Sunteți pe pagina 1din 8

Universidad de Baja California

MAESTRÍA EN EDUCACIÓN

REPORTE DE LECTURA
Las Actuales Reformas Educativas en América
Latina: Cuatro Actores, Tres Lógicas y Ocho
Tensiones”

ASIGNATURA
REFORMAS Y POLÍTICAS EDUCATIVAS

NOMBRE DEL ALUMNO


Alba Julia Jiménez Espinoza
NOMBRE DEL CATEDRÁTICO
Mtro. Ángel Bayron Sánchez Viveros

TEPIC, NAYARIT, 10 DE JUNIO DE 2019

Vivimos como una familia de naciones, es necesario


que cada miembro de esta familia reciba oportunidades
iguales de crecimiento económico, social y
especialmente educacional."

Malala Youzafzai
Introducción

El derecho a la educación ha estado contiguo al concepto de garantizar el acceso general a la


escolarización desde los niveles básicos hasta los superiores. Si bien en términos formales las
políticas educativas de los países latinoamericanos se han comprometido con aquel principio, y
en la práctica han tenido variados resultados, es evidente que el esfuerzo educativo no se puede
limitar simplemente a que cada vez más personas obtengan un certificado escolar.
La competencia global, la economía del conocimiento, y las tecnologías de la información y la
comunicación, entre otros factores, están determinando que el derecho a la educación se
transforme en el derecho a aprender, lo que nos conduce al concepto de educación de calidad.
Primero que todo, para abordar el tema de Las Actuales Reformas Educativas en América Latina
es necesario definir lo que es una reforma. De acuerdo a Zaccagnini (2004) en educación se
habla de reformas cuando se pretende realizar grandes cambios estructurales y/o
organizacionales en el sistema educativo, en uno o más de sus niveles. Cuando se cambia el
diseño curricular y los consecuentes planes de estudio; cuando se pretende modernizar al
sistema en su conjunto, imprimiéndole una dinámica más ágil y efectiva al funcionamiento
institucional, al descentralizar la burocracia central; cuando se pretende elevar la calidad general
de la enseñanza, en aras de mejorar el rendimiento académico de los alumnos y disminuir el
fracaso escolar; cuando se pretende adecuar y ajustar la formación educativa a las demandas
del mercado laboral; cuando se quiere introducir cambios en los estilos pedagógicos de los
docentes; cuando se busca transformar las culturas institucionales de las escuelas; cuando se
busca mejora) los criterios de organización y gestión institucional de las escuelas, etc. En
América latina, desde los años 80, se vienen implementando una serie de reformas educativas,
con distintos propósitos e impacto. Martinic (2001) hace la distinción entre reformas de primera,
segunda y tercera generación que me parece bastante aclaradora. Las primeras, durante la
década de los 80, estarían referidas a la ampliación de cobertura de la enseñanza, y se definen
como “reformas hacia fuera”, pues hay cambios estructurales en la forma de entregar servicios
sociales y educativos desde el gobierno central, de manera que la educación sea administrada y
gestionada por las provincias, las comunas o bien por sectores privados. Sin embargo, esta
descentralización iría acompañada no sólo por un repliegue del aparato público, sino también
por una reducción del gasto en educación. Al haber reducción, aparejadamente se exige cumplir
ciertos criterios de eficiencia, especialmente en lo que respecta a la administración de recursos
(su mayor y mejor utilización), y su focalización, elementos que continúan estando presentes en
la época actual.

Desarrollo
No se puede eludir que las reformas surgen en un contexto histórico, social, económico, político,
etc., donde es necesario tener en cuenta a la hora de diseñar, implementar, evaluar y
analizarlas. Para Popkewitz (1994), las reformas educativas implican cuestiones de producción
social y de regulación estatal que las van “construyendo”. Las reformas, entonces, serían
discursos que muchas veces se mantienen ocultos, o implícitos, y que determinan nuestras
formas de ver el mundo escolar; visiones que producen valores sociales y relaciones de poder
que por tanto no son neutrales; antes, al contrario, dictaminan lo “bueno” de lo “malo” en
educación: el buen profesor, el buen discente, la buena familia, etc.
Las reformas educativas son valoradas a partir de un espacio social que es el entorno
sociocultural, económico y político en el cual se inserta el proceso educativo. En este sentido, la
calidad educativa es una construcción social, históricamente determinada, cuya concepción
obedece a condiciones económicas, políticas, culturales y sociales determinadas; de ahí que
existan visiones que puedan ser hasta antagónicas a la hora de valorarlas. Ahora bien, cuando
hablamos de reformas educativas y de calidad de la educación, tal como señalan Gimeno (1992)
y Bolívar y Rodríguez (2002), resulta difícil no estar de acuerdo frente a este ideal imaginario de
progreso. Sin embargo, desde una pedagogía más crítica, se nos llama a ser cautelosos, a
realizar un análisis de estas retóricas de la reforma y a estar más atentos a los discursos
ideológicos de base; de ahí que se vuelva necesario saber desde qué enfoque se la está
examinando. Desde una perspectiva eficientista, Rodríguez (2003) plantea que la calidad
educativa es aquella “manera de administrar correctamente los escasos recursos asignados a
las instituciones de enseñanza a efectos de alcanzar el máximo de resultados educativos
posibles”. Lo anterior necesariamente implica el aumento de control sobre el funcionamiento del
sistema, administrar correctamente los insumos y ser eficiente en la asignación de los recursos.
Se entiende así la calidad como rentabilización y rendición de cuentas para optimizar esfuerzos,
tiempo y recursos.
Además si vemos esto de una manera eficientista el tema de los recursos financieros se vuelve
preponderante y por tanto la reforma en su trasfondo, conlleva más bien una política de corte
economista: no debemos olvidar que en muchos países de América Latina, las reformas se
realizan al mismo tiempo que se llevan a cabo políticas de ajuste económico, y por ende, quedan
dependientes generalmente a una reducción presupuestaria. Por tanto, “todo parecería
solucionarse con un mejor técnica de dirección. Se trasladan enfoques de la realidad
empresarial a las escuelas” (Martinic, 2001, p. 30).
Muchos autores consideran que en la década de los ochenta hubo un descuido de la equidad
como objetivo de la política educativa. Sería esta una época en la que la preocupación central de
los Estados está en los enormes niveles de endeudamiento externo y en definir el tipo de
inserción de las economías de cada país en la economía global. Los procesos de ajuste
económico son el centro de atención de los gobiernos durante esta década, y existe un
consenso tácito en considerar que el desarrollo social y las reformas en políticas sociales son
temas de segunda prioridad.
Durante esta época aumenta el número de personas que vive en condiciones de pobreza, y en
muchos países decae el gasto educativo, con el consecuente deterioro en el funcionamiento de
los sistemas educativos. Las políticas educativas se orientan al mejoramiento de la eficiencia en
la gestión: se inicia el establecimiento de sistemas de pruebas de rendimiento en la mayoría de
los países, y continúa la prioridad en la descentralización educativa.
A comienzos de los noventa se inició una segunda fase donde los países le dieron prioridad a
la equidad educativa, al tiempo que continúa la preocupación por la calidad y la eficiencia en la
gestión escolar. Expresada e impulsada por la Cumbre Mundial de Educación para todos de
Jomtien, Tailandia, así como por la reunión del Proyecto Principal de Educación en la región un
par de años antes, varias organizaciones internacionales reiteran la importancia de la educación
y de la igualdad de oportunidades educativas como propósitos de políticas educativas.
Como bien sabemos la educación está considerada un derecho del ser humano, tal y como se
pone de manifiesto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Convención
de los Derechos del Niño. Así mismo la UNESCO ha señalado que la inclusión de los derechos
humanos en la educación es un elemento clave de una educación de calidad., considerando
que, para cualquier economía del mundo es una inversión esencial en un futuro mejor.
Por lo tanto Tomasevski K. (2003) considera que la base económica del derecho a la educación
sigue siendo importante porque la negación de ese derecho conduce a la exclusión del mercado
laboral, que a su vez causa la exclusión de la seguridad social.
Menciona este autor que las obligaciones de los gobiernos en materia de derechos humanos se
basan en la premisa de que la educación es un bien común y de que la escolarización
institucionalizada es un servicio público.
Enfatizándome un poco en nuestro país puedo decir que la educación en México se ha
caracterizado por ser controversial, debido a que cada sexenio se le modifica ciertos aspectos
dependiendo el criterio de la persona responsable de este rubro. Como bien se sabe el artículo
3º habla sobre la educación, donde se estipula que todo individuo tendrá derecho a recibirla, la
cual debe ser de la siguiente manera: laica, obligatoria y gratuita.
Así mismo se establece que la educación que imparta el Estado tendrá que ser en un ambiente
armónico, deberá fomentar en el ser humano el amor a la patria, el respeto a los Derechos
Humanos, será libre de cualquier doctrina religiosa, de igual manera el criterio que orientara a
esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y
sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.
El artículo 3º es uno de los que más trascendencia ha tenido dentro de la Constitución Política
de los Estados Mexicanos, ya que en él se establecen las bases para el desarrollo educativo del
Estado. Donde cualquier persona tiene derecho a recibir educación, la cual le permitirá en un
futuro a desarrollarse dentro de una sociedad y tener un proyecto de vida mucho mejor al de un
individuo que no se ha preparado académicamente. Cabe mencionar que este artículo a través
de los años ha tenido varias modificaciones.
Hablar de educación es hablar de compromiso, de fuerza y de participación. De ahí que resulte
fundamental que cada uno de los agentes educativos tenga claros sus derechos y obligaciones
para que juntos, logremos que la reforma continúe avanzando.
Desde el texto original de 1917(Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
(CPEUM), que iniciaba diciendo: “La enseñanza es libre; pero será laica la que se dé en los
establecimientos oficiales de educación”, hasta su actual enunciado: “Todo individuo tiene
derecho a recibir educación”, han sido nueve las modificaciones que ha experimentado el
artículo 3º de la Constitución, aunque anteriormente a esta fecha la ley ya establecía la
educación como parte de las garantías individuales y obvio que ya traía sus modificaciones. Así
como en el año de 1857 la Constitución declara libertad de enseñar y ser enseñado, con ésto se
decía que todos quedaban en libertad de dar y recibir la enseñanza.
A pesar de todo lo estipulado en este artículo es bien sabido que la educación en nuestro país,
así como en América Latina no es equitativa, existe por desgracia mucha desigualdad social. No
todos los niños y adolescentes tienen las mismas oportunidades educativas, ésto debido a los
estratos sociales que existen.
Por más cambios que se han realizado en las Reformas Educativas, el derecho a la educación
todavía no es efectivo para toda la población en los países de América Latina. Aún hay muchos
niños y niñas que experimentan barreras para su pleno aprendizaje y participación; ya sea
porque están excluidos de la educación o porque reciben una de menor calidad que redunda en
inferiores resultados de aprendizaje. Es aquí donde influye la pobreza en la que viven, los
medios con los que cuentan para salir adelante, debido a esto es que no tienen el acceso para
educarse, prepararse y formarse como unas personas autónomas que puedan desenvolverse
ante una sociedad.
La equidad en la educación significa hacer efectivos, entre otros, los derechos a la igualdad de
oportunidades, a la no discriminación y a la participación. En la convención de los Derechos del
Niño se señala, explícitamente, que el derecho a la educación ha de estar absuelto de cualquier
tipo de discriminación y ha de estar inspirado en la igualdad de oportunidades.
La educación es el medio que impulsa la movilidad social, el empleo, la solidaridad y la
conciencia cívica. Bastaría, al parecer, satisfacer la demanda educativa “mejor si con calidad y
equidad”, para sentar bases sólidas al progreso económico y la justicia social. Frente a esta
imagen, que tiene una honda genealogía, se oponen evidencias paradójicas. Hoy, por ejemplo,
conviven los mayores niveles de escolaridad logrados en la historia, con la exacerbación de la
pobreza, el deterioro de las condiciones de vida, la generalización del subempleo y la
pervivencia de la desigualdad, todos rasgos característicos de nuestras sociedades.
Desafortunadamente la educación está condicionada por el contexto político y social que
reproduce la situación existente, pero también puede y debería ser un elemento de
transformación de la sociedad. La función de la escuela ha de ser, ofrecer igualdad de
oportunidades educativas para no constituirse en un factor más de desigualdad social. Las
desigualdades educativas son el resultado de una interacción de factores internos y externos al
sistema educativo y sus escuelas, por lo que es fundamental desarrollar políticas económicas y
sociales orientadas a abordar las causas que generan desigualdad fuera de los sistemas
educativos. Dentro de los factores internos al sistema educativo se encuentran la segregación
socioeconómica y la cultural, lo que limita las posibilidades de encuentro entre distintos grupos
sociales. Las escuelas que atienden a los estudiantes de contextos de pobreza, suelen tener
menores recursos y cuentan con personal menos preparado.
Conclusión
La labor docente es una tarea de gran complejidad y responsabilidad social. Si bien el docente
es una constante en la situación actual de la educación en México y América Latina. Hay
muchos otros factores que se adhieren a esta fase para producir los resultados actuales. Es
evidente ver que en cada reforma educativa está la intención de llegar a la médula de cuánto se
enseña, quién enseña y qué también bien enseña. Siendo hasta ahora todos los intentos un
rotundo fracaso al tratar de generar un instrumento que integre estas variables, porque si bien,
se toma la variable "Dominio del temario por parte de maestro", se descuida la esencia de ser
docente (¿Cómo enseña?). Estrategias como la re-certificación o la inclusión de incentivos, no
alcanzarán por sí solas para superar la problemática actual. No dejando a un lado la importancia
que el estado tiene en el mejoramiento de la educación, correspondiéndole la tutela de la
educación y consecuentemente la calidad de los profesores.
Por otra parte, como docentes debemos hacer conciencia que aunque cada reforma, enfoque o
modelo que surge de las políticas educativas, este se nos impone, debemos buscar identificar
los beneficios que esto traerá consigo y repercutirá positivamente en la enseñanza-aprendizaje.
Creo que es muy fácil estipular y poner reformas educativas cuando te encuentras detrás de un
escritorio, pero en sí no hay como estar dentro del campo laboral para saber qué es funcional y
qué no. Son muchos los factores que influyen para lograr tener una educación de calidad.
Estoy de acuerdo con Tuirán (2010), en que aún sigue pendiente que los profesores se
capaciten constantemente en materia docente, así como para la adopción de prácticas y
mecanismos de aseguramiento de calidad, las cuales podrían aprovechar la función pedagógica
de la evaluación para incidir de manera permanente en la superación del personal académico,
en el mejoramiento de los programas, aprendizaje y desempeño de estudiantes.
Como docentes nos corresponde transmitir el conocimiento a los alumnos, reforzar los valores
los cuales se forjan en el hogar. Es importante también que el gobierno aporte un más a la
educación. No requerimos de políticas educativas, ni de grandes sistemas educativos, sino más
bien se requiere que tenga voluntad de tomar un libro, en vez de prender la televisión y ponerse
a ver programas chatarras que no dejarán ningún acervo cultural.
De modo que si bien la educación es un bien común, la educación demanda un esfuerzo social
articulado. La formación de los niños y jóvenes puede ser labor de la familia, la escuela, el
gobierno y la sociedad en conjunto de esta manera la calidad de esta determinará el grado de
bienestar que obtenemos como personas y el nivel de progreso como nación dependerá de la
calidad de la educación recibida, siendo una educación de buena calidad una alternativa para
romper con el circulo vicioso de pobreza que se vive en América Latina.
Bibliografía

Zaccagini, M. Reformas Educativas: Espejismos de Innovación. Revista Iberoamericana de


Educación (s/a).
Bolívar, a. y Rodríguez, J. Reformas y Retóricas. La Reforma Educativa de la LOGSE. Málaga: Aljibe,
2002

Braslavsky C.,&Cosse G.. (1996, julio). Las Actuales Reformas Educativas en América Latina: Cuatro
Actores, Tres Lógicas y Ocho Tensiones. PREAL, No. 5, pp. 1-21.

Tomasevski, K. (2004): Los derechos económicos y culturales: el derecho a la Educación. Organización


Naciones Unidas: Informe a la Comisión de Derechos Humanos (Doc. E/CN.4/2004/45).

S-ar putea să vă placă și