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LA EDICIÓN COMO GÉNERO LITERARIO

Quisiera hablarles de algo que generalmente se


da por entendido, pero luego no se revela en ab-
soluto obvio: el arte de publicar libros. Y primero
quisiera detenerme un instante en la noción de
edición en sí, porque me parece que está envuelta
por una notable cantidad de equívocos. Si se le
pregunta a alguien: ¿qué es una editorial? la res-
puesta habitual, y también la más razonable, es la
siguiente: se trata de un ramo secundario de la
industria en el cual se trata de hacer dinero publi-
cando libros. Y ¿qué debería ser una buena edito-
rial? Una buena editorial sería -si se me concede
la tautología-la que se supone que publica, den-
tro de lo posible, sólo buenos libros. O sea, para
usar una definición rápida, libros de los que el
editor tiende a estar orgulloso, y no a avergonzar-
se de ellos. Desde este punto de vista, una edito- modo, misterioso también hoy-o Por ejemplo, no
rial semejante difícilmente podría revelarse de par- es difícil darse cuenta de que no hay título más
ticular interés en términos económicos. Publicar codiciado por ciertos poderosos de la economía,
buenos libros nunca ha vueltO espantosamente quienes con frecuencia se lo conquistan literal-
rico a nadie. Q,por lo menos, no en una medida mente a un caro precio. Si esas personas pudiesen
comparable con lo que puede suceder abastecien- afirmar que publican verduras congeladas, en vez
do al mercado de agua mineral o computadoras o de producirlas, presumiblemente serían felices. Se
bolsas de plástico. Al parecer una empresa edito- puede entonces llegar a la conclusión de que, ade-
rial puede producir ganancias notables sólo a con- más de ser un ramo de los negocios, la edición
dición de que los buenos libros sean sumidos entre siempre ha sido una cuestión de prestigio, no por
muchas otras cosas de calidad muy diferente. Y nada sino porque se trata de un género de nego-
cuando se está sumido, se puede anegar fácilmente cios que es a la vez un arte. Un arte en todos los
-y así desaparecer completamente. sentidos, y seguramente un arte peligroso porque,
Luego, será bueno recordar que la edición para practicarlo, el dinero es un elemento esen-
en numerosas ocasiones ha demostrado ser una cial. Desde este punto de vista bien se puede sos-
vía rápida y segura para derrochar y chuparse pa- tener que muy poco ha cambiado desde los
trimonios sustanciosos. Se podría además agregar tiempos de Gurenberg.
que, junto con raulettey cacattes, fundar una edi- y sin embargo, si pasamos la mirada por cin-
torial siempre ha sido, para un joven de nobles co siglos de edición tratando de pensar en la edi-
orígenes, una de las maneras más eficaces de des- ción misma como un arte, en seguida vemos surgir
pilfarrar su fortuna. De ser así, la pregunta es cómo paradojas dé todo tipo. La primera podría ser ésta:
es que el papel del editor ha atraído a lo largo de ¿con base en qué criterios se puede juzgar la gran-
los siglos a un número tan alto de personas -y deza de un editor? Sobre esta cuestión, como solía
continúe considerándose fascinante y, en cierto decir un amigo mío español, "no hay bibliogra-

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fía". Se pueden leer estudios muy doctos y minu- acompañan a los libros, además de la manera en f
ciosos sobre la actividad de ciertos editores, pero que el libro se presenta como objeto. Por eso in-
muy rara vez se encuentra un juicio sobre su gran-
deza, como en cambio sucede normalmente
cuando se trata de escritores o pintores. ¿De qué
cluye la portada, e! diseño, la compaginación, los
caracteres, e! papel. El propio Aldo solía escribir
bajo la forma de cartas o epistulae aquellos breves
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estará hecha, entonces, la grandeza de un editor?
Trataré de responder a la pregunta con algunos
textos introductorios que son los precursores no II
sólo de todas las introducciones modernas, prefa-
ejemplos. El primero, y quizá el más elocuente, cios y epílogos, sino también de todas las solapas I
nos remite a los orígenes de la edición. Con la de los forros, los textos de presentación a los li- !
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impresión ocurrió un fenómeno que se repetiría breros y la publicidad de hoy. Fue aquél el primer
más tarde con el nacimiento de la fotografía. Al indicio de! hecho de que todos los libros publica-
parecer hemos sido iniciados en estas invenciones dos por cierto editor podían ser vistos como esla-
por maestros que inmediatamente han alcanzado bones de una misma cadena, o segmentos de una
una excelencia inigualable. Si se quiere entender serpiente de libros, o fragmentos de un solo libro
lo esencial de la fotografía, basta estudiar la obra formado por todos los libros publicados por ese
de Nadar. Si se quiere entender qué puede ser una editor. Ésta, obviamente, es la meta más audaz y
editorial, basta echar un vistazo a los libros im- ambiciosa para un editor, y así ha persistido des-
presos por Aldo Manuzio. Fue él el Nadar de la de hace quinientos años. Y si les parece que se
edición. Fue el primeto en imaginar una editorial trata de una empresa impracticable, bastará re-
en términos de forma. Y aquí la palahra "forma" cordar que también la literatura, si no oculta en
se entiende de muchas y diferentes maneras. En su fondo lo imposible, pierde toda magia. Algo
primer lugar, la forma es decisiva en la elección y similar creo que se puede decir de la edición -o al
en la secuencia de los títulos a publicar. Pero la menos de este particular modo de ser editor, que
forma tiene que ver también con los textos que ciertamente no ha sido practicado muy a menu-

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do a lo largo de los siglos, pero a veces con resul- libro era obviamente un golpe de genio, único e
tados memorables-o Para dar una idea de lo que irrepetible. Yal crearlo el editor tuvo una función
puede nacer de esta concepción de la edición, me capital. Pero no deben pensar que Manuzio era
referiré a dos libros impresos por Aldo Manuzio. grande sólo como preparador de tesoros para los
El primero fue publicado hace quinientos dos años bibliófilos de los siglos venideros. El segundo
con e! abstruso título Hypnerotomachia Poliphili, ejemplo que tiene que ver con él va en una direc-
que significa "Batalla de amor en sueño". Pero ción completamente distinta: tres años después
¿de qué se trataba? Era lo que hoy se llamaría una de la Hypnerotomachia, en 1502, Manuzio publi-
"primera nove!a". Y además, de autor desconoci- có una edición de Sófocles en un formato que él
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do (y hasta hoy enigmático), escrito en una suerte quiso definir como parva forma, pequeña forma:
de lenguaje imaginario, una especie de Finnegans es e! primer libro de bolsillo de la historia, e! pri- ~
Wáke compuesto sólo de mezcolanzas e hibrida-
ciones de palabras latinas e italianas. Una ope-
mer paperback. Literalmente, e! primer libro que
se podía meter en un bolsillo. Inventando un li-
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ración más bien arriesgada, se diría. Pero ¿qué bro de tal formato Manuzio transformó los ges-
aspecto tenía el libro? Era un volumen en folio, tos que acompañan a la lectura. Así, e! acto mismo
ilustrado con magníficos grabados que constituían de leer mutó de manera radical. Observando e!
una perfecta contraparte visual del texro. Lo que frontispicio se puede admirar la elegancia de! ca-
es aún más arriesgado. Pero llegados a este punto rácter griego cursivo que aquí es usado por pri-
debemos agregar algo: según la inme~sa mayoría mera vez y en seguida se convirtió en un valioso
de los apasionados de libros, éste es el libro más punto de referencia. Por eso Manuzio fue capaz
bello jamás impreso. Lo que puede ser verificado de alcanzar dos resultados opuestos: por un lado,
por cada uno de ustedes, si acaso les cayera en las . crear un libro como la Hypnerotomachia Poliphili
manos una copia de aquella edición o también, que jamás tendría igual, yes casi e! arquetipo de!
en el peor de los casos, un buen facsímile. Aquel libro único. Por otro, crear un libro completamente

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distinto, como el Sófocles, que en cambio sería Wolff. Era un joven alemán, elegante, rico, pero
copiado millones y millones de veces en todas tampoco demasiado. Quería publicar nuevos es-
partes, hasta hoy. critores de alta calidad literaria. Entonces inven-
No diré más sobre Aldo Manuzio porque ya tó para ellos una colección de cuadernos más bien
veo p~rfrlarse una pregunta en su mente, pregun- inusitados, de formato vertical, llamada "Der
ta que se podría formular así: bien, todo eso es Jüngste Tag", "El Día del Juicio", un título que i
fascinante y pertenece a las glorias del R~nacimien­
to italiano, pero ¿qué tiene que ver con nosotros
y con los editores de hoy, anegados por la marea
hoy parece completamente apropiado para una
colección de libros que salieron en Alemania du-
rante la primera guerra mundial. Si dan una ojea-
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creciente de cd-rom, sitios de internet, e-book y da a estos libros de color negro, delgados y
dvd -por no hablar de los diversos incestuosos austeros, con las etiquetas pegadas encima, como
connubios entre todos estos mecanismos-? Si tu- sobre cuadernos de escuela, quizá se pondrán a
vieran la paciencia de seguirme todavía unos ins- pensar: ¿es así que debería presentarse un libro de
tantes, trataré de dar una respuesta a esta pregunta Kafka? Y en efecto varios de los relatos de Kafka
usando algún Otro ejemplo. En efecto, si les dije- fueron publicados en esta colección. Entre 'ellos,
ra sin medias tintas que a mi parecer un buen La metamorfosis, en 1917, con una bella etiqueta
editor de nuestros días debería simplemente tra- azul y marco negro. En esa época Kafka era un
tar de hacer lo que hacía Manuzio en Venecia en joven escritor poco conocido y extremadamente
el primer año del siglo XVI, ustedes podrían pen- discreto. Pero, leyendo las cartas que Kurt Wolff
sar que estoy bromeando -mientras que no bro- le escribía, se darán cuenta en seguida, por su ex-
meo para nada,-. Entonces les hablaré de un editor quisito tacto y delicadas atenciones, que el editor
del siglo XX precisamente para mostrarles cómo simplemente sabía quién era su interlocutor.
actuó exactamente de ese modo, aunque en un Kafka, por lo demás, no era ciertamente el
contexto comple.tamente distinto. Se llamaba Kurt único joven escritor publicado por Kurt Wolff.

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En ese mismo 1917, año más bien turbulento para ma: la capacidad de dar forma a una pluralidad I
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la edición, Kurt Wolff recogió en un almanaque, de libros como si fueran los capítulos de un único
que llevaba por título 170m Jüngsten Tag, textos de libro. Y todo ello teniendo cuidado -un cuidado
algunos jóvenes autores. He aquí el almanaque y apasionado y obsesivo- de la apariencia de cada
he aquí algunos de los autores: Franz Blei, Albert volumen, de la manera en que es presentado. Y ~
Ehrenstein, Georg Heym, Franz Kafka, Else
Lasker-Schüler, Cad Sternheim, Georg Trak:!,
Robert Walser. Son los nombres de los jóvenes
escritores que en ese año se encontraron reunidos
finalmente también -y no es ciertamente el pun-
to de menor importancia- de cómo ese libro pue-
de ser vendido al más alto número de lectores.
Hace aproximadamente cuarenta años Clau-
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bajo el techo del mismo joven editor. Yesos mis- de Lévi-Strauss propuso considerar una de las ac-
mos nombres, ninguno excluido, vuelven a en- tividades fundamentales del género humano -cabe
trar en la lista de los autores esenciales que un adarar, la elaboración de mitos- como una for-
joven hoy debe leer si quiere saber algo de la lite- ma particular de bricolage. Después de todo, los
ratura en lengua alemana de los primeros años mitos están constituidos de elementos ya prepa-
del siglo xx. rados, muchos de ellos derivados de otros mitos.
Llegados a este punto mi tesis debería mos- Llegados a este punto sugiero sumisamente con-
trarse bastante clara. Aldo Manuzio y Kurt Wolff siderar también el arte de la edición como una
no hicieron nada sustancialmente distinto, adis- forma de bricolage. Traten de imaginar una edito-
tancia de cuatrocientos años el uno del otro. De rial como un único texto formado no sólo de la
hecho, practicaban el mismo arte de la edición -si suma de todos los libros que ha publicado, sino
bien este arte puede pasar inadvertido a los ojos también de todos sus otroS elementos constituti-
de los más, editores incluidos-o Y este arte puede vos, como las portadas, las solapas, la publicidad,
ser juzgado en a¿nbos casos con los mismos crite- la cantidad de copias impresas o vendidas, o las
rios, el primero y el último de los cuales es la flr- diversas ediciones en las que el mismo texto ha

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sido presentado. Imaginen una editorial de esta que de este modo se podrían concebir mapas muy
manera y se encontrarán inmersos en un paisaje detallados.
muy singular, algo que podrían considerar una Considerando a las editoriales desde esta
obra literaria en sí, perteneciente a un género es- perspectiva, se mostrará quizá más daro uno de
pecífico. Un género que se jacta de sus clásicos los puntos más misteriosos de nuestro oficio: ¿por
modernos: por ejemplo los vastos dominios de qué un editor rechaza cierto libro? Porque se da
Gallimard, que de las tenebrosas florestas y de los cuenta de que publicarlo sería como introducir
pantanos de la "Série Naire" se extienden a los un personaje equivocado en una novela, una fi-
altiplanos de la "Pléiade", pero incluyendo varias
graciosas ciudades de provincia o asentamientos
gura que arriesgaría con desequilibrar al conjun-
to o desvirtuarlo. Un segundo punto concierne al
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turísticos que a veces se parecen a los pueblos
Potemkin de cartón, levantados en este caso no
por la visita de Catalina sino por una temporada
dinero y las copias: siguiendo esta línea se estará
obligado a tomar en consideración la idea de que
la capacidad de hacer leer (o, por lo menos, com-
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de premios literarios. Y bien sabemos que, cuando prar) ciertos libros es un elemento esencial de la
llega a expandirse de esta manera, una editorial calidad de una editorial. El mercado -o la rela-
puede asumir un cierto carácter imperial. Así, el ción con ese desconocido, oscuro ser que es lla-
nombre Gallimard suena hasta los limbos más mado "el público"- es la primera ordalía del editor,
remotos adonde se extiende la lengua francesa. en la acepción medieval del término: una prueba
0, en otra vertiente, podríamos encon.trarnos en de fuego que puede también convertir en humo
las vastas haciendas del Insel Verlag, que dan la considerables cantidades de billetes. Por lo tanto,
impresión de haber pertenecido por mucho tiem- se podría definir a la edición como un género li-
po a un iluminado feudatario que al final ha de- terario híbrido, multimediático. E híbrido sin
jado sus propiedades a los más devotos y probados duda lo es. En cuanto a que se mezcla con otros
intendentes ... No quiero insistir más, pero ya ven media, se trata de un hecho ya obvio. No obstan-

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te, la edición, como juego, sigue siendo funda- de angustia, horror, penitencia, esperanza', cuan-
mentalmente ese mismo viejo juego que Aldo do las imprentas ya habían sido cerradas por tiem-
Manuzio practicaba. Y un nuevo autor que se nos po indeterminado y la inflación hacía subir los
viene encima con un libro abstruso es para noso- precios de hora en hora, un grupo de escritores -
tros parecido al aún elusivo autor de la' novela in- entre los cuales un poeta como Chodasevic y un
titulada Hypnerotomachia Poliphili. Hasta que este pensador como Berdjaev, además de! novelista
juego dure, estoy seguro de que siempre habrá Michail Osorgin, que fue luego el cronista ae esos
alguien dispuesto a jugarlo con pasión. Pero si un evemos- pensaron bien en lanzarse a la empresa
día las reglas tuvieran que cambiar radicalmente, aparentemente insensata de abrir una Librería de
como a veces estamos inducidos a temer, estoy los Escritores, que permitiera a los libros, y sobre
igualmente seguro de que sabremos convertirnos todo a ciertos libros, aún circular. Pronto la Li-
a alguna otra actividad -y podremos también brería de los Escritores se convirtió, en las pala-
reencontrarnos en torno a una mesa de roulette, o bras de Osorgin, en "la única librería en Moscú y
de écarté o de black jack. en toda Rusia en la que cualquier hijo de vecino
Quisiera cerrar con una última pregunta y podía adquirir un libro 'sin autorización'''.
una última paradoj a. ¿Hasta qué extremos se pue- Lo que Osorgin y sus amigos hubieran que-
de llevar el arte de la edición? ¿Es posible aún con- rido crear era una pequeña editorial. Pero las cir-
cebirla en circunstancias en que lleguen a faltar cunstancias lo hacían imposible. Entonces usaron
ciertas condiciones esenciales suyas, como e! di- la Librería como ima suerte de doble de una edi-
nero y e! mercado? La respuesta -sorprendente- torial. Ya no un lugar donde se producían libros
mente- es afirmativa. Al menos si observamos un nuevos, sino donde se trataba de dar hospitalidad
ejemplo que nos ha llegado de Rusia. En plena y circulación a los libros numerosísimos -a veces
revolución de octubre, en esos días que fueron, preciosos, a veces comunes, con frecuencia dispa-
en las palabras de Aleksandr Blok, "una mezcla res, pero como sea destinados a estar desperdiga-

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dos- que el naufragio de la historia hacía arribar
al mostrador de su negocio. Importante era man-
tener con vida ciertos gestos: continuar tratando
a esos objetos rectangulares de pape!, hojearlos,
ordenarlos, hablar de ellos, leerlos en los interva- I
los entre una tarea y otra, en fin, pasarJos a ottos. ~
Importante era constituir y mantener un orden,
una forma: reducida a su definición mínima e irre- I
nunciable, éste es justamente e! arte de la edición.
y así fue practicado en Moscú entre 1918 y 1922,
en la Librería de los Escritores. Que alcanzó el ac-
mé de su noble historia cuando los fundadores de
la librería decidieron, visto que la edición tipo-
gráfica era impracticable, iniciar la publicación de
una serie de obras en un único ejemplar escrito a
mano. El catálogo completo de estos libros lite-
ralmente únicos se quedó en la casa de Osorgin
en Moscú y al final se perdió. Peto, en su fantas-
magoría, queda como el modelo y la estrella polar
para quienquiera que trate de ser editor en tiem-
pos difíciles. Y los tiempos siempre son difíciles.

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