Sunteți pe pagina 1din 10

En este texto, Freud compara al aparato psíquico con una vesícula viviente, metáfora que le sirve

para explicar el funcionamiento del aparato psíquico y las defensas que se ponen en juego para
recuperar el equilibrio ante una excitación de magnitud considerable. Y ubica la disposición a
laangustia como un mecanismo indicador del peligro que se cierne sobre el psiquismo. Esta
disposición moviliza la energía psíquica ante la excitación traumática, comenzando un trabajo de
ligadura de la energía que ingresa al aparato con el objetivo de drenar el plus de excitación y
restablecer el equilibrio abruptamente amenazado.
.
Cuando Freud habla de angustia, en este texto, indica que la misma constituye un estado de espera
del peligro y de preparación para el mismo, mientras que el susto es un estado resultante de
unpeligro que no está previsto y se presenta en forma brusca
Aún nos queda algo por explicar en la​ vesícula viviente ​y su​ capa cortical receptora de estímulos​.
Este trocito de sustancia viva flota en medio de un​mundo exterior cargado de las más fuertes
energías​, y sería destruido por los efectos excitados del mismo si no estuviese provisto de un
dispositivo protector contra las excitaciones​ ​(Reizschutz).

Este dispositivo queda constituido por el hecho de que​ la superficie exterior de la vesícula​ pierde la
estructura propia de lo viviente, se hace hasta cierto punto anorgánica y ​actúa entonces como una
especial envoltura o membrana que detiene las excitaciones​, esto es, hace que las energías del
mundo exterior no puedan propagarse sino con sólo una mínima parte de su intensidad hasta
las​vecinas capas que han conservado su vitalidad.​ Sólo detrás de tal protección pueden dichas
capas consagrarse a la recepción de las cantidades de energía restantes.

La capa exterior ha protegido con su propia muerte a todas las demás, más profundas, de un
análogo destino​, por lo menos​ hasta tanto que aparezcan excitaciones de tal energía que
destruyan la protección​.

Para el organismo vivo, la defensa contra las excitaciones es una labor casi más importante que la
recepción de las mismas.

El organismo posee una provisión de ​energía propia​ y tiene que tender, sobre todo, a preservar las
formas especiales de la transformación de energía que en él tienen lugar contra el​ influjo nivelador
y, por tanto, ​destructor de las energías excesivamente fuertes que laboran en el exterior

La ​recepción de excitaciones​ sirve, ante todo,​ a la intención de averiguar la dirección y


naturaleza de las excitaciones exteriores​, y para ello le basta con tomar pequeñas muestras del
mundo exterior como prueba.

En los organismos más elevados se ha retraído​ hace mucho tiempo​ a las profundidades del
cuerpo la capa cortical​, ​receptora de excitaciones​, ​de la célula primitiva​; pero​ partes de ella
han quedado en la superficie​,inmediatamente debajo del general dispositivo protector. Son estas
partes ​los órganos de los sentidos​, que ​contienen dispositivos para la recepción de
excitaciones específicas,​ pero que ​además poseen otros dispositivos especiales destinados a
una nueva protección contra cantidades excesivas de excitación y a detener los estímulos de
naturaleza desmesurada​.

Constituye una ​característica​ de estos órganos el hecho de ​no elaborar más que escasas
cantidades del mundo exterior,​ no tomando de él sino pequeñas pruebas. Quizá pudieran
compararse a tentáculos que palpan el mundo exterior y se retiran después siempre de él.

Me permitiré, al llegar a este punto, rozar rápidamente un tema que merecería ser fundamentalmente
tratado. El ​principio kantiano​ de que ​el tiempo y el espacio son dos formas necesarias de
nuestro pensamiento​,​ hoy puede ser sometido a discusión ​como consecuencia de ciertos
descubrimientos psicoanalíticos.

Hemos visto que ​los procesos anímicos inconscientes ​se hallan en sí ​«fuera del
tiempo»​. Esto quiere decir, en primer lugar, que​ no pueden ser ordenados
temporalmente​, que ​el tiempo no cambia nada en ellos ​y que ​no se les puede
aplicar la idea de tiempo​. Tales caracteres negativos aparecen con toda claridad al
comparar los procesos anímicos inconscientes con los conscientes. Nuestra ​abstracta
idea del tiempo​ parece más bien basada en el funcionamiento del ​sistema P-Cc​ *​[L
​ a
conciencia sería – según la teoría metapsicológica de Freud – la función de un sistema: Sistema
Percepción-Conciencia (Pc-Cs).​]. y correspondiente a una​autopercepción​ del mismo. En
este funcionamiento del sistema ​aparecería otro medio de protección contra las
excitaciones.​ Sé que todas estas afirmaciones parecerán harto oscuras; mas por ahora
nos es imposible acompañarlas de explicación alguna.

Hasta aquí hemos expuesto que la ​vesícula viva ​se halla provista de un​dispositivo protector
contra el mundo exterior​. Antes habíamos fijado que la​primera capa cortical ​de la misma tiene
que hallarse diferenciada, como ​órgano destinado a la recepción de excitaciones procedentes
del exterior​. Esta​capa cortical sensible​, que después constituye el ​sistema Cc.​, ​recibe también
excitaciones procedentes del interior​; la ​situación del sistema entre el exterior y el interior​ y la
diversidad de las condiciones para la actuación desde uno y otro lado es lo que regula la función del
sistema y de todo el aparato anímico.​ Contra el exterior existe una protección​, pues las cantidades
de excitación que a ella llegan no actuarán sino disminuidas.​ Mas contra las excitaciones
procedentes del interior ​no existe defensa alguna; ​las excitaciones de las capas más profundas
se propagan directamente al sistema sin sufrir la menor disminución, y determinados caracteres de
su curso crean en él la serie de ​sensaciones de placer y displacer​. De todos modos,​ las
excitaciones procedentes del interior​ son, por lo que respecta a su intensidad y a otros caracteres
cualitativos -y eventualmente su amplitud-, más adecuadas al funcionamiento del sistema que las que
provienen del exterior.

Pero dos cosas quedan decisivamente determinadas por estas circunstancias. En primer
lugar, la ​prevalencia de las sensaciones de placer y displacer sobre todas las
excitaciones exteriores​, y en segundo, la ​orientación de la conducta contra
aquellas excitaciones interiores que traen consigo un aumento demasiado
grande de displacer​. ​Tales excitaciones son tratadas​como si no actuasen desde
dentro, sino desde fuera ,​ empleándose así contra ellas los medios de defensa de
la protección​. Es éste el origen de la​proyección​, a la que tan importante papel está
reservado en la causación de procesos patológicos. ​pp. 17-19

A la historia soñada se le da el nombre del "​contenido manifiesto​" y al significado de dicha


historia "​contenido latente​". Esta construcción no es totalmente arbitraria o desordenada,
sino que, en términos generales, sigue unas pautas comunes a todos los individuos. Los
mecanismos de elaboración onírica son las distintas formas de construcción del material
onírico que el soñador percibe –del contenido manifiesto-. Los mecanismos de elaboración
onírica más importantes son la ​simbolización​, el ​desplazamiento​, la ​condensación​ y la
dramatización​.

La primera teoría pulsional , aparece el 1905 , en “tres ensayos para la sexualidad infantil”
Este primer esquema opone , las pulsiones sexuales y las pulsiones de autoconservación .
Las pulsiones sexuales son fruto de todo el desarrollo freudiano sobre la sexualidad
humana y se asimilan a un empuje cuyo origen está en el cuerpo , fundamentalmente en las
zonas erógenas.Las pulsiones de autoconservación están más referidas a las necesidades
biológicas.
La segunda teoría pulsional aparece el “más allá del ppio del placer” Este nuevo dualismo :
pulsión de vida / pulsión de muerte o eros /tánatos . Los pilares que permiten a Freud
construir esta teoría son la compulsión a la repetición , la persistencia del sufrimiento por vía
del síntoma , la reacción terapéutica negativa y las neurosis de guerra.
En primer lugar la compulsión a la repetición. Los diversos fenómenos de repetición
difícilmente pueden reducirse a la búsqueda del placer o de una satisfacción libidinal, o a
una tentativa de dominar las experiencias displacenteras. Por el contrario, son vividas por el
individuo como extremadamente penosas. ¿Pero qué es lo que se repite? Según Freud, son
experiencias manifiestamente displacenteras y resulta difícil comprender qué instancia del
sujeto podría hallar satisfacción en ellas.

De un modo general, lo reprimido intenta retornar al presente en forma de sueños,


síntomas, actuaciones. En cuanto a la explicación teórica, Freud no se decide con claridad:
se le impone como hecho clínico, pero oscila entre una expresión primitiva de un placer
infantil, incomprensible en el momento en que lo vive como placer, y una compulsión que
estaría más allá del placer, al servicio de la pulsión de muerte.

“En la vida anímica existe realmente una obsesión de repetición que va más allá del
principio de placer y a la cual nos inclinamos ahora a atribuir los sueños de los enfermos de
neurosis traumáticas y los juegos de los niños”. La obsesión de repetición y la satisfacción
instintiva directa y acompañada de placer parecen confundirse aquí en una íntima
comunidad. Los fenómenos de la transferencia se hallan claramente al servicio de la
resistencia por parte del Yo que, obstinado en la represión y deseo de no quebrantar el
principio de placer, llama en su auxilio a la obsesión de repetición. Esta parece ser más
primitiva, elemental e instintiva, que el principio de placer al que sustituye.

Parece que no se pudiera encontrar coherencia en esta explicación teórica si no se vincula


esta obsesión de repetición con la pulsión de muerte. La repetición debe relacionarse, en
último análisis, con lo que existe de más pulsional, de demoníaco: la tendencia a la
descarga que ilustra el concepto de pulsión de muerte.

La compulsión a la repetición va más allá del principio de placer, retrocede a un estado de


desorganización, tiende a la muerte. En 1924, Freud dice que el principio de placer se halla
directamente al servicio de las pulsiones de muerte. En definitiva la pulsión de muerte se
constituye en la pulsión por excelencia. Como conclusión: las pulsiones las podemos dividir
en dos grandes grupos: la erótica, que busca acumular cada vez más sustancia viva en
unidades cada vez mayores, y la pulsión de muerte, que se opone a esta tendencia y
retrotrae lo vivo al estado inorgánico. De la pugna de ambas surgen los fenómenos de la
vida a los que la muerte pone fin.

II. Narcisismo primario y Estadio del Espejo en la Constitución Subjetiva


La noción de constitución subjetiva, se abordará desde las coordenadas de la función
materna y paterna, haciendo énfasis en el recorrido por los pasajes fundantes del
narcisismo y el estadio del espejo. Como punto de partida, se encuentra el deseo de la
madre, y se concibe que para que un bebé devenga en "ser humano" debe de ser un hijo
deseado para algo y que eso se inscribe en su inconsciente, tal como lo expresara Winnicott
(1993) "Los bebés no existen", ya que en un principio sólo está la función materna (sea la
madre o quien la cumpla), y esto es así, porque el deseo de hijo se instala mucho antes de
tenerlo: la madre debe elaborar una relación con el hijo que lleva en su vientre, debe crearlo
psicológicamente, el imaginarle un cuerpo, esto corresponde a la primera representación
que de él se tiene como ser unificado y sexuado. Al nacer, el hijo completa a la madre en
este imaginario.
Así, se tiene que el niño antes de tener un cuerpo biológico, tiene un cuerpo mental desde
la madre, y el hecho de que ella misma haya sido bebé alguna vez y jugado activamente a
ser mamá, crea algo en su psiquismo que es posible reencontrar muchos años después
(Donzino, 1999). Freud (1925) analizó respecto de la sexualidad femenina, que una de las
elaboraciones posibles de la envidia al pene, implicaba la salida del Edipo negativo (con la
madre) y la entrada al positivo (con el padre), marcando de este modo la asimetría con el
del varón, que se daba en ambos polos simultáneamente. Freud (1924) plantea que para
que algo de la maternidad se materialice y tenga un efecto positivo sobre el hijo, tiene que
haberse logrado una serie de transformaciones a nivel simbólico: desde la envidia al pene y
la renuncia a este órgano como tal, al deseo de recibir el pene del padre y que ese pene
engendre bebés. Se produce entonces, una ecuación entre el pene como órgano de
complemento narcisista y el hijo como representante fálico de esa completud. Varias
desilusiones deberá enfrentar la niña: no tendrá el pene que envidiaba, ni el que posee su
padre, tampoco un hijo de él pero sí podrá obtenerlo de otro hombre. Ese hijo queda, según
Freud (1925), en la estructura edípica femenina, como una promesa a ser cumplida en
algún tiempo futuro. Y éste llega con la madurez sexual y ese niño que existía en su
fantasía es entonces posible de "materializar". Entonces, si dentro de lo que se denomina
espacio psíquico materno se ubica al Edipo, este niño fantaseado viene con una historia ya
establecida. Según Donzino (1999) los efectos del mito se observa en el nivel de
significación que han producido, y no se limitan a la producción de patología, por el contrario
forman parte de las huellas que nos preceden y dan un lugar en el mundo. "Todo dependerá
de cuál sea ese "lugar"" (ibidem).
Un segundo momento lógico, sería el de la procreación. Aquí se produce una
materialización de la fantasía, de aquella promesa. Según Donzino (1999) este tiempo
reviste gran importancia clínica ya que se puede detectar en pacientes adultas que estén
por dar a luz, la actualización de ciertos fantasmas respecto del embarazo, que abren a un
interesante campo de intervenciones con la madre, pero que tienen en el horizonte el futuro
psíquico del hijo. En el tiempo de lo intrautrerino, se va a desarrollar dos conceptos de Piera
Aulagnier (1977): el cuerpo imaginado –o sombra hablada- y el cuerpo fantasmado. Desde
la existencia estructural en la psiquis materna, ese hijo se encarna ahora y toma cuerpo: el
feto. ¿Qué nueva operación tendrá que realizar la madre en este nuevo período? Piera
Aulagnier (1977) escribe que deberá realizar el "primer don libidinal". La madre le hablará a
su bebé, se dirigirá a un ser humano que de forma humana todavía no tiene nada. Anticipa
de este modo un cuerpo unificado y entero, sexuado y autónomo. A esto llama "cuerpo
imaginado". No es un cuerpo que se correlaciona con el desarrollo embrionario. Lo imagina,
lo piensa y le habla a un bebé que imagina con carita, tal vez parecido al papá, o a su
propio padre. Donzino (1999) comenta sobre el concepto de "sombra hablada", que éste
permite incorporar el tema de la función estructurante de la palabra. Este autor señala que
una sombra, es la silueta de un cuerpo a contra luz proyectada en el espacio, pero no es el
cuerpo mismo, y que tampoco es un reflejo que podamos reconocer o identificar. "Se
proyecta desde un cuerpo, pero no es una prolongación de éste" (ibidem). Piera Aulagnier
(1977) insiste en que el don libidinal tiene dirigirse a un ser inscripto en la psiquis materna,
como humano, independiente y autónomo, que vive y se nutre en el interior de la madre,
pero no es "de ella". La idea de que esa sombra sea hablada introduce una dimensión
fundamental en el proceso de subjetivación: para el ser humano, para armar la condición de
humano, es fundamental que alguien nos hable, piense en nosotros, hable de nosotros y, en
los primeros tiempos, también por nosotros.
Sobre el concepto de cuerpo imaginado, se dirá que se refiere al "deseo de hijo"
(contrapuesto al "deseo de maternidad", asociado al de cuerpo fantasmado). Este deseo
inviste la representación "hijo" y para que esto cobre una dimensión simbólica fundamental
sobre el bebé, debe enlazarse al deseo de un hijo de su partenaire. Ello instaura la
dimensión simbólica del padre, piedra angular en el trípode del Edipo estructural, la madre
reconoce la participación del "hombre" en la fecundación y promueve la filiación, nombrando
a ese hombre "padre" de su hijo (Donzino, 1999).
El nacimiento es el momento del encuentro entre una madre y su hijo, lo fundamental en él,
es que la madre descubra que lo nacido coincide con lo que había investido previamente,
aunque a decir de Mannoni un bebé nunca es completamente lo que una madre espera, sin
embargo, la madre "acomoda", "superpone" el cuerpo imaginado al real del bebé. De este
modo, se asegura la narcisisación del bebé.
El bebé como ser altricial llega al mundo dependiendo de un otro jerarquizado (en adelante
Otro) que codifique y decodifique su demanda. La cría humana mediante el llanto, producido
por una gran excitación visceral, va dando cuenta de un Otro al que es dirigida una
demanda: la cancelación a esa sensación, pide una "acción específica": comida, mimos,
baños, canciones, etc. En el ser viviente hay entonces todo un movimiento pulsional que
arranca y depende del campo del otro, dice Lacan (1978); es el Otro que frente al llanto
coloca nombres: "es por hambre, es por frío, es por gases". Erogeniza así cada uno de los
bordes pulsionales. Un bebé tiene una superficie de inscripción donde todos los estímulos
exteriores dejan su marca: su piel. Amamantar al bebé, acariciarlo, hablarle y sostenerlo con
la mirada genera una escena inolvidable: un plus de placer, una primera experiencia de
satisfacción que deja una huella mnémica, dirá Freud.
Si bien hay un niño que capta tonos de voz y no contenidos, esta escucha diferenciada
posibilita el lenguaje y de la respuesta del Otro no solo depende su vida sino su estructura
como sujeto. Este Otro debe saber cómo y cuando estar: lo cualitativo prima sobre lo
cuantitativo. Saber dar. Dar con amor. La madre, o quien cumpla su función, lee
anticipadamente lo que ella cree que es una demanda y algo brinda que no es del hijo sino
que le es propio: se habla del deseo materno, lee lo suyo en el rostro del bebé. Lacan
(1978) habla del "baño de lenguaje", del Otro como "batería de significantes". Sobre el
deseo materno se dirá, siguiendo a Wittenberq (2001: 23) "que una madre le transmite al
hijo por la forma de tratarlo, de sostenerlo de mirarlo o de no hacerlo, por la forma en que le
habla, si éste le despierta amor, odio, persecución, envidia, gratitud, desesperación o
comprensión, si lo ve como una "cosa" o como una persona".
En el diario acontecer del bebé, cada día desde el Otro le vendrá su reconocimiento como
sujeto, esto es, la vigencia del código que utiliza. En un primer momento estas
significaciones serán arbitrarias y sin embargo son las que lo irán significando como sujeto:
para hablar primero tuvo que haber sido hablado, para desear primero tuvo que él mismo
ser deseado. Desde la función materna, alguien creerá comprender lo que quiere, lo que le
molesta, lo que lo asusta, alguien se reirá junto con él de sus "gracias" alguien lo amará o
no: sólo a través de estos compromisos su universo devendrá significante. Para
Jerusalinsky (1995) la praxis de la función materna y paterna, tendría que ver con acciones
concretas que tienen una dimensión significante, a esto él lo llama "acto significante" y dice
que , "… sin ser acción (en el sentido motor que le da Piaget), es práxico: tiene
consecuencias sobre aquello en que el niño se estructura, y lo marca para siempre"( pp.38),
completando este postulado, Annie Cordiè (1998), siguiendo a Lacan, dice acerca del bebé
que éste concreta en su cuerpo la presencia misma del objeto "a" tomado de la pulsión, el
fantasma y el deseo del Otro, y que es desde allí que percibe todo lo que ese Otro le quiera
dar: amor, odio, rechazo, indiferencia.
Se espera que ha partir de la función materna y paterna, el pequeño advenga como ser en
la subjetividad, ahora bien una madre y un padre, pueden relacionarse con su bebé desde
sus propias determinaciones inconscientes, por lo que en ocasiones los avatares en las
praxis de la función materna y paterna no consiguen poner en marcha "el proceso que
permite al bebé habitar su cuerpo en tanto sujeto, que nutrido por el Otro se va
progresivamente diferenciando de él (Pérez de Plá, 2000:40). Esta situación conllevaría
graves costos en la constitución subjetiva, implicando déficit en el desarrollo de las
funciones instrumentales y en el ser de este sujeto; los casos más graves asociados a esta
problemática se encuentran en el campo de las psicosis infantiles y en el autismo.
Según Sara Paín (1985) la dramática de este sujeto, que asume el deseo del otro como mandato
inconsciente de ser, es que debe diferenciarse y que esta diferenciación no se instaura simplemente
por la marca anatómica, sino que resulta de un complicado juego de significantes que proponen la
ausencia y la presencia, como condición para la instauración de lo simbólico. Si la madre persiste en
esa idea de completud que le causa el hijo, el narcisismo del bebé que todo consigue con un llanto
paralizara todo su deseo, se estaría hablando de una madre fálica, lo cuál por supuesto tendrá altos
costos para la estructuración del psiquismo del niño.
La noción de ​narcisismo​ aparece por primera vez en Freud en 1910, el descubrimiento del narcisismo
condujo a establecer la existencia de una fase de la evolución sexual intermedia entre autoerotismo y
el amor objetal, "el sujeto comienza tomándose a sí mismo, a su propio cuerpo como objeto de amor"
(Freud, 1911). Según Laplache y Pontalis (1968) en los textos del periodo de 1910-1915, Freud
busca dar cuenta del momento de la constitución del narcisismo primario y esta fase es localizada
entre el autoerotismo y la de amor de objeto y parece ser coetánea a la aparición de una primera
unificación de sujeto, de un yo. Dylan Evans (1997) comenta que Freud (1914) describe al ​narcisismo
como la investidura de la libido en el YO y lo opone al amor objetal, en la cual la libido es investida en
objetos. Para este autor (1997) Lacan atribuye gran importancia a esta fase de la obra de Freud,
puesto que claramente inscribe el yo como un objeto de la economía libidinal, y vincula el nacimiento
del yo a la etapa narcisista del desarrollo. El ​narcisismo​ es diferente de la etapa anterior de
autoerotismo (en el cual el yo no existe como unidad), y sólo aparece cuando una nueva acción
psíquica da origen al yo. Lacan desarrolla este concepto de Freud vinculándolo con el mito de
Narciso y "​define entonces al narcisismo como la atracción erótica suscitada por la imagen especular;
esta relación erótica subtiende la identificación primaria que da forma al yo en el estadio del espejo"
​ e lo anterior se desglosa que el narcisismo tiene un carácter erótico y también agresivo.
(pp.135)​. D
Es erótico en el sentido de que el sujeto se muestra fuertemente atraído por la gestalt que es su
imagen, es agresivo porque el carácter de totalidad de la imagen especular contrasta con la desunión
incordinada del cuerpo real del sujeto y parece amenazarlo con la desintegración.

Es necesario destacar que el ​estadio del espejo​ es una instancia fundamental para la constitución
subjetiva, Silvia E Casado (2003) comenta que para Winnicot este estadio se da desde que nace
porque la madre le funciona de espejo: esta es una experiencia evolutiva y estructurante que le
permite al niño acceder a su esquema corporal consciente, pero además una imagen inconsciente de
su cuerpo que se contrapone con la incoordinación propia del periodo sensorio-motriz por el que
transita el pequeño.
Lo que se está jugando en este periodo tan temprano es la constitución de un yo-cuerpo del que
posteriormente derivará un yo que estará puesto como función en el sujeto del inconsciente. Para
Lacan el yo es una construcción imaginaria que tiene una estructura paranoica fragmentada antes de
los seis meses y que sólo a través de la identificación con la imagen de otro, podrá asumir el propio
cuerpo con una sensación imaginaria de completud y dominio (Jiménez Ramírez, 2004). Este
momento de la subjetivación es desarrollado por Lacan (2003) en ​"El estadio del espejo como
formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica",​ e implica el
momento jubiloso en que el niño observa su imagen unificada en el espejo, Lacan (2003) dice que "​el
hecho de que su imagen especular sea asumida jubilosamente por el ser sumido todavía en la
impotencia motriz y la dependencia de la lactancia que es el hombrecito en ese estadio infans, nos
parecerá por lo tanto que manifiesta …. la matriz simbólica en la que el yo (je) se precipita en una
forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el
lenguaje le restituya en los universal su función de sujeto" (pp.87) . "La función del estadio del espejo
se nos revela entonces como un caso particular de la función de la imago, que es establecer una
relación del organismo con su realidad, o como se ha dicho, de la Innenwelt con el Unwelt" (pp.89).
Para Lacan (2003) el estadio del espejo consiste en una "​captación por la imago de la forma
humana….la que entre los 6 meses y los 2 años y medio domina toda la dialéctica del
comportamiento del niño en presencia del semejante. Durante todo ese periodo se registraran las
reacciones emocionales y los testimonios articulados de un transitivismo normal​." (pp. 105)
Morales Ascencio, H. (2001), sobre el estadio del espejo hace las siguientes precisiones: ​"En el
primer momento se constituiría el yo en relación con su propia imagen, y en el segundo momento
éste se objetivaría como tal con la identificación con el otro. El segundo momento, al objetivar la
primero, lo constituye. Pero sin ese primer momento no habría segundo. Resumiendo, sólo a partir
del segundo momento el primero se constituye, pero el primero implica para el segundo una
precondición lógica. Se trata así de un solo tiempo de configuración del yo con dos momentos
constitutivos. Estos dos momentos darían lugar a dos modalidades del yo, que serían: el yo (moi)
imaginario y el yo (je) social. Dos modalidades pero una sola instancia​" (pp. 62)
Es este periodo el pequeño "juega" a aventar algo para que se lo recojan y a volverlo a aventar
después, esta experiencia lúdica es de gran importancia ya que se convierte en modelo por el cual se
representa el acceso a la simbolización en el niño. En este juego se articula algo del orden de la
llamada, dirigida a la madre, en tanto ausente, así como la fabricación de imagos. La posibilidad de
simbolizar, hace esa ausencia soportable, permiten una espacialidad fuera del cuerpo materno. El
fort-da introduce esta dimensión simbólica pues más allá de la madre real, el niño encuentra a través
del vocablo a la madre simbólica, luego ese mismo niño experimentará con su propio cuerpo el juego
de su propia pérdida y retorno, estableciendo las bases de su identidad. Como se dijo anteriormente,
el juego del fort-da tiene relación con el logro de la constancia objetal, posterior a la indiferenciación
característica de la relación narcisista del bebé con la madre.
Para finalizar este apartado, se dirá que la noción de infante que se ha ido construyendo desde la
teoría psicoanalítica, no concibe a éste como un producto de su propia natura, es decir su herencia
genética y biológica, sino de éstas más aquellas condiciones significantes que inscribirán al bebé en
el mundo de lo simbólico, adviniendo si todo sale bien, en un sujeto del inconsciente. En este proceso
la función materna y paterna por parte de quienes cuiden y rodeen al bebé es fundamental, casi
siempre dándose estas condiciones significantes dentro del seno de una familia, Freud describe a la
familia como "​matriz primordial del desarrollo psíquico del niño y de los conflictos planteados entre él
y las imágenes introyectadas de sus padres y hermanos"​. Destaca, además, la importancia de las
relaciones familiares en el desarrollo del carácter y la actividad del individuo. Por su parte Lacan
(1978) sostiene que "​la familia gobierna los procesos fundamentales del desarrollo psíquico, la
organización de las emociones (...) y transmite estructuras de conducta y de representación cuyo
desempeño desborda los límites de la conciencia".​ Silvia E. Casado (2000) comenta acerca de la
importancia de la familia, y sostiene que en todos los casos no sólo se habla de un Otro que deba
prestar su presencia real como soporte sino que además, aquello que dé, debe darlo con amor y
dentro de un interjuego relacional. El sujeto psíquico se constituye en la alteridad, es decir a partir de
un Otro, y es a partir de éste que el niño debe constituir un mundo representable y comunicable,
mundo que debe ser reconocido como exterior a él y capaz de ser significado.
Freud expone la pulsión de muerte en dos situaciones de la vida anímica. La primera de
ellas es la neurosis traumática, en la cual una tensión irrumpe en el psiquismo con una
intensidad tan fuerte que desborda su capacidad de defensa. Por ejemplo: accidentes,
guerras o cualquier tipo de situación traumática. Después de la Primera Guerra Mundial
eran muchas las personas afectadas. Se observaba que en la vigilia el tema se tocaba con
naturalidad, o simplemente no se trataba. Mientras que muchos de estos sujetos tenían
sueños recurrentes que reconducían a la circunstancia traumática. En estos casos, los
sueños no cumplen la función de realización de deseos inconscientes, pues despiertan el
terror de la situación temida.
Sumado a esto, Freud observa el juego infantil de uno de sus nietos de año y medio de
edad. El Fort-Daconsiste en lanzar un objeto pequeño a un rincón de la habitación, o debajo
de la cama. Al mismo tiempo, el niño producía un sonido, cuyo significado era fort o fuera.
En otras ocasiones, repetía el juego con un carretel de madera, que tenía una cuerda con la
que lo lanzaba y lo hacía volver emitiendo la palabra da o aquí. Después de observarlo
durante un tiempo, Freud concluyó que el pequeño repetía un escenario que no es
agradable para él: la partida de la madre. Empero, ahora el niño tomaba papel activo, en
una vivencia donde fue pasivo. Aunque sea revivir una experiencia dolorosa, va conectada
a la ganancia de un placer de otra índole.

Pulsión de Vida vs Pulsión de Muerte


La pulsión de vida entonces incluye tanto las pulsiones sexuales como las yoicas de la
primera teoría pulsional. Es cualquier tendencia libidinal hacia la ligadura del aspecto
económico del quantum de afecto a una representación psíquica. Por medio de este
mecanismo, se dirige a la conservación de la vida, y a generar una mayor ligadura de la
energía libidinal con las representaciones.
En “Más Allá del Principio del Placer” (1920), Freud comenta sobre la pulsión de muerte:
La pulsión de muerte en cambio “trabaja muda dentro del ser vivo en la obra de su
disolución”.
Si no está de algún modo ligada a la pulsión de vida se nos escapa. Su propensión es
contraria a la pulsión de vida, pues es lo más pulsional, y menos ligado a representaciones
del psiquismo humano. De hecho, busca romper la conexión entre la pulsión de vida y la
representación, volviendo a la pura cantidad. De acuerdo con el planteamiento freudiano,
estas pulsiones se encuentran en condición de mezcla o desmezcla. , y nunca pueden
distinguirse independientes una de otra.

) Pulsiones de muerte

Se trata de la gran novedad introducida por Freud en su segunda y última teoría pulsional.

Pulsiones de muerte

Designan una categoría fundamental de pulsiones que se contraponen a las pulsiones de


vida y que tienden a la reducción completa de las tensiones, es decir, a devolver al ser vivo
al estado inorgánico.

1. Primeramente, se dirigen hacia el interior y tienden a la autodestrucción;

2. En segundo lugar, se dirigirían hacia el exterior, manifestándose entonces en forma de


pulsión agresiva o destructiva (Laplanche, 336).

Definición:

Freud definió la pulsión de muerte como la tendencia de los organismos y de sus células a
volver al estado inanimado (Kaplan, 76), o, para usar las mismas expresiones de Freud, las
pulsiones de muerte son aquellas que tratan de conducir lo que está vivo a la muerte
(Freud, Más allá del principio del placer).

Freud indica que la tendencia de la pulsión de muerte aparece expresada en el Principio del
nirvana, que designa algo distinto al principio de constancia u homeostasis: el nirvana es la
tendencia radical a llevar la excitación a nivel cero, es decir a la muerte (Freud, El problema
económico del masoquismo).
Así como ‘Eros’ tiene relación con las pulsiones de vida,‘Tanatos’ tiene relación con las
pulsiones de muerte:
Tánatos: Palabra griega (la Muerte) utilizada en ocasiones para designar las pulsiones de
muerte, por simetría con el término de Eros; su empleo subraya el carácter radical del
dualismo pulsional, confiriéndole una significación casi mítica.

Federn habría introducido el término en psicoanálisis, aunque Jones dice que Freud lo
usaba en sus conversaciones (Laplanche, 425).
Freud había indicado que las pulsiones de muerte se dirigen primero hacia el interior, en
una dirección autodestructiva, y sólo secundariamente, después, se dirigen hacia el exterior,
en una dirección agresiva.

S-ar putea să vă placă și