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UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS

DIVISIÓN DE LA UNIVERSIDAD ABIERTA Y A DISTANCIA


LICENCIATURA EN LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA
LITERATURA CONTEMPORÁNEA
CRISTIAN JAVIER SÁNCHEZ TORRES
CAU BOGOTÁ
CÓDIGO: 2190471

Hombre silente y posmodernidad

Tromsø es una novela escrita por el español José Israel Carranza. En la historia un sujeto de edad
no precisada, pocos datos de su identidad se precisan hay que decirlo, nota como sus locuciones
son ilegibles por sus interlocutores no sólo por el tono de su voz sino por una incomprensibilidad
intrínseca. La larga secuencia de percances lleva al hombre a refugiarse en el silencio. En lo que
sigue intento por medio de menciones desarticuladas y arbitrarias rastrear los elementos
posmodernos en esta novela.

¬Personajes marginales

Dedicar un relato a un hombre que decide ocultarse en el silencio es una tarea excepcional. En este
ítem lo podríamos comparar con el film El discurso del rey que, salvando las diferencias, es un sujeto
relevante al cual se le dificulta pronunciar alocuciones. En Tromsø no, o quizás sí, no es del todo
seguro afirmar ya que se desconoce si el protagonista de esta novela ocupa un papel sobresaliente
en la sociedad y no basta para afirmarlo la exorbitante suma de dinero que transfiere a otra cuenta al
final de la novela o las sucesivas cartas que recibe aun cuando se ha confinado en una
normalización casi anonimato. La masificación le ha permitido ser libre.

Que el sujeto nunca se identifique por su nombre, que ningún personaje de la novela lo sea –salvo
Oliver que es un helecho en la ventana- es una razón más para confirmar lo periférico de su
carácter. No es el Nadie de La Odisea, ni siquiera cuando el cajero percibe que no es un
cuentahabiente1 más. Esta razón se refuerza cuando se percibe que el desarrollo de la novela no
tiene lugar en una ciudad central o al menos en una calle concurrida, sino en Tromsø una ciudad en
Noruega. La ciudad incluso se pudo omitir, salvo que se perdería el detalle de la aurora boreal,
porque por lo demás se podrían ambientar en cualquier monótono pueblo del caribe, en Asía o
África.

1
Debo reconocer que hacía mucho un libro no me llevaba a consultar el diccionario tan seguido. La
particularidad de la jerga de la novela se ejemplifica en palabras como ésta o acendra, sobreseídas, ofidio,
fosfenos, ríspido…
¬Metaficción

Son tantas las oportunidades en que el autor salpica su narración con reflexiones sobre la palabra o
el arte de escribir, pero aquí solo me detendré en dos. El autor advierte como “una existencia, que
por lo demás, no hay justificación para creer que tendrá lugar fuera de estas páginas” (Carranza,
2018: p. 50). A continuación de esa cita continua una serie de disquisiciones sobre el lenguaje muy
interesantes y estimulantes, pero me detengo en la anterior porque presenta dos oportunidades.
Primero, confirmar lo marginal del personal –tan insulso, tan monótono- y segundo, que el autor es
consciente que al dibujar ese presente que conoce con tanta profundidad pero que desconoce lo que
le precede y le continua.

La segunda acotación sobre la palabra que me resulta relevante sucede al final de la novela. Cito:
“[las palabras] podrían optar por inmolarse y quedar borradas y no volver a existir nunca en la lectura
de nadie, como si nunca hubieran sido escritas y nunca hubieran hecho falta: el hombre seguiría ahí”
(Carranza, 2018: p. 121). Si se le presta la suficiente atención se percibe como está cita va en
dirección contraria de la anterior. En efecto, está nos confirma la existencia del sujeto, su
permanencia, sumado al hecho de que la novela tiene un final abierto nos deja la impresión de que
un buen día cruzaremos al hombre silente en la calle. Que no tiene palabra, que es abúlico y sujeto
de las pasiones de los objetos, pero que permanece allí en su rutina triangular.

¬Escritura fragmentaria.

Tromsø no es una novela salpicada por microrelatos, pero sí por cuidadas descripciones y escritura
exigente. De las primeras y las semiosis que pueden desatar dan testimonio las palabras que suscita
un cortaúñas. Cerca de 150 palabras que no se transcriben aquí pero que se pueden consultar en la
página 83 del manuscrito y que empiezan en Se podría y terminan en ese dinero. Estas pequeñas
digresiones resultan importantes en el corpus pues son los cristales en base al cual se perfilan ese
collage: la sombra del silente.

Por escritura exigente me refiero a la continuidad de la sintaxis. Me explico. El autor redacta


oraciones muy largas pero con uso adecuado de la puntuación, que resultan fatigantes al principio
pero al final se ha acostumbrado a ella. Esta sintaxis se prolonga a los párrafos que corresponden
puntualmente con cada uno de los capítulos de extensión variable. Así hay capítulos de media
página -como el final- o capítulos extensos {párrafos extensos} como el del que se extrajo la cita
anterior.

Coda

Una vez rastreados mal que mal los elementos de la modernidad en la novela Tromsø. Me permito
realizar algunos comentarios de mi percepción del texto, tanto o más fragmentarios que la fuente
que los suscita.
1. El relato de un hombre que es incomprendido y se refugia en la abulia y el silencio me
parece insensato, conformista y estúpido. No sé si en vez de un obstáculo yo vería una
oportunidad de esforzarme. Si Beethoven sordo y componía melodías, Homero ciego y
escribía ¿Qué hubiera sido de Cayetano –permítaseme llamarlo así-?
2. Desgajado de lo anterior, el afán de no comunicarse que no sólo se manifestaba en su
incompetencia para hablar o escribir, se traslada a lo más elemental que es la mirada. El
silente no quiere dejar brecha para la expresividad, es un auténtico analfabeta.
3. El detalle del capítulo en que descubre que su letra es tanto o más elegible que sus
alocuciones no concuerda del todo con el final de un millonario que es capaz de escribir
nítidamente el nombre de un beneficiario de traspaso. Evidentemente en este punto se
podría –apelando a una interpretación psicoanalítica- advertir que una vez Cayetano se
enfrenta a la vaciedad intencional de la carta en blanco supera un trauma o lo aniquila.
4. El poder generativo de la palabra se trasluce en realidades como el cabello del protagonista
que deja de crecer, una rutina que no varía, un interlocutor irreal [Oliver en este punto no es
más que el eco del Wilson del film El náufrago].
5. Las ocasionales genialidades del autor me hacen pensar que su genio sería mejor
aprovechado en un género como el lírico que el narrativo. Lo dijo concretamente por figuras
como: “lenguas hubieran sido los toboganes en que viajaran velocísimas esas palabras”
(Carranza, 2018: p. 27), “derrumbes casi microscópicos” (p. 43), “su reloj del buró escandía
los segundos” (p. 69), “las cartas con su mutismo pasmoso” (p. 91)…
6. Retornando a las categorías de Rancière, pareciera que la exclusividad del modo de ser
sobre el modo de hacer no dejara nada bueno, lo ideal es el equilibrio. El silente Cayetano o
al menos quien lo narra, es un sujeto que renuncia a su hacer mínimo y esencial que es la
palabra. Para él nada es hacer, ninguna alocución es innovadora, sino la repetición al
extremo.
7. El final abierto es estimulante pues invita al lector a que continúe maquinando quien era el
sujeto que cedió su personalidad con los últimos ceros de su cuenta bancaria. Quizás
enmudeció porque su voz era tan reconocida que debió pagar el precio de la fama y harto
de fingir se cobijó en el silencio y en el anonimato.

Referencias.

Carranza, J (2018) Tromsø. Barcelona: Malpaso Ediciones


Mbaye, D (2014) Entender la posmodernidad: Una hermenéutica desde la segunda fila.
Madrid: Araucaria. Revista de filosofía, política y Humanidades.

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