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tenida por verdad», c~mo sentenciaba el autor del o menos legitimo si la vida de\ pregonero no exis-
Crotal6n. En el Guzman, resultado de otra at- tiera, es decir, si la vinculaci6n no tuviera todas
m6sfera hist6rica y de otros designios, la autobio- las garantfas metodol6gicas por el hecho de pro-
graffa parece inherente a ese proceso incoado a la ducirse dentro de ,Ia narrativa de ficci6n, con el
humanidad pecadora por alguien que concede, de mismo funcionamiento y prop6sito similar.
antemano, su maldad superior. Pero el recurso El artificio que liga las sucesivas peripecias es,
estaba allf, en aquel librito que andaba rodando efectivamente, el mismo en el Guzman ·que en el
por los anaqueles, cargado de posibilidades ac- Lazarillo: en amhos libros el heroe sirve a varios
tuales. amos. Aleman lo adopt6 aunque, como siempre,
y habfa algo mas importante: el hecho de que magnificando la materia; los sell.ores del sevillano
el Lazarillo era un relato complejo, no mitico, no son de condici6n muy superior, si bien ~·r~ro
caballeresco, sino referido a una realidad cotidiana. de todos no tanto. Recuerdenlo: un ventero,
Este ambiente no exist.fa en la literatura fuera del quien el mozo descalifica pronto como 'inmgnoae
cuento popular y la novella, en sus diversas va- sus servicios, porque, al fin, como dice, ser mozo
riantes europeas. Es gloria del an6nimo autor ha- de ventero «es peor que de ciego» (pag. 257 ), y
ber iniciado ese nuevo procedimiento narrativo, porque el habfa salido a competir e:n rumbo con el
articulado sobre diversos centros de interes, en d~tr6~antonom.asia. Des~ues se ajustara con
to.m o de un persohaje que va haciendose persona, utt coc!ner~y:omo tn~uto deb1do a u~~,fa-
y que transita por una geograffa y una historia ~S=d 1caro, y mas-tru-de con un~p1tan, n
concretas. Habrfa que desconocer este hallazgo cardenal Ul\__embajad_0 ' t Hubiera segtticl. sir-
deslumbrante en la historia de la epica moderna, --- -- , en la segun<i~r-parte, de no haberse mter-
para minimizar la importancia del Lazarillo en la puesto I~ mixtificaci6n de Sayavedra, que oblig6
funci6n de la picaresca y para negarle su integra- a Aleman, segun confiesa, a cambiar su plan lo
ci6n en ella. Invocar otros precedentes -vidas de
santos 13 o de soldados, por ejemplo- serfa mas
tado despues practicamente por unanimidad. En el Guzman no
13. Es lo que hace A. A. Parker, op. cit., pag. 35: «In hay propiamente una autobiograffa espiritual, ya que carece de
this [el empleo de la forma autobiografica], it is not likely alternativas y de progreso, sino una sucesi6n de glosas a la
that he was influenced [ se refiere al Guzman] only by Lazarillo otra vida, la del pkaro, cuya dependencia del Lazarillo es
de Tormes, for the form has, of course, a long and important obvia. Las introspecciones del Guzman obedecen a otros mo-
tradition in religious literature, beginning with the Confessions delos formales, como ha probado Francisco Rico, «Estructu-
of St. Augustine». Este influjo ya foe postulado para el Lozarilln ras y reflejos de estructuras en el Guzman de Alfarache», Mo-
mismo por R. Jauss, R]h, VIII, 1957, pags. 290·311, y refu- dern Language Notes, LXXXII, 1967, pags. 171-184.
CONCE PTO DE «NOVE LA PICARE SCA» 211
210 «LAZARILLO» EN LA PICARESCA
mas que pudo? (pag. 466) Apelo de nuevo al cer la verdad sobre su ca.so, aquel «menage a
buen sentido cdtico de Gonzalo Sobejano; a el se trois» cuyo runrun escandaloso ha llegado a su
debe la plausible hip6tesis de que Guzman no ser- noticia, como vio tan agudamente Claudio . Gui7
vira ya a ningun otro amo, precisamente porque llen 15 • Lazaro decidi6 tomar la historia por el prin-
Sayavedra lo habfa hecho rodar, de uno en otro, cipio, desde SU nadmientO mismo, erigiendose as{
hasta dar en galeras 14. Estimulado por el obstacu- en el primet personaje literario con conciencia de
lo, forzado a buscar otra solucicSn, el sevillano que, en un momenta de su vida, es resultado si-
habrfa encontrado e\e nuevo personaje que solo multaneo de SU sangre, SU educacion y SU expe-
acepta el sefiorfo de sus propias pasiones. De ese riencia. El relato quiere dar cuenta de ese triple
modo la segunda parte del Guzman se sale, y condicionamiento, y acaba, justo, cuando el per-
con consecuencias inmediatamente fecundas para sonaje ha terminado de explicar el ca.so, de satis-
el genera, del monocorde esquema del Lazarillo. facer a su corresponsal. Guzman escribe tambien
Hay que notar, ·sin embargo, que Aleman habfa · en un momenta concreto de su vida, el de galeote,
vacilado ya.en la primera parte, porque uno de los para explicarlo, igualmente, coma consecuencia de
tipos de pfcaro que hace asumir al de Alfarache aquellas tres inducciones: la herencia familiar, los
era la negaci6n misma del criado: «Ya soy paje», malos ejemplos y los habitos adquiridos durante
exclama al dejar de mendigar; «sacaronme de mis su vida. Cuando toma la pluma se halla, dice, en
glorias, bajandome a servir. Fue mucho salto a «la cumbre del monte de las miserias» (pag. 889);
paje, de pkaro» (pag. 409). Mas tarde descubrira desde ella vuelve los ojos atras, exactamente lo
que su personaje no necesita servir para atalayar; mismo que hizo Lazaro desde «la cumbre de toda
pero su plan primero, el de mozo de muchos amos, buena fortuna». Los dos escriben instalados en sen-
era deuda suya indudable con el Lazarillo. das cumbres de su existencia, y esto no es casual
-v y hay un ultimo rasgo constructivo, funda- ni tiene otro precedente en la narrativa moderna
mental como he dicho, que tambien adopt<$ del anterior al Lazarillo.
an6nimo: la vida del heroe contemplada retrospec- Menas casual es aun que la mirada de Alfara-
f"t\ tivamente por ' · stificaci6n o explicaci6n che se remonte a la nifiez, y recorra el curso de la
vde SU estado. El pregonero de Toledo abfa es- adolescencia hasta la madurez. Cuando se discute
.crito a «vuest a merced» una carta, en respuesta
15. Cf. C. Guillen, «La disposici6n temporal del Laza~
a los deseos que este ha':>fa manifestado de cono- Francisc~
rillo de Tormes» , HR, XXV, 1957, pags. 264-279, y
Rico, «Problemas del Lazarillo», BRAE, XLVI , 1966, pagi-
14. Art. cit., pag. 293. na 279.
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la función del Lazarillo en la constitución del gé cubrir ni perder» (pág. 309); y Justina lo repetirá
nero picaresco, se olvida ese mecanismo funda- en verso intilme:
. mental que comunicó a toda la ralea de truhanes
literarios; y es, sin embargo, una. de las más pre Siempre engendra un bailador
claras invenciones del desconocido autor. En su el padre tamborilero;
obra se produjo la metamorfosis de un modo fol pero siempre con un fuero:
klórico de narrar 16, a otro tipo de relato que lo que si acaso e.a en señor,
se torna siempre a pandero (NP, pág. 7 34 ).
trasciende en muchos puntos. Uno de ellos es
este: el héroe del /olktale --como el héroe ca Por fin, el rasgo se aplicará después a inten
balleresco y mítico- permanece en una edad cons ciones muy diferentes 17 a las profundas -y entre
tante: o es adulto siempre (constituye la norma) · sí distintas- del Lazarillo y del Guzmán, yaca
o es siempre niño. A lo sumo, la niñez del perso bará trivializándose como motivo necesario, uno
naje se menciona s6lo para que su vida corra un de los más constantes precisamente,· dentro del
peligro de muerte, y para que se formule alguna ,
genero.
profecía que gobierne su destino. En el Lazarillo ,.. La construcción autobiográfica implica la con-
existe la profecía como tributo a su posición de templación del mundo desde la perspectiva ?el
encrucijada, pero hay ese propósito de desplegar - narrador. Hace muchos años que._ don Amer1co ,
la vida del protagonista desde la niñez a la varo Castro delató este rasgo esencial de la novela pi
nía. Y por muy imperfectamente que este propó caresca 18; recuérdese, de paso, lo que con «rasgo
sito se logre, ·es preciso reconocerlo como una ra · esencial» queremos decir nosotros: no un facto _ _r
dical novedad, inexplicable sin él en la novela pi más o menos común e incorporable a una defm1-
caresca. Ésta hará suyo también el fundamental ción, sino un dato argumental o _constructivo, su
motivo biográfico de los padres viles --con la co jeto, bien a reiteración, bien a manipulacio:-;s por
rrelativa transgresión del cuarto mandamiento-, escritores posteriores. Este arranca tambten del
dándole° idéntico significado: el de que el pícaro Lázarillo, y salvo desvíos o mezclas �el t�po de
recibió la bellaquería anejada con la sangre. Sar La hiia de Celestina, pareció distintivo a casi todos
cásticamente, dirá Guzmán: «Mi natural era bue
no. Nací de nobles y honrados padres: no lo pude 17. Cf. M. Bataillon, «Les nouveaux chrétiens dans l'es
sor du roman picaresquei., Neophilologus, XLVIII, 1964, pá
16. He analizado este proceso en mi estudio Construc ginas 286 y sigs.
ci6n 'Y sentido del «La%4rillo de·rormes-, que figura en e1 pre m,') El pensamiento de Cervantes, Madrid, 1925, pági-
sente volumen. na�2-23.
214 «LAZARILLO» EN LA PICARESCA CONCEPTO DE «NOVELA PICARESCA» 215
los cultivadores del genero. Lazaro, como Guzman, mayor de la urdimbre picaresca que no esta prefi-
como Pablos, Alonso y demas miembros del lina- gurado en el Lazarillo, sino trazado ya con todas
je bribiatico, son testigos que ven, o tratan de ver, -
sus consecuenc1as. \
dirigiendo su exclusiva mirada a la parcial realidad Mateo Aleman habfa lefdo bien el Lazarillo en
que enfocan, con la 6ptica selectiva de su pobrc otro aspecto que he seiialado antes: en cuanto
espiritu. En la obra an6nima se logr6 esto tan relato cerrado, de final muy concreto. La meta de
bien, que constituye un problema crftico clasico SU obra sera tambien la cumbre de abyeccion del
sorprender los momentos en que, a Ia perspectiva heroe; una vez alcanzada, termina su testimonio.
del heroe, parece superponerse la del autor 19 • El Pero a diferencia del autor anonimo que deja dis-
personaje excluye cuanto escapa al control de sus ponible al protagonista una vez explicado el caso,
sentidos, y el novelista no puede ayudarle a saber sin hipotecar su futuro, Aleman, absorbente, do-
mas. En un momento dado, Guzman transcribe minador de su criatura, le niega toda libertad; el
una conversacion que no ha ofdo, pero advierte fin de su condena suspendera para siempre, por-
enseguida: «Este discurso es mfo. Que si no pa- que as! lo ha decidido, su carrera de pkaro. ~Quien
saron estas palabras formales, a lo menos creo podfa creerlo? ~Como confiar en Ia decision vir-
sedan otras equivalentes a ellas» (pag. 558). Y 'el tuosa de Guzman, expuesta en una Hnea, cuando
primer libro picaresco que le sucede hara suyo el ha consumido centenares de paginas en imbuirnos
metodo reflexivamente: «Les quiero contar muy su falta de perseverancia moral? Aunque el au tor
despacio, no tanto lo que vi en Leon, cuanto el no quisiera, aun con ese frenazo ultimo, el perso-
modo con que lo vi, porque he dado en que me naje estaba lanzado por la inercia fuera de su vo-
lean el alma, que, en fin, me he metido a escri- · luntad. No es mucho que, si habfa habituado a su
tora, y con menos que esto no cumplo con mi ofi- Pkaro a escapar de las manos del Creador divino,
cio» (NP, pag. 824 ). Henos, pues, ante otro cabo se le marche de la suyas. Porque el Guzman que
Justina acecha como tercer marido, no era el in-
19. Francisco Rico, en la imprescindible Introducci6n que sustancial asceta que se nos promete, sino e1 otro,
ha escrito para el volumen citado en la nota 11, apoya la
pulcritud testifical de Lazaro con estas palabras suyas: «De lo el anterior, a quien ofrece «cabrahigar» su propia
que sucedio en aquellos tres dfas siguientes [en que permane- picardfa (NP, pag. 710). Y de este modo va a
ci6 inconsciente por el estacazo del cura] ninguna fe dare, constituirse otra norma poetica del genero, al mar-
porque los tuve en el vientre de la ballena, mas de como esto
que he contado of, despues que en mi tome, decir a mi amo, gen de lo que el Lazarillo y el Guzman legfrimo
el cual a cuantos alll'. venfan lo contaba por extenso» ; sefiala, permitfan. Buena parte de Ia picaresca sera ya re-
en cambio, algun grave fallo en el Busc6n (LXVI). lato abierto, sarta inorganica de aventuras, y su
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final contendra promesas de nuevas partes. Que a «vuestra merced» lo que en adelante le sucedie-
unas veces se escriben, pero otras no, porque tal ra; ignor6 que, explicado el caso, no cabfa pr6-
promesa se convirti6, muy tempranamente, en t6- rroga; pero su mente estaba modelada por el Asno
pico ret6rico de remate. de oro o los relatos lucianescos, estirables o en-
Se trataba ahora de un desvfo grave. No se a
cogibles voluntad, y no acert6 a ver que el La-
entendi6 que Lazaro y Guzman nos cuentan sus zarillo constitufa una egregia novedad. Lo mismo
cosas para que comprendamos el porque de sues- sucedi6 a Sayav~dra cuando, a su vez, malentendi6
tado presente. Y asf Justina, Pablos o Teresa de el plan de Aleman, que era el mismo: cerrarlo
Manzanares se limitan a embastar sus peripecias, con un acontecimiento extremo del personaje. La
sin jerarqufa alguna; y Obregon o Estebanillo o incapacidad para estimar novedades es tfpica de
Alonso, llevan al Hmite de memorias totales lo epfgonos: suelen reducir a su sistema de ideas, por
que, en otras obras, constitufa una recapitulaci6n inercia, lo que no cabe en ellas por pertenecer .a
parcial. En sustancia, es lo mismo: la sarta, como otro sistema. Y esta reducci6n de planes que su-
sistema expositivo, que inter.rumpe .el camino del frieron 'el Lazarillo y el Guzman hizo fortuna, y el
relato novelesco abierto por el Lazarillo, y no en- «enfilage»
,
se impuso
.
como esq1 ema de la pica-
teramente desdefiado en este punto por Aleman. resca.
La vida de unos personajes, aunque sea extrafia Al aproximar estas obras con datos de la es-
y azarosa, no constituye una novela en el sentid~ tructura he ido soslayando el rasgo mas visible
actual del termino, si esos personajes no asumen que, en opinion de algunos, las opone, y que eri-
su vida anterior y obran condicionados por ella en gen en rasgo dedsivo para discutir a la primera sus
todos y cada uno de los momentos sucesivos de su derechos geneal6gicos. Me refiero al tipo mismo
existencia. Los relatos posteriores al Guzman del heroe. Lazaro, se dice, no es un pkaro; nunca .A'
abandonan la trayectoria de la novela para desviar- se le llama pkaro en la obra; sus ambientes, su
se hacia un lfmite, el de memorias o recuerdos de conducta no son propiamente picarescos ... Antici-
. lances peregrinos, enristrados casi con tecnica pare que las estimaciones semanticas me arecen
de Floresta. menos aprec1a es en a va oraci6n de un fen6me-
~ Podfa ser rectamente entendido por alguien no literario que los datos procedentes de la es-
que no fuera un narrador genial, aquel hallazgo tructura; con aquellas no estamos seguros nunca
tan prematuro del Lazarillo? Empez6 por no com- de hacer, efectivamente, cdtica literaria. Pero es
prenderlo el interpolador de Alcala, cuando ya tan poco original esta opinion, y ha tenido vale-
en 1554 hacfa que el personaje prometiese contat dores tan persuasivos, que me creo eximido de
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gastar tiempo en su defensa. No afirmo que aque- de esa fecha cuando parece ·que se produjo la ex-
llos datos estructurales hayan sido olvidados siem- pansion de tal vocablo, para designar a un indivi-
pre, en el caso de la picaresca, pero sf que, en ge- duo sin oficio, desastrado, disponible siempre para
neral, se han valorado mas los relativos al argu- trabajos subalternos, que mueve a aprensi6n por
mento, al personaje ya su comportamiento. Como su miseria y porque su falta de principios l<;> hacen
si Ia historia ofreciera muchos ejemplos revolu- sospechoso de d~linquir . No creo probada su vin-
cionarios semejantes al que, en el arte de narrar, culacion originaria con la cocina, sino que esta era
supone el Lazarillo, y ~omo si fuera una invenci6n una de sus posibles ocupaciones aleatorias. Su ca-
mas estimable la de un tipo literario que el modo ractedstica parece ser, precisamente, la falta de
de hacerlo vivir literariamente. Quien no acepte ocupacion y, por tanto, su disponibilidad para cual-
esta jerarqufa de invenciones, es probable que · quiera que pudiera improvisarse y no lo sujetara.
les conceda, al menos, una importancia similar. Como actividades basicas unas veces, y comple-
Para atribuir a Guzman toda suerte de prima- mentarias otras, practicaba el hurto, el juego y la
das como personaje, hay que olvidar cuanto en mendicidad. En el se unfan, pues, como explicara
Lazaro habfa ya: un narrador de sus propias des- el, archipkaro al Lazaro de Luna, «la ociosidad de
gracias, de origen vii, dispuesto a aceptar el des- Marfa» y «el trabajo de Marta», cuando le reco-
honor provechoso de su madre 20 , obligado a aban- mienda que al sustantivo picaro afiada algunas
donar su hogar por la pobreza, mozo de varios cualidades adjetivas: «de cocina, del mandil, del
amos, ladr6n inducido por el hambre y, a veces, rostro ode la soguilla» (NP, pag. 127). Era lo que
simplemente, por su natural vicioso, aspirante per- correspondfa al pkaro strictu sensu, lo que hace
petuo a Ser mas pero atrapado pot SU innato Guzman cuando llega a Madrid desharrapado.
deshonor, razonador, vengativo, cruel si se tercia, Nunca obra asf Lazaro, que no anduvo jamas por
mercader de su propio matrimonio ... ~Significa la Corte --distinta en su tiempo a como sera des-
mucho, frente a estos rasgos, que en 1554 no se pues-, que se aplic6 exclusivamente a servir, y
le Harne explkitamente picaro? Porque es despues que se reconcili6 con la vida cuando obtuvo el
20. Esta coincidencia significativa se prueba con las si-
oficio real. Con aquellos pkaros puros, no com-
guientes palabras de Guzman: a su madre, al quedar viuda, parte masque la rniseria indumentaria de SU nifiez.
«hadasele de mal, habiendo sido rogada de tantos tantas veces, Pero picaro fue tambien el individuo astuto,
no serlo tambien entonces y de persona tal que nos pelechara;
que no lo siendo, ni ella lo hiciera ni yo lo permitiera. Aun
bellaco y artero, aunque no desempeiiara aquel
hasta en esro fui desgraciado, pues aquel juro que tenfa se «oficio» urbano. Cuando lo ejerce, Guzman se
acab6 cuando tuve del mayor necesidad», pag. 143. liama a sf mismo pkaro; pero no prescinde del
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título cuando le sonríe el destino y cuando di vocablo y no; de seguro, a la historia del género,
mit� de la picardía strictu sensu. Y así, sigue sién la palabra pícaro esté ausente de su biografía: con
dolo, pero en la acepción vagamente truhanesca, templada esta a través de Alfarache y no a través
al dejar de ser un pícaro-mendigo y meterse a paje del término, la consanguinidad de ambos perso
( <<Fue mucho salto a paje, de pkaro» ). El dictado najes dista de ser problemática. El pícaro literario
de pícaro cubre con propiedad impecable su pedo- fue un desarrollo de Lázaro a la altura de 1599, .
. do de ganapán, solla�tre y pordiosero, pero se ex es decir, inducid� por otta realidad; pero allí están
tiende también a su vida de .criado, estudiante, visibles inuchas articulaciones básicas de su com
falso caballero, estafador y rufián; porque en todos plexión moral.
estos momentos no ha .dejado de ser el bellaco, Hay todavía un rasgo decisivo que, sin duda,. ,, .
esto es, el pícaro que desde los preliminares del _los hermana más,,·y es su modo de existir _como.©
libro se anuncia. Son dos, pues, los pícaros que personajes de ficción. En ambas _ obras se narra el . . ..
encarna Guzmán, y dentro de ellos cabtía estimar proceso alternante de fottunas 22 y adversid�des
variedades, si se intentara una perfecta descripción del protagonista; en las dos, se suceden sus victo-
tipológica. Es cierto que nada tiene que ver Lá rias ysus derrotas, las situaciones satisfactorias y
zaro con los pícaros a lo Marta y María, cuya los'-desasttes. Lázaro es víctima, como dice, ele
innumerable variedad denunciaba Cervantes 21• A · una ruin dicha, que hace sus negocios «tan al re
pesar de lo cual, y de nuestros distingos críticos, vés•;· Guzmán se expresa más gráficamente: <<A
fue asociado, como vimos, con Guzmán; porque los pobretes como nosotros, la lechona nos pare
participaba algo, y aun más que algo, de la segun gozques» (NP, pág. 612). Esta fortuna pendular,
da picardía de este. Si pícaro era también el tai entre extremos, es un artificio literario, y como
mado sin escrúpulos que fraguaba tretas y hurtos tal, posee un significádo crítico superior al de un
ardidosos, Lázaro, en su modestia, lo es de pleno cotejo de caracteres. Aceptado esto con toda la
derecho. Y ello aunque, por razones de orden importancia que merece, ya que como recurso va �
léxico, que probablemente afectan a la historia del ser mantenido por toda la prole truhana, es fácil
convenir en las diferencias psicol6gicas que sepa-
21. «¡Oh pícaros de cocina, sucios, gordos y lucios, pobres ran a ambos mozos. Entre ellas, esta: el salman-
fingidos, tullidos falsos, cicateruelos de Zocodover y la plaza
de Madrid, virtuosos, oracioneros, esportilleros de Sevilla, man . 22. En la acepci6n actual de esta palabra ( «buena for
dilejos de la hampa, con toda la caterva innumerable que se tuna•) aunque en el Lazarillo'signifique «desgracia•: cf. Fran-
encierra debajo de este nombre de picaro!», La ilustre frego- cisco Rico, La novela ... , pág. 7, n. 8, y la bibliografía atH
na, en NP, pág. 150. menciQnada.
222 «LAZARILLO» EN LA PICARESCA CONCEPTO DE «NOVELA PICARESCA» 223
tino actua hostigado por los malos tratos; Guz- para una tercera parte, no podfa interesarle ni a el
man, casi siempre, por un natural irrefrenable que mismo. .
lo ttansforma en rufian. No parece que con ello, el El genero esta ya lanzado con la aparici6n de
personaje haya ganado en complejidad; por el con- Alfarache, aunqu'e quiza no a ese tumultuario cre-
trario, se ha hecho mecanico, previble, imitable, cimiento que vislumbraba el gran narrador sevi-
e incapaz de Ios delicados sentimientos que el alma llano. La "novela picaresca", con sus dos docenas
de Lazaro, arrollada por el mundo, y sin embargo escasas de dtulos posibles, no constituy6 una moda
tiernamente humana, habfa sido capaz de albergar. extensa, lo cual es compatible con que algunos de
Pero un cotejo en esta direcci6n me harfa perder esos dtulos alcanzaran un exito editorial memora-
tiempo para mi fin, que es insistir en la estrecha ble. Contra su mayor desarrollo cuantitativo cons-
dependencia que liga al de Alfarache con el de piraron Ia repetici6n machacona de ar;nbientes y
Tormes, palpable en rasgos de estructura y com- tipos, y la constancia de sus mecanismos funda-
portamiento que Aleman tuvo en cuenta, que re- mentales: era mucho el ingenio preciso para man-
piti6 o alter6, suscitando con ello Ia conciencia tener las sorpresas e igualar, por lo menos, a Ale-
general de que un nuevo genero habfa nacido. J?Jan. Perque este fue ya un constante punto de
referenda para cuantos siguieron, Quevedo inclui-
do. Practicamente, el Guzman de Alfarache ha
incorporado todos los rasgos distintivos del gene-
Un hecho que no deja de sorprender es lo ro ~ que la posteridad convierte en opci6n. El
pronto que se anunci6 la .fecundidad de esta lite- Busc6n constituye la prueba mas preclara de que
ratura limitada, en principio, por el binomio La- una actitud meramente cdtica ante una poetica
zaro-Guzman. Antes aun que Gines de Pasamon- dada, puede producir una obra maestra. Yo no
te formulara su pron6stico, lo habfa hecho ya el hallo caracteristicas picarescas en la obra de Que-
propio Aleman: «Sa!dran mafiana mas partes vedo que no puedan ser explicadas por el Guzman
-dice- que conejos de soto, ni se hicieron glo- o por el Lazarillo. Don Francisco mont6 sobre am-
sas a la bella malmaridada en tiempo de Castille- bas el entramado de su Busc6n 23 , pero en clara
jo» (pag. 466 ). Partes del Guzman no salieron
mas; pero emulos, varios. y no salieron mas par- 23. Lo vio muy bien C. Guillen : «The roguish novel be-
tes porque les cerr6 el paso con las palabras fi- gins with an overture in two movements: Lqzarillo ,de Tor-
mes [ .. . ] and Guzman de Alfarache, which will become a
nales del pfcaro: «Remate la cuenta con mi mala best-seller and the main target of imitatio~. Yet the latterl did
vida»; la otra, la buena que el autor se reservaba not supersede entirely the former, and Quevedo mu~t _bave
224 «LAZAlULLO» EN LA PICARESCA CONCEPTO DE «NOVELA PICARESCA» 225
hostilidad contra Aleman, y apoyandose en la obra plos], que <ludo nadie compre libros de burlas
anonima como f6rmula preferible. La vida de Pa- para apartarse de los incentivos de su natural de-
blos tiene todos los rasgos de una energica reac- pravado».
cion contra aquella mezcla de epica y didactica que La mixtura de doctrina y vida que se produjo
el sevillano ofreda. Y una reaccion viva, pronta, in- en el Guzman no debi6 dejar satisfecho ni al pro-
mediata, no puede ser un fruto tardfo del genero, pio autor. Si habfa zarandeado a los lectores en el
como implicarfa situar su composici6n . hacia prologo para que aceptasen la p6cima, mediada la
1620 24 • Los datos internos, tantas veces explora- segunda parte hace decir a su personaje: « jOh,
dos, conducen con rara unanimidad a una fecha valgame Dios! jCuando podre conmigo no enfadar-
bastante mas temprana 25 , y SU incidencia en Ull te [ lector], pues aqui no bu seas predicables ni
problema estetico, que serfa vivfsimo a principios doctrina, sino un entretenimiento de gusto, con
de siglo, pero no tanto veinte afios despues, dota que Hamar el suefio y pasar el tiempo! » (pag. 610).
de mayor plausibilidad a aquellos datos. Quevedo No hay ironfa que permita interpretar de otro
no nos leg6 su opinion explkitamente, ya que el modo estas palabras; tampoco la hay en una pro-
prologo del libro no es suyo; pero Duport, pro- lepsis inserta casi al final: « (Dire aqui algo? Ya
bable autor del mismo, expres6 la intenci6n queve- oigo deciros que no, que me deje de reformacio-
desca con aquellas celebres palabras: « [ cuando nes» (pag. 818). No es mucho, pues, que desde el
no saques fruto del escarmiento] aprovechate de principio aquel complejo sacro-profano se viera con
los sermones [ entiendase los sermones de los tern- reservas. Empezando por Lopez de Ubeda, que ha-
bfa pensado dividir su libro en dos partes, una
narrativa y otra moral. «Pero, mejor mirado, me
remembered both as he wrote his Busc6n», «Toward a Defi- pare~i6 cosa impertinente», dice en su preciosa
nition ... », pag. 254. Lo mismo afirma M. Molho («Prise dans declaracion de principios; y opt6 por establecer
son ensemble, la Vie de l'Aventurier imite la Vie de Lazare
et Guzman d'Alfarache» ), en su esplendida «Introduction a Iii la division, mas dentro de cada capftulo, reducien-
pensee picaresque», Romans picaresques espagnols, Paris, Bi- do la doctrina a una magras e insustanciales mora·
bliotheque de la Pleiade, 1968. pag. LXXXIV. lejas, y eso, como concesi6n al caracter edificante
24. Es la fecha que propone A. A. Parker, op. cit., pa-
gina 57. que Aleman patrocinaba para el genero. Lo cual no
25. Cf. mi trabajo «La originalidad del Busc6n», recogido le impidi6 burlarse de los sermones de pulpito que
ahora en el volumen Estilo barroco y personalidad creadora, el sevillano inserta alguna vez en su relato (NP,
Salamanca, Anaya, 1967; y el estudio que precede a mi edici6n
crftica del Burc6n, publicada por la Universidad de Salaman- pagina 750 ).
ca, 1965. Quevedo zanj6 la cuestion resueltamente. Su
226 «LAZARILLO» EN LA PI(:ARESCA CONCEPTO DE «NOVE LA PICARESCA» 227
Pablos tiene mucho mas de Guzman que de La- dianamente discreto», NP, pag. 150), contra la
zaro; pero en el modo de contar su vida, se in- glosa moral interpretativa («No quiero que pa-
vierten polarmente las preferencias. ~Me atevere rezcamos predicadores», NP, pag. 208; «-Todo
a decir que la aportaci6n fundamental de don Fran- eso es predicar, · Cipi6n amigo. -Asf me lo pare-
cisco a la picaresca, descontando, claro, los aspec- da a mf, y asf me callo», ibid.; «-Sigue tu histo-
tos esteticos, consisti6 en restituirla a la pureza ria, y no te desvies del camino con impertinentes
epica? Aparte esto, se limit6 a moverse dentro digresiones», NP, pag. 213 ); y, por fin, contra las
del sistema de rasgos distintivos definidos por el · pretensiones procesales del Guzman, en terminos
an6nimo y por Alfarache. Y si el Busc6n, a su vez, muy energicos: «Advierte, Berganza, que no sea
actu6 como modelo, se debi6 al vigor con que im- tentaci6n del demonio esa gana de filosofar que di-
ponfa una concepci6n estrictamente narrativa del ces te hfl venido; porque no tiene Ia murmuraci6n
genero. Quevedo volvi6 una vez mas a hacer en mejor velo para paliar y encubrir su maldad diso-
el alarde de SU talento preferentemente crftico, solo Iuta, que darse a entender el murmurador que todo
inventivo al nivel del concepto y del lenguaje. Y cuanto dice son sentencias de fil6sofos, y que el
hemos visto ya que esta resurrecci6n que impuso decir mal es reprehension y el descubrir los de-
al Lazarillo fue a costa de traicionarlo en lo que fectos ajenos buen celo» (NP, pag. 211 ). Cervan-
tenfa de novela, y de acentuar Ia entrada de la tes se opone discteta y frontalmente a Aleman,
picaresca en la vfa muerta de la sarta indefinida- con una actitud de artista que ha clarificado Car-
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mente prorrogable. los Blanco Aguinaga, en un trabajo memorable •
Pero la oposici6n mas neta al Guzman y, con El gran escritor advirti6 con perspicuidad genial
ella, al genero que nada, fue, como es sabido, la las cuatro amenazas que el Guzman implicaba con-
de Cervantes 26 • Su recelo apunta contra la identi- tra el arte de narrar: el relato inorganico, la mo-
dad autor-personaje. («~Como puede estar acaba- notonfa del heroe, Ia moralizaci6n, y Ia imposi-
do [mi libro], respondi6 [ Pasamonte], si aun no ci6n al lector de una sentencia definitiva sobre
es ta acabada mi vida? » ), contra la sordidez cons- el mundo . Es evidente que si Cervantes ha de fi-
tante del tipo («en Carriazo vio el mundo un pi- gurar en la historia del genero, habra de ser en
caro virtuoso, limpio, bien criado y mas que me- cuanto debelador del mismo. Trat6 de picaros , pero
punto por punto; y confió a unos perros, trabados y en cubrir con aquel marbete genérico a todas las
en un coloquio de ironía lucianesca, su crítica más obras que contaron con tales rasgos, manipulán
dolos o no , como· armazón válida para el relato.
sutil 28• , .
Y está claro que,1 al hablar de armazon, no pienso
tanto en el contenido como en los dato� de la es-
Con el Guzmán, decíamos, termina la fase tructura.
constituyente del gén�ro: lo que sigue son actos
de elección, combinaciones más o menos habilido-
sas, a cargo de autores que juzgaron fecundos los
supuestos fundamentales de aquella poética. Acep
taron o suprimieron, mezclaron o ampliaron, alte
·raron en suma el diseño con variantes, pero sin
perder de •vista ese foco de atracción que eran
los rasgos distintivos del género. Se siente tenta
ción de ver lo que sigue a Alemán como una acti
vidad destructiva, como haces de fuerzas centrí
fugas, pero _no: compensándolas, hay· otras que
tienden al centro y que mantienen la relativa cohe
sión del sistema.
En torno a la comprensión de la «novela pica
resca►> como género literario, mi propuesta se con-
creta en abandonar la inducción, en anteponer a . ¡
su definición la dilucidación de cómo se hizo, y, / 1
para ello, en fijar con cuidado los�
,,,,,-...-..
tivos, en observar el rumbo que estos siguieron,
28. Me parece absolutamente segura la sospecha que ex
pone C. Guillén de que .,Jas censuras literario-formales guc
se expresan en el Colo uio ?e los erros· aluden al Guzmán»,
e.12 « uis Sánchez ... •• pág. 225, n. 22. En rea idad, aneo
Aguinaga centraba ya en el ?:oloquio sus pnncipaJ-es. y defini
tivos argumentos sobre el anripicarmno de Cervantes.
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