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II
“Los Enemigos del Hombre Serán los de su Propia Casa”
Fundamento Bíblico:
Mateo 10:34-39 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer
paz, sino espada. [35] Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su
padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; [36] y los enemigos del
hombre serán los de su casa. [37] El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno
de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; [38] y el que no toma su
cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. [39] El que halla su vida, la perderá; y el que
pierde su vida por causa de mí, la hallará.
Introducción:
- El versículo 36, que hace parte de la cita que hace Jesús del profeta Miqueas, finaliza
con esta afirmación:
Aquellos que amen más a sus seres queridos, sean hijos o padres, más que a mí, no
son dignos de mí.
- Esta enemistad familiar tiene que ver con una causa y dos naturalezas.
La causa de esta división es Jesús, esto ya lo vimos y estudiamos el sermón anterior cuando
explique qué significaba que Jesús había venido a traer espada y no paz.
Jesús es la causa, es quien vino a poner en disensión, como él mismo dice en el versículo
35: “al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra”.
Pero Jesús no es solo causa de división,
Él también es causa de unión.
Él vino para reunir un pueblo para Él.
Vino para redimir, es decir, comprar, rescatar, a costo de su propia vida, a unas personas
que Dios Padre había elegido antes de la fundación del mundo, personas no solo de la
nación de Israel sino de diferentes naciones y unirlas para que sean un solo pueblo, el
pueblo del Señor, su Iglesia.
- Así que no solo vino a dividir sino también a juntar un pueblo para Él.
Dios el Hijo se hace hombre y lleva a cabo la obra de salvación por las personas que el
Padre ha elegido.
Y Dios el Espíritu Santo, mediante la predicación del evangelio a su debido tiempo les da
vida, les da una nueva naturaleza a estas personas.
- Pero vayamos por partes y empecemos por el principio para desarrollar la idea de la
causa de la división y las distintas naturalezas que se encuentran en oposición.
Marcos 1:1-3 Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. [2] Como está escrito en Isaías el
profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de
ti. [3] Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas.
Aquí Marcos inicia su evangelio con una cita de Isaías el cual profetizaba un precursor que
anunciaba la llegada del Rey.
Alguien que iba adelante del Rey proclamando:
“¡El Rey ha llegado!, ¡El Rey está aquí!, ¡El Rey viene tras de mí!”.
Mateo 3:1-2 En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Aquí tenemos más claro el mensaje que proclamaba Juan y el llamado que él les hacía a
las personas.
El llamado del Bautista era:
¡Arrepiéntanse!
Y la razón para llamarles al arrepentimiento era porque el reino de los cielos se había
acercado.
El reino de los cielos se había acercado por esta razón:
Mateo 4:17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los
cielos se ha acercado.
- Movámonos un paso adelante: ¿Cuál fue el mensaje que les encargó el Rey a sus
apóstoles después de darles autoridad y comisionarlos? ¿Qué les dijo el Rey que
predicaran?
Hasta este versículo 7 el mensaje no parece ser exactamente igual porque no se encuentra
el llamado al arrepentimiento,
Aunque sí se encuentra el anuncio de la llegada del reino de los cielos.
Pero con toda seguridad podemos afirmar que el mensaje es idéntico y que allí se
encuentra el llamado al arrepentimiento porque 5 versículos más adelante se da por hecho
dicho llamado:
Mateo 10:12-15 Y al entrar en la casa, saludadla. [13] Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre
ella; más si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. [14] Y si alguno no os recibiere, ni oyere
vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. [15] De cierto os
digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que
para aquella ciudad.
- ¿Por qué dice el Señor que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Sodoma
y Gomorra?
Es decir, que habrá un castigo mayor para estas ciudades que rechazaron el anuncio de
la llegada del reino de los cielos en boca de los apóstoles.
¿Por qué lo dice el Señor?
¿Qué era lo que ellas tenían que hacer para no recibir este castigo ante el anuncio de la
llegada del reino de los cielos?
Arrepentirse.
Es por no haberse arrepentido que serán castigadas con un castigo peor que el de Sodoma
y Gomorra en el día del juicio.
Por lo tanto, el mensaje de Juan el Bautista, el de Jesús y el de los apóstoles, a los cuales
comisiona Jesús, es el mismo:
Significa deponer las armas, abandonar la hostilidad hacia el reino de los cielos, humillarse
ante el Rey, rendirse en total dependencia ante Él, aborrecer lo que el Rey aborrece y
entregarse en obediencia amorosa.
- Aquí está el punto: ¿Cuál era la condición de las personas a las cuales los apóstoles
debían anunciar la llegada del Rey?
Las personas a las que se dirigen aborrecen el reino de los cielos, aborrecen al Rey, y eso,
por supuesto, incluye a los familiares de los seguidores de Jesús.
Todas las personas, por naturaleza, nacemos aborreciendo a Dios y amando lo que Dios aborrece: el
pecado. Nos amamos a nosotros mismos y a otras personas y otras cosas por encima de Dios, y eso
significa aborrecer a Dios. Esto lo voy a tratar en la segunda parte del sermón acerca del amor a Dios.
Pero sí, no amar a Dios por encima de todo es aborrecerlo.
La misma naturaleza del evangelio me indica, nos indica a todos los hombres que no
pertenecemos ni a Dios ni a su reino.
Sino que nuestra naturaleza es una que va contra el Rey.
Así nacemos y vivimos absolutamente todos los hombres hasta que mediante la predicación del
evangelio el Espíritu de Dios derrite nuestros corazones, nos humilla, nos hace reconocer nuestra maldad
y nos muestra lo glorioso que es Jesús, lo grandioso de su obra en la cruz del Calvario, transforma
nuestro ser y en lugar de lobos, como éramos, nos convierte en ovejas suyas. En ovejas de su prado.
Surgen en nosotros unos deseos, unos afectos, que antes no teníamos hacía Dios, hacia
su Hijo y su bendita Palabra.
Se despierta un hambre profunda por conocer a nuestro Salvador a través de la Biblia.
Se despierta en nosotros un deseo por obedecerlo, unos sentimientos dulces hacia Jesús,
En otras palabras: COMENZAMOS A AMAR A DIOS.
1 Pedro 1:8 A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis
con gozo inefable y glorioso.
Este amor, esta alegría, este gozo es la experiencia emotiva de los creyentes en su
Salvador y por su Salvador.
Estos afectos, que el gigante de Jonathan Edward llamó: afectos religiosos, son los que
tanto él, como los puritanos, y otros hombres de Dios como Calvino y Agustín, describieron
como la esencia de la verdadera religión.
Absolutamente ninguno de estos hombres que he mencionado con nombre propio
concebían un cristiano sin afectos, sin sentimientos hacia Dios.
Decía Calvino:
“La verdadera piedad consiste en un sentimiento sincero de amor a Dios como Padre no menos que de
temor y reverencia como Señor, que abraza su justicia y tiene más temor de ofenderlo que de la
muerte”.
Muchos de esos lobos, a los cuales son enviados ellos, mediante la proclamación del
evangelio y el llamado al arrepentimiento, serán transformados en ovejas de Cristo.
Pero mientras la transformación de la naturaleza del hombre no se lleve a cabo, seguirá
aborreciendo a Dios y aborreciendo a aquellos que han sido transformados por el Espíritu
de Dios por medio de la predicación del evangelio.
Los familiares de los apóstoles, aunque eran personas sumamente religiosas, aborrecían
a Dios y por eso sus enemigos serían los de su misma casa.
Cada vez que alguien es ganado para Cristo, que alguien es trasladado del reino de las tinieblas, al
reino de Cristo, la espada viene sobre ese hogar. Este individuo es unido al pueblo de Dios, tiene una
nueva naturaleza, nuevos deseos; naturaleza y deseos que son diametralmente opuestos a la naturaleza
y deseos de sus seres queridos. Y allí, en su casa, encontrará sus enemigos.
- Jesús es la causa de la división familiar porque Él viene y por pura gracia cambia la
naturaleza de aquellos que el Padre ha escogido y le ha entregado.
De tal manera que en un mismo hogar se encuentran personas pertenecientes a dos reinos
diferentes, con pensamientos y propósitos distintos.
Eso es lo que les dijo Jesús a sus apóstoles aquí en Mateo al finalizar su discurso a ellos.
Pero lo mismo es válido para cualquiera que ha sido transformado por la gracia de Dios en
cualquier época.
- Hay dos porciones de la Palabra de Dios en el evangelio de Juan que quiero que leamos
antes de pasar a la segunda parte del sermón y que describe muy bien lo que he venido
diciendo hasta el momento.
En el capítulo 17 de Juan tenemos al Señor Jesús orando al Padre por sus discípulos antes
de entregar su vida por ellos y estas son las palabras que eleva:
Juan 17:6-11 (Padre) He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me
los diste, y han guardado tu palabra. [7] Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado,
proceden de ti; [8] porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido
verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. [9] Yo ruego por ellos; no ruego por el
mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, [10] y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido
glorificado en ellos. [11] Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre
santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Primero: La elección de Dios al escoger un pueblo por pura gracia cuando dice: “Los
hombres que del mundo me diste”, reconociendo con esto dos cosas, que el cristiano, al
igual que el resto de los mortales, pertenecía a este mundo, es decir, que tenía una naturaleza
igual de inclinada hacia el mal que el resto de los hombres. Pero el Padre ha decidido
entregárselos a Jesús para que los redimiera.
Segundo: Cuando dice, “Las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y
han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste”, enfatiza
el hecho de que ellos creyeron que Jesús era el Mesías, el Rey eterno que había llegado y
que ante dicho mensaje se habían arrepentido. Por supuesto aquí en este momento, al Jesús
elevar esta oración Judas ya no estaba, porque Él nunca creyó, él se decepcionó de Jesús,
por eso lo traicionó, demostrando con esto que no era de los elegidos por el Padre.
Tercero: Cuando dice que ruega “para que sean uno”, muestra la unidad que Él vino a traer
entre aquellos que llama para sí como su pueblo.
Juan 15:18-19 Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais
del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por
eso el mundo os aborrece.
Y es aquí, en este momento, después de decirles que los enemigos del hombre serían
los de su misma casa y que ya entendemos porqué, donde hace una declaración que a
muchos resulta desconcertante:
“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no
es digno de mí”.
“Si tu no me amas más a mí de lo que amas a tu esposa y a tu hija, no eres digno de mí”
Pues yo simplemente me encogería de hombros y doy por hecho que usted está loco.
Pero si Dios me lo dice, el panorama cambia completamente.
Si se fijan bien, el Señor no está haciendo una demanda, no está pidiendo ni ordenando.
Que las personas que aman más a sus familiares no son dignas de Él.
- ¿Significa esto que yo soy digno de Dios, o me hago digno de Él cuando lo amo por
encima de mi esposa y mi hija y mis padres?
No.
Esto tiene una implicación más profunda.
Cuando yo amo a mis seres queridos más que a Jesús estoy delatando mi verdadera
naturaleza.
- ¿Por qué?
Porque Jesús es digno de ser amado con el amor más profundo que hombre alguno pueda
experimentar, es decir, amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y
con todas las fuerzas.
Pero, cuando mis afectos son seducidos y atraídos hacia algo o alguien distinto a Jesús y
por encima de Él, significa que no tengo ojos para ver el supremo valor de Cristo.
- Para que exista amor por Jesús en nosotros, Dios tiene que habernos transformado
primero mediante su Espíritu Santo por la predicación del evangelio.
Cuando esto sucede, tenemos ojos para ver y valorar a Cristo por encima de cualquier
cosa, llámese padre, madre, esposa, hijos, proyectos, yo mismo, etc.
Solamente cuando esta transformación es llevada a cabo por Dios el hombre puede amar
a Dios con un afecto más profundo que el afecto que guarda hacia sus seres queridos.
- La gran mayoría de los que estamos aquí hemos escuchado de Juan Bunyan y su
famoso libro El Progreso del Peregrino.
Lo que muchos no saben es que Juan Bunyan escribió este libro desde la prisión.
Y que lo escribió desde la prisión y que estuvo allí cerca de 12 años por predicar el
evangelio.
Salir de la cárcel era muy sencillo: dejar de predicar el evangelio.
Si él claudicaba y declaraba que no iba a predicar más el evangelio se le dejaba en libertad.
Pero su amor por Cristo era más profundo.
Sus afectos hacia Jesús superaban incluso los afectos hacia su esposa y sus hijitos.
Lo cual no significaba que no los amara, por supuesto que sí, su alma se le partía por ellos,
pero sus afectos hacia su Salvador eran más grandes.
Dejemos que él mismo nos lo cuente:
Juan Bunyan
“La separación de mi esposa y mis pobres hijos ha estado presente conmigo más de una vez en esta
celda, como garfios que me arrancan la carne de mis huesos; y no solamente porque quizá aprecie
demasiado estas misericordias de Dios (refiriéndose a su esposa y a sus hijos), sino porque pensaba
que hubiera tenido que reflexionar de antemano en las muchas dificultades, miserias y carencias que mi
familia tendría que soportar en el caso de que yo les faltara, especialmente mi pobre hija ciega, la que
está más cerca de mi corazón que todos los demás. Cuando pensaba en la miseria de mi pobre cieguita,
parecía que mi corazón iba a romperse en pedazos… Sin embargo, recobrando el control de mis
pensamientos, pienso que no hubiera podido actuar de otro modo, y que, si hoy pudiera volver a
decidir, lo arriesgaría todo de nuevo, en el nombre de Dios, aunque abandonarlos a ellos me desgarra.
Bien veía que en esa situación era yo un hombre que estaba derribando su casa sobre la cabeza de su
esposa e hijos; y sin embargo, pensaba, eso, precisamente, era lo que estoy obligado a hacer”.
- Mira el precio, lo que la cárcel por el evangelio significaba para Bunyan y sus seres
queridos.
- Lo que me da pie para sostener esta postura es que Bunyan dice unas líneas antes:
Estas expresiones no son hechas por alguien que ha llevado a cabo un acto voluntario
despojado de afectos, sino de alguien cuyos afectos han impulsado sus decisiones.
Hay otro escrito autobiográfico de Bunyan que confirman su amor profundo por Jesús.
Estas palabras delatan sus deleites:
Juan Bunyan
“Nunca tuve en toda mi vida tan amplia entrada en la Palabra de Dios como ahora en prisión.
Aquellos temas que yo nunca había visto antes fueron escritos en este lugar y empezaron a brillar para
mí. Jesucristo mismo nunca fue más real y notorio que ahora. Aquí yo lo he visto y lo he sentido de
hecho. En este lugar, he tenido dulces visiones del perdón de mis pecados y de mi estar con Jesús en
el otro mundo. Estoy persuadido de que, mientras esté en este mundo, nunca podría expresar lo que he
visto aquí”.
- El amor de Bunyan, el gozo de Bunyan eran esos sentimientos inefables de los que
leímos en la carta de Pedro.
Eran estos afectos más fuertes que los que tenía por su esposa y sus hijitos los que lo
llevaron a permanecer firme incluso en la aflicción.
Jesús mismo lo dice aquí en el evangelio de Mateo:
Mateo 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón
Nuestro corazón se inclinará ante nuestro tesoro, y como allí está nuestro corazón,
nuestras acciones se dirigirán hacia ese fin.
- En este caso, el Señor está hablando de las riquezas, pero esto se aplica a cualquier
situación.
- Bunyan amaba a su esposa y a sus hijitos, sus afectos hacia ellos eran profundos.
Pero no más profundos que los afectos que tenía hacia su Salvador Jesucristo.
Si su amor por sus seres queridos hubiera superado el amor por su Señor…
Bunyan hubiera claudicado, hubiera preferido callarse para salir libre y poder seguir
sosteniendo a su esposa y a sus hijos.
- Pero ese amor por Cristo lo impulsó a tomar la cruz, negarse a sí mismo, y como Jesús
quien por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz,
Así Bunyan, por el gozo puesto delante de Él, es decir, por el tesoro puesto delante de él,
Osea Cristo,
Este peregrino tomó su cruz y siguió firme, firme con la fuerza que dan los afectos hacia
algo o alguien.
Y halló su vida. Si hubiera claudicado, dejado de predicar para salir de la cárcel su vida se
hubiera desperdiciado, pensando que hallaba su vida, realmente la perdería.
- La única manera de hallar la vida verdadera es sirviendo a Cristo, pero nadie puede
servir a Cristo si sus afectos hacia Él no son más profundos que los afectos hacia
cualquier otra persona.
Hemos leído cómo Bunyan en la cárcel tuvo las experiencias más dulces de su perdón por
el profundizar más en la Biblia y más y más;
Tan dulces que dice que mientras esté en este mundo no podrá expresar lo vivido allí.
- Es en este sentido que en el capítulo 14 del evangelio de Juan los que aman a Dios son
los que guardan sus mandamientos, pero no significa que aquellos que guardan los
mandamientos de Dios aman a Dios.
- Pongo un ejemplo:
- Que las acciones y decisiones no son lo mismo que el amor, como trágicamente he
escuchado, es evidente cuando el apóstol Pablo dice que uno puede repartir todos sus
propios bienes para darle de comer a los pobres e incluso uno puede determinar llevar
a cabo la entrega de la propia vida por alguien o alguien y no tener amor.
LO QUE MOVIÓ A DIOS A CREAR Y REDIMIR NO FUERON LOS AFECTOS HACIA TI.
Fueron los afectos, la pasión por su gloria.