Sunteți pe pagina 1din 24

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA
UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA Y DEL CARIBE
DIRECCIÓN DE POSTGRADO E INVESTIGACIÓN
ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO PENAL INTERNACIONAL
TERRORISMO

El Marco Jurídico Universal contra el Terrorismo

Docente:
Dra. Menfis Álvarez Núñez

Participante:
Tritton Sergio
C.I. 18680632

Caracas, junio de 2019


Índice
Introducción ............................................................................................................................... 4
LOS PILARES DEL MARCO JURÍDICO UNIVERSAL ........................................................................ 5
Resoluciones de la Asamblea General ........................................................................................ 6
Resoluciones del Consejo de Seguridad ..................................................................................... 7
Instrumentos universales contra el terrorismo .......................................................................... 8
La Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo ............................................ 9
Las resoluciones del Consejo de Seguridad sobre los actos de terrorismo.............................. 12
Los instrumentos universales contra el terrorismo.................................................................. 13
Elementos y requisitos del marco jurídico universal contra el terrorismo .............................. 15
Contenido detallado de las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad .................... 17
Aplicación del marco jurídico universal contra el terrorismo .................................................. 18
El marco jurídico interamericano ............................................................................................. 20
Conclusión ................................................................................................................................ 22
Bibliografía ................................................................................................................................ 24
Introducción

Hoy podemos decir que esta rama del derecho prácticamente ha


desaparecido, de hecho, con la prohibición de recurrir a la fuerza refrendada
definitivamente en la Carta de las Naciones Unidas, los estados se ven
impedidos, en la actualidad para resolver sus litigios por ese medio, es decir,
mediante conflicto armado.

Esta aspiración no es espontanea, responde a un mandato expreso de


las Naciones Unidas, a través del cual se impone que las controversias de
orden jurídico entre los Estados, sean sometidas por las partes, a la Corte Penal
Internacional de Justicia. Por otro lado, si se trate de actos y vías de hechos
que perturben la paz internacional, es el Consejo de Seguridad, quien
posibilitará los medios idóneos para solucionar las controversias, he aquí los
medios de carácter político.

Ese régimen jurídico de lucha contra el terrorismo constituye el marco


jurídico en que se han de encarar los delitos graves cometidos por los
terroristas, utilizando una amplia diversidad de mecanismos de justicia penal.
Se basa en la hipótesis de que los autores de delitos de terrorismo deben ser
enjuiciados por los gobiernos de sus países o extraditados a un país dispuesto
a enjuiciarlos. Sin embargo, es esencial destacar que la autoridad legal para
imponer esas medidas de lucha contra el terrorismo es una responsabilidad
que recae exclusivamente en los Estados soberanos.
LOS PILARES DEL MARCO JURÍDICO UNIVERSAL

Desde hace tiempo, el terrorismo está presente en la escena


internacional contemporánea, aunque quizá sea en la actualidad cuando,
desde la perspectiva normativa, se estén derrochando mayores esfuerzos con
el propósito de prevenir y combatir la comisión de actos terroristas. Por lo
menos, y al hilo también de recientes acontecimientos, como el ataque
terrorista del 11 de septiembre de 2001, los Estados que conforman la
comunidad internacional vienen expresando, de manera más reiterada e
intensa, su decidida voluntad política de luchar contra el terrorismo y su
disposición para adoptar cuantas medidas resulten precisas con el objeto de
poner fin a la comisión de actos de este tipo y, en su caso, perseguir y castigar
a los culpables.

Los Estados, con la asistencia de las Naciones Unidas, están a la


vanguardia de los esfuerzos desplegados a nivel mundial para luchar contra el
terrorismo. El papel que desempeñan las Naciones Unidas en esta lucha es
amplio y, como resultado de sus mandatos y su experiencia sobre diversos
aspectos de la seguridad, el desarrollo y la cooperación internacional, la
Organización puede contribuir a casi todos los aspectos de la lucha contra el
terrorismo. Por tratarse de un fenómeno transnacional, la respuesta normativa
mundial al terrorismo y las medidas necesarias para reprimirlo pueden aplicarse
más eficazmente por conducto de las Naciones Unidas gracias a su alcance
mundial y a sus instrumentos multilaterales.
Hasta ahora, no existe un tratado general de las Naciones Unidas sobre
el terrorismo ni una definición internacionalmente vinculante del término
“terrorismo”. No obstante, los Estados Miembros de las Naciones Unidas están
en vías de redactar un convenio general sobre el terrorismo internacional que,
en última instancia, aportará una definición internacional genérica del
terrorismo.

La expresión “marco/régimen jurídico universal contra el terrorismo” se


utiliza como fórmula general para referirse a un conjunto de instrumentos y
resoluciones adoptados a nivel mundial, que contienen una serie de normas
jurídicas que los Estados han de utilizar con el fin de prevenir y combatir el
terrorismo internacional. La comunidad internacional ha venido desarrollando
progresivamente ese marco en el curso de varios decenios.

En aras de la claridad, las fuentes de los requisitos y recomendaciones


vinculantes que constituyen el marco jurídico universal contra el terrorismo se
pueden dividir en los tres grupos siguientes:

Resoluciones de la Asamblea General

La Asamblea General ha desempeñado un papel importante en lo que


respecta a establecer un marco jurídico internacional contra el terrorismo y
alentar a los gobiernos a que cooperen más estrechamente para encarar esa
amenaza. A ese respecto, la Asamblea ha aprobado una serie de resoluciones
relativas al terrorismo. Si bien no son jurídicamente vinculantes, esas
resoluciones, junto con las resoluciones no vinculantes del Consejo de
Seguridad, constituyen recomendaciones con fuerza de autoridad, y los
términos empleados en su redacción con frecuencia han sido fuente de
inspiración para la elaboración posterior de instrumentos vinculantes.

En septiembre de 2006, la Asamblea aprobó la Estrategia Global de las


Naciones Unidas contra el Terrorismo, que consta de una resolución y un Plan
de acción anexo cuyo objeto es aumentar los esfuerzos desplegados en los
planos nacional, regional e internacional para combatir el terrorismo (véase la
sección 1.2 infra). La Estrategia representa el primer intento fructífero de todos
los Estados Miembros de llegar a un acuerdo sobre un enfoque estratégico
común para prevenir y reprimir el terrorismo, mediante la decisión de adoptar
medidas prácticas tanto de forma individual como colectiva. En la Estrategia se
alienta a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC)
y otros organismos internacionales a que apoyen su aplicación, y se exhorta a
los Estados Miembros a que intensifiquen su cooperación con esas
organizaciones internacionales en el marco de su acción común contra el
terrorismo. Aunque no contiene obligaciones jurídicas per se, la Estrategia
establece una serie de directrices para los Estados Miembros en sus
actividades de lucha contra el terrorismo.

Resoluciones del Consejo de Seguridad

Esas resoluciones abordan el terrorismo en sus diversas formas y


manifestaciones. Generalmente se aprueban en virtud del Capítulo VII de la
Carta de las Naciones Unidas, que trata del mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales. Con frecuencia contienen disposiciones vinculantes
dirigidas a todos los Estados Miembros e imponen a estos una serie de
obligaciones.
Instrumentos universales contra el terrorismo

Se trata de 19 convenios y protocolos multilaterales relativos al


terrorismo, que exigen a los Estados partes dar respuesta a determinadas
manifestaciones de terrorismo (incluso mediante la obligación de tipificar ciertos
tipos de conducta) y que sirven de base para la cooperación internacional.

En este contexto, el término “universal” no significa necesariamente que


esos instrumentos hayan sido ratificados por todos los países del mundo, sino
más bien que están abiertos a la firma, ratificación o adhesión de todos los
Estados Miembros de las Naciones Unidas o los organismos especializados
afiliados, como la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y el
Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). En la práctica, sin
embargo, la mayoría de esos tratados han logrado una adhesión casi universal.

Las fuentes de requisitos y recomendaciones mencionadas deben


mantenerse separadas unas de otras, dado que están dirigidas a grupos
diferentes (aunque a menudo superpuestos) de Estados. Si bien las
resoluciones del Consejo de Seguridad deben ser acatadas por todos los
Estados Miembros (por el hecho de haber ratificado la Carta de las Naciones
Unidas), los instrumentos universales obligan solo a los Estados que los hayan
ratificado o que se hayan adherido a ellos.
La Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo

La Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo, aprobada


por la Asamblea General en su resolución 60/288, consta de cuatro pilares de
acción: a) medidas para hacer frente a las condiciones que propician la
propagación del terrorismo; b) medidas para prevenir y combatir el terrorismo;
c) medidas destinadas a aumentar la capacidad de los Estados para prevenir
el terrorismo y luchar contra él, y a fortalecer el papel del sistema de las
Naciones Unidas a ese respecto; y d) medidas para asegurar el respeto de los
derechos humanos para todos y el imperio de la ley como base fundamental de
la lucha contra el terrorismo.

Aunque la responsabilidad principal de aplicar la Estrategia corresponde


a los Estados Miembros, algunas de sus disposiciones exhortan a los órganos
de las Naciones Unidas a prestar su apoyo. En la Estrategia figuran varias
iniciativas importantes, a saber:
Aumentar la coherencia y la eficiencia de la prestación de asistencia
técnica para la lucha contra el terrorismo, a fin de que todos los Estados puedan
desempeñar su papel de manera eficaz.

• Establecer sistemas de asistencia para atender a las necesidades de las


víctimas del terrorismo y sus familias, y promover la solidaridad internacional
en apoyo de las víctimas.

• Responder a la amenaza de bioterrorismo elaborando una base de datos


única y omnicomprensiva sobre incidentes biológicos, centrar la atención en
mejorar los sistemas de salud pública estatales y reconocer la necesidad de
unir a los principales interesados a fin de que los avances de la biotecnología
no se utilicen con fines de terrorismo ni otros fines delictivos, sino para el bien
público.

• Hacer participar a la sociedad civil y las organizaciones regionales y


subregionales en la lucha contra el terrorismo y establecer asociaciones con el
sector privado para prevenir los atentados terroristas contra objetivos
especialmente vulnerables.

• Estudiar medios innovadores de afrontar la amenaza creciente del uso de


Internet con fines terroristas.

• Modernizar los sistemas de control de fronteras y aduanas y mejorar la


seguridad de los documentos de viaje para impedir los viajes de terroristas y la
circulación de materiales ilícitos.

• Aumentar la cooperación en la lucha contra el blanqueo de dinero y la


financiación del terrorismo.
Además, en la Estrategia:

• Se afirma claramente que el terrorismo no puede ni debe estar vinculado a


ninguna religión, nacionalidad, civilización o grupo étnico.

• Se reafirma la responsabilidad de los Estados de negar cobijo financiero y


operacional a los terroristas e impedir que estos abusen del sistema de asilo
político, y de ponerlos a disposición de la justicia de conformidad con el principio
de extradición o enjuiciamiento.

• Se pide a los Estados Miembros que ratifiquen y apliquen los tratados y


protocolos existentes con el fin de crear la base jurídica para la lucha
internacional contra el terrorismo y de consolidarla.

• Se alienta y autoriza a los Estados Miembros a que adopten un enfoque


integrado de la lucha contra el terrorismo también en el plano nacional y se crea
un marco común para la coordinación regional y mundial de sus iniciativas
nacionales.

• Se crea una plataforma común para la acción de las Naciones Unidas que
aúna los esfuerzos de todos los programas, oficinas, departamentos y
organismos, incluidos los órganos del Consejo de Seguridad relacionados con
el terrorismo. Sirve de marco para la coordinación de aquellas entidades
reunidas como Equipo Especial de las Naciones Unidas sobre la Ejecución de
la Lucha contra el Terrorismo, que fue establecido por el Secretario General en
2005.
Cabe señalar que el cuarto pilar de la Estrategia no es la única sección
importante que trata de los derechos humanos y de la defensa del estado de
derecho. En todo el documento sobre la Estrategia se reitera la necesidad de
respetar los derechos humanos en el contexto de las actividades que se han
de emprender en relación con los demás pilares. La importancia de promover
y proteger los derechos humanos al tiempo que se lucha contra el terrorismo
se subrayó además en la resolución 62/272 de la Asamblea General, en la que
los Estados Miembros examinaron la aplicación de la Estrategia.

Las resoluciones del Consejo de Seguridad sobre los actos de


terrorismo

Las resoluciones del Consejo de Seguridad en el ámbito del terrorismo


transmiten un mensaje decidido a la comunidad internacional de que los
Estados deben velar por que existan todos los mecanismos necesarios para
facilitar la cooperación contra los actos terroristas. Si aún no disponen de esos
mecanismos, se les insta a establecerlos sin demora. Al mismo tiempo, las
resoluciones contra el terrorismo no entran en mayores detalles sobre
cuestiones de procedimiento. En consecuencia, los métodos concretos, las vías
y los mecanismos jurídicos e institucionales empleados para encarar el
terrorismo se dejan al arbitrio de cada Estado.

En virtud de la Carta de las Naciones Unidas, corresponde al Consejo


de Seguridad la principal responsabilidad del mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales. En ese contexto, el Consejo de Seguridad puede
aprobar resoluciones vinculantes en virtud del Capítulo VII de la Carta en caso
de amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión. La
aprobación de resoluciones en virtud del Capítulo VII permite que el Consejo
de Seguridad imponga sanciones (de conformidad con los Artículos 41 y 42)
que pueden o no entrañar el uso de la fuerza armada contra los Estados que
incurran en violaciones. La adopción de medidas que impliquen el uso de la
fuerza depende de que el Consejo de Seguridad llegue a la conclusión de que
otros medios resultarían o han resultado insuficientes para mantener o
restablecer la paz y la seguridad internacionales. Las principales resoluciones
relativas al terrorismo aprobadas hasta la fecha por el Consejo de Seguridad
en virtud del Capítulo VII (Artículos 39 a 51) de la Carta son las resoluciones
1267 (1999), 1373 (2001), 1540 (2004), 2170 (2014), 2178 (2014), 2199 (2015)
y 2253 (2015).

Los instrumentos universales contra el terrorismo

La resolución 1373 está adoptada bajo el Capítulo VII de la Carta de la


ONU y las medidas que promueve, en virtud de los artículos 24, 25 y 48 de la
Carta, son vinculantes para todos los Estados Miembros y se aplican sin
limitaciones geográficas o temporales. En cuanto a los contenidos de la
resolución, además de crear el Comité contra el Terrorismo de la ONU (CTC,
por sus siglas en inglés, y que tiene entre sus funciones principales el controlar
el grado de aplicación de la resolución), la misma se vertebra en torno a tres
ejes:

La prevención y eliminación de la financiación del terrorismo, que


contiene a su vez la obligación de tipificar como delito la financiación del
terrorismo; la congelación de los fondos de las personas que cometan, o
intenten cometer, actos de terrorismo o participen en ellos o faciliten su
comisión; y la prohibición de que se pongan cualesquiera fondos, recursos
financieros o económicos a disposición de los terroristas.
La prevención y tipificación como delito de los actos terroristas, que
conlleva la represión de los actos de apoyo y de preparación (incluidos el
reclutamiento y el abastecimiento de armas); la negación del refugio a quienes
financian, planifican o cometen actos de terrorismo (principio no safe haven); la
tipificación como delitos graves de los actos de terrorismo y el enjuiciamiento
de toda persona involucrada en la preparación o comisión de esos actos; la
necesidad de proporcionar recíprocamente asistencia judicial y policial; y la de
controlar las fronteras y prevenir la falsificación de documentos de identidad y
de viaje.

La cooperación internacional, parte en la que se promueve la


intensificación y agilización del intercambio de información operacional; la
promoción de los acuerdos y convenios bilaterales y multilaterales; la
ratificación y aplicación plena de los convenios y protocolos internacionales; el
asegurar que el estatuto de refugiado no sea utilizado de modo ilegítimo; y la
inaplicabilidad de la excepción por motivaciones políticas como causa de
denegación de la extradición.

La resolución 1267 del Consejo de Seguridad10, adoptada en octubre


de 1999 también bajo el amparo del Capítulo VII de la Carta de la ONU, y
subsiguientes11 se refieren al régimen sancionatorio contra los talibanes y al-
Qaeda. Concretamente, tratan de la congelación de activos, el impedimento de
ingreso o tránsito y la prohibición de venta o suministro de armas y materiales
conexos, en relación a la lista de individuos identificados como pertenecientes
a alguno de dichos grupos y Osama bin Laden. Esta lista, elaborada por los
miembros del Consejo de Seguridad12, es gestionada por un Comité, creado
en virtud de la propia resolución 1267, que supervisa la puesta en práctica de
las sanciones, compila, pone al día y hace circular las listas de personas y las
entidades conforme a las sanciones, y analiza los informes de los Estados
Miembros. Esta resolución, y las relativas al mismo asunto, piden buscar
soluciones en el ámbito de la cooperación internacional para asegurar el
enjuiciamiento efectivo de las personas identificadas en la lista—en este
sentido, han sido de especial trascendencia las circulares de INTERPOL, tanto
la naranja como la especial de la ONU. Finalmente, sería importante recalcar
que nos hallamos ante un doble

Elementos y requisitos del marco jurídico universal contra el


terrorismo

Los elementos centrales de esta cuestión han sido puestos de relieve en


el Informe del Grupo Asesor sobre la Naciones Unidas y el terrorismo, cuando
se ha expresado que “la protección y promoción de los derechos humanos en
un régimen de derecho es esencial para prevenir el terrorismo. En primer lugar,
el terrorismo suele prosperar en entornos donde se violan los derechos
humanos. Es posible que los terroristas exploten las violaciones de derechos
humanos para que su causa logre mayor apoyo. En segundo lugar, debe
entenderse con claridad que el propio terrorismo es una violación de los
derechos humanos. Los actos terroristas que ocasionan la muerte violan el
derecho a la vida enunciado en el artículo 6 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos. En tercer lugar, debe también comprenderse que
el derecho internacional exige la observancia de normas básicas de derechos
humanos en la lucha contra el terrorismo”.

Las relaciones entre terrorismo y derechos humanos se nos presentan,


entonces, bastante complejas y hay que evitar, a toda costa, que lleguen a ser
contradictorias. El objetivo de la comunidad internacional es asegurar que las
medidas de todo tipo destinadas a la lucha contra el terrorismo y el respeto de
los derechos humanos sean realidades complementarias. Podemos
comprobar, no obstante, si es, precisamente, en esta línea en la que avanza la
comunidad internacional, más allá, por supuesto, del comportamiento de ciertos
Estados en esta materia, señalando los siguientes aspectos: Ante todo, ciertos
órganos de las Naciones Unidas han puesto el énfasis en la necesidad de que
haya una sana correspondencia entre el respeto de los derechos humanos y
las medidas destinadas a combatir el terrorismo internacional. Las últimas
resoluciones de la Asamblea General en materia de terrorismo así lo
atestiguan. En concreto, la Resolución 58/187, de 22 de marzo del 2004,
titulada “Protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales
en la lucha contra el terrorismo”, no duda en afirmar, después de recordar “la
importancia fundamental de respetar todos los derechos humanos y las
libertades fundamentales y el Estado de derecho, incluso en respuesta al
terrorismo y al temor del terrorismo”, y que “los actos, métodos y prácticas
terroristas, en todas sus formas y manifestaciones, son actividades orientadas
hacia la destrucción de los derechos humanos”, que “los Estados deben
cerciorarse de que las medidas que se adopten para combatir el terrorismo
estén en consonancia con las obligaciones que les incumben con arreglo al
derecho internacional, en particular las normas internacionales relativas a los
derechos humanos y a los refugiados y el derecho humanitario” (27). (También,
las Resoluciones 58/174; 57/219; 56/160; 54/164; 52/133; 50/186; 49/185; y
48/122) (28).
Contenido detallado de las resoluciones pertinentes del Consejo
de Seguridad

Los regímenes de sanciones contra el Estado Islámico en el Iraq y el


Levante (Dáesh), Al-Qaida y los talibanes: resolución 1267 (1999) y
resoluciones posteriores del Consejo de Seguridad.

Los regímenes de sanciones contra el Estado Islámico en el Iraq y el


Levante (EIIL) (Dáesh), Al-Qaida y los talibanes fueron introducidos en virtud
de la resolución 1267 (1999) del Consejo de Seguridad y modificados y
reforzados por numerosas resoluciones posteriores, la última de las cuales se
aprobó en 2015 (véanse las resoluciones 1333 (2000), 1390 (2002), 1452
(2002), 1526 (2004), 1617 (2005), 1735 (2006), 1822 (2008), 1904 (2009), 1989
(2011), 2170 (2014), 2178 (2014), 2199 (2015) y 2253 (2015) del Consejo de
Seguridad).

Las sanciones se establecen en virtud del Capítulo VII de la Carta de las


Naciones Unidas y exigen que los Estados apliquen tres tipos de medidas
contra las personas y entidades designadas:

La congelación de todos los activos de propiedad de esas personas y


entidades, solo con algunas excepciones (y en determinadas condiciones)
instituidas en virtud de la resolución 1452 (2002), cuando los bienes son
necesarios para sufragar gastos básicos.
Un embargo de armas en virtud del cual no se suministrarán, venderán
ni transferirán armas o municiones a personas o entidades incluidas en la Lista
(este tipo de sanción incluye la prohibición de prestar asesoramiento técnico y
asistencia e impartir capacitación relacionados con actividades militares en
beneficio de las personas y entidades designadas).

La prohibición de viajar, en virtud de la cual se impide a las personas


incluidas en la Lista entrar en Estados de los que no son nacionales o transitar
por ellos. Se prevén excepciones a la prohibición de viajar, las que están
establecidas en las resoluciones 1988 (2011), 2161 (2014) y 2253 (2015) del
Consejo de Seguridad.

Aplicación del marco jurídico universal contra el terrorismo

Medidas necesarias para aplicar el marco jurídico universal contra el terrorismo


en la legislación nacional.

Requisitos previos y medidas básicas

Para poder aplicar los instrumentos universales contra el terrorismo,


debe haber un sistema de justicia penal en funcionamiento en cada Estado
parte. Es fundamental que haya cierto grado de estabilidad y eficacia en el
funcionamiento de las instituciones nacionales encargadas de establecer las
políticas penales y de administrar justicia para que los Estados puedan
responder adecuadamente a las amenazas terroristas.

En otras palabras, los instrumentos universales contra el terrorismo no están


“listos para ser utilizados” por el solo hecho de que los Estados se hagan partes
en ellos. En realidad, para que los funcionarios de justicia penal puedan aplicar
las disposiciones de los instrumentos universales en los tribunales nacionales,
cada Estado debe llevar a cabo una serie de medidas.

La naturaleza y el alcance de las medidas necesarias para cumplir los requisitos


del régimen jurídico universal contra el terrorismo dependen de dos factores
fundamentales, a saber:

 El método utilizado por cada Estado para incorporar el derecho internacional


en su ordenamiento jurídico interno.

 La situación de la legislación de cada Estado en relación con los requisitos


establecidos en un convenio o una resolución del Consejo de Seguridad
determinados. En algunos casos, habrá leyes apropiadas que ya están en
vigor y solo se necesitarán algunos ajustes, mientras que, en otros casos,
será necesario redactar nuevas leyes para cumplir los requisitos
internacionales.

Algunos Estados siguen el enfoque llamado “dualista”, que significa que el


derecho internacional y el derecho interno se consideran dos sistemas jurídicos
distintos, por lo que siempre se requiere una ley para incorporar la obligación
internacional en el ordenamiento jurídico interno. En cambio, en los países que
aplican el enfoque denominado “monista”, la ratificación de un tratado seguida
de su publicación significa que sus disposiciones quedan incorporadas
automáticamente en el sistema jurídico interno del país.
El marco jurídico interamericano

El marco jurídico interamericano contra el terrorismo está construido


alrededor de la Convención Interamericana contra el Terrorismo (CICT). En el
momento de escribir estas líneas, la CICT ha sido firmada por todos los Estados
Miembros de la OEA y 24 de ellos la han ratificado. La Convención, nacida
como reacción de los Estados Miembros de la OEA a los brutales atentados del
11 de septiembre de 2001, se configura como un novedoso instrumento jurídico
contra el terrorismo sobre todo en lo relativo a la defensa del pleno respeto de
los derechos humanos en la lucha contra esta lacra que tiene por objetivo
principal, el que los Estados Miembros adopten “medidas eficaces para
prevenir, sancionar y eliminar el terrorismo mediante la más amplia
cooperación”

La fórmula del artículo 2, al concordarse con el marco universal, hace


posible no sólo una mayor alineación legislativa de los Estados, sino que
también contribuye a que exista una mayor garantía de que los tipos penales
relativos al terrorismo sean precisos y no ambiguos, y por ende a que se
respeten las premisas básicas de los principios de legalidad y seguridad
jurídica, tal y como señalan las normas del derecho internacional de los
derechos humanos.

Los artículos 4, 5 y 6 de la CICT tratan, respectivamente, sobre la


obligación que tienen los Estados de legislar para prevenir, combatir y erradicar
la financiación del terrorismo; para identificar, congelar, embargar y decomisar
fondos relacionados con actos terroristas; y para el establecimiento de delitos
de terrorismo como determinantes (precedentes) de delitos de lavado de
dinero. La inclusión de estas obligaciones en una parte tan temprana del
articulado de la convención parece responder adecuadamente a la importancia
que la sociedad internacional ha otorgado al tema de la financiación del
terrorismo—como pone de manifiesto, por ejemplo, la resolución 1373 del
Consejo de Seguridad de la ONU o el Convenio de 1999 sobre la materia—.
De hecho, estas previsiones están en línea con el marco legal universal, como
acabamos de mencionar, y con las Recomendaciones del GAFI. El delito de
financiación del terrorismo debe ser legislado de manera autónoma—por ser
determinante o precedente del de lavado de activos y por tener características
propias que lo diferencian de aquél y se puede incurrir en él con independencia
de que finalmente se cometa el acto de terrorismo. Esto último es de especial
importancia puesto que refleja la aproximación de justicia penal preventiva que
venimos tratando.

En los artículos 11, 12 y 13 de la CICT tenemos otros buenos ejemplos


de cómo entroncan los principios del marco legal universal con los del marco
interamericano. Estos artículos se refieren, respectivamente, a la inaplicabilidad
de la excepción de delito político en las solicitudes de extradición y asistencia
jurídica mutua, y a la inaplicabilidad del estatus de refugiado o la aplicación del
asilo a presuntos autores de delitos terroristas. Como se puede deducir, el
principio que subyace en estos artículos es el de “no safe haven”. Podemos
encontrar cláusulas similares en el Convenio Internacional para la Represión
de los Atentados Terroristas cometidos con Bombas de 1997 (artículo 11), en
la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados, y
en el Convenio Internacional para la Represión de la Financiación del
Terrorismo de 1999 (artículo 14). Un efecto jurídico trascendente en el ámbito
interamericano de la aplicación de estos artículos es la no aplicabilidad—
basada en los principios lex specialis derogat lex generalis y lex posterior
derogat anterior—para los casos de terrorismo, del artículo 9 inciso c.) de la
Convención Interamericana sobre Asistencia Mutua en Materia Penal, que
establece: “el estado requerido podrá denegar la asistencia cuando a su juicio,
la solicitud se refiere a un delito político, o conexo con un delito político, o delito
común perseguido por una razón política”; y del artículo 4.4 de la Convención
Interamericana sobre Extradición, que establece que “la extradición no es
procedente ,cuando con arreglo a la calificación del estado requerido se trate
de delitos políticos, o de delitos conexos o de delitos comunes perseguidos con
una finalidad política”, y del artículo 6 que establece que no debe limitarse el
derecho de asilo en los procesos de extradición.
Conclusión

Posteriormente a los hechos acontecidos el 11 de septiembre de 2001,


el terrorismo internacional se convirtió en una prioridad en materia de seguridad
internacional y en la opinión pública, lo cual se refleja en la amplia cobertura
que le proporcionan los medios de comunicación a este fenómeno. Además,
con la transformación de nuestra comunidad internacional y la ayuda de nuevas
tecnología, el fenómeno del terrorismo sufrió una evolución en relación al
terrorismo de los años 1960 y 1970 y parece que los ataques terroristas han
aumentado en su número y han adoptado formas mucho más letales e
indiscriminadas desde 1989.

Así como las organizaciones regionales y subregionales, con el apoyo


coordinado del sistema de las Naciones Unidas, y en solidaridad con todas las
partes interesadas, incluido el sector privado y la sociedad civil, apliquen la
Estrategia global de las Naciones Unidas contra el terrorismo de forma
integrada, holística y ampliada.

Por último, el aumento del impacto global del terrorismo desde 2002 a
2011 recalca que la evolución del terrorismo es constante y va a seguir en esta
misma línea si no se toman medidas de obligado cumplimiento contra el
terrorismo. Por ello, para lograr la erradicación del terrorismo internacional
considero que sería imprescindible el establecimiento de una convención
general adoptada en el marco de las naciones unidas que incluya una definición
jurídica clara del terrorismo internacional. Teniendo en cuenta el principio pacta
sunt servante.
Bibliografía

https://www.un.org/counterterrorism/ctitf/es

Luis Manuel Marcano Salazar, Derecho Internacional Público. 5ta edición

https://repositori.upf.edu

S-ar putea să vă placă și