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Los retos de los centros de autoacceso en México

Ponencia magistral presentada en el VII Encuentro Nacional e Internacional de


Centros de Autoacceso: “Innovación educativa y autoaprendizaje”. UABC.
Mexicali, B.C. 30 y 31 de Octubre de 2008.

María del Rocío Domínguez Gaona


Universidad Autónoma de Baja California
Facultad de Idiomas Tijuana
La ponente cuenta con la Maestría en Tecnología Educativa y Enseñanza de
Inglés de la Universidad de Manchester; la Especialidad en Enseñanza de
UABC, la Licenciatura en Filosofía de la Educación y Enseñanza de Inglés de la
Universidad de Exeter y la Licenciatura en Inglés de la Universidad Veracruzana.
En este momento cursa el Doctorado en Ciencias Educativas en UABC. Ha sido
profesora de inglés como lengua extranjera por más de 20 años en la UABC.
Actualmente, es profesora en programas de formación de profesores de la
UABC y coordinadora del Departamento de Posgrado e Investigación de la
Facultad de Idiomas Tijuana
Correo electrónico: rocio_dominguez@uabc.mx

Palabras clave: Centros de autoacceso – aprendizaje de idiomas-autonomía del


aprendizaje

Resumen
Los centros de autoacceso como apoyo al aprendizaje de idiomas aparecen en
México a principios de los años noventa y han estado presentes desde entonces
en la agenda de las universidades de este país. La implementación de estos
centros no ha sido fácil; sin embargo, es su consolidación y su mejora lo que ha
representado grandes retos. Sturtridge (1997), una de las principales defensoras
y críticas del sistema de autoacceso, plantea 6 puntos para que un centro de
auto-acceso se consolide exitosamente: el manejo de la innovación, las
instalaciones adecuadas, la formación y el desarrollo del personal y del alumno,
la consideración de las fortalezas culturales de los alumnos, y la existencia de
materiales adecuados, a los cuales se les suma el gran reto de la promoción de
la autonomía del aprendizaje y la vinculación con el salón de clases. El
propósito de esta plática es presentar una reflexión en torno a estos retos.

Origen de los centros de autoacceso.


Los centros de autoacceso surgieron a finales de los años sesenta y principios
de los años setentas al parecer, como una evolución de los laboratorios de
idiomas los cuales consistían en una consola que controlaba las cabinas de los
alumnos. En estos laboratorios se llevaban a cabo clases con materiales
auditivos que se basaban el uso de algunas técnicas tales como la de de
escuchar y repetir (drills), o bien trasformando oraciones o sustituyendo palabras
de forma oral. Las actividades estaban enfocadas al trabajo de la gramática,
sobre todo a la sintaxis, morfología y a la fonética del idioma que se quería
aprender. También se utilizaban estos laboratorios de manera individual por los
alumnos, quienes trabajaban cuando querían y con el material de su preferencia
dando lugar a la autoinstrucción. La metodología que prevalecía en estos
laboratorios para aprender idiomas era el método Audiolingual, que se
desprendía del conductismo, el cual explicaba que el aprendizaje dependía de
tres elementos: un estímulo, una respuesta causada por el estímulo y un
refuerzo; de manera que se formaran hábitos, o bien que se asegurara la
repetición de la respuesta. Las actividades más comunes bajo este método eran
la repetición, la inflexión, la sustitución, reestructuración de oraciones, completar
oraciones, la transposición, la expansión, la contracción, la transformación y la
integración, entre otras. Estas técnicas primero se utilizaban en forma oral para
después pasar a la escritura (Richards y Rodgers, 2001). En este contexto, se
dice que los laboratorios ya no satisfacían las expectativas y empezaron a ser
descuidados o bien pasaron a funcionar como “bibliotecas” lo cual sugería algún
tipo de autoacceso (Gremmo y Riley, 1995:156), apareciendo nuevas formas de
apoyar al estudiante.
Los primeros centros de autoacceso consolidados aparecieron junto con
un cambio importante de la metodología en la enseñanza de idiomas, el cual
significó, según algunos autores (Gremmo y Riley, 1995), la contraposición al
método antes mencionado, el Audiolingual. Este nuevo enfoque es conocido
como el Enfoque Comunicativo que apareció a finales de los años setenta,
afianzándose en los ochentas influyendo hasta el día de hoy. Este enfoque se
basa en una visión comunicativa del aprendizaje de lenguas y promueve los
siguientes principios: Los estudiantes aprenden un idioma para comunicarse a
través de su mismo uso; el objetivo de las actividades que se realizan en el
salón de clases debe ser la comunicación significativa y auténtica; la fluidez es
un factor importante en la comunicación; la comunicación incluye la integración
de diferentes habilidades del lenguaje; y el aprendizaje es un proceso de
construcción creativa e incluye el ensayo y el error (Richards y Rodgers, 2001,
p.172). Este enfoque respondió a la búsqueda de métodos más humanistas
hacia el aprendizaje donde el alumno fuera considerado como una persona con
sus propias características y necesidades.
Otra de las situaciones que provocó la aparición de estos centros de
autoacceso fue la necesidad de ampliar la cobertura de los cursos de lenguas,
de inglés principalmente, para responder a diferentes tipos de necesidades y
propósitos (Benson y Voller, 1997). Este idioma se consideraba hasta hace unos
cuantos años como la lingua franca que permitiría a personas de diferentes
países comunicarse, compartir el conocimiento y llevar a cabo transacciones
económicas (Crystal, 1997); sin embargo hoy en día, con el intercambio global,
ya no se piensa solamente en el idioma inglés sino también en otros idiomas
tales como el francés, el español, el japonés, e inclusive el chino.
El desarrollo tecnológico se considera un detonador en la aparición de los
centros de autoacceso debido a que la tecnología se visualizó como un apoyo
importante en el aprendizaje de idiomas y gran promotor de la autonomía de
dicho aprendizaje (Gremmo y Riley, 1995). Fue en los años ochenta cuando se
dió esta importante expansión del uso de la tecnología en la enseñanza y el
aprendizaje de idiomas marcando así una nueva era en este campo (Lonergan,
1991). Desde esta década los profesores, alumnos, administradores y casas
editoriales le apostaron a la tecnología para mejorar el aprendizaje de idiomas;
ejemplo de esto fue el video y la computadora. El uso de video se concibió como
una herramienta que mostraría diferentes modelos de comunicación, estimularía
la producción del idioma, desarrollaría las habilidades de comprensión auditiva,
entre otras cosas (Motteram y Slaouti, 1997). La computadora, por su parte,
presentó las características del video aunadas a la posibilidad de la
interactividad y el contacto directo a través de la Web.
Uno de los primeros centros de autoacceso es el del Centro de
Investigación y Aplicaciones Pedagógicas de Lenguas (CRAPEL) de la
Universidad de Nancy en Francia en 1974, el cual surgió como un experimento
para el desarrollo del autoaprendizaje en los aprendices de idiomas auspiciado
por el Consejo de Europa. Se fundó con 2 objetivos principales, formar al alumno
en la lengua meta y en el aprendizaje autodirigido (Holec, 1979). De esta
manera fueron surgiendo otros grandes proyectos alrededor de esta idea en
Gran Bretaña, Hong Kong, América Latina y en Australia por mencionar algunos
países y continentes. Es difícil hoy en día verificar dónde hay y dónde no hay
centros de autoacceso ya que en las conferencias internacionales sobre la
enseñanza de idiomas se presentan ponentes de muchos lugares exponiendo
sus experiencias sobre el tema. Es evidente que los centros de autoacceso se
han expandido por todo el mundo y que traen consigo la idea del desarrollo del
autoaprendizaje en los usuarios, lo cual es parte de un debate actual que se
discutirá más adelante.

El Autoacceso y sus implicaciones


Existen diversas definiciones sobre lo que es e implica un centro de autoacceso..
Gardner y Miller (1999) los definen como un sistema de aprendizaje de idiomas
que involucra diversos elementos tales como: a) recursos (materiales,
actividades, tecnología; personas (asesores, administradores y otros
estudiantes), b) administración, la cual permite la coordinación y planeación
sobre el funcionamientos del centro, c) un sistema de control y apoyo al
estudiante, d) capacitación del usuario y del personal, e) la tutoría, f) la
autoevaluación, g) la retroalimentación del aprendizaje; h) la evaluación del
centro y la i) el desarrollo o adaptación de materiales de autoaprendizaje. Estos
autores también mencionan en su explicación de los centros de autoacceso a la
individualización debido a que es importante reconocer las diferencias entre los
usuarios, esto es sus estilos, estrategias y necesidades de aprendizaje de
manera que se les pueda apoyar de manera particular.
El valor académico de estos centros radica en la filosofía que los
respalda. Sin embargo, antes de presentar esta filosofía se considera pertinente
aclarar el concepto de aprendizaje y sus implicaciones. El aprendizaje puede
definirse como un “proceso mediante el cual el sujeto incorpora o modifica una
experiencia a su presente conocimiento o destreza” (García Rocha, 2005, p. 3),
y que se logra a través de la creación de estructuras del conocimiento mediante
la relación entre la información nueva y la previa (Díaz Barriga y Hernández,
2002). El aprendizaje es un proceso individual donde cada estudiante tiene
necesidades específicas que pueden o no ser igual a las de sus compañeros, ya
que cada estudiante aprende de diferente manera, es decir, tiene ciertas
preferencias para aprender, un estilo propio de aprendizaje. Los estilos de
aprendizaje son formas particulares que tiene una persona para aprender y que
generalmente no son evidentes, o no se llevan a cabo de manera conciente
(Reid, 1998). Son todas aquellas cosas de tipo cognitivo, afectivo o psicomotor
que puede hacer una persona al aprender (Davis et al.1994).
Uno de los objetivos académicos de muchos centros de autoacceso es
promover el autoaprendizaje, el cual se define como la habilidad que tiene el
estudiante de hacerse cargo de su aprendizaje la cual se adquirirá de manera
sistemática y conciente (Holec, 1979: 3). Es “cuando el estudiante determina el
momento, el espacio y el ritmo en que habrá de realizar sus estudios formales
de alguna materia o contenido temático” (García Rocha, 2005, p.3), además de
lo que desea estudiar. En este tipo de situaciones se involucra la
responsabilidad del alumno de su propio aprendizaje y el desarrollo de
estrategias de aprendizaje (aprender a aprender). Dichas ideas se apoyan, por
una parte, en Knowles (1975 en Sheerin, 1997) quien dice que el aprendizaje es
más efectivo cuando el alumno participa activamente en el proceso y se
responsabiliza del mismo y aprende a tomar decisiones; y en Chamot y O’Malley
(1993), Oxford (1990) y Willing (1989) a finales de los años ochentas y principios
de los noventas (Sturtridge, 1997) al establecer un marco de referencia práctico
en cuanto al uso de estrategias de aprendizaje de idiomas.
Algunos autores como Dickinson (1987), Sheerin (1997) y Benson (2001)
describen los centros como los lugares ideales para el desarrollo del
autoaprendizaje debido a que brindan las condiciones adecuadas para su
desarrollo; por ejemplo, los alumnos pueden decidir qué hacer, lo cual implica
definir objetivos e identificar las áreas en las que se quiere trabajar, ubicar el
material y la tecnología adecuada para lograr los objetivos ya definidos
(Dickinson, 1993); determinar el tiempo que dedicará al estudio e identificar su
propio avance a través de las opciones de retroalimentación de los materiales.
Es un hecho que el autoaprendizaje se visualiza como un objetivo educativo a
alcanzar en los centros de autoacceso sin perder de vista que éste puede o no
darse ya que dependerá del papel que el centro tenga dentro de cada institución.
Sturtridge (1997) asevera que los centros de autoacceso no desaparecerán
debido a este aporte educativo.

Los centros de autoacceso en México


Los centros de auto-acceso en México aparecen en la década de los noventa
como parte de un proyecto que desarrollaron el Consejo Británico y la secretaría
de Educación Pública que involucraba el apoyo a las universidades públicas a
través del FOMES. El proyecto contemplaba varias etapas; la primera es la
capacitación a gran escala sobre los centros de auto-acceso, su filosofía, el
desarrollo del aprendizaje autónomo y la implementación de los mismos. La
segunda fase involucró a las universidades interesadas en abrir uno de esto
centros y preparar el proyecto que justificara la apertura del mismo. Una vez
entregado los proyectos, el FOMES hizo llegar a las universidades participantes
presupuesto extraordinario para poder implementar parte del centro, dichos
recursos debería invertirse en equipo y materiales. La tercera fase tenía que ver
con la implementación del centro, la preparación de materiales, la organización
del centro, la adaptación de espacios, la capacitación del personal y finalmente
del usuario.
Se abren 33 centros prototipo entre 1993 y 1997 en 33 universidades
diferentes, las cuales posteriormente abren otros tantos (Grounds, 2002). La
mayoría de estos centros abren con dos objetivos en mente: fomentar el trabajo
autónomo y ampliar la cobertura de la enseñanza de idiomas en sus
instituciones. Este último objetivo es muy importante ya que es por aquellos
años que el aprendizaje de idiomas extranjeros se considera en los modelos
educativos de las universidades públicas y se ubican estrategias que les ayuden
a lograr esta meta. Algunas universidades los abren con miras al apoyo de los
centros de idiomas y otros como centros de aprendizaje autónomo. Hasta la
fecha se siguen inaugurando centros de auto-acceso en las universidades
públicas, además en privadas y en preparatorias principalmente.
El Cele UNAM realizó un esfuerzo importante en 1999 para ubicar a los
cetros de autoacceso y hacer una descripción de los mismos. En este trabajo se
localizaron 60 centros de autoacceso lo cuales tenían diversos objetivos tales
como la practica de los idiomas y complemento de estos cursos, en otros casos
el objetivo era fomentar el apredizaje autódirigido, y en otros casos solamente
ofrecer recursos para el aprendizaje y enseñanza de idiomas o bien una
combinación de estos objetivos. Hoy en día revisando las páginas de Internet de
algunos de los centros de autoacceso del país donde se describen o se ofrecen
los servicios de estos centros se constata que se conciben como espacios para
mejorar el manejo de un idioma y donde se promueve el autoaprendizaje. En
algunas de estas descripciones se ve al autoaprendizaje como un medio para
lograr el aprendizaje de un idioma y en otros como un fin. Los siguientes son
ejemplos de esto:
“Proporcionar a los estudiantes herramientas de auto-aprendizaje para la
adquisición de competencias en una lengua extranjera”. (UAEH)
“El objetivo de el Centro de Autoacceso es el de promover la autonomía en el
aprendizaje del idioma inglés” (UASLP)
“La función del SAC está enfocada a proporcionar un servicio de calidad, de
práctica y de auto-aprendizaje al usuario que así lo requiera.” (UAEM)
Los centros de autoacceso en México han funcionado como espacios
donde se ofrecen materiales y diferentes tipos de actividades para que los
alumnos aprendan idiomas fuera del salón de clases o como complemento de
los mismos. Son lugares donde los alumnos de los centros de idiomas realizan
trabajo remedial, donde practican lo visto en clase, donde desarrollan las
habilidades que deseen, donde se preparan para presentar exámenes de
conocimientos de idiomas tales como el TOEFL o el IELTS. También han
funcionado como bibliotecas donde los alumnos investigan temas que los
profesores les solicitan busquen en libros especializados tales como gramáticas
y diccionarios información o bien realicen lecturas. Además se han ocupado de
preparar a los usuarios en cuanto al uso del centro y a su preparación en el
estudio independiente a través de cursos, visitas guiadas y talleres.
Las áreas que casi todo centro de autoacceso tiene en la actualidad son:
la de audio, video, cómputo, conversación, escritura y lectura, asesoría,
materiales, elaboración de materiales y algunos más innovadores cuentan con
un espacio para karaoke. Por supuesto que la apertura de estas áreas depende
en gran medida del tamaño o la cantidad de recursos con la que cuente el
centro.
A casi dos décadas del surgimiento de los primeros centros en este país
surgen algunas preguntas tales como hasta cuándo estarán vigentes estos
centros o cuál será su futuro, desaparecerán. Estas preguntas nos llevan a
reflexionar sobre el papel actual que cada uno de los centros tienen en las
diferentes instituciones ya que la mayoría de los centros han pasado por
procesos de aceptación y de adaptación. Seguramente ya no funcionan o son
vistos de la misma manera que cuando fueron implementados y muy en especial
aquello que fueron implementados a raíz de una política educativa y no por
iniciativa propia. Para darle forma a esta reflexión se mencionan a continuación
algunos retos que una autora de reconocimiento internacional presenta en 1997
y que por su importancia podrían estar vigentes.

Retos de los centros de autoacceso


Uno de los grandes retos de los centros de autoacceso es lograr que se
consoliden y que se desarrollen con éxito sin importar el contexto en el que se
les ubique. Para asegurar lo anterior Sturtridge (1997), una de las principales
defensoras y críticas del sistema de autoacceso, plantea 6 puntos para que un
centro de auto-acceso tenga éxito basándose en su experiencia como consejera
en el establecimiento de numerosos centros de autoacceso alrededor del mundo
incluyendo los centros de autoacceso mexicanos. Estos aspectos son: el manejo
de la innovación, brindar instalaciones adecuadas, la formación y el desarrollo
del personal, la formación y desarrollo del alumno, la consideración de de las
fortalezas culturales de los alumnos, y la existencia de materiales adecuados.
El manejo de la innovación se refiere al hecho de que con frecuencia la
decisión de la implementación de un centro es tomada por las autoridades sin
que haya participación del profesorado. Esta situación normalmente causa temor
y zozobra como todo elemento innovador que se introduce en una institución.
Por lo tanto la manera en que se maneje la apertura del centro será un factor
determinante en la aceptación o rechazo del mismo. Rogers (1995) nos dicen
que la percepción que tengan las personas de lo nuevo determinará su
aceptación o rechazo.
El segundo punto son las instalaciones, las cuales se recomienda que
sean de fácil acceso, bien planeadas y con material actualizado y que se les de
el mantenimiento necesario. El tercer punto, la capacitación del personal, es vital
para el buen funcionamiento de cualquier centro debido a que el profesor debe
comprender los cambios que el centro implicará; y no solamente aquellos que
van a trabajar directamente sino todo aquel que pertenezca a la institución que
lo adopta. El cuarto que atañe a la formación del usuario del centro es
importante debido a que el estudiante debe tomar en cuenta sus estilos de
trabajo de manera que pueda relacionarlos con el trabajo que realizará en el
centro. El personal del centro tiende a creer que la formación del usuario se
puede llevar a cabo en una sola sesión, lo cual se ha visto no es suficiente sobre
todo si se pretende trabajar con los hábitos, habilidades y estrategias de
aprendizaje que le permita al alumno una actitud intelectual positiva hacia su
propio trabajo académico, por lo tanto se debe complementar con acciones de
seguimiento a esa capacitación inicial.
El quinto aspecto tiene que ver con tomar en cuenta las costumbres de
aprendizaje del alumno ya que es un error no hacerlo y cambiar su forma de
trabajo de la noche a la mañana. Por ejemplo, el cambio que sugiere aprender
en un grupo a aprender solo es muy abrupto ya que conlleva un cambio cultural
muy grande en muchas sociedades entre ellas la mexicana. El último son los
materiales, de los cuales se dice que son un pilar importante en los centros ya
que de ellos depende la aceptación o el rechazo de los alumnos hacia el centro.
Los materiales de autoacceso son “materiales diseñados para que los
estudiantes los usen de manera independiente” (Tomlinson, 1998, p. xii). Con
frecuencia se cae en el error de incluir materiales que deben ser trabajados por
el profesor y no de manera autónoma. Se recomienda incluir materiales que
promuevan la práctica del idioma y el aprendizaje de estrategias que se puedan
transferir a otras circunstancias de aprendizaje. También se sugiere que se
incluyan actividades para ser trabajadas con los materiales de manera que el
alumno se esfuerce un poco más y logre un aprendizaje más efectivo. Con estos
6 consejos Sturtridge (1997), espera asegurar que este sistema continúe siendo
pertinente en los centros de idiomas y en el aprendizaje de idiomas.

Conclusión
A manera de conclusión, Los centros de autoacceso aparecen en México ya
hace varios años, han pasado por procesos de aceptación y adaptación, sin
embargo en algunos lugares han cobrado fuerza, ejemplo de esto son la UANL,
la BUAP, Veracruzana, la UDG donde no se cuenta solamente con uno o dos
centros sino con varios. Sin embargo, en otros su importancia se ha visto
mermada, se les empieza a ver como sistemas que no han cumplido con las
expectativas y se empiezan a descuidar ¿Es que deben desaparecer o
solamente requieren de una nueva concepción?
Se debe reflexionar sobre estos seis retos que presenta Sturtridge (1997),
que son el manejo de la innovación, las instalaciones, la formación y el
desarrollo del personal, la formación y desarrollo del alumno, las consideración
de las fortalezas culturales de los alumnos, y la existencia de materiales
adecuados; ya que dependerá del cuidado que se les ponga para que un centro
sobreviva y que además evolucione de manera que se les reconozca como un
apoyo importante del aprendizaje no solamente de idiomas sino de cualquier
otra área del conocimiento, y que además los posicione claramente como parte
de los cursos de idiomas o como lugares que si facilitan el aprendizaje.
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