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Los pobres no debemos dormir. Este es el cielo sin estrellas que Ranciére – haciéndose eco
de un oscuro materialismo- dibujó para los desposeídos como destino apocalíptico. Como
ni terreno, ni vestido, sólo nuestro tiempo, y tenemos que prostituirlo por un sueldo
miserable. El tiempo para la recreación nunca llegó a las costas mexicanas. De Europa se
importaron muchas cosas, casi todas ellas de naturaleza extravagante: aromas, sabores,
texturas, sonidos, imágenes, sensaciones y los miedos que las acompañaban, pero nunca
nada como un cielo claro, o una selva utópica para habitarla felizmente. Es la desgracia del
Los pobres no debemos dormir. El tiempo, como cualidad que el alma recibe de la vida
(cuando la lengua de luz lame los objetos) es una potencia maravillosa. Pero la distribución
del tiempo, en nuestra época, resulta una cara cómica. Se divide al día como un banco de
tres patas: ocho horas para dormir, ocho para trabajar y otras ocho para nada. Esto se
traduce en tres estados anímicos, o quizá, tres posibilidades existenciales: sueño, vigilia y
sonambulismo.
1) Una pintura surrealista, una música hipnótica, una droga dura, la literatura, etc.
ninguna de ellas reproduce el sueño. Y esto en principio porque el sueño es una existencia
objetos de un lugar a otro sin perder algo de su contenido “original”, o sin ganar algo con
su reconstrucción retrospectiva.
2) Tres mil años de vigilia no necesitan más explicación, ella misma deviene tautología
3) Luego viene el sonambulismo, uno parte el mundo en dos mitades, como haría un
sable con una cabeza. Soñando, el sonámbulo participa en este mundo y lo afecta. Es una
pena que la única faceta del sonambulismo que hasta ahora conocemos sea la del ridículo,
la del que no sabe que sueña, la de la burla, de la quimera. La frase metafísica por
como un lenguaje, ¿Qué vida se vive en el balbuceo sonámbulo? Pero hay todavía otra
parte. La del pobre que no duerme, el que lee y escribe toda la noche.
No dejaremos de trabajar ocho o diez horas, eso no va a cambiar, quizá aumente la jornada
de trabajo y entonces uno derramará su semen en las calles porque no hay tiempo de
hacerlo como se debe, es decir en la selva. Melville trabajaba como asno ocho horas al día;
experiencia.
Los pobres no debemos dormir. Debemos leer, beber, fornicar y escribir mucho. Escribir
todo, registrarlo todo. No para exponerlo, ni para presumirlo o postearlo en un blog infantil.
caracol y su concha: debemos escribir para producir el mundo, no para resguardarnos de él.
En lugar de dormir debemos beber el sueño, como se bebe mezcal, como se besa un amor.
Bebernos el sueño y sentir su efecto sin sucumbir ante él. A menudo se desprecia al
borracho tildándolo de inútil. Habría que juzgarlo más bien por el estatuto de su
embriaguez, por los efectos que consigue con ello, por las líneas que logra difuminar y que,
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a diferencia del sobrio, él distribuye a placer sobre el cuerpo de lo real. Embriaguez de
sueño, pero embriaguez que sea como un caballo. Un animal salvaje que sin embargo nos
Los pobres no debemos dormir. Debemos producir mundo, pintar toda la noche, fornicar,
escribir. Que los sobrios recojan los estragos de la fiesta. Que el pulcro lustre sus zapatos.
Que los que madrugan limpien nuestro vómito de las banquetas. Que los perros se coman
las sobras. Que los despiertos nos aguanten sonámbulos. No tendrán ya más opciones,
tendrán que conformarse con las miserias de nuestro intelecto, gastado y expuesto la noche
anterior.
El tiempo presente es una resaca. El licor de las ilusiones pasadas provocó una cruda del
tamaño del mundo. Un eructo de mezcal que recorre el universo hace cueva en el vientre de
los pobres. Algo vuelve imposible el éxtasis de los poetas melancólicos: pocas cosas
detesto tanto como aquel que escribe desde el útero nocturno, como un conejo que se
Aún para los animales la noche nunca es la misma. Unos viven la noche para transformarse,
otros para protegerse. Los pobres no debemos dormir. Debemos ser nahuales. Seres
naturaleza, sino porque la sombra impide las formas y las vuelve ambiguas. La luz del día
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frontera: ¿Dónde acaba el vaso, dónde comienza mi mano? La luz obstruye el devenir. Por
las cosas a través del sol, de la luz, de la claridad, ocultan lo que vale: el misterio, la
ambigüedad, las dobles y triples esencias. El pensamiento burgués no conoce la negra luz
maguey, viento o rama, somos otro, devenimos piedra, oscuridad, silencio… espectro.
esa lucidez ya estamos cansados, cansados del fastidio que su espíritu provoca. Tenemos
resaca de sabiduría. Cambiar esa luz por una de plata, por un viento negro. La luna es un
negatividad de ese espectro nos alumbra su fantasma. La luz de los fantasmas. Por eso la
Queremos un espectro, una luz que no aparece en los recuerdos. Es ridículo que casi
siempre recordemos las cosas que toca la luz del día. La oscuridad, el silencio, esas nunca
regresan sino a través del temor o la ruptura con algún lazo de la razón.
Si llegado el momento hay que dormir porque hay que descansar, existen dos formas de
entender el descanso: como efecto del trabajo y como negación de Dios. Como efecto del
restitución del trabajo, como las vacaciones para un Godínez promedio. Conseguiríamos la
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acidia, el pecado más profundo y el más difícil de definir; aquel que costó tratados
medievales sobre la inanición como atentado contra la naturaleza productiva del Dios
Hace tiempo Heidegger preguntaba “¿Y para qué poetas?” Yo le respondo: para escribir y
sistema: Sólo así concibo la melancolía de los poetas sin reprocharles sus flaquezas.
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Cartas de cumpleaños, de Ted Hughes
Hay una tribu nómada que la naturaleza esconde siempre con audacia. La ha ocultado del
reino común de los habitantes de la tierra. La ha disfrazado con otras caras, como si se
tratara de un secreto que debe ser expuesto sólo durante un breve tiempo, como una especie
milenaria, cósmica, que transcurre su existencia en silencio. Una estrella fugaz que
continúa viajando, y que después del brillo se oculta tras miles de máscaras bajo el espacio
Quizá sea más común de lo que uno piensa, el trabajo con la palabra. Quizá no se precisa de
una gran idea para continuar haciendo lo que se hace: cimbrar al lenguaje. ¡Poca cosa! Ya
Heidegger decía que el lenguaje era la “casa del ser” 1. Quizá trepidar esa casa sea cosa
cotidiana, poner atención suficiente al detalle, a las espadas de luz sobre la mesa del
Una literal locura de lo próximo cerraba la pinza de su destino completo: mujer y palabra.
Repitiendo a Dante en esa entrega absoluta del amor que mueve al sol y las demás estrellas,
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“El pensar consuma la relación del ser con la esencia del hombre. No es que el pensar ponga o produzca esa
relación. El pensar sólo la ofrece al ser como algo que le ha sido ofrecido por él. Este ofrecer estriba en el
hecho de que en el pensar el ser llega al lenguaje. El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el
hombre. Pensadores y poetas son los centinelas de esa morada. Su vela consuma la manifestación del ser, en
el sentido de que con su decir llevan el ser al lenguaje y en el lenguaje lo guardan.” Heidegger, Martin. Carta
sobre el humanismo, Ed. Taurus, Madrid, 1959, p. 7
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Ted Hughes consagra su sangre, ya no el oficio ni el dintel del poeta, sino la sangre, la
víscera, la tinta que duele, que arde de ternura y violencia, a la mujer de los días cerrados, a
en nuestros días expectantes de sorpresa, en nuestra ansiedad por la maravilla que irrumpe,
en nuestro gusto por la pornografía del ingenio. Uno siempre espera el momento sagrado,
opuesto a la banalidad del transcurrir soso de nuestros días de sal. Uno quiere sentir algo,
algo diferente, o simplemente sentir más. Entonces viene el poeta y revienta la palabra y la
Paris, el oso que la espantó en el bosque. La recuerda donde duele, en el gesto de su padre -
un tirano que no cesaba de llamarla estúpida -. La mira en sus hijos, en los rostros de su
propia historia, que era el rostro de Jano. La vida está mezclada y hecha pedazos, en Sylvia,
(Tenías fiebre y exagerabas mucho. Yo estaba a punto de gritarte, de decirte que dejaras de
gritar “el lobo”, porque cuando en verdad tu malestar creciera yo no sabría creerte.
Despertaste con una jerga de poder babilónico, con mensajes secretos que traían grabados
los indicios de las manchas de tu cabeza, esas que dejó la descarga eléctrica en tu primera
Beatriz que explota hacia dentro, hundida de impotencia, ahorcada en la pérdida infinita del
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sentido, de la imagen. Esa pérdida que no se refiere nunca a ningún objeto o a algún ser
Ted lo sabía. Lo supo en el miedo que inspiraba a Sylvia la insana competencia. Sylvia a
menudo se queja del relativo éxito del esposo. Pero su queja no está resuelta. No se trata de
celos, eso sería indigno. Es porque Ted no puede dejar de ser él, y Sylvia es todo al mismo
tiempo. Es la envidia infinita que siente el sol por una gota de agua.
Cartas de cumpleaños, las cartas que Ted escribía en secreto, para recordarla a ella, a sus
El trabajo del poeta nunca está hecho, no es algo que se haga, es algo que se experimenta. A
veces cuesta la vida, la atención, la devoción esquizoide por el mínimo detalle. Ese que me
Sylvia Plath no es una musa callada, una donna inmóvil, a menudo ella misma es el poema.
Las observaciones del esposo la recorren como es, y de sus pasos, de su pluma quieta, del
cuidado a los hijos, de los celos y la fidelidad jurada con el acto más bello (dormir con otra
gema azul que Sylvia dejó correr en esa horrible habitación que era un mundo rojo
alrededor, la gema que Sylvia lloró cuando perdió un pedazo de su alma en esa cama de
hierro frío.
Cartas de cumpleaños son ternura y son violencia, una sombra de plata que se mueve entre
Hughes, Ted. Cartas de cumpleaños (ed. Bilingüe trad. Luis Antonio de Villena), Lumen,
Barcelona, 1999
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Visita al zoo-lógico
Asamblea de animales. El zoológico es, quizá, de los espacios creados por el hombre, el
más difícil de asimilar con un golpe de vista. Y esto en principio porque el animal siempre
Zoológico, zoo-logos. Asistir a este careo de partes, a esta fiesta del té donde uno suele
despedazarse, significa cimbrar las almas de los espectadores, pero también sus cuerpos,
como la tonalidad en los instrumentos de cuerda que, al tocar una nota en octava las notas
afinadas en ese mismo tono sin vacilar resuenan. El humano es un ser bastante peculiar,
invita a la mesa al que quiere destruir, saluda con gentileza al que no tolera -se limpia la
mano después del saludo-, organiza fiestas y reuniones con seres que aborrece, asiste él
El animal posee una existencia propia que lo aleja de la situación humana. Aquello que
Deleuze) incapaz de pensarse en la mirada de los hombres y los perros. Pero se dirá, el
perro es un animal. Sí, pero al perro, quizá como al humano, su ser le va en esa actitud
doméstica de sumisión al poder. Esto condena su mirada a una infinita tristeza, tristeza en la
contemplación del mundo que lo rodea. El perro, a diferencia de la vaca o de la flor, dirá
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los otros seres, sino que los sobrepone en estructuras artificiales, como la del gobierno del
hombre para satisfacer sus necesidades de vestido, casa, alimentación: el perro, como el
hombre, es un ser deplorable. El perro mira con tristeza al mundo que lo forma/el hombre
precio del devenir, cuando la existencia se estratifica en coordenadas definidas que impiden
la marabunta, la masificación entendida como potencia, el flujo de los cuerpos, los cuerpos
solitarios.
espectro, un fantasma de las fuerzas anteriores a la razón humana. Mas tarde el humano
cree que posee esas fuerzas míticas, conquistadas por el logos, ese impulso arcano que se
compra al precio del boleto en un safari. Como el cuento de Ray Bradbury, “El ruido de un
11 LO MATA
USTED
Como en el safari, las fuerzas ctónicas se encausan en el zoológico para incrementar el
poder del hombre en un sentido doble: por un lado, el impulso y la pasión domeñados por la
razón, el triunfo del logos (la organización) sobre la hybris (la desmesura, la
desarticulación); por el otro, el humano intenta un contagio de las fuerzas ctónicas para
crecer él mismo. Como el chamán en las tribus arcanas, el humano, repitiendo el mito, cree
apoderarse de la fuerza prehistórica del animal poseyendo sus restos: cráneos, cuernos,
pieles, huesos, o el animal capturado: en manos del hombre todo es naturaleza muerta ¿Qué
clase de impulso persigue el hombre cuando captura vivo al animal? El mismo que busca
También se ha usado al animal para naturalizar las conductas morales. La fábula en este
natural.2 El hombre dibuja algo así como la autoridad de lo arcaico y lo imprime después
sobre su ánimo en una imagen fija: la moral invariable. La justicia siempre será justicia, la
fatalidad de lo natural sobre la conducta humana. De esta manera el bien y el mal, cosas
Es preciso tratar la fábula como una radiografía de la sociedad que hay que leer a
contraluz. Pero esta contraluz no significa el revés poético, la caricatura arreoliana que
empalma la conducta del hombre con las formas animales a la manera del circo. La
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Como en el proceso de grabado, el animal representa el revés negativo de la placa que después se calca sobre
el alma humana, entonces aparece a la conciencia, de forma clara, la inscripción y la imagen grabada. Por eso
se requiere volver a revisar la placa, para destacar cómo la moral ascéptica imprime de forma inversa -y en
este sentido ella misma se revela- las ilusiones de una vida en paz sostenida por valores de igualdad y justicia
abstracta.
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sarcástica del relato de Mileto: distraído en los cielos, el filósofo no percibe lo que puede
encontrar acá en la tierra. O el oso, cuya metamorfosis congelada entre la hostilidad del
lobo y la abyección del mono condena su conducta, como el hombre, a la tensión entre la
libertad y la obediencia. Pero la forma fábula revela en cambio la tristeza del hombre vuelta
reflejo alegre en los espejos negros de los ojos animales: inexpresivos en sentido estricto,
zoológico era muy pequeño, tendría ocho años. El zoológico estaba en dirección sur de la
Capital, en Cuarteles, en el espacio que ocupan los jardines de la zona militar No. 54. De
esa visita me quedan dos recuerdos claros: el intento de un enorme cocodrilo por salirse de
su estanque; y las jaulas con monos que, extrañados, contemplaban a los niños mientras
arrojaban plátanos hasta su jaula. Por su parte el cocodrilo, en un giro de ave, mordió la
manguera que distribuía agua a otros estanques y se sujetó de ella. Su cuerpo quedó
pendido unos segundos de aquella garganta de plástico, para después soltarse y caer como
La segunda vez que observé animales en cautiverio fue en el Yaguar Xoo. Un jaguar negro
jaulas, sino en pequeñas praderas delimitadas por un barranco. Ni el salto más audaz podría
Pero la experiencia de la que parto se originó en Chapultepec, en ese parque inmenso que
cuesta horas recorrer a pie. Aquella ocasión observé, con espasmo verdadero, animales tan
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diversos como los pensamientos más salvajes -arrojado a la jungla del inconsciente, dice
ahora con toda su bestialidad acicalada, con todas sus formas, sus gruñidos, con todos sus
olores tan particulares. Caminé con mi hermano durante horas mientras la gente
revoloteaba parada frente a los stands de ferocidad domada. Había toda clase de mundos
reunidos ahí: pasto, selva, desierto y cielo, la flor del colibrí y un estanque de hielo para los
osos polares, jaulas del tamaño de mi casa para las aves y bambú para los osos panda, un
tigre de bengala que apareció por un instante y los bisontes agazapados, como no los había
imaginado antes. Del recorrido me sobran imágenes, humores, hambre: los ojos de mi
hermano que se encendieron cuando miró a una águila gigante, mi expectación cuando
dijeron que el orangután había despertado, un mono pequeño que parecía más un juguete
que un ser verdadero, y esos dinosaurios miniatura, ese segundo de eternidad congelada que
representa una iguana. En fin, sobraban animales como para describirlos todos, nuestra
mirada hipnotizada, abyecta, como la del ajolote de Cortázar, expresaba el miedo de una
Entonces descubrí que uno ve zoológicos en todas partes, y no me refiero al zoológico que
la zoociedad representa, sino al afán verdadero por transformarlo todo en una naturaleza
muerta. Después de la última visita debo confesar que realmente me repugna entrar a
cualquier acuario o ver peces en las casas, me repugnan las tiendas de mascotas y las jaulas
en las vecindades. No soporto a los perros en las casas de mis amigos. Me enerva el
graznido de las aves que suelen colocarse hasta el fondo del pasillo. Ahora venden, a las
afueras de las escuelas, bolsitas de agua con un pez adentro, o los regalan en los baby
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showers. Pintan pollos para hacerlos divertidos, retorna la práctica de perforar insectos para
colecciones privadas...
Para nosotros, aunque el animal se encuentre “vivo”, todo es ya naturaleza muerta, y en eso
consiste la paradójica alegría del homo videns: en captar la vida al precio de su encanto.
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Orizomegami
El arte siempre se ha relacionado con la cultura aunque esta relación no siempre se haya
pero también para la sujeción a un grupo o instancia específica: libera lo mismo que
condiciona.
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externo. No hay proceso de subjetivación sin estos dos aspectos:
emparentado así con el juego y la fiesta, ese lugar donde el código cotidiano se pone en
el arte genera y alimenta. En ese sentido, el arte se relaciona con la cultura porque es el
Pero el camino crítico del arte, en cuanto a transformación se refiere, es otro: su potencial
manera de la técnica y ciencias modernas, sino que la transformación que el arte sugiere es
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Las tendencias a asociar transformación y progreso dictan la separación del lenguaje
científico y artístico en este caso: el primero soporta y fortalece esta relación entre los
burocratizarlos, eso la haría emparentarse con el uso coercitivo que el capitalismo hace de
avanzado es precisamente darle otro uso a las fuerzas y relaciones productivas: un uso otro
para no reconciliar productivismo y experiencia, un uso otro que cuestiona la forma en que
la pura economía configura nuestros objetos, y que por ello no puede asimilar lo que sucede
en un taller gráfico con la forma en que se distribuye el poder en una fábrica u oficina.
que iluminar lo que el arte hace brillar, en primer lugar abriéndose a esta experiencia,
dejándose penetrar por ella, prestando oídos para lo que el arte tiene que decirnos de
nosotros mismos.
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Reproducir las formas de organización de las relaciones humanas actuales -o relaciones
presente. Por ello, el arte tiene que re-funcionalizar los propios procesos por los cuales éste
llega a ser lo que es. La fiel repetición del esquema social, en la composición de la obra, da
el índice de cierta actitud que repite la apatía y resignación del individuo moderno ante su
una maravilla casi natural lo que de sí es producido históricamente: su propia realidad. Ante
su propio proceso, iniciando con un cuestionamiento a esta realidad que se presenta como
necesaria, y vuelve sobre la actitud del propio artista en tanto productor o dominador del
material estético, que es donde se sedimentan las capas que conformas nos ideales de la
reproducción social y estética abre por ello un espacio para el fortalecimiento del sujeto,
diferente, el sujeto puede fortalecer su experiencia a través del contacto con la diversidad,
en lugar de repelerla por temor a ser herido en su frágil subjetividad, que, por otro lado, esa
experiencia adquiere cuando éste se deja penetrar por lo Otro, por la diferencia, por lo no-
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encontraba en el jazz y el collage los modelos de esta actitud de resignación ante el material
con que el artista trabaja: la composición del jazz y el collage, en su más vulgar expresión,
produce un caos donde el sujeto aparece como devorado o superado por la grandeza de los
propios objetos, del propio material que, dispersado por todos lados y “fuera de control”, ya
no encuentra una constelación o unidad que lo ilumine desde dentro y le aporte así una asa
para el diálogo: las obras de arte se convierten, en la experimentación per se, en mónadas
del material, aunque eso tampoco deba implicar una recaída en la figura del soberano o
Sólo en la experimentación que se abre al objeto y se deja penetrar por él, el artista se libera
económico capitalista se presenta como una subjetividad hostil a la naturaleza, y por ello
intenta dominarla con violencia. Separamos así dominio instrumental (al modo de la
producción capitalista) de dominio artístico (que estaría más cercano a una reflexión que a
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Orizomegami: una instantánea del arte contemporáneo.
El orizomegami es por ello ya otra cosa, sin que deje de ser lo que siempre ha sido: pliegue,
papel, colores; todo adquiere, por un instante, la fisionomía de ese tipo de juego existencial
que es el arte.
Con un solo golpe, el orizomegami presenta los momentos que caracterizan todo ejercicio
serio del arte contemporáneo, sin que por ello deje de asociarse a las habilidades de un
penetrar por él, 3) plegar la experiencia recibida, ejercer un dominio no coercitivo sobre el
material. Lo mismo se encuentra en todo ejercicio que tenga por objetivo generar
escoger el libro, saber que algo nos quiere decir, 2) leer, comprender, quedar cautivado por
apropiarse entonces del saber en la forma crítica de una sencilla nota de cuaderno.
sobre lo cotidiano: tomar un elemento que aquí es cotidiano y allá es casi sagrado, 2)
apertura al accidente: la variedad de manchas y colores habla sin que el artista les preste su
coacción subjetiva, 3) finalmente, repliegue del artista que así domina al accidente: el
“esqueleto” que aparece como trasfondo en los papeles es la huella del artista, del dominio
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alegre al que remite el papel sin someterlo, sino que lo deja ser lo que quizá éste quiere ser
en su poética sencillez.
el arte emancipado, vejar el material. El material se encuentra en una tensión entre el orden
que se le impuso y la libertad que con ello alcanzó para expresarse a sí mismo. No es pues
contemplativa, como trazar un kanji o servir el té: sólo cuando el arte alcance la feliz
reconciliación que la naturaleza trae consigo, ese arte estará más próximo a su objetivo más
propio y pacífico, sin que por ello deje de ser una actividad humana plagada de vericuetos y
contradicciones.
El arte es dominio sobre la naturaleza, pero otro tipo de dominio, es dominio recreativo: los
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Desandar el camino: arte y cultura, hoy
semióticas (actividades de orientación en el mundo social y cósmico) en una serie de esferas, a las
que son remitidos los hombres. Una vez que son aisladas, tales actividades son estandarizadas,
F. Guattari/S. Rolnik
Actualmente, y desde hace ya mucho tiempo, el arte apunta al espectro de eso que las
México, arte y cultura conforman un binomio que comúnmente asocia producción artística
con esencia espiritual, como reflejo del “sentido” u orientación de una comunidad. El
cuerpo de la historia como un camino que parte del pasado para orientarse en el presente, y
proyecta hacia el futuro los valores que desea preservar, ya sea tradicionalmente o
intentando reconfigurar ese pasado. Bajo este signo, el arte se presenta, si no como la
síntesis de la esencia misma de una comunidad, al menos como el lugar donde mejor se
específico al arte dentro del terreno cultural, lo vuelve incuestionable, sin que, por su parte,
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Hago uso indistinto de las palabras grupo, sociedad, pueblo, comunidad, para representar la idea de una
colectividad humana con prácticas institucionales específicas que los coliga políticamente. Esta colectividad,
empero, no debe tomarse por un grupo cerrado o terminado, sino constantemente abierto a la intromisión de
valores semióticos que determinan su movimiento. Los diversos términos se pueden agrupar en la noción de
“pueblo” o “colectividad”.
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se encuentre del todo determinado. La constante reafirmación del binomio ha terminado por
borrar las fronteras que dictaban a cada polo su lugar y su función en la relación de uno
respecto al otro, y de cada uno con el conjunto de la sociedad. Arte y cultura se presentan
ya como sinónimos.
El espiritualismo, como expresión del humanismo caro a toda sociedad civilizada, funciona
como telón de fondo que reúne a estos cabos. El arte se ha asociado al espíritu por la
que aclara todo sin precisar nada en cambio. Espíritu y cultura aparecen también bajo el
eso que se llama su esencia, se demostrara en la cultura mejor que en cualquier otro sitio, y
espíritu local. Bajo este rótulo, el papel del artista, en tanto productor de obras, reproduce el
arcaísmo del poeta griego que solicitaba permiso a la musa para cantar las hazañas de los
un determinado pueblo: Nietzsche concebía al artista como aquel que levanta la lanza de la
cultura y la proyecta al horizonte circular del tiempo, mientras haya artistas, reflexionaba
Nietzsche, la cultura gozará de vitalidad, vitalidad que algún día terminará y se mantendrá
en suspenso, hasta que otro artista arroje la lanza de nuevo; Ezra Pound consideraba al
artista como la antena receptora de la cultura en una sociedad. El artista captaba, como
recepción de los productos artísticos. Por eso Pound demandaba seriedad en el trabajo
sigue asociándose a la del pedagogo. La relación condensa la fórmula del éxito o el fracaso
Una vez que la inspiración divina fue secularizada por la moderna producción artística -la
prensa, televisión, etc.)- la función que la inspiración desempeñaba en el genio artístico fue
indiscernibles en los estratos sociales más amplios, aquellos donde los productos culturales
circulan a mayor escala y velocidad: la sociedad de masas. Quizá estas condiciones han
El desprecio por el arte contemporáneo es sólo un síntoma de que lo que se entiende por
específicos asociados a ideas aristocráticas, como las que Nietzsche y Ezra Pound definen.
Así, la administración de la cultura a nivel local y global reitera la idea de que es necesario
consumir obras artísticas para educar o sensibilizar al pueblo. De alguna manera -se piensa-
el arte ayudará a tener ciudadanos mejores. Por eso el arte que se escoge, se premia y se
difunde es el arte donde los valores antiguos conservan su ideal vigencia. La cultura se
refinamiento produce individuos más sensibles y por tanto más conscientes, es lo que se
piensa siempre que el arte aparece en un circuito de culto. Sin embargo, un análisis de la
producción cultural que soslaya o restringe la esfera del arte a la educación –en tanto fiel
correpetidor de la cultura- pierde con ello la oportunidad de clarificar la función social del
Toda difusión de la obra de arte tiene que pasar primero por el filtro de lo bello entendido
medios masivos de difusión por el que las obras de arte tienen que pasar como en un
bautismo oficial. De manera que no sólo el espíritu se asocia al arte, sino un gusto
específico define ese espíritu con los perfiles de lo clásico entendido de manera tradicional.
Las variaciones de lo clásico sólo muestran pobres adaptaciones más o menos tolerables,
pero siempre reiterantes. La transgresión y la ruptura son sólo respiros secos para la
intransigencia cada vez más difundida de exigir técnica, belleza, contenido expresivo o
dedos. La cultura tiene sus perfiles. Ellos dictan lo visible y lo enunciable en la estructura
de una sociedad. En este sentido, la cultura se ha relacionado siempre con la obra de arte
clásica como nostalgia del humanismo ya perdido por el voraz avance de la técnica, misma
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que, paradójicamente, es la condición de sus posibilidades de difusión y rearticulación. La
La cultura se relaciona con el arte, más bien con un tipo específico de arte. El teatro, por
ejemplo, mantiene su vigencia por el arcaísmo espiritual con el que se le relaciona. Esto no
quiere decir que el teatro deba desaparecer, por el contrario, siempre que aparece lo hace
como espectro, como un remanso espiritual ante los embates de la vida. De esta manera el
siempre igual. Le ocurre al teatro lo que a las demás artes escénicas: se presenta como
distracción o espacio de exacerbado culto. En este sentido, cultura y barbarie son dos caras
de la misma moneda. Así, la idea de cultura que los administradores reproducen, toma
prestado de la “alta” cultura sus espejos, aunque en el universo cultural la noción de arriba
y abajo se pierda por completo. La desorientación espacial, muy común en nuestra época,
hace que esta valoración se muestre caduca, y sin embargo permanece. Por eso, ante el
snobismo espiritual que ciertas manifestaciones clásicas del arte canónico restriegan en la
cara de la sociedad de masas, ésta responde con la promoción de valores estéticos “más
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entretenimiento? ¿O es que el arte no debe renunciar a ser un aliciente, en cualquiera de los
Otro sentido. En la década de los 70’s, el arte objetual reconfiguró los roles con los que
al público y al artista en un orden que se confirmaba con cada nueva experiencia. De modo
que a lo que uno asistía, siempre que presenciaba arte, estaba de antemano planificado. Lo
mismo ocurre hoy. No sólo se programa la representación escénica y visual en cuanto tal
con la operación del montaje, sino que la propia experiencia estética del espectador cae en
un registro donde las variaciones subjetivas sólo son excepciones que confirman la regla,
programado o las risas enlatadas. El rostro grotesco del entretenimiento sólo representa una
faceta cínica para los administradores municipales de la cultura. Hace más de cuarenta
años, Lygia Clark mostró que el objeto artístico posee la capacidad de disolver este orden
estética que Lygia persiguió en su primera época borraba el distanciamiento entre productor
y consumidor a través de la obra de arte. Más aún, la obra de arte, el objeto artístico,
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diferente de experiencia estética y de experiencia en general 7. El uso de binoculares
soldados unos con otros; los objetos que se paseaban por el cuerpo del “espectador” al que
se le vendaban los ojos; almohadas o sábanas que, como telón de fondo, reunían lo disperso
artista como terapeuta. Este gesto contemporáneo, sin embargo, pronto fue capturado por
una rama de la Gestalt que convoca los distintos hallazgos de la experiencia con el objeto
artístico y los suministra dentro de la terapia positiva entendida como reinserción social. La
psicología secularizó los hallazgos del arte objetual adaptándolos al corpus metodológico
de la ciencia positiva. Las ciencias positivas caminan así paralelamente a la visión positiva
del mundo. El arte-terapia es hoy una caricatura del arte objetual. Su misión apunta más a la
adaptación del sujeto que a la “revolución molecular”. El coaching, los libros de autoayuda,
da a sí mismo como máximo tribunal para conceptuar la obra de arte, delimitando así los
momentos de la producción y recepción estética. La terapia que usa el arte de esta manera
sólo sintetiza lo que socialmente se ha determinado como la función específica del arte, que
desplaza la vieja discusión entre arte elitista y arte de masas: en general, el arte funciona
hoy en día como compensación ideológica ante el fracaso de la política 8, que prometió la
7
Véase http://www.lygiaclark.org.br/defaultING.asp; también: Rolnik, Suely, La memoria del cuerpo
contamina el museo, en: http://eipcp.net/transversal/0507/rolnik/es
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Hay que entender la política no como la reducción que de esta se hace a la representación institucional de la
misma, sino como la actividad que determina el entramado social, que se manifiesta en las actividades de los
sujetos y que configura las decisiones o el comportamiento de estos sujetos en un espacio delimitado.
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construcción de individualidades concretas, y que el advenimiento de la sociedad de masas
evidencia como desengaño. La estetización de la política hoy en día no sólo es una realidad,
concretar o reconciliar. En una sociedad donde los sujetos se tratan ellos mismos como
objetos, y que se relacionan con los otros sólo como enemigos o como aliados, es decir,
como instrumentos, el arte representa otro objeto intercambiable cuya expresión se reduce a
intercambio global. Para recibir algo, el arte debe dar algo a cambio: necesita ser útil, y su
El acceso al arte, sin embargo, no conlleva su apropiación. Hoy en día uno puede visitar
físicamente una enorme cantidad de museos y galerías en las grandes urbes, o desplazarse
virtualmente a través del internet y dar una vuelta por el MoMA o el museo del Prado; la
democratización del arte no parece ya una utopía. El “otro” lado, la producción artística
que no se atiene a los códigos de la alta cultura, pone a circular, de forma cada vez más
notoria, las prácticas “marginales” que siempre han estado: plazas públicas, calles y
mercados forman la constelación del arte entendido como símbolo y revaloración estética
de lo cotidiano. Pero este fenómeno, antes que representar una toma de posición surgida por
la necesidad de nivelar la balanza, está determinado por la división del trabajo social en el
así la generación de espacios para la difusión de sus actividades y productos, de manera que
30
éstos se agrupan en torno a prácticas artísticas que ponen a circular, en el espacio de
intercambio material y simbólico, los valores sociales de los que proviene como una
comenzando por Estados Unidos, donde el capital privado financia los proyectos artísticos
desde su concepción hasta su archivo, de manera que el discurso que el arte comporta en
estética, al margen del contenido social que sin embargo lo determina. Surge entonces la
necesidad de articular ambos hemisferios sin conceder la premisa de que cada uno
mucho en este descenso dentro del Maëlstrom cultural. Esto debería significar, para los
sostenerse sobre el vértigo que el remolino del arte y la cultura generan en la actualidad, es
preciso señalar –al menos esquemáticamente- las relaciones que estos polos conllevan
supone la libertad de todos a todo, es decir, al mismo tiempo que el hombre es libre para
todo, sobre él se levanta la amenaza de ser también objeto de violencia por otro hombre.
sacrificio de la pasión para evitar el sacrificio social. Ese es el paso del hombre al estado
el parentesco. Sin embargo, aquí “sagrado” se entiende de forma concreta, sólo representa
de lo político pues, a partir de ahora, se tienen que reelaborar las condiciones de existencia
con el modelo del contrato social, que supone un estado agreste de la naturaleza anterior a
nivel político del hombre se levanta sobre el nivel natural o animal, que sin embargo no
deja de determinarlo de manera orgánica: el cuerpo recuerda el origen animal, aún en las
sublimaciones que el espíritu pretende hacer de éste a través de la cultura. El nivel político
manera concreta, la forma de socialidad que mejor convenga para solucionar el problema
de la escasez. Los hombres así, se han organizado en función de eso que Bolívar Echeverría
llama “decisiones civilizatorias”. Hombres de maíz, arroz o trigo es otra forma de nombrar
los distintos proyectos civilizatorios que, sin embargo, tienen como modelo el paso
forma política y la identidad concreta de los individuos que tiene como referente la
las formas de relacionarse de los individuos entre sí y que sólo posteriormente integrarán
La política sólo puede concebirse, entonces, como el movimiento entre los momentos
pues ésta es la forma que la reproducción social mantiene para no petrificarse en una
de esta manera, mantener el proyecto de concreción humana como una posibilidad abierta.
mundo material sigue su curso, allende la voluntad política de los sujetos. El hombre
9
“Por ello es ilusorio hablar de la identidad de una persona o un grupo social como un conjunto de rasgos
distintivos; si éstos se dan son sólo las huellas, muchas veces engañosas, de episodios en los que ciertos
compromisos de reciprocidad intersubjetiva se constituyen y reactualizan, de creaciones eminentemente
formales en las que se concretiza un sujeto singular en una situación única”. Echeverría, Bolívar. Definición
de la cultura, Ítaca/FCE, México, 2013, p. 152
33
responde a la contingencia, a la posibilidad de la catástrofe natural o humana, con el
éste conlleva como recuerdo de la contingencia al que el hombre está sujeto por su
La revolución sería pues el cuestionamiento del código social, mientras que la cotidianidad
así en los momentos extraordinarios o de cuestionamiento del código social 10. Por eso el
juego, la fiesta y el arte representan, cada uno en una dimensión particular, la capacidad,
10
“El momento extraordinario es aquél en que el nivel político de la reproducción social se encuentra en
estado de virulencia, en el que la capacidad política del ser humano es requerida o exigida al máximo. Es
aquel momento en el que, forzada por las circunstancias, en una situación límite, la comunidad se encuentra
obligada a tomar una decisión radical acerca de la forma de su socialidad, de su mantenimiento o su
transformación. Situación límite que puede ser lo mismo positiva, promesa de perfeccionamiento o
autorrealización plena, que negativa, amenaza de catástrofe o desaparición. Revolución o barbarie, salto hacia
el perfeccionamiento o caída en la regresión”. Ibíd. p. 155
34
momento, el real o revolucionario, se traduce en rutinización del momento extraordinario
sujetos; el segundo momento, imaginario o cotidiano, ocurre como simulacro del propio
fundamental o constitucional12. Así, la política puede ser vista como una especie de
ruptura del código rutinario: el juego, la fiesta y el arte. Los tres momentos abren el espacio
para la reestructuración del código político en una comunidad determinada. De acuerdo con
sus particulares características dictadas por la función social que cada simulacro representa,
la distinción más general que separa a cada uno respecto al otro es la duración de la
11
Ibíd. p. 159
12
Ibídem.
13
Echeverría, Bolívar. Definición de la cultura, Ítaca/FCE, México, 2013, p. 160
14
Ibíd. p. 163
15
Ibíd. p. 162
35
aumenta en proporción al orden: el juego representa un cuestionamiento del código que sin
embargo se restituye en seguida, una vez finalizado el juego, que regularmente no puede
prolongarse por varios días. La fiesta involucra una organización y participación política
más efectiva, más abarcante, más compleja. Una comunidad puede destinar todos sus
crítica social. La fiesta en gran medida resulta más bien una compensación política,
fiesta es empleada hoy como ficción institucional de integración política de los sectores
divergentes. A su vez, el periodo de la fiesta choca con el productivismo que los hombres
han lanzado como solución a la escasez. La fiesta, por sus pródigas características,
difícilmente se prolonga por mucho tiempo. Es por eso que el arte, como momento de
cuestionamiento del código cotidiano, pero sobretodo como actualización del momento
extraordinario que la política, para mantenerse con vida, exige de la participación de los
sujetos que la componen, se muestra como el espacio destinado a reconfigurar los códigos
general de la conducta de los ciudadanos a los que afecta. De modo que la cultura y el arte
concreto: es el momento dialéctico del cultivo de su identidad 16. Por ello la cultura tiene al
arte en alta estima: en él encuentra, como en ningún otro espacio 17, la transparencia de su
16
Ibíd. p. 163-164
17
Esta aseveración debe enmarcarse en el ámbito de la política actual. Sería ambiguo aseverar que el arte
siempre ha desempeñado esta función de secularización del momento reflexivo o momento extraordinario. En
la década de los 60’s y principios de los 70’s, por ejemplo, el lugar determinado para el cuestionamiento del
36
propio proceso en tanto juego dialéctico entre la conservación y la superación de su
“sentido”.
Ahora bien ¿Qué provoca que el arte tenga esta suerte de posición privilegiada en la
Hay que reconocer que el arte, él mismo una institución, porta, como pocos aspectos de la
de la reflexión crítica de su propio proceso de composición. Si hay algo que destaca al arte
otros espacios también son: puntos o entramados de códigos políticos que determinan el
comportamiento de los sujetos, con sí mismos y con los otros. El arte contemporáneo
cuestiona la validez de los distintos códigos, por eso su espacio no se limita al taller, la
código cotidiano lo representaba la universidad y, en general, las instituciones que formaban a los sujetos en
torno a la sistematización de los distintos saberes. La universidad, en tanto depositaria del saber tradicional,
del conjunto de saberes que se quieren preservar, era la encargada de la formación de nuevos ciudadanos,
comportando así el aspecto de la conservación y superación de una forma de socialidad concreta. Sin
embargo, los movimientos sociales de la segunda mitad del siglo pasado propagaron las tareas de reflexión
crítica a campos expandidos, elaboraron un cuestionamiento interno de la propia forma de organización de las
demás instituciones. El arte, también él institución, empero, ganó autonomía al cuestionar las determinaciones
que el mercado le dictaba como lógica de su movimiento, sustrayéndose así relativamente a la dinámica del
mercado; constituyendo de esta manera una capacidad de crítica de las prácticas institucionales que la
universidad ya no podía socializar ni cuestionar del todo, pues ella misma, la universidad, se había revelado
como el principal centro de difusión de la ideología conservadora en tanto integró la protesta a la dinámica
cotidiana, sublimando de esta manera su potencial crítico y reflexivo. La universidad, finalmente, reprodujo
el esquema de la sociedad a la que antes denunciaba: su tarea se limitó a preparar a los sujetos para su
integración en la lógica del mercado. La revolución se había vuelto institucional en el único sentido posible:
como contrasentido irresoluble. Por eso, el potencial revolucionario tuvo que desplazarse, de la universidad y
las instituciones políticas, hacia otro terreno: el arte autónomo. Sobre esto volveré inmediatamente.
37
calle, el museo o la galería, sino que muestran todos estos espacios atravesados por
invisible. El constante cuestionamiento del código político hace del arte contemporáneo un
espacio propicio para la reflexión crítica. Asociado al cuestionamiento del espacio donde el
código o lenguaje común capaz de articular las expresiones que por momentos resultan
especialización que la sociedad moderna reproduce en cada uno de sus ámbitos. Aunado a
forma diferente a las otras instituciones. El potencial revolucionario que significó, durante
asentamiento moral de los aparatos ideológicos del estado, como mostraba Althusser. Desde
campo universitario, adoptada ahora por el arte, esta sentencia ha mostrado su valía. Desde
Un caso ejemplar de este desdoblamiento. La obra de Francis Alÿs hace ya tiempo que
organización global del trabajo, es cuestionada a través del registro con el que Paradox of
praxis 1 revela un trabajo “improductivo” y que, sin embargo, cumple con todas las
cualidades para ser considerado formalmente como trabajo. Reel-Unreel (20:00 min.) o
contemporánea como definición negativa de la división social del trabajo: por un lado, el
18
Véase “Paradox of Praxis 1 (Sometimes Making Something Leads to Nothing)”, Mexico City, 1997 (4:59
min.), en: http://www.francisalys.com/public/hielo.html
39
artista es el autor que, sin embargo, dista del genio, porque integra a la sociedad como un
Anteriormente habíamos dicho que el arte se identifica con la cultura. Sin embargo, con los
ejemplos anteriores ¿no se manifiesta más bien que arte y cultura se relacionan de forma
que el arte refleja el espíritu de un pueblo: manifiesta el alma de una comunidad porque –se
piensa- el artista expresa en esencia lo que es común a todos. Esta relación puede ser cierta,
pero de serlo habría que interpretarla negativamente. Tal parece que el arte no tiene como
paradójico de la politicidad que exige - para la integración del individuo a la vida social y la
40
preservación de sus miembros a través de un contrato- la renuncia del individuo a sus
operada por los individuos que políticamente quedan suprimidos. Los individuos -si es que
los hay- para integrarse a la sociedad, tienen que renunciar a su contenido pasional. Es lo
que Freud llama “malestar en la cultura”. Malestar en la cultura que se traduce en malestar
en la estética. Finalmente, ese malestar conduce a la apatía: la apatía que los sujetos tienen
social. Y esto se debe a que, en principio, las instituciones políticas, en lugar de preparar a
los individuos para la autonomía, ejercen sobre ellos una lógica heterónoma: de la renuncia
a la pasión resulta la apatía, esta apatía, sin embargo, prepara al individuo no para la
dejarse gobernar por otro. Las instituciones cada vez dialogan más entre ellas, relegando al
verdad que siempre han existido instituciones y que eso no es un fenómeno exclusivamente
contemporáneo. Sin embargo, nunca antes las instituciones se habían vuelto tan soberanas,
tan autónomas, tan independientes de los hombres que precisamente las crearon, eso que
productos humanos –de los cuales el espíritu resulta ser el más abarcador- invierte su papel
con los dispositivos que ellas generan, en la época del capitalismo avanzado, contemplaba
41
al sujeto aún como instrumento de su reproducción bajo el modelo de la mutua
dependencia, política y económica, entre naciones. En la era actual, donde las relaciones
dependencia de las naciones del margen respecto al “centro” se ha desplazado a una lógica
institucionalidad pura. La vida política se encuentra así “hechizada” por una construcción
humana que cada vez más se independiza de la voluntad de los sujetos, provocando la
opacidad de esta voluntad que se refleja en la apatía colectiva. A los ojos del mercado y la
administración cultural: el arte representa un flaco remedio ante esa apatía. Si la politicidad
contemporánea aporta el modelo de la sociedad, habrá que decir que esa sociedad se ha
vuelto falsa. Falsa porque lo que ella refleja como su espíritu o su conformación es el
propios individuos. En su lugar han colocado instrumentos de conciliación social. Como los
La política preparó a los hombres para la heteronomía, por eso el arte, como muchas
sociedad que, por otro lado, se ha vuelto falsa. El arte autónomo se desliga así del arte
autónomo las hace evidente. Éste es el sentido del pensamiento adorniano según el cual el
42
arte debe expresarse negativamente: contra la sociedad para estar con la sociedad. El arte
autónomo ofrece una de sus facetas en la experiencia liberadora del arte contemporáneo.
objeto de representación artística, intentando liberar a éste del fetichismo que el mercado
El arte pues, tiene como objetivo mostrar lo no-idéntico de la sociedad en una sociedad que
institucionalidad política.
La cultura, en este sentido, debería integrar el momento negativo del arte como
debería asumir las determinaciones históricas que la configuran: preparar al individuo para
la restitución de su concreción en lugar de ofrecerla como aliciente a través del arte. El arte
subjetividades donde el individuo se limita a escoger la que mejor le convenga. El arte, por
identidades de antemano seleccionadas. Esto sólo se logrará una vez que los individuos
materiales y semióticos. Esto quiere decir: aun si el arte logra expresar esa componente
43
negativa de la sociedad como potencial transformador, todavía el arte no es en cuanto tal la
praxis autónoma. Esa ambivalencia, propia del arte, lo convierte al mismo tiempo en
momento de expresión del arte -como lo no-idéntico con la sociedad- con la concreción de
de crear una sociedad para la cual la época actual todavía no tiene ninguna imagen: el
sentido radical de la utopía es aquel donde se conserva la esperanza sin intercambiarla por
como la práctica social emancipada. La utopía sin imágenes es tarea que el arte
papel del arte será desestimar la compensación ideológica que los administradores de la
cultura ven en él ante el fracaso de la política, sin que el arte asuma, por su lado, las
Disonancias
19
Adorno, Theodor W. Minima moralia, Taurus, Madrid, 2001, p. 224
44
El arte contemporáneo se manifiesta hoy como una disonancia. Disonancia que vibra en el
concreta de los individuos, contribuyendo así a una creciente regresión en el oído, regresión
que se opone, desde luego, a la evolución que suponen los medios cada vez más
sofisticados con los que se trata el material sonoro. La disonancia cuestiona la forma misma
en la que las expresiones artísticas contemplan a los espectadores, trata de reconfigurar los
de un espectador emancipado.
estética, social y cultural. Esta armonía social intenta preformar las manifestaciones que se
convierten en canon de la expresión artística. Para el caso del espectro radial, esto se
45
demanda, narrativas tendenciosas que encubren su propio punto de partida, sus propias
intenciones políticas.
A partir de esta desazón, empero, la estrategia se reformula: dar espacio a la voz singular,
indignidad que produce el hablar por los demás. En su lugar, la estrategia debe abrir los
espacios para que se oigan las voces, acercar el micrófono, encender el megáfono. Sí, el
Hace falta reunir las multiplicidades en un contagio compartido. Quizá entablar un diálogo
y sus efectos, que se diseminan por el cuerpo de la sociedad que los replica.
Para poder subsistir en medio de una realidad extremadamente tenebrosa, las obras de
arte que no quieran venderse a sí mismas como fáciles consuelos, tienen que igualarse a
esa realidad. Arte radical es hoy lo mismo que arte tenebroso, arte cuyo color
fundamental es el negro.
46
Theodor W. Adorno. Teoría Estética.
la política, que había exigido el sacrificio de las pasiones humanas por la promesa de
individual, preparó a los individuos para la heteronomía, para el domino por alguien más.
En estado de naturaleza el hombre tiene derecho a todo. Esta fuerza para poseer todo y a
todos, sin la mediación de un contrato social, significa que el hombre pre-social al mismo
tiempo que gozaba de libertad era acosado por un gran terror, terror a morir en manos de
otro hombre en el momento de la caza. El hombre nota el peligro de que los demás también
tengan derecho a todo, incluido el derecho a matarlo: el estado Hobbseano del hombre
vida que paradójicamente exige la propia vida a cambio, porque para poder vivir en
sociedad el hombre necesita reprimir sus pasiones, su propia naturaleza: es lo que Freud
llama “malestar en la cultura”. A medida que la cultura avanza, dirá Freud, la represión
lógica del dominio y explotación por parte del hombre, que el sistema actual no restituye ni
voluntad de los individuos que la crearon. El sistema, y la coerción que este imprime a las
La política, que debía preparar al individuo para la autonomía, en su lugar preparó para la
heteronomía, para el dominio por los otros hombres y la represión de la naturaleza interna y
las obras de arte que no quieran venderse a sí mismas como fáciles consuelos,
Dentro de las esferas que conforman el todo de la sociedad, el arte fue el lugar donde la
autonomía política logró tener una cierta expresión: la llamada “autonomía del arte”. Si
bien es cierto el arte no logra sustraerse a las relaciones de intercambio, cuyo mediador
universal es el mercado y el valor del dinero, la praxis artística tiene como problema central
autorreflexiva en constante devenir, aún no capturado por el sistema en todos sus aspectos.
Un objeto de praxis deslienada, por ejemplo, lo ofrecen las acciones de Francis Alÿs, y no
por casualidad llama éste a su acción del hielo “paradoja de la praxis”. Esto quiere decir
que coerciona a los individuos para mantenerse vigente. Por eso puede hablarse de cierta
Ahora bien, es evidente que no todo arte cumple con este papel histórico. Existe también
arte ideológico. Este arte no se define únicamente por lo que serían apologías del sistema
capitalista como contenido explícito de la obra, el arte también se vuelve ideológico cuando
estetización que busque la reconciliación con los fracasos de la modernidad debe a este
del 2009 “Ashes and snow”, que intenta mostrar a un humano inmediatamente reconciliado
estos dos polos, naturaleza y cultura y, por el contrario, los separa ejerciendo el dominio
sobre ambos. Así, el arte ideológico concilia lo que en la realidad no sucede: se vende a sí
El arte debe poder igualar esa realidad no en la promesa fallida de la política, o en la falsa
política ha fracasado, el arte tendría por misión expresar ese desconsuelo. Es decir,
mostrarse como no-idéntico con lo social, y en ese sentido imitar su promesa pendiente. Por
eso el arte es mimético, porque imita lo negativo de esa sociedad, que es donde reside su
49
Para Adorno, el momento de la pseudo-reconciliación resulta problemático. El pensamiento
siempre tiende a identificar la realidad con él, para poder entenderla y atraparla a través de
conceptos, para reconciliarse con ella, aunque de manera ficticia. Eso hace que el momento
conceptual del pensamiento domine a los otros momentos, como el momento material-
sólo con el pensamiento. Podríamos decir que gran parte de la ideología se transmite así a
través de la ciencia, el arte, la religión, la política, y toda esfera que identifique y fusione
realidad con pensamiento. Por eso, la filosofía de Adorno propone recuperar el momento no
pensamiento porque surge del dolor, del cuerpo, no de la mente y sus quimeras. El arte se
por decirlo de algún modo, naturaliza la música dándole apariencia de orden y coherencia:
acompaña las exigencias radiofónicas sin criticar el material sonoro sería una forma
política. Por eso la disonancia es un índice de verdad en una sociedad que se ha vuelto
50
ilusoria, porque camina contrapunteando la estetización de la realidad con el recuerdo de
El arte radical es ese arte que, dentro de la sociedad, expresa lo falso de esa sociedad. En
este sentido, “Pájaros en el alambre” tiene algo de disonante. Es imposible mencionar aquí
todos los hallazgos que la convocatoria pudo reunir. Pero esos hallazgos se deben
pedía alegría, ganas de compartir. La entrevista a Jaime Martínez Luna que realizó Saúl
manifestó esto como un rasgo evidente. El propio Jaime estableció una relación simétrica
siempre estaba dispuesto a contestar, la cantidad que sea de preguntas, formuladas como
sea, precisas o no, certeras o divagantes, a pesar de ser “el que sabe” hablándole a “los que
que hay mucha reflexión en torno al problema de la composición y del material sonoro en
varios de los participantes. Hay experimentación y eso quiere decir que hay cierta
herencia histórica de la cual la sociedad se siente orgullosa. Por ello, la charla de Jaime
autoridad y quién tiene la última palabra. Este no fue el caso de “Pájaros en el alambre”,
pues estableció, desde su concepción, un punto equidistante con todos los participantes,
Todo esto en conjunto produjo una disonancia social en el espectro radiofónico, un registro
un índice de verdad en la era ideológica del intercambio equivalente. Pero hay que decirlo,
es sólo un índice, falta mucho trabajo, mucho por organizar. El mérito debe ser
organizar desde la base, de trabajar a hombro pegado, de restituir el lazo que permanece
fracturado.
En alguna ocasión, Adorno indicó que, después de Auschwitz, era imposible escribir poesía,
al menos esa poesía que habla del encanto de una era y la gloria de una humanidad que ha
un momento no conceptual, expresará así el dolor que la sociedad no debe olvidar. En este
sentido, el arte contemporáneo contesta con el color negro a los intentos de pintar de
colores nuestra realidad. A menudo uno se pregunta si los artistas contemporáneos que
pintan un cuadro monocromo no estarán tomándonos el pelo. Puede que sea esto, pero eso
idéntico al color, es decir, lo no- idéntico a la falsa reconciliación, por eso el negro es
disonancia que se torna alegoría: el color fundamental del arte no ideológico como clausura
La imagen final, la disonancia estética, clausura todas las imágenes que se han mostrado
falsas, comenzando por la imagen mítica del sacrificio como imagen constitutiva. EL
sacrificio, para el arte que se pretenda auténticamente contemporáneo, deberá ser la imagen
La disonancia, pues, es sólo un momento, nunca la totalidad del movimiento social. Sin
embargo, atender a ello significa buscar una forma nueva, una figura que aún no tiene
silueta y para la cual no existen todavía imágenes auténticas. No debemos pensar la tarea de
restitución comunitaria como algo terminado, pero eso tampoco debe quitar el aliento para
Dos componentes específicos de esta obra abren la posibilidad para ubicarla como una
expresión de la diferencia: por un lado, el hecho de que este error sea, con un mínimo de
53
variación, elaborado como una “impresión a la primera” sin posibilidad de corrección, de
otro, el hecho de que ninguno de los ejemplares impresos sea “idéntico” a otro: que cada
uno ofrezca una variación considerable respecto a los demás. Esto atenta contra la supuesta
naturaleza del proceso de reproductibilidad técnica al que el propio libro recurre para
dimensión política.
Repetición
clásica. Walter Benjamín ha destacado el aspecto que permite la destrucción del valor
anteriormente asociada al valor cultual que se desprende del hecho de que la obra sea única,
original e irrepetible, es desplazada por el nuevo valor de exhibición del arte pos-aurático
posibilitado por los medios mecánicos de reproducción. El valor estético de una obra no se
deja reducir a la exigencia de que la obra sea original: a la pérdida de la noción del original
pública, el nuevo sujeto de contemplación estética (la masa), con sus configuraciones y
54
intento por apropiarse los valores técnicos que se oponen al ideal burgués de pureza,
sentido estricto, reflexiona el arte contemporáneo, nunca existe un original. Así como la
noción de paisaje engaña porque en verdad el paisaje nunca está quieto, es decir, incluso en
la naturaleza no hay original de ningún paisaje, la composición estética no posee algo así
de montaje que hace de la sustancialidad del original una ficción, pues ésta siempre supone,
esencialismo del original, como valor estético, ya no puede ser un valor para juzgar la obra
de arte, aunque se trate de una sola pieza: ¿cuál es la película original, el original de una
película? La repetición mecánica y el proceso de montaje develan así una necesaria relación
con la diferencia.
sí misma, pero se quiere como lo siempre diferente, nunca se quiere como lo igual a sí.
20
Éste es el contenido del famoso debate Adorno-Benjamín, en torno al problema de los procesos de
apropiación de las fuerzas y relaciones de producción estética en el ámbito de la sociedad capitalista.
55
porque cada uno es único y la repetición sólo actualiza la diferencia.
que trabaja por debajo de las leyes, que puede ser superior a ellas. Si la
Bloqueo natural
Esta repetición de la diferencia está condicionada por algo que Deleuze designa como el
21
Deleuze, Gilles. Diferencia y repetición. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2009, p. 23.
56
existencia (paradoja de los dobles o de los gemelos). Este fenómeno
existencia.”22
“Obligado a pasar como tal a la existencia” significa que la repetición no se puede jugar en
Cada cosa es singular, molecular. Por ello mismo el bloqueo no es un concepto, no es algo
que pudiéramos nombrar directamente como “error” o inadecuación, es más bien una
pensando que certeza y verdad son una sola cosa, de modo que bajo el nombre de “error” la
representación, ignorando su sustancialidad existencial. Para que una diferencia sea como
tal se debe poder experimentar en otro lugar que la representación, ese otro lugar es la
Cawamo. A través de la señalización del evidente error mecánico se llega a una experiencia
22
Ibíd. p. 36-37
57
que trasciende los discursos, las representaciones o las simples ilustraciones temáticas. El
conflicto popular que generó la realización del mundial de Brasil 2014 mantiene el error de
Helder y Cawamo en una tensión entre lo expresado con el montaje entre texto e imagen y
la reunión espontánea de los cuerpos singulares en las marchas de protesta. Como los
módulos agrupados en las imágenes de error (al mismo tiempo singulares, individuales,
un movimiento paradójico de egoísmo colectivo que reúne en un solo clamor todas las
Los collages modulares en los que Cawamo toma al rombo como eje o forma de
agrupación, se repiten también en forma de segmentos de línea recta. Ahí, también, cada
partícula es singular y sin embargo se comunica con las otras: no es idéntica ni siquiera a sí
misma. Ello se muestra en el propio libro y en la asimetría de un libro respecto al otro: cada
protesta brasileña ante la imposición local de un efecto exterior, dictado por las leyes del
bien a bien qué era lo que se tenía que hacer, pero que de cualquier modo se hizo en la
Esta paradoja de acción sin clara intensión se muestra en la actitud ausente del tele-vidente
del cual Helder hace un simulacro. El texto simula un aficionado sin afición: el autismo del
esa melancolía que al Bartlebly de Melville lo deja quieto como un clavo, parado en medio
mundial de Brasil no puede eludir la ironía que atraviesa su amor por el fútbol y el
58
desorden social que implica realizarlo: la fiesta organizada en el corazón de una ciudad
convocatoria que el slogan socialista “Proletariados del mundo ¡uníos!” manifestaba como
consigna partía de la identificación de los obreros que se pretendía agrupar bajo la forma
representativa de una conciencia de clase común a todos. Sin embargo, de acuerdo con la
o conciencia de clase, como base para el programa revolucionario, tiene que ser
como un esquema de organización que parte de una base identitaria, cualquiera que ésta
siempre serán asimétricas y no están forzadas de antemano a un diálogo impuesto sobre una
ficticia base común: ellas chocan y forman olas, ríos, marabuntas, caudales de ratas que
devoran lo que encuentran a su paso: manifestaciones en las calles como pura potencia que
En este sentido, error se inscribe en el ámbito de una estructura de disidencia estética que
una postura disidente respecto a los modos y las formas institucionales de producir y
59
cuestionar los propios procesos de producción visual en nuestra ciudad. La agrupación
formal o demasiado esquemática que otros espacios hacen de las diversas singularidades,
finalmente en los propios procesos creativos de forma directa. La forma en que un espacio
representación y volverse materiales. Eso hace converger el error de Helder y Cawamo con
una cosa resulte de la otra, no hay relación de derivación entre los sujetos implicados, es
una relación de asimetría porque el componente del libro y las decisiones estéticas que los
autores enfrentaron no tienen que ver, en sentido estricto, con las otras manifestaciones que
quizá no siempre exitoso dada la paradoja que lo atraviesa, pero que sin duda genera una
variación respecto al modo en que otros espacios condicionan o administran los procesos
error se inscribe así en esa zona de indeterminación entre el momento estético y político
es una disidencia político-estética. Para ello era necesario, por un lado, elegir sobre el
campo de batalla ciertas soluciones ante el problema del material lingüístico o visual,
60
Si la política tomara como modelo de convivencia entre los individuos las formas y
procesos a través de los cuales este producto se ha vuelto real y ha llegado a nuestras
manos, entonces sabríamos que algo de eso que se llama “transformación” o “cambio”
social está realmente sucediendo. Para eso sirve el arte, para eso específicamente: no para
61