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2 04
MASACRE DE LAS BANANERAS (1928)
Huelga y masacre.
El debate Gaitán.
Palabras del presidente de la república.
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2. COMPETENCIA GENERAL
Demuestra conocimiento de los conflictos internos de la república que se dieron a finales del
siglo XIX, principio y mitad del siglo XX, fortaleciendo su cultura militar a través de la
investigación y participación académica que consolidan su liderazgo en la interacción
permanente del trabajo en equipo.
3. COMPETENCIA ESPECIFICAS
1. Identifica la guerra de los mil días fortaleciendo sus conocimientos al argumentar sobre
la falta de consenso y entendimiento entre el bipartidismo político.
2. Describe la separación de panamá como último recurso para lograr su
independencia y consolidarse como república explicando los factores que la
motivaron.
3. Analiza la masacre de las bananeras exaltando la legalidad de la intervención de
las FFMM identificando los factores que la determinaron.
TEMA UNO
CUARTA PARTE
Aunque esta guerra se conoció como la de los mil días, en realidad duró poco más de
1.100 días, prevalecieron los combates intensos y cruentos como la batalla de
Peralonso, y la de Palonegro donde la muerte fue copiosa, y recorrió todo el territorio
Nacional. Se destacaron múltiples personajes de cada bando como Rafael Uribe Uribe,
Benjamín Herrera y Foción Soto entre otros por parte de los liberales, que aunque
habían conformado una guerrilla, prefirieron siempre los enfrentamientos abiertos y de
tropas numerosas. A nivel Internacional el conflicto fue seguido de cerca por
Venezuela, Ecuador, Nicaragua quienes apoyaron la revolución liberal y Estados
Unidos que influyó decididamente a favor del Gobierno Conservador al final de esta
guerra.
En 1902 el número de combates había disminuido, el gobierno decide lanzar una nueva
ofensiva militar, y ofrecer a la vez una posibilidad amplia de indulto para los
revolucionarios que se desmovilizaran y entregaran las armas, lo que conduce a
negociaciones con los liberales, como resultado se firman varios tratados de paz, de los
cuales se destacan:
2. El Tratado de Wisconsin
- Lucas Caballero
- Eusebio Morales
- Benjamín Herrera.
- Víctor Manuel Salazar y Alfredo Vázquez Cobo en Noviembre 21 del mismo año, cabe
anotar que en ese momento la guerrilla liberal conservaba la posibilidad de seguir
luchando desde Panamá, pues contaba con más de 10.000 hombres y material bélico
suficiente.
La voluntad del liberalismo de cesar las hostilidades, para que por la vía del Congreso
evitara la intervención de los Estados Unidos en el caso de Panamá, no surtió el efecto
esperado, pues fue tardía y gracias a la inexplicable lentitud de nuestros dirigentes, el 3
de noviembre de 1903, se dio la irremediable pérdida del Departamento, 75.000
kilómetros cuadrados de territorio Patrio.
Otro de los sucesos que hicieron parte del desenlace del conflicto, fue el interés de la
sociedad civil por la finalización de la guerra, motivando a la Iglesia, en cabeza de
Monseñor Herrera, a realizar un Voto o Promesa Nacional por la Paz. Para tal efecto,
solicitó la ayuda del presidente Marroquín para edificar frente al Parque de los Mártires
en Bogotá una Iglesia como eje simbólico del clamor de la nación consagrándola al
sagrado corazón de Jesús. Se coloca la primera piedra a mediados del año 1902. Hoy
en día a la entrada de éste centenario templo existen dos placas que recuerdan este
evento histórico.
Luego de esta guerra civil, el país empobrecido, había destruido sus industrias, las vías
de comunicación, la deuda externa e interna eran considerables, la libra esterlina, tipo
de cambio de la época, había pasado en 1898 de 15.85 pesos papel hasta llegar a
cotizarse en 1903 a 505 pesos. La nueva administración del General y empresario
Rafael Reyes, con su lema: mucha administración y poca política, hace un llamado a
todos los colombianos a la unión y la concordia, comenzando un ajuste en todos los
campos y un proceso sostenido de reconstrucción nacional. ¨ El país todo entraba de
lleno en un período de actividad. Las pequeñas industrias florecían visiblemente. Los
capitales colombianos empezaban a adquirir confianza en sí mismos y en los recursos
del país y con cautela empezaban a colocarse en industrias nuevas: empresas
mineras, fábricas de tejidos, refinerías de azúcar, plantas eléctricas para el alumbrado
de las ciudades y para el suministro de fuerza motriz en diversas industrias, fábricas de
cemento, empresas agrícolas de vasta extensión, todo mostraba que el país hacía ya el
recuento de sus energías para incorporarse y seguir el rumbo actual del mundo culto
en busca de la prosperidad material¨ (Baldomero Sanín Cano).
Otro de los protagonistas por parte del Gobierno, el General Víctor Manuel Salazar,
escribiría después de cuarenta años: Nuestros sacrificios, la sangre derramada y el luto
de los hogares, no fueron completamente estériles, porque la lucha nos dejó los
beneficios de una paz estable, esta paz que se aproxima al medio siglo de existencia y
que conocemos con el nombre de ¨ la paz de Wisconsin. ¨ Que ella ha sido fecunda en
bienes para Colombia, lo demuestra enfáticamente la tranquilidad en que hemos vivido
en los últimos tiempos, el creciente desarrollo de las industrias, el florecimiento de la
agricultura... (Memorias de la guerra de los mil días, Víctor M Salazar, firmante del
tratado de Wisconsin).
Recuperado de:
http://www.semana.com/opinion/articulo/resena-historica-la-guerra-mil-dias-1899-
1902/55045-3
TEMA DOS
TEMA TRES
EDICION 190
OCTUBRE DE 2005
Diciembre 6 de 1928
La masacre de las bananeras
Tomado de:
Después de varios días de huelga los obreros de la zona bananera en el Departamento del
Magdalena, se enfrentaron con el ejército, desplegado allí para evitar alteraciones del
orden público y “un golpe de mano” que tenían planeado los comunistas, organizadores de
la huelga, según rezaba la propaganda difundida por distintos medios de comunicación.
Sobra decir que impresos, pues entonces no había de otros.
¿Qué pretendían los supuestos comunistas al lanzar a los obreros de las bananeras a una
huelga que, desde el primer momento, fue calificada de subversiva por el Gobierno? ¿Qué
intentaban subvertir los obreros de la zona bananera? ¿Acaso estaban formando un ciclón
revolucionario bolchevique –como editorializaban los respetados periódicos conservadores
y preconizaban desde los púlpitos los venerables representantes de Dios en la Tierra—
ciclón que barrería con las vidas y haciendas de la gente de bien?
En los albores de la revolución soviética el escritor liberal colombiano Max Grillo había
pregonado, a mediados de 1919, que “los obreros [colombianos] desean formar un nuevo
partido que tenga por programa las grandes reivindicaciones socialistas. El liberalismo, por
evolución, puede ser ese partido socialista”. No eran palabras vanas. Los intelectuales
liberales, su clase dirigente, su juventud, se lanzaron a una en pos del ideal socialista, ya
aclamado por Rafael Uribe Uribe mucho antes de la revolución de octubre de 1917, como
un imperativo para el liberalismo. Los patriarcas Baldomero Sanín Cano, Benjamín Herrera
y Max Grillo, y los jóvenes Enrique Olaya Herrera, Alfonso López, Eduardo Santos, Luis
López de Mesa, Eduardo y Agustín Nieto Caballero, Armando Solano, Benjamín Palacio
Uribe, Luis Cano, Enrique Santos, Ricardo Rendón, María Cano, y varios centenares más de
la extraordinaria Pléyade de liberales de la Generación del Centenario que supieron
combinar el pensamiento con la acción, acordaron, al comenzar la década de los veintes,
que el propósito sagrado del Partido Liberal, en su búsqueda del poder, era plasmar la
reforma social, y acogieron en su plataforma no pocos de los postulados del socialismo
soviético.
Asustados los jefes conservadores y los jerarcas de la Iglesia --que también eran jefes
conservadores, o mejor, los verdaderos jefes—ante la catástrofe electoral que veían venir
para 1930, y la inminente caída del régimen conservador, adoptaron estrategias
desesperadas. Una de ellas fue la presentación de la ley 69, que so pretexto de
reglamentar la actividad obrera, buscaba meter en cintura a los sindicatos y disminuir la
capacidad de acción política de las masas liberales “comunistas”. Esta Ley 69, apodada
“Ley heroica” por sus promotores, vedaba que los sindicatos atacaran el derecho de
propiedad privada o desconocieran su legitimidad, les prohibía fomentar la lucha de clases
y les desconocía el derecho de promover huelgas. La divulgación de escritos, carteles y
publicaciones que respaldaron los actos declarados ilicititos por la ley 69, sería sancionada
con severidad. En adelante los obreros se convertían en objeto de aguda vigilancia policial.
Sancionó la Ley el Presidente de la República, doctor Miguel Abadía Méndez, jurista
eminente, hombre probo, temeroso de Dios y más temeroso aún de los poderes terrenales
que, tal la United Fruit Company, eran así mismo omnímodos, como lo dijese en alguna
ocasión el doctor Eduardo Santos, Director de El Tiempo.
Huelga y Masacre
Las gestiones entre el sindicato obrero de las bananeras, dirigido por Raúl Eduardo
Mahecha, y la United Fruit Company, también llamada Compañía Frutera de Sevilla,
llegaron a su punto culminante con la aprobación de la Ley Heroica. La United endureció
sus posiciones y rechazó de plano el pliego de los trabajadores, cuyas peticiones
principales eran la abolición del sistema de contratistas, el aumento general de los salarios,
el descanso dominical remunerado, la indemnización por accidente y la construcción de
viviendas decorosas para los obreros de la zona bananera. La Frutera de Sevilla rechazó
esas peticiones “subversivas” amparada en la ley 69 de 30 de octubre de 1928 que había
declarado la ilegalidad anticipada de cualquier pretensión obrero que tratara de obtener,
mediante huelgas o cualesquiera otros medios “de fuerza”, concesiones por parte de los
patronos. A los trabajadores de la zona bananera no les quedó otro recurso que ir a la
huelga. Los Directivos de la United movieron enseguida su vasto aparato de influencias en
el alto Gobierno, que desplegó un contingente del ejército, al mando del general Carlos
Cortés Vargas, para proteger las propiedades en la zona bananera, las vidas de los
directivos de la United, y el orden público amenazado por “los comunistas”. La huelga de
los trabajadores de la zona comenzó el 12 de noviembre.
Los primeros comunicados recibidos en Bogotá daban cuenta de que los huelguistas, hasta
ese momento pacíficos, manipulados por agitadores comunistas, habían emprendido una
revolución de tipo bolchevique cuyo primer paso era la degollina de los directivos de la
United Fruit y de sus familias, acto que debía ejecutarse el 6 de diciembre, lo que obligó a
la pronta intervención del ejército. Los huelguistas, resueltos a llevar a cabo sus
propósitos, enfrentaron la tropa que, a la orden dada por el general Carlos Cortés Vargas,
disparó contra ellos, mató a varios, tomó el control de la zona y puso fin con éxito al
movimiento subversivo. El Presidente de la república felicitó al general Cortés Vargas por
haber salvado al país de la anarquía.
Hubo enorme confusión en las primeras versiones. Los despachos periodísticos hablaban
en unos caos de “miles de muertos” y en otros de “unos pocos muertos y heridos”. La
prensa liberal destacó el hecho de que se había disparados sobre obreros inermes que
efectuaban una marcha pacífica compuesta por trabajadores, sus mujeres y sus niños,
dato reconocido por el propio general Cortés Vargas, que justificó el abaleo en el supuesto
de que los huelguistas habían puesto de mampara a las mujeres y a los niños en la
creencia absoluta de que el ejército no se atrevería a dispararles y que así los obreros
podrían llegar a salvo a los cuarteles de Ciénaga y apoderarse de ellos.
Sin quererlo, el General Cortés Vargas había colocado en primer plano noticioso la huelga
de los trabajadores bananeros. La versión de los miles de muertos pujaba por las primeras
planas con la de la conspiración comunista. Nadie podía decir con certeza cuántos obreros
cayeron el 6 de diciembre, pero sí quedó establecido desde el principio que la tropa disparó
sobre hombres y mujeres desarmados y que marchaban en paz, aunque vociferantes y con
encendidas consignas revolucionarias. El editorial de El Tiempo del 7 de diciembre hizo un
retrato magistral de la situación:
“No es apropiado todavía llamar revolución, así con esa palabra trascendental que alude al
intento de toma del poder con la violencia, el movimiento de las masas borrascosas del
magdalena. Hay una huelga convertida en revuelta, en una revuelta desastrosa que
nosotros no podemos, demás está decirlo, aprobar explícita o implícitamente y cuyos
incidentes, escenas, y complicaciones perjudican ante los espectadores importantes de
esta lucha sangrienta la causa justa de los obreros, el nombre del gobierno, el prestigio
que debe ser intocable de las armas de la república, y acaso, desgraciadamente, los más
altos intereses del país. Desatada la violencia no es discutible la necesidad de restablecer
el orden, y el gobierno principalmente es el llamado a realizar esa tarea. Pero resta
averiguar si no hay medidas preferibles y más eficaces que las de dedicar la mitad del
ejército de la República a la matanza de trabajadores colombianos a quienes, durante la
huelga mantenida hasta hace poco en perfecto orden, hizo exaltar y enfurecer la presencia
provocadora de las tropas movilizadas, la sustitución de funcionarios civiles por militares,
la certidumbre larga, dolorosamente fundamentada de que la United Fruit Company tiene
corrompida y dominada la organización del Estado en el departamento y la mayoría de los
estamentos sociales directivos…”.
“Ya habéis oído leer [honorables senadores y representantes] la alocución del señor
Presidente de la República. Habéis oído cómo allí se dice, hablando de los obreros, que
ellos perpetraron ‘verdaderos delitos de traición y felonía, porque a trueque de herir al
adversario político, no vacilan en atravesar con su puñal envenenado el corazón amante de
la Patria’. Decidle, señores, al taciturno Presidente de la República que aplique estas
palabras no a los obreros, que fueron las víctimas, sino que las aplique a los militares, a
los cuáles él les ha hecho el más inconcebible elogio. Que el señor Presidente de la
República se levante sobre la tumba de los sacrificados para escupir su hiel y su veneno,
cuando por simples sentimientos de humanidad tales vocablos le estaban vedados ante la
majestad de la muerte y del dolor, es cosa que causa ironía y que muestra las lacras de la
mentida justicia humana. Y que no hable el Presidente de la República de hechos políticos,
aquí donde sólo hubo por parte de los militares pecados contra los artículos del Código
penal. Y en esa alocución misma habéis leído el elogio férvido, el elogio ilimitado que el
señor presidente hace a quienes sólo merecen el dicterio de los hombres que tienen en
estima los sentimientos esenciales de la bondad”.
Uno de los aludidos merecedor de esos dicterios era el comandante de las fuerzas del
Magdalena, general Carlos Cortés Vargas, a quien Gaitán no se los ahorra. En otro aparte
de su intervención, el representante liberal asume el análisis de la personalidad del general
Cortés Vargas, (destituido del ejército dos meses y medio antes del famoso debate de las
bananeras, no por los hechos de la masacre del 6 de diciembre de 1928, sino por su torpe
actuación, como Director de la Policía nacional, en los graves sucesos del 8 de junio de
1929 en Bogotá, que acabaron de remachar el ya irreparable desprestigio del gobierno
conservador).
“Entremos a analizar un poco la personalidad del señor Cortés Vargas; pero no quiero
hacerlo con conceptos míos; quiero apenas presentar documentos que los demuestren; y
quiero hacerlo así porque a mí no me guía en esto ninguna animadversión contra ese
señor; personalmente no me interesa; solo un deber imprescindible me obliga a demostrar
ante vosotros quién era el supremo juzgador y cuáles sus actuaciones. Y esto tiene grande
importancia para el efecto de los procesos. Porque aun cuando haya gentes ignorantes que
piensen que esto es inútil, yo les digo que quienes hemos entregado un poco la vida a los
estudios penales sabemos que un hombre o una corporación no pueden fallar sin antes
entrar en el estudio de la personalidad del juzgador, de la personalidad del sindicado.
Leamos ante todo una carta dirigida por el señor Cortés Vargas a Santa Marta a persona a
quien el doctor Eduardo Castro, conservador, afirma ser agente de la United Fruit
Company en el ferrocarril de Santa marta, después de haber sido expulsado del ejército.
Carta en la cual se ultraja al arzobispo primado de Colombia. Y todavía más, al actual
Ministro de Guerra, doctor Rodríguez Diago. Esta carta está rubricada por el señor juez
primero del circuito de Santa Marta, debidamente autenticada ante él y consta aquí
también la certificación de la persona que la facilitó. Esta carta parece que fue dirigida no
con carácter privado sino precisamente para que la conociera todo el mundo en Santa
Marta, ya que son numerosas las personas que allí la leyeron. Se pretendía con ella hacer
alarde de la miseria y de la pobreza que diariamente predica el señor Cortés Vargas”.
“Como tú sabes muy bien –dice Cortés Vargas en uno de los párrafos de su carta—
Rodríguez Diago está de acuerdo con don Nicolás Dávila, por lo tanto, con Robles y Núñez
Roca; caído Rengifo ¿quién defiende el pleito de las bananeras? Nadie, mejor dicho, yo
solo. Sabrás que va para esa Arbeláez, el nuevo director de la Policía, a investigar mis
actuaciones en la zona; Rodríguez Diago lo manda para que se ponga de acuerdo con los
villanos de allá. Ahora sí me llevó el diablo, de seguro que allá no habrá una persona que
salga a decir la verdad, no a defenderme, que eso sería pedir mucho”.
El diablo no se llevó al general Cortés Vargas, pero sí al régimen conservador, hundido por
los muertos del 6 de diciembre y del 8 de junio. ESM
a. Exposición del docente donde se dan las pautas y condiciones del saber y de los
temas del primer corte dispuestos en la guía de estudio.
b. Conducta de entrada con el ánimo de motivar a los alumnos sobre un tema que
desconocen y generar motivación hacia la historia militar contemporánea.
c. Leer el contenido suministrado y observar, analizar cada video.
d. Elaborar una reseña histórica por cada tema del primer corte según lo leído y
observado en el video.
e. Elaborar un mapa conceptual predispuesto para exposición que contenga:
Causas, desarrollo y consecuencias de cada uno de los acontecimientos.
f. Legajar las evidencias en la carpeta tipo portafolio grupal en el separador
correspondiente.
g. Estudiar el cuestionario suministrado en los materiales entregados pregunta 1 al
24 para examen.
5. METODOLOGÍA DE EVALUACIÓN.
El proceso estará evaluado en el primer corte según los contenidos temáticos, de manera
individual, grupal, oral y/o escrita. Contempla también los tipos de evaluación, co evaluación
y hetero evaluación.
Estrategias de evaluación
Este corte para su evaluación tiene un valor del 30% de la nota total del saber (100%) que se
obtendrá de la siguiente manera:
-Reseñas Históricas 60%
-Mapas Conceptuales 30%
-Exposición 10%
6. RECURSOS