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ESTUDIO COMPARATIVO DE LA FALSEDAD DE DOCUMENTOS EN EL

CODIGO DE 1936 Y EL CODIGO DE 1980


INTRODUCCION
Para el estudio comparativo de la falsedad del documento debemos remontarnos
a los orígenes de la falsedad de documentos en la época romana. Esto en vista a
que la falsedad de documentos tipificada en el código de 1936 (ley 95 de 1936),
tenía como base la casuística que era acogida por la antigua Roma, a través de
diversas leyes creadas, empezando por la ley de las XII tablas, creada en el año
451 a. de c.
Esta ley fue el comienzo de una serie de leyes creadas con el fin de dar unas
pautas para el manejo del derecho público y privado y que el mismo tenga unas
bases fundamentales en las cuales, el derecho en diferentes naciones se guíen de
esta misma.
Pero no fue sino hasta el año 81 a. de c. cuando se creó la lex Cornelia, en donde
ya se empezó a hablar en sí de la falsedad de documentos ya como un delito.
Si bien es cierto, en épocas modernas se debe singularizar todos los hechos
consecutivos de falsedad en documentos, tipificándolos en un solo hecho
constitutivo y que solo ese hecho abarque las diferentes modalidades, no fue sino
hasta el año de 1980 en donde se matizó la falsedad en documento en un solo
ítem, habida cuenta que se debe distinguir entre lo público y lo privado en razón a
que son dos circunstancias muy diferentes que requieren un tratamiento distinto
por tratarse del injusto, en lo público a la sociedad misma, y en lo privado a una o
unas personas en particular. Este señalamiento se debe a que en la ley 95 de
1936 solo se tipificaban casos particulares que solo obedecían a casuística propia
que conllevaban al injusto en cada caso en particular.
Así mismo, en aquella época prevalecía la constitución nacional de 1886, que era
de bastante influencia conservadora y como tal, tipificaba como falsedades, ciertos
documentos eclesiásticos o de índole religioso.
Este estudio es muy importante, habida cuenta que es esencial comparar las
diferentes normatividades para saber la evolución que ha arraigado en nuestra
sociedad colombiana la judicialización del delito de falsedad en documentos y a
raíz de la evolución de tecnologías, como los documentos en línea, hacen del
derecho un estudio permanente con el fin de saber a qué se refiere con la falsedad
en documentos para su penalización.
A MODO DE PREAMBULO
Si bien es cierto, el tema que nos ocupa en el presente ensayo es una
comparación entre la ley 95 de 1936 (código penal de 1936) y el decreto 100 de
1980 (código penal de 1980), es importante traer a colación un breve testimonio
de cómo se manejaba la falsedad en documentos tanto públicos como privados, a
sabiendas de que el código penal de 1936 no señalaba el delito de falsedad
documental como tal, sino que lo hacía a manera de casuística en diferentes
hechos concretos que incurrían en su respectiva sanción. Es así que este código
se basaba en lo concerniente al manejo que se le daba a este delito en la época
de la Roma antigua que era meramente de pura casuística por cuanto a que se
señalaban hechos concretos en sí.
Es así que, si bien es cierto, a raíz de la creación de la ley de las XII tablas en el
año 451 a. de c., este marco un hito importante en la evolución de un adecuado
manejo del derecho en la regulación de las normas que confluían alrededor de la
vida social romana como lo es, entre otros, el comercio, la familia, la política, por
ejemplo, no fue sino hasta el año 81 a. de c. donde se creó la lex Cornelia (ley
Cornelio). Esta debe su nombre al dictador romano Lucio Cornelio Sila Felix (138
a. c. – 78 a. c.)1, mencionado dictador creo una serie de leyes de “mano dura” con
el fin de castigar diferentes delitos y, entre ellos, la falsedad en algunos
documentos, entre estos, el castigo determinadas falsificaciones, pero, más que
todo, la de los testamentos bien sea por alteración o destrucción de los mismos 2.
Cabe señalar que esta ley castigaba dos hechos en particular: por un lado, la
falsificación del testamento y, por otro lado, la falsificación monetaria, el cual no es
de mucho interés para el tema que nos ocupa. La falsificación del testamento se
podría dar por alteración del documento o destrucción. La verificación de dichos
documentos se hacían en forma protocolaria, puesto que, mediante una especie
de equipo técnico (de la época), se trataba de comparar el tipo de letra para
verificar su autenticidad; dicho de otra manera, y un tanto jocosa, todos los
documentos se hacían por escrito con el llamado “cálamo”, que era un trozo de
caña procedente de un junco (a manera de lápiz) y la hoja que se utilizaba eran
papiros o pergaminos y la tinta era hecha de bronce o barro que era el más
común3. Otra forma común de escritura que utilizaban los romanos eran unas
plumillas de bronce, pero estas eran más rígidas por lo que era más común la
utilización del cálamo para redactar los documentos.

1 https://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/sila.htm
2 Definición rescatada de http://universojus.com/definicion/lex-cornelia-de-falsis
3 Rescatado de http://paseandohistoria.blogspot.com/2012/03/como-escribian-los-romanos.html
CODIGO PENAL DE 1936
Inicialmente, el código penal de 1936 era un código copiado del código penal
español de 1848 que, para la época, resultaba muy anticuado dado, no solo por la
antigüedad que mostraba; a propósito, fue el código más duradero de la historia
española, pues este existió hasta el año de 1995. Así mismo, este código español
castigaba delitos, no solo contra el Estado, sino contra la religión, mostrando así
una gran influencia de la religión católica en todos los ámbitos del Estado. Aun
así, nuestro código de 1936 solo duro 44 años y aun, el código español, seguía
vigente, a pesar de los años en que fue creado.
Hay que tener en cuenta que la constitución que regía para época era la
constitución nacional de 1886, de carácter conservadora y tradicionalista y, por
ende, la falsificación de documentos se daba también en documentos
eclesiásticos, lo que asumía que este delito se consideraba de carácter público y,
por ende, estos documentos hacían parte del trafico documental jurídico que
reinaba para la época.; esto a raíz de que Colombia había suscrito un acuerdo con
la santa sede en el año de 1887, casualmente, un año después de promulgada la
nueva constitución. Este acuerdo, llamado “concordato con la santa sede” imponía
una serie de normas religiosas de obligatorio cumplimiento para aquellas personas
que promulgaban la fe católica. Cabe señalar que la constitución de 1863 no
permitía celebrar acuerdos o concordatos con la santa sede, pero, a raíz de una
seria de problemas económicos y la postura política de carácter conservador y
tradicional del presidente Rafael Núñez, se firmó el concordato con la santa sede
en el año de 1887. Este concordato vinculaba judicialmente toda norma que tenía
que ver con la ley canónica al ordenamiento jurídico colombiano; por ende, los
documentos probadamente alterados, modificados o falsos, se constituían en el
delito de falsedad documental de carácter público. Valga la aclaración,
nuevamente, que obedecían a ciertos hechos específicos y no a un delito en
general. Estos hechos tenían que ver, entre otras cosas, con el matrimonio
católico, educación religiosa, procesos penales contra miembros de la iglesia y
nombramiento de obispos, entre otros.
En este código, el delito de falsificación en documentos se daba, como se dijo
anteriormente, de manera casuística no existiendo una tipificación que generalice
el injusto penal en sí, sino que tenía en cuenta varios hechos que constituían la
falsificación de cualquier tipo de documentos. Esto quiere decir, que la norma
enumeraba “actos específicos” que constituían, no solo la alteración de los
mismos, en los casos particulares, sino también, el injusto procedía de la omisión
a la verdad y ataque a la fe pública en los casos especificados.
Esto origino que la misma jurisprudencia estudiara una doctrina especifica con el
fin de crear unos conceptos teóricos relacionados con la unificación y así ir
creando la norma rectora acerca del delito de falsedad en documentos, bien sea
públicos, como privados.
Es importante señalar los casos enumerados que se mencionan en la ley 95 de
1936 (código penal de 1936), con el fin de conocerlos y saber de qué se trata:
El artículo 231 de la ley 95 de 1936 decía: “incurrirá en presidio de tres a diez
años el funcionario que abusando de sus funciones y en relación con escrituras o
documentos públicos:
1. Contrahaga o finja letra, firma o rubrica.
2. Haga aparecer que intervino en un acto una persona que no ha concurrido
a él.
3. Atribuya a las personas que han intervenido en un acto, declaraciones o
manifestaciones diferentes de las que hubieren hecho.
4. Falte a la verdad en la narración de los hechos.
5. Altere las fechas verdaderas.
6. Haga en un documento verdadero cualquier intercalación o alteración que
varíe su sentido.
7. De copia o certificado en forma fehaciente de un documento que no existe,
o manifieste en ellos cosa diversa de la que contenga el verdadero original.
8. Intercale cualquier escritura en un protocolo, registro o libro oficial.
9. Destruya, suprima u oculte un documento público”.
Como podemos observar, la falsedad en documentos deriva de situaciones
particulares que hacen, no solo un poco tediosa la judicialización de estos hechos,
sino también, son situaciones que se pueden simplificar en una sola acción típica
en la cual, estas mismas conllevan al desvalor de la acción típica. Es así como, la
falsificación de una firma (punto 1), falsas manifestaciones (punto 3), alteración de
fechas (punto 5), intercalación o alteración en el documento (punto 6), son,
básicamente, falsedades que pudieron haber sido plasmadas en un solo sentido,
queriendo mostrar la tipicidad de estas acciones en una sola acción.
En lo referente al punto 4 (faltar a la verdad en la narración de los hechos), hace
referencia a las declaraciones que hacían todos los involucrados en el proceso
penal, dado que el proceso, para la época, era eminentemente escrito.

CODIGO PENAL DE 1980


Como vimos anteriormente, que en el código de 1936 se tipificaban casos en
concreto, para el nuevo código de 1980 (decreto-ley 100 de 1980) ya se recurrió a,
“una formula única que expresa la acción falsaria misma, de modo que ya no
existe un elenco de casos de falsedad” (Corredor, 2014, p. 34); de modo que ya se
generalizo la tipificación del delito en sí y no la enumeración de los casos en
concreto tal como lo describe el artículo 231 de la ley 95 de 1936.
El origen de esta fórmula radico en la dogmática alemana que fue tomada por la
comisión creada por el presidente Misael Pastrana para el anteproyecto del nuevo
código penal (futuro decreto-ley 100 de 1980) y que fue un modelo que acogieron
varios países de América Latina para la creación de sus respectivos códigos
penales
Es por ello que, en el nuevo código penal de 1980, en lo concerniente al tipo penal
de falsificación de documentos, se hablaba de dos sentidos ideológicos que eran:
falsificar los documentos y faltar a la verdad.
En este ámbito, podemos decir que “falsificar los documentos” tiene que ver con la
alteración de los mismos, bien sea de modo tipográfico, o con el cambio de los
mismos por alguno que no sea legítimo y que se mueve dentro del trafico
documental jurídico. De igual forma, podemos decir que “faltar a la verdad” tiene
que ver con omitir, es decir, callar a la verdad bien sea total o parcialmente.
Pero ello no solo era suficiente para denotar la antijuridicidad de la acción típica,
sino que también se introdujo el carácter probatorio que debía tener dicho
documento para ser tenido en cuenta por el ente judicial; es decir, que dicho
documento debía tener aptitud probatoria (corredor, 2014, p. 34). Esto quería decir
que se debía demostrar de manera material, científica y razonable la alteración del
documento para poder convencer al juez de su falsedad.
Es así que en el artículo 287 del decreto-ley 100 de 1980 menciona: “el que
falsifique documento privado que pueda servir de prueba…”. Como podemos
observar, no solo es suficiente la falsificación del documento, sino que debe
dársele el carácter de ser probado y que este transitó e influencio en el trafico
jurídico documental con el fin de que tenga validez en el juicio. Cosa que no
sucedía en el anterior código penal de 1936.

A MANERA DE CONCLUSION
Este estudio comparativo nos permite analizar en detalle el viejo modelo
tradicionalista que traía el código penal de 1936, en donde venía de una época de
hegemonía conservadora conocida como “la regeneración”. Si bien es cierto que
esta época había culminado en el año de 1930 con la entrada al poder del liberal
Enrique Olaya Herrera, se respetó el concordato con la santa sede en el año de
1887 y es por ello que los documentos eclesiásticos se le daban el valor común o
igual a cualquier documento público que transitaba en el trafico jurídico de la
sociedad colombiana.
La jurisprudencia, para aquella época, se basaba en cuestiones casuísticas que
suscitaban hechos concretos tipificados en la mencionada ley 95 de 1936.
Podríamos decir que, para aquella época, los avances en la doctrina eran, a modo
de ver, un poco toscos, dado el método arcaico que tenían los congresistas de la
época para legislar y crear o modificar las leyes de la época. Vemos que no se
tenía una facilidad para la interpretación del artículo 231 de dicha ley 95 de 1936,
porque se prestaba para varias interpretaciones de parte del órgano judicial en el
sentido de saber si se le debía dar un igual valor a todos los 9 puntos o hechos
concretos que data del mencionado artículo y que tiene que ver con la alteración,
supresión, falsificación de rubricas o cualquier otro hecho que menciona dicha
norma.
Con el pasar del tiempo, y a través de la evolución de la tecnología y del medio
ambiente social en que vivimos, el legislador se dio cuenta de la importancia que
tenía reunir o simplificar esos hechos que data el artículo 231 del código penal de
1936, dado que todo conlleva a la alteración, falsificación, ocultamiento, faltar a la
verdad, y toda una serie de circunstancias que llevan a un solo hecho en concreto
cuyo nombre general es “falsificación documental”. Es así que el legislador
aprovecho el proyecto del decreto-ley 100 de 1980 para incluir en él la norma
específica que habla sobre todo lo que tiene que ver; es decir, con todos esos
cuasi sinónimos que significan “falsificación documental”. Este anteproyecto se
inició en el año 1972 bajo el gobierno de Misael Pastrana Borrero y tuvo una gran
influencia de corrientes alemanas, que criticaban el positivismo italiano y que
conllevo a la dogmática Germana que consistía en una simplificación de hechos
concretos y, en este caso, los hechos que daba cuenta el código penal de 1936.

BIBLIOGRAFIA
- Ley. Colombia, congreso nacional de la republica (1936, 24 abril), “ley 95
del 24 de abril de 1936, por medio del cual se expide el código penal”
- Ley. Colombia, congreso nacional de la republica (1980, 23 enero),
“decreto-ley 100 del 23 de enero de 1980, por el cual se expide el nuevo
código penal”.
- Corredor, M (2014). Falsedad documental. Bogotá: universidad Externado
de Colombia.
- Kassiopea, (16 marzo de 2012). Como escribían los romanos. Recuperado
de http://paseandohistoria.blogspot.com/2012/03/como-escribian-los-
romanos.html
- Moncayo, s. el delito de falsedad en el Derecho Romano. Recuperado de
http://letrasjuridicas.com.mx/Volumenes/2/moncayo2.pdf
- Salazar-Caceres G, (2016). Breve historia del derecho penal colombiano.
Recuperado de
http://revistas.ustatunja.edu.co/index.php/piuris/article/viewFile/1135/1100
- Ortega, M. (1992). Con tres reformas se firmo concordato. El Tiempo,
internet.

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