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VACUNAS Y VACUNAS DE ADN

RECOLECCION DE INFORMACIÓN.

DOCENTE ALFREDO LAGARES

UNIVERSIDAD DEL ATLANTICO


FACULTAD DE QUIMICA Y FARMACIA
PROGRAMA DE FARMACIA
2017-1
INTRODUCCIÓN
Es ampliamente aceptado que las vacunas constituyen la manera más efectiva que existe para
el combate de las enfermedades infecciosas debido al gran beneficio que brindan. Las
vacunas han sido la intervención de salud pública con más impacto para la prevención de un
gran número de enfermedades, datos de la OMS sugieren que las vacunas salvan cerca de
30,000 vidas diariamente, lo que demuestra el éxito que ha tenido esta estrategia.1

Las primeras vacunas se produjeron de manera empírica, sin un conocimiento detallado de


la naturaleza del agente causal y los efectos en los individuos inmunizados. Por ejemplo, las
observaciones de que una infección leve de viruela protegía contra la enfermedad en
exposiciones subsecuentes posibilitaron el uso de pus seca como una forma de inóculo
aplicado en la piel, o en forma intranasal, para prevenir la enfermedad. Esto culminó en el
año 1798 con la publicación del trabajo de Edward Jenner sobre la vacunación con el virus
de la viruela, un acontecimiento reconocido como el nacimiento de la inmunología. Con
posterioridad, el avance en el conocimiento de la microbiología, en especial la depuración de
las técnicas de cultivo de tejidos, permitió el desarrollo sistemático de vacunas contra muchas
enfermedades y, más aún, se han ideado esquemas de inmunización mediante vacunas
polivalentes, como la vacuna triple contra la difteria-tétanos-tos ferina, conocida como DTP.2
En la actualidad, el acceso a la tecnología de punta en el área de la genómica y la proteómica
ha hecho posible acelerar el desarrollo de nuevos modelos de vacunas con características
mejoradas en aspectos fundamentales, como la inmunogenicidad y la seguridad. A varias
décadas del primer informe, en el cual se demostró que un gen puede expresarse mediante la
inyección directa de ADN desnudo, las vacunas de ADN han probado ser eficientes para
inducir una respuesta inmunitaria protectora contra parásitos, virus y bacterias en diversos
modelos animales.2

La capacidad que las vacunas de ADN tienen para inducir respuestas celulares ha hecho que
su aplicación sea principalmente hacia infecciones virales y por bacterias intracelulares. Sin
embargo, ésta nueva generación de vacunas ha abierto nuevos campos para la prevención y
tratamiento de enfermedades en las que la vacunación no formaba parte del repertorio
empleado para el tratamiento como cáncer (cáncer de mama), enfermedades autoinmunes
(diabetes).1

Los resultados que se han obtenido en modelos animales son prometedores, sin embargo, los
resultados en humanos han sido desalentadores. El gran potencial de las vacunas de ADN
reside en su gran versatilidad, ya que pueden diseñarse plásmidos de acuerdo con el tipo de
enfermedad o patógeno contra el cual se quiera inducir una respuesta inmune, y es posible
optimizar los antígenos empleados, las rutas de inmunización, el tipo de adyuvantes y los
esquemas de inmunización para obtener el tipo de respuesta deseada.1,2
DESARROLLO DEL TEMA
Definición de vacuna
Según la OMS se entiende por vacuna cualquier preparación destinada a generar inmunidad
contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Puede tratarse, por
ejemplo, de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados, o de productos o
derivados de microorganismos. El método más habitual para administrar las vacunas es la
inyección, aunque algunas se administran con un vaporizador nasal u oral.3

De las distintas definiciones que se han hecho de las vacunas, es de destacar la que las
considera como "suspensiones de microorganismos atenuados o inactivados (muertos), o sus
fracciones, que se pueden administrar a personas sanas susceptibles a determinadas
enfermedades, con objeto de inducirles inmunidad activa protectora contra las mismas".4

Vacunas de ADN
Una serie de observaciones al inicio de la década de 1990 demostró que era posible con el
ADN desnudo (plásmidos) transfectar células in vivo. Más adelante se informó que era
posible inducir una respuesta humoral contra el antígeno codificado en el plásmido
transfectado, aunque sólo fue hasta el año 1993, cuando se demostró que se podía inducir una
respuesta inmunitaria protectora contra un reto letal con el virus de la influenza en ratones
inmunizados con ADN, que se estableció firmemente el concepto de lo que hoy se conoce
como vacunas de tercera generación o vacunas de ADN. Con posterioridad, numerosas
publicaciones demostraron que diversos antígenos (bacterias, virus, parásitos o antígenos de
origen tumoral) codificados en plásmidos podían inducir una respuesta inmunitaria
protectora en diversos modelos animales.2

Las vacunas de ADN, también conocidas como vacunas genéticas, vacunas de ácidos
nucleicos o vacunas de ADN desnudo, entre otros términos, emplean una metodología
relativamente simple que ha abierto una nueva era en la inmunología, con un alto potencial
como vacunas profilácticas y terapéuticas. Todo esto se debe a que combinan muchas de las
características deseables de las vacunas tradicionales, pero ofrecen ventajas adicionales.2

Fundamentos de las vacunas de ADN


Las vacunas de ADN se basan en la inyección directa en el huésped de un plásmido que
codifica para un antígeno de un patógeno, en lugar del antígeno proteico o del patógeno
atenuado o muerto.5

Las vacunas de ADN están compuestas por plásmidos (pequeñas moléculas de ADN circular
habituales en muchas bacterias) o también llamados vectores en los cuales se ha insertado
una secuencia de ADN del patógeno contra el que se pretende inmunizar, que codifica para
un antígeno de interés o proteína. Cuando se inyecta el plásmido en el músculo o en la piel,
éste transfecta (es decir, inserta su ADN) en algunas células del organismo y llega al núcleo,
para comandar desde allí la producción de los antígenos del patógeno. lográndose así que
sean las propias células las que generen los componentes contra los que se ha de dar la
respuesta inmune (figura 1). Esto brinda una inmunización duradera y garantiza tener un alto
nivel de defensas contra la enfermedad a vacunar.6,7

Figura 1. Respuesta inmune inducida por la vacuna de ADN. Cuando el plásmido es


inoculado en el huésped, este transfecta en las células del organismo e induce la producción
de los antígenos del patógeno, iniciando de esta forma la respuesta inmune.

Rutas de Inoculación
La respuesta a las vacunas de ADN ha sido determinada mediante diferentes rutas de
inoculación, incluyendo intramuscular, intradérmica, intravenosa, intraperitoneal,
epidérmica mediante escarificación de la piel, oral, intranasal y vaginal. De todas estas
formas, las que han dado mejores resultados y más reproducibles son la inoculación
intramuscular y en los diferentes estratos de la piel mediante agujas hipodérmicas, así como
el bombardeo de partículas mediante pistolas genéticas en piel y en mucosas (figura 2). En
la selección del método a emplear hay que tomar en cuenta dos consideraciones importantes:
la cantidad de ADN a inocular y las características de la respuesta inmune que se desea
obtener. La administración de vacunas mediante agujas posee la ventaja de ser un método
barato, aunque requiere de 100 a 1000 veces más ADN que el bombardeo de partículas para
inducir una respuesta inmune. El bombardeo de partículas con pistola de genes tiende a
inducir una respuesta T cooperadora de tipo Th2 que sirve para combatir infecciones
parasitarias y en mucosas, mientras que las inyecciones intramusculares desvían la respuesta
cooperadora hacia Th1 en la que se activa la respuesta celular lo que permite el control de
infecciones bacterianas intracelulares y virales.8

Figura 2. Vías de administración de las vacunas de ADN. Las vacunas de ADN pueden
ser administradas por medio de una jeringa (a) directamente en las células del músculo o por
medio de un inyector de genes (b) en la piel .
Mecanismos de inducción de la respuesta inmune por las vacunas de ADN.5

Al ser las células del paciente las que producen la proteína, el antígeno no contiene
impurezas, al contrario que en las vacunas tradicionales, donde en el proceso de purificación
pueden quedar trazas de antibióticos o proteínas del medio de cultivo. La expresión del
antígeno dentro de las células del huésped puede inducir una respuesta inmune completa y
duradera. Esta respuesta incluye anticuerpos, aunque es frecuentemente más débil que la que
se puede obtener con vacunas recombinantes, así como una activación fuerte y duradera de
células T cooperadoras y citotóxicas o de respuesta celular.
Un aspecto que aún no se comprende del todo consiste en la interacción de la vacuna de ADN
con el sistema inmune. Las cantidades del antígeno que se producen cuando se administra el
plásmido están en el orden de los picogramos o nanogramos. Estos niveles relativamente
pequeños de antígeno hacen pensar que la respuesta inmune tan fuerte y sostenida se debe al
tipo de células que capturan el ADN, ya que es necesario que células especializadas llamadas
células presentadoras de antígeno (CPA) capturen el antígeno lo procesen y lo presenten a
otras células del sistema inmune como como los linfocitos T.

Existen tres mecanismos por el que el antígeno es procesado y presentado al sistema inmune
tras la vacunación con ADN (Figura 3)

a) El ADN desnudo podría ser capturado directamente por las CPA, éstas células poseen en
su superficie una molécula que es conocida como CMH (Complejo Principal de
Histocompatibilidad) de clase II, a través de esta molécula las CPA presentan el antígeno a
los linfocitos T cooperadores (Th por sus siglas en inglés "T helper”) o linfocitos T CD4+. Se
sabe que este tipo de células se encuentran presentes en pequeñas cantidades en el músculo
y que constituyen un potente estímulo para el sistema inmune. Tan sólo se requieren 100
CPAs para activar al sistema inmune, y esta cantidad no es difícil de transfectar si
consideramos que 8% de las células en la epidermis corresponden a CPA.

b) El otro mecanismo está relacionado con la adquisición del ADN por las células musculares
y queratinocitos, las cuales no poseen CMH de clase II, en su lugar poseen CMH de clase I,
que ayuda a la activación de células T de tipo citotóxico (Linfocito T CD8+) con la capacidad
de destruir células que se encuentren infectadas.

c). El tercer mecanismo es una presentación cruzada, es decir, que a su vez el ADN sea
capturado por una célula muscular y por una CPA.
Figura 3. Mecanismo de respuesta inmune inducida por la vacuna de ADN. Cuando el
ADN es inoculado en la célula huésped, éste es incorporado en la célula donde se replica y
traduce dando origen a la proteína o antígeno que puede inducir la producción de anticuerpos
por la célula B o puede ser capturado por una célula presentadora de antígeno (CPA), en
donde es procesado y presentado a la célula T, ya sea un linfocito T cooperador (Th) o un
linfocito T citotóxico (Tc), responsables de la respuesta celular.

Plásmidos o vectores
Los vectores son la unidad funcional de las vacunas de ADN. En estos vectores se insertan
los genes que codifican a las proteínas de interés y son de origen bacteriano. En la figura 4
se esquematizan los elementos que componen un plásmido típico para su uso como vector en
la vacunación con ADN. Los plásmidos bacterianos son moléculas de ADN circular que se
autorreplican de forma extracromosómica en las bacterias y se han utilizado de forma amplia
para la expresión de proteínas en sistemas de mamíferos. Los genes codificados en estos
plásmidos se encuentran bajo el control de promotores, casi siempre de origen viral, como el
del citomegalovirus humano (CMV), el virus del sarcoma de Rous (RSV) o el virus de simios
40 (SV-40). Los promotores son secuencias cortas de ADN; a éste se unen diversos factores
de transcripción que ayudan a guiar y activar a las polimerasas y se encuentran activos de
forma constitutiva en la mayor parte de las células eucariotas; en la actualidad, el promotor
empleado con más frecuencia es el CMV. Seguido del promotor se encuentra el gen de
interés, que a su vez está seguido por una señal de poliadenilación, por ejemplo la región no
traducida 3´ del gen de la hormona bovina del crecimiento (BGH-3´-UTR), que contiene las
secuencias apropiadas para estabilizar los transcritos del gen de interés. Los plásmidos tienen
además diversos genes de resistencia a antibióticos, como son la ampicilina o la kanamicina,
lo cual permite su selección en cultivos de bacterias transformadas. Un elemento importante
en los plásmidos es la presencia de motivos CpG bacterianos, que poseen propiedades
inmunomoduladoras y representan un elemento adyuvante intrínseco.2,8

Figura 4. Representación esquemática de un vector típico de vacunas de ADN. El


plásmido contiene una región con el promotor, adyacente al gen que codifica al antígeno de
interés, seguido de la señal de poliadenilación, un origen de replicación y un gen de
resistencia a un antibiótico (Amp).

Estado actual
Las expectativas de las vacunas de ADN, tras la experimentación animal en ratones se
incrementaron enormemente; sin embargo, se están encontrado problemas en los modelos
con primates y humanos que han frenado la confianza que se depositó en ellas. La tecnología
del ADN se utiliza no solo para generar protección directa frente a un agente sino también
para identificar antígenos protectores mediante la experimentación en el laboratorio, y son
prometedoras en el tratamiento del cáncer.9
La mayoría de las vacunas que están en uso actualmente son dirigidas contra patógenos que
pueden ser controlados eficazmente con anticuerpos. Sin embargo, un gran número de
patógenos han desarrollado una multitud de estrategias de escape y mecanismos de
resistencia a la actividad lítica de los anticuerpos y han frustrado los esfuerzos en el desarrollo
de vacunas, lo que significa que para su eliminación se requiere de la activación de ciertas
poblaciones específicas de linfocitos T, en este sentido las vacunas de ADN representan una
de las estrategias novedosas para lograr la activación de tal respuesta inmune celular.8

En este momento, docenas de estas vacunas se están probando ya en fases clínicas. Ellas van
desde tratamientos contra el VIH-SIDA, la gripe, herpes, hepatitis B, C y malaria, hasta
posibles candidatas contra el cáncer. Otras patologías que ya se incluyen dentro del repertorio
de la vacunación con ADN incluyen las parasitarias (Trypanosoma, Leishmania, etc.)9

Ventajas
En comparación con las vacunas tradicionales, las vacunas de ADN ofrecen ventajas
adicionales como las siguientes:

a) seguridad, dado que no usan microorganismos vivos; b) capacidad de inducir una


respuesta inmunitaria celular y humoral; c) facilidad de modificar los antígenos codificados
en los plásmidos; d) menor costo cuando se producen a gran escala; y e) vida media mayor,
por lo que se consigue una mejor estabilidad en cuanto a la temperatura de almacenamiento
y transporte, lo que permite prescindir de la cadena fría utilizada en las vacunas
convencionales.2

En lo que respecta al diseño de la vacuna de ADN se puede hacer con mayor rapidez debido
a que se puede aislar y clonar en muy poco tiempo, además múltiples vacunas pueden
ofrecerse en una sola inyección.10
CONCLUSIÓN
Las vacunas de ADN representan una estrategia altamente versátil y segura. Aun así, todavía
queda mucho por investigar para poder alcanzar en seres humanos el éxito obtenido en
modelos animales. El gran potencial de las vacunas de ADN reside en su gran versatilidad,
ya que pueden diseñarse plásmidos de acuerdo con el tipo de enfermedad o patógeno contra
el cual se quiera inducir una respuesta inmunitaria, y es posible optimizar los antígenos
empleados, las rutas de inmunización, el tipo de adyuvantes y los esquemas de inmunización
para obtener el tipo de respuesta deseada.

Por último, hay que tomar en cuenta que la aplicación de la tecnología basada en la
vacunación con ADN, sobre todo en países en vías de desarrollo, donde tendrían un mayor
impacto, puede representar (al igual que cualquier otra tecnología de punta en sus fases
iniciales) un alto costo económico. A pesar de lo anterior, las vacunas de ADN representan
una herramienta poderosa y atractiva para el diseño y desarrollo de nuevas estrategias en la
lucha contra las enfermedades infecciosas
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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2. Mota-Sánchez J. Vacunas de ADN: inducción de la respuesta inmunitaria [Internet].


Scielo.org.mx. 2009 [citado 5 May 2017]. Disponible en:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0036-36342009000900012

3. Vacunas [Internet]. Organización Mundial de la Salud. [citado 5 mayo 2017]. Disponible


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5. Hurtado Melgoz M, Ramos Ligonio A, López Monteon A. Vacunas de ADN: ¿Vacunas


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6. Vacunas de ADN: la Biotecnología al servicio de la salud | FEBiotec [Internet].


Febiotec.es. [citado 5 mayo 2017]. Disponible en: http://www.febiotec.es/noticias/vacunas-
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Disponible en:
http://www.porquebiotecnologia.com.ar/index.php?action=cuaderno&tipo=1&note=71
8. López Monteon A, Hurtado Melgoza M, Ramos Ligonio A. ¿Qué sabe Ud. acerca de ...
las vacunas de ADN?. Scielo [Internet]. 2013 [citado 11 mayo 2017];44(1). Disponible en:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-01952013000100010

9. Gonzales Romo F. El desarrollo de nuevas vacunas. Elsevier [Internet]. 2015 [citado 11


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10. Las vacunas de ADN que pueden revolucionar la inmunización (y prescindir de las
agujas) - BBC Mundo [Internet]. BBC Mundo. 2015 [citado 11 mayo 2017]. Disponible en:
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/05/150529_salud_que_son_las_vacunas_adn_kv

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