superior. (2)
10. El ministro de Instrucción Pública procede, en el ejer
cicio de sus funciones, con asistencia del Consejo superior, del
comité consultivo de enseñanza pública, del comité de trabajos
(1) M. Gérard—La leglalatlon de l'instructión prlmaireen Frailee T. V.—1898.
(2) M. Górard. Obra clt.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 33Ó

históricos y científicos, de la comisión de viajes y misiones cien-


tíficas y literarias, de la comisión de bibliotecas nacionales y
municipales, de la comisión de bibliotecas universitarias y de la
comisión de archivos departamentales, comunales y hospitala
rios, y es auxiliado por las direcciones del ramo y los inspecto
res generales.
El comité consultivo de enseñanza pública comprende tres
secciones: la primera, de enseñanza superior, dividida en cua
tro comisiones, de derecho, de medicina y farmacia, de ciencias
y de letras; la segunda sección de enseñanza secundaria, y la
tercera de enseñanza primaria.
El comité de trabajos históricos y científicos está dividido
en cinco secciones: historia y filosofía, arqueología, ciencias eco
nómicas y sociales, ciencias y geografía histórica y descriptiva.
11. Existen en el ministerio las siguientes direcciones:
dirección de secretaría y d¿ contabilidad, dirección de la ense
ñanza superior, dirección de la enseñanza secundaria, dirección
de la enseñanza primaria y dirección de bellas artes.
La de secretaría y de contabilidad comprende las siguientes
oficinas:
l? Trabajos históricos y científicos, sociedades sabias, mi
siones científicas y literarias.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Corporaciones sabias,
Instituto de Francia, Academia de medicina, Sociedades sabias,
Donaciones y legados, Subvenciones á las sociedades sabias,
Reconocimientos legales, Comité de trabajos históricos y cientí
ficos, Comisiones que dependen de él, Comisión de publicación
de documentos relativos á la revolución francesa, comisión de
museos científicos y arqueológicos, comisión arqueológica del
Africa del Norte, comisión de ornitología, etc., etc., Boletines
del Comité de trabajos históricos y científicos, Publicación de
documentos inéditos de la historia de Francia, Revista de tra
bajos científicos, Diario de los sabios, Comisión de documentos
inéditos y de diversas publicaciones del Comité, Comisión de
impresiones gratuitas, Congresos y exposiciones, Viajes y misio
nes científicas y literarias, Instituto francés de arqueología
oriental del Cairo, Comisión de misiones, Archivo de misiones,
336 El, ATENEO
Publicaciones especiales que resultan de las misiones, Museo de
etnografía, Museo Guimet, Centralización de las proposiciones
de distinciones honoríficas para toda la dirección.
2? Archivos.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Archivos nacionales,
Archivos departamentales, comunales y hospitalarios, personal
de los archivos departamentales, examen de las proposiciones
de distinciones honoríficas hechas en su favor, control de la re
dacción y de la impresión de inventarios sumarios, supresión
de documentos perdidos en las prefecturas, alcaldías y hospicios,
Comisión de archivos, Inspección general de archivos, Archi
vos del ministerio, traslación á los archivos nacionales.
3? Bibliotecas, Depósito legal y susciiciones, Canjes inter
nacionales.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Biblioteca nacional,
Biblioteca de París y de los departamentos, Biblioteca-museo
de Argel, Biblioteca francesa de Túnez, Inspección general de
bibliotecas, Formación y renovación de comités de inspección y
de compra en las bibliotecas de los departamentos, Publicación
del catálogo general de manuscritos é incunables de la bibliote
ca de Francia, Comunicación de manuscritos en Francia y el
extrangero, Examen de las obras científicas y literarias, Suscri-
ciones y concesiones, Recepción y repartición de publicaciones
proporcionadas por el depósito legal, Consejos internacionales de
documentos literarios, científicos, parlamentarios y administra
tivos, Bibliotecas populares, comunales y libres, Comisión de
examen de libros para dichas blibliotecas, Suscripciones y par
tición de obras suscritas, Servicio general del depósito de libros
de esta dirección, Recepción, registro, empaste y remisión de to
dos los documentos publicados por esta dirección y de los que
provienen, sea de suscripciones hechas por ella, sea de canjes
internacionales.
4? Contabilidad de la Instrucción pública.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Arreglo de todos los
gastos de instrucción pública, Verificación de todos los com
probantes de gastos, Ordenanzas directas y de delegación, Orde
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 337
nanzas relativas á presupuestos cancelados, Registro, verifica
ción y envío de órdenes de pago al ministerio de finanzas, Gi
ros á favor de los prefectos y rectores, y remisión á los tenedores
de cartas de aviso de pago, Trasferencia de créditos de una caja
á otra, Demanda mensual de fondos, Reglamento y arreglo de
gastos de pasaje en Argel, Cuentas centrales, Verificación de las
listas mensuales remitidas por los prefectos y los tesoreros pa
gadores generales, Teneduría de libros auxiliares, del diario y
del libro mayor, Estado mensual del empleo de crédito, anula
ciones y reintegros, Operaciones diversas de contabilidad, anu
laciones y reintegros, Estado de los presupuestos cancelados,
Preparación y publicación de presupuestos y cuentas definiti
vas, Preparaciones de proyectos de ley solicitando créditos su
plementarios y extraordinarios sobre presupuestos cancelados ó
prescritos, Relaciones y proyectos de decretos para fondos de
concursos, Corespondencia con el ministerio de finanzas y el
Tribunal de Cuentas, Contabilidad de gastos presupuestados.
5? Contabilidad de bellas artes.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Arreglo de todos los
gastos de bellas artes, Verificación de todos los comprobantes
de gastos, Ordenes directas y de delegaciones, Ordenes sobre
presupuestos cancelados, Registros, verificación y envío de ór
denes de pago al ministerio de finanzas, Giro á los prefectos y
á los tenedores de cartas de aviso de pago, Petición mensual de
fondos, Listas de sueldos y liquidación de gastos del perso
nal de la administración central de bellas artes, Estado men
sual de los créditos, anulaciones y reintegros, Preparación del
presupuesto, Preparación de proyectos de ley solicitando créditos
suplementarios y extraordinarios sobre presupuestos cancelados
ó prescritos, Fondos de concursos, Cuentas centrales, Verificación
de listas mensuales remitidas por los prefectos y los tesoreros
generales, Teneduría de libros auxiliares, del diario y del libro
mayor, Estado de los presupuestos cancelados y prescritos,
Asiento de la cuenta difinitiva de gastos, Verificación de cuen
tas y correspondencia con el Tribunal de Cuentas, Servicio de
caja, Pago de funcionarios de la administración central de be
llas artes, Pagos de agentes de servicios exteriores, Material y
338 EL ATENEO

servicio interior, Contabilidad de gastos presupuestados, Con


tabilidad en materia de servicio de bellas artes.
6? Pensiones de retiro.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Verificacion de des
cuentos sobre los sueldos de los funcionarios para las pensiones
de retiro, Liquidación de pensiones de retiro, Comunicación
con el ministerio de finanzas y con el Consejo de Estado respec
to al servicio de pensiones, Preparación de decretos de concesión
de pensiones, Registro general de pensiones, Funcionarios sepa
rados, Examen de demandas, Estados de percepción de des
cuentos depositados por dichos funcionarios, Estados de percep
ción de descuentos debidos por funcionarios en disponibilidad,
Listas de sueldos y liquidaciones de gastos del personal de la
administración central de la Instrucción pública, Administra
ción de fundaciones británicas.
La dirección de la enseñanza superior comprende las si
guientes oficinas:
1? Inspección general, Facultades y escuelas públicas de
enseñanza superior, Enseñanza superior libre.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Comité consultivo de
la enseñanza pública (primera sección), Asuntos contenciosos
y disciplinarios, Personal de inspectores generales, Organización
de las facultades y escuelas de enseñanza superior, Personal de
las facultades de teología, de derecho, de medicina, de ciencias,
de letras, de escuelas superiores, de farmacia, de escuelas de
pleno ejercicio, de medicina y de farmacia, de escuelas prepa
ratorias de medicina y de farmacia, de escuela de enseñanza su
perior de Argel, de escuelas preparatorias para la enseñanza su
perior de ciencias y de letras y de estaciones agronómicas, Asien
to de listas de antigüedad, Promociones, Concurso para la agre
gación de facultades y escuelas superiores de farmacia, Examen
de los votos de los consejos académicos y de los consejos uni
versitarios, Becas en las facultades, su concurso y repartición,
Preparación y aplicación de los reglamentos que conciernen á
la enseñanza y á los estudios en las facultades y escuelas, Cola
ción de grados, Servicio de diplomas, Equivalencia de títulos
extrangeros con diplomas franceses, Autorización para ejercer
LA INSTRl'CCló.N PUBLICA EN FRANCIA 339
la medicina en Francia con un diploma extrangero, Enseñanza
superior libre, Indemnizaciones para gastos de traslación, Suel
dos de disponibilidad y socorro, Proposiciones para la Legión
de honor y las distinciones honoríficas, Estadística de exáme
nes y de grados, Comisión de codex.
2? Consejo Superior, Grandes establecimientos científicos y
literarios, Grandes escuelas especiales, Personal de la adminis-
tración y de la inspección acadámica.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Personal del Consejo
superior y de la sección permanente, Personal de los rectores,
de los consejos académicos, de los inspectores de academia, de
los secretarios y empleados de academia y de los secretarios y
empleados de la inspección académica; Personal del Colegio de
Francia, del Museo, de la Escuela práctica de estudios elevados,
de la Escuela de cartas, de la Escuela especial de lenguas orien
tales vivas, de la Escuela francesa de Atenas, de la Escuela
francesa de Roma, de la Escuela normal superior, Becas de via
je, Observatorios del Estado, Comité consultivo de los observa
torios astronómicos de los departamentos, Consejo de estableci
mientos astronómicos y meteorológicos, Oficina central meteo
rológica, Becas de ciencias naturales en el Museo, Concurso de
admisión á la Escuela normal superior y á la Escuela de Ate
nas, Indemnizaciones por gastos de traslación é interrupción de
sueldo, Socorros, Sueldos de inactividad, Proposiciones para la
Legión de honor y las distinciones honoríficas, Biblioteca de
tésis de doctorado, Publicaciones de la Escuela de estudios
elevados.
3? Material y contabilidad de gastos de las facultades, de
las escuelas superiores de farmacia, del cuerpo de facultades, de
las escuelas de enseñanza superior de Argel y de las bibliotecas
universitarias.
Esta oficina se ocupa delo siguiente: Administración eco
nómica y liquidación de los gastos de las facultades de teología,
de derecho, de medicina, de ciencias, de letras, de escuelas su
periores de farmacia, de los cuerpos de facultades, de las escue
las de enseñanza superior de Argel y de las bibliotecas univer
sitarias, Reglamentos de presupuestos y de cuentas anuales,
340 EL ATENEO
Creación de facultades, Examen, aprobación de proyectos de
construcción y de aprobación, Reglamento de cuentas entre el
Estado y las ciudades concernientes á las facultades municipa
les, Liquidación de gastos relativos á becas de estudios en las
facultades de ciencias. de letras, de medicina y en las escuelas
superiores de farmacia, Liquidación de gastos «le concurso de
agregación y de gastos de traslación de jurados de examen, Pre
mios y medallas, Legados y donaciones, Secretarías, archivos,
museos y colecciones de las facultades (personal y material).
4? Material y contabilidad de los establecimientos científi
cos y literarios, de la inspección general, de la administración
académica y de las escuelas preparatorias de enseñanza supe
rior municipales. Bibliotecas universitarias, Gastos de estudios
en los establecimientos de enseñanza superior.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Administración eco
nómica y liquidación de los gastos del Colegio de Francia, del
Museo de historia natural, de los Observatorios astronómicos y
meteorológicos, de la Escuela práctica de estudios elevados, de
la Escuela de lenguas orientales vivas, de la Escuela de cartas,
de la Escuela de Atenas, de la Escuela de Roma, de la Escuela
normal superior, de los servicios del Consejo Superior, de la
Inspección general y de la administración académica, Bibliote
cas universitarias, su personal, Comisión central de bibliotecas
universitarias, Reglamento de presupuestos y de cuentas anua
les de las escuelas preparatorias de enseñanza superior munici*
pales, secretaría de dichas escuelas, Legados y donaciones á los
establecimientos científicos y literarios y á las escuelas prepara
torias municipales, Control de entradas realizadas á favor del
Erario ó de las cajas municipales en todos los establecimientos
de enseñanza superior, Exención de gastos de estudios, Inmu
nidades universitarias atribuídas á los oficiales y alumnos del
servicio de sanidad de la marina, Suscriciones á las obras de
enseñanza superior, Depósito de publicaciones de la direción
de la enseñanza superior.
La dirección de la enseñanza secundaria comprende las si
guientes oficinas:
1? Enseñanza secundaria clásica, Enseñanza secundaria
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 341
moderna, y Enseñanza secundaria de niñas, Becas y exen
ciones.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Reglamentos y asun
tos que conciernen á la enseñanza y la disciplina de los liceos y
de los colegios comunales, Consejos de enseñanza, Instrucción
de los asuntos disciplinarios y contenciosos reservados al exa
men del Consejo superior de Instrucción pública, Asociación
de antiguos alumnos de liceos y de colegios, examen de sus es
tatutos, reconocimiento legal, Aceptación de donaciones y le
gados, Cuestiones de precedencia, Asuntos relativos á estableci
mientos libres de instrucción secundaria, Distinciones honorífi
cas, Concurso general de liceos y colegios de París y de Versa-
lles, de liceos y colegios de los departamentos para la enseñanza
clásica y la enseñanza moderna, Concurso para la agregación de
los liceos, Concurso paralos certificados de aptitud para la en
señanza de lenguas vivas, para la enseñanza de dibujo, para las
funciones de profesores de clases elementales de la enseñanza
clásica, Agregación de los liceos de niñas, Certificado de apti
tud para la enseñanza en los liceos y colegios de niñas, Nom
bramiento de jurados, Escuela normal de Sévres, Admisión de
alumnos, Enseñanza y disciplina, Becas del Estado en los li
ceos y colegios, Becas departamentales y comunales, Fundacio
nes de becas, Exenciones de favor en los liceos de niños.
2? Personal de los establecimientos de enseñanza secunda
ria de niños y niñas.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Personal de la ense
ñanza secundaria clásica y de la enseñanza secundaria moderna
en los liceos y colegios comunales, Correspondencia relativa al
servicio militar, Presentaciones para los funcionarios del Pu
tañeo militar, Proposiciones al ministerio de la Marina para los
empleos vacantes en los establecimientos públicos de enseñanza
secundaria en las colonias, Proposiciones para la Legión de
honor y las distinciones honoríficas. Expedición de pasajes
gratuítos de Francia para Argel y vice-versa.
3? Material y contabilidad de los liceos, Caja de los liceos
y colegios.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Administración eco
342 EL ATENEO
nómica y contabilidad de los liceos, Personal del economato,
Fianza de los ecónomos, Reglamentos de los presupuestos y de
las cuentas de administración de los liceos, Examen de cuentas
de gestión de los ecónomos, Oficina de administración de los
liceos, Comisiones de higiene de los liceos, Liquidación de gas
tos relativos á las becas del Estado en los liceos, de gastos de
concurso de agregación y de gastos de concursos generales,
Repartición de subvenciones acordadas álos liceos, Modifica
ciones á la instalación material de los liceos, restauración y
ensanche de los edificios de esos establecimientos, Enseñanza
de la gimnástica y ejercicios militares en los liceos, Estadís
tica de la enseñanza en los liceos, Servicio de libros y
de bibliotecas en los liceos, Sueldo de los agregados no em
pleados. Indemnizaciones por interrupción de sueldo y de suel
dos de inactividad de los funcionarios de los liceos de niños,
Arreglo de indemnizaciones por gastos de traslación de funcio
narios de los liceos de niños, Socorros á los antiguos funciona
rios ó á sus viudas. Servicio de la primera sección de la caja de
liceos, colegios y escuelas primarias, Empréstitos y subvencio
nes, Comisión de construcciones, Examen y aprobación de los
proyectos de construcción y de reparación cpie conciernen á
los liceos y colegios comunales de niños y de niñas, Exenciones
de gastos de estudio acordadas á los funcionarios.
2? Contabilidad de los colegios comunales de niños y de
los establecimientos de enseñanza secundaria de niñas.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Creación y organiza
ción de los colegios comunales de niños, Reglamento de pre
supuesto y de cuentas administrativas de esos establecimientos,
Repartición de subvenciones acordadas á los colegios comuna
les, Clasificación de los profesores de los colegios, Liquidación
de gastos relativos á becas del Estado en los colegios, Enseñan
za de la gimnástica y ejercicios militares en los colegios, Oficina
de administración de los colegios comunales de niños, Proposi
ciones para las distinciones honoríficas, Estadística de la ense
ñanza de los colegios comunales, Servicio de libros y de biblio
tecas en los colegios, Sueldos de inactividad, indemnizaciones
por interrupción de sueldos de los funcionarios de los colegios.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 343
Arreglo de las indemnizaciones por gastos de traslación de los
funcionarios de los colegios, Enseñanza secundaria de niñas,
Personal de la enseñanza secundaria de los liceos y colegios de
niñas y de la Escuela normal superior de enseñanza secundaria
de Sévres, Organización de cursos y repartición de subvencio
nes del Estado, Administración y contabilidad de la Escuela
normal de Sévres, de los liceos y colegios comunales de niñas,
Personal del economato, Fianza de los ecónomos, Reglamento
de presupuestos y de cuentas de administración de los liceos y
colegios comunales de niñas, Oficina de administración, Liqui
dación de gastos relativos al sostenimiento de becas del Estado
en los liceos y colegios, Exenciones de gastos de estudio en los
liceos de niños, Material de enseñanza de los liceos y colegios y
cursos, Repartición de subvenciones acordadas á los liceos y co
legios de niñas, Creación de liceos y colegios comunales de ni
ñas, Estadística de estos establecimientos, Su servicio de libros
y de bibliotecas.
La dirección de la enseñanza primaria comprende las si
guientes oficinas:
1? Personal de la enseñanza primaria y de la enseñanza
primaria superior. Socorros.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Personal de escuelas
normales superiores de Fontenay aux Roses, de Saint Cloud y
de Pape-Carpentier, de la inspección general de escuelas mater
nales, de la inspección primaria y de las escuelas normales pri
marias, de las escuelas nacionales profesionales y de las escue
las primarias superiores, Liquidación y arreglo de los sueldos y
de los gastos de viaje de los inspectores é inspectoras, Arreglo
de los sueldos del personal de la enseñanza primaria superior,
Recompensas honoríficas á los institutores é institutrices, Pro
posiciones para la Legión de honor y las distinciones honorífi
cas, Promociones de clase, Admisión á la cesantía de los fun
cionarios de la enseñanza primaria, Indemnizaciones por inte
rrupción de sueldo y por gastos de traslación, Sueldos de inac
tividad, Socorros á los antiguos institutores, á las antiguas ins
titutrices, á las antiguas directoras y á las viudas de directores y
344 EL ATENEO
de profesores de escuelas normales, de inspectores, de institu
tores, etc.
2? Asuntos contenciosos y disciplinarios de la enseñanza,
Organización pedagógica, Exámenes.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Asuntos contencio
sos y disciplinarios de la enseñanza primaria, Disciplina de las
escuelas y aplicación de los reglamentos departamentales, Re
visión en materia disciplinaria ó en materia contenciosa ante el
Consejo superior, el Consejo de Estado y el Tribunal de conflic
tos, Procesos judiciales, Penas disciplinarias, Instrucción de los
asuntos que deben someterse al Consejo superior, Asuntos re
lativos á las asociaciones religiosas docentes, Donaciones y le
gados á esas asociaciones, á las comunas y á las sociedades en
cargadas del fomento de la instrucción primaria, Establecimien
tos de utilidad pública, Trabajo de niños menores empleados
en la Industria, Aplicación de las leyes sobre el servicio militar.
Comité consultivo de la enseñanza primaria, Reglamentos y
programas de enseñanza, Libros para el uso de las escuelas,
Certificado de estudios primarios, Conferencias pedagógicas,
Delegaciones cantonales, Sociedades de socorro mútuo, Subven
ciones á las cajas de las escuelas, á los establecimientos píos de
instrucción primaria y á las sociedades docentes, Cursos de
adultos y conferencias populares. Enseñanza agrícola y de
horticultura, Premios especiales á los institutores, Enseñanza
del canto, Higiene escolar, Inspección médica, Votos de los
Consejos generales, Trabajos delas comisiones de examen, Exá
menes, Dispensas de edad y de práctica, Concesiones de libros
á las bibliotecas pedagógicas, á las bibliotecas de escuelas nor
males y á las bibliotecas escolares, Estadística de las bibliote
cas escolares, Comisión de examen de libros propuestos por di
chas bibliotecas y redacción del catálogo de libros admitidos,
Suscriciones y repartición de obras suscritas, Centralización y
exámen de los pedidos de compra de libros presentados por las
comunas, Correspondencia con el adjudicatario y con los al
caldes para todo lo que concierne á este servicio, Adjudicacio
nes relativas á pedidos y al empaste de libros, Concesión de
material para la enseñanza de la geografía, del sistema métrico,
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 345
de las ciencias físicas y naturales, de la gimnástica, del dibujo
y del canto, Buenos puntos y estampas escolares, Exposiciones
escolares. Estadística escolar, Museo pedagógico, Premios de
honor ofrecidos por el ministro.
2? Edificios de escuela, Mobiliario escolar, Creaciones de
escuelas y de empleos.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Subvenciones tílos
departamentos para la instalación de escuelas normales, Subven
ciones á las comunas para la construcción, adquisición ó apro
piación de edificios de escuela y para la adquisición de mobi
liario de clase, Creación de escuelas primarias elementales, de
cursos complementarios anexos, de clases infantiles y de escue
las maternales, Creación de empleos escolares.
4? Enseñanza primaria elemental.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Personal de escuelas
primarias elementales de niños y de niñas, de escuelas mater
nales y de clases infantiles, Clasificación y promociones, Anua
rio, suplencias y licencias de institutores é institutrices, De
mandas de empleos, Abonos á las maestras de costura, Abono
á los institutores é institutrices en ejercicio titulares de la me
dalla de plata, Abonos representativos á los suplentes departa
mentales, Liquidación de gastos de la Instrucción primaria ele
mental hechos por los fondos del Estado, Depósitos efectuados
en el Tesoro por las comunas ó por los particulares á títulos de
fondos de concursos para gastos públicos, para el pago de suel
dos legales de institutores é institutrices de escuelas primarias,
Cuestiones relativas á la ejecución de leyes y reglamentos en lo
que concierne á la clasificación, anticipo y pago del personal
de la enseñanza primaria elemental, Estadística financiera.
5? Administración y contabilidad de las Escuelas norma
les primarias y de las Escuelas nacionales profesionales, Escue
las primarias superiores, Becas de enseñanza primaria superior.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Presupuestos de es
cuelas normales, Verificación de cuentas de administración y de
gestión y de comprobantes trimestrales de contabilidad, Arreglo
de subvenciones k las escuelas normales superiores de Fontenay
y de Saint Cloud y á las escuelas normales primarias, Gastes
346 EL ATENEO
de instalación y de material de las escuelas normales prima
rias, Indemnización de traslación y de interrupción de sueldo
á los funcionarios de las escuelas normales, Descargo de gastos
de pensiones de alumnos-maestros, Fianzas de ecónomos, tras-
ferencia y reembolso de fianzas, Fijación del número de alum
nos-maestros de admisión en el primer año, Examen de inte
rinos para el economato, Relaciones de la inspección general'
sobre el material y la contabilidad, Administración económica
y contabilidad de las escuelas nacionales profesionales, Regla
mento de presupuestos y de cuentas de administración, Gastos
de instalación y de material, Creación de empleos, Becas, exen
ciones y reembolsos por ajuares, Consejos de administración y
Comité de patronato, Creación de escuelas primarias superiores,
Creación de empleos en esos establecimientos, Becas en las es
cuelas primarias superiores, Becas en el extrangero para los
alumnos de escuelas primarias superiores y los profesores de
escuelas normales.
La dirección de bellas artes comprende las siguientes ofi
cinas:
1? Enseñanza y manufacturas nacionales.
Esta oficina se ocupa delo siguiente: Academia de Francia
en Roma, Escuela nacional de bellas artes en París, Escuelas
nacionales de artes decorativas de París y los departamentos,
Escuela nacional de dibujo para las niñas en París, Escuelas
nacionales de bellas artes de Lyon, de Dijón, de Bourges y de
Argel, Escuelas municipales de bellas artes y de dibujo de los
departamentos, Inspección de la enseñanza de dibujo, Suscri-
ciones á las obras de arte, Conservación de colecciones del de
pósito legal, Publicación del inventario de riquezas de arte de
la Francia, Reunión anual de sociedades de bellas artes de los
departamentos, Examen de las proposiciones de los adminis
tradores de las manufacturas nacionales de Sévres, de Gobelins
y de Beauvais, Formación de presupuestos y control de gastos
respectivos. Concesiones del producido de esos presupuestos,
Preparación de los asuntos sometidos á las comisiones de per
feccionamiento de las manufacturas de Sevres, de Gobelins y de
Beauvais, Exposición de los productos de las manufacturas
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 347
nacionales, Concursos para los premios Sévres, de Gobelins y
de Beauvais.
2? Trabajos de arte, Museos y Exposiciones.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Preparación de asun
tos sometidos á la comisión consultiva de trabajos de arte, Du
ración de edificios públicos, Erección de estatuas y subvencio
nes para los monumentos públicos, Pedidos y adquisiciones de
obras de arte, Repartición de esas obras, Adquisición y distri
bución de estatuas, Modelajes, Viajes y misiones. Consejo su
perior de bellas artes, Premio nacional y becas de viajes, In
demnizaciones anuales, socorros y auxilios íí artistas y á sus
familias, Exposición de obras de arte en París, en los departa
mentos y en el extrangero, Consejo de Museos nacionales. Mu
seos nacionales del Louvre, Luxembourg, Versalles y San Ger
mán, Museos departamentales y municipales, Repartición entre
esos diversos Museos de obras adquiridas ó pedidas por el Es
tado, Inspección de Museos, Comisaría de exposiciones y de
pósitos de obras de arte pertenecientes al Estado.
3? Edificios civiles y palacios nacionales:
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Comisión superior
de edificios civiles y de palacios nacionales, Consejo general de
edificios civiles, Inspección general de edificios civiles, Perso
nal de arquitectos, Inspectores, subinspectores, dibujantes,
maestros de obras, revisadores y 'verificadores, Estudio y ejecu
ción de proyectos relativos á construcciones nuevas, Reparti
ción y empleo de créditos de sostenimiento y de gruesa repa
racion, Preparación de presupuestos, Proyectos de ley y decre
tos, Expropiaciones por causa de utilidad pública, adquisiciones
y enagenaciones, Apelaciones ante el Consejo de Estado, Perso
nal de jardineros.
4? Monumentos históricos.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Relaciones con la co
misión de monumentos históricos y megalíticos para el examen
de las proposiciones de clasificación; designación de edificios
que restaurar y repartición de créditos, Control de trabajos y li
quidación de gastos, Relación con las diferentes administracio
348 EL ATENEO
nes para la restauración de los monumentos históricos pertene
cientes al Estado, á los departamentos^ á las comunas y á los
establecimientos públicos, Adquisiciones, Expropiaciones, Re
lación con los inspectores generales y los arquitectos adscritos á
la comisión de monumentos históricos, Misiones arqueológicas,
Archivos, Biblioteca, Publicaciones. Exposiciones, Museo des
Thermes y del Hotel de Cluny, Museo de Escultura comparada.
5? Teatros, Conservación de palacios y del mobiliario na
cional.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Preparación de asun
tos sometidos á la comisión consultiva de teatros, Teatros sub
vencionados: Opera, Opera cómica, Comedia francesa y Odeon,
Teatros no subvencionados de París y de los departamentos,
Conciertos populares, Conservatorio nacional de música y de
clamación, Sucursales del Conservatorio, Escuelas nacionales
de música centrales, Reglamentos é inspección de esos estable
cimientos y subvenciones, Indemnizaciones á los autores y á
los artistas dramáticos, Fomento del arte dramático y del arte
musical, Administración de la caja de cesantes y liquidación de
las pensiones del teatro nacional de la Opera, Concurso, Cres-
cent, Servicio exterior de los teatros y espectáculos, Inspección
de la enseñanza musical en los departamentos, Depósito de
muebles, Servicio de la presidencia de la República, Instalacio
nes para exposiciones, fiestas y ceremonias oficiales, Museo del
depósito de muebles, Personal, Control y liquidación de gastos,
Conservación de palacios nacionales, Concesiones y locaciones
en los palacios, parques y jardines, Mobiliario nacional, Prepa
ración de presupuestos, contratos, adjudicaciones, proyectos de
ley y decretos, Personal, Control y liquidación de gastos.
6? Liquidación de cuentas.
Esta oficina se ocupa de lo siguiente: Regularización de
comprobantes y liquidación de gastos, Contabilidad sobre el es
tado de los créditos, Cuentas particulares de empresarios y
asiento de cuentas definitivas, Aprobación de contratas, Contra
tas y adjudicaciones, Fianzas, Asuntos contenciosos. (1)

(1) Almtuiach National


LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 349

12. La instrucción es facilitada, por una parte, por corpo


raciones sabias, que practican ó estimulan los trabajos literarios
y científicos, agrupando á los hombres de estudio, y por otra,
por las bibliotecas y los museos en que se reunen las obnis
maestras del pensamiento y del arte. (1)
El Estado, las Universidades, las Comunas y las sociedades
particulares de instrucción poseen bibliotecas.
El Estado sostiene en París la biblioteca nacional, la bi
blioteca de Santa Genoveva, la biblioteca Mazarino y la biblio
teca del Arsenal. La biblioteca nacional se compone de cuatro
departamentos: 1? departamento de impresos; 2? departamento
de manuscritos; 3? departamento de medallas, y 4? departamen
to de grabados.
Además de estas cuatro grandes bibliotecas, París encierra
muchas otras. Unas son públicas, y otras están reservadas es
pecialmente á cierta categoría de personas.
Las principales bibliotecas públicas son las siguientes: Bi
blioteca de Luxemburgo, de Archivos nacionales, Administrati
va de la Prefectura del Sena, de la ciudad de París, de la Cámara
de Comercio, Nacional polonesa, del Protestantismo francés,
Histórica y popular, de la Opera y de la Escuela de bellas artes.
Las principales bibliotecas no públicas son la biblioteca del
Instituto, de la Corte de casación, de la Corte de apelación, del
Tribunal de primera instancia, de la Orden de abogados, de la
Prefectura de Policía, del Cuerpo legislativo, de los Ministerios,
de la Universidad y de las Escuelas especiales.
Existe en cada centro universitario una biblioteca es
tablecida para estudios superiores. Estas bibliotecas organi
zadas en los departamentos desde 1878, ofrecen grandes colec
ciones de libros. En ellas son admitidos los miembros del cuer
po docente superior ó secundario, los estudiantes de todas las
facultades ó escuelas especiales, y las personas provistas de una
autorización del respectivo rector. (2)
Las bibliotecas de instrucción primaria tienen por objeto,
unas la instrucción de los maestros, otras la de los alumnos, y

( 1 ) LavasKeu r ob. clt.


(2) H. Vuibert ob. clt.
7
350 EL ATENEO
otras la instrucción de las familias. De allí los tres órdenes de
bibliotecas pedagógicas, escolares y populares.
Las bibliotecas pedagógicas son el complemento indispen
sable de la conferencia de institutores é institutrices. Los maes
tros encuentran allí libros, colecciones de periódicos y docu
mentos oficiales, necesarios para su educación general ó profe
sional. Estas bibliotecas, establecidas en las capitales de cantón,
se encuentran ordinariamente en una escuela á cargo de su di
rector.
Las bibliotecas escolares, especialmente destinadas á los
alumnos, se encuentran establecidas en cada escuela primaria
pública, y comprenden, además de los libros de clase, las obras
que el ministro concede á toda comuna que puede justificar la
posesión de un estante, los libros donados por los prefectos por
medio de créditos votados por los Consejos generales, y por úl
timo las obras que pueden adquirirse por medio de recursos
privados de la biblioteca, recursos constituídos, sea por los fon
dos que vota á este efecto el Consejo municipal, sea por suscri-
ciones, donaciones y legados de particulares. Fuera de los li
bros de clase, ningún libro puede introducirse en estas bibliotecas
sin la autorización del inspector de academia.
Las bibliotecas populares son bibliotecas comunales ordi
nariamente establecidas en la alcaldía. Como no están desti
nadas especialmente para los niños, pueden contener obras de
toda naturaleza. (1)
13. El Estado, las municipalidades y diversas instituciones
públicas sostienen museos en Francia,
El Estado administra en París los grandes muscos artísti
cos del Louvre, del Luxemburgo y de Versalles, los museos de
escultura comparada y de etnografía del Palacio del Trocadero,
el museo de Cluny de productos artísticos é industriales anti
guos, el museo Guimet de religiones del Extremo-Oriente, que
comprende obras de arte y una biblioteca especial, el museo de
antigüedades nacionales de San Germán, el museo de historia
natural, el museo de archivos nacionales, el museo de Gobelinos
(1) Compayré.—Organisatíou pedagogique et legislation des éeoles primal-
res—1888.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 351

y el cerámico de Sévres, el museo instrumental del Conservato


rio de música y declamación, el museo forestal de Vincennes,
los museos de artillería y del ejército en el Hotel de los inváli
dos, los museos y colecciones científicas de las escuelas de me
dicina naval, el museo monetario en la Casa de Monedas, el
museo de la Opera, el museo del Depósito de muebles del Esta
do y el museo pedagógico nacional; y en Limoges el museo ar
tístico Adrien Dubouché.
El museo del Louvre puede considerarse como una escuela
práctica de bellas artes. Allí se dicta un curso público de His
toria del arte,
La municipalidad de París sostiene los siguientes museos:
el museo de Carnavalet ó museo histórico de la ciudad de París,
que comprende una colección considerable de monumentos y
de objetos diversos relativos á la historia de París y de la Revo
lución, el museo Cernuschi, que comprende una colección im
portante de obras chinas y japonesas, el museo Galliera de obras
de arte, y el museo pedagógico municipal.
A la tercera clase corresponden, en París, el museo astronó
mico del Observatorio, el museo de anatomía de la escuela de
medicina, el museo de copias de la escuela de bellas artes, los
museos de mineralogía, geología y paleontología de la escuela
superior de minas, el museo de ciegos en el instituto de Haüy
y el museo social destinado á mejorar la situación de los traba
jadores. (1)
El museo pedagógico nacional tiene anexa una biblioteca
central de enseñanza primaria.
Este establecimiento ha sido creado con el objeto de auxi
liar en sus trabajos ó investigaciones á todas las personas que se
ocupen de enseñanza primaria. A este efecto, tiene á su dispo
sición los libros ó documentos que pueden interesarles, así como
instrumentos científicos, objetos de mobiliario y material esco
lar propios para favorecer sus estudios. Hace conocer los mejo
res métodos de enseñanza y las condiciones más favorables de
instalación de las escuelas y clases.

(1) Baedeker. París—1899.


352 EL ATENEO
La biblioteca de este museo contiene cerca de 90000 volú
menes relativos á letras, ciencias, historia, geografía, y particu
larmente á la educación y á la enseñanza. Una sección de esta
biblioteca circulante está destinada á préstamos fuera del esta
blecimiento.
La dirección de la enseñanza primaria del departamento
del Sena ha organizado un museo pedagógico para el uso de los
institutores de París, en el que se encuentran reunidos tipos
de mobiliario material de clases, útiles escolares, etc., que se
usan en las escuelas de esta ciudad, así como muestras de tra
bajos de alumnos ejecutados en las escuelas maternales, escue
las primarias elementales, escuelas primarias superiores y escue
las profesionales de París. (1)
14. Casi todos los departamentos poseen una ó muchas
sociedades sabias de las que algunas gozan de merecido re
nombre.
En la cima de las instituciones literarias y científicas se
encuentra el Instituto de Francia, creado por decreto de 25 de
Octubre de 1795 y compuesto, desde 1883, de cinco academias:
la Academia francesa, la Academia de Inscripciones y bellas le
tras, la Academia de ciencias, la Academia de bellas artes, y la
Academia de Ciencias morales y políticas. Cuatro de entre
ellas se componen de cuarenta miembros titulares: la Academia
de bellas artes tiene además un secretario perpetuo, fuera de
sección: la Academia de Ciencias tiene 66 miembros titulares,
mas dos secretarios perpetuos fuera de sección. Con excepción
de la Academia francesa, cada una de las otras tiene además
diez miembros libres, asociados extrangeros, y correspon
dientes nacionales ó extranjeros, en número de 248. Los
académicos son elegidos por sus colegas. (2)

Alejandro O. Deustua.
(Om timiará)

(1) H. Vuibertob. cit.


(2) Levasscur ob. clt.
niiiiiiiniiiiiiiiiiiii ni iiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii iiiiniiinIIiiniiiiiiniiiiiuIInimm iiiiiiiiiifini

OBRAS INÉDITAS

DEL

Doeíor D. Gabíno Paeheeo - Eejárpa

EN LENGUA QUECHUA

Diccionario de la Lengua Quechua.


Atfabeto Fónico de la Lengua Quechua.
Gramática de la Lengua Quechua.
Usca Pautar (Poema dramático prehispánico. )
Yahuar Huaccac (Poema dramático prehispánico.)
La Muerte de Atahuallpa (Drama moderno).
El Hijo Pródigo, por Lunarejo (Auto sacramental).
Poesía lírica incáica. (Colección de yaravíes, huaynos, cas-
huas y otras canciones que se cantaban y bailaban en tiempo
de los Incas).
Ollantay. (Traducción en castellano).
354 EL ATENEO
En la herniosa edición del OUantay, obra que dió á luz el
Doctor Pacheco-Zegarra en París, el año 78, en lengua fran
cesa, se leen las siguientes líneas que constituyen la nota final
de la Introducción: " Con el título de Tesoro déla Lengua
de los Incas prepara el autor la publicación completa de sus
investigaciones y estudios relativos al quechua; y ha tenido á
bien consentir que su OUantay, que es el primer volumen de
dicha publicación, forme parte de la Colección Lingüistica Ame
ricana de M. M. Maisonneuve y C? Los volúmenes siguientes
del Tesoro contendrán el Diccionario Quechua, la Gramática, los
Yaravies, ó cantos elegiacos, y varios dramas tales como Usca
Paucar, la Muerte de Atahualpa y otros posteriores á la con
quista."
Hace veintidos años que se publicaron estas líneas, y es
fácil comprender, dadas las aficiones y laboriosidad del autor
del OUantay, joven entonces aún nó en los treinta, que con el
tiempo sus obras de literatura y filología quechua han debido
ganar no solo en calidad sino en número. Comparando, pues,
la nota trascrita con los códices y manuscritos que tiene prepa
rados para la publicación, vemos que en aquella fecha no se
incluían el Yahuar Huaccac ni el Hijo Pródigo de Lunarejo, y
que los yaravíes están enriquecidos al presente con otras poe
sías líricas y canciones de carácter danzante.
Habiéndose seguido en la traducción castellana de las obras
dramáticas, el mismo sistema de comentarios y notas, ya histó
ricas como filológicas, que tanta nombradla dieran á la edición
francesa del OUantay, podemos concluir lógicamente, que todas
las labores que en punto de quechua publique el Doctor Pacheco-
Zegarra, tendrán cuando menos el altísimo mérito que los dia
rios y las autoridades competentes encontraron en las obras an
teriormente publicadas. Con este motivo preciso es recordar
que en Alemania los trabajos filológicos del autor peruano son
conocidos y apreciados, y que del mismo Tschudi, renombrado
quechuista y filólogo, traductor alemán del OUantay, merecieron
los mayores encomios. En España, el Marqués del Riscal y
Castelar, en el Día y el Globo, respectivamente, enaltecieron la
obra de Pacheco-Zegarra, y el eminente Pí y Margall, no solo
OBRAS INÉDITAS DEL DR. G. P. Z. 355
habla de ella y la trascribe en su Hi*toria de América, sino que
la publica en Madrid, con un prólogo en que elogia, como muy
difícil sería elogiar más, á nuestro autor nacional.
No menos feliz fué la acogida que las obras indicadas tu
vieron en Francia. Le Monde Illustré, en el tomo relativo al
año 79, y en su parte bibliográfica, contiene entre otras las si
guientes líneas: "Entre las obras publicadas por esto autor
(Pacheco-Zegarra) recomendamos á los sabios franceses y en
especial á los que se ocupan de la ciencia, de la historia y de la
filología americanas, la traducción y los comentarios del Ollan
tay, drama en verso quechua del tiempo de los Incas, que ha
publicado en francés con el texto original al frente. Ninguna
publicación en la lengua de los Incas ha sido hecha con mas
cuidado y ninguna merece más autoridad. El señor Pacheco-
Zegarra acaba de publicar un opúsculo, interesante en extremo,
sobrela guerra actual del Pacífico."
Como el Monde Illustré en este artículo bibliográfico, nos
habla de un juicio emitido por el conocido crítico inglés Gusta
vo Masson, sobre el Ollantay de Pacheco-Zegarra, juicio crítico
al que también hace alusión D. Manuel González Prada, en un
artículo recientemente publicado en El Comercio, sobre el poema
Byron del mismo autor, creemos oportuno trascribir aquí el
artículo de Gustavo Masson, para dar idea completa del mérito
que nosotros vemos en las labores quechuas de que tratamos, ya
que no siendo especialistas en tales investigaciones, debemos
atenemos al juicio de las autoridades reconocidas. Dice así:
"Ollantay por G. Pacheco-Zegarra. El espléndido volu
men en octavo que debemos á la pluma de Don Gabino Pacheco-
Zegarra, presenta á nuestra vista un asunto, del cual confesa
mos que hasta hace muy poco, no teníamos el menor conoci
miento: nos referimos á la historia de la lengua y de la literatu
ra de los antiguos peruanos. Tratemos, pues, de dar siquiera
una breve idea, pero completa en lo posible, de todos los datos
reunidos en la obra, por el eminente comentador que acabamos
de nombrar.
" El Perú, como casi todas las naciones, así del viejo como
del nuevo mundo, tiene su historia antigua, medioeval y moder
356 EL ATENEO

na: la antigua comprende desde los más remotos tiempos hasta


la fundación del Imperio de los Incas; éste constituye la media,
hasta la conquista española; y la moderna comienza con dicha
conquista en 1525. Si la América fué originariamente poblada
por los Judíos, los Escitas, los Fenicios, los Griegos, los Chinos ó
los Suecos, es un problema que aun no ha sido satisfactoriamente
resuelto, y que según toda probabilidad está llamado á quedar
«ufe judice. Don Gabino Pacheco-Zegarra apenas hace alusión
al asunto, porque se encuentra fuera del plan de su libro. Por
análoga razón, no hace más que mencionar brevemente la con
quista española y se consagra por entero á hacer una minuciosa
y prolija investigación referente á la civilización de la edad me
dia peruana, ó sea á la época de los Incas: sus leyes, la naturale
za de su gobierno y el estado moral, social é intelectual del
pueblo sometido á su yugo. Al estudiar este episodio intere
sante de la historia americana, nuestro autor toma como á guía
principal á Garcilazo de la Vega, noble descendiente de los
Incas y natural del Cuzco. Nacido en 1539 dejó la América en
1560, se radicó en España y murió en Córdova el 22 de Abril de
1616. Su obra intitulada Loa Comentarios Reales es una gran
autoridad en la historia peruana.
" Después de haber descrito detalladamente élmilüu, si se
nos permite la expresión francesa, en que tiene lugar el drama
que traduce en beneficio de los lectores franceses; después de
haber examinado los caracteres esenciales del quechua, la len
gua en que originariamente se compuso la obra, D. G. Pacheco-
Zegarra nos dá el completo resumen del drama mismo. El ar
gumento es estrictamente histórico, estando basado en la re
belión de cierto caudillo, llamado Ollantay, jefe de los Antis,
contra el Inca Pachacutec, quien ocupaba el trono á mediados
del siglo catorce. La tradición de este episodio en los anales
peruanos, ha existido en el Cuzco desde tiempo inmemorial, y
la versión más popular de ella ha sido la publicada por vez pri
mera, en 1837, por don Manuel Palacios, la misma que ha reim
preso nuestro autor, por mucho que carezca de gran valor como
documento auténtico. La rebelión de Ollantay contra su sobe
rano, la traición de Rumi-Ñahui (Ojo de piedra) la clemencia
OBRAS INÉDITAS DEL DR. G. P. Z. 357
de Tupao-Yupanqui, sucesor de Pachacutec, y el amor del héroe
por Coillor (Estrella), la hija del monarca, forman los incidentes
principales del drama, que no es otra cosa que una serie de diá
logos, pero muy notables por el vigor de su estilo y por el ver
dadero sentimiento de su poesía.
"El esmero empleado por los escoliastas y comentadores de
las obras maestras de la literatura clásica, las mejores ediciones
de Sófocles, Eurípides, Esquilo y Aristófanes, sólo nos dan una
corta idea de la labor crítica consagrada por don G. Pacheco-
Zegarra á este drama peruano. Todos los personajes que figu
ran en él están biografiados; el texto quechua, tomado de las
mejores fuentes y acompañado de la traducción francesa, está di
lucidado con la ayuda de notas geográficas. históricas y filológi
cas; eu muchos casos se dan las variantes que ofrecen los diver
sos códices; y la pieza en sí misma ofrece al autor la oportuni
dad de explicar é ilustrar las reglas de la lengua incáica, desde
los diferentes puntos de vista que presentan sus accidentes le-
xigráficos, su sintaxis, su ritmo y su versificación. Un capítu
lo separado está dedicado á la discusión de algunas dificulcades
filológicas que ofrece la traducción, y el volumen termina con el
vocabulario completo de todas las palabras contenidas en el dra
ma. Ni debemos olvidar que habiéndose impreso el original
quechua en caracteres latinos, las particulares dificultades que
tiene su fonética se han hecho enteramente claras con la intro
ducción de nuevos caracteres, especiales y convencionales, los
cuales han sido fundidos á propósito para esta edición. Por
último, en el capítulo consagrado á la bibliografía quechua, que
sea dicho de paso es uno de los más interesantes del libro, el
lector inglés verá que M. Clements Markham publicó en 1871
la traducción inglesa del drama en cuestión, bajo el título:
Ollanta, an AncienL Inca Drama, transluted from the original
Quichua.
"Debemos, pues, nuestros mayores agradecimientos á doft
Gabino Pacheco-Zegarra y á la casa editora de Maisonneuve,
por presentarnos un volumen que no solamente da una idea de
la literatura del Perú antiguo, sino que ilustra por completo to
do lo que se relaciona con el orígen, historia, leyes y costum
358 EL ATENEO
bres de aquella nación en la época de los Incas. Gustavo
Masson. ' '
(Del Watchman de Londres. —Abril 7 de 1879.)

II

EN CASTELLANO

TEATRO

Rogerio, (Drama en tres actos y en verso).


Clementina, (Comedia en tres actos y en prosa).
La flor del norte, (Drama en tres actos y en verso).
Carlos de Mendizabal, (Drama en tres actos y en verso).
María ó El Primer Amor, (Comedia en cuatro actos y en
prosa, ya representada).
El Inca Proscrito, (Drama lírico en dos actos y en verso).
Melgar, (Drama lírico en tres actos y en verso; en prepara
ción).
Cambiar Parejas. (Capricho cómico, en pentasílabos. Edi
ción agotada, casi desconocida en Lima).

NOVELAS

Los amores de Yucay.


Historia de un Alma.
La rata blanca.

POESÍA

Poesías líricas, (Colección de las ya publicadas en diversos


periódicos, épocas y países y de las aún inéditas).
El Romancero Incáico. (Poema)
Byron. (Poema, en estrofas espenserinas)
OBRAS INÉDITAS DEL DR. G. P. Z. 359

OBRAS VAKIAS

Métrica (Estudio del ritmo.)


Estética literaria.
Paradojas Nacionales.
Miscelánea. (Colección de los artículos ya publicados sobre
filología y literatura).
Discursos.

No siendo nuestro designio hacer un juicio crítico, ó siquie


ra un estudio bibliográfico de las obras inéditas del Doctor Don
Gabino Pacheco-Zegarra, solo nos hemos limitado á dar una
razón completa en lo posible de ellas, seguros de que los lecto
res de El Ateneo, consideraran como nosotros de inapreciable
interés la publicación de unas labores llamadas á enriquecer y
enaltecer nuestras letras nacionales, en dos diversos períodos
históricos y en los diferentes géneros por el autor cultivados; ya
que las publicaciones hechas anteriormente por él, son prenda
segura de buen éxito. Y con este motivo preciso es consignar
aquí que las obras que figuran en el catálogo, por lo mismo que
éste es extenso, no son meros proyectos ó designios literarios.
Habiendo invitado el presidente del Ateneo al Doctor Pacheco-
Zegarra para que colaborara con sus escritos en esta revista, tu
vo ocasión aquel caballero de examinar todos los manuscritos
y de ver, con el catálogo en la mano, que el bagaje literario del
Doctor Pacheco-Zegarra era una realidad palpable.
El examen á que aludimos fué promovido por el autor
mismo, quien probó así al Doctor Prado y Ugarteche, que si no
contribuía en la medida de sus deseos á la revista del Ateneo,
era porque no lo permitía la naturaleza de las obras. En efec
to, hubo de convenirse, en literaria y amistosa cordialidad, que
las obras de teatro no debían publicarse antes de su representa
ción, y que las otras obras, sobre todo las artísticas, no eran
fraccionables ó publicables por partes, sin desmerecer; y que su
íntegra inserción no cabía en una de las entregas de El Ateneo.
Muchas personas competentes, como el Sr. González Prada, que
también conocen las obras en cuestión, abonarían este acerto,
360 EL ATENEO
pues los manuscritos que nos ocupan están al alcance de todos
los literatos y aficionados á las buenas letras que cultivan rela
ciones con el autor. Siendo las más de estas producciones
de fechas atrasadas y diversas—lo que prueba que si hubo inte
rés en componerlas, desgraciadamente no pasó lo mismo con el
deseo de verlas impresas—sabemos que han sido conocidas y
han merecido elogios de algunas autoridades extranjeras. Don
Francisco Pí y Margall, Don José María Sbarbi, Don Víctor
Fenández Llera, secretario del Ateneo de Madrid y otros, han
conocido y apreciado las producciones escénicas. Otras perso
nas, como los sabios colombianos Cuervo y Uricoechea, han
enaltecido las obras filológicas y otras científicas del autor, con
tribuyendo éstos y aquellos á su buen desempeño con consejos
y datos importantes.
Para dar alguna amenidad á este artículo, hallamos feliz
mente entre las obras líricas del autor muchas poesías aun iné
ditas que, con otras ya publicadas, forman una pequeña colección
de composiciones, todas girando en torno de un asunto único,
de fecha sin duda ya remota, y cuyo título ni aún se halla espe
cificado en el catálogo. Esta colección llamada Ritmos po
dría compararse por el asuuto, con las Rimas de Becquer;
pero bien mirado ese asunto, en prosa y verso, es el de muchí
simos artistas, que, aunque solo sea de paso, cultivaron la esté
tica de la pasión. Por el asunto, el canto A Teresa de Espron-
ceda, ó el Werther de Goethe, podría compararse con las indica
das Rimas ó con el Intermezzo de Heine. Pero todas estas obras
son heterogéneas en absoluto, por ser en ellas fundamentalmen
te diversa la idea estética que les da vida. No hablaremos del
mérito de los Ritmos, pues aunque solo constan de un es
caso centenar de composiciones —sumamente heterogéneas, no
solo al compararlas con las de otros autores, sino aún compara
das entre sí mismas—preciso sería darlas y juzgarlas en conjun
to para apreciarlas debidamente. Con todo, en las pocas com
posiciones, que, como hemos insinuado, entresacamos ahora de
los Ritmos, por vía de amenidad, se ven esa precisióu de factura
y esa corrección y claridad inquebrantables que caracterizan
todas las producciones del señor Pacheco-Zegarra, cuya frase
OBRAS INÉDITAS DEL DR. G. P. Z. 361
es una esclava absoluta de su idea. No será demás recordar
que algunas poesías, que ya conocíamos por haberse publica
do en España y entre nosotros, como La cita, Patria, Monólo
go, Yaraví y otras, de análogo asunto, pertenecen al número
de los Ritmos, pues otras, como Santa Teresa, A. Toledo desde el
Cuzco y algunas más, son de diverso órden.

BALADA

f UAL sin la luz del sol que lo engalana


^El día va á morir;
Como cuerpo que deja el alma humana
Me hallo lejos de tí.

Yo sueño cual Mahoma, y en mi cielo


Eres la sola hurí,
Y á mis labios atraigo con anhelo
Tus labios de carmín.

Del mundo de la dicha los primores


En tu aliento bebí;
Si en mi alma ví brotar hermosas flores
Tú eras la raíz.

Rico misterio que á mi pecho ofreces


De amor tesoros mil,
Dulce y sola ambición que en mi alma creces,
Cual Dios reinas en mí.

Fuego que al corazón le dás la vida,


Rayo de luz feliz,
Supremo bien, do su esperanza anida
Mi pecho juvenil.

Tu oreas de mi frente los ardores,


Alado serafín;
EL
Y al rozarme tus alas, mis dolores
Volar del alma ví.

Si en el mundo real, con aire serio


Me miras siempre hostil,
¿Por qué si sueño, amante en el misterio,
Inclinas la cerviz ?

Sin pensar, sin querer, tú á mí me llamas,


Y tu voz creo oir;
Si soñando no dudo que me amas,
¿ Por qué despierto, dí ?

¿ Por qué si me persigues tan constante,


Y te llego á sentir,
Al ceñirte en mis brazos palpitante,
Eres sombra sutil ?

¿ Por qué miradas de íntima ternura


En tus pupilas ví,
Y percibo tu aliento, y tu hermosura
Cerca cerca latir,

Si eres sólo la sombra de un deseo,


Esperanza sin fin;
Si á la mujer que adoro siempre veo
Lejos lejos de mí ?

Si devora mi ser la viva tea


De una ilusión febril,
Al querer, ¡ oh, mi sol ! que tu luz vea,
Qué serás para mí ?
OBRAS INÉDITAS DEL DR. G. P. Z. 363

MI VIDA

0M0 un lampo de sol cada mañana


>s>»—'Me alumbra al despertar tu pensamiento;
De verte la ocasión no está lejana,
Y gozo con pensar en tal momento;
Viene la noche, mi ilusión no es vana,
Ya bañado en tu luz de tí me ausento,
Feliz al lecho torno, y solo existo,
Pensando en verte y en haberte visto.

RITMOS SUBLIMES

E la mesa al traves, jugando damas,


-—^ Por vez primera con tu pié divino,
Me inundaste de un rayo de esperanza
Cuando al acaso se posó en el mío.

Alcé la vista, y tus ojos dulces,


Húmedos de emoción bajaste tímidos!
La ley de Dios ¡oh, amor! ¡cómo traduces
Dándole á un leve pié sublimes ritmos!

BESOS DEL ALMA

O, no fué un sueño; por la vez primera,


J ' En tus ojos clavados en los míos,
Sentí un rayo sutil de inteligencia
Que cual beso de luz me unió contigo.
EL ATENEO
Por vez primera de tu mano franca
Al sentir la presión, de gozo lleno,
Trémulo percibí ¡ cómo en las palmas
Dos corazones pueden darse un beso !

LA CITA

ODAVIA en el mármol del pasillo


^ Resuenan sus tacones;
Un golpe del pestillo
Anuncia que se va: de mis balcones
Veloz percibo por la calle un bulto
Todo él velado y hasta el rostro oculto
Cual ladrón que el tesoro codiciado
Vé de temor ya exento,
Contemplé al ser amado
Que llegaba medroso á mi aposento.
Ni palabras de amor, ni aun de saludo,
Suspenso el lábio dirigirme pudo.
¡La Venus temblorosa, bien cubierta
En amplio espeso manto,
Ya al umbral de mi puerta,
Siendo fiel á la cita tuvo espanto;
Y de amor arrastrada al poderío
Sólo allí pudo ver su desvarío!
Sus ojos negros, libres del embozo,
No daban, apagados,
Ni señales de gozo:
Leer en ellos pude condensados
La altivez y el honor; y en vez de un cielo
En su mirada adusta sólo hay hielo.
OBRAS INÉDITAS DEL DR. G. P. Z. 365
Aunque entibiado el fuego de mis venas
Al poder de esos ojos,
Amante logré apenas
Que tomara un sillón. Cuando de hinojos
Caí á sus piés, ¡en un reloj vecino
Marcó una hora mi fatal destino!

Súbito puesta en pié «¡ya es tarde!», dijo,


Tomando ese pretesto:
«¡ De nuestro amor exijo
Que me dejes partir!», añadió, y presto
Se iba á marchar, cuando con fuerte brazo
La atraje tiernamente á mi regazo.
Tornó á mirarme, y en la luz aquella,
De sus altivos ojos,
Quizá nunca más bella
Fulguró la virtud. Ya sin enojos,
Viendo su gran poder al desasirse
La mano me tendió, antes de irse.

Del mal dormido fuego acaso un lampo


La mantuvo indecisa,
Al tocar aquel ampo
Mi labio mudo; y se marchó de prisa,
Llevando en vez de loco ardor impreso
En su mano de nieve solo un beso.

Por vez primra percibí un aroma


Célico en tal momento,
Que solamente asoma
Del alma álo profundo, pues lo siento
Cuando el bien, el honor, ó algo más grande
En hora bendecida el pecho expande.
Cual pura brisa en mis modestos lares,
Que el corazón perfuma,
Son esos azahares
De otro mundo mejor la esencia suma,
9
366 EL ATENEO
Y arroban mis sentidos con olores
Que no dan en la tierra ni las flores.
Ya no escucho en el mármol del pasillo
Sus tímidos tacones;
Ya el golpe del pestillo
No dice que se vá: de mis balcones
Ya no descubro á la beldad esbelta
Entre las sombras de la noche envuelta!

POEMA ETERNO

Zr, Cuando en mi pecho


La cabeza reclinas,
Y es más estrecho
El dulce lazo
Que por siempre te liga
A mi regazo.

¡ Hora, para mí eterna,


Que en mi ventura,
Soy absoluto dueño
De tu hermosura;
Y en que tu alma
De su primer caricia
Me da la palma!

Entonces silenciosa,
Sonriendo dejas
Que juegue conmovido
Con tus guedejas;
Y si á tus ojos
Miro asomar el llahto,
¡No es, nó, de enojos!
INÉDITAS DEL DR. G. P. Z.
¿ Ausencia, olvido ó muerte,
Piensas que un día
Borrará tu memoria
Del alma mía?
¡Tu imagen bella,
Siendo inmortal mi alma
Será cual ella!

SINIESTRO ENCUENTRO

N mal hora le ví ! Con aire tonto


—-~' Llevaba de la mano
A un niño á quien reconocí muy pronto;
Y odié sin más razón al viejo insano !

Cuando el tierno rapaz pal)á, le dijo,


La gente horrible gesto
Pudo haber visto en mí, según colijo:
No es mentira, no hay duda; le detesto !

Luego, al anochecer, rápido un coche


Me interceptó el camino:
Ibas en él cual astro de la noche
Y á tu lado iba el viejo ¡ Triste sino !

Y tuve un sueño atroz: ¡ Reo de muerte


Mi cuello daba al yugo !
Volví la vista atrás, ya casi inerte,
Y al viejo solo ví: ¡ era el verdugo !

Desde aquel día, con semblante torvo,


Fruncido el entrecejo,
Siempre á mi lado está como un estorbo
Ya el bulto, ya la sombra del tal viejo.
EL ATENEO
¡ Cuán hondo desencanto en mí se arraiga,
Considerando el hecho
De que el odio también natura traiga
Gomo el amor grabado en nuestro pecho !

RETRATO

MlENE sesenta y cinco; su figura,


^ Mediana y poco esbelta,
Ofrece un gran abdomen, siendo enjutas
Las estevadas piernas.
Gran boca, frente chata
Y ojos saltones, dánle á su persona
Aspecto de una rana
Gigantesca, en dos piés, con frac y botas !

Su enorme calva hasta la nuca llega:


Dos mechoncitos grises
Junto á la sien, ornando las orejas,
Mas bien parecen tiznes.
Y es su cabeza magna
Melón deforme, cuyas grietas forman
Ojos, nariz y barba;
Y un pescuezo torcido la soporta !

Al reírse, su boca causa espanto,


Con dos horribles peines
A que el tiempo cruel solo ha dejado
Tal cual negruzco diente.
Para extremar sus burlas,
De rara aberración dando una muestra,
Caprichosa natura
En ese cuerpo puso un alma necia.
OBRAS INÉDITAS DEL DR. G. P. Z. 369
Pero el destino, por demás travieso,
Ha prodigado al hombre
Cuanto pudo forjar loco el deseo:
¡Es millonario, noble,
Y en su faustosa vida,
Por colmo de ventura tiene un angel!
¡Una muger divina!
Conozco á la beldad de ese magnate...

YARAVI
(Elegía gemilnamente incaica, que se cantaba al son
de una melodía, lúgubre en extremo, que lleva también el nombre Ae yaraví,
y con acompañamiento de quena:)

sol que en el occidente


Va hundiendo triste la frente
Le pregunto dónde estás;
Más cuando mi voz te nombra
Sólo me dice la sombra
Que no te veré jamás,
¡Jamás, jamás,
Corazón !
En la fuente tersa y pura
Que reflejó tu hermosura
Pienso encontrarte quizás;
Pero al llegar á su orilla.
La luna que al fondo brilla
Dice que allí ya no irás
¡Jamás, jamás,
Corazón!
A aquella luna tan triste
Le digo por qué te fuiste,
EL ATENEO
Y si un día tornarás :
Al ocultarla una nube
Negra que á los cielos sube,
Le dice al alma ¡jamás!
¡Jamás, jamás,
Corazón !

Así cuento, una tras una,


Las horas de mi fortuna,
De acerbo llanto al compás;
Y sólo escucha mis quejas
El vacío que me dejas
Que ya nunca colmarás,
¡Jamás, jamás,
Corazón !

Así en noches solitarias


Te dirijo mis plegarias,
Que ya amante no oirás;
Solo el eco con voz dura
Repitiendo mi amargura,
Parece decír ¡jamás!
¡Jamás, jamás,
Corazón !

Desdichado pajarillo
Que con cántico sencillo
A tu amor buscando vás;
Como tú también yo lloro
El bien perdido que adoro,
A quien no veré ya más,
¡Jamás, jamás,
Corazón !
Fuentes, arroyos y ríos,
Llorad, llorad, ojos míos;
La muerte venga además!
Si se apagó la centella
OBRAS INÉDITAS DEL DR. G. P. Z. 371
Del vivir, que solo es ella,
¿Dejará dichas detrás?
¡Jamás, jamás,
Corazón !
Sin ella, ni el sol fulgores,
Ni aromas tienen las flores,
Ni el canto dulce compás,
Ni hay estrellas en el cielo!
¡ En la tierra hay un consuelo :
No olvidar nunca, jamás!
¡Jamás, jamás,
Corazón!
Según la Estética del autor, cualesquiera asuntos al tra
ducirse en ideas artísticas, tienen por su naturaleza que ser
esencialmente diferentes, y en la ejecución, ó sea en la forma
material del verso, esa heterogeneidad debe resultar claramente.
Según esta teoría, las diversas obras que tienen una constante
uniformidad en el modo de rimar, en sus dimensiones, ó en el nú
mero de las estrofas, es decir un patrón común para todas ellas,
así como los varios poemas de un mismo autor, sujetos á deter
minado número de versos ó de páginas, tienen que ser forzosa
mente amanerados. Con este motivo debemos consignar que
no sólo estas producciones sino todas las del señor Pacheco-
Zegarra están en estrecha relación con las teorías científicas,
enteramente experimentales, que sirven de base á dicha Estética
y aún á la Métrica, que también figura entre las obras del an
terior catálogo.
Ojalá que la pronta publicación de todos estos trabajos, y
muy especialmente de los relativos á la lengua de los Incas, pue
da dar una completa idea de su mérito filológico, científico y
artístico. Mientras tanto, el catálogo mismo que publicamos,
ya es por sí solo una página interesantísima de la Revista del
Ateneo, que ella con entusiasmo ofrece á todos los que se preo
cupan del progreso do las letras peruanas.

Francisco Tudela y Várela.


ooooocooocKjbboóóóooooooGob

MARIA ABASCAL

(reminiscencias)

acorriendo ayer el salón de cuadros en el Palacio de la


Exposición, después de admirar el magnífico retrato que
tde la cantatriz Luisa Marchetti pintó en Madrid el ilus
tre Federico Madrazo, me detuve ante otro retrato de
mujer, hecho por humilde pintor peruano conocido por
el maestro Pablito y (pie, según entiendo, fué hasta los tiempos
de la batalla de la Palma (1855) el retratista mejor reputado
en Lima.
—Yo conozco á esta señora, me dije, pero no caigo en
quien sea ¿Quién será? ¡Quién será?
Y habría seguido cavilando hasta el fin de mis días, á no
ocurrírseme interrogar al guardian.
—Sabe usted, amigo, quién es la persona de este retrato?
—No lo sé, caballero; pero he oído decir que la retratada
fué querida de un señor Monteagudo, que parece era mucha
persona cuando entró la patria.
—Acabáramos! murmuré entre dientes ¡Vaya si la conozco!
Y como alguna vez he escrito sobre Rosa Campusano (la
MARIA ABASCAL 373

querida de San Martín), y sobre Manuela Saenz (la maitresse


de Bolívar), encuentro lógico borronear algunas cuartillas so
bre María Abascal (la querida de Monteagudo).

» #

Por los años de 1807 existió en la calle ancha de Cochar-


cas (hoy de Buenos Ayres) la más afamada picantería de Lima,
como que en ella se vendía la mejor chicha del Norte, y se con
dimentaban un seviche de conchas y camarones, y unas papas
amarillas con ají, que eran cosa de chuparse los dedos. Los
domingos, sobre todo, era grande la concurrencia de aficiona
dos al picante y á la rica caum de Trujillo.
La propietaria de la picantería era una mulata chiclayana,
casada con un lambayecano que trabajaba, como ebanista, en la
fábrica de muebles que un don Perico Rojas había estableci
do en la calle de Espaderos, en el local que, corriendo los años,
fué el ya difunto teatro de Variedades.
En la tarde del 8 de Septiembre, tarde en que medio Lima
concurría á las célebres fiestas que se efectuaban en homenaje á
la Virgen de Cocharcas, fiestas que, después de solemne misa y
procesión, concluían con opíparo banquete dado, en el conven
tillo, por el canónigo capellán, lidia de toretes, jugada de ga
llos, maroma, ¡talo ensebado y castillo de fuego, entró á la pi
cantería una negra que llevaba en bra-zos una preciosa niña, de
raza blanca, la cual revelaba tener nueve ó diez meses de na
cida. Pidió la tal nodriza un mate de chicha de jora y un plato
de papas con ají; y cuando llegó el trance de pagar la peseta
que importaba lo consumido, la muy bellaca puso sobre el
mostrador á la criatura, y le dijo á la patrona:
—Oiga usted, ña ésta: yo soy del barrio, y voy á mi cuar
to á traerle la peseta. Le dejo en prenda á la niñita María, y
cuídemela mucho, que ya vuelvo.
Y fué la vuelta del humo.
Después de quince días de investigaciones, la picantera sa
lo
374 EL ATENEO
có en limpio que la negra era una de tantas amas de cría de la
casa de expósitos. En el horjanatorio ú orfelinato (que no sé
como se diga, pues todavía la Academia anda retrechera para
dar sitio en el Diccionario á cualquiera de los dos vocablos), se
pagaba ocho pesos de sueldo al mes & la mujer que se encarga
ba de la lactancia de un huérfano.
Pero fué el caso que la chiclayana y su marido, que no
habían tenido hijos, le tomaron amor á la prenda, y resolvie
ron quedarse perpetuamente con ella, decisión favorecida por la
circunstancia de que la niña estaba ya en condiciones de
destete.

Es sabido que á los expósitos se les daba por apellido el


del virrey, arzobispo ó el de algún magnate que con limosnas
favoreciera al santo asilo. Así, en Arequipa por ejemplo, casi
todos los huérfanos eran Cháves de la Rosa, en memoria del
obispo de tal nombre. También el de Casapía es apellido de
huérfanos arequipenses.
El mismo día en que la picantera y el oficial de ebanista
decidieron quedarse con la chiquilla, la llevaron á confirmar,
declarando que la ahijadita se llamaba María Abascal, adjudi
cación de paternidad que talvez nunca llegó á oídos del virrey.
Abascal hizo su entrada en Lima á fines de Julio del año
anterior y, cronológicamente computando, mal podía tener en
Septiembre de 1807 hija de nueve ó diez meses.
La madrina y su marido se encariñaron locamente por la
chica, disputándose á cual la mimaba más, y gastando en ella
cuanto adquirían para tenerla siempre vestida con esmerada
limpieza y buen gusto.
María llegó a cumplir seis años en la picantería, y era un
tipo de gracia y de belleza infantil que traía bobos de gusto á
sus padres adoptivos. Pero las envidiosas muchachas del ba
rrio, para amargar la felicidad de la inocente niña y hacerla
verter lágrimas, la bautizaron con el apodo de la papa con ají.
MARIA ABASCAL 37Ó

El padrino que trabajaba ya en taller propio, y que, mo


neda sobre moneda, guardaba como ahorro un centenar de pe-
lucones, resolvió que su mujer cerrase la picantería, y el matri
monio fué á establecerse en el extremo opuesto de la ciudad, en
la calle del Arco, donde arreglaron con modesta decencia una ca
sita. No querían que la niña siguiese en contacto de vecindad
con gentes que la humillasen, recordándola lo infortunado de
su cuna.

***

Y así vivieron muy felices hasta fines de 1821 en que el


diablo, que es muy diablo, metió la cola en la limpia casita de
la calle del Arco.
María había cumplido quince años, y la fama de su her
mosura y discreción estaba generalizada en la parroquia. Sus
protectores la cuidaban como oro en paño, y apenas si los apa
sionados de la joven podían complacerse en mirarla, y aún
atreverse á dirijirla un piropo ó galantería, cuando los domin
gos, acompañada de su madrina, salía de la misa de nueve en
Monserrate.
Poquísimas semanas hacía que el Generalísimo San Martín
ocupaba la capital y que la independencia del Perú se había ju
rado. Entre los jefes y personajes argentinos cundió la repu
tación de deslumbradora belleza conquistada por la jóven li
meña, á quien la crónica callejera daba por hija de todo un
virrey, nada menos.
La misa de nueve, en Monserrate, se convirtió en romería
para los galanteadores argentinos. Todos se volvieron devotos
cumplidores del precepto dominical, empezando por el Minis
tro don Bernardo Monteagudo, cuya neurosis erótica (tan ma-
gistralmente descrita por el doctor Ramos Mejía en su delicioso
libro Neurosis célebres) llegó al colmo, desde el momento en que
sus ojos se fijaron en María Abascal.
¿Cómo pasaron las cosas? No he alcanzado á averiguar
tanto, ni hace falta. Lo que sé es que después de dos meses
376 EL ATENEO
de obstinado asedio por parte de Monteagudo, quien, derro
chando oro, se conquistó el auxilio de una celestina con hábito
de beata comulgadora, la cual frecuentaba la casita como ami
ga de la chiclayana ex-picantera, se rindió la fortaleza, desapa
reciendo una noche María Abascal del honrado hogar de sus
favorecedores.

# *

No fué solo la fiebre de los sentidos la que dominó á Mon


teagudo en sus relaciones de catorce meses con María. Más
de un año de constancia, en hombre tan caprichoso y voluble
como él, prueba que su corazón también estuvo interesado.
Las aventurillas de veinticuatro horas que de Monteagudo se
refieren, fueron acaso solo satisfacciones para su amor propio,
que no dejaron huella positiva en su espíritu.
Cuando la tempestad política se desencadenó contra el Mi
nistro de Estado y el populacho rujia ferozmente, pidiendo la
cabeza de Monteagudo, éste no quiso partir para el destierro,
sin despedirse antes de la mujer amada. Rodeándose de pre
cauciones, don Bernardo llegó á media noche á casa de María
de la que, acompañado por dos leales amigos, salió á las cinco
de la mañana para embarcarse en el Callao.
Un año después, en Diciembre de 1824, volvió á Lima
Monteagudo, y se informó de que María tenía un amante. No
quiso verla y la devolvió, sin abrirlo, un billete en que ella le
pedía una entrevista.
Un mes más tarde, en Enero de 1825, caía Monteagudo
una noche bajo el y'uñal del asesino; y María Abascal, atrepe
llando á la guardia, penetraba como loca en la iglesia de San
Juan de Dios, y regaba con sus lágrimas el cadáver de su pri
mer amante, que quizá fué el único hombre que supo inspirarla
profunda pasión.
MARIA ABASCAL 377
Era yo un chisgarabís de doce á trece años cuando conocí
á María Abascal, tal como la retratara el pincel del maestro Pa-
blito. Principiaba para ella el ocaso de su hermosura, pues los
cuarenta años venían á todo venir.
No fué. María Abascal de esas jamonas que emplean diez
años para pasar de los veintinueve á los treinta.
Habitaba María en los altos de una casa de la calle de
Lescano, y en el piso bajo vivía la familia de uno de mis más
íntimos compañeros de colegio. Tuve así ocasión para verla
muchas veces subir ó descender del calesín, vestida siempre
con lujo y elegancia, y luciendo anillos, pendientes y pulseras
de brillantes. Recuerdo también haberla visto de saya y man
to entre las traviesas tapadas que á las procesiones solemnes
concurrían, y que, con sus graciosas agudezas, traían al retor-
t ;ro á los golosos descendientes del padre Adán. La saya y
manto desapareció dela indumentaria limeña después de 1850.
María Abascal era lo que se entiende por una horizontal de
gran tono, una Magdalena aristocrática. Las puertas de su sa
lón no se abrían sino para altos personajes de la política ó del
comercio. No se encanalló ni fué caritativa para con los ena
morados pobres diablos. No daba limosnas de amor.
Su figura, acento y modales eran llenos de distinción. Pa
recía una princesa austriaca y no mujer de humildísimo orígen.
Por eso nadie dudaba de que fuese hija del gallardo y caballe
resco virrey Abascal en alguna empingorotada marquesita
de Lima.
*
* *
Contábame un contemporaneo y amigo de María que cuan
do ésta cumplió cuarentaicinco años, lo que debió ser en 1851,
rompió para siempre con el mundo y sus deleites y vanidades.
Convirtió en dinero sonante su lujoso mobiliario y valiosas alha
jas, depositando el producto en casa de un comerciante que era,
por esos años, en que aún no se conocían en el Perú los Bancos
ni sus billetes, el banquero de la ciudad. Redújose á vivir mo
destamente y se entregó á la vida devota, que es el remate obli
gado de toda vida alegre.
378 EL ATENEO
Así vivió tranquila por más de veinte años, hasta que en
1873 la estrepitosa quiebra del comerciante, fruto no de falta de
honradez sino de adversidades mercantiles, colocó á María en
condición mendicante. Aquella quiebra fué más sonada que las
narices, porque comprometió el bienestar de muchas familias
de Lima.
El arzobíspo cedió á la Abascal dos habitaciones en la casa
de pobres que, en la ealle de San Cárlos, posee el arzobispado, y
casi todos los viejos y viejas de Lima, que conocieron á la papa
con ají en sus buenos tiempos de opulencia, la auxiliaban con
limosna mensual.

* »

Ha cuatro ó cinco años, pasaba yo, en la mañana de un


domingo, por el atrio de la iglesia de San Pedro, en compañía
de un amigo, que precisamente era aquel mi colega de 1845,
cuando, entre la gente que salía de misa, ví á una anciana de
aspecto distinguido y simpático, cubierta con la antigua manti
lla española. Esta circunstancia, tan fuera de la moda, me
llamó la atención, y dije al camarada:
—Tengo curiosidad por saber quien es esta señora de la
mantrUa. ¿Tú la conoces?
—Y tú también la conoces desde hace medio siglo, me
contestó.
—¡¡¡Yóü! Pues que me aspen si la recuerdo.
—Hombre, esa señora es la papa con ají.
*
* *

María Abascal murió en 1898, á los 92 años de edad.

Ricardo Palma. ,
Á UN SOÑADOR

(Para Leopoldo Cortez)

con los desnudos pies hollando abrojos?


Tu reino ¡oh soñador! no es de este mundo:
álza del suelo los cobardes ojos!
¿Qué te importa el clamor de torpe lucha
en que se agita la pasión humana?
El extraviado caminante escucha,
tendido en el desierto, el breve paso
con que lo adelantó la caravana.
¿Pero es que tú te retardaste acaso?

No: tú te apartas, porque así lo quieres,


del rumbo señalado á tu destino:
tú eres dueño de tí. Bien sé que no eres
una piedra rodando en el camino.
Empedernido soñador, ansías
380 EL ATKNEO

ceñir á tu ideal la humana suerte;


y execras, como un joven Jeremías,
el dolor de las grandes tiranías
y la ley opresora del más fuerte

Quisieras estrechar entre tus brazos


al pueblo no domado en las peleas;
romper los yugos; desatar los lazos;
y hacer la comunión de las ideas,
repartiendo tu carne hecha pedazos!
¡Ay de tí, soñador! Tu afán es grande,
pero inútil también. No es todavía
tiempo que el Sol de la justicia mande
un rayo redentor, á la sombría
prisión del pueblo. Tu presura es vana.
Romeo: no es la alondra, no es el día,
no es tiempo que abandones la ventana
en que te habla de amor la Poesía !
Ama, busca un amor. Cántale el canto
del acendrado afán que te devora;
y así cual viertes generoso llanto
por el pueblo que sufre, amando llora
¿Crees acaso tú que el sacrificio
de tu sangriento Gólgota, redime
al pueblo, que te mancharon su vicio,
que corre desalado al precipicio
y que besa la mano que lo oprime?
Abandona tu afán: déja el trabajo
de tu prédica santa en el desierto
Mira hacia las alturas, no hacia abajo;
y si el llanto quizás tu vista empaña,
preferir debes !a Oración del Huerto,
al inútil Sermón de la Montaña!

¿Para qué vas cual loco peregrino


buscando agravios que vengar? Tus quejas
befadas son: desúnda tu camino;
no bregues con ejércitos de ovejas
ni te encares con aspas de molino
Un día llegará— ¡Tardará el día!—
en que el vulgo cruel que te ha befado
reconozca en tu voz la profecía
y se contriste de no haberte amado.
¿Será arrepentimiento ó ironía?
Sólo cuando hayas muerto, el vulgo infame
apreciará tu vida. Hoy, entre tanto,
no esperes en tu sueño que te time:
¿qué le importa tu amor, ni qnú tu canto?
El en su orgía seguirá aturdido;
y ebrio, sin reparar en tu quebranto,
no te dará ni corazón, ni oído
Vale más, pues, morir! Joven y bello,
sacrifícate al ansia que te inspira;
búsca en la muerte el postumo destello
de la única gloria; dobla el cuello,
y que te decapiten con tu lira!
El amor de los dioses te reclama.
Jóvenes mueren, en el canto griego,
los predilectos de los dioses. Ama,
que humo es la gloria y el amor es llama:
nú hay gloria sin amor, ni humo sin fuego.

Ama, pero no al vulgo: ama á los dioses.


Eres joven y bello. La Fortuna
te aguardará en la tumba en que reposes
Eres bello: tu sien luce serena
la palidez intacta de la luna,
bajo del nubarrón de tu melena.
Eres joven: tan joven como bello.
¿Por qué heroico la vida no te arrancas,
antes que en el negror de tu cabello
pinte la Ancianidad sus rosas blancas?
11
382 EL ATENEO

Ya sé: triste es morir, con breve paso,


en plena juventud!
¡Es suerte impía
que el Sol se apague en la mitad del día,
cuando debe morir en el ocaso!

Vive, sí; pero víve de otra suerte


No más tus himnos ante el vulgo entones;
y hazte tuyo por fin, tranquilo, inerte,
hasta que sin sentirlo te abandones
al sueño perezoso de la muerte

Alma no comprendida y calumniada;


numen radiante en sublimado ensueño;
fe que bregara con altivo empeño,
serás tú la figura desgarrada
del héroe agonizante que, risueño,
fija en los cielos la postrer mirada

Quijote de la lira, sueña y calla,


ya que no encuentras eco en el abismo:
no enfiles tus estrofas en batalla;
consúme tus ensueños en tí mismo
Egoísta desde hoy, déja que el mundo
siga sin escucharte en su egoísmo:
sé desde hoy un escéptico profundo,
mudo ante la alabanza y el ultraje,
sordo al trueno de guerra que retumba,
austero como un árbol sin follaje,
frío como una lápida de tumba!

Y víve así feliz, despreocupado


del vulgo que al abismo se derrumba,
si no quieres vivir ardiendo en ira
y morir, como un Dios, crucificado
centra el arco gigante de tu lira!
POESIAS 383
¡Una cruz es el fin de tu aventura!
Don Quijote, que armado caballero
busca del bien las triunfadoras palmas,
sólo es la colosal caricatura
de Cristo—ese divino aventurero,
ese eterno Quijote de las almas!

José S. Chocano
1899.
OOOOOOCXXiOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

A Carmen B- y B. en su libro de recuerdos

na página en blanco es el emblema


^ ])e la inocencia virginal del alma;
Y al ocupar su nivea blancura
Un sentimiento el corazón me embarga.

Las horas que en el alba de la vida


Llenan de flores nuestra alegre infancia
Son esas mismas que al correr los años,
La frente anublan y tal vez amargan.

Las mismas que alumbraron nuestras dichas


Viendo llegar colmadas esperanzas,
También, ya convertidos en recuerdos
Los anhelos de ayer verán mañana.

El tiempo inmóvil, para todos mudo,


Que corre al parecer y nos engaña
Con venturas que vuelan presurosas,
Tranquilo vé que los mortales pasan.
POESIAS 385

Son los vivientes los que en raudo vuelo


Hacia el no ser con rapidez avanzan:
¡Somos nosotros, burla del destino,
Sólo nosotros lo que el tiempo cambia!

Como el tiempo, este libro de memorias


Impasible ha de ver muchas mudanzas;
Y un día los dormidos pensamientos,
Los mudos nombres que en sus hojas guarda,

Para tí han de tener hondos acentos


Y contigo han de hablar á la distancia;
Que aun más sentida cuanto más remota
Del pasado la voz nunca es ingrata.

Con este pensamiento me consuelo,


Y con justicia una ilusión me halaga:
Quizás un día al recorrer el libro
Tus ojos bellos y tus manos blancas,

Al acaso darán con estas líneas


Que mi afecto leal hoy te consagra;
Y al acordarte del ausente amigo
Que esté ya lejos de la escena humana,

Quieras pagar con un recuerdo dulce


Lo que ahora en verdad no vale nada;
¡Y cual lampo de luz en tu alma noble
Una huella de mí aun palpitara!

Lima, Octubre 25 do 1900.

G. Pacheco-Zegarra.
(3roñica del ^teneo

^/bra de incuestionable mérito patriótico ha emprendido el


laborioso literato nacional, y miembro del Ateneo, don Domingo
de Vivero al publicar la primera serie de una Galería Parlamen
taria que es interesante selección de discursos pronunciados por
los más notables oradores políticos del país en el seno de las
Cámaras Legislativas, á cada uno de los cuales el autor ha hecho
preceder breve reseña biográfica que basta para formarse idea
general de la vida de esa élite intelectual peruano en el fecundo
período subsiguiente á la proclamación de la independencia
patria.
El señor Vivero nos hace recordar, por modo hábil, en ta
les reseñas, los rasgos más característicos de la fisonomía moral
de aquellos hombres cuya existencia constituye prueba elocuen
te de lo que pueden ciertas relevantes aptitudes de la inteligencia
dirigidas por el perseverante anhelo del influjo social, y bastaría
este resultado de sus trabajos de resurrección histórica para
darles un valor didáctico verdaderamente inestimable.
Las figuras de los repúblicos peruanos cuyo genio dejó en su
tiempo honda huella en la conciencia del país tienen una fuerza
propia altamente benéfica: la fuerza de la enseñanza y del ejem
plo. Nada más provechoso que presentarlos como estímulo á
la juventud ganosa de renombre y perseguidora del éxito.
»
CRÓNICA DEL ATENEO 387
Respecto de las circunstancias en que esos hombres sobre
salientes hicieron brillar la luz de su inteligencia extraordinaria,
nuestros lectores las hallarán descritas en forma compendiosa y
por lo general atinada en el interesante prólogo del señor Vivero
que reproducimos con especial complacencia á continuación.
Dice así el distinguido biógrafo:

AL QUE LEYERE

Muévenos á escribir estas líneas sin ínfulas de prólogo ni


menos de introducción histórica, el patriótico deseo de ampliar
las noticias biográficas que acompañan el retrato de cada uno
de los oradores que forman la primera serie de esta Galería Par
lamentaria: de esta selección de discursos—improvisados los más
al calor de la controversia—y que aparte de las bellezas que en
cierran, son ricas fuentes de información para el que se propon
ga escribir la historia parlamentaria de nuestra patria.
Representantes los tres primeros de la intelectualidad pe
ruana en los tiempos más agitados de la organización de la re
pública—fueron á la vez infatigables propagandistas de los ver
daderos principios democráticos, fundadores del gran partido
liberal, hoy vencido y disperso, después de haber sostenido ru
das batallas en todas las asambleas legislativas convocadas por
caudillos triunfantes con el propósito exclusivo de que legali
zaran el poder efímero con que los invistiera la suerte capricho
sa de las armas.
En aquellas constituyentes, en aquellas convenciones que
sucediéronse tras cortos intervalos hasta la primera administra
ción del Gran Mariscal Castilla, los afiliados al partido liberal
siempre ocuparon los bancos de la oposición. Jamás lo
graron vencer, teniendo que asistir, como las antiguas plañide
ras, no con lágrimas finjidas sino con sincero dolor, á los fune
rales de la libertad.
Creían esos proceres, ser los obreros del porvenir, que el
éxito coronaría sus esfuerzos como los de sus correligionarios
del Plata, y que el verbo elocuente de los Mendoza, de los Pas
388 EL ATKNEO
tor, de los Sanchez Carrión sería como el polen de las plantas
que esparcido por el viento, daría frutos de bendición en todos
los ámbitos de la República.
Así soñaban los que el año 27— en que comenzó la verda
dera vida parlamentaria del Perú—penetraron en el santuario
de las leyes. ¡Vana ilusión!
El predominio de las ideas conservadoras se mantuvo incó
lume desde el año 23 hasta la Constituyente del 60.
Esta falta de harmonía entre el pensamiento y la acción;
entre los que sucumbían en los campos de batalla, ansiosos de
libertad y de luz, y los primeros legisladores de la patria nacien
te, se explica sin esfuerzo por la política de transacción de los
libertadores del sud, para quienes una paulatina y moderada
reforma, juzgaron ser la senda más corta y más segura para lle
gar á la meta de sus nobles propósitos.
Enemigos de la demolición inmedita, pretendieron levan
tar con los materiales del regimen de la colonia el edificio de
la nueva nación.
Predominó, pues, desde la primera Asamblea el elemen
to retrógrado, aferrado á las preocupaciones que con más fuerza
se arraigan al pensamiento y en el corazón del hombre. Y al
mismo tiempo que deliberaban los padres conscriptos del año
23 para acordar las bases constitutivas del Perú independiente,
un núcleo de personas ilustradas pronunciábase por la forma
monárquica constitucional.
Si á todo esto se agrega la angustiosa incertidumbre, el fun
dado temor del triunfo de las armas peninsulares, bien se
comprende la preponderancia de los (pie apoyaban esa política
de transacción con el pasado, sobre los esforzados campeones de
la revolución radical, en el antiguo y opulento virreynato sud
americano.
La victoria de Ayacucho aseguró la independencia; la caí
da de Bolívar alejó el peligro de la autocracia, más funesta que
el entronizamiento de un Príncipe europeo; y el partido liberal,
á quien debióse esta reacción, se vió de nuevo proscrito de las
alturas del poder.
La anarquía, originada por impacientes ambiciones, arreba
CRÓNICA DEL ATENEO 389

tó la libertad del sufragio, é hizo fácil el ingreso á las cámaras


de todos los que gozaban del favor de los caudillos victoriosos.
Los que como Vidaurre, Lazo y Vigil no abjuraron del
credo liberal en su actuación parlamentaria, salieron, como la
salamandra, ilesos del fuego de las luchas banderizas, no sin
llevar á la vida privada la amargura del desencanto en el alma.

***

Vidaurre, en el ocaso de su larga y fecunda existencia,


murió en la pobreza; ¡él que legaba al país el tesoro de su labor
intelectual!
Viviente antítesis, soñador y filósofo, jurisconsulto y litera
to, es digno de que aventajada pluma hiciera el elogio de sus
merecimientos.
La duda fué para él en todas las épocas de su vida hada be
névola y furia implacable á la vez; esperanza de próximos triun
fos, savia poderosa cuando languidecía en la ergástula de la
dominación peninsular—harpía cruel cuando miraba desvane
cerse sus sueños democráticos, al surjir la insaciable ambición
de mando del Padre de Colombia.
Espíritu ductil, memoria extraordinaria, sensibilidad ex
quisita, sintió como Segismundo que esos hierros no serían eter
nos; que preparábase una explosión de luz en el firmamento
tenebroso, y que libre de la toga del magistrado que aprisionaba
sus miembros y oprimía su inteligencia, trocaríase de siervo
en hombre libre para esparcir por medio de la palabra y de los
tipos—como el labriego la semilla— todos los pensamientos que
bullían en su cerebro poderoso. Y el pensamiento convirtióse
en realidad.
Llegó el día en que pudo arrancarse del cuerpo esa túnica
de Neso, y partió á los Estados Unidos, á aspirar en Bostón y
en Filadelfia el aire tonificador de la libertad.
Salía del estrecho calabozo de una prisión feudal á saturar
se de oxígeno en esos hermosos parques urbanos en que rivali
zan los primores del arte con las galas de la naturaleza.
12
390 EL ATENEO
Entonces "como Marco Aurelio que dormía poco pensando
en la felicidad de sus vasallos" amplió y anotó El Plan del
Perú.
A su regreso á la patria, acrecentado el acerbo de sus cono
cimientos en materias políticas, con más amplio horizonte vi
sual que la mayoría de sus contemporáneos por haber disfruta
do del aprendizaje de las instituciones libres, se impuso á la
admiración y al respeto de los que rejían á la sazón los destinos
de la incipiente república peruana.
Su figura política dentro y fuera del Parlamento, sus escri
tos de índole filosófica y de subido tinte liberal, mantuviéronle
en constante lucha, y, gastadas por el curso inexorable del
tiempo sus energías intelectuales, tornó la duda á ser Egeria de
sus últimos años para convertirse al fin en mística unción, en
la consoladora fe del carbonero.

***

En lo que podríase llamar el período agudo de la fiebre


revolucionaria, en ese diabólico entrevero de furentes odios ban
derizos, entró á la vida pública Benito Lazo de la Vega—de no
ble alcurnia, y cuyos heredados caudales salváronle de la muer
te cuando el feroz Ramírez anegó en sangre los departamentos
del sur.
Lazo, como los precursores de la independencia, formó par
te de una de esas sociedades revolucionarias que contribuyeron
al triunfo de la causa emancipadora, trabajando sigilosamente
en el seno mismo del ejército real.
Salido apenas del fragor de los combates, y satisfecho de
haber contribuido en las faldas del Misti, en las orillas del Titi
caca y en los valles del litoral á la causa de la emancipación,
hubo de continuar en la brecha como campeón de las libertades
públicas, fulminando apostrofes elocuentes contra innobles am
biciones, ora en la tribuna parlamentaria, ora en las páginas
volantes de la prensa diaria.
En el discurso que reproducimos del conspícuo letrado, no
CRÓNICA DEL ATENEO 391
sólo se debe admirar la erudición al par que la fuerza de la ar
gumentación, sino la honradez acrisolada que lo informa, y la
rectitud del hombre que en el momento oportuno olvida hon
dos resentimientos para rendir culto á la augusta magestad de
ley.
El Obispo de Arequipa había roto sus antiguas relaciones
amistosas con el doctor Lazo, por la defensa jurídica que este
hiciera de una monja en quién pudo más la voz de la naturale
za que sus votos religiosos; pero cuando vió que la arbitrariedad
pretendía arrancar de su diócesis á aquel inocente sacerdote y
arrojarle álos tormentos de la proscripción, el Congreso del 33,
sujestionado por las palabras del Diputado liberal, detuvo el
brazo de la iniquidad, y salvó al diocesano.
Felizmente para la patria, y como categórico desmentido
del aforismo de Plutarco, estos proceres de la libertad del Perú,
si bien queridos de los dioses, porque sólo ambicionaban ani
quilar como el cantor de Junín,
"El odio y el furor de los tiranos "
no murieron en la primavera de la vida, sino que sus días se
prolongaron hasta cubrirse con las nieves de dilatado invierno.
Cuando la ardorosa sangre juvenil corría por sus venas,
entregáronse á la lucha, á los azares de las armas, y más afor
tunados que Melgar, se libraron del cadalso, y pudieron saludar
la aparición de una nueva era, tan llena de seductoras esperan
zas.
Cuando acercáronse, como Lazo, á la edad provecta, colga
ron las espadas, tintas en sangre de opresores, y cargados de
laureles y experiencia, terminaron sus días sirviendo á la patria
bajo las sagradas bóvedas del templo de la justicia. Y cuando
la muerte los recostó en la tumba, tuvieron por sudario la toga
impoluta del sacerdote de Themis.

***

Bajo una luz simpática, que podría tal vez mitigar siquiera
los odios del sectario, aparece en esta galería parlamentaria el
perfil intelectual y moral del doctor Vigil. El sembrador de
392 EL ATENEO
ideas, el ciudadano avezado á las luchas del pensamiento en el
silencioso retiro del hogar; el hombre modesto lleno de manse
dumbre y tolerancia, nacido para has discusiones académicas
bajo un ambiente de disciplinaria obediencia, encuéntrase de
improviso envuelto en la atmósfera de las contiendas políticas,
entre los agresivos desmanes del caudillaje, sosteniendo con pe
ligro de la vida, como representante del pueblo, la inaplazable
urgente necesidad de hacer efectiva la responsabilidad del Su
premo Mandatario, rebelado en el vértigo de la ambición con
tra la ley fundamental de la República.
¡Extraordinario acontecimiento en estos tiempos de cobar
des transacciones y de infames apostasías!
La tribuna parlamentaria conviértese en el Tabor del pa
triotismo; el apóstol de paz se transfigura en el propagandista de
la guerra de purificación, tormenta de libertad que arranque
de cuajo el árbol siniestro de menguadas dictaduras!
"Debo acusar y acuso" exclamó Vigil, palabras que por vez
primera resonaban en el santuario de las leyes, y si bien, como
afirma la historia— triunfó la iniquidad, sólo pudo borrar el
legicida la afrenta de aquel solemne veredicto derramando su
propia sangre hasta morir gloriosamente en los campos de In-
gavi.
Años más tarde, próximo á dormir el último sueño, ante el
criterio sereno del hombre que el estudio, la meditación y el
curso de los tiempos purifican de las terrestres miserias—el
acusador de Gamarra en el memorable Congreso del año 34
aparecía á sus ojos como acreedor al aplauso y al respeto de la
posteridad.
Vigil, como la vía láctea, como el mar sin límites, como
los nevados colosos andinos, infunde en el espíritu, al contem
plar su vida inmaculada, esa veneración profunda, ese senti
miento religioso que inunda nuestro sér cuando admiramos en
plácido arrobamiento esas obras sublimes de la impenetrable y
misteriosa naturaleza.
¡Cuánta energía moral, cuán arraigadas virtudes, existían
en el alma y en la mente de ese hombre para salir sin mancha
de las orgías de odio y de sangre que estremecieron el suelo de
CRÓNICA DEL ATENEO 393
la patria en esa época tenebrosa, en que las Euménides de la
guerra fratricida llevaban la tea del incendio por todos los ám
bitos de la República!

***

Llegamos á un momento histórico en que los ilustrados co


rifeos del partido liberal yacían los más en la tumba, y los
escasos sobrevivientes consagraban sus últimos años al magis
terio, alejados por completo de la vida pública.
Los excesos de la demagogia durante largos años, las apos-
tasías y la sangre de hermanos estérilmente derramada, preparó
el campo á la reacción conservadora.
Se generalizó la creencia de que los males de la patria no
sólo eran originados por la maldad de los hombres sino por de-
ficencia del sistema político adoptado; que había sido demasia
do violenta la transición del absolutismo á la democracia, y que
era forzoso restringir la esfera de los derechos, é inculcar á la vez
en las masas el culto del deber—la sumisión á la autoridad—
Omnia potestas á Deo—y sustituir al dogma de la soberanía po
pular el de la soberanía de la inteligencia.
Esta cruzada reaccionaria encontró al misionero que nece
sitaba para imponerse.
En la cátedra que sirviera al precursor de la revolución
emancipadora para derramar la simiente de las nuevas ideas di
vulgadas por los enciclopedistas franceses, encontró el Presbí
tero Herrera—que como el águila de Hipona alas tenía con
que cernirse sobre las más altas cumbres del pensamiento—el
punto de apoyo para escalar á la cabeza de sus aguerridas legio
nes universitarias la dirección de los negocios públicos como
jefe prestigioso del partido ultramontano.
Las nuevas doctrinas eran muy halagadoras para los que á
la sazón ejercían el Poder Ejecutivo sin más ley que la veleidad
de sus caprichos.
Aquellos caudillos, casi analfabetos con muy deficientes
nociones de la ciencia política, sintiéronse seducidos por las
ideas del reformador elocuente que, arrebatándole al pueblo sus
394 EL ATENEO
más sagrados derechos, fortalecían y legalizaban la vacilante au
toridad de esos salteadores galoneados del poder supremo.
Hombre dotado de tan relevantes cualidades que así do
minaba las más intrincadas cuestiones teológicas como los más
arduos problemas de la filosofía, que al par que fascinaba en la
cátedra sagrada con las cláusulas de sus inspiradas pláticas,
llenaba de justo asombro á los doctos con sus lecciones de de
recho natural y de gentes; que con igual facilidad y poderosa
argumentación sostenía brillantemente una paradoja de sus teo
rías, como anotaba la obra magistral del publicista Ferreira—ese
ese hombre decimos—tenía forzosamente que sobresalir y crear
con el prestigio deslumbrador de su talento un círculo político,
y ornar sus sienes con la mitra episcopal.
Creyendo de buena fé en la inaplazable necesidad de dismi
nuir los males que, á su juicio, había producido la forma de
mocrática de gobierno, intentó, como Mirabeau, cambiar el
curso de los sucesos y de los tiempos.
Tan atrevido esfuerzo había menester de otra musculatura
y de otro ambiente.
Los efímeros frutos que produjo fueron el resultado de la
sujestión personal, del ascendiente que ejerciera en el ánimo del
que tenía entonces en sus manos el timón de la nave del Esta
do. —Así, cuando el Prelado ilustre se alejó de la escena política
para consagrarse á los cuidados de su grey, sobrevino la reac
ción iniciada por los que, desafiando los rayos de su elocuencia,
luchaban por implantarla, de acuerdo con las doctrinas de los
primeros liberales del Perú.

* *

Entre ellos, y precediendo al eminente Herrera en el ban


co del legislador, el doctor Tirado, sin la peligrosa exaltación
tan común en la edad juvenil, sostuvo en la tribuna parlamen
taria las bienhechoras conquistas dela civilización; y, ora afron
tando las iras y las arbitrariedades de los caudillos, ora diri
giéndolos por medio de la persuasión, ó bien sometiéndose á
sus caprichos inofensivos, para lograr bienes positivos en pro
CRÓNICA DEL ATENEO 395
vecho de sus conciudadanos, en asunto de tanta entidad como
el de la institución del presupuesto.
Aparte de su versación profunda en las ciencias sociales—
de ser el primer economista de su época—tuvo el doctor Tirado
la rara fortuna de hallarse exento de esos odios banderizos que
casi siempre sobreviven al periodo enardecido de la lucha.
Así lo comprueba su inspirada palabra en los agitados de
bates del congreso de 1845, al discutirse un proyecto de ley cu
yo primer artículo derogaba, en todas sus partes, los decretos
de proscripción expedidos en los años 34 y 39.
« Dos cosas habría deseado»—exclamó—«que esos decretos
de proscripción y confiscación, monumentos de nacional opro
bio, se hubiesen leído con las puertas cerradas, y la otra, que
creo se logra, á saber; que se sancione la proposición que se dis
cute.
« La indicación hecha ya por un señor para que se omita la
parte referente á la proscripción decretada en 1834 contra los
generales Gamarra y San Román no la creo fundada, porque uno
de los bienes que resultarán de la ley así como está concebida,
es dar una lección de filosofía, de tolerancia y moral á nuestros
hombres públicos, para que eviten comprometer en lo sucesivo
la justicia y la fama de su patria con medidas como las que se
trata de derogar.
«Los vencedores proscribieron á sus enemigos políticos, y
estos á su vez cuando fueron vencedores usaron de la represalia.
Pues bien: que la nación con esta ley, presente á los proscripto-
res, á los alternativamente sacrificadores y víctimas, confundi
dos en una misma ley de olvido, y que colocándose sobre las
pasiones de la época, hagan ver que esas represalias no fueron
más que abusos recíprocos de poder.
«Las proscripciones de Huancayo fueron desaciertos ver
gonzosos á que se dejaron conducir por los vencedores los legis
ladores de aquel Congreso. Yo he visto temblar en sus asien
tos á cada uno de mis compañeros cuando han oído leer esos
documentos.
«Un Congreso que se erigió en tribunal y que condenó á la
muerte civil y natural sin oir á los vencidos ¿con que derecho
390 EL ATENEO
puede hacerlo? La sociedad misma no tiene inmediatamente
ese poder; ella no puede matar sino por conservarse y al que se
pone en guerra con ella mientras se encuentra en disposición de
ofenderla.
«Conviene mucho, señor, por la memoria misma de los muer
tos, que los hijos y familia de los vivos no puedan ser atacados
á la sombra de estos decretos inmorales, y conviene, en fin, que
en nuestro código de leyes, si han figurado monumentos de
oprobio, se encuentre tambien otro que los derribe de una vez
todos. »
Tal era el repúblico eminente que en más de un debate me
morable— como en la elección de Obispos—midió las poderosas
armas de su ingenio con el leader del partido conservador.
Razón tuvo, pues, como ya se ha recordado, su dignísimo
colega señor Juan C. Cavero, en la fúnebre oración que pronun
ciara junto al sepulcro que iba á recibir los inanimados despo
jos del doctor Tirado, al afirmar que la muerte, cual otra Ful-
via que punzó la lengua del orador romano, había paralizado
esa lengua divina. Y no extremó la hipérbole, porque desde
su iniciación en la vida política de su país, ya como legislador,
ya como miembro del Poder Ejecutivo, ya como defensor de los
oprimidos en los estrados judiciales, el don de la elocuencia fué
para tan noble espíritu, arma de progreso, de libertad y de cle
mencia

***

«Nació para la guerra, vivió para su patria, murió para la


gloria. »
Este epitafio, hasta hoy inédito, fué escrito por uno de
nuestros grandes poetas para el monumento que debía erigirse á
la memoria del joven soldado, que como dice nuestro histo
riador Markham encamó en su persona todas las virtudes y
todos los defectos de la época en que viviera.
CRÓNICA DEL ATENEO 397

«Por derecho de sangre y de conquista» (1) asumió la Je-


fetura Suprema del Perú, —bien podía gravarse en la tumba del
Procer egregio de la libertad peruana José Gálvez, cuya vida
entera la consagró á la patria.
Diríase que, hijo de Cajamarca, tenía siempre ante los ojos
el cuadro de esa tragedia en que la crueldad y la perfidia arro
jaron sobre los blasones de la hidalguía castellana mancha in
deleble con la sangre inocente del Inca infortunado
Nació para la guerra, porque era preciso librar encarniza
das batallas por la libertad y la justicia, porque para cumplir
con sus deberes ciudadanos era obra de virtud redimir al indio,
libertar al negro y proscribir de las alturas del poder nocivos
elementos que esparcirían la gangrena en todo el organismo de
la Nación.
Contrariado y vencido las más veces, no bien saboreaban
sus labios el néctar de la victoria, cuando tenía que apurar las
heces de amargas decepciones, y sentirse moralmente vencido,
próximo al lúgubre Calvario de sus ideales políticos, después
de oir las dianas del triunfo en los campos de la Palma.
Pero no desmayó un instante. Porta-estandarte del parti
do liberal, agrupáronse á su rededor discípulos entusiastas que
mantenían vivo el culto por los salvadores principios del Solita
rio de Sayón. ¡
Si la autocracia de Bolívar se estrelló contra la fe republica
na de Sánchez Carrión, el círculo de verdaderos demócratas
encabezados por José Calvez, contuvo durante algunos años los
arranques impetuosos de la arbitrariedad, hizo posible la oposi
ción en el seno de las Cámaras legislativas, levantando el nivel
intelectual de los debates, y organizando al mismo tiempo la re
sistencia, para alejar tentaciones de golpes de estado y de presi
dencias vitalicias.
Ignacio Escudero y Fernando Casos contribuyeron á este
ruda y brillante campaña, en el fecundo período de nuestra vida
parlamentaria que comenzó en 1855 y terminó en 1859.
En estos cuatro años, lo que creyóse peligrosa exaltación—

(1) General Felipe Santiago Salavcrry.


13
398 EL ATENEO
exagerado liberalismo, tanto más funesto, al decir de los tími
dos, cuanto que estaba exornado con las galas de la elocuen
cia—hizo posible la trasmisión del mando supremo, ya que no
la sanción de doctrinas progresistas, en la carta fundamental
que se halla vigente desde hace cuarenta años. —Sin embargo,
para la mayoría de los políticos de esta época, la Constituyente
del 60 se consideró como el justo medio aristotélico entre los ex
tremos conservador y liberal, entre la intransigencia del ultra-
montanismo y los delirios de los rojos exaltados.

***

Ignacio Escudero, celoso cumplidor de sus deberes cívicos,


publicó en un folleto la detallada narración de sus trabajos le
gislativos, labrando, así, sin darse cuenta, cegado por su ingéni
ta modestia, el pedestal de su imperecedera gloria.
¡ Cuánta laboriosidad, cuanta lucidez de criterio, cuán clara
visión del porvenir admíranse en casi todos los documentos po
líticos y económicos, hablados y escritos, en que brilla como un
astro la inteligencia del ilustre piurano!
Sin títulos académicos, Ignacio Escudero, como algunos de
los grandes pensadores de la América del Norte—selfmade men—
no necesitó adquirir en las aulas universitarias el vasto caudal
de conocimientos que llenan las deficiencias intelectuales de
ciertos hombres.
A su poderoso cerebro, fecundo como el suelo en que nacie
ra—bastábale la lectura y la meditación á que se entregaba co
mo un descanso á sus faenas agrícolas, para deslumbrar á los
doctos con lo galano de la frase y lo profundo del concepto.
Muy corta fué, desgraciadamente, su figuración política;
pero si se hubiesen realizado sus nobles y provechosas iniciati
vas ¡cuán distinta sería hoy la situación de nuestra patria!

***

Fernando Casos brillará siempre en primera fila entre los


más notables oradores del Perú, y de su actuación parlamenta
CRÓNICA DEL ATENEO 399

ria, la pluma severa de la historia, al par que ensalzará los ex


cepcionales quilates de su elocuencia— siempre deslumbradora
é inagotable—rendirá justiciero tributo á la firmeza de sus con
vicciones, al fervoroso celo con que se inclinaba á la defensa de
los derechos del pueblo, á su tenaz y nunca domado empeño
por llevar á cabo trascendentales reformas en la ley fundamen
tal de la república, y por mantener, especialmente, incólume
la magestad del Congreso.
Era un orador de estilo, es decir, de fisonomía propia, de
elocución y recursos espontáneos, que es lo que caracteriza al
orador parlamentario, cuya primera calidad es la soltura, que
da agilidad á la palabra y amenidad al discurso.
En Casos al relieve de la frase uníase la intensidad del
concepto, y esa difícil facilidad y sencillez oratoria, que no abu
sa de la cargazón retórica, y que conserva á las formas del len
guaje su rotundidad natural y expresiva.
Si el historiador de los sucesos políticos realizados al fina
lizar el período constitucional del Presidente Balta tendrá que
cumplir el ingrato deber de reprochar al legislador del 59 de
plorables extravíos, punibles transacciones, no nos toca á nos
otros erigirnos en airados censores de actos que consumara
fuera del augusto recinto de las leyes.
En estas deficientes reminiscencias históricas, en esta rápida
crónica que por incidencia esbozamos del parlamentarismo na
cional, no hay sombras en la simpática figura del diputado
liberal.
Casos, en el banco del legislador, fué siempre fiel á sus
principios, luchó por ellos con igual ardor en los debates del 59
como en los del 67, después de casi dos lustros de no interrum
pida y múltiple labor intelectual.
La tribuna fué por él convertida en cátedra de libertad, á
la vez que en perdurable monumento de su gloria.

* #
Cerramos esta galería, obedeciendo al orden cronológico de
los sucesos, con la venerable personalidad del doctor Antonio
Arenas, autor de la reforma constitucional de 1860.
400 EL ATENEO
En esa obra, que todavía subsiste, se reflejan las ideas y el
carácter del estadista que buscaba en un término medio la
estabilidad de las instituciones, y la manera práctica de llegar,
sin estrépito, á la conquista de esas mismas innovaciones que
perseguían los que, á su juicio, habían errado el camino de ob
tenerlas.
Pensaba que es sagrado deber del legislador fijarse en las
peculiares circunstancias de los pueblos. y que en la ciencia
política, como en el arte de Hipócrates, no es cuerdo prestar
ciega fe á reglas absolutas de gobierno, como no es sensato dar
entero crédito á la pregonada eficacia de ciertos específicos.
El doctor Arenas fué en la Constituyente del 60 el Néstor
de sus deliberaciones.
Muy poco significaría esta afirmación, de rigurosa exacti
tud histórica, si aquella asamblea no hubiese respondido á la
cultura moral é intelectual de nuestra patria. Felizmente, á ella
ingresaron ciudadanos eminentes; en sus luminosos debates ini
ciáronse á la vida pública los Irigoyen, los Gómez Sánchez, los
Calderón, los Lavalle, los Cárdenas, predilectos discípulos del
leader conservador, y en los bancos de la minoría, nobles repre
sentantes del liberalismo disputaron palmo á palmo el terreno
á sus poderosos adversarios.
La moderación y la prudencia fueron los rasgos distintivos
de la actuación parlamentaria del doctor Arenas.
En cuarenta años de constante y activa participación en los
negocios públicos, nunca, dentro ni fuera del Parlamento, vibró
su elocuente palabra para ensañar á los combatientes en esas
estériles refriegas personalistas que sólo han dejado maldecidos
trofeos de fáciles victorias sobre los escombros de la demo
cracia.
Cuando despejado el horizonte, disipado el humo de fratri
cidas combates, vencedores y vencidos, desilusionados los pri
meros y ávidos de verdad política y de reposo los segundos, vol
vían sus miradas al Maestro, reconocían en sus relevantes cuali
dades, en su personalidad irreprochable, el centro común donde
debían replegarse para comenzar, en beneficio de todos, fecunda
labor de unificación y de progreso. Como el anciano de la tri
CRÓNICA DEL ATENEO 401
bu, pedíanle la justiciera sentencia, el consejo salvador de la
sabiduría, iluminada y fortalecida por la virtud.
Hoy, al entregar su nombre á la perpetuidad del libro, que
remos consignar en estas páginas las frases con que nos despe
dimos de sus restos venerandos junto al sepulcro que iba á
guardarlos para siempre.
«La gratitud que mueve mis labios no da á mis palabras
la miel de la lisonja; correligionarios y adversarios políticos la
mentan tu desaparición; sus lágrimas riegan hoy coronas de
inmarchitables flores que recojerá la posteridad para ornar tu
memoria.»

Domingo de Vivero.

*
* #

UY halagador para cuantos se interesan porque el Perú


* ^-'vaya conquistando entre los pueblos cultos el lugar que
por su grado de civilización le corresponde, es un opúsculo, re
cientemente entregado á la estampa, en que el laborioso industrial
don Carlos Prince da idea general del trabajo que ha venido
realizando para formar la colección de obras peruanas destina
das á figurar en el Pabellón nacional de la Exposición de París.
Divídese el referido opúsculo en dos partes: la primera es
un informe dirijido por el señor Prince á la Comisión Central
del Instituto Técnico nombrada por el Supremo Gobierno para
entender en lo relativo á la concurrencia del Perú á la indicada
Exposición, y forma la segunda un catálogo de las obras nacio
nales enviadas á ese gran certamen.
El informe del señor Prince revela el generoso anhelo que
ha servido de principal estímulo para la realización de las pa
cientes labores á que aludimos: el de contribuir por manera
eficaz á que en el extranjero se modifiquen las ideas de los que
erroneamente suponen al Perú en lamentable atraso.
El señor Prince ha hecho, por otra parte, con motivo de su
402 EL ATENEO
Catálogo, labor á un tiempo de erudito y de bibliógrafo, con
signando interesantes datos relativos á un gran número de es
critores del Perú, y al origen y las condiciones propias de mu
chas de las obras y producciones periódicas que enumera.
Los que en la actualidad visitan el Pabellón Peruano de la
Exposición de París, encuentran una colección de setecientas
setenta y un obras nacionales, pertenecientes á todos los ramos
del saber, que son testimonio irrecusable y elocuente de un
movimiento intelectual activo y amplio, y sobre todo de un
culto honroso á los más nobles resultados de la perseverancia
estudiosa.

***

emos recibido la siguiente carta de nuestro consocio y ami-


go el señor José A. de Izcue, que se halla actualmente en
Europa desempeñando una importante comisión oficial:

Rfprfsenlant da Péron
rd XII Congiti An AméricaniiU*
París, Octubre 5 de 1900.
(52, Avenue d'Jtna. )

Señor Presidente del Ateneo de Lima.

S. P.

Tengo á honra poner en conocimiento de Ud. que el 17


de Setiembre último se instaló solemnemente en el Collége de
Fraiice el XII Congreso de Americanistas bajo la presidencia de
honor del señor duque de Loubat y la presidencia efectiva del
Dr. Hamy, miembro del Instituto, Conservador del Museo
etnológico del Trocadero y Profesor en el Museo de Historia
Natural.
Entre las notables personalidades científicas, venidas de
diversos países, que lo componían, recuerdo en el Congreso á
los sabios franceses Lucien Adam, duque de Bassano, Rene Ba-
CRÓNICA DEL ATENEO 403
sset, barón de Baya, Boban-Duvergé, el príncipe Roland Bona-
parte, el conde de Charencey, Cordier, Froideveaux Hébert,
Lebrun, Leroux, el barón Hulot, Massena príncipe de Essling,
Oppert, Reinach, Routier, el conde Luis de Turenne y Vernean;
á los sabios alemanes Bauer, Ehrenreich, Haebler, Helmoltz,
Scler, Steinen y Virchwt; á los sabios ingleses Miers y Shipley;
á los sabios norteamericanos Bickmore, Crocker, Emerson, Ku-
ny, Mac-Kurde}-, Vignaud y Wilson; al sabio sueco Heilborh y
al sabio ruso Borouzeuko.
México estaba dignamente representado por los señores
Francisco del Passo y Troncoso, Director del Museo Nacional
de ese país, y Manuel Francisco Alvárez, arquitecto y arqueólo
go. Como peruanos, asistíamos al Congreso el señor Manuel
González de la Rosa, bien conocido entre nosotros por sus tra
bajos históricos, y el que suscribe.
La Presidencia tuvo á bien llamarme, por el carácter oficial
que investía, á formar parte del Consejo Directivo.
El programa de las cuestiones que debían tratarse no podía
ser más interesante. Abarcaba, en sus múltiples aspectos, la
ciencia americanista, comprendiendo una parte histórica, otra
geográfica, otra antropológica, otra etnográfica, otra arqueoló
gica, otra linguística y otra paleográfica. Desgraciadamente, la
parte señalada al Perú era insignificante, dada la importancia
de nuestras civilizaciones precolombinas.
Inspirado por el deseo de que no quedáramos atrás en ese
admirable concierto de las opiniones más ilustradas del mundo
en cuanto al pasado de América, y notando á la vez que se pre
sentaba favorable oportunidad para dar á conocer en este culto
centro intelectual la labor del Ateneo de Lima, pedí que se me
permitiera ocupar una de las sesiones, y dar una conferencia.
Aceptada mi solicitud, cumplí mi ofrecimiento en los términos
que aparecen de la redacción taquigráfica que, vertida al espa
ñol, remitiré á Ud. tan pronto como la reciba de la Secretaría
del Congreso.
Falto de los profundos conocimientos necesarios para que
mi palabra tuviera simpática resonancia en medio de tantas re
putaciones europeas, desprovisto de apuntes y de libros de coto
404 EL ATENEO
sulta, teniendo que vencer las dificultades de un idioma
extraño, sin el cual nada puede hacerse aquí en materia cientí
fica, cohibido, en fin, por el término de veinticuatro horas de
que dispuse, mi modesto trabajo estoy persuadido de que está
bien lejos de corresponder á su elevado objeto. Sin embargo,
quedará de él la impresión que produjo al auditorio la teoría
filológica sobre el quechua de nuestro consocio el Dr. D. Pablo
Patrón, y la fijación de los trece compañeros de Pizarro en la
isla del Gallo debida al señor Carlos A. Romero, nuestro conso
cio también. Extensamente, y valiéndome de las publicaciones
respectivas, hablé de ambos, con la mira de que se reconociera,
como se reconoció con unánime aplauso, el mérito que cada uno
en su esfera había contraído.
Hay aquí el vivo deseo de que el Dr. Patrón se resuelva á
venir, y exponga por sí mismo su teoría.
Sírvase Ud., Señor Presidente, aceptar el testimonio de mi
consideración, como S. S. y consocio.

J. A. de Izcue.

fTrTfTT T TTTTfTTTTTTTTTTTfTíTTTTTTTTTTTTT TTT T TTTTfTTTTTTTTT ' T T TfT T TT TTT TT TTTTTTTT * TTT fTTrTT TT

FE DE ERRATAS

En la conferencia sobre Microlilolngla publicada en El Ateneo deben ha


cerse las siguientes correcciones:
Pag. 248 FIg. N? 1 donde dice ampliación; u,5 diámetros, debe declrií diámetro*.
„ 256 „ „ 8 „ „ Mierollno de Quilca, debe decir: Microclino de QuiZ-
ca.
„ 286 y 266. El orden en que aparecen las figuras Nos. 16 y 17 esta invertido; de
biendo decir en la que lleva N? 16, Vista de frente de la Balle
na fósil de Ocucaje, en vez de sólo Ballena fósil de Ocucaje; y
en la N? 17 Vista de costado de la Ballenafósil de Omeaje, en
vez de Vista de frente etc.
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Librería Escolar é Imprent

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Calle d.©l Banco dLel Saierrador, ULQ y-

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ÓKGANO DEL ATENEO DE LIMA

ARTICULOS VARIOS
ALEJANDRO O. DEC3TUA... La initiucción pública en
Francia (Continuación)
Manuel A. San Juan Bocetos del Siglo XVIII —
Quinto boceto. — Didtrot

Clemente Palma Marioneta

POESIAS
Felipe Pardo . ^^^^^^^W^^^^^^^

TEATRO NACIONAL.
Uahino Paciieco-Zeüahra. Cambiar pareja*
— ' r*^? " ' "
Presidente Javier Prado y Vgarteclte
Vicepresidente Pablo Patrón
Secretario Clemente Palma
Prosecretario Scipión Liona
Tesorero Manuel A. San Juan
Bibliotecario Cario* A. Homero

-»~HH VOCALES *-!-•-


Aniézapi Curios G. 4 Leguía y Martínez Germán
Astete Luis % Lisson Caros I.
Astete Pedro R Manzanilla José Matías
Bal ta José §j Maurtua Victor M.
Castro y Oyanguren Enrique $ Mirñ Quesada Antonio
Cazaneuve Felipe G. o Osma Felipe de
Cisneros Carlos B. fj Oyague J- Octavio de
Cornejo Mariano H. 6 Pazos y Varela Juan Francisco
Corpaucho Teobaldo E. g Pérez Heráclides
Cortés Leopoldo , I Polo José Toribio
Chaves Francisco Gerardo * Prado y Ugarteche Mariano I.
Chocano José Santos ■ Rebagliati Claudio
Fuentes Hildebrando ii Reina Baldomero
Guzmán y Valle Enrique % Ulloa Alberto
Izcne José Augusto de ! Villarreal Federico
Lama y Osaa Jerónimo de g. Vivero Domingo de
La Puente Ignacio ' Wliilar Agustíu T.

* * EL ATENEO * *
ÓRGANO DEL ATENEO DE LIMA

Revista Mensual de Ciencias y Bellas Artes


-'1-»S>$g*>^*§y9»~r-

Javier pirado t¡ "CIóaFieolie \ garniel ¿$. ¿7a 3 $'uan,


DIRECTOR ADMINISTRADOR

La Correspondencia se dirigirá al Administrador


Calla de la BXFA I. (saja dssecüaj Aportade CQERIQ 32

CONDICIONES DE SUSCRICIÓN
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Artículos barios

La Ináírueeíón Pública en Francia

( Continuacion )

PARTE SEGUNDA
LEGISLACIÓN V ADMINISTRACION ESCOLAR

CAPITULO I

LEYES FUNDAMENTALES DE LA INSTRUCCION


PRIMARIA
1. La obligación escolar.—2. Su extensión »/ carácter.—;j. Su cumpli
miento.—4- Su sanción.—5. La enseñanza gratuita.—6 Crea
ción de escuelas.—7. La enseñanza laica.

1. Según la legislación francesa, la instrucción primaria


es obligatoria, gratuita y laica. La ley de 16 de Junio de 1881
la hizo gratuita; la de 28 de Marzo de 1882 la hizo obligatoria y
dió caracter laico á los programas, y la de 30 de Octubre de 1886
extendió este carácter al personal de enseñanza. (1)
Aunque la gratuitidad se ha organizado antes que la obli-

(1) Compayré—OrganisutMi pedngoglriue et leglulatión des ecoles primal


406 EL ATENEO
gaeión, ésta es siempre el principio fundamental; los otros dos
caracteres han sido sus corolarios.
El padre de familia está obligado á dar á su hijo el míni-
mun de instrucción que la ley determina; sólo que queda en
libertad de dar esa instrucción de la manera que le convenga.
Así, puede elegir entre estos tres partidos: dar á su hijo la ins
trucción en el seno de su familia, enviarle á la escuela pública,
ó enviarle á una escuela privada.
La obligación escolar se considera como un corolario del ar
tículo 203 del Código Civil, concebido así: "Los esposos con
traen, por solo el hecho del matrimonio, la obligación de ali
mentar, mantener y educar k sus hijos. " Esa obligación está
fundada, además, en razones de carácter social y político.
La enseñanza primaria es obligatoria para los niños de uno
y otro sexo, desde la edad de seis años cumplidos hasta la de
trece cumplidos.
Las excepciones á la regla de obligación están previstas y
reglamentadas en los artículos 6, 15 y 18 de la ley de 28 de
Marzo de 1882, y pueden clasificarse en dos categorías: excepcio
nes generales y de derecho, que resultan directamente de la
misma ley, y dispensas particulares acordadas individualmente
en ciertos casos determinados.
2. Desde que la enseñanza primaria se impuso como una
obligación, fué preciso determinar legalmente la extensión y
carácter de esta enseñanza en el respectivo programa.
Este programa, contenido en el artículo 1? de la ley de 28
de Marzo de 1882, está concebido así:
Art. 1? La enseñanza primaria comprende:
La instrucción moral y cívica.
La lectura y la escritura.
El idioma y los elementos de la literatura francesa.
La geografía, particularmente la de Francia.
La historia, particularmente la de Francia hasta nuestros
días.
Algunas nociones usuales de derecho y de economía política.
Los elementos de ciencias naturales, físicas y matemáticas;
sus aplicaciones á la agricultura, á la higiene, y á las artes in
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 407
dustriales; trabajos manuales, y empleo de los útiles de los prin
cipales oficios.
Elementos de dibujo, de modelaje y de música.
Gimnástica.
Para los niños, ejercicios militares.
Para las niñas, trabajos de aguja.
El Art, 3? de la ley de 30 de Octubre de 1816, completa
este programa, introduciendo en sus materiales el principio de
una subdivisión. "Reglamentos especiales, dice este artículo,
deliberados en el Consejo Superior de Instrucción Pública, de
terminarán las reglas según las que serán distribuidas entre las
diversas especies de escuelas las materias de enseñanza prima
ria, así como las condiciones de admisión y de salida de los
alumnos en cada una de esas escuelas."
En armonía con las prescripciones de este artículo, el re
glamento de 1887 fijó la organización pedagógica y el plan de
estudios de las escuelas públicas.
El carácter obligatorio del plan de estudios dictado se re
fiere solamente á las escuelas públicas. Las escuelas privadas
continúan gozando de entera libertad en la enseñanza, libertad
que les fué formalmente reservada por el artículo 35 de la ley
citada de 30 de Octubre de 1886, concebido en los siguientes
términos: "Los directores y directoras de escuelas primarias
privadas quedan en completa libertad para elegir métodos, pro
gramas y libros, reserva hecha de los libros que hayan sido
prohibidos por el Consejo Superior de Instrucción Pública."
Por consiguiente, la sujeción de las escuelas privadas á la
autoridad, se contrae solamente á la moralidad, la higiene y la
salubridad, y á las prescripciones que garantizan la asistencia á
la escuela; no pudiendo extenderse la inspección á la enseñanza
sino para verificar si es contraria á la moral, á la Constitución
ó á las leyes.
3. Para asegurar el cumplimiento de la obligación que los
padres tienen de educar á sus hijos, el artículo 7 de la ley de
20 de Marzo de 1882 prescribe lo siguiente: "El padre, el tu
tor, la persona que tiene la guarda del niño ó el patrón en cuya
casa está colocado, deberá, quince días antes de la época de la
408 EL ATENEO
entrada á las clases, hacer saber al Alcalde de la Comuna si de
sea dar al niño la instrucción en la familia ó en una escuela
pública ó privada, indicando en estos dos últimos casos la es
cuela elegida."
El artículo 9 agrega: "Cuando un niño abandona la es
cuela, sus padres ó personas responsables deben dar inmediata
mente aviso al Alcalde, é indicar la manera como el niño recibi
rá la instrucción en lo sucesivo."
Cada año, el alcalde, de acuerdo con la comisión municipal
escolar, arregla la lista de todos los niños de seis á trece años, y
avisa á las personas que tienen á su cargo niños la época de la
entrada á las clases.
La inscripción voluntaria de un niño en una escuela públi
ca, hace innecesaria la declaración prescrita. En caso de no
declaración, quince días antes de la época de la entrada el Al
calde inscribe de oficio al niño en una de las escuelas públicas y
lo advierte á la persona responsable.
A fin de que el padre de familia no se sustraiga al cumpli
miento de la obligación de educar á su hijo, la ley ha dictado
medidas eficaces, tento para el caso en que esa educación se
realice en la familia como para cuando se practique en una
escuela.
"Los niños, dice el artículo 16, que reciben instrucción en
familia, deben cada año, á partir del segundo año de instruc
ción obligatoria, rendir un examen en las escuelas públicas,
sobre las materias de enseñanza que corresponden á su edad,
según las formas y programas respectivos. ' '
"El jurado de examen será compuesto del inspector prima
rio ó su delegado, como presidente, de un delegado cantonal, y
de una persona provista de diploma universitario ó de un título
de capacidad. Los jurados serán elegidos por el inspector de
academia. Para el examen de niñas, la persona titulada debe
rá ser una mujer."
"Si el examen del niño es considerado insuficiente, y el
jurado no admite ninguna excusa, los padres deberán enviar á
su hijo á una escuela pública ó privada, dentro de los ocho días
LA INSTRUCCION PUBLICA EN FRANCIA 409
de la notificación, y hacer saber al Alcalde la escuela que hayan
elegido."
"En caso contrario, la inscripción será de oficio."
El carácter de este examen es el de una prueba muy be
nigna, más bien que el de un interrogatorio severo con arreglo
á un programa determinado.
Respecto á los niños inscritos en las escuelas, la ley impo
ne simplemente la asistencia regular.
4. Esta asistencia regular se garantiza mediante la vigi
lancia é inspección de las personas obligadas á practicarla.
Ya se ha visto que el Alcalde tiene la lista de todos los ni
ños que deben recibir instrucción en las escuelas. De este modo
sabe en qué escuela pública ó privada está inscrito cada niño, y
puede así cumplir las obligaciones que tiene á este respecto.
Los padres están obligados á asegurar la asiduidad de sus
hijos en la escuela, cumpliendo, en los casos de interrupción,
los deberes que la ley impone para estos casos.
Cada director de escuela, pública ó privada, debe, por su
parte, llevar un registro de asistencia y enviar al alcalde ó al
inspector primario, cada mes, un extracto de este registro.
Mediante la institución de las comisiones municipales es
colares, la ley ha pensado proveer, principalmente, á la necesi
dad de garantizar la asistencia más frecuente á las escuelas.
Las comisiones indicadas no han correspondido, sin embar
go, á la esperanza del legislador. Unas por indiferencia y por
incuria, otras por hostilidad contra las leyes escolares, y otras
aún por consideraciones electorales enojosas, no se han servido
suficientemente de las armas puestas en sus manos para obligar
á los padres de familia, por la persuasión primero y por castigos
reales después, á conformarse cen las prescripciones de la ley.
(1) Algunas veces estas comisiones, bajola influencia de pa
siones políticas ó religiosas, se han reunido solamente para ab
solver todas las infracciones. (2)
Se ha instituido en cada comuna una comisión municipal
escolar, compuesta del Alcalde ó de un adjunto su delegado, que

(1) Ciirrive.—Ob. dt.


(2) Carrlve.—La nouvelle legislatlon de l'enselgnement prlmaire. 1889.
410 EL ATENEO
hace de presidente, de los delegados del cantón y, en las comu
nas que comprenden muchos cantones, de tantos delegados co
mo cantones, designados por el inspector de academia, y de
miembros designados por el concejo municipal en número igual,
cuando más, al tercio de miembros del consejo. El inspector
primario forma parte, de derecho, de todas las comisiones insti
tuídas en su jurisdicción.
La comisión escolar no tiene otra atribución que la de vigi
lar el cumplimiento de la ley de obligación escolar. Desde luego,
auxiliar al Alcalde en la formación de la lista de niños que han
llegado á la edad escolar. Está encargada, además, de repartir
los socorros que provienen de la caja de las escuelas. y puede, de
acuerdo con el inspector primario, acusar ante el consejo depar
tamental al institutor privado que no ha indicado las ausencias
de sus alumnos. Pero está, ante todo, investida del derecho de
control respecto á la asistencia en la escuela pública. Ella es la
que aprecia los motivos de excusa alegados para justificar la au
sencia de un niño, y si la excusa no le parece aceptable, ella es
la que impone las penas.
La comisión escolar no puede, sin embargo, en ningún caso,
inmiscuirse en la apreciación de las materias y de los métodos
de enseñanza. Los miembros de las comisiones escolares no tie
nen tampoco entrada en las escuelas, ni ningún derecho de ins
pección ó de control sobre los establecimientos de instrucción, ni
sobre sus maestros.
Las sanciones establecidas por la ley para asegurar la asis
tencia escolar, comprenden tres grados: el apercibí miento, la pu
blicación, y las penas de simple policía, consistentes en una mul
ta de uno á quince francos y el máximum de cinco días de de-
tención, pronunciadas por el juez de paz del cantón.
5. La enseñanza primaria es la única á la que la ley ha
acordado el beneficio de la gratuitidad completa. En la enseñan
za secundaria, en los liceos y colegios del Estado, los gastos de
estudios para los externos, como los de pensión para los internos,
corren siempre á cargo de los padres, salvo para los que han ob
tenido becas. En la enseñanza superior, en las diversas faculta
des, la gratuitidad es parcial; las becas de la enseñanza superior
LA IN9TRUCCIÓN PUBLICA EN' FRANCIA 411
sólo se acuerdan, previo concurso, á un corto número de alum
nos muy meritorios. (1)
La escuela primaria es pues, el único establecimiento de ins
trucción pública en el que la gratuitidad es completa. Pero los
gastos de internado ó de media pensión en las escuelas primarias
corren á cargo de las familias, así como la adquisición de libros y
útiles de clase en donde la generosidad de los consejos munici
pales no los distribuye gratuitamente á los alumnos.
La ley de 6 de Junio de 1881, que estableció la gratuitidad
completa de la instrucción primaria, ha determinado los medios
financieros destinados á asegurar su aplicación.
La supresión de la retribución escolar, cuyo producto re- ,
presentaba una suma muy considerable, más de veinte millones,
creaba un vacío que era preciso llenar. El legislador proveyó en
1881 áesa necesidad mediante un régimen mixto y complicado,
en el que los gastos eran á la vez comunales, departamentales y
nacionales.
La ley de 19 de Julio de 1889 modificó ese régimen, esta
bleciendo uno más simple, según el que todos los gastos del per
sonal de la enseñanza primaria quedan comprendidos en el pre
supuesto del Estado y constituyen una deuda nacional. Para es
to ha decidido que á partir de 1? de Enero de 1890, los cuatro
céntimos comunales y los cuatro céntimos departamentales sean
transformados en ocho céntimos adicionales generales sobre las
cuatro contribuciones directas, inscribiéndose su producido en
el presupuesto del Estado.
Los presupuestos comunales y departamentales no han de
jado por eso de atender á otras categorías de gastos.
Existen, desde luego, los gastos de instalación, que para las
escuelas primarias incumben á la comuna, y para las escuelas
normales al departamento, reserva hecha de las subvenciones
acordadas por el Estado en las condiciones previstas por la ley de
20 de Junio de 1885. Pero hay también gastos anuales cuya na
turaleza ha determinado claramente la ley de 19 de Julio de
1889.

(1) Compayré, ob. cit.


412 El, ATKNEO

Los gastos de enseñanza primaria que corren á cargo de los


departamentos son los siguientes:
1? La indemnización para los inspectores primarios;
2? El mantenimiento, y si llega el caso, la locación de
edificios para las escuelas normales;
3? El mantenimiento y renovación del mobiliario de esas
escuelas y del material de enseñanza;
4? El alquiler y conservación del local y mobiliario desti
nados al servicio departamental de la instrucción pública;
5? Los gastos de escritorio del inspector de academia;
6? Las impresiones destinadas al uso de las delegaciones
cantonales y de la administración pública;
7? Los abonos á jefes de taller, contramaestres y obreros
encargados, por los departamentos, de la enseñanza agrícola, co
mercial é industrial en las escuelas regidas por la ley de 1 1 de
Diciembre de 1880.
Los gastos de enseñanza primaria á cargo de las comunas
son:
1? La indemnización de residencia;
2? El mantenimiento y, si llega el caso, la locación de
edificios de escuelas primarias; el alojamiento de los maestros y
las indemnizaciones representativas;
3? Los gastos de calorífero y luz de las clases en las es
cuelas primarias;
4? La remuneración de las gentes de servicio en las es
cuelas maternales públicas y, si el consejo municipal lo decide,
en otras escuelas primarias públicas;
5? La adquisición, mantenimiento y renovación del mo
biliario escolar y del material de enseñanza;
6? Los registros é impresiones para el uso de las escuelas;
7? Los abonos á los jefes de taller, contramaestres y obre
ros encargados por las comunas de la enseñanza agrícola, co
mercial é industrial en las escuelas primarias de todo orden y en
las escuelas regidas por la ley de 11 de Diciembre de 1880.
La gratuitidad tiene por objeto hacer accesible la escuela á
todos. Pero en razón de la indigencia de ciertas familias, la mis
ma gratuitidad no basta. Los padres tienen á menudo necesidad
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 413
del servicio desus hijos; no tienen siempre vestidos que darles, y
carecen de dinero para comprarles libros y cuadernos. Con el fin
de remediar estas dificultades se han establecido las Cajas de es
cuelas, instituídas por la ley de 1867 y reorganizadas por la de 28
de Marzo de 1882.
El artículo 17 de esta ley estableció que en las comunas
subvencionadas, cuyo céntimo no excediese de treinta francos,
la caja tendría derecho, sobre el crédito abierto, con este objeto,
en el Ministerio de Instrucción Pública, á una subvención igual
al menos, al importe de las subvenciones comunales. Desgracia
damente esta disposición no se ha realizado en todas partes, por
las dificultades financieras del Estado. En algunas grandes ciu
dades, sin embargo, las cajas de las escuelas funcionan con éxito
y progresan cada año, alimentadas, sea por liberalidades de los
consejos municipales, sea por suscripciones particulares. En Pa
rís, principalmente, las cajas de los diversos distritos no se limi
tan solamente á ofrecer recursos á los alumnos indigentes y re
compensas á los alumnos asíduos, sino que contribuyen á los
gastos de las cantinas escolares y de los viajes de vacaciones.
La gratuitidad no se extiende, como se ha dicho, á los gas
tos de internado en las escuelas primarias. Mas para facilitar el
acceso á esos internados, el Estado, por analogía con lo que ha
ce en la enseñanza secundaria, acuerda becas, según concurso, á
cierto número de alumnos. Estas becas son: ó bien becas de
mantenimiento concedidas á alumnos instalados en sus propias
familias, ó bien becas familiares dadas á alumnos instalados
como pensionistas de familias aceptadas por el director ó di
rectora. Así mismo el Estado distribuye cierto número de becas
de viaje y residencia en el extranjero á alumnos de escuelas pri
marias superiores, para permitirles el aprendizaje de lenguas
vivas.
El Ministro es el que distribuye estas becas, salvo las de en
señanza primaria superior, que se conceden por los prefectos de
los departamentos.
6. El artículo II de la ley de 30 de Octubre de 1886 pres
cribe, que toda comuna debe estar provista al menos de una es
cuela primaria pública. Sin embargo, agrega, el consejo depar
2
414 EL ATENEO
tamental puede, con la aprobación del Ministro, autorizará una
comuna para reunirse á otra ó á muchas comunes vecinas con el
objeto de establecer y mantener una eseuela.
El Consejo departamental es el que determina el número, na
turaleza y sitio de las escuelas primarias, y el número de maes
tros que deben regentarlas.
Además de las escuelas obligatorias, impuestas por deci
sión del Consejo departamental, puede una comuna, si lo cree
útil, fundar ó mantener otras escuelas públicas facultativas. Pe
ro sea obligatoria ó facultativa la escuela que ha de crearse, el
Consejo departamental es el que decide su creación bajo reserva
de la aprobación ministerial.
El supremo decreto de 7 de Abril de 1887 establece las re
glas que deben observarse para la creación é instalación de las
escuelas primarias públicas.
Cuando, á propuesta del inspector de academia, el prefecto
reconoce que es necesario crear una escuela ó clases destinadas á
la enseñanza primaria pública y cuyo establecimiento origina un
gasto obligatorio para la comuna, invita al Alcalde á provocar
una deliberación del consejo municipal, en el plazo de un mes,
sobre la creación propuesta. Si el consejo municipal emite una
opinión favorable á la creación de la escuela, el prefecto la so
mete al consejo departamental en su sesión más próxima. Cuan
do el consejo municipal rechaza la creación propuesta, ó no deli
bera en el plazo de un mes, el prefecto la somete, si ha lugar, al
consejo departamental, después de haber consultado á la delega
cion cantonal. El expediente remitido al consejo departamental
comprende: la relación del inspector de la academia, la delibe
ración del consejo municipal, el plano topográfico de la comuna,
con indicación, si es necesario, de las escuelas ya establecidas, y
la opinión de la delegación cantonal. Toda decisión del consejo
departamental es sometida á la aprobación del Ministro de Ins
trucción Pública.
Cuando el consejo municipal consiente en la instalación de
la escuela creada, el prefecto comunica al alcalde la decisión que
crea la escuela. El consejo municipal es convocado también pa
ra deliberar sobre los medios de proveer al establecimiento de la
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 415

escuela y al alojamiento de los maestros, así como al mobiliario


de la clase y al material escolar.
Para el local de la escuela, el consejo municipal puede adap-
ar un inmueble comunal ya construido, ó alquilar una casa, ó
comprarla, ó construir un edificio especial para escuela. En es
tos dos últimos casos, la comuna tiene derecho á subvenciones
del Estado.
La cuestión de la intervención financiera del Estado, en ca
so de construcción de un edificio para escuela, está arreglada
por la ley de 20 de Junio de 1885. La cifra de la subvención
varía entre un máximum de 80%, y un mínimum de 15%, y es
tá calculada en razón inversa del valor de los céntimos comuna-
les, en razón directa de las cargos extraordinarias de la comuna,
y también en razón de la importancia de los trabajos que es pre
ciso ejecutar. Las comunas cuyo céntimo pasa de 6,000 francos
no tienen derecho á ninguna subvención.
Los subsidios del Estado se acuerdan bajo la forma de anua
lidades de un empréstito contraído por la comuna y reembolsa-
ble en treinta años cuando menos y cuarenta cuando más.
Cuando el consejo municipal rehusa el local necesario para
la escuela y el alojamiento de los maestros, entonces se provee de
oficio. En caso de locación de un inmueble, el prefecto, previo
informe del inspector de academia, aprueba las condiciones del
arrendamiento é invita al alcalde á firmar el contrato. Si rehu
sa hacerlo, procede por él un delegado especial, y el prefecto con
sidera de oficio el gasto en el presupuesto comunal. Si es nece
sario adquirir, comprar ó construir un inmueble, el prefecto es
también quien, de acuerdo con el inspector de academia, proce
de á las formalidades necesarias.
7. La neutralidad religiosa es el tercer carácter fundamen
tal de la instrucción primaria pública, carácter que se despren
de, como corolario, de la instrucción obligatoria en una sociedad
en la que existe tolerancia religiosa. (1)
El carácter laico de la escuela comprende en cierto modo

(1) Coinpayré. Ob. cit.


416 EL ATENEO
tres grados: el de la escuela misma, el de la enseñanza y el del
personal.
La neutralidad religiosa de la escuela y de la enseñanza ha
sido sancionada por la ley de 28 de Marzo de 1882, y la del per
sonal docente por la de 8 de Octubre de 1886.
Decir que la escuela es laica, es, desde luego, proclamar su
autonomía; esto es, librarla de toda tutela de la autoridad ecle
siástica. Eso es lo que se ha establecido por el artículo 3? de la
ley de 28 de Marzo de 1882, concebido en los siguientes térmi
nos: « Quedan abrogadas las disposiciones de los artículos 18
y 44 de la ley de 15 de Marzo de 1850, en la parte en quedan á
los ministros del culto derecho de inspección, de supervigilancia
y de dirección en las escuelas primarias públicas y privadas y en
las salas de asilo, así como el párrafo 2? del artículo 31 de la mis
ma ley, que dá á los consistorios el derecho de presentación pa
ra los institutores que pertenecen á los cultos no católicos.»
A fin de no estorbar, fuera de la escuela, la enseñanza reli
giosa, y de facilitar, al contrario, á los ministros de los cultos el
cumplimiento de su misión, el artículo 2? de la ley de 28 de
Marzo de 1882 prescribe que las escuelas primarias públicas
tengan vacación un día por semana, fuera del domingo, á fin de
permitir á los padres de familia que den á sus hijos, silo desean,
la instrucción religiosa fuera de los edificios escolares.
El artículo 1? de la citada ley, al determinar las materias de
enseñanza en las escuelas primarias públicas, estableció el ca
rácter laico de los programas. El artículo 23 de la ley de 1850,
decía: « La enseñanza primaria comprende: 1? la instrucción
moral religiosa « El artículo 1? de la ley de 1882 dice: « La
enseñanza comprende, 1? la instrucción moral y cívica »
La ley orgánica de 30 de Octubre de 1886 ha establecido
definitivamente el carácter laico del personal docente para las es
cuelas primarias públicas. La laicalización del personal docente
era la consecuencia lógica y necesaria de la laicalización en la
enseñanza. « En las escuelas públicas de todo orden, la ense
ñanza está exclusivamente confiada á un personal laico,» dice
el artículo 1? de dicha ley.
Este artículo establece el principio de un modo absoluto;
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 417
pero el legislador ha comprendido que una revolución tan pro
funda en las costumbres escolares no podía realizarse en un día;
que había que tener en cuenta resistencias de la opinión pública
en ciertos lugares menos ilustrados que otros, y que para las es
cuelas de niñas. principalmente, que están todavía, en tan gran
número, en manos de congregaciones religiosas, no era posible
proceder á una sustitución tan brusca é inmediata del actual
personal por el personal laico. (1) De ahí los aplazamientos
consentidos por el artículo 18. « No se hará ningun nombra
miento nuevo, sea de institutores, sea de institutrices. Para las
escuelas de niños la sustitución del personal congregante por el
personal laico deberá ser completa en el lapso de tiempo de cin
co años después de la promulgación de la presente ley. »
En otros términos, para la laicalización definitiva de las es
cuelas de niños se acordó un aplazamiento, que terminó el 30
de Octubre de 1891. Para las escuelas de niñas el aplazamiento
es indefinido.

CAPÍTULO II

1. Administración central. —2. Cuerpos consultivo*.—3. Atribuciones del


Rector de la Academia, del Prefecto y del Inspector de Academia.—
4. El Consejo Departamental de Instrucción.—S. La inspección de
las escuelas.
1. Entre las autoridades encargadas de la dirección y vigi
lancia de las escuelas, unas ejercen la administración propia
mente dicha, otras están encargadas exclusivemente de la ins
pección, y otras, en fin, administran é inspeccionan á la vez. (2)
La administración de la instrucción pública tiene por jefe
al ministro. El ministro es el que propone al presidente de la
República el nombramiento del director de la instrucción pri-

(1) Compayré. Ob. cit.


(2) Compayré. Ob. cit.
418 EL ATENEO
maria, de los rectores y de los inspectores generales. El minis
tro es el que nombra los empleados de la administración central,
así como los inspectores de academia, los inspectores primarios,
los funcionarios de las escuelas normales y de las escuelas pri
marias superiores. El es quien, en caso de conflicto entre los
prefectos y los inspectores de academia, resuelve sobre el nom
bramiento de miembros del personal docente.
El ministro dirige los agentes que le están subordinados
por medio de órdenes, de instrucciones y de circulares, y puede
anular ó reformar, por vía de resoluciones, los actos de esos
agentes.
El ministro dicta también decretos para asegurar la ejecu
ción de las leyes, reglamentos y decretos referentes á los asuntos
de la instrucción primaria. El es, de una manera general, el re
presentante supremo del Estado, el agente soberano del poder
ejecutivo en todo lo que concierne á este servicio.
Sus resoluciones en materia administrativa no pueden ser
objeto de recurso de apelación ante el Consejo de Estado sino
en los casos de incompetencia ó de abuso de autoridad.
En materia contenciosa, el ministro conoce de las destitu
ciones de maestros producidas por resolución prefectural, y de
los reclamos sobre elecciones del Consejo Superior ó de los con
sejos departamentales. Las decisiones en esta materia son ape
lables ante el consejo de Estado.
Bajo la inmediata dependencia del ministro se encuentra
el director de la enseñanza primaria, que preside la administra
ción general de la instrucción pública con sujección á la auto
ridad del ministro y auxiliado por las oficinas dela administra
ción central.
El director es de derecho presidente de la sección de ense
ñanza primaria del comité consultivo.
2. El ministro es asistido por el Comité Consultivo y por
el Consejo Superior.
El Comité Consultivo primario se compone de inspectores
generales y de una inspectora general de escuelas maternales, y
es convocado para que emita su opinión sobre todas las cuestio
nes que pueda someterle el ministro.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 419

El Consejo superior es, ú la vez, un consejo administrativo


y un tribunal, como se ha visto.
Como Consejo administrativo, sólo tiene el carácter de cuer
po consultivo; emite su opinión sobre los proyectos que le so
mete el ministro, careciendo del derecho de iniciativa.
Como tribunal, conoce en apelación y última instancia de
las resoluciones de los Consejos departamentales cuando estos
pronuncian sentencia contra un institutor primario, público ó
privado, prohibiéndole enseñar, y conoce también de las reso
luciones de dichos consejos relativas á oposiciones para la aper
tura de una escuela privada.
En lo que concierne á la enseñanza primaria, el rol admi
nistrativo de la Sección permanente y del Consejo Superior con
siste en lo que sigue: La Sección permanente tiene por funcio
nes estudiar los programas y reglamentos, antes de que sean
sometidos al examen de la asamblea general. Emite su opinión
sobre la creación de escuelas normales primarias, sobre los li
bros de enseñanza, de biblioteca y de premio que deben prohi
birse en las escuelas públicas, y por último, sobre todas las cues
tiones de estudio, de administración, de disciplina y de escola
ridad que le envía el ministro. Por su parte, el Consejo dá su
opinion sobre los programas, métodos de enseñanza, modos de
examen, reglamentos administrativos y disciplinarios, relativos
á escuelas públicas, ya estudiados por la comisión permanente:
sobre los reglamentos relativos á la vigilancia de escuelas priva
das; sobre los libros de enseñanza, de lectura y de premio, que
deben prohibirse en las escuelas privadas, como contrarios á la
moral, á la constitución ó á las leyes; sobre los reglamentos re
lativos á peticiones de los extranjeros que solicitan autorización
para enseñar, para abrir ó dirigir una escuela; sobre las peticio
nes de los extranjeros admitidos al goce de sus derechos civiles
en Francia, y que desean enseñar en escuelas exclusivamente
destinadas á niños extranjeros, á fin de obtener dispensas de tí
tulos de capacidad.
3. La Francia está dividida, como se sabe, en 17 academias,
administrada cada una por un rector cuya autoridad se ex
420 EL ATENEO
tiende á los tres grados de la enseñanza, primaria, secundaria y
superior.
Antes de 1854, el rector estaba investido del derecho de
nombrar los institutores. Pero la ley de 14 de Junio de 1854
concedió á los prefectos esta atribución que les ha sido mante
nida por la ley de 30 de Octubre de 1886. El rector no tiene,
por consiguiente, á decir verdad, autoridad directa sobre el per
sonal docente; pero sus atribuciones, en materia de enseñanza
primaria, no son, por eso, menos importantes.
Las escuelas normales, que antes dependían del prefecto,
dependen ahora del rector, bajo la autoridad del ministro. A es
te respecto, el rector es quien declara la admisión de alumnos
maestros, previo concurso, así como las exclusiones á fin de
año; él es quien propone al ministro, previo informe del conse
jo departamental, el número de alumnos que se debe admitir
cada año; quien nombra los miembros de las comisiones de exa
men y quien designa cuatro miembros del consejo de adminis
tración.
En las demás escuelas públicas tiene la misión de vigilar
por el mantenimiento de los métodos y la ejecución de los re
glamentos de estudio, y de proponer al ministro las medidas ade
cuadas para mejorar la enseñanza. Aprueba el catálogo de libros
que deben ponerse en uso en las escuelas públicas. Nombra, en
cada departamento, la comisión de examen para los candidatos
á las becas del Estado en las escuelas primarias superiores.
Nombra cada año las comisiones de examen para los títulos de
capacidad y para el certifitado de aptitud pedagógica, « á pro
puesta del inspector de academia, y también las comisiones de
examen para el certificado de estudios primarios elementales.
Tiene el derecho de proponer al ministro para las palmas aca
démicas, á los funcionarios de las escuelas normales, álos miem
bros de la enseñanza privada y demás personas que las merecen,
y dá su opinión sobre las presentaciones hechas por los prefec
tos, para esas mismas distinciones, en favor de institutores é
institutrices públicas.
El prefecto ha conservado en la nueva legislación el dere
cho de nombrar los institutores titulares, de reemplazarlos y
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 421
destituirlos. Pero la ley ha tomado toda especie de precauciones
para que ese derecho no llegue á ser un instrumento de acción
política con detrimento de los intereses pedagógicos.
El prefecto tiene también una acción considerable en ma
teria de creación de escuelas. De acuerdo con el inspector de
academia, hace propuestas al ministro para las medallas y men
ciones honrosas, y confiere las becas de enseñanza primaria su
perior. Además, como presidente del consejo departamental,
tiene un rol importante en materia de instrucción primaria.
El inspector de academia, en la legislación actual, es el
verdadero jefe departamental del servicio de instrucción prima
ria, no obstante su subordinación al prefecto y al rector. La ad
ministración, toda entera, está concentrada en sus manos. Las
leyes más recientes han aumentado notablemente sus facultades
y tienden á constituirle en el director departamental de la ense
ñanza primaria.
Los maestros que han cumplido su tiempo de prueba (sta-
giaires), son autorizados por él para el ejercicio de sus funcio
nes, y los titulares no pueden ser nombrados por el prefecto si
no á propuesta suya. Las penas disciplinarias de reprensión, de
censura y de suspensión provisional, se dictan por él. Tiene la
vice-presidencia del consejo departamental; propone al prefecto
las becas nacionales de enseñanza primaria superior; elije los
asuntos de composición para los títulos de capacidad y los cer
tificados de estudios primarios superiores, y puede, en ciertos
casos, oponerse á la apertura de las escuelas privadas.
El inspector de academia es nombrado por el ministro y
tiene inmediatamente bajo sus órdenes á los inspectores de en
señanza primaria. Hay, al menos, un inspector primario por
distrito. Ciertos distritos muy vastos, ó que ofrecen dificultades
particulares de comunicación, estan divididos en varias circuns
cripciones de inspección.
Para ser inspector primario es preciso estar provisto del
certificado de aptitud para la inspección.
En materia administrativa, los inspectores están encarga
dos de instruir los asuntos y de preparar las soluciones, dando
su opinión al inspector de academia. Presiden, además, las con
3
422 EL ATENEO
ferencias cantonales de institutores y las comisiones de examen
de certificados y de estudios primarios; forman parte de las co
misiones escolares, y asisten, con voto deliberativo, á las reunio
nes de delegados cantonales; instruyen los asuntos relativos á la
creación ó la construcción de escuelas públicas, y dan su infor
me sobre el nombramiento y ascenso de los institutores é instri-
tutrices, sobre las recompensas y penas disciplinarias y sobre el
retiro de la autorización dada á los stagiaires.
Los inspectores primarios no reciben instrucciones sino del
inspector de academia, del rector, de los inspectores generales y
del ministro.
4. Así como el ministro es asistido por el consejo superior,
así, en cada departamento, un consejo departamental concurre
á la administración de la instrucción primaria.
Creados y constituidos por las leyes de 15 de Marzo de
1850 y 14 de Junio de 1854, los consejos departamentales han
sido reorganizados por la ley orgánica de 1886.
El consejo departamental se compone del siguiente perso
nal: 1? el prefecto, como presidente; 2? el inspector de acade
mia, como vice-presidente; 3? cuatro consejeros generales, ele
gidos por sus colegas; 4'.' el director de la escuela normal de
institutores y la directora de la escuela normal de institutrices;
5? dos institutores y dos institutrices públicos titulares del de
partamento y elegibles, sea entre los directores y directoras de
escuelas de muchas clases ó de escuelas anexas á la escuela nor
mal, sea entre los institutores ó institutrices en retiro; y 6? dos
inspectores de enseñanza primaria designados por el mi
nistro.
Para los asuntos contenciosos y disciplinarios, que intere
san á los miembros de la enseñanza privada, se nombra dos ad
juntos al consejo departamental que pertenezcan á la enseñanza
privada, el uno laico y el otro congregante.
Los miembros del consejo departamental son elegidos por
tres años y son reelegibles.
Las atribuciones del consejo departamental son muy nu
merosas é importantes, y están reglamentadas por la ley orgáni
ca de 30 de Octubre de 1886, por la de 19 de Julio de 1889 y
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 423
por los decretos de 12 de Noviembre de 1886 y 18 de Enero de
1887.
Esas atribuciones son de diversa naturaleza; porque el con
sejo departamental es un tribunal en materia contenciosa y dis
ciplinaria, y tiene también facultades pedagógicas y administra
tivas.
Como se ha visto, el consejo emite su opinión sobre la cen
sura y destitución de los maestros, y sentencia, previo juicio, so
bre la interdicción temporal y la absoluta. Falla también sobre
la dimisión de los miembros de las comisiones escolares, que han
faltado, sin excusa aceptable, á tres sesiones consecutivas. Es
juez de apelación de las comisiones escolares y tiene facultades
relativas á las escuelas privadas y al personal de enseñanza de
esas escuelas.
Esto en cuanto á lo disciplinario y contencioso. Respecto á
lo pedagógico, el consejo ejerce las siguientes atribuciones:
1? Vigila la aplicación de los programas, métodos y re
glamentos dictados por el consejo superior;
2? Vigila la organización de la inspección médica;
8? Expide los reglamentos relativos al régimen interior
de los establecimientos de instrucción primaria;
4? Delibera acerca de los informes y proposiciones del
inspector de academia, de los delegados cantonales, y de las co
misiones municipales escolares;
5? Emite su opinión sobre las reformas que juzga útil
introducir en la enseñanza, sobre los recursos y subvenciones
que hay que acordar á las escuelas primarias, y acerca de las re
compensas;
6? Discute todos los años un informe general del inspec
tor de academia sobre el estado y las necesidades de las escuelas
públicas y sobre el estado de las escuelas privadas, remitiéndo
se al ministro de Instrucción Pública el informe y proceso ver
bal de esta discusión;
7? Designa los delegados cantonales;
8? Puede delegar al tercio de sus miembros el derecho
de inspección en todos los establecimientos de instrucción pri
maria del departamento, públicos ó privados.
424 EL ATENEO
En lo relativo á la administración, ejerce las siguientes
atribuciones:
1? Determina, con cargo de la aprobación ministerial, el
número, naturaleza y sitio de las escuelas primarias públicas de
todo grado que se deba establecer ó mantener en cada comuna,
así como el número de maestros que le corresponden. Puede
también autorizará un institutor ó institutriz para recibir alum
nos internos en número y condiciones determinadas;
2? Determina el número de institutores adjuntos, llama
dos á secundar á los institutores é institutrices en las escuelas
de muchas clases;
3? Puede, con cargo de aprobación ministerial, autorizar
á una comuna para reunirse á otra ó muchas comunas vecinas,
á fin de establecer ó mantener una escuela. Puede prescribir la
adscripción de uno ó de muchos caseríos, dependientes de una
comuna, á la escuela de una comuna vecina, en el caso de que
los consejos municipales de las comunas interesadas no hayan
podido entenderse á este respecto. Puede autorizar á una comu
na que cuente más de 500 habitantes, para reemplazar por
una escu da mixta la escuela especial de niñas establecida, al
principio, por la ley:
4? Forma cada año una lista de las institutrices admisi
bles á las funciones de titular, sea para encargarles una escuela,
sea para encargarles una clase en calidad de adjuntos;
5? Dispone cada año, en la época de la entrada á las cla
ses, las listes de presentación de institutores ó institutrices que
le propone el inspector de academia, con arreglo á los informes
de los inspectores primarios.
6? Emite su opinión respecto á las proposiciones hechas
para los premios honoríficos de los institutotes é institutrices;
7? Aprecia si la dimisión clelos institutores y de las insti
tutrices que han obtenido la medalla de plata está fundada en
razones de salud aceptables, caso en el cual conservan el abono
de 100 francos anuales.
El funcionamiento del consejo departamental está regido
por la ley de 30 de Octubre de 1886 y por los decretos de 4 de
Diciembre de 1886 y 18 de Enero de 1887. El consejo departe
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 425

mental se reune ordinariamente al menos una vez por trimes


tre en la prefectura; pero puede ser convocado por el prefecto á
sesión extraordinaria, si las necesidades del servicio así lo exi
gen. Las funciones de consejero departamental son gratuitas.
El consejo puede llamar á su seno á los miembros de la ense
ñanza y á las demás personas cuya experiencia le parezca deber
consultar útilmente, sin que estas personas tengan voto delibe
rativo. Las sesiones del consejo no son públicas.
Como se vé, el consejo departamental es, en cada departa
mento, la clave de la administración de la enseñanza primaria.
5. El servicio de la inspección de las escuelas está regla
mentado por el artículo 3 de la ley de 30 de Octubre de 1876,
en los siguientes términos:
« La inspección de los establecimientos de instrucción pri
maria, públicos ó privados, es ejercida:
l?Por los inspectores generales de la instrucción pública;
2? Por los rectores y los inspectores de academia;
3? Por los inspectores de enseñanza primaria;
4? Por los miembros del consejo departamental designa
dos á este efecto;
5? Por el alcalde y los delegados cantonales;
6? En las escuelas maternales, en concurrencia con las
autoridades precitadas, por las inspectoras generales y las ins
pectoras departamentales de las escuelas maternales;
7? Bajo el punto de vista medical por los médicos ins
pectores, comunales ó departamentales.
La inspección se ejerce con arreglo á los reglamentos dicta
dos por el consejo superior.
La inspección se extiende también á las escuelas privadas,
como queda dicho. Todas las clases de niñas, en los internados
como en los externados primarios, públicos y privados, mante
nidas por instituciones laicas ó por asociaciones religiosas, en
claustro ó fuera de él, están sometidas, en cuanto á la inspec
ción y vigilancia de la enseñanza, á las autoridades instituidas
por la ley; pero la inspección de los locales dedicados á las pen
sionistas, y del régimen interior del pensionado, está confiada á
señoras delegadas del ministro de instrucción pública.
426 EL ATENEO
Los inspectores generales de la enseñanza primaria tie-
. nen el encargo de visitar las escuelas de toda la Francia. Cada
año el ministro indica á cada uno de los inspectores generales
los diversos departamentos que deben inspeccionar.
Los inspectores generales, en número de seis, son nom
brados por decreto del presidente de la República, á propuesta
del ministro.
Los inspectores generales inspeccionan sucesivamente las
escuelas primarias elementales, las escuelas normales y las es
cuelas superiores, dando cuenta al ministro del resultado de su
visita.
El rol de los inspectores generales no es solamente infor
mar al ministro y á la administración central sobre lo que han
observado en el curso de sus visitas; tienen también por misión
esparcir, por donde van, sus enseñanzas y opiniones.
Los inspectores generales tienen también por misión apre
ciar los méritos y servicios del personal administrativo; de los
directores de escuelas normales, inspectores de academia ó ins
pectores de enseñanza primaria; y además de sus funciones de
visitadores de escuelas, ejercen otras atribuciones cerca de la
administración central; se reunen en comité consultivo, bajo la
presidencia del director de la enseñanza primaria, y son llama
dos á presidir diversas comisiones de exámen-
La misión de los inspectores generales de instrucción pú
blica no se extiende á todas las cuestiones, ni á todas las mate
rias de la enseñanza primaria; hay inspectores especiales para
diversos ramos de administración ó de enseñanza.
En lo que concierne á las escuelas maternales, la inspección
está confiada á mujeres, á inspectoras generales, nombradas por
el ministro.
El rector y el inspector de academia tienen el derecho de
inspeccionar, el primero en los límites de su academia, y el se
gundo en los límites del departamento, todas las escuelas pú
blicas y privadas, cualquiera que sea su naturaleza.
A las autoridades departamentales encargadas de la inspec
ción es preciso agregar las inspectoras departamentales de es
cuelas maternales. Como las inspectoras generales, son nombra
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 427

das por el ministro. Bajo la dependencia del inspector de aca


demia, emiten su opinión sobre el nombramiento y destitución
de directoras y subdirectoras de escuelas maternales públicas,
así como sobre los premios que pueden acordárseles.
Los inspectores de primaria inspeccionan las escuelas pri
marias públicas y privadas de su circunscripción. Después de
cada visita, deben dirigir su informe al inspector de academia en
el plazo de quince días á lo más. Este informe contiene necesa
riamente dos partes distintas: 1? una noticia sobre la escuela y
cada una de sus clases en particular; noticia que resume las ob
servaciones del inspector sobre el estado material de la escuela,
la marcha de la enseñanza, los resultados obtenidos en cada cla
se, así como la indicación de las principales mejoras que deben
introducirse; 2? datos sobre el personal, con una apreciación so
bre cada uno de los maestros adscriptos á la escuela.
El inspector primario debe, además, dirigir sin demora un
informe especial al inspector de academia, siempre que se pre
senten circunstancias que reclamen la intervención inmediata de
ese funcionario.
Existen inspectores é inspectoras de instrucción primaria.
Respecto á la inspección confiada por el consejo departa
mental al tercio elegido de sus miembros, ella se ejerce con estas
restricciones: que no puede recaer esa delegación en los institu
tores ó institutrices públicas, y que debe contraerse al estado de
los locales y del material, y á la higiene de la escuela.
A esos mismos objetos se dirige la inspección del alcalde.
Además, el alcalde preside la comisión municipal escolar, así
como las comisiones de vigilancia y de perfeccionamiento de las
escuelas manuales de aprendizaje y de la escuelas primarias su
periores profesionales, y de ese modo ejerce indirectamente su
inspección. La instalación material de los institutores é institu
trices públicos en los locales de la escuelas está también al cui
dado del alcalde.
Entre las autoridades destinadas á la inspección de las es
cuelas, los delegados cantonales tienen una fisonomía especial:
no son funcionarios retribuídos sino inspectores voluntarios; son
428 EL ATENEO

padres de familia que colaboran con su celo á la vigilancia de


las escuelas.
Los delegados cantonales son elegidos por el consejo depar
tamental, por tres años, siendo reelegióles. No tienen entrada
sino en las escuelas sometidas especialmente por el consejo de
partamental á su vigilancia, y comunican á los inspectores de
instrucción primaria todos los informes útiles que han podido
recoger.
Pueden ser consultados sobre la conveniencia de los locales
que las comunas están obligadas á construir para escuelas pri
marias; sobre la fijación del número de escuelas que se deben
establecer, y la oportunidad de la creación de escuelas de case
rios, y sobre las peticiones de creación de empleos de institutor é
institutriz adjunta.
La inspección de los delegados cantonales se extiende á los
mismos objetos que la de los miembros del consejo departamen
tal y del alcalde: no puede jamás intervenir en la enseñanza.
Los delegados cantonales son considerados más bien como ins
pectores de la educación.
La ley reconoce, además, el derecho de inspección á los mé
dicos inspectores, comunales y departamentales, á condición de
que sean autorizados por el prefecto, que sean franceses y de 21
años de edad. Su inspección sólo puede extenderse á examinar
el estado de la salud de los niños, la salubridad de los locales y
el cumplimiento de las reglas higiénicas.
Fuera de las autoridades indicadas, y del prefecto y sub-
prefecto en sus respectivas circunscripciones, la entrada á las
escuelas públicas de todo orden está formalmente prohibida, á
menos de tener autorización especial para visitólas.
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 429

CAPITULO III
PERSONAL DOCENTE DE LA INSTRUCCION PRIMARIA

1. Requisitos para el magisterio. —2.—Nombramiento de maestros.—5. Pe


nas disciplinarias y premios.—4. Estado económico de los maestros.
5. Escuelas privadas.

1. Con el objeto de proveer á las escuelas de un personal


docente que esté á la altura de sus funciones, el legislador ha
exigido toda especie de garantías é impuesto una serie de con
diciones. (1)
Para poder enseñar es preciso, ante todo, ser francés y te
ner la edad competente. Nadie puede enseñar en una escuela
primaria de cualquier grado antes de los 18 años si es institu
tor, y de 17 si es institutriz; nadie puede dirigir una escuela an
tes de los 21 años. Esta edad se exige también á los adjuntos
en las escuelas primarias superiores y en los cursos complemen
tarios. Para dirigir una escuela primaria superior, ó una en la
que se reciben internos, se requiere la edad de 25 años cumpli
dos. La misma edad se exige á las directoras de escuelas ma
ternales anexas á las escuelas normales. Los directores y direc
toras de escuelas normales deben tener 30 años cuando menos;
los profesores de estas escuelas cuando menos 21, imponiéndo
se esta condición á los aspirantes al examen del profesorado.
Son incapaces de tener una escuela pública ó privada, ó de
ser empleados en ellas, los que han sufrido una pena judicial,
por crimen ó delito contrario á la probidad ó á las costumbres,
los que han sido privados judicialmente de todo ó parte de los
derechos mencionados en el artículo 42 del código penal, y los
que han sufrido interdicción .absoluta para la enseñanza.

(1) Compayré. Ob. Cit.


4
430 EL ATENEO
Con arreglo á la ley de 16 de Junio de 1881, nadie puede
ejercer las funciones de institutor ó de institutriz adjunta en
cargada de una clase, en una clase, en una escuela pública ó li
bre, sin estar provisto del título de capacidad para la enseñan
za primaria.
Los artículos 4 y 20 de la ley de 30 de Octubre de 1886 han
confirmado ese requisito, estableciendo el artículo 21 que el
consejo superior determinaría las condiciones para obtener el
título elemental y los demás títulos de capacidad exigibles: es
to es, el titulo superior, el certificado de aptitud pedagógica, el
certificado de aptitud para el profesorado en las escuelas norma
les y escuelas primarias superiores y los diplomas especiales
para las enseñanzas accesorias.
Esta ley divide á los institutores é institutrices en stagiaires
y titulares, é impone como condición para ser titular el certifica
do de aptitud pedagógica.
Nadie puede ser nombrado institutor titular si no ha he
cho una práctica (stage) de dos años al menos, en una escuela
pública ó privada, si no está provisto del certificado de aptitud
pedagógica, y si no ha sido considerado en la lista de admisión á
las funciones de institutor, formada por el consejo departamen
tal.
El título elemental significa un mínimum de capacidad,
exigido á todos, aún á los candidatos á las escuelas normales, y
que sólo da acceso á las funciones de staglaire.
Para obtener ese título, se requiere la edad de 16 años, sal
vo dispensas de edad, y rendir las pruebas de reglamento, ante
una comisión, compuesta, cuando menos, de siete miembros
nombrados por el lector, á propuesta del inspector de academia.
Las pruebas son escritas y orales, y con arreglo á los pro
gramas del curso superior de las escuelas primarias elementales.
Los exámenes del titulo elemental, como del superior, sólo
son gratuitos para los alumnos de las escuelas normales.
El título superior es la sanción de los estudios de la escue
la normal. Es, como el título elemental, un diploma de instruc
ción; no constituye por sí mismo un título profesional, y sólo da
derecho al titularato de las escuelas primarias; pero es la con
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 431
dición exigida para presentarse al mayor número de exámenes
profesionales.
Los candidatos al título superior, salvo dispensas de edad,
deben tener 18 años cuando menos y deben justificar además la
posesión del título elemental.
Las pruebas se rinden en las mismas condiciones que para
los títulos elementales, según el programa de las escuelas nor
males.
Los certificados de aptitud profesional son cuatro: certifica
do de aptitud pedagógica, certificado de aptitud para el profeso
rado de las escuelas primarias superiores, certificado de aptitud
para la inspección de escuelas primarias y dirección de escuelas
normales, y certificado de aptitud para la inspección de escuelas
maternales.
El certificado de aptitud pedagógica se exige á los que as
piran al nombramiento de institutores titulares y de directoras
de escuelas maternales, como á los candidatos al economato de
las escuelas normales y á los delegados nombrados por el mi
nistro para las escuelas normales primarias.
Los candidatos al certificado de aptitud pedagógica deben
tener 21 años, estar provistos del título elemental, y justificar
la práctica de dos años, cuando menos, en las escuelas públicas
ó privadas, salvo dispensa.
Las comisiones de examen para el certificado de aptitud
pedagógica son presididas por el inspector de academia y com
puestas de 10 miembros, cuando menos, elegidos entre los ins
pectores de la enseñanza primaria, los directores, directoras y
profesores de las escuelas normales ó de escuelas primarias su
periores, y los institutores ó institutrices del departamento. Si
hay en el departamento una inspectora de escuelas maternales,
forma necesariamente parte de la comisión.
El exámen es esencialmente pedagógico, y comprende tres
pruebas: una escrita, otra práctica y otra oral.
La prueba escrita consiste en una composición sobre un
asunto elemental de educación ó de enseñanza. Esta prueba es
eliminatoria.
432 EL ATENEO
La prueba práctica, en general, se da en la clase misma del
candidato.
La prueba oral, que se da en seguida, consiste: 1? en la
aplicación de uno ó de muchos cuadernos de deberes mensuales;
2? en preguntas relativas á las otras pruebas, ya rendidas por
el candidato, y que se refieren á asuntos sobre la dirección de
una escuela primaria elemental ó manual, ó sobre cuestiones de
pedagogia práctica.
Los candidatos al examen para el profesorado de las escue
las normales y de las escuelas primarias superiores deben tener
la edad de 21 años cumplidos en el momento de la inscripción,
estar provisto de un título superior ó de uno de los bachillera
tos, ó, para las mujeres, del diploma de fin de estudios, y justi
ficar la práctica de dos años cuando menos en las escuelas pú
blicas ó privadas.
Con ese certificado se ve aparecer, por la primera vez, en
la enseñanza primaria, la distinción entre el orden de letras y
el orden de ciencias. Hay, por consiguiente, dos comisiones:
una para el orden de letras, y otra para el de ciencias, encarga
das de examinar los candidatos, las que son nombradas por el
ministro y residen en París. Cada una de estas comisiones está
compuesta de cinco miembros, cuando menos, á los que se
agregan como adjuntos, para el exámen de aspirantes, dos di
rectoras y profesoras de escuela primaria superior de niñas.
Las pruebas escritas comprenden: 1? para el orden de le
tras, una composición sobre un asunto de literatura ó de gramá
tica, una composición de historia y de geografía, una composi
ción de moral ó de psicología aplicada á la educación, y una com
posición en alguna lengua viva (alemán, inglés, italiano, espa
ñol ó árabe), y 2? para el orden de ciencias, cuatro composi
ción también, una sobre matemáticas, otra sobre física, quími
ca y ciencias naturales, otra sobre dibujo geométrico y de orna
mentaciónes y otra sobre moral ó educación.
Las pruebas orales y prácticas se rinden en París y com
prenden, para letras, una lección sobre un asunto sacado por
suerte, una lectura explicada, la corrección de un deber de
alumno maestro y la explicación, con libro abierto, de texto ale
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 433
mán ó inglés, acompañada de preguntas; para ciencias, una
lección sobre un asunto sacado por suerte de las matemáticas ó
de las ciencias físicas y naturales, un interrogatorio sobre otra
parte del programa distinta de la lección, una manipulación de
física ó de química y una demostración de historia natural.
El certificado de aptitud para la inspección de las escuelas
primarias y para la dirección de escuelas normales tiene en mi
ra dos funciones diferentes, que el legislador ha confundido, sin
embargo, bajo el punto de vista de las garantías de capacidad
que exije de los que aspiran á desempeñarlas.
Los examenes prácticos y orales para obtener este certifica
do se efectúan en París. La admisión á estos exámenes se de
creta según los resultados de las composiciones escritas ante la
comisión ministerial.
Estas composiciones, en número de dos, se refieren, una á
un asunto de pedagogia y otra á un asunto de administración
escolar.
Las pruebas orales comprenden: 1? la explicación de un
pasaje tomado en uno de los autores designados á ese efecto, y
2? la exposición, á viva voz, de una cuestión de pedagogia teó
rica ó práctica.
La prueba práctica consiste en la inspección de una escuela
normal, superior ó elemental.
Una comisión especial examina, en las mismas formas, á
los aspirantes á la dirección de escuelas normales.
Los aspirantes al certificado de aptitud para la inspección
de escuelas primarias, y para la dirección de escuelas normales,
deben tener 25 años cumplidos en el momento de su inscrip
ción, justificar cinco años de práctica, cuando menos, en los es
tablecimientos públicos de enseñanza superior, secundaria ó
primaria; y estar provistos de uno de los títulos siguientes: certifi
cado de aptitud para el profesorado, licenciatura en letras ó
ciencias, certificado de aptitud para la enseñanza secundaria es
pecial, bachillerato en letras ó ciencias ó, en defecto de esto úl
timo, bachillerato de la enseñanza secundaria especial.
Los aspirantes á la dirección de las escuelas normales de
ben llenar las mismas condiciones.
434 EL ATENEO
Para obtener el certificado de aptitud para la inspección de
las escuelas maternales, la aspirante debe tener 25 años cuando
menos, estar provista del título superior, ó del certificado de ap
titud pedagógica, ó del certificado de aptitud para la enseñanza
secundaria de niñas. Debo, además, justificar cinco años de
práctica en los estalecimientos de enseñanza secundaria ó pri
maria.
El examen para obtener este certificado se compone de
pruebas escritas, de una prueba oral y de una prueba práctica.
Las pruebas escritas son dos: una composición sobre un
asunto de pedagogia aplicada á las escuelas maternales y otra
sobre la higiene de las escuelas maternales.
La prueba oral consiste en preguntas sobre la pedagogia
aplicada á las escuelas maternales y la higiene, y sobre cuestio
nes de legislación y de administración que conciernen á las
escuelas.
La prueba práctica consiste en la inspección de una escue
la maternal, con informe oral después de la inspección.
Los certificados especiales para las enseñanzas accesorias
son:
1? Certificado de aptitud para la enseñanza de las len
guas vivas.
2? Certificado de aptitud para la enseñanza del trabajo
manual.
3? Certificado de aptitud para la enseñanza del dibujo.
4? Certificado de aptitud para la enseñanza de la gim
nástica.
6? Certicado de aptitud para la enseñanza elemental de
trabajos de costuras.
7? Certificado de aptitud para la enseñanza de ejercicios
militares.
El reglamento de 18 de Enero de 1887 contiendas condi
ciones de admisión á los exámenes para obtener estos certifica
dos, y la forma en que dichos exámenes deben rendirse.
2. El nombramiento de institutores titulares corresponde
á los prefectos por la ley de 30 de Octubre de 1886. Pero el po
der del prefecto está limitado en este sentido: que no puede ha
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 435
cer ningún nombramiento, sino á propuesta del inspector de aca
demia. Además, los candidatos deben estar considerados en la
lista formada anualmente por el consejo departamental. Si hay
conflicto entre el inspector de academia y el prefecto, lo resuel
ve el m nistro.
Los institutores interinos (stagiaires) son autorizados por
el inspector de academia para el ejercicio de sus funciones.
En las escuelas normales todos los miembros del perso
nal docente son nombrados directamente por el ministro.
En las escuelas primarias superiores hay que distinguir:
mientras que los directores, directoras y profesores son nombra
dos por el ministro, los institutores adjuntos y los maestros auxi
liares son nombrados ó autorizados por el prefecto á propuesta
del inspector de academia.
En los cursos complementarios, el nombramiento perte
nece al ministro, si se trata de nombrar un director provisto del
certificado de aptitud para el profesorado, y al prefecto, á pro
puesta del inspector de academia, si se trata solamente de nom
brar un institutor provisto de título superior.
La traslación de un institutor de una comuna á otra, por
necesidad del servicio, se ordena por el prefecto, á propuesta del
inspector de academia. El ministro es el que ordena la trasla
ción de los funcionarios de las escuelas normales y de las escue
las primarias superiores, como medida disciplinaria y previo in
forme motivado del consejo departamental.
3. Las penas disciplinarias aplicables al personal docente
primario público, son: 1? la reprensión, 2? la censura, 3? la des
titución, 4V la interdicción temporal, por un tiempo que no pue
de exceder de cinco años, y 5? la interdicción absoluta.
Aparte de la reprensión, que no es pública, y que es pro
nunciada por el inspector de academia solamente, la aplicación
de las demás penas disciplinarias está rodeada de toda especie
de precauciones.
La censura, pronunciada por el inspector de academia, no
puede serlo sino después de informe motivado del consejo de
partamental. El funcionario acusado, tiene el derecho de defen
derse ante el consejo departamental y apelar ante el ministro.
436 EL ATENEO
Por último, la interdicción temporal y la interdicción abso
luta se decretan por el consejo departamental y apelan ante el
consejo superior de instrucción pública.
Las penas disciplinarias, salvo la destitución, se aplican
tanto á los institutores interinos (stagiaires) como á los titula
res.
Respecto á los funcionarios de las escuelas primarias su
periores, pueden ser reprendidos y censurados en la misma for
ma. Nombrados por el ministro, son trasladados y destituídos
por é1; pero á propuesta del inspector de academia, y previo in
forme motivado del consejo departamental. El único recurso
posible contra la decisión del ministro es apelar ante el Consejo
de Estado.
La interdicción es aplicable á los funcionarios de escuelas
primarias superiores y de escuelas normales en las mismas con
diciones y en la misma forma que respecto á los de escuelas pri
marias elementales.
Los premios honoríficos especiales, acordados por la ley á
los funcionarios de la enseñanza primaria, consisten en mencio
nes honrosas y medallas de bronce ó de plata.
El reglamento orgánico de 18 de Enero de 1887, y la ley de
19 de Julio de 1889, determinan las condiciones para la adqui
sición de estos premios y los beneficios que producen.
Además de estas recompensas honoríficas especiales pue
den pretender á las palmas de oficial de academia, sólo cuando
hayan poseído la medalla de plata dos años cuando menos. Pa
ra pretender las palmas de oficial de instrucción pública se ne
cesita la posesión de las palmas de oficial de academia durante
cinco años cuando menos.
La ley de 30 de Octubre de 1886 ha creado la dignidad de
honorario para los institutores ó institutrices en retiro; para
acordarla se necesita, al menos, 25 años de servicios y la meda
lla de bronce.
4. La ley de 19 de Julio de 1893, reglamenta lo que se re
fiere al estado económico de los maestros.
Con arreglo á ella el maestro es un funcionario público ins
crito en el presupuesto del estado; se clasifica el personal do
LA INSTRUCCIÓN PUBLICA EN FRANCIA 437
cente, á fin de permitir un ascenso regular hasta el fin de la
carrera; se determina las proporciones del efectivo de cada clase;
se funda el ascenso, á la vez, en la elección y en la antigüedad)
teniendo en cuenta, al mismo tiempo, la duración de los servi
cios del maestro y su éxito profesional; se establece para los ins
titutores y las institutrices dos clases superiores, con sueldos
elevados, en donde lo selecto del personal encuentra, al fin, la
recompensa merecida de sus prolongados esfuerzos; se agrega á
los sueldos fijos indemnizaciones de residencia, que auxilian á
los institutores, en donde una población numerosa aumenta lo8
gastos de la vida material; se disminuye la diferencia entre los
sueldos de los institutores ó institutrices, aplicando en parte el
principio de la igualdad de sexos, y por último, se esfuerza en
garantizar los derechos adquiridos.
Los funcionarios de instrucción pública gozan además de
pensión de retiro, con arreglo á la ley de 17 de Agosto de 1886.
La cifra de la pensión de retiro está basada en el término me
dio de los sueldos y emolumentos de toda naturaleza de que di
chos funcionarios hubiesen tenido derecho de gozar durante los
seis años que hubiesen producido la cifra más elevada, no pu-
diendo ser menor de 600 francos para los institutores y de 500
para las institutrices y directoras de escuelas maternales.
4. Legalmente se define la escuela privada como el esta
blecimiento de enseñanza primaria de cualquier orden, fundado
y mantenido por un particular ó asociación. Los establecimien-
tos de este género no pueden ser subvencionados por el Estado-
ni por el departamento, ni por las comunas.
La ley orgánica fija las mismas condiciones de edad para
el personal docente de las escuelas privadas, que para el de las
públicas; lo mismo respecto á las condiciones de moralidad que
á las de capacidad. La calidad de francés no se exige obligato
riamente á los miembros de la enseñanza privada.
La enseñanza privada es libre en sus métodos y en sus pro
gramas, reserva hecha para los libros prohibidos por el consejo
superior de instrucción pública.
Las formalidades para la apertura de una escuela privada
son las siguientes: declaración ante el alcalde de la comuna, he-
5
438 EL ATENEO
cha por el que quiere abrir una escuela, y designación del local
en que la escuela se establecerá.
Las mismas declaraciones se requieren para el caso de cam
bio de local, para el de admisión de alumnos internos, ó cambio
de director.
El postulante está obligado á hacer las mismas declaracio
nes al prefecto, al inspector de academia y al procurador de la
república.
El derecho de oposición á la apertura de una escuela priva
da pertenece al alcalde de la comuna y al inspector de acade
mia del departamento. Los motivos de la oposición se fundan
en el interés de las buenas costumbres ó de la higiene. Caso de
oposición, ella debe ser apreciada por el consejo departamental,
de cuyo fallo puede apelarse ante el consejo superior.
Las condiciones de edad para la admisión en las escuelas
privadas son las mismas que en las públicas. La enseñanza debe
darse por institutores en las escuelas de niños, y por institutri
ces en las de niñas y en las escuelas maternales, salvo excepcio
nes previstas por la ley, y que son las mismas en las escuelas
privadas que en las públicas.
Además, los directores y directoras de las escuelas privadas
están obligados á llevar los registros de reglamento. (1)

Alejandro O. Deustua.

(Continuará)

(1) Compayré, ob. cit.


Boeeíog del gkjlo XóÜIII

( «TriiTaro BOCETO )

DIDEROT EN RUSIA

OS dos extrangeros recién llegados esperaban con impa


ciencia en el gabinete de estudio del hermoso palacio de
tl'Ermitage, que la ostentosa magnificencia de los czares
había ido convirtiendo en una de las primeras maravillas
artísticas de Europa.
Al sonar las once de la noche en el soberbio reloj de pén
dulo enviado desde Ferney por la laboriosa colmena de relojeros
suizos á quienes protegía Voltaire, abrióse silenciosamente la
mayor de las puertas de la lujosa estancia, y una mujer de ele
vada estatura y ademán resuelto, vestida con riquísimo traje de
pieles, entró en ella exclamando en francés correcto:
—Excusadme por la la-rga espera, amigos míos. No he
querido venir aquí sin haber terminado por completo mis labo
res oficiales del día. Bien saben ustedes que me abruman las
atenciones inherentes al gobierno de estas inmensas Rusias, por
que yo ejerzo el poder con la perseverante actividad propia de
440 EL ATENEO
un hombre de negocios. —Poco grato ha sido su viaje desde
París ¿no es verdad, Diderot? Me ha atormentado el temor de
que la dolencia que le detuvo á usted en Holanda le impidiera
venir hasta mis glaciales climas.
Mientras la emperatriz se expresaba de esta suerte, Diderot
y Grimm se habían inclinado en actitud reverente ante ella,
apresurándose á besarle la diestra.
El autor del célebre Ensayo sobre Claudio y Nerón acertó á
decir emocionado á la gran Catalina:
— La perspectiva de tener que renunciar á verme en pre
sencia de Vuestra Magestad ha sido para mí muy penosa. Al
determinarme á salir de Francia con dirección á San Petersbur-
go obedecí ciegamente á los impulsos de mi corazón, olvidando
que el trabajo intelectual de tantos años había debilitado mucho
mi fuerte organismo. De todas maneras, hoy me afligen menos
las tristes advertencias de mi quebrantada salud, porque tengo
al fin la dicha de hablar con mi augusta bienhechora.
—¡ Oh ! Tomemos asiento, y no me recuerde usted, Dide
rot, la pequeñez de unos favores que tanto me honran. Suele
avergonzarme la insignificancia de mis obsequios tratándose del
filósofo que ha escrito el Paseo de un e*céptico, del sér á quien el
prodigioso octogenario residente en Ferney califica de hombre
único (1)
Diderot miró á la emperatriz llevándose la mano al pecho,
como si le impresionaran hondamente tales encomios en labios
de la mujer extraordinaria cuyo maravilloso talento daba origen
á tantos comentarios en todas las cortes europeas.
El agudo Grimm intervino en la conversación diciendo:
—Tiene razón Vuestra Magestad. Hombre excepcional es
Diderot, como lo son también otros que en la Enciclopedia han
arrojado las simientes de una sociedad nueva. Pero ¿ qué pen-

(1) Voltalre escribía a la emperatriz en 15 de marzo de 1774:


" Nunca tuve el consuelo de ver a ese hombre único (Diderot.) Es la segun
da persona de este mundo con quien habría querido conversar. Él me hablaría
de Vuestra Magestad. ¡De Vuestra Magestad! No es esto lo que he querido de
cir, sino de vuestra superioridad respecto de los seres pensantes, porque no bago
caso de los demás. Pido vuestra mediación cerca de él. ¿No podría apartarse
de su itinerario unas cincuenta verstas, para venir a alargarme la vida repitién
dome lo que he visto y oído en Petersburgo.
BOCETOS DEL SIGLO XVIII 341
sar de Vuestra Magestad, que mientras estudia á Voltaire, co
menta á Diderot, y mide la audacia de d'Holbach y de Helve
cio, revela el sentido práctico de los más insignes estadistas,
aderezando nuevas leyes, ganando batallas, apercibiéndose á
instalar en breve su solio imperial en las orillas del Bosforo,
dentro de esa Stambul que es á un tiempo el corazón y el cere
bro de la amedrentada Turquía ?
—Usted me lisonjea, Grimm. Yo sé apreciar la distancia
que media, desde el punto de vista del valor intelectual, entre
los genios que señalan á la humanidad los derroteros del por
venir y la pobre mujer que á la cabeza de un pueblo inculto se
ve obligada á buscar á cada paso, y con incesantes luchas, en
los expedientes falaces de la política la clave de la prolongación
é incremento de un poderío que amenaza el recio embate de
toda suerte de humanas pasiones. Habla usted de mis victorias
sobre los turcos, y de la próxima traslación del trono de Rusia
á Constantinopla. ¿ Acaso ignora que el éxito de mis generales
en Azof y en Choczim y en Bender, y el incendio de las naves
otomanas en la bahía de Tchesmé asustaron á mis buenos ami
gos la soberana de Austria y el rey de Prusia? Austria firmó
para contenerme un pacto secreto con Turquía, y Federico, el
gran Federico, hizo que su hermano Enrique me insinuara la
posibilidad de una alianza entre el Austria y la Prusia. Mi
cooperación para el reparto de Polonia ha calmado un tanto los
recelos de esas potencias, por lo cual me ha sido posible seguir
las hostilidades contra el sultán. Pero el triunfo que preveo de
mi general Romanzoff apenas me acercará un paso á la codicia
da Stambul. La muerte me sorprenderá muy lejos todavía de
la capital turca, y respecto de mis sucesores la opinión acertada
es el ¡quién sabe!
Catalina emitió esta última frase en actitud que dejaba ver
escéptico y transitorio desaliento. La enérgica soberana tenía,
en presencia de los dos extrangeros, ingenuidades que habría
juzgado inconvenientes con cualquiera de sus súbditos.
Grimm procuró modificar la situación de ánimo de la em
peratriz hablándole de la creciente grandeza de su autoridad
monárquica.
442 EL ATENEO
—Yo no me hago ilusiones— interrumpió Catalina. —Los
verdaderos reyes en la Historia tienen que ser los que modifican
por irresistible prestigio de su genio la conciencia humana, los
que transforman la realidad rebelde por la virtud intrínseca de
las ideas. En tal sentido, usted, Diderot, puede más que la
emperatriz de todas las Rusias. Y se lo pruebo con una sola
pregunta: ¿qué sera de las monarquías europeas el día en que
predominen dentro de las clases directivas de nuestro viejo con
tinente las doctrinas que encierra ese famoso opúsculo salido de
su pluma que se llama el Sueño de d' Alembert f Contésteme usted
sin reticencias sofísticas.
—La franqueza de Vuestra Magestad alienta la mía. Cuan
do las ideas á que se refiere hayan echado raíces en el cerebro
de las clases intelectuales de Europa, y trasciendan por ley na
tural á las clases populares, todas las instituciones tendrán que
que presentar sus títulos ante el tribunal de la razón. La mo
narquía absoluta los hallará en la conveniencia de combatir la
anárquica iniquidad propia de las barbaries feudales, pero esta
rá destinada entonces á desaparecer como otras fórmulas de
autoridad que corresponden á pasajeras necesidades de tal ó
cual período histórico. Sus representantes serán juzgados dig
nos de enaltecimiento ó de oprobio según lo que hayan hecho
por el progreso material é intelectual de los pueblos cuyos des
tinos regían. Vuestra Magestad no tiene por qué temer en ese
terreno el juicio imparcial de los pósteros.
—¡ En ese terreno ! Haría usted bien, Diderot, en limitar
aun más su afirmación benévola. Como mujer me reconozco
grandes defectos, y como soberana tengo que convenir en que
me falta á menudo la alteza de carácter que se necesita para so
breponer á los intereses dinásticos los del porvenir del pueblo
ruso. Sepa usted que dije hace poco tiempo al gobernador de
Moscou que no se lamentara tanto de que las escuelas rusas es
tuviesen vacías, porque el prestigio imperial se desvanecería al
influjo de la ilustración de mis subditos. Yo sé que los enci
clopedistas franceses minan, unas veces con la verdad y otras
con la paradoja y la utopia, el secular prestigio de la monar
quía y de la teocracia, pero como para mí el peligro de su pro
BOCETOS DEL SIGLO XVIII 443
paganda está lejos, y sólo puede alcanzar á mis sucesores en el
trono, hallo poco temerario el afán de entregarme con deleite á
la admiración, á la especie de culto que me impone su genio.
— Quizá Vuestra Magestad se forma una idea exagerada so
bre la trascendencia social de las doctrinas que propagan los
filósofos franceses— dijo Grimm con sonrisa algo cómica.
— No intente usted, Grimm, desfigurar á mis ojos la
realidad. Como la mujer enamorada del que la maltrata, yo
amo por escentricidad de carácter á los más hábiles enemigos
de mi poderío autocrático. ¿ Se ha figurado usted, piensa acaso
su amigo Diderot que no he ido hasta el fondo de las arcanida-
des del Sueño de (V Alembert ? Hay en ese pasatiempo filosófico
una especie de anticipación del genio á las revelaciones de la
ciencia. Todas las formas de la vida, inclusive el hombre mis
mo, resultan en tan admirable juego científico-dialéctico, á los
ojos del doctor Bordeu y de la señorita de l'Espinasse, como
seres efímeros y transitorios, parecidos á aquella rosa de Fonte-
nelle que afirmaba que no había memoria entre las rosas de
haber visto morir á un jardinero. Los ensueños de inmortali
dad se desvanecen ante la concepción audaz de que la diversidad
de especies en que se dividen esas formas pasajeras es resultado
fatal de lentas trasformaciones al través de millares de siglos, y
han tenido un origen común en aquella edad de la tierra en que
los elementos de la naturaleza inorgánica crearon, por virtud de
sus propiedades intrínsecas, los primeros esbozos de organización
vital (1). Usted ha encontrado, Diderot, con estas ideas, los
cimientos de la filosofía positiva del porvenir, y á su influjo han
de morir muchos respetos tradicionales é históricos, entre ellos
el respeto á las instituciones monárquicas. La ciencia en el
siglo diez y nueve se erguirá altiva pidiendo justicia contra los
poderes sociales que la han hecho víctima de torpes persecuciones
en nombre de imposturas habilmente calculadas para la explo
tación de los más por los menos, y el pueblo, el eterno paria,
saldrá de las penumbras de su actual ignorancia amenazador y
terrible. Lo que haya de sobrevenir entonces

(1) Elgérmende la moderna filosofía evolucionista se encuentra en unas


cuantas lineas del Sueño de d'Alembert
444 EL ATENEO
—Sobrevendrá, señora—exclamó Diderot en rapto de gene
rosa elocuencia—un aumento de justicia distributiva, y una
disminución del inmenso cúmulo de las iniquidades sociales.
Irá siendo más difícil, hasta que se torne imposible, el engaño
de las clases proletarias, mantenidas hoy en cierta especie de
infancia intelectual con las perspectivas de una existencia por
lo menos problemática para arrancarles gran parte del fruto de
sus labores en la vida real y presente, y la conciencia de la in
justicia enorme de muchas desigualdades artificiales robustecerá
los sentimientos de fraternidad humana.
—Vea Vuestra Magestad—-observó Grimm—cómo estos filo
sofos, á quienes se califica de hombres terribles, son en realidad
seres compasivos, que.sueñan con aliviar los males dominantes
en el despreciable glóbulo que habitamos. Me consta que la
bondad de algunos de ellos raya en soberana tontería. Sin ir
más lejos, ahí tiene Vuestra Magestad á d'Alembert, al autor
insigne del Discurso preliminar de la Enciclopedia, inconsolable por
la muerte de su amiga íntima, la señorita de l'Espinasse, cuyas
infidelidades soportaba heroicamente.
—Es ese un dato relativo á las debilidades humanas que
ignoraba en absoluto—dijo la emperatriz. — Con que la mujer
cultísima en cuyos labios ha puesto Diderot la quinta esencia de
la filosofía del sabio geómetra
—Falleció víctima de su pasión por el jóven español mar
qués de Mora, que era la sexta ó séptima de sus grandes pasio
nes. La ausencia de Mora en España tenía enferma á la señorita
de l'Espinasse, y d'Alembert, para agradarla, solía llevar la
bonhommie hasta el punto de recoger en el correo las cartas del
marqués, que le entregaba sin abrirlas. Aún más: nuestro ilus
tre amigo tuvo la estupenda candidez de ponerse de acuerdo con
un médico eminente para hacer entender á la familia de Mora
que la salud de éste exigía su permanencia en París.
—Y el resultado de ese ardid
—Fué súbitamente funesto para los amantes. Mora su
cumbió en el viaje á París al influjo de la dolencia física que le
aquejaba hacía mucho tiempo, y la señorita de l'Espinasse no
BOCETOS DEL SIGLO XVIII 445

pudo sobrevivirle sino pocos meses. ¡Y d'Alembert rinde culto


permanente á su memoria!
Calló Grimm, y la emperatriz permaneció algunos instantes
pensativa. Al fin dijo:
—Extraño y conmovedor espectáculo el de esa depresiva
abnegación en un hombre como d'Alembert. Es quizá privile
gio de la admirable cultura femenil en la aristocracia y parte de
la clase media francesas el influjo hechizador sobre las grandes
inteligencias. D'Alembert necesita distracciones, y nada distrae
como un viaje. Escríbanle ustedes, amigos míos, para que se
decida á venir á Rusia.
La emperatriz se había puesto de pié al emitir las últimas
frases.
Diderot y Grimm cambiaron una mirada, dejaron también
sus asientos, y después de inclinarse nuevamente ante ella, sa
lieron de la lujosa estancia.
Daban las once y media en el reloj de la torre principal del
palacio de l'Ermitage, y en las grandes galerías de aquel soberbio
edificio, por las cuales cruzaban los recien llegados dirigiéndose
al departamento que les destinara la gran Catalina, oíase tan
sólo el rítmico paso de los centinelas, que hacían el efecto de
autómatas movidos por la rigorosa disciplina militar propia de
la autocracia rusa.

Manuel A. San Juan.


CXXXXXXXXX>OOOCXXX>OG<^^

MARIONETES

Site?
£0.mo, Arlequín y Pulsinella, grandes chambelanes de
S. M. Pierrot hacían inauditos esfuerzos para desva
necer la inmensa é inexplicable tristeza del rey—¿Qué
tiene Su Magestad?—era la pregunta que, llenos de
estupor, se hacían en los pasillos y corredores de Pala
cio los cortesamos. En vano era que las sotas de oros, de copas,
de espadas y de bastos, ministros del rey, intentaran todo gé
nero de distracciones, con el fin disipar su misteriosa congoja:
el gorro puntiagudo de Pierrot no se agitaba ya como antes,
haciendo sonar alegremente los cascabeles de oro. Ni Colom
bina, cuando saltaba á través de los aros de papel, lograba con
mover la melancólica apatía del pobre monarca.
— No hay duda de que el rey está enamorado pero ¿de
quién?—se preguntaban los palaciegos.
Pierrot subía todas las noches á la terraza y pasaba allí
largas horas contemplando el cielo, sumido en incomprensible
extasis. Pasada la media noche regresaba á su alcoba; en un
MARIONETES 447
vestíbulo encontraba á Colombina, quien le aguardaba con la
esperanza de que Pierrot, la diera su pañuelo al pasar. Pero el
rey parecía no usar esta prenda y cruzaba indiferente. Toda la
noche la pasaba Colombina llorando como una loca; al día si
guiente, excitada por el despecho, hacía un escándalo en Pala
cio, azotaba á sus perros sabios. abofeteaba á los chambelanes,
consultaba á los gitanos la buena ventura, ofrecía incendiar el
Palacio y comerse una caja de fósforos, se desmayaba cada cin
co minutos y concluía por encerrarse en sus habitaciones en
donde se emborrachaba con champagne y kirschenwater.
Corrían mil conjeturas en Palacio respeto la persona que
había impresionado tan profundamente el corazón de Pierrot.
Unos aseguraban que el rey había perdido su ecuanimidad des
de que la Serpentina, Miss Fuller, se había ido á Cracovia: para
otros no cabía duda de que Pierrot estaba enamorado de Sarah
Bernard, á quien había visto hacerla Cleopatra; no faltaba quien
jurara por Hércules Melcarte y los Siete Cabires que la mortal
afortunada era Ivette Guilbert, la deliciosa bailarina que había
sido el encanto de la ciudad en el pasado invierno; pero para
otros era cosa tan digna de fé como el credo que la mujer que
había turbado la paz del corazón de Pierrot, era ni más ni me
nos que la princesa de Caramún Chimay. Lo cierto es que to
das estas conjeturas tenían visos de posibilidad y nada más,
que las rabietas de Colombina eran más frecuentes, y que el rey
estaba cada día más mustio y entristecido.

II

Nunca se hubiera sabido en la Corte quien era la persona


cuyos encantos habían trastornado tan profundamente al rey,
si éste mismo no se lo hubiera dicho un día á maese Triboulet,
su camarero y secretario de asuntos reservados.
—Ay mi buen Triboulet—dijo Pierrot vizcando los ojos y
cerrándolos para ver mejor, pues era extremadamente miope—
Ay! Ay! Ay!
448 EL ATENEO
Triboulet, que en ese momento le ponía las calzas á la real
persona, alzó la cabeza alarmado.
—¿Qué tiene V. M? Algún dolor
—Si, Triboulet un dolor, un dolor
— Avisare á maese Althotas
—No, Triboulet, mi dolor no se cura con tisanas.
—Ah ya—dijo el camarero guiñando un ojo—V. M. sufre
del corazón dolor de amores.
El rey no contestó; se limitó á lanzar un profundo suspiro.
—Y quién es esa persona que hace sufrir á V. M? A fé mía
que debía considerarse muy honrada de que su magestad haya
fijado en ella los ojos.
—Ay Triboulet es persona muy alta.
Triboulet se puso á pensar en las princesas y reinas de Eu
ropa, Asia, Africa y Occeanía.
—Sera acaso la Princesa de Asturias?—preguntó.
—Oh no.
— La reina de Tahití, Pomaré IV?
—Bah.
—La Emperatriz dela China?
—Más alta, Triboulet.
— La Czarina?
—Más
—La reina Victoria de Inglaterra.
—Más arriba.
—La hija del Fjord de Islandia.
—Sube más, chico.
—Más arriba aún? La reina de los runoyas y esquimales
del Polo Norte.
—Más, más, Triboulet.
—Caracoles! Más altas están las nubes.
—Más arriba, Triboulet.
— Diablo! ¿Estará V. M. enamorado de la luna?
—Exactamente, mi buen amigo.
—Hum!
Y Triboulet se rascó la nariz, tomó un polvo de rapé, es
tornudó; se volvió á rascar la nariz tomo otro polvo y se prepa
MARIONETES 449
raba á estornudar de nuevo y á volverse á rascar y así sucesiva
mente hasta que se realizara aquello del libro de los siete sellos,
del ginete del caballo macilento y la hidra de siete cabezas de
que habla San Juan en el Apocalipsis; pero Pierrot no le dejó
esperar el Juicio Final.
—Eh y que te parece? .
—Nada
—Cómo nada?
—Es decir casi nada?
— Como es decir casi nada?
—Pues, Vamos que V. M. me parece un solemne ma
jadero.
—Mira, Triboulet, ahora que acabes de vestirme voy á ha
certe ahorcar. Pero antes explícate.
—No reflexiona V. M. que su amor es inaccesible? Prime
ro le saldrán pelos á las ranas que ver satisfechas sus amorosas
ansias.
—Ay Triboulet, pues no me queda más recurso que dejar
me morir, si no consigo poseer á mi dulce y desdeñosa tirana—
murmuró Pierrot con tono lacrimoso.
Hubo un rato de silencio, interrumpido por los suspiros del
rey. Por fin Pierrot despidió á su secretario diciendole:
—Te prohibo severamente que hables á nadie de mi ensue
ño amoroso y de mis cuitas-
Naturalmente diez minutos después todo el mundo sabía
que Pierrot estaba enamorado de la luna, gracias á la discreta
reserva del secretario de los asuntos reservados,

III

La Corte de S. M. Pierrot estaba consternada: el rey había


resuelto dejarse morir, si no se encontraba medio de traerle á la
dama de sus cavilaciones y deseos. Y todos los palaciegos se
imaginaban que el rostro de Selene sería maravillosamente her
moso puesto que había cautivado tan hondamente el corazón del
EL ATENEO
rey. Colombina se puso furiosa cuando supo quien era su rival y
se pasaba largas horas de la noche escupiendo al cielo, diciendo
desvergüenzas á la luna y disparándole los corchos de sendas
botellas de Champagne Veuve Cliquot. Intertanto Pierrot en la
terraza se deshacía de amor entregado á su apasionada contem
plación y cada día que pasaba desmejoraba y empalidecía más.
Pero una tarde el duque de Egipto, viejo gitano, marrullero, y
truhan, que en las ferias tragaba algodones encendidos y se metía
en el gaznate luengas espadas de resorte, con gran estupefacción
de los bobos, que recorría los campos vendiendo á los labriegos
pomada de oso blanco y filtros de amor, pidió una conferencia á
Colombina. Colombina accedió y quedó contentísima: el gitano
la había ofrecido curar radicalmente á Pierrot de su extravagan
te amor. Efectivamente pocos días después Pierrot recobró su
alegría y buen humor y Colombina volvió á hacer una mag
nífica colección de pañuelos del rey.

IV

El duque de Egipto había subido una noche de luna llena,


á la terraza del palacio y encontrado al rey sumido en su amo
rosa contemplación. Se acercó á Pierrot sin que este se diera
cuenta de su presencia y puso una mano sobre su hombro. Pie
rrot se volvió penosamente:
— Duque, has entrado aquí sin mi permiso. Mañana haré
que te azoten en el vientre con colas de cerdo y que en seguida te
metan en un saco con siete gatos sarnosos.
—Señor he venido á poner fin á vuestras cuitas amorosas,
y sin embargo V. M. me recibe de una manera poco bénevola.
— ¿Qué es lo que dices duque?... Me enagenas de gozo
Oh con que podré obtener la inmensa ventura Mira, duque,
te perdono Te haré gran chambelan te daré mi cetro si
quieres todo por tener cerca de mí á mi pálida y adorada
desdeñosa. Me vuelves á la vida. Oh, te advierto que si mien
tes mi furor no tendrá límites y te haré descuartizar por cua
renta onagros salvajes. Habla, por Júpiter, habla
I

MARIONETES 451

—Estais enamorado, señor de la pálida Selene; pues bien


yo puedo ponérosla sumisa y obediente al alcance de vuestras
manos.
—¿Cuándo, duque, cuándo ?
—Ahora mismo.
—Tienes un minuto de plazo para realizar mi felicidad
so pena de que te desnuque con mi as de bastos.
Y Pierrot levantó amenazador el as de bastos que le servía
de cetro. Al mismo tiempo el duque de Egipto sacó de debajo
de su capa andrajosa un canuto de cobre como de un metro de
longitud que podía alargarse hasta el doble. Acomodó su aparato,
sobre la balaustrada de la terraza, lo orientó y luego llamó á
Pierrot que le miraba hacer boquiabierto y alelado.
—Mirad, señor
Pierrot dando traspiés y tembloroso por la emoción se
acercó y miró, se puso horrorosamente pálido y se tambaleó
como si hubiera sufrido dentro de si la muerte súbita de
algo. En seguida le volvieron los colores al rostro; reapareció
en él la expresión truhanesca y alegre que hacía tiempo había de
saparecido y de repente Pierrot estalló en una carcajada burlo
na é inextinguible que resonó por todos los ámbitos del palacio.
¿Qué habia sucedido? Sencillamente que allí donde había visto,
á causa de su miopía, un rostro pálido de virgen extraodinaria-
mente bella, veía ahora una cara chata de vieja, una cara ridícu
la y abominable, llena de granos y protuberancias. Estaba des
hecha la ilusión. Al ruído acudieron los ministros, los cham
belanes y los cortesanos y uno por uno fueron mirando por el
ocular del anteojo, y todos se separaban desternillándose de risa
y señalaban burlonamente la ancha faz de Selene, mientras con
la otra mano se apretaban el vientre en las sacudidas nerviosas
de una risa incontenible. Colombina que también había acudi
do á la terraza estaba lindísima con sus vestido rojo y negro de
ecuyere, su cabellera rubia como el Jeréz y su tricornio de incro-
yable. Cuando Pierrot se retiró á su alcoba encontró en la puer
ta á Colombina, con expresión tan picaresca y adorable en el ros
tro, que no tuvo más remedio que obsequiarle su pañuelo
A pesar de que S. M. Pierrot debía al duque de Egipto su
452 El- ATKNEO
curación y su tranquilidad siempre le tuvo ojeriza y en una
ocasión, por una falta leve le desterró hasta Smirna. Misterios
del corazón!
En las noches de luna llena Pierrot, y Colombina suben á
la terraza y, entre carcajadas y besos, le disparan á Selene una
serie de arcabuzazos con los corchos de las botellas de Cham
pagne Veuve Cliquot, (pie después beben hasta emborracharse.
Triboulet afirma que varias veces al llevar cargado al rey á su
lecho, ha visto los ojos de Pierrot llenos de lágrimas.

Envío

Quería Ud. que yo escribiera un cuento con moraleja, ami


ga mía, pues opina Ud. que la mayoría de los que he escrito
carecen de ella ó tienen, como dice Ud. con mucho esprit, in-
moraleja. Creo haberla complacido con el cuento de marionetes
que acaba Ud. de leer. La moraleja es fácil de desentrañar: en
amor no debe llegarse á la posesión. Poseer es matarla ilusión;
es odiar, es ridiculizar el objeto amado. Una insigne amadora,
Liane de Pougy, termina un libro delicioso con esta frase Rien
ici has ne uaut guJ un baiser. En amor, amiga mía no debe pa
sarse del beso so pena de que nuestra alma se ponga á mirar
por el anteojo del duque de Egipto. ¡Pero el amor así es una
orchata idealista!—pensará Ud. sin decirlo como lo pienso yo y
lo digo, como lo piensan todos los que son jóvenes de alma y
cuerpo. —Es cierto!—respondo desconcertado. Y le confieso con
toda ingenuidad que una vez más, la moraleja idealista de mí
cuento no resulta. ¿ Sabe Ud. porqué, amiga mía? Por
que la vida no tiene moraleja.

Clemente Palma
Una leírilla de don Felipe Pardo

n 1840 publicó en Lima este célebre literato peruano el


periódico titulado El espejo de mi tierra. Su bibliografía
es la siguiente:
El espejo de mi tierra. —Prólogo, Lima, 1840. Impren
ta de Masías, 16 páginas en 4?
N? 1—Lima, 1840. Imprenta de Masías, 24 pág. en 4?
N? 2—Lima, 1840. 26 á 48 pág. en 4?
Alcance al N? 2—Lima, 1840. Imprenta de « El Comercio, ',
por Monterola. 5 pág. en 4?
N? 3—Marzo 1859. 30 pág. en 4?
En el mismo año vió la luz pública otro impreso, que de
bió ser periódico, titulado Lima contra el espejo de mi tierra. El
número primero tenía 16 pág. en 4? El Alcance al Nv.m. 1 de
« Lima contra El espejo de mi tierra» salió de la imprenta de
Concha, y tenía 4 fojas sin númeración.
El Alcance al núm. 2 de El espejo de mi tierra lo publicó
Pardo como contestación al No 1? de uLima contra El espejo de
mi tierra;'" y los editores de este periódico replicaron en su al
cance al N? 1.
Nos mueve á publicar de nuevo las referidas piezas de po
lémica rubefaciente la circunstancia de no figurar en ninguna
Antología, y de no haberse incluído la letrilla de Pardo en la
colección de sus obras publicada en París por su hijo Manuel.
454 EL ATENEO

AL AUTOR DEL FOLLETO


PUBLICADA CON EL TITULO DE

"LIMA CONTRA EL ESPEJO DE MI TIERKA"

¿De qué asquerosa ralea


Viene este osado mochuelof
—/ Qué pregunta!—De Guinea.
Old Sokg.
Pensaste que me iba el sábado, y saliste por la tarde cor un cua
derno forrado de amarillo con dos pliegos de sandeces contra el Espejo.
Esto es noble y generoso, con la nobleza y generosidad de que tú eres
susceptible, seas quien fueres. Felizmente, el capitán se denior ó hasta
hoy lunes; y robo á las atenciones tumultuosas del viaje unos cortos
momentos.
" Ah! non poss' io partiré
" Privo del tuo perdono.
" (Ha pressa al mar io souo. . . .
" Dammi un amplesso alnien. "
Mi objeto es únicamente sacar, de prisa y corriendo, algunas conse
cuencias de tu papel.—Tú dices que un hombre que critica á su país de
be tener mal corazón. Yo también voy á hacer mis deducciones.
1.a Un hombre que escribe tan mal debe de ser un ignorante.
2.a Un hombre que trata con mujeres que arañan (página 1.a) no
debe tratar sino con gente de escaleras abajo, ó lo que es lo mismo, debe
de ser hombre de medio pelo.
3.a Un hombre que habla de faldas y otras porquerías, (página
1.a) no debe ser sino un hombre muy mal hablado.
4.a Un hombre que quiere defender á Lima, y presenta á una li
meña arañadora y de tan malas palabras como D.a Rosa, es un hombre
que se mete á hacer lo que no sabe.
5.a Un hombre que se queja de que sumaríen por quítame allá
esas pajas, (página 6) debe de estar sumariado por quítame allá alguna
cosa.
6.a Un hombre que habla contra los blancos (página 14) debe de
ser negro.
Estas consecuencias son bastantes para explicar la siguiente letrilla,
en la que he procurado no emplear sino chistes limeños, y nó de Madrid.
EL TAMALERO

l?
Tu que cabalgas encima
De ese paciente animal,
Que lleva en sendo tamal
Portátil almuerzo en Lima,
Dí al punto quien es el taita
Que hoy el galpón abandona,
Y de entendido blasona
Y de escritor da en la gaita.
Puede ser que le derrengué,
Si por ventura me apura. . . .
—Señó ; yo no só Ventura
Yo só José Camulengue.
¡Miamo, porió, no enojá!
Yo no faltá á sumesé
Puque solo pregoná:
/ Ta má ! . .¡tamá! . . lama lee ! !

2'}
—Pues bien: desenvuelve un bulto
De esos ¡oh negro cuitado!
Que en juncos llevas atado
Y en hojas verdes oculto.
Quítale al punto esa capa,
Esa faja, ese follaje,
Ese historiado ropaje
Que al moreno cuerpo tapa.
Hojas y hojas son el cerco .
¿Qué hay al fin bajo la enjalma?
Masa y no más, que por alma
Recibió carne de puerco.
¿No es eso un tamal, jumento?
—¡ Ah seño! rejá vendé.
Lon branco só saca -cuento. . . .
/ Tamá! ¡tamá! ¡tamaleé. . . . I
456 EL ATENEO

3?

Así hay hombres mil ogaño


Que en hojas envueltos van.
De plátanos no serán,
Más sí de seda ó de paño.
A veces es un mojino
El ambulante tamal
Y su parte intelectual
Un pedazo de tocino.
¿Y qué? ¿de gente á estos tales
El nombre se les aplica?
La revolución fabrica
En mi tierra estos tamales.
Los engulle y los abona
El pueblo no sé por qué,
Y el descaro los pregona:
¡Tama! ¡tamá! ¡tamaleé!

4?

A esta exacta observación


Que hice sobre tanto bolo,
El buen camuleugue solo
Contestó con su pregón.
—Yo en ese no meté mano"
(También humilde anadió)
Un nengrito no má só
Buen ecravo y buen critiano."—
De esta lección yo me alegro,
Porque hará quizá, severa,
Se limiten á su esfera
Los demás como este negro.
Si no quieres que me vengue,
Aprendé, macuito, uté,
De lo José Camuleugue:
/ Tamá! ¡tamá !¡tamalee /
POESIAS 457

AL AUTOR DEL ESPEJO DE MI TIERRA

Removiste la piscina:
Pues tápete las narices,
Que tu casta y tus deslices
Van á oler á trementina.
Ego SUM.

I?
¿Quién me manda este tamal?
Responde pronto, macuitn.
—¡Mi amo señó Benarito.
—Acabaras, animal!
Está bien: se loagradczco:
¡Fó! ¡que oliscón! ¡porquería!
Dile á tu amo que otro día
Regale un tamal más fresco.
¡Jesús! á náuseas me incita.
—Rico: tú probé, señó;
A mi amo el señó oiró
Se lo hacía asi mi amita.

2.a
Quita de aquí, negro, al punto
Ese envoltorio que hostiga,
Pues tendría una barriga
De perro tu amo el difunto.
Sin tantas hojas ni enredos,
(Como Jusepe me llamo),
Le mandaré yó uno á tu amo (*)
Que se ha de chupar los dedos.
La masa será esquisita,
Con su puntita de ají.
—Lom propio, lom propio, así
Lo sabía hacé mi amita.
(*) De manos de Juan José.
458 EL ATENEO

3?
Llevará dentro un pichón
Relleno de sopa en vino,
Pnes no me gusta el tocino,
Porque no soy chapetón.
El maní debe ir molido;
Aceitunas, pasas, queso,
En fin, un tamal de á peso
Con lo demás deducido.
—Sabrosa iá señoíta:
En diabro só sumecé,
Lom propio, lom propio hacé
En otro tiempo mi atnita.

—¿Dí, Camulengue: ¿será


Bueno que en el papel lo envuelva?
—Cuidá que no Ion reguelra
Po que se podé quemá.
—Ya estoy: pues será mejor
Que lo envolvamos en tul,
Que tu amo es de sangre azul
Con humos de embajador.
—Amará, mi amo, con pita
Ese lamá fuete, fuete,
Mangandí, llena cachete,
Como lo ansia mi amita.
5-a
—Taita Camulengue, díle
A tu niño Bernardito,
Que me traiga un regalito,
Cuando regrese de Chile;
Mas tamal vinagre nó :
Un poco de pescadilla,
Envuelta en una letrilla,
Y lengua. . . no: tengo yó.
—¡Mi amo, porió, pec.afrUa!
ifejó seá bacalá.
Que ese só mi amo peed
Que len gutava & mi amita.
POESIAS 459

6.a

—Dile que á Dios se encomiende


Y al ánima de Joaquín.
Es cristiano, y puede al fin
Que de sus cnlpas se enmiende:
Mas temo que mi consejo
Le aproveche, taita, poco
Porque tu amito es un loco
Que no estima su pellejo.
—¡Jesú! ¡ Jesú! agua bendita
Le voy hora mimo á echá.
¡Ah señó Sto. Tomá!
Sará con bié á mi amita.
TE^TBO NJTCIONJIIi

Capricho Cómico
EN UN ACTO Y VERSO PENTASILAVO
POR

SABINO PACHECO - ZEQARRA

Personajes.—Dos a Bárbara—Conchita — Don Matías—Canuto

AL EMINENTE ACTOR D. JOSE VALERO

Rival de Máiquez Yo, que tu génio


Y de Romea, Sin par reputo,
Viva presea Hoy mi tributo
De El Español; Te ofrezco fiel.
Si entre sus glorias
Se ostentan bellas Allá en mis ocios,
Muchas estrellas, Rapidez suma
Tú eres el sol. Guió á mi pluma
Cual nunca ví:
Justa Talía, Y por capricho,
Cual á otro Talma, Esta comedia
Te da la palma De legua y media
De su verjel : Pronto escribí.
CAMBIAR PAREJAS 4G1

Y aunque en las tablas Si caprichosa


Muy bien penetro La vieja verde
Que es raro el metro, Los sesos pierde
Busco solaz; Por un galán,
Pues para el logro Cuando él le dice,
De mi capricho, Si tiene oro:
Siempre lo he dicho, «Mucho te adoro,
Soy muy tenaz. Mi bello imán!»

Con todo, el susto Si libremente


Es reverendo, Gente divina
Y pretendiendo Se disciplina
Justificar Con gran fervor;
Los de esta pieza Y aquí la vida
Flacos renglones, Del cielo empieza,
Gordas razones Y ayuna y reza
Te pienso dar. Que es un primor;

Si por capricho O pasa humilde


Los elegantes Vida piadosa,
Quieren amantes Ya en religiosa
A un serafín, Contemplación,
Y por su parte Ya averiguando
Muchas hermosas La vida ajena,
Buscan ansiosas El alma llena
Triunfos sin fin; De santa unción:

Si por el gusto Si viejos, viejas,


De ser más bellas Y solteronas,
Emplean ellas Otras personas
Cierto disfraz; Y hasta el rapaz
Y gastan polvos Hacen su gusto,
Y compran rizos Como te he dicho,
Y con postizos Aunque el capricho
Orlan su faz; Tenga un disfraz;

Y muy compuestas Y.... aquí en secreto,


Y á cada rato, Si otros mil bichos
Por un retrato Tienen caprichos
Han de ellas ir; De mala ley,
Pues del fotógrafo Y vagabundas
En las mamparas Gentes perdidas
Sus nuevas caras Forman unidas
Se han de exhibir; Maligna grey;
462 EL ATENEO
Si en la ruleta, Haciendo dramas
O á la baraja, Yo me recreo,
Pierden su caja Y en esto veo
Y hasta el pudor; Que no hay maldad.
Y si los tales
Juegan pesetas, Y aunque lo pobre
Muchas coquetas De esta comedia
Rifan su honor; No se remedia
Charlando así,
Y por los cuartos Rico en bondades,
De un mozalvete Mi buen Valero,
Hacen juguete La juzgues quiero
Del corazón, Digna de tí.
O de costumbres
Más meretricias Y si los sabios
Dan sus caricias La condenaren
Por un doblon. Y la mandaren
Al panteón,
Ki tras su gusto Con noble anhelo
Y de mil modos, A este capricho
Todas y todos Préstele un nicho
Van en verdad, Tu corazón.

Octubre, 2"' de 18S1. (1)


Gabino Pacheco-Zegarra.

(1) Agotada hace años la edición de esta obrlta, hecha en Madrid por esa
fecha, puede considerarse como una curiosidad bibliográfica, sobre todo cu Lima
donde es rarísima la persona que la conoce.
ACTO UNICO

Sala bien puesta en casa de D» Barbara. Puertas laterales y al foro. Ventana


a la calle. Varios cuadros, y un retrato que se supone ser de D? Bárbara.
Un reloj de mesa sobre la chimenea. Al levantarse el telón. Conchita
estara sentada cerca déla mesa con una labor en las manos, mientras
BÁRBARA examina los varios objetos que menciona en el dialogo, los
cuales estaran sobre la mesa.

ESCENA I

Boas, i 6oachH&
Doña Bárbara Y un relojillo;
Y en estas cajas
¡Cuántos presentes Cuántas alhajas!
De cumpleaños! ¡Qué rico anillo!
No son tacaños Y un par de aretes
Los pretendientes; Con dos corales
Ni es bufonada Grandes é iguales!
Lo que hoy te envía. Y en los paquetes...
Trajes de gala
Conchita Para la boda,
Gorras de moda...
(ap.) (Sólo mi tía Nadie le iguala!
No me dá nada) ¿Quién generoso,
En nuestros días,
Dona Bárbara Cual don Matías?
Será tu esposo.
Una docena
De finos guantes; Conchita
De oro y brillantes
Una cadena Nunca! Aceptarlo
464 EL ATENEO
Fuera un desliz: No se fabrica
Soy infeliz, Perfecto novio.
Xo puedo amarlo.
Conchita
Doña Bárrara
Si cual lo anhelo
Pues, hija mía No lo dá el cielo,
No sé que esperas. ¿Crees que es ovio
Ni que más quieras Darle mi mano
Que lo que hoy día Al primer ente
Se proporciona. Que se presente?
¿No es excelente
Tu pretendiente? Doña Bárbara
Conchita Si así es, en vano
Ha padecido
Buena persona, Tus esquiveces:
Lo es, no hay duda, Ya por dos veces
Muy rico; pero... Le has ofendido;
Yo no le quiero. Ni era cordura
Darle esperanza
Doña Bárbara Si hoy solo alcanza
¡Qué caprichuda! Respuesta dura.
Si no le amas,
Conchita A qué fingir
¡Bravo capricho: Ni consentir
Si el hombre cuenta Correr proclamas,
Más de setenta! Como lo hiciste,
Con tal doblez,
Doña Bárbara Aquella vez
En que fingiste
Quién te lo ha dicho? Las calenturas
Conchita Por no casarte:
Con ver su facha... Todo eso aparte
De que te curas
Doña Bárbara Cuando recibes
La que desea Regalos tantos...
Que el novio sea Conchita
Hombre sin tacha; Mas, por los santos!
Joven, gracioso, ¿Tú no concibes
De gran fortuna, Los mil disgustos
De noble cuna, Que eso me cuesta?
O poderoso, Doy mi respuesta
Si no es muy rica Libre de sustos:
Es una loca, Pobre y oscura,
Pues con la boca Veo muy claro
CAMBIAR PAREJAS 465
Que es caso raro, El destruir
Mucha ventura, Tu porvenir
Verme la esposa Por tal recuerdo,
De hombre tan rico , Por niñerías
Que un milloncico Sin importancia
No es poca cosa: Que en tu ignorancia
Fijo ya el día Ciega creías.
Del casamiento Si ese Canuto
Mas cuando siento De quien me hablaste
Su cercanía, Te ha dado al traste
Pierdo la calma, Con su absoluto
Tiemblo de miedo... Olvido, y años
Y al fin no puedo Tras años vuelan
Darle la palma. Sin que te duelan
Los desengaños,
Doña Bárbara Sólo me admira
Que por tal necio
Tu obstinación Tengas aprecio,
Que hoy no se explica, Eso da ira!
Te perjudica;
Pues la ocasión, Conchita
Lo habrás oido,
La pintan calva, (Con despecho mal reprimido)
Y una se salva Ya es excusado
Si halla marido. Hablar de él,
¡Presto aceptaba Si ha sido infiel
Yo á don Matías! Está olvidado;
Conchita Pues sabes, tía,
iAp. Irónicamente) Que nada espero
Del caballero
(Y bien hacías... Que antes quería.
Quién lo dudaba. ) Mas al entrar
(Alto) Por otra puerta
Mi corazón Temo inexperta
Tiene una tela Desacertar;
Que se rebela Y.si hoy me hastia
Contra esa unión El buen anciano,
Tal vez mi mano
Doña Bárbara Tendrá otro día.
Si aquella llama Doña Bárbara
Que en tu alma ardía
Hoy todavía ( Mirando al reloj de la chimenea)
Tu seno inflama, Más... la hora avanza!
No fuera cuerdo Debo partír,
466 EL ATENEO
Y tú escribir Doña Bárbara
Esta mudanza
A tu exfuturo. Él que esperaba
Cuánto dolor Respuesta tuya,
Para el señor! Y hacerte suya
Tal vez pensaba
Ahora, muy serio,
Conchita No se imagina
Que mi sobrina
Me lo figuro. Es un misterio!
( Tono declamatorio ridiculo, al irse por la derecha. )

ESCENA II

Conchita.

En fausto día, Y el labio topa


El rico suelo Sólo la copa
Y el claro cielo De amarga hiel?
Donde vivía Creíle amante
La madre mía, Que fuera eterno
Cuna nos dió: El lazo tierno
Allí mevió. Que delirante
Yo, la cervíz Con fé constante
Rendí feliz; Me aseguró;
El, me adoró! Y ya murió
Todo es mentira; Aquel cariño
Que ni un momento Que desde niño
Dura el contento: Su alma me dió.
Mi madre espira. De añadidura
Y él se retira Cual una ingrata
A clima extraño, Rival me trata
Para más daño, Ella,
Como veneno (Señalando d la puerta por donde Doña
Quema mi seno Bárbara ha salido.)
El desengaño. y apura
¿Por qué las flores Mi desventura.
De nuestra infancia ¿Pensó tal vez...
Ya sin fragancia, . Qué insensatez,
Con los ardores Que yo eclipsara
De otros amores, La estrella clara
Ajó el infiel De... su vejez?...
Rudo y cruel; Bárbara huye
CAMBIAR PAREJAS 467
Mi compañía, En ser la dueña
Y tal manía De toda gracia ;
Amor no arguye; Y no se sacia
Y más me excluye Si no la enseña.
Hoy que se empeña

ESCENA III

Doñs- Birb&rsi, Conchita


Aquella vuelve trayendo guantes, flores y mantilla, con lo que se pone
á concluir su tocado delante de un espejo.

Doña Bárbara Doña Bárbara


(ap.) (Si encuentro yo
Por mi camino Siempre las flores
Al lechuguino En los cabellos
Que ayer me vió, Hacen más 'bellos
Y me siguió Nuestros primores;
Con tanto ahinco, Y estos mis rizos
Cuando dí el brinco... Se deslucieran
Aunque mujer, Si no tuvieran
Le haré saber Otros hechizos.
Cuantas son cinco.
Mas, no tenía Conchita
Mala apostura;
Por su figura (Ap.) (Ya me incomoda!)
Y gallardía
Bien se veía Doña Bárbara
Que era decente,
Y no es prudente Y en cuanto al traje,
Que al que me gusta Tiene un encaje
Le mire adusta De último moda.
Cual delincuente.)
Conchita
( Alto)
No ves Conchita, (Ap.) (Si está demente!)
Que estoy hermosa
Con esta rosa? Doña Bárdara
(Poniéndose una rosa en íos cabellos.)
Pues el monillo,
Conchita Aunque sencillo,
(ap.) (Pues estoy frita!) No es excelente?
468 EL ATENEO

Conchita Mi pecho se arde,


Que irá á decirme?)
(Cada vez más impaciente) (Alto)
Sí... bien cosido... Si el testarudo
Novio viniere.
Doña Bárbara Dí que me espere,
Que pronto acudo.
Y estos mis guantes, Siempre afectuosa
Son tan flamantes, Le has de tratar.
Como el vestido.

Conchita Conchita

Cual siempre eres.. No ha de tardar.


(ap.) (Vieja dengosa.)

Doña Bárbara Doña Bárbara

Qué? No soy garbosa?

Conchita
Conchita
Muy graciosa.
Sí... muy esbelta!...
Doña Bárbara

No me ponderes; Doña Bárbara


Lo que si nota
Gente galante Ya que estoy lista,
Es mi talante. Hasta la vista.

Conchita
Conchita
(ap.) (Hacen chacota
Cuántos la miran, Hasta la vuelta.
Y piensa ella
Que es una estrella Doña Bárbara
Por quien deliran. )
(Ap. desde la puerta)
Doña Bárbara (Tarde ó temprano,
Niña orgullosa,
(Ap. paseándose garbosamente.) Serás la esposa
(Si á perseguirme Del escribano!)
Vuelve esta tarde ( Vase por el foro)
CAMBIAR PAREJAS 469

ESCENA IV

Canchila

Agitada como quien ha contenido una emoción, da algunos pasos, y se aceren a


la ventana que da illa calle

Mi hermosa tía Se cree fresca


Ya está en la calle: Como una rosa
Luciendo el talle Y ostenta airosa
Qué ufana va. Cuerpo gentil.
Con sus menjunjes No cabe duda
Y sus postizos Que Don Dinero
Llena de hechizos Es caballero
Se cree ya. Muy principal:
¿Quién pensaría Muchacha pobre
Que la pintura Que no le aprecia,
Diera frescura Como yo, es necia,
A una mujer, Tonta cabal!
Y que mi tía ¡Venga mi Creso,
Sus muchos años Loco por mí;
Gracias á engaños Decirle sí
Pueda esconder. Muy fácil es:
Cuanto ella tiene Mejor si pasa
De alguna estima De los noventa:
Se chanta encima Viuda opulenta
Sin ton ni son; Seré después!
Y mientras triste Tal es el mundo;
Vivo encerrada La que lo quiera,
Sin gozar nada. De otra manera,
Do este rincón, No ve la luz.
Ella mostrando. Seré la esposa
Llena de dengues, Del viejo pronto.
Sus perendengues Y al otro tonto
En calles mil, Le haré la cruz.
( Vílsepor la izquierda.)
470 EL ATENEO

ESCENA V

Ca.nuto
Por el foro, observando cárnicamente cuanto vi en la casa de Dofla Bárbara

Estoy en casa Que ufanas muestran


Ya de m¡ bella: Con tanta gracia,
No encuentro á nadie; Nuestras limeñas.
Si estará fuera? Yo de contado
Pues esta cámara Me voy tras ella;
Está bien puesta: Doblo los pasos
Muebles lujosos, Y ya de cerca,
Forros de seda, Veo á la lumbre
Espejos grandes, Que el gas me presta,
Alfombra buena Que la que juzgo
Y las paredes Jó ven y bella
De cuadros llenas. Ni es una diosa,
Y este retrato? Ni flor muy tierna;
Es el de ella! Que ya tendría
Y por Dios santo Más de cuarenta
Que está la vieja 8i bien su cara
Hasta en pintura Aún era fresca:
Joven y esbelta. Ojos saltones,
¡Cuántas conozco Pol dadas cejas,
Que son cual ésta! Espesos labios,
Ayer, ya tarde, Nariz revuelta
Vi en la Alameda Y para colmo
De los Descalzos Bisoja ó tuerta;
A una mozuela: Y más pintada
Yo por el garbo Que una paleta.
Creí lo fuera; ¡Vamos, no hay duda,
Pues la maldita Era bien fea!
Iba bien puesta. Desalentado
Traje Mamante Quedome al verla,
De rica tela; Mis pasos toman
Y ella lo alzaba Pausa discreta,
De tal manera Hasta que mudo,
Que entre las gasas Y no sin pena,
Verse pudieran Lento prosigo
Los piés divinos Mi marcha incierta.
CAMBIAR PAREJAS 471
La noche avanza Ella no acepta;
De sombras llena: Mas al mostrarme
Tras la jamona Como extrañeza
Que se pasea La socarrona
Hácia las calles Me hace una mueca;
Tomo la vuelta: Y luego alzándose
Y, sin pensarlo, Las faldas, presta,
Sigo sus huellas: Con ambas manos
De nuevo admiro Y el pecho afuera,
Su forma enhiesta Se empina airosa
Su andar gallardo, Con ligereza,
Su gentileza: Y ¡zás!... de un brinco
El antebrazo Pasa la acequia.
Que airoso cuelga Lo que ví entonces
Es hecho á torno, Quién lo creyera!
Mientras sujeta No era bicoca!
Con linda mano, Por entre espesa
La cauda suelta Nube de encajes,
De aquellas faldas De rica media
Que al andar suenan Muy bien calzada,
En mis oídos Sale una pierna!
Como un poema! ¡Qué pierna cáspita!
Al ver despacio Es tan perfecta,
Sus muchas prendas: Que un cenobita
Pendientes ricos Solo con verla
Con gordas perlas, Se condenaba.
Finos diamantes Qué tal la vieja!
En las pulseras No bien salido
Y las sortijas De uai sorpresa
Con otras piedras, Pego otro salto,
Presto me digo: Voy de carrera,
La que tal lleva Resuelto á todo,
No es mujer pobre Mas no á perderla:
Ni una cualquiera. No era muy larga
Así volvimos La delantera,
Una gran pieza: Y cuando estuve
Yo siempre firme Cerca, muy cerca,
Tras de mi hembra; Con mi esperanza
Hasta que dimos Luego me deja,
Con ancha acequia Cuando a esta casa
Que el libre paso Lista penetra.
Nos intercepta. Y aunque la miro
Darle la mano Desde la puerta
Para vencerla Subir á escape
Creo oportuno; Por la escalera,
472 EL ATENEO
Ya no me lanzo Más al impulso
A más empresa; De un calavera,
Pero á la lumbre Que sepa darle
De una peseta Diestro la cuerda,
Se cómo vive, Estoy seguro
Por lo portera: Que la sujeta
Rica y avara, Pierde el etribo
Sola y coqueta, Y hasta las riendas;
Protege á alguien Y aunque en su casa
Que aquí se hospeda, La eche de honesta,
De un modo pobre, Yo vengo hoy día
No con largueza; Resuelto á verla!

ESCENA VI

Conchita, Ca.au.ta

Conchita Canuto
(Ap. Viendo á Ctnuio; pero *in Si soy un bruto!
conocerlo de pronto. )
Cuando me dijo
(Advierto ahora Vuestra portera
Que yo esa puerta Que es la casera
Me dejé abierta...) Bárbara Arquijo,
(Alto) No di en la cuenta
Quién es? Que otro apellido
Nunca ha tenido
Canuto Doña dementa,
Tu madre, y que,
Señora... Si quizá el ama
Cielos!! (Conociéndola)
Es de esa rama,
Fácil me fué
Conchita Luégo inquerir
Por tí y por ella,
Canuto ! ! Por vuestra estrella.
Canuto Conchita
Qué es lo que miro? Me haces morir...

Conchita Canuto

Tal vez deliro? Tu madre?...


CAMBIAR PAREJAS 473

Que corta el hilo


Conchita De un ser tranquilo
Parca sañuda.
Hermana Así también
Fué de mi tía. Se fué la mía
Y en aquel día
Canuto Perdí un sostén.

Fué?...murió?... Conchita

Conchita Cuando te fuiste,


Mi buen Canuto,
El día Presto de luto
En que más sana Huérfana y triste
La creí. Me ví : su muerte,
Casi seguida
Canuto Á. tu partida,
Cambió mi suerte,
Y eso?... Y sin consuelo
Desde aquel día
Conchita Me arrojó impía
Hacia este suelo.
Hace tres años. La tía avara
Que en Lima mora,
Canuto Si no me adora
Al fin me ampara.
¡Qué desengaños Ella no es tonta,
A mi regreso! Tiene talento,
Con la delicia Mas al momento
De verte buena, Se le desmonta
Me das la pena El juicio, cuando
De tal noticia. Cree perdido
Ni una semana Por su vestido
Hace que he vuelto, A un casquiblando.
Y hube resuelto Pero... la cosa
De buena gana, No va más lejos
Venir á Lima Con los cortejos:
Sólo por verte... Es virtuosa.
¡El chasco es fuerte Más triste fuera,
Y me lastima! Después de todo,
Pobre señora; Que ella á su modo
Quién lo creyera! No me asistiera.
Vieja no era; Y aunque en verdad,
Mas ya la hora Aquí reclusa,
Llegó sin duda Vivo confusa
474 EL ATENEO
Sin libertad, Mas al fin veo
Bendigo el hado Que doy en Francia ;
Cuyo rigor Ya por se instancia,
Guarda mi honor Voy í'i un liceo:
En techo honrado; Quiere que aprenda
Y hoy que te veo La droguería;
Por fin aquí, Por su porfía
Digna de tí Tomo esa senda;
Siempre me creo. Sigo el oficio
(Onnbiando de tono) De boticario,
Pero... perdona Que es mi calvario!
Lo que te digo, Que es mi suplicio!
Siempre un amigo ¿Qué sentimiento
En tu persona De dicha cabe
Creyendo hallar; Entre el jarabe
Que la alegría Y entre el ungüento?
De verte hoy día Si he recordado,
Me hizo olvidar Con gran ternura,
Tu injusto trato, De tu hermosura,
Y que en mi pecho Me he figurado
Ningún derecho Locura vista
Tiene un ingrato! Querer unir
Tu porvenir
Canuto Al de un droguista:
Y así, exprofeso,
Aunque me acusa No te he escrito,
Toda apariencia, Que cual delito
En mi conciencia J uzgaba eso.
Hay una excusa:
¿Tú no has sabido Conchita
Que fuí en sustancia,
Desde mi infancia Frío y maduro
Ave sin nido? No eras, recuerdo;
Muerta mi madre, Nunca tan cuerdo
Perdí mi dicha Fué mi amor puro.
Y no hay desdicha
Que no me cuadre. Canuto
Pesar profundo
Mi vida entera Hoy ha cambiado
Pronto lacera, Todo, alma mía,
Cuando iracundo
Mi padre avaro, Conchita
Cual un mal hombre,
Me niega el nombre Filosofía
Y hasta el amparo. Te han enseñado,
CAMBIAR PAREJAS 475

Que nó farmacia. Conchita


Canuto Padre cruel!
Quiera el destino
Eres injusta. Que en mi camino
Conchita No dé con él.
Tu amor me gusta ! Canuto
Canuto Parece chanza,
Hazme una gracia: Y en el oficio
Cree, Conchita, Soy un novicio
Que fué sincero Que no se lanza
Mi amor primero. Falto de apoyo.
Rico permita
Dios que me haga, Conchita
Y verás luego Por oro nunca
Arder mi fuego, Mi amor se trunca;
Que si se apaga Y aunque no boyo
Chispa ligera En mar de plata,
Si no ha)' sustancia, Aun sin botica
En la abundancia Seré muy rica
Será una hoguera. Si amor me ata.
Conchita Trabajaremos:
Yo en la costura
Mi amor profundo Hallaré holgura
Feliz se siente Y gastaremos
Muy fácilmente, Muy poca cosa.
Pues en el mundo
Sólo he nacido Canuto
Para tí. Mi bien, deliras;
Canuto Todo lo miras
Color de rosa.
Esencia
De mi existencia, Conchita
Angel querido: Tu amor me falta!
Si es inhumana
Hoy nuestra suerte Canuto
Yo poseerte La fé recobra,
Podré mañana! Mi amor te sobra!
i Lo anterior con entusiuHino; lo
que rtyue con tristeza) Conchita
Mas..ni un tenducho
Mi acaudalado Eso me exalta
Padre me ha dado: Y me hace fuerte!
Dice que es mucho. Bárbara quiso
470 EL ATENEO

Á hombre de viso Que hemos hablado


Unir mi suerte; No sepa
Y aunque el ricacho
Da ya la vida Canuto
Por mí, en seguida,
Hoy le despacho! Objeto
( Yendo á la ventana, la cual ce~ No hay para el caso.
rrara desputs de dar un vistazo );
Conchita
Canuto (Dirigiéndose (1 la derecha )
Corro de ella!
Concha, te escucho Me pondré bella
Enternecido; Hoy que no escaso
Un buen partido... Júbilo siento.
No obstante... es mucho.
[Desde la puerta)
Conchita Mas... no he sabido
Como has venido:
Cielos ! Mi tía Será ya cuento
Vuelve á la casa: Para otro día.
Lo que nos pasa Ne te acobardes:
Que ignore. Todas las tardes
Sale mi tía.
Canuto Tengo la llave
De otra escalera
Fía Que hay aquí fuera,
En mi secreto. Y no lo sabe.
( Yase por la izquierda después
Conchita de señalar á lo interior de su
cuarto al hablar de la escale
ra. Canuto le envía besos jtor
Por de contado seilai. )

ESCENA VII

O&nato

Tras una pierna De pava rica.


Venía osado, Piensa inocente
Y me he hallado Que escuela es Francia
Cosa más tierna! De la constancia,
Está la chica Y ya impaciente
Que me subyuga Cree que pronto
Como pechuga Soy su mitad :
CAMBIAR PAREJAS 477
Eso en verdad Sin pan seguro,
Fuera algo tonto. El amor puro
Y aunque es muy bella, A nadie agrada.
Y es mi tesoro, Que un vejestorio
Si no de oro... Quiera himeneo,
¿Querría ella Que otro deseo
Que al sacrificio Fuera ilusorio
Vaya tan presto ¡Vamos, tal cual!
Sin más pretexto Pero no es prisa
Que amor sin juicio? Que mueve á risa
Y, en puridad, Y sienta mal,
Dar es locura Que un estudiante
Por su hermosura Bien distinguido
Mi libertad. Se haga marido?
Si no utilizo, Fuera chocante!
Si nada gano Y aunque me abraso
Yo con su mano, Por la doncella
No me esclavizo! Iré tras ella,
Si ella guardara Mas no me caso!
Mucho dinero...
¡La hago sincero (Aparece Doña Bárbara, y Ca
Mi esposa cara! nuto finge '-xtar admirando el
retrato Ueella.)
¡Feliz consorte
Ya su contento Ya la otra viene;
A todo evento Que su retrato
Fuera mi norte! Con fuego acato,
Pero sin nada, Vea conviene.

ESCENA VIII

Dob& Barbara, Canuto

Doña Bárbara Doña Bárbara


Qué miro? El prójimo! Parece intrépido:
Tal vez creyéndome No sé que hacer.
De las muy fáciles
Me viene á ver?
Canuto
Canuto
Postura artística,
Retrato idéntico: Talle escultórico,
Es la mismísima! Formas angélicas!...
10
478 el ateneo

Doña Bárbara Doña Bárbara


(Tose; mas como Canuto parece
no oiría, le llama.) Mi nombre... cáspita!
Señor! Señor!
Canuto Canuto
(Fingiendo no hdberla visto hasta
este momento,) Oiga mi súplica
Señora... o» (Cascaras Por compasión:
El lance es crítico!) No ignoro el cúmulo
(Alto) Usted excúseme De urbanas fórmulas
Si un loco amor... Que en caso análogo
(Ap.) (Fuerza es fingírselo. ) Corrientes son;
Pero ridículos
Doña Bárbara Fueron los trámites
Si nada ilícito
(Ap.) (Me haré la enérgica. ) Me trae.
(Alto) Estoy extática
Al verlo aquí; Doña Bárbara
Que sus propósitos,
Si son equívocos, (Ap.) (Ay, Dios!
Fueran quiméricos No es antipático. )
Cerca de mí.
( Gonchita va (l salir por la dere
Canuto cha, mas al oir lassiguientes pa
labras de Canuto, se detiene ñ
Hermosa Bárbara . . . escuchar desde la puerta..)

ESCENA IX

Conchita, ai paño, Doña Bithars, 6&n\xts>

Canuto Conchita
Desde el crepúsculo,
Para mí límpido, (Ap.) (Estoy atónita,
En que los dos Vino por Bárbara,
Nos vimos, súbito Me engaña así!)
De impulso mágico,
De amor frenético Canuto
Presa me ví.
Doña Bárbara Sea benévola,
(Ap.) (Le escucho en éxtasis!) Y uó tan áspera.
cambiar parejas 479

Doña Bárbara Por quien, con júbilo,


Me he hecho el bárbaro
Pero en fin, dígame: Hasta venir
Quién es usted? A verla.

Canuto Conchita

( Con vacilación) (Ap.) (¡Pérfido,


El Doctor Cándido.. Se ha vuelto impávido.
(Ap.) (Hoy sin escrúpulo Le diera látigo
Guardo el incógnito, Hasta morir!)
Así en la red Doña Bárbara
Caerá la pájara.)
En ver propósitos
Doña Barrara Que son legítimos,
Como energúmena
Es usted médico? Haría mal?
Conchita Canuto
(Ap.) (Qué despropósitos Y la política
Oyendo estoy?) Fué siempre mérito
De una aristócrata
Canuto Final y cabal.

Sí, y homeópata. Doña Bárbara


(Ap.) (Ser farmacéutico Si es honorífico
Ni jaropístico Ese amor férvido,
Declaro). (Aito) Soy Ya más explícita
Hombre científico,
A usted diré
Del gran Hipócrates Que ayer, muy plácida,
Digno discípulo. Ví cpie siguiéndome
Soy... portugués... Venía, que íntimo
Mi gozo fué.
Doña Bárbara
C Octn cierta ironía) Canuto
Doyle mi pláceme. Hermosa...
No soy científica,
Tampoco Cándida... Conchita
(Ap.) (Pícaro)
Canuto
Canuto
Usté ángel es,
Hermosa Bárbara, Guapa y simpática,
480 EL ATENEO
Mi amor indómito ( Ilesa en la mejilla a río/la Bdr
hora. Conchita al ver eso rae
Se explica bien. desmayada, con rutilo, hacia el
Cuando en su espléndido interior del escenario. )
Paso aerostático,
Que fué de sílfide Conchita
Agil vaivén, (Ap.) (¡Un beso, mísera!!)
Admiré idólatra
Su cuerpo mórbido,
Y sus piés mínimos Canuto
Absorto ví Extraño estrépito!
Entre las diáfanas
Blondas magníficas,
¡Tuve unos vértigos Doña Bárbara
Dentro de mí!...
Concha cayó!
Dona Bárbara
( Van con ligereza hacia Conchita,
No es usted púdico. tu lerantan desmayada y la po
nen sobre el sofá. 'Jhdo esto sin
interrumpir el diálogo.)
Conchita
(Ap.) ( Pues es un cínico!) Canuto
Golpe terrífico!
Canuto No es epiléptica?
No soy platónico:
Pero jamás Doña Bárbara
He sido lúbrico: Nunca!
Soy hombre práctico;
Y, aunque teórico, Canuto
Eso no es más
Que en lo quirúrgico; Y linfática?
Pero en los ímpetus
Tiernos, fosfóricos, Doña Bárbara
Del corozón Lo ignoro yo.
Soy hasta empírico.
( Tomándola por el talle) Canuto
Doña Barbara
Pues está rígida !
(Ap.) (Me quema su hálito,
Pierdo el espíritu!) Doña Bárbara

Canuto Sí, cadavérica!

Hoy mi pasión Canuto


Se hace volcánica. Sólo es un síncope.
cambiar parejas 481
Doña Bárbara Doña Bárbara
¿No hay que temer? ( Volviendo muy afanada. )
Está aun exánime?
Canuto Cuál su diagnóstico?
Un poco de álcali Canuto
Y este específico
Bastante tónico No es nada.
La harán volver.
(Sacando un bolecillo de pildora* Doña Bárbara
del bolsillo.)
Sí,
Doña Bárbara \ a menos pálida,
Mueve los párpados.
( Yéndose por la izquierda preci-
piladamente.)
Canuto
En mi recámara
Lo tengo y súbito (Preixirando la pócima)
Torno trayéndole.
Con sólo un décimo
Canuto Disuelto aquí
De aqueste glóbulo,
(Siguiéndola hasta ta puerta. ) Que es un antídoto
Antiespasmódico,
Y agua además Se pondrá bien.
Para la pócima,
Con una jícara. (Haciendo que Conchita beba)

( Volviendo á Conchita le toma las Doña Bárbara


manos y las besa.)
Tal vez es tósigo?
Querida tórtola, Me causan pánico
Te haran quizás Los homeopáticos!
Volver mis ósculos.
( Ap. Con aire socarrón. ) Canuto

Remedio enérgico Loco desdén :


Y muy prolifico Si de una píldora
Me pidió ayer Que es microscópica,
Papá solícito: Sutil partícula
Son estas cápsulas Vida nos da,
Antiflogísticas Sólo un empírico
Que ella á beber Del arte médica,
Va, voto al chápiro! Ciego y sacrilego,
482 El, ATENEO

Dudar podrá. La bella tísica


Que adoro yo.
Doña Bárbara Con un pulvículo
Ella muy tétrica, Puesto en el líquido
Hipocondríaca Logró la párvula
Y melancólica No parecer.
Se levantó.
Doña Bárbara
Canuto
(Que ha abierto la ventana, vuel
ve hacia Conchita, y hasta eljln
Influjo eléctrico de la escena quedará intcrfnt**-
Hoy del oxígeno tu entre Canuto y ella, de modo
que no puedan hablarse ).
Sobre los órganos
Lo creo yo. Viene lejísimos
Tu novio réprobo;
Dona Bárbara Y vendrá ávido
Ya de saber
¿No es estrambótico Tú allá compóntelas;
Que un viento próspero Que á la otra cámara
Trajera á un físico El doctor Cándido
A este lugar? Venga.
Canuto Canuto
Yo, dichosísimo, Yo sí
Si con mi régimen
Lograra crédito, Conchita
Y ella sanar.
(Levantándose colérica, y en tono
Doña Bárbara resuelto).
(Yendo á abrir la ventana) No soy yo tímida,
Ni pusilánime;
Pero aire démosle. Ni para víctima
Jamás nací.
Canuto
Doña Bárbara
(A Conchita, sin que doña Jiár-
hara la oiga, y en tono burWn.
Otnchita, ya repuesta, oye las Vamos! Qué ímpetus!
burlas con absoluta frialdad).
Eres temática.
Ella no es sólida,
Hasta raquítica Conchita
Me pareció.
También es tímida Pues, tía, escúchame!
Y pusilánime Voyle á aceptar!
CAMBIAR PAREJAS 483
Canuto - O de algún títere,
No puede ser.
(Aparte bastante contrariado)
Canuto
(Qué oigo? Y colérica
Cual una víbora, (aí'.) (Está hecha un fósforo,
Como hidrofóbica Y en frase irónica
Parece estar. ) Me dá cantáridas!
Ni como hablar )

Conchita Doña Bárbara


( Tomando d Canuto del brazo lo conduce
Su amor fanático por la puerta de la derecha)
Ahora es recíproco,
Acepto el vínculo Doctor carísimo,
Con gran placer; Es maniática,
Que ser la cónyuge Y esta vez única
De un vil peruétano, Me va á agradar.

ESCENA X

OonchíU

Postreras lágrimas De un viento próspero,


De amor purísimo, Lleváos el fúnebre
Mojad mis párpados Crespón mortífero,
Por la vez última. Que ya mis últimos
Resistir lángida Sueños fantásticos
Suerte despótica, Envuelve lúgubre.
Con armas débiles, Venga una máscara
Fuera rídiculo. Que cubra hipócrita
Si el hado sórdido, Hoy mi faz lóbrega!
Tras el estólido Ya, felicísima,
Viejo decrépito Surcando el piélago
Lleva mi espíritu, De helado páramo,
Mantengo el ánima Camino rápida
Cual muerta lámpara, Hacia aquel tálamo
Y á mi amor dígole Que miré trémula
Un adios postumo. Como un patíbulo.
Mentidas ráfagas
484 EL ATENEO

ESCENA XI

Dor Mati&s, Conchita,


(El primero por el foro; la segunda se adelanta il recibirlo hasta la puerta)
Don Matías Quizá más fría
Cambie mañana.
Con cuánto gozo
Le doy los días. Don Matías
Conchita (Que ha escuchado cada vez más asom
brado)
Y su alborozo, Por Santa Rita!
Buen don Matías, Niña adorada,
Será más justo Bella Conchita,
Cuando le diga, Divina hada
Llena de gusto, Que me da el cielo;
Que no una amiga Estupefacto
Sino una esposa La escucho y lelo!...
Le abre los brazos; Pues en el acto
Pues que amorosa Usted, mi vida,
Los nobles lazos Será al momento
Que usted me ofrece Obedecida.
Acepto ufana; Me ahoga el contento!
Que mi amor crece, Tanta ventura
Que tengo gana, Me parecía
No es embolismo, Sueño y locura;
Me voy al grano, Mas este día
De hoy .día mismo No sé que grato
Darle mí mano. Presentimiento
En fin, ser suya Me vino un rato
Pronto deseo, Al'pensamiento:
Y que concluya «Ella es muy buena,
Nuestro himeneo Que la amo sabe;
Luego, esta noche, Dando á mi pena,
Que es lo más presto; Tal vez acabe
No me reproche Inmensa dicha.»
Usted por esto; Pensaba yo:
Que en mi albedrío «Si se encapricha
Usted ya sabe, Y me da el nó,
Aun yo no fío Me lo diría
Y todo cabe : Por una carta
Si usted confía Ella ó su tía. »
Y hoy no me gana, Con esta sarta
CAMBIAR PARUAS 485
De conjetura!?, Que hoy se confirma,
Juzgaba ilesas Dentro de un rato
Y muy seguras Tendrá la firma.
Ciertas promesas Con dos amigos
Que usted me hizo; De añadidura
Y ahora ¡me encanto Para testigos,
Si satisfizo Y el padre cura
Deuda tan santa! Que no es odioso;
Así previsto, Como lo mandas
Desde temprano Seré tu esposo
Todo está listo: A las volandas!
Un escribano, Conchita
Que es mi colega,
Si no ha venido Hoy es mi santo,
Ya pronto llega Y seré firme;
Por mí advertido; ( Yéndose por la derecha)
Y aquel contrato Más, entre tanto,
Voy á vestirme
ESCENA XII
Don Ma,tÍ3,S, fuera des!
Debo lograr A iloñn Bárbara que aparece en el um
Este momento! bral ib- la purria por ilnnüc salib «II-
teríornlenle con Canuto. )
Que mi contento
Se puede aguar Muy pronto voy
Si marcho lento. A ser su dueño!
Cayó en la red Todo mi empeño
Con mi porfía Se colma hoy;
De cada día! Ya no es un sueño!
Tengo ya sed
De verla mia. ( Yí£ndoKo precipitadamente)
Sí; soy feliz! Su gran virtud
Que esto muchacha Es como el oro;
Tan vivaracha Y es un tesoro
Hoy la cerviz Su juventud
Al fin agacha. Que yo devoro!
ESCENA XIII
Doña, Bárbara, Canuto
uelln sale y se dirige á la puerta del foro, por donde se fué don Matías Oanu-
[o. ucnuuiaKo la si
^^n.",';,.1.,.,.!°_ltt « distancia. Don Mal fas no ha vlíio nifts qu¿
a Doiía Barbara.)
Doña Bárbara Este futuro
De mi sobrina.
Si así camina No es ton maduro.
11
486 EL ATENEO

Que se ha casado Canuto


Hoy, es un hecho; (Como queriendo despedirte)
Va desalado, Beso su mano.
Tan satisfecho.
Doña Bárbara
Canuto
Nó; hasta mi vuelta:
(Ap.) (Estoy absorto! Irse hoy es vano,
Papá se casa! No le doy suelta.
No lo soporto!) Si usted me ama,
Doña Barbara Que entre deseo
En el programa
Y lo que pasa Del himeneo.
Haberlo quieren
Nuestras vecinas, Canuto
Por si vinieren,
Pues son muy finas, (Ap.) (Que tal el guiso!)
Al matrimonio:
Intimas son. Doña Bárbara
(Con intencion)
Canuto Tener la norma
(Ap,) (¡Pues al demonio Será preciso
Con esa unión!) Del modo y forma
Para ese lance.
Doña Bárbara Canuto
Voy pues á verlas: Pues permanezco.
Están á un paso; (Yase Doña Bárbara)
Son unas perlas Y en este trance
Para este caso. Cuanto padezco!

ESCENA XIV

Canuto, después Conchita

Canuto Que sin tardanza


Ella se explique,
[Cerrando la puerta del foro) Y ponga un dique
A angustia tanta,
Sí; á ello accedo Que ya me espanta!
Y aquí me quedo. Horrible cosa:
Yo no concibo Ella, su esposa;
Ningún motivo El, su marido;
De su mudanza. Ella, que ha sido
CAMBIAK PAREJAS 487

Mi amor primero; Y no dudabas!


Él, á quien quiero Y en tu mollera
Por que es mi padre; No eran quimera,
Aunque taladre Qué desvarios!
Mi vida entera Los amoríos
Y verme quiera Que ho simulado!
Por su egoísmo ¿Te has alocado,
En un abismo. O eres pueril?
Que esta coyunda
Tal vez me hunda, Conchita
Es lo creíble:
Ya no es posible Véte, hombre vil,
La confianza, De mi presencia:
Ni hay esperanza, Tu inconsecuencia
Según colijo, Hoy es palmaria.
De que por hijo
Ya me declare. Canuto
Dios me depare Tu extrafalaria
Buena entrevista, Metamorfosis
Aunque resista Guarda una dosis
Ella. ¡Conchita! De gran malicia,
O de codicia:
( Tocandofuertemente a la puerta.) La ira abultas
Ya me palpita Conchita
El pecho. ¡ Pronto,
Abre! O desmonto Y tú me insultas?
La cerradura.
Por qué tan dura Canuto
No oyes, cruel?
Perdon, si claro,
Conchita Soy sin reparo;
(Abre y tale enojada y resuelta) Que ya me injuria
La extraña furia
Quítate, infiel! Con que tú obras.
Márchate, infame! Cuántas zozobras
Que ella te ame! Das á mi pecho
Con tu despecho!
Canuto Cuando creía
Que ya eras mía,
Conque la tía No calculaba
Tal te volvía? Lo que te amaba.
Conque tú, alerta, Hoy me asaetea
Tras de la puerta Tan negra idea:
Nos escuchabas, ¡Verte de otro!
488 EL ATENEO
Me hallo en un potro Conchita
Con tus desdenes.
El beso!
Conchita
(Llwando) Canuto
Pero...á que vienes? Lindo pecado!
Si c-m» te ha dado
Canuto Las calenturas, '
¿Por qué procuras
Porque te adoro... Con fuego insano
Ser de un anciano?
Conchita ¿Darte impaciente
Crees decente,
Y por qué lloro?... Si te embauco,
Porque mentías! A ese caduco?
Y ahora, malhaya!
Canuto Pasa de raya
Tu desvarío:
Frases vacías! (8i'lemt'r:mente)
Si acusan dolo
Encierran sólo ¡El padre mío
Por mi martirio, Es tu futuro!
Ese delirio Te lo aseguro,
Que te enajena Y lo reprocho.
Cual á una hiena.
¿Crees. en fin, Conchita
Que soy ruin?
Que cual malvado ( Otn atfíiiirudóji )
Te he engañado?
Que este amor puro El viejo chocho?...
Finjo perjuro? Cómo creer?...
Y (pie naufrago
En negro lago Canuto
De villanía
Por la tal tía? Me ha dado el ser!

Conchita Conchita

Y aquello... y eso?... Y lo ocultaba!


Y me engañaba!
Canuto Jamás me dijo
Que tuvo un hijo.
Que es eso?... ¿Y este mal hombre
CAMBIAR PAREJAS 489
Te niega el nombre Perdón, Conchita:
Y aun el amparo. Siendo maldita
Porque es avaro La suerte aviesa
Su señoría? Que en mi alma pesa,
Falté al decoro,
Canuto Y en fin por oro
Seguí á tu tía,
Conchita mía, Sin otro guía.
Ya que tristeza De aquella idea,
Mi ligereza Por cierto fea,
Causarte pudo, Ya arrepentido,
De idea mudo, Perdón te pido.
Y ser tu esposo No medí, ciego,
Quiero ya ancioso, El santo apego
Por más que el hado Que á mí te unía,
Se muestre airado. Tan raro hoy día!
Ni supe ver
Conchita Hoy, al caer
Tú como el rayo,
Pues me das signo Que ese desmayo
De ser tan digno, Era por mí.
Hoy sí, ya creo
Que te poseo; Conchita
Y ya contrita
Tu fiel Conchita Era por tí.
Pide perdón.
Si dió ocasión Canuto
A tus cuitas
Con infinitas De amor me abraso.
Insensateces.
Que no mereces. ( Tocan d la puerta del foro cuan
do Jtc han abrazado)
Si algo me abruma,
Como una espuma Conchita
Bulle mi seno,
Mas no hay veneno; Mi tía acaso?
Mi genio es tal,
Fuego sin mal. (El diálogo sigue muy quedo)
Perdón, te digo,
Mi buen amigo. Canuto

Canuto Quizá mi padre?


(Con ternura)
Conchita
Yo también reo
Soy y deseo Pues, aunque ladre,
490 EL ATENEO

Punto final A esa vivienda,


Pondré á su mal. Que no compreda
Que hay gente aquí:
Canuto Ve pronto.

Irme prefiero. Canuto

Conchita Sí.

Pues ve ligero ( Vase por la derecha )

ESCENA XV

Don Matías, Conchita,

D. Matías Tanta fatiga;


Y, bien mirado,
( Vuelve muy afanudo) ¿A qué tal prisa?
He vuelto presto, D. Matías
Mi buena amiga.
Me hallo dichoso Mi amada, sólo
Hoy, sin medida, Me mataria
Pues alié al paso, Un desengaño;
Cuando salía, Que las fatigas
A don Antonio Son ilusorias,
De Paparilla, Si en mi delicia
Amigo viejo, Hoy hacia el cielo
Que felicita La senda guía.
Nuestro consorcio. Pero. ..qué veo?
Como me estima. Qué la contriste?
Ya por mi ruego La encuentro mustia
El se encamina Y aún no vestida.
A dar los pasos
Que yo debía, Conchita
Mientras ansioso
Vuelvo en seguida Up.) (No se qué haga,
A gozar plácido Ni qué le diga).
Su compañía.
D. Matías
Conchita
Si por casarse,
Puede enfermarlo Hermosa niña,
CAMBIAR PAREJAS 491

Con un notario, Desde que adoro


Se le imagina Su faz divina.
Que será todo Y su conducta
Estar metida Tan recogida,
Entre escrituras Yo no he pensado
Y entre partidas, Más que en la dicha
Con amistades De ser esposo
De mala tinta, De usted, Conchita.
Y litigantes
De alma mezquina, Conchita
Mil y mil veces
Se engaña, hija: Usté escribano
Cual reina en casa Es, don Matías;
Será usted vista, Y no es extraña
Por mí y por todos Ya la falsía.
Obedecida.
Yo, por mi parte, D. Matías
Bien preveía ¡Qué es lo que escucho
Ventura tanta, Bella amiguita?
Que largos días ¡Y usted me lanza
De amor constante
Tal invectiva?
Ya merecían. ¡Un escribano
Decir falsías!
Conchita Eso es de lenguas
(Ap) (Tengo una idea Muy viperinas;
Que me domina; Una calumnia,
Si me salvare... Que su boquita
Será bendita!) Decir no debe
(Con tono de reconvención) Cuando es tan linda
Que usted me quiera?
Eso es mentira! Conchita
Pues sus acciones (Ap) (Por no enfadarme
No eran muy lícitas. Hasta se humilla)
D. Matías D. Matías
Pero... qué cambio! De que la adoro
¿Hoy todavía Cual la fé misma
Siguen las eludas Le he dado pruebas.
Y aún vacila?
Cuando usted sabe, Conchita
Amada mía
Que esta me llama Pues resentida
Será infinita Me hallo.
492
EL ATENEO
Usted tenía
D. Matías Un hijo...
Dos años D. Matías
Hace, mi vida,
Que la conozco; (AP.) (Cielos!
Mi alma contrita La casa encima
A otra ventura Se me desploma).
Tal vez no aspira
Que al cielo puro Conchita
De sus caricias.
Cuando sus ojos Y lo encubrían
Blandos me miran, Como un misterio
¿Usted no sabe Las engañifas
Que me fascina? Que ponderando
Con fé sincera Su alma sencilla,
Créame niña Carácter noble,
Que nunca supe Conducta rígida
Decir mentira. Y buen pasado
Oj).) (Pues esta es una, Me repetía:
Y nó muy chica.) Hoy todo eso
Són retahilas.
Conchita
Probablemente D. Matías
Agradecida Quién tal embuste
Hoy escuchara Traer podía
Frases tan finas,
Si no tuviera Conchita
Las fidedignas
Pruebas que ofrecen Señor, excuse
Suma malicia Las negativas;
Ln su conducta Sólo provocan
Que no es muy digna. De Dios la ira!
D. Matías D. Matías
No la comprendo! Aunque eso fuera
Oscuro enigma Cierto, alma mía,
Son sus reproches De error pasado
No entiendo pizca. Ser ahora víctima
No fuera justo.
Conchita Ni perjudica
Tal circunstancia
Voy á ser clara: A nuestra dicha;
CAMBIAR PAREJAS 493
Pues al muchacho, D. Matías
Si en casa habita,
Cual á heredero Virtud tan sólida
Nadie lo mira; Harto me humilla!
Ni sus derechos Tanta ventura
Se legitiman, No merecía:
Ni he de dejarle Diera contento
Nada: la rica Toda mi vida
Será usted sola... Si usted me vuelve
Á dar su estima.
Conchita
Conchita
Me petrifican
Tales propósitos! Y pensar debo
Qué! ¿Usted creía Que usted sería
Que me casaba Un buen esposo
Hoy por codicia, Cuando se olvida
Que no le quiero, De ese sagrado
Que me vendía! Deber que liga
A un hombre bueno
D. Matías Con su hijo?
No he dicho tanto. D. Matías
Conchita Hoy día
Más la idolatro;
Ah! Don Matías, Mujer esquiva,
Esa creencia Tanta nobleza
Mucho lastima: Más me esclaviza;
Su fé y constancia Ordene luego,
Me parecían Sea mi guía:
Poco comunes, ¿Cómo portarme
De aprecio dignas; Para servirla?
Grato mi pecho
Al fin palpita, Conchita
Y si á ser suya
Por fin me inclina Si en sus deberes
Lo mueve sólo Justo se inspira,
La simpatía. Muy bien trazada
Tiene la vía;
( Confingimiento) Tienda al mancebo
Y hoy... bien lo veo, Mano benigna;
Aún una chispa Reconocerlo
De aquelle llama Sólo es justicia;
Mi seno abriga. Préstele apoyo
12
494 EL ATENEO
Con hidalguía, Conchita
Y así remedie
Tantas desdichas No la rechazo,
Que sin ser huérfano Que soy sumisa.
Tal vez sufría. A una acción justa
Su amor me obliga:
D. Matías En favor suyo
Sustituírla
Tan santos votos Hoy mismo ansío,
Bien me edifican! Y que reciba
Es usté un ángel, El hijo nuestro,
La virtud misma. De manos mías,
Esta sorpresa
(Ap. Buscando en los bolñllosun Que le es debida;
pa}'el; que al Jin encuentra) No su madrastra,
(Esta escritura Seré su amiga;
Que aquí traía, Y usted... no dudo
Como palanca Que lo permita...
Definitiva, D. Matías
Con que venciera ( Entusiasmado)
Tantas porfías,
Aunque pensaba Usted es dueña
Ya destruírla, De esa partida!
Hoy sea el premio Ya de mi voto
De acción tan digna!) No necesita!
(Alto) De amor en prueba Darle mi nombre?
Aquí traía Lo haré en seguida!
Esta escritura Su amor tan santo
Que es donativa: Me purifica:
A usted por ella Ya me despojo
Cedo, querida, De mi avaricia;
Treinta mil duros, Le pertenece
Con una finca Cuanto tenía;
Que en Miraflores Seré su esclavo
Se encuentra sita. Mientras yo viva.
(Aparece Canuto por la misma
(Dándole el papel. Conchita lo puerta por dónde salió ante
recibe con fingida vacilación) riormente).

ESCENA XVI

Dichos, Canuta
Canuto No sé el negocio;
( Me encuentro en ascuas ! Pero Conchita
Como termina Lo habrá enredado
CAMBIAR PAREJAS 495
Pues es ladina. Aunque severo
En el encierro Usted cubría
Ya no cabía : Nueva tan grata,
Salir es fuerza; Mi alma se excita,
Me martiriza Compartir quiere
La incertidumbre: Sus alegrías.
Razón fingida
No ha de faltarme.) D. Matías
D. Matías (Ap.) (Todos son ángeles
En este día!)
Mas, se aproxima ( Alto ) pues aquí viene,
Aquí Canuto, Bella Conchita,
¿Cómo, á fe mía, Mi hijo... Canuto.
Me has encontrado?
Qué me querías? Conchita
Canuto Muy buenos días.
(Como inventando una mentira) Canuto
Muy casualmente Los piés le beso
Ví que decían Mi señorita.
Cerca de casa
Que usted se iba (Alvo embarazado. Ap.)
A casar luego, (Estoy á oscuras,
Y aun añadían ¿Cómo se explica?...
Que aquí habitaba Mas, sus miradas
La prometida. Me tranquilizan.)

ESCENA XVII

Doña. Birb&r&r Dichos

Doña Bárbara De la buhardilla


Dijo que el mueble
Ya nada falta, Pronto traería.
Todo se alista: Como el piano
Vendrán, por cierto, Tocan las niñas,
Nuestras vecinas, Bailaran valses,
Que están contentas Y habrá cuadrillas,
Con la noticia, Con esos jóvenes
Y nuestro músico Que más arriba
496 EL ATENEO
Viven, y otras (Diriaifmlose hacia la puerta de-
Gentes amigas. foro. Canuto y D. Matías la si
guen)
Y hasta el dulcero
De nuestra esquina Conchita
Traer ofrece
La dulcería. (ap.) (Parece chanza!
Dentro de poco, La cosa es crítica!
Tendré reunida ¿Cómo mostrarles
En esta casa Que eran ficticias
La comitiva, Tantas promesas
Y será todo Hoy repetidas?
Placer, sobrina! Que no me burlo
De don Matías?
D. Matías Eludir cómo
La justa tirria
Siempre tan buena Ni los vejámenes
Y tan cumplida De aquella tía
La guapa Bárbara. Que hoy por Canuto
Me casaría Necia delira!
Tambien con ella No tendré fuerzas;
Si permitida Que Dios me asista!
La poligamia No hay más remedio
Fuera hoy en Lima. Que nuestra huida!
Mas, á Canuto,
Doña Bárbara ¿Como podría
Mi plan contarle?...)
(Mirando intencionalmente á Canuto)
La idea sólo Doña Bárbara
Ya me horroriza
( Volviendo al primer termino)
Conchita
Pero Conchita
(Ap.) (No sé qué haga! No sé ?.n qué piensa
Qué tal crujía! Ni está vestida.
Y en este lance
No hay más salida. ) D. Matías

Doña Bárbara Para agradarme


No le precisan
Mirad la sala Otros afeites.
Que se ilumina;
Sin esas mesas (Conchita comienza a reírse de
una manera continuada 6 in
Que se retiran, contenible. )
Tendrán más campo
Las bailarinas. Por qué tal risa?
CAMBIAR PAREJAS 497

Canuto Que Rosalía,


(Este es el nombre
Es carcajada De la heroína)
Intempestiva. Pobre muchacha,
Que se moría
Doña Bárbara Por un mancebo
Que era su vida,
Tampoco alcanzo Por ciertas causas
Por qué te rias. Bien peregrinas,
Se vió un momento
Conchita De prometida
A un buen vegete
( Como queriendo contenerse) Que no quería;
Porque juzgando
Pues... sin quererlo, La pobrecilla,
Yo me reía Que cual Otelo
De una historieta Es celosísima,
Muy divertida, Que su adorado
Que casualmente La posponía
Leyendo iba Por una vieja
Cuando llegasteis Que la hostiliza,
Hoy de visita. Al viejo ofrece
Mucho interesa, Llena de ira
Voy á decirla; Con él casarse
Cansar no puede El mismo día.
Pues es cortita. Mas pronto llora
Arrepentida,
D. Matías Al ver que engañan
Su fantasía,
Ya con gran gusto Que es soñadora,
Vamos á oirla. Palabras fictas
Que el mozalvete
Boña BÁRBARA Burlón le enfila
A la tal vieja.
Pues no comprendo Y Rosalía
A esta loquilla: Llega hasta el colmo
Tiene unas cosas... De sus cuitas,
Canuto Cuando descubre
Que don Tobías,
(Aí,.) (En mí se fija Esto es, el viejo
Cual si quisiera Con quien la chica
Ser comprendida) Iba á casarse,
De resentida,
Conchita El padre era
Pues es el caso Del joven Fidias.
498 EL ATENEO
D. Matías Para sabidas,
Siendo bastantes
Extraña cosa! Las sobredichas,
A la muchacha
Canuto Le causa grima
Ser del anciano,
(Ap.) (Son como vistas Y la horripilan
Sus intenciones.) Las mil promesas
Que la maldita
Doña Bárbara Por mil razones
H echole había:
Y quién es Fidias? Así es que teine
A don Tobías
Conchita Y hasta á la vieja,
Y que de Fidias
Pues... el muchacho Nunca la esposa
Que Rosalía Tal vez sería
De veras ama: Si los dos viejos
(Tú,vidamía) (Ap. acanuto^ Llenos de envidia
Por separarlos
Canuto Juntos conspiran.
Y ella comprende
(ap.) (Yo!...) Que en tal crujía
No hay más remedio
D. Matías Que la partida
(Con aire de haber comprendido ) Con su adorado.
(Mirando intencionahnente á OimUo)
Ya!
Canuto
Doña Bárbara
Fuga precisa.
Comprendo.
D. Matías
Canuto
(A Conchita)
¿Y á cual se liga Que la cachaza
Por fin la bella? Fuera bonita,
Cuando se encuentran
D. Matías Comprometidas
Las esperanzas
Sí; ¿quién la pilla? De un alma fina.

Conchita Canuto

Por causas largas (Ap.) (Ahora entiendo


CAMBIAR PAREJAS 499
Lo que querías.) Tú á componerte,
¿Y cómo acaba Yo á recibirlas...
La novelita?
( Yéndose por élforo)
Conchita
Conchita
(Con embarazo)
En un momento
No sé: leyendo Yo estaré lista.
Hasta aquí iba
Cuando llegasteis. (ilirada de inteligencia con Canuto.
Vase por la derecha.)
No es novelita,
Que es del teatro. Canuto
Canuto Yo también corro
Por mi levita;
Ya se adivina Que en este traje
Que como el viento Mal me verían.
Volará Fidias
En busca de una D. Matías
Buena berlina,
Para fugarse Y aquella cosa
Con su querida. Que prometías,
Como tan buena.
Conchita
Canuto
Si no era tonto
Así lo haría Ya, la bebida;
Pues casualmente
D. Matías Aquí venía:
Un grano solo
Aunque irrisorias, En agua líquida
Estas piecillas Cura el estómago,
Me gustan mucho! Y fortifica.
Doña Bárbara (Da'á D. Matías el mismo bolecillo que
sacó para curar á Conchita, y des
pués se va.)
{ Viendo d varios convidados, al través
de la puerta del foro)
D. Matías
No á mi, sobrina,
Cuando ya llegan Pero no tardes;
Las vecinitas. Te necesitan.
500 EL ATENEO

ESCENA XVIII
Boa MtiUs
(8c dirige A la mesa, examina el boteolllo, toma una pildora y la disuelve en
agua, en el mismo vaso en que Conchita bebió.)
D. Matías (Señalando a las regalo* que se hallan
tobre la meta, )
Parece broma,
Pero esta toma, Si han sido latos
Fortificante Los alegatos;
Y estomacal, Si pretensiosa
En este instante, Todo lo osa
No me hará mal. La contraparte:
Busca con arte
(Bebiendo) Fórmulas meras,
Y otras esperas;
Dice Canuto Si el actuario,
Que el diminuto (La buena tía
Globo disuelto Que me servía)
Ya me habrá vuelto Siguió el sumario
Todo vigor... Siempre constante,
Mejor. . . mejor, Al litigante
Si mi expediente Empedernido,
De pretendiente Y lo ha batido
Termina hoy. En cada instancia,
(Pauta) Qué feliz soy! En concordancia
Pues este juicio Con mi deseo,
Que en mi perjuicio No es devaneo,
Se prolongaba, Ni orgullo vano
Ya pronto acaba! De un escribano!
Si en el litigio Mi afan prolijo
Gasté prestigio; Hace de fijo
Pruebas notorias, Que, aunque con pausa,
Y perentorias; Gané la causa!

ESCENA XIX
Conchita, Boa Matías
Conchita Y vendrá el coche,
(Dirigiéndose
la calle,) ' d la ventana y mirando d Que vVa es de noche. ')
UP.) (Ya el caminito Matías
Está expedito; Mi sol ya sale:
CAMBIAR RAREJAS 501
Más que él no vale D. Matías
Ningún lucero!
Qué necesitas?
Conchita
Conchita
(Con zalameríafingida)
Estas cajitas;
Sí?... lisonjero,
Pues yo querría, ( Tomando las cajitas de alhajas.)
En este día,
Ser más hermosa, Que mi tocado
Para la esposa No he acabado.
Del que me ama.
D. Matías
D. Matías
No tardes mucho:
Fuera en mi dama Música escucho
Muy vano empeño. Y ya el piano
Conque. . . no sueno?. . . Se oye lejano;
Por fin me amas? Será la gente
Que diligente
( Comienza a oirse música en el exterior. Tu tía trae,
Conchita, como burlándose, le tienda Que se contrae
la* (/o* manos a I), Matiax y contesta
cantando, siguiendo con lo voz lo me A tu festejo,
lodía que oye. )
Y no me quejo:
Conchita Más de un amigo,
Que ya contigo
Verme querrán,
Si lo reclamas, Y bailarán
Caro Matías, En la ligera
Toma las mías: Fiesta casera,
Te doy las dos. Según barrunta.
1). Matías Conchita
(Enajenado, besa las violtos que Con
chita le tiende, y la quiere atraer ha Pues vuelvo al punto.
cia si como pal a acariciarla.)
(Ap. oyéndose)
Eres mi Dios!
(Hoy que le dejo,
Conchita Seré mi viejo
El que más dance
(Si? deshace de íl y se dirige ú la mesa.) Y...que me alcance..
Cálmate; alguno ( Kntraie por la derecha, empuja la
Puede importuno... puerta y se oye el cerrojo que por
dentro corre. )
13
502 EL ATENEO

ESCENA XX

Don Matías
( Con entusiasmo coreclente )

Todo está hecho Que se concluye


Y arde mi pecho Hasta ya excluye
Como una fragua La apelación;
Pues esa agua Pues transacción
Que me he bebido Es amigable
Ha enardacido Y ya no es dable
Ya mi cabeza. Que ningún hecho
¡Con qué presteza Turbe el derecho
Y gracia tanta De propiedad
Muevo la planta! Que en su beldad
He adquirido
(Hace unas piruetas) Como marido,
En conclusión,
Como si fuera Ya posesión
La edad primera. Toma mi alma,
Y en santa calma,
( Pauta ) Unese á eso De aquel tesoro
Que este proceso De pronto exploro

ESCENA XXI

Boas, Bárbara, Boa Matías

Doña Bárbara Cansarla á una


Y es importuna
(Entrando afanada) Ya la tardanza.
Qué es de Conchita? D. Matías
Pues necesita Más no responde...
Que la riñamos
Doña Barbara
( Tocando á ta puerta)
Parece chanza
Llamaré pues.
Abreme, vamos! D. Masías
No es muy cortés Tal vez se esconde?
cambiar parejas 503

Doña Bárbara D. Matías


( Toca, como queriendo oir por la
Pues fuera chiste! cerradura. )
Pues, aunque toco
No escucho nada.
D. Matías
Doña Bárbara
Si aún se viste?. . . (Queriendo abrir la puerta, que
se resiste.)
Corrió el cerrojo:
Extraño antojo!
Doña Bárbara Pues voy á ver
Del otro lado;
(Con inquietud) Quiero saber
Porqué ha tardado.
Estuvo, ha poco,
Bien desmayada. ( Vase por el foro.)

ESCENA XXII

Don Matí&s, después S§ii Márk&t* y Guerpo de Baile

Pues se embellece: D. Matías


Ya me parece
Cual bello ramo Pues qué la agita?...
De frescas flores
Con que embalsamo Doña Bárbara
Hoy mis amores.
Golpe cruel!
( Vuelve d llamar. ) Se fué con él!
Mas... el silencio D. Matías
Que ya envidencio,
Me desazona; Quién?... Cómo!. ..Acabe!
Tal vez pasa algo
Con su persona?... Doña Bárbara
(Se oye un ¡frito agudo lanzado Tomar la llave
por doña Bárbara, que abre
la puerta y «ale demudada. ) De ese pasillo
Para marcharse,
Por Dios! Yo salgo Es muy sencillo,
Muerta! Conchita!... Y con bajarse
504 EL ATENEO
Por la escalera (Se detiene y mira la firma. )
Que da á la acera
Luego en la calle Del corrompido?...
Se ve uno. Nó; este papel
No envía él;
D. Matías La que me mata
Es esa ingrata!
Calle...!! ( Vuelve á leer.)
«Padre querido:
Doña Bárbara Y no te asombre
Que así te nombre
Pues eso hicieron, Pues por marido
Y se nos fueron ! ! He escogido
Al mismo hombre
D. Matías Para quien nombre
Te hube pedido
Más, quién ha sido, Y noble amparo
Quién el bandido? Pago tributo
De amor eterno;
Doña Bábbara Tú, me eres caro,
Que ya es Canuto
Una criada Mi esposo tierno!
Muy afanada, Pues esa historia
Que ya subía De Rosalía,
Me dió esta carta: Que se creía
Fuera ilusoria
( Dá una carta á. D Matías) Y hasta irrisoria
Y me decía Te parecía,
Que el qua la aparta Era la mía
Que su raptor, Para mi gloria:
Es el doctor! Era un contrato
Que lo vió ella Tal acertijo
Ir con la bella; Que mucho acato;
Que cual el viento Y, si hoy te inflijo
Iba el carruaje! Un golpe ingrato,
Es por tu hijo!»
D. Matías (Cayendo anonadado en un si
llan.)
¡Y en qué momento
Tan negro ultraje! Airé!... me muero?....

(Desdobla la caita y lee.) Doña Bárbara


«Padre querido:» Vil curandero!
CAMBIAR PAREJAS 505
D. Matías Doña Bárbara
No sé que llame Y aquí se mete
A aquella infame! El mozalvete
Fingiendo que era
Por mí, Canalla!
Doña Bárbata Si ahora le viera...
Más de él.. ¿qué dijo? D. Matías
¿Qué era su hijo
El doctor Cándido? Mas quién lo halla?..
Ni hay para qué
Ya que se fué!
D. Matías Yo no sabía
Que el mentecato
No ha sido candido, La conocía.
Mi es un doctor.
Doña Bárbara
Doña Bárbara
Pues sí hace un rato
Era impostor! Que me juró
Más. . . es su hijo? Amor eterno;
Y pensé yo
Que ya este invierno
D. Matías Tendría esposo
¿No es espantoso?
De ello me aflijo: Más, bien merezco
Al disoluto Lo que padezco:
Llaman Canuto! Pensando en trapos
Y en mil simplezas,
Doña Bárbara Cobro sopapos
Por ligerezas.
No es portugués?
D. Matías
D. Matías
También, amiga,
Es avestruz! Dios me castiga!

Doña Bárbara (La música del forose anima, y


al Iraves de la puarla se ve
que comienza el baile.)
Le hago la cruz!
Doña Bárbara
D. Matías
Pero ignorando
Qué tal revés! El contratiempo
506 EL ATENEO
Ya están bailando. D. Matías
D. Matías ¡Valiente hallazgo!
Perder el timpo LOS BAILARINES
Fuera torpeza
(Como dntei)
(Cun ironía)
Cambiar parejas!
Ese es el mundo:
Aquí tristeza, D. Matías
Dolor profundo;
Y á un paso, allá, (D. Wattas oye esos gritns con
cierta errtraftcza; pero luego se
Se baila ya. ilumina su fisonomía como si
algo extraordinario le pasara
Horrible lucha! y detiene á Bárbara que va
Y nadia escucha saliendo por elforo).
Aquí mis quejas!!
Por qué me dejas?
LoS BAILARINES Ven a mi lado.

(Gritan, haciendo la figura que Doña Bárbara


en la cuadrilla se llama CAM
BIO DE PAREJA».)
(Ap.) (Qué he escuchado!
Cambiar parejas! Y me tutea?
Tal vez desea
D. Matías Que la reemplace?...
Pues... si le place...)
Bien mercido
Me lo he tenido; D. Matías
Padre ignorado,
Como un malvado Dos engañados
Con él yo fuí. Buenos casados
¿Si no le dí Podrían ser.
Ningún consejo,
Por qué me quejo? Doña Bárbara
Pero mis venas,
De algo que inflama Yo sé querer.
Se hallan hoy llenas;
Y quién me ama? D. Matías
Doña Bárbara Si á cada cual
Sin su pareja,
Justo sería Con suerte igual;
Decir que hoy día La fuga deja
Ya no hay noviazgo. Ya no me duelo
CAMBIAR PAREJAS 507

Si hay un consuelo, ¡Vuelva mi seno


Si tú aconsejas... A estar sereno,
Pues ya mi gozo
(D. Matías, Doña Bárbara y los No se irá al pozo!
bailarines, haciendo su figura Y hasta Conchita
como antes, dicen duna.) Ya no me irrita.
¡Cambiar parejas! Doña Bárbara

D. Matías Nobleza pronto


Mata al rencor
Y hoy, á fé mía,
Hasta al demonio D. Matías
Me ofrecería
En matrimonio. Perdono al tonto,
No digo á una Y hasta su amor!
Mujer tan guapa, Pero... corramos.
Que por fortuna
Ya no se escapa!
Doña Bábbara

Doña Bárbara Sí. vamos, vamos!

Esta es mi mano. (Sigue á D. Matías, pero luego le


detiene.)
Aún me acosa
D. Matías Cierto deseo.
La acepto ufano! D. Matías
( Tomando la mano que ella le
tiende.) ¿Qué es ello, esposa?

Doña Bárbara
Doña Bárbara
Nuestro himeneo
(ap.) (¡Al fin la dí!) Alegremente
Verá la gante?
D. Matías
D. Matías
Y ahora, aquí,
Nada ha mudado Siempre, en verdad,
Del nuevo estado Hilaridad
Sino la novia, Causa el casorio
Y eso no oprobia. De un vejestorio;
508 EL ATENEO
Más... ¿qué he oído? D. Matías
No es un silbido?
( Mirando hacia los espectadorcs Pues, con marcharnos...
como si hubiese oído silvar.) Nuestros amigos
Dona Bárbara No han de silbarnos!
Quizá enemigos ( Yanse d prisa)
CAE EL TELÓN
V) ÍO

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Astete Podro Manzanilla José Matías
Balta José Manrtua Victor M.
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Chocano Jos.í Santos Rebagliati Claudio
Fuentes Hildebrando Reina Baldomero
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Lama y Ossa Jerónimo de Vivero Domingo de
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Revista Mensual de Ciencias y Bellas Artes

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La Correspondencia se dirigirá al Administrador


Caite de la HIPA N. 5Q ¡reja tacha) Apartada CORREO 32

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LA PEDAGOGÍA

Y SUS

EMINENTES CULTIVADORES EN EL SIGLO XIX

INTRODUCCION

ega el siglo XIX al nuevo siglo maravillosas conquistas


realizadas en todas las manifestaciones de la actividad hu-
tmana, después de haber resuelto los arduos y espinosos
problemas que atañen á la vida expansiva de los pueblos.
Desde el punto de visto material, el hombre moderno
ha recuperado con creces las ventajas ofrecidas por la an
tigüedad, y que había perdido con la irrupción de los bárbaros.
La civilización material parece haber alcanzado sus últimos lí
mites: evoluciona extendiéndose á mayor número de lugares, y
penetra cada vez más en las clases inferiores. Desarrollarse de
otro modo es ya imposible.
510 EL ATENEO
Desde el punto de vista moral, hanse constituído gobier
nos casi todos liberales, se ha consolidado en Europa el orden
general con el derecho de los particulares, el interés social con
el privado. Queda la soberanía popular reconocida en diversos
grados, garantida la propiedad, consentidas las contribuciones
y sostenido el Estado por el concurso libre de los ciudadanos.
La conciencia es libre y la tolerancia general. Afírmase la
mancormmidad de los pueblos en todas las crisis; la caridad pú
blica vela por los desgraciados. La asquerosa lepra de la escla
vitud no corroe ya el organismo social, y el mundo se resume
en vigorosos pueblos europeos creadores de industrias, de cien
cias, de arte3, iniciadores de todos los progresos y difundidores
de todas sus ideas.
Por doquiera que volvamos los ojos encontraremos una
distribución portentosa de actividad aplicada á los descubri
mientos, ¿í las relaciones internacionales, al ensanche del co
mercio, á los adelantos de la industria, álas aplicaciones cientí
ficas y al desarrollo artístico. De aquí el gigantesco progreso de
las ciencias físico-químico-naturales, la transformación radical
de las sociales, el gran desenvolvimiento de otras muchas teni
das por accesorias, y la serie de hechos nuevos y descubrimien
tos asombrosos que con sobrada razón obligan k llamar extraor
dinario el siglo que ha ensanchado el espacio escudriñando
los abismos del cielo, que ha analizado la constitución física del
sol y de los astros, que ha conquistado por modo maravilloso
substancias de inapreciable valer, que ha penetrado los arcanos
de las combinaciones moleculares y extendido las aplicaciones
de la electricidad á sinnúmero de cosas inesperadas y sorpren
dentes, que ha hecho que el diagnóstico médico llegue á por
tentosa exactitud, y ha examinado la composición interior de
los tejidos, reconocido las células vivientes, los principios ele
mentales de la organización del cerebro; que ha renovado la
idea científica del hombre, y cuyas miradas penetran en los se
nos más recónditos del mecanismo animal.
Las montañas y las cordilleras ya no son barreras infran
queables. La aplicación del vapor á la navegación y á la loco
moción terrestre ha acortado las distancias, ha estrechado las
LA PEDAGOGÍA 511
relaciones, ha vencido las resistencias, y las naciones, transfor
madas por la espada, regeneradas por las leyes, iluminadas por
la inteligencia é inspiradas por la nobleza de los sentimientos de
fraternidad, se buscan, se estrechan y afianzan cada vez más los
vínculos que deben unir á seres que tienen el mismo origen.
Impelida la humanidad por tan vigoroso impulso, no puede
detenerse, y ¿quién sabe hasta dónde llegará en la nueva centu
ria que hoy comienza?—En esta evolución magestuosa de la vida
del espíritu, nada más hermoso, sugestivo y consolador que las
conquistas alcanzadas en los dilatados dominios de la instruc
ción pública, piedra angular del grandioso edificio de la civiliza
ción contemporánea.
Si en otras edades fué la instrucción patrimonio exclusivo
de clases privilegiadas, en la nuestra es propiedad común: ser
vicio público. Y si esta obra maravillosa, que se llama socie
dad moderna, ofrece el peligro de caer en el materialismo, de
entusiasmarse con frivolidades, de aturdirse con el oro y el pla
cer, de perder el gusto por los estudios serios y las discusiones ele
vadas, de perder el respeto de los deberes de familia y de la digni
dad personal, y si cuenta aún eon obstáculos y barreras que re
mover y vencer, la fuerza formidable de la educación hará que
los nuevos rumbos que sigan los pueblos respondan á ideales
concebidos por colectividades verdaderamente cultas, menos or-
gullosas por sus conquistas que las nuestras y más sabias y vir
tuosas para atemperar las pasiones y cumplir dignamente sus
deberes.
La nueva escuela primaria hará progresar á las futuras gene
raciones por el respeto de la familia con la educación científica
de la mujer; por la propiedad con las nociones económicas sa
biamente inculcadas; por la religión con la harmónica cultura de
los sentimientos; por el orden con el desarrollo de hábitos siste
máticamente arraigados; por la libertad con el espíritu de tole
rancia; por el trabajo con el taller en la escuela, y por las virtu
des varoniles con la organización higiénica de los deportes. No
cabe dudar que resolverá el gran problema de hacer que el hom
bre y la sociedad se rijan y gobiernen por el derecho, la justicia
y la autoridad.
512 EL ATENEO

PARTE PRIMERA

II

ESTADO ACTUAL DE LA EDUCACIÓN POPULAR EN LOS CENTROS DE


MAYOR CULTURA PEDAGÓGICA.

Creía la antigüedad que el hombre sólo debía aspirar á ser


sano, bello, fuerte y bien conformado. El sistema de educación
fué esencialmente militar y político. Tratábase deformar solda
dos y ciudadanos hábiles y robustos para la guerra. El método
seguido para este objeto era la gimnástica.
La educación intelectual no mereció preferente atención.
Cultivaron la mente casi por medios mecánicos, sin ilustrar la
razón del educando.
En la edad media, la enseñanza se desenvuelve á la som
bra de la Iglesia, organizada y dirigida por el clero, acomodada
á las ideas sociales y teológicas que regían entonces el mundo.
No existía la educación física, porque el cuerpo, uno de
los enemigos del alma, era indigno de cuidados especiales. Pre
dominaba el método aristotélico, con su severo dogmatismo,
universal y absoluto, y en aquella larga y tenebrosa noche, la
educación constituía un privilegio singular.
La pedagogía moderna comenzó con la reforma religiosa
del siglo XVI. Sus métodos son más racionales, porque se fun
dan en las leyes que presiden el desenvolvimiento gradual y har
mónico de las facultades físicas, intelectuales y morales del niño.
LA PEDAGOGÍA 513
La escuela, sostenida y dirigida por el Estado, surge al lado
de la exclusivamente religiosa, aunque conserva en parte el
dogmatismo del maestro y del texto.
La educación deja de ser patrimonio de unos pocos privile
giados para ser obligación universal
Han coadyuvado á ese vigoroso impulso tres elementos
contrarios. El primero surje de la Iglesia reformada. Lutero,
Melanchton, Friedland y Sturm se distinguieron por su amor á
la difusión de las nuevas ideas.
El segundo se desarrolla en el seno del Catolicismo. Caso-
lanz, los solitarios de Puerto Real, La Salle, Fenelón y Bossuet
son sus principales representantes.
El tercero es producto de la filosofía moderna. Comenio,
Bacón, Montaigne, Locke, Rosseau, Basedow, etc., muestran á
la enseñanza nuevos rumbos en conformidad á la razón natural.
En la época contemporánea, cuyo estudio va en seguida,
predomina el carácter antropológico en la novísima pedagogía.
Rechaza el método dogmático y promueve la actividad espon
tánea del alumno. Proscribe la antigua enseñanza clásica, que
tenía por base la metafísica y la literatura, y se decide por la
científica, que prefiere lo útil á lo brillante.

A LE M AN I A

En Alemania se ha propagado la instrucción mediante la


acción del Estado.
La enseñanza en todos sus ramos está sujeta á las leyes que
presiden el desarrollo de las facultades, y el magisterio se halla
notablemente perfeccionado. Es tan extraordinario el progreso
alcanzado por la escuela primaria, que las demás esferas de la
vida tendrán que defenderse de su influencia invasora.
Hase proscrito en lo absoluto la enseñanza mutua.
En las escuelas abunda el material de enseñanza, y la cien
cia pedagógica alemana busca tenazmente su base en la natura
leza.
514 EL ATENEO
Varias escuelas han pretendido empuñar el cetro de la edu
cación : la filantrópica, la ecléctica, la pestalozziana y la teo
lógica.
El sistema de los filántropos considera al niño eminente
mente bueno, desde el punto de vista de su naturaleza y liber
tad. La educación debe, pues, desenvolver harmónicamente
todas sus facultades, ayudando su crecimiento del mismo modo
que el de la planta. Los maestros siguen el método inductivo
con arreglo al procedimiento de la humanidad, esto es, la obser
vación de la naturaleza como base para llegar al conocimiento
de las leyes que la rigen.
La religión no encuadra en el plan de enseñanza. Ni si
quiera ponen la Biblia en manos de los niños, porque aprenden
á conocer vicios y acumular en la imaginación multitud de imá
genes de que debiera preservárseles en lo posible.
Para la educación moral guían la inclinación del niño ha
cia la libertad, sin destruirla, á fin de que las contrariedades no
los tornen malos. Presentan la virtud como agradable y fácil
de hacerla amable. Consideran humillantes los castigos cor
porales y contrarios al objeto de la educación: la filantropía.
En la educación física conceptúan conveniente remontarse
al sistema gímnico de los antiguos, y que la educación pública
descansaria sobre bases deleznables, si la nación carece de escue
las normales prácticas.
Fundador de esta escuela fué Basedow, quien, persuadido
de que los vicios que afligen á la sociedad son el resultado de la
mala educación, concibió el pensamiento de mejorarla. El nue
vo y poderoso impulso que dió á la pedagogía alemana, se con
serva aún.
Los afiliados á la escuela ecléctica aprovechan las expe
riencias y los consejos de todas las escuelas, sin lucha ni como
petencia. El canon preconizado por ella es: « Examinad todo y
elegid lo mejor. »
Sin poseer métodos exclusivamente suyos, restablecieron
escuelas que estaban en decadencia y fundaron otras nuevas jun
to con las primeras bibliotecas pedagógicas destinadas especial
mente á los maestros, y sin las cuales es ilusorio todo progreso
LA PEDAGOGÍA 515
en la enseñanza. Tradujeron obras importantes de educación,
y algunos han dejado trabajos originales.
La escuela teológica, partiendo del principio de que fuera
de la Iglesia ho hay salvación ni educación posible, cree que el
conocimiento verdadero y completo del hombre, como su desti
no, depende de la revelacion, y que, en consecuencia, la peda
gogía no puede tener otro fundamento.
La escuela Pestalozziana sostiene los siguientes principios:
11—La naturaleza desenvuelve á la vez todas nuestras
facultades. El arte, que ayuda á la naturaleza, debe, pues, desa
rrollarlas harmónicamente, á fin de conservar siempre las fuer
zas en equilibrio.
2?—El desarrollo de las facultades del hombre se realiza
de una manera insensible y progresiva, y en virtud de una fuerza
propia y de una necesidad de actividad que radica en las mis
mas facultades. El educador debe, por lo tanto, seguir una
marcha lenta y progresiva para desarrollar las diversas faculta
des, sin comprimirlas, sin traspasar los límites de cada una y
dejándoles una libertad conveniente.
3?—El ejercicio es el medio de que se sirve la naturaleza
para fortificar y desarrollar nuestras facultades. La misión del
educador consiste, por consecuencia, en hallar para las diferen
tes facultades los ejercicios más adecuados á su desarrollo.
4?—El ejercicio de una facultad no puede verificarse sin
un objeto sobre el cual obre. El desarrollo de nuestras faculta
des está, pues, subordinado á un conjunto de objetos propios
para suministrarles ejercicio.
5?—La naturaleza ejercita y desarrolla nuestras faculta
des por medio de cuanto nos rodea. El educador, que no es
más que un auxiliar de la naturaleza, debe buscar en los obje
tos que rodean al niño, ó que se hallan dentro de su esfera de
acción, los ejercicios propios para desarrollarlo. En otros tér
minos, el educador debe procurar que la esfera en la cual vive
el niño sea la más propia posible para educarlo convenientemen
te. Si se le rodea de afecciones puras, de buenos ejemplos y de
todos los medios convenientes para el ejercicio de sus facultades,
su desarrollo será más rápido, sus progresos más satisfactorios.
516 EL ATENEO
6? -Al desarrollo de nuestras diversas facultades corres
ponden nociones y conocimientos que nos son suministrados
por las cosas sobre las cuales obran dichas facultades y que si
guen la misma evolución que ellas en su desenvolvimiento. Toda
buena enseñanza, que al mismo tiempo es un ejercicio de las fa
cultades intelectuales, debe ser, no sólo lenta y progresiva, sino
también apropiada á la fuerza de las facultades á que se dirige.
Sólo cuando la enseñanza llena esta condicion, se convierte en
una verdadera gimnástica intelectual, y las facultades que la
reciben pueden apropiársela.
7?— Obsérvase en la naturaleza que todo crecimiento
nuevo, sea en la planta ó en el animal, va unido á las partes ya
formadas y cuyo punto de partida es un germen imperceptible.
Lo propio sucede con nuestros conocimientos y su crecimiento:
todos empiezan por un elemento al cual se unen nociones nue
vas, sobre las cuales se acumulan otras á la vez. Si la enseñanza
no se apoya en nociones adquiridas, presenta un gran vacío y
está fuera de las vías de la naturaleza. '
8?—Puesto que nuestros conocimientos nacen del ejerci
cio de nuestras facultades sobre los objetos que nos rodean,
compréndese que la observación, cuyo resultado es una intuición de
las cosas, es la fuente de todos nuestros conocimientos.
El educador que quiera acomodarse á las leyes de la natu
raleza deberá, pues, comenzar la enseñanza de todas las mate
rias por medios intuitivos, y continuarlos hasta que la inteli
gencia sea bastante robusta para elevarse sin esfuerzo á las no
ciones abstractas que resultan de la ciencia misma de los conoci
mientos adquiridos por la intuición.
La escuela antropológica, continuación de la pestalozziana,
está formada por los pedagogos que desean fundar la ciencia de
la educación en el conocimiento cabal y exacto del hombre.
Está destinada esta importantísima escuela á expulsar á la ruti
na de los vastos dominios de la educación y á convertir al maes
tro en verdadero sacerdote de la civilización.
LA PEDAGOGÍA 517

FRANCIA

Hasta la revolución francesa, los Hermanos de la doctrina


cristiana fueron casi los únicos que se habían ocupado en ins
truir al pueblo, y esto en la reducida escala que podían verifi
carlo. La enseñanza se reducía al catecismo, á la lectura y á
la escritura. Los castigos corporales entraban por mucho en el
sistema disciplinario.
Los maestros laicos, que no eran numerosos, vivían en una
situación miserable, sin independencia material, sin dignidad mo
ral. No tenían salario fijo: eran todo menos maestros: sacristanes,
chantres, bedeles, campaneros, relojeros y aún sepultureros.
No existían en parte alguna escuelas normales para formar
maestros. Confiábanse las escuelas al primer advenedizo.
Las casas escuelas, por lo común, eran pobres cabanas, cho
zas de madera, patios estrechos, mal iluminados, que servían
también de morada al maestro y á su familia; los bancos y las
mesas eran rarísimos, y los niños escribían de pie.
Tal era, en cifra, el estado de la primera enseñanza en los
momentos que se abrían los estados generales en 1789: escuelas
poco numerosas y poco concurridas; maestros laicos rarísimos,
formados no se sabe cómo, sin instrucción sólida, y, según pro
pia confesión, envilecidos por su situación inferior; pocos ó nin
gunos libros elementales: la enseñanza gratuita apenas practica
da; en fin, una indiferencia general para la instrucción elemental.
Las medidas adoptadas por la Revolución y la Convención,
como los esfuerzos desplegados en el primer Imperio y en la Res
tauración, en la República, en el segundo Imperio y en la nueva
República para mejorar el estado de la educación popular, ha he
cho que la escuela primaria sea objeto de profundo estudio y de
cidida protección. Por ello cuenta Francia con numerosas escue
las nuevas, ha mejorado notablemente los locales, ha aumentado
el sueldo de los maestros y se fomenta la formación de precep
tores idóneos por medio de las escuelas normales.
Son«caracteres de la pedagogía francesa:
2
518 EL ATENEO
1?—El abuso de los premios para estimular á la juven
tud, que rara vez se mueve á impulso del deber y de la concien
cia. El espíritu de subordinación y de obediencia dista mucho
de ser como en Inglaterra.
2?—La escuela, aunque religiosa en todos sus grados,
obedece en esto, más al influjo del sentimiento que al de la con
ciencia. Hay necesidad de harmonizarlos.
3?—La instrucción pública ostenta una organización ro
busta en la reglamentación de todas sus partes.
La acción oficial mueve la economía escolar.
La enseñanza libre está muy generalizada, goza de franqui
cias de que carece en las demás naciones.
Desde el punto de vista técnico, esto es, en la didáctica, ha
hecho en poco tiempo notables progresos.
4?—La educación propiamente dicha es deplorable en
nación tan adelantada, tan héroica, digna de mejor suerte, y la
razón la encuentra un eminente pedagogo brasileño, en la lucha
entablada entre los partidos por haberse discutido la neutralidad
en la escuela. El clero impugna la medida, recelando que la
neutralidad degenere en impiedad, lo que sucede de hecho. Esa
lucha se torna cada vez más encarnizada y terrible, y la víctima
principal es la escuela. Hoy quien dice escuela dice educación
popular.
El maestro primario en Paris no tiene autoridad ni impor
tancia social: no puede, pues, hacer todo el bien que debe y
desea.

INGLATERRA

En la educación inglesa domina esencialmente la familia.


En ninguna parte la vida doméstica es más íntima, más dicho
sa, ni se encuentra tan profundamente arraigada.
Los niños se desenvuelven bajo la acción de una disciplina
severa á la par que benévola. El que comete una falta grave,
como mentir, jurar, robar, etc., sufre un castigo duro, pero fue
ra de estos casos el niño goza de una libertad y consideración que
se tildan de exageradas en el continente. Parece que de esta
libertad nace la precocidad para los asuntos prácticos de la vida.
LA PEDAGOGÍA 519
La instrucción descansa en los libros de texto y en la acti
vidad propia del alumno, más que en las lecciones del maestro
el cual cuida de hacer recitar y repetir las lecciones más que de
enseñar.
La preocupación de sostener intelectual y moralmente la
juventud popular, dice Chevalley, dominó á los ingleses de una
manera particular. Han resuelto el problema de la manera á
la vez compleja y eficaz que les es propia, sin plan preconcebido,
sin dirección oficial, por el múltiple esfuerzo delas iniciativas
privadas ó de las asociaciones libres. Pero, en la evolución de
las instituciones que se han fundado sucesivamente, y luego
transformado y reemplazado, hay una lección para los otros
pueblos.
Este sistema que se dirige ante todo á la voluntad (y á la
memoria) y que hace al niño agente principal de su propia
cultura, desarrolla las fuerzas nativas, la confianza en sí mismo,
el espíritu de investigación y de independencia, y produce na
turalezas fuertes, enérgicas y perseverantes, tan comunes en la
raza inglesa, y que no ha sabido formar la escuela alemana, á
pesar de su reconocida superioridad desde tantos puntos de vista.
Se ha propagado el trabajo manual educativo por modo ex
traordinario, y una de las numerosas manifestaciones del pro
greso social en la primera parte del siglo XIX, en la extensión
del movimiento que se ha producido por el establecimiento de
bibliotecas públicas, abiertas á todos los ciudadanos sin distin
ción y sin pago de cuotas.
La organización interior de la escuela ha conservado los
rasgos esenciales del sistema Bell-Lancáster. Las diversas cla
ses ó grupos se reunen en la misma sala (vida común), y la
mejora introducida consiste en la sustitución de los monitores
con maestros auxiliares, y en la agregación de algunas salas de
repetición al lado de la sala común.
La educación es objeto de los cuidados más especiales, pe
ro casi todos revisten un carácter esencialmente higiénico.
La escuela inglesa, es como la familia, religiosa en todos
sus grados. Predomina el desarrollo de las fuerzas físicas é in
telectuales, sin descender á la monotonía alemana.
520 EL ATENEO
Pero este desequilibrio no produce tanto daño como en
Francia y en Bélgica, porque la índole del pueblo suple las de
ficiencias de la escuela.

ESTADOS UNIDOS

Ostenta todos los caracteres de la escuela inglesa, distin


guiéndose en la perfección extraordinaria de los edificios es
colares.
El elemento nacional democrático ha logrado crear una ins
trucción pública completa, sin que pierda su carácter cristiano.
Las escuelas americanas, apunta Hippeau, funcionan casi
siempre en casas notables por su belleza y comodidades. Pa
rece que las ciudades van á porfía á cual da más apariencia á
los edificios escolares, y á cual reune en el interior de ellos más
condiciones de elegancia y bienestar. Hay en los Estados Uni
dos escuelas fabricadas de hermoso mármol, como el colegio
Girard en Filadelfia, que es cópia fiel del Partenón. Hay otras
con torres y almenas que parecen castillos feudales normandos.
Cuenta la Gran República con crecido número de asocia
ciones pedagógicas y de juntas de distritos y de estados.
El Instituto Americano de Educación, fundado en 1830,
se propone la causa de la instrucción, difundiendo nociones
útiles acerca de ella. Sus miembros trabajan por elevar el ca
rácter de la enseñanza, ensanchar su esfera y perfeccionar sus
métodos. Se esfuerzan por ennoblecer al maestro, haciéndole
comprender cuán delicada y laboriosa es la tarea del magisterio,
cuán extensa y completa debe ser su preparación.
Miles de preceptores han aprovechado no sólo de las con
ferencias y discusiones de esta asociación, sino del contacto con
personas eminentes por su saber y posición social.
Desde 1856 data la Asociación Nacional de Preceptores,
que celebra sus sesiones y publica un volúmen de memorias
cada año.
La Oficina Nacional de Educación establecida en Washing
ton en 1867 bajo la dirección de Barnard, tiene por objeto pro
LA PEDAGOGÍA 521
mover la adopción de buenos métodos y publicar la estadística
escolar de la República.
En ningún país, excepto en Alemania y en Italia, se estima
y respeta más la carrera del preceptorado que en los Estados
Unidos. Leyendo la vida de los hombres prominentes de este
gran pueblo, se viene en conocimiento que muchos de ellos han
sido maestros de escuela. En la alta sociedad de las grandes
ciudades se encuentran con frecuencia antiguos preceptores.
El Presidente Garfield fué alumno de la Escuela Normal
de Chester. Fué maestro á la edad de 21 años, sin interrum
pir sus estudios: más tarde director del colegio Hiram. En to
da su carrera jamás desmintió la elevada idea que se había for
mado de la enseñanza del pueblo. En su exaltación á la presi
dencia de la República, pronunció un discurso en que expuso con
grande elocuencia la importancia de la educación como garantía
de las instituciones republicanas.

AMERICA ESPAÑOLA

La escuela hispano-americana no ofrece rasgo alguno ori


ginal; predominan en ella los resabios de la enseñanza rutinaria
y verbalista, salvo en aquellos países que han entregado la di
rección á europeos, quienes han procurado emplear el sistema,
los métodos y los procedimientos que privan en sus respectivos
países.
La única nación hispano-americana que puede enorgu
llecerse con pedagogos eminentes á la altura de cualquie
ra de las celebridades europeas, es la Argentina, patria del ilus
tre doctor don Francisco Berra, quien con perseverancia poco
común, va encauzando las corrientes pedagógicas, que en el
nuevo siglo formarán, incuestionablemente, el caudaloso río que
fecundará los hermosos campos del saber hasta que brote el
árbol hermosísimo de la Pedagogía argentina.

ESPAÑA

Al comenzar el siglo XIX, España carecía propiamente ha


blando de escuelas primarias. El pueblo fanatizado no sentía
522 EL ATENEO
la necesidad de instruírse. Las escuelas de leer 3' escribir care
cían de régimen y de reglamentos. No tenían más textos que
el Catón Cristiano, el Catón político español (1800) por Rodríguez.
Los libros para la especial instrucción de los maestros consis
tían en su mayor parte en tratados de caligrafía.
Posteriormente, merced á los esfuerzos de muchos y muy
notables pedagogos, ha entrado en el movimiento general, sin
presentar rasgo original, ni muestras de adelantamientos que
pudieran tenerse como modelo. «Quien no se empeñe en cerrar
los ojos á la evidencia, dice Alcántara García, habrá necesaria
mente de convenir en que si España está atrasada en artes, en
industrias, en agricultura y en otros ramos de los que constitu
yen la riqueza y el bienestar material de las naciones, débese en
gran parte á las deficiencias de la enseñanza, á lo menguada-
mente que es atendida la cultura popular, á la falta de un buen
sistema de educación. »

ITALIA

Italia, por virtud de las excelencias de su suelo y de las


gloriosas tradiciones de su historia, tanto política como artística
y literaria, historia henchida de ejemplos heroicos, fué en todos
tiempos codiciada por los conquistadores, constituyéndose en
un vasto campo de batalla permanente.
Sus hijos pagaron siempre muy caró las excelencias de la
madre patria, con el cortejo fatal de las desgracias causadas por
esa calamidad compuesta por todas las calamidades que se llama
Guerra. Veían el suelo sagrado de la patria hollado siempre
por plantas extranjeras, que especulaban con las disenciones
intestinas. Y en medio de esta hecatombe sucumbía, como era
natural, la Escuela.
La nueva nacionalidad italiana, que data apenas de 1859,
si por una parte encontraba todo por hacer en materia de edu
cación nacional, había poblaciones inmensas en la más comple
ta ignorancia; por otro lado encontraron ejemplos del más acri
solado patriotismo, en el que se ha sabido inspirar para levan
tarse pujante, en medio de las cenizas de aquellos mártires.
'

LA PEDAGOGÍA 523
Si no ocupa hoy la escuela italiana el primer lugar en Eu
ropa, no puede dejarse de reconocer y de confesar que rivaliza
con las mejores del continente por su excelente constitución,
llevándose la palma por la sincera y patriótica dedicación de su
profesorado, digno de consideración y estima de los poderes
públicos, que le honran, y de la veneración del pueblo, que le
respeta. Es el único país de Europa, dice Fracao, en el que el
profesorado primario se halla mejor colocado á la altura de su
misión.
¡Feliz el gobierno que cuenta con la cooperación de tan
dignos funcionarios! ¡Dichoso el pueblo que es dirigido por
tales guías!

SUIZA Y SUECIA

Ocupan estos dos simpáticos pueblos los primeros lugares,


porque allí se cuida con mayor esmero de la educación moral,
se procura formar el carácter y el corazón de los niños, hacién
doles adquirir y conservar una serie de hábitos que arraigan
después con la edad, constituyen una nueva naturaleza, sin des
cuidar la educación física, ni la intelectual. Se puede afirmar
que aun en este mismo punto no están más adelantadas las
otras naciones europeas. De modo que la educación moral no se
da con detrimento de la física y de la intelectual.
Suecia es la cuna del trabajo manual pedagógico. Allí se
propagó con más rapidez, y los cánones de la célebre Escuela
de Naas son los que hoy imperan en todo mundo, merced á las
sabias lecciones de Otto Salomón, su distinguido director. Estos
cánones son:
Que el trabajo sea útil.
Que contenga ejercicios abstractos ó preparatorios.
Que sea variado.
Que sea de tal naturaleza que los niños puedan realizarlo
sin extraño auxilio.
Que sea efectivo y no un juego.
Que los objetos sean propiedad de quien los ejecuta.
Que el trabajo sea voluntario para maestros y discípulos.
Las reglas vara la elección de los objetos son:
524 EL ATENEO
1?—Debe excluírse todo objeto de lujo.
2?—Los trabajos ejecutados deben encontrar empleo en el
hogar.
3?—Deben ser de madera.
49—No han de barnizarse.
5?—Debe emplearse el mejor material posible.
6o—Los alumnos deben aprender á trabajar tanto en made
ra dura como en blanda.
7?—Deben emplearse con moderación los trabajos de tor
nería y tallado.
8?—Los modelos deben contribuír al desenvolvimiento del
sentido de la forma.
9?—Respecto al tallado, el Dr. Otto Salomón sólo ad
mite que el niño tenga cuchillo para concluír el trabajo.
LA PEDAGOGÍA 525

PARTE SEGUNDA

III

EMINENTES CULTIVADORES DE LA PEDAGOGÍA EN EL SIGLO XIX

PEDAGOGOS ALEMANES Y SUIZOS

Enrique Wolke. — (1742—1825). Activo é infatigable


auxiliar de Basedow en el Instituto de Dessau, ejerció después
el profesorado en Inglaterra y Rusia.
De regreso á su patria, se estableció en Dresde, donde con
tinuó sus importantes publicaciones. Cuéntase entre ellas un
tratado de Educación, un Ensayo para las madres y educadores de
lo* niño*, varios libros escolares. Sus obras tienden á la sim
plificación de los métodos y contienen minuciosos detalles di
dacticos. A la edad de oebenta y un años hizo un viaje á Ley-
pzig y otros puntos para la propagación de sus ideas expuestas
con cierta pedantería.
Joaquín Enrique Campe. — (1746-1818). Sucesor de Base
dow en la dirección del Instituto. Abrió después otro en Ham-
burgo.
Compuso notables obras que versan sobre pedagogía, fisio
logía, filosofía y religión. Su estilo es puro, correcto, agradable
y animado. Posee el don de hacerse comprender de los menos
favorecidos.
3
526 EL ATENEO
Sus escritos tienden á corregir por medio de sanos princi
pios, é infundir la verdad en el corazón.
Sus libros para los jóvenes: Colección de escritos para los
niños y los jóvenes constan de 39 volúmenes endozavo. Sus
obras más notables son: La Revista Generalde Educación y
de Enseñanza (16 tomos) y El Nuevo Robinsón. Campe es crea
dor de la literatura escolar alemana. Pero sus esfuerzos por resta
blecer la pureza y corrección de la lengua alemana le llevaron á
veces hasta la extravagancia.
Ernesto Cristian Trapp nació en Hoges (1745—1818) —
Perteneció este pedagogo á la escuela de los filántropos y fué uno
de los principales colaboradores de Basedow. Fué profesor del
instituto de educación de Desseau, y en la Universidad de Hea-
Ue profesó el curso de pedagogía.
Ocupó lugar distinguido entre los de su escuela, á los que
aventaja en la clara y lógica exposición de las ideas.
Su idea dominante era ordenar la pedagogía científicamen
te. Dolíale mucho haber conocido la doctrina peztalozziana en la
noche de su vida, como escribía á un amigo, pues había con
currido á la escuela del pedagogo suizo, como había asistido á
las de Kocchow, Basedow y Wolke.
Sus principales obras son: El Educador, revista semanal.
Libro de cuenta* para niños— Diario de los jóvenes — Ensayo deicna
pedagogía— Conversaciones con los jóvenes.
Los principios de los filántropos están expuestos con mode
ración y tolerancia en el mencionado Ensayo.
Gotthilf Sai.zmann— (1744-1811) Nació en Sommonda.
Fué uno de los tres hombres más influyentes de la escuela
de los filántropos, y el más importante como hombre práctico.
Partidario de las doctrinas de Rousseau y de Basedow, ensayó
en sus propios hijos, y según uno de sus biógrafos, era pa
triarca de la educación y de la familia, pues tuvo trece hijos.
La serenidad de espíritu, la moderación, la perseverancia y
el sentimiento paternal eran la característica de su índole.
Salzmann y sus sucesores tuvieron que modificar los prin
cipios de que esperaban el porvenir del filantropismo para atem
LA PEDAGOGÍA 527
perarse ú lo posible. 'Tensar, sufrir y obrar" era la divisa de
Salzmann.
Hombre práctico, y escritor distinguido y fecundo, compu
so numerosas obras de educación, siendo' las más notables: No
ticia de un establecimiento de educación. —Noticias de Schnepfenthat
(para los padres y educadores) —Noticias de Schnepenthol (para
los niños) Sobre los medios más eficaces de enseñar la religión á los
niños. — Viaje de los discípulos de Salzmann. —Biblioteca de niños y
niñas. Los cielos y la tierra. —La salvación del hombre por Jesu
cristo. — El librito de la hormiga. —El libritodel cangrego (descrip
ción irónica de una mala educación). —Sebastián el prudente, y
otras muchas. —Dominan en todas estas obra sentimientos pu
ros, filantropía nacida del corazón, anhelo de generalizar la di
cha que proporciona la virtud.
Federico Guts-Muths (1759—1839) natural de Sajonia,
maestro de Salzmann, eminente pedagogo y preceptor, que per
feccionó la gimnástica en Alemania y Suiza, notable' por sus co
nocimientos en la historia natural y por sus trabajos literarios.
Sus obras más notables son: "La gimnasia de la juventud. —
Juegos para ejercitar y recrear el cuerpo y el espíritu de la juventud.
Catecismo de Gimnasia— Biblioteca pedagógica, periódico, 1800-20
Compuso también excelentes textos.
Merece citarse entre sus discípulos á Carlos Rítter, que ad
quirió gran reputación por sus estudios geográficos y métodos
de enseñanza de este ramo.
Bernardo Enrique Blasche (1766—1832).
Fué por largo tiempo el profesor más distinguido del esta
blecimiento de educación de Salzmann en Schopfcnthal, más ade
lante consejero de educación muy apreciado por sus servicios.
Ha dejado obras de mérito, como el Taller de los niños, des
tinado á los padres y maestros para dirigir las ocupaciones de
sus hijos y discípulos. Obra ilustrada.
El amigo tecnológico de los niños ó visitas instructivas á los
talleres ú obradores del artista y del artesano, cinco tomos con
estampas.
Dos palabras á los padres sobre la manera de educar á sus hi
jos por medio del trabajo manual.
528 EL ATENEO
Manual de la Ciencia de la educación, conforme á un nuevo,
universal y científico fundamento de la educación y la enseñan
za. Repútase este manual como uno de los mejores, á pesar de
que en algunos puntos es muy extenso y en otros sucinto.
Juan Enrique Heusinger (1772-1837), natural de Gotta,
preceptor y profesor de la escuela militar de Dresde.
Puede considerarse como precursor de Froebel, y debe su
merecida reputación á sus importantes escritos pedagógicos.
Considerando el impulso á la actividad, como uno de los más
poderosos móviles de la naturaleza humana, entiende que debe
proporcionarse alimento á esta actividad en la escuela, y no so
lo aconseja ocupar á los niños en sencillas industrias ó en traba
jos industriales que dan habilidad á la mano y preparan al
aprendizaje de un oficio, sino que condena además el abusivo
empleo del libro en la enseñanza elemental. En su plán coloca
en lugar preferente el trabajo manual. Se sirve de las lecciones
de cosas, aunque no les da este nombre, como de introducción
á diversas enseñanzas.
Considera los juegos como la escuela de la niñez, á que da
grande importencia y explica algunos de ellos.
Sus obras principales son: Ensayo de un libro sobre el arte de
la educación. De la manera de aproeechar el impulso de los niños á
la actividad. Enrique Flamming. La familia Werthein, guía pa
ra la buena educación de los niños.
Manuel Kant (1724-1804). Nació este célebre filosofo en
Koenisberg. Hizo una revolución completa en la ciencias filo
sóficas, que alcanzó en gran parte á la pedagogía. Por sus teo
rías sobre educación pertenece á la escuela de Rousseau y de
Basedow. Muchas de las ideas del Emilio informan su Tratado
de Pedagogía. La educación Kantiana es negativa. «En gene
ral, apunta el autor, es preciso notar que la primera educación
debe ser negativa, esto es, que nada se debe añadirá las precau
ciones tomadas por la naturaleza, y limitarse á no interrumpir
su obra. Los niños tienen una imaginación poderosa que no ne
cesita ser estimulada por narraciones de ninguna especie. Nada
de apólogos. » Pero el esclarecido filósofo es de opinión que se in
culque en los niños desde temprano la noción de la Divinidad.
LA PEDAGOGÍA 529

Da grandísima importancia á la pedagogía, considerándola


digna de profundo estudio para despojarla de todo lo que sea
demasiado mecánico, pues que debe elevarse á la altura de un
arte dirigido por la ciencia y enderezado á mejorar la sociedad
en lo porvenir, según un plan humanitario. La educación debe
proponerse la perfección del hombre para el cumplimiento de
los diferentes fines de su existencia.
Las ideas pedagógicas de Kant han dilatado los horizontes
en este punto é influído en gran manera en Niemeyer y Scha-
warz.
Murió en 1804 en su ciudad natal, de donde se asegura, no
salió jamás.
Martín Miller (1 716-1814. ) Escribió una notable pedago
gía intitulada Principios de Pedagogía Cristiana, y en sentir de
críticos notables aventajó á Sulzer, famoso profesor suizo de ma
temáticas en Berlín, cuyo Resumen de las Ciencias, ha servicio de
norma á excelentes enciclopedias alemanas, inlgesas y francesas.
Miller formó en sus Pinturas Morales la primera publicación
de la infancia.
Enrique Pestalozzi (1746-1827.) Nació en Zurich en 1746.
Recibió las primeras enseñanzas de la madre, cuya tierna é in
teligente solicitud dejo tan honda impresión en su memoria,
que en todos sus escritos repite que la única escuela buena es el
hogar domestico; que el mejor de todos los maestros es la madre.
No era Pestalozzi un hombre de educación y enseñanza; fué
filántropo animado de santa y noble pasión por la mejora de la
suerte del pueblo y la extinsión de la miseria. Hízose maestro
considerando la instrucción de la niñez como un medio para
realizar sus anhelos: contaba á la sazón cincuenta años. Vivió
como mendigo, según propia expresión, para enseñar á los men
digos á vivir como hombres. Con I'estalozzi la pedagogía entra
en una nueva fase: le estaba reservado explicarla naturaleza del
niño y las leyes de su desarrollo y la manera de harmonizar con
ellas los procedimientos pedagógicos. Profundo observador de la
naturaleza infantil, pero mal prático, sólo ha suministrado la
materia bruta del sistema, debiendo buscarse en sus discípulos
el desarrollo y perfeccionamiento de tal sistema.
530 EL ATENEO
No le seguiremos en todas sus peripecias en las diferentes
escuelas que fundó y dirigió; bástanos saber que las escuelas
pestalozzianas llegaron á un número considerable en el continen
te, y que son numerosos los escritos dados á luz para explicar
el sistema cuyos principales caracteres consisten en ser la edu
cación preconizada la religiosa, en el sentido que inculca la
idea de la divinidad y de la inmortalidad del alma; orgánica,
armoniosa, porque penetra en la organización del hombre y con
tribuye al desarrollo de sus facultades; natural, porque deja el
educando en libertad para que anuncie y revele su verdadera
naturaleza; instructiva, porque procura dar la visión clara y dis
tinta de cuanto enseña; gradual y progresiva en todas sus partes;
combinada, en el sentido de que participa de las ventajas de la
enseñanza doméstica y de la enseñanza pública, y analítica y
práctica.
He aquí las obras que escribió en el siglo XIX.
Cómo educa Gertrudis ásus hijos (1801.)
Observaciones sobre los objetos á que debe prestar especial
atención la legislación de Helvecia (1803.)
El maestro de la escuela natural (1814.)
Diario de edueación (1817.)
Informe á los padres (1817.) (Colaboró en esta obra Nu-
derer. )
Observaciones y experiencias sobre la cultura elemental
(1817). Refundido por Nuderer.
Carta de la permanencia de Pestalozzi en Stans (1810.)
Discursos pronunciados en la escuela (1809 á 12.)
Escrito dirigido al Consejero interino Delbi ú (1813.)
A la inocencia, á la gravedad y grandeza del alma de mi
patria (1814.)
Al público (1817.)
Discurso á mi casa (1818.)
Ideas sobre la industria (1818.)
Una palabra sobre el resultado de mis esfuerzos pedagógicos
(1820.)
Declaración pública (1824.)
Canto del Cisne (1825.)
LA PEDAGOGÍA 531
Discurso como Presidente de la Sociedad Helvética (1826.)
Mis destinos (1829.)
Observa Guimps que se elogia por muchos á Pestalozzi,
sin estudiarle, cuando encierran sus obras minas de oro por ex
plotar. Revela hechos desconocidos hasta el presente, que sor
prenden y cautivan la atención, y expone miras é ideas descono
cidas también, que colocan á aquel hombre extraordinario entre
los socialistas cristianos más perspicaces y le hacen aparecer en
cierto modo como el profeto de lo porvenir.
¿Porqué produce Alemania tontos libros y folletos sobre
Pestalozzi? Porque siente que le debe su actual poder. — Después
de Jena adoptó todos los principios del reformador suizo, mien
tras Napoleón persistió en rechazarlos. Alemania reorganizó la
instrucción pública conforme á aquellos principios, á los que
debe, no sólo una generación instruida, sino capaz de apropiarse
y aplicar todas las doctrinas.
El egregio maestro, que fué todo para todos y nada para sí,
murió en Brugg. Quiso ser enterrado en Birr, donde había di
rigido una escuela, á fin de que los niños hollasen la tumba
con sus plantas. El cortejo fúnebre, en un día en que el campo
estaba cubierto de nieve, fué triste y sencillo. Los niños de
las aldeas inmediatas, con sus maestros ton pobres como ellos,
constituían todo el acompañamiento. En 1846, se erigió
en Suiza un monumento para perpetuar la memoria del nobilí
simo institutor.
Enumeraremos ahora los principales colaboradores de Pes
talozzi:
German- Krusi (1775-1844.) Principió el preceptorado en
Gais, á los 18 años de edad. Débesele en gran parte el Manual
de las Madres (1803) que corre con el nombre de Pestalozzi.
Fundó un pensionado en Iberdón que dirigió de 1817 á 1822.
Regentó después la escuela normal de su cantón natal. Com
puso las obras siguientes: Enseñanzas de un Padre, Recuerdos
de mi vida y de mi carrera pedagógica, Ensayos y experiencias
sobre educación.
Juan Gregorio Tobler (1778-1S43). Compuso príncipal
mente obras destinadas á la infancia y libros populares.
532 EL ATENEO
Juan Niederer (1778-1843). Escribió el «Método de Pes-
talozzi ».
José Schmidt (1756-1851). Hizo la primera edición de
las obras completas del maestro.
Juan Ramsaler (1790-1848). Introdujo en las escuelas
la enseñanza del dibujo. Fué uno de los maestros más prácti
cos del Instituto Pestalozziano.
Joroe X.eoeli— (1773-1836). Creador del nuevo canto po
pular indispensable en toda escuela bien organizada.
Juan Paulo Richter (1763-1825). Reputado literato, au
tor de la novela pedagógica intitulada Levaría tan aplaudida
por la delicadeza y profundidad de sus pensamientos.
Juan Teófilo Fichte— (1762-1814). Representante de la
filosofía moderna, rector de la Universidad de Berlín, presenta á
Pestalozzi en sus famosos Discursos á la Nación Alemana, como
fundador de una nueva educación. Declara queseba menester
perfeccionarla para mejorar la condición del pueblo.
Los que siguen fueron los continuadores prácticos del Pes-
talozzismo.
Manuel de Fellemberg (1771—1844). Fellemberg es uno
de esos bombres que han adquirido gran fama en la ciencia y
en práctica de la educación. Ninguno de los que se dedican á la
instrucción de la juventud debe ignorar su nombre, ni sus es
fuerzos en favor de la educación popular. Fundó estableci
mientos docentes notables, como el Instituto Agrícola en Hof-
wyl, cerca de Berna, donde educaba á los hijos de familias ri
cas, y procuraba aficionarlos á los trabajos agrícolas que más
tarde tendrían que dirigir en sus propiedades. Recibían tam
bién la instrucción secundaria con todos sus accesorios.
En las escuelas primarias de los niños pobres, preparaba
los agentes agrícolas capaces de secundar el celo é inteligencia
de los jóvenes del colegio, que perseveraban en el deseo de cul
tivar y mejorar las tierras de su patrimonio.
Adolfo Diestkrwkg (1790—1866). Personificación dela
actividad, infatigable agitador del Magisterio alemán, reformador
de la enseñanza, se había propuesto la cultura intelectual de la
nación por la cultura intelectual del maestro.
LA PEDAGOGÍA 533
Continuador de la obra de Pestalozzi, adoptó los mismos
principios y los mismos métodos.
Prestó importantísimos servicios en la Escuela Normal
de Maers, donde dominaba como soberana absoluto la forma
eurística; hacer buscar, hacer hablar, hacer obrar, poner en jue
go todos los resortes y armar todas las baterías del espíritu, lo
mismo con los niños que con los normalistas, en esto consistía
la enseñanza.
El gran maestro fué lo mismo en Berlín que en Maers, y
después de quince años de servicios en la Escuela Normal de
Berlín fué bruscamente separado del destino por acusársele de
demagogo, socialista y comunista; y á juzgar por sus escritos
polémicos, no carecía de fundamento la acusación.
Hombre de corazón noble y generoso, en vez de doblegarse
ante las persecuciones, se afirmó más en su doctrina, la sostuvo
con mayor decisión, y, á pesar de las diatribas de sus detracto
res, aumentaba de día en día el número de sus admiradores.
Habíase propuesto á Pestalozzi por modelo. Fundó por
medio de sus suscripciones El Instituto Pestalozzinno, donde al
bergó y educó á treinta buérfanos de maestros. Fundó otra ca
sa con el mismo objeto cerca de Berlín, en 1865. Para este cé
lebre pedagogo, nada había preferente al magisterio, ni encon
traba en el inundo carrera más honrosa que la de la enseñanza.
«Con más orgullo, decía arrancando grandes aplausos en el
congreso, estrecho la mano de un maestro que la de un ministro»,
Tal era el gran agitador de las escuelas y del magisterio
alemán en nuestros tiempos. Exageró indudablemente sus
ideas, con perjuicio acaso de la causa que defendía; pero con su
temple de alma é infatigable actividad y con sus importantes
escritos, ha influído como nadie en el desenvolvimiento de la
enseñanza popular en Alemania.
El número de sus obras asciende á cuarenta y siete. En
tre las didácticas merecen citarse las siguientes: Tratado de
Geografía Matemática y Astronomía Popular. La instrucción
en las escuelas de párvulos. Libro de lectura de las escuelas,
Guía del maestro para el uso del libro de lectura, Libro de lec
tura y de gramática, Procedimiento práctico para la instruc
4
534 EL ATENEO
ción en la lengua alemana, Ejercicios de lengua alemana, Guía
para la enseñanza de la aritmética, Geometría, Problemas geo
métrico?, Organización de las Universidades y Cuestiones con
trovertidas de Pedagogía, Educación General (una de las más
importantes), Hojas Renanas, revista pedagógica, Anuarios pe
dagógicos, 16 volúmenes.
Federico Schleiermacheb (1768— 1834). Escribió la Doc
trina de la Educación, publicada algunos años después de su
muerte. (1849).
Del propio modo que Kant y Fichte, Schleiermacher con
sidera la educación como la influencia premeditada de unas ge
neraciones sobre las que le suceden con el fin de marchar de
progreso en progreso al perfeccionamiento continuo de la hu
manidad.
Guillkrno Braubach. —Estudió el sistema pestalozziano en
Suiza, dirigió después con no poco acierto la Escuela Real de
Guiessen. Compuso varias obras: Observaciones sobre la Edu
cación, Tratado de Educación, Pestalozzi y su método, son los más
notables.
Continúa la proficua labor de la escuela pestalozziana, la
antropológica, formada por los pedagogos filósofos que desean
fundar la ciencia de la educación en el conocimiento cabal y
exacto del hombre.
Federico Herbart (1776-1841). Discípulo de Fichte. Co
noció á Pestalozzi en Burgdorf, pero no aceptó todas sus teo
ría. Escribió en 1816 una notable Pedagogía General, ensayo
feliz para dar á la enseñanza el carácter de ciencia exacta fun
dada sobre la doble base especulativa y experimental. Entre
otros muchos escritos importantes, publicó: La idea de Pesto-
lozzi de un A B C de instrucción, examinada y científicamente
ejecutada (1802). Filosofía práctica general (1808). Psicología
como ciencia fundada nuevamente en la experiencia y las mate
máticas (1824). La metafísica general, según principios de la
filosofía de la naturaleza, (1828). Breve enciclopedia de filoso
fía desde el punto de vista práctico, (1831).
Herbart ha contribuído en gran manera á los progresos de
la pedagogía, fundando la ciencia de la educación en el conocí
LA PEDAGOGÍA 535
miento del hombre, á pesar de sus errores y lo inaceptable de
.su doctrina sobre lo esencial.
Federico Benecke(1798-4854). Las originales y claras
ideas de este profundo filósofo y distinguido pedagogo sirven
aún de base al sistema de educación generalmente adoptado en
Alemania. Entre las muchas obras de este fecundo ingenio,
escritas con claridad y precisión admirables y encaminadas al
desarrollo gradual y lógico de su sistema, debe mencionarse
preferentemente el Tratado de educación é instrucción: obra maes
tra de Pedagogía psicológica, que dejó muy atrás cuanto Nie-
meyer, Schawrtz habían lucubrado en tan importante materia.
Señala reglas fijas, apoyadas en firmes fundamentos con cuyo
auxilio el poder de la educación en el espíritu no es menos efi
caz que el de la Física y la Química en la materia. Fundado
este sistema en las leyes de la naturaleza, se considera por al
gunos como peligroso, y ha tenido por ello impugnadores.
Publicó Benecke otras obras que sin tratar directamente de
Pedagogía, pueden serle de mucha utilidad.
Lxidovico Jahn — (1778—1852). Fué apóstol dela enseñan
za del arte gimnástico después de Gus—Muths; buscaba la rege
neración del pueblo por medio de ella. Inventor de las paralelas
y de la barra fija, débesele el establecimiento del primer gimna-
cio de Berlín en 1810. Su '.tratado de gimnasia alemana es
muy apreciado aún. En 1869 se erigió en aquella ciudad una
estátua á la memoria de este infatigable gimnasiarca.
Adolfo Spikss (1810—1858). Tuvo la gloria de realizar la
idea de Pestalozzi, esto es, la gimnasia escolar propiamente di
cha. Publicó en Basilea obras clásicas sobre la materia.
Federico Froebel (1782-1852). Fundó en 1840 en Blan-
kemburgo su primer jardín de niños, (Kindergarten) tan
extendidos hoy por Alemania, Inglaterra, Suiza, Bélgica y otros
países. El jardín es excelente sitio para los niños, y con este
nombre se designa á los niños como plantas que hay que desa
rrollar. El sistema tiene por objeto favorecer el desenvolvi
miento del alumno excitándole á la actividad y á crear por si
mismo.
«Las árboles, decía, han sido mis primeros maestros». Se
536 EL ATENEO
gún el sistema, es necesario mostrar la naturaleza á estos pe
queños seres tanto cuanto sea posible, para ejercitar sus senti
dos y elevar sus almas. Un jardín de niños no es un simple
asilo; desarrolla todos los buenos gérmenes y cultiva todas las
facultades por una ocupación apropiada á la infancia. Esta
ocupación es el juego; un juego inventivo, variado, útil, que
excite el espíritu, despierte la curiosidad y provoque la espon
taneidad y la libre actividad; la reunión del taller y la escuela
bajo una forma libre y atrayente. Sencillo de corazón, de cos
tumbres, de carácter humilde como un niño, cuya expresión de
pureza é ingenuidad conservaba bajo las canas del anciano; in
trépido y firme á la vez como un héroe ó un mártir ante los
obstáculos y los sufrimientos; desconocido siempre, como suce
de al génio, pero siempre triunfante por su inquebrantable fé,
Froebel es noble bienhechor de la humanidad.
La obra que le ha valido su mayor reputación es La Edu
cación del hombre (1826) en la (pie nos ha legado los principios
científlcos de su pedagogía.
La dirección materna debe comenzar el desenvolvimiento
integral del niño en el período comprendido desde el nacimien
to hasto la edad de dos ó tres años en que concurrirá al Kin
dergarten. Suministrar á las madres un guía que las dirija en
tan delicada é importante tarea, es el fin que se propuso Froebel
en sus Canciones dela Madre.
No es posible, sin embargo, dar idea precisa de la doctrina
froebeliana, por la forma literaria de los escritos, esto es, su in
terminable frasología; compredela pestalozziana, sin que se ad
vierta idea alguna original. Los misinos admiradores de Froe
bel consideran la obra más bien como una colección de aforis
mos y de pensamientos sueltos de educación, que como un sis
tema propiamente dicho.
El insigne maestro no se daba punto de reposo en confe
rencias, en sus escritos para propagar su obra con el auxilio de
algunos de sus partidarios. Leonliardi fué uno de los prime-
r 's. La señora Berta Marienholz hizo propaganda por Alemania,
Francia y Inglaterra, con notable talento y rara actividad. La
grande autoridad de Dicsterwcrg influyó mucho para desvanecer
LA PEDAGOGÍA 537
prevenciones. La Condesa de Brunswick creó en Perth el primer
establecimiento húngaro de esta clase con el sugestivo rótulo:
"Jardín de Angeles".
Federico Guillermo Lindner. —Fué profesor de pedagogía
de la Universidad de Leipzig, y autor del método denominado
genético que presenta á la contemplación la materia que trata de
enseñar, desde su origen, examinándola en todos sus grados,
pasando de lo simple á lo compuesto, de la causa á los efectos.
Expúsola primero en una memoria rotulada « Método Histórico
de Genética » (1808,) y en otras más extensas después.
Teófilo Denzel. — (1773-1838.) Uno de los primeros peda
gogos de Wurtemberg. Movido de noble inspiración, se propu
so plantear los principios de Pestalozzi á quien había visitado
en su permanencia en Suiza. Sostuvo ruda batalla, y logró que
prevaleciera la nueva escuela.
Era teólogo distinguido, doctor en filosofía, de fácil pala
bra para la enseñanza, y de carácter afable, dulce, bondadoso y
conciliador. Partidario decidido de Pestalozzi, modificó por
completo la dirección de las escuelas, y dirigió todas las ense
ñanzas de la educación religiosa.
Sus principales obras son: Buenas máximas sobre educación
religiosa en las escuelas. La escuela popular, curso metódico de ense
ñanza. Primer libro de las clases inferiores de las escuelas popula
res. Estado de las escuelas protestantes en Wurtemberg. Introduc
ción á la ciencia de la educación y la enseñanza para los maestros:
obra en tres tomos, dividida en cuatro partes que tuvo grande
aplicación en toda Alemania. Ideas y experiencia sobre la educa
ción de los maestros. Palabras de fe y de esperanza.
Juan Bautista Graser. —(17(56-1841) Contribuyó á la crea
ción de escuelas de sordo-mudos y al progreso general de la pe
dagogía, particularmente en su notable obra Escuela elemental de
la vida (1817). Los maestros alemanes siguen su método de
lectura, combinación del fonetismo de Ickelsamer y de la es-
criptología de Ratich.
Enrique Stefani— (1716-1850). Perfeccionó el método de
Graser, y es autor de las Líneas fundamentales de la ciencia de la
educación y de otras obras que alcanzaron merecido renombre.
538 EL ATENEO
Crisóstomo Baurriegel—(1773-1850). Puede presentarse
como modelo de abnegación y desinterés sin límites por el amor
de la niñez, y del poder de una voluntad ilustrada y enérgica.
Durante cuatro días á la semana dedicaba siete horas á la
escuela de los niños, y los jueves y sábados cuatro, y á la nor
mal unas veces siete y otras cinco horas diarias.
Consideraba la cultura religiosa y moral como la base sóli
da de toda enseñanza racional. Con estos fundamentos, lo pri
mero es conocerse á sí mismo: el cuerpo con la Historia Natu
ral, y el alma con el estudio de sus facultades. «La lógica, dice,
es á la salud del alma lo que el ejercicio á la salud del cuerpo».
Así que, el aspirante á maestro debe estudiar detenidamente el
gran arte de pensar, aclarándolo con numerosos ejercicios, á fin
de que más adelante pueda dirigir el espíritu de sus discípulos.
Viene en seguida el estudio de la lengua materna, ó más bien,
continúan las dos enseñanzas paralelamente, porque en el fondo
no son más que aplicaciones diversas de una misma ciencia. La
Geografía y la Historia Natural deben limitarse al conocimien
to de las generalidades. El método debe aprenderse en la escue
la práctica, donde con el ejemplo se enseña el por qué y el cómo
de cada cosa.
El bienestar de sus colegas era su constante preocupación,
y creó para ellos una biblioteca pedagógica y una caja de aho
rros. De sus numerosas obras merecen citarse: Un año de vida
con Dinter (1831). La lectura y la escritura simultáneas (1831).
Sumario (lc catequhación (1833). Mi vida y mis obras. Hermosa
é interesante autobiografía en la cual pueden conocerse los no
bles sentimientos del autor y sus sacrificios. Dirección para la
primera enseñanza del cálculo mental, y la Biblia de la escuela y
del hogar doméstico (1839).
Si se considera que sus obras fueron escritas después de
catorce horas de trabajo diario, se comprenderá cuál fué la acti
vidad de Baurriegel.
Entre los pedagogos teólogos sobresalen Overberg, Drusch,
Palmer y Dinter.
Bernardo Overberg—(1774-1826). Este modesto sacerdo
te regentó la Escuela Normal de Munster por espacio de cua
LA PEDAGOGÍA 539
renta y dos años, y nunca dejó de dirigir una escuela domini
cal para explicar el catecismo á los niños. Fruto de sus largas
meditaciones y numerosas experiencias, es su Manual de J'eda-
gogía (traducido al francés y al castellano), muy bien acogido
por el clero.
Para Overberg, el temor de Dios es la virtud esencial y
única para formar un buen maestro, porque de ella se derivan
las demás.
Las enseñanzas de este noble profesor fueron la causa, en
sentir de muchos, del gran movimiento intelectual que produjo
repentinamente en Alemania tan notables maestros y maestras.
«Quisiera llegar á ser un maestro como Overberg» era la
fórmula clara y expresiva con que manisfestaban muchos su es
timación, y otros el entusiasmo por el docto pedagogo. Era el
hombre de la enseñanza primaria en Alemania, y ocupó los
puestos más distinguidos, y sus obras no ostentan otro título
que el de profesor, de la Escuela Normal.
Sus lucubraciones sobre educación y enseñanza forman seis
tomos.
Cristian Palmer— (1811-1875). Publicó una pedagogía in
titulada «Evangélica», que tuvo y tiene muchos partidarios en
tre los pedagogos de la escuela teológica.
La pedagogía de Palmer comprende tres partes: pedagogía
propiamente dicha, el educador y las instituciones de caridad.
La primera parte se divide en ideal y práctica. La pedago
gía ideal determina el objeto de la educación, que no es otro
que el indicado por San Pablo á Timoteo (2* Tim., 3,17).
Determina en segundo lugar la naturaleza del niño educa
do, ó sea el principio antropológico. Aquí recomienda y establece
la doctrina de la Iglesia sobre el pecado original.
El tercer principio, ó sea el metódico, que sirve de lazo en
tre los otros dos, denomínalo Palmer la sabiduría, destinada á
conducir al niño á Dios. Es un don, una gracia irremplazable,
es después un conocimiento de los designios de Dios y la expe
riencia de las cosas de la vida.
Palmer considera en la parte práctica dela educación: 1?
una disciplina de amor que debe regular la vida animal y social
540 EL ATENEO
del niño, y 2? una disciplina de verdad, destinada á- traerle al
buen camino.
En la parte consagrada al maestro, examina el autor el ca
rácter de la vocación, sus cualidades y cultura del preceptor, la
organización de la escuela y de los ramos de enseñanza.
Gustavo Federico Dinter. — (1860-1831). Pocos hombres
han prestado servicios más importantes á la educación del pueblo.
Consagró todas sus energias á la mejora de las escuelas, dedi
cóse á la formación de maestros y destinó su escasa fortuna al
sostenimiento de sus queridos discípulos. Tal es el hombre co
nocido y respetado hasta en el último rincón de Alemania, cu
ya vida no carece de enseñanzas provechosas para los maestros.
El método de Dinter puede reducirse á dos puntos:
1? Ejercitar constantemente la inteligencia á reconcen
trarse en sí misma para que los pensamientos sean sólidos, ajus
tados, y tengan íntima unión entre sí. Y como en la enseñan
za el pensamiento tiene por piedra de toque la práctica, es pre
ciso subordinar la primera á la segunda.
2? Exigir al aspirante al preceptorado modestia sin ba
jeza, alegría sin turbulencia y una vida activa y sin mancha.
No dejó de sentir muchos disgustos en su larga carrera, co
mo todos los que se dedican á hacer el bien á sus semejantes.
Las principales obras de Dinter son las siguientes:
Resumen del catecismo de Dresde, Reglas de Catequismo. Tra
tado de Pedagogía.
Tratado de religión y moral. Plan de reforma de las escuelasen
tres tomos y es muy importante. Como educa Bóreas á sus hijos ó
el libro de molinero de viento (sátira del libro de Pestalozzi, inti
tulado «Cómo educa Gertrudis á sus hijos»).
Instrucciones para el uso de la Biblia en las escuelas, obra im
portante, compuesta de dos tomos. Instrucción catequista sobre
la primera parte del Catecismo de Lutero.
El antiguo y nuevo Testamento de los discípulos. Esta obra
puede ser tenida por lo más importante de cuantas publicó, y
aun cuando dió origen á varias contestaciones, es favorable
mente acogida.
Enrique Gbíefe. (1802-1879). Combatió, siguiendo á Gra
LA PEDAGOGÍA 541
ser, el cultivo formal y abstracto del hombre, porque desarro
lla, dice, la inteligencia á costa del corazón. Aun cuando sus
obras de Pedagogía general (1845) y 8U Escuela Popular Alemana
carecen hasta cierto punto de originalidad, son sin embargo,
muy recomendables y apreciadas. Grcefe fué catedrático de Pe
dagogía en la Universidad de Jena.
Jorge Curtmann.-(1802-1871). Propuso la enseñanza pro
fesional de la mujer en su folleto Escuelas industriales para el
sexo femenino (1836)..
En la refundición que hizo del Tratado de Educación por
Schwarz, siguió á Pestnlozzi.
Swen- Agren. —Este profesor publicó en Berlín (1832) los
primeros modelos de cartografía, generalizados por Carlos Ritter.
La confección de mapas por los alumnos es uno de los ejercicios
más ventajosos ideados para la enseñanza de la geografía. Pro
fesores alemanes han compuesto excelentes mapas murales, de
bulto y mudos con el mismo propósito. Los últimos evitan que
el niño repita maquinalmente los nombres geográficos.
Tomás Scherr. — 1801-1870). Uno de los pedagogos de más
reputación de la Suiza Alemana. Después de darse á conocer
como maestro y escritor, particularmente en la instrucción de
los sordo-mudos y de los ciegos, se distinguió corno director de
la escuela normal de Küssnucht, y como individuo del Consejo
de educación de Zurich.
Scherr fué el que presidió aquellos exámenes de los maes
tros en ejercicio del cantón Zurich, que produjo tan honda im
presión en el país, por la siguiente declaración del director de
la escuela normal, Ruegg. «Parece increíble, y sin embargo es
literalmente exacto, que un maestro declaró no saber leer lo que
estaba escrito de una manera legible en el encerado; que otro
confesó sin rebozo que no tenía más libro en su casa que una
Biblia que le dejó su padre, y que hacia muchos años no la había-
abierto, porque le hacían mal ojos cuando leía. Muchos examis
nandos no supieron escribir un número de cuatro cifras. Apena
se atrevió el tribunal á preguntar sobre las materias de los estu;
dios reales, porque no hubiera podido contener la risa ante laa
ridículas contestaciones de los examinandos. En efecto, uno dijo
5
542 EL ATENEO
que los tres confederados suizos eran Gaspar, Melchor y Baltazars
otro que Goliat pereció en la batalla de Sempach; otro que lo-
animales se dividen en mamíferos, pájaros y diferentes bes
tias»
Necesitábase, pues, en el país un hombre que reorganizase
la primera enseñanza que se hallaba en tan deplorable estado, é
instruyese á los maestros, y ese hombre fué Scherr, que con sus
trabajos y sus libros contribuyó en gran manera á realizar la
empresa. Su Manual de Pedagogía consta de tres tomos.
Aupusto Germán Niemeyer. — (1754-1828). Apareció este
notable pedagogo en el mundo cuando se verificaba una gran
revolución en las escuelas, cuando las ideas pedagógicas de
Rousseau se extendían por todas partes con grande aceptación,
más por la elocuencia del Emilio, que por la exactitud de los
principios.
Apreciado Niemeyer por su saber y aplicación, adquirió
gran fama por sus servicios á la educación en los distintos pues
tos que desempeñó y por sus escritos de reconocido mérito.
Examina en sus obras con calma é imparcialidad todas las doc
trinas antiguas y modernas para descubrir las de verdadero mé
rito, libre desde luego del espíritu de exclusivismo que domi
naba en su tiempo y alejado de los partidos y banderías.
Entre sus obras de pedagogía, estudio á que se dedicó con
especialidad, cuéntanse las siguientes: Principios de educación y
enseñanza. Guia de pedagogia alemana. Carácter de la pedagogía
de los tiempo* antiguos. Intervención de los padres en la educación c
instruección de bu escuelas. Ideas de los clásicos griegos y latinos
sobre educación. Melanchthon como preceptor. Libro de canto para
las escuelas.
El más importante de estos trabajos es el de Los principios
de educación y enseñanza. Muchos escritores contemporáneos los
miran con desden, fundándose unos en que son poco filosóficos,
y otros en la razón contraria; pero cuentan aún con muchos par
tidarios y admiradores que los tienen por uno de los más im
portantes repertorios pedagógicos, por sus excelentes consejos y
observaciones, en que no se omite punto alguno acerca de la edu
cación, y por su rica y selecta bibliografía.
LA PEDAGOGÍA 543

Lo único censurable es la falta de lógica en el orden y en


cadenamiento de algunas de sus partes. Con todo, fué el pri
mero que sistematizó la pedagogía alemana, sentando el princi
pio del perfeccionamiento harmónico de todas las disposiciones
y facultades humanas, y en el ensayo de la historia de la peda
gogía.
Enrique Scmwarz. — (1776-1837). Figura Schwarz entre los
hombres que desde el principio del siglo XIX trataron de la
Pedagogía considerándola como ciencia. Menos práctico que
Niemeyery Denzel, menos filósofo que Herbart y Beneke, re
presenta la escuela que, adoptando un término medio, para con
ciliar la ciencia con la práctica, no sin confesar antes la dificul
tad de conseguirlo. Procuró también enlazar la religión con la
pedagogía. Compuso las siguientes obras : Plan, teórico de la edu
cían de los niños (1792). Método de PesUdozzi aplicado á las escue
las (1802). Uso de los libros de Pcstalozzi en la, educación
doméstica (1804); su obra principal de pedagogía es el Tratado
de educación (1839). Consta de tres tomos: el primero dividido
en dos partes, comprende la historia de la educación; el segun
do, el sistema de la educación; y el tercero, instrucción y educa
ción. Sus discípulos honraron su memoria después de su muer
te, fundando una biblioteca pedagógica intitulada Biblioteca
Schwartziana.
Carlos Schmidt. (1819-1864). Publicó en 1864 una Historia
de la Pedagogía en la que muestra grande erudición. La divide
en dos épocas: la primera, antes de Jesucristo, es la educación
nacional; la segunda, después de Jesucristo, es la educación uni
versal. En esta segunda época, el autor distingue dos períodos:
el de la educación trascendente, antes de la Reforma; el de la
educación orgánica ó racional, después de la Reforma.
Carlos de Raumer. (1783-1865). Escribió una notable His
toria de la Pedagogía desde el renacimiento hasta 1855, en tres
volúmenes, de los cuales el último trata de la educación y la en
señanza, de la primera infancia. de las escuelas parciales, de la
escuela y del hogar doméstico, de los institutos de educación y
de los ayos. Entra en extensas consideraciones sobre los méto
dos antiguos y modernos de la lengua latina, y recorre los dife
544 EL ATENEO

rentes ramos de enseñanza—La historia de la pedagogía abraza


períodos muy interesantes, desde el Renacimiento hasta las re
formas más radicales en la educación popular, las que constitu
yen la base de la metodología seguida en nuestros días.
Esta obra, escrita con talento y escrupulosa exactitud, en
vista de las obras ya citadas, de modo que contiene pre
ciosos materiales para la historia de la educación. Causa extra-
ñeza sí, que haya olvidado por completo, sin citarle una sola
vez, al sabio español Luis Vives, tan notable como filósofo y pe
dagogo y en el período en que se iniciaron y aún se echaron los
cimientos de la reforma pedagógica.
PitEYEii. Profesor de la Universidad de .lena.
Ha escrito una notable obra sobre el alma del niño (1887)
en los primeros años. Obra llena de observaciones pacientes y
sabias que son ya sólida base de estudios análogos para los ni
ños de mayor edad.

PEDAGOGOS FRANCESES
Enriqueta Gent de Campan. (1752-1822). Educacionista
de gran talento, de ilustración poco común en la mujer y de
especiales dotes para la enseñanza. Fundó el colegio de San
Germán en París, que en breve tiempo reunió las señoritas más
distinguidas de Francia y del extranjero. La fama allí adquiri
da le valió el nombramiento de directora del colegio de Ecomn,
fundado por Napoleón paralas familias de los individuos de la
legión de honor.
Expuso sus principios é ideas sobre educación en una im
portante obra dedicada á sus discípulos, obra que en aquella
época era un gran progreso, y que hoy se consulta con provecho
en algunos puntos.
Madama de Remusat (1780-1821 ). Mujer de talento supe
rior, escribió un Ensayo sobre la Educación de las mujeres, libro de
principios generales y muy elevadas reflexiones; obra postuma
publicada por su hijo, y que obtuvo en 1825, una medalla de
oro adjudicada por la Academia. Presintiendo el porvenir social,
supone que es ya llegado el tiempo de que todo francés sea
LA PEDAGOGÍA 545
p
ciudadano y que el destino de la mujer será el de «esposa y
madre de un ciudadano». Considera á la mujer como un ser li
bre sin otro regulador de sus actos que la conciencia.
Madame Paulina de Mellan de Guizot— (1773-1827).
Primera esposa del célebre Guizot.
Ha dejado una colección de cuentos rotulados Los niños
(1812), la novela pedagógica Rour y Víctor (1821) y la Educa
ción Doméstica ó Cartas de fam ilia (1826.)
Esta es su mejor obra y de gran importancia.
Estefanía Genlis— (1746-1830) Institutriz de Luis Felipe,
mujer de gran sentido práctico y de no poco ingenio. Es inven
tora de una serie de juegos y ejercicios gimnásticos.
Ejercitaba pronto á sus discípulos en las lenguas vivas, de
modo que en el jardín hablaban alemán; en la comida, inglés;
en la cena, italiano, y en los demás actos de la vida, francés.
En el paseo aprendían botánica, y una serie de dibujos hechos
de intento servían para la enseñanza de la historia sagrada y la
profana. De esta manera los instruía en todas las cosas útiles y
en todo orden de conocimientos.
Son sus mejores obras sobre educación : Nuevo método de en
señar á la primera infancia; Proyecto de una escuela rural de ni
ñas.
Esta mujer singular escribía novelas y comedias lo mismo
que trataba de cocina; bailaba y tocaba el arpa, practicaba la
cirujía y discurría sobre Bellas Artes, montaba á caballo y prac
ticaba la jardinería, hablaba de todo y pretendía enseñar á to
dos. Estaba siempre dispuesta para todo género de aventuras.
Su esposo subió al cadalso con los Girondinos.
Madame Albertina Necker de Saussure. —(1765-1841).
Dotada de raro talento, profesó la Pedagogía por vocación. En
1828 escribió la inspirada obra Educación Progresiva. Su encan
tadora narración principia por la dulce mirada que el niño pasea
sobre el mundo que le seduce, y concluye por la melancólica de
los últimos días, cuando más allá de las sombras de la muerte
se ven las radiantes puertas de la inmortalidad. Esta hábil edu
cadora debe á Rousseau las inspiraciones capitales de su obra.
Nada en este libro de educación tiene aquel aspecto triste y mez
546 ' EL ATENEO
t
quino de las obras de su género. Al abrirse el campo de la vida
no parece sino que se ofrecen á la vista vastas y risueñas regiones,
senderos sin fin, arroyos que serpean, el dulce arrullo de la exis
tencia por todas partes, y la luz eterna en el fondo del cuadro.
Las observaciones acerca de la imaginación constituyen
una de las partes más originales de la obra.
Dejó muchos manuscritos que abundan en miras elevadas,
en encantadoras imágenes, expresiones felices é ideas nuevas,
pero carecen de ilación: pueden considerarse como riquísimos
materiales de un edificio cuyo plán se ha perdido.
Juan José Jacotot—(1776-1840). Fué profesor de la es
cuela central de Dijon. La enseñanza universal á que se dedicó
el último día de su vida resume su existencia. Voluntad, he
aquí la palabra que al entregar, su alma á Dios, repetía á su hijo
apretándole la mano.
Las vicisitudes políticas le llevaron á Bélgica, donde des
cubrió y publicó su método de Enseñanza Universal, siendo pro
fesor de la Universidad de Lovaina, método al cual se dió su
nombre, á pesar suyo. Al ver que sus doctrinas se abrían paso
en el mundo, no se curaba de los que le combatían, y con el
más completo desinterés y la mayor paciencia daba consejos á
cuantos llegaban á pedírselos. Algunos de sus primeros discípu
los no entendían absolutamente el francés. Para obviar esta
dificultad, les dió el Telémaco con una traducción en su lengua
nativa. Los alumnos estudiaban solos, sin explicaciones, sin re
glas. El profesor repitió las experiencias, acudieron á su memoria
sus estudios, recordó los grandes hombres de la antigüedad y de
los tiempos modernos que no tuvieron otros profesores que ellos
mismos. Finalmente, dió á conocer el método que la casualidad
le había sugerido en un libro famoso: Enseñanza Universa
(1823).
Observando Jacotot que nada resiste á una voluntad firme
y perseverante, sentó esta máxima: el quiere pxiede. De los resul
tados de los discípulos de voluntad decidida, dedujo que Dios
ha hecho el alma humana capaz de instruirse por sí sola, sin el
auxilio del maestro.
Había observado que sus discípulos tomaban por punto
LA PEDAGOGÍA 547
de partida lo que sabían, á fin de referir á ello lo que no sa
bían; que para aprender la lengua francesa, por ejemplo, ha
bían tomado por base el poco francés aprendido simplemente
de memoria, comparándolo con su idioma materno para apren
der lo demás del texto, y de todo esto dedujo el principio:
Apréndase 6 sépase alguna cosa, y refiérase á ello iodo lo demás.
Como no hay individuo que no sepa alguna cosa, y por consi
guiente no pueda compararla con cualquier otra, sea lo que fue
re, y apreciar las relaciones de semejanza entre ambas, infería
naturalmente el principio: todo está en todo; esto es, que todo se
alcanza en la naturaleza, y que la misma inteligencia que hace
una máquina, una casa, un cuadro, es la que hace una aguja,
un libro, una canción, etc.
Había observado Jacotot que todas las personas que se
guían este proceso proponiéndose un objeto, se aproximaban á
él, aun cuando no le alcanzasen, como si tuvieran una misma
inteligencia, Por eso se atrevió á firmar como opinión particular
suya, sin comprometerse á probarlo y sin tomarse el trabajo de
sostenerlo: todas las inteligencias son iguales.
La proposición puede enseñarse lo que se ignora, es conse
cuencia natural de las precedentes.
P. I. de Sepres expone los principios del método en estos
términos:
La enseñanza universal es un nuevo experimento sobre el
espíritu humano conforme á un principio también nuevo, en
lo cual hay que distinguir dos cosas:
1? El hecho, que es incontestable.
2? La opinión que ha producido el experimento y que no
puede discutirse formalmente, porque no es más que una opi
nión.
El jacotismo obtuvo inmensa boga. Creáronse numerosos
establecimientos para ensayarlo. Profesores de todos los países
acudían á Lovaina para estudiarle á la luz de las explicaciones
del autor.
El método es obra genial, pero de un genio que, como Pes-
talozzi, no supo dar á sus ideas forma bastante práctica. Es evi-
pente, desde luego, que por medio de él puede instruirse por sí
548 EL ATENEO
mismo cualquiera que haya sido iniciado en el camino de los
estudios. Falta encontrar la manera de adaptarlo á la enseñan
za de niños de tierna edad.
El método, finalmente, no sólo conduce á saber, sino tam
bién á obrar. Saber, no es nada, obrar es todo.
En París existe un monumento que perpetúa la memoria
del conspícuo fundador de la enseñanza universal.
José María barón de Gerando— (1772-1842) Distinguido
pedagogo, que de simple soldado llegó á ser miembro del Con
sejo de Estado en 1811. Principió su carrera literaria con su
Memoria de los signos y del arte de pensar en sus relaciones mutuas.
(1800). Fué premiada por la Academia, con gran sorpresa de
sus miembros al tener conocimiento que se trataba de un solda
do del 6? regimiento de cazadores.
Fué el alma de la Sociedad para la educación elemental, se
ocupó en la organización y progreso de la enseñanza primaria.
Se asoció á todos los esfuerzos cuando se investigaron los mejo
res métodos y se trató de propagarlos, y no tuvo poca parte en
ese tesoro de experiencias y de resultados, que sirvieron de
grande ilustración al legislador para promulgar la ley que viene
á ser la constitución de la instrucción popular. Fundó las es
cuelas de adultos, y se le debe también la admirable organiza
ción por la cual comprende en la enseñanza cuanto puede con
tribuír a extenderen las clases obreras el bienestar y la morali
dad. Escribió la Educación de los sordos-mudos (1827). Curso
normal para los institutores primarias (1832), en que define con
la mayor exactitud el verdadero carácter de la primera ense
ñanza.
Luis Aimé Martín. — (1786-1847). Sobremanera descui
dada la educación de la mujer, abogó por ella el filósofo racio
nalista Aimé Martín en el hermoso libro Educación de las Madres
de Familia. Tiene esta obra por objeto convencer y persuadir de
que el medio de moralizar las clases inferiores es penetrar con
la educación en el hogar doméstico, llevándola al regazo mater
no, para que desde allí se vaya formando el hombre.
Marco Antonio Jullien de París. —(1775-1848). Publicis
ta, colaborador de varios periódicos, y autor de obras importan
LA PEDAGOGÍA 549
tes sobre educación, sin haber ejercido habitualmente la ense
ñanza, Son sus mejores libros: el Ensayo General de Educación
(1808), seguía las doctrinas de Locke, Rousseau, Condillac;
Ensayo sobre el empleo del tiempo, destinado especialmente á la
juventud; Exposición del sistema de educación de Pestalozzi (1812).
Apareció este libro en los momentos en que el Gran Reforma
dor llamaba la atención de Europa. Publicó también Jullien va
rios artículos sobre educación comparada en el Diario de educa
ción popular.
Sus trabajos contienen excelentes ideas y conceptos, aun
que pequen de complicados, difusos y sean á veces poco prác
ticos.
Gregorio Girard. — (1765-1850). —Solo los esfuerzos de
Pestalozzi son comparables á los nobles del modesto é ilustrado
fraile franciscano Girard. En 1814 aceptó el nombramiento de
prefecto de la escuela pública de Forbuigo, su pueblo natal.
Dióle celebridad el método que lleva su nombre, y que no es
más que el de Pestalozzi con ciertas modificaciones. Hace de la
lengua materna el fundamento de la educación, en vez de las
matemáticas. Pía inmortalizado su nombre el libro intitulador
Enseñanza de la lengua Materna, (1844). Trató en él de forma,
sobre todo, la regularidad del espíritu y la rectitud del corazón:
Animado siempre del gran pensamiento de mejorar la con
dición humana por la educación, vió también en la enseñanza
de la geografía un medio de educación moral, y la publicación
del librito Explicación delplano de Inburg tuvo por objeto reali
zar, su noble propósito.
Francisco Luis Naville. —(1784-1846). Su notable obra,
que lleva por título De la Educación Pública considerada en sus
relaciones con el desarrollo de las facultades, el progreso dela civili
zación y las actuales necesidadess de Francia, ha iniciado muchos pe
dagogos distinguidos en tan importante estudio. Admira en esta
obra la unidad y simetría del sistema escolar que en ella propo
ne su autor, y la disciplina rigurosa del espíritu filosófico que
en ella palpita.
Está la obra dividida en cinco partes y termina con inte
resantes notas. Expone en la primera las necesidades de la so
550 EL ATENEO
ciedad, subordinando los intereses morales á los materiales. En
la segunda, sobre la organización de la enseñanza pública, se ocu
pa en estudiar lo relativo á los conocimientos, al desarrollo de
las facultades intelectuales y á la influencia de la instrucción en
la vida.
La tercera parte está destinada á la aplicación de los prin
cipios, á la clasificación de los estudios, al proceso que deben se
guir y á la organización moral y pedagógica de las escuelas.
La cuarta parte versa acerca de los maestros y de los cuerpos
superiores de enseñanza.
La quinta se ocupa en el estudio de los gastos de la instruc
ción pública, y en la manera de plantear el sistema de instruc
ción expuesta en su obra.
Víctor Cousin.— (1702-1867). Escritor y filósofo eminente
que se ocupó con vivo interes en estudiar los asuntos referentes
á la educación común, como lo testifican sus obras intituladas:
La Instrucción Pública en Alemania (1833). La Instrucción Pú
blica en Holanda (1837). Sirvió la primera de preparación para
la ley expedida en 1833, aunque no logró Cousin conseguir que
prevalecieran sus opiniones sobre enseñanza obligatoria é ins
trucción de las niñas.
Miguel Charbonneau. — (1817-1870). Este distinguido ins
titutor normalista siguió las huellas del P. Girard en su Curso de
Pedagogía (1862). Dió sin embargo mucho más desarrollo al
estudio de la naturaleza del niño, como lo hacen los pedagogos
psicólogos, para quienes es imposible la educación sin el exacto
conocimiento del orden en que las facultades se desenvuelven.
Alenjandro Vinet. — 1897-1847). Distínguensen los didác
ticos franceses por la perspicuidad del estilo y la precisión en
los conceptos, sin aquella nebulosidad tan corriente en los escri
tores alemanes. Vinet y los que siguen pueden tenerse como
cumplidos dechados de loque dejamos expuesto.. La Educación,
la Familia y la Sociedad, obra postuma de Vinet (1855) contie
ne interesantes datos y advertencias para los institutores.
Luis Braille. — (1806-1852). Este notable profesor ciego
es autor de un Procedimiento para escribir las palabras por medio
de puntos (1829). Expone en este libro el autor, el sistema de su
LA TEDAGOCÍA 551
invención que facilita extraordinariamente á los ciegos la lectu
ra y la escritura (anagliptografia). Este sistema requiere un apa
rato que consiste en una punta de madera ó metal con una re
gi Ha móvil y un punzón. Los ciegos escriben y leen con admi
rable facilidad.
Teodoro E. Barrau. — (1704-1863). Distinguido publicis
ta que ejerció por más de treinta años el magisterio. Compuso
algunas obras muy recomendables, distinguiéndose por cierta
originalidad, Educación Moral de la Juventud (1840), Dirección
Moral delos institutores (1841), Libro del pueblo ó Consejos á los
Obreros (1S50) y La Patria (1858). El primero es un precioso
tratado relativo á las escuelas normales, en el cual encuentra el
futuro institutor cuanto ha menester para formarse clarísimo
concepto de su alto ministerio; el segundo, puede considerarse
como una especie de Pedagogía teórica, llena de excelentes pre
ceptos; y el último, un hermoso libro de lectura para los edu
candos en el que palpitan los sabios consejos y los nobles senti
mientos que todo corazón patriota debe alimentar.
Ambrosio María Rendu. — (1778-1860). Este distinguido
tratadista, se consagró á servir exclusivamente los progresos esco
lares, publicando obras importantísimas como Ensayo sobre la
Instrucción pública (1810) y Consideraciones sobre las Escuelas
Normales (1858). Fué abogado.
Ambrosio Rendu. — (1821-1864). Continuador de la obra
benemérita de su padre, escribió el importante Censo de Pedago
gia (1841) que tanto ha contribuído á mejorar la enseñanza
primaria, sobre todo en los países que ha servido de texto.
Eugenio Rendu. —(1824). Hermano del anterior, Inspec
tor de escuelas de París y jurisconsulto como su hermano, es
autor del Manual de la Enseñanza Primarii (1857) Guia de es
cuelas (1862), y Pedagogía General (1868).
Dionisio Cochin. —(1789-1841). Merced á los humanita
rios esfuerzos de este pedagogo, hicieron las escuelas de párvulos
rápidos progresos, y se le tuvo por fundador de esos estableci
mientos en Francia. Compuso un precioso Manual de las salas
de asilo (1833), que parece ser obra de una madre, tal es la de
licadeza y ternura de los pensamientos que informan el libro.
552 EL ATENEO
Fermín Marbeau. — (1798-1875). Este noble filántropo
creó en 1844 las cunas ó salas de lactancia (créches) donde se
reciben los niños desde su nacimiento hasta la edad de asistir á
las escuelas de párvulos. Cuidan, pues, estas cunas ó estas sa
las de asilo, que el niño crezca distante de las fatales influencias
del hogar desgraciado, donde la miseria, los sufrimientos, los
castigos, le anonadan para siempre. En estas salas espaciosas,
henchidas de aire, de luz y alegría, los pequeñuelos aprenden á
cantar, jugar y evolucionar.
María Pape Carpentier. —(1815-1878). Habilísima é
instruída institutriz, en cuyas numerosas obras brilla su raro ta
lento. Enseñanza Práctica, (184-9) Historias y Lecciones de cosa*.
(1858) Curso Completo de Educación (1874): sou 'os libros más
importantes con que enriqueció la bibliografía pedagógica uni
versal.
Julio Simón—(1814). Distinguido publicista, autor de
excelentes obras pedagógicas con las que ha contribuído al pro
greso de la Instrucción Pública de su patria: La Escueta pu
blicada en 1864, y que en 1881, estaba en la décima edición, trata
magistralmente de los siguientes asuntos: Legislación de la Ins
trucción primaria ; La educación de las niñas; La instrucción
obligatoria; La enseñanza libre. En 1874 dió á la estampa La
Reforma de la en*eñanza secundaria, hermoso libro lleno de no
bles aspiraciones, juicios profundos, y no escaso caudal de
ciencia pedagógica. Consta de tres partes: la primera trata del
objeto de enseñanza secundaria; la segunda, de la educación física;
la tercera, de la educación intelectual. Cada una de estas partes se
subdivide en numerosas cuestiones de capital importancia,
campeando de la crítica amplia y serena, que no tiene más
guía que el deseo patriótico de levantar la enseñanza popular.
Con aquella sencillez que caracteriza la tranquilidad del espí
ritu y la pureza de los móviles que la solicitan, acepta uno
sin resistencia, los nuevos estudios que propone, las conclusio
nes á que llega después de la discusión de los métodos de ense
ñanza. Es libro que ha llenado su objeto, y que presta aún úti
les servicios.
Octavio Greard. —Fué Rector de la Academia de París,
LA PEDAGOGÍA 553
miembro de la Academia francesa. Este sabio y renombrado
escritor ha publicado, en diversas ocasiones y formas, notables
escritos sobre instrucción, que se ocupan casi por iguales par
tes en las tres órdenes de enseñanza. En ellos afirma el pro
pio autor haber tratado de poner en claro las cuestiones de direc
ción intelectual y moral, las cuestionen de método. El objeto
común de estos estudios es el desarrollo de la inteligencia y la
formación del carácter.
El primer tomo contiene los estudios sobre salas de asilo ó
escuela* maternales. (1867-1875); La escuela, (1868); Clases de
adultos la enseñanza primaria superior (1875-1878); la cuestión
del aprendizaje (1871-1878); los resultados. El tomo segundo
se ocupa en el estudio de la enseñanza clásica en París en 1880; de
la secundaria especial en 1881; de la enseñanza secundaria de
lasjóvenes en 1882; de los ensayos de organización de la enseñan
za secundaria de las niñas; de la ley de Diciembre y la tradición
del espíritu francés. El tomo tercero comprende la cuestión de
los programas (18N4), la sucesión de los planes de estudios y el
desarrollo de los programas, las resoluciones propuestas para reme
diar el recargo de los programas, el espíritu de disciplina en lá edu
cación (1885).
El tomo cuarto abraza La enseñanza superior en París
en 1881, y el bachillerato (1885). Llevan todos los libros impor
tantes anexos que ilustran los puntos tratados en el cuerpo de
la obra, y atesora valiosos datos estadísticos que dan clara idea
del estado de la cultura pedagógica de la época á que se refieren.
Los que deseen orientarse en todas las cuestiones capitales
referentes á los tres grados de la Instrucción Pública, y quieran
conocer las soluciones acertadas de cada una de ellas, no puede
menos de leer con interés La Educación é Instrucción de Greard.
Al conocimiento profundo de la materia, auna la solidez del jui
cio y la excelencia de la doctrina. Esta obra es el basamento
en que descansa la Pedagogía francesa contemporánea.
Gabriel de Compayre. —Notable profesor normalista, au
tor de obras pedagógicas magistrales que le colocan en primera
línea entre los tratadistas franceses.
Distínguense sus libros por la claridad en la exposición, la
554 EL ATENEO
elevación de miras y el copioso caudal de ciencia con que dilu
cida los más escabrosos puntos referentes á la educación. Ha
compuesto una Historia de la Pedagogía (1887), libro adecuado
para servir de texto en las escuelas normales: un Curso de Pe
dagogía (1888). Historia crítica de las doctrinas *obre Educa
ción en Francia desde el siglo XVIII, (1885). El objeto de
esta obra es exponer el progreso de la Pedagogía francesa,
desde el siglo XVIII hasta los reformadores contemporáneos.
Estudios sobre la Enseñanza y la Educación (1891). Preciosa co
lección de artículos críticos referentes á los más complicados y
difíciles temas nacionales y extranjeros acerca de la enseñanza
primaria, media y superior. Es en este libro donde campea el cri
terio amplio y sereno del autor, y brilla su talento iluminado
por la luz de la ciencia pedagógica que, con tanta maestría, cul
tiva y difunde. Psicología aplicada á la educación. Precioso ma
nual que inicia al maestro en los estudios psicológicos y le seña
la rumbos seguros para educar eficazmente á la niñez, impidien
do que la ciega rutina ó las miras sistemáticas marchiten en flor
la inteligencia infantil. La evolución intelectual y moral del niño
Sábia monografía de psicología infantil llena de observaciones
curiosas é importantes. Organización pedagógica y legislación
de las escuelas primarias (1894). Es un interesante curso de Pe
dagogía Práctica y de administración escolar, que ningún maes
tro puede dejar de consultar. La enseñanza secundaria y su-
perior en los Estados Unidos (1896). Dos volúmenes muy intere
santes que contienen atinadísimas observaciones, y que dán
clarísima idea de la organización, adelantos y defectos de los
grados de enseñanza que estudia con talento y erudición.
Celestino Hippeau.— (1803-1883). Este literato ha pu
blicado interesantes libros sobre Instrucción Pública, que han
tenido grande y merecida acojida. Brillan en sus obras la fina
observación, el entusiasmo por los progresos de la enseñanza, y
una crítica sagaz y bien intencionada. Muchos y muy notables
escritores han encontrado en las publicaciones de Hippeau
abundantes datos para componer discursos, proyectos de ley,
reformas, etc., viniendo á constituír dichos libros un tesoro que
no puede dejar de enriquecer la mejor biblioteca.
LA PEDAGOGÍA 55Ó
Estas obras de fama universal justificada son: La instrucción
pública en los Estados Unidos (1869) en Inglaterra (1872), en
Alemania C1873), en Italia (1875), en los Estados del Norte,
Suecia, Noruega y Dinamarca (1876), en Rusia (1878), en la
América del Sur, República Argentina (1878), en Francia du
rante la Revolución (1881).
Félix Dupanloup— (1802-1878). Obispo de Orleans, cons
picuo representante de la Pedagogía católica. Combatió con ar
dor el proyecto de enseñanza obligaria de M. Simón, y pro
movió en la prensa una polémica en favor de la enseñanza li
bre, religiosa y gratuita, en contraposición á la obligatoria, gra
tuita y laica. Sus servicios á la instrucción pública no carecen
de importancia; y ha dejado las notables obras que siguen: De
la Educación (1851) Alta Educación intelectual (1855) Instruc
ción Primria en Prima (1872) Educación de las hijas (1878) y
Cartas sobre la Educación intelectual.
Formar hombres de fé, los hombres de la Providencia; he
aquí el objeto de la escuela según este ilustre prelado.
Pablo Rousselot. — Este fecundo, elegante y erudito es
critor, laureado por la Academia francesa, ha compuesto nu
merosas é importantísimas obras pedagógicas, que han contri
buido poderosamente á difundir dentro y fuera de Francia la
verdadera doctrina que debe informar la enseñar popular.
Las obras que han sido adoptadas por las bibliotecas esco
lares y pedagógicas y honradas con una suscripción del Ministe
rio de Instrucción Pública, son: Lecciones de cosas y Lecturas,
8? edición. Feliz combinación de nociones en extremo útiles y
necesarias para iniciar al niño en el mundo de la ciencia. Li-
eratura, historia, moral. Ejercicios de recitación y de composi
ción francesa. Tercera edición. Libro bien concebido, y dis
puesto admirablemente para que los niños aprendan con facili
dad á enunciar sus ideas de palabra y por escrito. La Escuela
Primaria, 4? edición. Esta es un verdadero curso de Pedagogia
elemental, en el que se estudian los principios fundamentales de
la ciencia con relación al niño y á la enseñanza. La Pedagogía
femenina, que como su nombre lo indica, contiene todo lo rela
tivo á la educación é instrucción del bello sexo sabiamente es
556 EL ATENEO
tudiado. Historia de la Educación (h las mujeres en Francia, dos
volúmenes, obra premiada por la Academia francesa. Trata
do de la Educación niñas de Fenelón, con una notable introduc
ción y notas del autor. Pedagogía para el uso de enseñan
za primaria. Notable curso de Pedagogía general, en el cual
se estudian con profundidad y singular maestría todos los pun
tos de psicología pedagógica, como los referentes á la edu
cación en todos sus aspectos. El libro consta de una introduc
ción y dos partes. En la introducción, el autor trata de la Psi
cología, de la Moral y de la Pedagogía. La parte primera estu
dia al niño, y abraza la educación física, intelectual y moral en
doce capítulos. La parte segunda, está consagrada á la Escuela
y consta de ocho capítulos. Esta obra es una feliz aplicación
de la psicología á la educación: Pedagogía Histórica. Es ésta
una bellísima, interesante é intructiva obra de pedagogía ge
neral compuesta con suma habilidad, valiéndose el autor de los
conceptos de los principales pedagogos, filósofos y moralistas de
todos los tiempos.
No sólo se viene en conocimiento de lo que pensaban aque
llos sabios acerca de los asuntos pedagógicos, sino que puede
apreciarse fácilmente la evolución de las ideas, de las teorías y
de los sistemas en tan importante materia, los progresos rea
lizados en cada época, quedando al mismo tiempo determina
das las relaciones que unen la ciencia de la educación con la
ciencia del hombre, la pedagogía, la psicología y la moral, el
arte de formar á la juventud y de gobernar álos pueblos.
Es también Rousselot autor de las siguientes notables mo
nografías: Proyecto de organización pedagógica de taa escuelas pri
marias del Jura (1869). — Organización pedagógica de las escuelas
primarias de Douh (1870). — Organización pedagógica de las es
cuelas primarias de Meurthe—et—Moselle (1874). — Organización
pedagógica de las escuelas de Puy-De-Dume (1878). —La Ins
trucción Primaria en el Departamento de Puy- -De—Dume. (1878
y 1879). —La Enseñanza Primaria obligatoria (1879). —Mme.
Guizot y sus doctrinas sobre educación. (1887).
J. M. Guyau— (1888). Uno de los más simpáticos y origi
nales filósofos franceses, arrebatado á la existencia cuando ape
nas contaba treinta y dos años. Deja obras filosóficas notables,
LA PEDAGOGÍA 557

en las cuales se manifiesta claramente que era \m espíritu equi


librado y nutrido con las lecturas de Platón, Epitecto, Marco
Aurelio, Séneca, Kant. Hugo y Spencer. En su filosofía pro
fundamente moral, domina como principio esencial, el de la
evolución continua, progresiva y harmónica, con inagotable
contenido: la vida.
Para él la pedagogía es el arte de adaptar las generaciones
nuevas á las condiciones de la vida más intensa y más fecunda
para el individuo y para la especie.
La educación debe tener un triple fin: 1?, desenvolver har
mónicamente en el individuo humano todas las capacidades
propias de la especie humana y útiles á la especie, según su im
portancia relativa; 2?, desenvolver particularmente en el indi
viduo las capacidades que parecen serle especiales, hasta donde
no dañen el equilibrio general del organismo; 8?, contener y some
ter los instintos y tendencias susceptibles de perturbar este
equilibrio.
La notable obra en que ha dado á conocer sus ideas peda
gógicas se intitula: Educación y Herencia y aunque pudiera
creerse que el problema pedagógico estuviera circunscrito á muy
estrechos límites, dejará de pensarse así al venir en conocimien
to con la lectura del libro de que es casi un tratado magistral de
pedagogía, en el cual se examinan los puntos referentes á la
educación moral y física; el fin y modo de la educación inte
lectual, la escuela, la enseñanza secundaria, la educación de las
jóvenes, etc.
A. Vessiot, Inspector general de enseñanza primaria, ha
escrito los notables libros: La enseñanza en la escuela, y en las
clases de gramática, liceos y colegios (1891), La educación en la
escuela (1886)-. Libros destinados á mejorar la enseñanza pri
maria y secundaria en Francia por la excelencia de la doctrina
pedagógica, por los métodos preconizados, como por las ideas su
gestivas que en ellos campean sobre educación moral. «Ins
truir es bueno, moralizar es mejor, dice Vessiot; lo primero es
útil, lo segundo es necesario, porque una sociedad necesita más
de moralidad que del saber, y de hombres honorables que de
personas instruidas».
7
558 EL ATENEO
Alejandro Martin. Profesor de pedagogía en la Facultad
de Letras de Nancy. Ha escrito dos notables libros: Las doc
trinas pedagógicas de los griegos, y la Educación del carácter, obra
esta última, laureada por la Academia de ciencias morales y
políticas (1886) en la cual se estudia con profundidad todo lo
referente al complicado y espinoso problema dela formación del
carácter. Es el primer estudio fundamental que se ha em
prendido sobre tan delicada é importante materia.
Jui.io Rochard. Este médico distinguido escribió en 1890
el notable libro Im educación de nuestros hijos destinado á corre-
jir todos los defectos de que adolecía la enseñanza en aquella
época, guiándose por la opinión de los hombres más entendidos
en tan espinosa materia.
La obra está dividida en cuatro capítulos: En el primero,
comprende el autor el estudio de la reforma escolar, demos
trando su necesidad, su objeto y las bases sobre las cuales debe
descansar.
El segundo está destinado á la educación física. Es el re
sumen de la investigación en la cual se habla con más calor;
es el punto capital de la reorganización deseada. En el tercero,
se plantea la educación moral desde el punto de vista de los
deberes, del carácter, de las costumbres y del saber vivir.
El objeto del último capítulo es la educación intelectual.
Trátase aquí con mesura y criterio sereno de todo lo referente
á la enseñanza integral, álos programas, á los métodos, al bachi
llerato y á las escuelas especiales, dominando el tono general
de la obra que tiende á que se permita reparar el edificio esco
lar sin derrivarle.
En 1892, di ó á la estampa La Educación de nuestras hijas
movido por el brillante éxito del libro anterior. Aún cuando
en el fondo el asunto sea el mismo, idénticos los problemas, aná
logos las soluciones, el autor no sigue seguramente el mismo
plán.
Algunos puntos están más desarrollados, y da preferente lu
gar á las ocupaciones del sexo femenino, en sus relaciones con
la educación y con la enseñanza profesional.
Miguel Bréal. Este eminente lingüista ha enriquecido
LA PEDAGOGÍA 559
la bibliografía pedagógica con los excelentes? libros: Miscela
nea, de Mitología y lingüistica, Algunas palabras sobre la Es
cuela, Algunas palabras sóbrela Instrucción Pública en Francia,
Excursiones pedagógicas en Alemania, en Bélgica y en Francia,
De la enseñanza de las lenguas antiguas y de las lenguas vivas. En
todos estos importantes estudios, Breal se coloca en el verdade
ro punto de vista para resolver los problemas que plantea, y
nunca deja de ofrecer nuevos y brillantes aspectos de las cosas.
Sus profundos juicios, sus observaciones oportunas, la no
bleza de sus propósitos, la solidez de su talento, y lo vario y
hondo de su saber, le han constituido con justicia en autori
dad y goza de reputación universal.
En la última obra citada, que son las conferencias pronun
ciadas en la Sorbona, resuelve magistralmente la tan debatida
cuestión de la enseñanza de las lenguas muertas, y se dá por
la primera vez, la verdadera metodología de la enseñanza de
las lenguas vivas.
Las conferencias versan sobre los puntos siguientes: (1? se
rie) ¿Por qué se aprende el latín?—Estudio del latín en lo pasa
do—La cultura formal del espíritu—Los ejercicios escolares— Con
clusión. — (2? serie) Necesidad de una pedagogía delas lenguas
vivas— La pronunciación—Las frases-tipos— El vocabulario ó tex
tos de palabras—La Gramática—La lectura—La traducción—El
profesor de lenguas vivas. —¿Qué debe aprenderse de preferencia
inglés ó aleman?
C. Issaurat. La Pedagogía, su evolución y su historia
(1886). Forma parte de la importantísima Biblioteca de cien
cias contemporaneas. Es libro inspirado en el más crudo ma
terialismo, y está destinado á dar á conocer el espíritu de la en
señanza en todas las épocas, principiando por la prehistórica.
Alejo Bertrand. —Profesor de filosofía de la Universidad
de Lyon. Ha compuesto un interesante libro sobre la Enseñan
za integral (1898), lleno de importantes observaciones, y en el
que se estudia el problema pedagógico desde nuevos puntos de
vista con gran copia de doctrina y erudición. «Los que crean
que todo está dicho y que llegamos tarde, después de varios si
glos en los que se han ocupado en organizar la enseñanza del
560 EL ATENEO

pueblo y en multiplicar las escuelas primarias, podrán rechazar


este libro desde su título. »
B. Buissó.w —Director de la Escuela Normal de Tunie.
Autor de la enseñanza primaria en el Congreso de educación y
la Exposición de Chicago (1893). Obra notable por el cúmulo
de datos estadísticos que contiene, y por sus provechosas ob
servaciones.
Julio Payot. —Profesor de Filosofía. Escribió (1895) el
notable libro Tai Educación de la voluntad. Distínguese esta
obra por su carácter esencialmente psicológico, por la profunda
filosofía con que analiza y discute cuanto toca y atañe al tra
bajo intelectual, y por la franqueza con que presenta y exami
na todos los aspectos de la vida del estudiante entregado á su
propio albedrío en las grandes ciudades.
Fernando Lagrange. Laureado autor que con sus monu
mentales obras, Fisiología é Higiene del ejercicio, ha colocado el
problema de la educación física en su verdadero terreno, y
echado los cimientos de su enseñanza científica.
Bernard Pérez. —Notable psicólogo de la infancia que ha
ahondado en tan espinosa materia consiguiendo hacer impor-"
tantes revelaciones destinadas á producir profundas revoluciones
en la educación de la niñez.
Sus principales obras son: Los tres primeros años del niño
(1889). El carácter del niño y del hombre (1892). La educa-
ción moral en la cuna (1891). Tai educación intelectual en la cu
na (1896). El arte y la poesía en la niñez (1888).
Federico Queyrat. —Profesor de filosofía del colegio de
Mauriac. Ha escrito un librito lleno de notables observaciones,
y destinado á enriquecer el caudal psicológico de los maestros.
La imaginación y sus variedades en la niñez (1896). Puede
tenerse como piedra de toque para la educación de esta preciosa
operación intelectual.
A. Ribot. — Este eminente escritor y filósofo francés ha
compuesto un libro intitulado: «La reforma de la enseñanza se
cundaria» (1900); estudio magistral sobre el importantísimo
tema que es hoy objeto de discusión universal. Distinguese el
libro por la claridad en la exposición y la severa belleza de la
LA PEDAGOGÍA 561
forma. Puede tenerse esta sobresaliente disquisición por una
verdadera obra de alta pedagogía.
Débense á la brillante y bien cortada pluma de este profun,
do escritor los interesantes y útiles libros: Enfermedades de la
memoria, Enfermedades de la voluntad, Enfermedades de la per
sonalidad, Psicología de la atención, La Herencia Psicológica y
otros no menos importantes de alta crítica filosófica.
Pablo Lacombe. —Inspector general de bibliotecas y archi
vos. Después de numerosas y bien orientadas observaciones-
ha escrito un notable «Ensayo de una enseñanzu basada en la
psicología del niño» (1899). Cree el autor que el sistema actual
de enseñanza está destinado á dar distinto rumbo á la juventud
estudiosa, rumbo cuyo primer impulso lo comunicará el estudio
de la psicología del niño. Esta enseñanza primaria y secundaria
á la vez, será, sobre todo, general, real y objetiva: preparará al
niño, no para un oficio especial, sino para un oficio de hombre.
Se ocupará preferentemente en desenvolver sus facultades men
tales y morales.
Hacer del niño un autodidáctico, hé aquí el objeto de la es
cuela: pide y debe dársele un método apropiado. El autor pre
senta un ensayo de este método, y se esfuerza en presentarlo
bajo su aspecto natural y práctico, procurando alejar de nuestro
espíritu cuanto pudiera hacer que se le tenga por utópico.
Enrique Marión. Notable profesor de la facultad de le
tras de París, y autor de los excelentes libros intitulados Psico
logia aplicada á la educación (1895), Lecciones de moral y la
Educación Universitaria. En todas estas obras, presenta el malo
grado profesor con admirable sencillez, claridad y elegancia, los
más interesantes problemas de filosofía aplicada á la educación
y la enseñanza secundaria y superior, dejando huellas lumino-
sas reveladoras de un intelecto brillante, nutrido de ciencia
honda y trascendente.
En su importante libro «La psicología de la mujer» (1900)
ha emprendido el estudio psicológico del bello sexo y de la
educación femenina con sincera generosidad de sentimientos, con
delicadeza penetrante y con ricos y abundantes datos. En este
precioso volumen se encuentran puestas en transparencia las
562 EL ATENEO
cualidades que deben servir de base á la concepción del papel
de la mvjer en la familia y en la sociedad, y dela educación
que ella misma puede darse al tener clara conciencia de ese papel.
Esta obra está destinada, pues, á resolver el gran problema de la
educación de la mujer; contiene todos los datos para ello.
Alfredo Fouilleé. —Notable filósofo, maestro de Guyau,
que ha publicado las obras postumas de su discípulo precedidas
de interesantes estudios. Las ideas sobre educación y enseñan
za que Fouilleé expone en el hermoso é interesante libro La en
señanza desde el punto de vista nacional arrancan de su sistema
filosófico, y los métodos y las soluciones que propone descan
san en las ideas-fuerza; esto es, tiene la pedagogía de Fouilleé
una base psicológica en dos aspectos: como impulsos de la
conciencia individual; como productos de una acción y reacción
constante de las ideas mismas del individuo y en el medio so
cial. «La potencia de la instrucción y de la educación, dice»
que unos exageran y otros niegan, no es más que la fuerza de las
ideas y de los sentimientos».
El libro contiene:
1? Una teoría general de la educación, de su importancia)
límites y eficacia.
2? Una determinación del carácter humano de toda edu
cación, especialmente de la enseñanza secundaria.
3? Una crítica de la tendencia utilitaria en la educación
y en la enseñanza.
4? Una exposición ideal de las humanidades.
5? Una exposición del contenido objetivo de esas huma
nidades.
6? Una exposición de carácter universal y nacional á la
vez de las humanidades, y una indicación de lo que deben ser las
humanidades en Francia.
7? Una crítica de los principios adoptados en Francia pa
ra resolver el problema de la segunda enseñanza.
8? Varias indicaciones muy interesantes sobre el carácter
moral y social que hoy debe revestir toda enseñanza para con
servar y fijar el sentido humanitario en la vida, para mantener
viva y brillante la luz ideal.
LA PEDAGOGÍA 563
Desarrolla el autor magístralmente este vastísimo plan, y
con admirable orden y cohesión.

PEDAGOGOS INGLESES

Jorge Chapman (1723—1806). Dirigió admirablemente


la escuela de Dumfries durante veinticinco años. Son sus me
jores trabajos: el Tratado de la Educación y la Educación delas
clases inferiores.' La primera obra es clásica y cuenta con nume
rosas ediciones.
Tomás Braidwood (1715)— 1806). Considerado por sus
compatriotas los escoceses, como uno de los inventores del mé
todo labial para la enseñanza de sordo-mudos. El primer es
tablecimiento, que tuvo la Gran Bretaña para la instrucción de
aquellas desgraciadas criaturas, fué el colegio de Dumbiedikes
fundado cerca de Edimburgo.
Roberto Raikes (1735-1811). Continuador de la obra
de Brown, al seguir fundando cursos dominicales. Compadeci
do del miserable estado de los presos de Glocester, estúpidos é
inmorales por efecto de su profunda ignorancia, Raikes conci
bió la idea de mejorar la vida de aquellos infelices, atacando el
mal en su raíz. Comenzó por imbuírlos en las sanas doctrinas
procurándoles libros instructivos y religiosos, á fin de que los
que supieran leer aprovecharan de ellos é hicieran partícipes á
sus compañeros de infortunio.
El ensayo produjo excelentes resultados, lo cual movió
á su autor á extender los mismos beneficios á otros mu
chos desgraciados, víctimas también de la ignorancia. Eligió
el Domingo para sus instrucciones porque así conseguiría apar
tar de los lugares de corrupción á los que pasan en ellos los ra
tos destinados al descanso. Inauguró su primera escuela domi
nical en el año de 1780. Como desde entonces ha sido siempre
próspero el desarrollo de estos establecimientos, atribuyese á
Raikes los honores de primer fundador.
Ricardo Edgeworth (1744-1817). Sabio irlandés, au
tor de diversas memorias científicas, escribió los Ensayos sobre
Educación profesional (1809). Jamás olvidó su deber de padre:
564 EI. ATENEO
educar á sus hijos; ií la vez que cumplir con sus deberes de rico
propietario, ejercía sin descanso su encargo de preceptor. Por
lo que de él dice su hija María, era el tipo del verdadero maes
tro, del digno padre de familia que considera la educación de
sus hijos como el principal de sus deberes.
Isabel Hamilton (1758--1816). Dotada de vasta ins
trucción, se dedicó con entusiasmo á la educación de dos jóve
nes que le fueron recomendadas. En sus Cartas sobre principios
elementales de Educación (1802), presentó los fundamentos de
sus temas pedagógicos. 151 cristianismo es la base de su plan.
La Biblia, su único texto. Para ella religión y moral son una
misma cosa. Escribió además unos Ensayos populares (1813)
y numerosos opúsculos relativos á la enseñanza.
Ana Barraui.d (1143—1825). —Debió su popularidad á
sus escritos sobre educación moral. Sus textos para los niños
son modelos de este género de trabajos literarios.
María Edgeworth (I767--1849). Mujer de espíritu pri
vilegiado, que unió á una rara perspicacia, conciencia pura y de
licada. Tenía idea clara del deber y señaló con previsión el
camino recto que conduce hácia él y los escollos que nos bacen
desviar de este camino: era guía seguro y luminoso. Educada
por su padre, comprendió desde luego cuanto puede alcanzarse
con la paciencia, la dulzura y la irresistible enseñanza del
ejemplo. Sus ensayos sobre la educación práctica, escritos con
la colaboración de su padre, constituyen un curso de educación
experimental, en el cual el ejemplo sigue ó precede siempre al
precepto. Esta obra fué leída con gusto en Inglaterra. Se hi
cieron dos ediciones en menos de tres años. Los autores ex
citaron la crítica, y no pudiéndose censurar el talento y la lealtad
de ellos, atacaron sus convicciones. Se les censuró que ha
bían tomado por única base de la educación el interés bien
entendido, y de preconizar la moral excluyendo la religión.
Son también notables sus Cuentos Morales, sus Cuentos Po
pulares, la continuación de Francisco y Rosmunda, la conclusión
de Enrique y Lucía, los jóvenes industriales, Garry, Owen, Or-
landino, que fué el último de sus escritos, y cuyo producto de
dicó al alivio de la asoladora miseria de Irlanda.
LA PEDAGOGÍA 565
«Miss Edgeworth, dice Luisa Belloc, es una de las más
grandes moralistas que han escrito para la infancia. Distin
guíase por la profundidad de observación, la rectitud de juicio
y la firmeza de principios.»
Sus interesantes novelas sobre Irlanda surgirieron á Walter
Scott la idea de hacerse el novelista de Escocia.
Andrés Bell (1758—1832). —Este nombre es inseparable ya
de los progresos de la enseñanza mutua en los anales de la pe
dagogía. Este hombre respetable de caridad ardiente, después
de la debida preparación, pasó de misionero á la India, y allí se
encargó de una escuela muy numerosa establecida por una
Compañía inglesa en Egmore cerca de Madras. La escasez de
recursos no le permitía buscar auxiliares que le ayudasen en su
empresa, y tuvo que escogitar medios para dirigir y enseñar
por sí al crecido número de niños confiados á su dirección,
adoptando al efecto muchas de las prácticas de la escuelas
indianas.
De vuelta á Inglaterra publicó su sistema en 1797, poco
antes que el cuáquero Lancáster ensayara el suyo. Adoptóse
desde luego en lana de las escuelas parroquiales de Londres, y
muy pronto en otra de las llamadas de industria. El sistema
de Bell se denominaba Método de Madras, mientras que Lancás
ter logró dar su nombre al que había ensayado.
El nuevo procedimiento puede resumirse en estos princi
pios: 1? División de la escuela en clases compuestas de alum
nos de aptitud semejante; 2? Un solo maestro ayudado por
los mismos alumnos; 3? Ascenso y descenso constante de los
educandos en la escala de colocación y en competencia mutua,
según el aprovechamiento; y 4? Monitores encargados de la
custodia del material escolar. Beel dedicó todas sus fuerzas al
aumento y perfección de estas escuelas y perseveró en su buena
obra hasta su muerte.
Tomás Arnold (1795-1842). —Activo, laborioso y esti
mado pedagogo, cooperador de la Iglesia anglicana, movida por
entonces por cierto espíritu de propaganda que la impulsaba
á adueñarse de la primera enseñanza, pero que le sirvió de me
dio en la difusión de su fé religiosa. Desde 1827 dirigió el
566 EL ATENEO
colegio de Rugby hasta sus últimos días. Su Historia Romana
y sus Lecturas Históricas le colocan en alto lugar entre los
escritores de la época.
José Lancáster (1778—1838). —Hombre sencillo y agudo
de ingenio, infatigable en promover la creación de escuelas pa
ra los pobres. Aunque hijo de un obrero, adquirió alguna ins
trucción, se hizo maestro, abrió en Londres una escuela en 1798,
y habiéndose afiliado á la secta de los cuákeros en 1800 resol
vió consagrar su existencia á mejorar la suerte de las clases po
pulares por medio de la educación, obra que emprendió con
más entusiasmo que fortuna.
En 1777 había publicado Bell el sistema que vió practicar
en la India, que era la misma enseñanza mutua, y suponen
unos que Lencáster no tenía conocimiento de esta publicación
y otros, que no hizo más que imitar y mejorar el sistema de Beel-
Sea lo que fuere, su sistema puede compendiarse en estos
principios: 1? División de clases, orden de colocación
y recompensas, de manera que con la ayuda de los monitores,
un solo preceptor sea capaz de dirigir una escuela de mil niños;
2? Lecciones de lectura impresas en grandes caractéres, á fin de
que toda la escuela pueda instruirse por medio de un solo libro
preparado de ese modo; 3? Uso de pizarras para el deletreo y
escritura de palabras simultáneamente para quinientos alumnos
de manera que cada uno pueda escribir cien palabras por cla
se; y 4? Reemplazo del método usado para la enseñanza de las
cuatro reglas de aritmética, por otro prescindiendo de letras,
de guarismos, cada alumno, sabiendo leer solamente, se en
cuentra en aptitud de enseñar dichas reglas.
Aunque la organización de la enseñanza de Lancáster y de
Bell convenían en la esencia, se diferenciaban en algunos deta
lles, y esto dió ocasión á que se establecieran escuelas rivales,
lo cual contribuyó en gran manera á perfeccionar el sistema.
Lancáster admitía en su escuela niños de todas las sectas: era
neutral en materia de religión.
Lancáster, aprovechando la aureola de gloria de que se vió
rodeado y de la benevolencia del rey Jorge III, echó los cimien
tos de otra institución para el sostenimiento de escuelas según su
LA PEDAGOGÍA 567
sistema. La « Sociedad Británica y Extranjera » que quedó de
finitivamente organizada en el año de 1813, bajo la dirección del
duque de Kent, emprendió una lucha noble y generosa con las
demás asociaciones escolares, rivalizando con ellas, á fin de ex
tender los beneficios de la educación. La nueva institución,
merced al entusiasmo que inspiran los pensamientos elevados y
humanitarios, pudo procurarse la protección necesaria y crear es
cuelas en el Reino Unido, en la India, en Africa y América.
En 1820 vino Lancáster al Nuevo Mundo. Protegido por
Bolívar creó escuelas en Colombia. Trasladóse más tarde á los
Estados Unidos, donde murió luchando con los rigores de la po
breza. Este ilustre atleta de la enseñanza dió una exposición de
sus procedimientos en la Educación de las clases obreras (1813)
que perfeccionó en 1816 en el Sistema Inglés de Educación.
E¡ sistema Bell-Lancáster ha impreso una fisonomía parti
cular á las escuelas inglesas y norteamericanas y se ha extendi
do por todos los países.
Como el Asia es la cuna del sistema mutuo y fué conocido
por los romanos, según el testimonio de Cicerón y de Quintilia-
no, Bell y Lancáster no pueden ser tenidos por los inventores,
sin que pueda desde luego despojárseles de la gloria de haber
organizado correctamente la enseñanza mutua.
Enrique Brougham.- -(1779-1868). Elegido miembro del
Parlamento en 1818 propuso en seguida la reforma de las es
cuelas pobres, pero sin tener éxito. Mas tarde presentó un plan
de educación que tenía por objeto introducir en Inglaterra el
sistema escolar de Escocia.
Convencido lord Brougham de que nada podía esperar de
la política, hizo nuevos empeños para realizar sus propósitos
por otro camino. Fundó algunos establecimientos en Londres,
y expuso sus proyectos en un escrito intitulado « Observaciones
Príicticas sobre la Educación Popular (1826) » Del pueblo, apun
taba, ha de salir la mejora de la educación; pero es un deber de
los hombres inteligentes iniciar la obra. Propuso la publicación
de libros baratos é instructivos y la creación de nuevas socieda
des.
Los trabajos de este distinguido representante del pueblo
568 EL ATENEO
dieron por resultado que el Parlamento votara en 1833 el pri
mer presupuesto de instrucción primaria.
Juan Russell. —Miembro del partido liberal, sus proyec
tos eran semejantes á los de Lord Brougham. Sus nombres se
asocian siempre que se trata de las primeras reformas del régi
men escolar de la Gran Bretaña.
W. E. Foster. — (1818-1886). Los subsidios otorgados por
el gobierno originaron nuevas sociedades, y ensanchando éste
su intervención, creó en 1839 una « Junta de Educación » com
puesta de los grandes consejeros de Estado. Esta Junta sólo
ofreció sus auxilios á la iniciativa privada, sin otra condición
que la de admitir la inspección oficial.
Semejante régimen originó, como era natural, muchos más
obvios inconvenientes. El subsidio se repartía desigualmente, y
á menudo en razón inversa de las necesidades. Esto terminó
con la ley de 1870 debida al eminente educador liberal \V. E.
Forter, que desempeñaba entonces el ministerio de instrucción
pública. La do 1876 haoe obligatoria la concurrencia á las es
cuelas á los niños de cinco á catorce años de edad.
Santiago Buchanán—Simple tejedor, dotado del amor de
la infancia y de genio pedagógico, fué el primer maestro de
párvulos. Dirigió la escuela fundada en 1816 por el rico fabri
cante Roberto Owen en Escocia.
Samuel Wilderspin—Tan estimado como el anterior, fué
preceptor de una escuela de párvulos en Londres. Ambos di
fundieron estos asilos vivamente sentidos en las grandes ciuda
des manufactureras de Inglaterra.
Santiago Gall—Hacía imprimir en relieve en 1822 con
caracteres ordinarios ligeramente modificados para la lectura en
las escuelas de ciegos.
Fray. —Es autor de un sistema para la lectura de los cie
gos.
Elisa Mayo—Autora de unas lecciones sobre objetos que
acogidas con cierta frialdad al principio, sirvieron luego de nor
ma en Inglaterra, EE. UU. Bélgica y otros países.
Santiago Hamilton—Dedicado al comercio en Hamburgo,
recibió las primeras lecciones de francés del General Angely
LA PEDAGOGÍA 569
quien principió por traducirle palabra por palabra, una
anécdota alemana, por cuyo medio al cabo de doce lecciones
traducía el/liscípulo un libro fácil. Este fué el principio, dice
Halmiton, de mi sistema.»
En 1815 abrió en Nueva York una clase de francés, si
guiendo el orden de Angely. Tuvo muchos discípulos y enseñó
después con creciente plauso en Filadelfia, Baltimore y otras
ciudades norte-americanas. De vuelta á Londres, pudo anunciar
su descubrimiento, ofreciendo enseñar en algunas semanas grie
go, latín, francés, italiano y alemán. Tuvo excelente acogida y
en dieciocho meses llegó á contar 600 alumnos.
La enseñanza se dividia en tres períodos: primeramente
traducía á sus discípulos palabra por palabra, el Evangelio de
San Juan, del francés al inglés, haciéndoles repetir en seguida
la misma traducción. En el segundo período verificaba lo mis
mo con otros libros del Nuevo Testamento; y por último, pasa
ba á la gramática, estudiando las conjugaciones de más frecuen
te uso. Este método se llama interlineal. Muchas son las ob
jeciones que se aducen contra el referido método; pero los he
chos acreditan, á pesar de todo, que Hamilton obtuvo excelen
tes resultados, y que sus discípulos aprendían pronto á expre
sarse en los idiomas extranjeros, si bien no los aprendían
de una manera científica.
Tomás Morrison. —Notable didáctico director del Instituto
Normal de Glasgow. Compuso libros muy apreciados, espe
cialmente sus Métodos de Instrucción.
H. Horner—Autor del interesante resumen de las notables
obras inglesas y americanas intitulado Manual Práctico de las
Escuelas Normales.
Juan Word—Escribió el valioso informe sobrelas Escuelas
Primarias de Escocia.
Hebert Spencer— (1820) Eminente filósofo de saber in
menso, denominado con justicia el Aristóteles moderno. Ha en
riquecido la bibliografía universal con obras magistrales que le
han conquistado envidiable renombre. En 1860 compuso el
Tratado de Educación intelectual, moral y fisica, obra notable,
escrita con ingenio y con profundo conocimiento del alma hu
570 EL ATENEO
mana. Como todo sistema de educación debe tener su raíz en
una moral y en una psicología, no es posible prescindir del es¡-
tudio de estas dos cuestiones esenciales.
1? ¿Cuáles son los objetos de estudi» y de enseñanza pro
pios para suscitar las cualidades cuyo cómputo constituye el ti
po del hombre culto ó bien educado?
2? ¿Cuáles deben ser los métodos con los que se enseñe
pronto y bien al niño lo que se ha convenido enseñarle?
Cree Spencer que la ciencia es el saber más útil. Lo más in
teresante para el hombre debe ser lo que le prepara para su con
servación, el cumplimiento de sus deberes y los múltiples refi
namientos de la vida. El plan de enseñanza que formula com
prende, pues, higiene, lectura, escritura, aritmética lógica, ma
temáticas, física, química, astronomía, geografía, geología, bio
logía, psicología, fisiología y sociología.
El método racional debe ajustarse á las leyes de la natura
leza y despertar el espíritu de observacion, la facultad de ver,
discurrir, juzgar, rechazando el dogmatismo y la fe ciega.
En la educación moral opta por «la disciplina de las reac
ciones inevitables «, que coloca al niño bajo la dependencia de
la naturaleza, la que le enseña á detestar sus faltas por las con
secuencias naturales que le acarrean. Debe renunciarse á los
castigos artificiales, casi siempre irritantes y mal excogidos. y
recurrir á menudo á las privaciones, al descontento que son
las consecuencias necesarias y como las reaciones inevitables de
las acciones cumplidas.
Sin desconocer muchos y muy distinguidos críticos que el
principio spenceriano es excelente, afirman con razón que re
queriría ser aplicable tan á menudo como lo crée el mismo au
tor. Y como el niño es por lo común irreflexivo, poco racional
para comprender y escuchar las sugestiones del interés personal;
como el principio es negativo, y con el sistema de castigos na
turales se corre el peligro de ser cruel «¿no sería esto, dice Greard
condenar al niño á un régimen severo hasta la injusticia, el con
tar únicamente para disciplinar su voluntad, con los efectos de
las reacciones naturales y de sus inevitables consecuencias? » El
capítulo sobre la educación física contiene rudas y francas de
LA PEDAGOGÍA 571
claraciones exentas, desde luego, de preocupociones ideales. « La
historia, dice, prueba que las razas más enérgicas y que;han do
minado á las otras han sido las mejor alimentadas. »
« La educación actual de los niños es defectuosa por varios
conceptos: por la insuficiencia de la alimentación, de los vesti
dos y del ejercicio y por el exceso de la aplicación mental.» «Ape
nas hay un libro, apunta un sabio historiador de la Pedagogía,
en que el brillo del detalle anime más agradablemente, un fon
do de razonamientos sólidos y del cual sea más útil extraer la
substancia. Sin embargo, debe leerse con precaución, porque
faltan á veces la mesura y la precisión en el brillante pensador,
inglés, y sus audaces generalizaciones exigen cuidadosa com
probación.»
Alejandro Bain. —Distinguido filósofo y sabio profesor,
compuso un libro menos brillante que el de Spencer; pero que
se recomienda por las ideas nuevas y profundas que le informan.
La Ciencia de la Educación (1878) es una obra insuperable en
los detalles, en la fineza y abundancia de las observaciones. Es,
pues, el ensayo más feliz de psicología pedagógica. Estudia la
base física del espíritu, la plasticidad de éste, la fuerza de los
diversos órganos, las relaciones del cerebro con la inteligencia,
todo de manera profunda y acabada. Aseméjase esta obra, en
sentir de un crítico, á la de un administrador concienzudo que
camina á la retaguardia de un ejército victorioso y que por me
dio de una organización prudente asegura las posiciones con
quistadas por la fogosa marcha de un general en jefe. » Sus erro
res de pedagogía práctica proceden de errores sobre la naturaleza
humana. Y falsea sus concepciones teóricas el que no conceda
ninguna independencia, ninguna vida propia al espíritu: para él,
tras los hechos de la conciencia se levantan, sin intermediario, los
órganos cerebrales, sin que quede más que dejar obrar á la na
turaleza y llenar el vaso que ella misma se encarga de construir. »
Las tendencias utilitarias de Baih son también manifies
tas, hasta en la educación moral; pero estos errores en nada dis
minuyen el valer de la Ciencia de la Educación porque al lado
de puntos discutibles, de errores de detalle, de métodos contro
vertibles, hay sabias observaciones sobre los procedimientos de
572 EL ATE.NEO
enseñanza, sobre el paso de lo concreto á lo abstracto, sobre la
discreción con que debe impartirse la enseñanza objetiva, que
puede degenerar fácilmente en abuso. Bain es autor de otros
trabajos sobre instrucción pública.
J. Sully— Notable filósofo, autor de El Pesimismo, de Jais
ilusiones de los sentidos, ha compuesto también dos notables
obras referentes á la educación La Psicologia pedagógica y Los
estudios sobre la infancia. Distínguense todas estas obras por
una rara penetración, una feliz observación, una agradable clari
dad en la exposición.
En su preciosa Psicología pedagógica se encuentra concen
trado lo esencial y útil de su extenso Tratado de Psicologia, jus
tamente célebre, y contiene interpelaciones sugestivas y en
caminadas á facilitar la aplicación de la doctrina psicológica á
la práctica de la enseñanza. Los estudios sobre la infancia, sin
constituir un tratado completo sobre la materia, forman una in
teresante contribución al estudio de la psicología del niño.
Estos estudios, semi-populares, semi-científicos, pueden
instruir sobre determinados puntos ó los psicólogos mejor infor
mados, guiar á los educadores, á los padres de familia y á los
profesores en el cumplimiento de su ministerio, proporcionan
do así placer y provecho á todo el mundo.
Carlos Darwin—(1819-1882). Este célebre naturalista pu
blicó los Preludios de la inteligencia (1877). Admirable bosque
jo biográfico de un niño. Las observaciones del autor se refieren
al desenvolvimiento de los sentidos y de los músculos, y además
á la cólera, el temor, las sensaciones de placer, el afecto, la
asociación de las ideas, la razón, el sentido moral, la audacia,
la timidez y á los medios de comunicación.

PEDAGOGOS NORTE AMERICANOS

Horacio Mann—( 1706-1896). Infatigable apóstol de las


escuelas, suspendió repentinamente su brillante carrera política
y aceptó en 1837 el puesto de secretario del Consejo de Educa
ción de Massachusetts. Todos le reprocharon que abandonase
su posición dejando pingües entradas por un empleo obscuro
LA PEDAGOGÍA 573
y mal remunerado. Sólo el moralista Channing le dijo: « Ha
béis hecho muy bien, contad conmigo si puedo seros útil en al
go » La grandeza de alma de Channing comprendió la grande
za de espíritu de Mann, que sacrificaba su bienestar por el bien
de todos.
La primera vez que el ilustre filántropo anunció que iba á
hablar de educación, nadie concurrió á oirle. Viajó de pueblo
en pueblo, exponiendo su proyecto de enseñanza universal, sin
obtener mejor éxito. Cuando consiguió que se le escuchase, su
auditorio quedó sorprendido de la elocuencia ardorosa de este
hombre de bien.
«¡Qué, decía, si mañana se viniese á deciros que se había
encontrado una mina de carbón que dará diez por ciento, todos
concurriríais á tomar parte de ella ; y hay aquí hombres que de
jáis vegetar en la ignorancia y de los que podéis sacar una uti
lidad de cuarenta ó cincuenta por ciento!
«Sin cesar os ocupáis en capitales y máquinas, y el primer
capital es el hombre, la primera máquina es el hombre, y voso
tros le despreciais.»
« Sabéis sacar provecho de las plantas y de los animales;
de una grama estéril habéis sacado la harina, del chacal habéis
hecho el perro, y, sin embargo, tenéis hijos de quienes no sabéis
sacar nada.
«Formáis tribunales, construís hospicios ¿para qué? Para
castigar á hombres que la ignorancia ha hecho criminales, para
recoger miserables á quienes la falta de instrucción ha reducido
á la indigencia; ¿y no sois vosotros mismos autores y cómplices
de esos males que intentáis en vano impedir ó curar?
«Estableced escuelas y haréis desaparecer la ignorancia, el
crimen y la miseria, disminuiréis las odiosas rivalidades entre
los hombres, y haréis la fortuna y grandeza del país por el bie
nestar, moralidad y felicidad de cada uno.
«En nuestra época, un hombre que no se propone la instruc
ción general de todas las clases sociales, no merece la califica
ción de hombre de estado. Puede ser elocuente, tener conoci
mientos históricos, poseer la jurisprudencia diplomática, y aun
que con estas cualidades puede ejercer la autoridad en otros
9
574 EL ATENEO
pueblos, nunca se considerará bastante para ser tenido en Amé
rica como hombre capaz de dirigir los asuntos del Estado».
Y dominado por este pensamiento fundó multitud de es
cuelas, mejoró las existentes y la inspección de los consejos esco
lares municipales; hizo construír edificios en buenas condicio
nes, fundó bibliotecas escolares, creó las escuelas normales,
y de este modo puede afirmarse que regeneró la educación en los
Estados Unidos, pues su ejemplo y sus escritos produjeron gran
de influencia, ilustrando sobre la materia y despertando gene
ral entusiasmo.
La descripción de su viaje á Europa y sus doce informe9
anuales constituyen un verdadero monumento administrativo y
pedagógico. El último ha merecido este bello elogio: «Es este
volumen, en verdad, digno de un pueblo civilizado, y si Améri
ca hubiera de hundirse bajo las olas, quedaría en él el más her
moso recuerdo de una república ideal».
¡Hombre, deber, Dios! fueron sus últimas palabras.
La historia ha inmortalizado el nombre de este insigne be
nefactor de la humanidad, por su juicio y su saber. La ciudad
de Boston, agradecida, ha erigido á su memoria una magnífica
estatua inaugurada en 1865.
Enrique Barnard. — (1811). Este nombre, como el de Ho
racio Mann, figura en lugar preferente entre los numerosos é
ilustrados agitadores de la opinión pública en pro de la educa
ción popular en la Gran República. Ejerció la enseñanza en
Hartford, su ciudad natal, y donde fué elegido individuo de la
legislatura de su Estado (Connecticut) después de su regreso
de Europa; cargo en el que promovió importantes reformas con
su poderosa iniciativa.
Elegido en 1844 superintendente de Rhode Island, visitó
las escueles del Estado, examinó á los niños, discutió con los
maestros sobre métodos de enseñanza, celebró conferencias con
los hombres más influyentes y organizó comisiones locales para
propagar la agitación en favor de las escuelas.
Volvió después á su país natal con el mismo cargo de su
perintendente de las escuelas, dirigió importantes estableci
mientos de enseñanza, y en 1867, apreciando el Congreso sus
LA PEDAGOGÍA 575
importantes trabajos escritos y su actividad y su desinterés, le
nombró director del «Departamento Nacional de Educación» de
Washington, cargo que desempeñó con satisfactorios resultados
hasta 1870.
Desde entonces, Barnard se ocupó en reunir datos sobre las
escuelas y en continuar las importantísimas publicaciones con
que se había dado á conocer, y con las que compartía el tiempo
dedicado á los trabajos de organización de la enseñanza, ha
ciéndoles valer como eficaces medios de propaganda. En efecto,
como pedagogista, Bernard posee una fecundidad excepcional.
Además de sus interesantes informes y memorias oficiales, ha
dado á luz obras de rfconocido mérito.
Su voluminosa Arquitectura escolar (1839) ha servido de
modelo y guía á pedagogos europeos. Contiene diversos planos,
muestra de menages é indicaciones útiles sobre el mejor sistema
de calefacción y ventilación. Su libro intitulado Escuelas norma-
les (1851) es un tratado completo sobre este género de estable
cimientos. En 1856 principió á publicar la Enciclopedia america
na de educación que forma ya una colección de muchos volúme
nes. Esta obra es el trabajo pedagógico más extenso é interesan
te que se conoce; comprende la historia de la educación anti
gua y moderna; trata de la organización de escuelas normales,
de agricultura, de comercio, de artes y oficios, de navegación,
de huérfanos, de sordo-mudos y de ciegos; contiene extensas
biografías de educadores de todos los tiempos y lugares, y otras
muchas materias, todas expuestas con incomparabe talento pe
dagógico. Finalmente, citaremos sus Estudios sobre educación co
rreccional (1857) y sus Lecciones sobre objetos (1860). Han coad
yuvado también á la obra de la educación popular en los Estados
Unidos, Gedeón Howley, Welcome Seleck, Samuel Lewis. Francisco
Dwight, Guillermo E. Channiny, Carlos Brooks y CyruB Piece.
Jorge Emerson. —(1797-1881). La instrucción de la mu
jer es una d; las grandes conquistas realizadas por los Estados
Unidos. Esta tiene libre acceso á todos los ramos de la ense
ñanza científica y literaria. Emerson y los hermanos Abbot
tienen la gloria de haber contribuído eficazmente á este resulta
do. Emerson fué uno de los iniciadores del Instituto americano
576 EL ATENEO
de educación y miembro del Consejo en tiempo de Horacio
Mann. Regentó la primera escuela superior de los Estados
Unidos fundada en Boston, y creó en la misma ciudad una es
cuela de niñas en 1832. Escribió La escuela y el maestro (1843),
y los Recuerdos de un viejo maestro (1878).
Emerson estudió en el colegio Harvard y era natural de
Maine.
Santiago P. Wickershan. (1825). Este distinguido edu
cador ha escrito obras pedagógicas notables por la precisión y
claridad de estiloy por lo rigurosamente didáctico del plan.
Sus teorías se fundan por lo general en principios científicos,
salvo los casos en que cede al espíritu de secta.
Su Economia de las escuelas está dividida en cinco capítulos
que comprenden la preparación, organización, ocupación, go
bierno y autoridad de los establecimientos de enseñanza. Cada
capítulo es una exposición completa de los diversos sistemas y
de sus métodos de aplicación, explicando cuanto puede habili
tar al maestro para efectuar en el menor tiempo posible la ma
yor suma de trabajo con la perfección debida. Pocos libros ha
brá entre los muchos publicados sobre la misma materia, que
en tan reducida extensión, contengan mayor caudal de conoci
mientos prácticos.
Sus Métodos de Instrucción constituyen un verdadero tratado
filosófico de Pedagogía. Es una investigación sabia acerca de la
naturaleza de los conocimientos y de los medios de comunicar
los. Comprenden los Métodos, la instrucción en el lenguaje, en las
ciencias formales, empíricas, racionales é históricas y en las artes.
Es también autor del Manual de Leyes y Reglamentos Escolares.
Santiago Johonnot. Compuso en 1878 los Principios y
Práctica de la enseñanza en los que estudia la educación desde
un punto de vista filosófico.
Expone primeramente las condiciones de la buena ense
ñanza, y ofrece en seguida un resumen de psicología pedagógica.
Analiza luego los sistemas de los grandes reformadores de la
educación para fijar claramente los adelantos con que cada
uno ha cooperado á ella y el grado en que sus ideas se ajustan á
las leyes psicológicas.
LA PEDAGOGÍA 577
Trata después del desarrollo físico, recomendando á los
preceptores que se familiaricen con las leyes de la fisiología y
de la higiene. Considera estos conocimientos más importantes
que los detalles de la aritmética ó de la gramática. Expone
más adelante sus ideas de cultura estética y moral. Concluye
con un plan general de estudios.
J. Balwin. —En 1880 dió á la estampa la Dirección de las
Escuelas en que detalla todos los pormenores del buen régimen
escolar. Consagró su actividad veinticinco años en la enseñan
za normal; en su libro, verdadero tesoro en la materia, brillan
las observaciones discretas y atinadas sugeridas por la larga ex-
periencia de su sabio autor. No cabe dudar que la obra se ocu
pa en una de las partes más importantes de la Pedagogía, pues
para organizar las fuerzas y emplear los medios materiales de
que se dispone en la educación, se requieren tantas condiciones
como para saber mandar ejércitos ó gobernar estados.
Ha compuesto también una monumental obra rotulada: El
desenvolvimiento mental en la infancia y en la raza (1897) en la
que se propone determinar por el estudio de las leyes á las cua
les se ajustan en su formación gradual, las diversas aptitudes y
las diversas funciones intelectuales y motrices del niño, las le
yes generales que presiden la evolución mental de la especie hu-
mana. Hace de la psicología infantil un método de interpreta
ción de la psicología general, un flexible y poderoso instrumen
to para analizar el contenido de la conciencia y determinar los
grandes lincamientos en este conjunto confuso en apariencia de
las múltiples y complejas relaciones que unen, unos con otros¡
los elementos motores y representativos del espíritu.
«El libro de Balwin, apunta Mearillier, con sus lagunas,
sus partes ajenas, sus inevitables errores, constituye la más im
portante contribución á la psicología genética que ha aparecido
después de los notables trabajos de Spencer y Romanes.

PEDAGOGOS ESPAÑOLES
Manuel José Quintana. —(1772-1857). Este inspirado
poeta redactó un plan que manifiesta su competencia en mate
ria de enseñanza.
578 EL ATENEO
En su Informe de la junta creada por la regencia para propo
ner lo* medios de proceder al arreglo de los diversos ramos de ins
trucción pública (1813), pidió la enseñanza universal y gratuita.
Presenta la primera enseñanza como la más importante y la que
el Estado debe atender con especial predilección. Determina las
materias de su plan, las escuelas que deben establecerse, las cua
lidades y la elección y separación de los maestros.
Considera la enseñanza secundaria como destinada á prepa
rar el entendimiento de los discípulos para entrar en el estudio
de las carreras liberales y á sembrar en sus ánimos la semilla de
todos los conocimientos útiles y agradables que constituyen la
ilustración de una nación civilizada y culta. Propone la funda
ción de Univcrmdades de provincia que se ocupen solamente en
imbuír á los jóvenes en esta enseñanza, reuniendo en una escuela
más completa y sistemática todo lo que se denominaba huma
nidades. El programa de las universidades debería comprender
las ciencias matemáticas y físicas, las ciencias morales y políti
cas, la literatura y las artes.
Muchos y muy importantes trabajos de esta índole se elabo
raron al principio del siglo, pero ninguno llegó á, efectuarse.
No pudo introducirse siquiera el sistema lancasteriano, que un
oficial español había estudiado por comisión del Gobierno.
Francisco Amoros y Ondeano. — (1770-1848). Coronel y
Marques. Obtuvo éxito brillante en el ensayo que practicó del
sistema pestalozziano en el Instituto creado en Madrid, del
cual era director; y que la abdicación de Carlos IV, vino á des
truir las más lisonjeras esperanzas con sobrado fundamento con
cebidas. Refugiado en Francia, después de haber desempeñado
en España elavados cargos durante la dominación francesa, su
pensamiento dominante fué la instrucción pública, y especial
mente la gimnástica. En el colegio de M. Dierdan en París,
estableció una clase de gimnasia; fué nombrado después indivi
duo de la sociedad para la instrucción elemental; publicó una Me
moria sobre el sistema de PesbUozzi, y otra sobre su método de
educación física y gimnástica segiudo en Madrid.
Octuvo la concesión de un inmenso terreno en el parque de
Granelle, donde estableció cursos de gimnasia muy concurridos
LA PEDAGOGÍA 579

hasta por militares, y el ministro de la Guerra, en vista de los re


sultados obtenidos, fundó sobre aquella base el Gimnasio nor
mal militar, nombrándole director, (1819). Suprimido éste en
(1838), estableció uno particular en su domicilio al que concu
rrieron muchos alumnos, entre estos, militares, y en el cual con
tinuó perfeccionando la enseñanza, hasta que ocurrió su sentida
muerte.
Su Manual de Educación física, gimnástica y moral (1836) en
dos volúmenes y un album con muchas láminas de máquinas,
instrumentos y figuras gimnásticas, fué premiado por el institu
to de Francia y recomendado por el Congreso científico de
Douay. El primer tomo contiene los principios del centro de
gravedad, del equilibrio, del movimiento, de la fuerza; el segun
do, variados ejercicios.
Juan Manuel Ballesteros. —(1794-1869). Maestro de
privilegiada inteligencia, restableció en España la enseñanza de
sordo-mudos y de ciegos, deplorablemente olvidada en su época.
Como director del Real Colegio de Sordo-mudos de Madrid,
redactó con acierto los reglamentos y planes de estudios, y, en
seguida, instaló una sección de ciegos (1842) que continuó en
creciente y rápido desarrollo.
A pesar de sus asiduas ocupaciones, pudo dedicarse á tra
bajar en provecho del instituto.
Compuso el Manual de Sordo-mudos (1836), el Curso elemen
tal de instrucción de sordo-mudos y de ciegos (1863), la Gramática
en caracteres usuales parahuso de los ciegos (1863).
Pablo Montesino. — (1781-1149). Fundador de las escue
las de párvulos, el más ilustre de los pedagogos de la España
contemporanea. Visitó las más célebres escuelas, conferencian
do con los profesores y examinando los métodos. De vuelta
á su patria, publicó con el título de «Ligeros apuntes y Observa
ciones sobre la instrucción secundaria ó media y la superior y de
universidad (1836), un corto trabajo, escrito en estilo sencillo,
preciso y abundante en luminosas ideas. Débese ó su iniciati
va la "Sociedad para mejorar y proteger la Educación del Pue
blo", que abrió en 1838 la primera escuela denominada de Vi
rio. Por encargo de esa institución, el sabio pedagogo escribió
580 EL ATENEO
su Manual para Maestros de Escudo's de Párvulos (1840). Esta
es la primera obra publicada en España con caracter propio y
peculiar de los libros destinados á los maestros. Reune los prin
cipios diseminados en diversos autores, desde Quintiliano hasta
Basedow y Pestalozzi; y los fecundiza con su clara y profunda
inteligencia, al calor de sus reflexiones en que domina el espíri
tu filosófico y práctico. Locales y enseres, materias de ense
ñanza y métodos, todo se ha dilucidado con habilidad suma en
esta obra maestra.
Fué Montesino el director de la primera Escuela Normal
que tuvo España en ( 1839). Educáronse en ella multitud de
jóvenes, quienes llenos de entusiasmo por el ejercicio del pre-
ceptorado, se extendieron por todo el reino, creando escuelas
normales provinciales y ejerciendo después el cargo de ins
pectores.
José Bonilla y López— (1306-1875). Director de la es
cuela de Virio é institutor de raro talento pedagógico, pues sa
bía entenderse con los jornaleros, despertar y desenvolver sus
facultades con singular y admirable maestría.
Creóse en 1850 la Escuela normal de Párvulos, y Bonilla fué
nombrado su director, honorífico puesto que desempeñó veinti
cinco años. La muerte impidió que realizase sus nobles empe
ños, apesar de sus oportunas aplicaciones del froebelismo lle
vados á cabo desde 1864.
Julián López Catalan. —Entendido maestro de párvulos,
autor del Arte de Educar (1865), bien pensado trabajo, que
constituye un curso completo de Pedagogía técnica y práctica;
en el cual se dilucida con talento importantes materias, se des
criben con exactitud los medios de atender al perfeccionamiento
de la infancia y se trata magistralmente de la organización y
disciplina de las escuelas de párvulos, según el carácter de esos
establecimientos en España.
Pedro Alcántara García. —Cábele la gloria de haber im
plantado verdaderamente el sistema froebeliano en su patria.
Empezó este distinguido y hábil pedagogo su propaganda froe-
belista en 1873, insertando excelentes artículos en la Revista
de la Universidad de Madrid, que compilados forman su intere
LA PEDAGOGÍA 581

sante libro Fratbel y los jardines de la Infancia (1874). En 1879,


publicó su Manual de Educación de Párvulos, que ha merecido
justos encomios. á la vez que las censuras de los rutineros que le
tildaron de trabajar en favor de un sistema extranjero.
Mas su alta reputación como tratadista débese á la monu
mental obra intitulada Teoría y Práctica de la Educación y la En
señanza (1879-1889) —extenso y erudito trabajo en siete volú
menes, que puede considerarse como verdadera enciclopedia pe
dagógica que atesora cuanto los maestros deseen conocer acerca
de educación y enseñanza.
En 1881 dió ála estampa sus Lecciones de Cosas; obra utilí
sima para los institutores, que comprende una parte científica y
otra esencialmente práctica.
En 1886 compuso su interesante Tratado de Higiene Escolar,
guía teórico-práctico, en el cual ha comprendido cuanto pueden
apetecer los maestros para ajustar la escuela álas prescripciones
exigidas por la Higiene.
Ha compuesto además las obras siguientes: Nueva moral
práctica para uso de las escuelas primarias de niños y niñas
(1885). Prolegómenos á la Antropología pedagógica (1880). La
educación Popular (1881). De las teorías modernas acerca de la
educación física (1886). Principios generales de JÁteraturaí His
toria de la literatura española (1884). Calderón de la Barca, su vi
da y su teatro (1881).
Este distinguido escritor es profesor de Pedagogía froebelia-
na desde 1873 en las escuelas normales centrales de Madrid.
Fernando de Castro. —Fué Rector de la Universidad de
Madrid y entusiasta promovedor de la educación femenina.
Notables profesores, á iniciativa suya, dieron una serie de intere
santes conferencias sobre tan importante tema.
Concepción Arenal. —Esta excelente é infatigable escrito
ra compuso en 1869 la Mujer del Porvenir, libro que contiene
un exposición crítica sobre las conferencias á que hemos hecho
referencia y que dieron origen á la Asociación para la enseñan
za de la mujer, organizada definitivamente en 1871, y que hoy
sostiene una Escuela de Institutrices y varias elementales é in
dustriales.
10
582 EL ATENEO
Mariano Carderera-(1900). Este ilustrado escritor y com
petente pedagogo, ha difundido incesantemente los buenos méto
dos por medio de importantes publicaciones. En 1852 publicó su
Guía del Maestro, estimable tratado de moral para los precepto
res. En 1853, el Diccionario de Educación, obra única en su clase
de la literatura castellana: contiene el resumen de las opiniones
de los escritores notables de todos los tiempos, y una historia
rápida de los progresos de la enseñanza. Está escrita la obra
con notable claridad.
Joaquín AvendaSo. — Compuso este estimable escritor con
la colaboración de Carderera un Curso de Pedagogía (1850.) En
1844, publicó su Manucd completo de instrucción primaria y supe
rior. Es una miscelanea que abraza nociones de religión, lectu
ra, escritura, gramática castellana, retórica, poética, geometría,
física, química, historia natural, geografía y metodología.
Carlos Yieves. — (1822-1882.) Compuso en 1861 sus inte
resantes Estudios sobre la primera Enseñanza, en los que dá no
ticias muy importantes de las escuelas españolas hasta el año
de 1857. Escribió también la interesante novela El Maestro, del
género pedágogico, poco cultivado hoy.
Eduardo Benot. —Filólogo notable, autor de la monumen
tal obra Arquitecturas de las lenguas, compuso en 1857 Los erro
res en materia de educación y de instrucción Pública, libro
que cuenta tres ediciones, la última hecha en 1897. Con abun
dancia de doctrina, habilidad suma y raro valor, el autor plan
tea el complejo problema de la Instrucción Pública en España,
que trata de resolverla desde los puntos de vista político, adminis
trativo y pedagógico.
La obra está dividida en dos partes. La primera contiene
las observaciones sobre los males que en educación infiltran
principalmente los errores y las prescripciones de la política, y
en la segunda, aparecen las relacionadas más estrictamente con
la ciencia pedagógica, esto es, va contra las falasias que impiden
ver las verdaderas soluciones en el orden político, administrati
vo y docente.
Francisco Giner. —Notable profesor de la Institución Li
bre de enseñanza de Madrid, uno de los más entusiastas y en
LA PEDAGOGÍA 583
tendidos cultivadores de la Pedagogía en España, verdadero
apóstol de la reforma pedagógica. Autor de los originales é inte
resantes Estudios sobre educación. (1886) Estos estudios, según
la propia confesión de su ilustre autor, están inspirados en el
profundo anhelo de despertar el interés, todavía tan escaso, por
los graves problemas á que se refieren y de los cuales pende la
redención física, moral, estética, individual, social, religiosa,
política: humana, en suma, con que ganemos siquiera para nues
tros hijos la vida de la civilización, ante cuyos umbrales aún
estamos.
Urbano Gonzales Serrano. — Autor de recomendables
obras filosóficas de tonos modernísimos y de corte europeo. El
único libro que ha escrito sobre educación, se intitula "La aso
ciación como ley general de la educación, obra llena de sabias y
oportunas observaciones destinadas al acrecentamiento de la
cultura filosófica del maestro: contiene el nucleo, el corazón del
problema psicológico, porque Gonzales Serrano no es un peda
gogo práctico, y su obra pedagogica es importante como capítu
lo de su filosofía.
Adolfo Posada, joven publicista de asombrosa actividad y
flexibilidad de espíritu, autor de recomendables obras de Dere
cho y de Política, y de las Ideas Pedagógicas Modernas, colec
ción de interesantes estudios pedagógicas enderezados á propa
gar las ideas pedagógicas, que paso á paso se abren camino en
nuestra época.
Concepción Saiz y Otero. — Distinguida intutriz y habilí
sima escritora, que escribió en colaboración de Gonzales Serrano
las Cartas ¿Pedagógicas'? 1895. Importantísimos estudios
de psicología pedagogica, en los que ha puesto de bulto sus raros
conocimientos en la materia. Estas notables cartas tienen por
objeto resolver las cuestiones siguientes:
¿Es educable el hombre?
¿De qué manera se le puede educar eficazmente?
¿Cómo poner las bases?
¿Cómo abrir los cimientos firmes de una pedagogía nacional?
Francisco Ballesteros y Marquez. —Profesor de la Escue
la Normal Superior de Córdoba. Ha publicado un notable li
584 EL ATENEO
bro sobre Educación, Didáctica y Práctica de la enseñanza: (1899)
El autor ha dado en esta obra preferencia á la práctica sobre la
teoría; se dirige más á la acción que al pensamiento; se ocupa
más en el estudio de los procedimientos que en el de los princi
pios. Es un libro de Pedagogía para la Escuela, enderezado á
proporcionar verdadera cultura escolar.
La nota culminante del libro, su verdadera novedad estriba
en los ejercicios que contiene al final de cada lección, destinados
á fomentar y á servir de modelos á los principiantes ó á los po
co diestros en el dificilísimo arte de instruir y educar. Sirven
también estos bien combinados ejercicios para el desenvolvi
miento de determinada función del espíritu, y desarrollan ha
bilmente en la práctica cada uno de los métodos, procedimien
tos y formas de enseñanza. Es libro que todo maestro debe
consultar.
Ricardo Bueno de Bengoa. —Periodista distinguido, profe
sor del Ateneo de Madrid, Consejero de Instrucción Pública, es
autor de un notable libro intitulado: Tai Enseñanza en el siglo XX
(1899-1900). Partiendo el autor de la necesidad de que el hom
bre eduque todas las facultades y potencias del alma y las ener
gías del cuerpo, para conseguir el desenvolvimiento íntegro de
su ser, ha compuesto un precioso libro en el cual, después de
dar á conocer el estado del problema en el extranjero, é his
toriar la 1? y 2? enseñanza en España, presenta un orden de
consideraciones muy precisas y atinadas acerca de cada una de
las reformas que la educación común ha menester en la Penín
sula. Elocuente, festivo, á veces hiriente, y siempre digno y ele
vado, Bueno de Bengoa, no sólo ha escrito un libro útil para
España, sino para la América española, donde se encuentran
profundamente arraigados muchos de los vicios y errores pues
tos en transparencia por el autor. El libro consta de dos par
tes: la primera estudia con honradez la Enseñanza en el extran
jero; y la segunda, con erudición y sólidos razonamientos, la
reforma en España.
LA PEDAGOGÍA 585

PEDAGOGOS HISPANO-AMERICANOS

Domingo F. Sarmiento. —(1821-1888). Humilde maestro


de escuela que mereció la alta honra de ser elegido por sus con
ciudadanos Presidente de la República Argentina, «en un mo
vimiento de opinión expontáneo de que muy pocos ejemplos
presenta la historia de las demás secciones sud-americanas».
Eduardo Laboulay, su biógrafo, dice: No presumo de com
batir la ignorancia general sobre todo lo que pasa en pueblos le
janos. Pero me atrevo á pedir una excepción en favor del nue
vo presidente de la República Argentina. Es una figura origi
nal á quien no falta ni energía ni grandeza; quiero dar á conocer
á uno de esos salvajes unitarios que no van á la ópera, lo con
fieso, pero toman el patriotismo á sério Consagrado com
pletamente á la educación, convencido de que la agricultura so
la puede civilizar ó pacificar el país, no omitirá medios para
asegurar la paz y la prosperidad interna». El programa del
nuevo presidente podía reducirse en dos palabras: educaci&n, es
cuelas. Fundó diez colegios nacionales, las escuelas llegaron á
cien mil, bajo el impulso dado por su administración. Creó
escuelas normales, navales, militares, bibliotecas, academias.
Hizo levantar el primer censo de la República (1869). Su ad
ministración (1868—1874) fué un contínuo progreso para la
República Argentina.
Al descender de la suprema magistratura volvió á sus ta
reas de educación y enseñanza. Consagróse con entusiasmo al
desempeño de su nuevo cargo de director general de escuelas
de Buenos Aires, redactó un periódico pedagógico con el objeto
de difundir los buenos métodos de enseñanza, é inició y llevó
á término, reformas importantes. Fué obra suya la ley de edu
cación común de la provincia de Buenos Aires de 14 de sep
tiembre de 1875. El 19.de Mayo de 1876 dictó un reglamento
para les consejos escolares y otro de régimen interior para las
escuelas. Chile, el Uruguay y el Paraguay le cuentan entre
sus ilustres reformadores, y su patria le considera hoy como
una de sus más legítimas y brillantes glorias nacionales. Es
586 EL ATENEO
autor de las obras siguientes: El Zonda, periódico—El Método de
lectura — Análisis de las cartillas — Memoria sobre la ortografía
americana — La Educación Popular que trata de la renta, de la
inspección de las escuelas públicas, de la educación femenina,
de las escuelas normales, sistemas de enseñanza, métodos, gim
nasia. El Conflicto y harmonía de las Razas en América. Es
cribió en muchos periódicos.
Creía Sarmiento que el objeto final de la educación es la
vida civil y no el cielo, como pretenden los pedagogos místicos.
En su visita á la Escuela Normal de Preceptores de Montevideo,
en 1883, manifestó sus opiniones con franqueza al respeto.
Prestó su apoyo á la idea liberal, en favor de la escuela
laica, y el 8 de julio de 1884 una ley nacional excluyó la ense
ñanza religiosa de los programas escolares.
El eminente estadista y viejo maestro espiró sin agonías
en la Asunción. El gobierno paraguayo decretó tres días de
luto nacional. Los habitantes de la Asunción cubrieron el ca
dáver de coronas, jazmines y siemprevivas y le hicieron guar
dias cabal lerezcas.
Francisco Berra. —Distinguido Director de las Escuelas
de Buenos Aires; notable y fecundo escritor que ha hecho de
la pedagogía su estudio predilecto, produciendo obras que han
merecido los juicios más favorables de renombrados escritores
europeos, es una de las personalidades que aparecen hoy en la
cumbre de las que se dedican á la educación del pueblo. Na
die ha ido más lejos en América en la elevada esfera de los
principios. Es estrella de primera magnitud que irradia su luz
en el horizonte intelectual del mundo. Hablen por noso
tros sus Apuntes -para un libro de Pedagogía, su Higiene y la Es
cuela, y el monumental Código de Enseñanza Primaria y Nor
mal. Ninguna celebridad europea rehusaría suscribir cual
quiera de estas obras.
Abelardo Ncñez. —Inspector General de Instrucción Pri
maria en Chile. Verdadero apóstol de la Enseñanza Primaria
y Normal de su patria. Ha contribuido poderosa y eficazmen
te á la buena organización escolar, mediante sus escritos y con
sejos. Se le debe la traducción y publicación de los notables
LA PEDAGOGÍA 587
libros que constituyen la Biblioteca del Maestro de la casa de
Appletón, y el luminoso informe sobre la organización de las
Escuelas Normales, norte-americanas y alemanas.
Valentín Letelier. —Profundo y erudito escritor chileno,
autor de la Filosofia de la Educación, libro lleno de ciencia pe
dagógica, en el cual procura su autor resolver los más delicados
problemas á la luz del positivismo, cuyo método aplica en to
das sus investigaciones. Cada uno de sus extensos capítulos
puede considerarse como una verdadera monografía escrita por
mano doctísima.
Los que buscan los fundamentos científicos de lo que
aprenden en materia pedagógica, encontrarán en esta obra ma
gistral cuanto hayan menester. Esto obra sirve de texto en el
Instituto Pedagógico de Santiago. El autor ha compuesto otras
obras muy apreciables, toles como: Enseñanza del Derecho Admi
nistrativo (1889). Las Escuelas en Berlín (1885. ) Tm Instruc
ción Secundaria y la Instrucción Universitaria en Berlín (1885).
La Enseñanza del Derecho. La Lucha por la cultura (1895).
Sebastian Lorente. —Fundador de la Facultad de Letras
de Lima, fecundo, elegante, erudito escritor y maestro de las más
notables personalidades del Perú; iniciador de los estudios filo
sóficos é históricos.
Aun cuando no cultivó la Pedagogía en sí misma, le era
familiar y compuso varios textos destinados á la enseñanza, y
que fueron los mejores de su tiempo.
Ha dejado rastos luminosos en todos los caminos que tran
sitó, y la gratitud nacional le debe una estátua que perpetúe su
memoria.
Fué Director del «Colegio de N. S. de Guadalupe», dándole
días de esplendor, y del Colegio Nacional de «Santa Isabel» de
Huancayo. Fundó en Lima el «Convictorio Peruano».

*
* *
He aquí las inteligencias vigorosas, los corazones magnáni
mos, las voluntades firmes á quienes debemos el progreso rápi
do de la Educación Popular, colocándola, al mismo tiempo, en
588 EL ATENEO
vías de extenderse y perfeccionarse en los pueblos de menos
avanzada cultura.
Débese á tan egregios ciudadanos que la Escuela Primaria
haya evolucionado favorablemente, dejando de ser lugar de
martirio, foco de infección, caberna obscura de palabras, donde
no penetraba la luz de la idea, y sólo se escuchaba el chasquido
del látigo, y el llanto de las víctimas.
La obra de la educación está, pues, cimentada en anchas
bases; nuestras esperanzas en sus conquistas definitivas son fun
dadas, por lo que podemos juzgar de lo pasado, y nuestros vo
tos para lo porvenir deben circunscribirse á no desfallecer un
solo instante, á que el pensamiento que crea, la mano que eje
cuta lleven á término feliz la grande obra de la civilización:
Contribuir al bien universal.

Agustín T. Whilar.

Lima, 31 de Diciembre de 1900.


"OLLANTA"

L 26 de diciembre de 1900 constituye una efeméride de


adelanto, de verdadero progreso en el arte musical pe
ruano, desde que en ese día se han exteriorizado, y he-
cbo tangibles con la publicidad, las facultades artísticas
j¡ de José María Valle-Riestra, modesto é infatigable obre
ro de la Música en nuestra patria. Pero no se trata solamente
de la honra reflejada en el Perú por el triunfo de uno de sus hi
jos, sino, y lo que es más importante aún, de que la soñada
nueva senda musical es hoy día una realidad, cuyo descubri
miento hará enmendar el rumbo á los que andan descarriados
por carecer de fe en el porvenir, y que, no obstante, poseen ta
lento suficiente para seguir el magnífico camino abierto ahora
por la inquebrantable constancia de Valle-Riestra, ilustre ini
ciador de la ópera en el Perú.
Juzgando ahora la ópera en su valor absoluto é intrínseca
mente artístico, «Ollanta» es producción mediana, toda vez que
numerosas partes bellas alternan con otras de mérito dudoso.
Mas tengamos en cuenta lo que merecemos actualmente
en asuntos de Arte, y lo que puede producir, además, un corn
il
590 EL ATENEO

positor en el primer ensayo, por geniales que sean sus ap


titudes.
Pero no es esto todo: aún hay otra causa que ha contri
buído á armonizar el poder artístico de la obra de Valle-Riestra,
y esta causa es la debilidad literaria del libretto, hecho en la
adolescencia de su autor, y por lo tanto, asaz defectuoso y anti
musical. Sirvan para muestra de lo dicho á este respecto los
versos publicados en la técnica revista de « El Comercio » del
jueves 27, edición de la mañana, versos que al crítico (?) de
la calle de la Rifa se le antojan admirables, y que á mí me
parecen, por el contrario, muy deficientes é incapaces de inspi
rar á m úsico alguno, á pesar de que son ejemplo de lo mejor
que contiene el libretto aludido. Ademas, el desarrollo de las
escenas es completamente ilógico, pesado el diálogo, y falso y
antimusical.
Pero vuelvo á declarar que se trata del primer libretto de
un adolescente, y á nadie, pues, extrañará que contenga tantos
y tamaños errores; los cuales en nada amenguan, desde luego,
el mérito de otras producciones del poeta hechas en la madurez
de su talento, y que he sido yo el primero en admirar.
Me he propuesto juzgar la ópera « Ollanta » con criterio
digno é imparcial; por eso he cumplido mi deber haciendo cons
tar que el libretto mencionado es malo, y tanto, que mis amigos
Blume y Valle-Riestra no tienen reparo alguno en declararlo así.
Pasando al trabajo puramente musical, tócame decir que
« Ollanta » es una obra hecha en la época de transicion en los
ideales de Valle-Riestra, y que ostenta en cada trozo el sello de
diversas tendencias, según las ideas con las que estaba encari
ñado el autor en la época de la creación de los diferentes frag
mentos. Dicha obra ha evolucionado en los veinte años que
hace que comenzó á escribirse; por lo tanto, ella no tiene unidad
de estilo, ni unidad de procedimientos en la factura. Hay re
citados á la italiana con toda su monótona, convencional y an
ticuada forma; melodías á la manera de Marchetti con acompa
ñamiento de Bellini; piezas de conjunto á lo Verdi moderno;
declamación novísima que se da de bofetadas con los recitados
aludidos; é instrumentación sinfónica y descriptiva que tam
' 'olla.nta' ' 591
bién pelea con los acompañamientos mencionados anteriormen
te. De lo cual rosulta un todo heterogeneo en la esencia del
estilo y en la forma ó factura de la composición, que hace des
merecer, en conjunto, el valor artístico de la partitura de Valle-
Riestra; producción antigua, casi en su totalidad, que no dá
sino pálida idea de lo que actualmente es capaz de hacer el pre
dilecto y aventajado discípulo de Gedalge.
Entremos ahora en detalles:—El preludio está hecho con te
mas que más luego han de escucharse en el resto de la ópera, y
que son como un leit-motio rudimentario ó incipiente. El colo-
local está representado por frases características á la manera de
la música indígena peruana, y en todo el preludio, como en to
da la obra, predomina un tinte melancólico, poco enérgico, y
tal vez monótono. No entraré en este juicio á disertar sobre la
importancia mucha ó ninguna, según diversos pareceres, del
color ó del sabor local en la música, tanto lírico-dramática co
mo en la puramente sinfónica. Tópico es este que quizá desa
rrollaré en otra ocasión.
El recitado de exposición de Rumiñahuy, con el que co
mienza el primer acto, es cansado, no tiene carácter alguno de
finido y es sumamente largo. En el terceto de este acto hay
dos melodías agradables de Rumiñahuy. Sin embargo, esta
pieza no tiene sino una muy relativa importancia dramática.
La entrada del Inca se halla señalada por armonías muy her
mosas del metal, y los recitados que siguen carecen de interés
alguno. Los coros del segundo cuadro de este acto están tratn-
tados con maestría por Valle-Biestra. Hay color é inspiración
en los motivos melódicos, en los ritmos, y la instrumentación es
nutrida y vigorosa. La aparición de Ollanta da lugar á un co
ro grandioso que hace pensar demasiado en la triunfal entrada
de Radamés en «Aida». Con lo cual no quiero significar que
se trata de un plagio, sino simplemente deseo hacer constar que
la similitud anotada en el carácter y en la estructura de la mar
cha es debida á la influencia que ha ejercido la que, sin duda,
se tomó por modelo. Completa dicho parecido la naturaleza
del asunto, y hasta cierta semejanza de raza en los individuos,
y de colores en sus vestidos.
592 EL ATENEO
El corto bailable indio llamado casyua está primorosamen
te instrumentado, y de manera tal que esa danza indica que ha
sido hecha en completo modernismo de Valle-Riestra. La fra
se que entona Ollanla en respuesta al Inca, cuando éste se niega
á darle la mano de su hija, es enteramente banal, y en todo muy
digna de la letra que á continuación dice: «Aun
que mal me cuadre trataré de olvidar». Las anticuadas y ab
surdas piezas de conjunto tienen cabida al final de este acto, en
el concertado último hecho con el motivo de la primera marcha
solemne al estilo de laque existe en « Ruy Blas ».
Antes de pasar adelante haré constar que hay dos temas que
acompañan el uno, á Rumiñahuy, y el otro á Ollanta y Cusi-
Coyllur; algo así, este último, como Icit-motiv del acendrado
amor que une á los dos protagonistas.
La introducción del acto 2? es un bello trozo orquestal he
cho con modernísima factura, y que ofrece variedad de color en
los instrumentos, á la vez que comentario justo de las escenas
que se suceden en este acto.
Amanece; las vírgenes del sol cuidan de que no se extin
ga el sagrado fuego. Mama-Illa, Cusi-Coyllur, y las demás sa
cerdotisas, entonan en el templo un cántico de alabanzas y de
adoración á su Divinidad. Melodía suave y nada vulgar, giros
perfectamente conducidos, manejo acabado de las voces, todo
hay en este bellísimo número. La orquesta, en un discurso
descriptivo, coadyuva de manera decisiva á sugerir en la mente
de los oyentes la idea del amanecer, por medio de frases fuga
das, repetidas con maestría en un crescendo gradual y muy her
moso.
El recitado que sigue entre Mama-Illa y Cusi-Coyllur tiene
muy poca originalidad, pero, en cambio, está más en carácter
que los demás de la obra. —La melodía á dúo que le sigue es
un yaraví peruano perfectamente manejado por el compositor
en las voces y en la orquesta. Aquí los contrabajos y violon-
cellos hacen notas tenidas y á veces cortos pizzicatos en remate
de períodos melódicos; los violines, pizzicato de acompañamien
to; las flautas, á dúo, llevan á trechos la melodía; las trompas
"ollanta" 593

en notas tambien tenidas forman acordes muy piano, mientras


los clarinetes dibujan frases de melancólicos contornos, y los
trombones dan notas aisladas en contra-tiempo. —El aria de Cu-
si, de estilo antiguo y amanerado, encierra á pesar de todo esto
algunas interesantes frases melódicas, y otras impregnadas del
tan manoseado color local. En la instrumentación hay bellos y
plañideros pasajes encomendados á las violas en escalas cromá
ticas descendentes, que pasan á los violines y á las flautas
después, para volver á las violas.
El duo de amor que sigue entre Cusi-Coyllur y Ollanta po
see muy sentidos y apasionados momentos; pero su factura
pertenece al tiempo del donizettismo de Valle-Riestra. Una de las
melodías cantadas por el tenor, en este número, trae á la mente
el recuerdo de la frase «sento una/orza indómita» que se halla en
un duo de «II Guarany». Sin embargo, la oportuna aparición
-deLíeina_amoroso que acompaña á Cusi-Coyllur y á Ollanta,
da cierto verismo y cierta justa expresión al duo que me ocupa,
en el que aún pueden oirse por desgracia los acompañamientos
de tónica á dominante y de dominante á tónica.
En el tercer acto, que es quizá el mejor de la obra, hay tro
zos de primer orden. Uno de ellos es el monólogo de Ollanta,
bien concebido y mejor escrito. El recitado de antaño desapa
rece, y su lugar lo ocupa la dramática declamación moderna real
zada, comentada por la orquesta, en un magnífico trabajo de
sicológica interpretación. Valle-Riestra en este número, así co
mo en la escena de los bailables y coros del segundo cuadro de
este último acto, revela claramente de lo que es capaz en mate-
teria de dramática músical. El terceto que viene después, si
algo vale, nada parece al lado del monólogo anterior, no obs
tante la ingenua y sencilla melodía que canta Rumiñahuy,
« una hechicera virgen del sol » etc.
El segundo cuadro del tercer acto contiene la gran escena
de las fiestas, en la que se alternan los coros bailables. Todo
esto se encuentra hecho con tal arte, y tan bién aplicados los
trozos de música indígena, que cualquier compositor de fama
no tendría el menor reparo en firmar esta página de Valle-Ries
tra. La magnífica orquestacion arroja además torrentes de luz
594 EL ATENEO
y de vida al artístico 'cuadro de las fiestas de «Ollanta». No
me ocuparé del duo final sin declarar antes que la tempestad
descrita por la orquesta mientras se hace la mutación de la es
cena en el tercer acto, si no revela gran originalidad en las ideas
y en la factura, en cambio ostenta nutrida instrumentación y
giros y diseños muy agradacles. Hay allí algunas llamadas de
los instrumentos de cobre que hacen pensar en la obertura de
«El buquefantasma» de Wagner. .
En el duo final Valle-Riestra vuelve á usar los procedi
mientos anticuados. Sin embargo, las frases son muy sentidas,
é inmenso relieve prestan á esta escena las reminiscencias amo
rosas que aparecen en la orquesta. Pocos momentos antes de
expirar, los dos amantes cantan un yaraví tristísimo cuyos acen
tos desgarradores completan el lúgubre carácter de este fin de
la ópera.
En resúmen, el estudio de «Ollanta» denuncia á un músico
que se halla perfectamente al corriente de todo el tecnicismo ne
cesario, y que es poseedor de sentimental vena melódica, aun
que un tanto monótona quizá. Mas la cualidad resaltante,
hasta ahora, en Valle-Riestra es su poderoso y admirable colo
rido en la instrumentación.
Antes de concluir este ligero estudio tócame declarar que
no me ha sorprendido en manera alguna la apatía, la indife
rencia glacial con que ha sido acogida en Lima la obra de Va
lle-Riestra.
¿No es posible, por lo pronto, contribuir al eficaz restable
cimiento del alto nivel moral é intelectual peruano, siquiera
sea en la parte que á la música respecta? ¿La fundación de un
Conservatorio quedará siempre en el estado de bello y utilísimo
proyecto, cuya necesidad es de todos reconocida, pero de reali
zación imposible?—Toca á nuestros mandatarios dar definitiva
respuesta á las interrogaciones anteriores: mientras tanto, y en
espera de futuros acontecimientos, termino el presente artículo
declarando muy alto que á pesar del desdén y de la indiferen
cia de los peruanos por «Ollanta», esta obra representa un es
"ollanta" 595

fuerzo gigantesco, si se tiene en cuenta el medio en que ha sido


escrita; y que con pequeño ó 'ningún auditorio, con público ó
sin él, Valle-Riestra ha triunfado, pudiendo ocupar su ópera
preferente lugar en el repertorio de la música hispano-ame
ricana.

Pedro López Aliaga.


(Sinfonicu*)

Enero 12—1901.
Jílengaje de J?mor

4~-f^H¡ñ,,: tocado á la puerta: me han abierto y he entrado. Te


fa/|(í» he visto entre tus pequeñas hermanas, riendo con ale
gría infantil ante una muñeca ridículamente ataviada,
ante una de las muñecas con que jugabas hasta hace po
cos años. Me he regresado sin darte el mensaje que me
habían encomendado. Es forzoso hacerlo y hoy te lo envío:
leelo en altas horas de la noche, cuando á solas con tu alma ro
mántica puedas llorar sin testigos.

A VIOLA

Una extraña fatalidad, amiguita mía, me ha puesto en el


camino de tu vida y hecho surgir, con artera hipocrecía y sor
dos procedimientos, en tu alma sencilla un afecto que jamás
quise inspirarte. Creí haberle cerrado las puertas, creí que
la amistad fraternal, de antiguo orígen que me una á tus her
manas nos haría inaccesibles al amor, creí que tu bondadoso
corazón amante de la luz clara tendría horror á la-s obscuras pe
numbras y siniestros laberintos de las almas tristes, irónicas y
complicadas como la mía. Y sin embargo, oh Viola, una
mano cobarde y misteriosa ha cegado ante tus ojos los abismos
abiertos y esfumado las antinomias y contrastes que separaban
tu almita sencilla y bondadosa de mi alma desequilibrada y
perversa ¿Por qué?
MENSAJE DE AMOR 597
Tu eres una violeta tímida, una alma pura ó inocente ¿por
qué el buen Dios de las barbas blancas, ese cariñoso y sábio
abuelito de las alturas, que todo lo dirije con mano providente,
no orienta tu alma hacia las buenas almas, hacia las frescas y
sanas brisas del amor sencillo? ¿Porqué elevas hacia mí deli
cada Viola, tu perfumado cáliz, hacia mí, el abejarrón discor
dante? ¡Pobre florecilla enferma! Buscas el calor del sol y yo
llevo en mi frente la tristeza glacial de mil adversidades! Me
ofreces un corazón virgen ¿yo qué podría darte? Un cora
zón gastado, un alma sin fé, un espíritu exigente de sutilezas y
anormalidades Impío jardinero destrozaría y marchitaría
entre mis burdas manos las pétalos de tu alma. ¿Pobre lirio
eucarístico que alzas á mí tu cáliz que el rocío cubrió de crista
linas joyas ¿no comprendes que el inmundo insecto mancharía
con sus patas la mística pureza de tus pétalos, no comprendes
que tu tallo delicado se doblaría al peso de mis extraños sufri
mientos y de mi torcida filosofía?
¡Pobre niña! Que yo te amara sería una infamia; que yo
te amara sería la más inícua de las injusticias y algún día para
mí, el más agudo y voluptuoso remordimiento: más voluptuoso
mientras más te hubiara hecho sufrir, más agudo mientras más
buena, sufrida y cariñosa hubieras sido conmigo. Mi amor te
haría pasar por horribles suplicios. mi amor te haría llorar, mi
amor inundaría tu alma de una amargura intensa, destrozaría
tus ilusiones juveniles y te sumiría en un mar sin fondo, en
una noche sin estrellas. Tu alma de ángel iría al amor llena
de esperanzas y ensueños, que yo con mi ingénita perversidad
me complacería mañana en desvanecer y defraudar por el sim
ple placer del mal Creerías encontrar en mi corazón un
blando cojín en donde recostar tu cabeza; creerías ver reflejada
en mis ojos tu felicidad ¡Pobre niña! Tus blancas alas de
angel se enfangarían en los rojos pantanos de mi perversidad,
de mis exijencias malvadas, de mis falaces engaños; mi cora
zón ocultaría, bajo hipócritas blanduras agudas espinas que
atravesarían tus sienes; y al buscar en mis ojos la ventura de
ese amor que esperas, verías tu propio rostro lloroso y entriste
12
598 EL ATENEO
cido, reflejado en mis frías pupilas, convertidas en espejo mal
dito de adversidades, falsías y desventuras.
¿Pero cómo ha nacido este descabellado amor, niña mía?
No te he revelado en mis horas de desagradable espansión y al
calor de una bonancible y leal amistad, las rarezas y locuras de
mi imaginación enferma, no te he hablado de mi perniciosa
psicología, de mis crueles apatías, de mis súbitas y morbosas
efervescencias amorosas, seguidas de vengativos deseos y doloro
sos hastíos, no te he hablado de mis refinamientos, de mi filo
sofía íntima y de mis extravagancias? Si yo te he mostrado to
dos los rincones de mi vida interior, si yo te he visto retroceder
asustada y triste, cuando nos hemos asomado á ver las miserias
de mi alma, si yo te he visto repugnar las anomalías y aberra
ciones de mi ser como incompatibles con la noble sencillez y
apasionada pureza de tu alma ¿por qué, pues. me amas? ¿por
qué hemos de salir de esa tibia y franca afectuosidad que nos
une? ¿por qué trocar eso en una inmensa desventura?...
Oh, ven á mi lado pobre enfermita de amor, ven, locuela,
ven aquí y hablemos poniendo tus manitas frías entre mis ga
rras, hablemos como una paloma que charlara amigablemente
con un lobo; ven y dime sin entristecerte ni llorar, sin llamarme
ingrato y cruel, dime ¿por qué me amas? Dime oveja engreí
da, por qué quieres introducir tu corazón dentro de mis rojas
fauces? por qué deseas mariposa mía que yo desmenuce entre
mis toscos dedos la leve membrana de tus alas y esparza al aire
el polvillo sutil que las cubre? Yo sufriría mucho viendo
llorar á mi inocente amiguita, las injusticias que mi perversi
dad fría y mi filosofía egoista y amarga, cometieran con ella.
Diérate amor, mucho amor, todo el inmensurable amor
que tu mereces, marquesita mía, violetita enferma. Tu necesi
tas amor, por que el amor es el ambiente de los buenos corazo
nes y tu corazón es noble apasionado y sencillo. El amor es el
aliento universal, es la vida misma, es la melodía celestial que
entonan las almas jóvenes y sanas, es el preludio que la Natura
leza, esa severa pero buena mamá, ha compuesto para antece
der el surjimiento de las nuevas vidas Que hermoso debe
ser amar así! Para mi alma desequilibrada, torcida y maldita,
MENSAJE DE AMOR 599
el amor es una sinfonía fúnebre que acompaña á oscuras trage
dias del corazón, á siniestros deseos á fantasmagorias de odio'
de remordimientos, de perversidades, humillaciones, crueldades
y torpezas Angel, amarte sería manchar tus alas inmacu
ladas; violeta, amarte sería marchitar tus perfumado pétalos;
cervatilla, amarte sería hundirte traidoramente la saeta del enga
ño; enferinita, amarte sería darte la muerte más desconsolada y
ruin ¡Oh si yo supiera amar como tu amas!
Oyeme una confidencia sobre mi origen. Mi padre era en
mi lejano pueblo, un hábil relojero de viejo, y sospecho que, en
complicidad con mi madre, se valió para engendrar mi espíritu
del mismo sistema que empleaba para hacer relojes; tomando
una cuerda de aquí, de allá una rueda, un puntero mohoso de
tal reloj, una esfera de cual otro. Por estos procedimientos, no
sé hasta que punto honrados, hacía mi padre un reloj nuevo,
que tenía la desfachatez de garantizar por varios años, asegu
rando que habían salido de los más afamados talleres de Suiza
y de Francia. Y lo más curioso era que el éxito justificaba en
cierto modo, la superchería, pues sus cronómetros duraban mu
chos años en perfecto estado. Nadie me quita, niña mía, que
mi padre elaboró mi alma del mismo modo que fabricaba un
reloj: con mecanismos de muchas razas, con ruedas psíquicas
mohosas y recompuestas, cojidas de almas perversas é irónicas;
con punteros celebrales de inteligencias torcidas, con cuerdas de
sensación, correspondientes á sensibilidades enfermizas de histé
ricas, con ansias gastadas de genios inéditos que se adelantaban
ó retrasaban (to slep-to stop) al señalar la hora del dolor, en
fin con el engranaje nervioso de extravagantes animales tales
como los eléctricos gimnotos, los buhos de ojos fosfóricos, los
vampiros sanguinarios, las tarantulas líricas, los gatos egoístas
y crueles. Yo no he debido salir de mi país, niña mía, ni tener
otra profesión que la de mi padre
¡Si yo supiera amar como tu amas! Para mí el amor es
como una venganza sorda, que ocultos poderes realizan solapada
mente: yo en el amor devuelvo inconscientemente los dolores y
amarguras que he sufrido en esta vida y acaso en alguna vida
anterior, que no recuerdo pero que ha dejado en mí una vaga é
600 EL ATENEO
inconsciente mortificación, una ironía invencible y un despecho
rencoroso y humorista; de allí las contradicciones de mi ser, de
allí esa mezcla de cansancio y energía, de indolencia de fakir y
brutalidad de troglodiFta, de caridad previsora y de crueldades
místicas de una misión fatal perversa. En mi alma debe ha
ber el limo perdido de muchas razas sanguinarias y los detritus
de algunas generaciones malogradas por la estolidez. Todo eso
fundido en una extraña mezcla de maldad y compasión, de
egoísmo y debilidad, de tristeza y astusia, que me hace amar
con voluptuosidad los remordimientos del mal que yo causo y
gozar con el dolor que sufro. Si esto es así, amable niña, ¿te
imaginas cuan tenebroso y helado sería el abismo en que caerías,
si yo cediera á los atractivos de tu amor tan candido é inocente?
Caminarías al principio por una senda perfumada, sobre enga
ñoso y florecido cesped, en una tibia mañana de primavera, pero
vendría pronto la noche, vendría pronto, no lo dudes, y te en-
contrarías rodeada de horrendas negruras de abismo en medio de
una ciénaga en la que inexorablemente te hundirías: en vano
pobre niña, tratarías en tu desesperación de cogerte de las flore-
cillas del cesped; débil apoyo se hundirían contigo ¿Com
prendes cuan desolada y espantosa sería tu agonía? Y cuando
en la inmoble y espesa superficie solo asomaran ya las puntas
de tus cabellos, estallaría la última burbuja portadora de tu
postrer suspiro de amor y tu suspiro iría á incendiarse en la ats-
mófera cálida, roja y eléctrica de silenciosos remordimientos é
infernales recuerdos. Triste cremación de tu amor tan noble y
puro.
Oh diérate amor, mucho amor, todo el inmensurable amor
que tu mereces violetita enferma, si yo pudiera salir de mi
mismo y amar como tu amas pero es imposible. Angel,
mi amor mancharía tus alas; flor, mi pasión marchitaría tus pé
talos; cervatilla mi amor te hundiría la traidora saeta del enga
ño; enferma, mi amor sería para tí un veneno pérfido
Ah locuela te has convencido de que no debes amar
me; seremos buenos amigos, seré un afectuoso camarada tuyo,
casi un hermano mayor, huraño y extravagante unas veces,
alegre y burlón otras ¿quiéres? Así estaremos hasta que el Des
ME.V8AJE DE AMOR 601
tino ó la Muerte nos separen. Ojalá viniera esta en un momen-
to en que yo, Vióla, con tus manilas frías dentro de mis garras,
charlando contigo fraternalmente, diera un beso en tu pálida
frente, un beso respetuoso y puro, que no tuviera ni lejanamen
te el calor letal de esa nidada víboras que llevo en el corazón y
me muerden el cerebro.
Envío:

A tí, casta y delicada Viola, esta carta: leela y perdóname;


sé más generosa que yo: yo no perdono á la fatalidad que ha
puesto entre tu alma, pura y sencilla y la mía perversa y com
plicada, abismos tan hondos é insalvables

Este es, pobre niña romántica, el cruel mensaje que te trai- '
go. Deberes de amistad para con el hombre que amas me obli
gan á cumplir tan doloroso encargo. Llora el desventurado
fracaso de tu amor, pero no odies al mensajero.

Clemente Palma.
Clónica írel Ateneo

f on amable dedicatoria del autor, don Francisco A. Riu,


escrita en su primera página, ha llegado á nuestras
manos una preciosa colección de poesías impresa en La Plata
(República Argentina) é intitulada Sílex.
A poco de haberla hojeado, hemos adquirido el convenci
miento de que dicha colección es hija del ingenio de un verda
dero poeta sobre cuya personalidad literaria proyectan luz sim
pática las ideas y sentimientos propios de la más alta cultura
intelectual en este tormentoso fin de siglo.
Sin haber tratado al señor Riu, juzgando acerca de sus
condiciones intelectuales y morales solamente por el hermoso
florilegio que ha tenido la bondad de remitirnos, podemos afir
mar que á una notable aptitud para la poesía lírica se une en su
organismo delicado é impresionable la avasalladora tendencia al
culto de la verdad y de la justicia, que hace que muchas almas
superiores vivan lanzando su protesta airada contra los males
provenientes en gran parte de la honda y fundamental injusti-
ciaque informa á seculares instituciones humanas.
Nuestros lectores se formarán concepto de la manera de
sentir y pensar del autor de Sílex por las siguientes estancias
que revelan noble compasión hacia los desheredados de la suerte:
CRÓNICA DEL ATENEO 603

LEYENDO UNOS VERSOS

Tus versos son lo mismo que cuchillas:


Llevan del libre la altivez y el sello,
Y trás próximas ruinas de Bastillas
Van pasando tiranos á degüello.
Llevan roda la fé, todas las iras
Que abrasan de la plebe las entrañas;
Tienen reflejos bíblicos de piras,
Y apoteosis de sol en las montanas.
Hosannas ampulosas de proverbios,
Anuncian redención para los pobres,
Vibrando sobre el Mal de los soberbios
Como una enorme convulsión de cobres.
Son acentos de Dios relampagueantes!
Imprecan á los ídolos decrépitos
Con lenguas que son lenguas de gigantes,
Con voces de catástrofes y estrépitos.
Nada resiste á sus viriles choques
Desborde de geniales turbulencias.
Hacen surgir la fe de las conciencias,
Como el cincel la estátua de los bloques.
A veces son rugidos. Son protestas,
Que suben con orgullos soberanos
A partirse, cual piedras, sobre testas
De imbéciles, de fátuos y tiranos!
A veces son clamores de trajedia,
Y en el teatro de la lucha humana,
Son Dante Sajelando á la Edad Media,
O Zola á nuestra edad republicana.

* *
604 EL ATENEO

¿LL emos recibido recientemente, en forma de folleto impreso


~ *"con notable esmero por la conocida casa editorial de Gil, el
notabilísimo discurso de recepción en la Facultad de Letras del
erudito filólogo doctor don Pablo Patrón, una de nuestras com
petencias científicas.
Dicho discurso está precedido, en el folleto á que aludimos,
por el acta de la sesión de la Facultad de Letras en que se in
corporó el doctor Patrón como miembro honorario de ella.
Largos y perseverantes estudios ha hecho el doctor Patrón
sobre nuestra historia nacional, pero su valor relativo resulta
pequeño cuando se le compara con la magnitud y trascendencia
posible de los que hace años viene realizando acerca del origen
de las lenguas kechua y aimará. Si las conclusiones á que
ha llegado en estos últimos resisten en lo por venir la crítica
de los especialistas, puede asegurarse que nuestro sabio com
patriota habrá aportado un nuevo y valiosísimo contingente de
luz al problema de la procedencia de los antiguos pobladores de
la América.
Las conclusiones resultantes de los estudios del doctor Pa
trón pueden resumirse en esta forma:
El kechua y el aimará provienen del súmero y del asirio
que sólo se hablaron en la Mesopotamia: luego las dos razas
poseedoras de esas lenguas se establecieron en América, proce
dentes de dicha región asiática.
Las pruebas de la verdad de estas afirmaciones las ha en
contrado el doctor Patrón fijando las tablas de valores fonéticos
de unas lenguas respecto de otras, ó lo que es igual, las trans
formaciones de las letras súmeias y asirias en kechua y aimará.
Una vez establecida la equivalencia, que es siempre cons
tante, las voces súmeras y asirias se encuentran con su mismo
significado en kechua y aimará.
Deploramos que la estrechez de estos apuntes no nos per
mita esclarecer con algunos ejemplos las bases de la doctrina fi
lológica ampliamente desarrollada por el doctor Patrón en el
discurso cuya lectura recomendamos á los aficionados á esta
clase de trabajos.
INDICE

DEL

TOMO TEECEEO

NUMERO 13

ARTICULOS VARIOS
*** El problema de la educación
Manuel A. San Juan Bocetos del siglo XVIII—Cuar
to boceto— Un ardid de Fe
derico el Grande.
Mario Centon El fracaso de la vacuna
Hildebrando Fuentes Artemisa.
Carlos A. Romero Batalla de Junín.
POESIAS
Teohaldo E. Corpancho El triunfo de la gloria.—Oanto
á Bolognesi.
Alberto Salomón La majestad de Venus.
TEATRO NACIONAL
José Santos Chocano Vendimiarlo—(Acto 2.")
BIBLIOGRAFIA DEL ATENEO.—CRÓNICA DEL ATENEO
606 ÍNDICE

NUMKKf) 14

ARTICULOS VARIOS
Gatuno Pacheco 7.egarra La MusaX.
*** El problema de la educación.
Clemente Palma Andrónico.
Fundación de Pisco.
Pablo Patrón Cultura Prehispánica.
POESÍAS
Arturo Montoya A los bardos.
TEATRO NACIONAL
José Santos Chocano Vendimiario— (Acto 3.°)
CRÓNICA DEL ATENEO

NUMKEO 15

VELADA DEL 29 DE SETIEMBRE DE 1900.


Javier Prado y Ugarleche Discurso.
Agustín T. Whilar Enseñanza obligatoria de la Economía
Política en la Escuela Primaria.
José A. de Izcue Castilla y San Martín.
Curios I. Lisón Microlitologla.
José S. Chocano La Epopeya del Bosque.
ARTÍCULOS VARIOS
Alejandro O. Deustua La Instrucción Pública en Francia.
CRÓNICA DEL ATENEO
ÍNDICE 607

NUMERO 1G

ARTÍCULOS VARIOS
Alejandro 0. Deustua La Instrucción Pública en Francia
(Continuación).
Feo. Tudela y Varela Obras inéditas del Dr. D. Gabino Pa
checo Zegarra.
Ricardo Palma María Abascal (Reminiscencias).
POESÍAS
José S. Chocano Aun soltador.
Gabino Pacheco Zegarra Una ilusión.
CRÓNICA DEL ATENEO

NUMERO 17

ARTÍCULOS VARIOS
Alejandro 0. Deustua La instrucción pública en Francia
(Continuación) .
Manuel A. ,San Juan Bocetos del siglo XVIII.—Quinto bo
ceto.—Diderot en Rusia.
Clemente Palma Marionetes.
POESÍAS
Felipe Parda Una letrilla.
TEATKO NACIONAL
Gabino Pacheco Zegarra Cambiar parejas.
608 ÍNDICE

NCMKRO 1©

ARTÍCULOS VARIOS
Agustín T. Whilar La pedagogía y sus eminentes colabo
radores en el siglo XIX.
Pedro López Aliaga Ollanta (primera ópera peruana).
Clemente Palma Mensaje de amor.
CRÓNICA DEI, ATENEO
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