Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
En las hepatitis víricas por VHB y VHC aún es controvertido el efecto beneficioso
del tratamiento con medicamentos con actividad antivírica como el interferón. Por
un lado, en los pacientes cirróticos el índice de buena respuesta con estos
tratamientos es bajo, no estando contraindicado en el caso de que su función
hepatocelular esté conservada. De todos modos, la tolerancia a estos fármacos no
es buena, siendo más frecuente la aparición de efectos adversos. Por otro lado,
existe controversia, según diferentes estudios publicados, en cuanto a la
disminución de la incidencia del hepatocarcinoma en los enfermos que en fase de
hepatitis crónica han seguido estas terapias.
COMPLICACIONES
En una fase más avanzada, la disfunción circulatoria se acentúa, bien sea por la
propia evolución natural de la enfermedad o por la intervención de un factor
intercurrente (transgresión enólica, intervención quirúrgica, sepsis, hemorragia).
En cualquiera de estas circunstancias, el trastorno hemodinámico se agrava, de
manera que los mecanismos mencionados resultan inadecuados para mantener la
homeostasis circulatoria. Ello provoca una exacerbada retención de Na y H2 O,
fenómeno que, unido a la trasudación linfática secundaria a la hipertensión portal,
explica la formación de ascitis. Un tiempo después, la disminución del
aclaramiento de agua libre inducido por la ADH determina una desproporcionada
retención de agua, superior a la de Na, lo que explica la coexistencia de una baja
concentración plasmática de aquél, en presencia de un pool sistémico elevado
(hiponatremia dilucional).
La mortalidad de la HDA por hipertensión portal oscila entre un 10-15% para cada
episodio y depende, no solamente del carácter exanguinante del sangrado, sino
de otros factores, como la magnitud del incremento del GPVH (GPVH mayor de 20
mmHg), la coexistencia de otra patología (fallo renal, hepatitis alcohólica,
hepatocarcinoma, trombosis portal) y la aparición de recidiva precoz (mayor
frecuente en las primeras 48 horas) o el fallo multiorgánico que conlleva el
deterioro de la función hepática.
ENCEFALOPATÍA HEPÁTICA
El shunt portosistémico y la insuficiencia hepática explican, en gran medida, la
aparición de este síndrome caracterizado por una disfunción reversible de la
función cerebral, responsable de un conjunto de síntomas y signos
neuropsiquiátricos. Los factores que contribuyen al desarrollo de este síndrome no
han sido totalmente aclarados, existiendo diversas hipótesis no excluyentes entre
sí. El hígado es capaz de aclarar la mayoría de toxinas que son conducidas desde
el intestino a través de la vena porta, evitando con ello su incorporación a la
circulación sistémica. En fases avanzadas de la enfermedad, el shunt
portosistémico y el deterioro de la función hepática permiten la incorporación de
elevadas concentraciones de toxinas, principalmente amonio, de procedencia
intestinal a la circulación general. Como consecuencia se puede producir edema
cerebral y encefalopatía. A este fenómeno también contribuye la emaciación
muscular característica del enfermo con cirrosis avanzada debido a que el
músculo también interviene en la conversión del amonio en glutamina. El amonio
circulante sensibiliza al cerebro frente a posibles daños e interfiere con su normal
funcionamiento, contribuyendo al desarrollo de encefalopatía. Cuando un paciente
cirrótico con hipertensión portal desarrolla un cuadro de encefalopatía, con
frecuencia logra identificarse un factor precipitante. Éste puede provocar
encefalopatía, bien por deteriorar la función hepatocelular, bien por incrementar la
carga proteíca en la luz intestinal o por inducir cambios en el tono gabaérgico
inhibidor de la transmisión cerebral.
INFECCIONES
MIOCARDIOPATÍA CIRRÓTICA