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En ese alto cielo, lejos de la Tierra, hay innumerables naciones. Todas las estrellas que brillan en el cielo
constituyen esas naciones. Hay muchas más naciones en el cielo que en la Tierra. Y más extrañas.
Entre esas incontables naciones había un país llamado “País de la Oscuridad”. Como su nombre indica, era un
país dominado por las tinieblas. No se veía el Sol ni la Luna. En él vivían muchos perros feroces y temibles
llamados “perros de fuego”. El rey de ese país vivía amargado porque su reino permanecía en la total
oscuridad.
— ¿No habrá manera de iluminar mi reino? — se decía.
Después de mucho pensar, decidió robarle a la Tierra su Sol y su Luna. No tenía otra alternativa. Aquel rey
vivía celoso del Sol y la Luna que flotaban en el cielo de la Tierra.
Un día, el rey decidió enviar a la Tierra al perro de fuego más feroz e indomable. “¡Ve y tráeme el Sol!”, ordenó
al perro de fuego. Volando, el perro más feroz e indomable partió rumbo al cielo de la Tierra. Una masa roja
como una bola de fuego surcó el espacio. El perro cogió entre sus fauces al Sol, de una mordida.
El Sol quemaba y obligó al perro a escupir aquella masa ardiente. Todo el hocico le ardía. Intentó morderlo de
nuevo, pero cada vez que lo hacía tenía que soltarlo. La bola de fuego era demasiado caliente. Desistió de su
intento y tuvo que regresar agotado al reino de las tinieblas.
El rey del “País de la Oscuridad” regañó severamente al perro que regresó sin el Sol. Entonces, el rey pensó
que si no podía llevarle el Sol, al menos podría llevarle la Luna. Ordenó, pues, al perro que le trajera la Luna.
“¡Tráeme la Luna! Como no es caliente, no tienes excusa para no cumplir mi orden”, le dijo al perro de fuego.
Con valor renovado, el perro surcó el cielo de la noche rumbo a la Luna que flotaba en el cielo con su luz
blanca. Al perro le pareció que la Luna no sería tan caliente porque no se oía el chisporroteo de las llamas.
“Esto resultará fácil”, pensó el perro, confiado.
Mordió la Luna con todas sus fuerzas. Creía que iba a destrozarla, pero comprobó que era dura. ¿Qué pasó?
Apenas la mordió tuvo que escupirla, atemorizado. La Luna estaba helada, más fría que el hielo. No podía
sostenerla entre los dientes, de tal modo que tampoco pudo transportar la Luna a su reino.
El rey del “País de la Oscuridad” no cedió en su empeño. Cuando lo cree oportuno, sigue enviando un perro de
fuego con la misión de robarle a la Tierra su Sol y su Luna. Es obvio que nunca lo consigue porque el perro de
fuego regresa siempre sin nada en el hocico.
Cuando el perro de fuego muerde el Sol o la Luna, la parte mordida se oscurece. La gente habla, entonces, de
“eclipse de Sol” o “eclipse de Luna”.
Al perro se le llamó “perro de fuego” porque muerde el fuego. La escena puede verse desde la Tierra, pero la
mordida del Sol no puede verse directamente, porque el Sol brilla demasiado. Se puede ver si se mira el Sol
reflejado en un jarrón lleno de tinta negra. Dicen algunos que, cuando hay eclipse de Luna, puede verse —de la
misma manera— al perro de fuego mordiendo y escupiendo la Luna.
Eclipse solar y eclipse lunar. (2002).
En Juang, P. Mitos coreanos. Madrid: Verbum.
3. ¿A qué se debe la amargura del Rey del 4. ¿Qué solución encuentra para iluminar su
“País de la oscuridad”? país?
a) Porque su país estaba en total oscuridad. a) Robar la luna a la tierra.
b) Porque quería la luna y el sol para él. b) Robar el sol a la tierra.
c) Porque no se veía ni el sol ni la luna. c) Vivir en la tierra.
d) Porque el perro de fuego no pudo traer lo d) A y B son correctas.
que él le pidió.
III. SELECCIONA UN SINONIMO PARA CADA PALABRA DESTACADA Y QUE SE ADECUE A
LA ORACION.
5. “Hay innumerables naciones” 6. “Era un país dominado por las tinieblas”
a) Incontables. a) Vencido
b) Demasiadas. b) Esclavizado
c) Limitadas. c) Sujeto
d) Finitas. d) Sumido
7. “Una bola de fuego surcó el espacio” 8. “El perro cogió entre sus fauces al Sol”
a) Atravesó a) Sorprendió
b) Navegó b) Atrapó
c) Anduvo c) Pescó
d) Abordó d) Cazó
9. “Desistió de su intento” 10. “Regañó severamente al perro”
a) Abandonó a) Reprendió
b) Renunció b) Amonestó
c) Cedió c) Sermoneó
d) Desatendió d) Corrigió
Texto 2
Mito sobre la creación
del Sol y la Luna
Mito chibcha. Versión de Jesús Arango
Nos relata este mito que, en un principio, la Tierra estaba cubierta de inmensa noche. En ella tan solo
habitaban dos seres humanos: el cacique de la Iraca y su sobrino, el cacique de Ramiriquí. En la tremenda
soledad de la oscuridad eterna y la extraordinaria monotonía de apenas dos seres solitarios que poblaban la
Tierra, estos decidieron llenarla de seres humanos para, así, romper la angustia que asolaba sus corazones.
De esta manera fue como, un día, los dos caciques —tío y sobrino— hicieron varios muñecos de barro,
imitando al hombre, mientras que, simultáneamente, confeccionaban otros cuerpos, esbeltos y hermosos, de
unos juncos o varas huecos, y formaron a la mujer. Con el soplo divino del supremo creador, las estatuillas
cobraron vida, y animándose, corrieron alegres por todas las campiñas. Así se formó la raza humana. No
obstante, las tinieblas continuaban sumiendo la Tierra y los hombres en la más desesperante oscuridad.
Apesadumbrado el cacique de la Iraca con esta negrura eterna, le pidió a su sobrino, el cacique de Ramiriquí,
que fuese a las alturas a traerle al mundo el consuelo de la luz. El cacique, con prontitud, inició su ascenso al
cosmos ilímite. Subía, subía el cacique de Ramiriquí por el inmenso vacío. A tal altura llegó que, de súbito, se
convirtió en un astro brillante, que iluminó con sus rayos resplandecientes la tierra y la humanidad. ¡El cacique
de Ramiriquí se había tornado en el Sol! Muy pronto, con la luz deslumbrante del astro rey, la pupila humana
se alegró del paisaje, de las flores, del agua, que formaban un conjunto de belleza incomparable.
La humanidad no conocía dicha igual, porque, además de tan hermoso espectáculo que le brindaba la luz
sobre la Tierra, recibía calor para entibiarse en los crudos inviernos, como también porque hacía germinar las
plantas que le daban alimento fácil y seguro. Su dicha no conocía límites. Mas el cacique de Iraca no estaba
Conclusión del
mito: ¿Qué explica
este mito?
pues representa….
pues no representa…