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Dossier: 20 años de historia intelectual

La historia intelectual hoy: itinerarios latinoamericanos y diálogos transatlánticos

El estudio del pensamiento


latinoamericano en nuestros días.
Notas para una caracterización
Andrés Kozel*
Universidad Nacional de San Martín / conicet

Propósito Latina quedó, en principio, en manos de unos


filósofos consagrados a estudiar no solo ideas
Tentar un balance de los estudios sobre el pen- producidas por filósofos sino además, y sobre
samiento latinoamericano (epl) es un desafío todo, ideas producidas por pensadores. Esto
tan estimulante como complejo. Porque, tuvo varias consecuencias, entre las cuales se
¿cómo podría delinearse con un mínimo de cuentan la apertura casi ilimitada del foco de
eficacia un balance de algo tan vasto, polifó- interés y el entrelazamiento de la noción de pen­
nico-disonante y de contornos tan borrosos? samiento con la de ensayo, también problemá-
Una parte no menor de los problemas implica- tica.2 Por eso, cuando hablamos de epl ha­
dos proviene del propio concepto de pensa- blamos de unos estudios que abarcan, sí, la
miento, acertado y fascinante al tiempo que Filosofía, pero también el Ensayo de ideas, te-
difuso y propenso a la saturación. Introducido, rritorio enorme, y que presenta zonas de inter-
hasta donde sé, por José Gaos en los años cua- sección –a veces, de competencia– con otros
renta, el concepto busca dar cuenta de ciertas tipos de inquietudes historiográficas, a la vez
particularidades de la Filosofía iberoameri- que con prácticamente la totalidad de los sa-
cana –entre ellas, su carácter asistemático y su beres existentes en la sociedad.
inclinación político-pedagógica–, una Filoso- No hay, desde luego, un modo único y pre-
fía a la cual Gaos, contradiciendo sus propias establecido de tentar un balance de los epl. Las
diltheyanas premisas, le escamoteó rango vías de acceso son múltiples. Voy a enunciar
desde la nomenclatura.1 En virtud de ese sello cuatro, no porque sean todas las posibles, sino
de origen, la Historia de las ideas en América porque son las que quisiera transitar, en propor-
ciones disímiles, en esta intervención. Una se-
ría abordar los epl panorámicos publicados en
* El autor deja constancia de su agradecimiento a Pablo los últimos tiempos, bosquejando algo así
Guadarrama González, Eduardo Devés Valdés, Claudio como un “panorama de panoramas”. Otra, re-
Ingerflom, Gustavo R. Cruz y Juan F. Martínez Peria,
quienes amablemente accedieron a ser entrevistados du- visar un conjunto de “balances” previos, con la
rante la elaboración de la comunicación. Desde luego, la
responsabilidad por las limitaciones y falencias del texto
es exclusiva del autor.
1
Andrés Kozel, La idea de América en el historicismo 2
En el abordaje de la problemática del ensayo destacan
mexicano. José Gaos, Edmundo O’Gorman, Leopoldo los aportes de Liliana Weinberg; véase, por ejemplo, su
Zea, México, El Colegio de México, 2012, cap. i. Situación del ensayo, México, ccydel/unam, 2006.

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finalidad de componer algo así como una “ur- de los grupos de estudiosos que en los lustros
dimbre de balances”. Otra, establecer diálogos subsiguientes desempeñarían papeles protagó-
con algunos de los protagonistas del ámbito, en nicos. Uno es el de Historia Intelectual de la
procura de formalizar una serie de “impresio- Universidad Nacional de Quilmes, cuyos
nes calificadas” acerca de su dinámica y pers- veinte años de vida celebramos aquí.3 Otro es
pectivas. Otra más, poner de relieve “líneas el conocido como “Grupo Modernidad/Colo-
polémicas” selectas, cuyo seguimiento ayude a nialidad” (gmc), conformado hacia 1998. El
iluminar aspectos relevantes. La presente co- gmc ha venido jugando un papel importante en
municación se adentra unos pasos en la pri- tanto foco generador de categorías críticas –la
mera de las sendas mencionadas, sirviéndose principal, propuesta inicialmente por Aníbal
de algunos insumos puntuales tomados de las Quijano, es la de “colonialidad del poder”–,
dos siguientes. Luego, en un Escolio, refiere articulando sus afanes con las aspiraciones de
una “línea polémica” no demasiado conocida distintos movimientos sociales.4 Los plantea-
en nuestro medio. Finalmente, ofrece un bos- mientos del gmc, entre cuyos animadores se
quejo clasificatorio de las constelaciones im- cuenta Enrique Dussel, de larga trayectoria
plicadas en los epl, para concluir delineando previa en la Filosofía de la Liberación, movili-
una reflexión en clave de “moraleja”, apenas zaron modalidades específicas de revisión de
con el propósito de fijar una inquietud. la historia del pensamiento y la cultura latinoa-
mericanos, desde una clave denunciatoria del
eurocentrismo y de la prevalencia de una ra-
Panoramas cionalidad científica y letrada asociada a la re-
producción de relaciones de dominación asi-
¿Cómo era la escena de hace un cuarto de siglo métricas y opresivas.5 Otro de los grupos que
en relación con lo que nos interesa aquí? En
términos generales, hay que decir que los años
noventa no fueron demasiado propicios para 3
Para un panorama sensible a la diversidad y los matices
los latinoamericanismos, ni siquiera para los de la propuesta, véase Mara Polgovsky Ezcurra, “La histo-
estrictamente filosóficos o historiográficos. ria intelectual latinoamericana en la era del ‘giro lingüís-
No obstante, en aquellos ámbitos donde conse- tico’”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, octubre de 2010.
Disponible en <http://nuevomundo.revues.org/60207>.
guían articularse disposiciones latinoamerica- 4
Un par de años antes el filósofo colombiano Santiago
nistas del estilo de las que nos ocupan, gravita- Castro-Gómez había dado a conocer su Crítica de la ra-
ban figuras que, en años anteriores, habían zón latinoamericana (Barcelona, Puvill, 1996), revulsivo
ajuste de cuentas con el entero legado de la historia de las
dado a conocer obras de referencia muy im- ideas y de la filosofía latinoamericanas. Su embestida
portantes: Leopoldo Zea, Arturo Andrés Roig, crítica incluía la obra de Enrique Dussel, con quien luego
convergerían en el gmc. Véase David Sobrevilla, “Nue-
Arturo Ardao. Ahora bien, en ese tiempo, los vas tendencias en la historia de las ideas en América La-
supuestos, las orientaciones y las proyecciones tina”, en Solar, año 8, n° 8, Lima, 2011, pp. 21-22.
de ese “canon”, si es que cabe designarlo así, 5
Más recientemente se ha introducido una distinción en-
tre poscolonialismo y decolonialidad, en un sentido que
estaban siendo cuestionados desde distintos tiende a apreciar más la segunda noción por sobre la pri-
ángulos; unas veces, por estudiosos que de al- mera, con consecuencias que interesan aquí. Según Wal-
guna manera continuaban situados en dicha ter Mignolo –otro de los animadores del gmc–, aunque
ambos enfoques constituyen respuestas a la “coloniali-
tradición “canónica” buscando ampliar y/o re- dad del saber”, el abordaje decolonial busca eludir las
novar sus miras; otras, por estudiosos que “ha- trampas de las modas eurocéntricas y de la concepción
bían arribado a” o “se situaban en” tradiciones lineal del tiempo a las que había quedado atado el enfo-
que de la poscolonialidad. El concepto de “geopolíticas
disciplinares alternativas. De hecho, fue preci- del conocimiento” significaría, precisamente, que lo más
samente entonces que se conformaron algunos nuevo no necesariamente es lo mejor: el abordaje deco-

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cobraron vida en ese tiempo es el “Corredor de Fierro. En la elaboración de sus cerca de 130
las Ideas del Cono Sur”, animado por estudio- entradas participaron unos 50 autores, mayor
sos provenientes de varios espacios sudameri- aunque no exclusivamente mexicanos. Como
canos, entre los cuales destacan Eduardo Devés suele suceder en estos casos, los criterios se-
Valdés, Hugo Biagini y la Unidad de Historio- guidos para establecer las entradas se prestan a
grafía e Historia de las Ideas de Mendoza, diri- debate. Algo desparejo, el resultado es útil
gida entonces por Arturo A. Roig.6 como guía de navegación. Interesa atender a
Un balance satisfactorio de lo acontecido los títulos de algunas de las entradas: antropo-
con los epl en la última década y media de- fagia, chicanismo, diferencia sexual, ensayo,
biera ser capaz de eslabonar satisfactoriamente ética del desarrollo, etnia, eutopía, feminismo,
las dinámicas intra- y multidisciplinares, los filosofía afroamericana, imperialismo de las
modos por los cuales se fueron produciendo categorías, influencia, inventamos o erramos,
las transiciones generacionales, los procesos mestizaje, movimiento lésbico homosexual,
que fueron llevando a la conformación y el poscolonialismo, racismo, raza cósmica, Tie-
desenvolvimiento de los nuevos grupos; tam- rra sin mal (el yvy-marâeý o la utopía tupí-
bién, las transformaciones sociopolíticas que guaraní), tlamatinime, utopía, verso libre. Hay
fueron teniendo lugar: con las mediaciones del allí una importante dosis de heterodoxia y,
caso, ellas nunca dejaron de incidir sobre las también, una suerte de agenda de época que no
orientaciones y proyecciones de los epl. Sin ha perdido vigencia con el paso de los años.
pretensiones de exhaustividad, en lo que sigue Interesa revisar el contenido de algunas de las
se nombran y se caracterizan someramente entradas, por lo que implican en términos de
una decena de epl de carácter panorámico autopercepción, de autodefinición colectiva,
aparecidos en la última década y media. de contrapunteo polémico. Es el caso de las
correspondientes a la “Filosofía de la libera-
ción” –donde se distinguen posiciones y se es-
1. Cerutti Guldberg, Horacio (dir.), Dicciona- tablece una polémica tácita, que ya contaba
rio de Filosofía Latinoamericana, México, con cierto espesor, con Enrique Dussel y
Toluca, uaem, 2000. otros–, y a la “Historia de las Ideas” –donde,
tras las menciones de rigor a José Ortega y
Este diccionario de cerca de 400 páginas fue Gasset, José Gaos y Francisco Romero, des-
dirigido por Horacio Cerutti Guldberg y coor- puntan consideraciones orientadas a distinguir,
dinado por Mario Magallón Anaya, Isaías Pa- por ejemplo, las propuestas de Zea y Roig, y
lacios Contreras y María del Rayo Ramírez donde se hace referencia a la especificidad de
la Historia latinoamericana de las Ideas en re-
lación a otras tradiciones disciplinares–.
lonial promete otro tipo de relación con las tradiciones
intelectuales. Walter Mignolo, “(De) Coloniality and
Uneasy (Post) Colonialism”, Preface to the Dossier “Un-
easy Postcolonialisms”, edited by Manuela Boatcă,
2. Devés Valdés, Eduardo, El pensamiento la-
Duke University, vol. 3, noviembre de 2013. Disponible tinoamericano del siglo xx. Entre la moderni-
en <https://globalstudies.trinity.duke.edu/volume-3-dos- zación y la identidad, 3 vols., Buenos Aires,
sier-3-uneasy-postcolonialisms>.
6
Desde su fundación, el “Corredor” lleva realizadas más
Biblos/Centro de Investigaciones Diego Ba-
de una docena de reuniones académicas. Sobre sus pri- rros Arana, 2000-2004.
meros diez años de vida, véase Carlos Pérez Zavala, “El
Corredor de las Ideas del Cono Sur, 1998-2008”. Dispo-
nible en <http://www.corredordelasideas.org/docs/re- Prologada por Arturo Andrés Roig y cercana
flexiones/reflexion_corredor.pdf?p=803>. a las 900 páginas, la obra de Devés se orga-

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niza del modo siguiente: los volúmenes i y ii 3. Beorlegui, Carlos, Historia del pensa-
(“Del Ariel de Rodó a la cepal” y “De la miento filosófico latinoamericano. Una bús-
cepal al neoliberalismo”), en tres partes cada queda incesante de la identidad [2004], 2ª
uno, compuestas por varios capítulos ordena- ed., Bilbao, Universidad de Deusto, 2006.
dos cronológicamente; el volumen iii (“Las
discusiones y las figuras del fin de siglo, los Tomo único de casi 900 páginas, la obra de
años noventa”), en seis recorridos dispuestos Beorlegui se presenta como una “humilde in-
“en espiral”, los cuales abordan varios “nudos troducción” al tema. Está organizada en once
problemáticos”: identidad, memoria, violen- capítulos –el primero problematizador/siste-
cia, mujeres/género, indígenas/originarios, mático; los restantes diez siguiendo un orden
ecología y medio ambiente, etc. De acuerdo cronológico, desde la época precolombina a la
con el autor, el último tomo es menos una posmodernidad y la poscolonialidad–. Beorle-
“historia de las ideas” que una suerte de “in- gui explicita su opción por el americanismo y
forme de lectura”. La tesis principal de Devés por el liberacionismo, reconociendo de manera
pone de relieve la alternancia del predominio abierta su proximidad a los planteamientos de
de orientaciones modernizadoras y de orien- Enrique Dussel. Acude al clásico esque­­­ma de
taciones identitarias en la historia del pensa- pe­­­­riodización por generaciones, combinándolo
miento latinoamericano. Los principales fac- con otros criterios. En el manual predomina
tores del cambio en el nivel eidético serían: a) una glosa parafrástica mayormente heteró-
el advenimiento de una nueva generación, b) noma. Los abordajes de los distintos temas son
la aparición de nuevas ideas en el ámbito in- desparejos, lo cual es difícilmente evitable en
ternacional, y c) la explosión de algún suceso una obra así. La tesis principal es que el em-
de gran magnitud capaz de operar como pre- peño que animó a los pensadores iberoameri-
cipitador. Es claro que Devés busca evitar las canos más significativos ha sido la búsqueda
tentaciones de la filosofía de la historia (en de la identidad. La opción por darle preemi-
particular, de su componente teleológico), así nencia argumental a la línea de pensamiento
como los deslices hacia la epopeya y la hagio- americanista de alguna manera debilita la te-
grafía. Su tentativa panorámica es lograda, sis, toda vez que la vuelve casi una petición de
máxime si se considera que se trata de la obra principio. Según Beorlegui, el panorama filo-
de un único autor, quien además casi no se sófico actual se caracteriza por una disputa
recuesta sobre la glosa parafrástica, sino que, entre a) la Filosofía de la Liberación (cuya
para usar uno de sus términos preferidos, car- evolución interna ha sido compleja y diversa),
tografía. Es cierto que algunas de las pincela- b) la Posmodernidad y c) la Poscolonialidad.
das son algo gruesas; es una limitación inevi- La Filosofía de la Liberación es para el autor
table en una obra así; el autor la asume. Una el punto de mayor originalidad del pensa-
justipreciación del esfuerzo devesiano debe miento latinoamericano.
partir de reconocer que no se contaba con una
obra parecida desde la reedición, un cuarto de
siglo antes, de El pensamiento latinoameri- 4. Piñeiro Iñíguez, Carlos, Pensadores lati-
cano, de Leopoldo Zea.7 noamericanos del siglo xx. Ideas, utopía y
destino, Buenos Aires, Siglo xxi, 2006.

El libro de Piñeiro Iñíguez rebasa las 800 pá-


7
Leopoldo Zea, El pensamiento latinoamericano, Bar-
celona, Ariel, 1976, reedición ampliada con respecto a la ginas. Se presenta dividido en dos grandes
de 1965. secciones: una extensa introducción –titulada

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“América: ideas, utopía y destino”– y una co- “lecciones” impartidas en 2004, en el marco
lección de 46 estudios “sobre autores”, agru- de un seminario virtual de clacso. Aunque se
pados “por país”, bajo el título “Pensadores enuncia la doble aspiración a superar tanto la
latinoamericanos del siglo xx”. La selección “arcaica historia de las ideas” como la “con-
prioriza la primera mitad del siglo xx, “etapa cepción pobre” de lo ideológico como mera-
de las cumbres”, a juicio del autor. La confor- mente superestructural, no deja de apreciarse
mación del inventario es debatible y hay au- cierto maniqueísmo y cierta carga teleológica.
sencias que se extrañan. Un punto de interés Si las dimensiones de la tentativa obstan su
es que el argumento de la Introducción se puesta en relación con las otras tratadas aquí,
apoya en buena medida en una recreación in- no puede desconocerse su significación: Fer-
teligente de las tesis planteadas por Richard nández Retamar es autor de una obra profusa,
Morse en su ensayo clásico.8 Para Piñeiro, a en la que destaca Caliban, ensayo clásico; es,
partir de la Independencia, tradición, incorpo- además, uno de los portavoces emblemáticos
ración, comunidad, etc. se refugiaron en las de la Cuba pos-revolucionaria, lugar de enun-
poblaciones no urbanizadas y marginadas. Es ciación peculiar, asociado a las más intensas
una tesis con hondas raíces y con fuertes im- pasiones políticas del último medio siglo.
plicaciones heurísticas y políticas. Piñeiro
asegura que la dinámica ascendente del lati-
noamericanismo se interrumpió a fines de la 6. Altamirano, Carlos (dir.). Historia de los
década de 1950, momento en el que también intelectuales en América Latina, Buenos Ai-
se truncó la hegemonía del ensayo como mo- res, Katz, 2008-2010, 2 vols. (ed. del primero
dalidad predominante de expresión. Hay en Jorge Myers; del segundo, el propio Altami-
Piñeiro una interrogación algo nostálgica rano).
acerca del lugar del ensayo en nuestros días.
Su respuesta es doble: por un lado, el cultivo La obra dirigida por Altamirano se acerca a
de una prosa caracterizada por giros inscrip- las 1500 páginas. Sus más de 50 “entradas”,
tos en la tradición que añora; por otro, la elaboradas por otros tantos autores, se estruc-
puesta de relieve de la valía y el vigor de la turan en catorce “nudos problemáticos”: re-
literatura de ficción, que posee, a sus ojos, un vistas, empresas editoriales, vanguardias, dis-
contenido ensayístico subrepticio; Piñeiro es curso indigenista, ciencias sociales, etc. El eje
también autor de varias obras de ficción. de la propuesta es estudiar el comportamien­­­­
­to de las elites culturales periféricas, la histo-
ria de su posición en el espacio social, de sus
5. Fernández Retamar, Roberto, Pensamiento asociaciones, formas de actividad, institucio-
de Nuestra América. Autorreflexiones y pro- nes, campos y relaciones con el poder. En un
puestas, Buenos Aires, clacso, 2006. pasaje clave de la “Introducción General”, Al-
tamirano sostiene que la imagen clásica del
A diferencia de los otros panoramas tratados hombre de letras como “apóstol secular” ya
aquí, este aporte del ensayista cubano Fernán- no corresponde a nuestras exigencias de co-
dez Retamar es breve –unas 80 páginas–, pues nocimiento histórico (p. 17 del vol. i). En su
se trata de la transcripción de una serie de opinión, es imperioso salir de esa problemá-
tica y buscar otros ángulos de visión para ela-
borar los temas y los problemas de una histo-
8
Richard Morse, El espejo de Próspero. Un estudio de la ria “más terrenal” de los intelectuales. La
dialéctica del Nuevo Mundo, México, Siglo xxi, 1982. obra plantea un vínculo con un linaje determi-

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nado de estudios sobre intelectuales –entre las mica, barroca); la modernidad madura; los de-
referencias latinoamericanas destaca Ángel sarrollos más recientes, incluyendo la teoría
Rama, cuya obra La ciudad letrada es recupe- feminista, la filosofía ambiental, la filosofía
rada en un sentido distinto al que veremos con niños, el indigenismo, la filosofía inter-
cuestionado en el Escolio–, tomando distan- cultural, el pensamiento decolonial. La última
cia de la Historia de las ideas “tradicional”. sección ofrece entradas monográficas sobre
Aunque busca un balance entre lo común y lo casi 400 pensadores y pensadoras. Se trata de
diverso, el equilibrio alcanzado gravita hacia “fichas”, muy breves, que permiten acceder a
una renuncia a los denominadores comunes información básica sobre una enorme canti-
fuertes. En particular, el volumen ii no sigue dad de figuras. En una reseña, Dante Rama-
una “línea recta”, sino que está estructurado glia, integrante del grupo de Mendoza antes
por ejes, partiendo de la premisa según la cual referido y que participó de esta obra con un
no habría, para dicho período, una periodiza- texto clave –“La cuestión de la filosofía lati-
ción válida para todas las áreas de la región. noamericana”–, pone de relieve que la apari-
Destaca en esta obra la alta calidad de los es- ción del volumen representa la continuidad
tudios particulares. Su renuncia a la precep- de una tarea colectiva asumida desde un pen-
tiva va, quizá, en desmedro de la “mística la- samiento crítico vigente, que viene propo-
tinoamericanista”; de todos los panoramas niéndose renovadamente bajo la perspectiva
tratados aquí, este es, sin duda, el “menos de contribuir a la autonomía y la in­­tegración
militante”. Entre sus eventuales puntos cues- de nuestros países con un claro sentido eman-
tionables se cuenta, una vez más, la confor- cipatorio.9 La obra ha recibido elogios y crí-
mación del canon, que aparece ampliado y ticas, entre estas, la inevitable, según la cual
renovado, pero ostentando omisiones, entre todavía “siguen faltando” temas y nombres.
ellas la de la casi totalidad del universo tex- También se ha observado la grandilocuencia
tual que venimos considerando. del acorde inaugural, que presenta la em-
presa como el inicio de un movimiento filo-
sófico continental. No deja de ser interesante
7. Dussel, Enrique, Eduardo Mendieta y Car- ver cómo se tratan aquí aquellas cuestiones
men Bohórquez (eds.), El pensamiento filosó- que involucran aristas polémicas o autodefi-
fico latinoamericano, del Caribe y “latino” nicionales, como es el caso de la Filosofía de
(1300-2000). Historia, corrientes, temas y fi- la Liberación.
lósofos, México, crefal/Siglo xxi, 2009.

Esta obra de más de 1000 páginas aborda lo 8. Grüner, Eduardo (coord.), Nuestra América
que se entiende de modo amplio como pensa- y el pensar crítico. Fragmentos de Pensa-
miento filosófico latinoamericano, caribeño, miento Crítico de Latinoamérica y el Caribe,
latino. Como lo indica el subtítulo, se organiza Buenos Aires, clacso, 2011.
en cuatro partes: períodos; corrientes filosófi-
cas del siglo xx; temas filosóficos; filósofos y Fruto de las actividades del gt-clacso “Pen-
pensadores. Entre sus acentos más particula- samiento histórico-crítico de América Latina
res figuran los tratamientos de una serie de y el Caribe”, este libro está integrado por una
temas: las filosofías propias de los pueblos
originarios; el primer desarrollo de la moder-
nidad con énfasis en la figura de Bartolomé de 9
La reseña de Ramaglia, en Cuyo. Anuario de Filosofía
las Casas; la etapa colonial (filosofía acadé- Argentina y Americana, vol. 27, 2010.

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decena de contribuciones que, según se indica, ofrece, además de estudios particulares sobre
comparten una posición de compromiso con temas y figuras clásicos, así como sendas visi-
una teoría crítica emancipatoria (Prólogo, p. tas a las rutilancias del caso –José Martí, En-
11). Aunque hay, desde luego, algunas cone- rique José Varona–, algunas aproximaciones a
xiones entre los aportes, el libro es, tal como temas y figuras no habituales, ensamblándo-
lo anuncia su subtítulo, una colección de frag- los dentro de la gigantomaquia referida; es el
mentos. El texto de Grüner que lo abre –“Los caso de Luis Nieto Arteta, Antonio García
avatares del pensamiento crítico, hoy por Nossa, Zaira Rodríguez Ugidos y otros;
hoy”– ofrece un diagnóstico de época –el pro- huelga decir que los abordajes son, aquí tam-
ceso sociometabólico del capital ha entrado en bién, algo desparejos. En tercer lugar, el auto-
una fase terminal, sin que aparezca un susti- posicionamiento en el mapa de la Filosofía
tuto para la instancia sobre la cual se ha articu- latinoamericana, el cual busca ser equilibrado,
lado el lazo social durante el último medio particularmente en relación con el balance de
milenio: la religión de la mercancía–, a la vez los aportes y los límites de la Filosofía de la
que una relectura de una tradición intelectual Liberación. En cuarto lugar, la autodefinición
–la primera Escuela de Frankfurt, la antropo- de Guadarrama como marxista humanista, la
logía política “maldita”, etc.– y un programa que se vincula estrechamente con el cultivo de
de indagación del pensamiento crítico produ- un robusto optimismo filosófico. En quinto lu-
cido en la “periferia pos/neocolonial”. Para gar, su insistencia en que el pensamiento latino-
Grüner, este pensamiento crítico puede y debe americano ha sido, y es, “más humanista” que
ser leído “a contrapelo, o a contra-tiempo, tal “alienante”, punto que es, tal vez, uno de los
como relampaguea hoy en este instante de pe- menos convincentes del planteo. Por último, en
ligro, para desandar los caminos tortuosos de sus elecciones temáticas, en sus desarrollos y
la colonialidad del poder/saber” (p. 56). en sus tensiones, la obra testimonia un itinera-
rio intelectual y vital no desprovisto de interés:
Guadarrama es uno de los cubanos de la posre-
9. Guadarrama González, Pablo, Pensamiento volución que con más denuedo se consagró al
filosófico latinoamericano. Humanismo, mé- estudio de la filosofía latinoamericana (mar-
todo e historia, 3 vols., Bogotá, Planeta/Uni- xista y no), su residencia alternada entre Cuba
versità Degli Studi di Salerno/Universidad y Colombia, su profundo conocimiento de
Católica de Colombia, 2012-2013. otros medios, como el mexicano, contribuyen a
hacer de él una figura singular.
Estas casi 1400 páginas dadas a conocer por
el filósofo cubano Pablo Guadarrama consti-
tuyen una reedición actualizada de una serie 10. Funes, Patricia, Historia mínima de las
de estudios elaborados por el autor a lo largo de ideas políticas en América Latina. Un reco-
más de treinta años (en la década de 2000 Gua­ rrido por las ideas, las corrientes, los pensa-
­­­darrama ya había publicado otras compilacio- dores y los líderes de la historia intelectual
nes semejantes). Destaco media docena de latinoamericana, Madrid, El Colegio de Mé-
cuestiones. En primer lugar, su mirada de la xico/Turner Publicaciones, 2014.
Historia de la filosofía –tanto general como
latinoamericana o “en” Latinoamérica, como Cumple este libro una función importante, en
el autor prefiere decir– en tanto gigantoma- la medida en que logra condensar los avances
quia en la que confrontan humanismo y alie- y los debates recientes asociados a los desarro-
nación. En segundo lugar, el hecho de que llos de la Historia de las ideas y de los lengua-

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jes políticos, materia sobre la que no había tica contra las implicaciones de la noción de
disponibles demasiados abordajes regionales ciudad letrada, acuñada por Ángel Rama. Ar-
que cubrieran un arco temporal amplio, y fue- gumenta que, tal como la perfiló Rama, dicha
ran capaces de dar cuenta del creciente refina- noción alberga una serie de proyecciones
miento analítico alcanzado en el abordaje de cuestionables, asentadas sobre simplificacio-
temáticas particulares. En sus casi 300 pági- nes extremas de raigambre funcionalista y re-
nas, la obra recorre las sucesivas etapas de la productivista del poder instituido sobre las
historia continental –siglos xix y xx–, con el cuales es preciso reflexionar cuidadosamente.
foco puesto en las vicisitudes de las ideas po- Para Perus, los desarrollos de Rama desem-
líticas dominantes, sobre la base de considerar bocan en la conclusión según la cual “toda la
cuatro coordenadas principales: modernidad, tradición letrada –literaria y no literaria– no
crisis, nación y revolución. Destaca el esfuerzo ha consistido sino en la legitimación de este
por pensar desde esta perspectiva los períodos poder omnímodo, y en la evicción o la tergi-
correspondientes a las dictaduras militares versación de los más genuinos sueños ameri-
–“ideas de plomo”– y a las posdictaduras canos” (p. 170). De este modo, el plantea-
–“memoria obstinada”–, dando cuenta de los miento habría terminado operando como
avances registrados en el terreno de la historia “caballo de batalla” para el desmantelamiento
reciente. Es recomendable la “Nota bibliográ- de las tradiciones letradas, en nombre de la
fica” que cierra la obra. Importa mencionar el reivindicación de unas “identidades subalter-
Diccionario político y social del mundo ibe- nas” supuestamente emergentes. Según Pe-
roamericano, iniciativa en curso dirigida por rus, es un equívoco riesgoso postular que la
Javier Fernández Sebastián que Funes regis- tradición letrada-culta es exclusiva de las “eli-
tra, y donde, sobre la base del nucleamiento de tes”, tanto como lo es pensar que no es más
numerosos autores, se busca avanzar en “una que un dispositivo funcional a la reproduc-
historia atlántica de los conceptos políticos”. ción de los poderes establecidos. Tampoco es
adecuado oponer simplificadoramente un
“Occidente” pensado como entidad monolí-
Escolio: Françoise Perus y su “defensa tica a unas culturas vernáculas eventualmente
de la tradición letrada” “auténticas”.11 Lo importante es visualizar la
tradición letrada como un conjunto de lega-
En varias contribuciones recientes Françoise dos diversos y complejos, al que cada uno
Perus ha abordado de manera incisiva y polé- tiene el derecho de acceder para disfrutarlo y
mica el horizonte problemático asociado a la reelaborarlo. Para esta autora hay un enorme
valía de la tradición letrada en América Lati- trabajo por hacer en lo que concierne al res-
na.10 La autora emprende una embestida crí- cate de aquellas herencias y experiencias que
hacen de América Latina un lugar privile-
giado –esto es, central– desde el punto de
10
Françoise Perus, “¿Qué nos dice hoy La ciudad letrada
vista de las elaboraciones y reelaboraciones
de Ángel Rama?”, en Revista Iberoamericana, lxxi, 211, del juego de alteridades y distancias entre las
2005; “En defensa de la tradición letrada”, en Norma de culturas, un juego desplegado en un dialo-
los Ríos Méndez e Irene Sánchez Ramos (eds.), América
Latina: historia, realidades y desafíos, México, unam,
gismo tenso, conflictivo y carente de progre-
2006; “Antonio Cornejo Polar: una política de la lectura”, sión lineal. La propuesta de Perus entrelaza
en Anuario del Colegio de Estudios Latinoamericanos
2006, vol. 1, 2007; “Los Estudios Latinoamericanos: ¿de
nueva cuenta en busca de sí mismos?, en Nostromo, re-
vista crítica latinoamericana, nº 2, 2009. 11
François Perus, “Antonio Cornejo Polar…”, op. cit., 106.

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una interpretación crítica de Rama, un juicio Guadarrama, ubicable también en otra de las
no conservador sobre las simplificaciones en constelaciones –la cuarta–, o la de los estu-
que incurren algunas tendencias “pos”, y un dios sobre el Ensayo, que también se dejarían
programa de trabajo no “esencialista” ni “te- inscribir en la constelación segunda.
leológico”, además de sensible a la problemá-
tica de la transmisión de los legados. Por eso 2. La “Historia intelectual”, en sentido am-
juzgué pertinente referirla aquí. plio, incluyendo en ella, obviamente, la “His-
toria de los intelectuales”. Sin confundirse
con ellas, pero con innegable proximidad, hay
Bosquejo clasificatorio y “moraleja” que mencionar las historias de las ideas políti-
cas, de los lenguajes políticos, de los concep-
Los epl son actualmente un ámbito frondoso, tos o conceptual. Aquí se incluyen también
plural y dinámico. Ostentan niveles de acu- los estudios sobre revistas, redes intelectua-
mulación sin precedentes, una suerte de poli- les, procesos de difusión y recepción, etc.; al
fonía extrema y un inusitado nivel de activi- respecto, no pueden dejar de mencionarse es-
dad: se conforman grupos de investigación, se pacios como el Seminario de Historia Intelec-
diseñan y se concretan proyectos y obras, al- tual de El Colegio de México, o nombres
gunos de escala internacional, quizá como como Ricardo Melgar Bao, Horacio Tarcus,
nunca antes. En algunos casos, esto se acom- Horacio Crespo, Pablo Yankelevich, Regina
paña de niveles considerables de refinamiento Crespo y, de nuevo, Eduardo Devés.
analítico. Paralelamente, se dejan sentir ten-
dencias a la fragmentación y a la saturación, 3. La “Historia del pensamiento filosófico en cla­
elementos casi inevitablemente asociados a la ­ve liberacionista/poscolonial/decolonial”. No se
copiosidad. El siguiente bosquejo distingue trata solamente de que, como vimos, Enrique
cuatro constelaciones de estudiosos, sin des- Dussel et al. publicaran una voluminosa obra,
conocer la existencia de debates internos, ni, ni de que Walter Mignolo llamara a establecer
tampoco, de conexiones, transversalidades, una nueva relación con las tradiciones intelec-
copertenencias y deslizamientos: tuales. Se trata, también, de que unos epl ins-
pirados en el arsenal categorial propuesto por
1. La “Historia de las ideas latinoamerica- el gmc implican acentos particulares, a cuyos
nas”, donde, desde la época del Dicciona- “efectos” vale la pena atender.
rio… mencionado en primer término, se han
continuado explorando las problemáticas uto- 4. La “Historia del pensamiento crítico latino-
pológica, feminista, indianista, entre otras americano en clave marxista”; a veces, ligada
(María del Rayo Martínez Fierro, Francesca a la recuperación de alguna determinada ver-
Gargallo, Gustavo R. Cruz). En esta constela- tiente de dicha tradición, como es el caso de
ción han de incluirse asimismo, más o menos los mencionados Roberto Fernández Retamar
problemáticamente, presencias como la de
Eduardo Devés, que viene proponiendo una
reconfiguración disciplinar bajo la denomina- tificación con la historiografía. Se trata de una cuestión
clave, y que no se resalta suficientemente. Los Estudios
ción de “Estudios Eidéticos”,12 o la de Pablo Eidéticos no deben asumir la perspectiva diacrónica ne-
cesariamente, sino también la sincrónica. Mucho menos
deben restringirse al pasado. Si los Estudios Eidéticos
quieren contribuir al ‘desarrollo eidético’ es decisivo que
12
“A la hora de la constitución de una disciplina, es de- se emancipen de la matriz historiográfica” (E. D. V., co-
cisivo independizar a los Estudios Eidéticos de su iden- municación personal al autor, diciembre de 2014).

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y Pablo Guadarrama13 –también, por caso, de infrecuentes la promulgación de rupturas, par-
Néstor Kohan–; otras veces, bajo claves deli- teaguas, giros y prefijos que se suceden algo
beradamente fragmentarias, ligadas a los frenéticamente, como si se tratara de manifes-
planteamientos benjaminianos, frankfurtianos taciones de una suerte de incurable “síndrome
y/o de Richard Morse (en El espejo de Prós- de Copérnico”. Este síndrome conduce no
pero, Morse revisitó la neoescolástica en clave solo a cierta vana grandilocuencia, que sería
frankfurtiano-marcuseana), como pueden ser lo de menos, sino también a “dar por muertas”
los casos de Piñeiro Iñíguez, Eduardo Grün- tradiciones enteras que evidentemente gozan
ner, o Bolívar Echeverría y derivaciones. Va- de buena salud. Es cierto que este tipo de ges-
rios de los nombres mencionados antes –Mel- tos posee una dimensión estratégica, ligada a
gar Bao, Tarcus, Horacio Crespo; Quijano y los autoposicionamientos individuales y gru-
Dussel; también Perus– han sostenido a lo pales. Sin embargo, también es cierto que tie-
largo de sus trayectorias una intensa relación nen algo de pueril, y que sus consecuencias no
con distintos aspectos de Marx y de la tradi- son necesariamente saludables, máxime por-
ción marxista. que los epl están consagrados, por definición,
al trabajo sistemático con el legado cultural.
La especie de “moraleja” que quisiera plan- No pocos de los que cuestionan la dimensión
tear es que interesa sobremanera prestar aten- teleológica o misional de los demás portan
ción a los tipos de vínculos que se establecen puntos de vista que acentúan un tipo de mi-
con la tradición intelectual y cultural en un rada “progresiva simple” –lineal evolutiva o
ámbito como el de los epl, frondoso, abiga- revolutiva– de los epl, del estilo: “todo era
rrado y signado por cierta fragmentación y por error puro hasta el advenimiento del último
el despliegue casi constante de gestos funda- ‘giro’”. En mi opinión, no hay razones para
cionales. Por un lado, y pese a los vasos comu- pensar así. El problema no parece ser tanto el
nicantes y a las fluideces que indudablemente de hallar/conducir el novísimo giro cuanto el
existen, los epl se caracterizan por cierto rela- de preguntarse cómo habremos de dialogar en
tivo poco diálogo entre las constelaciones. Por un espacio así, evitando los abusos interpreta-
otro lado, en su historia reciente no han sido tivos, los etiquetamientos estereotipados, los
relegamientos masivos. Por lo demás, un diag-
nóstico honesto sobre los epl no debiera ser
13
“Es cierto que siempre me he identificado con  el mar- únicamente autocomplaciente, sino que debe-
xismo, o al menos de lo que conflictivamente se entiende ría retomar reflexiones del estilo de las verti-
por tal cuestionado concepto hasta por el propio Marx.
Me formé bajo la influencia del marxismo-leninismo y,
das por Simmel en torno a la tragedia de la
aunque luego observé algunas insuficiencias dogmáticas cultura contemporánea. Entre otras cosas por-
en dicha concepción tras la lectura de otras perspectivas que, a medida que se acumulan más y más sa-
desde el llamado ‘marxismo occidental’, sigo conside-
rando que el núcleo duro del marxismo o de la concep- beres, no solo se vuelve difícil entender su
ción dialéctico-materialista de la historia es esencial, sentido, sino que también se torna imperioso
aunque no suficiente, para explicar y comprender el de- afrontar con seriedad la compleja problemá-
sarrollo histórico de la sociedad humana y sus perspecti-
vas” (P. G. G. [Pablo González Guadarrama] comunica- tica relativa a la transmisión de los legados a
ción personal al autor, abril de 2015). las nuevas generaciones. o

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