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Terminología
Cómo usar este manual
Por qué no has obtenido resultados anteriormente
¿Por qué nunca, o casi nunca, he conseguido nada destacable con la Ley de la Atracción, pese
a que practico mucho?
El Propósito
He intentado muchas veces descubrir mi propósito en la vida pero creo que no lo he
descubierto todavía ¿Es necesario saber mi propósito vital? ¿Cómo puedo descubrirlo?
¿Cómo se encuentra un propósito ¿Cómo encontrar MI propósito?
Sesión de Brainstorming
Pero ¿Cómo evito el autoengaño?
Los Objetivos
La lista de los deseos
¿Cómo establezco un objetivo indicado para mí?
¿Cómo pongo en marcha el objetivo?
¿Por dónde empiezo? ¿qué puedo elegir?
¿Cuántos objetivos puedo tener a la vez? ¿estaré pidiendo demasiado?
¿Por qué es necesario tener tantos deseos a la vez?
Estoy hecho un lío ¿con qué opinión quedarse, muchos o pocos objetivos?
La intención es lo que cuenta
No importa el «cómo» sino el «qué»
¿Cómo conseguiré mi objetivo/intención?
¡Ojo a los “cómo” disfrazados de metas!
Pero fantasear sobre cómo se cumplirá un deseo es inevitable
«Cuando estoy entusiasmado no puedo evitar fantasear sobre cómo se cumplirá mi
objetivo/intención ¿Por qué lo anulo de esa forma? ¿No se supone que el Universo es más listo que yo, por
qué no me hace caso omiso y lo intenta cumplir a su modo?»
Claridad y concreción
Si estás pasando por un mal momento...
Los límites del objetivo
¿Cómo de ambicioso puedo ser en mi objetivo/intención?
Entonces ¿cuál es el equilibrio entre pedir demasiado e insuficiente?
Realidad Objetiva
El proceso por etapas y los eslabones de la cadena
En secreto
¿Debo mantener mis objetivos/intenciones en secreto o compartirlos?
Establecer un plazo de cumplimiento
¿Cuándo se cumplirá mi deseo? ¿debo establecer un tiempo límite para el cumplimiento de mi
objetivo/intención?
Tener fe en los objetivos
¿Cómo puedo tener fe en mis objetivos/intenciones?
Las Afirmaciones
Construyendo la afirmación perfecta
¿Cómo convertir mis objetivos/intenciones en afirmaciones que funcionen?
“Siempre positivo, nunca negativo”
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué el Universo no diferencia positivo de negativo?
Eliminar las desiderativas
Que involucre tus propias acciones
La extensión
¿Es mejor hacer una afirmación breve que cale bien hondo, o larga que recoja más detalles?
Claridad y Concreción
¿Hago mi afirmación concreta y específica o más abierta para que me llegue lo que Dios/El
Universo quiera?
No establecer plazos
¿Debo establecer una fecha límite en mi afirmación?
Incluir un factor emocional
Incluir un verbo de acción
Otras palabras clave para incluir en la afirmación.
Sacarse un seguro. La coletilla final.
El tiempo y el modo verbal
Resolver los conflictos entre la intención y el subconsciente
* UN IMPORTANTE COMENTARIO FINAL SOBRE LOS BLOQUEOS:
Cómo afirmar
Para las afirmaciones pronunciadas en voz alta
¿Alguna forma o posición en especial?
Las afirmaciones escritas frente a las leídas y memorizadas
¿Leída, memorizada o escrita es más eficaz?
Las tarjetas de cartón
A mano o a máquina
Afirmaciones en Audio
El lugar donde afirmar
¿Dónde puedo afirmar? ¿Dónde es más recomendable?
El momento en el que afirmar
¿Cuándo puedo o debo afirmar?
Mejorar el momento: Meditación y nivel Alfa
El número de repeticiones
¿Cuál es el número mágico de repeticiones que me hará obtener mis deseos? ¿Cuántas
concretamente he de escribir?
Técnicas para llevar la cuenta
La Visualización
Lo que es y lo que no es la visualización
¿Qué es exactamente la visualización?
¿Por qué se cumple lo que se visualiza?
La diferencia entre las afirmaciones y la visualización
¿Qué es mejor, afirmar o visualizar?
¿Pero cómo saber si se te va a dar mejor la visualización o las afirmaciones?
¿Cómo visualizar más eficazmente?
No fantasear
¿Por qué muchos visualizan con fotografías y dibujos?
La técnica del Tablón de Logros
¿Qué es y cómo funciona (correctamente)?
El mejor modo de usar el Tablón de Logros
Entonces ¿cómo usar el tablón de logros si queremos mantener nuestros deseos a resguardo?
Qué incluir en el Tablón de Logros
El Tablón de Agradecimiento
El Tablón de Logros y Agradecimientos
Cuándo y dónde visualizar. Afirmaciones y Visualización, la combinación perfecta
El Desapego
Déjalo ir. El desapego frente a la obsesión
¿Cómo saber si me estoy “pasando” de practicar?
¿Cómo voy a dejarlo ir si parece que todo me va peor cuando empiezo a practicar con la Ley de la
Atracción?
Recurso 1: Tomárselo con filosofía
Recurso 2: repetir una afirmación
Recurso 3: considérate responsable
¡Combínalos!
Lo que nunca funciona
Resultados
Las donaciones, el diezmo y el “Glad-Giving” como máxima expresión de desapego al dinero
La Rutina
La necesaria creación de un hábito
Mi rutina diaria
¿Cómo conseguir una rutina?
Si eres de los que les cuesta levantarse de la cama
¿Y si algún día me quedo dormido y no puedo hacer los ejercicios de primera hora porque
llegaría tarde a mi trabajo?
Mi Guía Interior
Mi Yo superior
El Universo
El Infinito
La Inteligencia Infinita
La Inteligencia Universal
La Conciencia Universal
El cerebro
El subconsciente
El sistema nervioso central
El alma
Dios
Cristo
La Divinidad
La Energía Vital
El Todo
La Naturaleza de Buda
La Fuente
La Fuerza
El Tao
Yo Soy
El Espíritu
La Esencia
El Ser
La Luz
El Gran Espíritu
Cómo usar este manual
Una cosa más antes de que te pongas de lleno a la lectura del libro. Soy
consciente, porque así me ha pasado muchas veces, que los lectores tienden a
leer de corrido un libro, aunque éste sea de ejercicios, por ejemplo porque estás
leyendo en la cama y no tienes papel y boli a mano para hacerlos, y vas dejando
las actividades para cuando acabes el libro, si es que te acuerdas que había
actividades porque normalmente cuando acabas un libro tienes otro/s en lista de
espera igualmente interesantes que te están gritando «¡léeme! ¡léeme!».
Muchas veces ni tan siquiera los autores facilitamos esta tarea mezclando
ejercicios en mitad de teorías que en ocasiones se contradicen entre sí. Esto pasa
mucho por ejemplo en los libros del Dr. Joseph Murphy quien no sigue un
proceso sistemático sino que va exponiendo experiencias muy diferentes que ha
ido recopilado alrededor del mundo. No es que no funcionen sus métodos pero si
en un capítulo le pide al lector que practique la afirmación “riqueza y éxito” y al
siguiente que practique con la afirmación “atraigo el dinero como un imán” esto
creará una poco conveniente indecisión al lector que comenzará a hacerse
preguntas del tipo «¿cuál he de seguir?» «¿las dos a la vez?» «¿una cada día»
«¿la que a mí me apetezca?» lo que conllevará su paralización y a que
definitivamente no practique los ejercicios o los practique de una manera poco
eficiente.
También es habitual en este tipo de manuales que el autor proponga realizar
un ejercicio al final de cada capítulo, pero lo que suele pasar es que un día con
menos tiempo para leer sólo podamos pasar unas cuantas páginas de medio
capítulo y otro día con más tiempo queramos leer varios capítulos de un tirón.
Para evitar esta práctica tan humana que impide que realicemos los ejercicios
correctamente (o mejor dicho, de la forma más eficaz para que funcionen), en
lugar de hacer como la mayoría que insisten en que detengas tu lectura y te
pongas a realizar los ejercicios, he optado por la estrategia de “si no puedes con
ella, únete a ella” así que no te obligues a hacer lo que no te apetece en ese
momento, déjate los ejercicios de momento, no hace falta que vayas haciéndolos
sobre la marcha, ni tan siquiera que los apuntes para hacerlos después, ni que te
hagas resúmenes de éste manual, te los explico en cada capítulo para que
entiendas su funcionamiento, pero lee cómodamente todo el libro seguido
hasta el final sin pararte a practicar porque en el último capítulo te haré un
AMPLIO RESUMEN COMPLETO de lo más importante que hemos visto
(el mejor 20% de este manual) y volveremos a retomar los ejercicios todos
juntos en plantilla de “Protocolo L.A. 20/80©” que te he comentado hace unos
párrafos, para que así puedas centrarte en la lectura al principio y en los
ejercicios al final.
He intentado a base de multitud de ejemplos que la lectura sea amena y
fácilmente comprensible pero si aún así hay algún capítulo que no entiendes,
no te atasques, no te detengas a releerlo una y otra vez hasta comprenderlo
porque en el resumen final verás todo el proceso de una manera global, lo que te
facilitará su comprensión y, además, en la plantilla del protocolo lo tendrás
articulado de forma clara y sencilla de forma que puedas realizar una práctica
eficaz que es lo que verdaderamente importa, independientemente de cómo
hayamos llegado a ella. Con todo y con ello, por si aún te quedaran dudas de
cómo realizar la plantilla, al final del libro también la encontrarás completada
con un ejemplo ficticio.
Lo último que te voy a pedir puede sonar egocéntrico, pero a riesgo de
parecerlo, he de pedírtelo porque me parece un requisito básico para el óptimo
funcionamiento del proceso que vas a aprender en este libro: por favor,
mientras estés con este libro, no leas ningún otro libro sobre cómo conseguir
éxito, la Ley de la Atracción o similares, ello te podría confundir y bloquear
tus avances. Se trata de simple eficacia, centrarse en lo que se tiene entre manos,
focalizarse. Si estuvieras leyendo otro libro de aprendizaje de cualquier otro
proceso (de autoayuda espiritual o no) te pediría lo mismo. Pero en este caso
resulta más motivado por la propia naturaleza del libro que trata de cohesionar
todas las doctrinas de una misma filosofía. Si deseas ampliar la información, en
el último capítulo encontrarás una buena bibliografía de los libros más
recomendables.
Por qué no has obtenido resultados anteriormente
¿Por qué nunca, o casi nunca, he conseguido nada destacable con la Ley de la
Atracción, pese a que practico mucho?
Quizá estuvieras a punto de perder la fe, a punto de abandonar para siempre
esta pseudociencia llamada “Ley de la Atracción”, cuando llegó a tus manos este
libro. No pierdas la esperanza, la Ley de la Atracción funciona, siempre
funciona, es como la Ley de Causa y Efecto o la Ley de la Gravedad, que nadie
se cuestiona si funcionan o no, si es justa o injusta, simplemente se sabe que
existen y punto. «Entonces… ¿por qué a mí no me funciona?»
En realidad, sólo es por un motivo: autosabotaje.
El autosabotaje significa estar programado subconscientemente para fracasar.
Por mucho esfuerzo y empeño que le dediques, en una lucha de tu consciente (lo
que deseas conseguir) contra tu subconsciente (lo que estás programado para
conseguir), siempre saldrá vencedor tu subconsciente.
Quizá alguna vez estuviste a punto de rozar el éxito cuando de repente se dio
un inesperado giro de los acontecimientos que provocó que no lo consiguieras.
En realidad tú mismo saboteaste tu propio éxito. Por ejemplo,tienes un gran
deseo de conseguir un trabajo de crupier, haces tus afirmaciones, practicas todos
los días, realizas los cursos necesarios, echas el Currículum Vitae en todos los
casinos y un día te llaman de uno para darte el trabajo pero no coges el teléfono
porque no conoces el número. Esto es un ejemplo mucho más común de lo que
crees. Y luego te maldices y maldices la Ley de la Atracción y te preguntas el
porqué no funciona.
Puede que hayas practicado rematadamente mal. No hablo de practicar
mal sino de rematadamente mal porque no hay una única manera de hacer los
ejercicios, prueba de ello es que cada autor o gurú de la Ley de la Atracción
establece sus propias reglas y parece que a todos les funciona. Por lo que no hay
una manera única y definitiva de practicar, cualquier práctica es buena. Aunque
sí que hay UNA MANERA MEJOR Y MÁS EFICAZ DE PRACTICAR que es
la que luego veremos. Pero si a ti no te ha funcionado por mala praxis es porque
ésta ha sido muy breve, por ejemplo practicaste dos o tres días y lo dejaste, o
practicaste de manera alterna (un día sí y otro no; uno sí y dos no; dos sí y uno
no…). Pero en cualquier caso, si has practicado mal esto se debe a un
motivo… autosabotaje. Te faltó motivación suficiente para practicar todos los
días y al final la falta de motivación suficiente provoca autosabotaje,
seguramente causado por un error en la selección del objetivo, a su vez
provocado por una mala elección del propósito.
Puede que tu deseo fracasado fuera muy ambicioso, pecaste de exceso. Es
cierto, muchos autores hablan de ganar cientos de millones con la Ley de la
Atracción y seguro que has oído a alguno decir “para el Universo es igual de
fácil atraer un millón que 100 millones”. Y sí es cierto. Para el Universo, pero no
para ti. Porque tú, y yo, y todos tenemos unos límites inconscientes
(programación subconsciente) que si sobrepasamos conllevará que no nos lo
creamos en absoluto y pierda así su total eficacia (autosabotaje). Por ejemplo. Si
estás ganando 12.000 al año, no es “razonable” para tu subconsciente pensar que
el año que viene estarás ganando 100.000 al año porque sin darte cuenta te has
programado para ganar 12.000 al año y cambiar tan radicalmente tu
programación no es fácil. Si tú nunca has conseguido nada con la Ley de la
Atracción, lo mejor es empezar por pequeños logros para ir cogiendo confianza e
ir cambiando poco a poco tu programación. Si lo que te interesa es el dinero, por
ejemplo, un buen punto de partida podría ser el objetivo de duplicar tus ingresos
cada año. Como veremos un objetivo bien construido ha de ser lo
suficientemente interesante y desafiante como para que te emocione (te
motive a practicar los ejercicios) pero no tan lejano a tu situación actual como
para que lo veas (consciente o inconscientemente) imposible. Y si no seleccionas
bien tu objetivo ¿qué pasará? Efectivamente… autosabotaje.
Como acabas de leer, se puede pecar de exceso de ambición y también se
puede pecar de falta de ella, el objetivo debería ser suficientemente interesante y
desafiante como para que te motive a practicar los ejercicios de forma constante.
Por ejemplo, quizá desees un simple helado para poner a prueba si funciona la
Ley de la Atracción, pero eso no es un interés ni un deseo auténtico así que no lo
desearás ardientemente y el fracaso está casi garantizado y lo peor es que cada
fracaso hace mella en los siguientes éxitos, crea un ancla emocional hacia el
fracaso, ayuda a programarte hacia el desastre y cada vez el autosabotaje se hace
más presente. Ojo, no te equivoques, cuando hablo de autosabotaje por falta de
ambición no me refiero sólo a que desees algo “barato” o muy fácil de conseguir,
sino que desees algo que no ambicionas ardientemente. Por ejemplo puede que
desees un coche de la marca Mercedes y tú creas que no estás pecando de falta
de ambición (ya que un Mercedes cuesta una cantidad considerable de dinero
que quizá ni tienes) pero quizá la razón subyacente por la que lo desees es
porque siempre se ha visto la posesión de un Mercedes como un signo de
distinción, entonces te faltará una real ambición por él y realizarás tus ejercicios
con desgana, sin ilusión, sin sentimiento y emoción y, nuevamente se produce un
autosabotaje inconsciente. Quizá seas de los que les cuesta mucho aparcar y te
ilusione mucho más un Ford Focus que aparque solo o un Prius que respete el
medio ambiente, acierta en saber lo que de verdad quieres y te resultará mucho
más fácil obtenerlo, cueste lo que cueste en términos económicos.
Casi sin pretenderlo me he metido a hablar de otro tipo de autosabotaje, el
autosabotaje debido a perseguir un deseo que no es el tuyo. Quizá incluso te
mientas a ti mismo. Yo estudié toda una licenciatura creyendo que quería lo que
decía que quería cuando en realidad, muy en el fondo, es lo que querían mis
padres. O mejor dicho, lo que quería era la aprobación, el orgullo, el amor, de
mis padres. Al final te das cuenta que te equivocabas en tu objetivo, estabas
apuntando en la diana de otro. De ahí que sea tan importante el siguiente
capítulo, donde veremos los mejores métodos para averiguar tu propósito en la
vida, para así no equivocarte en la selección de tu objetivo que provocaría tu
falta de motivación y al final el autosabotaje.
Una última forma de falta de motivación y autosabotaje se debe a un bloqueo
inconsciente de alguna experiencia pasada que tal vez ni recuerdes. Quizá
perdiste dinero cuando eras pequeño y eso afectó mucho a tu relación con el
dinero y no te das ni cuenta, tal vez ni siquiera recuerdes ese pequeño capítulo de
tu vida, pero ya estás programado para sentir rechazo al dinero. O quizá tu padre
no paraba de repetir incesantemente cosas como que «el dinero no crece en los
árboles» o «hay que sufrir mucho y trabajar muy duro para ganarse el pan»
coronándolo con un «ya sabrás tú lo que cuesta mantener a la familia...». Has de
saber que la mayor parte de la programación y también la que queda más
firmemente interiorizada es la que se ha creado en las primeras etapas de nuestra
vida. Cuando somos pequeños somos altamente sugestionables y como por
propia naturaleza estamos hechos para aprender mucho y muy rápido, cualquier
cosa que nos digan la absorbemos inmediatamente y la tomamos por la verdad
más absoluta, especialmente las que vienen de nuestras figuras más influyentes,
nuestros padres y tutores. Yo aún no tengo una opinión formada al respecto pero
para los que creen en la reencarnación la programación para el éxito o el fracaso
podría venir incluso de vidas pasadas. En todo caso, también existe una limpieza
un tanto especial para estas experiencias pasadas o incluso remotas y una
reprogramación para el éxito. Lo veremos a su debido tiempo. Pero, de
momento, baste con saber que, como bien indican algunos autores como Vadim
Zeland o el Dr. Joseph Murphy, entre otros, uno no puede obligarse a estar
motivado por un objetivo, no puede autoimponerse una dura disciplina para
doblegar su voluntad porque ésta siempre fracasa frente a la programación
subconsciente. Precisamente por eso mismo es por lo que fallan todas las dietas,
porque todas requieren de una fuerte presencia de la fuerza de la voluntad
cuando lo que hace falta es una reprogramación interior. Es falsa la idea de que
hace falta una voluntad de hierro para seguir unos determinados ejercicios o para
comer unos determinados alimentos, no tienes que sufrir y esforzarte u
obligarte, acierta en tu propósito y tus objetivos, en línea con lo que quiere el
Universo para ti, reprográmate para el éxito y la motivación fluirá casi
inconscientemente. No tendrás que forzarte, simplemente lo harás.
Ahora vamos a empezar la casa por los cimientos. La base para que todo
funcione es:
El Propósito
He intentado muchas veces descubrir mi propósito en la vida pero creo que no
lo he descubierto todavía ¿Es necesario saber mi propósito vital? ¿Cómo puedo
descubrirlo?
Antes de establecerte objetivos es primordial que toda tu vida, tus objetivos y
tus deseos estén en línea con tu propósito en la vida. Más gráficamente, empezar
por elegir tus deseos sin saber tu propósito sería como construir las paredes de tu
casa sin saber donde van los cimientos, al final se puede venir todo abajo.
Otra manera de verlo es como lo hacen los los novelistas antes de empezar un
libro. Primero eligen un tema y alrededor de ese tema ha de girar todo lo que
pase en esa novela, las decisiones de cada personaje, sus conflictos y por
supuesto sus motivaciones estarán condicionadas por ese tema. Los escritores
aficionados suelen escribir una trama que va hacia adelante y ya está, si les
preguntas ¿de qué trata tu historia? no saben qué responder… «de todo y… de
nada» y otras ambiguas respuestas cuyo resultado son escritos sin publicar con
tramas que van dando bandazos. Así que ¡descubre el tema central de tu vida y
no vayas dando bandazos por la vida!
Muchas personas se empecinan en ignorar su verdadero destino y tratan de
forzar objetivos que no les son propios, obteniendo constantes fracasos y
desilusiones. No quiero decir que el destino esté escrito sino que hay una brújula
en nuestro interior que nos puede guiar por el camino más cómodo y próspero y
si desatendemos dicha brújula la vida se puede tornar muy desagradable.
Por otro lado, si te fijas unas metas que estén alineadas con tu propósito vital,
conseguirás estar motivado automáticamente y sin el freno del autosabotaje. O
dicho de otro modo, si tus metas no tienen nada que ver con tu propósito vital
será muy difícil o imposible atraerlas pero si están en sintonía con tu propósito
será mucho más fácil que se hagan realidad. Es la esencia de la filosofía de
James Allen, “no atraemos lo que queremos, sino lo que somos”.
Por estas razones es tan importante saber tu propósito en la vida. Por eso y
porque si no sabes a dónde vas nunca llegarás a ninguna parte.
Maxwell Maltz, padre de la psicocibernética lo aclara del siguiente modo:
decirte a ti mismo «voy a conseguir ese trabajo» no te servirá de nada si la idea
de estar haciendo ese trabajo no es coherente con tu manera profunda de verte a
ti mismo».
El hecho de no tener propósito, o mejor dicho, no saberlo, aún realizando
ejercicios de la Ley de la Atracción, ralentizará tu éxito. Seguramente estarás
dando bandazos, como hacía yo cuando aún no sabía bien cómo funcionaba de
manera efectiva la Ley, entre pequeños éxitos y fracasos. Daba un paso adelante
y un paso atrás. Sabía que funcionaba la Ley, pero no sabía cómo hacer que
funcionara siempre de manera rápida y eficaz. El propósito hace que tus
objetivos se alineen con tu subconsciente y por lo tanto vayas en línea recta
hacia tus deseos, sin dar vueltas ni zigzagueos.
Propósito y pasión deberían ir de la mano. Y con la pasión la motivación; si
eres lector de libros de nueva era empresarial seguro que más de una vez has
leído que los grandes empresarios siempre han conseguido logros inmensos
gracias a que se han dedicado a lo que les apasiona en la vida (frente a la
frustrante persecución de la excelencia en algo que no se ama), porque cuando se
dedican a lo que les fascina, cualquier obstáculo se convierte en un reto que
superar y no en una excusa para abandonar. Como dijo Nietzsche, si tienes un
«por qué» podrás soportar cualquier «cómo». Por eso es por lo que digo que con
la pasión llega la motivación, una motivación intrínseca.
A mi mujer le apasiona la moda y por eso decidimos crear una tienda de ropa
para mujer. Mientras yo trabajaba en un puesto en el que además de no estar
alineado con mi propósito apenas podía estar en mi hogar, ella fue capaz de
emprender la tienda, atender al niño y mantener la casa, toda una Superwoman.
Cuando yo volvía exhausto de trabajar no me apetecía nada más que dormir, sin
embargo ella tenía fuerzas para atender a los clientes online de la web hasta altas
horas de la madrugada y aún así despertarse por la madrugada para dar de pecho
al niño. ¿Cómo podía soportarlo? Porque tenía su «por qué», estaba (y está)
alineada con su propósito y hoy en día está recogiendo los frutos y disfruta de
una tienda muy próspera y un hijo muy sano y activo.
Muchos otros han intentado copiar la empresa y han plagiado de arriba a
abajo su web y hasta su forma de escribir a los clientes pero se han desvanecido
rápidamente y ya sabrás cuál ha sido el motivo, su único «por qué» era (o creían
que era) la obtención de dinero rápido y pensaban que simplemente copiando
una empresa de éxito obtendrían el mismo éxito pero el “alma” de una empresa
no se puede plagiar.
Los objetivos que consigas alineado con tu propósito serán cada vez menos
materialistas y más auténticos y personales, no perseguirás la riqueza como fin
último sino que ésta llegará a ti persiguiendo lo que de verdad amas, lo que lo
convertirá en un camino de rosas. Resulta paradójico pero así es, cuanto más
persigas tu auténtico yo y menos el dinero, más logros económicos obtendrás. Si
conseguimos nuestros objetivos a través del propósito, primero seremos felices
(la felicidad la encontraremos en el camino mismo, no en el destino) y luego
vendrá lo material por añadidura. Y eso es lo que no entienden los que plagian a
otros.
Una prueba de ello se desprende de una investigación (mencionada por el
doctor Mark Albion en “Vivir y ganarse la vida”) consistente en el seguimiento
de la carrera profesional de 1.500 graduados en escuelas de negocios. Al
principio del estudio se les preguntó si pensaban intentar ganar dinero para luego
dedicarse a hacer lo que les gustara (una vez tuvieran un colchón económico) o
si pensaban seguir sus propios intereses, seguros de que el dinero ya llegaría.
Veinte años después de entre los 1.500 graduados había 101 millonarios de los
cuales 100 contestaron veinte años atrás que seguirían sus propios intereses
convencidos de que el dinero ya llegaría. Cien de ciento uno… creo que es un
dato suficientemente revelador como para convencerte de que encuentres
primero tu pasión si tu deseo es ser millonario.
Así que si tu deseo es ser millonario tu propósito nunca puede consistir en ser
millonario. Tener dinero en abundancia es necesario pero no es un propósito
superior en sí. Como muy bien apunta Louise L. Hay “Tus ingresos son
solamente un canal de la prosperidad, no la fuente. Marc Allen en su libro “El
emprendedor visionario” crea una metáfora muy oportuna diciendo que creer
que el dinero es nuestro propósito es tan estúpido como creer que el propósito en
nuestras vidas es que la sangre siga circulando por nuestros cuerpos. Claro que la
sangre tiene que seguir circulando por nuestros cuerpos para permanecer vivos
(y claro que el dinero tiene que seguir fluyendo para permanecer vivos) pero
nuestro propósito en la vida es algo mucho más importante, mucho más grande.
Vadim Zeland dice que puedes estar visualizando un maletín lleno de billetes
todos los santos días hasta el fin de tu vida y, de todos modos, en el mejor de los
casos sólo verás con frecuencia maletines llenos de billetes pasando por delante
de ti o en la televisión y el cine. Porque no es tu propósito, en un error de
objetivo.
Kolie Crutcher también advierte sobre la confusión al creer que las metas
económicas producen la felicidad: “las posesiones materiales son importantes.
Necesitamos cosas nuevas en nuestras vidas. La clave es recordar que estas son
el efecto de la felicidad, no la causa”. Es decir, el dinero viene a ti cuando tienes
claro tu propósito en la vida. Nunca puede ser tu propósito mismo el dinero o
cualquier otra meta material.
El propósito es algo que solemos perder cuando abandonamos nuestra etapa
infantil (cuando ya nos han programado lo suficiente como para perder nuestra
esencia) y no lo volvemos a recuperar. Aquellos que lo recuperan (o que nunca
lo pierden) son los que viven su vida más dichosa y plenamente.
A veces lo que sucede es que creemos que nos gusta una cosa cuando en
realidad le gusta más a nuestros padres, a nuestros amigos o simplemente es «lo
que se espera de nosotros». Yo estudié con mucho empeño una carrera completa
pensando que era lo que quería y estaba convencido de ello, creía que era lo que
quería. Sin embargo cuando descubrimos nuestro propósito por un lado estamos
mucho más motivados para avanzar (no necesitamos de la ineficaz fuerza de
voluntad) y por otro estamos más cerca de nuestro verdadero yo y la vida fluye
mucho más ligera y feliz.
Imaginemos que estás en un empleo que no te apasiona, es decir, no está en
línea con tu propósito vital. Cuando acabaste tu educación obligatoria no sabías
muy bien qué hacer (quizá te apetecía no hacer nada, sólo estar de fiesta con tus
amigos y amigas, tus ligues…) y tus padres o la sociedad te decían cosas del
estilo «todos lo hacen, tú deberías hacer lo mismo» lo que te empujó a trabajar o
seguir estudiando «algo» para ser una persona «de provecho», es cuando,
siguiendo la terminología de Martha Beck (Encuentre su propia estrella polar),
se pone al mando el «yo social» frente al «yo esencial». Así que decidiste que
Secretariado sería lo más «responsable» y «fácil» pues sólo habría que aprender
ofimática, mecanografía, algo de contabilidad…(Lo de fácil también es
discutible pues cuando alguien realiza cualquier cosa no alineada con su
propósito se hace cuesta arriba y no puede esperar más que la suficiencia o lo
que dé de sí la ineficaz fuerza de voluntad). Y con mucho empeño y relativo
sufrimiento acabaste tu formación y el Centro de Estudios te encontró una
pequeña empresa donde hacer las prácticas. Y tuviste la «suerte» de que la
empresa te hiciera un contrato. Y ahora llevas diez años trabajando de secretaria
de un tipo desagradable al que le gusta cada mañana mirarte de arriba a abajo
con ojos lascivos. Te gustaría «otra cosa» pero al fin y al cabo, «hay de peores»,
al menos «no se me acerca demasiado. Mirar y no tocar», y aquí al menos tienes
un trabajo estable y una necesaria nómina que te entra a principios de mes para
mantener a tu recién llegado bebé, tu alquiler, tu coche… todas esas cosas que
vas necesitando a medida que crecen tus responsabilidades (o quizá crecen tus
responsabilidades a medida que aumentas tus necesidades, aunque eso es otra
historia). Pero una mañana tu jefe te sugiere que necesitas una renovación de
vestuario, que en la oficina hace demasiado calor para ir tan tapada. Entonces
decides que es hora de cambiar de empleo, siguiendo la estela de Tony Robbins
(«Pasos de Gigante», «Controle su destino», «Poder sin Límites») diríamos que
el dolor de mantenerse en ese empleo ahora es más fuerte que el placer que
obtienes al recibir tu nómina) y empiezas a poner en práctica afirmaciones,
visualización, etc. Pero hay un fallo, lo que te ha motivado para el cambio ha
sido una situación extrema y no has reflexionado primero para averiguar tu
propósito en la vida. Si te aplicas concienzudamente con los ejercicios de la Ley
de la Atracción es posible, con mucho esfuerzo, que encuentres un nuevo puesto
de trabajo, quizá con un mejor jefe, quizá con mejores compañeros, quizá más
cerca de casa, con un horario más compatible con tu vida familiar o incluso
mejor remunerado, pero lo más probable es que sea un empleo de secretaria o
algo similar. Porque llevas demasiado tiempo haciendo lo mismo y mentalmente
te has incapacitado para hacer otra cosa. Te has programado para ser secretaria.
Salvando las distancias con el uso habitual de la frase, has topado con un «techo
de cristal». Pero es un techo que tú te has fabricado simplemente conformándote
y zigzagueando por el camino más fácil, o que crees más fácil. Sabes que tu
Currículum Vitae consta de diez años de secretaria y a eso es a lo que vas a
aspirar para un nuevo puesto, porque es lo que crees que tienes más
probabilidades de conseguir. Pero es hora de que rompas ese techo de cristal, es
hora de que sepas que tú eres capaz de lo que quieras y mucho más. El Universo
no sabe de probabilidades, sólo tienes que estar alineado con tu propósito y Él
jugará a tu favor. El camino será aún mucho más fácil que hasta ahora, aunque
aún no lo puedas ver y eso te de mucho miedo. Pero el cambio será para mejor y
para siempre.
Imagina tu subconsciente como un emisor de ondas y el Universo como un
receptor de ondas. Las ondas son los pensamientos y emociones. Tú puedes
impregnar tu subconsciente con pensamientos y emociones de logros y el
Universo lo recibirá con más o menos interferencias. Pero si impregnas tu
subconscientes con pensamientos alineados con tu propósito estarás lanzando el
mensaje en la misma frecuencia que el Universo y a Él llegará mucho más
claramente, sin interferencias.
James Allen ya lo expresó muy inteligentemente ¡en el año 1902! “Hasta que
no se conecten pensamiento y propósito, no habrá un logro inteligente”.
Peter M. Senge también se expresó de forma similar, señalando que tu
subconsciente es especialmente receptivo a las metas cuando éstas están en
consonancia con nuestros valores más profundos.
Con diferentes términos, casi la totalidad de gurús del éxito hablan de la
importancia de tener un propósito, una finalidad en la vida para estar en sintonía
y alcanzar mucho más fácilmente tus logros pero, hela aquí la pregunta que te
estarás haciendo:
Si no estás familiarizado con esta técnica grosso modo te puedo explicar el sistema: coge papel y
bolígrafo y escribe en lo alto del folio la pregunta que quieres hacerte, por ejemplo “¿Qué hacía cuando era
pequeño en mi tiempo libre?” o cualquiera de las vistas en los puntos anteriores. Ahora deja que te vengan a
la mente ideas y más ideas. No las juzgues, simplemente escríbelas. No empieces a descartar, es como una
competición en la que gana quién más respuestas de, independientemente de la calidad u originalidad de
éstas, aunque sean una auténtica locura. Fuérzate a escribir todo lo que puedas. Cuando acabes lee todo lo
escrito y analízalo intentando encontrar puntos en común, ideas que parecían una locura y ya no lo parecen
tanto, u otras ideas que ahora sí parecen descartables.
El uso más extendido de esta técnica suele ser en el contexto empresarial y en grupos de trabajo para
aportar más ideas a un proyecto, pues así la concibió su creador Alex Faickney Osborn en 1938, pero
evidentemente esta técnica la puedes usar tu solo en casa y así es como debes hacerlo en este caso. Además,
estudios científicos como el de Brian Muller y su equipo de la University of Kent en Cantebury, han
demostrado que las ideas aportadas por los que practican esta técnica solos son más y de mayor creatividad
que las aportadas por grupos. Seguramente debido al efecto “pereza social”: «Ya aportarán ideas los otros»;
o al efecto de la“difusión de la responsablidad”: «La responsabilidad no es sólo mía, si lo hago bien el
mérito no es sólo mío».
En la plantilla de “Protocolo L.A. 20/80©” que haremos al final del libro tienes espacio para hacer una
tormenta de ideas de cada pregunta que hemos visto.
Eso sí, lo crucial a la hora de hacerte correctamente estas preguntas es no
criticarte ni autoengañarte.
Te resultará muy útil separar tus deseos por áreas. Piensa en tu desarrollo personal y profesional, en
tu salud, en tu felicidad, en las relaciones sociales y de pareja e incluso en tu altruismo, quizá te
sentirías realizado al fundar una organización no lucrativa. Dicho de otro modo, piensa en tu carrera, dinero,
propiedades, ocio, viajes, relaciones, expresión creativa, salud, educación...
A veces, tras muchos años de condicionamientos negativos y pesimismo, resulta más fácil pensar en lo
que no queremos que en lo que queremos. Puedes poner lo que no quieras para facilitarte la tarea, pero
asegúrate inmediatamente de convertirlo en una frase en positivo. Más adelante te explicaremos la
importancia de esto.
Por ejemplo, puedes tener muy claro que no quieres padecer alergia cuando llegue la primavera,
conviértelo en “quiero estar totalmente sano al llegar la primavera”. O si no quieres viajar más en tu
destartalado coche, conviértelo en “quiero un coche nuevo”. O si odias a tu jefe, “no quiero tener ese jefe”
puedes convertirlo en “deseo trabajar para mí mismo”.
Derivado del anterior. En muchas ocasiones cuando nos preguntamos lo que queremos o cuál es el
problema que queremos solventar sólo obtenemos respuestas vagas y quejas y más quejas. Esta
confusión, es muy común especialmente en los momentos posteriores a un gran trauma, cuando nuestra vida
está viniéndose abajo y nuestros esquemas y costumbres han de cambiar a la fuerza, por ejemplo tras un
divorcio inesperado. En esos momentos es difícil concretar lo que queremos, o simplemente decimos que
queremos «que todo vuelva a ser como antes». Louis L. Hay propone una fórmula que te ayudará a
concretar los problemas y verlos con nuevas perspectivas reveladoras.
Coge una hoja y escribe en lo alto “Debería…” e intenta acabar la frase con 5 o 6 respuestas
diferentes. Según L. Hay hay quien le resulta difícil escribir sólo una o dos y hay quien necesitaría varias
páginas.
Ahora lee cada frase y pregúntate ¿Por qué? ¿Cuál es la razón? y revelarás muchas creencias y
limitaciones.
Finalmente vuelve a escribir cada frase pero sustituyendo el “Debería…” por “si realmente quisiera
podría…”.
Al ir haciendo la lista te darás cuenta que muchos “ser” se convertirán en “hacer” y en “tener”. No
hay problema, todo lo contrario, eso es bueno y es lo que acabarás haciendo, porque estás concretando lo
que quieres y como veremos, esto es fundamental.
Por ejemplo, “quiero ser cantante profesional” puede convertirse en “quiero hacer una maqueta de
calidad” o “quiero tener una entrevista en la radio musical más famosa de mi país”. O “quiero ser
Astronauta” puede convertirse en “quiero tener buenas notas en mi prueba de acceso a la Universidad para
ingresar en el Instituto de Astrofísica”.
El hecho de dividir tus deseos en lo que te urge y lo que más deseas y a su vez en “ser”, “hacer” y
“tener” ha sido para ayudarte a recordar cuáles son tus deseos, pero ahora, trabaja con todos los
elementos de tus dos listas como si fueran una sola lista para hacer un filtrado.
Estoy hecho un lío ¿con qué opinión quedarse, muchos o pocos objetivos?
Creo que es posible que cooperen ambas teorías.
Me quedo con lo que dice Abraham Hicks, que no hay límite de cosas que
puedes pedir al Universo y crear simultáneamente, pero al comienzo, cuando
todavía estás aprendiendo a enfocar tus pensamientos, es más útil concentrarte
sólo en uno o dos deseos a la vez.
Por un lado me parece positivo tener una lista de objetivos a largo plazo, por
las razones que aducían Canfield y Hansen pero creo que es IMPRESCINDIBLE
mantener la coherencia de los objetivos y minimizar la dispersión de energía.
La primera solución a la coherencia de la lista nos la daba el propósito, que
nos sirve para encauzar todos nuestros deseos en una misma dirección. Toda esa
lista de deseos han de resultar de tu propósito.
Pero además, insisto en la coherencia de tu lista. Si tu deseo es ser actor de
Hollywood, coincidirás conmigo en que es difícil tener también el objetivo de
vivir en Alemania. Es posible hacerlo, pero quizá ahora no sea la mejor opción.
Tal vez si consigues ser actor de Hollywood en ese momento puedas desear vivir
en Alemania y sea un objetivo más coherente. Para que Antonio Banderas
pudiera vivir en su querida Málaga ha tenido que vivir mucho tiempo en Madrid
y más tarde en Hollywood hasta que ha adquirido tanto poder en la industria
como para decidir dónde establecer su casa. O por poner un ejemplo más
mundano, no puedes desear un aumento de sueldo y al mismo tiempo desear
cambiar de empleo. Hay que intentar ser coherente al máximo con tu lista de este
momento de tu vida. Más coherencia significa más eficacia.
Sin embargo, tras poner todos tus objetivos en una lista escrita ya no debemos
dispersar más nuestros esfuerzos haciendo visualización y afirmaciones de todos
ellos. Es una innecesaria e ineficaz locura.
Ten la lista de deseos ahí, escrita, y repásala cada día. Ese simple hecho ya
irá poniendo en marcha los objetivos por ti. Pero establece prioridades de los
deseos que prefieras que se cumplan primero. Sé que la decisión será difícil
«¿qué quiero primero, vivir de mi hobby o encontrar el amor de mi vida?» Pero
son decisiones que deberás tomar. No olvides las palabras de Jobs, lo importante
del enfoque es descartar ideas, por muy buenas que éstas sean.
Recuerda que te facilitará la tarea pensar que realmente las dejas aparcadas no
las eliminas para siempre. Hace años escribí un libro de comedia y leí y vi
muchísimo humor llegando a encontrarme en una vorágine de chistes que se me
iban ocurriendo en todo momento y que apuntaba en la pequeña libreta de ideas
que siempre llevo encima. Cuando llegaba a casa y las intentaba meter en el
libro muchas veces los mejores chistes no encajaban bien en la historia y me
resultaba muy difícil descartarlos así que tomé una idea del director de cine
Robert Rodríguez en su manual «Rebelde sin pasta», cogí esas buenas ideas que
no cabían y las metí en una carpeta para próximos proyectos. Así resultaba
mucho menos doloroso no meter esa idea tan buena que se me había ocurrido, no
la descartaba, simplemente la dejaba aparcada temporalmente.
Así que no te preocupes por el resto de deseos que no has elegido de
momento porque no los estás descartando, no los olvidas, siguen ahí en la lista y
volverás a ellos más adelante. Es más, puedes ir engrosando la lista de deseos
con nuevas cosas que hacer, ser o tener que se te vayan ocurriendo. Pero ahora
debes centrar toda tu energía y ejercicios en uno. Simplemente decide en qué
deseo centrarte AHORA. Puede ser algún objetivo sencillo, para ir practicando
el proceso, obtener resultados y coger confianza, o puede ser algo más complejo
que estés deseando muy vehemente y ya veremos más adelante cómo lo
tendremos que dividir en pasos más pequeños.
La intención es lo que cuenta
No es sólo un dicho popular sino una realidad en el ámbito cuántico. No me
voy a detener en las complejas explicaciones que demuestran científicamente el
tremendo efecto de la intención sobre la materia, para eso ya tienes el fantástico
libro de Kolie Crutcher «Electric Living: la ley de la atracción para escépticos»,
sólo hace falta saber que un deseo sólo es eso, un deseo. Si se mantiene como
tal, difícilmente se hará realidad. La intención es una forma por la cual le dices al
Universo que estás dispuesto, decidido formalmente a hacerla realidad frente a
los meros deseos, apetencias, gustos, preferencias, ensoñaciones...
El matiz es muy importante. Fíjate la diferencia de poder entre estas frases:
“Yo deseo tener un deportivo descapotable”
“Yo quiero tener un deportivo descapotable”
“Mi intención es tener un deportivo descapotable”
Las dos primeras se quedan en un mero “me gustaría”, “estaría bien tener”,
“sería una gozada tener”, frases que perfectamente podrían terminar en un
“...otra cosa es que pueda”. Son frases que no te obligan rotundamente a salir a
buscar el deportivo descapotable como sí lo hace la tercera frase que está
diciendo “voy a por mi descapotable nuevo, no es que lo desee, es que no voy a
parar hasta tenerlo”.
Para Vadim Zeland, el punto en el que tu deseo se hará realidad será cuando
DECIDAS ir a por tu deseo igual como cuando vas a por tu correo, con la misma
normalidad. Sabes que estará ahí esperándote en el buzón. Quizá no sabes si
llegará hoy pero no dudas de que estará ahí. Simplemente vas y lo coges.
Debes dejar a un lado cualquier razonamiento, emoción o esperanza de tener
éxito. Debes sólo mantener una decisión irrevocable y desapasionada de obtener
éxito, simplemente «mi intención es X, voy a coger X», esa es la declaración, y
además sin argumentos, condiciones o signos de admiración. Es así, es un hecho.
No es que creas firme e inquebrantablemente que vas a obtenerlo sino que
tomas lo que te pertenece.
Zeland propone un ejercicio para observar la diferencia entre el deseo y la
intención. Desea levantar la mano. Tu deseo está moldeado en tu mente, te das
cuenta de que quieres levantar la mano pero ¿el deseo levanta la mano? No, el
deseo en sí no produce ninguna acción. Es más, tampoco se levanta la mano por
la determinación de actuar, de levantar la mano. La determinación sigue siendo
una “voluntad de…” o “deseo de…”. Lo que realmente levantará la mano será la
intención de levantarla. Mira cómo lo expresa Zeland: “El deseo está orientado
hacia el objetivo mismo, mientras que la intención al proceso de obtención de
ese objetivo”. La intención no razona si el objetivo es alcanzable o no, la
decisión está tomada, sólo queda actuar.
Tampoco se trataría de fuerza de voluntad, en ese caso intentas tomar “a la
fuerza” lo que deseas, intentas someter a tu voluntad las circunstancias, el
mundo exterior. No es eso, se trata de ocupar una posición de observador
imparcial y es como si ocurriera por sí mismo, tú no cambias nada, sino que
eliges.
En resumen; se realiza la intención, no el deseo.
Y no sólo Zeland habla de la intención, muchos otros autores conocen del
poder de ésta sobre los meros deseos, aunque lo expresen de diferentes maneras.
Keith Ellis («La lámpara mágica»), por ejemplo, en lugar de llamarlo
“intención” habla de “decisión”, pero a los efectos es lo mismo: “He decidido
tener un descapotable nuevo”. Tiene el mismo tremendo poder frente al
“quiero/deseo/me gustaría”. Para Ellis la manera más eficiente de poner un
deseo en movimiento es escribiendo al principio “He decidido…” y luego tu
deseo. Esto lo convierte en una orden para llevarla a cabo.
Así pues, vamos a trabajar nuestros objetivos como si fueran intenciones, de
hecho, lo correcto sería hablar ya con términos de intenciones en lugar de
objetivos. Pero como sé que el término “objetivo” sigue aún demasiado
arraigado, para evitar confusiones e ir acostumbrándote poco a poco utilizaré el
término “objetivo/intención”.
Un matiz final, aunque hemos aducido aquí que “la intención es lo que
cuenta”, tómese como intención frente a deseo, no como intención frente a
acción que, como veremos más adelante, es totalmente necesaria para llegar a la
consecución de nuestro éxito.
No importa el «cómo» sino el «qué»
¿Cómo conseguiré mi objetivo/intención?
Tú no tienes que hacer nada de forma forzosa o consciente para llegar a tu
deseo (tu objetivo/intención), el deseo mismo es el creador de los medios. Como
dijo el naturalista Jean-Baptiste Lamarck, “los pájaros no vuelan porque tienen
alas, las tienen porque desean volar”.
Maxwell Maltz sostenía en su tratado sobre la cibernética que los lóbulos
frontales que corresponden a la parte del cerebro que produce el pensamiento
consciente puede divisar el objetivo, o crear la imagen de la persona que quieres
ser, y luego la mente subconsciente se ocupa de alcanzar esa meta en modo
automático.
Es decir, conscientemente sólo debería preocuparte el «qué» (el
objetivo/intención) y olvidarte del «cómo» (el camino).
No malgastes tu tiempo ni energía en intentar descifrar «cómo» lo solventarán
el subconsciente y el Universo por ti. Sólo estarás ralentizando, si no
bloqueando, el éxito. ¿Quién mejor que el Universo y tu subconsciente para
guiarte de la forma más efectiva, rápida y mejor para ti? Sólo confía y déjate
llevar. No te metas en el camino del Universo y de tu subconsciente, déjalos que
hagan su trabajo. Tú sólo desea volar y el Universo ya te proporcionará las alas
que más te convengan.
Jack Canfield, en una metáfora muy acertada cuenta que tú puedes elegir ir de
Nueva York a California, establecer tu intención de ir a California, y no necesitas
ver todo el camino. Incluso puedes conducir de noche y sólo ver hasta donde te
permiten los faros, y aún así llegarás a California. No es necesario saber el
«cómo», sólo el objetivo/intención. Confía en el camino del Universo y sigue las
SEÑALES que te va marcando. Más adelante hablaremos de esas señales
(Retroalimentación).
Ahora voy a ponerte un ejemplo menos metafórico para que veas los
problemas que puede ocasionarte querer saber el cómo: Tú estableces “Tengo la
intención de trabajar de actor en una película”. Pero no debes afirmar: “Tengo la
intención de trabajar en una película así que voy a ir a un rodaje y el director me
verá y me dirá que mi cara es perfecta para su película y me contratará”. Ni
siquiera debes decir “Tengo la intención de trabajar de actor en una película” y
luego ponerte a pensar las opciones para su cumplimiento. Porque quizá para el
Universo es más fácil que la amiga de una amiga de tu madre comente que el
cuñado de su prima es productor ejecutivo de Almodóvar y está buscando a
chicos pelirrojos con ojos verdes para una película y resulta que tú eres pelirrojo
de ojos verdes. O quizá el Universo cree que serías un desastre como actor y
necesitas preparación y, tras establecer tu objetivo/intención “Tengo la intención
de trabajar de actor en una película” como por arte de magia aparece en tu buzón
un folleto de una prestigiosa academia de Arte Dramático. Las posibilidades
pueden ser infinitas, es imposible que sepas tú, desde tu limitada consciencia la
mejor opción. No intentes saber cómo conseguirás tu objetivo/intención,
empezarás a inmiscuirte y sólo conseguirás complicar más las cosas y retrasar o
anular tu objetivo.
Realidad Objetiva
Desde luego no vas a tener los mismos objetivos si vives en un barrio pobre
sin tener trabajo ni familia que si vives en un ático de una Gran Vía con trabajo
estable. Seguramente en el primer caso tu objetivo sea obtener un empleo (el que
sea) y en el segundo caso tu objetivo no tenga nada que ver con los ingresos sino
con la situación personal o familiar o quizá una mejora en el empleo, un ascenso
a una categoría superior, o tal vez un cambio a una ocupación que te haga más
feliz aún cobrando menos o incluso iniciar un negocio propio.
El hecho es que las necesidades en cada caso son muy personales y van muy
en relación con la situación que se está viviendo, recordemos la famosa pirámide
de Maslow según la cual los humanos estaríamos motivados por una jerarquía de
necesidades humanas siguiendo un orden: necesidades fisiológicas, de seguridad,
de afiliación, de reconocimiento y de autorrealización. Así que conviene analizar
tu realidad objetiva, ver cuál es tu situación y pedir tu deseo/objetivo/intención
en sintonía con tu situación, avanzando un paso más.
Como hemos comentado al principio del anterior apartado, en muchos libros
y documentales de “Nueva Era” cometen el error, tal vez inconsciente o tal vez
como estrategia de marketing, de asegurarte que «el Universo puede proveerte
de cualquier cosa que desees e incluso más» y que «no tengas miedo de pedir a
lo grande». Esta afirmación es cierta, sin embargo, hay que ir con cautela porque
puede llevarte a establecer objetivos que estén demasiado por encima de tus
posibilidades reales en tu situación actual, lo que supondría que tu petición se
alargue excesivamente y pierdas el interés al no ver resultados o que tú mismo
no te creas lo que has pedido, al ser algo que está muy lejos de tu situación real.
Las personas nos movemos en círculos sociales, es muy difícil que alguien
que vive en un barrio de chabolas cumpla su objetivo/intención de codearse con
millonarios comiendo caviar o comprarse el Ferrari de Cristiano Ronaldo. No
digo que sea imposible, digo que es difícil y en cualquier caso es algo que se
cumpliría tras una inquebrantable motivación para practicar todos los días los
ejercicios de visualización y afirmaciones durante mucho tiempo, posiblemente
años. En resumen, no es eficiente querer dar un salto cualitativo tan grande
¿Podemos darlo? Sí, pero en un proceso por etapas, deseando cada vez un poco
más, luego un poco más y un poco más… no querer triunfar “a lo grande” de un
día para el otro.
Tampoco cuesta lo mismo (física, intelectual y emocionalmente) crear una
empresa cuando llevas 20 años trabajando por cuenta ajena que cuando ya has
creado empresas en el pasado. Ni tampoco cuesta lo mismo crear una empresa de
cero cuando trabajas de asesor financiero que cuando trabajas conduciendo un
tranvía, porque en el primer caso estás más familiarizado con los números y las
empresas que en el segundo.
Igual de común es la tendencia de infravalorarse y quedarse paralizado por el
miedo como de sobrevalorarse, motivo por el cual muchos sin experiencia previa
en el sector exceden con mucho sus expectativas y se lanzan, por ejemplo a
montar un bar porque llevan toda su vida sentado frente a la barra de un bar y
creen que estar al otro lado de la barra es igual de sencillo.
Por eso, detente un momento antes de pedir algo del tipo “tener una empresa
de éxito en un mes”.
Sólo tú puedes saber cuál sería un objetivo realista para ti y lo conseguirás
analizando tu propia vida, tu entorno, tus relaciones… Desde luego ahora quizá
estés un poco lejos de lo que esperas conseguir pero tu ascenso (en éxito, fortuna
y felicidad), si sigues con la Ley de la Atracción, será exponencial, es decir, al
principio será lento pero a medida que avance será mucho más rápido.
No pidas ser empresario de éxito de un mes para otro sino primero formarte
un poco en contabilidad, en los pasos legales para crear un negocio, en los
impuestos… quizá el primer paso de todos sea averiguar si hay cursos gratuitos
de creación de empresas, o averiguar cuál es el mejor libro sobre creación de
empresas y estudiarlo. En mi localidad hay un edificio de oficinas que pone la
Cámara de Comercio a disposición de jóvenes emprendedores a un precio
simbólico. Disponen de Secretaría, asesoramiento de empresa, Internet, Salas de
reuniones y de Conferencias con proyector… ¡y están vacías! Por simple
desconocimiento. Y los jóvenes se lanzan muy seguros de sí mismos pagando
varios miles de euros por una oficina en el centro que en 3 o 6 meses cerrarán. Y
vuelven a empezar otra vez. Si invirtieran un poco de tiempo en estudiar las
ayudas, crear un plan de negocio y empezar la casa por los cimientos en lugar de
por el tejado no tendrían que cerrar. Es buena la impulsividad juvenil pero hay
que dosificarla con inteligencia.
La extensión
¿Es mejor hacer una afirmación breve que cale bien hondo, o larga que recoja
más detalles?
En principio nadie recomienda que la afirmación deba ser larga. Los que las
hacen largas simplemente no le dan importancia a la longitud o en todo caso,
como Lichtman, se justifican en que ha de ser muy detallada para que contenga
todos los criterios que quieres que reúna. Así, siguiendo el proceso de Lichtman,
si por ejemplo quieres conseguir un trabajo, has de incluir en tu afirmación (en
su proceso las llama metastorys) no sólo el sueldo sino también el tipo de jefe,
compañeros, condiciones laborales e incluso que la empresa sea solvente… son
demasiadas cosas para una afirmación que vas a tener que repetir mucho, de
hecho, Lichtman recomienda para sus metastorys escribirla 100 veces seguidas
lo que es una tarea que he hecho muchas veces y he de decirte que el enorme
esfuerzo no compensa a todo el mundo. No he dicho que no se obtengan
resultados, pero el esfuerzo requerido y la dificultad de su proceso no es apto
para todos los públicos y muchas veces hacen que te rindas a mitad de camino o
surjan demasiadas dudas que te bloqueen. Aquí buscamos la eficiencia.
Otro que gusta de las afirmaciones largas es el Dr. Joseph Murphy (El poder
de tu mente subconsciente), pero insisto que no es la vía más efectiva,
especialmente si estás empezando en la carrera del cumplimiento de
objetivo/intención donde tienes que primar la consecución de pequeñas metas
relativamente fáciles muy rápido para ganar en confianza y así perseguir (y
conseguir) éxitos mucho más ambiciosos.
Hay multitud de autores que no se manifiestan en materia de longitud, pero
que por sus propios ejemplos vemos que utilizan muy pocas palabras en sus
afirmaciones. Hablamos de autores como Sondra Ray, Vadim Zeland o Marc
Allen.
Pero hay otros que sí abogan por la brevedad y, además, muy vehemente. Para
Mark Fisher, autor de «El millonario instantáneo», las afirmaciones más
poderosas son las más breves, ya que su repetición e interiorización es mucho
más fácil y el impacto emocional mucho más intenso. La técnica que propone es
que cuando construyas tu afirmación pienses que cada palabra te cuesta un
dineral. Por ejemplo el sueldo de un mes. Así intentarás concretar con el
mínimo de palabras. Keith Ellis y Jack Canfield recomiendan exactamente lo
mismo, pensar que cada palabra te costara mil dólares; como ya te he comentado
los autores se influencian unos a otros, aunque no mencionen expresamente de
dónde les ha surgido tal ocurrencia. En cualquier caso, mantener tu afirmación
corta es una buena idea. Canfield añade que sería aún mejor si consiguieras
que la afirmación rimara y sonara como un anuncio publicitario.
Claridad y Concreción
¿Hago mi afirmación concreta y específica o más abierta para que me llegue
lo que Dios/El Universo quiera?
Ya hemos visto que la claridad y concreción es una de las mejores armas
para marcarte un objetivo/intención y por supuesto tu afirmación tiene que
ir en sintonía con este principio. Indica el modelo, el tamaño, la cantidad...
¿Qué quieres exactamente?
Quizá haya quien tenga problemas con esto. Que le da igual ganar 2.000 al
mes que 4.000, que va a ser igual de feliz, por eso no le importa si su
objetivo/intención y afirmación se cumple solo a medias y en lugar de conseguir
los 4.000 consigue (se conforma con) un poco menos. Y caen en el error de crear
afirmaciones poco concretas como “ganar más dinero” o “Tener un coche mejor
que el que tengo ahora” ¡NO! por favor, no caigas en ese error. Si te da igual
tener una nómina de 4.000 que de 2.000 porque ahora la tienes de 700 pues
¡establece un objetivo/intención de 2.000! pero establece exactamente cuánto. Si
te tienes que equivocar que sea por establecer un objetivo/intención muy
conservador pero no por poner un objetivo/intención poco preciso porque así no
funcionará jamás.
Usa las palabras justas y precisas (ya hemos visto la importancia de la
brevedad), evita ambigüedades, evita palabras que puedan confundirte
significando varias cosas o interpretables de diferentes formas. Si confundes al
Universo puedes acabar sin atraer nada o mucho peor, atrayendo lo que menos
deseas.
Kolie Crutcher («Electric Living: la ley de la atracción para escépticos»), que
sabe muy bien cómo justificar científicamente la Ley de la Atracción lo
ejemplifica de una manera muy sencilla: el Universo es muy preciso, una
pequeña diferencia puede suponer que una cosa sea o no sea, así, el oro y el
mercurio se diferencian en un sólo protón o el oro y el plomo se diferencian en
solo tres protones y sin embargo ¿qué vale más un kilo de oro o un kilo de
plomo? Por eso no puedes afirmar«quiero un montón de dinero» porque ¿qué es
un montón de protones en un átomo? no se sabe… podría ser muchas cosas…
Así que ya sabes… ¿Qué quieres exactamente? ¿Cuánto? ¿Cómo de grande?
¿Cómo de caro?
No establecer plazos
¿Debo establecer una fecha límite en mi afirmación?
Tampoco me voy a detener en esto porque es extrapolable lo que he dicho
cuando he hablado de lo contraproducente de establecer una fecha límite para
los objetivos/intenciones, por la carga emocional extra que conllevan.
Pero aquí voy a darte un argumento más por el que no debes establecer fechas
en las afirmaciones. Aún no hemos hablado del tiempo verbal en el que deben ir
nuestras afirmaciones pero ya te adelanto que debes establecerlas en presente,
como si el objetivo ya se hubiese conseguido, ya fuera una realidad. Entonces, si
se supone que debemos expresarla como si ya fuera una realidad ¿no sería
contradictorio establecer una fecha futura de cumplimiento?
Por ejemplo: «Yo, Sarah, disfruto conduciendo mi nuevo Corvette rojo en
octubre del año que viene».
No tiene sentido.
Pero tal vez estés demasiado enrabietado y esto no es lo que querías oír así
que tengo más opciones para ti.
Resultados
Pueden ser muy diversos y sorprendentes, no sabes cómo acabará la historia.
Lo más común es que al disolverse esa rabia que tenías por ese hecho dejes de
darle importancia sin más y quizá no vuelva a repetirse la situación pero también
puede darse algún curioso y agradable giro de los acontecimientos. Por ejemplo,
ahora recuerdo un par de situaciones que me ocurrieron cuando trabajaba para
otros en las que apliqué los ejercicios arriba descritos.
En uno tenía que ir a una comida social a la que no me apetecía ir en absoluto
porque acudiría gente de la competencia que no me caía nada bien, y porque,
además, me parecía una pérdida de tiempo. Hoy me parece hasta ridículo cuando
pienso el inmenso odio que sentía hacia los que me obligaban a ir a fuerza de
contrato pero en aquel entonces me parecía “lógico” porque no lo veía con
perspectiva. Como ya estaba muy experimentado con la Ley de la Atracción,
pronto conseguí restarle importancia y calmarme con las afirmaciones, sin
embargo, eso no evitó mi obligación de acudir al evento, que era lo que más
deseaba, aunque resultó que no me pusieron en la misma mesa de la gente que
me repelía (algo muy fuera de lo común ya que en este evento siempre sentaban
en la misma mesa a los de nuestro gremio), me pusieron junto a unos
londinenses que me dieron con todo lujo de detalles los mejores lugares donde
acudir ¡en mis vacaciones en Londres que iban a producirse un par de semanas
después! Así que no sólo resultó una comida agradable sino fructífera. Además
ahorré mucho dinero en el viaje gracias a sus recomendaciones.
En otra ocasión mi jefe me instó a hacer unas veinte llamadas de teléfono,
cosa que me daba mucha tirria. Y sí, ya habrás deducido que no estoy hecho para
trabajar para otros. ¿Se creía que yo era su telefonista? Tenía cosas mucho más
importantes que hacer. Así que me fui enrabietado dando un portazo y me pasé
la tarde intentando calmarme, tomándomelo con filosofía y repitiendo las
afirmaciones hasta tranquilizarme. Cuando llegué al día siguiente mi compañero
que trabajaba por las tardes ya había hecho las llamadas. Resultó que a él le
encantaba ese tipo de trabajo.
Como has visto, a veces los resultados dan un giro inesperado y muy
agradable a los acontecimientos.
Aunque otras veces el problema simplemente puede desaparecer como por
arte de magia. Hace poco mi antiguo empleo volvió a traerme dolores de cabeza.
resulta que a veces, aunque consigues desvincularte de algo que no te gusta,
vuelve a surgir de alguna forma en tu vida. Resultó que dos antiguos empleados
tuvieron un juicio y uno de ellos me solicitaba acudir a testificar en su favor. Me
lo suplicó de tal forma que no pude decirle que no, sin embargo ello me ponía en
una situación muy comprometida de la que no quería ser partícipe y después de
darle el sí me arrepentí sobremanera. Estuve un par de días sintiendo el mismo
malestar que sentía cuando trabajaba para otros del que ya creía que me había
librado para siempre. Pero eché mano de algunas técnicas aquí descritas, cada
vez que recordaba que tenía que acudir a un juicio me sentía responsable de la
situación, como si yo mismo la hubiese creado y repetía la afirmación del Dr.
Hew Len y pensaba en mi próximo objetivo ya realizado y en cosas agradables.
De repente recibí un mensaje al móvil de mi antiguo compañero diciendo que en
realidad no era necesario que acudiera al Juicio. Simplemente Magia.
Las donaciones, el diezmo y el “Glad-Giving” como
máxima expresión de desapego al dinero
Para recibir hay que dar. Es así de sencillo y así de efectivo. “Dad y se os
dará” dice la Biblia.
Si realizas una donación de dinero volverá a ti multiplicado porque lo
estarás desestancando, haciéndolo fluir, circular. Pero es más, estarás
diciéndole al Universo que no eres un adicto al dinero, esto es, que tú
controlas el dinero en lugar de que él te controle a ti. Se trata de conseguir
un desapego al dinero. Recordemos lo perjudicial que puede ser el apego.
Dejas de centrarte en la carencia de dinero.
Un sacerdote visitó un convento francés en el que se atendían las necesidades
de numerosos niños. Sumamente desconsolada, una religiosa le dijo: «no
tenemos nada con lo que dar de comer a los niños, tendrán que regresar a casa
con el estómago vacío. No nos queda más que esta moneda de cinco francos». El
sacerdote tomó la moneda y la arrojó por la ventana diciendo: «ahora confiaréis
plenamente en Dios». Un rato después llegaron unos amigos con numerosos
donativos.
Esta historia que cuenta Florence Scovel Shinn muestra cómo, mientras las
monjas se aferraban al poco dinero que tenían, el dinero no fluía, estaba
estancado y permanecían adictas al dinero, el dinero las controlaba y, en
consecuencia, permanecían en la pobreza. Cuando no les quedó ni un franco al
que aferrarse sólo pudieron confiar en Dios, y fue cuando llegaron los frutos.
Pero no es necesario que arrojes todo tu dinero por la ventana para vencer tu
adicción al mismo y dejarlo fluir. Hay un método más sencillo y que seguro te
asustará menos: el glad-giving, algo así como “donar-contento”.
Su creador es Víctor Boc («Cómo resolver para siempre todos sus problemas
de dinero») quien, a mi entender, es quien mejor ha explicado, justificado y
perfeccionado la cuestión de la dependencia hacia el dinero y cómo librarse de
ella. El glad-giving consiste en donar un porcentaje de tus ganancias, como si
fuera un diezmo pero con serias diferencias. Antiguamente el diezmo era una
donación del 10% de las ganancias a la Iglesia para obtener la bendición de
Dios, práctica que se fue tergiversando hasta convertirse casi en un impuesto.
Pero el glad-giving es una donación feliz para convertir tu adicción o apego al
dinero en una “simple” preferencia y así atraerlo en abundancia, de hecho,
Florence Scovel Shinn también dijo que las donaciones deben ser «hechas con
amor y alegría, pues Dios ama al dador alegre».
Boc establece una serie de normas para donar eficazmente:
- Cuánto: Lo mejor es entre un 1% y un 5%. Es primordial que no estés
forzado a dar, que no resulte incómodo porque si lo estás perderá su sentido y
eficacia. Por eso empieza con un simple 1% de tu ganancia. Con eso ya basta y
empezarás a ver resultados, aunque si crees que necesitas dar más puedes dar
hasta un 5% pero no te excedas, no estás castigándote. Si das mucho dinero el
esfuerzo resulta demasiado difícil y el malestar aumenta lo que puede suponer
justo el efecto contrario. En caso de duda un 1% es suficiente.
- Cuándo: nada más lo recibas, así no lo olvidarás. No te molestes en
calcular deducciones de impuestos, deudas que han de pagarte en X días…
cuando recibas entonces paga inmediatamente un 1% y ya está.
- Dónde: A una organización que te interese de verdad, que creas que hace
una buena labor social, que coincida con tus ideales… Te hará sentir mejor y
hará que funcione mejor. No es un préstamo, no esperes devolución alguna. Si
recibes algo a cambio de la donación no es una verdadera donación.
- Y yo añadiría una norma más que aprendí de Alejandro Jodorowsky: que
sea anónima. Así evitas la obtención de un agradecimiento del beneficiario que
vendría a ser una contraprestación. El glad-giving por el que me siento más
satisfecho lo realicé un día de lluvia a un vagabundo mientras dormía en el suelo
sobre unos cartones mojados, cubierto con sólo un pequeño paraguas. ¿te
imaginas la alegría del pobre hombre cuando se debió ver la “milagrosa”
donación después de haber pasado un día tan penoso? Eso es suficiente pago y
no necesitas en absoluto esperar que te dé las gracias. Te demuestras a ti mismo
que no tienes apego por ese dinero y lo donas con alegría. Si haces la donación
esperando una gratificación del que la recibe no resulta tan efectiva.
La primera vez que usé este método obtuve resultados impresionantes, en
menos de 48 horas, en forma de ingresos inesperados. También he de decir que
aún era un joven estudiante sin más ingresos que una pequeña paga por lo que
cualquier ingreso era extraordinario. Hoy en día ya he adquirido la costumbre de
nada más recibo un ingreso hago un pago a una entidad que siento que necesita
la donación y para facilitarme la tarea, ya que todos los ingresos los obtengo
directamente en mi cuenta bancaria, busco organizaciones cuya donación sea
mediante Paypal o tarjeta de crédito (como Save the Children y Amnistía
Internacional), las tengo en mis “marcadores” o “favoritos” del navegador e
inmediatamente hago el ingreso.
En cualquier caso, no dones pensando en la recompensa que puedes obtener
gracias a la Ley del flujo del dinero, tienes que dar limpiamente, con
sentimiento, sin trampas, sabiendo que estás dando a alguien que lo necesita y
estás haciendo un bien.
Nuestro ya amigo Richard Wiseman, al autor que pretende desmitificar los
libros de autoayuda, menciona un estudio de Elizabeth Dunn para la Universidad
British Columbia en el que midió los patrones de felicidad según si el dinero se
invertía en regalos para uno mismo o en regalos para otros o donaciones. Una y
otra vez surgía el mismo patrón de resultados: los que gastaban más en otros
eran más felices que los que lo hacían en sí mismos.
Y no necesariamente estamos hablando de donaciones pecuniarias. Como
acertadamente apunta Jack Lawson, autor de «La mística del dinero» la donación
funciona también dando consejos, abrazos sinceros, tu tiempo… da y recibirás.
La Rutina
La necesaria creación de un hábito
En estos momentos tu zona de confort (en la que no tienes lo que deseas) es
más fuerte que tu deseo. O si seguimos la teoría de Anthony Robbins («Pasos de
Gigante», «Controle su destino», «Poder sin Límites»), es más doloroso cambiar
que quedarte donde estás, así que inconscientemente optas por el “más vale malo
conocido que bueno por conocer”. Así que debes crear una rutina nueva en la
que lo confortable sea atraer tus deseos en lugar de rechazarlos, obtengas más
placer persiguiendo tu deseo que quedándote en tu actual situación.
Convertir la repetición de las afirmaciones y la visualización en un hábito es
una forma de programarte para el éxito. Si un día lo haces y otro no, acabarás
por dejarlo antes de conseguir tu logro y creerás que nada de esto funciona ni ha
valido la pena. En el mejor de los casos volverás a leer otro libro de la Ley de la
Atracción y comenzarás de nuevo, pero en peor de los casos no volverás a creen
en la Ley.
Ciertamente será duro, esto no será una carrera de velocidad sino más bien
una maratón donde deberás tener más perseverancia y control mental que fuerza
física. Pero sólo será duro al principio, los primeros días, cuando aún dependas
sólo de la fuerza de voluntad, al cabo de unos días fluirás automáticamente y
será mucho más fácil llevar a cabo la rutina y después de un tiempo hasta te
sentirás incómodo ante la perspectiva de no hacer un día los ejercicios, como
aquel que cambia a una dieta vegetariana y al principio le resulta muy difícil
seguirla pero al cabo de un tiempo lo difícil ya es dejarse llevar por la tentación
de la carne roja.
Piénsalo de este modo ¿Acaso no cambiarás tu rutina habitual si consigues
esa nueva novia, ese nuevo empleo, esa nueva casa…? La vida está en constante
cambio y tú tienes que cambiar con ella o te quedarás estancado, como en
«¿Quién se ha llevado mi queso?» de Spencer Johnson, donde los ratoncitos que
se quedaban esperando que cambiaran las cosas (permanecían en su rutina
habitual, en su zona de confort) se morían de hambre y los que se movían en
busca de alternativas conseguían el éxito.
El problema suele ser que la gente primero quiere ver los cambios y luego ya
se adaptará, sin darse cuenta que es al revés, primero cambia tu actitud (y tu
rutina) y verás cómo llega el éxito.
Te lo ilustraré de la siguiente manera: imagina que quieres tener tableta de
chocolate en los abdominales y dices «Primero quiero la tableta y luego ya
adaptaré mi rutina para hacer ejercicios de abdominales». ¿A que es absurdo?
Pues así es como pensamos muchas veces.
Cuando dirigía la televisión observaba este suceso de forma alarmante en los
becarios, muchos ofrecían el mínimo rendimiento esperando que les
contratáramos y entonces dar lo mejor de sí. Querían tener la tableta antes de
hacer los abdominales. Lo más curioso es que el rendimiento era inversamente
proporcional al nivel académico, es decir, aquellos que llegaban con más
estudios que respaldaban sus (supuestos) conocimientos son los que menos
demostraban sus habilidades, esperando estar en nómina para “darlo todo”, sin
embargo, aquellos que conseguían la beca con los estudios mínimos son los que
más se esforzaba, más querían aprender, más horas se quedaban, más se ofrecían
para las tareas que los “Máster” de Universidades privadas rechazaban. Y por
supuesto, contratábamos a aquellos que demostraban día a día su esfuerzo y su
capacidad de aprendizaje, no a aquellos que se guardaban lo mejor de sí. Sin
embargo este fenómeno se repetía una y otra vez, pese a las advertencias que
siempre daba a los nuevos becarios sobre nuestra política de contratación que
premiaba la actitud más que la aptitud (como me imagino que hacen la mayoría
de empresas que se precien). Hubo un caso que se me ha quedado especialmente
grabado en la memoria, un joven inmigrante que llegó solo al país y consiguió la
beca con los requisitos mínimos (incluso los requisitos mínimos de estancia en el
país, bordeando la ilegalidad) y que pagó su formación profesional y
manutención pidiendo dinero por las calles mientras tocaba su guitarra, tarea a la
que volvía cuando acababa su trabajo en la televisión. Este chaval fue, con
diferencia, el que más dificultades personales tenía para desempeñarse al
máximo y sin embargo fue, con diferencia, el que más aportó a la empresa y a la
vez más aprendió de ella.
No esperes ver los cambios y luego adaptarte, primero cambia tú y entonces
los cambios vendrán solos.
Por suerte a continuación os presento algunas ideas de cómo hacer fácil los
cambios, por ejemplo creando una rutina diaria personal.
Mi rutina diaria
Permíteme antes mostrarte cuál es mi rutina diaria. No pretendo que la hagas exactamente igual, ni
mucho menos, pero espero que te sirva de inspiración y la adaptes a tu estilo de vida. Has de saber que esta
rutina la he seguido tanto en épocas de intenso trabajo como en épocas sin empleo o ahora que trabajo por
cuenta propia, ya que es una rutina muy simple que se puede hacer en cualquier momento y situación de la
vida.
Me despierto temprano, antes que mi mujer y mi hijo para evitar interrupciones, unas dos horas antes
que ellos (y antes de entrar a trabajar cuando lo hacía por cuenta ajena y tenía que seguir un horario) para
ocuparme de mi desarrollo personal lo que incluye la escritura, que es mi vocación y lo que me hace estar
alineado con mi propósito. Por eso, aunque anteriormente tuviera un trabajo que no “vibrara” con mi
propósito, tenía al menos un par de horas de tranquilidad para sentirme vivo y encauzar mi camino a lo que
de verdad deseaba de la vida.
Nada más despierto me voy directo al baño sin hacer ruido y me encierro para no molestar ni que me
molesten. Enciendo una luz suave para que no me despeje demasiado y mantenerme un tiempo medio
adormilado, lo que es un estado cercano al alfa y cómo ya hemos visto, más propicio para la Meditación y
los ejercicios de la Ley de la Atracción. Las bombillas que he instalado en el espejo del baño son cálidas y
muy tenues, pero si tú no tienes esa posibilidad puedes guardarte en el armario del baño una linterna o una
lámpara a pilas que sea suave. También puedes guardar un trozo de papel celofán de color amarillo o
naranja y rodear la bombilla o la linterna si la que tienes es muy fuerte. No recomiendo que utilices la
linterna del móvil ya que si empiezas a meterte en el móvil te podrías distraer y perder el estado “hipnótico”
que necesitamos. Tienes que intentar que todo sea lo más fácil y automático posible en esos momentos para
no “despertar” del todo.
Tras encender la luz lo primero es sacarme de mi muñeca la pulsera de cuentas (o lo segundo si
necesito orinar) y mirarme a los ojos en el espejo mientras recito en voz alta mis afirmaciones (o más bien
en voz baja, para no despertar a nadie) y con cada afirmación golpeo mi pecho con los dedos índice y
corazón de mi mano dominante. Con la otra mano voy pasando las cuentas, en total hago dos vueltas a la
pulsera debido al número de bolitas que tienes ésta. Con cada afirmación intento visualizar, vivir, el
momento en el que se cumpliría ese deseo/intención, sintiendo que lo estoy recibiendo en ese justo
momento, como si fuera el presente.
Voy al despacho, mi lugar sagrado, cierro la puerta y enciendo una tenue luz de flexo. Me siento frente
a mi escritorio, el cual me he asegurado el día anterior que permanece limpio y despejado, en él sólo hay un
cubilete con un par de bolis verdes y algún marcador fluorescente. Saco mi carpeta de anillas de desarrollo
personal L.A. 20/80 y despliego mi tablón de logros y agradecimientos que está hecho de cartulina y
plegado en la tapa delantera del carpesano. Respiro profundamente unas cuantas veces, sintiendo el aire
cómo entra y cómo sale y procedo al repaso de todas y cada una de las fotografías que contiene el tablón de
logros y agradecimientos, dando gracias por tener cada persona o cosa que contiene, mejor dicho, no doy
gracias sino que siento verdadero agradecimiento. Entre las fotografías que tengo están mi mujer, mi hijo,
mis padres, mis mascotas, mi Universidad, billetes, una imagen que representa los cinco sentidos, mi casa,
mi cama, mi armario abierto (mi ropa), una ducha caliente, algunos de mis libros… Y también las imágenes
de mis deseos. En esos momentos cierro los ojos para recrear mejor las situaciones donde “suceden” mis
deseos e intento mantener los ojos 20 grados hacia arriba para favorecer el estado alfa. No me doy prisa en
visualizar ya que quiero disfrutar el momento, no tomarlo como un ejercicio que tengo que hacer por
obligación. Intento variar de vez en cuando la situación que visualizo, por ejemplo, cuando quiero una casa
nueva, un día visualizo que viene a recibirme a la entrada mi hijo con un buen abrazo, otro día visualizo que
llego y estoy solo en casa y me pongo música a todo volumen, otro día visualizo que mi mujer me llama al
dormitorio y está esperándome con lencería sexy… Y como siempre acabo leyendo la afirmación de arriba
del tablón: “Gracias por todas las bendiciones que tengo y por todas las que estoy recibiendo”.
Después procedo a sacar del carpesano fotocopias de mi plantilla para escribir afirmaciones, la misma
plantilla que te he adjuntado en el Protocolo L.A. 20/80. Siempre tengo muchas fotocopias para no tener
que quedarme sin ellas a mitad proceso. Cuando va bajando el nivel de fotocopias hago más.
Arriba de la plantilla lo primero que escribo, en lugar de una afirmación es «el seguro»: “Por favor,
conciencia universal y subconsciente míos, que esto o algo mejor se cumpla en su momento justo de
maneras que sean para mi mayor bien y el de todos los involucrados. Gracias”
Escribo las afirmaciones despacio y con buena letra. La letra es muy pequeña, tanto para que me quepa
la afirmación como para asegurarme una buena concentración. Procuro ser consciente de los posibles signos
de conflicto o cooperación así como de mis reacciones mentales y si siento algo lo escribo en la columna de
la derecha. Si se trata algún signo muy evidente intento también fijarme en qué momento parece más
presente cuando escribo la afirmación, para ver si se trata de alguna palabra en concreto que entra en
conflicto con mi programación subconsciente.
En ocasiones, dependiendo del momento en el que se encuentre mi deseo/intención, después de escribir
las afirmaciones realizo otros ejercicios de la Ley de la Atracción como un desbloqueo u otros (carta al
Universo, contrato con el Universo, ejercicios del Perdón…), ejercicios que iré colgando poco a poco en la
web que tantas veces ya te he mencionado www.facebook.com/atraccionmasefectiva.
Marco en mi plantilla de Rutina L.A. 20/80 todos los ejercicios que he realizado.
Cuando acabo todo esto me pongo a trabajar en mi vocación, la escritura, de modo que después,
cuando todos ya han despertado, puedo realizar tareas que conlleven menos concentración, o cuando
trabajaba para otro pues me iba a trabajar.
Hago una parada para desayunar y mientras preparo el desayuno aprovecho para pedir gracias por todo
lo que se me ocurre: las tostadora, el pan de molde, el café… y todo lo relacionado.
A lo largo del día he creado la rutina por la cual, cuando me apetece un café o beber agua o lo que sea,
antes voy al servicio, me encierro, saco mi tarjeta de afirmaciones y las leo.
Cuando salgo de casa, junto a mis llaves y mis monedas tengo mi tarjeta con la afirmación escrita y mi
piedra del agradecimiento y me lo meto todo en el bolsillo. La piedra del agradecimiento no la he explicado
aquí porque me parece un extra de refuerzo y no he querido liarte con demasiadas cosas para que te
concentres en lo esencial, así que guardo la explicación para mi página de facebook, aunque como muchos
sabréis por «El Secreto», básicamente se trata de llevar siempre una pequeña piedra en tu bolsillo que te
recuerde, cada vez que la tomes o la dejes, que tienes que sentir agradecimiento. [Actualmente he refinado
el proceso y utilizo una “goma de borrar del agradecimiento” ya que la goma de borrar me sirve a las veces
de piedra del agradecimiento y de herramienta de limpieza del Ho´oponopono, pero eso es otra historia que
como te he dicho está en mi facebook].
Después de comer hago Meditación. De la manera tradicional aunque, en ocasiones en las que me
apetece menos, utilizo la música con sonidos binaurales que ya he comentado.
Después de la Meditación, si estoy muy interesado en un deseo hago más afirmaciones escritas y/o
algún ejercicio más de refuerzo.
A última hora de la tarde hago running con un MP3 en el que escucho las afirmaciones grabadas en
audio durante media hora. Luego me quito los auriculares o escucho música inspiradora para algún libro
que esté escribiendo.
En la ducha tengo cincuenta baldosas seleccionadas que uso a modo de guía para hacer otro tanto de
afirmaciones. Para no perderme con un poco de espuma marco cada fila de baldosas cuando la completo. En
este caso hago cincuenta afirmaciones en lugar de veinte porque las afirmaciones proclamadas tienen menos
poder que las escritas, especialmente si mientras tanto estás duchándote y la concentración es
irremediablemente menor. Pero esas cincuenta “poco poderosas” hacen más que no hacer nada. Y lo
importante es que te has creado una rutina y al final del mes aunque sean “poco poderosas” serán
centenares.
Por la noche vuelvo al despacho a realizar el monitoreo de todo el día y me aseguro de tener el
escritorio limpio y despejado para el día siguiente.
Cuando me está entrando el sueño me voy rápidamente a la cama y repito la afirmación con mi pulsera
de cuentas. Si me he acostado demasiado tarde para mí, me duermo con la afirmación que enseguida te
explicaré: “que cada hora de sueño se multiplique por dos”. Hay temporadas en las que también me pongo
los auriculares con la grabación de las afirmaciones mientras duermo.
Y básicamente eso es lo que hago cada día.
¿Te parece una rutina muy estricta o compleja?
Quizá un poco sí, pero déjame que te diga dos cosas:
Esta rutina no se consiguió de la noche a la mañana, costó tiempo y relativo esfuerzo y, sobre todo,
prueba y error. Por eso yo tampoco te voy a pedir que consigas una rutina equivalente desde el principio,
entre otras cosas porque sería muy costoso e iría contra el principio de 20/80 que vengo pregonando todo el
libro. Sólo tienes que hacer los ejercicios más básicos que además están marcados como columnas de color
blanco en la plantilla de Rutina L.A. 20/80. Las columnas que aparecen sombreadas son ejercicios extra que
puedes saltarte o ir incorporando poco a poco a medida que tu rutina de ejercicios básicos te resulte más
cómoda.
¿Si te ofrecieran un empleo en el que tuvieras que hacer todo esto a cambio de hacer realidad tus
deseos no lo cogerías con los ojos cerrados? Piensa bien en ello. Te lo voy a repetir: ¿Si te ofrecieran un
empleo en el que tuvieras que hacer todo esto a cambio de hacer realidad tus deseos no lo cogerías con los
ojos cerrados?
En cualquier caso a continuación tienes una serie de estrategias para facilitarte la creación de una
rutina.
¿Cómo conseguir una rutina?
Vadim Zeland aconseja aprovechar un hábito ya creado como la salida para
fumar o ir al baño para hacer algunas afirmaciones o visualizar o como, por
ejemplo, cuando te contaba que aprovechaba mi descanso del café para ir a leer
mi tarjeta de cartón.
Así que ten presente que tienes a tu disposición una gran herramienta al
aprovechar tus hobbys o vicios para propulsarte hacia tu objetivo. Salvando las
distancias vendría a ser como las naves de exploración planetarias. ¿Nunca te
has preguntado cómo pueden permanecer tantos años avanzando por la galaxia
con la misma energía? Es porque utilizan la propulsión de la propia gravedad de
los planetas (llamada asistencia gravitacional), no usan su propia energía, pasan
cerca de los planetas y éstos las “lanzan” hacia el siguiente planeta. Tú también
puedes usar tu propia propulsión natural o inherente a ti para propulsar lo que te
interese.
Un ejemplo práctico. Hubo una época en la que quise perder algo de peso
pero me ponía enfermo sólo pensar en ponerme a hacer gimnasia y no hacía más
que posponer el momento, o hacía dos días de running y lo dejaba. ¿Cómo
utilizar mi propia propulsión inconsciente para propulsarme a hacer algo que
odio tanto? Una de las cosas que más me propulsaban eran los videojuegos.
Puedo estar años sin coger un mando pero si empiezo un juego quizá no pare
hasta acabarlo. Sabía que eso era buena “gasolina” para avanzar, más fuerte
incluso que el freno que supone hacer ejercicio. Fue tan fácil como poner la
bicicleta estática frente al televisor y coger un mando. Me comprometí a jugar
sólo haciendo bicicleta. Cuanto más quisiera jugar más tendría que pedalear.
Encendí la mecha y a partir de ahí, cada día estaba ansioso por ponerme a
pedalear para coger la partida desde donde la dejé.
En resumen, que te haces servir de una rutina o de un vicio que ya tienes
interiorizado en tu zona de confort para que sea más sencillo realizar otra tarea
que está fuera de tu zona de confort (como realizar los ejercicios aquí descritos
que te acercarán a tu deseo.)
Puede ser tan sencillo como lo que hace Keith Ellis («La lámpara mágica»)
que aprovecha el camino en coche de su casa al trabajo para realizar sus
ejercicios de afirmaciones o visualización. Tú también puedes crear tu propio
hábito de visualizar o afirmar aprovechando una de tus rutinas como la ducha, el
cepillado de los dientes… Ahora bien, estas rutinas deben ser un complemento,
lo que nos interesa es crear una rutina de afirmar y visualizar antes de ir a
dormir y nada más levantarse ya que, como hemos visto son los momentos del
día en los que la Ley de la Atracción funciona con más eficacia. Así que ¿Cómo
“obligarnos” a una rutina tan específica?
Una manera de facilitar la creación del hábito es hacer lo que quieres
convertir en rutina siempre en el mismo lugar y a la misma hora, en este caso
deberíamos siempre acostarnos y levantarnos a la misma hora y realizar los
ejercicios en el mismo lugar, en el baño, en la propia cama… pero no ir
cambiando cada día.
Por supuesto, si tienes que ir a trabajar, levántate al menos diez minutos antes
de los normal para hacer las afirmaciones y la visualización, no te despiertes a
última hora y tener que irte a prisas y corriendo.
¿Qué te supone levantarte diez minutos antes de lo normal? Apenas supone
un esfuerzo y la recompensa final es mucho mayor. Si te dijeran que
levantándote diez minutos antes puedes conseguir tus sueños ¿no lo harías?
Acuéstate diez minutos antes de lo normal y ya está.
Ojo, usamos la frase “levantarse diez minutos antes” entendiendo que si de
normal te pones el despertador a las 08:00, te lo tendrás que poner a las 07:50
pero eso no significa que puedas estar 10 minutos tumbado en la cama hasta las
08:00. Toma conciencia que levantarse a las 7:50 ya no es levantarse 10 minutos
antes sino que a partir de hoy, levantarse a las 7:50 es “tu hora” de levantarse.
¡Ah! y de lunes a domingo. Si te gusta el fin de semana levantarte más tarde haz
lo siguiente. Levántate a las 7:50 (o la hora que tengas programada para cada
día) haz tus ejercicios o afirmaciones y vuélvete a acostar. Cogerás aún mejor la
cama. Pero implícate en hacer los ejercicios o no saldrás nunca de su situación.
¡Es muy importante que no te saltes ni un sólo día! Es verdad, tu vecino sale a
correr todos los días excepto los domingos. Pero él ya tiene creada la rutina y tú
no. Quizá hasta los domingos se encuentre incómodo por no salir a correr y el
lunes cuando vuelva a correr sentirá que se ha quitado un peso de encima. Yo
tengo un amigo con un currículum impresionante como atleta de élite y recuerdo
de cuando compartíamos piso en la universidad que no se saltaba su rutina de
entrenamiento ni el día de año nuevo.
Así que si de verdad quieres ver cumplidos tus objetivos/intenciones tienes
que convertir los ejercicios en un hábito que consiga que te sientas más cómodo
haciéndolos que sin hacerlos.
El inicio de una nueva rutina es la parte más delicada. Cualquier pequeño
obstáculo puede echarla al traste, puede hacerte desistir, rendirte. Así que hay
que eliminar cualquier injerencia, por mínima que sea.
He aquí un truco que ideé para conseguir una rutina a la hora de despertarme
temprano y escribir un libro y que tú puedes usar para crear una rutina de
levantarte antes y hacer tus afirmaciones. Me pagaba por seguir bien mi
rutina, era un premio, lo hacía placentero. Hice una especie de contrato
laboral por el cual cobraba una “nómina” por levantarme a las 06:30 y ponerme
a escribir un cierto número de palabras. Era como un escritor asalariado de mí
mismo. Todo el dinero que “ganaba” con mi “trabajo” de escritor iba a una caja
para pagarme la publicación y distribución del mismo, es decir, para
acercarme más a mi deseo final. Tú puedes crear un contrato laboral por el
cual tu empleador te paga si te levantas a “la hora” y cumples con los
ejercicios de la Ley de la Atracción. Además en ese contrato puedes incluir
un incentivo por objetivos y es que si cumples con toda tu rutina
¡efectivamente conseguirás tu deseo! ¿no es ese acaso el mejor incentivo? y
¿No es entonces el mejor trabajo del mundo? ¿por qué no disfrutar
haciéndolo?
Si vas a utilizar este truco te recomiendo que ese dinero que apartas para
pagarte lo saques del banco, lo toques, lo tengas físicamente para palparlo y lo
guardes en una caja con el nombre del deseo en el que vas a invertirlo, eso lo
hará más tangible, más real. Y por supuesto, el día en el que no cumplas la
rutina, sé inflexible contigo mismo y no te pagues, harás doloroso el hecho
de no cumplir. Sin darme cuenta estaba siguiendo la teoría de que
posteriormente conocí de Tony Robbins según la cual nuestras decisiones se
basan en perseguir el placer y evitar el dolor. Yo estaba haciendo placentero el
hecho de seguir una rutina (pagándome para conseguir un deseo) y si no la
seguía se hacía doloroso (pues no cobraba y me alejaba de mi deseo de ver
publicado y distribuido mi libro). Y no ha sido la única ocasión, también
vendrían a seguir la teoría placer/dolor de Robbins cuando convertía hacer
ejercicio en algo placentero con los videojuegos, o vinculaba el placer de tomar
café con las afirmaciones. Lo que vengo diciendo desde el principio de este
manual, todos los autores de todas las épocas al final dicen siempre lo mismo
con diferentes palabras.
Si eres de los que les cuesta levantarse de la cama
Si eres un lector habitual, una de las mejores recomendaciones que te puedo hacer es que no te limites
a una sola materia, que seas un lector heterogéneo porque descubrirás inesperadas joyitas que podrían
cambiarte la vida por arte de magia. Algo así me pasó con el diccionario de interpretación de los sueños del
español Javier Tapia, «El mensaje está en los sueños» Ediciones Abraxas (2004), en cuya introducción
ofrece, sorprendentemente, una afirmación (él lo llama programación de los sueños, otro podía haber
hablado de autosugestión, autohipnosis... el nombre es lo de menos) para levantarse como si hubieses
dormido el doble de tiempo, con resultados milagrosos. Se trata de repetirte mentalmente, ya en la cama,
mientras te estás quedando dormido:
(...)
¡Es mano de santo! funciona desde la primera o segunda vez que lo practicas. Yo casi he convertido en
una rutina esta afirmación mientras me duermo y me levanto cada mañana a las 6:30 con gran vitalidad sin
importar si el día anterior me acosté a las 23:00 o a la 1:00. Nunca duermo más de siete o siete horas y
media, y no lo necesito. Además muchos estudios científicos sobre el sueño coinciden en que no se
requieren más de seis o siete horas de buen sueño. Lo de las ocho horas es un mito. Es mucho más
importante despertar durante un cambio de ciclo.
El excelente funcionamiento de esta técnica de Tapia reafirma la posición de Joseph Murphy y todos
aquellos autores que aseguran que el momento justo antes de dormirse es el mejor para realizar
afirmaciones.
¿Y si algún día me quedo dormido y no puedo hacer los ejercicios de primera
hora porque llegaría tarde a mi trabajo?
Si algún día te quedas dormido o por lo que sea llegas tarde y tienes la
tentación de saltarte tus afirmaciones de primera hora de la mañana piensa en
esto: la mayoría de los gurús de la gestión del tiempo tiene como premisa
principal dividir cada día las tareas en:
Importante-y-Urgente;
Importante-pero-no-Urgente;
Urgente-pero-no-importante; y
ni-Importante-ni-Urgente.
El problema que tenemos casi todos los humanos es que le damos prioridad a
lo Urgente. En algunos casos está justificado, cuando la tarea es Importante-y-
Urgente, pero en la mayoría de casos priorizamos lo Urgente-pero-no-importante
a lo Importante (creemos que cualquier cosa Urgente es importante, pero no es
así). Esto es un grave error porque vamos aplazando lo importante y acaba
convirtiéndose en Importante-y-Urgente. Y el estrés va en aumento,
inversamente proporcional a nuestra eficacia en la vida y el trabajo. LO
IMPORTANTE HA DE PRIORIZARSE ANTES QUE LO URGENTE-NO-
IMPORTANTE. Ahora piensa en los ejercicios de la plantilla del monitoreo
diario. Piensa para qué los estás haciendo. Los estás haciendo para conseguir los
mayores deseos de tu vida: un mejor trabajo, una pareja, una casa, salud,
felicidad, reconocimiento… ¿Acaso eso no son IMPORTANTÍSIMOS para ti?
Mucho más importantes que llegar un día tarde al trabajo o a una cita. Recuerda
que tus ejercicios son una tarea importante y debes priorizarlos sobre todo
lo demás. Si no los priorizas estás demostrando al Universo que esos deseos no
son importantes para ti, que ese trabajo al que tienes que llegar urgentemente es
más importante que el trabajo de tus sueños.
Además, ten en cuenta que la primera vez que tengas tentación de saltarte el
día será la más importante de todas porque si te lo saltas la primera vez, la
segunda vez que tengas tentación será más fácil (menos doloroso) saltártela, y la
tercera aún más fácil y la cuarta aún más… así que piénsatelo muy bien antes
de saltarte los ejercicios por primera vez.
Para más información sobre la organización de tareas y gestión del tiempo
recomiendo el best-seller de David Allen «Organízate con eficacia, edición
revisada noviembre 2015» (Empresa Activa) de donde extraje la idea de la
priorización de lo importante frente a lo urgente.
Pero tan importante como hacer cada día los ejercicios, por mucho que nos
pese al principio, es premiarse por los pasos cumplidos. De ahí lo bueno que
resulta el truco de pagarse cual asalariado por cumplir con los ejercicios. Pero el
premio también puede ser (o se puede sumar como un extra o incentivo, por
ejemplo después de una semana haciendo bien toda la rutina) un helado, una
escapadita, una cena romántica… lo que sea, pero que sea algo que no haces
habitualmente para recordarte que estás haciéndolo bien, que estás en la senda
del éxito, que te lo mereces y que está sucediendo gracias a tu planificación. Y
esto no sólo lo digo yo. En el famoso estudio sobre motivación que mencionaba
Wiseman, los participantes de éxito se habían asegurado de que cada uno de sus
objetivos secundarios supusiera una recompensa, algún pequeño premio. Pero
¡ojo! que no entre en conflicto con tu objetivo principal en sí. Ejemplo: no
puedes darte un atracón de chocolatinas para celebrar una semana de comida
sana.
Estos pequeños premios también suponen un “ancla” para los éxitos, un
pequeño recordatorio de que estás logrando objetivos. Si te comes un helado con
cada semana de logros, has creado un “ancla” de éxito en los helados y cualquier
otro día que comas un helado tu subconsciente lo asociará al éxito y reforzará tu
atracción hacia más éxito.
Hablaremos un poco más de los premios en el apartado dedicado al monitoreo
diario.
¿Cuánto tardará en convertirse en un hábito?
Muchos autores y gurús hablan de 21 días necesarios para la creación de un
hábito, pero esta aseveración crea ciertos problemas de interpretación porque 21
días coincide justo con los días de un mes sin sábados ni domingos por lo que es
fácil que te hayas planteado esta cuestión ¿he de practicar 21 días seguidos o
durante un mes sólo entre semana?
Los autores, gurús y practicantes de la Ley de la Atracción difieren mucho
entre sí, no hay una doctrina dominante. Yo me quedo con la investigación de la
NASA que escuché a Jack Canfield en una de sus conferencias según la cual,
estudiaron que el cerebro tardaba justo 30 días (seguidos) en adaptarse a una
tesitura totalmente nueva. La investigación fue de la siguiente manera: para
adaptarse a la situación del espacio donde no hay arriba ni abajo, o éstos no están
donde “deberían” estar (nada mejor que ver la película «Gravity» –Warner Bros.
Pictures. 2013– de Alfonso Cuarón para hacerse una idea) les hicieron ponerse
unas gafas especiales que invertían la visión, es decir, lo veían todo boca abajo,
una coyuntura radicalmente nueva, incluso ilógica, para el cerebro. Pues bien, la
NASA comprobó que los futuros astronautas tardaban justo 30 días en adaptarse
a esta nueva situación. Justo 30 días, momento a partir del cual podían realizar
las mismas tareas que realizaban antes de llevar gafas como ver la televisión o
conducir. De hecho, si se quitaban las gafas en ese momento veían al revés de
nuevo hasta que el cerebro se volvía a adaptar. Así de duro es el entrenamiento
de los astronautas. Pero lo que a nosotros más nos interesa es que cuando uno de
ellos se quitaba las gafas antes de llegar a los 30 días, su “contador” de días se
ponía a cero, o sea, que tardaba otros 30 días en adaptarse desde el día que se
quitaba las gafas.
Así que esta es la referencia que me parece más fiable y la que
escogeremos para nuestro Protocolo L.A. 20/80, el de 30 días seguidos, sin
interrupción.
Y para acabar con la anécdota de la NASA y como interesante curiosidad, por
si no lo sabías, realmente nosotros captamos las imágenes de forma invertida
(vemos el reflejo de la luz sobre los objetos, como un espejo) y es nuestro
cerebro el que las pone “al derecho”. Así que lo que hacían en la NASA no era
invertir las imágenes sino hacer que se vieran tal y como son o al menos tal y
como nos llegan realmente… una paradoja que da mucho que pensar.
Las ayudas para conseguir un hábito
Lo primero es tener un ambiente y unos materiales que la favorezcan. Si
te vas a hacer footing necesitas unas zapatillas cómodas y un lugar poco
transitado donde correr. Si empiezas tu rutina corriendo con zapatos de tacón por
la Calle Mayor, pronto te cansarás. Buscamos placer, no dolor.
Del lugar ya habíamos hablado en el capítulo dedicado a “Dónde afirmar”,
asegurando que debía ser un lugar tranquilo en el que no ser interrumpido.
El gran autor de bestsellers, Stephen King, aún cuando no había vendido una
sola historieta y vivía casi en la ruina en una destartalada caravana, creía a pies
juntillas en el principio de tener un lugar “propio” y cerrado (con la puerta
cerrada) para trabajar y se sentaba en la cama del dormitorio montándose una
mesita plegable para poner la máquina de escribir. Así de fiel a este principio has
de ser. No puedes trabajar con los niños correteando por ahí o tu pareja
pidiéndote esto o aquello.
Pero a ser posible, intenta tener un espacio más cómodo que una mesita
plegable en la cama, tenemos que hacer que la tarea sea lo más fácil y cómoda
posible. Placer frente a dolor.
Cuando vivía en un piso pequeño, mi mujer y yo decidimos montar en una
habitación un despacho para trabajar en nuestros hobbies, ella para su tienda de
moda online (https://www.facebook.com/miaferrer) y yo en mis afirmaciones y
mis libros. Los dos no podíamos trabajar a la vez porque nos interrumpíamos
constantemente. Por otro lado teníamos un bebé (que ya no es tan bebé) que nos
impedía trabajar más de 3 minutos seguidos. Así que poco a poco, casi
inconscientemente, creamos la rutina de yo despertarme a las 6:30 para afirmar y
hacer mis ejercicios un par de horas antes de ir a mi trabajo “de oficina” y antes
de que se despertaran mi esposa y mi bebé; y ella comenzar a trabajar a las 23:00
cuando yo y el bebé ya dormíamos plácidamente. Así nadie molestaba a nadie y
ambos teníamos nuestro par de horitas de tranquilidad para nuestras pasiones
personales.
Además del lugar tranquilo y personal necesitarás materiales adecuados:
Lo primero es una mesa despejada y ordenada ya que vas a escribir mucho,
centenares o miles de afirmaciones y cualquier “trasto” innecesario en un mesa
desviará tu atención. A mi me gusta tener en el escritorio sólo el monitor del
ordenador y un cubilete con dos bolis verdes, dos marcadores fluorescentes, unas
tijeras, pegamento de barra y tarjetas de cartón para mis afirmaciones. El teclado
lo tengo oculto para que no me moleste y sólo lo saco cuando voy
específicamente a realizar tareas con el ordenador, pero lo primero siempre son
mis afirmaciones escritas a mano.
Si te resulta imposible tener una mesa para ti solo, por ejemplo porque la
compartes con tu pareja, asegúrate que tu compañero o compañera recoja sus
cosas y te deje la mesa limpia para cuando llegues tú. Y por supuesto tú haz lo
mismo cuando acabes.
Deberías hacerte cuanto antes con un buen cuaderno de tapa dura, ya que
lo usarás todos los días, o bien un carpesano de anillas con un gran número de
hojas. Yo al principio empecé con cuadernos porque son más cómodos que el
carpesano y escribes una hoja detrás de la otra sin problemas de orden ni de
roturas de las hojas. Para empezar se debe PRIORIZAR TU COMODIDAD. Yo
ahora uso carpesano porque ya tengo una rutina creada y me muevo con muchos
objetivos/intenciones a la vez por lo que necesito más espacio, pero te
recomiendo empezar con una libreta de tapa dura. Mejor si no es excesivamente
gruesa, con demasiadas páginas, ya que ha de ser fácil de manejar, pero tampoco
que sea más pequeña que el tamaño folio estándar, es decir, no uses agendas ni
libretitas de tamaño DIN-A5 ya que habrá que pegar imágenes y hacer
resúmenes de una hoja y con muy poco espacio volveremos a la incomodidad.
Y bolígrafos cómodos. Vamos a escribir mucho y muy rápido. Yo uso de
tinta líquida porque la tinta fluye mejor pero tú usa los que mejor se adapten a ti,
si tienes una rutina creada de escribir con unos bolis determinados no voy a ser
yo quien te la rompa. Ten siempre de repuesto, que no se te acaben en mitad de
un ejercicio. Yo uso siempre el bolígrafo del mismo color (siempre lo mismo =
rutina), me gusta usar el verde porque puedo diferenciarlos de los típicos azul y
negro que se usan para “trabajar”, además, un curioso estudio de Andrew Elliot
de la University of Rochester sacó a la luz que escribir en color verde fomenta la
creatividad, cosa que siendo escritor me interesa mucho. Por otra parte, ya se ha
convertido en mi color para la realización de mis sueños y sujetarlo es como
decirle a mi subconsciente «¡Vamos a ello! empecemos a hacer realidad sueños».
Se ha convertido en un “anclaje” de mis éxitos. Tú también puedes escoger un
tipo de boli y un color con el que te sientas cómodo: rojo, rosa, verde, morado,
naranja, marrón… Pero pruébalo antes de comprarlo para asegurarte de su
legibilidad. Por ejemplo, sería difícil escribir con amarillo sobre papel blanco.
También deberías tener un marcador fluorescente para destacar conceptos y
titulares. Nuevamente de un color con el que te sientas cómodo y
preferiblemente otro más de repuesto.
Y, esto es muy importante. Un cubilete. Sí, has oído bien, un cubilete para los
dos o tres bolis y los marcadores fluorescentes para que estén siempre en su sitio
y no dando vueltas por el escritorio (y finalmente por toda la casa).
Necesitaremos una cartulina de cualquier color y de tamaño standard (esas
hojas grandes DIN-A2, que son como cuatro veces un folio), unas tijeras de
oficina y pegamento de barra para la creación del Tablones de Logros y
Agradecimientos. Este tablero está «vivo», es decir, irá cambiando con el
tiempo, irás pegando fotos nuevas y quitando cosas que ya no te interesan, de ahí
que tengas siempre «tus» tijeras y «tu» pegamento siempre disponibles y a mano
en tu cubilete.
Quizá todo esto te parezca una tontería, puedes decir cosas como «bueno, yo
ya tengo tijeras en casa, mi mujer las tiene en el costurero, y seguro que por los
cajones encuentro alguna libreta. Y ¿cubilete? Yo no necesito un maldito
cubilete para los bolis, vaya tontería» Pero si estás pensando esto es que no me
has entendido, no me he explicado bien: EL TRASUNTO DE TODO ESTO ES
FACILITAR LA TAREA AL MÁXIMO, para acabar con el vago que hay en
todos nosotros por naturaleza. Cuando tengas que levantarte antes de tu hora
habitual para hacer los ejercicios de afirmaciones antes de irte a trabajar, si
empiezas a tener que rebuscar donde están las tijeras, la libreta que al fin
encuentras está llena de apuntes de otras cosas, los bolis en lugar de estar en su
cubilete están no sé donde… todos esos pequeños obstáculos son los que te
complicarán la creación de una rutina, los que te impedirán levantarte antes de tu
hora para hacer los ejercicios y los que harán que lo dejes estar (una vez más) y
eches pestes de otro proceso más de la Ley de la Atracción que no funciona.
«¿En serio no puedo usar una libreta que no sea de tapa dura, un boli azul que
tengo por casa y unas tijeras de cocina que de normal no uso?»
Por poder… se puede. Pero no me digas que no mola más salir a hacer footing
con unas Nike nuevas que con tus viejas zapas… motivación, motivación,
motivación… cómprate ese material nuevo y ponlo en tu escritorio-altar como
tus herramientas sagradas para el cumplimiento de tus deseos. No dejes que tu
pareja o los niños te cojan ese material. Es sagrado.
Por eso, ojo… que sea también material EXCLUSIVO para tus ejercicios
de la Ley de la Atracción. No uses para estos ejercicios el mismo boli de la
encimera de la cocina (que siempre se pierde), ni la libreta de la lista de la
compra. Este material es sagrado y sólo lo debes usar para atraer tus deseos.
Al igual que tu espacio de trabajo debe ser sagrado.
De todos modos, te pregunto yo: «¿En serio no puedes simplemente comprar
esas cuatro cosas, seguir al pie de la letra estas sencillas instrucciones a cambio
de conseguir tus deseos?»