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La multiplicidad de factores que componen la vida social de las distintas comunidades humanas y la
posición central que en la misma ocupan los elementos políticos, en la medida en que tienen que ver
con los mecanismos, la distribución, el ejercicico y las consecuencias del poder. Lo que justifica la
pertinencia e importancia de reflexionar sobre las relaciones entre socicedad y política, lo que
supone analizar las correspondencias entre estructuras sociales y estructuras políticas, entre los
comportamientos sociales y los comportamientos políticos. Una vez delimitado el objeto genérico
de estudio es posible identificar diferentes perspectivas a partir de las cuales se puede proceder a
determinar la naturaleza y el sentido de dichas conexiones. Sin que hasta ahora se pueda afirmar el
predominio de una única propuesta que haya sido admitida por la mayoria de quienes se han
dedicado a esta tarea. Todas ellas parten con el presupuesto inicial a tener en cuenta de la
convicción de que existe algún tipo de relación o de influencia mutua entre las características de los
sistemas sociales y la naturaleza de la esfera de la política. Siguiendo a Braungart, cabría hablar de
la existencia de tres grandes modelos o formas de entender las interrelaciones que vinculan a lo
social y a lo político.
1. Una primera perspectiva dirige su atención hacia el modo en que las estructuras sociales
influyen en la organización y en los procesos políticos. Planteado en términos analíticos,
este enfoque sitúa el ámbito de lo social como la variable independiente, es decir, como
aquella variable que resume los fundamentos explicativos de los fenómenos políticos que,
en consecuencia, son interpretados como variable dependiente. Suele denominarse el estudio
de “las bases sociales de la política”, seguramente la que más se ha utilizado. Su pricnipal
interés es llegar a conocer la forma en que los factores y los recursos sociales influyen en la
distribución del poder, en la participación política, en el comportamiento de la ciudadanía y
en los procesos de cambio sociopolítico. Esta perspectiva ha sido objeto de numerosas
críticas a causa de la excesiva unidireccionalidad con la que se aborda el vínculo sociedad-
política y de que, en último término, las cuestiones políticas son tratadas simplemente como
epifenómenos (fenómeno que se da "por encima" o "después" (epi) de otro al que consideramos
principal) .
2. El segundo tipo es el de aquellas investigaciones que se interesan por el modo en que las
estructuras y los procesos políticos influyen en la naturaleza y las características del sistema
político. Define el campo de estudio en términos de los “orígenes políticos del poder”. Son
los factores políticos los que se sitúan en el centro de toda la reflexión. Optándose por una
explicación que se encuentra en el extremo opuesto de la perspectiva anterior, por lo que
adolece de sus mismos defectos con un signo opuesto: los factores sociales se convierten en
un antecedente más o menos contingente de la actividad política, la cual, además acaba por
explicarse a sí misma.
3. La última opción es la que se centra en la forma en que las estructuras de poder y los
procesos de toma de decisiones políticas influyen en la sociedad. La política, entendida en
términos de decisiones políticas, constituye en esta perspectiva la variable independiente,
mientras que la sociedad es la variable dependiente. Es el enfoque más común en el análisis
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Las limitaciones que entraña cada una de estas perspectivas obliga a dar un paso hacia adelante en
una nueva perspectiva analítica que tenga en cuenta los orígenes sociales y políticos del poder y el
modo en que éste, a través de su ejercicio, influye en la estructura social.
Desde los mismos inicios del pensamiento sociológico se hace evidente que el estudio de la esfera
de la política constituye un elemento central dentro de la reflexión sobre lo social. En todos los
planteamientos clásicos subyace una doble convicción:
1. Se afirma que lo político no puede entenderse más que en su contexto social, el cual,
además, posee un carácter profundamente histórico.
2. La idea de que para comprender en toda su complejidad la naturaleza y las características de
los sistemas sociales es preciso tener en cuenta las estructuras y procesos políticos que
tienen lugar en su seno.
A partir de estos momentos fundacionales se sucederán una serie de argumentaciones que tratan de
profundizar desde distintas perspectivas y enfoques en el problema central de la relación entre lo
político y lo social. Habitualmente se suelen mencionar dos grandes temas o ámbitos de reflexión:
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estudio. Por un lado, aquella que opta por la negación de dicha autonomía y por supeditar la
explicación de los fenómenos políticos a factores de tipo económico o social. La teoría
marxista (ortodoxa), con su insistencia sobre la determinación que las relaciones de
producción introducen tanto sobre la política como sobre el resto de áreas de la vida social.
En el extremo opuesto se situaría la defensa de un cierto grado de autonomía de la política
frente a los demás factores o dimensiones de la vida social. Se puede trazar una línea que
aprtiría de la obra de Tocqueville y pasaría por la de los teóricos clásicos de las élites para
llegar hasta Weber, en la que los factores políticos constituyen elementos más o menos
independientes en la comrensión de las características, las funciones y los procesos de
transformación de las sociedades.
2. La dicotomía del orden frente al cambio. Se trata de una de las divisiones clásicas que se
utilizan habitualmente a modo de “líneas de fractura” para ordenar y trazar los principales
ejes por los que discurre el pensmaiento sociológico.
El funcionalismo norteamericano de los años 50 y 60 constituiría el mejor ejemplo de
aquellas concepciones que enfatizan las dimensiones de estabilidad e integración valorativa
(se preocupan principalmente del funcionamiento de las instituciones políticas existentes,
concebidas como un elemento de un sistema social que tiende hacia un estado de equilibrio).
La perspectiva del cambio estaría representada por las diferentes teorías del conflicto que
empiezan a proliferar a partir de la segunda mitad de la década de los sesenta, cuando se
hace patente el resurgimiento de importantes niveles de conflictividad sociopolítica en las
sociedades industriales avanzadas ( se centran en las fuerzas que tienden a producir
inestabilidad y posibilidades de cambio).
Ahora bien, para terminar de aclarar el terreno en el que estamos moviéndonos hay que detenerse
brevemente en un aspecto fundamental: la concepción que se maneja de la política o, dicho en otros
términos, qué entendemos por política y qué alcance debemos dar a este término. La definición a la
que se ha dado paso es ciertamente laxa ya que trata de liberar a lo político de su exclusiva
identificación con las instituciones estatales, apostando en cambio por considerar que es algo ubicuo
(que está en todas partes) en toda relación social. Cada vez se extiende más el acuerdo de que “la
política versa sobre la utilización y desarrollo del poder y puesto que el poder se genera en casi todo
grupo social e institución, el alcance de la política es mucho mayor de lo que pudiera parecer en una
primera aproximación”. La centralidad de la noción de poder en los estudios sobre sociedad y
política se consistuye asi, en una de sus notas más características.
Dowse y Hughes: “la concepción más amplia de la política tiende a resaltar la importancia política
potencial de casi todos los aspectos de la vida social no relacionados directamente con el gobierno y
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el Estado. De esta forma, al tener un impacto, manifiesto o no, en el sistema político, todas las
estructuras y procesos pasan a tener interés para el estudiante de la vida política”. Este enfoque
amplio e integrador que venimos defendiendo choca de alguna forma con la postura más
convencional que insiste fundamentalmente en la necesidad de defender la institucionalización de
una disciplina autónoma, la sociología política, como ámbito de estudio con un objeto, unos
modelos teóricos y unos instrumentos de trabajo plenamente perfilados y, por consiguiente,
totalmente identificables.
→ Los años inmediatamente posteriores al fin de la segunda Guerra Mundial señalan el momento
en el que nace la moderna sociología política. Este momento histórico supondrá que la naciente
disciplina comience su andadura en el marco intelectual de una sociología teñida de un carácter
eminentemente conservador en el estructural-funcionalismo. Paralelamente, sus orígenes están
fuertemente ligados a la transformación radical del estudio de la política que significó la revolución
conductista y el nacimiento de la nueva ciencia política.
Ha existido una cierta tendencia a establecer esquemas de clasificación con el fin de explicar la
evolución de los estudios de la política en su contexto social en base a las grandes líneas de
pensamiento que en cada momento parecen dominar el panorama intelectual de las ciencias
sociales. Sin duda, este tipo de clasificaciones suele entrañar grandes dosis de simplificación.
→ Primera etapa: abarca hasta mediados de los años sesenta, en la que se asiste al predominio de la
escuela funcionalista.
→ Segunda etapa: Finales de la decada de los sesenta la sociología crítica o el paradgima
neomarxista, toman el relevo como corriente hegemónica de estudio.
→ Tercera etapa: Los años setenta estarían dominados por el análisis económico de la política.
→ Cuarta etapa: La década de los ochenta vuelve a traer a un primer plano, el interés por las
perspectivas de la organización y por la sociología histórica, al tiempo que supone también un cierto
renacimiento de los engoques ideológicos o culturales.
→ Etapa actual: Caracterizada por la coexistencia de distintos paradigmas de análisis sin que
ninguno de ellos ejerza una clara hegemonía. Cada vez son más patentes las tendencias hacia la
integración de diversos paradigmas analíticos y la incorporación de aportaciones y perspectivas
surgidas en campos de estudio afines.
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La consideración al estado actual de los estudios de sociología política no puede dejar de lado una
referencia al marco histórico en el que tiene lugar el proceso de investigación. La evolución de las
sociedades industriales y la incidencia de los grandes procesos de transformación a que se han visto
sometidas han tenido un impacto indudable en el examen de los vínculos entre la sociedad y la
política. Existe un consenso cada vez más fuerte en torno a la inevitabilidaad de redefinir algunas
de las dictotomías clásicas (social/político o público/privado) que estaban en la base de una buena
parte de las investigaciones tradicionales. Lo cual ha cristalizado en un empeño por lograr una
definición más amplia de la política que suponga también la reinterpretación de sus principales
componentes. Dicho esfuerzo se traduce asimismo en la necesidad de trazar nuevos vínculos entre
la esfera de lo político y el ámnbito social, el conómico, el ideológico o el cultural. Lo cual provoca,
necesariamente, la emergencia de nuevos temas, marcos y metodologías de análisis.
En las últimas décadas el campo de estudio de la sociología política está sometido a un importante
proceso de innovación como resultado de las principales transformaciones de las sociedades
contemporáneas. Cabe, pues, hacer referencia de un modo muy esquemático, a algunos de los
cambios más significativos que han afectado a la consideración de los fenómenos sociopolíticos a
partir de la década de los ochenta. Los principales procesos son:
1. El que considera algunos de los fenómenos que se han generado dentro del ámbito de las
sociedades avanzadas. Uno de los hechos que más ha afectado a la consideración de los
fenómenos sociopolíticos ha sido el reconocimiento del fin de la ecuación que vinculaba
el sistema democrático con el desarrollo económico y el bienestar social: la utopía que
guió la reconstrucción de Europa tras el fin de la segunda Guerra Mundial.
Dicha quiebra, suscita dos nuevos temas de reflexión: Por un lado, sitúa en un primer plano
la crisis del Estado de bienestar, que se intenta resolver o bien postulando la exigencia de su
desmantelameinto o tratando de sentar las bases que conducirían a su redefinición.
Por otro lado, remite a la evaluación de los efectos que produce la persistencia de las
desigualdades económicas y sociales en los sistemas políticos democráticos, un tema en el
que cobra una especial importancia la constatación del surgimiento de nuevas formas de
marginación sociopolítica.
Estos nuevos temas de reflexión se encuentran estrechamente vinculados con un renovado
interés por definir las características y los límites de los sistemas democráticos dentro de las
sociedades industriales avanzadas. La reconsideración del papel de la acción colectiva y, en
concreto, los motivos que explican el surgimiento de nuevas formas de participación política
en su seno ocupan u lugar destacado dentro de estas argumentaciones. No hay que olvidar
que este discurso desemboca necesariamente en la toma en consideración de los nuevos
problemas de legitimidad que afectan a la estabilidad y la pervivencia de los sistemas
democráticos contemporáneos.
2. La reflexión en torno a la naturaleza y a las consecuencias de los nuevos nacionalismos está
en la base de los recientes esfuerzos por reinterpretar el desarrollo histórico de los
estados nacionales y de sus procesos de democratización. Se ha hecho más evidente la
necesidad de trabajar sobre la construcion de las bases de las identidades colectivas y de sus
procesos de “politización”.
3. La caída del muro de Berlín en 1989 y el derrumbamiento de los regímenes comunistas en
Europa central y oriental ha supuesto también un giro decisivo en este campo de estudios.
La sociología política se ha encontrado bruscamente ante el fin de la concepción bipolar del
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mundo sobre la que se habían fundamentado una buena parte de sus analísis. Es el ocaso de
la contraposición entre el capitalismo y el socialismo, que habían sido concebidos como
los dos modelos por excelencia de la organización de la vida política de las sociedades
avanzadas. Este giro violento ha tenido algunas consecuencias importantes: ha abierto un
peridodo de crisis o de reflexión, dentro de la teoría política y del análisis sociológico de
inspiración marcista que debe resolver en qué medida el fracaso de la utopía comunista
supone también el descalabro del marxismo como concepción teórica y como isntrumento
de análisis de la realidad social. La caída del muro de Berlín ha tenido un efecto decisivo en
los análisis sobre la dirección y complejidad del cambio político y de los procesos de
democratización. Los estudios sobre las transiciones políticas a la democracia adquieren, por
consiguiente, un nuevo impulso.
Con mucha frecuencia la sociología política, cuyos estudios han estado teñidos desde sus inicios por
un fuerte carácter etnocentrista, olvida otro elemento importante dentro de este cambio de rumbo:
El subdesarrollo aprece haberse convertido en un problema endémico. Todo indica que la distancia
entre los países más desarrollados y los subdesarrollados ha ido aumentando sin tregua en las
últimas décadas, por lo que algunos temas vinculados con el binomio pobreza-subdesarrollo
vuelvena situarse en elc entro de mira de las investigaciones. Por un lado, los problemas del
desarrollo político y de la modernización se reconsideran desde nuevas perspectivas y, por otro
lado, estos mismos fenómenos dan un nuevo impulso para el estudio de las bases culturales de la
política. Se trabaja sobre el origen y los conflictos asociados con el fenómeno de los
fundamentalismos y sobre las consecuencias de la exportación de los modelos culturales
occidentales y del surgimiento de nuevas formas de “mestizaje” en la vida política de una buena
parte de los países que componen nuestro sistema mundial.
Cada día resulta más evidente la necesidad de que el estudio de las relaciones entre la política y la
sociedad se aborde desde una perspectiva multidimensional y multidisciplinar. Afirmar que las
relaciones que se establecen entre la sociedad y la política poseen un carácter multidimensional
significa rechazar toda supremacía, o determinación en última isntancia, de cualquier factor o
dimensión única, sea éste económico, social, político, ideológico o cultural.
Se han ido deslizando desde la apuesta decidida por la definición de una única variable explicativa
por excelencia, hasta la constatación de que la complejidad de la realidad socio-política refuta los
modelos creados basados en tales presupuestos. De este modo, además, se logra situar la dimensión
política en el centro de la reflexión, superando, en cierto modo, la vieja controversia acerca de la
autonomía de la política. La perspectiva multidimensional entiende la política como un factor más
que establecerá, según el tema analizado, relaciones de autonomía, de influencia, o de dependencia
con el resto de los factores considerados. Por consiguiente, hay que traspasar las limitaciones que
restringen los enfoques habitualmente utilizados en el estudio de los fenómenos sociopolíticos y
sustituirlos por modelos en los que se tenga en cuenta las múltiples relaciones que vinculan la
sociedad y la política. Esto supone incorporar en un primer momento, el modo en que los recursos y
los factores sociales influyen en las estructuras y los procesos políticos y que considere,
posteriormente, en que forma el ejercicio del poder político incide a su vez sobre los sistemas y
grupos sociales. De esta manera, las variables sociales serán tanto variables independientes que
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permiten explicar las estructuras de poder y los procesos de toma de decisiones, como variables
dependientes, puesto que se ven afectadas y transformadas, a su vez, por la influencia de los
factores políticos. La aplicación de modelos multidimensionales es, por consiguiente, el único modo
de enfrentarse a las complejas relaciones que se establcen entre los distitntos elementos que
componen las sociedades contemporáneas. En consecuencia, al tiempo que se agregan las
aportaciones mas significativas de campos de estudio afines y que se reconsideran factores
olvidados o minimizados por las principales perspectivas de análisis, se abre la posibilidad de un
mayor enriquecimiento metodológico.
Junto a las posibles consecuencias negativas de trabajar con una definición mucho más laxa de
sociología política, aumenta la dificultad de construir teorías de largo alcance, por lo que se debe
optar por centrar los esfuerzos en definir “teorías de rango medio”. Por otro lado, se incrementa
también los impedimentos para trabajar desde una perspectiva comparativa. Se puede incluso llegar
a pensar que existe una cierta contradicción entre la lógica de los estudios comparados y la que guía
la construcción de modelos teóricos que optan por aumentar su capacidad de interpretación y
explicación de la realidad social.
Hay que tener en cuenta también presente que la incorporación al ámbito de los estudios
sociopolíticos de lógicas discursivas y estrategias de análisis provenientes de disciplinas dispares
puede producir paradojas de difícil solución.
El peligro más evidente sea, quizás, el de acabar construyendo modelos teóricos en los que estén
presentes una multiplicidad de factores a los que se otorga el mismo peso en la explicación del
fenómeno de estudio, por cuanto termina habiendo una cierta imposibilidad de determinar el sentido
de las relaciones que vinculan a los distintos factores. Se trata de crear modelos multicausales que
tengan en consideración las vinculaciones de distinto signo que se producen entre el ámbito social y
el político.
El objeto de estudio consiste en recordar la multiplicidad de factores que componen la vida social
de las distintas comunidades humanas y la posición central que en la misma ocupan los elementos
políticos, en la medida en que tienen que ver con los mecanismos, la distribución, el ejercicio y las
consecuencias del poder. Siendo pertinente e importante reflexionar sobre las relaciones entre
sociedad y política, lo que supone analizar las correspondencias entre estructuras sociales y
estructuras políticas, entre los comportamientos sociales y los comportamientos políticos.
Afirmar que las relaciones que se establecen entre la sociedad y la política poseen un carácter
multidimensional significa rechazar toda supremacía o determinación en última instancia, de
cualquier factor o dimensión única, sea éste económico, social, político, ideológico o cultural.
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Además, la perspectiva multidimensional entiende la política como un factor más que establecerá,
según el tema analizado, relaciones de autonomía, de influencia o de dependencia con el resto de los
factores considerados. Por lo tanto, es necesario utilizar modelos en los que se tenga en cuenta las
múltiples relaciones que vinculan la sociedad y la política.
Una primera perspectiva dirige su atención hacia el modo en que las estructuras sociales influyen en
la organización y en los procesos políticos. Suele denominarse el estudio de “las bases sociales de la
política”. De las criticas que ha recibido esta perspectiva es su unidireccionalidad, donde las
cuestiones políticas son tratadas simplemente como epifenómenos.
La segunda perspectiva se interesa por el modo en que las estructuras y los procesos políticos
influyen en la naturaleza y las características del sistema político. Se define el campo de estudio en
términos de los “orígenes políticos del poder”. Los factores sociales se convierten en un antecedente
más o menos contingente a la actividad política, la cual, además acaba por explciarse a sí misma.
La tercera perspectiva se centra en la forma en que las estructuras de poder y los procesos de toma
de decisiones políticas influyen en la sociedad. Es el llamado policy analysis. Adoptando esta
postura se suele olvidar las determinaciones sociales que pesan sobre los procesos de toma de
decisiones y sobre las mismas decisiones políticas.
Por un lado está aquella que opta por la negación de dicha autonomía y por supeditar la explicación
de los fenómenos políticos a factores de tipo económico o social. La teoría marxista, con su
insistencia sobre la determinación que las relaciones de producción introducen tanto sobre la
política como sobre el resto de áreas de la vida social, constituye el ejemplo más claro de dicha
postura.
Por un lado, los años inmediatamente posteriores al fin de la segunda Guerra Mundial señalan el
momento en elq ue ance la moderna sociología política. En este momento se supone que la naciente
disciplina comience su andadura en el amrco intelectual de una sociología teñida de un carácter
eminentemente conservador; siendo la corriente dominante la del estructural-funcionalismo.
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Paralelamente, sus orígenes están fuertemente ligados a la trasnformación radical del estudio de la
política que significó la revolución conductista y el nacimiento de la nueva ciencia polñitica.
¿Por qué se dice que la utilización de la categoría del poder permite ampliar la
visión de la política más allá de sus fronteras institucionales?
Según Dowse y Hughes “la política versa sobre la utilización y desarrollo del poder y puesto que el
poder se genera en casi todo grupo social e institución, el alcance de la política es mucho mayor de
lo que pudiera parecer en una primera aproximación”. El análisis de la política desde la persepctiva
de cómo se ejerce el poder en diferentes ámbitos y estructuras sociales delimita definitivamente un
campo de estudio e investigación en el que es necesario integrar tanto las aportaciones provenientes
desde la sociología como desde la ciencia política.
La primera etapa abarca desde mediados de los sesenta, con el predominio de la escuela
funcionalista.
La segunda etapa, a finales de los sesenta, la sociología crítica o el paradigma neomarxista toman el
relevo como corriente hegemónica de estudio.
La decada de los ochenta se interesa por las perspectivas de la organización y por la sociología
histórica, al tiempo que supone también un cierto renacimiento de los enfoques ideológicos o
culturales.
Como consecuencia negativa aumenta la dificultad de cosntruir teorías de largo alcance. También se
icnrementan los impedimentos para trabajar desde una perspectiva comparativa.
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multiplicidad de factores a los que se otorga el mismo peso en la explicación del fenómeno
estudiado, por cuanto termina habiendo una cierta imposibilidad de determinar el sentido de las
relaciones que vinculan a los distintos factores.
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