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Tesis
Roger quiñones
Grado once
2019
Pregunta problema
Identificar el problema
Justificar el estudio:
Esta tesis tiene como fin informar los grandes problemas a lo largo de la historia que ha
dejado este producto químico al público y llegar a una posible solución donde se
reduzca la taza de del trabajo y muerte en esas ciudades y pueblos afectados.
Marco teórico
El mercurio es uno de los elementos más tóxicos. Aun en bajas concentraciones puede
generar efectos perjudiciales a la fauna silvestre y los seres humanos. En muchos países,
sin embargo, todavía se usa para extraer oro. Al procesar las rocas o arenas donde está el
metal se cuelan sedimentos a los ríos y ciénagas. Los cuerpos de agua también son
contaminados cuando el mercurio presente en el aire, por efecto de la condensación, se
precipita o viaja unido a partículas de polvo. En el lodo de los ecosistemas acuáticos, el
mercurio es transformado por bacterias a metilmercurio, capaz de incorporarse a la
cadena alimenticia hasta llegar a nosotros.
En el sur de Bolívar, los niveles más altos de mercurio en el pelo están en poblaciones
pesqueras del Cauca, con concentraciones promedio de 9 partes por millón, mientras que
en comunidades indígenas del río Caquetá este valor llega a 17.3 ppm. De acuerdo con
normativas internacionales, para disminuir el riesgo de toxicidad, la concentración de
mercurio en el pelo no debe ser superior a 1 ppm.
Resulta urgente una mayor vigilancia sobre el mercurio en peces carnívoros de zonas
contaminadas y que suelen ser consumidos lejos de su lugar de captura. Así mismo, es
recomendable prestar atención al atún, cuyo contenido de mercurio no depende de la
minería, pero sí de su tamaño y alta posición en la cadena alimenticia. A pesar de los
frecuentes boletines sobre lotes con niveles por encima de los permitidos, no existe una
acción estatal que proteja verdaderamente a los consumidores.
La contaminación con este elemento es una de las más mortíferas que conoce la
humanidad. Desde el caso del contagio de la fauna en la bahía de Minamata, Japón, la
ciencia comprobó que el consumo de peces que contengan dicha sustancia es la causa
del nacimiento de niños deformes y de perforaciones en el cerebro, generalmente, en
forma lenta.
Como ha sido señalado, el primero fue en la bahía de Minamata a partir de 1960, cuando,
tras ser negada la incidencia trágica del metilmercurio en los seres humanos, científicos de
diferentes países comprobaron que este era la causa de una tragedia sin antecedentes en
este campo.
Cuando Kenishi Shimada, presidente de la Shisso Corporation, que había negado durante
diez años la contaminación de la fauna en la bahía, terminó por aceptar el fallo de la
ciencia, se arrodilló para pedirle perdón públicamente a los entonces doscientos millones
de japoneses.
Peligro inminente
En cuanto al caso de Cartagena, la Sociedad Colombiana de Ecología dijo entonces
que “esa situación reviste tal gravedad que el Estado colombiano debería haber alertado
muy temprano a la ciudadanía”.
Preocupación mundial
La Organización Mundial de la Salud estableció que en estos casos, para que el hombre
se mantenga fuera de peligro, la comida no debe tener una contaminación con
metilmercurio mayor a 0,3 partes por millón. Lo de Cartagena registraba una cantidad
mayúscula.
Por otra parte, las muestras de pescado analizadas en los Laboratorios Nacionales
Oceánicos de los Estados Unidos por el profesor Harrys B. Stewart y recogidas por el
capitán de navío Julio Reyes Canal, del Copac, en el norte de la costa de Mamonal,
arrojaron un índice de 1,92 de metilmercurio, una cifra muy superior a los márgenes
permisibles.
En 1970, se descubrió en Estados Unidos que peces de los Grandes Lagos estaban siendo
contaminados con mercurio. Semanas después, el gobierno clausuró una gran fábrica de
la firma Dow Chemical (que a la vez está presente en Colombia con sus plaguicidas).
Estrecho seguimiento
Cierre de Alcalis
Luego de una etapa de comprobación y silencio, y ante el peligro de la presencia de
metilmercurio en los peces de la bahía de Cartagena, el primero de junio de 1977, un
miércoles, el gobierno colombiano ordenó detener el funcionamiento de la planta
electrolítica de Alcalis de Colombia, por estar causando escapes de mercurio metálico en
la bahía.
Al registrarse estos acontecimientos en Colombia, medios como The New York Times,
señalaron:
“El fenómeno no tiene antecedentes en la historia de la conservación de la vida y del
medioambiente en América Latina.
Tragedia de minamata
La mano de Tomoko Uemura, enferma de Minamata. Foto: W. Eugene Smith (1971)
Minamata, de la Prefectura de Kumamoto, era una pequeña ciudad del sur de la isla de
Kyushu, en el Japón, en la desembocadura del río Minamata que se abre a la bahía del
mismo nombre y al mar de Yatsushiro. En 1956, cuando comienza esta historia, tenía unos
50000 habitantes.
Presenta síntomas muy variados según el grado de exposición al tóxico. Los casos más
graves se caracterizan por problemas sensoriales, sobre todo en las extremidades,
problemas de movimiento y equilibrio y reducción del campo visual. Hay otros signos de
problemas neurológicos como la dificultad en el habla, pérdida de audición, movimiento
difícil de los ojos, temblores,… Los casos más suaves incluyen sensación de pinchazos en
las extremidades (parestesia), dolor en las articulaciones, problemas en el uso de los
dedos, dolores de cabeza, fallos de la memoria, insomnio,…
Todo empezó unos 50 años antes, cuando se instaló en Minamata la empresa Chisso,
entonces conocida como Nippon Nitrogen Fertilizer Corporation, que, a partir de la
década de los 50, comenzó a producir acetaldehído, compuesto utilizado en la síntesis de
plásticos y en otras aplicaciones. La ciudad creció a la vez que la fábrica, su industria más
importante. Para la síntesis del acetaldehído era necesario el mercurio como catalizador, o
acelerador de la reacción química. Después, el mercurio sobrante se vertía al mar donde,
en parte, cambiaba a metil mercurio, mucho más tóxico y más fácilmente asimilable por
los organismos vivos. En los peces, moluscos y crustáceos entraba por el sistema digestivo
o por las branquias. Los bivalvos y los peces morían, las algas no crecían y, en tierra, los
gatos y las aves agonizaban.
“La enfermedad de Minamata es una enfermedad del sistema nervioso que es causada por
la alimentación con pescado y marisco en el área local (Bahía de Minamata). El mercurio
ha llamado nuestra atención como la causa posible de la contaminación del pescado y el
marisco.”
Firmaban este informe los profesores Tadao Takeuchi y Haruhiko Tokuomi. El 5 de agosto
la empresa Chisso respondía afirmando que
“La teoría del mercurio orgánico de la Universidad de Kumamoto es una especulación sin
ninguna prueba, y es irracional según el sentido común de la química.”
Sin embargo, el 6 de octubre de 1959, en un experimento en el Hospital Chisso de
Minamata, el hospital de la empresa, los gatos alimentados con los vertidos sufrían
síntomas de la enfermedad de Minamata. Chisso nunca publicó estos resultados.
La hipótesis de que el metil mercurio que vertía la empresa Chisso podía ser la causa de la
enfermedad, convirtió el problema médico y ambiental en un problema social. Los
pescadores exigían a Chisso una compensación por el daño causado, que cesaran los
vertidos y que se depurara todo lo que salía de la fábrica hacia el mar. Hay
manifestaciones, invasión de la fábrica, mandato del gobierno para que Chisso tratara sus
vertidos y, también, comisiones de investigación en el Parlamento.
En diciembre de 1959, Chisso firmó un acuerdo con los pescadores y puso en marcha una
depuradora que, aunque el presidente de la compañía bebió un vaso del agua depurada
delante de pescadores y administración, no servía de mucho para retirar el
mercurio. Separaba del vertido las sustancias que lo enturbiaban, con lo que el agua
era transparente y parecía limpia, pero no actuaba sobre las sustancias disueltas y, entre
ellas, estaba el mercurio.
Con este acuerdo, pescadores y gobierno, y por supuesto la empresa, daban por finalizado
el asunto, aunque los científicos seguían estudiando la intervención del metil mercurio en
la enfermedad y su presencia en la bahía y en el sedimento y en el pescado y marisco de la
dieta de los pescadores.
En aquellos días, los empleados de Chisso seguían encontrando metil mercurio en los
procesos de síntesis de acetaldehído, aunque la empresa no lo hizo público. Solo en 1967
los investigadores conseguieron demostrar la presencia de metil mercurio en el proceso
de síntesis de acetaldehído. Y en 1968, el gobierno estableció que el metil mercurio
vertido por Chisso era la causa de la enfermedad de Minamata. Habían pasado 12 años
desde aquella primera niña enferma de 5 años detectada en 1956. Aquel mismo año,
1968, Chisso dejó de producir acetaldehído en su factoría de Minamata. Se calcula que en
los años de contaminación, Chisso vertió a la bahía de 70 a 150 toneladas de mercurio,
incluyendo de 0.6 a 6 toneladas de metil mercurio.
Hubo que esperar hasta 1971, 15 años después, para que la justicia sentenciara que
Chisso era responsable de lo ocurrido. En 2005, habían recibido el certificado oficial de
padecer la enfermedad de Minamata 1775 pacientes, y hay más de 3000 a la espera de
que se resuelva su petición. Para 2007, Minamata, con la enfermedad y la crisis de la
economía, había perdido casi la mitad de su población respecto a la década de los 50,
cuando se declaró la enfermedad, y tenía unos 29000 habitantes.
Tomoko Uemura en su baño. Foto: W. Eugene Smith (1971)
Durante años estuvo prohibida la pesca en la Bahía de Minamata e, incluso, había zonas
cercadas con vallas metálicas para impedir la entrada por estar los sedimentos
contaminados con mercurio. El 1997, los niveles del tóxico ya se encontraban por debajo
de los límites que marcaban los reglamentos y la concentración en el pescado era, de
media, cercana o inferior a 0.4 microgramos por gramo de pescado, por debajo del límite
que marca la legislación japonesa. El 15 de octubre de 1997, la Bahía de Minamata se
reabrió a la pesca.
En 2010, son 2771 personas las que tienen el certificado de padecer la enfermedad de
Minamata pero hay más de 40000, con síntomas más leves, que también reciben
tratamiento médico. En la bahía, la concentración media de mercurio es de 25
microgramos por gramo de sedimento en un área de unos 2 kilómetros cuadrados. No son
raras las concentraciones por encima de 100 microgramos de mercurio por gramo de
sedimento. En los materiales depositados en el fondo de la bahía, la contaminación con
mercurio se detecta hasta los 4 metros de profundidad.
Quizá Minamata no ha terminado. Todavía no se conocen con exactitud los efectos a largo
plazo de estos, y de muchos otros, contaminantes. Son concentraciones bajas pero
absorbidas en pequeña cantidad durante muchos años y pueden provocar efectos que
aún no detectamos. Además, Minamata abrió los estudios sobre daños producidos por
metales pesados. Así conocimos el “Itai Itai”, el daño producido por el cadmio. También se
descubrió en Japón con esta enfermedad provocada por la alimentación con arroz
contaminado por cadmio procedente de los vertidos de una mina. Ocurrió en Toyama,
pero es otra historia.
El atún rojo es una de las especies de este grupo más controladas y el grupo de Agustín
Pastor, de la Universidad de Valencia, analizó su contenido en mercurio. Compraron los
ejemplares en comercios de Valencia y encontraron que, de media, tenían 0.55
miligramos de mercurio por kilogramo de peso. Esta concentración cumple los límites
marcados por la Unión Europea. Cuando, según las estadísticas de la dieta de los
consumidores, calcularon la ingesta de mercurio en el pescado encontraron que es, de
media, de 44.6 microgramos de mercurio por persona y semana. Esta cantidad es el 43%
de la dosis semanal tolerable.
Hay que destacar que la presencia de mercurio en atún y pez espada se conoce, en
nuestro entorno, desde hace medio siglo, desde los setenta del siglo pasado. Fueron los
estudios de Rafael Establier, del Instituto de Investigaciones Pesqueras de Cádiz, un
científico pionero en la detección de metales pesados en el pescado. En un trabajo
publicado en 1972 encontraba mercurio en atún y pez espada, y en concentraciones
superiores a las permitidas por la legislación de la época.
La población asiática en edad reproductora y los mayores de 50 años tienen más mercurio
en sangre que en la población no asiática. Además, los autores encuentran una relación,
en la población asiática, entre la concentración de mercurio en sangre y la dieta de
pescado, sobre todo en mujeres en edad reproductora. En su dieta son importantes la
caballa y el atún.
Cocer, asar o freír, en una palabra, cocinar disminuye la bioaccesibilidad del metil-
mercurio entre el 30% y el 99% en varias especies de peces. En concreto, Ousséni
Ouédrago y Marc Amyot, de la Universidad de Montreal, han estudiado el efecto de la
cocina en caballa, atún y tiburón comprados en el mercado de la ciudad. Cocer y freír el
pescado reduce la bioaccesibilidad entre un 40% y un 60%. Y, además, si se ingiere, a la
vez, te o café, la bioaccesibilidad se reduce un 99%, según este estudio y otro del mismo
grupo liderado por Catherine Girard.
Esta es la historia de la presencia de mercurio en el pescado del que nos alimentamos y de
las precauciones que debemos tomar para evitar riesgos para la salud. Y tampoco
debemos olvidar que estos depredadores del mar, situados en lo más alto de la cadena
trófica, acumulan los contaminantes presentes en sus presas. Además, hay que investigar
los efectos a largo plazo y con dosis bajas y durante mucho tiempo. El control de vertidos,
como vimos en Minamata, es esencial para evitar los daños en la salud y en el ambiente.
(Cultura y ciencia 2018 https://culturacientifica.com/2018/03/04/caso-los-enfermos-
minamata/)
Convenio de Minamata
Datos clave
El Convenio de Minamata fue adoptado en Japón el 10 de octubre de 2013
y lleva el nombre de una bahía japonesa donde miles de personas se
intoxicaron con metilmercurio, la forma orgánica del metal que es absorbida
por el cuerpo humano. Fue allí donde se evidenció por primera vez lo que
se denominó como la enfermedad de Minamata, un trastorno que genera
impactos neurológicos severos, que se manifiestan con síntomas como el
deterioro de los sentidos de la vista y el oído, la descoordinación corporal y
parálisis, entre otros.
Fauna silvestre: son los animales que viven libre sin restricciones del hombre.