Sunteți pe pagina 1din 29

“AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCION E IMPUNIDAD”

UNIVERSIDAD SAN PEDRO


FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

DERECHO CIVIL III: ACTO JURIDICO


LOS VICIOS DE LA VOLUNTAD:
EL ERROR Y EL DOLO

ALUMNOS:
GIL PEÑA, SOLANGEL MIRELLA
ALBUJAR SEMINARIO, JORDY

DOCENTE:
VILLALTA

CICLO:

PIURA, JUNIO DEL 2019


INDICE

Introducción

Capitulo I

Capitulo II

Conclusiones

Recomendaciones

Bibliografía
INTRODUCCION

El presente trabajado de investigación constituye una recopilación de información de


juristas muy reconocidos en el ámbito jurídico nacional. Por ello, sus obras
jurisprudenciales se han constituido una fuente de consulta muy valiosa para nuestra
formación profesional. En tal sentido, mostramos a continuación la estructura del
presente trabajo y su desarrollo capitular.
En el primer Capítulo, se da a conocer la realidad problemática, la justificación y
delimitación del problema; además de la formulación del problema de investigación,
seguido por la hipótesis y los objetivos.
En el segundo Capítulo, se muestra el Marco Teórico Referencial en relación a los vicios
de la voluntad, tales como: El error, el dolo, en el desarrollo de este capítulo se pone en
evidencia las diferencias que existe entre ellos los cuales están debidamente sustentado
en el Código Civil Peruano, así como también las jurisprudencias de diversos autores de
reconocida trayectoria. Finalmente tenemos las conclusiones, la bibliografía, la
linkografía y los anexos en los cuales mostramos un caso procesal en el cual se ha
declarado nulo el acto jurídico entre las partes contrayentes, demostrando así que,
efectivamente la justicia es imparcial, actúa de acuerdo al principio de legalidad que
viene a constituir la columna vertebral del Derecho.

1
CAPITULO I
El problema
 Realidad Problemática
En el mundo de los contratos o negocios jurídicos se contempla a menudo la anulación
de los mismos, porque de alguna forma se ha efectuado algún tipo de error o quizá se ha
forzado la voluntad de una de las partes para realizar el acto jurídico. El vicio del
Consentimiento es la ausencia de una voluntad sana con el objetivo de falsear, adulterar,
anular dicha voluntad y alcanzar propósitos deseados lo cual compromete su eficacia. La
voluntad queda excluida cuando el consentimiento en su forma exterior está viciado.
En el presente estudio trataremos los vicios del consentimiento en el contrato, donde
intentaremos dar una breve explicación sobre el vicio resultante de error, dolo. La
relevancia del dolo como causa de anulación del acto jurídico requiere que: el engaño
provenga de una de las partes otorgantes del acto jurídico (dolo directo) o de un tercero
con conveniencia con ella (dolo indirecto) o que no habiendo existido conveniencia con
el tercero el beneficiado con el acto haya tenido conocimiento de los artificios o
maquinaciones de aquél y no haya manifestado a la otra parte la verdad de los hechos
(dolo omisivo) y el engaño usado por una de las partes haya determinado la voluntad de
la otra parte, de tal modo que si él no hubiera celebrado el acto jurídico, por consiguiente
podemos razonar que el dolo será causa de anulación de un acto jurídico cuando el engaño
empleado por una de las partes sea determinante para la celebración de un acuerdo
contractual.
Art. 203° del CC. "El error se considera conocible cuando, en relación al contenido, a las
circunstancias del acto o a la calidad de las partes, una persona de normal diligencia
hubiese podido advertirlo", el error se considera conocible cuando, en relación al
contenido, a las circunstancias del acto o a la calidad de las partes, una persona de normal
diligencia hubiese podido advertirlo.

2
El Error
El error es un factor perturbador inconsciente que distorsiona el formativo de la voluntad
jurídica, ya en el aspecto relativo a la voluntad interna, en cuyo caso se configura el
denominado error-vicio, o ya en lo que se refiere a la exteriorización de la voluntad
interna, en cuyo caso se configura el denominado error en la declaración, que el Código
Civil legisla claramente diferenciados en el articulado, pero bajo el título común de Vicios
de la Voluntad.
El denominado error-vicio, así llamado porque es propiamente el error como vicio de la
voluntad, afecta la función cognoscitiva del sujeto pues su voluntad interna se forma en
la ausencia de conocimiento o de un conocimiento equivocado. Este error produce una
divergencia inconsciente entre la voluntad interna del sujeto, así formada, y la finalidad
que persigue con su manifestación.
"Consiste en una representación subjetiva contraria a la verdadera realidad objetiva, y
cuando esa falsa representación ha tenido tal importancia en la génesis del negocio que
haya sido capaz de determinar la voluntad, constituye un vicio de la misma".
El error-vicio como está referido a la función cognoscitiva del sujeto comprende dentro
de su ámbito conceptual la ausencia de conocimiento, que es la ignorancia, y el
conocimiento equivocado, que es propiamente el erros. De ahí que jurídicamente la
ignorancia se equipare en el error y, como sostiene Ospina y Ospina, que el error provenga
de la ignorancia pues el concepto falso encuentra su origen en el desconocimiento de la
realidad. La equiparación de la ignorancia con el error fue planteada desde el Derecho
Romano. Si bien la ignorancia era empleada preferentemente por los jurisconsultos
romanos para calificar el vicio que consistía en el desconocimiento o en el falso concepto
de la realidad, y además era empleada preferentemente en los textos romanos como
de juris et factiignorantia, el Derecho Romano moderno sólo ha modificado
la nomenclatura referente a este vicio, dando preferencia al vocablo error, por lo que
ambas locuciones-ignorancia y error. Tienen el mismo significado jurídico y están
comprendidas en el mismo concepto, siendo así como lo receptó la codificación civil y
ha llegado hasta nuestros días.
Ahora bien, hemos planteado la delimitación conceptual del error partiendo de la
diferenciación del error-vicio, o propiamente error, con el error en la declaración o en la
manifestación, estableciendo como premisa para el primero de que se trata de una
divergencia inconsciente entre la voluntad interna y la voluntad que se exterioriza
mediante la manifestación. Y ya ha quedado precisado que el error es ausencia de
conocimiento y también conocimiento equivocado. Es conveniente precisar, entonces,
que el error como vicio sólo afecta a la voluntad y no a su manifestación, que sólo sirve
de vehículo para exteriorizarla. El error como vicio, según explica Messineo, interviene
como agente eficiente en la determinación de la voluntad, pues es el motivo de la voluntad
Es una idea inexacta que se forma un contratante sobre uno de los elementos del contrato,
en el que podemos creer que un hecho que es falso es verdadero y viceversa.

3
Implica el defecto de concordancia entre la voluntad verdadera, la voluntad interna y la
voluntad declarada lo que crea un desequilibrio en el contrato. La doctrina distingue los
errores que excluyen el consentimiento, aquellos que lo vician y los que jurídicamente
resultan irrelevantes.
Para concluir con esta delimitación conceptual es imprescindible precisar que para que se
configure el error, sea error-vicio o error en la manifestación, es necesaria su
espontaneidad. Como señala Puig Peña, la doctrina del error se construye sobre la base
de la espontaneidad, pues si el error es espontáneo tendremos el error strictu
sensu; en cambio, si el error es provocado por maquinaciones de la otra parte se entra en
los dominios del dolo. La espontaneidad del error es excluyente de la mala fe, pues para
que se configure el error la buena fe debe caracterizar la conducta del errante y de su
contraparte a la que se imputa la conocibilidad del error.

Clases de error
Error en la voluntad o error vicio en la declaración o error obstativo
Ejemplo: Si queriendo comprar un jarrón chino del siglo XVII, el sujeto declara por error
comprar un jarrón chino del siglo XVIII, habrá un error en la declaración sobre la
identidad del objeto del negocio jurídico; o porque los términos utilizados por el sujeto
conscientemente en su declaración no reflejan su verdadera voluntad, ya sea porque no
conoce el exacto significado de las palabras utilizadas o porque las mismas tienen un
doble significado, así por ejemplo, existió un error de declaración cuando el sujeto declare
su voluntad de comprar una casa por 100, 000 dólares, en el entendimiento que se trata
de dólares australianos, habiendo utilizado para identificar al dólar de los Estados Unidos
de América.
En ese sentido, es bastante clara la divergencia conceptual entre ambas clases de error.
Esto es que la cualidad del objeto, determinante del acto, debe resultar de los hechos y no
solamente del dicho de la parte.
El disenso no puede asimilarse a la figura de error obstativo; ya que mientras este último
consiste en una discrepancia entre la voluntad declarada y la voluntad interna, esto es, en
una equivocación respecto a la propia declaración de voluntad, el disenso se da cuando
una de las partes se equivoca respecto a la declaración de la otra parte, esto es, mientras
que el error obstativo consiste en un error respecto a la propia declaración de voluntad, el
disenso consiste en un error, en sentido amplio y no técnico, sobre la declaración de
voluntad ajena. Asimismo, en los casos de disenso, las declaraciones de voluntad de las
partes coinciden cada una de ellas con sus respectivas voluntades internas, no siendo
ambas declaraciones de voluntad coincidentes entre sí.
Error de hecho y error de derecho
El error de hecho se refiere a que hubo una confusión en la situación que ocurría en un
acto especifico, por ejemplo, pretendes comprar un auto pero tú crees que es una auto
normal y el que te lo vende te está vendiendo un auto de juguete (algo burdo pero bueno)
Error de derecho: (no saben que con este acto se está contratando). No ha sido reconocido
por la jurisprudencia como motivo para anular un contrato, no invalidaría el

4
consentimiento. El contrato existe desde el momento en que se producía un concurso de
voluntades.
Error propio o impropio
Error esencial y error indiferente
Error excusable y error conocible
El error en el código civil
El error vicio
Se produce espontáneamente como consecuencia de la ausencia de conocimiento, que es
la ignorancia, o de conocimiento equivocado, que es el error propiamente dicho del
errante, genera una divergencia inconsciente entre la voluntad interna y la manifestación,
y la manifestación de la voluntad no es correlativa a los efectos queridos y que han
conducido al sujeto a la celebración del acto jurídico.
Requisitos
La esenciabilidad del error. - El error es esencial:
. Cuando recae sobre la propia esencia o una cualidad del objeto del acto que, de acuerdo
con la apreciación general o en relación a las circunstancias, debe considerarse
determinante de la voluntad.
. Cuando recae sobre las cualidades personales de la otra parte, siempre que aquellas
hayan sido determinantes de la voluntad.
. Cuando el error de derecho haya sido la razón única o determinante del acto.
Error conocible. - El error se considera conocible cuando, en relación al contenido, a las
circunstancias del acto o a la calidad de las partes, una persona de normal diligencia
hubiese podido advertirlo.
Improcedencia de la anulabilidad por error rectificado. - La parte que incurre en error no
puede pedir la anulación del acto si, antes de haber sufrido un perjuicio, la otra ofreciere
cumplir conforme al contenido y a las modalidades del acto que aquella quiso concluir.
Error vicio indiferente
Acompaña a la voluntad sin viciarla y sin afectar, por lo mismo, la validez del acto
jurídico, a lo sumo, dar lugar en algunos casos a la rectificación, pero no a la anulación
del acto.
El error vicio indiferente puede recaer sobre la materia o las cualidades del objeto que no
son esenciales y determinantes de la voluntad (salvo que tengan el carácter expreso de
condición), o sobre las cualidades personales de la otra parte que n han sido determinantes
de la voluntad, o sobre el derecho que no ha sido la razón única o determinante de la
celebración del acto. En estos casos el error es indiferente para el perfeccionamiento del
aco jurídico.

5
El error en la declaración sobre la identidad o la denominación de la persona, del objeto
o de la naturaleza del acto, no vicia el acto jurídico, cuando por su texto o las
circunstancias se puede identificar a la persona, al objeto o al acto designado
Error vicio en el motivo
Es la falsa representación mental sobre los móviles subjetivos que llevan al sujeto a emitir
su declaración de voluntad.
Ejemplos:
. Un funcionario público compra una casa en cuzco creyendo que ha sido trasladado a
trabajar en dicha ciudad, lo cual no ha sucedido.
. Un coleccionista compra un cuadro de un pintor famoso, haciendo una errada valoración
económica del mismo, y con la intención de revenderlo con un cierto margen de
sobreprecio.
El error en el motivo solo vicia el acto cuando expresamente se manifiesta como su razón
determinante y es aceptado por la otra parte.
Improcedencia de indemnización
Para que el error sea causal de anulabilidad del acto jurídico es necesario que sea esencial
y conocible, de esta manera, la ley otorga adecuada protección, contra las graves
consecuencias de la anulabilidad, tanto al declarante como al destinatario de la
declaración. El acto no se anula solamente porque el declarante ha caído en error esencial,
sino también porque el destinatario está en falta al no haberlo advertido, observando una
normal diligencia, razón por la que la anulación del acto por error no puede dar lugar a
indemnización entre las partes que lo celebraron.
La anulación del acto por error no da lugar a indemnización entre las partes.
Error en la declaración (error obstativo)
Las disposiciones de los artículos 201 a 207 también se aplican, en cuanto sean
pertinentes, al caso en que el error en la declaración se refiera a la naturaleza del acto, al
objeto principal de la declaración o a la identidad de la persona cuando la consideración
a ella hubiese sido el motivo determinante de la voluntad, así como el caso en que la
declaración hubiese sido trasmitida inexactamente por quien estuviere encargado de
hacerlo.
Error sobre la naturaleza del acto.
Es el que recae sobre la identidad del contrato. Cada parte contractual cree que
perfecciona un contrato diferente. Así, un contratante cree que celebra un contrato de
compraventa, cuando en realidad se trata de un contrato de arrendamiento, que es lo que
cree la otra parte.
Ejemplo:
. Juan entrega un ramo de flores a María en la creencia de que lo que está vendiendo y
María lo recibe penando que es una donación.

6
. Firmo un documento en blanco para que después sea llenado con el contendido de un
acto de constitución de hipoteca que he ofrecido otorgar sobre un bien de mi propiedad,
pero es llenado con el contenido de la venta del bien; sin leerlo firmo el contrato creyendo
que es de la gerencia, cuando es de la fianza. Este error impide al sujeto darse cuenta de
los efectos esenciales del acto jurídico que se ha propuesto celebrar
Error sobre la identidad del objeto
Es aquel en que incurre la parte al equivocarse sobre la identidad del objeto del contrato.
Por ende, un contratante se equivoca sobre las cosas o servicios que han de
intercambiarse. También se incurre en esta clase de error cuando recae sobre la actividad
conducente a satisfacer los intereses y adquirir los bienes que servirán para cumplir las
obligaciones.
Ejemplo:
. El vendedor entiende vender un bien determinado, y el comprador entiende comprar
otro.
. Empaqueto y entrego una cosa en vez de otra.
Error sobre la identidad de la persona
«El error acerca de la persona con quien se tiene intención de contratar no vicia el
consentimiento, salvo que la consideración de esta persona sea la causa principal del
contrato» (artículo 1455 del código chileno). Esto se refiere principalmente a los contratos
Intuitu personæ.
El error sobre la identidad de la persona no vicia la voluntad, salvo que la consideración
a ella haya sido el motivo determinante del otorgamiento del acto jurídico.
Ejemplo: Al dueño del establecimiento que vende cosméticos le interesa muy poco quien
sea el que adquiere sus productos; si hace una venta a C tomándola por B, el error en la
identidad del comprador no vicia la voluntad, porque la consideración a la persona de
dicho comprador n ha sido determinante de la voluntad del vendedor. Pero si A queriendo
prestar US$ 100,000.00 a B, persona con solvencia moral y económica, l entrega a C,
persona insolvente y con antecedentes penales, quien ha tomado por B, este préstamo es
anulable por error de identidad de la persona
Error en la transmisión de la declaración
No hay error en la declaración; la declaración de voluntad es bien hecha, pero la persona
encargada de transmitirla, el nuncio, la transmite inexactamente.
El error en el matrimonio
El Código Civil legisla sobre el matrimonio como acto jurídico aunque sometiéndolo, por
sus peculiaridades, a un régimen especial y no a las normas generales que rigen los actos
jurídicos y que están contenidos en el Libro II, lo que se pone de manifiesto en el
tratamiento del error dentro del régimen legal del matrimonio. Según Fernando Vidal
Ramírez: "Art. 277° CC., inciso 5 señala que: es anulable el matrimonio… de quien lo
contrae por error sobre la identidad física del otro contrayente o por ignorar algún defecto
sustancial del mismo que haga insoportable la vida en común. Se reputan defectos
7
sustanciales: la vida deshonrosa, la homosexualidad, la toxicomanía, la enfermedad grave
de carácter crónico, la condena por delito doloso a más de dos años de pena privativa de
la libertad o el ocultamiento de la esterilización o del divorcio. Como puede apreciarse,
el Código Civil, es este caso hace referencia a un error en la identidad de la persona, pero
a nuestro juicio, debe entenderse como un error en las cualidades esenciales de la
persona".[23]
Error en el testamento
El acto testamentario también presenta características peculiares que hacen que esté
sometido a normas especiales respecto de las contenidas en el Libro II del CC., salvo los
casos de remisión expresa a las reglas generales, como en el caso de las modalidades (Art.
689° CC.), lo que no ocurre con el tratamiento del error. El acto testamentario se
caracteriza por ser unilateral y recepticio, que requiere de la manifestación de voluntad
directa del testador (Art. 690° CC.) y que puede ser o no de contenido patrimonial (Art.
686° CC.). Es, además, el acto mortis causa por excelencia y otras características, sin
embargo, sólo vamos a mencionar y poner en relevancia la de su provisionalidad, pues el
testador puede revocarlo cuantas veces quiera, ya que sólo a su muerte se torna definitivo.
Según, Fernando Vidal Ramírez "De acuerdo al Art. 809° del CC., también son anulables
las disposiciones testamentarias debidas a error esencial de hecho o de derecho del
testador, cuando el error aparece en el testamento y es el único motivo que ha determinado
al testador a disponer. Como error esencial puede configurarse como error-vicio y
también como error en la manifestación de la voluntad, incluido el error en el que puede
incurrir el notario al transcribir la declaración testamentaria a su protocolo".
Clasificación del error-vicio, según Fernando Vidal Ramírez:
El error esencial; es esencial cuando es determinante en la formación de la voluntad
interna e induce al sujeto a la celebración del acto jurídico mediante una manifestación
de voluntad que no va a ser correlativa a los efectos queridos, o, en otras palabras, el error
es esencial cuando de no haber mediado el sujeto no hubiera celebrado el acto jurídico.
Esencial es, por consiguiente, como precisa Vitorino Pietrobon,"todo error que impide
exacto conocimiento del negocio nacido al mundo jurídico".[2]
El Código Civil no contiene una noción del error esencial, pero de su articulado se puede
extraer el criterio que hemos expuesto y que corresponde al que adoptado. Así, cuando
hace referencia al error esencial permite inferir que lo es el "determinante de la
voluntad" Art. 202° inc. 1 y 2; y Art. 204° CC., y que también lo es cuando es "la razón
única o determinante del acto" Art. 202° inc. 3 del CC.: "Cuando recae sobre la propia
esencia o una cualidad del objeto del acto que, de acuerdo con la apreciación general en
relación a las circunstancias, debe considerarse determinante de la voluntad. Cuando
recae sobre las cualidades personales de la otra parte, siempre que aquellas hayan sido
determinantes de la voluntad. Cuando el error de derecho haya sido la razón única o
determinante del acto".
El error indiferente; el error indiferente por contraposición al error esencial, porque es el
que no ha incidido en la formación de la voluntad interna y, por tanto, no se ha constituido
en la razón o causa determinante de la celebración del acto jurídico.

8
El Código Civil no utiliza un nomen iuris para señalar al error que estamos denominando
indiferente ni tampoco tiene un criterio uniforme que permita identificarlo. Por eso,
hemos preferido denominar indiferente al error que recae sobre cualidades no esenciales
y consideradas secundarias de la cosa o de la persona, y que, por lo tanto, si bien
incidieron en la formación de la voluntad interna, no fueron determinantes en la
celebración del acto jurídico. Esta diferenciación respecto del error esencial y la falta de
un criterio uniforme lo apreciaremos mejor cuando nos ocupemos del error en cálculo o
error en el motivo no manifestado.
El error de hecho: El error de hecho o error fácil consiste en la ausencia de conocimiento
o en el conocimiento equivocado que recae en cualquier clase de objetos, en su sustancia
o en sus cualidades esenciales, así como en las personas o en sus cualidades, en una
operación de cálculo o en la apreciación de una cantidad, o en el motivo mismo que
inducen a la celebración del acto jurídico. La comprensión de su concepto viene a ser, por
ello, sumamente lata pues sólo excluye a lo que sea una norma jurídica, que se reserva
para el error de hecho. El error de hecho puede ser esencial o indiferente, según pueda o
no servir de causa de anulación del acto jurídico.
La doctrina distingue diversas clases de error de hecho cuando es esencial y también
cuando es indiferente. A continuación, vamos a detenernos en las distinciones acogidas
por el Código Civil:
El error en la esencia o en las cualidades esenciales del objeto: El error en la sustancia
o en las cualidades esenciales del objeto, que viene a ser el denominado error in
substantia, tiene raigambre en el Derecho Romano y fue receptado por el
Código Napoleón. Nuestro Código Civil vigente lo considera en el inciso 1 de su Art.
202° según el cual "el error es esencial: cuando recae sobre la propia esencia o una
cualidad del objeto del acto que, de acuerdo con la apreciación general o en relación
con las circunstancias, debe considerarse determinante de la voluntad".
Como bien lo preciso el Maestro León Barandiarán, trata del error in
substantia distinguiendo la esencia misma del objeto de las cualidades esenciales del
mismo e introdujo un elemento objetivo para apreciación de la esencia propia del objeto
o de sus cualidades esenciales, como es el de "la apreciación general" o la "relación o las
circunstancias".
El error en las cualidades esenciales de la persona: El error en las cualidades esenciales
de la persona tiene también raigambre en el Derecho Romano, que lo denominó como
error in personam, y fue receptado por el Código Napoleón Art. 110°, que lo irradió a la
codificación civil. Sin embargo, nuestro Código Civil de 1852 no lo legisló expresamente,
pues su Art. 1237 se limitó al error in substantia y "sobre cualquier circunstancia". El
Código Civil de 1936 lo legisló expresamente en su Art. 1081°, como error "que se refiere
a la persona".
Nuestro Código Civil vigente lo considera en el enciso 2 de Art. 202°, según el cual "El
error es esencial: Cuando recae sobre las cualidades personales de la otra parte, siempre
que aquellas hayan sido determinantes de la voluntad".

9
El error de cálculo o de cuenta: El error de cálculo es el que resulta de una operación
aritmética mal hecha, equivocada, que responde al viejo aforismo erro calculi retractur
potest.
El Código Civil legisla el error de cálculo en su Art. 204°, estableciendo que "El error de
cálculo no da lugar a la anulación del acto sino solamente a rectificación, salvo que
consistiendo en un error en la cantidad haya sido determinante de la voluntad".
El error en la cantidad: El error en la cantidad, error in quantitati, como acabamos de
ver, lo legisla el mismo Art. 204 del CC., como un error esencial siempre que "haya sido
determinante de la voluntad", lo que significa que si no lo ha sido queda como un
indiferente error de cálculo.
El error en el motivo: El error en el motivo es el característico error-vicio pues puede
afirmarse que todas las modalidades de error que hemos estudiado se resumen en este,
pues es la motivación del sujeto lo que lo determina a la celebración del acto jurídico. Sin
embargo, el Código Civil ha querido diferenciarlo de los demás al precisar que puede ser
esencial o indiferente, según se manifieste o no como razón determinante de la
celebración del acto jurídico.
El Código Civil legisla sobre el error en el motivo en el Art. 205°, en los términos
siguientes: "El error en el motivo sólo vicia el acto cuando expresamente se manifiesta
como su razón determinante y es aceptado por la otra parte".
Como puede apreciarse, el Código Civil lo legisla como un error esencial
si "expresamente se manifiesta como su razón determinante y es aceptado por la otra
parte", lo que permite interpretar que el error en el motivo no será esencial sino
indiferente, y, en consecuencia, no vicia el acto, cuando el motivo no es expresamente
manifestado y, por tanto, no pudo ser aceptado por la otra parte. De ese modo, pues, puede
distinguirse el error en el motivo manifestado y el erro en el motivo no manifestado.
Se concluye, entonces, que el motivo exteriorizado y puesto en conocimiento de la otra
parte, y aceptado por ésta, es lo que configura el error en el motivo como error esencial.
Pero si no se manifiesta ni es aceptado por la otra parte, el error en el motivo es
indiferente.
El error de derecho: El error de derecho es la ausencia de conocimiento o el conocimiento
equivocado referido a una norma jurídica y, por ello, tiene un ámbito de aplicación
específico que lo diferencia sustancialmente del error de hecho, según criterio que viene
desde el Derecho Romano. Ospina y Ospina, lo ilustra con el ejemplo clásico tomado
de Paulo: "Si una persona celebra un contrato con un menor de edad creyendo que
negocia con un mayor de edad, comete un error de hecho; pero si dicha persona, a
sabiendas de que está negociando con un menor de edad, supone que puede pretermitir
(omitir) las formalidades las formalidades legales protectoras de los incapaces, incurre
en un error de derecho". Stolfi, advierte que no siempre es fácil saber en concreto si el
error es de derecho cuando consiste en la ignorancia de la existencia de una norma jurídica
que regula la relación jurídica e incide en ella directamente, o en el significado de una
norma de la cual, en cambio, se conoce su existencia y su contenido: en tales casos el
error recae sobre el Derecho objetivo.

10
El Código Civil legisla de manera expresa sobre el error de derecho en el inciso 3 del Art.
202°: "El error es esencial: cuando el error de derecho haya sido la razón única o
determinante del acto".
Como puede apreciarse, el Código legisla el error iuris como error esencial siempre que
haya sido "la razón única o determinante del acto", por lo que, contrario sensu, puede
ser error indiferente si no lo ha sido.
Características del error en la manifestación de la voluntad
Los caracteres del error en la manifestación o error en la declaración, son los siguientes: la
voluntad interna se ha formado sanamente, pero se incurre en error en el momento de su
exteriorización; la divergencia se genera entre la voluntad interna y la voluntad
manifestada; y, los efectos del acto jurídico, de producirse, serían correlativos a la
manifestación, pero no a la voluntad interna.
El error en la declaración ha llegado a ser legislado en nuestro Código Civil según los
artículos 208° y 209°.
El Art. 208° del CC. Establece como errores en la declaración a los casos: "En que el
error en la declaración se refiera a la naturaleza del acto, al objeto principal de la
declaración o a la identidad de la persona cuando la consideración a ella hubiese sido
el motivo determinante de la voluntad, así como al caso en que la declaración hubiese
sido transmitida inexactamente por quien estuviere encargado de hacerlo". Disponiendo
previamente la aplicación de las normas que rigen al error-vicio.
Por su parte, el Art. 209° del CC. Establece que: El error en la declaración sobre la
identidad o la denominación de la persona, del objeto o de la naturaleza del acto, no
vicia el acto jurídico, cuando por su texto o las circunstancias se puede identificar a la
persona, al objeto o al acto designado"
Clasificación del error en la manifestación de la voluntad
La clasificación del error en la manifestación de la voluntad se basa en las especies de
error a las que se refiere el Art. 208° CC. que distinguiendo el error-vicio del error que
denomina error en la declaración, considera cuatro tipos de error:
El error en la naturaleza del acto. - Es conocido como in negotio, se configura cuando los
sujetos que lo celebran manifiestan celebrar un acto jurídico distinto del que quieren
celebrar y para el que han formado su voluntad interna.
El error en el objeto principal de la declaración. - También llamado error in ipso corpore
rei o simplemente, error in corpore, se configura cuando la declaración del sujeto que
celebra el acto jurídico no es coincidente con el objeto al que la dirige, pues su voluntad
interna la ha formado respecto de un objeto distinto y cuya identidad confunde.
El error en la identificación de la persona. - Este error se configura cuando la declaración
se dirige a persona distinta de la persona con la cual se quiere celebrar el acto, o a la que
se le quiere dirigir la declaración si se trata de un acto unilateral recepticio.

11
El error en la transmisión de la declaración. - Este tipo de error se configura cuando la
manifestación de la voluntad es transmitida inexactamente por la persona encargada de
hacerla. En este error no incurre el manifestante de la voluntad sino persona distinta.
El error esencial como causa de anulación del acto jurídico
El error esencial puede ser causa de anulación del acto jurídico. Así lo establece el Art.
201° CC., agregando el factor de la conocibilidad. Según, Fernando Vidal Ramírez "el
error es causa de anulación del acto jurídico cuando sea esencial y conocible por la otra
parte".[16]
La conocibilidad del error. - Es el requisito exigido por el Art.201° CC., para que el error
esencial pueda ser causa de anulación del acto jurídico, es un requisito concurrente, pues
un error puede ser esencial pero no conocible, con lo que no habría lugar a la
anulación. "Er Art. 201 del CC. Lo atribuye a la otra parte, precisándola como requisito,
pues no protege a la víctima de su propio error en cuanto ha incurrido en él sino en cuanto
ese error haya podido ser advertido por la otra parte. Por ello, en el régimen adoptado por
el Código Civil no basta la esenciabilidad del error, sino que se requiere de la
conocibilidad, que se refiere a la posibilidad abstracta de advertir el error ajeno".
El perjuicio del errante. - Como ya hemos anunciado, la esenciabilidad del error y su
conocibilidad requieren de un tercer requisito, que es el perjuicio que debe sufrir el
errante. Así resulta del Art. 206° CC. "La parte que incurre en error no puede pedir la
anulación del acto si, antes de haber sufrido un perjuicio, la otra parte ofreciere cumplir
conforme al contenido y a las modalidades del acto que aquella quiso concluir".
La anulación fundada en error no da lugar a indemnización
La imputación de conocibilidad del error no implica una imputación a la mala fe de la
otra parte, lo que ha llevado al Código Civil a adoptar una norma como la contenida en
su Art.207°, según la cual "La anulación del acto por error no da lugar a indemnización
entre las partes".
Irrenunciabilidad de la acción de anulación fundada en el error
La acción de anulación fundada en el error es irrenunciable según el Art. 218° CC., que
declara nula la renuncia anticipada. "Se trata, pues, de la nulidad de una renuncia a priori,
pues de no serla sería contradictoria con las disposiciones del mismo Código Civil que
legislan sobre la confirmación de los actos jurídicos afectados por una caudal de
anulación".
La vía procesal
El código Civil no ha previsto la vía procesal para el ejercicio de la acción de anulación
por causa de error y tampoco lo ha hecho de manera explícita, el Código Procesal Civil,
que para otros casos, como el de la acción fraudatoria o pauliana que es una acción de
ineficacia. "La nulidad constituye, desde el punto de vista de la eficacia de los actos, la
protección más radical de la que dispone el ordenamiento jurídico. Lo que se consigue
con ella es que el acto no produzca sus efectos o que se eliminen los que haya producido.
Este es, por tanto, el efecto que tendrá la declaración de la nulidad de un acto procesal.
Ahora bien, consistiendo el proceso en un conjunto de actos sucesivos, encaminados al

12
enjuiciamiento, e preciso determinar las consecuencias que producirá la nulidad de un
acto en los demás".
"El principal efecto de la nulidad es privar al acto de su eficacia jurídica; y, en
consecuencia, se tiene el acto como no realizado; consiguientemente, tampoco pueden
tener validez los actos posteriores que en él se funden, de acuerdo con la máxima
romana: qued nullum est nullum producit effectum".
La prueba del error
Como el error debe ser probado por quien lo invoca, y sólo puede hacerlo la parte que
incurrió en él, la prueba puede versar sobre los hechos externos que lo hayan producido
y los elementos que evidencien su conocibilidad. De probarse en qué consiste el error y
por qué era conocible para la otra parte, conforme a las pautas generales contenidas en el
Art.203° del CC.
Prescriptibilidad de la acción
La acción de anulación fundada en error es prescriptible en el plazo de 2 años, conforme
al inciso 4 del Art.2001° del CC., computándose el plazo desde el día en que el errante
pudo ejercitarla, conforme al Art.1993° del CC.

13
EL DOLO COMO VICIO DE LA VOLUNTAD
Con referencia al acto jurídico, el dolo consiste en toda aserción de lo que es falso
o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee
con ese fin. El dolo es la maquinación fraudulenta empleada para engañar al autor o
contraparte de un acto o contrato, con el fin de arrancarle una declaración de voluntad o
modificarla en los términos deseados por el individuo que actúa dolosamente. Hay dolo
cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de los contratantes, es
inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiera hecho.
En suma, el dolo es toda forma de artificios, engaños o de omisiones, reticencias
de que se vale un sujeto para alterar la voluntad negocial de la otra parte induciéndola a
error a fin de determinarla a celebrar un acto jurídico. Ejemplo:
a) un vendedor de automóvil hace creer a su cliente que su vehículo esta fuera de uso y
no se puede reparar, determinándolo así a comprar otro.
b) Un sujeto se dispone a comprar una joya creyendo equivocadamente que es de oro y
el vendedor, que conoce de la equivocación, no lo saca de su error.
Los romanos agregaron a la palabra dolo, así entendida, el adjetivo malus (dolus
malus), que es un dolo intolerable, para diferenciarlo del denominado dolus bonus, que
es un dolo tolerable, que consiste en la sollertia, es decir, en la común sagacidad o
destreza a la cual recurren los comerciantes para hacer propaganda a sus productos o
prestaciones con el fin de facilitar la realización de negocios ventajosos. Ejemplo:
El comerciante que exalta las virtudes de su mercadería, aun mas allá de la verdad,
pero tal, que toda persona diligente sepa que importancia darle. La reconocibilidad del
dolo bueno por parte de los consumidores de tales bienes o servicios, lo excluye de toda
relevancia jurídica. La línea de demarcación entre la astucia o picardía licita y las marañas
engañosas no puede ser establecida como un criterio absoluto, sino que depende de las
condiciones de las partes y de las circunstancias del caso.
Es indudable que la línea de demarcación entre el dolo bueno y el dolo malo
presenta aspectos no bien descifrables en presencia del insinuante bombardeo publicitario
usado en el comercio moderno, dirigido a un publico heterogéneo y no siempre exento de
flaqueza intelectual y limites culturales. La jurisprudencia italiana ha establecido que
constituye dolo únicamente la conducta objetivamente idónea para engañar a una persona
de normal destreza; que engaña a la contraparte solo porque esta última es particularmente
crédula y desprevenida.

Pero en el derecho romano el dolo no era causa de invalidez del negocio. La


invalidez en el negocio por vicios de la voluntad fue excluida del ámbito ius Civile, cuya
disciplina, vinculada a la forma, configuración la validez de los negocios realizados de
conformidad con los esquemas típicos. Los particulares deben gestionar sus intereses con
diligencia y responsabilidad (teoría de la autorresponsabilidad). El dolo facultaba a la
victima a no ejecutar la obligación derivada del contacto, no porque constituya vicio del
consentimiento, sino como castiga al autor del dolo y como reparación del daño causado

14
a la victima del dolo. Fue el derecho canónico el que considero al dolo como vicio del
consentimiento, sancionándolo con la anulabilidad del acto.

Requisitos del dolo


Son cuatro los requisitos para que el dolo determine la anulación del acto:
 Que haya sido grave: es decir que se apto para engañar a una persona que pone un
cuidado corriente en el manejo de sus asuntos. Si fuera tan grosera que una mínima
precaución lo hubiera puesto al descubierto, el dolo no es grave.
 Que haya sido causa determinante de la acción del sujeto a quien se vicia la
voluntad: se entiende por tal el engaño sin el cual el acto no se hubiera llevado a
cabo.
 Que haya ocasionado un daño importante: es decir de una significación económica
para la persona que lo sufre.
 Que no haya habido dolo recíproco: la justicia no puede ponerse a discutir sobre
las trampas que empleen los inescrupulosos (por ambas partes).
Efectos del dolo:
Cuando reúna los requisitos expuestos, el dolo determinará la nulidad del acto (el
acto será anulable, de nulidad relativa). Asimismo, por aplicación de las reglas
generales de la responsabilidad, el que hubiere incurrido en acción dolosa deberá
satisfacer al perjudicado los daños y perjuicios derivados de tal acción.
Si el dolo proviniera de un tercero serán aplicables las reglas que regulan la
violencia de un tercero como vicio de la voluntad

15
Existen varias clases de dolo:

DOLO DETERMINANTE O CAUSANTE (Art. 210)


___________________________________________________________
Art. 210. El dolo es causa de anulación del acto jurídico cuando el
engaño usado por una de las partes haya sido tal que sin el la otra
parte no hubiera celebrado el acto.
Cuando el engaño sea empleado por un tercero, el acto es anulable
si fue conocido por la parte que obtuvo beneficio de él.
Concordancia: CC. Art.218, 221 inc., 809
___________________________________________________________

El dolo, entendido como vicio de la voluntad causante de la anulabilidad del acto


jurídico, consiste en cualquier artificio, engaño, astucia o maquinación usado por un
sujeto con el fin de inducir a otro a celebrar un acto jurídico, que de otro modo no lo
habría concluido o lo habría realizado de manera diversa.
La omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa, cuando el acto
no se habría celebrado sin la omisión u ocultación. El sujeto de dolo causante, así como
del incidental, puede ser una de las partes del acto jurídico o de un tercero.
Por el dolo una parte procura hacer caer en error a la otra parte o sabiendo que esta
se encuentra en error lo deja que permanezca en él, todo con el fin de determinarlo a
celebrar el acto jurídico, que de otro modo no lo hubiera realizado.
A diferencia del error, el dolo se caracteriza por el engaño producido por una de las
partes o un tercero, o por ambos, sobre la otra parte. El dolo a, diferencia del error, no
requiere ser conocible para producir la anulación del acto.
No cualquier dolo puede ser causa de anulabilidad del acto jurídico; no hay dolo
cuando la maquinación engañosa es una simple exageración que cualquiera podría
advertirlo observando una diligencia ordinaria. El dolo que anula es acto es el causante o
determinante de la victima del engaño. Este dolo esta regulado en el art.210 C.C, cuya
fuente es el art.1439 del código italiano, el cual prescribe: El Dolo es causa de anulación
del contrato cuando los engaños usados por uno de los contratantes hayan sido tales que,
sin ellos, la otra parte no hubiera contratado. Cuando los engaños hubieran sido
empleados por un tercero, el contrato será anulable si fuesen conocidos por el
contratante que obtuvo ventaja.
El código civil y comercial define al dolo en los términos siguientes: “acción dolosa
es toda aserción de lo falso o disimulado de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o
maquinación que se emplea para la celebración del acto la omisión dolosa causa los
mismos efectos que la acción dolosa, cuando el acto no se habría realizado sin la
reticencia u ocultación”. Consiste fundamentalmente en artificios, maquinaciones que

16
determinan a un sujeto a celebrar un acto jurídico, que por tal razón es anulable, o en
omisión o reticencias que producen el mismo efecto.
En el dolo como en el error hay una falsa representación de la realidad. Pero en el
dolo, la falsa representación de la realidad es provocada por el engaño usado por la otra
parte o por un tercero; precisamente esta es la característica del dolo. El engaño es todo
comportamiento mediante el cual un sujeto sugiere, refuerza o mantiene a otro en una
representación falsa de la realidad. Es decir, los engaños, maquinaciones, artificios deben
ser la causa determinante de la voluntad de la víctima, llevándola a celebrar el acto
jurídico que de otro modo no se hubiera realizado.
El dolo es causa de anulación del acto jurídico cuando el engaño usado por una de
las partes es tal que, sin él, la otra parte no celebraría el acto jurídico. El dolo tiene que
haber impulsado al engaño a manifestar su voluntad, es preciso, por tanto, la causalidad
del engaño respecto de la declaración de voluntad; carece de importancia si el engaño ha
actuado o no culpablemente, es decir, si empleando la diligencia exigible en el trafico
hubiera podido descubrir el engaño11.
Cuando el engaño es usado por un tercero, el acto jurídico es anulable solamente si
es conocido por la parte que obtuvo beneficio; es decisivo que el engaño usado por un
tercero sea conocido por la parte que se benefició con él, y su carácter causal respecto de
la manifestación de la voluntad11.
El engaño usado por una de las partes o por un tercero induce a la parte a concluir
el acto jurídico que, si no fuera por el engaño, no lo habría celebrado. Por tanto, el dolo
vicia la voluntad del sujeto induciéndola a caer en error, independientemente de que este
sea o no conocible, de hecho y/o de derecho, esencial o no.
El dolo como vicio de la voluntad se diferencia de la figura general de dolo prevista
en el Derecho Penal o en la disciplina del acto ilícito civil, en los cuales el dolo consiste
en el deseo de producir el evento y sus efectos; en cambio, como vicio de la voluntad
consiste solamente en un artificio, un engaño, orientado a hacer caer en error a una de las
partes con el fin de que celebre el acto jurídico. El grado mas alto del engaño es la
maquinación, el ardid, ósea la artificiosa predisposición de signos exteriores que
conducen a una falsa representación de la realidad que es la que conduce a la victima a
tomar la decisión de celebrar el acto jurídico.
La relevancia del dolo como causa de anulación del acto jurídico requiere:
 Que el engaño provenga de una de las partes otorgantes del acto jurídico (dolo
directo) o de un tercero en connivencia con ella (dolo indirecto) o que, no
habiendo existido connivencia con el tercero, el beneficiario con el acto haya
tenido conocimiento de los artificios o maquinaciones de aquel y no haya
manifestado a la otra parte la verdad de los hechos (dolo omisivo), lo que significa
que ha querido aprovecharse del dolo del tercero. El engaño proveniente de tercera
persona sin que lo sepa la parte que se beneficia con los efectos del acto no es
causal de anulabilidad.

 Que el engaño usado por una de las partes haya determinado la voluntad de la otra
parte, de tal modo que sin el no hubiera celebrado el acto jurídico. Dolo causante

17
denominado también determinante, principal o esencial en el código civil y
comercial.

El dolo es determinante o causante y da lugar a invalidez del acto jurídico (en la


forma de anulabilidad), cuando es tal que, sin él, el acto jurídico no se habría celebrado;
de ahí, la denominación de dolo causante (el dolo es la causa de la celebración del acto);
entre el artificio, engaño, astucia o maquinación y la manifestación de voluntad hay una
relación de causalidad. El engaño es idóneo para inducir en error a la otra parte. Tal
idoneidad será evaluada teniendo en cuenta las particulares condiciones psicológicas,
culturales y sociales del engañado11. Si la persona con un actuar diligente pudo descubrir
el engaño, el dolo no es determinante, por lo que la ley no le otorga protección, por cuanto
no podrá alegar que fue convencido por el actor de las maquinaciones engañosas, cuando
en realidad no hay engaño.

El dolo del tercero solamente es causal de anulabilidad del acto jurídico si es


conocido por la parte que se beneficia con la celebración de dicho acto. Es necesario que
el que celebra el acto jurídico con la víctima del dolo del tercero conozca el engaño
empleado por este, no siendo suficiente que le sea reconocible.
Cuando la ley menciona que el acto jurídico es anulable si el engaño del tercero fue
conocido por la parte que obtuvo beneficio de él, no está exigiendo que la contraparte de
la victima conozca el engaño y además que el acto le reporte un beneficio económico o
no, sino esta mencionando que la ventaja es simplemente la celebración del acto jurídico,
prescindiendo de sus consecuencias ventajosas o no.
Con razón, la doctrina y jurisprudencia alemana, refiere Flume, admiten que la
limitación del derecho a impugnar una relación con engaño de un tercero no es aplicable
si el dolo del tercero no es aplicable si el dolo del tercero es imputable a la parte como si
fuera su persona. Así, en negocio con representante carece de importancia para la
impugnación que haya sido el representante o el representado quien haya realizado el
engaño doloso. Esto es aplicable también en la representación indirecta y, mas aun, en el
caso de negocio por persona interpuesta. Igualmente tiene que imputarse al destinario de
la declaración el gaño provocado por sus auxiliares que siempre colaboran con él.
“también si una persona celebra dos negocios distintos con diferentes partes, la
jurisprudencia admitido que si los negocios están internamente relacionados y quien es
parte en un negocio actúa al mismo tiempo para quien lo es en el otro, su engaño no es el
de un tercero para la otra parte. El paradigma es el caso de la compraventa al crédito
financiado por una institución de financiación cuando el vendedor y aquella trabajan
juntos. Sobre todo, tiene significación practica el caso en que el vendedor engaña al
comprador y la financiera nada sabe del engaño ni tampoco tiene la obligación de saberlo.
El comprador puede en este caso impugnar también el acuerdo del préstamo con la
institución financiera, porque esta tiene que dejar valer contra si el engaño doloso del
vendedor igual que el de un auxiliar al cumplimiento y, con ello, igual que un engaño
propio”.

18
El engaño usado por una de las partes o un tercero no es relevante cuando no rebasa
los limites de la practica normal del tráfico, donde las alabanzas de los actos por celebrar
son obviamente acentuadas, con el fin de animar a los clientes a su celebración, lo cual
constituye el llamado dolus bonus que en la actualidad se identifica con la persuasión,
ostensible u oculta, inducida por medio de la difusión en basta escala de técnicas y
practicas publicitarias, siempre que se mantengan dentro de los limites tolerables por los
usos. Tampoco son reprochables las mentiras sobre datos que afectan la propia esfera
jurídica o de otros sujetos, pero que no tienen el fin de perjudicar a la contraparte, por
ejemplo, el comprador miente diciendo que no tiene todavía idea sobre el destino que va
a dar al bien que compra, cuando, en realidad, ya tiene un comprador al cual revenderá
con un alto margen de ganancia.

EL DOLO BUENO Y EL DOLO MALO


El dolo bueno es aquel engaño sin malicia, mientras que el dolo malo viene a ser
el dolo con animus nocendi, con intención de engañar y causar perjuicio, y por eso lo
reprime la codificación civil.
Según, Fernando Vidal Ramírez "Los jurisconsultos romanos distinguieron entre
el dolo malo, dolus malus, consistente en maquinaciones, artificios, astucias o engaños
encaminados a perjudicar a la víctima, y, el dolo bueno, dolus bonus, empleado en la
defensa de un interés legítimo, principalmente contra un ladrón o un enemigo. El primero
era considerado ilícito y, por ende, condenable; no así el segundo que era permitido, o al
menos tolerado".[26]
Según, Manuel Arauz Castex y Jorge Juaquin Llambias "El dolo malo corresponde
al concepto corriente, mientras que el dolo bueno comprende los casos de engaño con
fines moralmente honestos. Ejemplo: el médico que engaña al enfermo sobre la gravedad
de su estado, producto de una enfermedad ya sea curable o terminal".[27]

El dolus bonus se caracteriza por su reconocibilidad e idoneidad para engañar, por


tanto, no vicia la voluntad, porque la otra parte puede evitar caer en error usando una
normal diligencia. En el ámbito comercial estas practicas son considerados normales y
ampliamente tolerados. Sin embargo, no siempre es fácil trazar los limites entre el dolus
bonus y dolus malus, dependiendo de la valoración del ambiente social, especifico, en el
cual se opera y de la clase de acto jurídico de que se trate. En cambio, vicia la voluntad
el dolus malus entendido como el comportamiento intencionalmente orientado a engañar
a la otra parte a fin de hacerla caer en error. Para que proceda la anulabilidad se debe
probar que el sujeto a sido concretamente engañado, cualquiera sea el grado de su
perspicacia, de tal forma que sin el engaño no habría celebrado el acto jurídico. La norma
del art.210 no exige que la idoneidad del engaño sea paramétrica sobre la base de un
destinatario de las maniobras dolosas de perspicacia promedio. Lo que exige es que el
sujeto haya sido engañado realmente por la otra parte de tal forma que lo haya

19
determinado para la celebración del acto jurídico, con lo que se amplia la tutela contra el
engaño, erosionando progresivamente al dolus bonus.
La lealtad que debe existir entre los otorgantes de un acto jurídico exige a cada una
de las partes a no afirmar nada que pueda ser contrario a la realidad cuando esta en
condiciones de verificar esa realidad. Por eso el código, al no definir el dolo, permite
adoptar una concepción amplia del mismo que comprenda tanto las maquinaciones o
maniobras dirigidas a hacer caer en error a la otra parte como el dolo sin maniobras o
maquinaciones, siempre que haya un elemento intencional, esto es, mal fe de parte de su
autor destinada a persuadir a una persona a concluir un negocio, como el afirma un
negocio inexacto o cualquier deslealtad o negligencia grave. En este sentido se ha
pronunciado la jurisprudencia francesa que equipara el dolo a la mala fe, abandonando el
concepto muy restringido de dolo contenido en el art.1116 del código francés que habla
de “maniobras llevadas a cabo por una de las partes”.
Existen también el dolo sin error que afecta, no a la intención, sino a la libertad del
sujeto. Este dolo sin error consiste en cualquier ardid o maquinación desleal utilizada
contra una persona determinándola a concluir un acto jurídico por sugestión o captación.
Caso en el que, la victima del dolo no es inducida a error mediante engaño, ni tampoco
es violenta o intimidada, sino que es sugestionada por la presión, que, sin llegar a
constituir violencia, es ejercida contra ella mediante maniobras que afectan su libertad; el
debilitamiento o la falta de libertad de la voluntad no se deriva de la violencia o
intimidación sino del estado mental de la víctima por la presión de que ha sido objeto. Un
ejemplo de la jurisprudencia francesa, relativo a un caso que no es ajeno sino frecuente
en nuestro medio, nos aclara el concepto sobre el dolo sin error : un fallo de un tribunal
de apelación de colmar de el 30 de enero de 1970 , en un proceso en que el que se trataba
de una dama de edad avanzada que había accedido a otorgar una donación en favor de su
hija y en detrimento de su hijo , después de haber sido impulsada a esto mediante un cierto
numero de maniobras que no constituían actos de violencia. Se estableció que la donante
había obrado con perfecto conocimiento de causa y, por consiguiente, no había sido
víctima de ningún error, pero, fue por aburrimiento o cansancio, ante las maniobras
empleadas, por lo que ella accedió a la donación. El cansancio proveniente de las
maniobras empleadas por la donataria revelaba un consentimiento que no era libre.
De acuerdo al código civil, el daño no constituye un elemento del dolo como vicio
de la voluntad. Para anular un acto jurídico por dolo no es necesario probar que la víctima
haya sufrido daño, pero si el daño efectivamente se a producido como consecuencia de la
conducta engañosa del autor del dolo, la victima puede acumular a su acción de anulación
del acto , la de indemnización de daños , puesto que el principio general establece : “
Todo aquel que cause un daño injusto a otro está en la obligación de indemnizarlo”. Es
obvio que la víctima del dolo puede solicitar la anulación sin la indemnización, puesto
que el acto es anulable prescindiendo del daño que se derive para la victima y aun cuando
no exista ningún daño. La victima del dolo puede renunciar a la acción de nulidad y
demandar solamente la indemnización de daños.

20
En fin, es necesario que la anulación del acto jurídico el efectivo error en que a
caído una de las partes por virtud del engaño de la otra; el acto jurídico no es anulable
cuando el sujeto advierte la existencia del engaño y no obstante ha querido igualmente
concluirlo.
La demanda de anulabilidad siempre se debe dirigir contra la otra parte del acto,
aun cuando el autor del dolo sea un tercero. En caso de muerte de la otra parte, autor del
dolo, deberá dirigirse contra sus sucesores universales. Cuando el bien que se pretende
recuperar no se encuentra en poder de la contra parte, por haber sido transmitido a un
tercero, también será comprendido en la demanda para que la sentencia le sea oponible,
porque de otro modo no podría alcanzarlo.
El autor del dolo causante y de la incidental debe reparar el daño causado.
tratándose del dolo causante a la demanda de anulabilidad se debe acumular de la
indemnización de daños.
Debería modificarse el código, agregando un artículo, que puede ser el numero
211b, estableciendo lo siguiente:
Articulo 211b. el autor del dolo causante y del incidental debe reparar el daño
causado. Responde solidariamente la parte que al tiempo de la celebración del acto
jurídico tuvo conocimiento del dolo del terrero.

DOLO INCIDENTE O INCIDENTAL


__________________________________________________________
Art. 211. Si el engaño no es de tal naturaleza que haya determinado
la voluntad, el acto será válido, aunque sin él se hubiese concluido
en condiciones distintas; pero la parte que actuó de mala fe
responderá de la indemnización de daños y perjuicios.
Concordancia: CC. Art. 1985
_________________________________________________________

El dolo es incidental cuando las maniobras, artificios o engaños usados por una de
las partes o por un tercero no ha determinado a la otra parte a celebrar el acto jurídico,
pero han logrado que la victima preste su asentimiento en condiciones que le son mas
gravosas o perjudiciales, o sea la parte afectada de todas maneras habría celebrado el acto,
aunque en condiciones diferentes, menos gravosas. El dolo en este caso no es causal de
anulabilidad, pero si conlleva la obligación de la parte que actuó de mala fe de resarcir
los daños causados.

21
Hay que distinguir el dolo causante o determinante de la voluntad (dolus causam
dans), que se presenta cuando sin el engaño la víctima no habría celebrado el acto jurídico,
del dolo incidental (dolus incidens), o sea el engaño sin el cual la victima habría concluido
el acto jurídico, pero en condiciones distintas. El dolo causante hace anulable el acto
jurídico; en cambio, el dolo incidente lo deja valido. La victima del daño causante tiene
los remedios de la anulación del acto y de la indemnización de daños, si es que estos
existen; en cambio la victima del dolo incidente tiene derecho solamente a la
indemnización de daños.
Por el dolo causante, la victima del dolo no habría concluido el acto jurídico sino
hubiera mediado el dolo de la otra parte o de un tercero o lo habría celebrado en
condiciones sustancialmente diferentes. El dolo incidente consiste en los artificios,
maniobras, etc; que sin llegar a determinar la realización del acto induce a la victima a
realizarlo en condiciones mas onerosas; sin el dolo incidental el acto hubiese sido
igualmente concluido, pero en otras condiciones. Por ejemplo; el comprador de una casa
tomo la decisión de adquirirla, pero no hubiese sido engañado sobre el estado de
conservación del inmueble, no habría aceptado pagar un precio tan alto. En caso de este
tipo el apto jurídico es válido, pero la parte en dolo debe responder por los daños. Si el
dolo incidente proviene de un tercero, responde del daño el otorgante que se ha
beneficiado con el acto si conoció del engaño. Para distinguir entre dolo causante y dolo
incidental se debe entender a todas las circunstancias del caso concreto.
El código civil 1936 estableció: art.1086.” El dolo incidental solo obliga al que lo
empleo a indemnizar daños y perjuicios”. León Barandiarán comentando este dispositivo
dijo que la diferencia entre el dolo causante y el dolo incidental estriba en que el primero
determina la declaración y el segundo no, haciendo solo que se emita en condiciones mas
desventajosas. De esta diferencia nace lógicamente las diversas consecuencias de uno y
otro. El primero es causa de anulabilidad de la declaración; el segundo no, y solo da lugar
a reparación. Pero el dolo causante puede acarrear también reparación de perjuicios, ya
como complemento de la acción de nulidad, o en caso no de poder ya volver sobre los
hechos ya consumados, o en fin, cuando el actor quisiera renunciar a la acción de nulidad,
optando por la reparación (Salvat).
A diferencia del solo causante, en el cual un solo hecho da lugar a dos acciones la
de anulabilidad y la de indemnización de daños, el dolo incidental solamente da lugar a
la indemnización de daños.

22
DOLO POSITIVO Y DOLO NEGATIVO
___________________________________________
Art. 212. La omisión dolosa produce los mismos
efectos que la acción dolosa.
Concordancia: CC. Art.210
___________________________________________
El dolo positivo consiste en acciones del autor del engaño, se comprende en ellas
a la mentira cuando es utilizada para esconder o negar la existencia de elementos
decisivos a los fines de la negociación; el dolo negativo u omisión se refiere a la reticencia
del autor del engaño determinante de la voluntad de la otra parte; la reticencia consiste en
callar voluntariamente aspectos del acto jurídico que habrían conducido a la otra parte a
no celebrarlo.
A la conducta de la parte que omite informar a la otra sobre elementos o
características esenciales, cuyo conocimiento habría inducido a esta ultima a no celebrar
el acto jurídico, se le denomina reticencia o dolo por omisión, o negativo, en
contraposición al dolo por comisión, o positivo.
Las omisiones dolosas sobre circunstancias esenciales tales que la víctima no
habría celebrado el acto o no lo habría celebrado en las mismas condiciones si hubiese
conocido la verdad sobre la realidad, se asimilan en sus efectos a las acciones dolosas.
Por ejemplo, un vendedor omite informar al comprador sobre el verdadero estado del bien
para inducirlo a concluir el contrato; el que traspasa un establecimiento comercial omite
comunicar al adquiriente que parte del local a sido clausurado por la SUNAT por
incumplimiento de las normas tributarias; el vendedor de un terreno no informa al
comprador de la existencia de un proceso de expropiación.
Los principios de lealtad, responsabilidad y corrección con que deben actuar los
que celebran un acto jurídico exigen un deber de información a cada otorgante que sabe
o debe saber que importancia tiene para el otro el revelarle determinado hecho que la
victima no puede enterarse de otro modo. La parte que de mala fe no informa sobre esos
hechos a la otra con el fin de inducirla a concluir el negocio, incurre en reticencia dolosa
que vicia la voluntad.
La reticencia, como hemos dicho, es causal de anulación del acto jurídico, salvo
sanción diversa de la ley. Por ejemplo, la ley N°29946, ley de contrato de seguro,
dispone: “RETICENCIA Y/O DECLARACION INEXACTA Articulo 8. Reticencia y/o
declaración inexacta dolosa. La reticencia y/o declaración inexacta de circunstancias
conocidas por el contratante y/o asegurado, que hubiese impedido el contrato o
modificado sus condiciones si el asegurador hubiese sido informado del verdadero estado
del riesgo, hace nulo al contrato si media dolo o culpa inexcusable del contratante y/o
asegurado”.

23
Según la ley para que la reticencia sea causal de nulidad del contrato de seguro,
deben concurrir acumulativamente los siguientes requisitos:
a) Que la declaración sea inexacta o reticente
b) Que la declaración se halla realizado con dolo o con culpa
inexcusable
c) Que la reticencia haya sido determinante del consentimiento del
asegurador.
Esta ley del contrato de seguro, en el art. 13 prescribe: “Reticencia y/o declaración
exacta no Dolosa. Si la reticencia y/o inexacta no obedece a dolo o culpa inexcusable del
contratante y/o asegurado y es constatada antes que se produzca el siniestro, el segurador
debe ofrecer al contratante la revisión del contrato en un plazo (30) días, computado desde
la referida constatación. El ofrecimiento debe contener un ajuste de primas y/o en la
cobertura y otorgar un plazo de (10) días para que el contratante se pronuncie por la
aceptación el rechazo. Si la revisión es aceptada, el reajuste de la prima se paga según lo
acordado. A falta de aceptación, el asegurador puede resolver el contrato mediante
comunicación dirigida al contratante, en el plazo de (30) días computado desde el
vencimiento del plazo de (10) días fijado en el párrafo anterior. Corresponden al
asegurador las primas devengadas a prorrata, hasta el momento en que efectuó la
resolución”.

DOLO RECIPROCO
_____________________________________________________
Art. 213. Para que el dolo sea causa de anulación del acto, no
Debe haber sido empleado por las dos partes.
_____________________________________________________
Si el acto jurídico es bilateral y el dolo ha sido empleado por ambas partes, el dolo
de una parte se compensa con el de la otra, de lo que sigue como consecuencia que el dolo
reciproco no es causal de anulabilidad del acto jurídico.
Al dolo reciproco se denomina también bilateral; el acto jurídico es valido porque
las causas de anulación se neutralizan recíprocamente; existe una suerte de compensación
entre las dos conductas fraudulentas.
Como dice Llambías, “la justicia no puede entrar a discutir sobre las trampas que
emplean los inescrupulos, y para expurgar la vida jurídica de esas torpezas, la ley cierra
la puerta del pretorio en tales situaciones.”
Si las dos partes se han engañado mutuamente, ambas han actuado de mala fe, por
lo que no pueden demandarse la anulabilidad del acto. El derecho no protege la mala fe,
salvo en casos excepcionales cuando hay la necesidad de dar paso a otros principios
superiores (ej., art.950).

24
EL DOLO Y EL ERROR

El dolo afecta la intención y la libertad y el Error afectan a la intención, pero el


error es espontaneo, sin que nadie lo provoque, proviene de la ignorancia o de la
representación equivocada que tiene el errante de la realidad. El dolo es todo tipo de
maniobras usadas por una persona para hacer que otra persona (a la cual lo ha hecho creer
algo que no se ajusta a la verdad) incurra en error que lo determine a celebrar un acto
jurídico.
Puede decirse que el que incurra en error se engaña a si mismo, en tanto que la
victima del dolo es engañada por acción u omisión de la otra parte otorgante del acto o
de un tercero. Cae en error quien yerra por si, no quien es inducido a error por el dolo de
otro.
La esencialidad es requisito de error, pero no del dolo, Igualmente, la conocibilidad
es requisito de error, pero no del dolo, debido a que este es obra de las malas artes o
artificios usados por una de las partes para engañar a la otra.
Cuando el engaño proviene de un tercero, el dolo adquiere relevancia no por la
conocibilidad, sino por el efecto económico del dolo por la parte que obtuvo beneficio de
él.
Aquí, señala Cataudela, el conflicto entre el interés de la parte, cuyo consentimiento
ha sido arrancado con dolo, de separarse del vinculo contractual y el interés de la otra
parte, que ha confiado en la declaración es tutelada aun cuando el contratante sea
culpable, o sea, aunque hubiese podido evitar el error provocado (dolo) aplicando una
normal diligencia.
No es fácil encontrar una explicación persuasiva del tratamiento menos favorable
al contratante caído en error que al contratante cuyo error ha sido provocado por el engaño
de un tercero.

25
CONCLUSIONES

Del presente trabajo de investigación se concluye:


 Que, el acto jurídico puede ser anulado por existir error en él, lo que constituye
un factor perturbador inconsciente que distorsiona el proceso formativo de la
voluntad jurídica, ya en el aspecto relativo a la voluntad interna, en cuyo caso se
configura el denominado error-vicio, o ya en lo que se refiere a la exteriorización
de la voluntad interna, en cuyo caso se configura el denominado error en la
declaración, que el Código Civil legisla claramente diferenciados en sus artículos,
pero bajo el título común de Vicios de la Voluntad. Sin embargo, la anulabilidad
fundada en el error no da lugar a indemnización.
 Por otro lado, el dolo es también un factor perturbador inconsciente del proceso
formativo de la voluntad jurídica que afecta a la función cognoscitiva del sujeto
y, por tanto, distorsiona su voluntad interna. Pero, a diferencia del error-vicio, que
es espontáneo, el dolo es una inducción al error, un engaño para provocar el error,
y por eso se caracteriza por la mala fe, por el designio de perjudicar a otro. Los
efectos del dolo resultan de su calificación en todo causante, que puede conducir
a la anulación del acto jurídico, o en dolo incidente, que sólo puede conducir al
resarcimiento de los daños y perjuicios.

26
BIBLIOGRAFÍA

 ARAUZ CASTEX, Manuel y LLAMBIAS, Jorge Joaquín. Derecho


Civil Parte General. Ed. Perrot. Buenos Aires, 1995.
 HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Derecho Procesal Civil II: Nulidad de
los Actos Procesales. Edit. Gaceta Jurídica. Lima, 2012.
 PIETROBON, Vittorino: El error en la doctrina del negocio
jurídico. Traducción y notas de Mariano Alonso Pérez. Edi.l Revista de
Derecho Privado. Madrid, 1971.
 TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Acto Jurídico: Vicios de la Voluntad. Edit.
Moreno S.A. Lima, 2001
 VIDAL RAMIREZ, Fernando. El Acto Jurídico: Los vicios de la voluntad.
Editorial Gaceta Jurídica. Lima – Perú, 2007.
 Código Civil Peruano

27

S-ar putea să vă placă și