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SOBRE I.

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GEOLOGIA DE BOLIVIA
POR

ALCIDES D'ORBIGNY
Dr. en Ciencias Natural es de la Facul tad de París,
Caballero de la Legión de Honor de Francia, de la orden de S. Wl adimiro
de Rusia, de la Corona de Hierro de Austria, Oficial de la Legión
de Honor Boliviana y Miembro de varias Academias y Sociedades Científicas

TRADUCIDOS Y ACOMPAÑADOS DE ALGUNAS NOTAS


Y UN M A P A GEOLÓGICO D E B O L I V 1 A

РОК

Víctor E. Marchant Y .
efe de la Sec€ión de Cl imatol ogía Agrícol a del Ministerio de Colonización
y Agricul tura.
1

$ t ^ 1 J Í 0 M i : R C l A I . DE ISMAEL A R U O T E ,
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EDITOR
Alcide d' Qrbiflrç,
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ESTUDIOS
SOÜRK I.A

GEOLOGÍA DE BOLIVÍA
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ALCIDES D'ORBIGNY
Dr. en Ciencias Naturales de la Facultad de París,
Caballero de la Legión de Honor de Francia, de la orden de S. Wladimiro
de Rusia, de la Corona de Hierro de Austria, Oficial de la Legión
de Honor Boliviana y Miembro de varias Academias y Sociedades Científicas

T R A D U C I D O S Y A C O M P A Ñ A D O S DE A L G U N A S N O T A S

V UN M A P A (¡i;or/)(iI('<) ] ) K ]!(>LIVJA

POR

Víctor E. Marchatit Y.
Jefe de la Sección de Climatología Agrícola del Ministerio de Colonización
y Agricultura.

TIP. COMRRCIAI. OH ISMAKI, A R O O T R , F.IHTOR

11)07
V a m o s á presentar al público una obra so­
b r e « G e o l o g í a de Bolivia».
Constituye esto una cosa excepcional talvez
entre nosotros.
Y en efecto, más habitual se lia h e c h o en el
país la circunstancia de que se den á luz c o m p i ­
laciones de versos ó alguna que otra obrita lite­
raria, de dudoso mérito, que la aparición de una
obra científica. N o queremos decir que en nues­
tra literatura fuesen aves varec algunos pequeños
ensayos de ciencia y procedentes de autores na­
cionales, nó; los poquísimos bolivianos estudio­
sos que alguna vez se consagraron á la ingrata
labor de hacer ciencia ó vivir para la ciencia,
tímida y humildemente hicieron conocer sus
ideas en ] o a f t 2 ' i ó ' ' > alguno que otro escribió
№1 ( cos

un folleto corto, que anda por ahí, en ignotos


— II —

rincones, aislado, y c o m o avergonzado del c o m -


pleto desdén que hallara entre los lectores y
h o m b r e s de letras; los más de nuestros profeso-
res antiguos, entre los que hubieron hasta v e r -
daderos sabios, se limitaron siempre á las aulas,
á enseñar los conocimientos científicos dentro de
d e los cuatro muros de un recinto escolar, ó á lo
sumo, dando en alguna que otra ocasión una
conferencia, sea pública, ó en una sociedad p a r -
ticular de intelectuales. A s í lo hicieron B e n j a -
m í n D á v a l o s , José R o m e r o y A g u s t í n A s p i a z u ,
para no citar sino á los más sobresalientes.
A l presente no se trata de una obra nacio-
nal, pero al fin de una obra, científica que se p u -
blica en B o l i v i a , y esto ya es bastante.
El G o b i e r n o Nacional anheloso y decidido '
para hacer conocer á B o l i v i a dentro y fuera de
ella, por el tesón con que persigue nuestro p r o -
greso material é intelectual, haciendo incansable
labor de propaganda, para que en fin se sepa lo
que es el país y que se le estudie en todos los
aspectos de su constitución biológica, ha e n c o -
m e n d a d o á uno de los Jefes de Sección del M i -
nisterio de Colonización y A g r i c u l t u r a , la tra-
ducción de la « G e o l o g í a de Bolivia», escrita por
el insigne naturalista A l c i d e s d ' O r b i g n y , ahora
6 5 años.
L a publicación que h o y se ofrece á los h o m -
bres de estudio es una parte, m e j o r d i c h o , un
— Til —

fragmento, de la gran obra de d ' O r b i g n y : el


Voyage dans VAmérique 31érid!onale.
El tercer tomo de esta obra monumental,
c o m p r e n d e tres partes, siendo la última la que
forma el volumen de la G e o l o g í a en que d ' O r -
b i g n y describe en detal la geología de una gran
extensión de la A m é r i c a del Sud. E n este v o -
lumen hay tres capítulos, el I X , X y X I que
tratan del territorio boliviano. Son estos c a p í -
tulos los comprendidos en la presente traducción.
L a geología sud-americana no había r e c i b í -
d o antes de d ' O r b i g n v otro contingente de estu-
dios sobre la materia, que los efectuados por A l e -
j a n d r o de H n m b o l d t , Carlos D a r w i n y u n o q u e
otro viajero e x p l o r a d o r que hiciera algunas n o -
tas breves sobre las formaciones estratigráficas
del suelo que recorría. L a conformación g e o g -
nósica de S u d - A m é r i c a se reputaba harto sen-
cilla y hasta, los estudios de que ahora nos o c u -
pamos, nos la hacen ver todavía c o m o uniforme,
compuesta de las capas primarias, secundarias y
terciarias en su orden clásico y sin las c o n s i d e -
rables complicaciones que en E u r o p a , por e j e m -
plo. P e r o en realidad no es así, se ha r e c o n o -
cido posteriormente que nuestra geología es tan
c o m p l e j a c o m o en otras partes, las divisiones e s -
tablecidas p o r d ' O r b i g n y para la superposición
de las capas geológicas que forman los diversos
terrenos, han venido sufriendo correcciones y
perfeccionamientos inherentes naturalmente á los
progresos de la ciencia, y con m a y o r razón, á las
más recientes investigaciones de otros sabios via-
j e r o s que han sucedido al autor en este orden de
estudios. Tal ha pasado, v. gr., con la super-
posición de capas en el terreno Pampeano, en el
cual se han reconocido formaciones de más r e -
ciente data, por consiguiente, pleistocenas.
L o s sabios que sucedieron á d ' O r b i g n y ha-
ciendo exploraciones geológicas en Sud A m é r i -
ca fueron varios, pero en cuanto á B o l i v i a c o -
rresponde directamente no podemos contar sino
á A m a d o Pissis, D a v i d F o r b e s , J o r g e E. C h u r c h ,
L o r e n z o Sundt, Arturo F. Wendt, Juan W.
E v a n s , el doctor Gustavo Steinman y Alfredo
D e r e i m s , según el orden cronológico. Otros sa-
bios c o m o O w e n , Salter, "Weddel, Canfield, ISTor-
denskiold, etc., se han ocupado particularmente
d é l a paleontología de B o l i v i a , antes quédela
geología.
D e l conjunto de las publicaciones hechas
p o r estos diversos autores, háse venido en c o n o -
cimiento de que el suelo nacional no reviste la
modalidad geológica que aparecería de la sola
obra de d ' O r b i g n y . La. región del N O . los l e -
chos diversos tributarios del A m a z o n a s , que se
ludían al N E . de los últimos contrafuertes de
nuestra cordillera oriental, resulta al presente
que no son mera* superposiciones sedimentarias
<e.on aluviones de la época correspondiente, sino
•que las rocas más primitivas y de origen volcá-
mífío forman las principales cuencas de los afluen-
tes -del Madera, los aluviones son allí de m u y
reciente data, diferentes consiguientemente á los
del Chaco y otras secciones de nuestro oriente.
Lo que había llamado particularmente la aten-
ción de d ' O r b i g n y en el Departamento de Santa
Cruz, fueron las formaciones orográíicas de C h i -
quitos, tal vez las solas, en su concepto, que se
apartaban del plan general, diremos así, las ú n i -
cas divergentes del modalismo de estructura tan
sistemático en el resto del territorio; mas, henos
•hoy. que las formaciones del vasto B e n i , revisten
también diferente tipo geológico, y p o r lo tanto,
la variedad de estructura geognósica se hace más
.pronunciada, á medida que se observan mejor
los tórrenos nacionales.
Parece que la cuenca del A m a z o n a s ha te-
nido de preferencia líneas de formación g e o l ó g i -
ca debidas á la acción plutónica, y antiquísimas
discordancias roquizas, muestran por allí los
gneis, basaltos, granitos, hornblendas y otros
sistemas petrográficos que complican singular-
mente la historia geológica de esa región. Pier-
de m u c h o así, la simplicidad de ese suelo sedi-
mentario, que fuera el fondo del A t l á n t i c o p a m -
peano, único característico en sentir del coronel
Chureh. Datos más recientes nos autorizarían
¡í suponer que la línea de estructura beníaiw y

prolongándose á través del Brasil, no es extraña


á los fondos submarinos q u e nos ligaron en el
terciario con las costas del Á f r i c a . Siendo así
habría razón en hallar ciertas conexiones entre
ias rocas volcánicas del Madera y las cadenas-
volcánicas del sudoeste africano.
Por otro lado, c ó m o considerar los aluvio-
nes y las areniscas de nuestro N O . si ofrecen a s -
pecto tan reciente, que revelan fecha tan a p r o x i -
mada al actual periodo geológico? Esto denota-
ría que tan vasto depósito aluvial no pudo ser
mantenido sino por considerables corrientes flu-
viales partidas de nuestra dilatada altiplanicie en
aquella dirección, cosa que por otra parte estaría
de acuerdo con estos acarreos tan recientes del ú l -
timo periodo.glacial,y c u y a dirección sabemos q u e
justamente siguió las pendientes hacia el A m a -
zonas. En este concepto la paleontología del
Territorio de Colonias es muy pro-bable coincida
con las más aproximadas faunas pleistocenas.
A s í pues, en el territorio nacional han m a r -
eado su huella todas las fases de la historia del
g l o b o á partir del primario.
El lector (pie recorra con atención la obra
de d ' O r b i g n y , no ha de faltar de notar cuan p o -
tente y formidable es el esqueleto primitivo de
nuestras más altas montañas, todas sus faldas y
vertientes e n q u e . s e superponen sucesivamente
los esquistos y las cuarcitas silúricas, sucedidas
p o r las formaciones devónicas, hacen ver la i n -
mensa acción y extensión de los mares paleozoi-
c o s en B o l i v i a , deshechos, trastornados y res-
q u e b r a j a d o s en todos sentidos, c u a n d o el primer
soleviantamiento de sus fondos por las c o n v u l s i o -
nes tectónicas. L a primera meseta formada en
B o l i v i a , ha dejado verdaderamente los depósitos
primarios con sus fósiles característicos. Se s u -
ceden allí respectivamente el carbonífero (en p e -
q u e ñ a escala según Dereims) el trías, el oolítico,
las capas terciarias, hasta el d i l u v i u m . E s el
oolítico el particularmente estudiado p o r F o r b e s
en la meseta de q u e tratamos. E l resto del t e -
rritorio, todo lo q u e rodea esta meseta, de los A n -
des y c o m p r e n d i d o entre sus últimos contrafuer-
tes orientales y el A t l á n t i c o , es notablemente c a -
racterizado por sus formaciones terciarias; los
sedimentos marinos, el calcáreo y las capas p l i o -
cenas son las que predominan en los vastos l l a -
nos de este extenso mar pampeano, q u e sufrió
tantas alternativas d e ocupación y desocupación
p o r las aguas,
L a descripción del territorio recorrido en
Bolivia por d ' O r b i g n y es bastante minuciosa, á
pesar de que se le perdieron á este infatigable
e x p l o r a d o r muchísimas muestras recogidas p o r
acá y por allá. Refiere, él m i s m o que p o r la d e -
ficiencia de elementos de estudio, instrumentos
— VI ir

científicos y lo difícil é i n c ó m o d o de las vías d e


comunicación, dejó de coleccionar m u c h o s p r e -
ciosos fósiles característicos á ciertos terrenos
secundarios y que se p r i v ó también de estudiar
más detenidamente comarcas que deseaba i n v e s -
tigarlas á fondo. A pesar de todo, su obra era
y.es hasta h o y mismo lo más perfecto y c o m p l e -
to que se ha escrito sobre la geología nacional;
es un m o n u m e n t o imperecedero, la guía más p r e -
ciosa de todos los geólogos del porvenir, el c u a -
dro verdadero sobre el que tienen que completar-
se únicamente los detalles y coloridos del m a g -
nífico paisaje pincelado por su hábil y genial
mano.
Lástima ha sido ciertamente que la época
en que e x p l o r ó Bolivia, no hubiese prestádose
.aún al total estudio de tan interesante aspecto
del escenario histórico-natural!
Después ele tantos años trascurridos desde
los viajes de d ' O r b i g n y , es recién que van á c o -
nocer los bolivianos una obra escrita sobre B o l i -
via hacia tanto tiempo. E s inconcebible q u e
nuestra indiferencia é incuria por este orden de
conocimientos, hubiese extremádose hasta tal
punto. F u é preciso que un ministro que sabe
amar verdaderamente su patria y sabe así m i s m o
prestar culto á los h o m b r e s d e ciencia, hubiese
esforzádose en hacer traducir á la lengua del país
la admirable descripción geológica del territorio
que pisarnos, á fin de que así esté al alcance de
todos y que todos puedan leerla.
M u y popular es en Bolivia el n o m b r e de
d ' O r b i g n y , por más que la mayoría de nuestros
compatriotas, no hayan leído j a m á s una línea de
este sabio viajero.
Deliniemos en pocos renglones la ilustre
personalidad de este vigoroso y eximio espíritu.
A l cides Dessalines d ' O r b i g n y nació el año
1 8 0 2 en Coueron (Francia) y murió en París en
1857. E r a hijo del D r . Carlos M a r í a d'Orbig-
n y , cirujano m u y distinguido y h e r m a n o menor
d e Carlos d ' O r b i g n y , naturalista también muy
distinguido, autor de un importante Diccionario
de Historia Natural.
Trascribamos los principales rasgos de la
biografía que nosotros mismos escribimos ahora
dos años y medio, sobre el insigne personaje que
nos ocupa:
«Su especial habilidad para hacer dibujos
de objetos naturales, hizo que entrase al Museo
de París c o m o empleado dibujante de aquella
gran repartición científica. P r o n t o el g o b i e r n o
francés, conocedor de las aptitudes y c o m p e t e n -
cia del j o v e n subalterno, resolvió encomendarle
una misión de la más alta importancia: la e x p l o -
ración del continente sud-america.no tan poco y
mal estudiado hasta entonces. Habiase dado á
conocer con la publicación de varias memorias
- X —

sobre zoología, que figuran en el Diccionario de


su hermano Carlos; engolfado en clasificar y
coordinar un m u n d o de seres vivos que, en el
torbellino de la naturaleza veía voltigear en d e -
rredor s u y o , picando los sedientos anhelos de su
v i v a imaginación, el j o v e n naturalista no se l i -
mitó más á copiarlos con el lápiz, ó colocarlos
en los escaparates del establecimiento; resolvió
conocer por sí mismo los parajes de donde p r o -
cedían ellos, estudiándolos en el libro v i v o del
teatro vital, arrancando por sus manos á la n a -
turaleza los secretos ocultos que encerraba aún.
A n i m a d o por ese loable y sublime celo, aceptó
pues la difícil y peligrosa misión q u e su patria
creyera conveniente encomendarle.
« A n t e s de ponerse en marcha y correr las
terribles aventuras de un peligroso viaje de e x -
ploración, en el seno de países turbulentos, de
climas mortíferos v de regiones habitadas por los
salvajes, escribió aún en su gabinete de P a r í s
importantes monografías, que le valieron el
aplauso y aprobación de J o r g e Cuvier y Este-
ban Geofíroy Saint-Hilaire, especialmente su
Cuadro metódico de la clase de los cefalópodos,
publicado en 1826.
«Sus íntimas relaciones con Alejandro de
H u m b o l d t j á quien admiraba,y los sabios consejos
de este gran viajero y filósofo, lo decidió defini-
tivamente á su y a preparado viaje. Las prodi-
XI —

giosas adquisiciones con que el sabio alemán h a -


bía enriquecido la ciencia, despertaron en su j u -
venil ardor la más noble de las emulaciones: la
emulación á la vez patriótica y científica, p e r o ,
c o m o m u y bien dice nuestro eruditísimo b i b l i ó -
filo y publicista don Gabriel R e n e Moreno,
" d ' O r b i g n y no se dejó ofuscar, c o m o ciertos n e -
cios del estudio, por esas vislumbres subitáneas
que en muchos cerebros no pasan de fuegos fa-
tuos".
« E l 29 de julio de 1826 se embarcaba pues
en Brest, con dirección á la A m é r i c a y llegó á
R í o Janeiro con toda felicidad. D e s d e aquel
momento comienza su peregrinación laboriosa y
sembrada de obstáculos, en una formidable e x -
tensión de territorio que ha recorrido, pues q u e ,
su itinerario abarca nada menos que 3,100 k i l ó -
metros de N . á S. y 3,600 de E . á O . en el c o n -
tinente sud-americano.
«Fontenelle ha escrito estas frases que son
la expresión de la más pura verdad y del todo
aplicables á los sabios c o m o d ' O r b i g n y : " L a b o -
tánica (y toda la Historia Natural seguramente)
no es una ciencia sedentaria y ociosa que se p u e -
de adquirir en el reposo y en la sombra de un
gabinete, c o m o la geometría ó la historia, ó q u e
á lo más, c o m o la química ó la astronomía, no
exigen más que operaciones de p o c o m o v i m i e n t o ;
exige que se corra por montañas y bosque?, que
se trepe rocas escarpadas, exponiéndose á los b o r -
des de los precipicios. Los únicos libros que
pueden instruirnos á fondo en esa materia, lian
sido esparcidos al azar por toda la superficie de
la tierra; es necesario resolverse á la fatiga, al
peligro de buscarlos y r e u n i d o s " . Esto es lo
que d ' O r b i g n y sabía perfectamente, y con ello,
confiando en su constitución fuerte y robusta, se
puso sin vacilar más en marcha, hacia las i g n o -
tas selvas y montañas del nuevo m u n d o .
« N o historiaremos su largo y notable viaje
de o c h o años, interesante, lleno de mil inciden-
tes y penalidades, sembrado de escollos, á causa
d e la falta de vialidad y la turbulencia constan-
te en que vivían entonces las jóvenes repúblicas
sud-americanas, pero el fué de inmenso p r o v e c h o
para las ciencias naturales, para la geografía, a r -
queología y etnografía de esta parte del mundo.
R e c o g i ó en su vasta travesía, tesoros de inapre-
ciable valor, con que ha enriquecido las coleccio-
nes científicas existentes en su patria, y especial-
mente de Bolivia, que es lo que más ha estudia-
d o y e x p l o r a d o ; ha recogido un número colosal
de especies animales y vegetales que desde e n -
tonces son conocidos y descritos en la ciencia ofi-
cial del m u n d o . Como él mismo refiere, tan
pronto cruzaba los llanos bolivianos, c o m o ascen-
día á las más altas crestas de nuestras inmensas
montañas. A partir del puerto de Cobija, afra-
vVésatuIo el árido litoral, penetra en las inteiini-
i arables llanuras de Carangas, hasta el Tacora,
•cruza en todas direcciones la frígida altiplanicie
y n d i n a , escala la.s cumbres de nuestra cordillera
•oriental, entra en las candentes vegas y valles de
Y u n g a s , q n e admira c o m o un lugar excepcional
en el m u n d o por su extraordinaria, profusión de
riquezas naturales; siguiendo los contrafuertes
orientales de la gran cadena explora Ayopaya,
Cochabamba, Mizque, etc.; se interna á Santa
Cruz, Chiquitos, M o j o s y las dilatadísimas selvas
vírgenes del Eeni; en fin, su ardor, su intrepidez
y. su febril celo p o r conocerlo y estudiarlofctodo,
hace que Bolivia h a y a sido para el infatigable
viajero, el principal y el más importante teatro
tle sus trabajos triples de naturalista, geógrafo y
•etnógrafo.
«Después de tan prolongada excursión v o l -
v i ó á Francia donde fué dignamente recibido por
sus colegas y maestros del M u s e o , así c o m o por
el gobierno que lo enviara en comisión. Poco
tiempo corrido, se hacía cargo del establecimien-
to en que comenzó su aprendizaje, en calidad de
administrador y profesor de la cátedra de paleon-
tología que fué creada para él, y , al propio tiem-
po, comenzó la publicación de su viaje, la cuenta
detallada y circunstanciada de sus estudios, obra
monumental y de imperecedero mérito que c o m -
prende once volúmenes en 4° con el título de
— XIV -

Voyage dans VAniériqw Meridionale. Esta obra


vasta y tan bien escrita, consta de las siguiente»
partes: Historia del viaje, 3 tomos, Mamíferos,.
1 tomo; A v e s , 1 tomo; Peces, 1 tomo; Insectos, 1
tomo; Moluscos, 1 tomo; Zoófitos, 1 t o m o ; Botá-
nica oriptogámica, 1 tomo; Geología, 1 tomo.
F u é editada en París de 1 8 3 5 á 1847.
« D e esta tobra magistral entresacó el autor,
el Fragmento de un viaje al centro de la Améri-
ca mer i di o nal,en el que se trata de M o j o s y C h i -
quitos: es un volumen en 8" publicado el a ñ o
.1815.
El presidente de Bolivia, General B a l l i v i á n ,
mandatario tan inteligente, c o m o progresista, f u é '
u n o de los hombres competentes que sabía a p r e -
ciar el verdadero mérito. C u a n d o creó la L e g i ó n
de h o n o r boliviana, uno d é l o s primeros m i e m -
bros que para ella n o m b r ó fué A l cides d'Orbig-
ny, á quien apreciaba y cuya magna labor s u p o
reconocer. L e escribió y r o g ó publicara algo es-
pecialmente sobre Bolivia,cosa á que accedió g u s -
toso el naturalista francés, y el p r o p i o año 1 8 4 5
dio á luz en París la Descripción geográfica, his-
tórica // edadtdica. de Bolivia, de que sólo p u d o
á darse á la. estampa, el primer tomo, á causa de
que el G o b i e r n o de B e l z u , enemigo de Ballivián
y de todo lo que era obra de Ballivián por útil,
importante y sabia que fuese, suprimió en el
presupuesto la asignación votada para la edición
de la citada obra. L a corrección y traducción
española fué hecha por nuestro reputado escritor
R i c a r d o J . Bustamante á quien e n c o m e n d ó tal
cosa el mismo d'Orbisrnv.
«El hombre americano, fué otra de las obras
q u e d ' O r b i g n y entresacó de su Viaje en la Amé-
rica meridional, y publicó en edición especial el.
a ñ o 1839. Esta obra que consta de dos v o l ú m e -
nes en 8 , es un estudio de etnografía sudameri-
9

cana, la única hasta su tiempo y en la que se ha


mostrado el espíritu de observación y análisis tan
exquisitos en d ' O r b i g n y . Allí se muestra el
historiador, el filósofo y el verdadero h o m b r e de
ciencia. Si bien no siempre somos de su opinión,
en lo tocante á clasificaciones de razas america-
nas y sus teorías sobre orígenes étnicos sudame-
ricanos, en cambio, es la base sobre que poste-
riormente han fundado los etnógrafos sus distri-
Unciones regionales de los pueblos aborígenes.
L o s dialectos, idiomas, mitología y costumbres
d e los pueblos y tribus de indígenas, que h o y v i -
ven en toda la región sudamericana, se e n c u e n -
tran tan bien pintados, qne, cuanto más se lee
" L ' h o m m e américain" se encuentra mayor en-
canto y placer, por ese elegante, meditado y c i r -
cunspecto estilo del autor, con que bosqueja los
interesantes episodios de la vida salvaje, así c o -
m o los luminosos cuadros con que nos e x h i b e los
monumentos prehistóricos de esos pueblos, sepul-
__ X V I —

íados por siempre en el p o l v o de las edades qri


fueron.
« L a s dotes literarias y d e historiador que ' 1

tenía d ' O r b i g n y se reconocen con más precisiónr


en el Viaje pintoresco en las dos Amérieas, que
p u b l i c ó en 1836. En este precioso volumen bai
h e c h o con maestría y hábiles pinceladas, la r e l a -
ción de los viajes de C o l ó n , O v i e d o , G o m a r a ,
H u m b o l d t , etc-; es una historia bien nutrida d e
datos exactos y de vulgarización geográfica al
alcance de toda clase de lectores.
« N o s llevaría demasiado lejos la apreciación'
detenida de todas y cada una de las obras de es»,
te fecundo ingenio y escrupuloso ordenador del
reino zoológico. Basta que mencionemos las
principales obras con que enriqueció la zoología
sistemática por una parte, y la naciente p a l e o n -
tología, por otra; esta ciencia nueva cuyos c i m i e n -
tos ponía recién ,Cuvier. H e aquí sus p r o d u c r
ciones más importantes: Galería ornitológica de
las aves de Europa, 1 8 3 6 — 3 8 ; Monografía de
los cefalópodos criptodibranquios, 1839—1840;
Foraminíferos de la América meridional, 1839;
Historia general y particular de los crinoides vi-
vos y fósiles, 1 8 4 0 ; Moluscos de la isla de Cuba
y de las Antillas, 1 8 4 1 — 4 2 ; Conchas y equino-
dermos fósiles de Colombia, 1 8 4 2 ; Moluscos vi-
vos y fósiles, 1 8 4 3 — 4 7 ; Foraminíferos fósiles del
Jecho de Vima en Austria, 1846: Investigado-
aes zoológicas sobre la marcita sucesiva de la ani-
malización en la superficie de la tierra, 1850.
« A p a r t e de estas publicaciones notables, y en
particular sus trabajos sobre el entonces aún no
establecido g r u p o de los «foraminíferos», que le
hizo valer el dictado de «fundador» de ese orden
zoológico, c o m o se lo lian discernido Latreille v
otros maestros de la zoología, dio además á la
publicidad la Paleontologia francesa, obra consi-
derable, de largo aliento y de vastos alcances
biológicos. E n 1 8 4 9 — 1 8 5 2 salió á luz su Cur-
so elemental de paleontología y geología esirali-
gráficas, que completó en seguida con el Prodro-
mo de paleontologia, en que hace figurar 18 mil
especies fósiles. Bien merecía después de su p r o -
digiosa labor ocupar el alto puesto de profesor
de paleontología en el Museo, c o m o y a dijimos
antes. E j e r c i ó ese cargo hasta sus postreros días.
«Juzgaremos últimamente á d ' O r b i g n y c o -
m o filósofo?
«No es fácil encontrar en este sabio, nada
que responda á un determinado sistema. Sus
concepciones generales sobre la naturaleza y so-
bre el h o m b r e , se insinúan prudencialmente por
acá y por allá, pero sin traslucir esos aprioris-
mos, que son un defecto en la mayor parte de los
filósofos naturalistas. Si bien él se dá á conocer
c o m o materialista por sus ideas sobre la plurali-
dad de la especio humana, no es explícito en m u -
— XVIII —

chos pasajes, en que puede declararse partidario


de L a m a r c k . E n fin, observador y analizador
de los seres organizados, ante todo, no ha trata-
d o de sintetizar sus ideas personales, ni plantear
conclusiones, que dejó indudablemente para los
sabios que especializan ese orden de hechos.»
H e ahí d ' O r b i g n y . T a l es imperfectamen-
te retratado, el eminente y decidido a m i g o de
Bolivia.
A l lanzar en nuestra literatura la presente
publicación—infinitesimal parte de la profusísi-
ma y fecunda pluma de este coloso escritor—
quedarános la satisfacción de ser útiles á los d i -
versos industriales que ahora comienzan á e x p l o -
tar el suelo boliviano: ya los mineros, bus-
cando los filones metálicos en los distintos g r u -
pos de nuestras montañas; y a los agriculto-
res que buscarán los terrenos más apropiados á
sus diversos cultivos, ya, en fin. los bolivianos
estudiosos que deseen en adelante, sobre las b a -
ses puestas en esta obra, profundizar más la i n -
vestigación de las capas que constituyen la c o r -
teza terráquea en este pedazo tan rico y variado
de la A m é r i c a del S u r .
L a obra original de d ' O r b i g n y lleva un m a -
pa geológico de toda la región por él recorrida
en Bolivia, carta magnífica y muy exacta, c o m o
todo lo que salía de sus manos; la cual ha sido
reducida en pequeño por el traductor señor Mar-"
XTX —
chant, á causa de la deficiencia de cartógrafos y
litógrafos bastante bien provistos de los elemen-
tos convenientes que hubiesen podido reproducir
en el mismo formato el mapa original. P e r o , en
fin, algo es algo.
Ojalá que esta G e o l o g í a de B o l i v i a sirva de
preliminar á futuros y más adelantados trabajos
de este género. Son nuestras más vehementes
aspiraciones.

L a P a z , j u n i o de 1 9 0 7 .

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