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BLOQUE 1/5
FUNDAMENTOS
JURÍDICOS DE LA
RESPONSABILIDAD
CIVIL
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para Corredores
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6. RESPONSABILIDADES CONJUNTAS......................................................................... 21
para
7. Corredores
RC SUBJETIVA Y RC OBJETIVA. LA TEORÍA DEL RIESGO.......................................... 23
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El objetivo fundamental del presente informe es el estudio de los productos aseguradores de ahorro
en cuanto a analizar sus características técnicas, así como sus garantías y seguridades. Se tendrán en
cuenta todas las características propias de este tipo de productos de ahorro ofertados por las entida-
des aseguradoras y se pondrán en comparación y oposición con lo que podrían ser sus “competidores”
en el mercado del ahorro, como son los depósitos bancarios o los planes de pensiones.
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1. LA RESPONSABILIDAD.
TIPOS
La responsabilidad, como concepto general, es la obligación que tienen los seres humanos de
responder por sus conductas (actos u omisiones) cuando dichas conductas sean reprobables, repro-
chables o cuando de ellas se haya derivado o se pueda derivar algún tipo de daño o perjuicio para otras
personas.
Bajo este concepto tan general se incluyen responsabilidades de todo tipo y que pueden ir desde la
responsabilidad penal por la comisión de un delito hasta la responsabilidad política que se pueda pedir
a un cargo público por considerarse que incumplió las promesas que le llevaron al cargo.
Además de la amplitud conceptual del término responsabilidad, es también muy extensa y diversa la
forma en la que puede ser exigida o pedida y también son numerosos y distintos los sistemas de
respuesta según sea el tipo u origen de la responsabilidad. Precisamente, los diferentes tipos de res-
ponsabilidad se distinguen por la forma en que dichas responsabilidades pueden o deben ser exigidas y
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sobre todo por la forma en la que pueden o deben ser pagadas.
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Toda responsabilidad nace en base a la existencia de una determinada conducta por parte del exigido.
Esta conducta puede ser de muchos tipos y en función de ella aparecen los distintos tipos de respon-
sabilidad.
Es decir, un ilícito penal no es más que un hecho descrito en una norma de Derecho positivo, con la
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(1) En el año 2015, el número 1 de la disposición derogatoria única de la Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por la que se modifica
la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, derogó el Libro III Faltas y sus penas (artículos 617 al 639). Con esta
derogación de suprimen las “faltas” como ilícito penal. Esta despenalización de las faltas implica que dichas conductas deberán ser tratadas
y reclamadas por vía civil o administrativa.
particularidad de que esta norma está sometida a variaciones geográficas y temporales. De todos es
conocido el hecho de que determinadas conductas son constitutivas de delito en un país y sin embargo
no lo son en otro.
Asimismo, y considerando el Derecho penal español, ciertas conductas que fueron delito en el pasado
ya no lo son actualmente y viceversa.
Definido el concepto de ilícito penal ya podemos afirmar que cualquier otra conducta que no sea un
ilícito penal pero que pueda dar origen a responsabilidad podríamos considerarla genéricamente como
un ilícito civil.
Indicamos a continuación los diversos tipos de responsabilidad que podemos encontrar en función
del tipo de conducta que las ocasiona, de la forma en que pueden ser exigidas y de la forma de res-
puesta.
La reforma del Código Penal operada en el año 2010, introdujo en España la novedad de la responsa-
bilidad penal de las personas jurídicas. Hasta ese momento sólo era posible imputar responsabilidad
penal a las personas físicas (societas delinquere non potest) pero a partir de entonces ya se puede
hablar tanto de la responsabilidad penal de las personas físicas como de las personas jurídicas.
Es numeroso el listado de posibles delitos imputables a las personas jurídicas, por ejemplo: estafas,
insolvencias punibles, delitos contra la propiedad intelectual, blanqueo de capitales, delitos contra la
Hacienda Pública, delitos contra el medio ambiente, etc.
En el caso de las personas jurídicas las penas pueden ir desde multas, diversos tipos de inhabilitacio-
nes o prohibiciones, hasta la suspensión de sus actividades.
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1.3. RESPONSABILIDAD CIVIL
Es la responsabilidad económica derivada de la producción de un daño o perjuicio a otro, sea cual sea
la conducta que lo haya generado. La forma de respuesta es, lógicamente, el resarcimiento económico
o reparación del daño o perjuicio que le haya producido. El destinatario del pago es el perjudicado.
Cuando el agente causante del daño es la Administración Pública, a la responsabilidad civil derivada de
su actuación se le denomina responsabilidad patrimonial.
Es evidente que las responsabilidades indicadas anteriormente no son excluyentes y por tanto una
misma conducta o hecho puede acarrear más de un tipo de responsabilidad. La comisión de un delito
implica una responsabilidad penal y puede también acarrear una responsabilidad civil por la obligación
de reparar el posible daño que se haya ocasionado por la comisión del mismo.(2)
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(2) Los ilícitos civiles pueden dar lugar a responsabilidad administrativa y a responsabilidad civil. Los ilícitos penales dan lugar a responsabi-
lidad penal y pueden generar también una responsabilidad civil.
Resulta intuitivo, desde la óptica de una sociedad civilizada, que cuando una persona le causa un daño
a otra, debe reparar la situación en la medida en que ello sea posible. Es evidente que cierto tipo de
daños nunca podrán ser reparados en el aspecto puramente sustitutorio, pero al menos se podrá reali-
zar algún tipo de compensación económica que contribuya a paliarlos.
Puesto que no siempre las personas son conscientes de esta razonable obligación, resulta necesario
introducir, mediante el ordenamiento jurídico, la obligatoriedad de reparación a que nos hemos referido.
Esta obligación legal se llama responsabilidad civil y a ella dedicamos los próximos apartados.
Se llama responsabilidad civil a la obligación legal que recae sobre cualquier persona (causante),
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de reparar o indemnizar todo tipo de daño, perjuicio o menoscabo que haya causado a otra
persona (perjudicado).
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CAUSANTE PERJUICIO PERJUDICADO
Se trata, pues, de una obligación de contenido únicamente pecuniario o económico, que afecta a inte-
reses particulares y que tiene una finalidad exclusivamente resarcitoria y no sancionadora.
En función de cuál sea el ilícito que da origen a la obligación indemnizatoria, se pueden establecer
tres clases de responsabilidad civil:
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La responsabilidad penal, criminal o delictual es imputable a la persona que realice un acto tipificado
como ilícito penal y las penas correspondientes están fijadas en la correspondiente norma de Derecho
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positivo (Código Penal). Ahora bien, aparte del cumplimiento del castigo impuesto por dicha ley (multa,
inhabilitación, privación de libertad, etc.), el propio Código Penal obliga al resarcimiento de los daños y
perjuicios causados. En particular, se refieren a esta obligación indemnizatoria los artículos 109 (párra-
fo 1) y 116 (párrafo 1):
Artículo 109:
1. La ejecución de un hecho descrito por la Ley como delito o falta obliga a reparar, en los términos
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previstos en las Leyes, los daños y perjuicios por él causados.
Artículo 116:
1. Toda persona criminalmente responsable de un delito o falta lo es también civilmente si del hecho
se derivaren daños o perjuicios. Si son dos o más los responsables de un delito o falta los Jueces o
Tribunales señalarán la cuota de que deba responder cada uno.
La responsabilidad civil contractual es pues la obligación indemnizatoria que surge del incumplimiento
o cumplimiento defectuoso de una obligación previamente contraída, es decir, se presupone la exis-
tencia de una relación jurídica previa entre causante y perjudicado.
El artículo 1091 del Código Civil establece que: “las obligaciones que nacen de los contratos tienen
fuerza de ley entre las partes contratantes, y deben cumplirse al tenor de los mismos”
Una persona que incumpla un contrato del tipo que sea, y como consecuencia de ello le cause un
perjuicio a otra, habrá incurrido en una responsabilidad civil contractual y por tanto deberá indemnizar
al perjudicado.
Así por ejemplo, una empresa que se hubiera comprometido con un cliente a la entrega de una mer-
cancía en una determinada fecha e incumpliera este compromiso, habría incurrido en una responsa-
bilidad civil contractual si de ese hecho se derivasen daños o perjuicios, y deberá indemnizar dichos
daños.
La responsabilidad civil contractual es exigible en base a cualquier tipo de contrato, pacto o convenio,
sea escrito o no. El problema consistirá, en el caso de pactos no escritos, en la dificultad de la prueba.
No existen vínculos previos a la causación del daño y la vinculación entre causante y perjudicado surge
precisamente con la causación del daño.
La base jurídica para la exigencia de la responsabilidad civil extracontractual se obtiene del artí-
culo 1902 del Código Civil que establece que:
“el que por acción u omisión causa un daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a
reparar el daño causado”
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4. ELEMENTOS DE LA
RESPONSABILIDAD CIVIL
La imputación de responsabilidad civil a una persona requiere, en principio, de la concurrencia de una
serie de requisitos que son llamados elementos fundamentales de la responsabilidad civil, y que
son los siguientes:
Acción u omisión
Ilicitud o antijuricidad
Culpabilidad
Perjuicio/Daño
Nexo de causalidad
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4.1. ACCIÓN OMISIÓN
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El daño se puede causar mediante un comportamiento activo (acción) o por una abstención en el cum-
plimiento de una obligación (omisión).
Es decir, se puede incurrir en responsabilidad civil por hacer algo “mal” o por dejar de hacer algo
“bien”. Ambas situaciones generan responsabilidad.
Es frecuente que se exija responsabilidad civil a los propietarios de inmuebles por los daños produci-
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dos por este inmueble y que tienen su origen en la omisión del deber de mantenimiento. El propietario
omite su obligación de mantener el inmueble en buen estado y como consecuencia se le considera
responsable.
seres humanos de no dañar a otro (principio “alterum non laedere”). El comportamiento general de los
seres humanos debe ir dirigido y orientado a procurar no producir daños a otros seres humanos.
Desde el terreno de la responsabilidad civil esto significa que no siempre basta para ser exonerado de
la obligación indemnizatoria con el hecho objetivo de haber cumplido con todas las exigencias legales y
reglamentarias, si del hecho se han derivado daños.
4.3. CULPABILIDAD
En principio, para poder imputar una responsabilidad civil a una persona es preciso la existencia del
elemento culpa, entendiendo que la culpabilidad, en general, es un juicio de valor que determina si
cierta conducta es reprochable a su autor.
Dolo. Producto de la deliberada voluntad de causar daño. Se tiene una conducta dolosa
cuando, siendo perfectamente conscientes de que con cierta acción u omisión se va a
causar un daño, se realiza dicha acción u omisión.
Culpa. Producto de la omisión de la diligencia debida (negligencia o imprudencia).
No se es suficientemente diligente o se comete una imprudencia, pero en ningún caso
existe la voluntad de causar el daño que se ha causado.
Cualquiera de las conductas anteriores genera responsabilidad civil y por consiguiente generan obliga-
ción indemnizatoria.
El afán clasificatorio y de distinción surge de dos importantes cuestiones. Por una parte la cuestión
penal ya que, en función de la conducta y del resultado, el hecho puede ser considerado como delito o
falta y por tanto incurrir su autor en responsabilidad penal.
Y por otra parte está su posible cobertura mediante un seguro de responsabilidad civil. Si la conducta
del causante fuese considerada dolosa, el seguro no cubriría la responsabilidad civil accesoria.
Debemos decir también que, en algunas ocasiones, es muy complicado encuadrar una determinada
conducta, pues la línea divisoria entre el dolo menos grave (dolo eventual) y la culpa más grave (impru-
dencia grave) es francamente fina.
Según el Código Civil, “la culpa o negligencia del deudor consiste en la omisión de aquella diligencia
que exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo
y del lugar. Cuando la obligación no exprese la diligencia que ha de prestarse en su cumplimiento, se
exigirá la que correspondería a un buen padre de familia” (artículo 1104).
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4.4. PERJUICIO/DAÑO
Habida cuenta el carácter indemnizatorio de la responsabilidad civil, es evidente que sin perjuicio/
daño ajeno no existe responsabilidad. Es más, es precisamente la producción o causación de un
perjuicio a otro lo que define y genera la responsabilidad civil como obligación de reparar ese perjuicio.
Podemos considerar el perjuicio/daño como cualquier tipo de menoscabo sufrido por una per-
sona (física o jurídica) en su patrimonio. Este menoscabo hemos de entenderlo en su sentido más
amplio ya que el citado menoscabo puede referirse al patrimonio material y también al patrimonio
moral de la persona.
Manejamos así el clásico y amplio concepto, generado por la jurisprudencia, de daños y perjuicios.
En responsabilidad civil lo que se reclama (y por tanto lo que se indemniza) son perjuicios; a su vez
estos perjuicios pueden tener diferentes orígenes (daños personales, daños materiales o ninguno de los
anteriores).
Clasificamos en primer lugar los diferentes tipos de perjuicios que pueden ser reclamados y a conti-
nuación indicaremos los posibles tipos de daños que los pueden producir. Utilizamos fundamentalmen-
te el lenguaje asegurador por la importancia que esto tiene en relación con la posible cobertura.
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PERJUICIOS (o DAÑOS) PATRIMONIALES
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Pérdidas económicas que afectan al patrimonio (material o inmaterial) genérico de una persona y que
pueden ser de dos tipos:
Gastos extraordinarios que la persona no tendría obligación de realizar y que nacen en el momento
de la ocurrencia del hecho dañoso. De ahí el nombre de emergentes pues sería necesario
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desembolsarlos en ese momento.
Los daños emergentes pueden ser daños presentes (son inmediatos al hecho dañoso), daños
futuros (gastos que necesariamente se deberán acometer en el futuro, desembolso constante para
un trata-miento) y daños sobrevenidos, que son posibles daños nuevos que puedan producirse en
el futuro.
Lucro cesante
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Ganancias razonablemente esperadas y que no se van a poder obtener como consecuencia del evento
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dañoso.
El lucro cesante debe entenderse con cautela y no se deben de incluir en este concepto eventos de
futuro no acreditados (los llamados sueños de ganancia).
Son los que afectan al patrimonio moral de la persona, es decir, a valores inmateriales de la personali-
dad (honor, estima, libertad, sentimientos, felicidad, bienestar, creencias, dignidad, intimidad, ausencia
de dolor, etc.).
También podemos pensar para este tipo de daños en una definición negativa si entendemos que los
daños morales afectan una serie de valores, sentimientos, sensaciones, que integran un peculiar
patrimonio espiritual o inmaterial del individuo. Suele relacionarse con el dolor, aflicción, preocupación,
en fin, con una contrariedad de tipo psicológico. Es un perjuicio extrapatrimonial de no fácil traducción
económica. En el cabe integrar el dolor físico, inherente a la lesión sufrida, y el daño moral propio,
como la alteración del equilibrio psíquico del individuo, con disminución de sus posibilidades de goce
de la existencia, fuerte inclinación al decaimiento, sensación de desvalimiento, que suelen sumirle en
estados depresivos. Y el dolor afectivo ante la pérdida de un ser querido también se considera como
perjuicio moral.
Estos daños morales suponen una componente importante de las reclamaciones por responsabilidad
civil y presentan una característica muy significativa y es la dificultad que encierra su valoración objeti-
va, pues al tratarse de parámetros subjetivos no existe una valoración única y objetiva para ellos.
En cuanto a los tipos de daños que podrían dar lugar a perjuicios indemnizables, el lenguaje asegura-
dor utiliza las siguientes denominaciones:
Daños personales
Lesión corporal, enfermedad o muerte, ocurridas a personas físicas. Dentro de las
lesiones corporales se incluye cualquier tipo de invalidez o incapacidad ya sea
temporal o permanente.
Los daños personales deben entenderse como cualquier alteración somática o
psíquica que, de una forma u otra, perturbe, amenace o inquiete la salud de la
persona, o simplemente limite o menoscabe la integridad corporal de la misma, ya
en lo orgánico ya en lo funcional.
Daños materiales
Daño, deterioro, destrucción o desaparición de una cosa, así como el daño sufrido
por los animales. Desde el punto de vista asegurador, los daños que sufran los
animales, en general, tienen la consideración de daños materiales.
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CONSECUTIVIDAD
Desde el punto de vista de la responsabilidad civil, es evidente que para que exista esta responsabili-
dad ha de haber una reclamación de un perjudicado hacia otra persona que él considera la responsable
del perjuicio y lo hará basándose en que el causante le ha producido un hecho dañoso motivador del
perjuicio solicitado. Con independencia de la cuestión aseguradora, este hecho dañoso puede haber
sido, desde luego, que le haya producido una lesión corporal, pero también podría ser que le hubiese
difamado o que no le hubiese servido una mercancía en el instante convenido.
Como estamos en el ámbito de la RC, lo que el perjudicado reclamará será obviamente dinero (si
pretendiese obtener otras satisfacciones debería acudir a otras vías) y este dinero será el menoscabo
que a su juicio ha sufrido su patrimonio como consecuencia del hecho dañoso. Y esta disminución de
patrimonio sólo tiene dos posibilidades como hemos visto anteriormente: perjuicio (o daño) patrimonial
y perjuicio (o daño) moral. Lo que se reclama es el perjuicio derivado del daño, no el daño en sí mismo.
Daños consecutivos
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Son los perjuicios patrimoniales o morales que son consecuencia directa de un daño
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personal o material ocasionado al perjudicado.
Daños no consecutivos
Son los perjuicios patrimoniales o morales que no son consecuencia directa de un
daño personal o material ocasionado al perjudicado.
A los perjuicios patrimoniales no consecutivos se les denomina también daños
patrimoniales primarios (DPP) o perjuicios patrimoniales puros.
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4.5. NEXO DE CAUSALIDAD
La responsabilidad del causante se asienta en la existencia de un nexo o relación de causalidad
entre la acción u omisión y el daño causado, es decir, la actuación del causante ha de ser la causa
específica del daño y ha de existir una relación directa entre éste y aquella.
Cuando no existe un nexo de causalidad entre la actuación del causante y el daño sufrido por el perju-
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dicado, no se le puede imputar responsabilidad del causante.
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Son causas de exoneración de responsabilidad (por interrumpirse el nexo causal) las siguientes
situaciones:
En cualquiera de los dos casos, para que el caso fortuito o la fuerza mayor puedan ser utilizadas por el
causante de un daño como exoneración de responsabilidad, han de ser acontecimientos o eventos que,
en ningún caso hubieran podido ser evitados por dicho supuesto causante.
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5. RESPONSABILIDAD CIVIL
DIRECTA Y SUBSIDIARIA
A todo hecho ilícito le puede corresponder una responsabilidad civil; ahora bien, no siempre esta
responsabilidad recae sobre el autor del hecho en cuestión. En ocasiones, unas personas tienen que
responder por los hechos de otras.
A continuación definimos los conceptos de responsabilidad civil directa y responsabilidad civil subsidia-
ria.
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hecho de tener que responder por los actos u omisiones de otros puede venir como consecuencia de:
La obligación que impone el artículo anterior es exigible, no sólo por los actos u omisiones propios, sino
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por los de aquellas personas de quienes se debe responder.
Los padres son responsables de los daños causados por los hijos que se encuentren bajo su guarda.
Los tutores lo son de los perjuicios causados por los menores o incapacitados que están bajo su autori-
dad y habitan en su compañía.
Lo son igualmente los dueños o directores de un establecimiento o empresa respecto de los perjuicios
causados por sus dependientes en el servicio de los ramos en que los tuvieran empleados, o con oca-
sión de sus funciones.
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personas o entidades que sean titulares de un Centro docente de enseñanza no superior respon-
derán por los daños y perjuicios que causen sus alumnos menores de edad durante los períodos de
tiempo en que los mismos se hallen bajo el control o vigilancia del profesorado del Centro, desarrollan-
do actividades escolares o extraescolares y complementarias.
La responsabilidad de que trata este artículo cesará cuando las personas en él mencionadas prueben
que emplearon toda la diligencia de un buen padre de familia para prevenir el daño.
Esta imputación de responsabilidad civil directa se basa en los criterios de asignación de culpa en la
vigilancia (culpa in vigilando) y de culpa en la elección de las personas (culpa in eligendo).
Culpa in vigilando. La culpa recae por no vigilar diligentemente a las personas que de
alguna forma puedan tener cierta dependencia.
Culpa in eligendo. La culpa deriva de una inadecuada o no diligente elección ya sea de
personas o de empresas.
Esto confirma el conocido hecho de que un padre es responsable civil directo de los daños que causen
sus hijos mientras estén bajo su guarda (RC del cabeza de familia).
La responsabilidad civil de una empresa por los daños producidos a otros por negligencias de sus
empleados es una responsabilidad civil directa (no subsidiaria) y como tal deberá responder de esos
daños.
Gracias a esta vía, y mediante la imputación de la responsabilidad civil subsidiaria de alguna adminis-
tración pública, se consiguen indemnizaciones para los perjudicados en casos en los que esto no sería
posible por la evidente insuficiencia de solvencia de los causantes directos en relación con las cifras
que pueden alcanzar las indemnizaciones (caso de la colza, presa de Tous, discoteca Alcalá 20, caso
Maeso, etc.)
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6. RESPONSABILIDADES
CONJUNTAS
Cuando un mismo hecho dañoso es imputable a la conducta de varias personas, se habla de respon-
sabilidades conjuntas.
En función de la forma en que dichas responsabilidades pueden ser exigidas por el perjudicado, pode-
mos distinguir dos situaciones:
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Esta sería la responsabilidad civil que le correspondería a cada uno de los copropietarios de una
Comunidad de propietarios por un daño causado por alguna de las instalaciones comunes del inmue-
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ble. Cada copropietario es responsable únicamente de su cuota de responsabilidad en proporción a su
coeficiente de participación en la comunidad.
Una vez que el responsable solidario ha pagado la totalidad de la indemnización debida, podría recla-
mar a cada uno de los otros posibles causantes por la parte de culpa que pudiera corresponderles.
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7. RC SUBJETIVA Y RC OBJETIVA.
LA TEORÍA DEL RIESGO
El Código Civil establece el principio de la responsabilidad por culpa o responsabilidad subjetiva.
Para imputar responsabilidad es preciso que exista culpa del causante del daño y que exista el nexo
de causalidad entre ella y el daño. Es por tanto el perjudicado quien debe probar la culpa del cau-
sante.
Existe un sistema intermedio entre los sistemas de RC subjetiva y RC objetiva, caracterizado por
la inversión de la carga de la prueba. Se parte del presupuesto de culpa del causante; ya no es el
perjudicado el que tiene que probar la culpa del causante sino que es el causante el que debe probar
su falta de culpa.
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La Administración (en todos sus niveles), como entidad de derecho público, está obligada a responder
de los daños que cause a los ciudadanos por el funcionamiento normal o anormal de sus servicios.
”Los particulares, en los términos establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda
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lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre
que la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos”.
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Al respecto del funcionamiento y responsabilidades de la Administración Pública en sus relaciones con
los ciudadanos son de aplicación las dos Leyes siguientes:
1. Los particulares tendrán derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspon-
dientes, de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la lesión sea
consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos salvo en los casos de
fuerza mayor o de daños que el particular tenga el deber jurídico de soportar de acuerdo con la Ley.
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Este perjudicado reclamante será el que elija la vía que considere oportuna para efectuar esta reclamación.
Las dos vías posibles que puede utilizar un perjudicado para dirigir una reclamación al posible causante de un
daño (o a su compañía aseguradora) son la vía extrajudicial o la vía judicial.
No reviste ningún requisito formal específico y su licitud esta prevista en los artículos 1.255 y 1.813 del Código
Civil referente a la autonomía de la voluntad de las partes, teniendo para las mismas la autoridad de cosa
juzgada, siempre que se den los presupuestos necesarios para la existencia de un contrato (artículo 1.261 del
Código Civil).
En este apartado de vía extrajudicial se encontrarían los procesos arbitrales y otros procesos similares que no
requieran la intervención de un juez.
Se puede incluso llegar a una transacción respecto de la RC derivada de ilícito penal, aún cuando esta transac-
ción no extingue la exigencia de responsabilidad penal para la imposición de su correspondiente castigo o pena
(artículo 1.813 del Código Civil).
Vía judicial
El perjudicado (o los perjudicados) activa/n la vía judicial contra el que considera/n responsable del daño
(o contra su entidad aseguradora), tratando de conseguir que se le obligue al cumplimiento de la solicitud de
indemnización. Será el perjudicado demandante quien elija la jurisdicción que considere más adecuada.
A esta vía se llega bien porque no ha prosperado la vía amistosa o bien, en algunas ocasiones, porque es la vía
elegida directamente por el perjudicado para realizar la reclamación.
(4) El artículo 1.809 del Código Civil establece lo siguiente: “La transacción es un contrato por el cual las partes, dando, prometiendo o reteniendo cada
una alguna cosa, evitan la provocación de un pleito o ponen término al que había comenzado”.
FUNDAMENTOS JURÍDICOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL BLOQUE 1/5
Existen diversas jurisdicciones o Tribunales competentes para reclamar una indemnización. Estas
jurisdicciones son: la penal, la civil, la social y la contenciosoadministrativa.
A este respecto ha de tenerse en cuenta que si se elige la vía penal para exigir una reparación econó-
mica (responsabilidad civil) será preciso efectuar la reclamación a una persona física acusándola de
la comisión de un ilícito penal (falta o delito). No será posible por esta vía reclamar únicamente una
petición económica a una entidad, empresa, comunidad, etc.
Jurisdicción civil
El perjudicado interpone una demanda judicial contra el causante.
Esta jurisdicción es la competente para juzgar los hechos que no constituyan ilícito penal pero que
hayan causado un daño a alguien. Estos hechos no dan lugar a sanciones o castigos penales pero sí
darán lugar a una indemnización. Es la responsabilidad civil pura. La jurisdicción civil se materializa en
los denominados juzgados de primera instancia. La vía civil puede continuarse, mediante los corres-
pondientes recursos, a otras instancias superiores: Audiencia Provincial, Tribunal Superior de Justicia
de la Comunidad Autónoma correspondiente e incluso el Tribunal Supremo.
Jurisdicción social
Jurisdicción contencioso-administrativa
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10. PERSONAS LEGITIMADAS
Está legitimada para entablar una reclamación de responsabilidad civil cualquier persona (física o
jurídica) que se considere perjudicada por la actuación de otra.
Por tanto, para ser perjudicado no es preciso ostentar ninguna condición especial sino simplemente
poder acreditar el daño o el perjuicio sufrido.
Es importante distinguir entre víctima y perjudicado. La víctima es la persona sobre la que recae
la conducta del causante. El perjudicado es la persona que sufre el perjuicio económico como conse-
cuencia de la misma. En ocasiones coinciden ambas figuras en la misma persona, mientras que en
otros muchos casos se tratará de personas distintas. Además, de una sola víctima puede surgir más
de un perjudicado. Por último indicar que para poder considerarse perjudicado de una cierta víctima,
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no es preciso que aquél sea heredero ni familiar de ésta.
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RC extracontractual
El apartado 2º del artículo 1.968 del Código Civil establece que prescriben por el transcurso de un
año «la acción para exigir la responsabilidad civil por injuria o calumnia, y por las obligaciones
derivadas de la culpa o negligencia de que se trata en el artículo 1.902, desde que lo supo el
agraviado».
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Por lo tanto, el plazo para ejercer la acción de reclamación por responsabilidad civil extracon-
tractual es de un año, a contar desde que el perjudicado conoció su derecho. Este plazo empieza a
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contar desde que el perjudicado tiene plena y cabal noticia del daño sufrido.
En el caso de que existan lesiones, el plazo empieza a contar desde el momento en que se conozcan
de modo definitivo los efectos de las mismas.
RC contractual
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En este caso habrá que remitirse al apartado 2º del artículo 1.964 del Código Civil en el que se esta-
blece: “Las acciones personales que no tengan plazo especial prescriben a los cinco años desde que
pueda exigirse el cumplimiento de la obligación. En las obligaciones continuadas de hacer o no hacer,
el plazo comenzará cada vez que se incumplan.”
De lo anterior se deduce que el derecho para exigir la responsabilidad civil por daños que tengan su
base en el incumplimiento de un contrato prescribe en el término de 5 años, salvo que por Ley se
tenga señalado un plazo especial diferente.
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En cualquier caso, y sea cual sea el plazo de prescripción, es importante conocer el inicio del cómputo
del mismo (dies a quo), es decir, en qué instante empieza a correr el plazo de prescripción. A tal efecto,
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el artículo 1.969 del Código Civil precisa ese momento al establecer que: «El tiempo para la pres-
cripción de toda clase de acciones, cuando no haya disposición especial que otra cosa determine, se
contará desde el día en que pudieron ejercitarse».
Reparación pecuniaria
Consiste en el pago de una cierta cantidad de dinero a modo de valoración o precio
del daño ocasionado. Se indemniza por el equivalente en dinero el valor de la pér-
dida o de la ganancia dejada de obtener (perjuicio).
Reparación “in natura”
Consiste en reponer las cosas dañadas dejándolas en su estado anterior, siem-
pre que ello sea posible. El concepto “está obligado a reparar el daño causado”
permite este tipo de reparación, siempre que la misma se haga a satisfacción del
perjudicado.
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No hay ninguna referencia en el Código Civil acerca de quién es la persona que elige la forma de
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reparación, si es el causante o es el perjudicado. Ante esta ausencia de delimitación, y respetando la
esencia legal de protección del perjudicado, debemos entender que es este último el que finalmente
podrá imponer su elección en caso de que no se pueda alcanzar un acuerdo acerca de la forma de
reparación.
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Tan solo podremos referirnos al principio resarcitorio de tipo general, en la línea de considerar que el
causante deberá indemnizar al perjudicado para tratar de conseguir que, dentro de las limitaciones
obvias en el terreno del daño personal, la situación patrimonial del perjudicado no varíe como conse-
cuencia del hecho dañoso.
En los seguros de daños materiales, la forma de tasar el daño queda fijada en la póliza; sin embargo,
en los seguros de RC (seguros de daños patrimoniales) no se puede establecer este criterio de tasación
y habrá que responder al principio general de “reparar el daño causado”.
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Por otra parte habrá que tener en cuenta la vía de reclamación del daño ya que, si es en vía amisto-
sa, la valoración se efectuará por acuerdo entre las partes, mientras que si se acude a la vía judicial,
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finalmente será un juez el que se pronuncie acerca de la pertinencia o no de la valoración del daño
realizada por el demandante perjudicado (vía civil) o imponga de forma directa la cantidad a indemnizar
como responsabilidad civil accesoria (vía penal).
Lo que no debemos olvidar nunca en lo relativo a la responsabilidad civil extracontractual, es que entre
el perjudicado reclamante y el causante reclamado no existe pacto previo alguno respecto de la tasa-
ción de los posibles daños infligidos. Y esto es así aun cuando existiera un posible seguro de RC del
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causante, ya que dicho hipotético seguro estaría suscrito entre el causante y una entidad aseguradora
pero en ningún caso con el perjudicado, que es ajeno a dicha contratación.
Una excepción a esta ausencia de sistema de valoración previo lo constituye el caso de la responsabi-
lidad civil derivada de la conducción de vehículos a motor y su seguro obligatorio (seguro de responsa-
bilidad civil). A efectos de este seguro, se aplica para las indemnizaciones, con carácter vinculante, un
sistema legal previsto en el Anexo del Texto Refundido de la Ley sobre responsabilidad civil y seguro en
la circulación de vehículos a motor, aprobado por el Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre
y modificado por la Ley 35/2015, de 22 de septiembre, de reforma del sistema para la valoración
de los daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación. Este sistema es
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conocido popularmente como “Baremo de accidentes de tráfico” o simplemente “Baremo”.
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