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Los 10 Leprosos

Hay un pasaje en la Biblia que capta la atención de muchos, la que nos


registra el Dr. Lucas e iremos viendo poco a poco algunos pasajes.
Lucas 17:11-13 “Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y
al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los
cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten
misericordia de nosotros!”

Sabemos que a los leprosos se les consideraban gente repugnante y los


desechaban fuera de las ciudades, donde ellos formaban pequeñas
comunidades donde vivían solo gente con lepra ya que es una enfermedad
contagiosa.

*Como paréntesis: Hoy día es algo que no es común ver, según estadísticas
del año 2009 se tienen registrados poco mas de 400 mil casos en todo el
mundo, pero lo mejor de todo es que hay tratamiento para ello, en el tiempo
de Cristo no lo había.

La lepra para los judíos era señal de pecado, de desagrado para Dios.

Y voy a sobresaltar dos puntos, nos relata la escritura que eran 10 hombres y
no están especificando sanidad, solamente le piden misericordia.

Nos damos cuenta primeramente del reconocimiento de estos hombres de


quien es Jesús, saben de Él y también saben que en Él esta su sanidad.

Nosotros lo sabemos, lo conocemos, hemos visto sus milagros, tenemos sus


promesas y con todo y todo muchas veces ni caso hacemos de él.

Y vemos que más adelante les contesta 17:14 “Cuando él los vio, les dijo: Id,
mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.”

No los desecho, no los repudio ni se fue tratando de no contagiarse, Jesús no


pronuncia tampoco en ningún momento palabra de sanidad, simplemente les
da una orden, ¡¡ vallan y muéstrense a los sacerdotes!! Y en esto actuó su
sanidad y leímos Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Decidieron
obedecer, podemos especular un poco: pensarían de momento:
- ¿A qué vamos con el sacerdote?
- ¿Tendrá algo para nosotros ahí?
- …y pudiéramos seguir echando a volar nuestra mente.

Era un desafío para ellos, tener que presentarse ante el sacerdote, el


hombre que los había declarado inmundos y desechado fuera de la sociedad,
incluso con el riesgo de muerte si regresaba a la ciudad, pero su Fe fue más
grande.

Pero era importante presentarse frente a él, ya que tenían un ritual que
seguir después de ser limpios.

Podemos decir que actuó una ley física, “a toda acción hay una reacción”
Hermanos, en nuestro caminar diario, en nuestro caminar con Dios
actualmente es igual, no solamente es lo que paso en la época de los
apóstoles.

Hoy día, necesitamos caminar con esa FE, ¿quiere usted algo de Dios? Actué,
póngase en acción.

Leamos un poco de la importancia de tomar acción:


Lucas 5:18 “Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre
que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él.
Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la
casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante
de Jesús.”

Los amigos ya habían empezado la acción.

Y más adelante
Lucas 24-25 “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en
la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate,
toma tu lecho, y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de
ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa,
glorificando a Dios.”

FE, Acción y Resultado.

Leamos un ejemplo más:


Juan 9.1-7 “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento…”

Y comenzaron los curiositos ¡¡¡¿quién fuel el del pecado Señor?!!!! No falta


en nuestros días el que quiere saber más de lo que le corresponde, o a todo
lo desagradable o doloroso le esta colgando un pecado.

Y leímos, en Lucas 9:7 “y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que


traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.”

Me gustaría saber que pensó toda aquella gente que vio cuando Jesús estaba
haciendo lodo con su saliva y untándolo en los ojos del hombre ciego.

A la orden de Jesús el hombre se puso en acción y dice la escritura: regresó


viendo.

Pero regresemos con los hombres leprosos, y tenemos uno de los puntos más
sobresalientes, y leemos:
Lucas 17:15-19 “Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió,
glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole
gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los
que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y
diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te
ha salvado”

Quiero que enfoquen muy bien los términos aquí, tu fe te ha salvado no le


dice SANADO ocupa muy claramente SALVADO.
Recordemos que entonces el evangelio se estaba predicando exclusivamente
a los judíos, aún no está la orden de ir a toda las naciones (Mat. 28).

Este era extranjero dice Jesús, considerado un gentil, peor aún, un


Samaritano a quienes los Judíos repudiaban grandemente.

Sano a 10 y se entiende que 9 eran judíos y el extranjero fue el único que


regreso y su recompensa una vez más la vemos doble, no solamente es sano
también ahora es Salvo.

Volvió glorificando a Dios a gran voz, regreso feliz, con gozo, no lo hizo con
discreción y en murmullo.

Como ahora que hay muchos cristianos de la secreta, que prefieren que no se
les identifique como tal por temores absurdos y desgraciadamente hasta por
pena porque no entrarían en su círculo de amistades o trabajo.

Este hombre regresó a gran voz dándole gracias a Dios.

Que me enseña todo esto:


Que la misericordia de Dios saldrá a mi encuentro siempre y cuando yo esté
en su camino, en el camino de Dios.

No espere bendición conociendo usted del Señor y pretendiendo caminar en


el camino ancho que lleva a la perdición según leemos en la escritura.

“Que si hago lo que Dios me manda que haga, si soy obediente y confió en Él,
Él hará” (Salmo 37:5).

No se le olvide que cuando Dios ha hecho algo por usted, glorifíquelo, dele
gracias infinitas, de testimonio de ello.

No se quede simplemente con el milagro hecho y siga caminando para


adelante, ¡NO!, haga un alto y glorifique a Dios.

Muchas veces nos portamos como esos leprosos, nos acercamos a Dios todos
mal olientes y a llagados casi, casi nos auto repudiamos y segregamos por el
mal que hemos cometido, o bien porque simplemente nos afectaron de tal
manera que sentimos que no lo superamos y que cundo lo logramos no lo
reconocemos.

Más bien sea como el Samaritano que regreso para agradecer su sanidad y
que por ese acto se llevo una doble porción.

AMEN

Rosamaría Segura
Pastor
Fecha del servicio:
08/04/2013

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