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Sentencia Servidumbre

de tránsito

JUZGADO 2º CIVIL DEL CIRCUITO. Medellín, Febrero 22 de 1929.

VISTOS: Discuten aquí don Emilio y el Dr. Camilo C. Restrepo si una servidumbre de tránsito,

constituida en la partición de los bienes de una mortuoria en el año de 1869, sin limitación alguna y

que se ha ejercido por más de cuarenta años a pie, a caballo y con bestias cargadas o escoteras,

puede hoy usarla el dueño del predio dominante para transitar en automóviles. Después de estudiar

este expediente durante varios meses, ha podido el suscrito Juez resumir el tema en esa corta frase.

Y ese problema está cojo; le falta la realidad; es como una regla de proporción que no tuviese sino

dos términos conocidos para hallar uno desconocido. ¿Cuál es la vía de esa servidumbre? ¿Cómo

es el camino por donde transitan? Este es el dato esencial. ¿Se han determinado o no los modos del

camino? Sin este dato no hay problema, sino motivo para logomaquias. Esto lo veremos más

adelante.

Carga pesada fallar este pleito. Casi nada vale pecuniariamente pero a favor de la contestación

afirmativa se ha presentado enorme montaña de autoridad jurídica; once conceptos, once estudios

de once jurisconsultos; a ese mismo plato de la balanza se ha echado incomparable erudición y la

dialéctica fina, reposada y a veces irónica del maestro del estilo y del derecho que es Clodomiro

Ramírez. Por la negativa, como abogado del Dr. Camilo Restrepo, está el Dr. Alfonso Calle, ingenio

vivo, agudo y penetrante como aguja. La tesis de aquél, sostenida en alegato de treinta y seis hojas,

alegato mañoso, suave, envolvente, fácil de leer como si fuera corto, y la de éste, en memorial de

catorce hojas, contundente, imperioso y concreto.

Lucha interesante; duelo interesante, entre estos dos abogados, los mejores de Antioquia, ¡de

psicología tan diferente! Tiene Ramírez el estilo agradable, a veces irónico, la dialéctica envolvente y

el reposo de un prior benedictino. Ramírez, embadurnado de gracia como de una miel, según dice

Miomandre refiriéndose al feo Sócrates. Tiene el Dr. Calle la agilidad y rapidez de su personalidad

imperativa. Y sus físicos son imágenes de sus almas: lozano y sosegado aquél; sarmentoso éste.

Casi nada vale el pleito, pero las partes le han puesto corazón, y así la sentencia gustará y dolerá

mucho más que si se tratara de intereses pecuniarios.


Como se verá y como ya se dijo, en esta instancia el problema se ha encontrado cojo y la sentencia

ni dolerá ni gustará. Para decidir negativamente, pensaba el suscrito, habrá que refutar la sabiduría

de once maestros antioqueños, y para contestar afirmativamente habrá que luchar con los

argumentos del Dr. Calle; ¡no es tarea fácil! Lo único fácil y agradable es leer a los dos ilustres

abogados. ¡La autoridad! ¿Cuánto pesa en nuestras almas? Puede afirmarse que apenas uno por

cada diez millones es original y que lo es en un milésimo de su vivir únicamente. Los demás vivimos

por la autoridad de la moda, de la costumbre, de los maestros, de los prejuicios... ¡Es tan fácil

resolver un problema del modo como otro lo hiciera! El espíritu humano, así como todas las cosas,

está propenso a actuar como se actuado. ¿Quién abandona los caminos? Uno que otro loco. De ahí

que los reformadores antiguos, Solón, Licurgo... simularan la locura para poder reformar las

instituciones. Un camino es la línea de menor resistencia y todo ser la adopta; para no hacerlo así

tiene el espíritu que esforzarse. ¿Qué sería del noventa y nueve por ciento de los jueces, por

ejemplo, sin los tomos de la Jurisprudencia de los Tribunales y de la Corte Suprema?

El demandante dio aplicación a este principio psicológico al presentar con su libelo los once

conceptos aludidos. Los datos suministrados por don Emilio Restrepo a los expertos jurisconsultos

fueron: que habiéndose constituido en el año de 1869, en la partición de los bienes de una mortuoria,

servidumbre de tránsito a favor de los predios que hoy le pertenecen y sobre otro predio que

pertenece hoy al Dr. Camilo C. Restrepo, sin haberla limitado en ninguna forma al constituirla y

habiéndose usado para transitar a pie, a caballo y con bestias cargadas o escoteras, puede hoy

usarla para transitar en automóviles. Esos son los datos y la pregunta esencial.

Los once expertos contestaron que don Emilio puede transitar a pie, a caballo y en vehículos de

ruedas. Están acordes los litigantes en que don Emilio Restrepo es dueño de dos predios contiguos,

situados al Oriente de la plaza pública en la fracción Poblado de este Distrito, y que esos dos predios

gozan de servidumbre de tránsito para salir al camino que de El Poblado conduce a La Ceja, sobre

otro del Dr. Camilo C. Restrepo, llamado La Cuchilla y situado al Suroeste del anterior. Se

presentaron las escrituras públicas por medio de las cuales se constituyó la servidumbre, y con las

cuales se comprueba que actor y opositor son dueños de los predios dominante y sirviente. El

gravamen se estableció en mil ochocientos sesenta y nueve al efectuar la partición de los bienes del

difunto Eusebio Restrepo; las fincas pertenecientes hoy al demandante se le adjudicaron a una hija
de Restrepo, y el predio sirviente a un hijo del mismo. Las transmisiones sucesivas hasta llegar a

Don Emilio y a Don Camilo C. Restrepo aparecen muy bien en el juicio. Los litigantes están acordes

en que hasta el día de hoy se ha ejercido la servidumbre a pie, a caballo y con bestias cargadas o

escoteras. La parte petitoria del libelo reza así:

PRIMERA ........... SEGUNDA ........... TERCERA ........ CUARTA .......... QUINTA ........SEXTA ..........

SÉPTIMA ........... OCTAVA .......... NOVENA .......... DECIMA.

El derecho de hoy es el mismo de los primeros hombres, evolucionado así como la ciencia de hoy es

la misma de los antiguos, perfeccionada y aumentada. Los romanos no tenían servidumbre de

tránsito, sino servidumbre para transitar a pie, a caballo y en litera, a la cual llamaban en su lenguaje

ITER; tenían servidumbre para pasar rebaños, bestias de carga y carromatos, a la cual

llamabanACTUS, y tenían servidumbre para transitar de los dos modos anteriores y, además, para

transportar toda especie de materiales. A ésta la llamaban VIA. Nuestro derecho creó o reconoce la

servidumbre de tránsito, o sea, para transitar por todos los modos como se transita: a pie, a caballo,

en ruedas, en muletas... No está dividida en especies. ¿Es servidumbre genérica, como la llama el

actor? No, genérico es lo que comprende especies y en nuestro Derecho no hay especies de

servidumbre de tránsito. Es para transitar y el hombre transita de todos los modos que ha ideado e

idee su ingenio. La idea del actor al decir que la servidumbre de tránsito es genérica, está bien, pero

el término es impropio, anticientífico. La servidumbre de vía entre los romanos era genérica porque

abarcaba las especies llamadas iter y actus. La servidumbre voluntaria de tránsito se rige por el

título. Si en éste se expresa que es para pasar a pie por una vía de dos metros, así será y así

quedará la servidumbre. Si allí se dice que se constituye servidumbre de tránsito, sin más ni más, es

evidente que se puede pasar de todos los modos como se transita y que el ancho del camino debe

ser lo suficiente para efectuarlo de todos esos modos.

Transitar no es caminar a pie con preferencia a hacerlo en automóvil o en litera. De tal manera que el

problema acerca del cual se ha traído tanta erudición y del cual está pendiente toda Antioquia, no es

tal problema. Se resuelve sencillamente así: no hay sino una servidumbre de tránsito, llamada legal o

voluntaria, según el caso; transitar es trasladarse de un lugar a otro por los medios que la naturaleza

y el arte indiquen. Lo que olvidaron el demandante y los otros jurisconsultos consultados fue que lo

más importante que hay en una servidumbre de tránsito es el camino por donde se ejerce.
El camino limita; los modos de transitar están limitados por el camino; si es de un metro de anchura,

¿cómo se va a transitar en automóvil? Ya se puede ver claro cuál sea la cojera del problema

planteado por don Emilio Restrepo. Su razonamiento es éste: Hace años se constituyó servidumbre

de tránsito, sin limitaciones, a favor de mis predios; por allí se ha transitado a pie, a caballo y con

bestias de carga; es así que la servidumbre de tránsito lo es para transitar de todos los modos

posibles; luego, diga usted señor Juez que puedo transitar en automóvil y construir una carretera por

el predio sirviente.

El razonamiento de don Emilio debió ser éste: Hace años se constituyó servidumbre a favor de mis

dos predios; el tránsito se ha efectuado por vía no determinada, por varios senderitos; no estamos de

acuerdo las partes para determinar esa vía en su anchura; es así que la servidumbre es para

transitar de todos los modos como ellos se efectúan; luego, diga usted señor Juez, cuál debe ser el

ancho de la vía, y determínela de modo que yo pueda transitar en automóvil. Supongamos que hoy

se constituyera servidumbre de tránsito en los términos de ésta de que tratamos. Pues si las partes

no estuvieren acodes, el suscrito Juez diría: Entre nosotros no hay servidumbre para pasar a pie,

otra para pasar a caballo y otra para pasar en automóvil. Hay servidumbre de tránsito. Como ustedes

la constituyeron sin determinarla, ella es para transitar y uno puede hacerlo en ruedas, en animales y

con sus pies. De tal manera, que yo le señalo a la vía el ancho de tantos metros y tal dirección según

lo han dicho estos señores ingenieros. Pero si llaman al juez a los años de haberse constituido la

servidumbre y va allá y encuentra que se ha ejercido por una senda cercada, determinada, de dos

metros, le dirá el dueño del predio dominante que puede transitar por allí en bicicleta, a pie, a caballo

y hasta en automóvil siempre que éste le quepa... pero que el Juez no puede ya determinar la

anchura de la vía, pues ya está determinada, alindada por la misma persona interesada.

Vale más para indicar la intención, la voluntad de los contratantes, los cercos que ellos hacen que las

mismas palabras que escriben con tinta. Al Juez, en este caso, se le llama cuando las partes no se

han puesto de acuerdo. Aquí los litigantes no se han preocupado sino de filosofar acerca de los

modos de ejercer una servidumbre de tránsito; lo mismo hicieron los once expertos jurisconsultos. Y

ese es un problema bizantino. Los modos de ejercer una servidumbre de tránsito los determina el

camino. Si el camino tiene diez metros y es servidumbre de tránsito, sin limitación, ¿por qué no

puede pasar en automóvil? ¿En qué se perjudica el predio sirviente? ¿No es más civilizado, más
rápido, menos engorroso para todos pasar en automóvil que a pie? ¿Y arreglar ese camino de diez

metros, embaldosarlo, macadamizarlo, en qué puede perjudicar al predio sirviente? ¡No faltaba más

sino que la belleza y la perfección de los caminos fuera un mal para alguien!

De tal manera que Don Emilio Restrepo tiene la razón en este pleito siempre que una de estas dos

hipótesis sea cierta: Que su servidumbre se ejerza por camino determinado por linderos y que sea

de suficiente anchura para pasar en automóvil, o que su servidumbre se ejerza por senda no

determinada aún.

En el primer caso ni siquiera tiene que pedirle al Juez que le reconozca el derecho a pasar en

automóvil; ese camino puede arreglarlo, macadamizarlo y transitar por él de todos los modos como

la civilización vaya descubriendo.

En el segundo caso, don Emilio tiene derecho para que el Juez, ya que hay disputa entre las partes,

le determine por senderos la senda que debe ocupar, y se la determine con la anchura indispensable

para transitar de todos los modos posibles hoy. Pero don Emilio no tendrá razón en el caso de que la

servidumbre la haya ejercido por senda determinada ya y sin la anchura suficiente para automóviles.

Puede arreglar esa senda y pasar por allí como pueda. Pero el Juez no puede deshacer lo

determinado ya por los mismos dueños de los predios dominantes. Esos mojones, se repite,

manifiestan más claramente la voluntad de los contratantes, del mismo interesado, que las palabras

escritas.

El Juez sabe, o tiene indicios, como hombre, de que esta servidumbre no está determinada en su

vía, que se ejerce por varios senderos, senderos de esos que forman los transeúntes en los prados,

y de que las partes desde hace algún tiempo han venido, el dueño del predio sirviente alambrando

determinada senda, y el del predio dominante quitando esos alambres. Ha habido querellas de

policía. Pero como Juez nada sabe acerca de esto; el demandante no se preocupó, ni siquiera por

afirmar que la vía de la servidumbre no estaba determinada. La única prueba que presentó fue el

dictamen pericial de tres ingenieros acerca de la presunta carretera.

El opositor presentó varios testimonios en los cuales se lee que la servidumbre se ha ejercido por

sendas de tantos metros. El mismo plural sendas es un indicio de que la servidumbre se ha ejercido

sin determinación de la vía. Lo que debió alegar y comprobar don Emilio es que la servidumbre no
está determinada. Lo demás son discusiones bizantinas. Tal como formuló sus pretensiones

conducía al absurdo e injusticia más evidentes.

Los dueños de predios beneficiados con servidumbres de tránsito voluntarias y que siempre se han

ejercido por senda estrecha, alindada, están pendientes de este pleito. Piensan: si don Emilio gana,

ampliaremos todas las sendas de nuestras servidumbres, por más amojonadas que hayan estado.

Con la doctrina que el Juzgado adopta no tienen sentido estas palabras del demandante en su

alegato:

“Este pleito que tiene toda la aridez de las fórmulas legales y el cansancio del papel sellado, va a

resolver en unas cuantas líneas uno de los problemas más interesantes a que me he referido. Se

trata de saber sencillamente si el dueño de un predio dominante que tiene servidumbre de tránsito

por sobre otro predio, puede transitar por él en vehículos de moderna invención, o si, por el contrario,

tiene que seguir caminando a pie, o en el lomo tardo de una caballería. Si la tierra puede cultivarse y

producir aplicándole máquinas automóviles, o si tiene que quedar eternamente sometida al trabajo

lento de la azada”.

No hay tal problema: si caben los automóviles por la senda ya alindada, que pasen; y si la senda no

se ha alindado, se le da una anchura suficiente para que pasen. Pero con el concepto de los peritos

ingenieros quedó comprobado que el Dr. Camilo Restrepo convirtió parte de la senda en carretera

automoviliaria, desde la puerta de entrada en el camino para La Ceja hasta la abscisa 188-39 del

plano presentado en la hoja N° 2.

Precisamente, con ese dictamen pericial quedó comprobado (véase el concepto de Camilo Villa C. a

fs. 15 vto. y 16) que la vía de la servidumbre en esa extensión ha sido senderos indeterminados. De

tal manera que respecto de esta parte sí quedó evidenciado lo que el Juzgado ha echado de menos.

De la abscisa 188-39 del plano citado para adelante, no se sabe si la vía de la servidumbre ha sido

determinada o no.

El suscrito ha visto personalmente un alambrado allí y sabe personalmente que ha sido puesto

recientemente y que acerca de ello ha habido querellas de policía; pero en el expediente nada

consta. Sabido es que el dueño del predio dominante conserva la propiedad de la tierra ocupada por

la senda de una servidumbre. Por ahí puede transitar él, siempre que contribuya al sostenimiento de

la senda. Si el Dr. Camilo Restrepo convirtió ésta en carretera, en esa parte puede usarla don Emilio
transitando en automóvil, y el sostenimiento de esa parte común del camino debe hacerse por los

dos. Las dos primeras peticiones se declararán porque no hay discusión acerca de ellas. Respecto a

la tercera, se prescindirá del término “genéricas”, pues es impropio aplicándolo a la servidumbre de

tránsito, como ya se dijo.

Se reconocerá que don Emilio Restrepo tiene derecho a transitar a pie, a caballo y en vehículos de

ruedas por la carretera que existe desde la puerta del camino para La Ceja, hasta la abscisa 188-39

del plano presentado por los peritos en la hoja # 2. Se dirá que don Emilio Restrepo Callejas tiene

derecho para arreglar en forma de carretera el resto del camino hasta llegar a los predios

dominantes si este resto de camino estuviere ya determinado, y a pasar por él de todos los modos

como se transita, o a hacerlo determinar, si no lo estuviere, en juicio aparte. Esto es conceder menos

de lo pedido en todas las demás peticiones del libelo. En lo demás se absolverá al demandado.

En la segunda instancia podrá repararse la deficiencia de pruebas. Este es el único modo de fallar el

pleito. Sin saberse si la vía está determinada o no, se carece de base para contestar más

concretamente. El Juzgado, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la

Ley, FALLA:

PRIMERO. El predio llamado Manga de El Tablazo, que adquirió don Emilio Restrepo C. por compra

al Dr. Juan de la Cruz Posada conforme a la escritura número 1.659, otorgada ante el Notario

segundo del Circuito de Medellín el 5 de agosto de 1920, letra c) del numeral primero, y alindado

como aparece en el hecho duodécimo de esta demanda, goza o tiene servidumbre de tránsito por

sobre la Manga de la Cuchilla, de propiedad hoy del Dr. Camilo C. Restrepo, alindada en la escritura

número 126, otorgada en la misma Notaría segunda de Medellín el 1º de febrero de 1908, en esta

forma: “...................”.

SEGUNDO. El predio de El Tablazo que adquirió don Emilio Restrepo Callejas por compra a don

Justiniano Saldarriaga según la escritura # 452, otorgada ante el Notario Segundo del Circuito de

Medellín el 5 de febrero de 1927, y alindado así: “.......”, goza o tiene servidumbre de tránsito por

sobre la manga de La Cuchilla, de propiedad del Dr. Camilo C. Restrepo, alindada como parece en la

declaración anterior.

TERCERO. Esas dos servidumbres son voluntarias y conforme a los títulos constitutivos de ellas no

se limitó su ejercicio en forma alguna.


CUARTO. Que don Emilio Restrepo Callejas como dueño de los dos predios dominantes, sus

sucesores o causahabientes en el dominio de éstos, tienen derecho a transitar a pie, a caballo y en

vehículos de ruedas por la carretera que existe desde la puerta del camino para La ceja hasta la

abscisa 188-39 del plano presentado por los peritos en la hoja # 2.

QUINTO. Don Emilio Restrepo Callejas, como dueño de los dos predios dominantes, sus sucesores

o causahabientes en el dominio de éstos, tienen derecho para arreglar en forma de carretera el resto

del camino hasta llegar a los predios dominantes, si éste resto de camino estuviere ya determinado,

con la anchura que tenga, y a pasar por él de todos los modos como se transita, o a hacerlo

determinar, si no lo estuviere, en juicio aparte.

SEXTO. En lo demás se absuelve al opositor. Sin costas. Notifíquese y cópiese.

Fuente:

Archivo Corporación Fernando González - Otraparte.


El juicio que perdieron las ánimas del purgatorio
24 mayo 2013

Llaman al estrado a Carlos Cataño, párroco de la Iglesia de la Inmaculada Concepción. La


curadora encargada de defender a los demandados comienza el interrogatorio. Desde el principio del
caso manifestó que „se atenía a lo que decidiera el juzgado‟. Al fin y al cabo, ni siquiera los
demandados aparecieron para reclamar un terreno que les pertenecía hace 151 años. El
interrogatorio continúa:
-Señor Carlos, ¿sabe usted dónde viven los dueños titulares del terreno?
El cura, quien ha predicado toda la vida sobre la existencia de ambas figuras, responde:
-No, realmente no sé dónde están.
Corre julio de 2011. Unos meses más tarde, en septiembre de 2012, el abogado del párroco, Ramón
Alcides, se dirige al juzgado de Rionegro para reclamar el resultado del pleito. Está confiado en que
los demandados perderán los terrenos, y por fin se podrán arreglar las goteras del templo que lleva
300 años esperando una manito.
No solo son goteras. Lo viejo de la iglesia y del pueblo mismo, tiene a varias edificaciones a punto de
caerse. Como Concepción es patrimonio nacional, el Ministerio de Cultura debe aprobar todas sus
reformas. Cuando el antiguo párroco, Humberto Hincapié, solicitó ayuda al Ministerio para
remodelar encontró que no era posible, porque la Iglesia no figuraba como titular de los terrenos.
-Sí padre, nosotros le ayudamos pero le preguntamos algo, ¿usted representa a los titulares que
aparecen como propietarios del bien inmueble?
- Pues yo soy el párroco, yo supongo que yo los represento.
-No señor, es que este dinero no puede salir así, porque ¿y si el titular viene y certifica que
realmente es el propietario?
El padre Humberto, muy preocupado, regresó a Concepción. ¿Cómo iba a demostrar ante la ley que
era representante de Dios y de las ánimas? Y es que en las escrituras
quebradizas del terreno donde está construída la iglesia, Nepomucena
Osorio deja claro que la donación de este pedazo de tierra es para “La
cofradía de las ánimas” y “Nuestro Amo”.
Confundido, El padre Humberto contactó a un viejo conocido, el
abogado Ramón Alcides. Ramón revisó. La única solución parecía ser
demandar a las ánimas. Entre risas, el padre le respondió “Si es
necesario, hágalo”.
Así lo hicieron. La demanda fue publicada en la emisora de
Concepción y en la esquina inferior de la última página de El
Colombiano, como intentando que las ánimas no lo leyeran, para
que no se aparecieran ante el Juzgado Primero Civil del Circuito de Rionegro.
Pasaron 15 días y al parecer ni los ángeles mensajeros alcanzaron a llegar al purgatorio con la
noticia, ni la paloma de la paz pudo subir el mensaje a Dios. Nadie se presentó y Dios, el dueño de
todo, tuvo que ser representado por una curadora asignada por el Juzgado.
Hace ya bastantes años, las ánimas y el hijo de „Nuestro amo‟ ya habían perdido un pleito en los
juzgados terrenales. En sus épocas como juez en Manizales, el filósofo Fernando González
tuvo que decidir qué hacer con la fortuna de un rico que decidió dejar su dinero y bienes a las
Benditas almas y al Niño Jesús de Praga. Con la ironía y malicia que lo caracterizaba, el
envigadeño ordenó entregar los bienes del muerto a sus familiares, y depositar el capital de la
herencia en el Banco de la República hasta que las Almas Benditas no acreditaran
personería jurídica y el Divino Niño, por su parte, la mayoría de edad.
Después de más de un año de pleito, Ramón tiene en su mano la sentencia. El juzgado falló a favor
de la Iglesia porque demostró la posesión real, pública y pacífica del predio. Por fin se podrá iniciar
el proyecto de restauración de la iglesia. Ramón da un respiro, cuenta esta historia tranquilo, cuando
ya están asignados 406 millones de pesos para la reparación de la iglesia, y dice:
-La iglesia se va a caer y hay varias casas de Concepción que también se van a caer, porque son de
1860. En este momento si cae un chaparrón bien grande en una misa concurrida, no lo quiera la
Cofradía de las ánimas y no lo quiera Nuestro amo, pasa una tragedia.
Colombianos dejan herencia hasta para el Niño Jesús
de Praga en sus testamentos
La mala suerte de Paris Hilton, a quien su abuelo desheredó al donar el 97%de su
fortuna a un fondo de caridad (US2.300 millones), la han sufrido en Colombia las
Santas Ánimas del Purgatorio.
Aunque esas figuras sagradas no fueron desheredadas, como sí le sucedió a la
excéntrica Paris, no pudieron recibir lo que en vida una acaudalada matrona de
Medellín había destinado a su favor como su última voluntad: la cuarta parte de su
herencia, que por ley es de libre destinación.

Así lo recuerda el ex consejero de Estado, Javier Henao, quien recopiló en un libro las
memorias del filósofo y abogado Fernando González, cuando este se desempeñaba
como Juez Segundo Civil del Circuito de la capital antioqueña, por allá en los años 30.

Según relata Henao, después de que la señora murió, a la hora de leer el testamento,
el Juez sentenció:

"Al Niño Jesús de Praga se le entregará su parte cuando llegue a la mayoría de edad.
Y en cuanto a las ánimas del purgatorio, se les dará su parte tan pronto como
acrediten en el proceso su personería jurídica".

Entonces, la Arquidiócesis de Medellín -que recibiría la herencia de la mujer- perdió la


donación, pese a una batalla jurídica que duró varios años. Las propiedades,
finalmente, quedaron en manos de los herederos.

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