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Ressenyes
INÉS ALBERD
La nueva familia española
Madrid: Taurus, 1999
389 pág. ISBN: 84-306-0349-2
toda ciudadana tienen derecho a la asis- res y las familias, puesto que sólo las de
tencia sanitaria, independientemente de clase media pueden acceder a los servi-
si ha cotizado o no previamente. Éste es cios del mercado para poder conciliar el
quizá el mejor ejemplo de lo que quere- trabajo remunerado y el trabajo domés-
mos decir con los términos de desmer- tico-familiar.
cantilización y desfamiliarización. Si Una tercera cuestión hace referencia a
bien la prestación de los servicios sani- los resultados de las encuestas de opi-
tarios se ha individualizado (lo cual no nión en España, en las cuales aparece
significa que las familias no continúen que la ciudadanía otorga a la familia un
teniendo un papel básico y fundamental lugar preeminente en sus vidas. Yo creo
en el mantenimiento de la salud de las que lo que la ciudadanía valora es la
personas), la provisión de otros benefi- existencia, o su deseo, de un marco de
cios del Estado del bienestar continúa seguridad personal no condicionado por
dependiendo de la integración en el las batallas del mercado. En algunos paí-
mercado de trabajo o de la situación ses europeos, especialmente los países
familiar. escandinavos, este marco de seguridad
En España, las políticas en apoyo a lo ofrece en gran medida el Estado del
los procesos democratizadores de las bienestar. En España, el Estado del bie-
familias han brillado por su ausencia. Y nestar se sustenta sobre un fuerte fami-
las mujeres jóvenes, que hoy disponen lismo de raíz católica, y el apoyo tan
de un elevado nivel de estudios y for- mayoritario de la población a la institu-
mación, han decidido no tener hijos. De ción familiar obedece, a mi entender, a
manera que la tasa de fecundidad espa- tres razones. Primero, porque existe en
ñola es una de las más bajas del mundo, efecto una fuerte tradición familista y
a pesar de la existencia en España de comunitaria que, aunque está cediendo
fuertes solidaridades intergeneraciona- paso a la individuación de los derechos y
les. Ello da la medida de los efectos de al individualismo como valor, no deja
un Estado de bienestar que no ha inclui- de influir en las prácticas sociales.
do en su agenda política ningún progra- Segundo, la familia en España es, para
ma de apoyo sustancial a las personas quienes la integran, una fuente de apo-
que tienen responsabilidades familiares yo económico impresionante en todas
(a excepción del programa relativo a las las clases sociales (ayudas monetarias
prestaciones por maternidad). Por otra para la compra del piso, mantenimiento
parte, los jóvenes españoles dependen de los jóvenes en la familia hasta los
completamente de la familia para poder treinta años, intercambios de tiempo y
emanciparse cuando no disponen de servicios, regalos en los aniversarios, etc.
autonomía económica, cosa frecuente en Tercero, por todo lo dicho anteriormen-
un contexto de importantes tasas de te, la ciudadanía sabe que debe contar
paro juvenil y femenino o de un merca- con su familia para las necesidades de la
do que ofrece sobre todo trabajo tem- vida cotidiana relacionadas con la aten-
poral muy precario. Pero, a falta de una ción, cuidado y manutención de las per-
respuesta colectiva a las nuevas realida- sonas no integradas en el mercado labo-
des sociales y familiares, las mujeres han ral (criaturas, jóvenes, personas ancianas
desarrollado estrategias individuales para y enfermas). El Estado garantiza su apo-
poder asumir las responsabilidades deri- yo en situaciones extremas de enferme-
vadas del trabajo remunerado y del tra- dad o necesidad, pero: ¿Quién mantiene
bajo doméstico-familiar. Pero las estra- a los jóvenes en paro?, ¿Quién cuida a las
tegias individuales llevan a un aumento criaturas de 0 a 3 años cuando las madres
de la desigualdad entre las propias muje- trabajan?, ¿Quién cuida a las personas
Recensió Papers 61, 2000 243
Una de las actividades que la filosofía para cualquier tiempo, y universal, inde-
esboza consiste en invitar, tanto al hom- pendiente del contenido cultural que
bre de la calle como al científico social, expresa?) y el tema de la imagen del
a plantearse interrogantes y transcender actor.
de cualquier manera su situación prácti- Teniendo pesentes estas consideracio-
co-inmediata. Este plantearse preguntas nes, el primer objetivo del profesor
es eso, una actividad. Comprometién- Herrera ha sido trazar un perfil históri-
dose en ella, hombres y mujeres se cues- co de los problemas epistemológicos
tionan las acciones que realizan en las presentes en las ciencias sociales. Para
sociedades donde han decidido o les ha llevarlo a cabo ha recogido, ordenado y
tocado vivir. Entre los numerosos pro- reconstruido sintéticamente las etapas
blemas que adquieren el carácter de filo- (y la literatura) de un debate. Éste tiene
sóficos, en cuanto que lanzan preguntas su punto de partida en Alemania en las
sobre los seres humanos y su lugar en décadas finales del siglo XIX y el inicio
el espacio cultural en que viven, la obra del siglo XX, desplegándose siguiendo
de Manuel Herrera ha seleccionado tres una línea significativa hasta el final de la
en particular. En mi opinión, son temas Segunda Guerra Mundial. Al trazar tal
no sólo canónicos, sino relativamente perfil, el autor permanece, por así decir,
aprovechables. Me refiero al tema del en la trastienda, al servicio de la exposi-
método con el que las ciencias sociales ción. Llegados a este punto, y a fin de
comprenden o explican —o deben no desviarse, es necesario hacer una pre-
explicar— el propio objeto, la cuestión cisión importante. Existen dos formas
de la racionalidad del obrar (¿existe una de ofrecer un dar cuentas de una disci-
única racionalidad que no esté enmarca- plina filosófica o de un campo de inves-
da en una única época, es decir, válida tigación: