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FUNDAMENTALISMO BÍBLICO
DESCLÉE DE BROUWER
BILBAO
© Felipe Fernández Ramos, 2008
3. TEOLOGÍA Y SECULARIZACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
1. La Conferencia Episcopal y sus fuentes de
información . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
2. La locución de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
3. Las semina Verbi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
4. La infantilidad de los relatos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
5. La dinámica bíblica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
5.1. La unidad polarizada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
5.2. La universalidad particularizada . . . . . . . . . . . . . 69
5.2.1. La universalidad particularizada . . . . . . . . 72
5.2.2. La inerrancia y la búsqueda de la verdad . 73
5.2.3. Subconsciencia psicológica . . . . . . . . . . . . 74
5.2.4. Influencia sociológica . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
5.2.5. Defensa de la ortodoxia . . . . . . . . . . . . . . . 81
7. ATEMPORALIDAD DE LA REVELACIÓN.
Artículo cuarto del Decálogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
1. Rechaza el carácter histórico de la revelación
bíblica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
2. Lo divino y lo humano en las relaciones con Dios . . 88
3. El lenguaje humano: límites y excelencias . . . . . . . . . 90
8. LA INERRANCIA HISTÓRICO-CIENTÍFICA.
Artículo cuarto del Decálogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
1. Las verdades científicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
1.1. Las afirmaciones papales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
1.2. Reservas que nos parecen obligadas . . . . . . . . . . 104
2. Los hechos históricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
2.1. Es una historia significativa o de sentido . . . . . . 110
2.2. Es una historia popular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
2.3. Es una historia referida al presente . . . . . . . . . . . 110
2.4. Es una historia simbólica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
PRÓLOGO:
EL CAMPO DE COMPETENCIA DE LA BIBLIA
1. Cuando lo citamos a lo largo del trabajo utilizaremos las siglas DPCB o IBI:
“Documento de la Pontificia Comisión Bíblica” o “Interpretación de la Bi-
blia en la iglesia”. A veces lo haremos de forma más elemental refiriéndo-
nos simplemente al Documento.
14 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO
2. Absolutización de la “norma”
2. Guardianes de la ortodoxia
2. La locución de Dios
5. La dinámica bíblica
11. F. Fernández Ramos, La obra citada de diversos autores en The New Jerome
Biblical Commentary, p. 1226.– H. G. May, History of Israel to the Exile,
“Peake´s Commentary on the Bible”, Nelson, 1967, p. 115.
68 FUNDAMENTALISMO BÍBLICO
5. T. Alfaro Drake, El Señor del azar, San Pablo, Madrid, 1997,– J. Guitton,
Dios y la Ciencia. “Hacia el metarrealismo”, Debate, Madrid, 1994, p. 24-25.–
H. Reeves, La historia más bella del mundo, Anagrama, Barcelona, 2000, p.
42.
LA INERRANCIA HISTÓRICO-CIENTÍFICA 107
Esto que hemos llamado herejía del literalismo nace del mal
llamado y peor entendido “depósito” de la fe. Siempre existe
el peligro de comparar la fe cristiana con un “depósito. Así lo
confirma la trayectoria que va desde las Cartas pastorales (1-2Tm
y Tt) hasta la constitución Fidei Depositum de Juan Pablo II, en
la que es presentado el Catecismo de la Iglesia católica. La última
referencia nos la ofrece la actual Conferencia Episcopal en su
documento “Teología y Secularización” 4.
no por oírse. Para ello debe estar atenta a la voz de quienes tie-
nen por misión descubrir su contenido y reflexionar sobre él. No
debe olvidar el sensus fidelium: es el hombre, que vive fielmente
el discipulado de la Iglesia y participa de los principios de la nue-
va alianza, el que tiene la mente dispuesta y adaptada para la
comprensión de la sagrada Escritura, en cuanto que ellos son los
libros de la alianza de Dios con el hombre.
La exigencia impuesta a la Iglesia de vivir en constante refe-
rencia a la palabra de Dios o a la Escritura santa no se cumple
sembrando profusamente y a boleo los documentos emanados
de la Iglesia oficial de textos bíblicos citados indiscriminada-
mente, sin unas mínimas claves interpretativas que eliminarían
muchos lugares bíblicos del contexto en el que han sido coloca-
dos para justificar una doctrina más o menos discutida e hipoté-
tica. La multiplicación de textos bíblicos no significa necesaria-
mente que el documento que los recoge tan profusamente sea,
por ese mismo dato, un escrito redactado con mentalidad y espí-
ritu bíblicos5.
Eso sería sencillamente un error. Error del que no ha escapa-
do el Catecismo de la Iglesia Católica. La cantidad inmensa de los
textos bíblicos citados no constituye un motivo que nos impulse
a hablar de su gran acierto. La seriedad de los textos bíblicos
implica la exigencia de un tratamiento más coherente con su
propia naturaleza, con lo que son, con lo que dicen y con lo que
quieren decir. Se comete una grave injusticia con la Biblia el uti-
lizarlos o como motivo ornamental o como justificación de una
hipótesis previa personal o para zanjar una cuestión que sigue
abierta y tal vez deba seguir siempre abierta en el terreno de la
aproximación o de la hipótesis.
La expresión “eclesial” de la fe exige un especial esfuerzo de
comprensión e inteligibilidad en aquellas personas que tienen la
4. Fixismo e inmovilismo
No podemos refutar con seriedad la acusación de fixismo e
inmovilismo que pesa sobre la Iglesia. Sus cinco mandamientos,
¿no están exigiendo una revisión profunda de modo que tengan
sentido para el creyente de hoy y puedan cumplir la finalidad
para la que fueron instituidos? ¿Y qué decir de la ética-moral
impuesta oficialmente en las relaciones conyugales (ya aludimos
a este aspecto más arriba) y en la regulación de la paternidad res-
ponsable? Junto a la Iglesia y el moralista, ¿no tiene nada que
decir la ciencia médica y la situación socio-económica en que
vive hoy la mayor parte de los matrimonios?
Una evangelización kerygmática y fundante debe ofrecer “los
contenidos primarios y más sustanciales de la fe”. Cuando se
quiere y se debe evangelizar, no es el momento de presentar
cuestiones derivadas de segundo o de tercer orden. Perdemos
el tiempo cuando queremos que nuestros contemporáneos nos
acepten verdades teóricas o criterios prácticos de moral que está
oscurecida o rechazada (el subrayado es mío) 8.
Es evidente que la evangelización que no desemboca en un
compromiso ético deja de ser salvadora y se convierte en pura
palabrería intrascendente 9. Pero los criterios morales, ¿deben ser
repetición de los formulados hace 50 años? Ningún moralista
11. Produce verdadero sonrojo y vergüenza eclesial que haya sido publicado un
liibro, dentro de la colección “¿Historia salutis”, con censura eclesiástica, en
el que podemos leer afirmaciones como éstas: “... pensamos que Cristo habla
constantemente del pecado original” (p. 313). “...no podemos dudar de que la
existencia del demonio pertenece al núcleo mismo del evangelio” (p. 320); “el
hombre nace poseido del demonio. Es la síntesis que hace el autor de la tradi-
ción patrística, litúrgica y conciliar. J. A. Sayés, en Antropología del hombre
caído. El pecado original, BAC, 1991. Es una pena que no haya mencionado
las citas del evangelio aludido. Si lo hubiera hecho nos habría proporcionado
un gran servicio para superar nuestra ignorancia sobre el particular. Lo mis-
mo ha hecho la Conferencia Episcopal en Teología y Secularización, que se
muestra tan segura y firme sobre el tema relativo al “primer pecado”, el “pe-
cado original” (n. 52 y con la denominación completa en el n. 59, dos veces).
11
ESTANCAMIENTO EN EL PASADO
tenebroso, los espíritus del Mal que están en las alturas, los
Tronos... (Ef 6,12, Col 1,16)... con tal de que no entren en con-
flicto con el único Señor. Ésta es la mentalidad de Pablo.
2. El método histórico-crítico
Felipe F. Ramos