Sunteți pe pagina 1din 17

ESCUELA MILITAR DE SUBOFICIALES Versión:

“SARGENTO INOCENCIO CHINCÁ”


Fecha:01-Abril-2019
GUÍA DE ESTUDIO
HISTORIA MILITAR CONTEMPORANEA Código:31202

TECNOLOGÍA EN ENTRENAMIENTO Y GESTION MILITAR

1. IDENTIFICACIÓN DEL SABER:

Área: Profesional Especifica


Unidad de Aprendizaje: Historia Militar Contemporanea.
Nivel: Segundo Nivel (C2-D2-E2-F2-G2-H2)
Horas de Trabajo Presencial: 32
Horas de Trabajo Independiente: 64
Créditos Académicos: 2

CUADRO DE DISTRIBUCION DE HORAS DEL TRABAJO PRESENCIAL


NUMERO HORAS TEMAS DEL PRIMER CORTE.
CONFLICTOS DEL SIGLO XIX -XX.
GUERRA DE LOS MIL DIAS (1899-1902).
 Guerras y reformas (1899-1903)
 Reseña Histórica de la guerra de los mil días.
1 04  Tratados de: Neerlandia-Wisconsin y Chinácota.
SEPARACIÓN DE PANAMÁ DE COLOMBIA (1903).
 Antecedentes y causas de la separación.
 Firma del tratado Herran-hay.

2 04
MASACRE DE LAS BANANERAS (1928)
 Huelga y masacre.
 El debate Gaitán.
 Palabras del presidente de la república.
3 04

2. COMPETENCIA GENERAL

Demuestra conocimiento de los conflictos internos de la república que se dieron a finales del
siglo XIX, principio y mitad del siglo XX, fortaleciendo su cultura militar a través de la
investigación y participación académica que consolidan su liderazgo en la interacción
permanente del trabajo en equipo.

3. COMPETENCIA ESPECIFICAS

1. Identifica la guerra de los mil días fortaleciendo sus conocimientos al argumentar sobre
la falta de consenso y entendimiento entre el bipartidismo político.
2. Describe la separación de panamá como último recurso para lograr su
independencia y consolidarse como república explicando los factores que la
motivaron.
3. Analiza la masacre de las bananeras exaltando la legalidad de la intervención de
las FFMM identificando los factores que la determinaron.

4. DESARROLLO DE LOS CONTENIDOS TEMÁTICOS

Los contenidos temáticos se desarrollaran acorde a los tiempos, competencias


propuestas, estrategias pedagógicas, instrumentos de evaluación y la secuencia
establecida en el syllabus.

Contenido Temático No. 1 La Guerra de los Mil Días (1899-1902).

TEMA UNO

CUARTA PARTE

Tomado de: http://www.imagenesrf.com/

4.1 Guerra y reformas (1899 y 1933)

Reseña histórica de la Guerra de los Mil días. 1899-1902


Fueron numerosos los conflictos armados que vivió nuestro país a lo largo del siglo XIX
debido a la pugna entre conservadores y liberales por el poder. Entre otros, nos
condujeron a guerras como la de 1885 y 1895. En 1899 el partido conservador se
hallaba dividido en dos corrientes: los Nacionalistas, que conformaban un gobierno
excluyente con personajes de la talla de Rafael Núñez (fallecido en 1894) y Miguel
Antonio Caro. Por otro lado el grupo de los Históricos aceptaba la necesidad de
entenderse con los liberales, que para la época era una fuerza política importante,
estaban en contra de la censura de prensa y la restricción de los derechos individuales
para acallar la oposición, método usado por los primeros desde el Estado amparado en
la reciente constitución de 1886.

El Partido liberal se encontraba de la misma manera fraccionado, entre los que


deseaban agotar las instancias políticas para acceder al poder, y quienes estaban
dispuestos a conquistar los espacios que el Gobierno les cerraba mediante la
confrontación armada. Finalmente la segunda opción predominó y es el 17 de Octubre
de 1899 que se declara oficialmente la insurrección liberal por Paulo Emilio Villar, uno
de los jefes de este partido en Santander. Esta sería hasta nuestros días la gran guerra
civil que durante cerca de tres años azotó a Colombia, y en la cual cerca de cien mil
colombianos entregaron sus vidas, es decir el 2.5% de la población de aquella época
(el país contaba con un poco más de cuatro millones de habitantes).

Aunque esta guerra se conoció como la de los mil días, en realidad duró poco más de
1.100 días, prevalecieron los combates intensos y cruentos como la batalla de
Peralonso, y la de Palonegro donde la muerte fue copiosa, y recorrió todo el territorio
Nacional. Se destacaron múltiples personajes de cada bando como Rafael Uribe Uribe,
Benjamín Herrera y Foción Soto entre otros por parte de los liberales, que aunque
habían conformado una guerrilla, prefirieron siempre los enfrentamientos abiertos y de
tropas numerosas. A nivel Internacional el conflicto fue seguido de cerca por
Venezuela, Ecuador, Nicaragua quienes apoyaron la revolución liberal y Estados
Unidos que influyó decididamente a favor del Gobierno Conservador al final de esta
guerra.

En 1902 el número de combates había disminuido, el gobierno decide lanzar una nueva
ofensiva militar, y ofrecer a la vez una posibilidad amplia de indulto para los
revolucionarios que se desmovilizaran y entregaran las armas, lo que conduce a
negociaciones con los liberales, como resultado se firman varios tratados de paz, de los
cuales se destacan:

1. El tratado de Neerlandia firmado el 24 de Octubre por Rafael Uribe Uribe, donde


previamente con un armisticio pactado, se reconocía a los revolucionarios como
beligerantes y se les ofrecía una PAZ con garantías, el gobierno se comprometía a
liberar a los presos políticos, a garantizar su seguridad y a cesar el cobro de la
contribución a la guerra.

2. El Tratado de Wisconsin

2.1 Firmado por los liberales:

- Lucas Caballero
- Eusebio Morales
- Benjamín Herrera.

2.2 Por parte del Gobierno, los generales:

- Víctor Manuel Salazar y Alfredo Vázquez Cobo en Noviembre 21 del mismo año, cabe
anotar que en ese momento la guerrilla liberal conservaba la posibilidad de seguir
luchando desde Panamá, pues contaba con más de 10.000 hombres y material bélico
suficiente.

Algunos de los puntos del tratado eran:


1. la libertad inmediata de todos los prisioneros de guerra y presos políticos.
2. Amplia amnistía y completa garantías para las personas y los bienes de los
comprometidos en esa revolución.
3. La convocatoria a una nueva elección del congreso, con la tarea de estudiar las
negociaciones relativas al Canal de Panamá.
4. La reforma política, el equilibrio en las finanzas públicas, el control de la inflación y la
devaluación.

3. El Tratado de Chinácota firmado en Norte de Santander entre:

1. Ramón González Valencia por parte del gobierno.


2. Representantes del liberal Foción Soto.
Este acuerdo acoge a los revolucionarios que permanecían en número reducido en
esta zona del País.

La voluntad del liberalismo de cesar las hostilidades, para que por la vía del Congreso
evitara la intervención de los Estados Unidos en el caso de Panamá, no surtió el efecto
esperado, pues fue tardía y gracias a la inexplicable lentitud de nuestros dirigentes, el 3
de noviembre de 1903, se dio la irremediable pérdida del Departamento, 75.000
kilómetros cuadrados de territorio Patrio.

Otro de los sucesos que hicieron parte del desenlace del conflicto, fue el interés de la
sociedad civil por la finalización de la guerra, motivando a la Iglesia, en cabeza de
Monseñor Herrera, a realizar un Voto o Promesa Nacional por la Paz. Para tal efecto,
solicitó la ayuda del presidente Marroquín para edificar frente al Parque de los Mártires
en Bogotá una Iglesia como eje simbólico del clamor de la nación consagrándola al
sagrado corazón de Jesús. Se coloca la primera piedra a mediados del año 1902. Hoy
en día a la entrada de éste centenario templo existen dos placas que recuerdan este
evento histórico.

Luego de esta guerra civil, el país empobrecido, había destruido sus industrias, las vías
de comunicación, la deuda externa e interna eran considerables, la libra esterlina, tipo
de cambio de la época, había pasado en 1898 de 15.85 pesos papel hasta llegar a
cotizarse en 1903 a 505 pesos. La nueva administración del General y empresario
Rafael Reyes, con su lema: mucha administración y poca política, hace un llamado a
todos los colombianos a la unión y la concordia, comenzando un ajuste en todos los
campos y un proceso sostenido de reconstrucción nacional. ¨ El país todo entraba de
lleno en un período de actividad. Las pequeñas industrias florecían visiblemente. Los
capitales colombianos empezaban a adquirir confianza en sí mismos y en los recursos
del país y con cautela empezaban a colocarse en industrias nuevas: empresas
mineras, fábricas de tejidos, refinerías de azúcar, plantas eléctricas para el alumbrado
de las ciudades y para el suministro de fuerza motriz en diversas industrias, fábricas de
cemento, empresas agrícolas de vasta extensión, todo mostraba que el país hacía ya el
recuento de sus energías para incorporarse y seguir el rumbo actual del mundo culto
en busca de la prosperidad material¨ (Baldomero Sanín Cano).

Otro de los protagonistas por parte del Gobierno, el General Víctor Manuel Salazar,
escribiría después de cuarenta años: Nuestros sacrificios, la sangre derramada y el luto
de los hogares, no fueron completamente estériles, porque la lucha nos dejó los
beneficios de una paz estable, esta paz que se aproxima al medio siglo de existencia y
que conocemos con el nombre de ¨ la paz de Wisconsin. ¨ Que ella ha sido fecunda en
bienes para Colombia, lo demuestra enfáticamente la tranquilidad en que hemos vivido
en los últimos tiempos, el creciente desarrollo de las industrias, el florecimiento de la
agricultura... (Memorias de la guerra de los mil días, Víctor M Salazar, firmante del
tratado de Wisconsin).

Recuperado de:
http://www.semana.com/opinion/articulo/resena-historica-la-guerra-mil-dias-1899-
1902/55045-3

TEMA DOS

La Separación de Panamá de Colombia (1903)


http://portal.critica.com.pa/archivo/historia/1903.html

La Junta Revolucionaria que encabezó el movimiento separatista


.............................................
Dra. Patricia Pizzurno
Dr. Celestino Andrés Araúz
Antecedentes y causas de la separación.
Varias fueron las causas que abonaron la separación de Panamá de Colombia el 3 de
noviembre de 1903. Por una parte, el abandono en que Colombia mantuvo al Istmo durante
todo el siglo XIX provocó frustración entre nuestros compatriotas. En realidad, el gobierno
colombiano sólo percibía al Istmo como el emplazamiento del futuro Canal que algún día
habría de construirse. En tal sentido, nuestro territorio era la mayor riqueza potencial que
poseía la República, pero permaneció materialmente descuidado desde 1821, sin que se
fomentara la educación ni la salud, se construyeran caminos y vías de penetración y se
realizaran obras públicas, como el acueducto o alcantarillado y la pavimentación de las calles
de las principales ciudades. Sin duda, el sistema centralista implantado por el Regenerador
Rafael Núñez, desde 1886, agravó aún más la situación. Los istmeños, mayormente de
convicciones liberales y federalistas, vieron de la noche a la mañana transformado su Estado
Federal (1855-1885) en un Departamento más de la República de Colombia, cercenados sus
derechos políticos, y con un Gobernador elegido en Bogotá al frente de sus destinos. Ello, sin
contar las permanentes guerras civiles que asolaron el territorio istmeño, así como el
restablecimiento de las aduanas y el incremento de la carga impositiva, en momentos en que
se especulaba fuertemente con la ruina de los franceses.
El fracaso de la Compañía Universal del Canal Interoceánico de Ferdinand Lesseps, así como
la Compañía Nueva del Canal que se formó, en 1894, después de la liquidación de la primera
empresa, acarreó una grave crisis económica en nuestro territorio. Las esperanzas del grupo
dominante de construir una vía interoceánica por el Istmo y de transformar a Panamá en un
emporio del comercio mundial parecieron hundirse junto con el frustrado proyecto francés. A la
ya grave crisis económica vino a sumarse, en 1899, el estallido de la Guerra de los Mil Días.
Durante tres años los ejércitos liberales y conservadores agotaron la ya deprimida riqueza del
Istmo. No sólo porque los brazos necesarios para trabajar la tierra fueron reclutados para
integrar el ejército, sino también, porque el Istmo se transformó en campo de batalla. Los
cultivos fueron destruidos, al tiempo que el ganado sirvió para alimento de las desatendidas
tropas. La guerra tocó a su fin, en 1902, con la firma del Tratado del Wisconsin, teniendo como
trasfondo el problema canalero porque para entonces, los Estados Unidos no podían postergar
ya más la construcción de un Canal.
Otros factores también coadyuvaron para que Panamá adoptara la decisión de renunciar a la
tutela colombiana, en 1903. Para ese tiempo Bogotá y Panamá mantenían diferencias
estructurales imposibles de disimular. La capital de la República era una ciudad enclavada en
un valle en Los Andes que la geografía limitaba por los cuatro costados. Como tal, estaba
cerrada a la influencia foránea y, hasta cierto punto, seguía apegada a los patrones coloniales.
Panamá, por el contrario, era un Istmo tendido sobre el mar, abierto a las influencias
extranjeras y volcadas al comercio marítimo. A estas diferencias que creaban un amplio
mundo de incomprensión, se sumaba el hecho de las difíciles y erráticas comunicaciones que
mantenían los dos puntos. El Istmo de Panamá no poseía comunicaciones terrestres con la
República. La selva del Darién era una barrera infranqueable.
Ya en la década del 50 del siglo XIX, Justo Arosemena había advertido con mucho tino que: "la
geografía nos dice que allí comienza otro país". De manera, que estas dos ciudades vivían de
espaldas. Muchas de las leyes votadas por el Congreso bogotano eran resistidas en Panamá
porque perjudicaban los intereses de la burguesía comercial. Por su parte, el gobierno central
percibía como levantiscos y separatistas a los panameños. No había confianza y quizás
tampoco existía gran afecto entre ambos. Pero lo que sí es seguro es que en Bogotá no se
comprendían o atendían las reclamaciones y solicitudes de Panamá.
La firma del Tratado Herrán-Hay, a comienzos de 1903,fue la oportunidad que los panameños
habían estado esperando desde mucho tiempo atrás. Por fin, Colombia y los Estados Unidos
suscribían un Tratado para la construcción de un Canal por Panamá. Para el grupo dominante
panameño dedicado al comercio marítimo y a los servicios, que se vio sumamente deprimido
después del fracaso francés, era la panacea a todos sus problemas. Panamá recuperaría su
función transitista y ellos se enriquecerían a manos llenas. Pero muy pronto se hizo evidente
que en Bogotá, el Congreso no tenía nada que festejar. Por el contrario, los ataques al Tratado
no se hicieron esperar, sobre todo porque se ambicionaban mayores compensaciones
económicas que los diez millones que ofrecía Estados Unidos y porque, además, se lesionaba
la soberanía colombiana en el Istmo de Panamá cuando el pacto hablaba de un arrendamiento
por cien años renovables indefinidamente y se establecían tres tipos de tribunales de justicia
en la futura Zona del Canal.
Las súplicas por parte de nuestros compatriotas, que temían que los Estados Unidos
construyera un Canal por Nicaragua, así como las amenazas de Washington, no impidieron
que el el 12 de agosto de 1903 el Congreso colombiano rechazara el Tratado Herrán-Hay. El
rechazo por esperado no resultó menos decepcionante, pero fue, sin duda, el detonante de la
separación. A partir de entonces, se puso en funcionamiento una trilogía de intereses
encontrados panameño-franco-estadounidenses que llevaría, tres meses después, a la
creación de la República de Panamá.
Diferentes razones movían a cada uno de los integrantes de esta trilogía. Por una parte, los
Estados Unidos, como ya dijimos, no podían aplazar por más tiempo la construcción de un
canal por Centroamérica, sobre todo por razones comerciales y estratégico-militares. Por la
otra, los franceses, detrás de los cuales se movían Philippe Bunau Varilla, accionista de la
Compañía Nueva, y William Nelson Cromwell abogado de esta empresa, querían recuperar lo
invertido en el Istmo, así como salvar el honor de Francia y de Ferdinand de Lesseps. Por
último, nuestros compatriotas, como ya señalamos, veían en la construcción de la vía, su
última posibilidad de recuperar la función transitista del Istmo y, por tanto, de superar la
angustiosa situación económica. En palabras de la oligarquía la alternativa era: "Canal o
Emigración". Convencida como estaba la burguesía comercial de que los Estados Unidos
construirían el Canal en Nicaragua, si Colombia rechazaba el Tratado, fueron los primeros en
mover los hilos para separarse definitivamente de Bogotá.

TEMA TRES

La masacre de las bananeras

Por: Credencial Historia

EDICION 190
OCTUBRE DE 2005
Diciembre 6 de 1928
La masacre de las bananeras

Tomado de:

Revista Credencial Historia.


(Bogotá - Colombia).
Edición 190
Octubre de 2005

Después de varios días de huelga los obreros de la zona bananera en el Departamento del
Magdalena, se enfrentaron con el ejército, desplegado allí para evitar alteraciones del
orden público y “un golpe de mano” que tenían planeado los comunistas, organizadores de
la huelga, según rezaba la propaganda difundida por distintos medios de comunicación.
Sobra decir que impresos, pues entonces no había de otros.

¿Qué pretendían los supuestos comunistas al lanzar a los obreros de las bananeras a una
huelga que, desde el primer momento, fue calificada de subversiva por el Gobierno? ¿Qué
intentaban subvertir los obreros de la zona bananera? ¿Acaso estaban formando un ciclón
revolucionario bolchevique –como editorializaban los respetados periódicos conservadores
y preconizaban desde los púlpitos los venerables representantes de Dios en la Tierra—
ciclón que barrería con las vidas y haciendas de la gente de bien?

No podría explicarse, ni menos comprenderse, por qué ocurrió un episodio como la


masacre de la Zona bananera del Magdalena, sin tratar de entender el influjo de un
acontecimiento acaecido diez años antes, la Revolución bolchevique de Rusia, al concluir la
primera guerra Mundial, y el establecimiento de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, primera república socialista en el mundo, que a su vez produjo el nacimiento de
dos corrientes opuestas: la de los que veían por fin materializado el ideal de la igualdad
social y de la justicia verdadera, encarnado en Lenin y sus bolcheviques, la redención de
las clases trabajadoras y la condena definitiva de la explotación del hombre por el hombre;
y la de los que advirtieron en la revolución soviética una amenaza mortal para el orden
capitalista, la desaparición de la propiedad privada y el establecimiento de la horrenda
dictadura del proletariado. La primera corriente ganó muchos adeptos en todo el mundo.
Los obreros se organizaron en sindicatos, las huelgas se extendieron y poco a poco los
trabajadores le arrancaron al capital amedrentado concesiones y derechos con los que,
diez años atrás, ni se hubieran atrevido a soñar.

En los albores de la revolución soviética el escritor liberal colombiano Max Grillo había
pregonado, a mediados de 1919, que “los obreros [colombianos] desean formar un nuevo
partido que tenga por programa las grandes reivindicaciones socialistas. El liberalismo, por
evolución, puede ser ese partido socialista”. No eran palabras vanas. Los intelectuales
liberales, su clase dirigente, su juventud, se lanzaron a una en pos del ideal socialista, ya
aclamado por Rafael Uribe Uribe mucho antes de la revolución de octubre de 1917, como
un imperativo para el liberalismo. Los patriarcas Baldomero Sanín Cano, Benjamín Herrera
y Max Grillo, y los jóvenes Enrique Olaya Herrera, Alfonso López, Eduardo Santos, Luis
López de Mesa, Eduardo y Agustín Nieto Caballero, Armando Solano, Benjamín Palacio
Uribe, Luis Cano, Enrique Santos, Ricardo Rendón, María Cano, y varios centenares más de
la extraordinaria Pléyade de liberales de la Generación del Centenario que supieron
combinar el pensamiento con la acción, acordaron, al comenzar la década de los veintes,
que el propósito sagrado del Partido Liberal, en su búsqueda del poder, era plasmar la
reforma social, y acogieron en su plataforma no pocos de los postulados del socialismo
soviético.

Como es natural el Partido Conservador –en el que militaban personalidades progresistas


como José Vicente Concha, Marco Fidel Suárez, Pedro Nel Ospina o Guillermo Valencia—no
podía estar de acuerdo con las prédicas subversivas del bolcheviquismo, y las combatió sin
tregua en el parlamento, en el Gobierno, en la prensa y en los púlpitos. Para 1928 el
liberalismo –todavía minoritario en el Congreso—había popularizado su acción social y
gozaba del fervor de las masas. Los obreros, a los que el sector más reaccionario del
conservatismo calificaba de comunistas, eran fervientes liberales porque encontraban en
los editoriales de la prensa liberal, en los discursos de los jefes del liberalismo, en la idea
de la reforma social, su gran esperanza.

Asustados los jefes conservadores y los jerarcas de la Iglesia --que también eran jefes
conservadores, o mejor, los verdaderos jefes—ante la catástrofe electoral que veían venir
para 1930, y la inminente caída del régimen conservador, adoptaron estrategias
desesperadas. Una de ellas fue la presentación de la ley 69, que so pretexto de
reglamentar la actividad obrera, buscaba meter en cintura a los sindicatos y disminuir la
capacidad de acción política de las masas liberales “comunistas”. Esta Ley 69, apodada
“Ley heroica” por sus promotores, vedaba que los sindicatos atacaran el derecho de
propiedad privada o desconocieran su legitimidad, les prohibía fomentar la lucha de clases
y les desconocía el derecho de promover huelgas. La divulgación de escritos, carteles y
publicaciones que respaldaron los actos declarados ilicititos por la ley 69, sería sancionada
con severidad. En adelante los obreros se convertían en objeto de aguda vigilancia policial.
Sancionó la Ley el Presidente de la República, doctor Miguel Abadía Méndez, jurista
eminente, hombre probo, temeroso de Dios y más temeroso aún de los poderes terrenales
que, tal la United Fruit Company, eran así mismo omnímodos, como lo dijese en alguna
ocasión el doctor Eduardo Santos, Director de El Tiempo.

Huelga y Masacre

Las gestiones entre el sindicato obrero de las bananeras, dirigido por Raúl Eduardo
Mahecha, y la United Fruit Company, también llamada Compañía Frutera de Sevilla,
llegaron a su punto culminante con la aprobación de la Ley Heroica. La United endureció
sus posiciones y rechazó de plano el pliego de los trabajadores, cuyas peticiones
principales eran la abolición del sistema de contratistas, el aumento general de los salarios,
el descanso dominical remunerado, la indemnización por accidente y la construcción de
viviendas decorosas para los obreros de la zona bananera. La Frutera de Sevilla rechazó
esas peticiones “subversivas” amparada en la ley 69 de 30 de octubre de 1928 que había
declarado la ilegalidad anticipada de cualquier pretensión obrero que tratara de obtener,
mediante huelgas o cualesquiera otros medios “de fuerza”, concesiones por parte de los
patronos. A los trabajadores de la zona bananera no les quedó otro recurso que ir a la
huelga. Los Directivos de la United movieron enseguida su vasto aparato de influencias en
el alto Gobierno, que desplegó un contingente del ejército, al mando del general Carlos
Cortés Vargas, para proteger las propiedades en la zona bananera, las vidas de los
directivos de la United, y el orden público amenazado por “los comunistas”. La huelga de
los trabajadores de la zona comenzó el 12 de noviembre.

Durante el lapso transcurrido entre el 12 de noviembre y el 6 de diciembre la huelga en la


zona bananera no fue una noticia que llamara la atención de la prensa en la remota capital
de la república, ni de las capitales departamentales. Los diarios conservadores se referían
a ella como a una peligrosa conspiración comunista, y los liberales daban cuenta de las
justas peticiones formuladas por los trabajadores de la zona bananera; pero sin mayor
despliegue en unos y otros.

Los primeros comunicados recibidos en Bogotá daban cuenta de que los huelguistas, hasta
ese momento pacíficos, manipulados por agitadores comunistas, habían emprendido una
revolución de tipo bolchevique cuyo primer paso era la degollina de los directivos de la
United Fruit y de sus familias, acto que debía ejecutarse el 6 de diciembre, lo que obligó a
la pronta intervención del ejército. Los huelguistas, resueltos a llevar a cabo sus
propósitos, enfrentaron la tropa que, a la orden dada por el general Carlos Cortés Vargas,
disparó contra ellos, mató a varios, tomó el control de la zona y puso fin con éxito al
movimiento subversivo. El Presidente de la república felicitó al general Cortés Vargas por
haber salvado al país de la anarquía.

Hubo enorme confusión en las primeras versiones. Los despachos periodísticos hablaban
en unos caos de “miles de muertos” y en otros de “unos pocos muertos y heridos”. La
prensa liberal destacó el hecho de que se había disparados sobre obreros inermes que
efectuaban una marcha pacífica compuesta por trabajadores, sus mujeres y sus niños,
dato reconocido por el propio general Cortés Vargas, que justificó el abaleo en el supuesto
de que los huelguistas habían puesto de mampara a las mujeres y a los niños en la
creencia absoluta de que el ejército no se atrevería a dispararles y que así los obreros
podrían llegar a salvo a los cuarteles de Ciénaga y apoderarse de ellos.

El Debate. Gaitán en escena

Sin quererlo, el General Cortés Vargas había colocado en primer plano noticioso la huelga
de los trabajadores bananeros. La versión de los miles de muertos pujaba por las primeras
planas con la de la conspiración comunista. Nadie podía decir con certeza cuántos obreros
cayeron el 6 de diciembre, pero sí quedó establecido desde el principio que la tropa disparó
sobre hombres y mujeres desarmados y que marchaban en paz, aunque vociferantes y con
encendidas consignas revolucionarias. El editorial de El Tiempo del 7 de diciembre hizo un
retrato magistral de la situación:

“No es apropiado todavía llamar revolución, así con esa palabra trascendental que alude al
intento de toma del poder con la violencia, el movimiento de las masas borrascosas del
magdalena. Hay una huelga convertida en revuelta, en una revuelta desastrosa que
nosotros no podemos, demás está decirlo, aprobar explícita o implícitamente y cuyos
incidentes, escenas, y complicaciones perjudican ante los espectadores importantes de
esta lucha sangrienta la causa justa de los obreros, el nombre del gobierno, el prestigio
que debe ser intocable de las armas de la república, y acaso, desgraciadamente, los más
altos intereses del país. Desatada la violencia no es discutible la necesidad de restablecer
el orden, y el gobierno principalmente es el llamado a realizar esa tarea. Pero resta
averiguar si no hay medidas preferibles y más eficaces que las de dedicar la mitad del
ejército de la República a la matanza de trabajadores colombianos a quienes, durante la
huelga mantenida hasta hace poco en perfecto orden, hizo exaltar y enfurecer la presencia
provocadora de las tropas movilizadas, la sustitución de funcionarios civiles por militares,
la certidumbre larga, dolorosamente fundamentada de que la United Fruit Company tiene
corrompida y dominada la organización del Estado en el departamento y la mayoría de los
estamentos sociales directivos…”.

No eran acusaciones veniales y a partir de ellas el liberalismo, adalid de los trabajadores


colombianos, asumió el sangriento episodio de las bananeras como el ariete con el que
acabaría de derrumbar el muro del largo reinado conservador; pero era necesario primero
aclarar los hechos y las circunstancia, para lo cual viajó a Ciénaga, y recorrió las
poblaciones de Sevilla y Aracataca, el representante liberal Jorge Eliécer Gaitán.

Gaitán investigó a fondo. Realizó más de un centenar de entrevistas con obreros y


pobladores de la zona, tomó fotografías de cadáveres insepultos y de los destrozos
ocasionados en Ciénaga y Sevilla, que se atribuyeron en principio a los huelguistas y que,
según la investigación de Gaitán, fueron ocasionados, en su mayor parte, por la tropa y
por orden de su comandante el general Cortés Vargas. Armado con una documentación
impresionante, regresó Gaitán a Bogotá, y los días 3, 4, 5 y 6 de septiembre de 1929
suscitó uno de los más intensos e históricos debates que se hayan vivido en el parlamento
colombiano.

¿Qué demostró Gaitán en su debate? Demostró la grave situación de explotación a que


eran sometidos los obreros de la zona bananera por la United Fruit Company; demostró la
corruptela en el departamento propiciada por esa compañía frutera, que en la práctica
gobernaba los destinos del magdalena; demostró que los trabajadores no habían dado
ningún motivo para que se disparara contra ellos, y probó a todas luces que la represión
contra los huelguistas del Magdalena había generado un genocidio y que el número de
trabajadores muertos por las balas oficiales en Ciénaga, Aracataca y Sevilla alcanzó, por lo
menos, a trescientos.

"La palabra del Presidente"

En uno de los apartes de su extensa intervención, el representante Jorge Eliécer Gaitán


comenta los elogios prodigados por el Presidente de la República al general Cortés Vargas.

“Ya habéis oído leer [honorables senadores y representantes] la alocución del señor
Presidente de la República. Habéis oído cómo allí se dice, hablando de los obreros, que
ellos perpetraron ‘verdaderos delitos de traición y felonía, porque a trueque de herir al
adversario político, no vacilan en atravesar con su puñal envenenado el corazón amante de
la Patria’. Decidle, señores, al taciturno Presidente de la República que aplique estas
palabras no a los obreros, que fueron las víctimas, sino que las aplique a los militares, a
los cuáles él les ha hecho el más inconcebible elogio. Que el señor Presidente de la
República se levante sobre la tumba de los sacrificados para escupir su hiel y su veneno,
cuando por simples sentimientos de humanidad tales vocablos le estaban vedados ante la
majestad de la muerte y del dolor, es cosa que causa ironía y que muestra las lacras de la
mentida justicia humana. Y que no hable el Presidente de la República de hechos políticos,
aquí donde sólo hubo por parte de los militares pecados contra los artículos del Código
penal. Y en esa alocución misma habéis leído el elogio férvido, el elogio ilimitado que el
señor presidente hace a quienes sólo merecen el dicterio de los hombres que tienen en
estima los sentimientos esenciales de la bondad”.

El Debate. Gaitán en escena

Uno de los aludidos merecedor de esos dicterios era el comandante de las fuerzas del
Magdalena, general Carlos Cortés Vargas, a quien Gaitán no se los ahorra. En otro aparte
de su intervención, el representante liberal asume el análisis de la personalidad del general
Cortés Vargas, (destituido del ejército dos meses y medio antes del famoso debate de las
bananeras, no por los hechos de la masacre del 6 de diciembre de 1928, sino por su torpe
actuación, como Director de la Policía nacional, en los graves sucesos del 8 de junio de
1929 en Bogotá, que acabaron de remachar el ya irreparable desprestigio del gobierno
conservador).

“Entremos a analizar un poco la personalidad del señor Cortés Vargas; pero no quiero
hacerlo con conceptos míos; quiero apenas presentar documentos que los demuestren; y
quiero hacerlo así porque a mí no me guía en esto ninguna animadversión contra ese
señor; personalmente no me interesa; solo un deber imprescindible me obliga a demostrar
ante vosotros quién era el supremo juzgador y cuáles sus actuaciones. Y esto tiene grande
importancia para el efecto de los procesos. Porque aun cuando haya gentes ignorantes que
piensen que esto es inútil, yo les digo que quienes hemos entregado un poco la vida a los
estudios penales sabemos que un hombre o una corporación no pueden fallar sin antes
entrar en el estudio de la personalidad del juzgador, de la personalidad del sindicado.
Leamos ante todo una carta dirigida por el señor Cortés Vargas a Santa Marta a persona a
quien el doctor Eduardo Castro, conservador, afirma ser agente de la United Fruit
Company en el ferrocarril de Santa marta, después de haber sido expulsado del ejército.
Carta en la cual se ultraja al arzobispo primado de Colombia. Y todavía más, al actual
Ministro de Guerra, doctor Rodríguez Diago. Esta carta está rubricada por el señor juez
primero del circuito de Santa Marta, debidamente autenticada ante él y consta aquí
también la certificación de la persona que la facilitó. Esta carta parece que fue dirigida no
con carácter privado sino precisamente para que la conociera todo el mundo en Santa
Marta, ya que son numerosas las personas que allí la leyeron. Se pretendía con ella hacer
alarde de la miseria y de la pobreza que diariamente predica el señor Cortés Vargas”.

A continuación, el representante Gaitán leyó “la sensacional carta de Cortés Vargas”,


escrita desde Chapinero el 1º. De julio de 1929 y dirigida al coronel Gabriel de Páramo en
Santa Marta. La carta, que tiene como propósito pedirle al coronel de Páramo que le
gestione un puesto con la United a un médico amigo del general Cortés Vargas (ya ex
general), sirve para que su autor se desahogue y haga menciones desobligantes del
arzobispo primado, Ismael Perdomo, y del ministro de Guerra, además de mandarle
recuerdos a Mr. George, ejecutivo de la United Fruit.

“Como tú sabes muy bien –dice Cortés Vargas en uno de los párrafos de su carta—
Rodríguez Diago está de acuerdo con don Nicolás Dávila, por lo tanto, con Robles y Núñez
Roca; caído Rengifo ¿quién defiende el pleito de las bananeras? Nadie, mejor dicho, yo
solo. Sabrás que va para esa Arbeláez, el nuevo director de la Policía, a investigar mis
actuaciones en la zona; Rodríguez Diago lo manda para que se ponga de acuerdo con los
villanos de allá. Ahora sí me llevó el diablo, de seguro que allá no habrá una persona que
salga a decir la verdad, no a defenderme, que eso sería pedir mucho”.

Gaitán se limita a apostillar: “… No se lo llevará el diablo, como lo dice, porque bajo el


nivel moral de la política en que nos asfixiamos, no sería extraño que mañana el señor
Cortés Vargas fuera el ministro de Guerra o el candidato a la presidencia de la República.
Si este no fuera el país de los políticos corrompidos, no sería el diablo el que se llevara al
señor Cortés Vargas, sino los guardias del panóptico”.

El diablo no se llevó al general Cortés Vargas, pero sí al régimen conservador, hundido por
los muertos del 6 de diciembre y del 8 de junio. ESM

Estrategias pedagógicas utilizadas por el docente para desarrollar el contenido


temático.

a. Exposición del docente donde se dan las pautas y condiciones del saber y de los
temas del primer corte dispuestos en la guía de estudio.
b. Conducta de entrada con el ánimo de motivar a los alumnos sobre un tema que
desconocen y generar motivación hacia la historia militar contemporánea.
c. Leer el contenido suministrado y observar, analizar cada video.
d. Elaborar una reseña histórica por cada tema del primer corte según lo leído y
observado en el video.
e. Elaborar un mapa conceptual predispuesto para exposición que contenga:
Causas, desarrollo y consecuencias de cada uno de los acontecimientos.
f. Legajar las evidencias en la carpeta tipo portafolio grupal en el separador
correspondiente.
g. Estudiar el cuestionario suministrado en los materiales entregados pregunta 1 al
24 para examen.

Horas de Trabajo Presencial:

12 Horas de trabajo presencial


24 Horas de trabajo independiente

Lecturas obligadas sobre el tema:


- Compilación Bibliográfica contenidos saber de Historia Militar Nivel II Guerra de los
mil días. (Página 201).
- Compilación Bibliográfica contenidos saber de Historia Militar Nivel II Separación de
Panamá (página 204).
- Masacre de las bananeras Revista Credencial Historia Bogotá-Colombia. Edición
190 octubre de 2005 (Página 209)

Lecturas recomendadas sobre el tema:

Historia Extensa de Colombia Bogotá Lerner 1965. Academia colombiana.


Historia del Siglo XX Barcelona: océano.

5. METODOLOGÍA DE EVALUACIÓN.

El alumno será evaluado teniendo en cuenta la aplicación de estrategias pedagógicas de


acuerdo con los instrumentos de evaluación diseñados por el docente. (rubrica o lista de
cotejo)

Características pedagógicas de la evaluación

El proceso estará evaluado en el primer corte según los contenidos temáticos, de manera
individual, grupal, oral y/o escrita. Contempla también los tipos de evaluación, co evaluación
y hetero evaluación.

Estrategias de evaluación

Este corte para su evaluación tiene un valor del 30% de la nota total del saber (100%) que se
obtendrá de la siguiente manera:
-Reseñas Históricas 60%
-Mapas Conceptuales 30%
-Exposición 10%

6. RECURSOS

1. Aula de clase con disponibilidad de computador, televisor con cable HD para


proyectar los videos de los contenidos temáticos y las sustentaciones. De igual
forma un tablero acrílico con marcadores que permita al profesor aclarar dudas a los
alumnos.

SP(RA) MILTON JAVIER BECERRA S. CT. JESUS DAVID FIERRO CAMACHO


Firma y Post Firma del Docente Firma Post Firma del Coordinador

S-ar putea să vă placă și