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Los estados del agua se dan en la naturaleza de tres formas: en estado líquido como el agua que
sale de la canilla o la del mar; sólido como el hielo y la nieve y gaseoso, como las nubes o el vapor.
Estado Líquido
El agua en estado líquido es la que bebemos, la que encontramos en los ríos, en los mares y
océanos, en los lagos, en las fuentes, en los acuíferos (aguas subterráneas), la que sale del grifo,
etc..
Estado Sólido
El agua en estado líquido, cuando se enfría y llega a los 0º C de temperatura, pasa a estado sólido.
El agua en estado sólido la encontramos en forma de hielo y nieve en las altas montañas, en el
Polo Norte y en el Polo Sur, en el frigorífico en forma de cubitos de hielo, en las tormentas de
granizo en forma de bolas de hielo, etc. El hielo y la nieve, cuando se calientan, cambian de estado
sólido a líquido.
Estado Gaseoso
El agua en estado líquido, al calentarse, se evapora y pasa a estado gaseoso, o sea, se transforma
en vapor de agua. El vapor de agua es un gas. El vapor de agua es incoloro e inodoro, por lo que no
lo podemos ver. Las nubes o el vaho blanco que sale de una olla al hervir, vulgarmente llamado
vapor, no son vapor de agua, sino minúsculas gotas de agua líquida que se producen cuando el
vapor de agua se condensa*al enfriarse. Las nubes, la niebla y el rocío son fenómenos
meteorológicos que nos hacen visible el vapor de agua que hay en la atmósfera cuando éste se
enfría y pasa a estado líquido.
Se trata de sustancias ajenas al entorno al que se incorporan, que pueden afectar la calidad del
aire, el agua y/o el suelo. La magnitud de su impacto generalmente depende de una combinación
de aspectos como la cantidad, el tipo de contaminante, la vía de ingreso y el tipo de medio al que
se incorporan.
Se dice que el agua está contaminada cuando los agentes contaminantes repercuten
negativamente en su calidad para el consumo humano, para usos posteriores o para el bienestar
de los ecosistemas. Es la contaminación que ocurre en cualquier espacio que alberga agua: ríos,
lagos, acuíferos o incluso el mar.
Desde el espacio, cualquier imagen de nuestro planeta muestra que la Tierra es un planeta azul, y
es que el 70% de su superficie está cubierta por agua y sólo 30% es tierra firme.
Pero en realidad el agua que se ve es una delgadísima película con respecto al tamaño del planeta;
para darnos una idea si mojamos una naranja, la capa que permanece en la cáscara equivale a la
toda el agua que existe en la Tierra.
No obstante lo anterior, esta poca agua es la que ha hecho posible la vida como hoy la conocemos.
Del agua que técnicamente está disponible para consumo humano, sólo una pequeña porción se
encuentra en lagos, ríos, humedad del suelo y depósitos subterráneos relativamente poco
profundos, cuya renovación es producto de la infiltración. Mucha de esta agua teóricamente
utilizable se encuentra lejos de las zonas pobladas, lo cual dificulta o vuelve imposible su
utilización efectiva. Se estima que solamente el 0.77% se encuentra como agua dulce accesible al
ser humano.
Situaciones de Escasez
Este recurso natural tan valioso, en los países desarrollados se desperdicia impunemente, sin
consecuencias. Algo que no debería estar permitido, más bien tendría que estar penalizado por la
ley. Esperemos que pronto se haga realidad.
El cambio climático está provocando grandes sequías en muchos países, incluso en nuestro
territorio las previsiones no son nada halagüeñas. Los científicos, desde hace más de veinte años,
afirman que la desertización avanzará inexorablemente hasta la cornisa cantábrica. Única zona
que se salvará, según los estudios realizados.