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Introducción
Sin embargo, el arte puede ser algo más que mercancía y diagnosticar las
condiciones soc - económicas de la sociedad. También puede generar un
disfrute que la sociedad capitalista no puede satisfacer.
incluya un juego libre de las facultades físicas y psíquicas. Con el control
democratizado de los medios de producción podría surgir el componente “utópico”
del arte como un enriquecimiento de todas las actividades humanas.
Tanto Marx como Engels tenían en alta estima la independencia mental del
poeta, las innovaciones del lenguaje y la liberación de un didactismo simplista.
También mostraron un interés intenso por el surgimiento de una vida cultural
genuina de la clase trabajadora. Aunque despreciaban todo arte que en su
esteticismo refinado se destinara a un círculo muy restringido, centraban su
atención en el valor que tiene para toda la humanidad el mejor arte surgido de las
clases altas, pasadas y presentes.
No consideraban la mayor parte del arte y la literatura simplemente como
una cuestión de perspectiva o ideología clasista: gran parte del arte más
interesante agudiza nuestra percepción de las ironías, complejidades y
contradicciones de la presión histórica sobre la actividad cultural. En la dialéctica
del arte y la historia no hay simplemente una relación “sincrónica” de la actividad
cultural con una sociedad contemporánea, sino una deuda “diacrónica” con los
desarrollos históricos anteriores, incluidos los que hayan ocurrido dentro de la
disciplina, género o la rama del arte de una obra particular.
Así pues, si el arte no puede reducirse a la ideología clasista, ¿cómo seEl arte puede ser
relacionará con el desarrollo histórico? La teoría cultural marxista se ha estructura
simplificado a menudo en una cruda extensión de la llamada noción de “base- (conciente) y
superestrucutra.” Esta no es una distinción entre materia y espíritu, sino entre la superestructura
actividad humana consciente, orientada hacia la creación y la conciencia humana(falsa conciencia)
que aporta razones, racionalizaciones y modos de legitimación. El arte puede
formar parte no sólo de la base o la superestructura, sino de ambas.
Tanto Marx como Engels usan como modelo del “realismo” a Balzac y a
Shakespeare. En su alabanza de un realismo auténtico, Marx y Engeles
desarrollaron temas bastante comunes en la estética europea de mediados del
siglo XIX, sobre todo en lo tocante a las novelas inglesas, francesas y rusas.
Marcaban cuatro criterios esenciales del realismo: tipicidad, individualidad, Rel. Luckács
construcción orgánica de la trama, la presentación de los humanos como sujetos y
objetos de la historia.
Es importante el hecho de que las diversas necesidades del arte distaban
mucho de agotarse siguiendo los criterios del realismo literario: el realismo es sólo
una de las clases de literatura y el arte favorecidas por ambos autores.
Se puede situar la perspectiva social de Marx dentro de algunas corrientes
principales del pensamiento alemán y francés en el siglo 1750-1850. Sus
opiniones sobre el arte y la sociedad reformularon e interconectaron una gran
diversidad de tradiciones a veces opuestas. Estaba en deuda con la estética y
filosofía social alemanas del período de 1770-1815: Herder, Kant, Goethe, Schiller,
Fichte, Hegel. En vez de afrontar el mundo exterior como un campo objetivado
para el cálculo científico y el uso tecnológico instrumental, estos pensadores
concibieron el mundo exterior como el plano en el que los humanos expresan y
realizan sus potencialidades morales, estéticas y espirituales internas. Dentro de
esta gran corriente expresivista hubo divisiones: los románticos, los filósofos
idealistas; ambos subrayaron la necesidad del desarrollo temporal orgánico,
autoexpresión y la autonomía moral en sus revueltas contra la Ilustración francesa.
1. Los artistas se ocupan de los medios con los que trabajan, de los procesos mismos de la creación.
2. Desaparece la estructura narrativa en beneficio de la sincronicidad.
3. Nihilismo, pérdida de significado. Exp urbana fragmentada.
4. Personajes colectivos, personalidades fragmentadas.
Las nociones e una alienación del yo frente a la propia actividad social y política y
de la “cosificación” del mundo moderno artificial en un mecanismo congelado,
rígido y distante, se encontraban bien desarrolladas ya dentro del pensamiento
humanista, idealista y romántico alemán de esos decenios. Dentro de este
contexto de la teoría social y la historia social es donde se contempla la
divergencia filosófica entre el materialismo objetivista francés y el énfasis idealista
alemán sobre el papel del sujeto reflexivo. En 1840, Marx buscaba en Francia e Síntesis
Inglaterra una guía para la reconstrucción empírica del mundo político y en sus Franco-
esperanzas de un progreso potencial a través de la ciencia y la industria, pero Germana.
como filósofo alemán rechazaba lo que consideraba las implicaciones pasivas de
un materialismo mecánico e insistía en una dialéctica hegeliana de la mente activa F: Progreso,
y la realidad objetiva. Razón,
La lógica dialéctica de Hegel ayudaba a articular la experiencia Ilustración
contradictoria de esperanza y desaliento que Marx experimentaba frente al G:
capitalismo modernizante. Su respuesta doble frente a la modernización Humanismo,
capitalista se desarrolló a través de una síntesis “germano-francesa.” Entrelazó Dialéctica
ambas corrientes en sus observaciones sobre el arte y la sociedad.
de resistencia dentro de los cuales podrían crearse las obras de arte dotadas de Homologación
espíritu crítico; cosa que si hacían la alta cultura del siglo XIX y la avant-garde entre EEUU y
contemporánea. Constantemente homologaban ambos autores la industria de la fascismo
Nuevas cultura norteamericana en sus resultados con la del fascismo.
tecnologías: Revelando cierta fascinación por primera aparición de las tecnologías
novedad. Falsa nuevas del siglo XIX, Benjamín combate este impulso considerando la novedad
conciencia: como la quintaesencia de la falsa conciencia bajo el capitalismo, cuyo agente
moda. incansable es la moda. Pero hay un deseo colectivo de superar las deficiencias
del orden social de la producción, un deseo de dejar atrás un sistema social que
frustra la promesa de lo nuevo convirtiéndolo de inmediato en una mercancía
vendible. Este deseo asume la forma de imágenes de la conciencia colectiva
donde la memoria del pasado más antiguo genera esperanzas de un futuro
utópico. Las imágenes ambiguas de la prehistoria y el presente transfigurado
aparecen también en los tonos líricos e Baudelaire, quien conjura los elementos
arquitectónicos de la formación topográfica de París, aunque al igual que todos los
estratos bohemios acude al mercado para encontrar un comprador de sus
producciones poéticas. Benjamín comenzó a analizar tales temas construyendo
correspondencias y relaciones metafóricas entre la poesía de Baudelaire y su
ambiente político, social y económico. Uno de sus propósitos era la oposición a
las atracciones alucinantes del esteticismo a fines del siglo XIX, sometiendo la
poesía de Baudelaire al análisis materialista. De esta forma, Benjamín
interconectaba recíprocamente la estética modernista francesa y el materialismo
marxista en una forma que modificaba el significado de ambos.
Adorno disentía del aparente supuesto de Benjamín acerca del surgimiento
directo de posibilidades utópicas trascendentes dentro del desarrollo de la
sociedad capitalista, posibilidades frustradas por las actuales relaciones clasistas.
Si hubiese algunos elementos utópicos, deberían percibirse inmanentemente,
dentro de las obras de arte y existirían como momentos de negación crítica del
desarrollo capitalista.
La afirmación implícita por parte de Benjamín que la clase trabajadora, el
sujeto colectivo revolucionario podría trascender la noción marxista del fetichismo
de los bienes de esta clase; Adorno insistió en una negación crítica en toda la
línea. Al rechazar la noción de la conciencia colectiva, subrayaba que no estaba
invocando ningún individuo burgués presuntamente autónomo, abstraído del
proceso social real. Añadió sin embargo que el individuo es un instrumento
dialéctico de transición que no debe ser eliminado por un mito, sólo puede ser
sustituido, sin aclarar cómo.
Adorno detectaba la resistencia marcada de benjamín a intervenir
teóricamente en la presentación de sus materiales. Temiendo que el Instituto de
Investigación Social lo abandonara en sus dificultades financieras, Benjamín tenía
razones para plegarse ante las críticas de Adorno.
Benjamín sostuvo opiniones alternativas, hasta contradictorias, acerca del
proceso histórico moderno y el lugar el arte y la cultura masiva en su interior. Tras
las críticas de Adorno, Benjamín compuso un análisis muy diferente en un estudio
titulado “Sobre algunos temas en Baudelaire.” Aquí concibe el aura como un
complejo de experiencias inmensamente valiosas que se está minando
lamentablemente en la sociedad moderna. Adorno recibió este ensayo con gran
entusiasmo; comentando que la declinación del aura significaba la alienación
cosificada de tales objetos frente a sus creadores, la pérdida de la “huella
humana” en ellos.
Junto con ésta y otras obras estaba a la vez escribiendo la más brechtiana
de sus obras, “El autor como productor,” donde se materializa más intensamente
el optimismo revolucionario acerca del proletariado y la tecnología. Benjamín
cultivaba radicalmente una ambivalencia que hace de su trabajo una mezcla tan
explosiva, eludiendo aun los esfuerzos de síntesis más refinados.
El procedimiento de Adorno consistía a menudo en la exposición de las
realidades regresivas de desarrollo aparentemente liberadores, y Benjamín podría
sostener ocasionalmente lo contrario, pero su obra e los años treinta contiene en
conjunto, paradójica y simultáneamente, las dos antinomias de una postura
ambivalente. Una de las limitaciones de su debate es el hecho de que esta
perspectiva más amplia no estaba realmente presente, ya que Benjamín no quiso
hacerla explícita.
CONCLUSIÓN
Las ideas estéticas y culturales muy diversas de los 4 autores enriquecieron
la tradición marxista en éstas áreas y la equipararon mejor para evaluar los
nuevos desarrollos asociados a la revuelta marxista. La confrontación con el
modernismo librada por nuestros cuatro autores en la época de Hitler y de Stalin
desafió al marxismo APRA que afrontara finalmente la crisis de la sociedad
burguesa liberal y sus valores desde el decenio de 1870, a cuyas estructuras
debía mucho el marxismo optimista clásico.
En cuanto a los beneficios obtenidos por el modernismo de su investigación
por parte de marxistas estéticamente sensibles podríamos considerarlos en primer
término a la luz de su declinación, ampliamente discutida ahora. Tal desarrollo
hace que las críticas de los autores al modernismo parezcan más poderosas que
nunca, aunque tengan las deficiencias de su propio pesimismo monolítico. Los
cuatro autores sostuvieron convincentemente que el modernismo debía
entenderse en relación con la economía, la sociedad y la cultura capitalistas; y en
términos más amplios, debía contemplarse históricamente, aunque muchos de sus
practicantes parecieran rechazar el modo de pensamiento histórico.
Los cuatro autores no eran tanto marxistas que se ocuparon del arte como
importantes pensadores estéticos que utilizaron su significativa experiencia
cultural al volverse marxistas para desarrollar sus importantes aportaciones a una
estética marxista.