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1. Concepto de enfermedad
Se denomina enfermedad al proceso y a la fase que atraviesan los seres vivos cuando padecen
una afección que atenta contra su bienestar al modificar su condición ontológica de salud.
Esta situación puede desencadenarse por múltiples razones, ya sean de carácter intrínseco o
extrínseco al organismo con evidencias de enfermedad. Estos desencadenantes se conocen
bajo el nombre de noxas (del griego nósos).
Muerte celular: es el cese de las funciones vitales de una célula. Este puede ser el
resultado del proceso natural por el cual las células viejas mueren y son reemplazadas
por otras nuevas o pueden resultar de factores tales como la enfermedad, una lesión
localizada o la muerte del organismo del cual las células son parte. Los tipos de
muerte celular incluyen la apoptosis, la autofagia y la necrosis.
4. Morbilidad y Mortalidad
Las enfermedades crónicas no se distribuyen al azar sino que se ven más frecuentemente en
determinadas personas, familias y comunidades, como consecuencia de diversos factores
ambientales que interactúan con un perfil genético vulnerable. Determinantes claves son la
falta de educación formal, la pérdida de expectativas sociales y personales, y los hábitos de
vida perjudiciales para la salud.
Una enfermedad degenerativa es una afección generalmente crónica durante la cual tiene
lugar un proceso continuo basado en cambios degenerativos en las células, en la cual la
función o la estructura de los tejidos u órganos afectados empeoran con el transcurso del
tiempo. Este tipo de enfermedad se puede manifestar por procesos normales de desgaste del
organismo, por elecciones relacionadas con el estilo de vida tales como ejercicio o hábitos
alimenticios.
Se llama enfermedad aguda a aquella que tiene un inicio y un fin claramente definidos y es
de corta duración. Generalmente, se considera que su duración es menor de tres meses. Es el
término contrario a enfermedad crónica.
8. Enfermedad ambiental
Una enfermedad ambiental es cuando una persona se ve expuesto a toxinas o sustancias del
ambiente que hacen que se enferme. Es posible que estos riesgos para la salud se encuentren
en el lugar donde vive, trabaja o juega.
UNIDAD II
1. Defensas Corporales
El organismo humano se encuentra preparado, mediante las adecuadas defensas, para afrontar
las infecciones provocadas por agentes patógenos. Pero en ocasiones, estas defensas deben
ser apoyadas por otras mediadas que tienen como objetivo prevenir la infección, caso de las
vacunas o de los métodos higiénicos, o bien, si la infección ya es un hecho, la de curar
mediante medicamentos los síntomas de la enfermedad.
Barreras de defensa
Los humanos, y también otros animales, poseemos una serie de barreras de defensa que
impiden la entrada de agentes dañinos. Estas barreras se denominan:
Externas: como la piel o las mucosas, que están en contacto con el exterior. Funcionan
como un muro que impide el paso de agentes externos.
Internas: se localizan dentro del organismo, como los macrófagos o los linfocitos.
Atendiendo a la acción que tienen las barreras de defensa, se pueden clasificar en:
2. Hiperplasia
Clasificación:
El sistema nervioso autónomo es, sobre todo, un sistema eferente, es decir, transmite
impulsos nerviosos desde el sistema nervioso central hasta la periferia estimulando los
aparatos y sistemas orgánicos periféricos. La mayoría de las acciones que controla son
involuntarias, aunque algunas, como la respiración, actúan junto con acciones conscientes.
El mal funcionamiento de este sistema puede provocar diversos síntomas, que se agrupan
bajo el nombre genérico de (minoqutia)
Sistema de distintos niveles, caracterizables por las respuestas autónomas que coordinan.
Niveles de organización
Medular
Mesencefálico
Diencefálico o hipotalámico
Límbico
Nivel más periférico
- Neuronas postganglionares
- Neuronas preganglionares
Cuando los tejidos resultan dañados o destruidos, muy rápidamente el organismo comienza
el proceso de su reparación. Los daños más frecuentes se producen en los tejidos ubicados
en las fronteras del cuerpo como la piel y las mucosas, ya sea por heridas o infecciones. Esto
implica la rotura de la barrera protectora primaria que impide la entrada de "huéspedes"
indeseables al interior del cuerpo, por lo que su pronta recuperación es muy importante y se
inicia tan pronto como se produce el daño.
La reparación de los tejidos requiere que las células de dividan y migren, actividades que se
inician por factores de crecimiento liberados por las células dañadas. Existen dos modos de
reparación de los tejidos, y uno u otro (o ambos) se producen en dependencia del tipo de
tejido herido y de la severidad de la herida:
1.- Regeneración: que es la sustitución del tejido dañado por otro del mismo tipo.
2.- Fibrosis: que involucra la proliferación de tejido conectivo fibroso llamado tejido
cicatrizal.
En los tejidos que no se regeneran, y en las heridas muy grandes, el tejido perdido se sustituye
enteramente por fibrosis y esta masa fibrosa durante meses se contrae y hace cada vez más
compacta lo que resulta finalmente en una cicatriz compuesta principalmente por fibras de
colágeno. Este tejido es muy resistente pero sin la elasticidad y flexibilidad del tejido normal
y, en ocasiones, no puede realizar la función normal del tejido que ha sustituido.
6. Inflamación
La inflamación se produce como respuesta natural del organismo ante una lesión.
La inflamación aguda es una respuesta del sistema inmunitario que dura pocos días y
normalmente contribuye a la recuperación, aunque a menudo va acompañada de sensaciones
desagradables, como el dolor en la faringitis o el escozor tras la picadura de un insecto.
Su finalidad es localizar y eliminar el tejido dañado para que el cuerpo pueda empezar a
recuperarse. Si la inflamación aguda persiste, se convertirá en inflamación crónica, que puede
durar varios años o incluso toda la vida.
7. Inmunidad
La inmunidad es un proceso fisiológico muy complejo de percepción de los cambios que
tienen lugar dentro del organismo y de sus interacciones con otros organismos y sustancias
externas encaminadas a colaborar de forma primordial en su desarrollo embrionario, en el
mantenimiento de su homeostasis, en el establecimiento de su identidad individual y en su
integración en el ecosistema. Entre todas estas acciones, la más conocida ha sido y es la de
la defensa frente a las infecciones, y será este el aspecto en que se centre este artículo. La
inmunidad, entendida así como mecanismo de defensa, involucra tanto a componentes
específicos como inespecíficos. Los componentes inespecíficos, más antiguos en la filogenia,
actúan como barreras o como mecanismos innatos y fijos de detección y eliminación de los
microorganismos patógenos para detener la infección antes de que puedan causar la
enfermedad. Otros componentes más modernos en la evolución del sistema inmunitario se
adaptan a cada nuevo microorganismo encontrado, se especializan en su detección y generan
una memoria para posibles futuros contactos.
8. Fiebre
La hipertermia es el signo principal, el más frecuente, el más fácil de medir, y el primero que
se manifiesta ya que la fiebre es la respuesta del organismo a agentes de naturaleza infecciosa
(que es lo más frecuente) o a causas no infecciosas (toxinas de resorción, lesiones en ciertos
territorios nerviosos, etc.). Se dice entonces fiebre séptica en el primer caso y aséptica en el
segundo.