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Autores:

Máximo Sozzo, Laura Pozuelo Pérez, Bruno Amaral Machado, Lorena Ramírez
Ludeña, Ezequiel Kostenwein, Gabriel Ignacio Anitua, Estanislao Escalante Barreto,
Mauricio Martínez Sánchez, Diego Araque Moreno, Rafael Velandia Montes, Jorge
Enrique Carvajal Martínez, Karen Sierra Amaya, David Valencia Villamizar, Pablo
Ignacio Reyes Beltrán, Ivonne Patricia León Peñuela, Iván Leonardo Martínez
Pinilla, Alexandra Valencia Molina, Alejando Martínez A., Mauricio Cristancho
Ariza, Miguel Lamadrid Luengas, Aura Helena Peñas Felizzola, Adriana Romero
Sánchez, Nadia Marleth Díaz Mejía, Octavio Adán Nájera Hernández, Whanda
Fernández León, Laura Elisa Rivera Montealegre, Carlos Andrés Ávila Palacio,
Nora Cristina Osorio Gutiérrez, María del Pilar Salamanca Santos, Manuel López
Betancur, Viviana Carolina Caicedo Romero, María Fernanda Maldonado Arcón.

POLÍTICA CRIMINAL MEDIÁTICA,


POPULISMO PENAL, CRIMINOLOGÍA
CRÍTICA DE LOS MEDIOS Y DE LA
JUSTICIA PENAL

Coordinador Académico y Editor:


Estanislao Escalante Barreto
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Escuela de Investigación en Criminologías Críticas, Justicia Penal y Política Criminal:
“Luis Carlos Pérez” – Polcrymed –
Argentina - Brasil - España - México - Colombia
Escalante Barreto, Caviedes Estanislao
Política criminal mediática, populismo penal, criminología crítica de
los medios y de la justicia penal / Estanislao Escalante Barreto. -- Bogotá
: Grupo Editorial Ibáñez, 2018.
736 páginas ; 17 x 24 cm.
ISBN 978-958-749-934-6
1. Criminología - Colombia 2. Justicia penal - Colombia 3. Derecho
penal - Colombia I. Tít.
364.09861 cd 21 ed.
A1604136

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

© Estanislao Escalante Barreto (Coordinador académico y editor)


© Grupo Editorial Ibáñez
Imprenta: Carrera 69 Bis Nº 36-20 Sur
Teléfonos: 2300731 - 2386035
Librería: Calle 12 B No. 7-12. L. 1
Tels: 2847524 - 2835194
Bogotá, D.C. - Colombia
www.grupoeditorialibanez.com

© Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Escuela de Investigación en Criminologías Criticas, Justicia Penal y Política Criminal:
“Luis Carlos Pérez” –Polcrymed–
Bogotá D.C. - Colombia
www.polcrymed.unal.edu.co

ISBN: 978-958-749-934-6

Queda prohibida la reproducción parcial o total de este libro por cualquier proceso reprográfico o
fónico, especialmente por fotocopia, microfilme, offset o mimeógrafo.

Ley 23 de 1982.

Diagramación electrónica: Alejandra Ibáñez N.


Diseño de portada: David Cortés A.
Coordinador académico y editor
Estanislao Escalante Barreto

Comité científico Congreso Internacional en Criminología


Mediática, Justicia Penal y Política Criminal
Estanislao Escalante Barreto
Iván Leonardo Martínez Pinilla
Misael Tirado Acero
Federico Bueno de Matta
María del Rosario Molina González
Marta Bordignon
Jorge Astudillo Muñoz
Camilo Montoya Reyes
José Ignacio Penagos Hincapié
Contenido

Introducción ....................................................................................... 15

Primera parte
Política criminal mediática y populismo punitivo

Populismo penal. Historia, balance,


dilemas y perspectivas de un concepto

Máximo Sozzo ..................................................................................... 23

Política criminal mediática

Laura Pozuelo Pérez ......................................................................... 69

El estado actual de la política criminal

Diego Araque Moreno ....................................................................... 97

Populismo penal en el siglo xxi: un análisis


de las noticias y su influencia sobre la punitividad
en la política penal colombiana

Rafael Velandia Montes .................................................................. 119


10 Contenido

Cultura mediática, política penal punitiva y justicia


penal: síntesis de un antiguo y permanente debate

Estanislao Escalante Barreto


Viviana Carolina Caicedo Romero
María Fernanda Maldonado Arcón .............................................. 147

Segunda parte
Criminología crítica y medios de comunicación

La inseguridad como nuevo paradigma de la política


y de la construcción del control social

Jorge Enrique Carvajal Martínez .................................................. 207

Lo saben todo de ti: redes sociales,


criminología y paranoia

Karen Sierra Amaya


David Valencia Villamizar ............................................................... 223

El populismo punitivo, la posverdad y la crisis


de la democracia. El papel de los mass media
y las redes sociales

Pablo Ignacio Reyes Beltrán


Ivonne Patricia León Peñuela ............................................................ 243

¿Medio de comunicación o empresa comunicacional?:


una propuesta conceptual en busca de responsabilidad

Iván Leonardo Martínez Pinilla .................................................... 275


Contenido 11

Representaciones sociales y estereotipos:


discriminación y vulneración a los derechos
de colombianos con orientación homosexual

Laura Elisa Rivera Montealegre


Carlos Andrés Ávila Palacio
Nora Cristina Osorio Gutiérrez
María del Pilar Salamanca Santos ................................................ 295

La política de paz como política criminal. El modelo


colombiano: frustraciones en el posconflicto

Mauricio Martínez Sánchez ............................................................ 323

Reflexiones sobre el rol de los medios de


comunicación en la construcción de opinión
pública en torno al conflicto armado colombiano

Alexandra Valencia Molina ........................................................... 347

Criminología y cine: una relación ineludible

Gabriel Ignacio Anitua ..................................................................... 365

Tercera parte
Construcción mediática de la responsabilidad
penal de los adolescentes

Justicia penal juvenil: negación de un mandamiento


constitucional desde el discurso mediático y político
del delito y la defensa social

Estanislao Escalante Barreto ........................................................ 379


12 Contenido

Narrativas, punitivismo y control social de adolescentes

Adriana Romero Sánchez ................................................................. 431

Criminalización del adolescente en el modelo


neoliberal: una mirada latinoamericana

Nadia Marleth Díaz Mejía ............................................................... 449

Infancia y mediatización entre la prescindibilidad,


el peligrosismo y el uso mercantil de las infancias
y adolescencias

Alejandro Martinez A. ..................................................................... 469

La construcción mediática del adolescente


en conflicto con la ley penal y su criminalización

Manuel López Betancur ................................................................... 495

Cuarta parte
Discursos mediáticos, justicia penal
y juicios paralelos

Buscando culpables: la incidencia de los medios


de comunicación en la interpretación jurídica y
la prueba de los hechos

Lorena Ramírez Ludeña .................................................................... 511

Racionalidad jurídica y campo mediático


en el discurso de fiscales

Bruno Amaral Machado .................................................................. 529


Contenido 13

Derecho al olvido, debate constitucional


y aspectos prácticos

Mauricio Cristancho Ariza ............................................................. 569

Política criminal, principio de oportunidad


y su consideración por los medios de comunicación

Miguel Lamadrid Luengas ............................................................... 599

El perfil de los redactores de códigos penales


en perspectiva comparada (Brasil-Colombia)
Sobre cómo las ideologías políticas se plasman
en el derecho penal

Aura Helena Peñas Felizzola .......................................................... 643

Declarar la independencia, analizar la autonomía.


Elementos para analizar los jurys hacia el interior
de la justicia penal

Ezequiel Kostenwein ......................................................................... 671

La construcción del concepto de víctima


en el neoliberalismo

Octavio Adán Nájera Hernández ................................................... 703

La verdad mediática y su devastador


impacto en la justicia penal

Whanda Fernández León .................................................................. 723


12

Política criminal, principio de oportunidad


y su consideración por los medios de
comunicación*
Miguel Lamadrid Luengas**

Resumen

La política criminal como política de Estado repercute necesariamente


en una sociedad como la colombiana. Herramientas de esta política como el
principio de oportunidad deben ser entendidas y trasmitidas de la manera más
fidedigna por los medios de comunicación, con el fin de superar las reticencias
y desconfianzas que sobre el proceso penal tiene el conglomerado social.
Palabras clave: política criminal, principio de oportunidad, sociedad del
riesgo, necesidad, proporcionalidad, medios de comunicación.

Introducción

La idea del presente artículo es mostrar como se implementan herramientas


de la política criminal en las sociedades actuales y como ello es transmitido
por los medios de comunicación a los miembros de dichas sociedades.
Se pretende poner de manifiesto algunas de las herramientas con que
disponen las sociedades actuales para contrarrestar los problemas que, en
el ámbito criminal, han cobrado una creciente importancia. Para ello se
lleva adelante un análisis del funcionamiento y los aspectos críticos del
sistema penal, así como las potenciales soluciones, centrándonos en torno al

*
Agradezco a Diana Aristizabal por su valiosa colaboración en la elaboración de este trabajo y por
sus acertados comentarios.
**
Doctor en Derecho Penal y Ciencias Penales de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) España,
Diploma de Estudios Superiores (DEA) en derecho penal y ciencias penales de la misma
Universidad y abogado de la Universidad Nacional de Colombia. Investigador Senior de la Escuela
de Investigación en Criminologías Críticas, Justicia Penal y Política Criminal: “Luis Carlos Pérez”
–POLCRYMED–. Correo electrónico: miguelamadrid@gmail.com
600 Miguel Lamadrid Luengas

concepto de política criminal y concentrándonos finalmente en el principio


de oportunidad.
Con tal fin se considera que es imprescindible que se tenga claro de qué
hablamos cuando nos referimos a política criminal. Una vez se tenga claro ello,
se explicará la aplicación de esta política del Estado, dividiendo la exposición
en tres partes.
La primera es dónde se aplica la política criminal. Se creyó necesario
mostrar el clima actual donde se debía aplicar. Así, se pone de manifiesto
la existencia de una sociedad atemorizada, el incremento del miedo a la
delincuencia y el retorno a la víctima, entre otras. A continuación, se trata lo
relativo a cómo se aplica la política criminal. En este apartado se destaca la
desestatalización de la política criminal, así como lo que se evidencia tras un
rápido vistazo sobre sus preocupantes incoherencias. Por último, se analiza
quiénes aplican la política criminal. Aquí se trata de cerrar la explicación de
la política criminal en las sociedades actuales. Para esto se pretende mostrar
la vinculación de la sociedad dentro de la nueva política estatal, por un lado,
y, dentro del Estado, la existencia de diversos actores que interactuan de una
manera u otra para la creación de esta política, por otra. La idea es mostrar
el panorama actual en el que se gestiona la política.
Con esta información se analiza como fue la introducción del principio de
oportunidad en Colombia y como los medios de comunicación han transmitado
a los miembros de la sociedad este mecanismo del proceso penal. Para ello
se estudian las principales noticias que sobre el mismo se han transmitido en
los últimos ocho años con el fin de elaborar una definición del mismo a partir
de los principales elementos de dichas noticias.

Problema de investigación

Entendiendo la política criminal como una política de Estado y al principio


de oportunidad como una de sus herramientas, ¿es posible afirmar que dicho
principio ha sido bien entendido por los medios de comunicación y de esta
forma ha sido transmitido de una manera adecuada a la sociedad colombiana?

I. POLITICA CRIMINAL

A. Aproximación a la política criminal

Definir política criminal no es una tarea fácil sobre todo teniendo en


cuenta que existen diversas aproximaciones acerca de lo que se entiende
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 601

por política criminal. Así, para definirla se han utilizado expresiones como
“criterios directivos” (Zipf, 1979, p. 4)1, “dirección del derecho penal”
(Jescheck y Weigend, 2002, p. 24)2, “criterios para tratar el crimen” (Mir
Puig, 2015, p. 57)3, “aspecto para caracterizar conflicto como crimen” (Bustos
y Hormazabal, 1997, p. 29)4, “selección de bienes que deben tutelarse
penalmente” (Zaffaroni, 1997), entre otras.
Con estos ejemplos se pretende mostrar la complejidad que se presenta
a primera vista para caracterizar a la política criminal. Esta amplitud
de conceptos podría deberse a lo que Zipf (1979) correctamente pone de
manifiesto sobre la política criminal desde su creación. Según este autor el
hecho de llamarse política criminal implica una necesaria interrelación entre
política y derecho, la cual marcará indefectiblemente a la política criminal en
tanto que se verá influenciada en virtud de los diferentes desarrollos tanto a
nivel político como del derecho, e incidirá en la concepción que sobre ella se
tenga. Así, por ejemplo, si asumimos la perspectiva del fin del derecho, nos
encontramos con que mientras el derecho busca en sus avances el alcanzar
un ideal de justicia, la política tiende a moverse en términos de poder que
sólo unas veces son coincidentes con el ideal de justicia, lo que genera una
incesante tensión.
En todo caso lo que podemos advertir en primer término es que la política
criminal se desarrolla basada en unas pautas que surgen de la política general
del Estado cuyo fin es hacer frente al fenómeno criminal. De este modo
podemos decir que la política criminal es la política de los Estados actuales
en cuanto a la respuesta al fenómeno criminal se refiere y en consecuencia
comprende el conjunto de decisiones relativas a los instrumentos, reglas,
estrategias y objetivos que regulan la coerción penal. Tales decisiones tienen
un contenido eminentemente valorativo, aunque a veces esta circunstancia
se oculte tras formas aparentemente “técnicas” y “neutrales”.

1
Para este autor “…la política criminal puede definirse brevemente como obtención y realización
de criterios directivos en el ámbito de la justicia criminal”. En esta misma obra, además se pueden
ver diversas opiniones de autores alemanes especialistas tales como Feuerbach, Von Hippel,
Mezger, etc.
2
Se considera que “la política criminal se ocupa de la pregunta acerca de cómo dirigir el derecho
penal para poder cumplir de la mejor forma posible su misión de proteger a la sociedad”. Añade
este autor que el marco que se debe poner a la política criminal, esto es, la Justicia, se da por los
criterios que plasman el principio de culpabilidad, el del Estado de Derecho y el de humanidad.
3
Este autor define que “es aquel sector de la política que guarda relación con la forma de tratar a
la delincuencia: se refiere al conjunto de criterios empleados o a emplear en el tratamiento de la
criminalidad”.
4
En esta obra se la define como “aquel aspecto del control penal que tiene relación con el poder del
Estado para caracterizar un conflicto social como criminal.”
602 Miguel Lamadrid Luengas

Ahora bien en tanto política de Estado la Política Criminal resulta


compleja dada la intervención de los diferentes sujetos que conforman el
mismo estado democrático: los tres poderes públicos. El Poder Ejecutivo
tiene una responsabilidad indelegable en la diagramación de una política
criminal; el Poder Judicial y el Ministerio Público tienen un rol fundamental
en la aplicación de esa política, y el Poder Legislativo es el instrumento que
permite la sanción de leyes que van regulando esta decisión política que se
toma en diversos ámbitos del Estado. Y esto sin contar con el actor externo
denominado medios de comunicación, considerado como el cuarto poder y
generador tanto de la opinión como de las sensaciones de la sociedad.
Además, su configuración y desarrollo depende de la sociedad determinada,
en un momento específico y de la política del Estado de esa sociedad en
ese momento. Pero, en todo caso, una característica dentro de toda política
criminal es que debe contener, además de las decisiones antes mencionadas,
un conjunto de principios. Y estos principios lo que buscan es tanto evitar
el delito y su reiteración, así como generar instrumentos para su tratamiento
y para el desarrollo del sistema penal en su conjunto en términos no sólo de
respuesta al delito sino de calidad y desarrollo de la administración de justicia.
Todo esto buscando, dentro de un Estado social y democrático de derecho, la
preservación de la convivencia del conglomerado social basado en el respeto
de los derechos humanos.
Los mencionados principios no son otros que los de necesidad y
de proporcionalidad dado que con su ponderación es posible sustentar
determinado modelo político criminal. De esta forma teniendo en cuenta la
interpretación y más que esto, la valoración de los intereses en conflicto es
posible tomar a una determinada intervención como subsidiaria en relación
con otra, y a la vez proporcionada para obtener el fin de una política criminal
determinada, como señala Silva Sánchez (2000). Para este autor es necesario
hacer uso de métodos relativistas para determinar el valor de los bienes en
juego, teniendo en cuenta las particularidades de la sociedad respectiva.
Finalmente, el control último sobre la política criminal de una sociedad
determinada en un momento determinado se encuentra dado por la constitución
de dicho conglomerado social que, al plasmar las garantías fundamentales de
los individuos, crea las condiciones para su respeto y promoción y al mismo
tiempo prevé su protección. En palabras de Ferrajoli (1999) “la legalidad
así entendida resulta caracterizada por una doble artificialidad: la de ser
del derecho, de su existencia…y también la de su deber ser, es decir de sus
condiciones de validez, positivadas con rango constitucional, como derecho
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 603

sobre el derecho, en forma de límites y vínculos jurídicos a la producción


científica” (Ferrajoli, p. 67)5.
Así las cosas, cuando quiera que se presente un conflicto social, el Estado
debe optar de entre las diferentes políticas (educativas, sociales, asistenciales,
criminales, etc.), si se decanta por considerar al conflicto como delictual,
con lo que comenzaría a desarrollarse la política criminal, la cual se deberá
desarrollar con base en los principios de necesidad y proporcionalidad como
los límites para la preservación de los derechos fundamentales. Y es en ese
desarrollo donde, junto con la política criminal, confluyen la criminología y
la dogmática jurídico penal. La criminología nos ayuda para entender no solo
el conflicto como delincuencial sino a la persona, miembro de la sociedad,
ahora infractor, y con el desarrollo político criminal, delincuente. Y el papel
de la dogmática penal sería sentar las bases para la creación de una coherente
legislación penal, lo que en total redundará en un adecuado derecho penal
(Velásquez, 2017; Bustos y Hormazabal, 1997). De esta forma la política
criminal se constituye en la herramienta del Estado para responder a la
criminalidad.

B. Política criminal en la actualidad

Teniendo en cuenta la caracterización que se ha hecho de la política


criminal en el apartado anterior, se pasará ahora a analizar cómo en el contexto
cambiante de las sociedades modernas se desarrolla la política criminal. De
entrada se advierte un primer problema y es que el tema de la política criminal
ha estado ligado, la mayoría de las veces, a necesidades coyunturales, como
es el caso de las referentes a la sensación de inseguridad de la sociedad.
Para adentrarse en esta problemática, es preciso ilustrar los principales
cambios sociales que, en relación con el delito, se han venido produciendo
desde finales del siglo XX. Es decir, en qué contexto se desarrolla la actual
política criminal. Una vez contemplado este panorama, se pasará a ver cómo

5
Al respecto también en su obra Derecho y razón señala. “De hecho ha sucedido, con la formación
de los modernos estados constitucionales, que el derecho positivo ha incorporado gran parte de
los contenidos o valores de justicia elaborados por el iusnaturalismo racionalista e ilustrado: el
principio de igualdad, el valor de la persona humana, los derechos civiles y políticos…de manera
que todo estado de derecho, en especial si está dotado de una constitución rígida, es susceptible de
valoración no sólo externa, es decir, referida a principios naturales de justicia, sino también interna,
es decir, referida a sus propios principios tal y como quedan garantizados por esas tablas positivas
de derecho natural que son los textos constitucionales. Y esa valoración no se refiere sólo a justicia,
sino directamente a la validez de las normas jurídicas” Ferrajoli, Luigi. Derecho y razón. p. 355.
604 Miguel Lamadrid Luengas

ha sido el desarrollo de la política criminal, bajo qué parámetros y mediante


qué tipo de políticas estatales, y finalmente se mostrará quiénes son los
encargados de llevar a cabo la aplicación de dicha política.

1. Dónde se aplica la política criminal

Un primer paso es analizar las condiciones en que se desenvuelve la vida


moderna. Para esto es necesario ver en primer lugar en qué tipo de sociedad
se desarrolla la actual política criminal, cuáles son sus características y cuál
su percepción de la pena.

a) La sociedad victimizada. En busca de seguridad

Desde hace ya un tiempo asistimos a lo que ha definido el sociólogo Ulrich


Beck en una ya muy conocida expresión: sociedad del riesgo (Risikogesellschaft)
(2002, pp. 29 y ss) Esta sociedad se caracteriza básicamente porque, en primer
lugar, los riesgos que han sido creados por los mismos hombres han sustituido
a los riesgos comunes, amenazan a un número cada vez mayor de personas y
surgen con frecuencia como consecuencias secundarias (Mendoza, 2003). En
segundo lugar, porque se han vuelto cada vez más complejas las relaciones de
responsabilidad. Y por último se ha extendido vertiginosamente una sensación
de “inseguridad subjetiva” (Mendoza, 2003; Silva Sánchez, 2006) unida a
una búsqueda desesperada de “seguridad objetiva” (Silva Sánchez, 2006).
Así, el temor cada vez más extendido hacia el delito se ha vuelto una
característica palpable de las sociedades actuales que influye de una manera
decisiva en el devenir de la sociedad y afecta de una manera cierta a los
ciudadanos, no sólo a nivel individual, sino también a nivel de comunidad,
modificando sus interrelaciones en ámbitos como el familiar, económico o
social, entre otros.
Tanto es así que ha llegado a convertirse en una categoría superior, de modo
que hoy por hoy tenemos junto al delito el miedo al delito (Medina, 2003, p.
5). En relación a cómo se llegó a esto, podemos presentar varias causas que
pueden explicarlo. Podríamos en primer lugar hablar del papel decisivo que han
tenido los medios de comunicación con su manejo de la información sesgado
o las mismas instituciones públicas a la hora de presentar informes sobre la
criminalidad en determinada sociedad (Silva Sánchez, 2006). Otros factores
serían el sentirse vulnerable a ser víctima de un delito, la falta de cohesión
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 605

social, la forma como se percibe el entorno6, la sensación de seguridad que


les ofrece la labor de la policía o en general las instituciones estatales, por
nombrar los más significativos. Estos sentimientos, se ven reforzados por un
espíritu de especial escepticismo a la respuesta penal estatal y de ansias de
guerra frontal contra los criminales, renunciando a la idea anterior de darles
una nueva oportunidad a los infractores (Medina, 2003; Diez Ripollés, 2004).
De esta manera, las políticas criminales han pretendido amoldarse a esta
nueva situación, pasando de una búsqueda de “resocialización” del delincuente
y de una fe férrea en las posibilidades de rehabilitación, a una búsqueda de
seguridad, una superación del temor, en último término, una aspiración a
brindar esa protección necesaria para cobijar a la temerosa sociedad. Y esto
generando una flexibilización de las garantías propias de un Estado de derecho
(Medina, 2001; Silva Sánchez, 2006).

b) El renacimiento de la víctima

Por su parte, se ha reintroducido un protagonista dentro de las políticas


penales. Nos referimos a la víctima (Silva Sánchez, 2006; Diez Ripollés,
2004; Garland, 2005). En este punto se ha venido realizando una búsqueda
recurrente de la persona desprotegida para sustentar una represión aún mayor,
luego de que se hubiera prescindido de su participación en el conflicto social,
entendiendo que el delito era una ofensa a la sociedad en tanto ésta se erigía
en víctima potencial y para evitar que se convirtiera en víctima real (Silva
Sánchez, 2000; Diez Ripollés, 2004).
Con esto lejos de brindar una solución para la descongestión del sistema,
se refuerza la respuesta punitiva y de paso se niega una política de ayuda al
delincuente, en la medida que se vería por la sociedad como una ofensa a la
víctima. Estas políticas se ven reforzadas por la proliferación de asociaciones
de víctimas que ya tienen una importancia relevante en la sociedad, y lo que
es más, tienen un puesto y una voz, no sólo dentro de la sociedad, sino como
fuerza impulsora del desarrollo legislativo. Se transforman en un interés que
ejerce un lobby en la búsqueda de una legislación dura y frontal contra el
delincuente. Así las cosas, presenciamos una sociedad en la que la víctima
ocupa un lugar preponderante, habla en su nombre y se siente cada vez más
identificado con ella (Diez Ripollés, 2004).

6
En relación con esto Medina Ariza hace referencia a la actitud de los individuos frente al medio
en que interactúan y el hecho de que en unas condiciones de desorden, de abandono de las zonas
donde conviven, aumenta la sensación de inseguridad.
606 Miguel Lamadrid Luengas

c) La nueva consideración acerca de las penas

En relación con las penas, hemos venido asistiendo a un fenómeno que


se podría denominar “neorretribucionismo” o punitivismo exacerbado
sintetizado del siguiente modo: “Deberíamos condenar más y comprender
menos y esforzarnos por asegurar que las condiciones en las prisiones sean
adecuadamente austeras” (Garland, 2005, p. 43)7. Con esta visión se ha
renunciado a continuar buscando la rehabilitación de los delincuentes y se
han empezado a desconocer las garantías de los individuos, relativizándolas
en la medida en que sirva para arrojar resultados que acallen a la opinión
pública, en una redirección de una determinada política criminal de claros
tintes intimidatorios, cuyo contexto es la oportunidad y el populismo (Silva
Sánchez, 2000).
Clara muestra de lo anterior es uno de los rasgos de lo que Silva Sánchez
(2003) ha estudiado referente a la inocuización de los delincuentes. Esta figura,
cuyas manifestaciones son variadas, se puede ver en la imposición de medidas
de seguridad una vez cumplida la condena. Asimismo se puede ver en una de
sus clases, la inocuización de tipo selectivo, según la cual algunos delincuentes
por sus características delincuenciales serían susceptibles de estar más tiempo
en la cárcel en el entendido de que de este modo menos delitos cometerán a
la sociedad, con lo que las consecuencias del delito se vuelven cada vez más
gravosas para quien debe cumplir condena (Silva Sánchez, 2006).
Otra situación que muestra esta nueva concepción de la pena, se ve en el
hecho de que, a pesar de la constatación de la ineficacia del encarcelamiento,
existe en la práctica una necesidad acuciante de acudir a las penas de prisión
ahora como herramienta intimidatoria, por lo que con su recrudecimiento se
genera un cambio de discurso en el sentido de que la prisión “sí funciona” ya
que no se está hablando de rehabilitación y resocialización, sino de aislamiento
y castigo, de sacar al infractor de la sociedad, aumentando el sentimiento de
seguridad de la sociedad (Wacquant, 2000; Young, 2003; Garland, 2005).
Por último, esta nueva concepción también ha salpicado la consideración
y los fines de las salidas alternativas a las penas privativas de libertad
planteadas en la década de los años setenta del siglo pasado. Así, figuras como
la probation se usan más que como oportunidades para que el condenado
se vincule a la sociedad, como factor de control y de evaluación del riesgo,
mientras el beneficio de la libertad condicional pasa cada vez más por controles

7
Esta frase parece que fue utilizada por algún Ministro del Gobierno en el Reino Unido, y ha sido
citada por Garland.
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 607

más estrictos y cuestionamientos sobre su concesión (Diez Ripollés, 2003;


Garland, 2005).
De otro lado, parece ser que se ha renunciado a la posibilidad de ampliar
y diversificar las alternativas penales, aparentemente debido a los costos
iniciales que implican su puesta en marcha y a que los gobiernos actuales no
están dispuestos a apostar medidas a largo plazo (Garland, 2005).

2. Cómo se aplica la política criminal

Una vez visto el panorama en el cual se aplica la política criminal, esto es


la sociedad atemorizada, necesitada de seguridad, victimizada y demandante
de venganza, se pasará a ver la forma en que se desarrolla esta política en la
actualidad.

a) De las políticas criminales incoherentes y contradictorias

Actualmente la política criminal lejos de ser una directriz de la justicia penal,


realizada en consonancia con la dogmática jurídico penal y la criminología,
se ha convertido en mercancía que, politizada, es utilizada para aumentar los
índices de popularidad del gobierno de turno (Garland, 2005). Se valora así,
más que las investigaciones sobre el fenómeno delincuencial, la reacción de
la opinión pública y se tiene más en cuenta el clamor popular de necesidad
de amparo y de protección a la sociedad victimizada (Diez Ripollés, 2003;
Garland, 2005). De esta forma la idea de invocar los sentimientos de una
sociedad temerosa o insegura sirve como telón de fondo para la presentación
de políticas penales cada vez más represivas (Wacquant, 2000).
Esta situación se viene presentando, aparentemente inspirada por el afán de
mejorar o si se prefiere de actualizar a la política criminal al nuevo contexto
político. Sin embargo, ese esfuerzo fue liderado por actores políticos que aparte
de no tener los conocimientos necesarios para un desarrollo cabal, no están
interesados en desarrollar una estrategia global, con lo que estamos frente a
arreglos provisionales y a medias (Diez Ripollés, 2003). En todo caso, las
autoridades han tenido que hacer frente a cambios estructurales al interior del
sistema debidos, en gran parte, al sentimiento de fracaso de la política criminal
basada en el principio de prevención y resocialización para hacer frente a la
criminalidad. Cada vez se veía un aumento de la criminalidad (Garland,
2005) y una respuesta política ineficaz para combatirla. De este modo, las
tasas elevadas de comisión de delitos poco a poco se fueron convirtiendo en
algo común, hasta convertirse en rasgos normales de la sociedad actual.
608 Miguel Lamadrid Luengas

Una vez que aumentaba la tasa del delito y que este hecho se empezó a
considerar como normal, la opinión pública comenzó a percibir al sistema de
administración de justicia penal como limitado e inadecuado para responder
al problema criminal8. Peor aún, los mismos actores estatales empezaron a
sentir una impotencia para responder al delito de una manera adecuada, de
modo tal que se produjo un giro en las políticas públicas, las cuales tendieron
a considerar más realista enfrentar los efectos que produce el delito que
enfrentarse al problema mismo del delito. De ahí es que se empieza a hablar
de un mayor apoyo a la víctima (Medina, 2003) y a sus allegados, una gestión
integral de los recursos, y medidas penales más comunicacionales.
Es así como se presenta un dilema (Garland, 2005) para las entidades
gubernamentales y es que, una vez constatada su incapacidad para proveer a
la sociedad de seguridad contra el delito, ya no es indispensable su existencia.
Y si esto es así, deben entrar a analizar lo que implicaría abandonar esa
pretensión de respuesta adecuada y eficaz contra el mismo, y pasaríamos a
estudiar la supresión del sistema penal tal y como ahora lo conocemos. Esto
generaría unos costos, no sólo económicos sino en la misma estructura del
Estado, que aparte de ser muy elevados, son difícilmente calculables en toda
su extensión. En esta encrucijada es que han aparecido las recientes políticas
criminales, caracterizadas por una incoherencia y superposición de unas con
otras creando esta gran confusión.
Por un lado tenemos unas políticas que se muestran conscientes de la
incapacidad estatal, y por ende, desarrollan mecanismos para optimizar la
respuesta estatal al delito dentro de los estrechos márgenes de que dispone, y a
la vez desarrollan mecanismos alternativos para hacer frente a la criminalidad
con participación directa de la comunidad, como es el caso de las asociaciones
de vecinos creando frentes de vigilancia. De otro lado están las políticas de
aquellas personas recién electas, que más que verdaderas políticas criminales
se pueden denominar políticas criminales politizadas. Nos referimos o bien
a la negación de la ineficacia estatal para responder a la criminalidad, que
viene acompañada de una obcecada reafirmación de la capacidad omnipotente

8
Sin embargo esta situación de aumento de la criminalidad constante dejo de presentarse. En efecto el
tipo de criminalidad que afecta directamente a la sociedad (robo, hurtos, etc.) en algunas sociedades
se ha mantenido estable y en otras incluso ha disminuido sensiblemente. Sin embargo esta idea de
ineficacia y de inseguridad ya se había fuertemente introducido en la sociedad. Un ejemplo de esta
situación de disminución la podemos constatar en Estados Unidos donde la delincuencia violenta
y el número de delitos contra el patrimonio ha descendido considerablemente, sin la correlativa
disminución del sentimiento de inseguridad ciudadana. Para constatar esto se puede revisar en,
http://www.ojp.usdoj.gov/bjs.
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 609

del Estado para castigar y en general hacer frente al delito, o bien el escape
a un derecho penal de fachada, en la que se da por descontada la ineficacia
de los aparatos gubernamentales y por ende, se echa mano a la necesidad de
mostrar la desazón, la sensación de inseguridad que el delito provoca. En este
punto se percibe una toma de control a nivel político de temas tan importantes
como la respuesta a la criminalidad, dejando de lado a los estudiosos del
tema (criminólogos, dogmáticos) y claro está, a sus criterios de valoración y
discrecionalidad, por considerarlos “sutilezas que se oponen a la solución real
de los problemas” (Silva Sánchez, 2006).

b) Hacia a un modelo de gestión sistematizado


como el privado y la desestatalización

En la actualidad se viene presentando un vertiginoso acercamiento a todo


lo que suponga el ámbito de lo privado. En relación con las políticas públicas
en materia criminal esto lo podemos advertir en una doble vía: de una parte
la búsqueda de un funcionamiento eficiente y de alta productividad, lo que
se denomina, la nueva cultura de la gestión empresarial (Silva Sánchez,
2006; Garland, 2005); de otra parte el hecho de entregar en manos privadas
algunas tareas propias del Estado con el fin de lograr una optimización en el
desarrollo de las mismas, en lo que se podría denominar desestatalización.
En relación con la primera tendencia, vemos cómo se han vuelto cada
vez más comunes medidas que tienden a sistematizar el desarrollo de la
administración de justicia en el ámbito penal, buscando acercarse a como
se maneja en el ámbito privado. Esto se puede ver en la selectividad tanto
para la recolección de las denuncias como en la investigación de los delitos,
así como en la implementación intensificada de la justicia negociada (Silva
Sánchez, 2006; Garland, 2005). Así, se ha dado paso a una administración
eficiente y a un sistema con criterios diferenciadores frente al delito. Sobre
los elementos relativos a la justicia negociada, que incluyen todos aquellos
aspectos de terminación anormal del proceso penal, en el siguiente apartado
se examinará la introducción del principio de oportunidad en nuestro país, que
vino de la mano de esa búsqueda de eficiencia y productividad, que se debía
traducir en descongestión del sistema penal, y su percepción por la ciudadanía.
En cuanto a la segunda tendencia, vemos como una característica relevante
de este “gerencialismo” en la política criminal actual, es que en la búsqueda
de la eficiencia y efectividad del sector privado, y dados los recortes del
gasto público, se produjo un efecto de privatización especialmente palpable
610 Miguel Lamadrid Luengas

en el ámbito penitenciario (Wacquant, 2000, 2000; Garland, 2005; Silva


Sánchez, 2006) (específicamente en la construcción y posterior guarda de la
infraestructura carcelaria). Sin embargo este acercamiento entre lo público y
lo privado no es exclusivo del área penitenciaria, sino que se percibe además
en todo lo relacionado con la actividad policial y las empresas de seguridad
privada. En este sentido la vinculación pareciera manifestarse sobre todo en el
hecho de una mayor cooperación entre la policía y estos organismos privados,
lo que supone, de un modo u otro, un tácito reconocimiento de su papel dentro
de la sociedad por parte de los organismos estatales.
Aparte de lo anterior una constante en esta nueva dinámica de acercamiento
a los estándares privados es la búsqueda del ahorro y eficiencia. Se vive así
en un clima de racionalización del gasto de la justicia penal, donde el tema
presupuestario se volvió más que relevante dentro de los debates políticos,
sobre todo en relación con su efectividad. Es así como la elección entre las
diversas medidas se empezó a tomar más en consideración a su impacto
económico que en consideración a su efectividad; además como podría
decirse que todas parecían ser igualmente poco efectivas, nada impedía seguir
implementando esta lógica.

c) Implicación de la sociedad

Un desarrollo más dentro de éste aspecto gerencial, implica una nueva


forma de actuar frente al delito que podría caracterizarse de global, ya que
involucra a una red organizada que supera a los tradicionales actores estatales,
a quienes complementa y fortalece.
Superada la idea del monopolio y la omnipresencia del Estado (Garland,
2005), se busca propiciar una red estratégica para la lucha y el control del delito.
Su objetivo sería administrar la justicia penal en la medida que distribuye
funciones en el control del delito en agencias, organismos y estamentos
distintos a los gubernamentales, buscando una responsabilización en la
realización de las mismas. Esto no deja de ser una acción un poco arriesgada,
máxime si a ello se añade que es hace necesario inculcar el sentimiento de
deber en cuanto al control del delito se refiere.
Por otro lado, este acercamiento al modelo privado también puede perjudicar
la relación con la comunidad, por el cambio de horizonte consecuencia de dejar
de mantener el orden y el interés público, para pasar a servir a sectores de
consumidores, como los bancos, las comunidades de vecinos, los comercios,
etc., con el consecuente hecho de que deben dar cuenta de su labor y por ende
involucrarse en intereses de carácter individualista.
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 611

Esta redistribución en las tareas de control multiplica a los responsables


(Garland, 2005). Implica analizar a los organismos capaces de hacer frente
al delito, ver quiénes son los responsables y en la medida de lo posible
reforzar tal redistribución de tareas. Dicha política se lleva a cabo mediante
una concientización a la comunidad acerca de la necesidad de que se
comprometan a apoyar al Estado, poniendo de manifiesto el riesgo de que se
conviertan en víctimas. Esta concientización se realiza mediante una intensa
campaña publicitaria no sólo en los medios de comunicación, sino también
directamente tratando de acercarse más a la gente y su entorno cotidiano. La
idea es crear conciencia en la ciudadanía de la necesidad de un apoyo a todos
los niveles con el fin de crear estructuras locales y generar una seguridad
al interior de la comunidad. En todo caso junto a esta campaña publicitaria
los medios de comunicación al trasmitir el funcionamiento del sistema de
administración de la justicia penal va generando la creación de una opinión
pública relacionada con la eficacia del sistema penal y de sus herramientas
que influyen decididamente en la percepción que tiene la sociedad.
Asistimos a un cambio institucional donde el Estado transmite la idea de
que no puede responsabilizarse él sólo de la prevención y el control del delito,
y lo más importante, de que un correcto orden dentro de la sociedad se puede
llevar a cabo mediante una interacción de los propios sujetos en la búsqueda
misma de un control social efectivo, más que la estéril amenaza penal.
El Estado desarrolla una actividad persuasoria en distintos niveles,
subrayando su responsabilidad al mismo tiempo que incitando a diversos
actores de la sociedad para que participen del control del delito, mientras
que colaboran para reducir las oportunidades para su comisión. La idea de
esta nueva política criminal es, más que descargarse de las responsabilidades
que venían aparejadas al control del fenómeno criminal, implementar una
nueva concepción en el ejercicio de las políticas públicas de respuesta a la
delincuencia, donde se vincule a la comunidad.

3. Quiénes aplican la política criminal

Por último dentro de este análisis de la política criminal en la actualidad,


queda por ver a los encargados de aplicar dicha política.

a) Política criminal como tarea de todos

Una característica sobresaliente dentro de las políticas actuales es la


implicación cada vez mayor de la comunidad en la prevención y persecución
612 Miguel Lamadrid Luengas

del delito (Medina, 2003; Diez Ripollés, 2003; Garland, 2005). Ciudadanos
organizados, empresas privadas, comunidades de vecinos, en general la
sociedad civil se ha venido involucrando cada vez más en la respuesta ante
el delito en lo que se ha caracterizado como prevención comunitaria (Diez
Ripollés, 2003).
Así las cosas, junto a la actividad de la policía y en general de los cuerpos
de seguridad de los Estados y de sus diversas instituciones, en labores de
persecución, investigación y castigo de los individuos que infringen la ley, se
han sumado actores no estatales, como se pone de manifiesto en la proliferación
de empresas de seguridad privada, lo que redunda en el debilitamiento de la
idea del monopolio estatal del ius puniendi (Garland, 2005). Además de esto
ha habido un cambio en la sociedad en la medida que ha empezado a tener
conciencia de su papel dentro de la respuesta al delito, lo que ha llevado, entre
otras cosas, a que las familias inviertan en seguridad privada para la protección
de sus hogares. También podemos mencionar las redes de ciudadanos que
participan voluntariamente en la seguridad y brindan información para la
prevención y persecución del delito, lo que en algunos países ha dado origen
a iniciativas de vigilancia y protección comunitaria, con dispares resultados
(Diez Ripollés, 2003; Garland, 2005).
En relación con este cambio de horizontes, las organizaciones estatales
encargadas de la justicia penal han modificado sus perspectivas. La policía
es ahora una fuerza que más que combatir el delito, se presenta como una
institución que “…apunta a reducir el temor, el desorden y la incivilidad y a
tomar en cuenta los sentimientos de la comunidad al definir las prioridades de
su acción” (Garland, 2005). Las autoridades penitenciarias y carcelarias han
pasado de la búsqueda de la rehabilitación del condenado para su reencuentro
y reinserción en la sociedad, a mantener bajo las rejas y controlados a los
delincuentes, para tranquilidad de la sociedad.
Con este telón de fondo, los encargados de las políticas públicas
relacionadas con la justicia penal reaccionaron de diversas maneras. Con el
elevado incremento del delito se optó por reformular las políticas tradicionales
para tratar de responder al aumento de trabajo. En particular la policía realizó
un movimiento que se ha denominado pendular (Medina, 2003; Garland,
2005). Inicialmente la policía mantenía un estrecho vínculo con la sociedad,
pero debido al incremento significativo de la delincuencia y en busca de una
optimización en la respuesta, se optó por modernizarse e implementar los
medios a su alcance. Es así como asistimos a la puesta en marcha de las líneas
de emergencia que a la larga tuvieron un efecto contrario ya que, al distanciar
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 613

a la comunidad de la policía, acabaron con la cooperación necesaria para el


esclarecimiento eficaz y rápido de los delitos, así como para la prevención del
mismo. Por esta razón se volvió otra vez a buscar esa relación e interacción
entre la policía y la comunidad, tendencia que hoy se denomina “policía
comunitaria”.

b) De las contradicciones entre los actores de una política criminal

Ahora bien junto al papel de la comunidad y su interrelación con la


policía en lo que a respuesta al delito se refiere, también se encuentran los
encargados de la creación de la política criminal y sus particulares desarrollos
e interacciones. De partida se debe tener en cuenta, según el planteamiento
de Garland (2005), la existencia de dos tipos de actores (Díez Ripollés,
2003; Garland, 2005): los políticos y los administrativos. A continuación y
siguiendo el planteamiento propuesto por este autor, se estudiarán brevemente
a estos actores, sus funciones e interrelaciones.
En cuanto a los actores políticos, su accionar es determinado por su interés
en que sean elegidos y por ende su visión sobre la creación de las políticas
estará dada por el impacto y la visión que tengan de las mismas los votantes.
Así, cualquier medida que en principio se vea como impopular o que presente
signos de debilidad ante el delito, conllevarán un menor apoyo al candidato.
De tal suerte, que las que buscarán los candidatos serán aquellas que desde
un punto de vista comunicacional transmitan un mensaje de poder, decisión,
efectividad y de seguridad en la población.
En relación con los actores administrativos, no cabe la menor duda de que
se ven afectados por una politización y por privilegiar criterios de relaciones
públicas más que técnicos. Pero en el desarrollo de su trabajo dentro del
engranaje gubernamental deben hacer frente a los problemas de la gestión
en las políticas públicas, como lo son el mantener el cabal desarrollo de los
procesos estatales, ajustarlos según las tendencias que han marcado los actores
políticos y utilizar los medios a su disposición para hacer frente a las tareas
de implementación de los programas con el cambiante clima político.
Ahora bien, las relaciones entre ambos actores se basan en constantes
fricciones por los intereses, la más de las veces opuestos. El político llega por
un periodo de tiempo determinado, sus propuestas son a corto plazo y buscan
una atracción política. En estas condiciones el panorama no es alentador, ya
que se conciben desencajadas de la estructura organizacional o de resultados
de investigaciones y se basan en populistas intereses mezquinos que sólo
614 Miguel Lamadrid Luengas

buscan aceptación popular. Además sus propuestas se presentan con un plan


de recortes del gasto público, que va en total contradicción con las demandas
de la administración de justicia. Todo eso tira por la borda la coherencia que
se pretende en la administración.
Por su parte el administrador, que debe elaborar un plan de desarrollo a
largo plazo y que además pertenece a una estructura, ejerce un papel más
empresarial donde las estadísticas, la administración de recursos, la frecuencia
de los casos y las acciones que se han realizado sobre éstos, son variables
dentro de su trabajo, en tanto que la opinión pública, el caso publicitado pero
excepcional, la política partidista, deberían ser meros sobresaltos, que debe
apartar de su camino (Garland, 2005).
Y en una posición intermedia encontramos a aquellas personas que por el
mismo sistema pertenecen en la administración pero son elegidos por intereses
políticos (Garland, 2005). Nos referimos a los ministros y directores de
departamentos administrativos, principalmente, aunque también cualquier
individuo que dirija un organismo relevante en el desarrollo de la política
criminal y haya sido designado en aquellos cargos de confianza. Estas personas
dirigen uno de estos organismos y por ello responden de su correcta gestión,
pero a la vez deben agradar a la opinión pública y a su propio partido, con
lo que deben analizar si la implementación de determinada política pública
conllevaría unos riesgos y tratar de minimizarlos, así como perseguir la
correcta implementación y desarrollo de una justicia penal, pero evitar la
influencia del caso particular. En definitiva, “ser un administrador eficiente
pero también un político popular” (Garland, 2005 p. 193).

c. Una política criminal desorientada

De todo lo anterior vemos como poco a poco los entes estatales han
modificado su reacción ante el sentimiento de la sociedad, mostrando
una actitud que podría llamarse autocrítica, ya que a la vez que aceptan
los fracasos, ponen de manifiesto las limitaciones del sistema, buscan el
cumplimento de sus objetivos internos, según la nueva orientación privada
más que el cumplimiento de los fugaces intereses sociales. En definitiva, la
idea es concentrarse más que en los resultados, en los procesos eficientemente
realizados (Garland, 2005), cuando cumplen con sus objetivos. Es por esto
que actualmente vemos cómo la política criminal de las agencias estatales se
desarrolla primordialmente orientada a las consecuencias del delito, dejando
de lado las causas mismas del delito. Enfocándose en los efectos que genera el
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 615

delito, deja de lado la intervención en el mismo, en el entendido de que el haber


enfrentado ese problema desde las raíces no ha dado el resultado esperado.
Sin embargo esta nueva construcción que se realiza al interior de las agencias
gubernamentales (Garland, 2005), diseñando nuevas políticas, adelantando
las existentes, optimizando los recursos, y generando ese modelo gerencial,
conscientes de que deben hacer frente a dificultades que los habían superado,
se ve contrastada por la posición de los discursos de los políticos, quienes,
sin recurrir a ningún estudio, y movidos tan sólo por intereses electorales,
por el miedo a la opinión pública (en particular la mirada escrutadora de los
medios de comunicación), implementan una política de seguridad pública para
retornar a aquellos valores que son puestos en entredicho o relativizados con
los cambios sociales actuales. Al hacer esto, niegan las realidades palpables
de la limitación estatal, y dan la espalda a esa necesidad de reestructuración
estatal. En vez de esto, abogan por una expansión absurda del derecho penal
y una intensificación del control punitivo, mediante la utilización de su arma
más temida: el uso de la pena privativa de la libertad (Zimring, 2005)9.
En todo caso dichas medidas, no son más que paliativos que deficientemente
dan respuesta al fenómeno delictivo y que no pueden controlar delitos futuros.
Con esto simplemente se logra acallar la idea de la impotencia estatal para
hacer frente al delito y se reafirma el mito del Estado soberano, que tiene un
control eficaz de la sociedad, que provee de seguridad a la sociedad indefensa,
a la vez que se obtienen ventajas políticas, que luego pueden ser altamente
cuantificables electoralmente. Desde el interior de la administración este tipo
de políticas son duramente criticadas y por ende se busca su no aplicación,
dado que están en abierta contradicción con las políticas razonables. Pero las
políticas que se consideran adecuadas, al momento de su puesta en marcha
traen resultados que distan en mucho de lo esperado, por lo que lo funcionarios
electos –los políticos– tienen que responder. Como consecuencia de esto,
implementan políticas populistas para recuperar la confianza pública, con
lo que además, demuestran el poder soberano del Estado que implementa
acciones inmediatas, sin ningún tipo de estudio sobre su factibilidad, sin
negociación alguna, transmitiendo esa idea de mano dura a la sociedad.
Resultado de estas medidas populistas son los actuales problemas crónicos

9
Un claro ejemplo es la política estadounidense de guerra contra las drogas que ha dejado abarrotadas
las cárceles norteamericanas, dejando de lado todas las investigaciones serias que muestran que el
consumo de drogas no se ve disminuido por la posibilidad de imposición de penas más severas,
que la criminalización lo que hace es crear un clima más adverso al interior de la sociedad y que
finalmente los perjudicados serán aquellos pertenecientes a las clases pobres.
616 Miguel Lamadrid Luengas

de hacinamiento carcelario y la intensificación en la imposición de penas de


privación de la libertad.
En cuanto al sentimiento de la sociedad frente al delito, podemos
caracterizarlo como ciego, ya que se busca ir hasta las últimas consecuencias.
Los delincuentes deben ser perseguidos sin clemencia, sobre ellos debe caer
castigos ejemplarizantes, que estén en consonancia con la gravedad de sus
delitos, y los cuales deben ser cumplidos en su totalidad. En relación con
delincuentes peligrosos, su confinamiento debe ser absoluto y nunca se
piensa en su retorno a la sociedad. Y claro está el Estado debe por sobre todo
proteger a la víctima y racionalizar los recursos. Así queda la sensación en
la sociedad que el Estado sí responde, que no se tolera la ilegalidad, que el
público está seguro.
Hasta aquí se ha intentado mostrar como se desarrollado la política criminal
en los Estados en los últimos tiempos. Ahora se pasará a ver como una de sus
herramientas, el principio de oportunidad fue introducido en Colombia, como
ha sido el entendimiento de ello por los medios de comunicación y como se ha
transmitido esa introducción dentro del sistema penal de tendencia acusatoria
a los miembros de la sociedad.

II. PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN

A. Principio de oportunidad herramienta de política criminal

Una preocupación que no sólo atañe a la justicia penal sino en general a


las políticas públicas es el tema presupuestario. Si contamos con que para
un cabal desarrollo de la política criminal es necesario contar con recursos
suficientes, la verdad es que, en relación con la administración de justicia,
el Estado por lo general no la sitúa entre las necesidades más relevantes. En
todo caso, este no es un problema aislado de países de mayor o menor nivel
de desarrollo, sino que está relacionado con la misma estructura del Estado.
Ya lo decía Schünemann (2005) en relación con la evolución de las
reformas procesales en Alemania: “Fundar la necesidad de simplificar la
administración de justicia en las necesidades financieras del Imperio Alemán,
implica darle prioridad a aspectos fiscales frente a aspectos de Estado de
Derecho, lo que suena como una única medida de urgencia” (p. 23).
El caso es que en países como Colombia ha venido siendo una constante
en las políticas estatales guiar las reformas en la administración de justicia
con criterios eminentemente económicos y coyunturales. Y éste problema de
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 617

adopción de criterios circunstanciales, que actualmente se ha desarrollado en


gran variedad de estudios y escritos, se hace más relevante en el ámbito del
sistema penal, ya que su campo de acción es por definición sensible, dado
que afecta de una manera directa los más preciados derechos y garantías
fundamentales de los miembros de una sociedad (Armenta Deu, 1991).
Ahora bien, el hecho de que cada vez con más frecuencia se utilice para
solucionar los problemas de la sociedad, creciendo de una manera vertiginosa,
no se relaciona con la asignación de recursos al sistema de administración
de justicia en materia penal10, ya que éste se mantiene estable o en todo caso
con muy pocas variaciones.
El recurso político a la fragilidad de la respuesta penal de la administración
y el hecho de que no haya podido dar cuenta del aumento de la criminalidad
de una manera satisfactoria, lejos de ser un argumento para inyectarle
partidas presupuestarias, ha generado en algunas ocasiones una búsqueda de
su racionalización en el entendido de que a pesar de que se ha invertido un
importante porcentaje del presupuesto, el fenómeno delictivo no ha podido
ser contenido.
En este contexto en Colombia en el año 2002 se consideró la necesidad de
implementar un sistema procesal penal de tendencia acusatoria lo que originó
la modificación de la Constitución Política mediante la introducción del Acto
legislativo 03 de 2002.
Y podríamos decir que desde la misma introducción del Acto Legislativo
03 de 2002, incluso antes, en Colombia se ha venido presentando un agitado
debate en la opinión pública sobre el denominado principio de oportunidad
y su introducción. La idea de su implementación se enmarcó dentro de la
política criminal del gobierno de la época que vio la necesidad de introducir
cambios al sistema procesal penal.
Específicamente en lo relativo con dicho principio se le consideró como
un elemento adecuado para aliviar la congestión del sistema de justicia penal
y necesario para la reglamentación de la selectividad imperante en el proceso
penal. Eso entre otros aspectos.
Sobre el fenómeno de la selectividad, sabemos que se presenta a lo largo de
todo el proceso penal y se manifiesta de diversas maneras (Lamadrid, 2015,

10
La escasez de recursos afecta a todo el sector de la administración de justicia. Sin embargo sólo nos
centraremos en lo que a justicia penal se refiere, ya que este es uno de los problemas más acuciantes
para la política criminal.
618 Miguel Lamadrid Luengas

pp. 30 y ss). Sin embargo el que se pretendía erradicar era el referente a aquellos
hechos que a pesar de llegar a ser conocidos por las autoridades encargadas
de su manejo, por diversas circunstancias, en ningún modo reglamentadas
en el sistema, no permanecen en el sistema. Son los casos en los que las
distintas autoridades encargadas de recibir la notitia criminis consideran que
no se debe seguir; o la policía, al ser encargada de la averiguación preliminar,
aplica directamente la selectividad, enfocándose en determinados ilícitos en
desmedro de otros.
Junto a ellos se presentan casos, como los que últimamente copan el interés
nacional, referentes a eventos en los cuales se dejan de investigar, impulsar
o desarrollar los procedimientos tendientes al esclarecimiento de los hechos
debido a influencias externas del sistema, que la mayoría de las veces se
enmarcan en conductas tipificadas penalmente (Lamadrid, 2015, p. 32).
Finalmente se presentan aquellas situaciones en las cuales, la simple desidia,
negligencia o falta de tiempo del funcionario que recibió la notitia criminis
o del encargado de su tramitación, hacen que el hecho no permanezca en el
sistema y termine siendo, archivado, se presente el fenómeno de la prescripción
o inclusive se pierda en un anaquel dentro del innumerable mundo de los
procesos penales.
Como ya lo he mencionado el estar la policía judicial encargada de la
investigación de los delitos reportados, implica una tarea colosal, por el
aumento constante del número de los delitos y de su complejidad; ello implica
que la policía nunca sería capaz de encargarse de todos los delitos, por
limitaciones tanto de personal como de recursos, lo que conlleva la necesidad
de establecer la prioridades de manera expresa, ya que el flujo de casos que
recibe determina el que investigarán los fiscales y que luego de la decisión de
archivar o perseguir, determinarán los que lleguen a los tribunales finalmente.
Al respecto es claro que:

La inexistencia de pautas objetivas, establecidas legislativamente, que permitan


conscientemente y no por imposición fáctica, o por el criterio subjetivo del
funcionario, determinar qué hechos ameritan pasar a juicio, cuáles no deben
ser sustraídos a la esfera del derecho penal, afecta necesariamente el derecho
a la igualdad ante la ley.
Cuando la brecha entre el número de violaciones a la ley y el número de
reacciones de las agencias encargadas de administrar justicia se vuelve muy
amplia, los objetivos de disuasión y aplicación uniforme de la ley no son
logrados adecuadamente. Esto trae, entre otras consecuencias, un descrédito
aún mayor de la administración de justicia, con la consecuente tendencia de
los ciudadanos a tomar la administración de justicia por sus propias manos.
(Lamadrid, 2015 p. 33).
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 619

Ante este panorama le corresponde al Estado, mediante su Política


criminal, tratar de implementar las herramientas que considere adecuadas para
solucionar dicha situación. Y su solución fue, como ya se mencionó, mediante
la introducción, entre otras herramientas, del principio de oportunidad.
Para mí, el principio de oportunidad

es la atribución que tienen los órganos encargados de la persecución penal,


como titulares de la acción penal pública, cuando la culpabilidad del investigado
sea considerada mínima y no exista interés público en la persecución, de no
iniciar la acción penal o de limitarla en su extensión objetiva y subjetiva, aun
cuando concurran las condiciones ordinarias para perseguir y castigar. Por lo
anterior, se deben presentar elementos probatorios de la existencia del delito
y de la vinculación del investigado con su comisión. Lo anterior fundado en
razones de política criminal.
De esta forma, los distintos criterios de persecución, la diferenciación de delitos
según su gravedad, la prelación en la investigación y la igualdad para realizar
la selección racionalmente constituirían, a grandes rasgos, los fundamentos
del principio de oportunidad (Lamadrid, 2015 p. 176).

No obstante la anterior definción lo cierto es que la forma de su introducción


en Colombia, similar en países de la región, consistió en una suma de causales
que en consideración del legislador cumplían con los requisitos para terminar
una investigación sin que implicara una violación de los principios del sistema
procesal. De esta manera se establecieron en la ley 906 de 2004 diecisiete (17)
causales11, que abarcan casos de insignificancia absoluta, casos relativos a la
denominada pena natural, casos de insignificancia relativa, casos relacionados
con la extradición, casos relativos a cuestiones prejudiciales y finalmente
casos que se enmarcan en lo que la doctrina inglesa denomina “el testigo de
la corona” (Crown witness).
Junto con la idea inicialmente esbozada de reglamentar la selectividad, se
pretendía adicionalmente que la mayor parte de las investigaciones terminara
de una manera anticipada por la aplicación de este instituto. De hecho dentro
de esa consideración el legislador no vio ningún problema en, mediante la
ley 890 de 2004, proceder a un aumento arbitrario y abusivo de todas las
penas del Código Penal, con el fin de que, con las terminaciones anormales
del proceso, muchas de las cuales implican algún tipo de rebaja cuando se
impone una pena, dicha pena finalmente a imponerse sea la que se pensó

11
Modificadas luego en el año 2009, declaradas inexequibles dos (2) hasta llegar otra vez a las
diecisiete (17) causales actuales.
620 Miguel Lamadrid Luengas

desde un principio. Algo parecido a como presumiblemente algunas grandes


superficies promocionan sus productos.
De esta manera, el principio de oportunidad, los acuerdos y las
negociaciones entre la fiscalía y el procesado, supondrían que la mayoría de
los procesos penales terminarían en una etapa temprana tal y como sucede en
Estados Unidos de América donde el plea bargaining supone más del 90% de
terminación de casos, dejando un mínimo de procesos para que sean llevados
ante las cortes mediante un juicio oral con todas las garantías.
Y es en este punto donde aparece uno de los primeros problemas que tiene
el principio de oportunidad, como ya se ha mencionado y es el relativo a la
metonimia (Lamadrid, 2015, p. 226)12. Efectivamente el conglomerado social
ha venido entendiendo que la respuesta diferenciada por la cual los procesos
terminan en una etapa inicial del proceso es el principio de oportunidad, sin
diferenciar los allanamientos y los acuerdos con la fiscalía. Esta percepción
en la ciudadanía viene condicionada por la información que le proveen los
medios de comunicación.

B. Medios de comunicación y principio de oportunidad

Si el gobierno implementa una herramienta determinada dentro de su


política criminal, una de las primeras cosas que debería hacer es buscar los
medios para que dicha política sea entendida y aceptada por los operadores
judiciales. Una vez se de este paso el siguiente es buscar el entendimiento
en la sociedad. Y para ello debe optar por la colaboración de los medios
de comunicación que son los que en últimas transmiten a la ciudadanía el
funcionamiento del Estado, el avance de sus políticas y se vuelven en veedores
de las mismas.
Los medios tienen una notoria influencia en la sociedad lo que ha supuesto
que incluso se les denomine como el cuarto poder. Son ellos quienes eligen
las noticias, su cubrimiento y la forma como la presentan e interpretan es
la que genera los sentimientos en la sociedad y marca su conocimiento del
devenir de la justicia en el país. Esta situación se aumentó dramáticamente con

12
La metonimia consiste consiste en designar algo con el nombre de otra cosa tomando el efecto
por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada. En este caso en
concreto el hecho de la existencia de variados supuestos de aplicación del principio de oportunidad
que no cumplen con los elementos que lo constituyen es un caso de metonimia, según la cual,
respuestas diferenciadas del sistema penal se denominan principio de oportunidad, confundiendo
el todo por la parte, Lamadrid, 2015, p. 226.
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 621

la introducción en nuestro país de un sistema penal de tendencia acusatoria


con la ampliación del principio de publicidad y la posibilidad de asistir a las
audiencias dentro de los procesos, con las restricciones legales.
Ahora bien el manejo que han venido realizando los medios de
comunicación del principio de oportunidad ha ahondado de manera drástica
la situación de metonomía, sobre todo porque los hábitos de los medios han
creado distorsiones dentro de la espiral de sensacionalismo por las decisiones
de la administración de justicia que poco a poco impacta en el mensaje que
llega al conglomerado social y la consecuente formación de percepciones.
Al principio de oportunidad se le viene vinculando con la inoperancia del
sistema judicial y la consecuente sensación de impunidad. Las controversias
registradas en los medios se han enfocado exclusivamente en procesos de alta
resonancia para la población, la mayoría relativos a temas de corrupción y
desfalco al patrimonio de los colombianos, lo que atiza emociones cargadas
y sentimientos de indignación. Según señala el balance de la CEJ la labor del
periodista es seleccionar

temas lo suficientemente atrayentes para que su reporte “venda” o causen


sensaciones, generando algún tipo de intiquiertud, impresión o emoción en las
audiencias…las noticias relacionadas con el SPA se produzcan en gran parte,
a partir de casos y en esa medida…causan que los medios destinen un amplio
cubrimiento, convirtiendo así los hechos en emblemáticos y despertando una
alta expectativa sobre los mismos en la sociedad (2016, p. 168).

Para el presente trabajo se ha tenido la oportunidad de hacer una búsqueda


detallada de los principales medios de comunicación escritos en internet que
han cubierto el funcionamiento del SPA, según el balance de la CEJ (2016, p.
74), identificando el uso del termino principio de oportunidad por los medios,
su uso por los operadores judiciales y la claridad conceptual de los medios
de comunicación para orientar a la opinión pública. Estos medios son los
periódicos El Tiempo y El Espectador y la revista Semana. Lo primero que
se debe advertir es que se encontraron dos formas de abordar al principio de
oportunidad por los medios13:

1. Mediante los casos emblemáticos.


2. Mediante los informes de evaluación del Sistema Penal Acusatorio.

13
Teniendo en cuenta que también existe una tercera forma que es mediante las columnas de opinión
de columnistas.
622 Miguel Lamadrid Luengas

1. Mediante los casos emblemáticos

En dichos medios, analizando principalmente desde el 2008, la cobertura


en relación con el principio de oportunidad se ha enfocado en los siguientes
casos emblemáticos: DMG, desfalco a la DIAN, AIS, DNE, carrusel de la
contratación, e INTERBOLSA14.
En las siguientes páginas se expondrá brevemente como se han desarrollado
las noticias relacionadas con el principio de oportunidad con el fin de extraer
como se muestra el principio de oportunidad y tratar de dar una caracterización
del mismo.

a) Caso DMG: este caso se refiere a la empresa DMG la cual inicialmente


se publicitaba como una comercializadora a traves de tarjetas prepago
pero que mediante el esquema de piramide captó de manera ilegal
dineros del público y lavó activos.
En este caso la fiscalía general de la nación consideró en un primer
momento solicitar la aplicación del principio de oportunidad al
propietario de DMG, David Murcia, con el fin de que entregra
información sobre las personas que lavaron su activos a través de
éste empresa, se comprometiera a no volver a incurrir en esos delitos
y procediera a devolver todo el dinero a las personas que lo habían
entregado a la organización. Sin embargo no se avanzó en ese aspecto
(“¿Puede el faraón de DMG pagar por su libertad?”; “Fiscalía estaría
dispuesta a suspender investigación contra Murcia Guzmán”).
Pero finalmente la fiscalía presentó ante un juez de control de garantías
una solicitud para que se avalara un principio oportunidad a favor de
extrabajadores de la empresa DMG. La juez aprobó la solicitud por lo que
durante un año los favorecidos se comprometieron a servir de testigos en
los procesos que se seguian por los delitos de captación masiva y habitual
de dinero a través de DMG. De lo anterior se extrae que el principio de
oportunidad implica que los beneficiados sirvan de testigos durante un
año en procesos en los que tengan conocimiento. (“Aprueban principio
de oportunidad para tres exfuncionarios de DMG”).

14
No se tiene en cuenta el cubrimiento en relación con la declaración de inexequibilidad de la causal
introducida por la ley 1312 para cobijar a los desmovilizados que no hayan sido postulados a las
ley 975 de 2005 dado que no hubo casuística al respecto y solo se mencionó a raíz de la sentencia
C-936 de 2010, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 623

Durante ese tiempo el propio gobierno expidió un comunicado


explicando el principio de oportunidad en relación con las pirámides,
señalando: que no devolver los dineros captados ilegalmente es un
delito no excarcelable; que los fiscales pueden aplicar el principio
de oportunidad en un audiencia antes un juez de control de garantías
y en consecuencia suspender la acción penal contra aquellos que
manifiesten la voluntad de devolver los dineros y efectivamente
los devuelvan; que el gobierno ofrece las garantías a quienes esten
interesados en dicho beneficio que permite a los fiscales suspender,
interrumpir o renunciar a la persecución penal. (“Gobierno explica
principio de oportunidad en caso de pirámides”).
Según se desprende de lo anterior el principio de oportunidad
implica suspender la acción penal contra aquellas personas que se
comprometan a devolver los dineros captados ilegalmente.
b) Caso desfalco DIAN: algunas personas realizaron fraudes consistentes
en la solicitud de devoluciones de IVA irregulares a través de la
creación de empresas de papel, mediante documentos y resoluciones
falsas.
En este caso en un primer momento “el cerebro” del desfalco y otras
dos personas se comprometieron a colaborar con la justicia y entregar
información por lo que un fiscal tramitó un principio de oportunidad,
lo presentó ante un juez de control de garantías pero lo retiró luego de
que uno de los tres implicados no aceptara todos los cargos. (“Fiscalía
le otorgó principio de oportunidad a “cerebro” de desfalco a la Dian”;
“Fiscalía no dará beneficios a varios implicados en estafa a DIAN”).
Con posterioridad a otra persona involucrada le fue anulado el
principio de oportunidad ante un juez de conocimiento luego de
considerar que la información por él suministrada no ayudaba al
desarrollo de la investigación y no era suficientemente fuerte para
otorgar dicho principio, dado que la información ya era conocidad
por las autoridades con anterioridad. (“Fiscalía anuló principio de
oportunidad para implicado en desfalco a la DIAN”).
Y hasta el año pasado, un particular apodado el “Zar de la chatarra”,
creo empresas fachada con el fin de justificar millonarias operaciones
de chatarra que en realidad solo existieron en el papel y procedió al
recobro a la DIAN.
En este caso el señor aceptó su responsabilidad en los delitos de
contrabando, concierto para delinquir, falsedad en documento público,
624 Miguel Lamadrid Luengas

lavado de activos y enriquecimiento ilícito por los que fue condenado a


diez años de pena privativa de la libertad. Además negoció la aplicación
de un principio de oportunidad para otros dos cargos. En relación con
esto se comprometió a delatar y a servir como testigo contra otros
empresarios que se lucraron con las trampas en millonarios recobros
a la DIAN, por lo que por un año dejaría de ser investigado por dos
delitos si cumple su compromiso de entregar información sobre otras
personas que participaron en las irregularidades ese beneficio sería
permanente. Finalmente se comprometió a reparar a la misma DIAN
en calidad de víctima en una suma equivalente a 50.000 salarios
mínimos. (“Zar de la chatarra’ daría información a cambio de rebaja
de pena”; “El ‘zar de la chatarra’ prende el ventilador y obtiene rebaja
de pena”; “Condenan a 10 años de prisión a James Arias, el ‘zar de
la chatarra’”).
En relación con la información de lo medios en estos casos, el principio
de oportunidad lo presenta la fiscalía ante un juez de control de
garantías, pero si así lo considera puede retirarlo por inconvenientes
con los procesados o cuando la información que dan no es relevante
para la investigación. Si continúa sosteniendo su solicitud y éste la
avala, se deja de investigar al beneficiario por el término de un año,
para que colabore con la justicia delantando, entregando información
sobre otras personas, sirviendo de testigo contra éstas y procediendo
a la reparación de las víctimas.
c) Caso AIS: este caso se refiere al millonario desfalco al agro colombiano,
que se realizó a través del mal manejo de los recursos para pequeños
agricultores colombianos del programa gubernamental Agro Ingreso
Seguro, (AIS) (“Implicado en escándalo de AIS”; “Juez aval el primer
preacuerdo en caso AIS”). El programa se implementó sin diseños
previos, sin que mediara estudio o proceso licitatorio, se escogió la
participación del Instituto Interamericano de Cooperación para la
Agricultura (IICA) y se le asignó un presupuesto para su manejo. Ello
supuso irregularidades en la entrega de multimillonarios subsidios del
programa a personas que no cumplían con los requisitos.
En este caso varios funcionarios del Ministerio de Agricultura se
acogieron al principio de oportunidad que, como lo señala uno de
los medios estudiados no es otra cosa que “colaborar con la justicia
a cambio de perdón judicial…”. (“Mano derecha de Andrés Felipe
Arias prendió ventilador de AIS”).
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 625

Según se desprende de los medios estudiados lo que implica es que la


fiscalía le presente a un juez un principio de oportunidad para que éste
lo avale. Una vez ocurre esto se le suspenda a una persona procesada
toda acción penal por el término de un año, para que colabore con
la justicia entregando información clave que permita adelantar la
investigación contra los otros exfuncionarios que participaron, en este
caso en el desfalco, lo que algunos medios denominan convertirse en
“testigo clave”. Si finalmente cumple con su colaboración la acción
penal se extinguiría, es decir “el proceso será archivado y quedará
libre de toda culpa”. (“Implicado en escándalo de AIS”; “Juez
avala el primer preacuerdo en caso AIS”; “Fiscalía le dio principio
de oportunidad a otro vinculado en caso AIS”; “Por colaborar con
Fiscalía, 6 de AIS no tendrían prisión”; “Por AIS, avalan principio de
oportunidad a exviceministro de Agricultura”; “Fiscalía presentará
principio de oportunidad con exviceministro de Agricultura”; “Caso
AIS: Exdirector de desarrollo rural del Minagricultura firma principio
de oportunidad”; “Se ‘agitan las aguas’ para Andrés F. Arias en caso
AIS”; “Ex viceministro de Agricultura será testigo clave en caso AIS”).
Una vez transcurrido el término de un año, es posible que la fiscalía
presente una solicitud de prórroga, la cual tiene que se avalada por
un juez (“Dos exfuncionarios de MinAgricutlura declararán en contra
de Andrés Felipe Arias”).
d) Caso DNE: este caso se refiere a la entrega irregular de bienes
incautados al narcotráfico y administrados por la Dirección Nacional
de Estupefacientes a un grupo de particulares, donde se omitieron
los procedimientos establecidos para la designación y selección y
asignación. Adicionalmente hay que tener en cuenta que la entidad
fue intervenida por el gobierno nacional. 
En este caso exfuncionarios del DNE, el agente liquidador y
particulares buscaron con la fiscalia la aplicación del principio de
oportunidad el cual consiste, del análisis de los medios, en que la
fiscalía le solicita al juez de control de garantías que avale la solicitud
de la aplicación del principio de oportunidad. Si el juez avala dicha
solicitud, cesa inmediatamente la acción penal por los delitos por
los que esa siendo investigada determinada persona durante un año,
tiempo en el cual tiene que cumplir con unos compromisos de entregar
información sobre los hechos y partícipes, servir de testigo de cargo
en procesos contra otros investigados, entregar pruebas documentales
626 Miguel Lamadrid Luengas

para soportar su testimonio, pedir perdón y entregar bienes como


parte de la reparación. En caso de no cumplir con las obligaciones el
investigado iría a juicio. (“¿Principio de oportunidad en caso DNE?”;
“La sensible información de Camilo Bula”; “Aprueban principio de
oportunidad para Adolfo Castillo en caso DNE”; “Avalan principio
de oportunidad a Camilo Bula, procesado por el escándalo de la DNE”;
“Camilo Bula listo para prender el ‘ventilador’”).
Si el juez de control de garantías niega el principio de oportunidad,
se puede presentar recurso de apelación ante el juez penal del circuito
de conocimiento quien decidirá si lo avala o no. Hasta que no se
tome una decisión al respecto no puede operar dicho principio (“No
se ha podido aprobar un principio de oportunidad para esclarecer lo
que sucedió en la DNE”: Omar Figueroa”; “Aprueban principio de
oportunidad para Adolfo Castillo en caso DNE”).
e) Caso del carrusel de la contratación: este caso se presentó en la
administración de Samuel Moreno y se refiere a la negociación de
comisiones para la adjudicación de distintas obras de infraestructura
en la ciudad de Bogotá, así como del contrato de ambulancias de la
capital.
En este caso, de la información analizada de los medios, funcionarios
del distrito capital, un concejal de Bogotá y contratistas del distrito
realizaron negociaciones con la fiscalía con un doble propósito: de un
lado, aceptar cargos a través de un preacuerdo y recibir una rebaja de
pena por algunos delitos y de otro lado, negociar con la fiscalía para que
los restantes delitos fueras susceptibles del principio de oportunidad.
De esta forma el fiscal solicita que se apruebe el acuerdo de aceptación
de cargos ante un juez de conocimiento y una vez aprobados,
colaboran con la justicia convirtiéndose en “testigos estrella” contra
las demás personas involucradas, así como la información sobre la
participación de los mismos. Luego de ello procede a negociar el
principio de oportunidad por los restantes delitos. (“Declaraciones
de Meléndez en Fiscalía suman 22 horas”; “Exdirector técnico del
IDU podría recibir perdón penal por carrusel”; “Inocencio Meléndez,
siete años de prisión por carrusel de contratación”; “Ex jefe jurídico
del IDU, el primero que condenan por ‘carrusel de contratación’”;
“Emilio Tapia acepta preacuerdo con la Fiscalía”; “Juez da vía libre al
‘ventilador’ de Emilio Tapia”; “Con beneficios al contratista, la Fiscalía
les pone acelerador a procesos contra otros enredados”; “Conceden
principio de oportunidad a contratista Emilio Tapia”; “Juez avaló
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 627

principio de oportunidad entre Julio Gómez y la Fiscalía”; “Avalan


principio de oportunidad para implicado en el ‘carrusel’”; “Carrusel
de la contratación: Julio Gómez renuncia a preacuerdo”; “Juez avala
principio de oportunidad para el exconcejal Andrés Camacho”; “Vía
libre al principio de oportunidad de Héctor Zambrano”; “Principio de
oportunidad a representante de Transvial por carrusel de contratos”;
“Juez declara culpable al exconcejal Andrés Camacho Casado”;
“En firme, principio de oportunidad para Héctor Zambrano”; “Vía
libre a principio de oportunidad de Julio Gómez”; “Hipólito Moreno
podrá encender el ‘ventilador’”; “Tapia podría recibir menos de 13
años de cárcel”; “Inocencio Meléndez da pasos hacia su libertad”;
“Zambrano se declaró culpable por ‘carrusel de contratación’”;
“Cocinero de los Nule negoció con la Fiscalía”).
Una vez transcurrido el término de un año, es posible que la fiscalía
presente una solicitud de prórroga, la cual tiene que se avalada por un
juez. (“Inocencio Meléndez seguirá como testigo de la Fiscalía un
año más”; “Extienden principio de oportunidad firmado entre Julio
Gómez y la Fiscalía”; “Juez prorrogó principio de oportunidad al
exsecretario de Salud por ‘carrusel’”).
- Situación grupo Nule: finalmente Guido Nule Marino y sus primos
Manuel y Miguel Nule Velilla, así como su socio Mauricio Galofre
que constituyeron un conglomerado de empresas que se quedaron
con buena parte de los contratos, en un primer momento anunciaron
que aportarían información mediante sus declaraciones y pruebas
documentales, es decir una colaboración efectiva con la justicia, por
lo que solicitaron que se tramitara un principio de oportunidad por
todos sus delitos. (“El gran chanchullo”; “La confesión”; “Pruebas
del soborno’”; “Fiscalía buscará declaración de Miguel Nule”; “Los
Nule anuncian que van a aportar más pruebas”; “Los Nule tendrán
principio de oportunidad parcial”; “Los tres tenores”).
De los cinco delitos por los que han sido investigados, aceptaron el
de peculado, lo que conllevó la rebaja del cincuenta por ciento (50%)
de la pena. (“Condenan a los Nule a siete años y medio de prisión
por peculado”). Sin embargo por no proceder a la devolución de los
dineros, dicha rebaja en segunda instancia fue revocada. (“Aumentan
pena a los Nule; de siete años ahora pagarán 14”).
En relación con los delitos de concierto para delinquir, cohecho y
fraude procesal continuaron buscando acuerdos con la fiscalía para
628 Miguel Lamadrid Luengas

que les concedieran un principio de oportunidad comprometiendose


a testificar contra otras fichas claves del escándalo y a entregar
información sobre la corrupción no sólo en Bogotá sino a nivel
nacional y no solo en temas de obras viales sino en salud y otros
sectores. (“Los Nule piden principio de oportunidad por todos sus
delitos”; “Los Nule estarían libres en 2015”; “Esta es la negociación
de los Nule con la Fiscalía”).
Sin embargo con el paso del tiempo no dieron información que
permitiera desvertebrar redes criminales de corrupción tanto en
Bogotá como en el resto del país y no devolvieron dinero, ni aportaron
propiedades para resarcir el daño causado en Bogotá, por lo que se
revocó el acuerdo al que se había llegado y por ende no se presentó
el principio de oportunidad ante el juez de conocimiento. De hecho
se consideró que el principio de oportunidad al que se había llegado
con los Nule incumplía principios básicos como lo son el respeto y
reparación de los intereses de las víctimas, la colaboración efectiva
con la justicia y la ayuda necesaria para reconstruir de manera clara
todo el escándalo de corrupción en materia de contratos en todo el país.
(“Fiscal revocó totalmente el principio de oportunidad de los Nule”;
“Ante revocatoria de principio de oportunidad, Fiscalía acusará a los
Nule”). 
Luego de ello, un año después, la fiscalía y los Nule llegaron a un
preacuerdo en el que establecieron que se convirtirían en testigos
claves del ente investigador y a cambio serían condenados a una
pena de seis años y seis meses de prisión por los delitos de concierto
para delinquir, fraude procesal, falsedad en documento público y
cohecho. Sin embargo el juez de conocimiento no le dio su aval a
este preacuerdo debido a que los Nule no han devuelto ni la mitad
del dinero que se apropiaron en desarrollo de este escándalo de
corrupción. (“Tumban preacuerdo de los Nule”; Castro).
f) Caso Interbolsa: en este caso la comisionista de bolsa más grande de
Colombia, a través de sus directivas realizó una serie de maniobras
en el mercado no autorizadas y desvió los recursos de sus clientes
mediante un fondo extranjero denominada premium.
En este caso en un primer momento el exvicepresidente financiero
acordó un principio de oportunidad con la fiscalía, por algunos
delitos, en tanto que se declaró culpable de otros. Se convirtió en el
testigo estrella y ha venido aportando documentación al respecto.
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 629

(“Exvicepresidente financiero de Interbolsa no pagará un día de


cárcel”).
Luego de ello los principales cerebros del desfalco, Tomas Jaramillo
y Juan Carlos Ortiz, aceptaron los delitos de estafa, concierto para
delinquir y manipulación y negociaron un principio de oportunidad,
con la fiscal delegada, por el delito de captación masiva y habitual
de dineros públicos, a cambio de brindar información en el proceso
y servir como testigos contra otros investigados, que son eslabones
menores de la cadena. Para la fiscal la razón de ser de este beneficio fue
la dificultad de conseguir información del exterior con la cual acreditar
el delito de captación masiva y el hecho de que ambos procesados
estaban dispuestos a entregar documentación al respecto. Luego de
ellos, Rodrigo Jaramillo, fundador de la comisionista, solicitó ante
la fiscalía un principio de oportunidad en similares circunstancias.
(“Polémica por beneficios jurídicos a dos ‘cabezas’ del Fondo
Premium; “Las víctimas del caso InterBolsa, desconcertadas”).
Una vez la fiscalía aceptó presentar ante un juez de garantías el
principio de oportunidad, se presentó el cambio del fiscal general de
la nación, lo que supuso una revisión del beneficio y finalmente la
revocatoria del mismo. (“Al congelador principio de oportunidad para
las cabezas de Interbolsa”; “Fiscalía revisa principio de oportunidad
a Juan Carlos Ortiz por caso InterBolsa”; “Una esperanza para las
víctimas del fondo Premium”).
Para fundamentar la decisión se señaló su posición en el entramado
delictivo lo que supone una falta de proporcionalidad con la aplicación
del principio de oportunidad; sumado a ello la colaboración ofrecida
por ellos no resulta necesaria ni indispensable para la investigación;
adicionalmente los procesados no ofrecieron activos que permitieran
reparar el daño causado a las víctimas, por lo que otorgarlo sería una
burla a los afectados; y finalmente su concesión “sería un mensaje
equivocado para la sociedad e iría en contravía de la política criminal
y la administración de justicia del país”. En suma “con la aplicación
del principio de oportunidad no se evidencia que la investigación y
la administración de justicia obtengan un beneficio sustancialmente
mayor al que obtendrían los procesados”. (“Se cae polémico beneficio
a ‘cerebros’ de desfalco al Fondo Premium”; “Las razones que
tumbaron el polémico beneficio a ‘cerebros’ de Premium”).
En cuanto a la revocatoria del principio de oportunidad para el
expresidente de Interbolsa Rodrigo Jaramillo, la fiscalía consideró
630 Miguel Lamadrid Luengas

que aprobarlo pondría “en tela de juicio el verdadero espíritu” de esa


figura e impactaba la política criminal ejecutada por la Fiscalía; de
la misma forma analizó que tampoco la administración obtendría un
beneficio mayor al que obtendría Jaramillo; y el procesado no mostró
su ánimo de reparar a las víctimas. (“Caso Interbolsa: el portazo de la
Fiscalía a Rodrigo Jaramillo”; “Inesperado giro del caso Interbolsa”;
“Fiscal General tumbó principio de oportunidad al expresidente de
InterBolsa”; “Expresidente de Interbolsa tampoco tendrá principio
de oportunidad”).

Lo que se puede extraer de la cobertura al principio de oportunidad es lo


siguiente:
Lo primero que es notorio es que para los medios de comunicación el
principio de oportunidad consiste casi exclusivamente en colaborar con la
justicia y ser testigo de cargo contra las otras personas procesadas. Sobre
esta causal lo primero que hay que señalar es que no es ni aceptada ni ha sido
introducida por todos los pasises de nuestro entorno15. De hecho en Alemania,
país de donde surge el principio de oportunidad, no es considerada como
una causal del principio de oportunidad en su legislación procesal y tan sólo
se ha establecido en una ley especial para hechos punibles terroristas. Para
autores como Roxin es discutible ese testimonio, así como la adecuación de
esta causal a un Estado de Derecho. Adicionalmente considera insostenible
la desigualdad de trato entre el que hace uso de su derecho a no declarar y
quien se convierte en testigo de cargo. Finalmente resalta que no ha dado los
resultados esperados en la ley mencionada. (Roxin; Schünemann, 2012).
Ahora bien, teniendo en cuenta que lo relacionan con casos emblemáticos
de corrupción y de delitos de alto contenido económico, las sensaciones que
despiertan en la sociedad están claramente marcadas negativamente sobre
todo por la forma de introducción de la noticia. Al respecto titulares como:
“Conceden principio de oportunidad a contratista Emilio Tapia. Significa que
el contratista no pagaría cárcel por el delito de peculado, ni tendría que devolver
dineros públicos...”; “Exdirector técnico del IDU podría recibir perdón penal
por carrusel”; “Exvicepresidente financiero de Interbolsa no pagará un día de
cárcel”); de entrada predisponen al lector y van generando una recordación
del principio de oportunidad relativa a impunidad.

15
Tan sólo Colombia, Venezuela y algunos países centroamericanos. CPP Colombia, artículo 324.4;
CPP Costa Rica, artículo 22 b); CPP El Salvador, artículo 18.1; CPP Honduras, artículo 28.2; CPP
Nicaragua, artículo 59.1; CPP Venezuela, artículo 40.
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 631

De lo analizado en los medios de comunicación las principales


características del principio de oportunidad serían:

a) El principio de oportunidad es:


un beneficio jurídico con el cual se cesa la persecución penal por un
período de 365 días en contra de un delito a cambio de colaboración
en procesos penales e investigaciones. De ser efectiva un juez de
garantias toma la decisión de extenderlo.  Dependiendo del delito
y la calidad de la colaboración se puede solicitar la prescripción o
archivo del mismo. (“Fiscales militares no podrán otorgar principio
de oportunidad”).
b) No es claro si es necesaria la reparación a las víctimas en todos los
casos o si con la colaboración eficaz es suficiente.
c) La investigación y la administración de justicia deberían obtener un
beneficio sustancialmente mayor al que obtendrían los procesados.

2. Mediante los informes de evaluación del Sistema Penal


Acusatorio

En este punto los medios de comunicación relacionan los informes que


analizan en general la puesta en marcha del sistema penal acusatorio. De
entre ellos nos referiremos exclusivamente al último que fue el publicado
por la Corporación Excelencia en la Justicia con el apoyo de USAID, titulado
“Balance diez años del funcionamiento del Sistema Penal Acusatorio en
Colombia (2004 - 2014)” (2015).
Del análisis de los medios de comunicación al mismo se resalta: en primer
lugar que el 75% de los ciudadanos no se siente satisfecho con la administración
de justicia; en segundo lugar que el número de procesos que ingresa al sistema
penal es superior al de los que salen, ya sea mediante el archivo, la preclusión,
los principios de oportunidad o las sentencias; en tercer lugar, según una
medición internacional, realizada por el proyecto World Justice Project,
Colombia se ubicó en el puesto 79 entre los 99 países evaluados a nivel mundial
y el décimo de 16 naciones latinoamericanas. Lo anterior justificado, según
lo registró la CEJ, en “en la efectividad de la investigación, en la oportunidad
y efectividad de las decisiones y en la efectividad del sistema penitenciario”
(Rincón; Corporación de Excelencia en Justicia evaluó las fallas del sistema
penal acusatorio”).
632 Miguel Lamadrid Luengas

Ahora bien en lo relacionado con el principio de oportunidad se tiene que


de las salidas de procesos por el sistema, la que tuvo un porcentaje menor
de participación fue la relativa al principio de oportunidad. Al respecto en
el informe aparece que de las casi 71 millones de noticias criminales que ha
conocido el sistema penal en los 10 años de vigencia, solo el 0,06 por ciento
ha terminado con un principio de oportunidad. Al respecto se señala que: “El
principio de oportunidad, que era una de las grandes apuestas tanto para la
lucha contra la criminalidad organizada como para la eficiencia del Sistema
Penal Acusatorio no logró despegar, como lo evidencia el hecho de que
menos del 1% de las salidas se haya producido mediante esta figura”. Por eso,
la Corporación y USAID recomiendan que para descongestionar la justicia
penal se haga uso de esa herramienta. (Rincón; “Corporación de Excelencia
en Justicia evaluó las fallas del sistema penal acusatorio”; Balance al sistema
penal acusatorio”).
Así las cosas, el principio de oportunidad entendido mediante esta
evaluación es una herramienta introducida por el gobierno para unos fines
especificos que simplemente no cumplió con las espectativas. Y si lo sumamos
a lo anterior, podríamos añadir que es una figura que ayuda a la impunidad,
que sólo se aplica a los poderosos para que reciban beneficios importantes,
dejen de ser procesados y no reparen a sus víctimas.
Sin embargo, lo cierto es que el principio de oportunidad es mucho más que
eso y aplicado de manera adecuada es una herramienta que, con una política
criminal consolidada, puede hacer frente a algunos de los restos que plantea
el sistema procesal colombiano.

Balance y conclusiones

Entendiendo que la política criminal se desarrolla con base en las pautas


de la política general del Estado y que se debe entender como la política de
gobierno para responder al fenómeno criminal, la introducción de herramientas
y estrategias adecuadas para cumplir su labor requiere de una estructuración
adecuada y de estudios que los soportan dado que de ellos es que va a depender
su eficiencia.
No es posible que la política del estado en materia criminal dependa casi
exclusivamente de los sentimientos de la sociedad, ni de los intereses de los
políticos por dar soluciones coyunturales para capitalizarlas en votos. Sobre
todo si entendemos que esos sentimientos han sido creados en parte gracias
a la labor de los medios informativos que determinan la situación de un país
Política criminal, principio de oportunidad y su consideración por los medios de comunicación 633

en materia de justicia y ayudan a generar la sensación de impunidad mediante


la forma en que transmiten las noticias.
La introducción del principio de oportunidad en el sistema penal
colombiano no ha generado los resultados que se esperaban de él. Una de
las principales causales de ello podría radicar en el hecho de que, como lo
señala Vervaele “Colombia no tiene una política criminal, ni por parte de
la Fiscalía ni por el Ministerio de Justicia. Mientras no establezcan qué es lo
más importante y urgente por resolver, no hay nada que hacer” (“Colombia
no tiene política criminal”). Como en efecto afirma Vervaele es necesario
que el gobierno incorpore dentro de su agenda la consolidación de una real
polítia criminal con unos derroteros establecidos. Lo anterior para evitar la
aplicación de una política criminal desorientada o más explicitamente la no
existencia de la misma.
Si bien es cierto que la forma de implementación en el sistema penal
colombiano no ha sido objeto del presente artículo, es claro que de parte de
los organos estatales y de los operadores judiciales debe haber una disposición
para su aplicación, lo que implica, entre otras cosas, la facilidad para su trámite
al interior de la fiscalía que, a pesar de haber sido recientemente modificado,
continua entorpeciendo la fuidez del mecanismo.
El hecho de considerar al principio de oportunidad como un elemento que
genera impunidad, crea en la sociedad, aparte del descrédito de la justicia, un
aumento en la sensación de impotencia e inseguridad, por lo que se incrementa
la demanda de justicia, se clama por el aumento de penas y se cuestiona la
actuación de la fiscalía y, por extensión, del aparato judicial en general.
En todo caso la forma en que esta herramienta ha sido contextualizada y
trasmitida por los medios informativos ha aumentando en gran medida su
descrédito.
En este sentido se hace fundamental conextualizar en debida forma qué es
el principio de oportunidad, cúales son sus causales en primer término y por
qué se opta por aplicar determinada. Un conocimiento claro de la figura por
parte de la sociedad llevaría a que se entendiera que existen variadas causales,
con distintas consecuencias y beneficios para el sistema.
Ello implica exigirle a los medios de comunicación que transmitan una
información clara y lo más detallada posible respecto a las decisiones que
toman, tanto la fiscalía como los jueces al solicitar y avalar el principio de
oportunidad, las consecuencias de dichas decisiones y sus fundamentos
jurídicos, con el fin de que la comunidad entienda que estas decisiones estan
634 Miguel Lamadrid Luengas

soportadas en la ley, sustentadas jurídicamente y no implican extralimitación


de los operadores judiciales.
La forma como se vienen dando las noticias al respecto, con la forma en que
se presentan, la existencia de vacios fácticos y jurídicos, generan más dudas
entre los miembros de la sociedad, repudio y sensación de impunidad, lo que en
últimas implica una manipulación mediática que repercute negativamente en
todo el aparato de administración de justicia y en la percepción que del mismo
tiene la sociedad, que finalmente hace que se caiga en las incongruencias que
se señalaron en el apartado primero de éste artículo.
Finalmente se le debe poder exigir a los medios de comunicación que en su
labor de brindar información a la sociedad, en un acto de coherencia, lleven
esta información hasta el final del caso de tal manera que los ciudadanos tengan
la radiografia completa de lo ocurrido y puedan de esta manera con todos los
elementos formarse una opinión soportada del principio de oportunidad y de
la administración de justicia penal en general.

Referencias

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